20 de marzo de 2017

6 AÑOS DE LA INVASIÓN DE LA OTAN EN LIBIA: UN PAÍS MASACRADO

Telesur

Tras seis años de la intervención militar de la OTAN en Libia, el país se encuentra devastado y los grupos terroristas se han extendido por su territorio. El caos, los desplazamientos forzosos, la inseguridad y la incertidumbre matizan la vida diaria de la población.

El 19 de marzo de 2011, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) emprendió una agresión militar. Sin dilación, la noche de ese día comenzaron los bombardeos sobre el país.

Paralelamente, se llevaron a cabo medidas de embargo para congelar activos de la National Oil Corporation y del Banco Central de Libia. De esta manera, las reservas internacionales del pueblo libio fueron arrebatadas por Occidente.

La ofensiva imperialista comenzó en Bengasi, la segunda ciudad de Libia, en la que se destruyó el aeropuerto y el puerto, que dejó incomunicados a decenas de miles de libios.

Mustafa Abdul Jalil, líder del Consejo Nacional de Transición de Bengasi en 2011, admitió que los manifestantes asesinados en Bengasi por la acción de la OTAN, fue responsabilidad de un grupo de espías y mercenarios que no eran libios.

Los libios de piel oscura sufrieron la exclusión y el despojo de sus derechos, su estatus socioeconómico y político con el derrocamiento del Gobierno. El tratamiento a los libios de piel oscura bajo el gobierno de Gaddafi había sido elogiado por el propio Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en un informe de 2011, que señaló que el líder libio “hizo todo lo posible por asegurar su desarrollo económico y social, específicamente para suministrar oportunidades económicas y protecciones políticas a libios negros y a trabajadores migrantes de países africanos vecinos”.

En apenas siete meses de operación militar, la OTAN efectuó 10.000 ataques con 40.000 bombas y misiles contra los libios. Como resultado, 120.000 libios murieron de acuerdo a cifras de la Cruz Roja Internacional.

Trípoli, la capital, fue bombardeada poco después de Bengasi. Enfrentamientos entre las milicias y fuerzas leales a Gaddafi dejaron miles de desplazados.

El enfrentamiento entre grupos extremistas que operan en Libia ha provocado el desplazamiento de más de 400.000 personas y una situación de incertidumbre para las personas atrapadas en las zonas de conflicto, según un informe de la ONU sobre la situación en este país publicado el 23 de diciembre de 2014.

Con el asesinato de Gaddafi surgieron milicias afines al EI como Farj Libia, Libyan Islamic Fighting Group, Ansar, Al Sharia y otros minoritarios. “Hay muchos grupos armados, unos 1.700, con muchos objetivos distintos.

Como resultado de la intervención militar de la OTAN, que propició el derrocamiento del gobierno libio, surgieron dos parlamentos y dos gobiernos paralelos, uno en Trípoli -apoyado por las milicias Fajr Libia, aliadas de Misrata- y otro en Tobruk (a más de mil kilómetros de distancia), reconocido por Occidente. Cada uno de ellos luchan por ganar el apoyo de las miles de milicias que se enfrentan en el país y ha dejado como resultado una nación con profundas divisiones regionales, étnicas y locales.

En 2016, un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) alerta nuevamente sobre las violaciones de derechos humanos en Libia, entre ellas, las miles de decapitaciones, detenciones arbitrarias, torturas con electricidad y golpes.

El documento revela que la situación en el país no ha cambiado desde el 2014, cuando otro informe de la ONU advirtió sobre los ataques indiscriminados contra civiles, bombardeos de hospitales, secuestros, torturas y ejecuciones ilegales.

Entretanto, la OTAN se prepara para una nueva posible invasión. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, entregó recientemente a la Casa Blanca un plan en el que se detalla el paso a paso para poner en marcha operaciones militares en toda Libia con la supuesta intención de combatir el terrorismo.

Antes de las bombas de la OTAN, Libia tenía el nivel de vida más alto de África e incluso por encima de Rusia, Brasil y Arabia Saudita.

La electricidad era gratuita para todos los ciudadanos y la vivienda era un derecho. En este sentido, a los recién casados se les otorgaba el equivalente a 50.000 dólares para comprarse una casa.

En materia de salud, si un libio no podía hallar la educación o atención médica que buscaba, el gobierno de Gaddafi les daba los fondos necesarios para conseguirlos fuera del país.

Cualquier persona que deseaba ser agricultor recibía gratis tierra, una casa, animales, equipo de agricultura y semillas y en caso de haber pedido un préstamo de cualquier tipo, la tasa era de un 0 por ciento de interés por ley.

En otros aspectos, la economía libia era libre del Fondo Monetario Internacional. El banco central libio emitía dinero sin deuda, a diferencia del bloque occidental que la atacó militarmente.

El monumental proyecto Gran Río Artificial, que proveyó de agua gratuita a los libios y otros pueblos africanos, fue bombardeado por la OTAN y provocó una crisis acuífera en Libia, sobre todo en Trípoli.

Con la intervención militar de la OTAN, liderada por Estados Unidos, el pueblo libio perdió su prosperidad, calidad de vida y estabilidad política y social.


17 de marzo de 2017

“CASTA” O “TRAMA”, LA TÁCTICA “PROGRE” DEL ENGAÑO ES LA MISMA

La trama. Sin comentarios
Por Marat

Un amigo y camarada querido me recomienda ahondar en el análisis de lo que son y representan los “progres” y me sugiere deslindar a las organizaciones de matriz obrera histórica de esa cosa en la que ha devenido el aún publicitado término “izquierda” bajo la forma del neolenguaje “progre”.

Tiene mucha razón mi amigo. Tanto la socialdemocracia histórica, de carácter reformista, a partir de Bernstein, como la corriente comunista, que arranca de Marx y Engels y continúa con Lenin, Rosa Luxemburgo y otros, tienen algo en común. Nacen de la clase trabajadora, van a la clase trabajadora y son parte de esa misma clase.

Hoy la socialdemocracia histórica, convertida en social-liberalismo del capital, agoniza, y la nueva, no tiene nada que decir, salvo invertir términos para acabar en una Syriza o en Sanders que terminó apoyando a una genocida con trastorno de la personalidad como Hillary Clinton.

En cuanto a los comunistas, diría, siendo generoso, que no estamos precisamente en el momento previo a repetir lo de hace 100 años, el asalto al Palacio de Invierno. Entre las sectas trotskistas y las estalinistas se estableció el acuerdo tácito de convertir el oceáno del marxismo, que era un pensamiento vivo, abierto, insurrecto y humanista, en un riachuelo estancado con tendencia al lodazal y a las enfermedades fecales. El marxismo y la idea comunista son mucho más que ellos. Han tenido durante decenios una voluntad de hierro para conseguirlo. Finalmente, el marxismo es mucho más que sus despojos. No lo lograrán.

Los progres actuales son cínicos que han perdido la razón de aquello que les hizo ser seres vivos, los mayores, pero les ha “colocado” en muchos casos, y los jóvenes simplemente son ignorantes sin conexión con las luchas de los desposeídos. Tendrán que cagarla por sí solos. Podrán hacerlo. Soberbia no les falta.

Dicho lo anterior, uno tiene la impresión de que estamos en el peor de los escenarios políticos, sociales, ideológicos y, por supuesto, económicos, a pesar de las proclamaciones de buenaventura y de recuperación de los medios epígonos del capital y del conformismo de quienes dices cosas como “no hay posibilidad de revolución. Lo que hace falta, aquí y ahora (¡urgente! Rebajas por fin de existencias) es un gobierno de cambio”. Cuando nos aclaren su contenido y cómo harán para poner el cascabel al gato del poder económico, seguro que nos convencen.

No sé si la revolución social sucederá finalmente. Estoy convencido, con Rosa Luxemburgo, de que la disyuntiva es, ahora más que antes, “socialismo o barbarie”. Sé que el mundo capitalista lleva decenios dando signos de agotamiento pero, en tanto que no surja una fuerza esclava que, nacida de la contradicción entre la producción social y el beneficio privado, que se oponga con proyecto y voluntad propias, la agonía criminal de la dominación continuará.

Hace unos años llegaron con el mantra de “la casta”. No se sabía si hablaban de políticos o de poder económico; indefinición calculada al estilo de la los subproductos que vendía el 15M. Poco tardaron en convertirse ellos mismos en “casta política”, en demostrar que los cargos les enloquecían, que podían matarse entre ellos por lo que para muchos era su primer puesto de trabajo: Querían envejecer dentro de “lo viejo”. Han sido una camarilla de oportunistas sin escrúpulos. Para ellos lo ideológico y lo estratégico solo eran trampantojos de una lucha por el puesto, nunca por el poder. Jamás tuvieron voluntad de tomarlo por asalto, ni por consenso. Solo querían escañear sus currículums, que para eso son unos "preparaos".

Ahora, tras poner en evidencia que su Vistalegre II no era sino el esperpento de su propia fecha de nacimiento, han dado con un nuevo invento, tras salir flojos de remos del envite: han creado el término, que es menos que concepto, aunque quieran venderlo como idea luminosa, de “la trama”.

Leamos a los dos grandes teóricos podemitas del nuevo tótem llamado “trama”:

Entonces, ¿por qué centrar el debate en el término trama? Primero, como hemos dicho, porque define los poderes reales: económicos, políticos y mediáticos. En segundo lugar, porque enlaza con una subjetividad organizada; la trama se organiza, conspira, se articula y controla el poder del Estado, haciendo de la corrupción un componente estructural del sistema político. Aunque a alguno se le erice el pelo, la actual forma del Estado no es la de un régimen democrático salpicado por casos de corrupción, sino la de un régimen oligárquico atravesado por la corrupción y apenas disimulado por instituciones aparentemente democráticas. Más de cien años después, y con una larga dictadura de por medio, la descripción que Joaquín Costa efectuó de la Restauración canovista conserva una vigencia asombrosa: “no es el régimen parlamentario la regla, y excepción de ella los vicios y las corruptelas denunciadas en la prensa y en el Parlamento; al revés, eso que llamamos desviaciones y corruptelas constituyen el régimen, son la misma regla”(1)

Los firmantes de dicho texto son Monereo y Hector Illueca, dos pelotilleros de Anguita -el que decía aquello de que cumplir la Constitución y los derechos humanos sería revolucionario, como si ambos no consagrasen el derecho a la empresa privada, base del capitalismo y de la explotación- en su Frente Cívico. Y ahora podemitas

Ambos son dos subalternos que intentan colocar la idea de que el Estado bajo el capitalismo, y dentro de unas políticas de regeneración de la vida pública, es neutro, lo mismo que ya vendió en su día el PCE (“Eurocomunismo y Estado”, de Santiago Carrillo) y que el cadáver de dicho partido vuelve a mercadear ahora con su bufonada de que la dictadura del proletariado es la “democracia participativa”, como si la factura ideológica burguesa que ha ido adquiriendo el concepto en su evolución no fuera una grosera falsificación

Para algunos, el grupo de “Pablito y los podemitas” ha dado un giro a la izquierda con la puesta en circulación de su nueva palabra tótem: “la trama”. Si a ello se le une la convocatoria de manifestaciones el 25 de Marzo por los derechos sociales, a los que liga con los derechos humanos, señalando al Ibex 35 como el origen del mal de esos derechos y, apuntando hacia las connivencias de los dos principales partidos con el poder económico y mediático, la convicción de dicho giro será plena para quienes siempre se detienen en la apariencia, sin intentar rascar sobre su superficie para dar con la realidad. Nada más lejos que tal creencia.

En primer lugar, aunque la cultura política del podemita medio no sea muy elevada, ni siquiera en ese racimo de “politólogos” que dirigen el partido, en el caso de sus ideólogos, al menos en el de Illueca y Monereo, presuponer ignorancia es ser demasiado generosos con ellos. Simplemente son unos cínicos.

Por mucho que disimulen estos matones de la metafísica podemita, conocen a Marx y saben que, para él, el Estado capitalista es una superestructura determinada por la infraestructura económica sobre la que se asienta todo lo demás y conocen que, bajo el capitalismo, el Estado no es un órgano neutro moldeable según quien gobierne y su voluntad. No se les escapa aquello de “Hoy, el poder público viene a ser, pura y simplemente, el consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa” de “El Manifiesto Comunista” de 1848. Recurrir a Joaquín Costa, un regeneracionista, -con todas las connotaciones que tuvo el regeneracionismo en España, incluidas las más reaccionarias-, para explicar las viejas corruptelas, les revela como lo que son: pequeñoburgueses que solo pretenden limpiar, fijar y dar esplendor al Estado del capital al que quieren servir y ya, de hecho, sirven

En segundo lugar, al destacar las connivencias entre Estado, grandes corporaciones económicas y complejos comunicacionales, lo que hacen es enfatizar la corrupción que hemos mencionado, desviando con ello la naturaleza de la formación económica capitalista, sus relaciones de poder y entre las clases dominantes y subalternas (empresarios y trabajadores) y el andamiaje juridico-legal que sustenta todo el sistema y que lo dota de apariencia de legalidad.

El PP y la burguesía catalana del 3-4%, los empresarios corruptores, la Fundación Civio, Transparencia Internacional y, en general el sistema capitalista en España, estarán agradecidos con semejante enfoque. Contribuyen a dar fuerza de ley a la propuesta, que ya ha entrado en el Congreso de los Diputados, que ayudará a legalizar la corrupción, al enterrar bajo una serie de procedimientos legales cuestiones que no estarán presentes en los documentos de relación entre políticos/miembros de las administraciones del Estado y empresarios grandes, medianos y pequeños. Estos podrán continuar engrasando la máquina capitalista, bajo la apariencia de legalidad, como ya sucede en Estados Unidos y en muchos países de la Unión Europea. Aunque el artículo fue publicado hace mucho tiempo como para que hoy lo hicieran en el mismo lugar (ATTAC) y proviene de autora argentina, de otras latitudes distintas a Estados Unidos y la Unión Europea, la política y la legislación comparadas son disciplinas muy empleadas que ayudan a que nos sirva su reflexión. El texto, relacionado con las propuestas regularizadoras de los lobbies, se llama “Legalizar la corrupción.

En tercer lugar, al tener que ver el argumentario de “la trama” con el Ibex 35 -el libro del podemita Rubén Juste “Ibex 35, una historia herética del poder de España” es parte del complejo ideológico del asunto-, lo que se escamotea es un análisis de la crisis capitalista y de toda la estructura económica de España. Ésta es mucho más que el Ibex 35,

Se oculta, con un planteamiento como el de ·la trama”, la forma e la que las legalizadas nuevas relaciones laborales favorecen a la acumulación capitalista, a la vez que potencian la sobreexplotación de los asalariados y convierten a los parados en servidumbre barata y permanente (ejército industrial de reserva, que decía Marx, y que hoy podríamos llamar trabajadores de disponibilidad incondicional).

Bajo la consigna de que las ballenas del capitalismo español nos desposeen y roban queda enterrada la realidad de una pirámide social en la que todo propietario de empresa con trabajadores está en condiciones de hacer con ellos lo que quiera, no solo las grandes empresas, de las que no se mencionan ni las condiciones de trabajo ni las contractuales.
Es la vieja consigna tramposa indignada del 1% contra el 99%, como si no existieran ni la proximidad vital de la explotación concreta ni otra realidad empresarial que las 35 empresa citadas.

En cuarto lugar, en la medida en que la categoría “trama” se contrapone para los podemitas al concepto derechos, debiera llamar la atención que Podemos hable de los siguientes derechos concretos: ingresos, vivienda, infancia, sanidad, pensiones, servicios sociales, ayudas a la dependencia, alimentación y no precariedad-. Pero excluye el derecho al trabajo. Ello les sitúa en el marco de aceptación del concepto “ocupación efectiva del trabajador” del Estatuto de los Trabajadores. Éste indica que el empresario ha de facilitar al trabajador funciones propias de su categoría profesional -de acuerdo con la jornada que el trabajador tenga atribuida, y el resto de las condiciones pactadas en el contrato-, y los medios necesarios para su ejercicio, como consecuencia del contrato de trabajo y de la necesaria asunción del riesgo que ello implica. Pero ello no significa un compromiso real del empleador con el trabajador sino la aceptación de unas condiciones dadas, siempre que el trabajo realmente se efectúe; esto es, si te dan trabajo. Para ser más claros aún, para el Estatuto de los Trabajadores, que es el que de verdad rige, y no los derechos meramente enunciativos de la Constitución, si tienes trabajo, tienes los derechos señalados respecto al modo y condiciones de su desempeño, pero ello no significa en absoluto que tengas derecho al trabajo. Podemos, sibilinamente, se sitúa fuera de la defensa del derecho al trabajo. Es consciente de que en la práctica el tener un trabajo no es un derecho. Pero lo hace sin atreverse claramente a ofrecer, de modo explícito y alternativo, su vieja consigna de la Renta Básica Universal, que va y viene en su formulación, de la que, en un futuro capítulo expondré su carácter liberal, reaccionario y precursor del “búscate la vida, que ya no hay nada público, Págatelo con el dinero que te dimos”.

Por lo demás, no hay nada nuevo que ustedes, si quisieran, no debieran haber intuido ya. La decisión sobre lo que uno es en esta vida, yunque, martillo o masa amorfa, le corresponde a cada cual. Sigan disfrutando de First Dates y de Jugones. 


16 de marzo de 2017

EXPROPIACIÓN, FUNDAMENTO DEL CAPITAL

Ezequiel Hernández. Divulgación marxista

Famosamente dice Marx que el capital viene al mundo “chorreando lodo y sangre” (cap. 24 de "El Capital) y muestra una historia de violencia que fue desatada porque era necesaria para cumplir un fin, el fin último de la clase capitalista, que es la ganancia. Y la ganancia sólo puede producirse cuando una masa de desesperados se agolpa ante las puertas de las fábricas rogando que por piedad se les permita vender su capacidad de trabajo, para soñar con vivir al menos un día más. En el mundo de la igualdad de derechos y oportunidades.

Porque un hombre que tiene su propia tierra va a emplear su fuerza de trabajo para su propio provecho y no requiere del permiso de nadie para trabajar. ¡Un hombre así es libre, verdaderamente libre!

El hombre verdaderamente libre no le sirve al capitalista. Éste necesita hombres disminuidos, temerosos, que no tengan derecho a trabajar por su cuenta, en definitiva, hombres que no puedan ejercer la libertad que está impresa en las inútiles Constituciones. El hombre libre no necesita al capitalista, pero el capitalista necesita hombres que lo necesiten… entonces ¿qué hace? Convierte a los hombres orgullosos y dueños de sí mismos, en hombres despojados, castigados por la amenaza de un hambre que no pueden saciar por sus propios medios. Donde ayer bastaba el rudo esfuerzo para sobrevivir, ahora es necesario pedir permiso…

Esta fue la tarea en que se ocupó la burguesía desde que el mundo la parió. Primero fueron, en tanto campesinos acomodados de aldea, serviles cómplices de los señores feudales para ayudar a explotar a quienes eran sus compadres, los campesinos más pobres. En cuanto la presión de los tributos feudales se hizo demasiado pesada para estos pobres campesinos, fueron perdiendo tierras y ya no pudieron ser autosuficientes. ¡Acá empezó la fiesta! Se había separado al hombre de aquello que lo hacía autónomo, se lo había desposeído.

Ahora los campesinos acomodados podían venir “al rescate”. Ahora el hombre orgulloso necesita al capitalista. El que no tiene medios de producción necesita al que sí tiene medios de producción. El campesino acomodado por fin puede adueñarse de la capacidad de trabajar del hombre despojado, y se convierte plenamente en capitalista. Ahora puede pagar un salario lo suficientemente bajo como para extraer una ganancia de la relación asalariada, de la diferencia entre lo que paga al trabajador y el valor del trabajo que obtiene. De la explotación.

Y lo que empezó en el pequeño mundo feudal se universalizó con la expansión europea, con la conquista del mundo. Y a cada parte del planeta que el capitalismo quería transformar a su imagen y semejanza, la revolucionaba de la misma manera, “liberaba” a los hombres de su relación directa con la naturaleza, y aniquilaba las bases de su autonomía y de su verdadera libertad. Ningún país desarrolló un proletariado hasta que no se limitó y cercenó el acceso a la tierra, y miles y millones de campesinos fueron expulsados. Las oleadas de hombres buscando trabajo surgían de este proceso mundial de desposesión.


Marx explica todo esto en el cap. 24, y luego en el capítulo siguiente (cap. 25) presenta la prueba irrefutable (1) de la contradicción entre el capitalismo y el trabajo personal autónomo: estudia el proceso paralelo que necesariamente debe ocurrir en los territorios en donde el capitalismo se va expandiendo y forma colonias con personas que han podido adquirir tierras propias. Es el caso de colonias como Estados Unidos, Australia, etc. En algún momento el capitalismo necesita, para despegar y desarrollarse plenamente, primero: que se agote la disponibilidad de tierras, y segundo: que las tierras ya ocupadas por pequeños granjeros independientes sean expropiadas progresivamente, en un proceso de concentración de la tierra que a lo largo de décadas va liquidando al campesinado. Esto es lo que ocurrió en los casos mencionados y está ilustrado en el gran libro de Steinbeck “Las uvas de la ira” (de cuya película extraigo las imágenes). También es lo que vemos en nuestros días en China y en India, donde millones de campesinos son expulsados de sus tierras para pasar a formar la gigantesca reserva proletaria que el capitalismo mundial necesita.

Sin mas introducción, los dejo con un extracto del mencionado Capítulo XXV de El Capital (aunque es un capítulo tan corto que conviene leerlo directamente de la fuente, y completo):

La economía política procura, por principio, mantener en pie la más agradable de las confusiones entre la propiedad privada que se funda en el trabajo personal y la propiedad privada capitalista diametralmente contrapuesta , que se funda en el aniquilamiento de la primera. En el occidente de Europa, patria de la economía política, el proceso de la acumulación originaria se ha consumado en mayor o menor medida. En esta región, o el modo capitalista de producción ha sometido directamente la producción nacional en su totalidad, o, allí donde las condiciones aún no están desarrolladas, por lo menos controla indirectamente las capas sociales que siguen vegetando a su lado, capas degenerescentes que corresponden al modo de producción anticuado. El economista aplica a este mundo acabado del capital las nociones jurídicas y de propiedad vigentes en el mundo precapitalista, y lo hace con un celo tanto más ansioso y con tanta mayor unción, cuanto más duro es el choque entre su ideología y los hechos. No ocurre lo mismo en las colonias. El modo capitalista de producción y de apropiación tropieza allí, en todas partes, con el obstáculo que representa la propiedad obtenida a fuerza de trabajo por su propio dueño, con el obstáculo del productor que, en cuanto poseedor de sus propias condiciones de trabajo, se enriquece a sí mismo en vez de enriquecer al capitalista. La contradicción entre estos dos modos de producción y de apropiación, diametralmente contrapuestos, existe aquí de manera práctica. Allí donde el capitalista tiene guardadas sus espaldas por el poder de la metrópoli, procura quitar de en medio, por la violencia, el modo de producción y de apropiación fundado en el trabajo personal. El mismo interés que en la metrópoli empuja al sicofante del capital, al economista, a explicar teóricamente el modo de producción capitalista por su contrario, ese mismo interés lo impulsa aquí “to make a clean breast of it” [a sincerarse], a proclamar sin tapujos la antítesis entre ambos modos de producción. A tal efecto, pasa a demostrar cómo el desarrollo de la fuerza productiva social del trabajo, la cooperación, la división del trabajo, la aplicación de la maquinaria en gran escala, etcétera, son imposibles sin la expropiación de los trabajadores y la consiguiente transformación de sus medios de producción en capital. En interés de la llamada riqueza nacional, se lanza a la búsqueda de medios artificiales que establezcan la pobreza popular. Su coraza apologética se desmigaja aquí como yesca echada a perder.

(…) En primer término, Wakefield descubrió en las colonias que la propiedad de dinero, de medios de subsistencia, máquinas y otros medios de producción no confieren a un hombre la condición de capitalista si le falta el complemento: el asalariado, el otro hombre forzado a venderse voluntariamente a sí mismo. Descubrió que el capital no es una cosa, sino una relación social entre personas mediada por cosas (…)

Si el capital”, dice Wakefield, “estuviera distribuido en porciones iguales entre todos los miembros de la sociedad […], a nadie le interesaría acumular más capital que el que pudiese emplear con sus propios brazos. Es este el caso, hasta cierto punto, en las nuevas colonias norteamericanas, donde la pasión por la propiedad de la tierra impide la existencia de una clase de trabajadores asalariados“. Por tanto, mientras el trabajador puede acumular para sí mismo y lo puede hacer mientras sigue siendo propietario de sus medios de producción, la acumulación capitalista y el modo capitalista de producción son imposibles. No existe la clase de los asalariados, indispensable para ello. ¿Cómo, entonces, se llevó a cabo en la vieja Europa la expropiación del trabajador, al que se privó de sus condiciones de trabajo, y por tanto la creación del capital y el trabajo asalariado? Mediante un contrat social de tipo absolutamente inédito.

La humanidad… adoptó un sencillo método para promover la acumulación del capital“, misión que, naturalmente, desde los tiempos de Adán espejeaba en la imaginación de los hombres como fin último y único de su existencia: “se dividió en propietarios de capital y propietarios de trabajo… Esta división fue el resultado de un concierto y combinación voluntarios“. En una palabra: la masa de la humanidad se expropió a sí misma para mayor gloria de la “acumulación del capital”. Ahora bien, habría que creer que el instinto de este fanático renunciamiento de sí mismo debería manifestarse sin trabas especialmente en las colonias, pues sólo en éstas existen hombres y circunstancias que podrían transferir un contrat social del reino de los sueños al de la realidad. ¿Pero para qué, entonces, la “colonización sistemática“, antitéticamente contrapuesta a la espontánea y natural? Pero, pero, pero: “En los estados septentrionales de la Unión norteamericana es dudoso que una décima parte de la población pertenezca a la categoría de los asalariados… En Inglaterra… la gran masa del pueblo está compuesta de asalariados”. El impulso autoexpropiador de la humanidad laboriosa, en efecto, para mayor gloria del capital, tiene una existencia tan tenue que la esclavitud, según el propio Wakefield, es el único fundamento natural de la riqueza colonial. La colonización sistemática de Wakefield es un mero pis aller [paliativo], ya que tiene que vérselas con hombres libres, no con esclavos. “Sin esclavitud, en las colonias españolas el capital habría sucumbido o, por lo menos, se habría contraído, reduciéndose a las pequeñas cantidades que cualquier individuo puede emplear con sus propios brazos. Esto ocurrió efectivamente en la última colonia fundada por los ingleses, donde un gran capital en simientes, ganado e instrumentos pereció por falta de asalariados, y donde ningún colono posee más capital que el que puede emplear con sus propios brazos”.

La expropiación de la masa del pueblo despojada de la tierra, como vemos, constituye el fundamento del modo capitalista de producción. La esencia de una colonia libre consiste, a la inversa, en que la mayor parte del suelo es todavía propiedad del pueblo, y por tanto en que cada colono puede convertir una parte de la misma en su propiedad privada y en medio individual de producción, sin impedir con ello que los colonos posteriores efectúen la misma operación. Este es el secreto tanto de la prosperidad de las colonias como del cáncer que las roe: su resistencia a la radicación del capital. “Donde la tierra es muy barata y todos los hombres son libres; donde cualquiera que lo desee puede obtener para sí mismo un pedazo de tierra, no sólo el trabajo es muy caro en lo que respecta a la parte que de su propio producto toca al trabajador, sino que lo difícil es obtener trabajo combinado, a cualquier precio que sea“

(1) Lo que se llama consecuencia observacional, para quienes busquen formas de contrastar empíricamente la teoría marxiana.


15 de marzo de 2017

EL SUPREMO AVALA LA SUBCONTRATACIÓN DE SERVICIOS PARA ESQUIROLEAR UNA HUELGA

Diego Lotito. La Izquierda Diario

El Tribunal Supremo avala, contra una sentencia previa de la Audiencia Nacional, que se subcontraten servicios en una huelga. Impedirlo, dice la resolución, supone una protección "exorbitante" del derecho a la huelga.

La sentencia es precursora, qué duda cabe. Establece que los clientes de una empresa que no formen grupo económico con ésta pueden neutralizar la acción de una huelga subcontratando los mismos servicios.

Para el tribunal, impedir esto, como había resuelto la Audiencia Nacional en el mismo caso y ha entendido hasta ahora la jurisprudencia, supone una protección "totalmente exorbitante" del derecho a la huelga.

La resolución judicial fue dictada en noviembre de 2016, estableciendo un fallo opuesto al que previamente había emitido la Audiencia Nacional otorgando la razón al sindicato CGT en una demanda contra la empresa Altrad Rodisola, especializada en el montaje y alquiler de andamios.

El caso: Altrad Rodisola
Altrad Rodisola es una empresa especializada en montar andamios y aislamientos en obras de construcción en el sector químico y nuclear. El grupo francés Altrad, del que forma parte Altrad Rodisola, es un grupo presencia en una docena de países europeos, además de China, Estados Unidos o regiones como el norte de África y tiene un volumen de negocio de 861 millones de euros y unos beneficios netos de 49 millones de euros.

En 2015 la empresa comenzó un proceso de reestructuración para reducir costes, modificando arbitrariamente las condiciones laborales de la plantilla. El 20 de agosto de ese año los sindicatos organizados en la empresa convocaron a una huelga indefinida en la planta de Tarragona, acatada por el 90% de la plantilla de cerca de 130 trabajadores.

Durante el período que duró la huelga, varios de los trabajos que estaban paralizados por lo huelga fueron realizados por empresas subcontratadas por sus clientes, Dow Chemical y Basell Poliofelinas, que para prestar dichos servicios manipularon y modificaron andamios y materiales de Altrad.

Los sindicatos denunciaron estas acciones como una abierta vulneración del derecho de huelga. CGT llevó la denuncia a la Audiencia Nacional y la sala de lo Social le dio la razón al entender que, si la plantilla no hubiera estado en huelga por la defensa de sus condiciones de trabajo, dichos trabajos no hubieran sido realizados por otras empresas.

La decisión de la Audiencia Nacional se ajustó a la doctrina que hasta ahora ha dicho que estos servicios vulneran el derecho a la huelga. Pero sólo hasta ahora. Altrad presentó un recurso que encontró cobijo en el Tribunal Supremo, el cual dictó un fallo opuesto en la que sostiene que impedir la subcontratación supone una protección "exorbitante" del derecho a huelga.

Si se impidiese a los destinatarios de los trabajos, que no lo tuvieran prohibido por contrato, contratar con otras [empresas], llegaríamos a sostener que los consumidores habituales de un comercio no pudieran comprar en otro, en caso de huelga en el primero, o que la empresa que tenga que realizar determinados trabajos no pudiera recurrir a otra empresa de servicios”, especifica el fallo.

En la sentencia que ahora viene a anular el Supremo, la Audiencia Nacional, por el contrario, había señalado que “los actos vulneradores del derecho de huelga pueden ser realizados por terceros empresarios distintos del titular de la empresa o centro de trabajo en cuyo ámbito se produce la huelga, si tales empresarios tienen una especial vinculación con aquél, como sucede en nuestro caso, en el que la demandada presta servicios para los mismos, y tal vulneración se produce mediante los actos del empresario principal que acude a contratar los servicios de una nueva empresa contratista para realizar los trabajos que debían ser desarrollados por los trabajadores que ejercen su derecho a la huelga”.

Para la Audiencia Nacional, “la vulneración tiene como efecto neutralizar el legítimo derecho a la huelga” y la empresa “lo único que hizo fue comunicar a sus clientes la huelga para que pudieran subcontratar temporalmente los trabajos que Altrad hubiera desarrollado durante el transcurso de la huelga, sin oponerse a que fuera manipulado por terceros su propio material”.

Estos fundamentos son los que el Tribunal Supremo ha venido a cargarse con su nuevo fallo, eximiendo a la empresa de cualquier responsabilidad por el accionar de sus clientes subcontratando los servicios que no podía prestar por la huelga.

Para el tribunal que se encuentra en la cúspide del poder judicial español, “no existe una vinculación que justifique hacer responsable a Altrad de una conducta en la que no ha participado y en la que no ha podido intervenir para tomar la decisión”.

Según el TS, la actuación de Altrad "consistió únicamente en comunicar a todos sus clientes que no podía realizar los trabajos comprometidos con ellas durante la realización de la huelga", y aún más, añade que Altrad "no tiene una vinculación con sus clientes que le permita codecidir con ellas la realización de esos trabajos por terceras empresas de la competencia, ni tampoco se benefició de ello, y sin que tampoco conste que hubiese colaborado”.

La sentencia, finalmente, establece que no puede adjudicarse a Altrad que “haya impedido o disminuido los efectos de la huelga, o menoscabado la posición negociadora”.

Defender el derecho a huelga
Los abogados de los grandes capitalistas ya se frotan las manos. En un artículo publicado en el diario Expansión, Íñigo Sagardoy, presidente de Sagardoy Abogados, cree que la sentencia “es importante porque sienta que la huelga es instrumento que se ejerce en el marco del contrato de trabajo como una medida de presión sobre el empresario mediante la imposición del perjuicio que deriva de la no prestación del trabajo”.

Aunque las implicaciones legales de la sentencia aún están por verse, la interpretación alternativa de la jurisprudencia relativa al derecho a la huelga que hace el Supremo ha dado estatus legal al esquirolaje mediante el mecanismo de la subcontratación de servicios, abriendo un portal a todo tipo de maniobras patronal para vulnerar el derecho de huelga.

En ese marco, resulta insólito que CCOO considere que en la sentencia el Supremo “no corrige su doctrina sobre el derecho de huelga”. En un comunicado publicado en su sitio web, el sindicato asegura que “no es cierto que la sentencia admita, sin más, que ante una huelga convocada, se pueda suplir la actividad de los trabajadores acudiendo a subcontratas. La empresa que es objeto de convocatoria no puede acudir a esa forma de esquirolaje para desviar la producción, y en este punto la Sentencia no introduce ningún cambio. Tampoco admite que otras empresas, si están vinculadas con la que es objeto de huelga, puedan desviar la producción por cualquier vía”.

Esta visión tranquilizadora se corresponde con la actitud de pasividad y displicencia que caracteriza a CCOO (y sus socios de UGT), que desde el estallido de la crisis capitalista en 2008 han jugado un papel de contención de la lucha de clases, optando en cada momento crítico por buscar la “paz social” a costa de entregar cada vez más conquistas y derechos de la clase trabajadora.

Cuando los capitalistas están en crisis es cuando se caen las máscaras y ya no se toleran el derecho de huelga, como tampoco el de reunión, de libertad de prensa, etc. Este proceso de cercenamientos de las libertades democráticas más elementales es el que viene avanzando a paso rápido y con violencia en los últimos años en el Estado español, a golpe de leyes mordaza, procesos judiciales… y también de sentencias como la del Tribunal Supremo.

El derecho de huelga es, sencillamente, el derecho de la clase trabajadora a coaccionar sobre la producción y la circulación de las personas y mercancías como un derecho legal y legítimo. La defensa irrestricta de este derecho es una lucha elemental en la que deben embarcarse todas las organizaciones obreras, políticas y sociales que se jacten de defender las libertades democráticas. CCOO y UGT, lejos de sacar mensajes tranquilizadores, deberían denunciar duramente este nuevo ataque y convocar a la movilización en defensa del irrestricto derecho a la huelga y contra todo tipo de vulneración de este derecho fundamental.

Como escribiera Walter Benjamin, “según la concepción de la clase obrera –opuesta a la del estado–, el derecho de huelga es el derecho a usar la violencia para imponer determinados propósitos”. Hay que defenderlo con uñas y dientes.


13 de marzo de 2017

AFGANISTÁN-PAKISTÁN: EL CENTRO DEL TERROR

Guadi Calvo. Portal Alba

Mientras que Daesh se bate en una angustiosa retirada de la ciudad iraquí de Mosul, donde se juramentaron como Estado Islámico en 2014, tras resistir el asedio a que están sometidos desde comienzo de noviembre último, por tropas del ejército iraquí, junto comandos norteamericanos, kurdos y turcos; en Siria, el Ejercito Árabe Sirio junto a la aviación rusa y comando iraníes y del Hezbollah los han despojado de importantes núcleos urbanos y al parecer la última batalla se resolverá en al-Raqa, la capital siria del grupo del Califa Ibrahim, para lo que el presidente norteamericano Donald Trump, enviará 400 infantes, abriendo una nueva arista a la compleja guerra siria, pero posiblemente se extermine territorialmente al terrorismo integrista, aunque sin duda los atentados se multiplicaran tanto en Siria como en Irak, oleada que podría extenderse a Jordania y Líbano.

En Libia, otro de los escenarios bélicos establecido por el Daesh en su guerra global, las huestes del Califa se están disolviéndose tras la pérdida de su capital Sirte, y según fuentes de inteligencia, mucho de eso combatientes pugnan por alcanzar el norte de Mali para sumarse a la nueva organización dirigida por al-Qaeda Global, Jamaat al-Nasr Islam wa al-muminin (Grupo para la victoria del Islam y de los fieles). (Ver: Sahelistán del Nilo al Atlántico).

El Daesh solo parece estar avanzado fuertemente tanto en Afganistán como en Pakistán, donde no deja de protagonizar ataques de manera continua contra cualquier tipo de objetivos.

Al igual que el Talibán, el Daesh afgano, Wilayat Khorasan saca provecho de la cada vez más tensa relación entre los dos hombres fuertes del gobierno afgano, el presidente Asharf Ghani y el presidente ejecutivo Abdullah-Abdullah, lo que no permite homogenizar políticas claras frente al terrorismo.

Ambas organizaciones integristas disputan territorialmente a las autoridades federales de Kabul, provincias enteras. Se calcula que casi un 43 %, está en manos de los grupos terroristas. Aunque es el Talibán quien controla la mayor parte de ese porcentaje. Sin duda Trump tendrá que resolver rápidamente su política en la región ya que la crisis está desbordando tanto a las autoridades de Kabul como a Islamabad.

El último miércoles, un comando del Daesh atacó el hospital militar Sardar Mohammad Daud Khan de Kabul, con un saldo de al menos 49 muertos, en su mayoría pacientes, médicos y enfermeros, además de los cuatro atacantes, que dejaron cerca de 70 heridos. El hospital se encuentra en uno de los sectores más seguros de la ciudad, ya que es vecino a varias embajadas occidentales, incluso la norteamericana, y a la base de la Unidad para la Respuesta de Crisis (CRU en inglés).

Los terroristas consiguieron infiltrase, vestidos como agentes sanitarios, cerca de las 9 de la mañana, hora de gran concentración de público. El primero de los terroristas hizo detonar su chaleco explosivo, junto a la entrada, mientras los tres restantes, armados con fusiles de asalto AK-47 y granadas, abrieron fuego de manera indiscriminada, para después atrincherarse en el interior edificio. Tras lo que se estableció un tiroteo de casi 7 horas, con las fuerzas especiales afganas, que ingresaron al Hospital descolgándose desde dos helicópteros a los techos del edificio.

El hecho remite gravedad extrema ya que nunca antes había sido atacado un hospital, el presidente Ghani, declaró: “que en todas las religiones se considera a los hospitales como lugares seguros, por lo que este ataque, es hacerlo contra todo Afganistán”. Mientras que la cúpula del Talibán emitió rápidamente un comunicado por el que deslindaban cualquier tipo de responsabilidades respecto a ese hecho.

Desde comienzo de año, tanto el Talibán como el Daesh vienen protagonizado cadenas de ataques en la capital afgana, y en muchos puntos del interior, que prevé que con el inicio de la primavera recrudecerán las acciones fundamentalistas.

Las administración Obama dejó en el país centro asiático unos 5.000 efectivos, concentrados en trabajo de asistencias a las tropas en el marco de la operación “Apoyo Decidido”, aunque a partir de la embestidas de estos últimos meses algunos expertos opinan que Estado Unidos, tendría que elevar el número de efectivos a 8.800, para mejorar el adiestramiento y asesoramiento de las fuerzas afganas.

Este ataque al hospital se produjo días después de dos operaciones suicidas por parte del Talibán, también en Kabul, contra una estación policial y una oficina de los servicios de inteligencia, que dejaron en total 42 muertos y 122 heridos.

Este último sábado en la localidad de Nawshar, en la sureña provincia Zabul, al menos ocho policías fueron asesinados, cuando se encontraban durmiendo, por dos talibanes, infiltrados en esa fuerza. Tras el ataque los terroristas huyeron con armamento.

Primero fueron envenenados y luego tiroteados”, informó el portavoz del gobernador provincial, Gul Islam Sial. Este último hecho remite al sucedido el lunes 27 de febrero en un puesto policial de Lashkar Gah en la provincia de Helmand, cuando otro infiltrado en la fuerza policial ejecutó a once agentes mientras dormían, tras lo que huyó con armamento

A última hora del sábado el aeropuerto militar de la ‎provincia afgana de Jost, donde radica un gran número de tropas norteamericanas, fue atacado por tres hombres, que tras ser repelidos huyeron.
Según fuentes norteamericanas, ataques de infiltrados en fuerzas de seguridad han dejado el año pasado, entre enero y noviembre de 2016, en 56 hechos 151 muertos y 79 heridos.

El sábado 11, en el norte de Afganistán, en la capital de la provincia de Kunduz, cerca de 30 alumnas debieron ser hospitalizadas, tras un ataque con gas venenoso contra su escuela. Mientras que, por un ataque similar a una escuela de Kabul, otras seis niñas fueron internadas.

Según testigos del atentado en Kunduz, dicen haber visto a un hombre vestido de negro, con su boca y nariz cubierta con un trapo, lanzar una botella, de la que inmediatamente se desprendió un gas, con un fuerte olor agrio, tras lo que las primeras afectadas comenzaran a caer desmayadas. Este ha sido el tercer ataque de estas características en Kunduz en la última semana. Las escuelas de mujeres son un blanco favorito por el terrorismo integrista ya que “filosóficamente” la educación femenina es prohibida.

El 2016 fue un año de intensa actividad insurgente donde se produjeron la mayor cantidad de víctimas civiles en una década, ese número tiende a aumentar para 2017.

Una frontera cada vez más caliente
Pakistán ha decidido cerrar indefinidamente los pasos fronterizos con Afganistán, de Torkham y Chaman, en la provincia suroccidental de Baluchistán, que había clausurado de manera provisoria tras el ataque a el templo sufí de Sehwan Sharif a mediados de febrero, mientras las autoridades de Kabul, no tengan resultados efectivos de combate contra el extremismo. Según Islamabad, desde territorios afgano, cruzan la frontera a Pakistán atacan y vuelven a sus santuarios.

Las autoridades pakistaníes habían abierto los pasos este último jueves para permitir el paso de ciudadanos de ambos países que habían quedado de uno y otro lado. Para volverlos a cerrar inmediatamente, tras resolver la cuestión. La actitud de Islamabad sigue generando más tensión entre los dos países vecinos.

Kabul ha debido atender a más de doscientas familias residentes cerca de la frontera tras los ataques de la artillería pakistaní a posibles centros terroristas fronteras adentro de Afganistán.

Tras la apertura del jueves de uno de los pasos en la provincia de Nangarhar, dos hombres, una mujer y un niño murieron aplastados, tras una estampida generada por cerca de 20.000 ciudadanos afganos, que en territorio de Pakistán esperaban desde una semana atrás permiso para cruzar. En la localidad de Torjam otros 24 mil afganos han cruzado a pie la frontera mientras que 700 paquistaníes hicieron el camino inverso.

Nadie sabe cuándo se volverán a abrir los pasos fronterizos vitales para el comercio de uno y otro lado, que ha generado ya perdidas por millones de rupias.

Es claro que el movimiento Tehreek-e-Taliban Pakistan (TTP) y el capítulo pakistaní del Daesh, sumado a otras organizaciones menores, también son responsabilidad de Islamabad. El fenómeno del wahabismo no se detiene en fronteras y se afianza cada vez más fuerte en las áreas tribales debido al abandono de los gobiernos centrales. Los cierres fronterizos no son más que un “marketing”, ya que todos saben que las bandas terroristas, transitan por los mismos pasos que lo han hecho los contrabandistas desde siglos, los que jamás fueron ni detectados, ni detenidos.

Tras los recientes ataques en territorio pakistaní el congresista estadounidense del partido Republicano Ted Poe, presidente de la Subcomisión de Terrorismo de la Cámara, presentó este último jueves, un proyecto que declara a Pakistán “Patrocinador estatal del terrorismo” y un aliado poco confiable, acusando a Islamabad de haber colaborado con enemigos de los Estados Unidos.

Si bien es cierto que Osama bin Laden o la red salafista afgana de la familia Haqqani, encontraron apoyo y seguridad en Pakistán, no es menos cierto que fueron las políticas norteamericanas en la región, desde hace casi cuarenta años, las que han entrenado, armado e incentivado a estas organizaciones, que fueron utilizadas según los intereses del Departamento de Estado. Cuestión de la que ningún presidente norteamericano desde Jimmy Carter hasta la fecha se ha hecho cargo.

A partir de la presentación del proyecto del representante Poe, el presidente Trump deberá publicar un informe dentro de los próximos 90 días, que demuestre o no, la implicación de Pakistán con el terrorismo.

Mientras todo esto sucede en Washington, en la mañana del domingo, mientras se escriben estas líneas se conoce que un nuevo ataque se llevó a cabo en la ciudad de Dera Ismail Khan, en la siempre conflictiva provincia pakistaní de Khyber Pakhtunkhwa, donde una bicicleta con carga explosiva fue activada, dejando por lo menos siete muertos y un número todavía indeterminado de heridos, sin que todavía ninguna de las organizaciones terroristas se haya adjudicado el ataque.

Asía Central históricamente ha sido uno de los lugares más sensibles del planeta y todos sabemos que, de una u otra manera lo que allí suceda, tarde o temprano afectará al resto del mundo.


12 de marzo de 2017

PROGRESISMO, ESTADO Y DEMOCRACIA: UNA CRÍTICA A HOROWICZ

Esos seres divinos de la muerte, los "progres"
Ariel Mayo. Miseria de la Sociología

La muerte del fiscal Alberto Nisman puso en el centro del debate político la cuestión de la función de los Servicios de Inteligencia (SI a partir de aquí) y, en un plano más general, el tema del Estado y la democracia. Sin embargo, la ya crónica pobreza de las discusiones políticas en nuestro país hizo que la mayoría de las intervenciones sobre el caso fueran irremediablemente superficiales. Alejandro Horowicz es una de las excepciones a la regla.

Horowicz es autor del artículo “Repensar la inteligencia del Estado”. Allí expone el punto de vista del progresismo sobre la relación entre los SI, el Estado y la democracia. El progresismo, con sus matices, dominó el panorama ideológico argentino posterior a la crisis de 2001; de ahí la importancia de la opinión de Horowicz.

El progresismo es una corriente ideológica que parte de considerar al capitalismo como la forma más eficiente de organización social (o, si se prefiere, la única forma posible de organizar una sociedad moderna): para los progresistas, el marxismo es anacrónico y/o utópico. Sin embargo, a diferencia de los liberales, quienes aceptan alegremente las reglas de juego del capital, los progresistas ven con disgusto las diferencias sociales que engendra el sistema capitalista. Es por eso que critican el incremento de la desigualdad social y las formas extremas de explotación (por ejemplo, el trabajo “esclavo” en los talleres clandestinos); no obstante, el rechazo de la lucha de clases y aún de la existencia misma de la clase trabajadora, pone a los progresistas en una situación difícil. ¿En qué actor social apoyarse para reformar los aspectos más repugnantes de la sociedad en que vivimos? La respuesta no es novedosa: corresponde al Estado encargarse de resolver los problemas sociales, en tanto representación de los intereses de toda la sociedad. Para que esta solución sea viable es preciso rechazar el concepto clasista del Estado, pues si los organismos estatales defienden los intereses de una clase social particular, resulta imposible que expresen el interés general. De ahí la preferencia de los progresistas por los conceptos de democracia y ciudadanía. A diferencia del viejo reformismo, que tenía por meta alguna variante de socialismo, el progresismo considera que el capitalismo es el límite último del progreso social. El progresismo es el producto de las fenomenales derrotas del movimiento obrero en las décadas del ’70 y ’80 del siglo pasado, y de la consiguiente reestructuración capitalista.

Horowicz aplica los principios generales del progresismo al análisis de la crisis Nisman. Parte de una pregunta absolutamente pertinente: “¿Por qué todos los Estados mantienen costosos e ineficientes sistemas, que suelen violar las leyes que esos mismos Estados dicen respetar?" Horowicz responde que lo hacen para “evitar la victoria del enemigo”. Nuestro desacuerdo con el autor comienza cuando éste intenta definir el concepto de “enemigo”.

Horowicz sostiene que evitar la victoria del enemigo es equivalente a “conservar el poder”. No se trata, por cierto, del poder de la burguesía, de los empresarios. Reconocer esto implicaría aceptar los presupuestos del análisis marxista, y esto se encuentra vedado a los progresistas, en tanto trasciende su horizonte intelectual. ¿Quiénes son, entonces, los que conservan el poder? Los gobernantes de turno, ni más ni menos. Claro que Horowicz es demasiado inteligente como para presentar las cosas de un modo tan burdo. Su argumento es más complejo.

Horowicz plantea con tino que la calidad del sistema depende del tipo de respuesta que se dé a la definición del “enemigo”. Según él, para encarar esta tarea existen dos programas opuestos de construcción de hipótesis de conflicto: uno, sostiene que la elaboración debe ser pública y, por tanto, quedar sometida a la regulación de la política; otro, plantea que debe basarse en las teorías conspirativas de la historia y, por eso, prefiere el secreto. Este último camino termina por erosionar la calidad de las instituciones y desemboca en una crisis profunda: “Toda la información resulta relevante. Espiar a todos arroja una masa de "información" delicada. Este abordaje impone que la actividad tenga que ser completamente secreta, y por tanto incontrolable. El uso de esa información termina siendo una mercancía. Esto es lo que terminó pasando (…) Bajo un régimen democrático, estas decisiones contienen el núcleo duro de la política y delegarlas sin control equivale a admitir una zona gris fuera del Estado de derecho. Como el "enemigo", como su victoria, debe ser evitado, no importa si se viola el Estado de derecho”.

O sea, el problema no radica en el capitalismo ni en la forma capitalista de nuestra democracia, que permite, por ejemplo, la coexistencia de barrios privados y villas miserias. Nada de eso. Se trata de la elección del programa erróneo de construcción de hipótesis de conflicto. Esta elección es producto de la “democracia de la derrota”, imperante en nuestro país desde 1983, definida por Horowicz como “un sistema donde los mismos hacen lo mismo, se vote a quién se vote”. Frente a este estado de cosas, nuestro autor propone “reconstruir de arriba abajo las FF AA y las policías, siendo orientados ambos cuerpos por un servicio de inteligencia que responda a una agenda política pública, bajo estricto control parlamentario. La privatización de la seguridad parte de aceptar el fracaso de la seguridad pública. Y una sociedad que ni siquiera puede imaginar garantías colectivas ha renunciado al fundamento democrático de su existencia”.

Como buen progresista, Horowicz considera que los Servicios de Inteligencia, las Fuerzas Armadas y la policía son instituciones naturales de la sociedad. No se puede vivir sin ellas y quien piense lo contrario es un utopista que debería dedicarse a tocar la guitarra en una plaza. Como funcionan mal, hay que reformarlas. Ahora bien, ¿quién se encargará de esta “reconstrucción” de los organismos de seguridad? La “sociedad”, quien debe “imaginar garantías colectivas”. Pero esta “sociedad” es un ente abstracto, que carece de sustancia para poner en caja a la policía, el ejército y los SI. Cuando pasamos de la abstracción a lo concreto, la sociedad argentina se caracteriza por una profunda desigualdad entre las clases que la componen. Dicho de modo burdo y a modo de ejemplo, el 35 % de trabajadores se encuentran no registrados, esto es, sus patrones no hacen siquiera los aportes al sistema de seguridad social; como es de esperarse, estos trabajadores tienen muy poco peso a la hora de fijar las políticas públicas, por más que posean el derecho de voto. Y así podríamos multiplicar los ejemplos al infinito. Pretender que esta sociedad concreta se encargue de fijar una agenda pública para los SI implica, en los hechos, dejar las manos libres a la burguesía (aunque este término le suene anacrónico a más no poder a la mentalidad progresista) para fijar dicha agenda. Si en vez de hablar de “sociedad” trasladamos la resolución del problema al Estado, las cosas no cambian en absoluto. El Estado argentino es un Estado de clase, representa los intereses de las clases dominantes. Basta observar el hecho de que dicho Estado no cobra impuestos a las transacciones financieras, mientras cae sobre los trabajadores en forma de impuesto a las ganancias, para comprender su carácter de clase. Sólo un utopista irremediable (y el progresismo retiene para sí lo peor del utopismo) puede pensar que dicho Estado tiene interés en reformar los SI en un sentido democrático.

Llegados a este punto corresponde decir unas palabras sobre la democracia. Desde 1983 en adelante, sin excepción de ningún gobierno, la democracia argentina funcionó como un mecanismo dirigido a fortalecer la dominación de la burguesía. De ahí su incapacidad para modificar en algo el sistema de poder social legado por la dictadura militar. Como es sabido, la dictadura representó una derrota fenomenal para el movimiento obrero. Sobre estas bases se edificó el régimen democrático a partir de 1983. La pervivencia de los mismos personajes al frente de los SI (Stiuso es el caso más emblemático) refleja los límites del régimen, al que Horowicz denomina “democracia de la derrota”. Nuestro Autor propone como solución que el Estado se reforme a sí mismo. Pero la sociedad argentina requiere de SI y demás organismos represivos porque es, en general, una sociedad capitalista, y porque, en particular, es una sociedad parida por la derrota del movimiento obrero y demás sectores populares en 1976.

La única respuesta adecuada para terminar con la “democracia de la derrota” es la remoción de las condiciones que permiten su existencia. En otras palabras, la supresión de las bases del poder de la burguesía argentina. Desde este punto de vista, todo el planteo de Horowicz acerca de la necesidad de una “reforma democrática” de los organismos de seguridad carece de sentido. Estos organismos no tienen que ser reformados, hay que eliminarlos. Su existencia misma impide cualquier reforma de las condiciones en que viven los millones de trabajadores argentinos.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG
Como puede comprobarse, la epidemia de los progres es geográficamente “transversal”. Va desde Argentina a España (Podemos está lleno de pedantes postmodernos procedentes de allí), pasando antes por los países del llamado Socialismo del Siglo XXI, en los que han hecho del socialismo un sarcasmo, al no tocar el carácter capitalista del Estado ni las relaciones sociales de producción, va a Estados Unidos, con sus happy flowers indignados con el reaccionario Trump, pero nunca con los genocidas Obama y Hillary y, por fin, se desparrama por Europa, ayudando a que la extrema derecha campe a sus anchas, al haber abandonado la defensa de los intereses de clase de los trabajadores y rechazado la lucha de clases y la destrucción del sistema capitalista al que, en el fondo, adoran.

Son la chispa de la vida del capital.

8 de marzo de 2017

INFORME DE WIKILEAKS DESVELA MANUAL DE PIRATEO DE LA CIA

Página12

FILTRACIÓN DE WIKILEAKS SOBRE HACKEOS DE TELÉFONOS Y COMPUTADORAS

La publicación de estos códigos y herramientas suponen el mayor escándalo desde el caso Chelsea Manning o Edward Snowden y ponen de relieve un grave agujero de seguridad en la CIA, donde la nueva Casa Blanca ordenó una operación de limpieza.

El portal de filtraciones WikiLeaks, que dirige el ciberactivista Julian Assange, difundió ayer detalles de un programa encubierto de pirateos informáticos de la CIA estadounidense, como parte de una serie en siete entregas que, adelantó, será “la mayor filtración de datos de inteligencia de la historia”.

WikiLeaks tenía previsto realizar una rueda de prensa a través de Internet para presentar su proyecto “Vault 7”, pero posteriormente anunció en la red social Twitter que sus plataformas habían sido atacadas y que intentará comunicarse más tarde. En un comunicado, el australiano, refugiado en la embajada de Ecuador en Londres desde el 2012, dijo que la filtración es excepcional desde una perspectiva legal, política y forense. “Hay un gran riesgo de proliferación en el desarrollo de armas cibernéticas, que resulta de la incapacidad de las agencias de seguridad para controlarlas una vez las han creado y su alto valor de mercado”, aseguró Assange. La Agencia Central de Inteligencia no realizó comentarios al respecto. “No nos manifestamos sobre la autenticidad o el contenido de presuntos documentos del servicio secreto”, dijo un portavoz.

De confirmarse su autenticidad, son las tripas de un programa de ciberespionaje con el que los servicios de inteligencia de Estados Unidos son capaces de piratear teléfonos, ordenadores y televisores con Internet y convertirlos en micrófonos para espiar a sus usuarios. La publicación de estos códigos y herramientas suponen el mayor escándalo desde el caso Chelsea Manning o Edward Snowden y ponen de relieve un grave agujero de seguridad en la CIA, donde la nueva Casa Blanca ordenó una operación de limpieza.

Según explica WikiLeaks, esta primera entrega, llamada “Year Zero” (Año Cero) y en la que se exponen los sistemas de “hacking” (pirateo), software malicioso y armas cibernéticas empleadas por la agencia de espionaje estadounidense, comprende 8.761 documentos y archivos, procedentes de una red aislada y de alta seguridad situada en el Centro de Inteligencia Cibernética de la CIA (Agencia Central de Inteligencia norteamericana) en Langley, Virginia. El portal señala que obtuvo los documentos de una persona que tuvo acceso a ellos cuando la CIA perdió el control informático sobre los mismos. WikiLeaks explica que recientemente la CIA perdió el control sobre la mayor parte de su arsenal de “hacking”, incluido software malicioso, virus, troyanos, ataques de día cero, sistemas de control remoto de software malicioso y documentos asociados. Esta colección de “varios cientos de millones de códigos” dan a su poseedor “la capacidad de ‘hacking’ íntegra de la CIA”, asegura en su comunicado.

La colección llegó a manos de antiguos hackers del gobierno y otros agentes de manera no autorizada, y uno de ellos proporcionó a WikiLeaks porciones del archivo. WikiLeaks atribuye sus informaciones a fuentes anónimas. La fuente aspira a que con esta difusión se abra una discusión pública sobre la cuestión de si la CIA se excedió en sus atribuciones. Antes de la publicación de los documentos, la plataforma tapó por primera vez datos y nombres de trabajadores de la agencia.

El programa de “hacking” encubierto de la CIA, incluye arsenal malicioso y docenas de posibles ataques, a través de fallos de software, contra varios productos, entre ellos el sistema operativo del iPhone, el Android de Google, Windows de Microsoft y televisores Samsung, que pueden transformarse en micrófonos encubiertos. WikiLeaks señala que la CIA fue aumentando sus capacidades en la lucha cibernética hasta rivalizar, “hasta con menos transparencia” con la NSA, la otra agencia de seguridad estadounidense.

Las técnicas de las que hablan supuestamente permiten además a la CIA sortear el encriptado de plataformas de mensajería como Whatsapp, Telegram, Signam, Confide y Cloackman al entrar en ellos y obtener contenidos antes de que el encriptado se active. Los documentos abarcan el periodo de 2013 a 2016 y, según Wikileaks, se eliminaron algunos elementos identificativos para llevar a cabo un análisis profundo. Entre estos elementos eliminados figurarían objetivos y maquinaria de ataque a lo largo de Estados Unidos, América Latina y Europa.

El portal también revela que, además de su centro en Langley, la CIA utiliza el consulado de Estados Unidos en Frankfurt como una base encubierta para sus hackers en Europa, Medio Oriente y África. WikiLeaks dice que, al difundir toda esta documentación, tomó cuidado de no distribuir “armas cibernéticas cargadas” hasta que “emerja un consenso sobre la naturaleza política y técnica del programa de la CIA y de cómo tales armas deben ser analizadas, desactivadas y publicadas”.

Julian Assange dirigió la difusión de “Vault 7” desde su residencia en la embajada de Ecuador, donde se refugió el 19 de junio de 2012 para evitar su extradición a Suecia, que le reclama para interrogarle sobre un delito sexual que él niega haber cometido. Assange teme que ese país pueda entregarle a su vez a Estados Unidos, que le investiga por las revelaciones de su portal en el 2010, cuando difundió cables diplomáticos confidenciales estadounidenses.

La plataforma de Assange dijo que esta es la mayor filtración de la historia de la CIA, aunque la mayor sufrida por Estados Unidos en la historia reciente fue precisamente la de los documentos diplomáticos y militares del 2010, que convirtió a Wikileaks en un fenómeno global, y supuso una condena de 35 años para la ex analista militar Chelsea Manning (entonces Bradley), que robó y entró la información. Lo revelado, en todo caso, está a la altura de grandes escándalos como éste o el provocado por Edward Snowden, el ex analista de seguridad que denunció el espionaje electrónico masivo de Estados y que vive protegido en Rusia. En los últimos días de su presidencia, Barack Obama decidió conmutar la pena de Manning, lo que supuso una gran polémica.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG

Si ustedes dominan el inglés (¡hombre, si es bajito y se deja!…) pueden acceder a toda la información de Wikileaks sobre Vault 7 aquí