17 de febrero de 2017

NEOLIBERALISMO Y CRÍTICA MARXISTA

Rolando Astarita. rolandoastarita.wordpress.com

Los gráficos sobre aumento relativo del gasto estatal en las economías capitalistas, que he presentado en la nota anterior (aquí), han movido a algunas personas a preguntarse si estoy negando la existencia del neoliberalismo. En realidad, en ningún momento negué el neoliberalismo. Simplemente defiendo una caracterización de ese fenómeno distinta de la que sostiene la mayoría de la izquierda. En particular, sostengo que lo distintivo del neoliberalismo no fue la mayor o menor participación del Estado en la economía; y que es equivocado interpretarlo en términos de ascenso del capital financiero sobre otras formas del capital.

Traté este asunto en varios lugares. Por ejemplo, en El capitalismo roto, donde critiqué la tesis de la financiarización; o en la nota reciente sobre keynesianismo (aquí). También incorporaré el tema en la segunda edición (corregida y aumentada) de Keynes, poskeynesianos y keynesianos neoclásicos, que espero se publicará en 2017. Allí escribo:

El ascenso desde mediados de la década de 1970 del neoliberalismo -englobando con este término al conjunto de doctrinas que desembocan en el nuevo consenso neoclásico keynesiano- ha sido interpretado por buena parte del pensamiento progresista y de izquierda como un asalto del sector financiero a los puestos de mando del capital.

Nuestra interpretación es diferente. Consideramos que el neoliberalismo expresa una política de todo el capital, no solo de una de sus fracciones. Esto es, el apoyo que tuvieron, y tienen, las políticas recomendadas por monetaristas, nuevos clásicos, nuevos keynesianos y similares excede en mucho al capital financiero. Los ataques a los derechos sindicales; los ajustes que implican caídas del salario; las legislaciones para flexibilizar las relaciones laborales; la reducción o supresión de subvenciones a los desempleados; el empobrecimiento de pensionistas y jubilados; las ofensivas contra los inmigrantes, fueron medidas que apuntaron a restablecer la rentabilidad del capital de conjunto. Por esta razón fueron apoyadas a nivel global no solo por los bancos y financistas, sino también por las cámaras empresarias de la industria, el comercio, el agro, la minería, el transporte, más amplios sectores de las clases medias y de las patronales pequeñas y medianas.

Por otra parte, las privatizaciones, las aperturas comerciales y las libertades para el movimiento transnacional de los capitales tuvieron como efecto someter de manera más abierta y plena a todas las economías a la ley de la ganancia. Y esta orientación fue alentada por capitales industriales, comerciales, agrarios, junto al capital financiero. Incluso las fracciones más débiles de los capitales nacionales buscaron insertarse en esta mundialización del capital.

La reacción neoliberal, a su vez, fue acompañada por una movilización reaccionaria en la política, la cultura y la ideología. En muchos ámbitos se impuso la consigna “que gane el mejor y el más fuerte”, que por lo general son los más ricos. Se rechazaron los movimientos críticos y las culturas contestatarias; resurgieron movimientos racistas y xenófobos; y se exaltaron valores conservadores burgueses. Todo ello contribuyó a que el trabajo fuera subsumido de forma más completa al capital de conjunto, sin distinciones. Por eso pensamos que el neoliberalismo expresa el programa de la clase capitalista global frente a la crisis de rentabilidad que estalló en los 1970, y la posterior profundización de la mundialización del capital”.

Lo esencial: aumento de la tasa de explotación
En esta descripción el tema de si el gasto del Estado tuvo más o menos intervención en la economía no tiene mayor relevancia para la caracterización de las políticas que se aplicaron en los países capitalistas en las últimas décadas. Lo esencial es que el programa del capital pasó por aumentar la tasa de explotación del trabajo. Lo cual explica también por qué el neoliberalismo tuvo la adhesión de prácticamente todas las facciones del capital; naturalmente, el aumento de la tasa de explotación del trabajo es la raíz de la hermandad del capital.

En este respecto, en la nota en la que analizo el libro de Piketty (aquí) señalé que hay mucha evidencia empírica del aumento de la participación de los beneficios en el ingreso a nivel global; eso es, hubo una tendencia al aumento de la relación beneficios / salarios, que nos da un proxy a la tasa de plusvalía. Escribí:

Según Kristal (2010), y para 16 países industrializados, la relación W/Y aumenta en promedio en la posguerra y hasta los 1970, pero baja desde el 73% en 1980 al 60% en 2005. Sostiene que en las dos últimas décadas los aumentos de productividad superaron a los aumentos salariales.

Por otra parte, de acuerdo a Karabarbounis y Neiman (2013) la participación de los salarios ha estado declinando a nivel global desde 1980: tomando su participación en el valor bruto añadido de las corporaciones, habría caído un 5% en los últimos 35 años, desde el 64% al 59%. De 59 países con al menos 15 años de datos entre 1975 y 2012, 42 muestran tendencias decrecientes en la participación del trabajo. La tendencia se verifica también en China, India y México. Blanchard y Giavazzi (2003) también encuentran la caída de la participación de los salarios en los países desarrollados en las últimas décadas. Otra manera de ver el aumento de la participación de los beneficios en el ingreso es a través de la distancia entre los ingresos de los CEO de las grandes corporaciones (plusvalía) y los salarios promedio. En EEUU, en 2013, la paga de los altos ejecutivos es 343 veces mayor que la de la media de los empleados y 774 veces mayor que la de aquellos que menos cobran. En 1983 la diferencia con la media era 46 veces (Executive Paywatch, de la AFL-CIO).

También el “Informe mundial sobre salarios 2012-2013” de la OIT muestra esta dinámica. En 16 economías desarrolladas la proporción media del trabajo disminuyó del 75% del ingreso nacional a mediados de los 1970 a 65% en los años previos de la crisis de 2007. En Japón la participación del salario en el ingreso pasó del 68,4% en 1970 al 79,93% en 1977, para bajar al 54,5% en 2010. En EEUU pasó del 71,98% en 1970 al 63,27% en 2010; y en Alemania fue del 69,75% en 1970 al 63,66% en 2010. A su vez, en 16 economías en desarrollo y emergentes, disminuyó del 62% del PBI en los primeros años de los 1990 al 58% justo antes de la crisis.

Por otra parte, la evolución de la plusvalía relativa parece clara. Según la OIT, el índice de productividad del trabajo (producto por trabajador) en las economías desarrolladas, con base 100 en 1999, se había elevado a 114,6 en 2011; en tanto que el índice de los salarios, en el mismo período, había aumentado a 105,9. En EEUU la productividad real por hora en el sector empresarial no agrícola aumentó 85% desde 1980 a 2011, y la remuneración salarial lo hizo el 35%. En Alemania, en las dos últimas décadas, la productividad se incrementó cerca del 25%, pero los salarios reales permanecieron sin cambios. Esto está indicando que la tasa de plusvalía aumenta, aun cuando aumenta la canasta de bienes salariales. Incluso en China, a pesar de que los salarios se triplicaron en la última década, el PBI aumentó a una tasa superior, de manera que W/Y disminuyó” (W: salario; Y: ingreso).

Subrayamos entonces que la cuestión de si el Estado tuvo más o menos participación en las economías capitalistas es secundaria a la hora de definir en qué consiste el neoliberalismo. Más importante aún es que no tuvo un papel neutral en la ofensiva contra el trabajo. Contra lo que piensa el sentido común del izquierdismo progresista, el Estado no está por fuera de las relaciones de clase; no se lo puede pensar haciendo abstracción de su carácter de clase. De hecho, a lo largo de las últimas décadas el Estado contribuyó (y sigue haciéndolo) al fortalecimiento de las posiciones del capital frente al trabajo. Así, por ejemplo, las empresas que se mantienen bajo control estatal se rigen cada vez más según la lógica de la rentabilidad: compiten con empresas privadas, cotizan en bolsa, establecen relaciones con el mundo financiero según las reglas del mercado, subcontratan trabajo y lo precarizan, y remuneran a sus ejecutivos como cualquier otra empresa capitalista. De la misma manera, cada vez más en reparticiones del Estado encontramos trabajo precarizado y trabajadores con derechos laborales mínimos. Todo apunta a la misma conclusión: el Estado no está por fuera de la unidad orgánica que conforma el modo de producción capitalista.

Por eso, el punto de partida del análisis deben ser las relaciones entre las clases sociales fundamentales de la sociedad moderna. Y por eso también, y contra lo que imaginan los ideólogos del reformismo pequeño burgués, el aumento de la explotación del trabajo es perfectamente compatible con la no reducción o el aumento de la participación del gasto estatal en el producto. Más aún, la participación del gasto social en el producto ha tendido a aumentar, en el promedio de los países de la OCDE, entre 1980 y 2015. Las razones de por qué sucedió así deberán investigarse, pero de nuevo esto no impidió el aumento de la tasa de explotación (en Argentina esta cuestión tiene particular relevancia a la hora de caracterizar a la política del gobierno de Macri). En otras palabras, el aumento del gasto público no está en contradicción con la ofensiva del capital desde mediados de los 1970.

Textos citados
Blanchard, O. y F. Giavazzi, (2003): “Macroeconomic Effects of Regulation and Deregulation in Goods and Labor Markets”, Quarterly Journal of Economics, vol. 118, pp. 879-907.
Karabarbounis L., y B. Neiman (2003): “The Global Decline of the Labor Share”, NBER Working Paper Nº 19.136, junio.
Kristall, T. (2010): “Good Times, Bad Times: Postwar Labor’s Share of National Income in Capitalist Democracies”, American Sociological Review, vol. 75, pp.729-763.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
A pesar de la vileza del furibundo ataque de Astarita contra el Presidente sirio Al Assad y contra quienes defendemos su legítimo gobierno, en el pasado mes de diciembre, en dos artículos que encontrarán en su blog, considero a Rolando Astarita como uno de los más notables teóricos marxistas en el plano económico. Hoy los marxistas no estamos sobrados de especialistas en este área, dado que muchos de los que se identifican como tales son meros propagandistas de la vulgata keynesiana, postkeynesiana o neokeynesiana. No soy sectario y, aunque Astarita, pueda decir barbaridades en determinadas cuestiones, en mi opinión es enormemente interesante en otras.


16 de febrero de 2017

TRUMP: DESMANTELAMIENTO DE LA LEY DODD-FRANK

Óscar Ugarteche/José Luis Cal. alainet.org

Tras la crisis financiera estadounidense del 2007-2009, se perdieron 8 millones de millones de dólares en la bolsa y se restructuró el sector financiero. Las multas que vienen siendo aplicadas relacionadas a esa etapa suman más de 350,000 millones de dólares y están asignadas a los bancos mayores de Estados Unidos y del mundo. A consecuencia de esto se produjo una reforma a iniciativa del G20 en Londres en marzo del 2009. Dentro de Estados Unidos se generó como consecuencia una ley regulatoria a medias, a instancias de los senadores Christopher Dodd y Barney Frank. La Wall Street Reform and Consumer Protection Act. Apenas a días de asumir la presidencia, Trump ha emitido una orden ejecutiva para derogarla. La consecuencia ha sido un auge el precio de las acciones.

La ley Dodd-Frank, creó dos organismos que regulan actualmente al sector financiero, el Financial Stability Oversight Council (FSOC) – consejo de vigilancia de estabilidad financiera - y el Consumer Financial Protection Bureau (CFPB) – la Oficina de protecciones financiera del consumidor-. Aunado a estos dos organismos, se creó la regla Volcker, nombrada en honor al ex presidente de la Reserva Federal Paul Volcker que les prohíbe a los bancos realizar con recursos del banco: 1. especulación de corto plazo por medio de derivados y 2. el comercio propietario. Se define comercio propietario al que efectúan las instituciones financieras por cuenta propia. Estas prácticas no benefician a los clientes y aumentan los riesgos del banco en su conjunto.

El FSOC se encarga de vigilar a las instituciones financieras al revisar sus hojas de balance, con el fin de brindar mayor eficiencia y transparencia al sector financiero, para evitar rescates con dinero público de los “demasiado grandes para quebrar”. La Reserva Federal, también monitorea a los bancos grandes por medio de las pruebas de estrés y es quien participa del banco de Pagos Internacionales de Basilea y coordina las políticas globales con ellos.

Esta ley tuvo un efecto restrictivo en la cantidad de activos financieros emitidos por parte de los bancos, que se disparó entre 1980 con la promulgación de la primera ley de desregulación de instituciones de depósito y control monetario que le permite fusionarse a los bancos y se deshizo de los topes de las tasas de interés que imponía la Fed, desde 1934, gracias a la ley Glass–Steagall . (Ver gráfico 1).

Gráfico I. Deuda Bursatilizada de empresa financieras. (1980-2015) 2007=100


Trump, habla de bajar la regulación impuesta por el CFPB y el FSOC, reducir la supervisión de la Fed en los bancos mediante sus pruebas de estrés que “ha transformado a los bancos en adversos al riesgo”, dice. La consecuencia para él es el freno al crecimiento económico americano por la poca expansión crediticia de estos. Con los mismos argumentos quiere quitar la regla de Volcker.(I)
El representante Jeb Hensarling es el encargado de puntualizar los cambios a la ley Dodd-Frank en su propuesta llamada “ley de selección financiera” -Financial Choice Act. La reacción desde Basilea, donde se coordinan las políticas supervisoras globales, fue de desconcierto.(II)

Un impacto importante sobre la nueva dirección de la desregulación financiera, fue la renuncia el viernes 10 de febrero de Daniel Tarullo, presidente del Federal Financial Institutions Examination Council,. Este organismo es el encargado de hacer las revisiones a los bancos americanos “demasiado grandes para quebrar”, por lo que su renuncia dejaría el camino más llano a la desregulación. Las acciones de Bank of America subieron 1% media hora después de anunciada su renuncia la tarde del 10.(III)

El anuncio de los cambios a la ley impactó sobre el precio de las acciones bancarias en Nueva York y Londres. El NASDAQ Bank Index, que engloba el precio de las acciones de los 24 bancos estadounidenses más grandes, ha subido 24% entre el 8 de noviembre que fue electo Trump, y el 2 de febrero del 2017. (Ver gráfico II)

Gráfico II. NASDAQ Bank Index niveles del 10/10/2016 al 6/02/2017.


Fuente: Elaboración propia con datos de Yahoo Finance.

Al observar las acciones de los principales bancos europeos, algunos casi quebrados, han tenido un auge parecido al de los bancos americanos creciendo entre octubre del 2016 y febrero del 2017 en un 22.80%, teniendo el gran salto después de la victoria electoral de Trump. Esto parece ser una muestra que el complejo financiero internacional puede estar detrás de Trump. Sin duda están enfrentados los bancos europeos con sus reguladores y deben preguntarse cuando los desregulan a ellos también.

Gráfico III. Aumento del precio de las acciones de los principales bancos europeos del 10/10/2016 al 6/02/2017.


Fuente: Elaboración propia con datos de Reuters y London Stock Exchange.

El gran aumento en el precio de las acciones de todos los bancos se explica en parte, por los intereses financieros globales representados dentro del equipo económico de Trump tanto en el consejo de asesores económicos de la Casa Blanca como en el Departamento del Tesoro. Los banqueros prevén que la rentabilidad de los bancos aumentará considerablemente por la disminución de las regulaciones, de las reservas de liquidez y de capital exigidas y que esto llegará a Europa pronto.

Kolakoweki en Investopedia calcula que los beneficios del sector bancario americano gracias a la desregulación serán de aproximadamente 120 mil millones de dólares, de los cuales 100,000 millones serían para los 6 bancos más grandes.(IV)

Los bancos usaran estas ganancias para aumentar los dividendos pagados y para efectuar grandes programas de recompra de acciones lo que elevaría significativamente el precio de las acciones y las utilidades por acción de los bancos. (índice P/E)

Todo esto le trae una serie de complicaciones al complejo financiero no estadounidense. Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, advirtió que esta serie de modificaciones aleja a los EE.UU. de los objetivos de estabilidad de Basilea al disminuir los requerimientos de capital a los bancos americanos, poniendo así en riesgo al total del complejo financiero mundial.(V)

La calificadora Fitch’s, aseguró que disminuir los requerimientos de capital a los bancos americanos, tendrá dos efectos negativos para el complejo financiero: un aumento del riesgo sistémico y un aumento en el costo de la deuda a los mismos en el mundo.

Se está empezando a alimentar, una crisis mayor del complejo financiero. Lo más preocupante es que tanto América Latina como el resto del mundo, se ven enfrentados a niveles de inestabilidad financiera muy alta que podría poner a la economía mundial en un foso económico más profundo que donde nos dejó la crisis de 2008.

NOTAS:
I Tracy, R., “GOP Election Sweep Heralds Postcrisis Turning Point for Financial Regulation”, noviembre 9 de 2016, New York: The Wall Street Journal. Visto en https://www.wsj.com/articles/gop-election-sweep-heralds-postcrisis-turning-point-for-financial-regulation-1478723086, Último acceso: 14 de febrero de 2017.
II Finkle, V., “Jeb Hensarling Plan Rekindles Debate as Republicans Aim to Dismantle Dodd-Frank”, Junio 7 de 2016, New York: The New York Times. Visto en https://www.nytimes.com/2016/06/08/business/dealbook/republicans-plan-to-dismantle-dodd-frank-rekindles-a-debate.html, Último acceso: 14 de febrero de 2017.
III Tracy, R., "Daniel Tarullo, Federal Reserve Regulatory Point Man, to Resign", febrero 10 de 2017, New York: The Wall Street Journal. Visto en https://www.wsj.com/articles/daniel-tarullo-federal-reserve-regulatory-point-man-resigning-1486751401, Último acceso: 14 de febrero de 2017.
IV Kolakoweski, M., “Trump's Bank Deregulation May Send Investors $120B”, febrero 6 de 2017, en Investopedia, visto en http://www.investopedia.com/news/trumps-bank-deregulation-may-send-investors-120b, Último acceso: 9 de febrero 2017.

V Jones, C., “Mario Draghi pushes back at Trump shake-up”, febrero 6 de 2017, Londres: Financial Times. Visto en https://www.ft.com/content/ea395010-ec88-11e6-ba01-119a44939bb6, Último acceso: 14 de febrero de 2017.

15 de febrero de 2017

RUMANÍA: LAS MOVILIZACIONES CONTINÚAN, PERO ¿QUIÉN SACA PROVECHO?

Philippe Alcoy. Izquierda Diario

Las movilizaciones masivas en Rumania llamaron la atención de toda la prensa internacional. ¿Qué actores están actuando?

Son las manifestaciones más importantes desde la caída del régimen de Nicolae Ceausescu en 1989. El gobierno tuvo que retroceder ante los cientos de miles que tomaron las calles. Sin embargo, las protestas continúan y este fin de semana cerca de 80.000 personas manifestaron nuevamente para exigir la renuncia del gobierno. Paralelamente sectores de las clases dominantes tratan de sacar provecho. ¿Se dirige Rumanía hacia un “escenario de tipo brasileño"?

En efecto, frente a un intento de la coalición gobernante de despenalizar crímenes leves de corrupción y de abuso de poder, que iban a beneficiar directamente a políticos del gobierno, especialmente al jefe de los socialdemócratas en el parlamento, Liviu Dragnea, la reacción fue espontanea e inmediata. Miles de personas tomaron las calles y el domingo 5 de febrero fue el punto culmine con cerca de 600.000 manifestantes en todo el país.

Sin embargo, desde el principio diferentes fracciones de las clases dominantes intentaron utilizar las movilizaciones contra sus fracciones rivales. Es el caso especialmente del presidente rumano, Klaus Iohannis del Partido Nacional Liberal (PNL), socio del PSD en el poder hasta 2014. Éste participó en algunas manifestaciones y expresó su apoyo al movimiento. No se puede descartar la posibilidad que el PNL esté tratando de reforzarse luego de su derrota electoral en las legislativas de diciembre pasado en donde obtuvo 20% de los sufragios contra 45% para el PSD.

Pero nada puede garantizar que el presidente Iohannis y el PNL, así como los otros partidos de oposición, puedan sacar plenamente provecho de esta situación. La tasa de abstencionismo de 60% en las elecciones de diciembre expresa un rechazo profundo del conjunto de los partidos políticos.

Sin embargo, hay otro actor que podría salir reforzado de esta crisis, especialmente debido a su apariencia “apolítica”: la Dirección Nacional Anticorrupción (DNA), órgano encargado de llevar a cabo la “lucha contra la corrupción”, cuya directora Laura Kovesi se transformó en una figura muy popular en el país. Así, no es raro ver en las protestas pancartas y eslóganes exigiendo “sacar las manos de encima de la DNA”, que se continúe con la “campaña anticorrupción”, etc. Es en ese sentido que se pronunciaron varios dirigentes de la UE que utilizan de forma hipócrita la “lucha sin fin” contra la corrupción para reforzar su dominación sobre el país.

Pero, como explica el filósofo marxista de la minoría húngara de Rumania, Gaspar Miklos Tamas en una entrevista reciente: “la corrupción [en Rumania] es, evidentemente, endémica e inmensa, pero la campaña anticorrupción dirigida por una parte de la burocracia que nadie eligió, desde los fiscales hasta los servicios secretos, actúa arbitrariamente”. Otros opositores a la acción de la DNA denuncian un accionar arbitrario (apuntando solo a ciertos partidos e individuos y no a otros también corruptos) y arreglos con ciertos jueces y miembros de los servicios secretos.

Es efectivamente esta institución “anticorrupción” (DNA) la que parece con más posibilidades de salir reforzada. De hecho, el parlamento acaba de apoyar, unánimemente, la iniciativa del presidente Iohannis de someter a referéndum la “continuación de la lucha contra la corrupción”. Tal referéndum no podría más que darle un “apoyo popular” masivo a esta institución que no es menos corrupta. Sin embargo, esto puede estar expresando igualmente un acuerdo entre el PNL y el gobierno de poner fin a las protestas, que podrían escapar de su control, y al mismo tiempo relegitimar un régimen descreditado à través de la “lucha contra la corrupción”.

En ese sentido, no se puede evitar de hacer algunos paralelos con la situación brasileña en donde el “partido judiciario”, completamente corrupto y ligado a intereses imperialistas, fue el actor central del golpe de Estado institucional contra el gobierno de Dilma Rousseff. Y esto independientemente del hecho que sea el propio gobierno del PT, a través de sus métodos corruptos y sus políticas antiobreras, el que haya creado las bases del descontento popular, lo que reforzaba al poder judicial. En Brasil las manifestaciones “contra la corrupción” estaban compuestas esencialmente por las clases medias altas y por sectores de la burguesía. En Rumanía parecen ser estos mismos sectores los que le dan el tono político a las manifestaciones. Esto podría explicar el rol que se le da al DNA y a la justicia y que no haya prácticamente ninguna reivindicación social en las protestas.

Sin embargo, no está de ningún modo dicho que la situación en Rumanía irá hasta la destitución del gobierno por parte de la burocracia judiciaria, ni que ésta gane el rol político que obtuvo el poder judicial en Brasil. Pero una cosa está clara: como en Brasil, mientras que los trabajadores no intervengan de forma independiente en esta crisis, será muy difícil que puedan escapar a tener que elegir alinearse con una u otra fracción de las clases dominantes.

La “lucha contra la corrupción” es el fruto de una lógica hipócrita y cínica de la parte especialmente del imperialismo y sus socios locales. En efecto, la corrupción fue necesaria al principio de los años 1990 para que el proceso de restauración capitalista sea rápido en Rumania y en el conjunto de los países de la región. Los imperialistas no tenían otros agentes, más que los miembros de la burocracia política, los cuadros y directores de empresas nacionalizadas que buscaban aprovechar de su posición en el seno del aparato estatal para enriquecerse con el proceso de privatización de las riquezas nacionales.

Así, la corrupción es una “marca de fábrica” de estos regímenes “post socialistas”. Los imperialistas son cómplices, pero utilizan la lucha contra la corrupción como una forma de chantaje contra los gobiernos de la región. Es por eso que para los trabajadores y los oprimidos no se trata de luchar contra la corrupción de forma abstracta sino de atacarse a este sistema basado en la corrupción de los dominantes en detrimento de los dominados. Pero esto exige precisamente una total independencia de las diferentes fracciones capitalistas, del imperialismo y de las instituciones y órganos del Estado.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Aunque, en mi opinión, este artículo apunta en la dirección correcta respecto a determinados intereses del imperialismo, la burguesía y los sectores más procapitalistas que están moviendo los hilos y encauzando las protestas anticorrupcón, creo necesario añadir tres enlaces del blog de un español que vive en Rumanía y me merece todo el crédito.

En estos enlaces se apunta hacia Soros y otros agentes del imperialismo que estarían favoreciendo las “posibilidades” políticas de sustituir a los socialdemócratas por sus propios partidos de la derecha, a través de una nueva “revolución de color”

14 de febrero de 2017

LIBIA: METÁFORA DE LA SINRAZÓN

Guadi Calvo. Global Research

Nadie nunca podrá justificar, de ninguna manera, la operación de la OTAN, con el aval jurídico de Naciones Unidas, para la destrucción de Libia. Como lo hemos dicho aquí infinidad de veces, el país con el más alto estándar de calidad de vida de África, y muy por encima al de muchas naciones europeas. Quizás se cifre en esa realidad la verdadera razón para haber sometido al pueblo y la patria del Coronel Mohammed Gadaffi, al martirio iniciado en los primeros meses de 2011 y que hasta hoy no ha cesado.

Las barbarie a la que fue sometida Libia, ha generado no solo la destrucción del Estado, sino la organización de un número indeterminado de bandas armadas, casi la totalidad de ellas, financiadas y abastecidas por las mismas potencias perpetradoras de la “Primavera Árabe”: Estados Unidos, Reino Unido y Francia, junto a las monarquías wahabitas de Arabia Saudita, Emiratos Árabes, y Qatar.

El propio desgobierno del país es lo que ha permitido que las organizaciones de traficantes de personas y los carteles de la droga conviertan las extensas costas libias a poco menos de 400 kilómetros de Europa, en un trampolín para su “mercadería” rumbo a Europa.

La situación se ha agravado mucho más a partir del 20 marzo de 2016, fecha en que comenzó a funcionar el acuerdo ente la Unión Europea y Turquía, para que esta última nación impida el tránsito de refugiados rumbo a Europa.

Esta situación obligó a los tratantes de personas a disponer nuevas rutas lo que dio como resultado que los puertos libios, fundamentalmente el de Misrata, sea el lugar indicado para seguir con el “negocio”.

Si bien Libia, ha sido el punto elegido por los subsaharianos desde la vigencia del acuerdo con Turquía, se ha incrementado, fundamentalmente, el número de sirios, iraquíes y afganos, que pugna por llegar a Europa desde Libia.

El año pasado fue por esta vía por donde llegaron más refugiados a Europa, se calcula oficialmente en unos 180 mil. Mientras fueron 5 mil los que terminaron ahogados en el Mediterráneo, tras el naufragio de las embarcaciones que los llevaban.

En lo que va de 2017, la cifra de ahogados alcanza a 300. Según fuentes “responsables” en las primeras dos semanas del año, casi 3 mil refugiados llegaron a desde las costas libias, un número sugestivamente menor frente a los 23.664 de la primera quincena de 2016, a la vez que el número de muertos fue menos “solo” 90.

Es por este motivo que los 28 países miembros de la Unión Europea, reunidos el pasado 3 de febrero en La Valeta, Malta, decidieron implementar un plan de diez puntos para frenar la migración, teniendo en la cooperación con Libia, el eje fundamental de ese acuerdo. Lo que no se aclara es quién de todos los poderes en pugna dentro del país, cuenta con el suficiente predicamento para implementarlo.

El plan prevé retener a los inmigrantes, al modo que se hace con Turquía, con la diferencia que su presidente Recep Erdogán tiene el poder suficiente para cumplirlo o dejarlo de cumplir según sus necesidades de presión.

El plan incluye la formación y el equipamiento de una Guardia Costera libia, para controlar las acciones de las bandas de traficantes y de paso evitar que los salvamentos sean realizados por naves europeas, lo que de hecho los obliga a darles cobijo a los rescatados.

Todos saben que retener el casi al millón de refugiados, tanto libios, subsaharianos, como asiáticos, que esperan en las inmediaciones de Misrata, una plaza en alguna de las muchas y precarias embarcaciones que salen prácticamente a diario rumbo a Italia, es armar literalmente una bomba de tiempo, con muy poco tiempo, por otra parte.

Quienes están a la espera de esas plazas no lo hacen justamente en las mejores condiciones.

Los refugiados, más allá de las traumáticas historias personales, ya que quien no huye del hambre, huye de la guerra, deben sobrevivir en los improvisados campamentos, que están siempre abarrotados, lo que obliga a las personas a vivir en condiciones infrahumanas, casi sin lugar para extenderse en el piso para dormir, por lo que suelen hacerlos sentados y en muchos casos uno encima de otro. El número refugiados con alto grado de desnutrición crece de manera diaria. A lo que hay que sumarle todo tipo de enfermedades y el permanente acoso de las “autoridades”.

Las violaciones, la tortura, en más de una oportunidad la muerte y el saqueo de sus pocas pertenencias es el pan diario de los refugiados.

La Unión Europea desde el último acuerdo pretende devolver a los refugiados que han logrado alcanzar territorio europeo, a estos infiernos. Claro, ningún funcionario europeo está dispuesto a reconocer la responsabilidad del continente de haber creado este estado de cosas.

Tras la reunión de Malta se ha acordado disponer de unos 130 millones de euros, para cerrar la ruta a través del Mediterráneo medio, nada a comparación de los 6 mil millones que la U.E. le entregó al Sultán Erdogan.

Túnez en la mira
A Libia, no le falta ningún ingrediente como para no considerarla un estado fallido, quizás únicamente comparable con Somalia, por lo que queda claro entonces que este nuevo acuerdo europeo, solo es una fachada, para que bandas de mercenarios en el rol de “prefectura libia”, armada por la UE, se ponga a perseguir a quienes sin ninguna duda eran sus socios en el tráfico de personas, hasta hace pocas semanas o días quizás. No existe una autoridad libia, que pueda controlar que esto no termine en un maridaje entre traficantes y prefectos, para que se puedan seguir realizando buenos negocios.

Además es imposible obviar que, si bien más acotadas, las milicias del Daesh, siguen teniendo presencia en el país, y justamente muy cerca de la costa, hasta hace pocas semanas una de las grandes fuentes de ingresos de la organización wahabita, era justamente el tráfico de personas, rumbo a Italia, lo que sin duda ha sido una buena pantalla para infiltrar sus combatientes entre los contingentes de refugiados.

La administración Obama, hasta el último día de su mandato, bombardeó posiciones del Daesh, en las cercanías de Sirte, su capital en Libia, como parte de la operación Odyssey Lightning, en que lanzaron entre agosto y diciembre de 2016, 495 ataques aéreos en las cercanías de Sirte, irónicamente el pueblo natal del coronel Gadaffi.

Estos ataques están obligando a que los hombres del califa Ibrahim, comiencen a abandonar sus posiciones fijas y busquen expandirse por los inmensos territorios sin control ninguno del sur del país y filtrar, como ya está sucediendo hacia el Chad, Níger y Argelia.

De ese éxodo de terroristas que operan en Libia a diferentes países fronterizos es importante señalar la delicada situación de Túnez. Según Naciones Unidas cerca de 5500 tunecinos, se habrían sumado al Daesh desde su aparición en 2014. Según las autoridades tunecinas cerca de 800 ya habrían regresado al país, también hay que recordar que tanto los atentados del 14 de julio en Niza como al mercado navideño de Berlín, fueron protagonizados por tunecinos.

En Túnez, además de ser la cuna de la “Primavera Árabe” se produjeron dos resonante ataque el primero fue al Museo Nacional de Bardo en marzo de 2015, que dejó 25 muertos y 50 heridos y poco después en junio del mismo años se produjo el segundo ataque en el balneario de Susa, por acción de un lobo solitario, que dejó 39 muertos y 36 heridos.

La situación obligó al gobierno tunecino a anunciar a principios de 2016, la construcción de un muro, con financiación alemana y estadounidense, en la frontera libia de 459 kilómetros que constituiría por una empalizada de arena de 250 kilómetros y una fosa de dos metros de profundidad. Además de vigilancia electrónica, y la asistencia de helicópteros artillados.

Un detallado informe sobre el perfil de los terroristas tunecinos dice que el 90% son menores de 40 años, el 7% son solteros y el 32% procede de ámbitos urbanos.

El 4% son universitarios y la gran mayoría se ha radicalizado en mezquitas y con la lectura de textos wahabitas. Otra de las razones para la radicalización es la económica a consecuencia de la falta de trabajo.

Los barrios periféricos de la capital tunecina, que contiene barriadas como la de Ettadhamen, con más de medio millón de habitantes, el integrismo controlan un número importante de mezquitas que instigan a la radicalización.

La situación en el Magreb, debido a la sinrazón occidental del ataque a Libia ha dejado abierta esa herida que no cerrará durante muchos, muchos años y no dejará de producir más muertes.


9 de febrero de 2017

¿QUÉ SIGNIFICA HOY DEMOCRATIZAR LA COMUNICACIÓN?: BASTA DE LETANÍAS

Aram Aharonian. alainet.org

¿De qué estamos hablando cuando reclamamos la democratización de la comunicación y de la información? ¿Hablamos solo de redistribución de frecuencias radioeléctricas para garantizar el derecho humano a la información y la comunicación? ¿De qué forma la redistribución equitativa de frecuencias –éstas patrimonio de la humanidad- entre los sectores comercial, estatal o público, y popular (comunitario, alternativo, etc.) puede garantizar la democratización de la comunicación e impedir la concentración mediática?

A veces pienso que nos instan, nos empujan a pelear en campos de batalla equivocados o permitidos, mientras se desarrollan estrategias, tácticas y ofensivas en nuevos campos de batalla. El mundo avanza, la tecnología avanza… y pareciera que nosotros –desde lo que llamamos el campo popular- seguimos aferrados a los mismos reclamos, reivindicaciones de un mundo que ya (casi) no existe.

El mundo cambia sí, pero el tema de la comunicación, de los medios de comunicación social, sigue siendo, como en 1980 cuando el Informe McBride, fundamental para el futuro de nuestras democracias. El problema de hoy es la concentración oligopólica: 1500 periódicos, 1100 revistas, 9000 estaciones de radio, 1500 televisoras, 2400 editoriales están controlados por sólo seis trasnacionales. Pero ese no es el único problema.

Hoy los temas de la agenda mediática tienen que ver con la integración vertical de proveedores de servicios de comunicación con compañías que producen contenido, la llegada directa de los contenidos a los dispositivos móviles, la transnacionalización de la comunicación y su cortocircuitos con los medios hegemónicos locales, los temas de la vigilancia, manipulación, transparencia y gobernanza en internet, el "ruido" en las redes y el video como formato a reinar en los próximos años.

Estos son, hoy en día, juntos al largamente anunciado ocaso de la prensa gráfica y la vigencia de la guerra de cuarta generación y el terrorismo mediático, los vértices fundamentales para reflexionar sobre el tema de la democracia de la comunicación, mirando no hacia el pasado, sino hacia el futuro que nos invade.

Hipotéticamente, si realmente en nuestra región, el 33 por ciento de las frecuencias fueran concedidas a los medios populares, ¿quién abastecería de contenidos a tal cantidad de canales y radios? Entonces, ¿de qué estamos hablando cuando reclamamos la democratización de la comunicación y de la información?

Los que controlan los sistemas de difusión, cada vez más inalámbricos, satelitales, eligen, producen y disponen cuáles serán los contenidos, en una planificada apuesta por monopolizar mercados y hegemonizar la información-formación del ciudadano.

¿Adiós televisión? Controlar los contenidos
Pasaron 140 años desde que Alexander Graham Bell utilizó por primera vez su teléfono experimental para decirle a su asistente de laboratorio: “Señor Watson, venga, quiero verlo”. Su invención transformaría la comunicación humana y el mundo. La empresa creada por Bell creció hasta transformarse en un inmenso monopolio: AT&T.

El gobierno estadounidense consideró luego que era demasiado poderosa y dispuso la desintegración de la gigante de las telecomunicaciones en 1982… pero AT&T ha regresado, anunciando la adquisición de Time Warner, una de las principales compañías de medios de comunicación y producción de contenidos a nivel mundial, para conformar así uno de los más grandes conglomerados del entretenimiento y las comunicaciones del planeta.

La fusión propuesta, que aún debe ser sometida a estudio por las autoridades, representa desde ya no solo una significativa amenaza a la privacidad y a la libertad básica de comunicarse, sino también un cambio paradigmático en lo que a lo que hoy entendemos como comunicación. Sería la mayor adquisición hasta la fecha y llegaría un año después de que AT&T comprara a DirecTV.

AT&T es hoy la décima entre las 500 compañías más grandes de Estados Unidos y si adquiriera Time Warner, que ocupa el lugar 99 de la lista Forbes, se crearía una enorme corporación, integrada verticalmente que controlaría no solo una amplia cantidad de contenidos audiovisuales, sino o la forma en que la población accedería a esos contenidos.
Según Candace Clement, de Free Press, esta fusión generaría un imperio mediático nunca antes visto. AT&T controlaría el acceso a Internet móvil y por cableado, canales de televisión por cable, franquicias de películas, un estudio de cine y televisión y otras empresas de la industria. Eso significa que AT&T controlaría el acceso a Internet de cientos de millones de personas, así como el contenido que miran, lo que le permitiría dar prioridad a su propia oferta y hacer uso de recursos engañosos que socavarían la neutralidad de la red.

Pelear guerras que ya no existen
El mundo no es el mismo de antes (tampoco el del 1980 cuando el Informe McBride), aunque tanto derecha como izquierda crean que seguimos en 1990. Es difícil, a quienes como uno vienen de la época de la tipografía y la linotipia, de los télex y teletipos -o del dogmatismo y la repetición de consignas-, asimilar los cambios tecnológicos y la realidad del mundo actual, del big data, de la inteligencia artificial, de la plutocracia…

Según los últimos cálculos, en el mundo hay unos 10 zetabytes de información (un zetabyte es un 1 con 21 ceros detrás), que si se ponen en libros se pueden hacer nueve mil pilas que lleguen hasta el sol. Desde 2014 hasta hoy, creamos tanta información como desde la prehistoria hasta el 2014. Y la única manera de interpretarlos es con máquinas.
El Deep Learning es la manera como se hace la Inteligencia Artificial desde hace cinco años: son redes neuronales que funcionan de manera muy similar al cerebro, con muchas jerarquías. Apple y Google y todas las Siri en el teléfono, todos lo usan.

El Big Data permite a la información interpretarse a sí misma y adelantarse a nuestras intenciones, cuánto saben las grandes empresas de nosotros, y lo que más le preocupa: lo fácil que está siendo convertir la democracia en una dictadura de la información, haciendo de cada ciudadano una burbuja distinta.

Si uno tiene Gmail en su celular con wifi, puede ver en Google Maps un mapa mundial que muestra dónde estuvo cada día, a cada hora, durante los últimos dos o tres años (no tiene por qué creerme: vea www.google.com/maps/timeline). Es una información que uno les permites coleccionar al aceptar los términos de licencia cuando instala la aplicación.
También las empresas telefónicas, que uno supone que sólo nos cobran el plan, hacen buenos negocios con nuestros datos. Por ejemplo, Smart Steps es la empresa de Telefónica que vende los datos de los celulares Movistar. De la noche a la mañana, la gente pasó a tener un sensor de sí mismo 24 horas al día. Hoy se puede saber dónde están las personas, pero también qué compran, qué comen, cuándo duermen, cuáles son sus amigos, sus ideas políticas, su vida social.

El alemán Martin Hilbert, asesor tecnológico de la Biblioteca del Congreso de EE.UU. señala que algunos estudios ya han logrado predecir un montón de cosas a partir de nuestra conducta en Facebook. “Se puede abusar también, como Barack Obama y Donald Trump lo hicieron en sus campañas, como Hillary Clinton no lo hizo, y perdió. Esos son los datos que Trump usó. Teniendo entre 100 y 250 likes (me gusta) tuyos en Facebook, se puede predecir tu orientación sexual, tu origen étnico, tus opiniones religiosas y políticas, tu nivel de inteligencia y de felicidad, si usas drogas, si tus papás son separados o no”, señala el científico.

Y “con 150 likes, los algoritmos pueden predecir el resultado de tu test de personalidad mejor que tu pareja. Y con 250 likes, mejor que tú mismo. Este estudio lo hizo Kosinski en Cambridge, luego un empresario que tomó esto creó Cambridge Analytica y Trump contrató a Cambridge Analytica para la elección”.

Usaron esa base de datos y esa metodología para crear los perfiles de cada ciudadano que puede votar. Casi 250 millones de perfiles. Obama, que también manipuló mucho a la ciudadanía, en 2012 tenía 16 millones de perfiles, pero acá estaban todos. En promedio, tú tienes unos 5000 puntos de datos de cada estadounidense. Y una vez que clasificaron a cada individuo según esos datos, los empezaron a atacar”, señala Hilbert.

Por ejemplo, si Trump dice “estoy por el derecho a tener armas”, algunos reciben esa frase con la imagen de un criminal que entra a una casa, porque es gente más miedosa, y otros que son más patriotas la reciben con la imagen de un tipo que va a cazar con su hijo. Es la misma frase de Trump y ahí tienes dos versiones, pero aquí crearon 175 mil. Claro, te lavan el cerebro. No tiene nada que ver con democracia. Es populismo puro, te dicen exactamente lo que quieres escuchar”. Lo más delicado es que no sólo pueden mandar el mensaje como más le va a gustar a esa persona, sino también pueden mostrarle sólo aquello con lo que va a estar de acuerdo.

Al final, el juego con la tecnología siempre ha sido ver cuáles tareas se pueden automatizar y cuáles no. Si un robot reconoce células de cáncer, uno se ahorra al médico. Más del 50% de los actuales empleos son digitalizables, afirma Hilbert. Y ya no hablamos de reemplazar a los obreros, como en la revolución industrial, sino también los trabajos de la clase más educada: médicos, contadores. El 99% de las decisiones de la red de electricidad en EEUU son tomadas por IA que localiza en tiempo real quién necesita energía.

No es en ningún caso el fin de la humanidad, es la evolución que sigue su camino. Y lo más importantes es entender en qué mundo vivimos. Por eso llama la atención que operadores mediáticos, que se autodefinen como radicales de izquierda, sigan insistiendo en la necesidad de pelear en escenarios que ya no existen, con léxicos que no corresponden a las realidades reales y tampoco a las virtuales, en aferrarse al pasado, lo cual es por demás retrógrado.

La dictadura y la posverdad
Hoy más que nunca la dictadura mediática, en manos de cada vez menos “generales” de las corporaciones, busca las formas novedosas de implantar hegemónicamente imaginarios colectivos, narrativas, discursos, verdades e imágenes únicas. Es el lanzamiento global de la guerra de cuarta generación, directamente a los usuarios digitalizados de todo el mundo.

Si hace cinco décadas la lucha política, la batalla por la imposición de imaginarios, se dilucidaba en la calle, en las fábricas, en los partidos políticos y movimientos, en los parlamentos (o en la guerrilla), hoy las grandes corporaciones de transmisión preparan una ofensiva que saltean los medios tradicionales para llegar directamente, con sus propios contenidos de realidades virtuales, a los nuevos dispositivos móviles de los ciudadanos.

¿De qué estamos hablando cuando reclamamos la democratización de la comunicación y de la información? ¿Hablamos de redistribución de frecuencias radioeléctricas cuando hoy el control emerge de la conjunción de medio y contenido? Los que controlan los sistemas de difusión, cada vez más inalámbricos, satelitales, eligen, producen y disponen cuáles serán los contenidos, en una planificada apuesta por monopolizar mercados y hegemonizar la información-formación del ciudadano.

Cambia la radio. Bajo la mirada vigilante de otras naciones, Noruega se ha convertido desde el enero de 2017, en el primer país del mundo en apagar su señal de Frecuencia Modulada (FM), considerando que tiene 22 estaciones nacionales de radio digital, y aún hay espacio en su plataforma digital para otras 20.

La tendencia mundial –y latinoamericana- demuestra que los jóvenes televidentes ya están pasando del uso lineal de televisión hacia un consumo en diferido y a la carta, que bien puede optar el dispositivo fijo (el televisor) y optar por una segunda pantalla (computadora, tablet, teléfonos inteligentes).

Para los comunicólogos optimistas, de receptores pasivos, los ciudadanos están pasando a ser, mediante el uso masivo de las redes sociales, productores-difusores, o productores-consumidores (prosumidores). Para los menos optimistas, si bien esa es una posibilidad teórica, la práctica demuestra que la producción y difusión quedarán en manos de grandes corporaciones, en especial estadounidenses, y los ciudadanos podrán ocupar la casilla de consumidores, en una arremetida del pensamiento, el mensaje, la imagen únicos.

Quizá aquellos que estamos desde hace años en la lucha creemos que la discusión sobre la democratización de las comunicaciones está socializada/masificada en nuestras sociedades. No lo está siquiera en aquellos donde se han hecho esfuerzos de esclarecimiento en este campo, como Argentina y Ecuador. Hay quienes sostienen que aún se trata de una discusión elitesca, entre los militantes políticos, de la comunicación y allegados.

¿De qué estamos hablando cuando reclamamos la democratización de la comunicación y de la información en la que ahora se da en llamar la época de la posverdad, donde los hechos objetivos son menos influyentes en la opinión pública que las emociones, los imaginarios y las creencias personales?

Hoy, la posverdad es el arma de desorientación masiva de la opinión pública que emplean los grandes medios de comunicación y todos los líderes políticos. La sociedad es hoy un monumental simulacro, un plexo cuasi-infinito de significaciones sin referente ni realidad que las apoye, una especie de monumental ciencia-ficción que nos domina, dijera Baudrillard.

En 2016, The Economist hablaba del arte de la mentira, y señalaba que Trump es el principal exponente de la política de la posverdad, que se basa en frases que se sienten verdaderas, pero que no tienen ninguna base real. Una cosa es exagerar u ocultar, y otra, mentir descarada y continuadamente sobre los hechos. Y lo peor es que esas mentiras se van imponiendo en el imaginario colectivo.

Hoy se manipulan, se omiten, se tergiversan o se falsifican desde las cifras de la desocupación o del costo de la vida, mientras opinadores muy mediatizados predican distintas variantes del there is no alternative (no hay alternativa) thatcheriano.

Disculpe, entonces, ¿de qué estamos hablando cuando reclamamos la democratización de la comunicación y de la información?

NOTA DEL EDITOR DE ESTE TEXTO
El alemán Martin Hilbert, asesor tecnológico de la Biblioteca del Congreso de EE.UU. Miente. Hillary Clinton abusó de los medios de predicción de la opinión, además de la intoxicación y de las mentiras en su campaña, y antes, durante el ejercicio de su cargo, en relación con los países en conflicto con Estados Unidos. Perdió, simplemente por ser menos eficaz en su relato y en el mensaje político que enviaba a los electores y, sospecho que, porque una parte del poder económico buscaba un títere con nueva cara, más acorde a los tiempos actuales.

Por lo demás deseo detenerme en una figura, Sean McBride, que ha nombrado el autor de este texto, y en su informe a la UNESCO: “Un solo mundo, voces múltiples. Leí este texto hace ya 33 años. Se lo recomiendo. Me impresionó la certeza de su análisis, el carácter visionario sobre el mundo que se avecinaba en las comunicaciones y, sobre todo, la valentía que se desprendía de sus propuestas, tanto que provocó la salida de EE.UU. de dicha institución, declarando la guerra frontal al citado informe.

El señor McBride era un auténtico socialdemócrata; de esos que creyendo que no es posible acabar con el capitalismo, están dispuestos a probar sus límites y a intentar reformarlo. Se equivocan plenamente, como la cruel realidad demostró más tarde con dicho informe, que acabó siendo rechazado años más tarde de su fecha de publicación (1980), tras un acoso insufrible contra su autor, y sustituido por otras líneas comunicacionales de trabajo acordes con los intereses de los grandes países capitalistas y con su concepto de la “libertad de información”, tan en línea con lo que hoy representan los grandes sistemas de manipulación de conciencias dominantes.

Solo algunas notas sobre el señor McBride. Fue jefe del Estado Mayor del Ejército Republicano Irlandés (IRA). Fundó el Partido Republicano Irlandés, de orientación socialista. En 1977 recibió el Premio Lenin de la Paz y tres años antes (1974) el Premio Nobel de la Paz, por su defensa de los derechos humanos. En 1977 fue presidente de la Comisión Internacional de Comunicación de la Unesco y en 1980 fue nombrado presidente de este organismo internacional. La Unesco entonces era otra Unesco. Y sí, fue miembro fundador de Amnistía Internacional y fue su presidente desde 1961 a 1974. Pero esa era también otra Amnistía Internacional y no el títere de los intereses del imperialismo norteamericano en el que se ha ido convirtiendo a partir de la década de los 80 del pasado siglo.