26 de octubre de 2011

UN BRILLANTE PORVENIR

Por Marat

"Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos, la edad de la sabiduría, el ciclo de la estupidez, la fase de la creencia, la etapa de la incredulidad, la estación de la Luz, la hora de las Sombras, era la primavera de la esperanza, el invierno de la desesperación, lo teníamos todo por delante, nada había frente a nosotros..." (“Historia de dos ciudades”. Charles Dickens)


PINCELADAS DE UN CUADRO
Hace no mucho tiempo el mundo que dicen desarrollado vivía una opulenta edad dorada del consumo y disfrutaba lo que los frívolos llaman calidad de vida para ocultar la banalidad de lo que en realidad aprecian: el lujo.

Eran tiempos de varios vehículos en cada unidad familiar, una segunda residencia en la playa, un televisor de plasma en cada espacio de la vivienda, individualizando a los miembros de la familia, hijos perfeccionando su segundo idioma en el Reino Unido o haciendo un master en USA y de 100.000 achiperres tecnológicos para honrar al narcisismo en la autoburbuja de aislamiento personal o en el exhibicionismo de ostentar la posesión de lo último.

Eran tiempos de expresiones como“divina de la muerte”,“porque yo lo valgo” y, “vanitas vanitatis”, de la belleza de “la diosa que hay en ti”.

Los sargentos ejecutivos del marketing se miraban en los espejos de los cruzados de las finanzas y pixelaban sus esperanzas de éxito en un sueño de eterna prosperidad.

Los estudios de mercado recreaban la demoscópica simulación de la realidad que afirmaba que casi todos éramos clase media, aunque fuera a costa de la tarjeta de crédito que pagaba los gastos de otra tarjeta de crédito y ésta de una tercera. El que no estaba en el ansiado centro de la campana de Gauss sencillamente no existía.

El discurso oficial del desarrollo y el bienestar social era el que reproducía la situación de unas clases medias orgullosas de la redondez del universo de sus ombligos. Era lógico que fuera así porque son principalmente ellas las que mantienen la sociedad de consumo en épocas de bonanza económica. Es sobre todo en ese público objetivo en el que piensa el marketing cuando anuncia los productos de la “sociedad del bienestar”, es a ellos a quienes habla y de quienes reproduce y performa sus estilos de vida y valores.

Las gentes combatían la inseguridad que las exigencias de la vida moderna les creaba leyendo libros de autoayuda y descansaban los fines de semana en balnearios y spás. Las farmacias dispensaban ansiolíticos y antidepresivos por toneladas para corregir los desajustes entre expectativas y realización vital y milagrosas pastillas azules permitían alcanzar el olímpico “citius, altius, fortius”a barrigudos burgueses con jóvenes y exigentes amantes.

Y sin embargo, sociólogos y filósofos post-postmodernos hablaban de la crisis del sentido en las sociedades occidentales, de la sensación de vacío vital, de la angustia derivada de las percepciones personales de lo efímero (pareja, trabajo, relaciones sociales, modas, valores, tendencias,...) y de la ausencia de asideros reales a los que agarrarse en un mundo inestable.

Gurús, santones, sectas, pitonisas televisivas, cursos de meditación transpersonal y religiones pret a porter sustituían a un casposo catolicismo que buscaba en la vuelta a lo retro la salida a un envejecimiento de su clientela y a una pérdida evidente de “sex appeal” entre los necesitados de terapias tranquilizadoras.

Las vías personales para combatir una negada infelicidad rechazaban por antiguo, ingenuo y “utópico”, con la más descarada ignorancia del significado de tal palabra, cualquier proyecto colectivo de emancipación humana y de búsqueda de superación de la fantasía de la jaula dorada de alquiler, pagadera a plazos cada final de mes.

La progresía de la época intelectualizaba la muerte de la clase obrera como realidad estructural y como clase para sí, escondiendo una visión parcelada de las luchas y reaccionaria en su aplanamiento de los proyectos de transformación social. Los “progres” gafapastas se mezclaban con los socialiberales en una supuesta confrontación teórica que ocultaba la indigencia intelectual y la falta de ideas de unos y otros. El oenegero antiglobalización podía hoy votar un partido de la “izquierda alternativa” y mañana a una “opción realista” de la izquierda. Al fin y al cabo, una y otra se nutrían básicamente de los mismos presupuestos de futuro: feminismo, altermundismo, ecologismo y otras reivindicaciones “transversales”, útiles para suavizar la realidad de una sociedad dividida en clases.

Pero bajo esta visión puramente ideológica de la realidad, reflejo mixtificado, “falsa conciencia” del mundo, se ocultaban unas condiciones sociales de producción y unas relaciones de clase que resultaban mucho menos superestructurales y culturalistas.

Casi nadie denunciaba por aquel entonces la mentira de las cifras del progreso social y de los índices de desarrollo humano de las sociedades “económicamente avanzadas”. Era mucho más fácil echar fuera, al tercer mundo, las cifras de la pobreza y de la desigualdad social. Hablar del cuarto mundo era cosa de curas rojos y de ONGs católicas y se ligaba más a cuestiones de fracaso personal en el itinerario vital, de infraclases, de familias desestructuradas, de falta de inversión social y, en general de origen secundario del injusto reparto de la riqueza, que de sus razones auténticas: las relaciones sociales de producción.

Los mejores años del despegue económico y la orgía de consumo de los años 90 y buena parte del primer decenio del segundo milenio no redujeron las cifras de paro por debajo del 8%, la misma cifra que en USA enciende las alarmas de un desempleo inaceptable para su economía. El 58% de la población asalariada española era mileurista en 2007 y para un importante segmento de los mismos los 1.000 € eran una utopía lejana. Cerca de 10 millones de personas, según cifras de Cáritas, vivían por debajo del umbral de la pobreza antes del inicio de la crisis económica en el Estado español. El trabajo basura, que hizo florecer a las ETTs como setas en primavera, era la norma y la excepción los contratos indefinidos, que los ingenuos desinformados seguían llamando fijos y que en realidad significaban que no estaba definido el momento en el que se produciría el despido. El importe medio de las pensiones de 8.273.940 de ancianos en 2007 era de 673,69 €, siendo los que superaban dicha cuantía una cifra reducida y los que se encontraban por debajo de la misma una cuantía no desdeñable. Cientos de miles de ancianos y personas excluidas socialmente (inmigrantes, discapacitados, personas que viven solos y carentes de recursos,...) habitaban infraviviendas de chabolismo vertical con riesgos de derrumbe. Según datos del mismo año sólo el 38% de los jóvenes entre 25 y 34 años disponían de estudios superiores, que incluyen tanto los universitarios como de formación profesional superior, y de ellos sólo una cifra minoritaria inferior al 20% de ese 38% provenía de las clases subalternas (clase obrera). La “inocente” y aparentemente inconsciente imbricación entre “ser joven” y “ser universitario” demostraba no ser otra cosa que un constructo ideológico, destinado a falsear la realidad social bajo la apariencia de una superficie plana en la que no existen las cases sociales . En 2007 el 55,4% de los españoles no disfrutaban de vacaciones fuera de su residencia y, de ellos, el 46,8% confesaba no hacerlo por motivos económicos, aunque el significativo porcentaje de otras respuestas indeterminadas sugieren que la razón económica fácilmente podría llegar a alcanzar el 60%. De quienes disfrutaban de vacaciones fuera de su residencia el 81% lo hacía dentro del país y sólo el 16,4% hacía algún viaje al extranjero por motivos turísticos. Para la gran mayoría de la gente hacer turismo seguía consistiendo en ir al pueblo a pasar una semana en casa de sus familiares rurales o en dar un paseo por el parque de su ciudad. El relato de los émulos de Phileas Fogg de clase media, en su papel de correcaminos disfrazados de Capitán Tapioca, difundido masivamente por la industria turística, los medios de comunicación y las cifras oficiales de un Estado del Bienestar de que el que no viaja al extranjero es porque no quiere puede que se tambalee un tanto; salvo que no se tengan cargas familiares, una hipoteca, un sueldo de submileurista y/o se sea un joven que puede quedarse todo lo que gana para sus gastos (coche, cachivaches tecnológicos, ocio, viajes,...) porque de su manutención se encargan sus padres.

Y esto sucedía cuando las cosas parecían ir viento en popa, antes del inicio del período de la crisis. Pero de aquellas cuestiones nadie quería ni quiere saber, ni sus propias víctimas, porque la clase obrera no tiene quien la escriba y la dureza de sus vidas es la única experiencia vital que conoce.

La literatura, el cine, el arte, los medios de comunicación, los sociólogos de cabecera del poder, las marcas,...sólo nos hablado durante demasiado tiempo de esas clases medias enamoradas de su propia vaciedad ignorando que, en gran medida, esas mismas clases eran ídolillos con píes de barro que habían edificado su bienestar no en la posesión de medios de producción o de rentas familiares acomodadas sino en vidas a crédito diferido. Hasta que llegó la crisis.

Y mientras tanto, las clases trabajadoras de rentas bajas no existían ni para la historia oficial, ni para las estadísticas del éxito, ni para sus relatores oficiales. Productivos para el sistema pero mucho menos para su lubricante, el consumo, sus vidas, realidades y duras supervivencias materiales carecían del glamour necesario para ser un modelo aspiracional reproducible por los mass media y los aparatos ideológicos del capitalismo.

Y por otro lado, si el llamado Estado del Bienestar, a cuyo entierro estamos asistiendo, era un medio tan perfecto de reequilibrio de las desigualdades sociales, redistribución de la riqueza e igualdad de oportunidades ¿qué hacer entonces con todos esos tozudos datos empeñados en aguarle la fiesta a esa bucólica visión del progreso y el bienestar para todos?


“ES LA GUERRA, MÁS MADERA”
La segunda oleada de la crisis capitalista vuelve a reproducir de nuevo el ciclo de crisis financiera mundial, consecuencias devastadoras sobre las economías reales de las empresas y los hogares, salvataje de bancos y financieras, tsunamis en las bolsas, rebrotes del desempleo,...

Pero ahora la segunda parte del partido se juega con las energías de los participantes mucho más exhaustas. Las islas incontaminadas por la crisis (BRIC y otros países emergentes) empiezan a ser ya alcanzadas por la metástasis de una crisis financiera del capitalismo que ya ha parasitado e invadido a todo el sistema. Los Estados que, mediante la máquina de hacer dinero, habían prolongado la vida del sistema financiero -auténtico sistema de refrigeración, corazón y a la vez cáncer de toda la estructura económica- se endeudaron hasta límites que pusieron en riesgo su solvencia y que abrieron una cascada de quiebras fiscales imparables, que se van extendiendo de unas a otras y a cuyos rescates y préstamos acuden, ávidos de realización de beneficios, los usureros que antes habían sido salvados por los gobiernos.

El problema que impide la cuadratura del círculo es que ahora la crisis que rebotó desde el capital financiero hacia la economía real, vuelve a hacerlo pero en modo ascendente, desde ésta hacia el primero. Y es que las empresas y las familias carecen de crédito, que fue a parar a los Estados, deudores mucho más suculentos para la banca, lo que impide el consumo e incrementa el paro, ralentizando con todo ello la actividad económica. Y los Estados aquejados de mayor riesgo de insolvencia están agotando su capacidad de estímulo a la economía productiva y a las familias, estrategia keynesiana que sólo algunos han aplicado, muy moderadamente, pero que se muestra tan ineficaz como la liberal imperfecta de ayuda al capital financiero porque la recuperación, cada vez más improbable, de esta crisis sólo puede ser global ya que es sistémica y afecta, en creciente medida, a toda la economía mundial.

Desde la estrategia especuladora de la fracción capitalista dominante, la que domina el capital financiero, tampoco parece posible una salida a la crisis, fuera de algunas anecdóticas peticiones de multimillonarios franceses y de algún otro país de que se les aplique un gravamen especial sobre sus fortunas.

Esa posibilidad no existe porque no hay un plan global del capitalismo para salir de su crisis. No lo tienen los más poderosos plutócratas mundiales y lo ignoran sus economistas de cabecera. Tampoco los bancos centrales, los ministros de economía de los gobiernos estatales, ni las alianzas de tipo regional (OCDE, UE, ALADI, MERCOSUR, ASEAN,...), del mismo modo que le sucede a los expertos del FMI. Se parchea sobre la marcha y se opta por recetas que mañana serán sustituidas por otras en una táctica de palos de ciego a una piñata en movimiento. No se trata, al contrario de lo que sostiene el movimiento “indignado”, de una cuestión de voluntad. El capitalismo no tiene vocación de samurai entusiasta del harakiri. Si no aplica una solución global que permita la recuperación de la tasa de ganancia de las grandes corporaciones mundiales es porque carece de ella. Tres hechos resultan sintomáticos en este sentido.

· Algunas de las mayores fortunas del mundo están perdiendo dinero en grandes cantidades con la crisis. Warren Buffet, Carlos Slim, Larry Ellison, Lakshmi Mittal, Eike Batista, Steve Ballmer, Sheldon Adelson y un largo etcétera de archimillonarios provenientes tanto de sectores inversores múltiples, como de las tecnologías de la información, la energía o el comercio, entre otros, están recibiendo un severo varapalo desde 2008 en sus fortunas, varapalo que ha sido especialmente notable en 2011. La recesión está afectando también a los negocios de los más ricos del mundo porque la constante caída de las bolsas hace perder valor a las acciones de las principales compañías en los que ellos participan.
· La práctica de los consejeros de entidades financieras y grandes corporaciones rescatadas por los gobiernos de autorremunerarse de un modo escandaloso justo antes de la intervención pública tiene algo de jugada a la desesperada, de “coge el dinero y corre” Incrementan sus fortunas personales pero lo hacen a costa de perder, en muchos casos, el control de empresas a las que han contribuido a arruinar. Y eso representa perder un poder real, el corporativo.
· Apenas se habla ya de las teorías de evolución en L, V o W de la crisis –más bien esté siendo en O por su tendencia a la espiral en la repetición de los acontecimientos económicos que agudizan la gravedad de la situación- y se pospone, cada vez con menor convicción, el inicio de la recuperación a fechas siempre móviles, ahora 2014. Eso sí, los argumentos de esa recuperación son tan científicos como el “razonamiento” de que “no hay mal que cien años dure”. El otro día, un “experto” económico español afirmó que “en los últimos 2000 años de Historia de la Humanidad siempre se había salido de las crisis más graves y en esta ocasión sucederá lo mismo” . Si siempre he dudado del estatus científico de la economía, ahora esa duda me ha sido radicalmente despejada.

El edificio capitalista ya no amenaza derrumbe. Su situación recuerda las imágenes de las Torres Gemelas cayendo el 11-S de 2001 en un lento pero continuado e inevitable proceso de implosión. Día a día, semana a semana, mes a mes, vemos el desplome del coloso que va hincando su rodilla en tierra ante nuestros propios ojos.

Lo que hoy es miedo y angustia social mañana será horror y pánico. Las cifras actuales de paro palidecerán ante las que producirá la absoluta sequía del flujo financiero. La actividad económica se reducirá mundialmente a niveles de supervivencia. Las voces que hoy llaman al proteccionismo arancelario y comercial de los países frente a las exportaciones de sus competidores amenazarán con paralizar el comercio mundial. La crisis del euro y del dólar acabará con su fuerza como monedas mundiales y arruinará aún más sus economías.

Aún no hemos visto las imágenes de banqueros y plutócratas arrojándose por las ventanas de los despachos de sus rascacielos como sucedió en la crisis del 29. Los suicidas son aún los trabajadores y la epidemia de France Telecom el paradigma más representativo de cómo va el contador en el combate entre explotadores y explotados. Los cortafuegos del sistema capitalista son más eficaces, a corto plazo, que los casi inexistentes en el siglo pasado en el crack de Wall Street pero, al contrario que entonces, no hay solución keynesiana para esta crisis y el sistema financiero se comporta como una combinación de gusano y virus que va derribando imparablemente todas las instancias de la economía mundial, replicando de unos países a otros en un efecto dominó devastador.

Los gobiernos de los Estados no pueden hacer otra cosa que tratar de ralentizar la velocidad del desastre porque, liberado el genio de la botella, tras la deslocalización de las transnacionales, la privatización en los años 80 de las sociedades de calificación de riesgos, la eliminación de controles en el comercio mundial, la proliferación de los paraísos fiscales, la desaparición de los sectores públicos que hiciesen de contrapeso contra la economía privada, ya no es posible obligarle a que vuelva a entrar en ella y ponerle el tapón.

Los Estados ya son sólo superestructuras políticas y administrativas vaciadas de poder real e incapaces de actuar frente al capitalismo de los“condottieri”, ni siquiera en coalición. Los sucesivos fracasos del G-20, los cuchillos largos dentro del FMI (caso Domenique Strauss-Khan), las fuertes divisiones en las sucesivas rondas de los líderes de la UE, muestran que las soluciones no llegan no por los caprichos de autoinmolación de los políticos como mediadores con credibilidad para sus pueblos sino porque no hay modo de embridar a un capitalismo mundial cuya locomotora se dirige, sin frenos, a hacia el desastre.

En el hipotético caso de que los Estados pudiesen superar sus divisiones nacionales, inevitables cuando el hundimiento impone el “sálvese quien pueda”, y presentar un proyecto global del que carecen, no encontrarían enfrente un bloque homogéneo al que oponerse o con el que dialogar.

El capitalismo financiero que hoy arruina al mundo es enormemente lábil, escurridizo y cambiante. Compra, trocea y vende empresas, cambia sus inversiones bursátiles en función de los valores que en cada momento se presentan como más atractivos, se esconde detrás de sociedades opacas, mueve su dinero a velocidades electrónicas de una punta a otra del mundo, compra voluntades, maneja formidables ejércitos de mercenarios (contratistas), capaces de desestabilizar gobiernos,...y, a la vez, combate entre sí en una guerra sin cuartel del todos contra todos.

Incluso si los Estados más poderosos del mundo alcanzaran algún tipo de acuerdo para sujetar a los mercados, la terapia a aplicar debiera ser tan radical, con el fin de derrotarlos e imponer la voluntad de la acción política sobre la economía, que su intervención exigiría acabar con el capitalismo. La situación es tan grave a nivel global y el capitalismo está tan desatado que ya no valen los paños calientes de una bienintencionada intervención pública welfarista. Ya hemos visto cómo el capitalismo de los globalistas se ha merendado sin dificultad al Estado del Bienestar. Y declarar fuera de la ley al capitalismo no creo que sea la voluntad de Estados asentados en legitimación de la “economía de mercado”, ¿verdad? No veo a Sarkozy, Obama, Merkel, Cameron o Berlusconi siguiendo la senda de Lenin, ni siquiera del nacionalista popular Hugo Chávez. Más bien me recuerdan a otro Marx, Groucho, corriendo de un lado para otro, con alguna frase extravagante colgada de los labios y tratando de transmitir la sensación de que están muy ocupados haciendo algo que ni ellos mismos saben en qué consiste.

ENTONCES, ¿QUÉ DEMONIOS HACER?
Si, como parece, estamos ante la madre de todas las crisis, los expertos gurús están más perdidos que un sordo en un tiroteo, los políticos no aciertan con medidas económicas eficaces ni por equivocación, nada indica que lo que hoy va mal no vaya a ir mañana mucho peor.

Es tan profundo el desastre económico y la gravedad presente y futura de sus consecuencias sociales para los sectores más débiles de la sociedad que cualquier proyecto de reacción colectiva que pretenda revertir la situación a un momento anterior a lo que ahora está sucediendo es absolutamente absurdo e irrealizable. Y muy probablemente también ingenuo o cínico o ambas cosas a la vez.

El capitalismo, señores, es esto. No hay un capitalismo bueno, el anterior, al que ha matado el malo, el actual. Para los conservadores que creen que “en el centro está la virtud de las cosas” puede que eso aún sea creíble pero lo cierto es que el capitalismo en sus etapas de desarrollo compite cada vez más salvajemente por los mercados y el beneficio y, en su interior, lleva la lógica de su destrucción. No es ésta una ley física e inmutable o una afirmación de fe. Sus escenarios de evolución pueden llevarle al derrumbe, a un avance entre crisis y períodos de prosperidad o a otras posibles salidas. Pero la tendencia actual parece abocada a un desastre total (económico, ecológico, alimentario, energético,...) del que sólo es posible salir desde la acción política.

Pero lo cierto es que las iniciativas políticas no están en manos de los Gobiernos ni de los Estados. La decisión que tendrían que afrontar para corregir la devastación que el sistema capitalista está creando les obligaría a tomar medidas que irían directamente contra el propio sistema económico porque ya no se trata de moderarle, ni de controlarle parcialmente, ya que está totalmente desatado. No es posible educar hoy a los capitalistas en los principios de un capitalismo responsable y humanitario. Han tenido más de 200 años para practicar algún aprendizaje en ese sentido y no han hecho otra cosa que poner la dinámica del modelo económico por encima de cualquier otra consideración moral y colectiva.

Sus bases utilitaristas y del egoísmo racional son el ardid ideológico de la lógica de acumulación del capital y la elevación constante de la tasa de ganancia como objetivos supremos. La realidad es más sencilla: el capitalismo no puede funcionar de otro modo. Es algo que va más allá de sus planteamientos. Cuando su proceso de realización del beneficio se quiebra o entra en crisis, el capitalismo empieza a venirse abajo y aparece de forma totalmente trasparente su rostro más feo –paro, pobreza, desigualdad creciente, encarecimiento de los precios, desestabilización económica,...-, que el resto del tiempo suele estar oculto a los ojos de la mayoría de la estructura social porque, en tiempos de bonanza, casi todos los sectores creen beneficiarse en cierto modo de la misma, aunque en muchos casos no suceda así en términos reales.

El Estado del Bienestar no es un tipo de capitalismo opuesto al liberalismo. Afirmar tal cosa es no comprender nada de lo que es realmente este sistema económico, su dinámica, procesos y evolución. El Welfare State no fue otra cosa que una etapa evolutiva y una respuesta necesaria del sistema cuando y donde las debilidades de la estructura económica provocaron crisis que exigieron la intervención del Estado para activar y dinamizar la economía. Inversión pública, reactivación del consumo, incentivación del empleo, eran partes de los elementos que componían la ecuación de la recuperación económica. Como etapa, el welfarismo ha sido superado y lo ha hecho en paralelo al modo en que las teorías económicas, las corrientes políticas y el peso de los Estados se han visto derribados. Todo forma parte de la misma estructura. La política y la economía van a la par.

La globalización fue la etapa necesaria para un despliegue completo de las fuerzas del capitalismo, liberadas de toda forma reguladora y de intervención pública. Ésta es, de momento, la última fase del capitalismo, una etapa que va más allá de las teorías de economía mixta público/privada y por supuesto de la economía clásica del liberalismo primitivo.

Por tanto, no es válido oponer una crítica al capitalismo que no conlleve siquiera unos rudimentos de alternativa radicalmente opuesta a dicho sistema.

Carece de sentido rechazar y condenar el espíritu de avaricia del capitalismo actual, como si el problema del capitalismo estuviera en la personalidad de los capitalistas y no en la naturaleza del sistema, y reclamar los “beneficios” que, mucho más para las clases medias que para los trabajadores y los sectores más débiles de la sociedad, ha aportado el modelo welfarista. En el interior del capitalismo avanzado de los Estados del Bienestar estaban los gérmenes que desarrollaron luego esa desregulación globalista de vuelta al liberalismo que algunos prefieren llamar neoliberalismo. Ya sabemos que lo que se matiza pierde una parte de su fuerza esencial.

Los primeros recortes al Estado Asistencial fueron efectuados bajo la argucia de hacerlo más “eficiente”, ese término tan propio de la cultura de “gestión” capitalista. Y ese discurso se sigue manteniendo aún hoy cuando apenas queda ya del Estado Providencia el nombre, incluso en países en los que tradicionalmente fue siempre raquítico. Sólo los liberales –neoliberales si prefieren ustedes un lenguaje más suave- y los teóricos de esta corriente económica de la época de Thatcher y Reagan hablaron claro.

Así pues, o se está contra el capitalismo como sistema general, no respecto a alguna de sus etapas particulares, o se está jugando a una hipocresía bastante deleznable.

Y cuando se está contra el capitalismo ha de apostarse claramente y sin maquillajes por un modelo de sociedad opuesto, antagónico, no simplemente reformista. Hoy ser reformista es algo tan absurdo como decir que “se está un poco contra la pena de muerte”. Se está claramente a favor o en contra de la pena de muerte o del capitalismo o se está por un parcheo ideológico de saldo y contemporizador. Ya no hay espacio para vueltas atrás a un “brillante porvenir” de bienestar y desarrollo social, que sólo lo fue para una parte en el pasado, con el Estado capitalista benefactor.

Y una apuesta contra el capitalismo exige una definición, siquiera básica del modelo de sociedad que se pretende. No basta con decir qué cosas del capitalismo no gustan y contra cuáles se está sin definir qué características fundamentales ha de tener la sociedad futura. El nombre de la cosa dice mucho de lo que se pretende que ésta sea. Cuando no lo tiene es sensato desconfiar de ciertos “anticapitalismos” de oportunidad: los surgidos justo cuando sus intereses como parte de la clase media se han visto amenazados.

No digo en absoluto que éste sea el caso –me resulta muy respetable la trayectoria política de Carlos Taibo- pero declarar, en relación al movimiento “indignado” que le gustaría que se convirtiese en “una instancia de asamblea y autogestión que plante cara con radicalidad al capitalismo desde la lucha antipatriarcal, el antiproductivismo y la solidaridad internacionalista” (1) es un modo lamentable de agarrársela con papel de fumar y de marear la perdiz para no decir qué tipo de sociedad se quiere. Lo opuesto al capitalismo es el SOCIALISMO y si la palabra se evita -salvo desde fuera por parte de algunos tenaces izquierdistas empeñados en ver revolución donde sólo hay protesta por lo perdido pero no exigencia de algo radicalmente diferente- es porque se sabe que la fracción dominante de ese movimiento es la pequeñoburguesa clase media y se prefiere nadar en la indefinición antes que romper una unidad que sólo impide el enfrentamiento abierto con el capitalismo y la propuesta de una sociedad socialista como salida a la barbarie. Las palabras no son sólo palabras. Definen el horizonte por el que se lucha.

La naturaleza y la dirección de un movimiento tiene mucho que ver con sus postulados políticos y programáticos y con los sectores sociales dominantes en él y si lo que se opone frente a las consecuencias antisociales del capitalismo en crisis es democracia, “real”, figurada o pluscuamperfecta, y afirmación del yo (individuo) dentro del movimiento, está clara cuál es la naturaleza de clase de ese movimiento y su proyecto de sociedad.

La pequeña burguesía y las clases medias tienen uncido su destino al capitalismo. No puede ser de otro modo. Sólo él, en sus períodos de crecimiento y desarrollo, les ofrece su supervivencia como clase, aunque atente contra ellas en las etapas económicas más contractivas, que tienden a dualizar las clases sociales, simplificando el enfrentamiento de intereses. La pequeña y mediana burguesía y las clases medias aspiran al bienestar material de consumo que el capitalismo les ofrece y, cuando deja de ofrecérselo, se lo reclaman pero sin ejercer la crítica de base del sistema que les ha repartido algunas de sus migajas y les ha permitido escapar a la condición proletaria. Éste es el gran fantasma de las clases medias: proletarizarse. El 15-M y el protagonismo universitario dentro de él no se entienden sin el hecho de que el Estado español sea el único de la OCDE en el que el título de estudios superiores se devalúa desde hace años como ventaja competitiva en el mercado laboral (2). De hecho, es llamativo y reconocido por los propios integrantes de los “indignados” su escasa conexión con la clase trabajadora y con sus organizaciones, más allá de lo que el minoritario “sindicalismo alternativo” les aporta.

Las clases medias nunca han hecho una revolución social. Puede que algunos de sus miembros intelectuales y políticos lo lideren pero no son la base social que “asalta los cielos” (3); lo suyo históricamente son las revoluciones políticas y “democráticas”.

Sí han tenido la virtud de tomar la iniciativa en las movilizaciones nacidas al socaire de la crisis capitalista y de convertirse en interlocutores mediáticamente mimados de los poderes políticos y, muy secundariamente económicos, si descontamos los apoyos y las simpatías declaradas de algunos de los multimillonarios más famosos del mundo. A buen seguro que como revolución socialista no los hubieran tenido, mucho menos públicamente.

Pero su recorrido no está llegando más allá de una crítica a los excesos del capitalismo, que nace más de la pérdida de status social, como consecuencia de la crisis, del sector dominante en el movimiento, que de una toma de conciencia de lo que este sistema representa; salvo que se trate de una conversión tan notable como la de Pablo de Tarso, que de perseguidor de una fe pasó a seguidor de la misma.

Cuando la crisis capitalista se agudice será el momento para ver si la respuesta sigue siendo la emocionada autoafirmación en la masa de quienes no quieren otro sistema económico, sino el mismo mejorado, o la agitación social que empuje el derribo del edificio para construir una sociedad radicalmente diferente y socialista por parte de sus principales víctimas.

Pero analizar porqué los trabajadores no han despertado hasta ahora es tarea de otro momento.




NOTAS:
(1) http://www.kaosenlared.net/noticia/entrevista-carlos-taibo-sobre-15-m-sesenta-preguntas
(2) http://www.elpais.com/articulo/sociedad/titulo/universitario/devalua/elpepusoc/20070919elpepisoc_1/Tes
(3) http://tomarelcieloporasalto.wordpress.com/2007/09/04/tomar-el-cielo-por-asalto/

15 de octubre de 2011

15-O. CERRANDO EL CÍRCULO DESDE DENTRO

Por Marat

Tan sólo cinco meses después de iniciarse la spanishrevolution llega el 15 O, convertido ahora en globalrevolution, casi un mes después de que se repitiera la acampada de Sol, ahora en Wall Street.

Lo que alguno de sus profetas llama el “ágora mundial”, en evidente persistencia sobre el concepto de “revolución ciudadana” que destierra la categoría de clase, la lucha de clases y la revolución social desde la clase, es ya el Santo Grial Indignado.

Quizá uno de los acontecimientos de mayor difusión en los medios de comunicación en este inicio del otoño sea el Occupy Wall Street, un acontecimiento que se inscribe en las leyes de la física y que viene a coincidir en un punto con la teoría de los vasos comunicantes, según la cuál cuando un fluido baja en uno de los recipientes sube en el otro. De un modo más concreto, cuando el 15-M español declinaba en su fase de disolución aparecieron los “indignados” neoyorkinos para coger su relevo. ¿Son accidentales los relevos en el interés mediático del capital? ¿Y si no lo fueran a qué habría de obedecer que los hechos se sucedieran concatenadamente en el tiempo, evitando que la llama olímpica se apagara y que la cámara dejara de filmar la performance?
¿Se han preguntado ustedes porqué, en cambio, los medios de comunicación no hablan de la revolución naxalita en el segundo país más poblado del mundo, una revolución que controla el 40% del territorio de la India? ¿Hablaron mucho en su día esos mismos medios de la revolución comunista triunfante en Nepal? ¿Cuántos de ustedes conocían los hechos de los que les estoy hablando? ¿Se han preguntado ustedes porqué las movilizaciones sindicales en Italia, Portugal, el Reino Unido, las huelgas revolucionarias en Grecia o las populares en defensa de la sanidad pública o la enseñanza y llevadas a cabo por sindicatos y organizaciones de larga trayectoria en defensa de lo público son ignoradas por los medios de comunicación o cubiertas bajo el manto “indignado” sin que este movimiento haga nada para no apropiarse en exclusiva de banderas que otros agitan? ¿Se han preguntado porqué si esto es la “spanishrevolution” (rindiendo pleitesía al Imperio en su idioma) son tan pocos los “héroes” realmente reprimidos, al margen de algunas cargas, palos, multas y libertad provisional? El capital y su poder político vicario saben qué hacer con quienes realmente atentan contra su hegemonía y como reprimirles a sangre y fuego y no con cuatro azotes de los que salen corriendo como galgos los “cruzados de la indignación”.
Estos otros puede que le sirvan de estrategia diversiva, de reorientación de la rabia social hacia destinos cerrados y sin riesgo sistémico, sobre todo cuando no apunta ni alternativa, ni ataques a la base profunda en la que se asienta la opresión de unas clases sobre otras, ni otras demandas que la vuelta al estatus de los felices tiempos de prosperidad. He ahí toda la radicalidad de la protesta.

Pero no quiero desviarme de la primera línea que acabo de abrir al referirme a la transmigración del 15-M en el 15-O y de la Puerta de Sol en la “Plaza de la Libertad” (Plaza Zucotti).

Si alguna conclusión cabe extraer del paso de la “espontánea revolución ciudadana” de los Occupy Wall Street es la mimética reproducción en todos sus componentes –lenguaje, formas, conceptos, objetivos e ideología- del 15-M: campamentos, tiendas, secta Zeitgheist (1), asambleas, comisiones, cartelería en negro y amarillo (el cromatismo de los anarcocapitalistas), apelación a la “democracia” curalotodo como remedio contra las consecuencias sociales de la crisis capitalista, discurso errático lleno de eslóganes pretenciosos, interclasismo con apoyo de brokers incluido, caretas del reaccionario Guy Fawkes (2), uso y abuso de la propaganda del vídeo de tono alarmista destinado a la creación de un sentimiento colectivo de pánico (3),....Cuando se apela antes a la emoción que a la razón es que hay intención de bloquear el pensamiento y de pastorear borreguilmente a personas con escasa o nula cultura política y capacidad de análisis.

Ésta es la pretendida “espontaneidad” de la Internacional Mundial de Franquicias Indignada que hoy hace su presentación en sociedad en más de 800 ciudades del mundo: el #globalchange (¡cuánta almohadilla inventada en el ciberespacio para atemperar otros ruidos y otras voces más radicales que han de venir!). Es esclarecedor que lo que comenzó siendo “aquí” una reivindicación frente a los “excesos” de los mercados nos hable con lenguaje de “allí” de lo “global”, expresión de la cultura del marketing y la globalización y del “change” (cambio) pues sus promotores no pretenden en absoluto llegar a ninguna “revolution”. Y si alguno aún lo duda que revise porqué el poder lo tolera, fomenta, publicita, comunica, convoca y patrocina desde sus orígenes.

Cuando la carga de las protestas se detiene en la codicia de los plutócratas y en la “incompetencia” de los gobernantes lo que aflora a la superficie es su crítica a un sistema que no funciona tan bien como quisieran sus promotores y que si lo hiciera continuarían gozosamente dedicados a sus privadas actividades del pasado.

El mar de fondo no es otro que el sentimiento de estafa de unas clases medias a las que les fue prometido una utopía sin fin de consumo feliz y bienestar creciente. Y ahora encuentran, primero sus hijos y, por solidaria ternura progenitora, sus padres, la razón para decir “no es eso, no es eso”. El #globalchange mira con indignada melancolía a un mundo que pudo ser y no fue, añora un Welfare que ya no volverá pero al que exige que cumpla su pacto y se irrita, como niño chico, ante su incumplimiento. No es el esclavo Espartaco el que acude a la llamada del grito prometéico de liberación de los oprimidos. La clase no existe, sólo la ciudadanía. Lo colectivo sólo lo es en la medida en la que ensalza al individuo –la “persona”- como si ésta no naciera determinada por unas condiciones sociales de producción y de relación entre las clases sociales.

Frente a la locura de un capitalismo mundial que se despeña hacia el abismo, buscando su propia supervivencia se exige “democracia” a palo seco o “real”, como si hubiera habido democracia antes de la crisis o como si ésta pudiera saciar el hambre creciente de un proletariado –sí, proletariado, no por tener prole sino por convertirse en los que ya no pueden ofrecer más que su propio miedo para aceptar cualquier tipo de atropello- creciente que puebla las ciudades del mundo. ¿Acaso hubo democracia cuando en 1973 el gobierno de la Unidad Popular Chilena fue aplastado por los tanques? ¿Acaso era más democrática la Constitución española antes de la reforma de su artículo 135 y el modo en que aquella se impuso en un país amnésico y aplastado por el miedo y la represión? ¿Acaso la Ley de Partidos que condenó a una parte de la población vasca a no ser representada les preocupó a los “indignados” españoles? ¿Acaso ha existido alguna vez democracia en las relaciones contractuales empresario-trabajador? ¿Es posible ser libre de elegir en un mercado laboral en el que quien ofrece su fuerza de trabajo sólo puede aceptar o rechazar una oferta de empleo pero no condicionar el modo en que ésta se establece? ¿Acaso era más democrático el capitalismo con el Tratado de Libre Comercio Internacional (TILC), pero sin crisis sistémica declarada, o con el embargo a Cuba por esos tiempos? ¿Acaso era más democrática la sociedad USA antes de la explosión de las burbuja Enron y las de las financieras que luego le siguieron? ¿Acaso durante el capitalismo de los 60, 70, 80. 90, 2000 y antes no existía una incompatibilidad básica, real, cotidiana y multidimensional entre capitalismo y “democracia”?

Señores de la Franquicia Mundial Indignada, señores de las revoluciones primero naranjas y luego árabes, en las que ahora reprimen a las clases populares, amigos de los bombarderos sobre Libia: lo que está en peligro con esta crisis sistémica del capitalismo no es aún la democracia (que sólo ha sido hasta el día de hoy política, y con sus cortapisas). Lo que ha sido ya destruido hasta sus cimientos son los principios de igualdad de oportunidades y de justicia social. Los términos de solidaridad y de fraternidad están demasiado prostituidos desde hace demasiado tiempo por la “tolerancia”, la caridad institucionalizada y la lástima del superior jerárquico social para ser reivindicados hoy. Pero las ideas de justicia social e igualdad sólo tienen su pleno sentido en el SOCIALISMO, concepto y horizonte que tanto odian ustedes, líderes (que los hay en su movimiento y muy visibles, por mucho que ustedes lo nieguen) de la transnacional (multinacional) indignada, educados en las caras universidades privadas que enseñan los valores meritocráticos del “emprendedor”.

Su crítica al capitalismo no pasa de serlo al capitalismo malo, presuponiendo que hay uno bueno. Pero incluso si no fuera ese su pensamiento, su crítica al capitalismo no propone ni cómo romper con él (destruirlo) ni qué ha de sustituirlo. El motivo de ello no es que desconozcan cómo afrontar la necesidad de un proceso de toma de conciencia de los trabajadores (apenas presentes en su movimiento), ni el modo de aplicar la teoría de la acumulación de fuerzas, ni siquiera en cómo agudizar las contradicciones del capitalismo o cuál sea la mejor alternativa posible a la deshumanización trituradora de este sistema de dominación económico. Ese es un lenguaje irritante y viejo para ustedes porque es opuesto a sus intereses de clases medias. Ustedes son “lo nuevo”. Efectivamente muy “nuevo” resulta eso de que frente a la crisis agónica del capitalismo ustedes pretendan revivir las revoluciones democrático-burguesas europeas de 1848, con algún obrero parado (no doctorado Bussines School) y pobrete de comparsa para no hacer tan burdo el experimento.

La razón por la que la crítica “indignada” circunvala al capitalismo desde dentro pero no busca derribarlo sino “humanizarlo” y “democratizarlo”, como si fuera posible convertir a Al Bundi en un filántropo, es sencilla: los protagonistas del semestre del 15 no pertenecen a la clase obrera sino a las clases medias. Y sabido es que éstas, históricamente, han unido sus destinos a este sistema económico, sin el cuál no imaginan un destino social mejor ni una identidad individual y de grupo alternativa a lo que son.

La presencia de sindicatos dentro de la franquicia social indignada no niega, en absoluto lo anterior.

En el caso USA, la AFL-CIO no es precisamente un sindicato que se destaque por su carácter anticapitalista. Ha sido un sindicato contemporizador con los gobiernos intervencionistas “demócratas” en América Latina (Guatemala, Guayana, Chile, Panamá, Granada, Venezuela) y Asia durante gran parte del siglo XX como también apoyó las guerras imperialistas de Afganistán, Yugoslavia e Irak (4). Por su parte, la IWW no ha superado las consecuencias de su escisión en los inicios del siglo XX en la que decidió mantener su pureza sindical ajena a un proyecto de partido revolucionario.

Respecto al sindicalismo español pro 15-M, 15-O y todos los meses del calendario, incluida la emblemática fecha que el sindicalismo mayoritario convirtió en ceniza –el 29-S-, lleva meses empantanado en el avance “hacia” una Huelga General a la que no sólo no pone fecha sino que ni siquiera la aproxima porque no cree en ella. Y ello no sólo porque no vea posibilidades de “salvar los muebles” en su realización (el éxito está descartado) sino porque no conecta con una clase trabajadora con la que tampoco lo hace la izquierda.

Es cierto que hay una izquierda “indignada” pero esa izquierda o bien es izquierda sistémica (5), cuyo fin se agota en su supervivencia electoral y su recorrido ideológico se cierra sobre un Keynes muerto a manos de la última pirueta del capitalismo global, o bien intenta heredar a aquella que dejó de ser comunista para deslizarse a un postsocialismo que camina en una dirección tan desnortada como la de los partidos de la Segunda Internacional.

Cualquiera de esas izquierdas forman parte del discurso indignado que sostienen personajes como Stephane Hessel, un atlantista (proOTAN) anticomunista, o un José Luis Sampedro, economista del que pocos conocen sus compromisos con las primeras escuelas de negocio creadas en España y que se inviste de un buenismo santurrón, mitad “socialismo cristiano”, mitad adaptación al discurso 15-M/DRY (6).

En la izquierda alternativa “indignada” la reciente entrada en escena de Toni Negri y Michael Hard no es casual. En realidad, todo el discurso #globalrevolution o #globalchange es muy coherente con esa visión abstracta, inmaterial, mitopoética y ajena a un sujeto revolucionario enclavado en la clase. Para los autores de “Imperio” y de “Multitud”, la masa anónima, la multitud anónima, es el sujeto de su proyecto de transformación. Parecen importar muy poco los elementos estructurales en los que se integran cada uno de los miembros de esas multitudes anónimas, “lo diverso global”, “el conjunto de singularidades” (¡qué rancio olor a individualismo pequeñoburgués!), para los que su proyecto es la “democracia”, en el que ningún sector de la población queda fuera de la multitud- ¡Vaya por dios, acabaré encamado con los chicos de la JMJ! (Jornada Mundial de la Juventud de los Papistas en Madrid en el mes de Agosto), como defendía buena parte del 15-M. ¿Necesitan ustedes más aclaración” a este proyecto postsituacionista en camino hacia la nada o, lo que es peor, hacia una derrota de los desposeídos de clase conducidos por el flautista de Hamelín? Sugiero la lectura de un breve texto que les hará comprender de qué modo la pseudoizquierda ya escribía en 2005 sobre conceptos experimentados y difundidos en 2011 (7). ¿Casualidad? Yo creo que los Reyes Magos son los padres y...en ocasiones el cartero.

Sea cuál sea el impacto numérico de los asistentes hoy sábado al 15-O (seguramente mucho menor en cada país de lo que la suma a escala mundial pretenderá extrapolar) no pasará del axioma “somos muchos, estamos haciendo algo”. Pero, ¿el qué? ¿para qué?, ¿qué cambiará realmente dentro del sistema capitalista, fuera del hecho, positivo, eso sí, de que, la dimensión planetaria de las crisis sistémica del capitalismo necesita la internacionalización de las respuestas?

En realidad el 15-O no es el inicio de nada que pueda llamarse revolución sino el cierre del círculo (tan redondo como la inicial O) desde dentro. Al mundial sólo puede sucederle, en el mejor de los casos, el mundialito. Cuando la teoría y la práctica “revolucionarias” no están dispuestas a ir más allá de lo que sus líderes (que los tienen) y sus individualistas activistas de clase media pretenden, el viaje de la locomotora no puede continuar porque le faltan energía motriz, raíles y estación de destino.

La creencia de que algo hay que hacer ciega la capacidad crítica y conduce al más burdo oportunismo a esos autoproclamados militantes de izquierda ´-básicamente sistémica o ansiosos por entrar al supermercado electoral, aunque negándolo: baste mirar con qué ansias se lanzan a recoger avales para presentarse a las elecciones generales del 20-N en el Estado español- de apoyar un movimiento con el que algunos de ellos se muestran críticos pero consideran útil. Y esta consideración les basta para disculpar la génesis del mismo, su orientación ideológica, el límite de sus contenidos reivindicativos, el horizonte político en el que se inserta (la demanda de vuelta a los buenos tiempos del Welfarismo), la hegemonía del bloque social de clase que impulsa el proyecto e incluso su condición de condón contra la aparición de otros tipos de proyectos orientados desde la clase trabajadora en sí y en clave de clase para sí.

En este estado de cosas, qué hacer cuando las únicas iniciativas parecen ser las que nacen del movimiento mundial indignado y la situación de próximo colapso del capitalismo mundial que puede aplastar a las clases trabajadoras del mundo.

En primer lugar, negar el hecho de que las únicas movilizaciones estén surgiendo desde los indignados: Grecia, Portugal, Italia, el Reino Unido,... muestran que las organizaciones de trabajadores también se movilizan y, en la gran mayoría de los casos lo hacen autónomamente, desde posiciones de clase y desde la izquierda, incluso también desde la sistémica, aunque no sólo, como lo demuestra el caso griego, donde los indignados hace meses que fueron desenmascarados en su intento de desmovilizar a la propia izquierda combativa y rupturista con el capitalismo.

En segundo lugar, aceptar el hecho de que la aceleración histórica en el proceso de descomposición del capitalismo va a ir, en cualquier caso, muy por delante de la capacidad de una respuesta realmente revolucionaria y anticapitalista, que el proyecto socialista o comunista está por reconstruir porque no existe y que la travesía del desierto será dura y terriblemente dolorosa, sea con o sin indignados que van en otra dirección, con o sin la izquierda sistémica que sólo quiere mitigar los efectos más perversos de la crisis. Baste comprobar sus programas políticos.

En tercer lugar, iniciar la puesta en pie de la reconstrucción del partido de la clase trabajadora, del Partido Comunista (no de ninguna versión de los herederos del eurocomunismo). Ello implica la vuelta a las fuentes del marxismo revolucionario, la reconstrucción de un discurso propio, la difusión de ese discurso entre las clases trabajadoras, la elaboración y socialización de escenarios ideales que hagan deseable el socialismo a nuestra clase, superando los graves errores que llevaron a la descomposición de las sociedades que se reclamaban tal pero que, a pesar de su función histórica de freno a la hegemonía total del capitalismo, cayeron, entre otras cosas porque no se instalaron en los corazones y en las mentes de sus destinatarios. Y todo ello, inevitable y necesariamente, desde la reconstrucción de la organización política, del trabajo de masas organizado, de la dirección política de los proyectos bajo un programa máximo al que el programa mínimo y la práctica política no traicionen.

Sólo desde planteamientos que contemplen estas tareas será posible enfilar el segundo decenio del siglo XXI con alguna posibilidad de sembrar las bases de una revolución socialista mundial, que rompa con la dictadura capitalista sin recurrir al eufemismo de frases huecas tipo “salgamos corriendo del capitalismo”, a la que algún irónico graffitero hubiera podido completar con la expresión “pero sin romper nada”, a tenor del beato y reaccionario pacifismo noviolento impuesto desde esa conjunción de las sectas de diseño New Age y el turismo antiglobalización sufragado por los propios globalistas (8)

De lo contrario, temo que asistiremos a algo parecido a lo que proclaman los versos de Antonio Machado:
“El vano ayer engendrará un mañana vacío y ¡por ventura! pasajero”






NOTAS:
(1) http://grantjkidney.com/the-zeitgeist-movement-plans-to-occupy-washington-d-c/
(2) http://www.youtube.com/watch?v=l6jdkpQjueo&feature=related Escuchemos también en el siguiente vídeo, a partir del minuto 1:09 a uno de los líderes de la secta Zeitgheist anunciar su posible advenimiento social : http://www.youtube.com/watch?v=vOWv1dmlYrk&feature=related
(3) http://www.youtube.com/watch?v=-r5XHt74OuA&feature=player_embedded
(4) http://www.visionesalternativas.com/index.php?option=com_deeppockets&task=contShow&id=60838
(5) http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com/2011/01/la-corporacion-y-la-izquierda-espanola.html
(6) http://www.youtube.com/watch?v=eIZrcC3IYyU Llamativo su lenguaje, sus categorías conceptuales y el modo en el que adapta su discurso a lo que venden los promotores de DRY: demagógica adulación al movimiento indignado y negación a sacar las últimas consecuencias sobre el capitalismo y su necesidad de derribarlo. En su boca, la expresión “sistema” se convierte en un genérico indefinido. Convendría compararlo con algunos de los que sostenía antes de entrar en la órbita de los ATTAC. Una crítica que parece morder pero lo hace al aire.
(7) http://www.inisoc.org/i77multi.htm
(8) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=116109

30 de septiembre de 2011

EL DULCE PÁJARO DE LA LIBERTAD

Ernesto González. Kaosenlared.net

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Conste que no soy castrista, pero considero a Cuba, con todos sus enormes defectos y carencias, uno de los pocos territorios en los que aún es posible encontrar un rastro de la justicia social en la que creo. Lejana, muy lejana aún al comunismo pero en una línea que no es divergente con ese camino, siempre que los proyectos de modernización y rectificación de Raúl no le conviertan en otro Deng Xiaoping en camino a un capitalismo de aromas chinos. Este artículo es una inteligentísima crítica, en mi opinión, de un cubano que vive en Chicago pero que sigue estando con la Revolución. Hay en su artículo una visión, de fondo, muy acertada de cómo el capitalismo, ante su bancarrota, trata de reinventarse a través de la reintroducción de las "revoluciones burguesas" de 1848 para evitar nuevos estallidos de revoluciones proletarias, tanto en el centro como en su periferia. Se les olvida que, cuando los trabajadores son desposeídos de sus derechos, y aherrojados por el yugo de la pobreza, las palabras democracia y libertad se convierten en un sarcasmo que, más temprano que tarde, acabarán sembrando las calles de rabia roja. Como decía el moro (Marx), "la historia se repite siempre dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa". En fin que, como siempre, me enrollo. Lean y disfruten el bello texto de Ernesto González: http://www.kaosenlared.net/noticia/el-dulce-pajaro-de-la-libertad








De estas mujeres que protestan en La Habana, antes por sus maridos y familiares presos, ahora por una libertad que no estoy seguro de que exista, prefiero pensar que se han llenado de ignorancia, porque no puedo creer (no completamente) que el móvil sea solo dinero. La ignorancia no permite ver la realidad total sino el segmento donde el Yo reina, reinado pequeño e insignificante que la realidad, tarde o temprano, se encarga de desmontar a través del dolor.

El respeto que siento por la femineidad, por lo que esa parte de la naturaleza humana significa y realiza en este planeta tan jodido, me lleva a pensar que más que (o además de) cobradoras de un amo, a estas damas se les ha hecho imposible saber cómo van las cosas en el mundo, y preguntarse qué es (REALMENTE) la libertad.

Quienes conocen de eso señalan que de lo único que podemos librarnos es del condicionamiento, que los seres verdaderamente libres tienen la inocencia de los niños pero la conciencia de lo vivido. ¿Sabrán ellas que ya están esclavizada$$?

Si es capitalismo lo que buscan, no han acertado a comprender que no va a ser el de Suecia, el de Francia ni el de Noruega el que llegaría a Cuba. Les sugeriría mirar hacia la reciente matanza de Monterrey, hacia la violencia EXTREMA que hay en otras islas del Caribe.

Supongamos lo imposible. Que llegan las LIBERTADE$$. Que la disidencia-fragmento-tópica (ya típica) pueda expresarse en las urnas, ¿qué propuesta llevarían? Repetirán los mismos tópicos que oímos aquí, se atacarán furiosamente por el poder, prometerán primero lo que lo$ interese$ creado$ no permitirán cumplir después, organizarán el mismo espectáculo que vemos cada cuatro años, en los Estados Hundidos, jurando cambios, mejoras, trabajos, LIBERTAD DE EXPRESIÓN, de movimiento, mercado (mucho), DERECHOS.

¿Qué quieren decir esas frases, en realidad, o sea, en la REALIDAD MUNDANA, COTIDIANA, SIMPLE del ciudadano común, qué quiere decir tener derechos? ¿Que el banco se quede con la casa que han pagado durante quince o veinte años? ¿Que de un día para otro tengan que irse a vivir bajo un puente? ¿Qué le pregunten si tienen UN SEGUNDO SEGURO médico para los co-pagos y otros drenajes que nunca terminan? ¿Que la televisión les programe los calmantes, los energizantes y los neutralizantes? ¿Que un gurú les diga lo fácil que es convertirse en millonario? ¿Que acepten que un Subaru va a darle felicidad de por vida?

Sigamos suponiendo. ¿Cómo va a afectarse la vida de estas mujeres protestonas? ¿Tienen hijos, nietos? ¿Saben lo que será de ellos? ¿Cómo los visualizan disfrutando de esa libertad que piden? ¿Trancados en una habitación cuatro horas al día, enREDados en la maravillosa Red de Redes? ¿O expuestos a las adicciones? ¿Cuántas son? ¿Las conocerán? ¿Querrán verlos gordos, embobecidos, taciturnos, paseando perros el sábado por la noche en vez de estar compartiendo con sus amigos y sus novias?
He visto jóvenes en el tren comiendo snacks, compartiéndolos con esa naturalidad que solo ellos son capaces de mantener aun en este territorio supremamente marcado por la individualidad. Esos jóvenes que no han almorzado sino un puñado de porquería salada ESTÁN DESPERTANDO; no son muchos por ahora, pero los he visto asistiendo a películas provocadoras, al Festival Cubano con T-Ché(rs) y otros símbolos intratables en esos predios, preguntándose por qué no saltan a las calles como los chilenos de su misma edad, exigentes de un gobierno que se responsabilice en algún grado con el futuro que ellos representan.

La cultura dominante ya no tiene nada que aportar como no sea condicionamiento constante que nos capacite para comprar Más, Más Rápido y de forma Más CONVENIENTE (y estar Más solos que nunca apretando teclas y ansiosos por la próxima y millonésima foto de match.com.) .Occidente implanta con la tecnología de la soledad y las compras, la Presidencia del Yo que vive en su concha donde satisface cómodamente sus necesidades biológicas, y que solo abrirá la boca para confirmarle a los demás lo bien que vive y lo feliz que le hace LO SUYO. Si esta felicidad es real, por qué entonces tanta constante intoxicación visual/líquida/polvorienta…¿? (la lista es legión).
El Yo está vacío, no puede hacer contacto con la humanidad que compartimos todos, sus paredes son cada vez más altas, como lo son sus miedos, sus angustias. Y el vacío no se llena. Es imposible.

No sé cómo se llamará el sistema económico/político/social que permita a los niños, esos recién llegados a esta debacle que hemos creado, permanecer felices más tiempo de la cuenta, aunque no sea tanto como el que merecen; no sé si ese sistema no se ha inventado, se está inventando o definitivamente es imposible de lograr. Sé que los he visto felices bajo un frío horrible, jugando con la nieve, junto a las quejas de sus padres por la congelación y la grisura que los pequeños parecen ignorar; y los he visto bajo un calor tremendo, en Cuba, correteando, riéndose, sin pensar en el último NINTENGO salido al mercado, sin saber lo que es POSEER ni identificarse con los objetos y convertirse en uno de ellos. Es como si estuvieran por encima de la pobreza, de la riqueza, de la acumulación o la dejación.

No sé tampoco cómo ha de llamarse el estilo de vida que le permita a los jóvenes conocerse sin que medie el millón de fotos de match.com o el flirt de Facebook o de otro millón de redes sociales diseñadas para tenerlos aislados (¿privacidad?) en sus habitaciones; no sé cómo se podría llamar (ni me importa nombre alguno), ese estilo de vida que permita la espontaneidad, la conversación lenta en un Malecón inmenso, los dedos que tocan una piel cercana, un beso que no mira el reloj, la interacción humana con el vecino, con el amigo y el enemigo. No sé cómo se llama ese sistema que nos permitiría a todos vivir como seres humanos y no como tragantes insaciables y cada vez más inconfesablemente infelices.

Ernesto González, escritor cubano residente en Chicago, publica artículos en revistas locales y electrónicas, ha enseñado español en la East-West University y en la escuela Cultural Exchange, y fue asesor de la prueba de español creada por Riverside Publishing Sus novelas están disponibles en amazon.com (EEUU) y lulu.com (Europa y Latinoamérica), y pueden leerse fragmentos en Google Books. Su último texto “Rosario, Fuego y Vacilón” en:

http://www.lulu.com/product/paperback/rosario-fuego-y-vacilon/16439148

27 de septiembre de 2011

LA GRAN MENTIRA DE LA DACIÓN EN PAGO

Por Marat

En el “ingenio” que se mueve alrededor del 15-M han surgido un conjunto de iniciativas en lo social que definen el carácter de dicho “movimiento” y sus organizaciones comparsa o banderas de conveniencia. No redundaré en mi consideración acerca del mismo porque lo he hecho ya sobradamente en un buen número de artículos anteriores.

Sí quisiera detenerme de manera más profunda en una cuestión que ya he tratado con anterioridad y que tras su desbloqueo en el Congreso de los Diputados y la manifestación de “miles” de personas (10.000 entre las 41 organizadas en todo el territorio del Estado español) el pasado domingo 25 de Septiembre ha adquirido renovado protagonismo, mediático obviamente, porque el de apoyo en la calle, a tenor de la cifra, parece un tanto magro (una media de 250 personas por ciudad en la que se organizaron las manifestaciones, y 2.000 en Madrid, después de un gran despliegue propagandístico por toda la ciudad). Me refiero a la ILP (Iniciativa Legislativa Popular) de la dación en pago de la vivienda. Esto es, que se pueda devolver el piso al banco para cancelar la deuda de la hipoteca en los casos en que esta no puede pagarse.

El pasado 19 de Junio decía en un artículo anterior (1) que esta “solución” que consiste en dejar a una familia con el cielo por techo bajo el argumento de que, al menos no les siguen cobrando la hipoteca....El Parlamento ha dado buenas palabras de estudiar el tema, hasta Esperanza Aguirre prometió en campaña plantearlo en la Comunidad de Madrid, desdiciéndose luego aludiendo a la falta de competencias del órgano institucional en la cuestión y Bankinter ha anunciado ya el primer producto hipotecario con estas características. ¡Quien les iba a decir a los revolucionarios que realmente en el mundo SÍ lo han sido que doblegar al capital iba a ser tan fácil! ¡Cuanto sobreesfuerzo baldío en el pasado, cuando las cosas parecen mucho más sencillas!, ¿verdad?
Reformismo puro y duro bien integrable en las estrategias del capitalismo es esto de la ILP de la dación en pago y cuya magnífica solución pasa por dejar en la p... calle al hipotecado. Se asume sin mayor problema que el derecho a una vivienda digna no está por encima del cumplimiento de las leyes que dicta el capital durante una crisis económica que castiga a los trabajadores y que él ha provocado”.

Es cierto, y no lo negaré, que el texto de la ILP de la dación en pago impulsado por las PAH (Plataformas de Afectados por la Hipoteca) propone una forma de evitar el desahucio de la vivienda entregada en pago consistente en que “quienes no puedan pagar la hipoteca puedan permanecer en el piso pagando un alquiler que no supere el 30% de sus ingresos. La medida del alquiler social persigue evitar mayores costes sociales y económicos, porque asistir y realojar a una familia desahuciada tiene un gran coste para la administración y el resto de la sociedad”(2), en loables palabras de preocupación por la solvencia financiera de la administración de la señora Colau, de la PAH de Barcelona.

Ahora bien, ¿sería tan amable la señora Colau de explicarnos cuanto es el 30% de los ingresos de quienes ya no perciben paro, o no lo han percibido nunca por ser autónomos, y de quienes no perciben tampoco ningún ingreso proveniente de ayudas sociales? ¿Ha estimado la señora Colau o la PAH cuántos miles de personas están en la situación de carecer de cualquier tipo de ingreso y de ser prontos candidatos a un desahucio? Espero que no se me responda con que para esos casos se prevé las acciones de calle contra los desahucios porque en ese caso pensaré que esos sloganes de “Si nos tocan a uno, nos tocan a todos” son bastante falsos, al dividir y parcelar al colectivo global de los afectados por la hipoteca.

Pero no es esta cuestión, ni mucho menos la que me preocupa en relación con la famosa ILP de la dación en pago, como tampoco lo es, siendo importante, el hecho de que no se defienda la vivienda como derecho humano inalienable y no enajenable en circunstancia alguna, situándose siempre por encima de cualquier interés privado de lucro financiero o de otra índole económica (especulación inmobiliaria).

Lo que me interesa de la dación en pago es el modo en que se corresponde a los intereses estratégicos del gran capital; es decir, el modo en que la dación en pago viene a ser una fórmula que palia la crisis del capital financiero (bancario), asegurándoles una mejor cuenta de resultados.

Me explicaré, ya que no es fácil de entender el porqué planteo de este modo la cuestión y mucho menos cuando la postura adoptada ante la lectura del texto pueda ser la opuesta a la voluntad de entenderlo. Al fin y al cabo atacar al autor puede ser una vía más directa y rápida que leer lo que escribe. Estoy acostumbrado.

La tasa de morosidad y un balance anual que no cuadre o lo haga con riesgos de insolvencia es una de las peores maldiciones para la banca desde que comenzó la crisis capitalista en el último trimestre de 2007.

Una hipoteca impagada, o deuda del impositor bancario con su banco, se convierte en la contabilidad bancaria en deuda y la deuda acaba en la contabilidad de la entidad por convertirse en pasivo o, lo que es lo mismo, en deuda del propio banco, ya que las entidades bancarias deben recurrir a los préstamos de los bancos centrales, de otras entidades del mercado financiero internacional o de préstamos de sus propios gobiernos para su actividad habitual, y de un modo más acusado en tiempos de crisis financiera.

La tasa de morosidad bancaria es uno de los aspectos que más tienen en cuenta las sociedades de evaluación de riesgos a la hora de considerar el nivel de solvencia financiera de una entidad. La rebaja de la solvencia de un banco conlleva inmediatamente que el tipo de interés al que esa entidad financiera deba aprovisionarse de liquidez monetaria sea más elevada que antes de producirse dicha rebaja.

Resumiendo, que la dación en pago es una buena solución para la banca en tiempos de crisis, puesto que desaparece del apunte contable un pasivo derivado de la deuda de las hipotecas impagadas que de otro modo drenaría su solvencia financiera al elevar el costo al que debe pagar el banco su nuevo aprovisionamiento de fondos.

Conviene decir que al sector inmobiliario, promotores y constructores, no les viene nada mal que pueda llegar a salir adelante la ILP de la dación en pago. Como mínimo les garantiza que no les va a afectar a los empresarios que ya vendieron sus viviendas con el aval hipotecario del banco, al que el comprador de la vivienda deberá ahora su coste. Y puede contribuir a levantar ánimo del decaído sector del ladrillo, al tener un efecto psicológico de mayor confianza del futuro comprador que siempre podría arriesgarse con una cierta sensación de red pensando aquello de “si no puedo acabar de pagar mi hipoteca, al menos con la dación en pago no estaré endeudado toda mi vida”. Al ingenuo comprador no se le ocurrirá seguramente preguntarse qué entidad bancaria volvería a venderle otro piso, dados sus antecedentes como mal pagador. Esto en un país en el que el alquiler es tan caro o más que la compra y con unos derechos del inquilino realmente exiguos y precarios a futuro.

Pero lo mejor para los promotores y constructores es que quedan absolutamente protegidos de eventualidades y malos tiempos futuros. A ellos también se les aplica la dación en pago. Y es que ante la quiebra de promotores y constructores, el peor escenario para el banco es el concurso de acreedores, porque supone una declaración de pérdidas que ante la declaración de quiebra de la firma promotora-constructora el banco ha de asumir. Sea en obra terminada o en construcción. En el primer caso, al menos la opción del banco es convertirse en acreedor de sus usuarios o intentar explotar un negocio de dudoso beneficio presente (el inmobiliario), sea en el mercado de la vivienda o de oficinas y sector industrial. En cualquier caso, por lo explicado con anterioridad, es una solución, falsa, para el sector bancario pero mejor que la del mero embargo. Permite maquillar, a corto-medio plazo, parcialmente, sus resultados contables.

Se podrá aducir que el hecho de que la banca obtenga en la dación en pago una buen subterfugio para reducir su morosidad y evitar sus perniciosos efectos sobre su solvencia no es obstáculo para que se beneficie el hipotecado que no puede pagar su préstamo. Pero, díganme, ¿en qué se benéfica una familia que pierde su vivienda, y acaba viviendo en la calle, quizá incluso después de haber pagado cada mensualidad de su hipoteca durante 10, 15 o 20 años, sin haber faltado a un solo pago ni retrasarse siquiera en él? ¿En que se beneficia alguien que tras haber pagado una buena parte de su deuda con el banco acaba echando todo ese dinero al vacío para, en el mejor de los casos, vivir ahora pagando un alquiler de una vivienda que pasará a ser propiedad del banco y que, por tanto, el banco siempre tendría derecho a vender? De hecho, ahora casi las únicas hipotecas que las entidades bancarias conceden son sobre viviendas de su propiedad. ¿De qué le servirá la dación en pago a una pareja que después de perder su vivienda y que, careciendo de medios para pagar si quiera su usufructo en alquiler acabará debajo de un puente (no sé si habrá tantos en el Estado español) o en una chabola y, muy posiblemente, perdiendo incluso la tutela sobre sus hijos? ¿Se han preguntado estos señores de la PAH y el 15-M de qué modo perder el trabajo y la vivienda puede convertir a una persona en un paria, menos aún, en un mendigo, con una vida arruinada para siempre?

¿Es que acaso el hecho de que salga de la lista de morosos y deje de tener una deuda importará mucho en el caso de ancianos expulsados de su vivienda o de personas que no podrán ya salir del circuito de la marginalidad, al haber perdido los dos principales medios de arraigo social, como son el trabajo y la vivienda?

A estas alturas resulta más que sospechoso que
· En la revista del Colegio de Notarios de Madrid (3), una profesión parásita donde las haya, tan partidaria de la propiedad privada y con tantos intereses cruzados con la banca y el sector inmobiliario, se escriban artículos favorables a la dación en pago,
· En publicaciones online sobre hipotecas (4) se aluda al interés de la banca por impulsar la dación en pago con el fin de disminuir la morosidad y su impulso entre extranjeros que retornan a sus países
· El Congreso, tan poco proclive a la sensibilidad sobre los derechos sociales de las clases populares, haya admitido a trámite la ILP sobre la dación en pago
· Consultando por Internet aparezcan un sinnúmero de negocietes y webs inmobiliarias (5) que se ocupan muy favorablemente de apoyar la opción de la dación en pago
· Los medios de comunicación de masas den un protagonismo a todas luces exagerado e inmerecido a una Plataforma (PAH) y a un movimiento, el 15-M, con el que el que converge en sus acciones, y cuyo seguimiento social ha sido más que precario, incluso según datos aportados en el diario que más apoyo les presta (6)
· Cierto personaje portavoz de la PAH, dirigente de DRY (por mucho que digan que no los tienen) y reciente adquisición del PCE y de IU, bien posicionado para situarse en condiciones de salir en las listas al Congreso por esta coalición, provenga del negocio de la construcción e inmobiliario, tan imbricado con el bancario, en el que ha desarrollado en el pasado una provechosa carrera profesional. Les sugiero que lean la semblanza que el Diario de Alcalá hacía este verano de él (7)
· Otro líder murciano, proveniente del lejano maoísmo, ahora de acento marcadamente populista, y también muy 15-M y PAH consiguiese organizar en Mayo su performance en la oficina principal del Santander, entrando en grupo, con gran pancarta incluida, y sin que ningún miembro de la seguridad del banco apareciese por allí en ningún momento, ni a la entrada, ni a la salida, ni durante el desarrollo del espectáculo (8). Si aquello no estaba pactado con los directivos de la central del banco en Murcia algo muy parecido a tal cosa sucedió. Sería de interés saber a qué cuestiones entraron en ese pacto. Creo que ver el vídeo de principio a fin puede ser esclarecedor.

Habrá quienes intenten negar el argumento del interés de la banca en que se asuma legislativamente la dación en pago señalando que las Cajas de Ahorros, o lo que queda de ellas, se oponen a la ILP de la dación en pago. Pero la razón es obvia. Son las más perjudicadas por la burbuja especulativa del mercado hipotecario (cuota de mercado del 55% en el segmento hipotecario, que se eleva al 69% en el caso de la financiación de pisos protegidos) (9), y las que en peor situación se encuentran en cuanto a solvencia en estos momentos. Para ellas la ILP de la dación en pago llega tarde como balón de oxígeno. Sirva el ejemplo de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) para aludir a lo que no se ha parapetado tras el conglomerado de Bankia o Banca Cívica para salvarse de la quema. En el caso de la banca de tradición privada (BBVA, Santander,...) su situación, aunque comprometida, no es todavía desesperada, dentro del nuevo tsunami financiero que pronto se abatirá sobre Europa. Que un banco como Bankinter, en distintos momentos de su historia ligado a la familia Botín y de la que su expresidente, Jaime Botín, posee el 23,8% de su capital, fuese el primero en suscribir pólizas con la opción de la dación en pago, indica por dónde puede discurrir el futuro en la banca privada en cuanto a esta cuestión Y la dación en pago podría venirle como agua de Mayo en tierra de secano.

Lo que no se nos cuenta de esta estratagema de ayuda al sector de la banca e inmobiliario, diseñada bajo la apariencia de filantrópica preocupación por los afectados por la hipoteca y, más aún, como respuesta de los propios afectados a su desesperada situación y que se conoce como ILP de la dación en pago es que no sólo no resuelve el hecho de que el desahuciado se queda sin casa. Además es, en términos de capitalismo financiero, en las circunstancias actuales de descoyunte absoluto del sistema económico mundial, pan para hoy y hambre –social, no de intereses privados y especulativos- para mañana. Y ese mañana es muy pronto. De hecho, está llegando. Pero vivimos tiempos de aventurerismo económico y político de “condottieri” de la peor laya y condición moral.

La realidad es que en un capitalismo de economía financiarizada las grandes corporaciones no miden beneficios y pérdidas simplemente a través de las diferencias entre beneficios, por un lado, y costes e impagados, por otro.

La inversión y capitalización bursátil de las grandes corporaciones, sean de servicios, industriales o financieras, se asientan también en gran medida en las expectativas a futuro. Las empresas no valen sólo por su realización presente sino por sus lo que se espera que habrán de valer o ganar. Y ahí está la clave de la cuestión. La hipoteca impagada, por mucho que se materialice como cobro en la incautación de la mercancía por la que se prestó –la vivienda embargada o ejecución hipotecaria-, siempre será pérdida para las entidades financieras porque el valor de la primera no será sólo el del propio hogar enajenado al cliente bancario sino también el interés bancario que se dejó de cobrar en el caso de aún hipotético de la dación en pago, causa y origen del negocio de la usura moderna.

Y en cuanto a la realización del beneficio dentro del sistema –capitalista, sin genérica e indefinida alusión a lo que “el sistema” sea- ya tenemos experiencias sobradas a lo largo de la historia, y muy ilustrativas en carne propia para los legos en la misma, de cuál es el paliativo que ayuda a enjugar esas pérdidas: el factor trabajo, hoy también economía social y sector público ya en extinción –salario indirecto y derechos sociales- que se nos están escamoteando a los trabajadores a través del terrorismo sistémico. En ese poder totalitario del capitalismo salvaje de nueva era las corporaciones y los enloquecidos “condottieri” son el cerebro y el corazón que bombean órdenes inapelables a sus brazos políticos, cuya obediencia ciega es suicida pero imposible de rechazar, si no se enfrenta a la vez desde las instituciones y desde sus víctimas sociales, los asalariados y pequeños autónomos llamados a ser aplastados por una vuelta a las más crudas condiciones de vida de la clase obrera del siglo XIX y de los miserables descritos por Victor Hugo o por el propio Charles Dickens.

Para decirlo de un modo más directo y sencillo: los trabajadores seremos los que financiemos la dación en pago y el déficit – o lucro insuficiente- que ésta pueda provocar a los banqueros. Los mediadores de ese transvase de las rentas del trabajo y de un Estado del Bienestar ya agónico será el gobierno de turno porque no hay posibilidad de políticas alternativas dentro del capitalismo.

Y eso sucederá sin que los hipotecados que no pueden afrontar el pago de su vivienda puedan retenerla. A la p... calle y a dar gracias al 15-M y la PAH, que sí son mercancía, o títeres, en sus manos.

Los “oráculos” de saldo indignados suelen acusarme de hacer críticas y no ofrecer soluciones, como si las suyas lo fueran y no trampas para cazar osos. Parecería, según ellos, que la crítica política, social o económica se deslegitima sino se acompaña de contrapropuestas, cuando en la propia crítica ya se atisban al apuntar algo de lo que queremos a través de lo que no queremos.

Pero para ser práctico diré que infinitamente más justo y social me parece exigir del Parlamento, incluso a través de esas vías de “revitalización de la democracia”, que son las ILPS, por ser concesivo, o las que consideren pertinentes, una ley que declare
· que la vivienda es un Derecho Humano Fundamental,
· que nadie puede ser desposeído de la misma ante situación de no poder pagar su hipoteca y
· que en tanto persistan las condiciones económicas que le impidan a esa persona satisfacer su deuda la entidad financiera le aplicará una moratoria de aplazamiento de la deuda, cuya satisfacción posterior no podrá penalizarse mediante un incremento de los intereses de la deuda.

Sencillo, ¿verdad? Y sobre todo al servicio de los más débiles de la sociedad, nosotros los trabajadores, no el genérico ciudadano, que lo es conmigo también sin cambiar su condición de banquero, patrón o parásito rentista.

El problema que hoy vivimos no es de falta de “democracia”, término que cada vez me resulta más irritante por eufemístico y falseador de la realidad, y, si lo es, no lo es en primer lugar, sino de explotación, empobrecimiento creciente de amplias capas de asalariados y pequeños autónomos y de expolio del Estado Social en benéfico de los capitalistas y la plutocracia. El problema que hoy vivimos es de ausencia de justicia social y de las más ínfimas dosis igualdad . Y de esa situación sólo se sale a través de una revolución socialista y no de flash mobs, performances ni "ataques psíquicos a la bolsa” (10), propios del más patético y reaccionario gandhismo.

A MODO DE EPÍLOGO:
Dedicado a todos aquellos que proclaman su “bonito” slogan “no somos mercancía en manos de políticos ni banqueros” y que cargan sobre todo contra los primeros la culpa de la no salida de la crisis y de las medidas antisociales que exigen “los mercados”, y que lejos de “calmarlos” con ellas, exacerban aún más su desbocado viaje hacia el abismo.

Las palabras del broker Alessio Rastani, de la City de Londres, quizá les aclaren eso de las culpas de los políticos: “No es el momento de hacerse ilusiones: los Gobiernos no van a arreglar nada. Los Gobiernos no dirigen el mundo, lo dirige Goldman Sachs y a éste no le importa este rescate” (11). Sigan ustedes deslegitimando a la política institucional y a los políticos. Es cierto que, en las circunstancias actuales sirven de poco, pero si continúan convirtiéndoles en su particular muñeco del pim pam pum pronto exigirán un líder providencial, de esos con c....y autoridad. Y ese día quizá muchos de ustedes desfilen a su lado. Entonces sí que el capitalismo mundial habrá cerrado completamente su círculo: un despliegue absoluto montado en el caballo de Pavía.

Si quieren continuar con sus simbólicas performances les sugiero que pinten una diana, pongan en ella las fotos de los poseedores de las mayores fortunas de la lista Forbes y disparen sus “besos con labios multicolores” (12) contra ellas, ya que la guillotina se ha vuelto, por desgracia, un artefacto demasiado cruento para sus no violentas mentes.




NOTAS:

(1) http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com/2011/07/publico-dacion-en-pago-y-ecologistas.html
(2) http://politica.elpais.com/politica/2011/09/16/actualidad/1316176577_820142.html
(3) http://www.elnotario.com/egest/noticia.php?id=1551&seccion_ver=0
(4) http://tushipotecas.com/noticias/la-banca-impulsa-la-dacion-en-pago-con-extranjeros-para-frenar-la-mora/gmx-niv84-con32104.htm
(5) http://www.idealista.com/news/etiquetas/dacion-pago?xtor=SEC-87-GOO-[news] y también http://www.mundohipoteca.es/2008/12/que-es-la-dacion-en-pago-una-posible-solucion-a-la-hipoteca.html y http://www.dacion-en-pago.com/ El listado es interminable. Basta con que ustedes se tomen la molestia de comprobar quiénes son los impulsores del negocio nacido alrededor de la dación en pago, a qué intereses se vinculan y qué tipo de empresas están detrás.
(6) http://www.publico.es/espana/398262/varias-marchas-en-todo-el-pais-reclaman-el-derecho-a-la-vivienda
(7) http://www.diariodealcala.es/articulo_c/general/2326/dos-personajes
(8) http://www.youtube.com/watch?v=vCnh4crQB58
(9) http://www.eldiariomontanes.es/rc/20110922/economia/cajas-creen-dacion-pago-201109212154.html
(10) http://www.kaosenlared.net/noticia/miles-ideas-accion-para-15-octubre
(11) http://www.publico.es/dinero/398537/en-un-ano-millones-de-personas-perderan-sus-ahorros
(12) Idem nota 10: http://www.kaosenlared.net/noticia/miles-ideas-accion-para-15-octubre

5 de septiembre de 2011

REFORMA CONSTITUCIONAL Y REFERÉNDUM

Por Marat

1.-ÉSTA NO ES NUESTRA CONSTITUCIÓN:
La Constitución del Reino de España fue aprobada en Referéndum el 6 de Diciembre de 1978 y entró en vigor 23 días después, el 29 de Diciembre del mismo año.

Dicho ordenamiento es consecuencia del pacto político alcanzado entre los sectores posibilistas del régimen franquista -UCD, AP (luego PP)- , las izquierdas reformistas –PSOE y PCE y una parte del nacionalismo no españolista (Pacte Democràtic per Catalunya, luego reconvertido gran parte del mismo en CiU).

La Constitución española de 1978 refleja fielmente la apuesta por un modelo de transición, la “reforma política”, destinada a evitar a los herederos del franquismo los “riesgos” de una ruptura política que hubiera podido realizar un juicio al pasado en el que muchos de ellos hubieran salido mal parados.

Su objetivo era asegurar la estabilidad de los puntales ideológicos en los que se asentaba:
· La propiedad privada, la herencia y el modelo de economía capitalista o economía de mercado: artículos 33 y 38
· La monarquía como forma de jefatura del Estado, en virtud de la Ley de Sucesión franquista de 1947, que llevaría a su proclamación como Rey a Juan Carlos de Borbón el 22 de Noviembre de 1975, sólo dos días después de la muerte del dictador.
En ningún momento, la forma de Jefatura del Estado fue consultada a los ciudadanos, por lo que la “constitucionalidad” de dicha Jefatura es más que dudosa. La inclusión del Título II (De la Corona), con su lista de artículos desde el 56 al 65, ambos incluidos, obligaba a ratificar la Monarquía dentro de la propia Constitución, si se aprobaba ésta.

Algo tan importante como la figura del Jefe del Estado se convertía en ilegítima de origen al ser la instauración de la monarquía una mera transposición de la voluntad política de Francisco Franco a la nueva institucionalidad política.

El intento de “bendecir” popularmente su restauración, incluyendo la figura de la Corona dentro de una Constitución que no podía ser refrendada por partes sino en bloque, fue una más de las píldoras que la izquierda reformista se tragó no sin su dosis de entusiasmo cortesano.
· La “indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles” (artículo 2).
De este modo, los herederos del franquismo conjuraban los “sempiternos peligros separatistas” de la Nación española. La vía para hacerlo fue la de negar el derecho de autodeterminación de los pueblos en el Estado español.

Con mayor o menor voluntad creció por entonces entre los constituyentes el “espíritu del consenso”, auténtica beatería política que hizo bascular un giro a la derecha hacia el centro gravitacional de un escenario político respecto al que cualquier postura disidente se ha considerado desde entonces anatema.

Ese “espíritu de consenso” ha sido la coartada que ha permitido durante todos estos años que la izquierda reformista haya renunciado a la acción transformadora, que el derecho soberano de los pueblos que no se sienten parte del Estado español haya sido criminalizado, que la familia real haya vivido parasitariamente de los Presupuestos Generales del Estado y de sus múltiples chanchullos o negocietes, que los sindicatos mayoritarios hayan cedido en los sucesivos retrocesos de los derechos de los trabajadores, que la Iglesia Católica haya sido tratada con el privilegio de religión oficial del Estado, que el capitalismo haya ido arrancando parcela a parcela los derechos sociales a las amplias mayorías de esta sociedad, las clases trabajadoras.


2.-Y AHORA ES MENOS AÚN NUESTRA CONSTITUCIÓN:
Pero esta Constitución que acaba de ser reformada por el “consenso” de los dos grandes partidos del arco parlamentario tenía un único punto progresista: una parte –no todo él- del articulado del Capítulo Tercero (De los Principios Rectores de la Política Social y Económica) del Título Primero (De los Derechos y Deberes Fundamentales) de la misma.

Esa dimensión “progresista” de una parte del ordenamiento jurídico del Estado nace de un diseño mimético respecto a las Constituciones continentales posteriores a la Segunda Guerra Mundial, destinadas en aquella época a conjurar el “peligro” comunista en Europa y a facilitar un rápido crecimiento económico mediante la incorporación de las clases trabajadoras al consumo de masas.

En el caso específico español, la Constitución de 1978 venía también a plasmar el pacto social entre las derechas postfranquistas y las izquierdas reformistas, garantizando paz social a cambio de cierta redistribución de la riqueza económica del país.

En concreto, los artículos referidos a la obligatoriedad y gratuidad de la enseñanza básica (27), al derecho al trabajo (35), las políticas fiscales redistributivas, el fomento del pleno empleo y unas condiciones de trabajo dignas (40), la protección mediante el sistema de Seguridad Social (41), el derecho a la protección sanitaria y la salud pública (43), el acceso general a la cultura y la promoción de la ciencia y la investigación técnica (44), el derecho a una vivienda digna (47), el acceso a pensiones adecuadas y a los servicios sociales (50), son los principales aspectos “reequilibradores” de una constitución que consagra al capital y a la propiedad privada como medios sustentadores del modelo económico “nacional”.

Pero nadie se equivoque sobre la fuerza de ley de estos derechos sociales constitucionales. Tanto los padres constituyentes como los expertos en derecho constitucional han insistido con frecuencia en relativizar la obligatoriedad del cumplimiento de los derechos sociales en la Constitución de 1978, situándolos más bien en un valor enunciativo pero no taxativo, y ajustando su cumplimiento a las circunstancias sociales y económicas por las que el país atraviesa en cada momento. Dicho de otro modo: estos derechos orientan la acción de los gobiernos hasta donde estos mismos estén dispuestos a aceptar o, en el más voluntarioso de los casos, puedan cumplir.

Durante estos años de crisis capitalista inducida, los recortes sociales y la voladura del Estado del Bienestar (elevación de la edad de jubilación, reforma del mercado laboral, clausura de facto de leyes de protección social destinadas a las familias, privatización de la sanidad pública y cierres de unidades hospitalarias y ambulatorias, eliminación de partidas presupuestarias en las CCAA destinadas a protección social de los preceptores de rentas bajas, reducción de los salarios de los funcionarios, amenazas del candidato Rubalcaba con nuevas leyes de contratos basura para eternos becarios,...) hemos visto como esos derechos sociales constitucionales han sido sistemática y calculadamente violados sin que a los miembros del ejecutivo del PSOE o a los dirigentes autonómicos del PP o de CiU se les haya movido una ceja.

Lo que la reforma del artículo 135 de la Constitución ha venido a consagrar es la sanción legal de la depredación que los especuladores capitalistas han venido realizando sobre los derechos de los trabajadores desde que la crisis sistémica se instaló en la sociedad española.

Y es que esa agresión se produce sobre todo contra las clases trabajadoras y un sector de los trabajadores autónomos. Al hablar de víctimas de la crisis cabe hablar de clases y no de ciudadanos, esa palabra que tanto gusta a los “indignados” desideologizados y desideologizadores, tan inspirados por una “revolución islandesa” que nunca ha existido (http://www.elsentidodelavida.com/2011/03/desmontando-el-bulo-de-la-revolucion.html). Las razones más evidentes para que hablemos en términos de clase y no de ciudadanía se plasman en las draconianas relaciones laborales que se han venido instaurando desde los años 80 del pasado siglo y que se han visto ahora más aceleradamente deterioradas, en una expulsión del mercado de trabajo de millones de personas pertenecientes a la población activa, en la pérdida de protección social de los sectores más débiles de la sociedad y en una brutal transferencia de las rentas del trabajo a las del capital. Va siendo hora de que ciertos entornos dejen de echarnos encima sus inmundicia ideológica derechista camuflada de “revolución ciudadana”, por otra parte expresión tan del gusto de los liberales y la extrema derecha, como claman cotidianamente en sus foros.

Como el protagonista del cuento de Hans Christian Andersen, el "El traje nuevo del emperador", tras la Reforma de la Constitución, ésta ha quedado desnuda, evidenciando su carácter de ahora en adelante puramente liberal.

Un efecto colateral de esa reforma ha sido el de hacer saltar hecho añicos el tan cacareado consenso. El patético llamamiento de Josep Sánchez Llibre el pasado viernes 2 de Septiembre, desde la tribuna de oradores del Congreso, a su recuperación, tras denunciar que CiU había sido “expulsado” del mismo, era doblemente ridículo y mendaz cuando reconocía, a renglón seguido, que su grupo parlamentario era partidario del equilibrio presupuestario y de seguir los dictados marcados por la UE (léase Alemania) en materia de control del gasto público. Más allá de la vulneración de la autonomía financiera de las CCAA, resultaba evidente que la teatralización de CiU sangraba por la herida de unos acuerdos PSOE-PP que, por primera vez, despreciaban la compañía del partido de la burguesía catalana.

Su correlato simétrico fueron las declaraciones de Soraya Sáenz de Santamaría (PP) y de José Antonio Alonso (PSOE) destacando la importancia del consenso entre los dos grandes partidos de la Cámara Alta. Olvidó Alonso decir que dicho acuerdo era la confirmación definitiva de la total homologación entre ambos partidos.

Mucho más coherente fue el portavoz del PNV, cuyo partido se abstuvo en su día en el referéndum para la aprobación de la Constitución. Josu Erkoreka aprovechó la ocasión para presentar una propuesta de reconocimiento del derecho de autodeterminación para el pueblo vasco.

El veto de Llamazares a las enmiendas con las que los dos grandes grupos parlamentarios intentaban convencer a los nacionalistas catalanes de que, al menos, se abstuvieran al votar la reforma constitucional, fue la puntilla definitiva al ya muerto consenso.

Ridículo, como siempre, la hipócrita beatería Bono volvería a últimas horas del día sobre la “genialidad” del acuerdo PSOE-PP, tratando de escamotear lo ya indiscutible: que ambos partidos son sólo dos marcas con las que presentar un mismo producto de “beneficios” absolutamente iguales: el regreso a las Constituciones liberales del siglo XIX.


3.-EL REFERÉNDUM ES UNA TRAMPA:
La pretensión de realizar un Referéndum destinado a dar opinión a la ciudadanía y a oponerse a la reforma del artículo constitucional 135 es una trampa. Hay que decirlo alto y claro.

Y lo es por todas por todas las razones imaginables:
· Supone legitimar el resto del articulado constitucional (monarquía, economía de libre mercado, derecho a la propiedad privada y a la herencia, negación del derecho de autodeterminación), al dejarlo intacto y despreciar la importancia que dichos contenidos tienen para rechazar esta Constitución.
· Llega tarde, al haber sido ya aprobado en el Congreso y faltar simplemente su tramite y votación en el Senado. La inmensa mayoría de los referendos tiene un carácter propositivo, pocas veces derogatorio. Además frente a algo ya aprobado parece que lo oportuno es ir un paso por delante, no por detrás. Esto es algo que se plasmaría notablemente en la ausencia de entusiasmo con el que será recibido cualquier intento de seguir sosteniendo dicho objetivo.
· Es un camino cerrado al requerir, según el artículo 168 de la Constitución, de un 10% del total de cualquiera de las dos cámaras. Ese número de diputados no existe.
· Si se intentase la vía del artículo 92 de la Constitución o su variante, el artículo 161, para asuntos de especial trascendencia política, además de seguir llegando tarde, debería ser convocado por el Rey, a propuesta del Presidente del Gobierno y previamente autorizada por el Congreso de los Diputados. Una idea excelente....para reforzar el papel de la Monarquía. No dudo de que saldrán partidarios “indignados”, de camuflada vocación monárquica (los mismos que argumentan que plantear el tema monarquía o república divide a su “movimiento”... “nacional”) proponiendo esta vía.
· Cualquiera de esos caminos cerrados hacia un referéndum contra una modificación ya aprobada significará desviar los esfuerzos de las luchas que deben centrarse en recuperar una movilización con contenido de clase y claramente opuesta al capitalismo que nos agrede y a su régimen constitucional que santifica la agresión, y realizar un gasto de energías inútil.
· El referéndum podría servir para revitalizar el alicaído y ya casi olvidado referéndum 15-O planteado por sectores liberales partidarios de meras reformas cosméticas y que recogían aquellos famosos puntos del “consenso de mínimos” del que ahora nadie habla. Otra vía para desviar el objetivo de las luchas políticas y sociales.
· En la delirante hipótesis de que dicho referéndum fuese aceptado, a toro pasado, por las instituciones políticas –cuesta imaginarlo, incluso pasado de grifa- quienes ya peinamos canas aún recordamos el modo en que el gobierno de Felipe González planteó el de la OTAN, con una pregunta tramposa, de cierta complejidad interpretativa y que ponía a los ciudadanos ante el reto de votar NO a la permanencia de España en la Alianza Atlántica desautorizando, a su vez, al gobierno de la nación.

Es comprensible que quienes aceptan el resto del articulado constitucional se planteen el citado referéndum. No van más allá. No lo pretenden y seguramente su propia ignorancia política tampoco les permita ver las consecuencias de sus posiciones políticas. No lo es que la izquierda sostenga esta petición, menos aún si es el segmento revolucionario, real o radical (como prefiera llamarse a sí misma), que rechazó en su día esta Constitución el que propone ahora dicho referéndum. Sólo se entiende dicha demanda por parte de la izquierda desde el más impresentable de los oportunismos y desde la fijación de continuar rindiendo pleitesía a cierta “indignación” cuya deriva ataca cada día más a la propia izquierda y al movimiento sindical.


4.-CUÁLES SON ENTONCES LAS TAREAS DE LA IZQUIERDA ANTE LA NUEVA SITUACIÓN:
La prioridad absoluta del equilibrio presupuestario, para que el Estado garantice los pagos de su deuda a sus acreedores, por encima de cualquier consideración de justicia social, redistribución, o siquiera humanitarismo hacia los más débiles de la sociedad, sitúa la cuestión en sus justos términos. Evita cualquier edulcoramiento de la realidad y muestra ésta con toda la nitidez de su crudeza.

El Estado capitalista que en el pasado compensaba sus excesos con cierta dosis de reequilibrio social se ha quitado la máscara y se ha hecho simplemente liberal, sin ningún prefijo neo- que suavice o atempere el concepto. Las políticas de austeridad, recortes sociales y creciente desigualdad que se nos venían presentando como medidas coyunturales para “calmar a los mercados” se han transformado ahora en ley de leyes sancionada definitivamente para desposeernos de los derechos que un día conquistó el viejo movimiento obrero de nuestros padres y abuelos.

Ahora, frente a las crecientes dosis de descontento, rabia y pobreza que la desaparición del Estado Social traerán, el nuevo orden deberá recurrir a crecientes dosis de “legítima” represión. Ante ésta las ridículas invocaciones a un pacifismo y no violencia gandhianos se tornan reaccionarios discursos conservadores que tratan de hacernos olvidar quiénes ejercen el monopolio de la violencia y a qué intereses responden.

Cualquier “ingenua” alusión al carácter transitorio de las medidas, a la necesidad de las mismas para que el Estado ofrezca garantías de cumplimiento de sus compromisos, al estímulo a los “creadores” de empleo o a lo pasajero de la crisis debe ser visto en toda la falsedad de su planteamiento y en el efecto criminal que tales postulados y políticas tienen sobre los sectores asalariados.

Deséchese toda falsa esperanza. Ya no hay territorio socialdemócrata al que retroceder de nuevo para protegerse. Keynes ha sido asesinado por los capitalistas y enterrado por sus servidores políticos.

Frente a ello sólo cabe una estrategia de resistencias sociales y políticas que rearticulen respuestas de clase, forjando una unidad de acción desde la base, del conjunto de las izquierdas y del movimiento sindical, por encima de inútiles y estériles etiquetas. Nadie dentro del la izquierda y el sindicalismo tiene la exclusiva de la verdad ni la razón de la crítica hacia las prácticas del resto de las izquierdas y el movimiento sindical porque todos, sin excepción han fallado.

Los reformistas de la izquierda (aclaro que se excluye el PSOE porque las lecturas malintencionadas tienden a buscar intenciones donde no las hay) y el sindicalismo han fallado, al negarse a extraer las consecuencias correctas de lo que esta crisis representa y a abandonar sus prácticas pactistas y limitadas a defender las cuotas de poder de sus estructuras dirigentes.

Las izquierdas revolucionarias y los sindicatos combativos han fallado también. Su discurso como organizaciones cínicamente opuesto a la renuncia que han hecho a su identidad política, mezclándose con quienes niegan la lucha de clases, rechazan a los partidos y el sindicalismo y obligan a la izquierda a ocultar su ser si quiere continuar dentro de un movimiento ideológicamente todoterreno, cada vez más manifiestamente reaccionario.

Unas y otras izquierdas, uno y otro sindicalismo, deben abandonar sus prácticas deleznables, derechistas en unos casos, cínicas, claudicantes y oportunistas en otros, volver sobre la que nunca debió dejar de ser su identidad y apostar por un proceso de reconstrucción de una izquierda que lleva demasiado tiempo negándose a sí misma y que necesita una unidad de acción desde la base capaz de forjar una dinámica de acumulación de fuerzas y de recuperación de las luchas.

Que la izquierda recupere su propia esencia pasa también por distinguir entre lo urgente y lo imprescindible. Demasiadas urgencias le han llevado a una confusión ideológica lamentable, a apoyarse en bases y dirigentes absolutamente penetrados de ideologías liberales y, en muchos casos, abiertamente reaccionarias.

Sin un debate de clarificación ideológica, dentro del absoluto respeto y pluralidad, que deben ser impuestos a toda costa, rechazando la agresión a dichos principios, y sin una formación política de cuadros y bases de la izquierda sociológica y política no habrá futuro para ella misma y, en consecuencia, las “alternativas” continuarán llegándonos desde fuera de nosotros mismos y desde quienes se limitan a pedir un maquillaje del sistema capitalista o, peor aún, sólo de las instituciones políticas y no precisamente con una orientación progresista.

Todo esto no es más que un paso insoslayablemente necesario y obligado pero absolutamente insuficiente. La debacle y degeneración política, teórica e ideológica –y me siento tentado a decir que también moral- de la izquierda en su conjunto y de muchos de sus “santones actuales”, exige estos preámbulos, indispensables para iniciar el primer capítulo de una lucha de clases, a la que desde hace demasiados años sólo acude la parte enemiga de los trabajadores.

Mientras temamos aceptar que lo que somos debe proclamar sin tapujos la destrucción del sistema capitalista, el NO sin matices tanto a la Constitución del 78 como a su reforma y la forma republicana de Estado como plasmación coherente de nuestra razón de ser; mientras no actuemos en consecuencia a dicha declaración de principios, seguiremos dando vueltas a la búsqueda de nuestra propia identidad, asiéndonos a sucedáneos devaluados de la misma y temiendo siempre que quienes nada tienen de amigos nuestros nos tilden de viejos, dogmáticos y superados por la Historia, con su falsa presunción de que ellos son lo “nuevo”, cuando lo que representan hace bastantes decenios que tuvimos que combatirlo en Europa.