9 de noviembre de 2010

CONSEJO EUROPEO 28-29 OCTUBRE: LAS ELITES DISÉÑAN LA EUROPA NEOLIBERAL DEL FUTURO

Alvaro Rein | Sin Permiso


Desde la crisis del euro y de la deuda pública Europea de Mayo del 2010 las clases dirigentes europeas han acelerado notablemente su proyecto de rediseñar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) Europeo y el sistema entero de gobierno económico europeo.

La motivación es obvia: evitar que el sistema vuelva a encontrarse al borde del precipicio si emergen nuevos episodios de inestabilidad como los suscitados por la crisis griega de Mayo.

Este era el empeño principal de la reunión de los líderes de la UE del 28-29 de Octubre en Bruselas, que aprobó las propuestas del ´task force on economic governance´.

Los contenidos de las propuestas se pueden dividir en dos grandes áreas: 1) endurecer notablemente  la disciplina fiscal impuesta por el PEC sobre los gobiernos de la zona euro; 2) crear un mecanismo permanente de resolución de crisis que sustituya al Fondo de Estabilidad Financiera Europea (EFSF por sus siglas en inglés) y al Mecanismo de Estabilidad Financiera Europea (EFSM por sus siglas en inglés) que fueron creados en Mayo de 2010 pero que caducan a mediados de 2013. Además de esto se empieza a discutir sobre la propuesta alemana de crear un mecanismo que permita la reestructuración y el impago de la deuda pública.

Como es habitual en la Europa de las elites, los líderes de Alemania y Francia (Merkel y Sarkozy) se pusieron antes de acuerdo sobre los principios básicos de estas propuestas en su reunión de Deauville del 18 de Octubre de 2010, como se puede consultar en la declaración conjunta franco-alemana que emitieron ese mismo día.

Para convencer a los ingleses de que apoyasen las propuestas en el Consejo Europeo y permitiesen una reforma del Tratado de Lisboa bastó que Merkel le prometiese a Cameron una drástica reducción en el aumento anual previsto del presupuesto de la UE, que ahora crecerá en un 2,9% en vez de un 6%. A pesar de que Inglaterra estaría exenta de la aplicación de las sanciones por incumplimiento del PEC que propone Alemania (gracias al Protocolo 15 del Tratado de Lisboa), podría bloquear la aprobación de dichas propuestas en el Consejo Europeo. Por lo que Cameron aprovechó la ocasión para emplear a fondo su posición de fuerza y obtener contrapartidas a cambio de apoyar medidas que en cualquier caso no iban a afectar a Inglaterra. Así se trapichea en las esferas más altas de la UE con las políticas que afectan a millones de ciudadanos.

¿Pero de qué tratan estas propuestas exactamente?

En lo que concierne a la disciplina fiscal, estamos ante el rediseño más importante del PEC desde el tratado de Maastricht.

El task force, por ejemplo, propone crear un mecanismo de coordinación ex-ante de las políticas macro y fiscales de los países de la zona euro. Este mecanismo obligará a los gobiernos de cada país a consultar con la Comisión Europea y el Consejo de ministros europeos los presupuestos nacionales antes de que se hayan siquiera discutido en el parlamento del país. Propone además obligar a los gobiernos a incluir las recomendaciones de la Comisión/Consejo en la propuesta presupuestaria que los gobiernos presenten a sus parlamentos nacionales. Un ataque en toda regla contra la soberanía y la democracia nacionales.  

Endurecer y facilitar (a través de un proceso sancionador más rápido y automático) la aplicación de sanciones a los países que incumplan el pacto de estabilidad. Ahora ya no bastará con reducir el déficit por debajo del 3%, sino que además tienes que convencer a la Comisión de que vas a ser capaz de reducir la deuda por debajo del 60% del PIB de manera sostenible y rápida. Además, las sanciones se podrán aplicar si la mayoría del Consejo no se opone a ello (reverse majority rule), no si la mayoría del Consejo está de acuerdo con ello.

Al Presidente de la UE, Van Rompuy, se le encarga que siga estudiando la posibilidad de suspender el derecho de voto a los países que incumplan el pacto de estabilidad. La idea es que, como acabar aplicándole multas financieras significativas a los países que incumplan el PEC (países que en tales situaciones seguramente ya se encontrarían en dificultades económicas importantes) puede convertirse en algo complicado de hacer en la práctica, quizás acabe siendo más eficaz aplicarles sanciones políticas sustitutorias. Esta es una de las famosas propuestas controvertidas de Alemania (Merkel) ante la que el presidente de Comisión Europea (Barroso) se rasgaba las vestiduras durante la reunión del Consejo Europeo.

Desde el punto de vista de la gestión eficaz de la Europa neoliberal, uno puede imaginarse lo que le haría a la ya maltrecha legitimidad popular de la UE en los países afectados por tales sanciones políticas la aplicación de una medida así. El descontento popular que suscitaría sería sin duda algo arriesgado de gestionar políticamente para cualquier gobierno. Quizás más importante para el buen gobierno de la Europa neoliberal sería el riesgo de que una medida así suscitaría una importante desconfianza y resentimiento por parte de las elites políticas de la UE del país afectado y que posiblemente debilitaría la solidaridad entre las clases dirigentes europeas en el futuro.

El task force propone también crear un nuevo marco de ´surveillance´ macroeconómico para vigilar a los países (como España por ejemplo) que acumulen desequilibrios por cuenta corriente y desequilibrios competitivos importantes. La propuesta permitiría, además, que se sancione a los países que no implementen las recomendaciones de la Comisión y el Consejo para corregir esos desequilibrios. Asegurar la estabilidad fiscal en cada país de la zona euro es demasiado complejo como para confiarlo en unas simples reglas fiscales mecánicas como las contenidas en el PEC. La crisis demostró que países como España, que aparentemente cumplen con todos los criterios del PEC, pueden desmadrar sus cuentas públicas de un día para otro en situaciones de crisis económica como la que acabamos de vivir y crear problemas para la estabilidad financiera de la zona euro. Por ello hay que ampliar el campo de análisis preventivo para tener en cuanta también aquellos desequilibrios macroeconómicos y competitivos que amenacen con destrozar las cuentas públicas en una situación de crisis. Un ejemplo, las cuentas públicas españolas aparentemente eran sólidas al iniciarse la crisis pero esta solidez se basaba en el aumento de la recaudación fiscal que había producido un modelo de crecimiento insostenible construido sobre una burbuja del sector inmobiliario y de la construcción. Vigilar los desequilibrios que van más allá de lo puramente fiscal es un poco la idea detrás de esta propuesta.

Se propone crear un mecanismo permanente para la resolución de futuras crisis ‘a la griega’ y reformar el tratado de Lisboa para darle cabida. Ésta es otra de las propuestas estelares de Alemania. Las clases dirigentes alemanas tienen un problema: según ellas cualquier plan de rescate de gobiernos de la zona euro acabará siempre inevitablemente teniendo que ser financiado en su mayor parte por sus propios contribuyentes. Esto ya les acarreó serios problemas a la hora de convencer al público alemán de que era necesario crear mecanismos como el EFSF y el EFSM en mayo para salvar a países en situaciones como las de Grecia, aunque solo fuese por el bien mayor de la estabilidad del capitalismo europeo. Lo consiguieron solo a cambio de numerosas condiciones, entre las cuales se encontraba la premisa de que estos mecanismos serían solo temporales y que se les impondrían duras condiciones de ajuste a los países receptores de estas ayudas para que se ´espabilasen´ y no hubiese una próxima vez. El Tribunal Constitucional alemán estuvo a punto de bloquear, por inconstitucional, la participación alemana en el EFSF y solo lo permitió al final bajo la premisa de que se trataría solo de medidas ´temporales´. El problema es que nadie se espera que las crisis del capitalismo europeo se acaben para siempre en 2013, ni que mecanismos como el PEC, por muy duros que sean, puedan realmente desterrar cualquier posibilidad de que se produzcan nuevas crisis fiscales europeas en el futuro.

La única forma que tiene Merkel de ´blindarse´ legalmente ante la amenaza del Tribunal Constitucional alemán es que la existencia de un mecanismo de resolución de crisis permanente esté amparado legalmente por el tratado de Lisboa. El problema para el resto de las elites europeas es que la última vez que se intentó reformar los tratados de la UE se abrió una caja de Pandora muy arriesgada de controlar políticamente (como por otra parte sucede cada vez que se le da la oportunidad a la ciudadanía europea de decir lo que realmente piensa de la UE) y se tardó más de ocho años en llegar al actual tratado de Lisboa.

Por lo visto, en medio de este dilema entra en escena el Presidente de la UE Van Rompuy para calmar a las clases dirigentes diciéndoles que no se preocupen, que se puede reformar el tratado de Lisboa a través de un fast track approach y legislación secundaria basados en los artículos 48.6  y 48.7 del tratado de Lisboa, que evitaría tener que recurrir a cosas desagradables como referenda populares en países como Irlanda y Dinamarca y quizás también pueda evitar tener que pedir aprobación parlamentaria en cada uno de los países miembros de la UE.

La propuesta alemana de crear un marco que permita el impago y la reestructuración ordenada de la deuda pública en la zona euro divide a las clases dirigentes Europeas. Las recomendaciones del ´task force´ aluden a esta propuesta controvertida solo de un modo tangencial y abstracto refiriéndose solo ´...al papel del sector privado´. La declaración de Deauville del 18 de Octubre de Sarkozy y Merkel habla de ´...una participación adecuada de los acreedores privados...’.

Sin embargo, la idea general alemana está bastante clara. Se trata de incluir al lado de la cláusula que establezca un mecanismo permanente de resolución de crisis otro mecanismo que permita impagos y una reestructuración ordenada de la deuda de los países que cometan impago. De acuerdo con los informes de la prensa, los alemanes están pensando en permitir la prolongación del vencimiento de la deuda o la congelación de los pagos de intereses sobre la deuda en aquellos casos en los que los gobiernos se vean en dificultades de poder seguir pagando. Es decir, una suspensión temporal de los derechos de los acreedores y posiblemente también una renegociación de la deuda en la que los acreedores reciban  al final del día menos del 100% de lo que se les debe. El gobierno Finlandés ha lanzado también una propuesta que incluya las llamadas ‘cláusulas de acción colectivas´ que impidan que una minoría de acreedores bloquee un plan de reestructuración de deuda.

Desde el punto de vista del gobierno alemán, como es imposible fiarse de sus socios ‘despilfarradores’ europeos (particularmente, los de la llamada ´periferia´) y no han conseguido imponer su plan inicial –que las sanciones por incumplimiento del PEC se impusiesen de modo totalmente automático, sin siquiera tener que recurrir a una votación del Consejo (evitando así posibles negociaciones de última hora entre ´políticos´ para eludir la aplicación de sanciones)—, hay que fomentar que sean los propios mercados los que sancionen y dobleguen a los gobiernos que incumplan el PEC. Y esto ¿cómo se consigue? Fácil, se le hace creer al mercado que el impago es una posibilidad real y que los alemanes no van a estar siempre allí para rescatar a futuras grecias. Con lo cual los mercados de deuda empezarán a ponerle precio a este riesgo y a hacer pagar tipos de interés más elevados a los países mas ‘irresponsables’ con sus cuentas públicas.

Esta propuesta no podría ser más controvertida entre las clases dirigentes. El presidente del BCE, Trichet, por ejemplo, ya ha puesto el grito en el cielo y se opone con uñas y dientes, aunque poco puede hacer para impedirlo si los ‘malditos políticos’ en cuyas manos están al final las decisiones más importantes de como gestionar el capitalismo europeo llegan a un acuerdo entre ellos. Para colmo, el gobernador del banco central alemán y candidato favorito a sustituir a Trichet, Axel Weber, va por ahí dando discursos y argumentando en favor de la propuesta alemana de crear un mecanismo de reestructuración e impago ordenado de la deuda. El propio boletín de octubre del banco central alemán contiene una discusión en favor de las ventajas que puede acarrear permitir, bajo determinadas circunstancias, el impago y la reestructuración ordenada de la deuda pública.

Desde el punto de vista de Trichet, se está jugando con fuego de manera irresponsable. Hablar de permitir el impago no solo puede llevar a que cunda el pánico en los mercados financieros al menos de manera temporal en una situación de fragilidad como la actual. De hecho, la semana pasada los mercados iniciaron una nueva ronda de ventas de deuda griega que rompía con la tendencia de estrechamiento de la prima de riesgo de la deuda griega que se había conseguido en semanas anteriores con las distintas medidas Europeas de apoyo al país. Esta oleada de ventas también salpicó a Irlanda y Portugal (aunque en esos dos países había también causas interiores que influyeron en las ventas), ya que los inversores justamente se empezaban a plantear que si se habla de la posibilidad de permitir un impago en Grecia mejor ir preparándose también para otros impagos en Portugal e Irlanda.

Permitir el impago llevaría a enquistar la percepción de los mercados de que efectivamente creer en la posibilidad de crear un marco capaz de imponer la disciplina fiscal en la zona euro es solo una utopía y que al final habrá que ponerle un precio totalmente distinto a la deuda de cada uno de los países de la zona euro de modo permanente. Es decir que esto de la coordinación y homogenización de las políticas fiscales para permitir que funcione de manera efectiva un área económica común con una moneda única es un cuento chino en el que no creen ni los propios líderes europeos. Esta perspectiva es la que más temen los detractores de la propuesta alemana. Su contrapropuesta es sencilla: más disciplina fiscal a través del endurecimiento del PEC, y ni hablar de impago, que contradice la credibilidad de la primera propuesta.

Ante este debate y las distintas propuestas, uno se pregunta qué esta proponiendo como alternativa la izquierda que no estén ya discutiendo o hayan ya puesto en práctica las clases dirigentes para salvar su sistema. Como se puede ver, las propuestas de impago y reestructuración de deuda que proponen varios economistas de izquierda son perfectamente asumibles desde una de las visiones existentes de gestión del neoliberalismo capitalista, el cual, encima, las tiene bastante mejor concretadas. Otras propuestas que se realizaron desde la izquierda como la de pedir que el BCE comprase deuda pública ya ha sido puesta por obra por el BCE, a fin de garantizar la estabilidad del sistema. Se demuestra una vez más que la clase dirigente capitalista en momentos de crisis es mucho más flexible en la aplicación de sus dogmas que la izquierda, sobre todo cuando de lo que se trata es de salvar su sistema.

Ante este panorama, se plantea con urgencia que desde la izquierda social y política se empiece ya a proponer alternativas de envergadura para crear una Europa alternativa a la del neoliberalismo.

Álvaro Rein es el heterónimo de un analista económico que colabora regularmente con Sin Permiso en temas de  política financiera europea.


8 de noviembre de 2010

¿POR QUÉ UNA HUELGA DE CONSUMO EL 21 DE DICIEMBRE?

Confederación General del Trabajo-CGT

21 DE DICIEMBRE 2010 Huelga de Consumo contra el Capitalismo Jornada sin Consumo Día sin Compras
Tras la Huelga General del 29S, trabajando por la convocatoria de nuevas huelgas generales en el estado español y una Huelga General europea, proseguimos con un calendario de movilizaciones, manifestaciones, de luchas en fábricas, empresas, sectores, territorios… contra las políticas antisociales del gobierno, la reforma laboral, la reforma de las pensiones, los recortes sociales y laborales, hasta conseguir la derogación de todas estas leyes e instaurar las bases de un nuevo modelo social, económico y productivo que no esté basado en el productivismo, el crecimiento indiscriminado, el desarrollismo, la explotación, el consumismo.
Luchar contra el consumismo es luchar contra el capitalismo, renunciando al despilfarro de recursos, al incremento de la producción con el sólo objetivo de obtener beneficios pasando por encima de la salud y calidad de vida de las trabajadoras y los trabajadores o la propia continuidad de la vida en el planeta.
El consumismo es el estilo de vida propio de este sistema social neoliberal, que explota a las personas, expolia los recursos de los países pobres, genera la enfermedad crónica de la insatisfacción permanente, que no valora la satisfacción de las necesidades sino que nos convierte en objetos esclavos de todo lo superfluo e innecesario que el mercado nos presenta.
¿QUÉ ES LA HUELGA DE CONSUMO?
Es mucho más que un día sin compras. Implica replantearse el sistema productivo que padecemos. Implica una reflexión muy crítica sobre los hábitos y tipo de vida que tenemos, cómo actuamos, qué pensamos, para qué trabajamos, qué sentido tiene la propiedad, en qué gastamos lo que ganamos… Implica una apuesta por la austeridad, una apuesta por el reparto del trabajo y la riqueza, una apuesta por el decrecimiento, contra la ostentación, el lujo, el derroche, lo superfluo… Significa cambiar el orden de prioridades sobre lo que se debe seguir produciendo, en qué sectores seguir creciendo y en qué sectores es necesario decrecer, una reflexión sobre lo que se debe consumir, sobre la calidad de vida, sobre la soberanía alimentaria, sobre la procedencia de los productos que comemos, sobre la solidaridad con los países y personas explotadas por el primer mundo, sobre la necesidad de reciclar, de compartir, de apoyarnos mútuamente, sobre el tipo de energía renovable que hay que potenciar…
La Huelga de Consumo supone afirmar nuestra capacidad de autonomía y autogestión frente a un sistema productivo capitalista que entiende a las personas tan sólo como consumidores o recursos a explotar.
¿QUIÉN PUEDE HACER LA HUELGA?
A diferencia de una Huelga General, la Huelga de Consumo, puede ser secundada por toda la sociedad, empezando por quienes más están sufriendo esta crisis: las personas paradas, jubiladas, trabajadoras, autónomas, estudiantes, etc.
¿CÓMO PARTICIPAR EN LA HUELGA?
No comprando, ni adquiriendo, ni consumiendo cualquier tipo de bien, producto o servicio que no sea imprescindible. Por ejemplo: Al levantarnos, consumir la mínima cantidad de electricidad o agua, bajar el termostato varios grados, no usar productos contaminantes, tóxicos…
Puedes leer el documento completo en: http://www.cgt-cyl.org/IMG/pdf/Mani…
Informate, participa, apoya, difunde en:
Añadir un comentario

CRISIS INTERNACIONAL Y DESAFÍOS DE LA DEUDA EN EL SUR Y EN EL NORTE

Eric Toussaint


Exposición de introducción a un taller sobre deuda publica durante la Conferencia Nacional de Comités Locales (CNCL) ATTAC Francia, 16 y 17 de octubre 2010, Universidad de Saint-Denis, Paris VIII
Eric Toussaint es presidente del CADTM Bélgica (www.cadtm.org ) y miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia.

I. Algunos datos sobre la deuda externa de los países en desarrollo (PED) y de los países mas industrializados

Volumen de las deudas:
Deuda pública externa de todos los PED |1|. 1,5 billones de dólares (1 500 000 000 000 dólares)
Deuda pública externa del África subsahariana: 100.000 millones de dólares.
Deuda pública externa de América latina: 400.000 millones de dólares (400 000 000 000 dólares)
Deuda pública externa de Francia: 1,2 billones de dólares (1 200 000 000 000 dólares) -esta cifra incluye solamente la deuda del gobierno central- |
2|
Deuda pública externa de España: 318.000 millones de dólares.
Deuda pública externa de Estados Unidos: 3,5 billones de dólares (la deuda total interna y externa de todas las administraciones públicas de Estados Unidos es de unos 15 billones de dólares).

Otro concepto a tener en cuenta: la deuda total externa es la suma de la deuda pública y de la deuda privada, y se compara con el PIB (producto interior bruto).
Deuda externa de América Latina: cerca del 40 % del PIB.
Deuda externa de Irlanda: 1.100 % del PIB.
Deuda externa de España: 169 % del PIB.
Deuda externa de Portugal: 233 % del PIB.
Deuda externa de Grecia: 162 % del PIB.
Deuda externa de Estados Unidos: 100 % del PIB.
Deuda externa de Reino Unido: 400 % del PIB.

II. La deuda en el Sur

El contexto actual es favorable en muchos aspectos a los PED, debido a tres factores que producen un peligroso sentimiento de despreocupación, cuando no de euforia en sus jefes de gobierno, ya sean éstos de derecha, de centro o de izquierda.
 En lo que concierne a la deuda pública:
1) Los bajos tipos de interés (0 % en Japón, 0,25 % en Estados Unidos, etc.) permiten a los PED refinanciar en el Norte su deuda externa, además con una reducción en las primas de riesgo vinculadas a cada país. Por otro lado, para algunos países pobres muy endeudados, los efectos de la anulación de deuda por el Club de París, el Banco Mundial, el FMI, etc. comienzan a aliviar realmente el servicio de la deuda. Los problemas subsisten pero el peso del reembolso de la deuda es menor. Pero, atención, este alivio es la contrapartida de la prosecución de las políticas neoliberales dictadas por el FMI y el BM que afectan mucho a las condiciones de vida de la mayoría de la población.
2) El alza de los precios de los productos primarios (a partir de 2004) aumenta los ingresos de los países que los exportan y, al mismo tiempo, aumenta sus reservas en divisas fuertes. Al tener estas reservas se facilita el reembolso de sus deudas exteriores (que se deben pagar en divisas).
3) Debido a la enorme masa de liquidez que se mueve a través del mundo, existen flujos de capitales que van, temporalmente, a las bolsas de los países emergentes.
► De manera general, la deuda externa pública de los PED baja, y esta evolución concierne a casi todos estos países, incluso a los más pobres. Pero de nuevo atención: hasta aquí hemos tenido en cuenta que la deuda pública externa disminuye. Sin embargo, la situación se complica claramente si se toma en cuenta la deuda pública total, ya que la deuda interna va en aumento. En consecuencia, el peso del servicio de la deuda pública con respecto al presupuesto del Estado es, en muchos casos, idéntico al de hace unos años.
No obstante, como los gobiernos del Sur, el Banco Mundial y el FMI ponen énfasis en la deuda externa, la situación parece a primera vista totalmente controlada. Sin embargo, esta coyuntura es frágil, puesto que depende de factores que los PED no controlan:
1.- La evolución de uno de ellos tiene y tendrá un papel determinante, se trata de China. Este país —el taller del mundo— es el mayor importador de bienes primarios. El mantenimiento de un nivel elevado de importación de estos bienes por China provoca la elevación del nivel de precios de estos productos. Si los pedidos chinos bajaran de manera significativa, se correría un fuerte riesgo de que su precio se redujeran o se desplomaran. Varios factores pueden fragilizar el crecimiento actual chino, que podrían conducir a una reducción de la demanda: la especulación en la bolsa, con unas fluctuaciones considerables; el desarrollo de una burbuja inmobiliaria que alcanza proporciones realmente preocupantes. Todo esto en un marco de endeudamiento exponencial dentro sus fronteras |3| puede producir la explosión de unas acreencias más que dudosas, provocando la fragilización de un sistema bancario principalmente público. Podemos temer el estallido de varias burbujas en China —llamadas en particular crisis gemelas: crisis de la bolsa y crisis inmobiliaria, que pueden producir el crash bancario, como ocurrió en Estados Unidos en 2007-2008, y en Japón en 1990—, y sin embargo, no se hace una valoración seria de cuáles serán las consecuencias en el resto del planeta, incluidos los PED. Lo que es probable, y es lo que debemos tener presente, es que en caso de desaceleración del crecimiento de la economía china existe un riesgo importante de descenso del precio de los productos primarios.
2.- Los tipos de interés algún día aumentarán. En el Norte, los bancos privados tienen acceso en los Bancos Centrales (la Fed, el Banco Central Europeo, el Banco de Ingletera, el Banco de Japon,…) a un recurso financiero muy poco costoso, o sea, con un interés bajo. Con esta enorme liquidez, los bancos prestan, pero en cantidades limitadas, a las empresas que invierten en producción y a las familias que consumen. El resto, grandísimo, les sirve para especular con las materias primas, con los títulos de la deuda pública, o para prestar a terceros (por ejemplo a empresas industriales, que con ese dinero a su vez especulan en lugar de invertirlo en producción). Los Bancos Centrales de los países más industrializados saben que se están formando nuevas burbujas y en consecuencia tendrían que aumentar los tipos de interés para disminuir la liquidez en circulación. Pero dudan, puesto que si se resuelven a hacerlo existe de nuevo un riesgo de quiebras bancarias. Es como la elección ente la peste y el cólera: si los tipos permanecen bajos, se formarán nuevas burbujas y pueden llegar a un volumen realmente inquietante; si los tipos aumentan, las burbujas que ya existen podrían estallar rápidamente.
Si los tipos de interés aumentan, la especulación con las materias primas debería disminuir (ya que la liquidez disponible para esas actividades se agotará), lo que producirá una disminución en su precio.
Resumiendo, si los tipos de interés acaban aumentando, los PED pueden acabar estrangulados: encarecimiento del servicio de la deuda, unido a un descenso en la entrada de divisas por la fuerte reducción en el precio de los bienes primarios (véase el punto precedente). Los PED corren el riesgo en este caso de encontrarse de nuevo en la situación de los años ochenta: el alza del tipo de interés decidido por la Reserva Federal estadounidense a fines de 1979 —decisión seguida por otros Bancos Centrales de los países más industrializados—que provocó el aumento brutal de los reembolsos de las deudas que debían efectuar los PED, que, al mismo tiempo, se vieron confrontados a una caída del precio de los productos primarios (recordemos que el precio de las materias primas mantuvo una tendencia a la baja de 1981 a 2003).
3.- Finalmente, los flujos de capitales que van hacia las bolsas de los países emergentes pueden cambiar su rumbo bruscamente, desestabilizando la economía de estos países.

III. La deuda en el Norte

Sobre esta parte, Eric Toussaint toma como referencia un informe de economistas de la Universidad de Londres, en especial Costas Lapvitsas, donde se trata, entre otras, la cuestión de la deuda de Grecia, Portugal y España. Este estudio de 72 páginas, que merece ser traducido al español, es una mina de informaciones y de ideas. |4| También se hace referencia a un trabajo de 4 páginas sobre el tema del la deuda en el Norte del CADTM. |5|
Referencia histórica: La deuda comenzó a tener en el Norte niveles elevados en los años ochenta del siglo pasado. En efecto, después del primer shock petrolero y de la crisis económica de 1973-1975, los gobiernos trataron de relanzar la economía con empréstitos públicos. La deuda explotó cuando la Reserva Federal estadounidense aumentó sin previo aviso los tipos de interés a partir de octubre de 1979 (véase más arriba).
Seguidamente, a partir de fines de los años ochenta, la situación de las finanzas públicas se agravó de nuevo. Su causa: la «contrarreforma fiscal » llevada a cabo a favor de las empresas y de las personas de altos ingresos, que tuvo como consecuencia una reducción de la recaudación fiscal, compensada por una parte por el aumento de los impuestos indirectos (el IVA), y por la otra por el recurso al endeudamiento.
La crisis que comenzó en 2007 y sobre todo la manera con que los gobiernos rescataron a los bancos privados degradaron aún más la situación de las finanzas públicas.
En los países como el Reino Unido, Bélgica, Alemania, los Países bajos, Irlanda, los gobiernos gastaron sumas considerables de dinero público para salvar a los bancos. En un futuro próximo, el gobierno español decidirá seguramente hacer lo mismo con las cajas de ahorro regionales, en quiebra virtual debido a la crisis del sector inmobiliario. Irlanda está literalmente hundida bajo las deudas provenientes de los grandes bancos privados que el gobierno ha nacionalizado, sin recuperar el costo del salvataje, con los recursos de los accionistas.
Por otra parte, con la enorme liquidez puesta a su disposición por los Bancos Centrales en 2007-2009, los bancos del Oeste europeo (sobre todo los alemanes y franceses) concedieron un gran volumen de créditos (principalmente al sector privado pero también a los poderes públicos) a los países de la «periferia de la Unión Europea», como España, Portugal y Grecia, ya que los banqueros consideraban que no existía ningún peligro. La consecuencia de esta política de préstamos fue un fuerte aumento de la deuda de estos países, en particular el de la deuda privada (la relación deuda privada/deuda total externa es del 83 % en España, 74 % en Portugal y 47 % en Grecia) |6|. Los banqueros alemanes y franceses tienen entre ambos el 48 % de los títulos de la deuda española (los bancos franceses el 24 %); también el 48 % de los títulos de la deuda portuguesa (los franceses, ellos solos, el 30 %); el 41 % de los títulos de la deuda griega (los franceses el 26 %) |7|.
A pesar de que los gastos sociales de los Estados no son en absoluto responsables del aumento de la deuda pública, están en el punto de mira de los planes de austeridad.
El aumento de la deuda pública es utilizada por los gobiernos como argumento para justificar la adopción de nuevos planes de austeridad.
Por otro lado, se dice en el Norte que El Problema es la deuda pública, cuando, en la mayor parte de países es la deuda privada la que plantea problemas. Esta enorme deuda de las empresas privadas corre el riesgo, si no se toman medidas adecuadas, de transformarse en poco tiempo en deuda pública.
La crisis griega:
Gran parte de los préstamos fueron concedidos a Grecia para financiar la compra de material militar a Francia y a Alemania, aumentar el consumo a crédito de las familias y para favorecer el endeudamiento de las empresas privadas. Después del estallido de la crisis, el lobby militar-industrial logró que el presupuesto de defensa fuera apenas tocado, mientras el gobierno del PASOK recortaba brutalmente los gastos sociales. Sin embargo, en plena crisis griega, a comienzos de año, Recep Tayyip Erdogan, el primer ministro de Turquía, país que mantiene tensas relaciones con su vecino griego, fue a Atenas a proponer una reducción del 20 % en los presupuestos militares de ambos países. Pero el gobierno griego no cogió el cable que le había tendido Turquía. Se encontraba bajo la presión de las autoridades francesas y alemanas, que querían promover sus exportaciones de armas. A eso hay que agregar los numerosos préstamos de los bancos, principalmente alemanes y franceses, a empresas privadas y a las autoridades griegas en 2008-2009. Estos bancos habían recibido préstamos del Banco Central Europeo a tipos de interés bajos y ese dinero, así obtenido, lo prestaron a Grecia con tipos de interés más altos. Como resultado, un buen negocio, que les permitió obtener en un corto plazo jugosos beneficios. Los banqueros no se preocuparon de la capacidad de los deudores para reembolsar el capital prestado a medio plazo. Por lo tanto, los bancos privados tienen una gran responsabilidad en este endeudamiento excesivo. Los préstamos de los países miembros de la Unión Europea y del FMI a Grecia no respetan los intereses de la población griega, sólo sirven para el pago a los bancos alemanes y franceses en peligro por una arriesgada política de préstamos. Además, están unidos a políticas que atentan contra los derechos sociales de la población griega. Y bajo este aspecto, constituyen préstamos odiosos. Nota bene: ver la ponencia que hizo Claudio Katz en Atenas el 16 de octubre 2010 comparando Grecia 2010 y Argentina 2001- … http://www.cadtm.org/Grecia-2010-Ar...

IV. Las alternativas

1.- El CADTM ha propuesto 8 medidas que conciernen a la deuda pública (véase las 4 páginas mencionadas más arriba en http://www.cadtm.org/Juntos-para-im... ), en el que el elemento central es la moratoria unilateral de la deuda, sostenida por una auditoría de la deuda pública efectuada bajo control ciudadano. Cuando el CADTM recomienda una cesación de pagos sabe de qué habla, pues participó en la comisión de la auditoría de la deuda de Ecuador, creada en julio de 2007. Comprobamos que numerosos préstamos habían sido concedidos violando las reglas más elementales. En noviembre de 2008, el nuevo gobierno se basó en nuestro informe para suspender el reembolso de bonos de la deuda que vencían, algunos en 2012 y otros en 2030. Finalmente, el gobierno de este pequeño país de Latinoamérica salió vencedor del pulso mantenido con los banqueros norteamericanos tenedores de los bonos de la deuda ecuatoriana. El gobierno compró por 1.000 millones de dólares títulos que valían 3.200 millones, ahorrando así el tesoro público ecuatoriano cerca de 2.200 millones de dólares del stock de la deuda, a lo que hay que sumar los 300 millones de dólares de interés por año, que desde 2008 no se pagan. Esto le dio al gobierno ecuatoriano nuevos medios financieros para poder aumentar los gastos sociales en sanidad, educación, ayuda a los pobres.
La cuestión es poner en evidencia el carácter legítimo o ilegítimo de la deuda (concepto histórico de «deuda odiosa», precedentes históricos como la anulación de la deuda iraquí en 2004, a pedido de Estados Unidos).
2.- Recurso de los Estados a efectuar «actos soberanos». Habitualmente se piensa a Estados Unidos o a Israel cuando se citan.
Sin embargo hay ejemplos recientes, en particular en Latinoamérica, de actos soberanos para resistir a la dominación de las IFI, de acreedores privados o de países dominantes:
• El ejemplo de la suspensión unilateral del pago de la deuda por Ecuador, mencionado más arriba.
• El ejemplo de Argentina, que rechazó el pago de su deuda entre 2001 y 2005, poniendo por delante la responsabilidad de los acreedores. Argentina, después de haber suspendido el reembolso de su deuda, finalmente la renegoció en febrero-marzo de 2005 al 45 % de su valor. Gracias a esta moratoria unilateral sobre los títulos de la deuda por un monto de cerca de 100.000 millones de dólares, el país pudo invertir sus recursos y reanudar su crecimiento (8 % de crecimiento anual en el período 2003-2007). Argentina todavía tiene una cuenta pendiente con miembros del Club de París. Desde diciembre de 2001 no hace ningún reembolso a los países miembros del Club y lo lleva muy bien. El Club de París representa los intereses de los países industrializados y no quiere publicidad acerca del no pago de la deuda argentina, ya que teme que otros gobiernos puedan seguir el ejemplo. Hay que destacar que Argentina forma parte actualmente del G20 y que, por lo tanto, no está en absoluto marginada a pesar de sus actos unilaterales soberanos.

Se puede agregar que, condenados por los órganos de las IFI, algunos países notifican a estas mismas organizaciones que han dejado de reconocer sus decisiones o arbitrajes, y eso está muy bien. Así, en 2009, Ecuador denunció 21 tratados bilaterales de inversiones y notificó al Banco Mundial que dejaba de reconocer al CIADI, el tribunal de Banco Mundial en materia de litigios sobre inversiones. Ya Bolivia había tomado la delantera en 2007.
3.- El Banco del Sur, lanzado en 2007 por 7 países de América del Sur (Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay, Venezuela), aunque todavía no ha comenzado sus actividades (véase la entrevista a Eric Toussaint publicada en el diario suizo Le Courrier, el 16 de octubre de 2010, http://www.cadtm.org/Senales-preocu... )
Perspectivas de trabajo para ATTAC
Después de este taller, podemos sugerir varias pistas de trabajo: - Hacer difusión, mediante un material apropiado, las «gestiones soberanas» de resistencia realizadas por algunos países (Ecuador, Bolivia, Argentina, etc.), los actos efectuados y sus consecuencias.
• Impugnación de la deuda: condiciones de aplicación de una gestión análoga a la de Ecuador en el marco de la Unión Europea o de la zona Euro, con la identificación de los márgenes de maniobra que podrían disponer los países frente a los diktats de la Unión Europea, del FMI y a las presiones de los acreedores, etc.
• Integrar la reivindicación de la auditoría de la deuda en las proposiciones realizadas por ATTAC.
 Proponer una información accesible sobre los respectivos papeles de la deuda pública y de la deuda privada en la situación actual, sobre la responsabilidad de los bancos en la formación de las burbujas financieras y por lo tanto en el aumento de la deuda pública.
Traducido por Griselda Pinero.

Notas

|1| Los países llamados PED por los organismos internacionales (FMI, BM, OCDE) son los de América Latina, África, Oriente Medio, Asia —salvo Japón y Corea del Sur— y Europa del Este.
|2| OCDE, Dette de l’Administration centrale, Annuaire statistique 2000-2009, p. 31
|3| Ojo! Nos referimos al endeudamiento interno preocupante en China. No confundir la situación de la China respecto a su deuda interna con la posición del país asiático frente al exterior. China es el mayor acreedor internacional.
|4| C. Lapavitsas, A. Kaltenbrunner, C. Lambrinides, D. Lindo, J. Meadway, J. Michell, J. P. Painceira, E. Pires, J. Powell, A. Stenfors, N. Teles «THE EUROZONE BETWEEN AUSTERITY AND DEFAULT», SEPTEMBER 2010 http://www.researchonmoneyandfinanc...
|5| http://www.cadtm.org/Juntos-para-im...
|6| C. Lapavitsas y … p. 8.
|7| C. Lapavitsas y … p. 10
http://www.cadtm.org/Crisis-internacional-y-desafios-de

¿GUERRA DE DIVISAS?, POR SUPUESTO

Immanuel Wallerstein | La Jornada


Las divisas son un problema económico muy particular. Porque las divisas son la verdadera relación donde unos ganan y otros pierden. Sean cuales sean los méritos de la revaluación o devaluación de una divisa particular, estos méritos son ganancias sólo si otros pierden. No puede todo mundo devaluar al mismo tiempo. Es imposible lógicamente y por tanto carece de sentido en lo político.

La situación mundial es bien conocida. Hemos estado viviendo en un mundo donde el dólar estadounidense ha sido la divisa mundial de reserva. Esto, por supuesto, le ha dado a Estados Unidos un privilegio que ningún otro país tiene. Puede imprimir su divisa a voluntad, siempre que piense que al hacerlo resuelve algún problema económico inmediato. Ningún otro país puede hacer esto; o más bien ningún otro país puede hacerlo sin penalización mientras el dólar se mantenga como la divisa de reserva aceptada.

Es también muy conocido que, por algún tiempo ya, el dólar ha estado perdiendo su valor en relación con otras divisas. Pese a las fluctuaciones continuas, la curva ha sido descendente tal vez durante 30 años por lo menos.

Los países del noreste de Asia –China, Corea y Japón– han emprendido políticas relativas a las divisas que otros países han criticado. De hecho éste es un asunto que es el objeto de una atención constante en los medios. Sin embargo, para ser justos, en este momento no es de ningún modo fácil establecer la política más sabia, aun desde la perspectiva egoísta de cada país.

Yo considero que el asunto subyacente es más simple que las enredadas explicaciones de la mayoría de los analistas de política. Comienzo con algunos cuantos supuestos. El estatus del dólar como divisa de reserva del sistema-mundo es la última ventaja importante con que cuenta Estados Unidos en el sistema-mundo de hoy. Es por tanto entendible que Estados Unidos hará lo que pueda para mantener esta ventaja. Para hacer eso, requiere de la voluntad de otros países (incluidos, notablemente, esos del noreste de Asia) no sólo para que usen el dólar como modo de calcular las transferencias sino como algo en lo cual invertir sus excedentes (particularmente en bonos del Tesoro estadounidense).

No obstante, la tasa de cambio del dólar ha ido deslizándose constante. Esto significa que tales excedentes invertidos en bonos del tesoro valen menos conforme pasa el tiempo. Llega un punto en que las ventajas de tal inversión (siendo la principal ventaja el sostener la capacidad de las empresas estadounidenses y los consumidores individuales para pagar por sus importaciones) serán menores que la pérdida del valor real de las inversiones en bonos del Tesoro. Ambas curvas se mueven en direcciones opuestas.

El problema es uno que está presente en cualquier situación de mercado. Si el valor de unas acciones está cayendo, los dueños querrán deshacerse de ellas antes de que caigan muy bajo. Pero si un accionista grande se deshace de ellas muy rápido, esto puede impeler a que otros corran a vender, lo que ocasiona pérdidas aún mayores. El juego es siempre encontrar un momento elusivo para deshacerse de las acciones, uno que no sea ni demasiado tarde ni demasiado pronto, ni demasiado lento, ni demasiado aprisa. Esto requiere un sentido perfecto del tiempo, y la busca de esta sincronía perfecta es el tipo de juicio que con frecuencia se tuerce.

Esto es lo que veo como retrato básico de lo que está ocurriendo y ocurrirá con el dólar estadounidense. No puede continuar manteniendo el grado de confianza mundial de que alguna vez gozó. Tarde o temprano, la realidad económica se le empantanará. Esto puede ocurrir en una conmoción de cinco minutos o en un proceso mucho más lento. Pero cuando ocurra, la pregunta clave es ¿qué ocurrirá entonces?

No hay hoy otra divisa que tenga el equilibrio necesario para remplazar al dólar como divisa de reserva. Siendo ese el caso, cuando el dólar caiga, no habrá divisa de reserva. Estaremos en un mundo multipolar de divisas. Y un mundo multipolar de divisas es un mundo muy caótico, en el cual nadie se siente a gusto porque los constantes virajes repentinos de las tasas de cambio hacen muy precarias las mínimamente racionales predicciones económicas de corto plazo.

El director administrativo del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, en este momento advierte públicamente que el mundo se está hundiendo en una guerra de divisas, cuyo resultado podría tener un impacto negativo y muy dañino en el más largo plazo.

Una posibilidad real es que el mundo pueda revertir, a mí me parece que ya lo está haciendo, a acuerdos de trueque de facto, una situación que no es en realidad compatible con el funcionamiento efectivo de la economía-mundo capitalista. ¡Caveat emptor!, ¡compren a su propio riesgo!
Traducción: Ramón Vera Herrera


5 de noviembre de 2010

CLAVES DE LA OFENSIVA INTERNACIONAL CONTRA LAS PENSIONES Y LAS CONDICIONES DE TRABAJO

PENSIONES | EL AUTOR DE ‘LA ARMADURA DEL CAPITALISMO’ EXPLICA LA OFENSIVA CONTRA LOS DERECHOS SOCIALES SOBRE TIEMPO DE TRABAJO


Las protestas en Francia abren un escenario político que el autor equipara con la situación que se dio en Europa durante los años ‘20.


Periódico “Diagonal”. Alejandro Teitelbaum / Abogado y diplomado en Relaciones Económicas Internacionales (Universidad de Paris I)
Jueves 4 de noviembre de 2010. Número 136


Pensiones: Trabajar más para vivir peor. Foto: Martin Barzilai.

Las actuales protestas y manifestaciones, no sólo en Francia sino en otros países, podrían indicar que se está llegando nuevamente a la convergencia de los años ‘20 entre las condiciones objetivas de un sistema agotado, que ha puesto en evidencia sus contradicciones insuperables, y el hecho de que se está profundizando en la gente la conciencia de la injusticia social inherente al sistema. Los bienpensantes critican a los jóvenes porque participan en las protestas en Francia, pero éstos tienen buenas razones para inquietarse: con un mercado de trabajo restringido que genera desocupación, la propuesta gubernamental de retrasar la edad de la jubilación saturará más aún el mercado de trabajo e impedirá a buena parte de las nuevas generaciones obtener un primer empleo.


Memoria: vuelta a los años ‘20
La primera revolución industrial (el maquinismo que permitió el paso del trabajo artesanal a la manufactura) produjo dos resultados fundamentales: el surgimiento del proletariado industrial y un enorme aumento de la productividad del trabajo. Primero no hubo límites en las jornadas laborales: hombres, mujeres y niños trabajaban 16 o 18 horas diarias, no había descanso semanal ni vacaciones y menos aún jubilaciones.
Pero el nuevo proletariado comenzó a resistir y exigir mejores condiciones de trabajo. Este movimiento culminó en el decenio de 1920 cuando las luchas de los trabajadores, ayudadas por el temor de los capitalistas al ejemplo de la Revolución de Octubre en Rusia, lograron la jornada semanal de 48 horas. Esto respondió a la convergencia de dos factores: el aumento de la productividad, que permitía satisfacer las demandas del mercado con menos tiempo de trabajo, y la lucha de los trabajadores para mejorar sus condiciones de trabajo. Con el fordismo aumentó la intensidad del trabajo, como muestra agudamente Chaplin en Tiempos Modernos.
Desde entonces la jornada de trabajo se mantuvo estable, aunque disminuyó la jornada anual como resultado de las vacaciones más prolongadas y en algunos países disminuyó también la jornada semanal. A esto se unió que, con la revolución científico-técnica, la productividad del trabajo aumentó vertiginosamente, lo que, por otra parte, dio lugar al toyotismo o just in time. Por ejemplo, según las estadísticas oficiales del Institut national de la statistique et des études économiques (INSEE) una hora de trabajo asalariado en Francia era en 2004 23 veces más productiva que en 1975.
La lógica que se impuso en los ‘20 indica que, si para satisfacer la demanda del mercado consumidor (de “activos” y de “pasivos”) hace falta menos tiempo de trabajo, corresponde disminuir éste: la jornada diaria, semanal y anual. Y también el tiempo total de la vida llamada activa, adelantando y no retrasando la edad de la jubilación. Porque, aunque los activos sean relativamente cada vez menos en proporción a los jubilados, la tarta a repartir crece más rápidamente. El argumento demográfico (la población envejece, aumenta la esperanza de vida) es entonces insostenible. La cuestión es cómo se reparte esa tarta.
Las élites político-económicas, con su cortejo de economistas, “politólogos” y otros “especialistas” presentan como inevitables políticas sociales injustas y económicamente irracionales. En realidad, no hacen otra cosa que defender encarnizadamente la tasa de ganancia (o tasa de explotación) de los patrones. El aspecto financiero es secundario o simplemente un pretexto. La raíz del problema es que el estado actual de desarrollo de las fuerzas productivas y el formidable incremento de la productividad del trabajo podrían permitir estar en el umbral de la sociedad que vislumbró Marx hace más de un siglo y medio: el ser humano liberado de la necesidad de buena parte de los trabajos físicos y del trabajo alienado, y disponiendo de más tiempo libre (durante su vida activa y jubilándose antes) para dedicarlo a su realización personal.
Pero la liberación del ser humano está en contradicción con la esencia misma del sistema capitalista, basado en la opresión y la explotación de los seres humanos. Por eso, cuando lo que habría que hacer en función del aumento de la productividad, sería disminuir el tiempo de trabajo (lo que permitiría crear nuevos empleos) y aumentar los salarios y las pensiones, los dueños del poder, con el pretexto de combatir la crisis y la desocupación y de “salvar” la Seguridad Social, congelan o disminuyen los salarios, aumentan la jornada de trabajo, introducen la “flexibilidad laboral”, aumentan la edad de la jubilación y reducen las pensiones. Esta es la paradoja de la sociedad contemporánea, en la que, mientras una ínfima minoría mantiene confiscado el poder y acumula riquezas hasta la obscenidad (inclusive y aún más en tiempos de crisis) las necesidades mínimas de buena parte de la población mundial permanecen insatisfechas y les resultan inalcanzables sus legítimas aspiraciones materiales y espirituales.


TRABAJAR MÁS PARA VIVIR PEOR
Productividad
En los últimos años, pese a que ha aumentado la productividad, también ha aumentado la intensidad del trabajo con el “toyotismo” (o just in time: producción de lo necesario en función de la demanda de cada momento evitando la acumulación de stocks de mercancías) y con la flexibilidad laboral. Esta tendencia al aumento de la jornada de trabajo se acentúa a causa de la necesidad que tiene mucha gente de trabajar más tiempo a fin de ganar lo mínimo necesario para sobrevivir.


Privatización
El FMI aconseja la privatización para resolver los problemas financieros de la Seguridad Social. Pero esa privatización margina a los trabajadores con menores ingresos, es decir, a los más necesitados, a causa de que las cotizaciones son muy elevadas. Esto es más notorio en los países donde los salarios son de por sí bajos. Además, el porvenir de los sistemas privados es incierto y los trabajadores que pertenecen a ellos corren el riesgo de encontrarse en el futuro sin protección.

3 de noviembre de 2010

CURSO RÁPIDO E INTENSIVO DE TEORÍA ECONÓMICA LIBERAL. EN 2 MINUTOS Y 48 SEGUNDOS

BAUMAN Y LAS NUEVAS DINÁMICAS DE LA DESIGUALDAD

Cambios en las estructuras del mercado y globalización de la miseria

La última edición de los premios Príncipe de Asturias facilitó la llegada a España de Zygmunt Bauman. El creador de conceptos como la ’modernidad líquida’ expuso en Barcelona su pensamiento acerca de las mutaciones en el sistema capitalista y de la falta de instrumentos que pongan coto a la devaluación de las democracias occidentales.

Carles SÁNCHEZ. Periódico “DIAGONAL” / Barcelona

Martes 2 de noviembre de 2010.  Número 136


El polaco Zygmunt Bauman es uno de los más importantes pensadores de la post modernidad.

El 23 de octubre Zigmunt Bauman, flamante premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades junto con Alain Touraine, dio una conferencia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona en la que disertó sobre la estrategia universal de la lucha por el poder y de cómo ésta, mientras los estados desarrollados han creado estructuras burocráticas que han dado visos de razonabilidad y modernidad a sus sociedades, ha llevado a cabo un proceso de transversalización de la economía mundial a través de la globalización, poniendo en peligro el futuro de las democracias.
Bauman explica cómo los Estados, preocupados por conseguir que el comportamiento de sus ciudadanos fuera previsible ha permitido que el poder económico manipulara los niveles de incertidumbre rompiendo el contrato social entre empresa y trabajadores, en el que ambas partes estaban confinadas a una ausencia de libertad de elección por estar ligadas a un espacio geográfico que no podían romper so pena de incrementar los costes finales de los productos al consumidor por la vía de las barreras arancelarias de acceso a los mercados internos. Capital y trabajo estaban obligados a entenderse. Era necesario para el capital poner coto a esa dependencia mutua abriendo las barreras arancelarias que permitieran deslocalizar la producción, rescindiendo unilateralmente aquel contrato mutuo que tanto permitió a las sociedades industriales alcanzar los niveles de bienestar que las caracterizó. Este contrato, enfatiza Bauman, ha sido rescindido unilateralmente porque mientras el capital ha pasado a moverse a escala planetaria con total libertad, la fuerza de trabajo ha continuado atada a unas fronteras políticas. La imagen que propone Bauman a este fenómeno es la de una fuerza de trabajo enraizada al territorio mientras que el capital sólo está anclado cual barco en un puerto, con la posibilidad de zarpar en cualquier momento.
Una consecuencia directa de estos hechos ha sido la rotura de una tendencia que ha sido permanente durante todo el siglo XX: el crecimiento económico de las naciones ricas era variable explicativa directa del crecimiento de sus clases medias y del empobrecimiento de las naciones pobres. Esta tendencia ha cambiado con la consolidación de la globalización económica: mientras disminuyen las distancias entre naciones ricas y naciones pobres, están aumentando las diferencias sociales internas de las economías ricas alcanzando niveles de concentración de la riqueza análogos a los del siglo XIX. También estamos asistiendo a un desvío del capital inversor hacia las economías emergentes (20.000 millones de euros en 2010 hasta el momento) que ya está causando una burbuja en los activos de aquellas economías. Otra de las consecuencias de esta dinámica que ha quedado evidenciada con la crisis ha sido la pérdida de poder de la política local frente a las fuerzas económicas mundiales. En palabras de Bauman, nos encontramos en un campo minado y sin instrumentos de intervención a escala planetaria.
En referencia a la afirmación de Bauman con respecto al peligro que corren nuestras democracias, la deriva del Tribunal Supremo estadounidense culminada por Bush ha puesto fin a los esfuerzos por controlar la financiación de las campañas electorales permitiendo la creación de unas sociedades opacas que vehicularán el dinero de forma secreta hacia los partidos. Los demócratas y liberales temen que se conviertan en un instrumento para apoyar a los aspirantes republicanos más conservadores. Las próximas elecciones americanas prevén una mayoría republicana en el Congreso que facilitaría la aprobación de este instrumento y que pondría a la política americana, todavía más si cabe, al servicio de los intereses empresariales.
Pero aquí no acaba todo, los conservadores de todo el mundo se están planteando si la democracia continúa siendo un instrumento válido para el crecimiento económico o, por el contrario, está suponiendo un exceso de trabas a sus aspiraciones económicas, tomando como referencia la pujante economía China y su ausente sistema de libertades.
No es casual que Bernie Ecclestone, propietario de la Fórmula 1, haya declarando su ausencia de fe en la democracia y poniendo como ejemplo cómo la democracia ha traído el desastre a Irak. Bien podría el sr. Ecclestone haber cuestionado la guerra inventada con documentos falsos de la CIA o denunciado las atrocidades cometidas por ejército estadounidense sobre la población local y que han sido reveladas por Wikileaks, o la tradicional ingerencia de occidente en el resto del mundo impidiendo, como alertaba Terzani en El fin es mi Principio, la supervivencia de otros oasis económicos. Como pueden ver, aquella “estrategia universal de la lucha por el poder” a la que aludía Bauman, camina con paso firme en su intención de convertir al mundo, como bien dice Josep Fontana, en una sociedad anónima.

1 de noviembre de 2010

ES HORA DE VOLVER A LLAMAR A LA LUCHA DE CLASES POR SU NOMBRE

David Rosen/ Revista “Sin Permiso”

Las grandes palabras no pronunciadas del discurso político norteamericano son "lucha de clases". La premisa moral y política del moderno "Siglo Norteamericano" surgido de la II Guerra Mundial es que los EEUU habrían superado las divisiones de clase y la lucha de clases. Todos, o casi todos, salvo los muy pobres y los muy, muy ricos, fueron absorbidos por una vastísima e indiferenciada clase media.
La ficción, según la cual Norteamérica es una nación sin clases, una leyenda mentirosa desde su nacimiento hace medio siglo, resulta cada vez más insostenible, a medida que se intensifica día tras día la lucha de clases. Ha llegado la hora de aceptar el sencillo pero profundo hecho de que Norteamérica se halla en medio de una guerra de clases: y los archiricos, la sección norteamericana de la oligarquía global, la están ganando.
En Francia y en Gran Bretaña, la lucha de clases se libra explícitamente. En Francia se expresa en forma de resistencia masiva y a menudo violenta, con sangre en las calles. En el Reino Unido se impone en forma de exigencia de austeridad por parte de la clase dominante a través despidos en masa en el sector publico, recortes ciclópeos en los servicios públicos y escasa resistencia abierta. En Alemania y en los EEUU, los lubricantes mediadores constituidos por las sutilezas leguleyas y los partidos políticos siguen conteniendo y amortiguando el conflicto directo de clases.
La extrema derecha es en todo el Occidente la única tendencia política explícitamente comprometida con la guerra de clases. Sin embargo, en la extrema derecha no se ve a la política como un mero fin en si mismo (la conquista del poder del estado), sino como medio para un fin de mayor alcance: la utilización del poder del Estado para imponer al cuerpo político disciplina legislativa, económica y moral.
El Tea Party es un movimiento popular comprometido la guerra de clases, normalmente no violenta. Es la voz de los cristianos vulnerables de las clases baja y medias. Su mundo está en crisis, y asisten a su colapso. Sus otrora envidiables privilegios sociales dimanantes de su raza ya no les protegen de los vicisitudes del capitalismo granempresarial. Como reacción a eso, se reatrincheran en la segura fortaleza del odio y se alinean con el absolutismo ideológico y moral promovido por algunas facciones de los archiricos, precisamente los mayores responsables de sus miserias.
La lucha de clases ha sido un rasgo inveterado de la cultura política norteamericana. Batallas de clase marcaron el primer período de formación de la nación, incluidas las insurrecciones de los aparceros de Nueva York en 1766, la Rebelión de Shay en 1786 y la Rebelión del Whisky en la década de 1790. Batallas de clase atravesaron el siglo XIX, incluyendo el Movimiento de los Hombres Trabajadores de la década de 1830 y la Revuelta de Nat Turner en 1831, así como las luchas populistas posteriores a la Guerra Civil en Haymarkey y en Homestead en el último trecho del XIX y el Ejército Coxey de trabajadores desempleados en 1894. Las batallas de clase cruzaron también el primer tercio del siglo XX, culminando en la Marcha de Veteranos de la I Guerra Mundial, la resistencia de los campesinos y granjeros a a las ejecuciones hipotecarias y las huelgas de los sindicalistas de la CIO en la década de los 30.
Las clases y la guerra de clases se hicieron desaparecer oficialmente durante la II Guerra Mundial, y efectivamente desaparecieron con la integración del sindicalismo y la legislación Taft-Hartley después de la guerra. El programa nacional de prosperidad y el anticomunismo de impronta maccarthysta, combinados con la campaña exterior de intervención militar de la Guerra Fría y la renovación económica del Plan Marshall, sentaron las bases de una revitalización del orden capitalista.
Este sistema de valores del nuevo orden mundial, que absorbía la lucha de clases, fue articulado por un grupo de intelectuales liberales "post-marxistas" entre los que se hallaban Daniel Bell, Sidney Hook, James Burnham e Irving Kristol. Respaldados por el Congreso para la Libertad Cultural de la CIA, fueron ellos que forjaron la ideología del "Siglo Norteamericano". Como escribió Bell: "La abundancia… fue el substituto norteamericano del socialismo".
Y desde luego, Norteamérica logró la abundancia en las primeras décadas de posguerra. Con la crisis del petróleo y la recesión de los 70, el Siglo Norteamericano comenzó a declinar. A mediados de los 80, la abundancia era ya cosa del pasado. Como David Bloom, un economista de Harvard, advirtió en 1986: "Se ha producido un encogimiento de la clase media. (…) A medida que la sociedad se polariza más, hay más 'poseedores" y más 'desposeídos', y menos gente en medio." [Time, 3 noviembre 1986.]
Desde la Revolución de Reagan, la abundancia de la clase media ha sido crecientemente substituida por deuda. Con Reagan desaparecieron los guantes de seda que durante tanto tiempo amortiguaron la guerra de clases. La promesa del Siglo Norteamericano languidece, y los ricos son cada vez más ricos y las clases medias trabajadoras están cada vez más esquilmadas.
En un poema escrito en 1894, el autor inglés Lord Alfred Douglas se refirió a la homosexualidad como al "amor que no osa decir su nombre". En 1895, Oscar Wilde fue juzgado y condenado por sodomía; durante el proceso, se le requirió para que se definiera en relación con el poema de Douglas, lo que contribuyó a popularizar la expresión. Un siglo después, en la homosexualidad en Occidente es ya, en general, un amor que no teme decir su nombre.
Hace un siglo, la guerra de clases se reconocía comúnmente como un rasgo distintivo de la modernización norteamericana. Grandes conglomerados industriales, encabezados por Standard Oil, dominaban el sistema económico y político norteamericano; y a los magnates que los dirigían se los conocían con el jocosamente despectivo sobrenombre de "barones ladrones". Dada esa situación de opresión, la guerra de clases era un concepto político aceptado de consuno por el periodismo de denuncia, el radicalismo, el sindicalismo y el pueblo trabajador común y corriente. Todo el mundo sabía que la única forma de luchar contra los conglomerados monopólicos y los barones ladrones era a través de la guerra de clases.
Hoy, la lucha de clases no osa ya decir su nombre. El capital financiero ha venido a sustituir al capital industrial como factor determinante de la economía global. Y uno de los progenitores de la Standard Oil, Citibank, influye de manera determinante en las decisiones federal de política económica. Desgraciadamente, los actuales archiricos, ya sean miembros de clubs exclusivos de ricachones, financiadores del Partido Republicano, mecenas de think tanks de extrema derecha o subsidiadotes del movimiento "populista" del Tea Party, raramente son despreciados y ridiculizados como barones ladrones.
Los actuales barones ladrones conocen la importancia de los medios de comunicación, y han sobornado a los formadores de la opinión popular. Bien trajeados ejecutivos empresariales y financieros, no moralmente mejores que arteros robacarteras, han sido convertidos en celebridades. Son lisonjeados hasta la náusea en reality shows televisivos, alabados a diario en programas y noticiarios económicos y sensacionalistamente ensalzados día sí y otro también en la prensa rosa. Los grandes medios de comunicación norteamericanos, obvio es decirlo, no quieren morder la mano que les da de comer.
El de clase, y particularmente el de clase media, es un concepto que se ha hecho vagaroso en el discurso político norteamericano. Se refiere a todos y a ninguno. La Oficina del Censo norteamericana no define, ni usa, la noción de "clase media", pero ha fijado el ingreso mediano de una familia de cuatro en 2008-2009 en 70.000 dólares anuales. Una investigación del instituto Pew en 2008 mostró que la mitad de los norteamericanos se definen a sí mismos como de clase media.
El grueso de los norteamericanos reconocen la realidad de la lucha de clases, por un lado, en las incesantes informaciones referidas a los elevados niveles de desempleo, al número cada vez mayor de ejecuciones hipotecarias y a la creciente morosidad, y, por el otro, en los disparados mercados de valores y los indecibles bonos pagados a los ejecutivos financieros. Eso pone ante la rotunda evidencia de las diferencias de clase, pero resulta un tanto confundente respecto del conflicto, más profundo, dimanante de la acrecida polarización de la riqueza en Norteamérica.
De acuerdo con Edward Wolff, un economista de la Universidad de Nueva York, la riqueza cada vez está más concentrada. En los 15 años que median entre 1983 y 1007, la participación en la riqueza nacional del 1% más rico creció de un 33,8% a un 34,6%; y el 20% más rico de los hogares norteamericanos en 2007 controlaba el 85% de la riqueza nacional, mientras que en 1983 sólo controlaba el 81,3%. El destino de la vasta "clase media" norteamericana, el restante 80%, no ha hecho sino empeorar: en 2007 controlaba un 15%, contra un 18,7% en 1983.
Es hora de que Norteamérica vuelva a llamar a la lucha de clases por su nombre. Por dos razones. Primero, para poder combatir el expolio que está arruinando las vidas de millones de norteamericanos enfrentados a la catástrofe financiera. Y segundo, para poner fin a la campaña de los archiricos (mancomunada con las políticas públicas de desfravación fiscal, subsidios y otros regalos) y de los medios de comunicación para mantener viva la ficción de que los EEUU son una sociedad sin clases y libre de guerra de clases.
David Rosen es un analista político norteamericano. Su libro más reciente: Sex Scandals America: Politics & the Ritual of Public Shaming (Key, 2009).
Traducción para www.sinpermiso.info: Ventureta Vinyavella