La estatua de Lenin en Odessa fue reemplazada por una de Darth Vader. |
SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
PROPUESTA DE EXIGENCIAS AL POSIBLE PRÓXIMO GOBIERNO DE AMPLIAS ALIANZAS
HASTA LOS COJONES DEL ASUNTO LUIS RUBIALES Y DE TODO EL SHOW
TIEMPO DE PESIMISMO (NO EXAGERAR LOS ADJETIVOS), TIEMPO DE ESPERANZA
SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
10 de enero de 2016
UCRANIA, EN MANOS DE OLIGARCAS Y FINANCIEROS
Jerome
Duval. Global Research
Sectores
vinculados con la OTAN y los grandes poderes financieros,
relacionados con sectores filonazis, dominan la política en la nueva
Ucrania.
En
un país de paradojas extremas, los cambios van deprisa. Más allá
del símbolo que supone que se derribe una estatua de Lenin en Odessa
en el marco de las leyes de “desovietización” para
reemplazarla por otra… del héroe de Star Wars, Darth Vader
(!), merece la pena sumergirse en el laboratorio de un capitalismo
desenfrenado que nos ofrece Ucrania.
Siguiendo
la famosa conversación telefónica pirateada entre Olivia Nuland,
subsecretaria de Estado estadounidense para Europa y Eurasia de
Obama, y el embajador estadounidense en Ucrania, Geoffrey Pyatt, el
nuevo presidente ucraniano Petro Poroshenko, en relación estrecha
con George Soros, prosigue su acercamiento a EE UU y sectores
empresariales, a expensas del pueblo ucraniano, que se hunde en la
miseria bajo políticas de austeridad asesinas.
El
millonario Poroshenko toma el poder
El
25 de mayo de 2014 tuvieron finalmente lugar las elecciones
presidenciales, marcadas por una abstención de más del 40%, que
llevaron al poder al millonario y hombre de negocios Petro
Poroshenko. Él es uno de los más importantes sponsors y
organizadores de la revolución naranja y habría también apoyado
financieramente el movimiento EuroMaidán. El nuevo hombre de Estado
ha construido su fortuna aprovechándose de la ola de privatizaciones
entre 1996 y 1998, durante la cual compró numerosas empresas
públicas de pastelería, que fusionó con el grupo Roshen, en
referencia a su nombre de familia.
Poroshenko,
el nuevo hombre de Estado ha construido su fortuna aprovechándose de
la ola de privatizaciones
Exdirector
del banco central ucraniano (2007-2012), después ministro de
Economía del gobierno Azarov en 2012, Petro Poroshenko aplica una
política ultraliberal.
El
acuerdo de librecomercio, firmado por Kiev con la UE, debería entrar
en vigor en enero de 2016 y otro con Canadá está a punto de
cerrarse. En 2014, según la revista Forbes, su fortuna estaba
estimada en 1.600 millones de dólares (cerca de 1.500 millones de
euros), lo que le coloca entre los hombres más ricos del país.
Poroshenko encabeza un imperio que comprende el astillero naval y de
armamento Leninska Kuznya, compañías de taxis, empresas
constructoras de automóviles, así como medios de comunicación,
sobre todo con la cadena de televisión Canal 5 (5 Kanal).
Un
nuevo gobierno de oligarcas y financieros
Bajo
el gobierno Poroshenko se ha constituido un Ministerio de la Política
de Información. El día de su aprobación, el 2 de diciembre de
2014, unos 40 periodistas desplegaron pancartas que decían “Hola,
Gran Hermano” delante del Parlamento, haciendo así referencia
a la agencia del Ministerio de la Verdad en la novela 1984, de George
Orwell. Este ministerio de la propaganda que, para colmo, recuerda
también algunos aspectos del antiguo régimen comunista tan
criticado por el gobierno ucraniano, está dirigido por Yuriy Stets,
el productor del Canal 5, propiedad del presidente Poroshenko.
La
creación de este ministerio se produce poco tiempo después de la
publicación de informes por parte de numerosos periodistas
ucranianos y grupos de defensa de los derechos humanos, sobre
eventuales crímenes de guerra cometidos en el este de Ucrania por
las milicias nacionalistas fascistas, así como por las fuerzas
separatistas apoyadas por Rusia.
El
presidente Poroshenko aprobó la ciudadanía ucraniana por decreto a
tres personalidades extranjeras inmediatamente convertidas en
ministros.
El
lituano Aivaras Abromavicius, ministro de Economía ucraniano,
asegura no comprender más que el 85% de lo que se dice en el
Parlamento
Tras
haber trabajado para Hansabank en Estonia, en el fondo de inversión
sueco East Capital en 2002, haber sido miembro del Consejo de
Administración de OAO Federal Hydrogeneration Company, Aivaras
Abromavicius tuvo que abandonar la nacionalidad lituana para ser
ministro de Economía y Comercio en Ucrania. Mientras que habla con
fluidez ruso, lituano, estonio e inglés, asegura no comprender más
que el 85% de lo que se dice en ucraniano en el Parlamento.
Después
de haber hecho su carrera en el departamento de Estado de EEUU en
Washington, trabajado en la embajada estadounidense en Ucrania de
1992 a 1995, fundado la sociedad de inversión Horizon Capital,
Natalie Jaresko se convirtió en ministra de Finanzas de Ucrania. Sin
dejar de mantener la nacionalidad estadounidense, recibió la
nacionalidad ucraniana el día de su nombramiento, el 2 de diciembre
de 2014. El 16 de septiembre de 2015, firmó un acuerdo de préstamo
de 500 millones de dólares con el Banco Mundial.
Demostrando
que un ministro puede ejercer sucesivamente en varios países,
Alexander Kvitashvili fue nombrado nuevo ministro de Sanidad, puesto
que ocupó en su país, Georgia, durante dos años (2008-2010).
Pero
eso no es todo. Señalado por diferentes procedimientos judiciales,
especialmente por abuso de poder y malversación de dinero público
(ha sido acusado de haber malversado cerca de cinco millones de
dólares del presupuesto), el amigo de George W. Bush (incluso la
carretera que conecta el aeropuerto con la capital Tbilisi fue
renombrada “George Bush Street” en 2005, tras la visita
del presidente estadounidense a Georgia), patrocinador del movimiento
EuroMaiden y expresidente de Georgia, Mijeíl Saakashvili, se
convirtió en el gobernador de la región de Odessa en mayo de 2015,
tras haber rechazado ser viceprimer ministro.
Respondiendo
a una petición de Poroshenko de unirse a su equipo en el verano de
2014, Mijeíl Saakashvili vivía entonces en Nueva York, inmune a las
diligencias judiciales mientras era objeto de una investigación
penal en su país. Para obtener ese cargo, tuvo que abandonar la
ciudadanía georgiana para obtener la nacionalidad ucraniana. No se
había dado el caso hasta entonces que un expresidente abandone su
propio país para ejercer un cargo político en el extranjero. Él
mismo declaró estar en Ucrania para hacer la guerra contra Putin:
“Detesto a Vladimir Putin. Estoy en Ucrania porque es la guerra,
el destino de mi vida se decide aquí”.
El
nuevo gobierno del oligarca Poroshenko, fuertemente ligado a la
extrema derecha y a la OTAN
El
puesto clave del ministro de Energía lo ostenta Volodymyr
Demchyschyn. Antes de ocupar su puesto de ministro, era director del
fondo de inversión Investment Capital Ukraine. Ha ejercido como
vicepresidente de ING Bank Ukraine y fue economista jefe de la
sociedad Ernst & Young en Kiev (2003-2006). Es el perfil perfecto
para llevar a cabo el aumento de tarifas y la privatización del
sector energético.
Arsen
Avakov, incluido en 2012 en la lista de la Interpol por haber
transferido ilegalmente 55 hectáreas de terreno cerca de Pisochyn en
la región de Kharkiv, donde ejercía como gobernador (entre 2005 y
2010), sigue a la cabeza del Ministerio del Interior. Dmytro Iaroch,
líder nazi del movimiento Sector de Derecha (Pravy Sektor), fue
nombrado consejero en el Ministerio de Defensa en abril, encargado
sobre todo de facilitar la integración de los batallones de
voluntarios del Sector Derecho en el seno del ejército.
El
nuevo gobierno del oligarca Poroshenko, fuertemente ligado a la
extrema derecha y a la OTAN, no parece querer tomar el camino del
apaciguamiento de la región. A la vista de sus nombramientos, la
injerencia de los sectores empresariales en las decisiones políticas
y económicas parece evidente y el fenómeno de las puertas
giratorias entre el mundo financiero y los puestos claves del poder,
flagrante.
9 de enero de 2016
GRECIA, PORTUGAL Y ESTADO ESPAÑOL: ALGUNAS LECCIONES POLÍTICAS SOBRE LOS “GOBIERNOS ANTIAUSTERIDAD”
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, abraza a su
homólogo portugués, Antonio Costa, tras su reunión en la
sede del partido socialista en Lisboa.
Foto: EFE/Tiago Petinga
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Josefina
L. Martínez. La Izquierda Diario
El
PSOE y su llamamiento a un “gobierno progresista” en el
Estado español siguiendo el ejemplo de Portugal. Syriza y la
experiencia de Grecia. Podemos y el diálogo con los socialistas
“sensatos”. Lecciones sobre los “gobiernos
antiausteridad” y las demandas democráticas pendientes.
El
llamamiento del líder del PSOE, Pedro Sánchez, a formar un
“gobierno progresista”, realizado desde Lisboa, reabre un
necesario debate en la izquierda sobre la experiencia los llamados
“gobiernos antiausteridad” (o para algunos sectores
“gobiernos de izquierda”) en Europa.
Las
experiencias de Grecia y Portugal en 2015 evidencian que los
“gobiernos antiausteridad” no solo no han abierto un
camino hacia medidas anticapitalistas, lo que ya sería mucho pedir,
sino que ni siquiera se han propuesto resolver demandas democráticas
elementales pendientes y tampoco han revertido las brutales medidas
de ajuste impuestas por la Troika. En el caso griego, al contrario,
el gobierno de Tsipras se ha transformado en su aplicador directo.
Grecia
y la experiencia fallida del gobierno de “izquierda”
En
2012, cuando Syriza era una fuerza ascendente y ganaba cada vez más
apoyo popular, la propuesta de “gobierno de izquierda” sin
el PASOK que lanzó Alexis Tsipras sedujo a gran parte de la
izquierda mundial. La mayoría de la izquierda europea colocó a
Syriza como ejemplo de una “nueva izquierda” y muchos
incluso le adjudicaron incluso un carácter “anticapitalista”,
como sostuvo Stathis Kouvelakis.
En
2015, cuando Syriza llega al poder, el tan esperado “gobierno de
izquierda” toma forma en una versión mucho más edulcorada de
“gobierno antiausteridad” contra la Troika, en alianza con
los nacionalistas de ANEL. Seis meses después, ya ni siquiera
quedaban rastros de ese experimento: el gobierno liderado por Tsipras
claudicaba sin lucha ante la Troika y se convertía en el gobierno
que aplicaba el tercer memorándum redactado en Bruselas: recortes a
las pensiones, privatizaciones y represión a la movilización
popular.
Esta
veloz experiencia mostró que Syriza no era nada parecido a una
“coalición anticapitalista”. Pero no sólo aceptó las
medidas de “austeridad”, sino que tampoco intentó
resolver demandas democráticas elementales a las que aspira el
pueblo griego.
La
separación de la Iglesia del Estado, por ejemplo, en un país donde
la Iglesia ortodoxa tiene gran influencia en la educación publica,
es una cuestión democrática elemental. Pero esta tarea democrática
básica fue aparcada por Syriza desde el primer momento, para poder
lograr un gobierno común con los nacionalistas de ANEL y mantener
buenas relaciones con el clero.
Otra
cuestión democrática elemental, como la desarticulación de todo el
aparato policial y represivo, con fuertes lazos orgánicos con los
fascistas de Aurora Dorada, fue algo que ni siquiera se propuso. Y
por decir algo más básico aún, ni siquiera anuló el
antidemocrático sistema electoral que le otorga un “plus”
de 50 diputados al partido más votado, un mecanismo que siempre
criticó cuando era oposición, pero que dejó intacto una vez en el
gobierno.
Respecto
a las medidas de “austeridad”, como es sabido, se
transformó en aplicador de los planes de la Troika, con un plan de
privatizaciones que entrega gran parte del patrimonio nacional a
empresas extranjeras mientras recorta pensiones.
Portugal
y el regreso de los socialistas al poder
Los
socialistas portugueses, al igual que gran parte de la
socialdemocracia europea, gestionó la crisis capitalista, aplicando
recortes y ajustes a los trabajadores y los servicios sociales.
Además de esto, el Partido Socialista Portugués se destacó por
estar implicado en resonados casos de corrupción, como el que
involucró a José Socrates, anterior secretario general del PSP y
primer ministro de Portugal entre 2005 y 2011.
A
fines del 2015, ante el fracaso de los conservadores para obtener
apoyo parlamentario a su gobierno, el socialista Antonio Costa asumió
como primer ministro, con el apoyo del PC portugués, el Bloco de
Izquierda y los Verdes. Rápidamente la prensa lo bautizó un
“gobierno progresista” a la portuguesa.
A
diferencia del caso de Grecia, donde el PASOK tuvo una debacle, los
socialistas lusos se mantuvieron como segunda fuerza electoral detrás
de los conservadores, y lograron sumar al carro de su gobierno a la
izquierda comunista y del Bloco. Pero para sellar esta alianza, los
últimos se comprometieron a abandonar todo vestigio “radical” de
su programa, como la exigencia de ruptura con la OTAN o la ruptura
con el Euro. Aún más, antes de asumir Costas aceptó el “pacto
de estabilidad” que el conservador Passos Coelho le impuso para
preservar la “disciplina presupuestaria”.
El
“gobierno progresista” luso nació así mucho más
condicionado por el régimen y los capitalistas que lo que ya estaba
el gobierno de Syriza a sus inicios, con el compromiso de mantener el
statu quo y, por ende, que la crisis la sigan pagando los
trabajadores. El compromiso político del PC portugués y el Bloco
con este gobierno, tan reivindicado desde entonces por sectores de la
izquierda europea, expresa un conformismo completo, cuya principal
consecuencia es el abandono de cualquier aspiración de cambio
democrático y social profundo.
El
“gobierno progresista” del PSOE, otro cuento de reyes
La
propuesta de Pedro Sánchez de que el PSOE encabece un “gobierno
progresista” junto con Podemos parece otro cuento de los Reyes
Magos. Y de reyes se trata, justamente, porque si algo no cuestiona
el socialismo español es el Régimen monárquico del ‘78 y sus
instituciones reaccionarias, como la corona y el senado, que van de
la mano con su españolismo centralizador y su negación del derecho
de autodeterminación. Es decir, con el PSOE no solo no es posible un
“gobierno de izquierda” sino ni siquiera un gobierno
mínimamente “democrático”.
Cuando
Pablo Iglesias hace llamados a los “sectores sensatos” del
PSOE para “abrir un diálogo que permita formar un gobierno
alternativo” a Rajoy, siguiendo los pasos de los comunistas y
el Bloco en Portugal, lo que terminará haciendo será hipotecar las
demandas democráticas y sociales fundamentales a las que aspiran
millones de trabajadores, trabajadoras, jóvenes y sectores populares
en el Estado español que le dieron su voto.
El
derecho a la autodeterminación, la abolición de la monarquía y del
senado, la instauración de una cámara única elegida por sufragio
universal, la anulación de leyes antidemocráticas como la Ley
mordaza y la reforma laboral, junto al aumento del salario mínimo,
el no pago de la deuda, la nacionalización de banca y otras demandas
básicas para crear empleo genuino, así como una asamblea
constituyente libre y cuyas decisiones sean soberanas, donde puedan
debatirse y resolverse todas estas cuestiones urgentes, solo pueden
conquistarse con la más completa independencia de todos los partidos
del régimen y los capitalistas e impulsando una profunda
movilización obrera y popular. Un camino que Podemos, como antes
Syriza y el Bloco, no parecen dispuestos a seguir.
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