2 de enero de 2017

BÉLGICA: ESTADO DE EMERGENCIA SIN ESTADO DE EXCEPCIÓN

El primer ministro belga, Charles Michel, ante
la cámara de representantes
Jean-Claude Paye. Voltairenet

Poco a poco, todos los Estados miembros de la Unión Europea van adoptando alguna forma de estado de excepción, lo que justifican con la lucha contra el terrorismo. Después de demostrar en anteriores artículos la total ineficacia de esa medida, Jean-Claude Paye analiza aquí la subjetivación del derecho, que ya no reprimirá solamente los hechos cometidos sino supuestas intenciones.

La «lucha contra el terrorismo» está modificando constantemente el entorno jurídico. En Bélgica, la Cámara acaba de adoptar, el 1º de diciembre y ante la indiferencia general, la ley que «modifica el Código Penal en materia de represión del terrorismo», una legislación que acentúa fuertemente la subjetivación del derecho. Al separar la incriminación de la materialización del acto, las legislaciones antiterroristas constituyen una ruptura en la escritura del derecho penal. Ya no se trata tanto de reaccionar contra los hechos como de castigar intenciones. Toda la evolución legislativa consistirá en hacer cada vez más abstracto lo que realmente se castiga bajo la acusación de terrorismo, su carácter intencional, en convertirlo en algo de por sí separado de la realidad de los hechos. Es desde esa perspectiva de creación de incriminaciones políticas que debemos leer las sucesivas nociones de participación, preparación o incitación «indirecta» al terrorismo, tanto en Bélgica como en cualquier otro país de la Unión Europea.

Los días 13 y 15 de diciembre de 2016, la Asamblea Nacional y el Senado de Francia adoptaron la ley que prolonga el estado de emergencia hasta el 15 de julio de 2017. Este régimen de excepción se ha mantenido en vigor desde los atentados del 13 de noviembre de 2015 y ya ha sido prorrogado 4 veces.

Si bien pudiera decirse que Francia se halla bajo un estado de emergencia que se ha hecho permanente, lo cierto es que la Constitución de Bélgica no contempla nada que se parezca al estado de emergencia, como sí existe en la ley francesa de 1955. El artículo 187 de la Ley Fundamental de Bélgica estipula, por el contrario que «la Constitución no puede suspenderse, ni total ni parcialmente». La Ley Fundamental de Bélgica sólo prevé el «estado de guerra», en su artículo 167.

Disposiciones de estado de excepción
Sin embargo, después de los atentados en Francia y en Bélgica, el gobierno belga adoptó disposiciones propias de un estado de excepción. En enero de 2015 se dieron a conocer 12 medidas [1] y en noviembre del mismo año se anunciaron otras 18 [2], como la retirada de documentos de identidad a las personas que representan «un riesgo para el orden público o la seguridad», la posibilidad de efectuar registros, de día o de noche, ante infracciones terroristas o la imposición del porte de un brazalete electrónico a las personas fichadas por los servicios de análisis de amenazas. Los registros nocturnos fueron posteriormente legalizados con la ley del 27 de abril de 2016 [3]. Dichos registros están ahora autorizados en caso de asociación para delinquir o en caso de organización criminal, si existen «indicios serios de posesión de armas prohibidas».

Esa ley crea también la base jurídica para una centralización de los bancos de datos de los servicios de policía y de inteligencia sobre los combatientes terroristas extranjeros que son o han sido residentes en Bélgica. Pero esta lista puede seguir extendiéndose ya que depende de la subjetividad de los operadores y de las intención que se atribuya a las personas afectadas. Así que también incluirá datos sobre las personas que, «voluntariamente o no», se hayan visto impedidas de viajar a la zona de conflicto o que tienen «intención» de hacerlo y de otras personas que no reúnen esas condiciones pero sobre las cuales «existen indicios de que pudieran ser consideradas» combatientes terroristas extranjeros [4].

La diferencia entre Francia y Bélgica se mide en número de registros y arrestos domiciliarios, proporcionalmente mucho más importante en Francia, y en el carácter administrativo de las medidas. También en términos de reducción de las libertades públicas puede notarse la implantación de un estado de emergencia, al permitir este la frecuente prohibición de manifestaciones y concentraciones en la vía pública.

Salida al extranjero «con fines terroristas»
En materia de acción contra las libertades privadas, se ha visto en Bélgica un frenesí legislativo que puede, en ciertos casos, sobrepasar incluso el modelo francés. Presentada como una disposición tendiente a enfrentar atentados como los de Charlie-Hebdo [el semanario humorístico atacado] en París, y relacionada con las medidas antiterroristas de enero de 2015, la ley del 20 de julio de 2015 [5] incrimina los desplazamientos al extranjero y el regreso a Bélgica «con fines terroristas». Esa ley modifica además las reglas de pérdida de la nacionalidad, en caso de condena por infracción terrorista.

Se inserta así en el Código Penal un nuevo comportamiento terrorista: el desplazamiento al extranjero y regreso a Bélgica para cometer una infracción terrorista. Por otro lado, ahora se autorizan las escuchas telefónicas, durante el proceso de instrucción, para ese tipo de delito. Y, finalmente, todas las infracciones «terroristas» pueden ahora llevar a la pérdida de la nacionalidad. Esos comportamientos se castigarán independientemente de la realización o no del acto mismo ya que el objetivo supuestamente sería «prevenir un resultado dañino». La legislacion no se limita a actuar contra las organizaciones terroristas sino que también persigue a los «lobos solitarios», o sea personas que supuestamente actuarían de forma aislada, manteniéndose vinculadas al «terrorismo internacional» de manera virtual.

La posibilidad otorgada al juez de despojar a alguien de la nacionalidad belga se extiende ahora a todas las infracciones terroristas previstas en el Código Penal, en caso de que la persona sea condenada, como autor, coautor o cómplice, al menos a 5 años sin derecho a suspensión de pena. Se exceptúan solamente los casos en los que la pérdida de la nacionalidad convertiría al reo en apátrida.

Incitación «indirecta» al terrorismo
Viene después la ley del 3 de agosto de 2016 «sobre las diversas disposiciones en materia de lucha contra el terrorismo» [6], que convierte en delito punible la incitación al desplazamiento al extranjero «con fines terroristas», así como el reclutamiento para viajar al extranjero o para volver a Bélgica «con fines de terrorismo». Anteriormente, sólo se perseguían la incitación o el reclutamiento para realizar un «atentado terrorista».

Lo más importante es que esta ley suprime uno de los elementos constitutivos de la infracción existente, o sea la condición de que «el comportamiento que promueve, directamente o no, la comisión de infracciones terroristas “cree el peligro” de que se lleguen a cometer una o varias de esas infracciones». Esta formulación, que forma parte de la ley de 2013, proviene de la Convención del Consejo de Europa sobre la Prevención del Terrorismo. El lector notará que este elemento constitutivo de la infracción tampoco aparece mencionado en la infracción de «incitación pública al terrorismo», que forma parte del Código Penal francés.

La ley del 3 de agosto de 2016 modifica profundamente la incriminación por incitación al terrorismo, que aparece en la ley del 18 de febrero de 2013 [7]. Esta ley apuntaba contra el hecho de difundir o de poner a la disposición del público un mensaje con intención de incitar, «directa o indirectamente», a la comisión de una infracción terrorista. La incriminación por incitación indirecta permite castigar el escrito o la palabra pronunciada aparte de la realización misma del acto.

Esta posibilidad, que aparece con la ley de 2013, había sido rechazada anteriormente –a inicios de 2008– por los parlamentarios belgas, tanto por los de la mayoría como por los de la oposición, durante un control de la subsidiaridad de la proposición de Decisión Marco 2008/919/JAI del Consejo de la Unión Europea, que impone que se persiga la incitación al terrorismo. Sin embargo, el texto adoptado en 2013 no se diferencia en nada del que fue rechazado en 2008 [8]. El cambio de actitud del poder legislativo es sintomático del camino que ha recorrido, en pocos años, el proceso de abandono de las libertades fundamentales.

En el marco de la ley de 2013, la incitación directa al terrorismo ya era una incriminación especialmente imprecisa, violatoria del principio de legalidad. El magistrado tiene que especular sobre las intenciones disimuladas del autor, así como sobre la sensibilidad subjetiva de quienes reciben o pueden recibir el mensaje. El juez tiene también que decidir si la difusión del mensaje «crea el riesgo» de que llegue a cometerse una infracción terrorista, aunque no llegue a cometerse en la práctica. Se trata, por ende, de un factor puramente subjetivo que no tiene que enfrentarse a ninguna forma de objetivación.

De la incitación al terrorismo al delito de opinión
Paradójicamente, la ley de 2016, elimina esta calificación. La noción de riesgo deja ahora de ser necesaria para calificar un discurso o un escrito como incitación indirecta al terrorismo, reforzando así la posibilidad de crear un puro delito de opinión.

Al igual que su modelo –la ley francesa sobre la incitación pública al terrorismo– el nuevo proyecto de ley [belga] viola la Convención del Consejo de Europa sobre la Prevención del Terrorismo. Esta última es especialmente explícita:

«Para evaluar “si tal riesgo” es engendrado, hay que tomar en consideración la naturaleza del autor y del destinatario del mensaje, el contexto del autor y del destinatario del mensaje, así como el contexto en que se comete la infracción…» [9]

El discurso o el escrito en cuestión se ven así criminalizados, aunque no conduzcan ni constituyan ningún peligro de realización de algún acto terrorista. Esa incriminación podría, por ejemplo, abrir la puerta a represalias contra un desacuerdo radical con la política exterior de Bélgica, o contra un discurso o escritos de estímulo a la población siria para que se defienda ante los bombardeos de la OTAN sobre su territorio.

La comisión de esta infracción siempre requiere un dolo específico, como precisa el uso de los términos «con intención de incitar directa o indirectamente a la comisión de una infracción terrorista». Nuevamente se valoriza el factor subjetivo, en detrimento de todo elemento objetivo.

La «participación» en un delito terrorista
Prosigue el proceso de subjetivación del derecho penal. La Cámara acaba de adoptar, el 1º de diciembre de 2016, el proyecto de ley «que modifica el Código Penal en materia de represión del terrorismo» [10]. Este texto modifica la noción de participación en una organización terrorista. Esta última incriminación, introducida por la ley del 19 de diciembre de 2003, castiga a «toda persona que participe en una actividad de un grupo terrorista […] a sabiendas de que esa participación contribuye a la comisión de un crimen o de un delito del grupo terrorista». La ley de 2016 sustituye las palabras «a sabiendas» y el verbo «contribuye» por «pudiera contribuir». Eso amplía considerablemente la incriminación. Se crea una noción de conocimiento potencial que reemplaza al hecho real de saber. Todo dependerá de un poder muy amplio de apreciación otorgado al juez.

Ese tipo de incriminación se opone a la seguridad jurídica que exige que, para que un acto sea punible, el autor tiene que ser capaz de saber, en el momento en que actúa, que ese acto constituye una infracción. La ley sugiere así que más vale abstenerse de cualquier acto de solidaridad hacia los pueblos que contradicen, en el terreno, la política internacional de Bélgica.

Los parlamentarios acaban de aceptar lo que antes habían rechazado. No está de más recordar que, durante los trabajos parlamentarios alrededor de la ley del 10 de enero de 1999 “sobre las organizaciones criminales” –una legislación que anticipa las leyes antiterroristas–, las palabras “o debe saber” fueron eliminadas del artículo que criminaliza la participación en ciertas actividades de la organización criminal. Durante la discusión se indicó entonces que «se invertía así la carga de la prueba», que se corría el peligro de poner en manos del juez un margen de apreciación demasiado amplio, conduciéndolo a deducir la culpabilidad de un sospechoso in abstracto, sin referencia con lo que ha vivido” [11].

La «preparación» de un delito terrorista
La ley de diciembre de 2016 prevé también que se persigan los actos preparatorios de una infracción terrorista, actos que consisten en «facilitar y hacer posible» la ejecución de la acción pero que «no constituyen actos materiales de dicha infracción». La exposición de los motivos precisa que los actos preparatorios deben distinguirse de la tentativa. Incriminar los primeros permitiría intervenir antes de que la infracción llegue a cometerse, durante la fase preparatoria del acto. El intento, en cambio, se caracteriza por la manifestación de acciones exteriores que conforman un inicio de ejecución del delito.

Contrariamente al intento, que abarca actos materiales, lo esencial de la noción de preparación de una infracción terrorista se basa en un elemento subjetivo, que es la intención que se atribuye al acusado. Esta incriminación puede abarcar así actos que no son ilegales pero que se convierten en constitutivos de una infracción al ser vinculados a una «intención» de cometer un acto terrorista.

El gobierno belga se ha inspirado en las legislaciones de Francia y Alemania. Pero estas prevén una lista de comportamientos que deben ser considerados como actos preparatorios. Hay que observar que la ley francesa exige la combinación de un acto preparatorio (el hecho de estar en posesión, de buscar, de procurarse o de fabricar objetos o sustancias que crean un peligro para los demás) con otro factor (por ejemplo: recoger información sobre lugares para la realización de una acción). Pero esa solución no se aceptó porque fue considerada «demasiado restrictiva». En Bélgica, es el factor subjetivo, la intención criminal que se atribuye al autor, lo que permitirá decidir si el acto en cuestión es ilegal, sin tratar, contrariamente a lo que se hace en Francia, de dar un carácter un poco más objetivo a la incriminación de los actos preparatorios.

La subjetivación del derecho penal belga puede, en ciertos casos, ir más lejos que su modelo francés. Su ataque contra las libertades privadas es por ello al menos tan constante como el del modelo francés. En materia de desmantelamiento de las libertades públicas, Francia sólo se mantiene por delante de Bélgica por haber instaurado un estado de emergencia que se ha hecho permanente.

NOTAS
[ 1 ] "12 medidas contra el terrorismo y el radicalismo", documento presentado en una conferencia de prensa posterior al Consejo de Ministros de 16 de enero de 2015.


[ 3 ] Ley de medidas adicionales en la lucha contra el terrorismo , Ley de 27 de abril de 2016, Publicado 9 de May 2016.

[ 4 ] "Un Real Decreto especifica el funcionamiento de la base de datos. Las combatientes terroristas extranjeras" Laura Lemmens y Karin Mees, LegalWorld.be 28 de septiembre de 2016.

[ 5 ] "Ley de 20 de julio de 2015 para fortalecer la lucha contra el terrorismo", Diario belga Oficial , 5 de Agosto de 2015.

[ 6 ] Proyecto de ley sobre diversas disposiciones en la lucha contra el terrorismo, texto aprobado en el Pleno el 3 de agosto de 2016, DOC 54 1951/006.



[ 9 ] En "La lucha contra el terrorismo: la urgencia es un mal consejero", Liga de los Derechos Humanos , 17 de julio de 2016.

[ 10 ] Proyecto de Ley que modifica el Código Penal en relación con la represión del terrorismo, texto aprobado en el Pleno el 1 de diciembre de 2016, DOC 54 1579/013.

[ 11 ] "Informe Vandenberghe en el proyecto de ley sobre las organizaciones criminales", documento parlamentario, Senado belga , 1997-1998, Nº 1-662 / 4, pp. 13-14 y pp. 28-29.


29 de diciembre de 2016

CUBA: LOS ECONOMISTAS, EL ABRELATAS Y LOS TAXISTAS

Desiderio Navarro. La Pupila Insomne.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG
Pocas veces pongo por delante del texto ajeno que publico en mi blog mi nota. En la mayoría de las ocasiones lo hago finalizado el artículo.

En esta ocasión he preferido encabezarlo con el fin de aclarar que lo que parece un debate puramente teórico entre dos intelectuales cubanos -el primero, el que firma el texto y el segundo, Pedro Monreal, del blog “Cuba Posible”, auténtico alma mater de dicho blog, promotor desde Cuba del regreso del capitalismo a la isla y cuyo artículo aparece en el segundo enlace del texto que les presento.

Desde hace tiempo, uno tiene la sensación de que los debates sobre el proyecto de involución hacia el capitalismo en Cuba siguen la máxima del escritor, filósofo y periodista Eugenio D´Ors que, tras dictar un texto a su secretaria le preguntaba “¿se entiende?” y, cuando ésta le respondía “sí”, él decía: “Oscurezcámoslo”.

No, no se trata de un debate sobre la conveniencia o no de leer a los economistas húngaros de la transición (al capitalismo). Se trata por el contrario de un enfrentamiento soterrado entre quienes quieren preservar el socialismo y quienes quieren demolerlo. Lo llamativo es que eso ocurra sin llamar realmente a la clase trabajadora, el campesinado y la sociedad cubana en general a participar en el debate. Cuando la URSS cayó y los países socialistas del Este de Europa siguieron su mismo camino al capitalismo, no hubo masas que se opusieran a tal proceso, sencillamente porque habían sido excluidas desde 1921 (año de la NEP en la Rusia revolucionaria) y los sóviets convertidos en una máscara donde ya poca democracia obrera y control de la producción podía haber cuando los nepman, antiguos cuadros capitalistas, pasaron a decidir la “planificación”. Pero de esto pocos saben y la inmensa mayoría no quiere saber. Prefieren la fanfarria de las banderas al viento, la museística postrevolucionaria y la ausencia total de autocrítica sobre el modo en que han pervertido el marxismo tanto ellos como sus adorados iconos, con el fin de ocultar lo que ha ocurrido desde la caída de la URSS en 1991, la desaparición del llamado campo socialista y las causas reales de una y otra cuestiones. Ahora quizá no se produzca el derrumbe del sistema político pero sí la voladura controlada del sistema económico, al estilo chino o vietnamita, dos países capitalistas dirigidos por una una satrapía de burócratas y millonarios, una burla cruel de lo que es un auténtico partido comunista. Por cierto, Vietnam firmó el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP). Combatir y derrotar al imperialismo USA para acabar prostituyéndose ante él...

Pero no, la vuelta al capitalismo no es algo que pretenda solo la “disidencia cubana”. Es algo organizado, dirigido y capitaneado por las más altas instancias de la dirigencia cubana. Ahora, sin Fidel, pueden pisar el acelerador.

Temprano madrugó la madrugada”, decía Miguel Hernández. Veamos qué nos trae la prensa oficial cubana de anteayer, 27 de Diciembre del año que acaba: discurso de Raúl Castro (http://www.cubadebate.cu/noticias/2016/12/27/raul-castro-el-mejor-monumento-a-fidel-es-hacer-realidad-el-concepto-revolucion/#.WGTaylPhDIU). Entresaco algunos párrafos:

A diferencia de sesiones anteriores, no se realizó en esta ocasión la evaluación de la marcha del proceso de actualización del Modelo Económico y Social, teniendo en cuenta que se continúa trabajando en la propuesta de su Conceptualización, así como en las bases del Plan de Desarrollo Económico y Social hasta el año 2030 (…) [La Conceptualización del Modelo Económico Cubano (http://www.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2016/05/Conceptualizacion-Modelo-Economico-Social-Cubano-Desarrollo-Socialista.pdf), auténtica hoja de ruta del regreso al capitalismo. El entrecorchetes es mío]

(…) En la sesión ordinaria de diciembre de 2015 advertí que el desempeño de nuestra economía en el año 2016 enfrentaría limitaciones financieras a causa de la caída en los ingresos de las exportaciones por la disminución de los precios de los principales rubros, así como afectaciones en las relaciones de cooperación con otros países.

Ya en julio del presente año los hechos confirmaron esas proyecciones, sobre lo cual informé a nuestro pueblo desde este Parlamento. Ciertamente, las limitaciones en los suministros de combustibles y las tensiones financieras se agravaron en el segundo semestre, conduciendo al decrecimiento del Producto Interno Bruto en un 0,9%. A pesar de ello se preservaron los servicios sociales gratuitos, como la educación y la salud pública a toda la población.[no me sorprendería que las malas cifras hayan sido retocadas a peores, con el fin de “justificar” y de “hacer más necesaria” la involución. El entrecorchetado es mío]

(…) Concedemos gran importancia a la necesidad de dinamizar la inversión extranjera en Cuba, en correspondencia con el Lineamiento No.78 de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobado en el Séptimo Congreso.

Reconozco que no estamos satisfechos en esta esfera y que han sido frecuentes las dilaciones excesivas del proceso negociador. Es preciso superar de una vez y por siempre la mentalidad obsoleta llena de prejuicios contra la inversión foránea.

Para avanzar resueltamente en esta dirección debemos despojarnos de falsos temores hacia el capital externo; no vamos ni iremos al capitalismo, eso está totalmente descartado, así lo recoge nuestra Constitución y lo mantendrá, pero no debemos cogerle miedo y ponerle trabas a lo que podemos hacer en el marco de las leyes vigentes. Ello requiere, en primer lugar, asegurar la preparación y capacitación sistemática de los cuadros y especialistas que negocian, así como profundizar en las deficiencias y errores cometidos en el pasado para nunca más repetirlos.” [Palabras más, palabras menos, estoy convencido de que Gorbachov dijo algo parecido respecto a lo que significa su perestroika para la URSS pero el grupo de economistas de Novosibirsk, ligados al Comité Central del PCUS, llevaban años trabajando en esa dirección. También Vietnam se abrió a la inversión extranjera, http://es.vietnamplus.vn/destacan-efectivo-despliegue-de-inversion-estadounidense-en-vietnam/55431.vnp y hoy de socialista sólo tiene el nombre]

No hace mucho tuve una controversia por haber osado publicar este otro texto, con un comentario mío que lo acompañaba (http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2016/11/cuba-la-conceptualizacion-del-modelo-y.html). Cierto aprendiz de Torquemada, defensor de no se sabe bien qué esencias, aprovechaba desde su blog para insultarme por no haber adivinado que la muerte de Fidel sería anunciada horas después de su publicación (luego quitó las lindezas pero aquí están https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFcbRq_WixHJUe9n-4CnScFZw0HPhHRTX3IDMJ9dK6nRGghvGGAEHkdGN6bbdczbjgBn_7O2AY0JjsULvWK9nCeZhjJT8KVRHBHAWQ85jGJ67mI06asbKduVuMMgwpSPF85U5zlRCa_II/s1600/Entrada+de+Vigne.JPG. Aún así tuvo la “inspiración”, en un comentario que hacía en este blog, de recomendarme quitarlo temporalmente de la vista y “volverlo a sacar al cabo de unos días”, en su opinión porque “ni es el tema ni es el momento de hablar de ello ahora”. Afortunadamente, mostraba su lado concesivo más tarde en un “ya habrá tiempo de hablar del rumbo actual de Cuba”.

Me pregunto si ya es tiempo, o aún no, quién dicta el momento o si ese “ya habrá tiempo” es sine die. Por mi parte, yo no voy a dar ni un minuto más de credibilidad o de tregua a los nuevos Gorbachov.

Sin más, les dejo con el texto,

LOS ECONOMISTAS, EL ABRELATAS Y LOS TAXISTAS
Desiderio Navarro. La Pupila Insomne.

En la tarde y noche del pasado día 20 de diciembre, circulé una nueva entrega de Meditar, consistente en el artículo “La reacción como progreso: Los economistas como intelectuales”, del sociólogo húngaro József Böröcz, en una traducción mía del inglés, acompañada de una breve nota inicial. Ya a la mañana siguiente, supe que ambas habían sido reproducidas por Iroel Sánchez en su blog La pupila insomne (https://lapupilainsomne.wordpress.com/2016/12/21/meditar-la-reaccion-como-progreso-los-economistas-como-intelectuales-de-jozsef-borocz-por-desiderio-navarro/). Y, dos días después, sobre la base de esa reproducción, ya el economista cubano Pedro Monreal publicaba en Cuba Posible un artículo titulado “Los economistas, sus detractores y el abrelatas” (https://cubaposible.com/los-economistas-detractores-abrelatas/) y consagrado a debatir con supuestos detractores de los economistas en general, y de los cubanos en particular, a propósito de los textos reproducidos en La pupila insomne.

Pedro Monreal dedica todo un extenso párrafo inicial a contar un gastado chiste sobre economistas, lo que en este contexto sólo tiene una función retórica: la de captatio benevolentiae, ganarse la disposición favorable del lector, pues en ningún momento en mi nota inicial o en el texto de Böröcz los economistas son “material de inspiración” para ningún comentario humorístico. Por otra parte, ese chiste sobre el supuesto abrelatas imaginario y, por ende, ineficaz, inoperante, de los economistas en modo alguno puede ser mencionado “a propósito de” el contenido del texto de Böröcz, puesto que precisamente a él le interesa el papel influyente de ellos como “agentes clave” de la reforma y la transición, “actores sociales involucrados profundamente en la política”. Si hemos de hablar en los limitados términos del chiste, diríamos que Böröcz reconoce que los economistas húngaros tenían un abrelatas real, no supuesto, pero a él lo que le interesa es cómo ellos van cambiando de ideas o de discurso —y tratando de que también los otros cambien— sobre cómo se debe distribuir el contenido de la lata.

Llamarle reiteradamente “prólogo” a lo que no es más que una brevísima nota informativa inicial —lo que se solía llamar un chapeau—, un solo párrafo de tres oraciones y 17 líneas en total, es ya un tendencioso abuso del lenguaje, destinado a magnificar mi texto de manera que se justifique el reproche por el no cumplimiento de tareas de prólogo y la extensión triple de su artículo, que se dedica a impugnar una serie de afirmaciones que no figuran en mi nota.

Según Monreal, “Böröcz no está bien informado respecto a los debates auto-reflexivos sobre la naturaleza de las ideas económicas”, “ilustra que se puede ser sociólogo y no estar informado acerca de las discusiones que sobre la naturaleza de las ciencias económicas vienen ocurriendo desde la primera mitad del siglo XIX”. Por ende, los autores en que él se basa en lo que respecta a la historia de la problemática (cf. su nota 4) —en particular, Philip Mirowski, autor de Más calor que luz: La economía como física social (1989)— también estarían “en cueros” sobre esos debates, y por eso sostienen que “La economía, a lo largo de su historia, se ha descrito a sí misma, efectivamente, como la ciencia desapasionada, transparente, de la ‘sociedad-como-naturaleza’”. Monreal, al afirmar que “Quienes hayan cursado la asignatura ‘Historia del pensamiento económico’ en cualquier universidad cubana entienden el asunto sin mayores complicaciones”, está abriendo la posibilidad de un nuevo turismo académico estadounidense a través del cual personalidades como el propio Philip Mirowski, Presidente precisamente de la Sociedad estadounidense de Historia de la Economía, y los miembros de ésta, vendrían a aprender Historia del Pensamiento Económico en cualquier universidad cubana. Más de una vez me ha tocado oír de cubanos descalificaciones absolutas y recomendaciones implícitas o explícitas parecidas: a fines de los 80, en un evento internacional de Criterios, un conocido intérprete cubano de entonces aseveró que Fredric Jameson, conferenciante del evento, no sabía inglés y debía venir a la Escuela de Letras de La Habana a aprender esa lengua, refiriéndose, sí, al mundialmente célebre filósofo y teórico estadounidense del arte y la cultura, doctorado en Yale, profesor en Harvard y Duke, Premio Lowell de la Asociación de Lengua Moderna.

Monreal insiste enfáticamente: “En modo alguno los argumentos de Böröcz tienen validez universal. Es decir, no se está hablando de los economistas en general sino exclusivamente de los economistas húngaros de la ‘transición’; “(…) el resto del texto es interesante, aunque de ninguna manera debe ser asumido como un argumento generalizable a toda la ciencia económica”; (…) ni la lectura de un texto como el de Böröcz es directamente relevante para el debate económico y político en Cuba”. Ahora bien, en ningún momento, ni yo ni Böröcz afirmamos que los argumentos de este último tuvieran validez universal, ni, mucho menos, que “debieran” ser asumidos como argumentos generalizables a toda la ciencia económica. Y ninguno de los dos mencionamos a Cuba o a los economistas cubanos como elementos abarcables por alguna generalización extraeuropea. El propio Böröcz se encarga de dejarlo bien claro, haciendo superflua cualquier insistencia de Monreal en ese sentido:

El propósito de este capítulo es investigar, en gran medida in abstracto, la postura epistémica del grupo de productores de conocimiento comúnmente —aunque imprecisamente— conocidos como los economistas de la reforma húngara.”

mis objetivos son correspondientemente modestos: después de definir de manera más cuidadosa mi objeto de estudio —los economistas de la reforma húngara— con la ayuda de las obras de Carl Schmitt y Mannheim, delineo la posición epistémica de los mismos”.

Así pues, el llamado de Monreal a no hacer una lectura indebida sólo puede ser una advertencia para lectores poco atentos a la letra y el espíritu del texto de Böröcz.

Sin fundamento textual alguno, Monreal ve en mi breve nota ideas e intenciones generalizadoras, mientras hace caso omiso de que la misma va dirigida precisamente contra “una serie de generalizaciones homogeneizantes que no reflejaban las grandes diferencias entre esos procesos [de desmantelamiento y transición] en los distintos países de la región” euroriental, entre ellas la generalización relativa al “papel de la intelectualidad literaria y artística como factor iniciador y hasta lidereante de esos procesos”, un lugar común que se estableció entre nosotros desde la Primavera de Praga del 68, y tal vez desde antes con Lukács y el Círculo Petöfi en Hungría.

Monreal afirma que he “dejado ‘en el aire’ —al menos en este prólogo— la determinación de la responsabilidad relativa a ‘la extrema escasez y superficialidad de la información ofrecida entre nosotros sobre los procesos de desintegración del socialismo y transición al capitalismo en la Europa del Este’”. Lamentablemente, Monreal cuestiona a otros por lo que él mismo no cumple. Él sí se permite dejar “en el aire” la cuestión central de la aplicación de la Economía Política marxista en los análisis concretos de la mayoría de los economistas cubanos y también se permite recurrir a la brevedad de su artículo para justificar la ausencia de su evaluación y de la determinación de la responsabilidad por las eventuales deficiencias de dicha aplicación “en la concreta”:

La mayoría de los economistas cubanos que hoy expresan sus criterios públicamente, han sido educados en una tradición de Economía Política marxista… (…) La aplicación de esa base de conocimientos a los análisis concretos es “harina de otro costal” y su evaluación rebasa las posibilidades que ofrece un breve artículo como este.”

Ahora bien, cuando en un verdadero prólogo de 24 páginas —no en una nota de 17 líneas— he abordado las análogas extrema escasez y superficialidad —entre muchas otras deficiencias— de la información ofrecida entre nosotros, por ejemplo, sobre los procesos del pensamiento teórico-literario, estético y teórico-cultural de la Rusia soviética y postsoviética, no he vacilado en señalar por sus nombres a las personas e instituciones cubanas responsables de las mismas, independientemente de su nivel político. Ahí está “Criterios y la (no) recepción cubana del pensamiento cultural ruso”, prólogo a mi antología El pensamiento cultural ruso en Criterios (2009).

Tanto o más que la posible lectura generalizante del texto de Böröcz, a Monreal le preocupa “la selección del título (“Meditar: La reacción como progreso: Los economistas como intelectuales”) —que no queda claro si fue escogido por Navarro o por el blog en que se ha publicado—” por la presencia inicial en ella de la palabra “Meditar”. En contradicción con su preocupación por la clara determinación de las responsabilidades, cuando se refiere a quién pudo escoger el título, ofrece una alternativa: o fue la persona de Desiderio Navarro o fue un impersonal blog, tras el cual, paradójicamente, no está la persona de un bloguero responsable con su nombre propio (Iroel Sánchez).

No se puede culpar a Monreal por no saber de la existencia de Meditar y sus envíos electrónicos desde hace 12 años y creer que la palabra Meditar fue escogida expresamente para la ocasión del texto sobre economistas. Y es que, gracias al prolongado y estricto silenciamiento mediático, buena parte del medio cultural nacional no conoce siquiera de la existencia de Criterios desde hace 45 años, de su revista, sus libros, su e-zine Denken…, sus actividades, sus reconocimientos internacionales, etc.

Si Monreal revisara algunas traducciones mías de artículos extranjeros publicados en los últimos meses en La pupila insomne, advertiría que los títulos de los artículos y el nombre del autor también están precedidos por la palabra Meditar (y hasta por la acompañante foto de la “obra” centrada en la palabra “MEDITAR” que realizaron jóvenes artistas plásticos cubanos en 1988). Y es que sencillamente ese blog, y Desde la ceiba, han reproducido traducciones que he publicado en Meditar: “El capitalismo del puntaje pequeño” de Andrzej Szahaj, “Americano cien por ciento” de Ralph Linton, “Hacia una sociedad universal de los consumidores: Cultura McWorld contra democracia”, de Benjamin Barber… Y lo han hecho con mi permiso de traductor y editor o no, pero siempre han mencionado la fuente.

Con sus envíos electrónicos no periódicos, Meditar ha tratado de paliar algunas de las innumerables lagunas informativas locales relativas a temas y autores importantes, lagunas que persisten desde hace décadas o que son recientes: desde “La mera alternativa: Stalinismo o democracia socialista” de György Lukács, y “Rosa Luxemburgo y la democracia socialista” de Michael Löwy, hasta “¿Qué nos quedó del marxismo en las investigaciones literarias?” de Henryk Markiewicz, “La responsabilidad del artista postsoviético” de Evguenii Fiks, “Las teorías de la circulación de las élites en los países postcomunistas” de L. B. Mezvrishvili, y “Democracia y capitalismo. El papel de las antiguas élites en la transformación postcomunista” de Georges Mink y Jean Charles Szurek, etc.

A Monreal le preocupa que el título con la palabra Meditar “no permite precisar a qué tipo de meditación se está invitando al lector cubano”: “si a meditar sobre” tal cosa relativa a un asunto abordado en el texto, “o si se está invitando a meditar sobre” tal otra, o si “quizás se trata de meditar acerca de” una tercera. Lo cierto es que, más allá de anunciarle al lector el tema de un artículo como en este caso —lo que pocas veces hago en Meditar, y jamás en Criterios ni en Denken—, no le “preciso” sobre qué debiera meditar cuando lee un texto de Criterios: invito a meditar, pero no a un “tipo preciso de meditación”. Por esa segunda vía se termina siendo un “policía de la lectura y del sentido”.

Sin embargo, como alternativa, Monreal invita a meditar no sobre el artículo mismo, sino sobre su propia réplica —con una retadora pregunta de ¿por qué razón?— a la afirmación de que el conocimiento que el artículo ofrece de determinados hechos históricos debería motivar una determinada actitud de los economistas cubanos hacia su propia práctica crítico-social: “¿por qué razón lo ocurrido en Hungría hace más de un cuarto de siglo debería funcionar como algo embarazoso para el ejercicio de la crítica social por parte de los economistas cubanos de hoy?” Ahora bien, ¿dónde en mi nota, o en el artículo de Böröcz, se realiza esa afirmación que habría motivado esa réplica de Monreal?:

Seguidamente, Monreal pregunta:

¿Cuál es exactamente el componente de pensamiento “reaccionario” que presumiblemente existiría en algunos economistas cubanos y que pudiera justificar —supuestamente con fines educativos— el reciclaje de textos sobre viejos procesos de transformación social que poco tienen que ver con la realidad actual de Cuba?”

Aquí funciona el supuesto de que la publicación por vez primera (llamada despectivamente el “reciclaje”) en Cuba de textos sobre procesos históricos foráneos de hace 25 o más años que se considera que tienen poco que ver con la realidad actual cubana sólo puede y debe ser justificada —y legitimada con fines educativos— con la existencia en la realidad cubana de algún fenómeno idéntico o análogo a algún fenómeno de esos procesos. Estamos ante el mismo criterio censor que en los tristemente célebres 70 condenaba la publicación de textos de Marcuse y Althusser y que, luego de haber liquidado a Pensamiento Crítico, lograría que por mucho tiempo no se publicaran en Cuba textos teóricos de “Occidente” o del “campo socialista”, excepto aquellos —casi exclusivamente soviéticos— cuya publicación podía ser justificada —y legitimada con fines educativos— con la existencia en la realidad cubana de algún fenómeno que se considerara que “tenía mucho que ver” con algún fenómeno —casi exclusivamente positivo— de esos países.

En la última sección de su artículo, “Un fantasma recorre Cuba… ¿los economistas?”, Monreal se entrega de lleno a una defensa de los economistas cubanos frente a un ataque que en ninguna parte de los dos textos se ha producido, lo que permite identificar su artículo como un “golpe preventivo” que se adelanta a lo que él vislumbra como posibles lecturas y usos indeseables del texto de Böröcz:

Aquí fijo mi posición: ni la Cuba actual es la Hungría de la ‘transición’, ni el pensamiento de los economistas cubanos se asemeja al de los economistas húngaros de aquella época, ni la lectura de un texto como el de Böröcz es directamente relevante para el debate económico y político en Cuba. Invitarnos a leer un texto como el de Böröcz es pasable como sugerencia para ganar cultura general, del mismo modo que también lo es leer la obra de Santo Tomas de Aquino sobre la teoría del ‘justo precio’ en los albores de la ciencia económica en la Edad Media.”

Una vez más, Monreal fija su posición negando afirmaciones que ni yo ni Böröcz hemos hecho sobre Cuba y Hungría, los economistas cubanos y los húngaros, el artículo de Böröcz y el debate (a este nada profesional recurso polémico se lo describe en otras culturas como inventar un blanco fácil para después batirlo triunfalmente). Si tan evidente es, para él, que en el artículo “no se está hablando de los economistas en general sino exclusivamente de los economistas húngaros de la ‘transición’” —lo cual, como vimos, el propio Böröcz se encarga de dejar bien claro desde el primer párrafo—, y que la lectura de un texto como el de Böröcz no es “directamente relevante para el debate económico y político en Cuba”, ¿por qué se desgasta en escribir este artículo más lleno de irritación que de respeto al texto ajeno? ¿A qué le teme? ¿A que los demás lectores cubanos sean peores lectores que él, menos atentos al texto, menos inteligentes ante la semántica del mismo, y comiencen a establecer por su cuenta analogías, paralelismos y generalizaciones indeseables?

Estamos aquí ante una actitud hacia los procesos sociales y la producción intelectual en otros países y en el pasado que es diametralmente opuesta a la de Pensamiento Crítico en los años 1967-1971, tal como la recuerda Fernando Martínez Heredia en una entrevista realizada por Julio César Guanche y titulada “El poder debe estar siempre al servicio del proyecto…”:

Nos era imprescindible comprender al capitalismo de los años 60, sus rasgos nuevos y su continuidad, y a las formas de protesta que surgían en países desarrollados. Nos era preciso conocer la verdad acerca de los procesos soviéticos, desde la revolución bolchevique hasta nuestros días —incluidos los países de su campo europeo que en variada medida se relacionaban con Cuba—, de la Revolución china y de China Popular, de Vietnam y Corea. Conocer el pensamiento marxista y el revolucionario en general, y el pensamiento opuesto.”

Por esas mismas razones, Criterios ha publicado, no la obra de Tomás de Aquino que Monreal presenta como igualmente importante para nosotros por meras consideraciones de cultura general, sino “La corrupción” del húngaro Elemér Hankiss, “La modernidad del postcomunismo” del rumano Ovidiu Ţichindeleanu, “Europa del Este en transición: ¿Circulación o reproducción de las élites?” del belga Jacques Coenen-Huther, “Burocracia: un término y concepto en el discurso socialista sobre el poder del estado (antes de 1941)” del croata Darko Suvin, “Stalinismo y socialismo” de la serbia Zagorka Golubović, y “Capitalismo con adjetivos, o Abordajes críticos de los nuevos capitalismos de la periferia de Europa” del ucraniano Yuriy Dergunov, entre otros.

En los años 70, el entonces popular humorista Carballido Rey me decía que llegaría un momento en que no podría escribir más los guiones del gustado programa de ficción humorística Detrás de la fachada, pues cada vez que presentaba con algún rasgo mínimamente negativo a un personaje de tal o cual profesión u ocupación se buscaba mil problemas a todos los niveles. En un episodio había presentado, de paso, a unos taxistas que en una base de taxi jugaban dominó y demoraban en atender las llamadas telefónicas; a la mañana siguiente a la transmisión nocturna del episodio, en el ICRT ya lo esperaba, entre otras no menos irritadas, una llamada del entonces Ministro de Transporte para transmitirle su protesta y la de todo el gremio de taxistas de Cuba por la imagen que había dado de ellos. En la Cuba de los 70 y en la que hoy desea Monreal, tampoco habría mucha cabida para ficciones o informaciones sobre economistas con “problemas” –ideológicos, políticos, éticos, etc.–, aunque fueran húngaros y de un cuarto de siglo atrás.