Postdigital
Una
empleada de Zara se niega a prestar una manta para apagar las llamas de un
bonzo. Poco después la información desaparece misteriosamente
Que los medios de prensa tradicionales dependen
del dinero de sus patrocinadores y empresas anunciadas en sus páginas es un
hecho. Que se modifique el contenido de una noticia en cuestión de minutos para
eliminar un dato que podría perjudicar a un patrocinador en concreto, también,
y sobradas muestras tenemos de ello. Pero que todos los periódicos se pongan de
acuerdo en que el enfoque total de la noticia pervierta la realidad para
favorecer la imagen general de la sociedad de consumo y evitar, así, que los
lectores-consumidores se planteen el sistema en el que están inmersos es ya
algo que raya la conspiranoia, y nos deja envueltos en el más tórrido de los
ambientes distópicos. Sin embargo, eso es lo que ha ocurrido.
El día en el que Zara desapareció de los medios. Ayer
por la tarde se prendía fuego a sí mismo en el centro de Murcia un hombre que
reclamaba a los Servicios Sociales la devolución de la custodia de sus hijas.
Hasta ahí llegan los titulares de los muchos
medios que se han hecho eco de la escabrosa noticia. Una noticia triste y
alarmante, sí, pero, obviando que se desconocen los motivos por los que le fue
retirada la custodia (y que pueden resultar ser aún más escandalosos, o no), el
verdadero titular y el fondo de lo noticioso debió haber surgido de otro
asunto, a mi parecer, mucho más alarmante.
Lo importante del suceso se halla en los instantes
inmediatos que siguieron a las llamas. Tras desplegar el protagonista del
suceso una pancarta con sus reivindicaciones, rociarse con cinco litros de
gasolina y prenderse fuego, varias de las personas que presenciaron el horror
de la escena acudieron sin pensarlo a socorrer a la víctima, como parece lógico
suponer que ocurra. Sin embargo, no todas lo hicieron.
Y aquí viene el punto matriz de este escrito: una
dependienta de un comercio próximo, a la que se le solicitó una manta para
poder extinguir las llamas que devoraban en ese justo momento el cuerpo del
hombre, se negó a entregar la prenda porque, según sus propias palabras, “yo no puedo hacer eso”.
Ella no podía hacer “eso”.
Según aparecía anoche en el artículo de 'La
Opinión' de Murcia, una de las primeras personas que acudió a atender
al herido envuelto en fuego fue un chico que en ese momento se encontraba
trabajando en la calle realizando encuestas para alguna ONG. El muchacho corrió
hacia una de las tiendas más próximas al suceso –desde la que podía
contemplarse todo lo ocurrido– y solicitó una manta para poder apagar el fuego
del cuerpo del inmolado.
Entrevistada por un periodista de 'La Opinión' posteriormente, la empleada
de la tienda expresó lo siguiente: “Ha
venido corriendo y me ha dicho que si le podía dejar una manta, y eso que el
chico es cliente de aquí. Pero yo no puedo hacer eso y le he dicho que no se la
dejaba”. 'La Opinión' añadía: “reconocía Mari Luz, la empleada de la
tienda, en declaraciones a este periódico”.
Pues bien, la tienda en cuestión es Zara. Es de
suponer que semejante comportamiento bovino por parte de una de sus empleadas
ha hecho plantearse a la empresa que su imagen de marca podría resultar
perjudicada. Poco después desaparecía todo rastro del incidente de la manta de
Zara del diario 'La Opinión', y era
sustituido por anécdotas de benevolencia del resto de comercios: que si Mango
prestó un extintor, que si El Corte Inglés cedió otro, que si las dependientas
de Stradivarius acudieron por si podían prestar ayuda (por cierto, Stradivarius
pertenece a la misma cadena que Zara, el gigante Inditex de Amancio Ortega, y
no tenía mención en el artículo original).
'La
Opinión' no es el único medio de prensa en el que la
palabra Zara desaparecía de entre las líneas de su artículo-bonzo, el resto de
diarios importantes actuaban de igual manera, después de que algunos lectores
comentaristas pusieran el grito en el cielo por la actuación desalmada de la
dependienta.
Y aquí surgen dos cuestiones. Una y principal es
¿qué tipo de empleados está generando esta sociedad, que actúan como autómatas
al servicio de la empresa y, siguiendo sus dictados de no pienses-obedece,
dejan de ser personas con ideas y sentimientos propios para convertirse en
maquinaria útil y servil?, ¿acaso tenía miedo a perder el empleo por ofrecer
una simple manta en una situación de emergencia?, ¿ni siquiera se planteó la
posibilidad, humana, de pagar ella misma la prenda para socorrer a un herido
mortal? No, ella “no podía hacer eso”.
No estaba contemplado en el manual de buenas prácticas del buen empleado que le
darían en arenga al incorporarse a la empresa.
La
otra cuestión es la relativa a la prensa. ¿En qué tipo de sociedad vivimos que,
con una simple llamada telefónica de una multinacional, la realidad desaparece
de todos los diarios y es sustituida por un embellecedor muy al estilo de la novela
1984?
Se volatiliza en un click el dato negativo
referido a Zara y es sustituido por el dato positivo protagonizado por
Stradivarius. Pocos lectores se habrán dado cuenta y, además, no importa, sus
voces son menores. Así, las grandes empresas que nos movilizan como hormiguitas
a las colas de sus cajas de pago pueden seguir contando con nuestro beneplácito
y, sobre todo, con nuestra ausencia de crítica, para que podamos continuar
siendo magníficos trabajadores no pensantes, maquinitas de vender y comprar sus
productos, engranaje de un sistema consumista que, bovinamente, no nos
cuestionaremos.
El herido, por cierto, a falta de manta, acabó
siendo envuelto en su propia pancarta, cuyo texto íntegro reivindicativo
desconocemos.
PD: El herido que se quemó a lo bonzo ya ha muerto (http://inagist.com/all/378123280764264448/)
y no parece que se vayan a pedir responsabilidades por negación se asistencia a la víctima ni por ocultación de la verdad en prensa