Estilo 15M en su más pura esencia |
Por
Marat
Una
huelga se gana, si de parar la producción se trata, en las primeras
horas de la madrugada, cuando vuelven a funcionar los transportes
públicos, empieza la actividad de los grandes mercados urbanos,
llegan los primeros camiones a los polígonos industriales y empieza
el primer turno en las fábricas. Luego lo que queda es el comercio y
la hostelería, ambos muy atomizados, y la administración.
Cuando
la huelga carece de seguimiento real es habitual ver a los piquetes
en las primeras horas de la mañana cortando los accesos de
transporte público (trenes) o algunas vías de entrada a las
ciudades. Es lo que ayer jueves 8 de Marzo ocurrió en algunos puntos
de Barcelona, más por las inquietudes activistas de los
independentistas, dispuestos a utilizar cualquier conflicto ajeno en
beneficio propio, que por motivos realmente sindicales.
Después,
si el fracaso de la paralizacion de la actividad productiva es
evidente, se reconvierten los piquetes
informativos en pequeñas o grandes manifestaciones que transitan por
las arterias urbanas llamando a una unión de trabajador@s
a la huelga, cosa que ya no se produce porque la decisión de
secundarla o no se ha dado bastantes horas antes.
Es
lo que vimos ayer en las ciudades españolas, con la salvedad de que
en las grandes capitales las manifestaciones se daban en los
centros urbanos porque en los barrios y en las periferias
industriales y de comunicaciones todo estaba ya perdido, hasta el
punto de que trenes, metros, autobuses y aeropuertos funcionaron con normalidad.
En
las huelgas hay un dato incuestionable y objetivo: el de la demanda
de consumo eléctrico. Red Eléctrica de España (REE) aporta una
información que no cabe discutir: la
demanda de consumo eléctrico fue prácticamente la de un día
normal. Si en la producción el consumo eléctrico explica
directamente la actividad (máquinas y electrodomésticos encendidos, luces y ordenadores en las oficinas, trenes,...) en la reproducción social (hogares) es también
una cuestión básica. En este sentido, cabe decir, a partir de un
dato contrastado como el señalado que la huelga feminista apenas
existió....salvo en los medios de comunicación.
Los
principales hicieron un despliegue del seguimiento de la huelga
continuado a lo largo de todo el día.
Es
significativo que los medios que la cubrieron minuto a minuto se
centrasen sobre todo en entrevistas y opiniones de mujeres
profesionales, lobbistas, tertulian@s
todólog@s habituales, casos particulares de mujeres de diferentes
generaciones y cuestiones varias. Junto a ello se mencionaron sobre
todo las grandes manifestaciones, concentraciones, actos, performances
y anecdotario de actividades más llamativas y curiosas.
La
llamada “visibilización”, tan buscada por el movimiento
feminista, lo fue en cuanto a que se hablara de la mujer y de los
motivos que habían llevado a la huelga pero no se produjo en
absoluto en cuanto a la demostración y la evidencia de la no
actividad económica, de lo que es un paro, porque sencillamente éste
apenas se produjo, salvo en determinados centros de enseñanza, parcialmente en hospitales y en algunas oficinas de la administración. Madrid, Barcelona y las
grandes ciudades, que hubieran debido ser las muestras más palmarias
del efecto visual de un gran paro, solo pudieron exhibir el éxito,
éste indudable, de las grandes manifestaciones. La industria, el
comercio, el transporte, el sector servicios en general, la
agricultura, la construcción, etc. mostraron el desempeño propio de
un día casi normal en cuanto a asistencia a los puestos de trabajo y
desarrollo de la actividad laboral. Poco más añadieron los paros
parciales convocados por CCOO y UGT, salvo casos concretos en
determinados centros de trabajo privados y públicos, entre ellos
algunas televisiones autonómicas, hospitales y el transporte de
cercanías de Renfe. Los propios sindicatos hablan de alrededor de
unos 5 millones de personas, sin distinguir cuántos de ellos fueron
mujeres y cuántos hombres. No parece mucho, si tenemos en cuenta que
el número de trabajadores ocupados es de unos 19 millones de
personas, siendo el de las mujeres de más de 8,5 millones. Ello no
impediría que, sin movérseles un solo músculo de la cara, los
principales dirigentes sindicales hablaran de un éxito en más del
80% de las empresas. Ello podría tener ciertos visos de
verosimilitud siempre que solo hubiesen parado mujeres pero los
sindicatos mayoritarios llamaron a paros de 2 horas tanto a mujeres
como a hombres.
En
cualquier caso, siempre habrá mujeres y hombres que
señalen que en su empresa paró la mayor parte de la plantilla, que los autobuses de determinada línea se retasaron o incluso algún
hombre solidario en los cuidados que cuente que acabó con no se sabe
cuántos dodotis. Y sera cierto todo ello. No lo pongo en duda.
El
éxito de la huelga consiste en que se hable como hito histórico de
algo que tuvo muy bajo seguimiento real, no ya en aquello a lo que
aludían en su manifiesto, “parar el mundo”, sino el parar la
actividad económica, que continuó con gran normalidad, al margen de
las manifestaciones después del trabajo.
La
huelga ante todo un estado de opinión mediáticamente inducida por
los propios medios del capital a lo largo de semanas y cubierta,
salvo en lo que no podía cubrirse por no haberse producido, con un
despliegue de medios nunca vista en otra huelga alguna en cuanto a
manifestaciones, opiniones de “expert@s”
en cualquier cuestión más o menos próxima al mundo femenino,
imágenes y demás.
Es
significativo que, mientras iba transcurriendo el día y se
evidenciaba que el paro había tenido escaso seguimiento también
entre las propias mujeres trabajadoras, la cuestión de la brecha
salarial iba pasando a un muy segundo plano, desplazada por el
omnipresente recurso argumental a la cuestión del machismo. Y es
que, en el fondo, esa era la cuestión con la que se había cebado
durante semanas la campaña motivacional por parte de feministas y
medios de comunicación.
Cualquiera
que estos días sorprendiese conversaciones ajenas próximas
detectaría fácilmente que el discurso sobre el machismo como motivo
de la huelga había calado entre mujeres y hombres, aunque con
distintas perspectivas y, sin embargo, se había mostrado muy poco
eficaz para movilizar hacia la huelga. Lo que sí es preocupante es
que este tema desplazase en buena medida otros tan importantes o más
como las pensiones.
¿Han
visto ustedes una huelga que haya tenido mayor apoyo mediático, de
los poderes políticos (hasta Rajoy no se reconoció en lo de la
“huelga a la japonesa” que proponían algunas de las “dirigentas”
de su partido y pidió respeto hacia las motivaciones de la misma) y
comprensión de sectores empresariales como El
Corte Inglés o Inditex? Ninguna de las dos empresas han
destacado nunca por un respeto al sindicalismo que no fuera el de sus
respectivos sindicatos. Hay sobrados casos de denuncias sobre la
represión hacia trabajadores que reivindican sus derechos en ellas.
¿Conocen
ustedes muchos casos de países con monarquía en la que su Reina
deje libre su agenda el día de una huelga en solidaridad con la
misma?
¿Tienen
ustedes muchos antecedentes en los que un cardenal arzobispo de
Madrid se haya pronunciado a favor de una huelga? ¿Han
escuchado a algún prelado de la Iglesia Católica decir que la
Virgen María la secundaría?
¿Conocen
ustedes muchas huelgas en las que más de 5.400 periodistas (mujeres)
hayan expresado su apoyo a las reivindicaciones de la misma? ¿Contra
el ataque a las pensiones, contra los salarios de miseria, contra
los contratos basura, contra la destrucción de la sanidad, contra la
privatización de los servicios, contra la degradación de la
enseñanza pública, contra el deterioro casi mortal de la ley de
dependencia? ¿No, verdad?
¿Han
visto ustedes a Carles Francino o a Àngels Barceló pronunciarse en tal estado de indignada agitación contra otras injusticias un día sí y
otro también durante más de una semana?
¿Pueden
ustedes asegurar que alguna huelga que recuerden ha tenido tal
despliegue mediático desde la mañana a la noche, por tierra, mar y
aire durante semanas?
¿Se
enteraron alguna vez con tal profusión de información de que el 8
de Marzo era el día de la mujer trabajadora? Pues no, porque
si algo dejaron claro las convocantes de la performance del 8M y de
sus partners, que ahora todo son siglas, es que no era el día
de la mujer trabajadora sino simplemente el de la mujer, algo
así como el día de la madre, el de los enamorados o el de la vida
silvestre, que ha sido 5 días antes de dicha fecha.
¿Se
han preguntado ustedes el porqué de toda esta fanfarria solidaria de
los sectores reaccionarios y de los más representativos del capital?
Y, ya puestos a preguntarse, ¿se han interrogado también porqué
estos sectores no se han mostrado ni en una milésima parte tan
solidarios, comprensivos y festejadores de los Primeros de Mayo o de
ninguna de las 12 huelgas generales que hemos conocido desde la
primera de 1978 en la transición? No les vendría mal hacerlo.
Pensar no es malo.
Déjense
de monsergas sobre las hazañas del mago David Coperfield o sobre la
conversión del agua en vino por Cristo. La auténtica magia, la de
verdad, está en convertir una manifestación y sus performances y
batukadas en una huelga y que gran parte del personal se lo crea.
Poder mediático, creo que lo llaman. Yo diría poder hipnótico.
Y
no me vengan con que los medios del capital han apoyado esta huelga para domesticarla porque sindicatos domesticados, parte de los convocantes, ya había entonces y ahora, ni
para desnaturalizar sus objetivos porque ya estaban desnaturalizados. Si la huelga hubiera expresado la confrontación capital-trabajo, con una reivindicación desde la clase, con objetivos de clase y
centrados en la defensa de las conquistas obreras, tengan claro que los medios de comunicación del capital hubiesen mirado para otro lado, como poco, o habrían atacado su convocatoria y sus objetivos con la ferocidad habitual que les caracteriza. Dicho esto, y para que sea un éxito, bajémonos los pantalones y hagamos una convocatoria interclasista y transversal, trabajadora-patrona, que con reivindicaciones ajenas a un carácter de clase vamos a conseguir mucho. No hay más que ver las grandes vitorias del 15M.
Seguramente
habrá mentes bienintencionadas que digan que bienvenido sea todo
apoyo si la causa lo merece. Doble mentira, la de considerar que todo
apoyo es válido, cuando puede que sea enemigo de una reivindicación
que lo merezca por justa, y por validar el mérito de una huelga que
es confusa en contenidos, alejada del significado histórico asociado
a la huelga general, la defensa de las reivindicaciones de la clase
trabajadora en su conjunto y el carácter de clase contra clase
propia de la misma.
Desmenuzaré
cada una de las tres afirmaciones porque vivimos tiempos en los que
la ignorancia es un mérito conquistado con el esfuerzo de quien no
quiere saber para no incomodar a su conciencia y en los que el
cinismo alcanza cotas de arte. Y ello se da por igual a quienes
consideran que los antagonismos entre las clases sociales son un
antigualla como para los que se llaman a sí mismos comunistas,
mientras sin ningún pudor se ciscan en lo que esta ideología
significa y conlleva.
La
huelga es un arma histórica de la clase trabajadora. La primera de
la historia que algunos conocemos es muy remota. Nada menos que de
1152 antes de Cristo.
Por
su naturaleza, la huelga es de producción, precisamente porque
expresa el antagonismo capital-trabajo allí donde se produce de modo
directo.
Hace
tiempo, en la época del 15M hubo quienes teorizaron huelgas ajenas a
los sindicatos y quienes como la CGT plantearon huelgas de consumo.
Si sindicalmente careces de fuerza puede que salgas por peteneras y
niegues la base social e ideológica de la propia huelga. Todo por el
oportunismo. Al fin y al cabo CCOO y UGT son los sindicatos 2 y 3 de
la patronal, la izquierda es un ejemplo de complicidad sistémica y
muchos autodenominados comunistas insultan al comunismo sin pudor ni
sentido alguno de la responsabilidad que debieran contraer con
aquello en lo que dicen creer.
Pero
los combativos, CNT en concreto, pueden aún ser más contradictorios
consigo mismos. Así, este sindicato libertario y que, por principio,
no reconoce la representación del Estado afirmaba el 20 de Febrero
pasado lo siguiente en un comunicado
de prensa:
“CNT
en estos días está manteniendo reuniones con grupos parlamentarios,
patronales y Gobierno para hacerles llegar las reivindicaciones que
sustentan la convocatoria de huelga general el 8 de marzo y negociar
éstas y otras iniciativas que propone el sindicato para atajar la
discriminación laboral que sufren las mujeres. El Gobierno central
hasta ahora no ha respondido a la solicitud del sindicato para fijar
un encuentro.”
En
la última pirueta, las feministas (no distingo a las de la corriente
hegemónica, la burguesa, de buena parte de las que se llaman de
clase, las cuáles, lejos de enfrentarse a llamamiento de huelga
feminista del 8 de Marzo, han asumido su manifiesto o han tenido
miedo de denunciar lo que dicha huelga significaba) han “aportado”
dos conceptos nuevos:
- El invento de la huelga de cuidados, sostenida sobre una falsa teoría de la “explotación” dentro de la reproducción social; algo que no existe porque cualquier marxista sabe que la plusvalía se produce cuando hay relación mercantil. Cabe hablar de opresión desde los roles pero eso no implica explotación porque no hay relación salarial. No debe sorprendernos entonces que algunas de las teorizadoras del género planteen el salario al ama de casa dedicado a los cuidados, algo que ya fue propuesto por UPyD, un partido no demasiado revolucionario, en mi modesta opinión. Se les olvida que, dentro del Estado capitalista, en lo que los marxistas llamamos la reproducción social, aquello que el capital no puede convertir en ganancia a través del mercado, es gasto del Estado. Y no parece que, en el proceso de adelgazamiento del Estado social, vayan a ir por ahí las cosas, excepto que algunas propuestas actúen como la Renta Básica, un medio para atribuir unos recursos sociales, quitándolos de otros.
- La negación de la huelga como instrumento de clase y de enfrentamiento con el capital. Una huelga que no era de clase sino de género, una huelga de mujeres y en ella cabía por igual la burguesa y la proletaria, la jefa y la trabajadora de inferior categoría, la empresaria de la PYME, que también hacía huelga, y su empleada. Así, no debe sorprendernos que, entre las denuncias del manifiesto convocante se encuentre la cuestión del “techo de cristal”, según el cuál se impide a las mujeres alcanzar las más altas cotas de poder en las instituciones y en las empresas. Dejando de lado que el Estado es el consejo de administración de la burguesía, me centraré en el caso de la reivindicación de ascensos en las empresas privadas con la intención de preguntar en qué ganaría la mujer trabajadora por tener a una explotadora mujer. Seguro que la feminista de turno afirmará que ello redundaría en una mejor sensibilidad de las directivas hacia las cuestiones de género. Seguramente ese sea el caso de Ana Botín, las Koplowitz, Ana Rosa Quintana (es empresaria), Sol Daurella (Coca-Cola, la de los despidos) o Elena Pisonero (Hispasat). No me gustan ni los explotadores ni las explotadoras, algo que va en la condición de empresari@ porque, si no, no hay beneficio.
Junto
a lo anterior, la demanda contra la violencia de género dentro de
los objetivos de la huelga, algo terrible (un solo asesinato por violencia de género ya lo es), como lo son las muertes de 618 trabajadores en sus puestos de trabajo en 2017, pero absolutamente ajeno a lo sindical,
aporta su grano de emocionalidad que ayuda a movilizar allá dónde
los objetivos laborales (brecha salarial) necesiten un plus o empujón
para animarse a secundarla.
Así
la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, señaló recientemente que
"la
violencia está incardinada en el ADN de la masculinidad",
lo que choca con la idea defendida por las feministas, en mi opinión
acertada, de que el género no es innato sino adquirido. Y de que la
violencia estructural en la sociedad crea modelos de violencia que ya
no vemos solo entre los hombres, al menos en las generaciones más
jóvenes. No sabría decir qué ADN tenía la señora Thatcher (la de
las Malvinas) ni el que tiene la señora Clinton (la de Siria y
Libia, por detenerme en dos simples detalles), para la que, por
cierto, la
excomunista Ángela Davis pidió el voto. Sembrar odio puede dar
réditos temporales a quien lo haga pero a medio y largo plazo solo
sirve para incentivar una guerra de sexos que divida a la clase
trabajadora en lugar de una lucha de clases que el capital no desea.
Quien juegue a eso debe tener claro que no merecerá otra cosa que el
repudio de quienes luchamos por un mundo realmente más igualitario.
Llamativamente, la palabra igualdad
y
la expresión “políticas de igualdad” se han convertido en
sinónimos casi exclusivos de las políticas de género en boca del
poder del capital y de sus representantes de derecha y de izquierda.
La idea de igualdad que vaya haciendo desaparecer las diferencias
entre clases es ya solo cosa de comunistas, de los desfasados, porque
los otros, los que dicen serlo pero se apuntan siempre a la última
charlotada que mueva manifestantes, ya solo piensan en la igualdad
que rompe los “techos de cristal”
En esta huelga la brecha
salarial ha sido el banderín del enganche hacia lo sindical pero en
su manifiesto se mezclan cuestiones de género, de violencia, de
orientación sexual, de techos de cristal, de cuidados, de
“patologización” de la salud, de huelga de consumo, de pobreza,
de cambio climático y de educación....Llamativamente, no hay
ninguna alusión a una de las opresiones más terribles, el de la
prostitución esclavizada por proxenetas. Convendría entender en
este sentido algunas de las adhesiones al manifiesto. Fieles a la
estrategia del progre, atraen a cada colectivo por el “el qué hay
de lo mío”. Es la política que los pseudorevolucionarios llaman
“convergencia de las luchas” (aquella parida de Seattle), la
visión de la protesta como coordinadora de agraviados, que la
exsocialdemocracia (la de siempre era al menos de clase), y el
Partido Demócrata USA, practican para atraer el voto por cuotas de
identidades. Pseudoradicales y progres unidos por una “lucha” que
entierre a la de clases y por un antagonismo mujer-hombre en el lugar
de trabajador-empresario.
No
se entiende el sentido de esta huelga sin la Marcha de las Mujeres de
Mujeres sobre Washington del año pasado, a
muchas de cuyas organizaciones participantes ha financiado el
lobbista George Soros, como tampoco se entiende sin el concurso
de la burguesía de estrellas multimillonarias progres de Hollywood
del MeToo o con pseudoradicales como Silvia Federici, empeñada en
desdibujar la contradicción-capital trabajo desde su ataque
indirecto a la teoría marxista del valor, a través de su énfasis
en la valorización de lo que desde el marxismo denominamos
“reproducción” (trabajo reproductivo). Aquí personajes como la
aludida están representados por Yayo Herrero, Justa Montero o Sandra
Ezquerra, del mundo podemita y “miembras” de la comisión del 8
de Marzo.
Tras este análisis, debiera
quedar claro cuáles son los objetivos de esta huelga, más allá del
tan mencionado “visibilizar” la realidad de las mujeres.
Los objetivos son amplios y
ambiciosos:
- En primer lugar, DESCLASAR LA HUELGA al convertirla en huelga de TODAS LAS MUJERES, trabajadoras y burguesas.
- En segundo lugar, ROMPER EL ANTAGONISMO CAPITAL-TRABAJO.
- En tercer lugar, DESDIBUJAR LA IMPORTANCIA DE LA PRODUCCIÓN COMO ESPACIO CENTRAL EN EL QUE ESE ANTAGONISMO CAPITAL-TRABAJO SE PRODUCE, al ponerla al mismo nivel que la huelga de cuidados y que la huelga de consumo.
- En cuarto lugar, SUSTITUIR LUCHA DE CLASES POR GUERRA DE SEXOS.
En cualquier caso, el espíritu
inclusivo, interclasista, negador de la lucha de clases como motor de
la historia, reaccionario de fondo, por lo que niega, y freno de las
tensiones sociales de clase, por las contradicciones que atenúa,
repite el bucle eterno del 15M, lo que se ha “visibilizado” en
las performances de las plazas en la hora cero de la huelga.
Por encima del seguimiento que
esta huelga ha tenido, podemos decir que ha triunfado porque han
hecho suyo su discurso no solo una parte de la clase trabajadora
(sobre todo dentro de las funcionarias y empleadas públicas), sino
también los progres, los pseudocomunistas, y buena parte de quienes
tienen un sentido de justicia aguzado pero una escaso sentido crítico
sobre la realidad en la que vive la clase trabajadora y el modo en el
que la ideología dominante, la de la burguesía, se impone como
apariencia de “verdad”
L@s
oportunistas sin escrúpulos y l@s ya-ni-siquiera-reformistas está
claro para quién trabajan. La única duda es por cuánto lo hacen.
Algunas por un buen salario en uno de tantos lobbis feministas o por
alguna plaza universitaria en esa nueva disciplina que ahora está de
moda y que se llama “estudios de género”. Otras por una
retribución de sus egos en esos en esas tribunas que les prestan
audiencia por sus servicios.
Esta
huelga no ha sido inútil. Más allá de declaraciones públicas de
Rajoy, Rivera, Arrimadas o Penélope Cruz, tan “sensibles” ante la
desiguadad hombre-mujer, veremos un incremento de subvenciones que
permitan aumentar el número de liberadas feministas, un mayor
desarrollo universitario de cátedras sobre estudios de género, con
sus correspondientes catedráticas, un ascensor social hacia los
cargos en los casos de juezas, directoras de medios de comunicación,
“miembras” en los consejos de dirección de empresas del IBEX y,
muy importante, un notable incremento de las políticas profesionales
dentro de los partidos y de tertulianas profesionalizadas. Estas dos
últimas cosas ya las vimos con el 15M, aunque más bien en el caso
de hombres. En cuanto a la mejora de la situación de la mujer
trabajadora...se siente, tardará mucho más. Quizá, si hay hueco en
la agenda, para el 2.500.
Pero no me hagan mucho caso.
Como dicen las “partisanas” de la emancipación femenina éstas
son cosas de machirulo y comumacho (hombre comunista) ¡Claro que
sí, guapis!