Por
Marat
Hasta
que vi el vídeo del bofetón al niñato, desconocía la existencia
de tal “figura”. No me interesa el “youtuberismo” de
autopromoción. Quienes desean hacerse un sitio en la notoriedad de
lo banal no me motivan a perder un solo segundo de mi vida para ver sus
“gracietas”.
Vivimos
tiempos en los que el autobombo es un medio de convertir, mediante el
chiste fácil, la provocación porque sí, la extravagancia, el
frikismo o la mala uva, la efímera -la fama la mayoría de las veces
lo es- popularidad de tener cientos de miles o millones de seguidores
en un medio de lucro mediante el empleo en alguna página digital o,
cuando menos, el patrocinio. Muchos son los que lo intentan, pocos
los que lo consiguen. Seguramente El Rubius sea, por el momento, el
paradigma más acabado de éxito en cuanto a estas, llamémosles,
“actividades”.
Por
en medio, y dependiendo lo que cada uno lleve dentro en materia
moral, puede que haya quienes crean que en lo que se hace para colgar
en redes sociales y/o en youtube, con el fin de autopromocionarse,
vale todo. O no.
Lo
cierto es que el fenómeno de la fama sin otro mérito que hacer el
mamarracho no es algo que haya nacido en las redes sociales. Se hizo
fuerte en la telebasura, con los programas de casquería y cotilleo
macarra, hasta tal punto que ya toda la televisión es reality show,
quizá con la excepción de El Tiempo.
Y
fuera de la televisión la cosa no va mejor. Tenemos hasta
presidentes de países que son un reality en sí mismos.
El
deseo de huir de la realidad en una forma de alienación
“autoelegida”, o eso creen algunos, porque no nos gusta esa
realidad produce el monstruo de lo feo, lo grosero, la falso, el
regüeldo como argumento y la renuncia a la inteligencia por bandera.
Hemos
banalizado el mundo, repitiéndonos que toda postura u opinión es
respetable, cuando lo cierto es que no es así porque hay
pensamientos que llevan en sus entrañas el desprecio al otro, su
humillación o incluso su eliminación física.
Tranquilos,
ya entro en materia.
Que
un niñato, con cazadora de las que antes gustaban a los neonazis y
corte de pelocepillo al estilo militar, insulte en sus vídeos a la
gente, cuando se la acerca con cualquier excusa peregrina para
preguntarles por algo, no es algo trivial, ni de importancia menor.
Su “gracia”, que la tendrá para los muchos sujetos que le
siguen, se me escapa. No le encuentro la chispa a filmar a personas
mientras las intentas humillar con tus calificativos y que una panda
de descerebrados celebren y se rían luego de ese chiste y de paso de
la persona ofendida. No, claro, que no Sergio Soler, hijo de un
fotógrafo del diario ABC, que es uno de los que casi desde el
principio de tus andanzas te hace propaganda.
Me
hace menos gracia aún, Sergio Soler o MrGranBomba, como te haces
llamar en esa promoción de tu marca personal, que tengas la
querencia de elegir frecuentemente a personas que están trabajando
por la calle para hacerlas reas de tus chistes de patoso sádico. Eso
sí, logrando con ello dinerito por cada fracción de reproducciones
con tu video. Cuando escribo esto ya llevas ganados unos 1.000 euros,
menos de 24 horas después de haber colgado tu vídeo ¿Te merece la
pena? Cuando se es alguien que tiene la indecencia de mofarse de los
demás está claro que te da igual.
¿Quién
te ha dado permiso para llamar “caraanchoa” a nadie o los
insultos que dedicas en todos tus vídeos a los demás, incluyendo el acoso a chicas jóvenes?
Incluso
si, como se ha sugerido en algún caso, se tratase de una
vídeo-montaje de autopromoción del youtuber en cuestión, la vileza
moral de hacer vídeos en los que se insulta a la gente para sacar lo
peor de quienes se carcajean con tal acción, demuestra que hay algo
que no funciona bien e esta sociedad del todo vale para trabajarse
algunos su propia marca personal.
Siendo
mucho lo que nos dice de sí mismo y de su total falta de calidad
humana el niñato, mucho más es lo que nos dice de la gente que le
ríe la gracia y que le baila el agua.
Que
el trabajador que le respondió con el bofetón pueda verse en el
riesgo de caer en manos de un juez que busque la forma no tanto de
hacer justicia como de ganarse sus 5 minutos de fama, cogido a la
cola de la notoriedad que el caso ha adquirido, diría también mucho
de una justicia que mira para otro lado ante los auténticos
delincuentes de esta sociedad, los desaprensivos que sobreexplotan a
sus empleados, los políticos que dejan sin cobertura de desempleo a
los parados, los plutócratas cuyas decisiones dejan en la miseria a
millones de personas y los corruptos que se lo llevan crudo. Pero los
jueces, como las leyes que aplican, son solo unos mandados del Estado
de una clase social concreta, a la que seguro que los MrGranbomba
quieren pertenecer. Su crueldad les define.
Que
el tal Sergio Soler pueda ganar dinero impunemente ofendiendo a las
personas y que, tras el parte de lesiones -¡que solo fue una
bofetada!, eso sí, precisa, sonora, de una ejecución perfecta y de una belleza plástica indudable-, se permita decir que le ha denunciado en comisaría
“porque sí, porque me da la gana” es
indignante.
Que
haya millones de individuos que le ríen la gracia es un síntoma de
una sociedad enferma que ha “educado” en contravalores del todo
vale, del y tú más, de la falta de respeto a las personas y del
éxito a costa de lo que sea a individuos que han
alcanzado lo más bajo de la
escala involutiva. Esta sociedad se está fascistizando a pasos
agigantados. Y eso que tenemos “la juventud más
preparada de la historia”. Si
lo dudan, ahí tienen a Sergio Soler y sus fans.
Solo
espero una cosa. No encontrármelo por Madrid y que venga a
insultarme porque le iba a faltar cielo para dar volteretas. Y luego
que me apliquen el Código Penal por violento o por apología de la
violencia.