26 de julio de 2016

LO (NO) DICHO SOBRE POKÉMON GO

¡Cuidado al cruzar la calle, figura!
Agustín Vargas. Página12

Quiérase o no, Pokémon Go ya está entre nosotros a pesar de que aún no esté disponible en Argentina. Las redes sociales lo ponen en el centro de la escena y los medios lo cubren como si fuera un acontecimiento. El juego para móviles desarrollado por Niantic Inc. y distribuido por Nintendo hace su aporte a la marca nacida en Japón con un negocio millonario, donde el principal atractivo está dado por el uso de la Realidad Aumentada y el GPS, exigiéndoles a los usuarios salir a la calle para buscar, capturar, luchar e intercambiar criaturas virtuales.
No tan solo. Suele formar parte del sentido común que el jugar un videojuego es una práctica íntegramente solitaria. El auge de las consolas a fines del siglo pasado pareció sentenciar esta concepción al estar éstas emplazadas dentro del hogar. Así, el jugar a un videojuego sería algo lúdico realizado bajo paredes; sería una práctica privada. Sin embargo, muchos posibilitaron una relación virtual o física mediante la modalidad multijugador. Además, cuando un jugador juega de manera solitaria, también podría hacerlo pensando en un otro (la competencia llevaría el jugar a una cuestión de ejercitar para mejorar distintas cualidades que luego serían puestas en juego con otras personas).
Por el contrario, se han diseñado muchas consolas transportables, y fue una de éstas la que propició el nacimiento de la franquicia japonesa Pókemon, hace ya veinte años. La saga comenzó como un videojuego RPG para la plataforma Game Boy, donde se proponía recorrer un universo ficticio con el propósito de capturar distintas criaturas fantásticas. Si bien la mayor parte del tiempo estaba destinado a jugarse en solitario, el Cable Link hizo posible que los jugadores pudieran conectar sus consolas y así intercambiar pokemones o competir entre ellos.
Como toda franquicia moderna y su trasnarratividad característica, pronto afloró un animé –en nuestro país hizo que Pokémon sea masivo–, además de películas, nuevos videojuegos y un juego de cartas coleccionables. Éste último sigue siendo popular en sectores sociales con un poder adquisitivo medio y alto, a tal punto que se realizan convenciones donde los jugadores se reúnen y compiten con sus propios mazos. Pokémon Go se ha nutrido de estas prácticas sociales; está pensado como un juego que se comparte de manera lúdica con otros. Además, es de suponer que con el paso de los días exponga su faceta colaborativa-colectiva (ya hay sitios donde cada usuario puede indicar en un mapa qué pokémon capturó en un determinado lugar).
La ciudad y el jugador. La posibilidad de relacionarse con otros usuarios no parecería ser la mayor novedad, pero sí lo sería el modo en que el juego permite pensar nuevas apropiaciones y transformaciones del espacio geométrico (la ciudad) en espacio de juego. Pokémon Go hace que los usuarios deban dirigirse –o apuntar sus celulares– hacia ciertos lugares para obtener elementos esenciales del juego. La mayoría de los puntos, estas pokeparadas, son museos, bares, parques y hasta comisarías. Otra característica del juego es que obliga a los jugadores a recorrer una cantidad determinada de kilómetros si desean progresar.
Se ha reiterado que la aplicación permite que los usuarios se acerquen a ciertos lugares a los que de otra manera no lo harían. Efectivamente el videojuego obliga a ir a lugares preestablecidos, pero lo que debería entrar en consideración es el cambio de significación o lecturas que se hace de éstos (invita a la reflexión el hecho de que autoridades del Museo de Auschwitz en Polonia y del Holocausto de Washington solicitaron que supriman estos lugares del mapa del juego por considerar que ocasiona “prácticas fuera de lugar”). Estaríamos ante un peatón devenido en jugador, donde el mapa de la ciudad –GPS y Google Maps de por medio– pasaría a ser un mapa ficcional. Ambos mundos coexistirían.
Un negocio millonario. Es difícil saber por cuánto tiempo se mantendrá el éxito del juego. Lo cierto es que cualquiera que cuente en su móvil o tablet con el sistema operativo Android o iOS puede descargar la aplicación de manera gratuita. Lo que pretende ser un componente democratizador no dejaría de ser una fachada, poniendo la menor cantidad de obstáculos posibles para lograr que la aplicación se masifique y así mejorar su cotización e incrementar su patrimonio (a la semana del lanzamiento, la aplicación superó en uso a Twitter e Instagram, y Nintendo duplicó el valor de sus acciones). A esto debe sumarse el hecho de que se incentiva al usuario a realizar compras una vez instalada la aplicación para que adquiera ciertos elementos del mundo del videojuego.
Sin embargo, el principal negocio parecería pasar por los puntos patrocinados: al obligar a los jugadores a dirigirse a determinados lugares, las multinacionales dieron el primer paso para estar incluidas en tales puntos. Así, en Japón McDonald’s convirtió sus establecimientos de comida rápida en lugares especiales para los jugadores de la aplicación. Por su parte, y aunque guarde relación con un fenómeno ya conocido en la sociedad, no debe dejar de considerarse la extracción de datos que hace la aplicación sobre sus usuarios, principalmente vinculados a Google, a tal extremo que el director de cine Oliver Stone diga que Pokémon Go “sería parte de una cultura más larga de capitalismo de vigilancia”.
Realidad “mejorada”. Curioso es el término que le fue asignado a una de las tecnologías –quizá la más importante– de las que se nutre Pokémon Go: la Realidad Aumentada (RA), necesaria para visualizar los pokemones en la pantalla del celular a través de la cámara. Según la Real Academia Española, una de las definiciones de “aumentar” es la de “dar mayor extensión, número o materia a algo”. De este modo, la RA no es otra cosa que una alteración de lo real; añade información virtual a una información física preexistente, con la finalidad –o la presunción– de ver de manera mejor, divertida, apartándonos del mundo rudimentario, aburrido al que asistiríamos diariamente. Pero por más que parezca algo cínico, y podrían atribuirse componentes ideológicos, la RA está presente y Pokémon Go la dejó entrever de un modo particular: la imagen de una muchedumbre que corre desesperada puede guardar relación con Niza, donde un ataque terrorista causa pánico entre los franceses, o puede remitirnos al Central Park, donde jóvenes y familias corren en masa y sin apartar su vista de los celulares para capturar una criatura ficticia.
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Seguramente se incremente el número de imbéciles que serán atropellados al cruzar una calle por ir enajenados en su propio pedo mental mientras le dan onanísticamente con el dedo al jueguecito. Ya está pasando con el uso del móvil actualmente. Y sin necesidad de Pokémons. Imaginen con él. Pero sarna con gusto...

22 de julio de 2016

¿DONALD O HILLARY, HILLARY O DONALD?

Atilio Borón. Página12

Estos días, después de la nominación de Donald Trump como candidato por el Partido Republicano, varios medios me preguntaron quién sería más conveniente para América latina, si él o Hillary Clinton. Mi respuesta: ninguno de los dos, porque lo que importan no son tanto las personas como la alianza social a quien ellos representan. Y esta alianza es la “burguesía imperial” o el “complejo militar-industrial-financiero”, al cual ambos responden, si bien con características idiosincráticas propias. Por eso creo que la pregunta está mal formulada. Ningún presidente de Estados Unidos se ha apartado, desde George Washington hasta aquí, de las premisas fundantes que guían las relaciones hemisféricas y que condenan a nuestros países a la condición de inertes satélites del centro imperial: (a) mantener América latina y el Caribe como el “patio trasero” de Estados Unidos que no admite la intromisión de terceras potencias (Doctrina Monroe, 1823); (b) fomentar la desunión y la discordia entre los países del área y oponerse con total intransigencia ante cualquier proceso de integración o unificación (por eso, Washington sabotea a la Unasur, a la Celac, también al Mercosur, y ni hablemos del Alba-TCP, Petrocaribe, Banco del Sur o Telesur. Esta política arranca desde los tiempos del Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826 y continúa hasta hoy); (c) el tristemente célebre “corolario de (Theodore) Roosevelt”, de 1904, en el que Estados Unidos se arroga el derecho a intervenir en los países del área cuando sus gobiernos sean “incapaces de mantener el orden dentro de sus fronteras y no se comporten con una justa consideración hacia sus obligaciones con el extranjero.” Y más adelante prosigue diciendo que “siempre es posible que las acciones ofensivas hacia esta nación (Estados Unidos) o hacia los ciudadanos de esta nación (eufemismo por empresas norteamericanas) de algunos Estados incapaces de mantener el orden entre su gente, incapaces de asegurar la justicia hacia los extranjeros que la tratan bien, pudieran llevarnos a adoptar acciones para proteger nuestros derechos; pero tales acciones no se adoptarían con miras a una agresión territorial y serían adoptadas sólo con una extrema aversión y cuando se haya hecho evidente que cualquier otro recurso ha sido agotado”.

Fieles a estas premisas, no tiene sentido alguno preguntarse si Trump o Clinton serían más convenientes para América latina. Quizá podríamos especular sobre quién sería menos malo. En tal caso creo que entre estas dos malas personas, inmorales y corruptas, tal vez la menos dañina podría ser Hillary, pero nada más que eso. Ella y Trump representan, con ligeros matices, lo mismo: la dictadura “legal” del gran capital en Estados Unidos. Trump es más impredecible y esto no necesariamente sería malo. Hasta podría despegarse ocasionalmente del “complejo militar-industrial-financiero”, pero su compañero de fórmula –un cristiano evangélico de ultraderecha– es un troglodita impresentable. Hillary es muy predecible, pero su record como secretaria de Estado en la administración Obama es terrible. Recuérdese, entre muchas otras cosas, la carcajada con que recibió la noticia del linchamiento de Muammar El Gadaffi, gesto moralmente inmundo si los hay. Como senadora se consagró como una descarada lobbista de Wall Street, del complejo militar-industrial y del Estado de Israel. América latina no puede esperar nada bueno de ningún gobierno de Estados Unidos, como lo ha demostrado la historia a lo largo de más de dos siglos. Puede, ocasionalmente, aparecer algún presidente que marginalmente pueda producir situaciones puntualmente favorables para nuestros países, como ha sido el caso de James Carter y su política de derechos humanos, concebida para hostigar a la Unión Soviética e Irán pero que, indirectamente, sirvió para debilitar las dictaduras genocidas de los años setenta. Pero nada más que eso. Nosotros tenemos que forjar la unidad de nuestros pueblos, como lo querían Artigas, Bolívar y San Martín en los albores de las luchas por nuestra independencia. No tenemos nada bueno que esperar de los ocupantes de la Casa Blanca cualquiera sea el color de su piel o su procedencia partidaria.

19 de julio de 2016

TURQUÍA ES UNA GRAN DEMOCRACIA Y LOS TURCOS MUY TURCOS Y MUCHO TURCOS

"Y esto, niños, es un politólogo y un líder "preparao""
Por Marat

Mutatis mutandis” algo parecido dijo el señor Rajoy, refiriéndose a España, hace algo más de un año y sigue siendo Presidente de Gobierno. A mí que no soy ni Presidente de mi Comunidad de Vecinos espero que me permitan esta tontuna.

Y es que tonterías he leído y escuchado muchas estos días, especialmente, el de la noche del frustrado golpe de Estado en Turquía. La cantidad de paridas llegó a parecerme que, si no hubiera sido por la edad de la mayoría de los autores, merecerían formar parte de la saga “Antología del disparate”, que durante un buen número de años publicó el catedrático de instituto, ya fallecido, Luis Díez Jiménez, como recolección de las gilipolleces que le respondían sus alumnos en los exámenes. Para mí, sin duda, uno de los mejores disparates era aquél que decía: “Un parásito interno del hombre: el langostino”.

1.-La peculiar “democracia” turca o lo que afirman los que se han cogido una turca
Quizá menos divertido pero no menor en burricie fue el de considerar a Turquía una democracia amenazada por un golpe de Estado. Los que tienen cabeza de urna no lo dudan: ven papeletas electorales y dicen “allí hay democracia”, como el personaje del relato de Gila cuando veía una colilla y decía “aquí han fumado”. Olvidan que toda tiranía moderna busca una forma de legitimación, y las urnas son un medio muy respetable para los practicantes de la beatería política y, si además permite presentarse a varios partidos políticos, la mascarada es casi perfecta. Salvo por un pequeño detalle casi sin importancia: la ausencia real de garantías constitucionales y respeto a los Derechos Humanos.

En su informe sobre Turquía de 2015/2016, Amnistía Internacional, que no se caracteriza por ser precisamente muy beligerante con los países de la OTAN y amigos del imperialismo norteamericano, comienza así:

La situación de los derechos humanos se deterioró notablemente tras las elecciones parlamentarias de junio y el estallido de violencia entre el Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK) y las fuerzas armadas turcas en julio. El gobierno sometió a los medios de comunicación a una presión sin precedentes; la libertad de expresión dentro y fuera de Internet se resintió de forma significativa. Continuaron las violaciones del derecho a la libertad de reunión pacífica. Aumentaron los casos de uso excesivo de la fuerza por parte de la policía y de malos tratos en detención. Persistió la impunidad por abusos contra los derechos humanos. Se redujo aún más la independencia del poder judicial. Varios atentados suicidas con explosivos atribuidos al grupo armado Estado Islámico que iban dirigidos contra activistas y manifestantes de izquierdas y prokurdos causaron la muerte de 139 personas. Se calculaba que Turquía acogía a 2,5 millones de personas refugiadas y solicitantes de asilo, cada vez más expuestas individualmente a la detención arbitraria y la expulsión, mientras el gobierno negociaba un acuerdo sobre migración con la UE.”

Les invito a que lean el resto del informe porque no tiene desperdicio.

Un periódico tan poco sospechoso de radicalismo izquierdista como “El Mundo” titulaba el 2 de Noviembre de 2015: “La OSCE critica el marco de violencia de las elecciones en Turquía” y señalaba en el interior de la noticia:
La misión observadora también recuerda el cierre, previo a las elecciones, de dos canales de televisión opositores al partido islamista que liderará el ejecutivo turco”
La OSCE resalta cómo la concentración de medios pro gobierno ha limitado el derecho a la información de los votantes...La libertad de prensa sigue siendo un área de seria preocupación"

En 2014, y les puedo asegurar que Erdogan no se ha vuelto de entonces a acá más moderado ni más demócrata, el diario “El Confidencial”, no precisamente dado a veleidades izquierdistas, decía lo siguiente:
¡Recordad que tenéis el mejor primer ministro del mundo!”, ha dicho en alguna ocasión el mandatario turco Recep Tayyip Erdogan a sus seguidores, hablando de sí mismo. La semana pasada, en un solo discurso, prometió “erradicar” Twitter, atacar Siria “en caso necesario”, ganar las elecciones locales previstas para este fin de semana y, en líneas generales, perpetuarse en el poder. Horas después, la Autoridad de Telecomunicaciones decretaba un cerrojazo a la popular red social, mientras que a los dos días la fuerza aérea turca derribaba un cazabombardero sirio que presuntamente había penetrado en el espacio aéreo de Turquía, elevando al máximo la tensión con el país vecino. El jueves, el Gobierno turco restringió YouTube, después de que en la plataforma de vídeos apareciese la filtración de una reunión de un organismo de seguridad intergubernamental en la que, si la grabación es auténtica, varios altos cargos del Ejecutivo debaten cómo justificar el lanzamiento de una intervención militar en Siria... Lo mismo cabe decir de la intención de Erdogan de seguir en el poder: ya ha insinuado que pretende volver a presentarse como candidato en las elecciones generales de 2015, aunque para ello tenga que modificar los estatutos de su propio partido, que prohíben que un miembro ocupe el mismo cargo público durante más de tres mandatos consecutivos.”. Y continuaba más adelante: “A medida que pasan los años, la figura pública de Erdogan ha ido pasando de la de un líder responsable, inclusivo con las minorías, proeuropeísta y con una hábil política exterior, a la de alguien cada vez más islamista, autoritario, intolerante y, en general, progresivamente alejado de la realidad. Ha promovido un proceso de islamización forzosa, encarcelado a más periodistas que ningún otro gobierno del mundo y amordazado a los medios de comunicación tradicionales, al tiempo que parece pensar que todo ello está legitimado por las urnas.”

Unos meses más tarde, el mismo diario recogía las opiniones del profesor Cengiz Aktar, del Istanbul Policy Center respecto a Erdogan y la evolución política de Turquía:
El profesor Aktar teme que Erdogan utilice todos los poderes que la Constitución garantiza al presidente de la República exprimiéndolos al límite: “Colocará a una marioneta como primer ministro e interferirá en la labor de Gobierno”, algo que provocará “más caos e inestabilidad” dado “el modo arbitrario de gobernar” del político islamista. “Lo que nos jugamos en estas elecciones es si Turquía continúa siendo una democracia o cambia hacia un régimen autoritario al estilo de Putin en Rusia, sin separación de poderes”.

Por mucho menos, a Venezuela le consideran los medios y los políticos de derechas y muchos “progres”, títeres del imperialismo, una dictadura y a Chávez, primero, y a Maduro, después, dos dictadores. Y eso que Venezuela ha celebrado más elecciones, que es el rasero de los urnólatras, que Turquía. Pero Turquía está en la OTAN y es un aliado de primer orden de USA en la zona y Venezuela ni una cosa ni otra.

Hay que recordar el extraño atentado del 10 de Octubre del pasado año contra militantes de izquierda y prokurdos, atribuido por el gobierno islamista a grupos yihadistas, cuya autoría no ha sido ni investigada seriamente ni aclarada, y no lo será mientras el partido de Erdogan, AKP, siga en el poder; atentado que supuso la muerte de 95 militantes de la izquierda radical.

Tras el fallido golpe de Estado contra su gobierno, “La Voz de Galicia”, que tampoco es precisamente de izquierdas, afirma en un artículo:
La deriva del Gobierno de Erdogan tras el fallido golpe comienza también a causar preocupación en amplios sectores de la sociedad que, si bien expresaron su rechazo al levantamiento, temen ahora que Erdogan se vuelva más fuerte e intransigente. Asociaciones de periodistas y partidos de la izquierda parlamentaria emitieron comunicados indicando que lo ocurrido no significa que el régimen de Erdogan sea democrático y en las redes sociales se ponía de manifiesto el miedo a que el presidente use el golpe como pretexto para eliminar a sus opositores. De hecho, el primer ministro ha pedido a los ciudadanos que se mantengan «vigilantes» en la defensa de la democracia y les ha advertido que no deben confundir a los teóricos infiltrados del clérigo Gülen con los leales soldados, lo que parece una llamada a que ejerzan la delación.”

Todo esto sin hablar de s 7.500 detenidos (6.000 soldados, 750 jueces y fiscales, 103 generales y almirantes, 650 funcionarios civiles, 100 policías), la suspensión de 7.850 policías, el cese de la sexta parte de los jueces, incluidos algunos de los más altos tribunales, la amenaza de recurrir a la pena de muerte o el degollamiento y asesinato de soldados por parte de policías y de fervorosos “demócratas” seguidores del partido del gobierno. Junto a ello, Erdogan está depurando el conjunto del aparato del Estado cesando a un gobernador provincial, 47 responsables de distritos, cientos de funcionarios desde registradores de la propiedad a asesores fiscales y hasta conserjes.

Es llamativo que muchos medios hayan informado de que sólo una minoría del ejército apoyaba el golpe y que aquél estaba apenas dirigido por coroneles, faltando una estrategia del mismo organizada por las más altas instancias militares, y sin embargo, el descabezamiento del aparato del Estado sea tan brutal y radical. El golpe ha sido para Erdogan como agua de Mayo en tierra de secano: una oportunidad de oro para liquidar los restos kemalistas de un Estado que en su día fue laico.

Erdogan busca entronizarse en el poder como un moderno sultán, acabando con los últimos vestigios de garantías constitucionales y avanzar hacia un país en el que rija la sharia. Y dentro de ella la pena de muerte contra todo disidente. Es un obsceno sarcasmo el argumento que el propio Presidente del país ha esgrimido para implantarla: "En una democracia no se pueden ignorar las peticiones del pueblo". Sólo que Turquía no es una democracia ni de lejos y los ciudadanos que acudieron al llamado de Erdogan para salir a las calles a resistir el intento de golpe de Estado no son heroicos demócratas sino fanáticos islamistas que no estaban apoyando una democracia inexistente sino a un tirano cruel, sanguinario y fundamentalista.

Una propuesta de resolución del Parlamento Europeo sobre la inmunidad parlamentaria de los diputados del HDP (Partido Democrático de los Pueblos, partido kurdo), una especie de "izquierda" postmoderna a lo Syriza, presentada el 31 de Mayo de este año decía así:
El Parlamento Europeo,
Visto el artículo 133 de su Reglamento,
A. Considerando que con el levantamiento de la inmunidad de los 138 diputados del Partido Democrático de los Pueblos (HDP) en el Parlamento turco, Turquía ha abandonado definitivamente el marco democrático para emprender el camino de la dictadura presidencial;
1. Exhorta al Consejo, a la Comisión y a la AR/VP a que intervengan ante el Gobierno turno al objeto de restablecer de forma inmediata la inmunidad parlamentaria de los diputados del HDP, derecho inalienable que caracteriza a toda democracia parlamentaria;
2. Encarga a su Presidente que transmita la presente propuesta al Gobierno turco.”

Escuchar a los 4 principales políticos españoles defender la democracia turca o, en la variante de Pablito, criticar a Erdogan pero afirmar que "en democracia los gobiernos se cambian en las urnas", como hizo en su twitter 8 minutos después de que su jefe Obama (el de la franquicia de "Yes we can") se pronunciara contra el golpe, fue descubrir que estamos ante 4 sinvergüenzas de marca mayor y ver un canalla bombardeador de mil pueblos mover la batuta del discurso oficial que, por cierto, no fue muy distinto de la del autócrata Putin.

Soportar las variantes del mismo sermón “prodemocrático” de las huestes podemitas, progres, pseudoizquierdistas y marxistas de Harpo fue como para usar el vomitorio durante largas horas. Es lo que tiene tener cabeza de urna, que produce lo que Marx y Lenin denominaron "cretinismo parlamentario". Y es que sencillamente ni hay democracia alguna en Turquía, por mucho que se permita el simulacro de pluralismo -que les pregunten a los del partido de izquierdas prokurdo HDP qué tal les está yendo con el respeto a la patraña pseudodemocrática- ni la vía democrática para impugnar a Erdogan y a su partido fundamentalista, sencillamente porque detrás tiene a una base social de fanáticos que le apoyan.

2.-La absolutización de que todo golpe es reaccionario 
En estos días he leído declaraciones propias de quienes sostienen sus verdades absolutas tanto de organizaciones pretendidamente revolucionarias y hasta “comunistas” como de particulares beatos de tales certezas que afirmaban que el intento de golpe de Estado era un acto contra el pueblo, algo que no puede sustituir la acción de masas, una acción que, de haber triunfado, habría provocado más represión, y otros argumentos a cuál más absurdo.

Siempre he pensado que las verdades absolutas son la pasión del inquisidor, el comodín del perezoso intelectual, la charlatanería del ignorante de la historia, el refugio del sectario.

El siglo XX está plagado de ejemplos de que el golpe de Estado no siempre es reaccionario, ni necesariamente va contra los intereses populares. Suele ser la herramienta de los poderes fácticos pero también lo es de quienes pretenden rebelarse contra ellos y contra los gobiernos tiránicos. Todo depende de objetivos y fines.

La revolución de los claveles portuguesa de 1973 fue un levantamiento militar. El comandante Chávez intentó en 1992, como estela del Caracazo contra el gobierno corrupto de Carlos Andrés Pérez, una sublevación militar que fracasó. En 1969 el coronel Gadafi se levantó contra el pro-occidental, y contrario a la unidad árabe, Rey Idris I. El nuevo Estado creado por Gadafi, con todos sus excesos y errores, llevó a la población libia al mayor nivel de vida de todo el continente africano. Quien tenga ganas de dar lecciones sobre lo malvado que era Gadafi que mire al abismo de la realidad libia que le ha sucedido tras su asesinato y la "revolución libia".

Claro que lo deseable es que sean los oprimidos y los explotados quienes se liberen a sí mismos y no por medio de salvadores. Pero resulta que, en ocasiones, los esclavos se equivocan y eligen a su amo maltratador, como ha sucedido en Turquía. Sólo los demagogos adulan a la masa y les dicen lo que ésta quiere escuchar; mientras les apoye a ellos porque, cuando no lo hace, como ha pasado recientemente aquí en España, hay quienes insultan a aquellos que les niegan su apoyo y se desahogan queriendo que mueran los viejos o despotrican contra los que llaman ignorantes, precisamente por no apoyarles.

La realidad no suele ser como quisiéramos que fuera. Los modelos ideales son sólo eso, modelos. Sirven como guía, como orientación, pero no deben cogerse como el tonto la linde sino que deben tomarse como las farolas, para alumbrar el camino, no como hacen los borrachos para abrazarse a ellas. Es muy bonito, desde posiciones pseudorevolucionarias, decir eso de que los pueblos oprimidos, el proletariado y hasta el sursum corda deben liberarse por sí mismos pero es que, en ocasiones, la cosa se queda más atrás: se queda entre la barbarie de la muerte y el fin de la civilización y la posibilidad de continuación de la vida, con todos sus terribles riesgos e inestabilidades, porque los factores económicos y de desigualdad permanecen.

A ciertos puristas de cómo deben suceder las cosas me gustaría preguntarles algo. ¿Imaginan qué hubiera sucedido si el ejército, que fue de liberación anticolonial, de Argelia, no hubiera interrumpido el “proceso democrático argelino” cuando triunfó electoralmente el Frente Islámico de Salvación (FIS), auténticos neofundamentalistas, a principios de los años 90 del pasado siglo, a pesar de que ello conllevó una terrible guerra civil en la que las salvajadas sobre población civil se dieron por una y otra parte? Al triunfo del FIS también le llamaron, previamente a otras “primaveras árabes”, “primavera argelina”. Les aseguro que el el yihadismo que hoy se pasea por todo el Norte de África sería una pálida sombra de lo que hubiera significado con un Marruecos, un Egipto y un Túnez ya completa y anticipadamente caídos en sus manos como fruta madura. Proyecten esa amenaza 20 veces más fuerte que la actual sobre la tranquilidad de sus vidas al otro lado del Mediterráneo y luego me cuentan. Al yihadismo no se le derrotará simplemente con cultura, con no intervención y con medios pacíficos. Al menos no en Siria ni en Irak. Otra cosa muy distinta es que USA, países de la OTAN como Gran Bretaña y países árabes amigos del imperialismo sean quienes han armado, financiado, dado apoyo logístico y hasta “legitimado” a esas bandas asesinas y fanatizadas, que ellos llamaban “oposición moderada”. Eso debe ser permanentemente denunciado y combatido pero sin caer en el infantilismo y, a la vez, el cinismo de pretender que creamos que sin una cirugía drástica se puede combatir a esa gente.

Y sí, si el derrocamiento del asesino Erdogan, que ha dado refugio a los terroristas de Al Nusra y del ISIS y que masacra al pueblo kurdo -por mucho que se sus representantes rechazaran equidistantemente el golpe-, hubiera triunfado, yo lo habría apoyado sin ningún escrúpulo de hipócrita con gimoteos democráticos. De hecho, lo apoyé desde el minuto 1 en que se produjo. Lo que debía sucederle me consta que no era peor, entre otras cosas porque su orientación kemalista, de la que luego hablaré, es infinitamente menos perversa.

La desinformación ayuda al conformismo con las mentiras del poder económico y político y a la pusilanimidad farisaica del que quiere que las cosas se resuelvan por encantamiento democrático donde no hay ni siquiera simulacro de democracia.

3.-La conspiranoia como disolución de la ideología y del raciocinio 
Estos días he leído y escuchado las más diversas y peregrinas teorías de la conspiración: que si se trataba de un autogolpe porque le serviría para reforzarse (como si permitir la aventura de una sublevación para luego aplastar a toda la oposición fuera exactamente lo mismo que organizarla); que si estaba dirigida por un clérigo ex socio de Erdogan, cuando ha sido el propio Presidente, su entorno, las cancillerías amigas y los medios de comunicación que sirven a esas alianzas internacionales las que han propalado ese mensaje; que si la OTAN estaba en la organización del golpe, cuando es sabida la clara relación entre la UE y la alianza atlántica y la UE empieza a mover hilos para distanciarse de Erdogan porque sabe que sus “excesos” tras el golpe pueden hacer peligrar sus intereses en la zona; que si el golpe lo han dado por las buenas relaciones entre Turquía y Rusia, cuando el derribo del avión de combate ruso en Siria el pasado año por parte de cazas F-16 turcos tensó aún más las pésimas relaciones entre ambos países y los últimos acercamientos entre ambos tienen más que ver con recientes maniobras del kremlin en torno a su posición en el conflicto sirio que con una aproximación estratégica de más largo alcance, salvo que hablemos de una posible sociedad en gaseoducto; que si Obama no se pronunció hasta que supo que el golpe había fracasado, cuando si lo hubiera apoyado está claro que habría triunfado rápidamente.

En fin, una sarta de extravagancias al más puro estilo del especulador, el intoxicador y el que se pone papel de aluminio en la cabeza para que no le controlen los Illuminati.
Yo no sé cómo son los planes de estudios de los últimos 30 años pero en mi época estudie la figura de Mustafa Kemal (Atatürk).

Para quien desconozca quién fue Mustafa Kemal es necesario explicarle algunos datos sobre el mismo, sin los cuáles no se entiende la especificadad y la naturaleza del Estado y del ejército turcos ni los sucesos del 15 de julio.

Mustafa Kemal fue el héroe de la independencia turca, padre fundador de la república turca, hasta entonces un sultanato títere de las potencias aliadas que ejercían su tutela sobre el país, y primer presidente de la misma.

Como político fue un nacionalista modernizador que introdujo el alfabeto latino en Turquía para favorecer la inserción internacional de su país, separó Iglesia y Estado, al que declaró laico, impulsando la secularización del país (cerró las madrasas y sustituyó la sharia por un código civil inspirado en el modelo suizo) y su “europeización”.

En 1934 su gobierno aprobó el derecho de la mujer al voto y a ser elegidas diputadas. Prohibió el velo y favoreció la incorporación de las mujeres al trabajo. Aprobó el derecho de la mujer al divorcio y a la herencia. Turquía fue el primer país del mundo que incorporó a una mujer al Tribunal Supremo.

Fomentó la educación pública para niños y niñas y la enseñanza mixta en la educación secundaria y universitaria. Impulso el desarrollo cultural y artístico del país.

Nadie se equivoque. Atatürk no era un comunista solapado ni un socialista. Sólo un modernizador de las estructuras y la sociedad de su país, lo que para la situación de la que partía fue mucho. Es un equivalente a Nasser en Egipto, aunque con menor influencia de la Unión Soviética en su pensamiento.

El Estado y, especialmente, el ejército turcos han sido durante muchos años bastiones de su legado, hasta el punto de que los cambios que introdujo Atatürk en su país han perdurado por decenios y han sido el bastión más importante en la resistencia contra el fundamentalismo islámico y la herencia que éste busca derrotar.

Durante los 14 años que Erdogan lleva en el poder su gran obsesión hasta el delirio paranoide ha sido ir removiendo a los herederos del kemalismo en la administración, la enseñanza, la cultura y especialmente en ejército, columna vertebral de la defensa de los valores kemalistas, por considerarlos conspiradores y enemigos de su proyecto de islamización de Turquía.

Erdogan ha diezmado las fuerzas armadas turcas, ha descabezado la dirección kemalista del ejército, ha encarcelado a numerosos generales. Las purgas que lleva realizando sobre su enemigo uniformado no son de ahora. Y a pesar de todo, la resistencia kemalista en el ejército y en la administración continua, aunque muy debilitada. Es ahí donde deben buscarse a los militares que protagonizaron el intento de golpe de Estado del pasado 15 de julio y también es en esa debilidad de los sectores kemalistas represaliados y acosados lo que explica el fracaso de la sublevación. Y desde luego no en la figura del clérigo Fetulá Gulen, introducida por Erdogan para hacer luz de gas sobre sus enemigos laicos, repetida por sus aliados políticos y sus loros mediáticas y tomada acríticamente por una legión de papagayos ciudadanos, una parte de ellos con carné de progre y hasta de rojito trastornado.

La postura de las organizaciones de izquierda revolucionaria turca es harina de otro costal: tiene que ver con el propio marasmo de las organizaciones marxistas en el mundo árabe y con el oportunismo tacticista del que pretende nadar y guardar la ropa para que no caiga sobre él, aún con más dureza, el largo brazo represor del sultán Recep Tayyip Erdoğan.



15 de julio de 2016

BREXIT

Alejandro Teitelbaum. CEPRID

Los ciudadanos –cada vez menos- creen todavía que sus respectivos países son gobernados por medio de sus representantes (que en realidad –cualquiera sea su color político- representan puntualmente al poder económico).

Pero esos mismos ciudadanos hace ya tiempo que mayoritariamente no se tragan la píldora de que las instituciones de la Unión Europea los representan de alguna manera y que se ocupan de la construcción de una Europa solidaria, democrática y social.

Esa es la interpretación que cabe hacer del resultado del plebiscito favorable al Brexit.

Veamos.

Las tres instituciones principales de la Unión Europea son el Consejo de la Unión Europea, la Comisión y el Parlamento. Los miembros de este último son elegidos por el voto directo de los ciudadanos de los Estados Miembros.

El Consejo de la Unión Europea (antes Consejo de Ministros) está constituido por los primeros ministros o Jefes de Gobierno de los Estados Miembros de la Unión Europea. Sólo en algunas ocasiones participan en las reuniones los primeros ministros o jefes de Gobierno, pues a sus reuniones periódicas asiste el ministro correspondiente de cada uno de los gobiernos según sea el tema a tratar (en temas de agricultura, asistirán los ministros de agricultura, etc.).

El Consejo tiene seis responsabilidades básicas:
  • Aprobar leyes europeas (directrices), en muchos ámbitos legisla en común con el Parlamento Europeo. Pero, y esto es importante, por regla general el Consejo no toma la iniciativa y solo actúa a propuesta de la Comisión y previa consulta al Parlamento.
  • Coordinar las políticas económicas de los Estados miembros. Tarea a cargo de los Ministros de Economía y Hacienda.
  • Concluir acuerdos internacionales entre la UE y una o más organizaciones de Estados o internacionales. También puede concluir convenios entre los Estados miembros de la UE en determinados campos como el de impuestos, etc.
  • Aprobar el Presupuesto de la UE, junto con el Parlamento. El Consejo tiene la última decisión sobre los gastos obligatorios mientras que el Parlamento la tiene en los gastos no obligatorios, si no se ponen de acuerdo en la aprobación del presupuesto.
  • Desarrollar la política exterior y de seguridad común de la UE (PESC), basándose en las directrices decididas por el Consejo Europeo.
  • Coordinar la cooperación entre los tribunales nacionales y la policía en materia penal (Justicia y asuntos de interior – CPJP).

El Consejo toma sus decisiones, según establezcan los Tratados, por unanimidad, por mayoría cualificada: se asigna a cada Estado miembro un número de votos (voto ponderado), que es la forma en la que se toman las decisiones más importantes y por mayoría simple para las decisiones de procedimiento.

El Parlamento, elegido por el voto directo de los ciudadanos, no tiene sin embargo el poder de iniciativa en materia legislativa, que corresponde en lo esencial a la Comisión Europea.

La Comisión Europea es algo así como el Poder ejecutivo de la Unión Europea, aunque también con amplias facultades legislativas (directrices) espacio en el que tiene la iniciativa en las cuestiones fundamentales, como ya se ha señalado.

El Consejo de la Unión Europea (reunión de los ministros o jefes de Estado de los Estados Miembros) designa, por mayoría calificada, al Presidente de la Comisión Europea y dicha designación se somete a la aprobación del Parlamento Europeo. El Presidente designado de la Comisión nombra, en consulta con el Consejo de Ministros, a los 27 Comisarios que componen la Comisión. El conjunto de los miembros de la Comisión recibe la aprobación del Parlamento por mayoría simple, tras una serie de comparecencias de cada comisario ante las diferentes comisiones parlamentarias competentes. Al final de este proceso el Consejo de Ministros nombra a la Comisión en su conjunto, por mayoría calificada. Buena parte de los Comisarios siempre ostentan un currículo ostensiblemente ligado a grandes empresas transnacionales.

La función principal de la Comisión es proponer y poner en práctica las políticas de la Unión Europea, vigilar la aplicación de los tratados europeos y tiene el cuasi monopolio del derecho de iniciativa en el llamado «primer pilar» de la Unión Europea, que son sobre todo los temas económicos básicos, lo que le permite pesar en las decisiones del Parlamento y del Consejo de Ministros. Incluso el artículo 250 del Tratado Constitutivo de la Unión Europea requiere un voto unánime para que el Consejo de Ministros modifique una propuesta de la Comisión.

Pero, como pequeña compensación, el Parlamento y el Consejo de Ministros pueden pedir a la Comisión que adopte normas en alguna materia.

En los llamados segundo y tercer pilar la Comisión comparte el derecho de iniciativa con el Consejo de Ministros.

Existe lo que se llama el procedimiento de codecisión (Comisión, Consejo y Parlamento) pero en los hechos quien orienta la política de la Unión Europea es la Comisión, por razones institucionales y también porque las tendencias neoliberales y privatizadoras son compartidas por los Gobiernos conservadores, socialistas y de coalición conservadores-socialistas de los países de la Unión Europea, que juntos tienen el control total de las instituciones europeas.

Prueba de ello es que desde que se introdujo el procedimiento de codecisión en 1995, el Parlamento rechazó hasta 2004 dos proyectos sobre 420. Los 418 restantes se aprobaron en primera o en segunda lectura o después de un procedimiento de conciliación.

Así es como la política de la Unión Europea es consecuentemente ultraliberal y al servicio del gran capital y su ejecutante es la Comisión Europea.

Un periodista y sindicalista belga, Gérard de Selys, cuenta[1] cómo, mediante el trabajo en equipo de la Comisión Europea y de la Mesa Redonda de los Industriales Europeos ERT (las transnacionales Volvo, Olivetti, Siemens, Unilever y otras), ayudados por el Tribunal Europeo de Luxemburgo que interpreta a su manera las reglas comunes sobre la competencia del Tratado de Roma de 1957 que instituyó la Comunidad Económica Europea, está culminando el despojo al patrimonio público de los países europeos de las industrias actualmente más dinámicas y rentables: las telecomunicaciones y las comunicaciones electrónicas.

Más allá del círculo íntimo de la Comisión Europea y de la Mesa Redonda de los Industriales Europeos está la UNICE -Unión de las Confederaciones Industriales y de Empleadores de Europa- que controla estrechamente a la Comisión europea. Los 39 miembros de la UNICE mantienen representaciones permanentes en Bruselas y un verdadero ejército de « lobbystas » para influir sobre las decisiones de la Comisión [2].

El libro de Selys es de 1995, pero desde entonces y hasta hoy la ofensiva privatizadora de la Comisión Europea contra los servicios públicos (con el respaldo activo de las sociedades transnacionales) no ha cesado: en su punto de mira se halla ahora el correo, la salud, la educación y el medio ambiente. En un artículo publicado en Le Monde Diplomatique de julio del 2000 (Susan George y Ellen Gould, Libéraliser, sans avoir l’air d’y toucher) se cita un documento de la Comisión Europea en el que se afirma lo siguiente: “la participación activa de las industrias de servicios en las negociaciones es crucial para permitirnos alinear nuestros objetivos de negociación con las prioridades de las empresas. El AGCS (Acuerdo general sobre el comercio de servicios -OMC) no es solamente un acuerdo entre gobiernos. Es ante todo un instrumento en beneficio del mundo de los negocios” [3].

El 4 de junio de 2003, el Parlamento Europeo, reunido en sesión plenaria en Estrasburgo, acordó por amplia mayoría autorizar la liberalización de los mercados de la electricidad y el gas, incluido el suministro a particulares, a partir del 1º de julio de 2007.

Después del rechazo del proyecto Constitución Europea se elaboró un nuevo texto que firmaron los Gobiernos europeos en Lisboa el 13 de diciembre de 2007.

Salvo algunos cambios institucionales positivos (aumento de algunas prerrogativas, más bien formales, del Parlamento Europeo, resguardo en algunos aspectos de las facultades soberanas de los Estados nacionales), el nuevo tratado no modifica en nada la orientación prevaleciente de una normatividad y una práctica de las instituciones europeas poco democráticas y al servicio del gran capital.

En mayo de 2005 se realizó un referéndum en Francia para convalidar o no la adhesión al nuevo Tratado. El 55% del electorado se pronunció en contra. Pero en 2008 el Gobierno francés –ignorando el resultado del referéndum- hizo aprobar el Tratado de Lisboa por el Parlamento con el voto de los diputados de derecha y de la mayoría de los diputados del Partido socialista.

La Unión Europea está negociando una serie de acuerdos regionales de asociación económica, (Economic Partnership Agreements- EPA), con países pobres. Los EPA son convenios de preferencias comerciales recíprocas en el marco del llamado Pacto de Cotonu, entre la UE y el grupo de 77 países que fueron enclaves coloniales europeos en África, el Caribe y el Pacífico (ACP). La UE, en sus propuestas de acuerdos comerciales, exige a los países del Sur que abran sus mercados a las empresas europeas, amenazando así empleos, industrias y servicios públicos en las naciones más pobres.

La UE sostiene que los EPA integrarán a los países ACP a la economía mundial, promoverán el desarrollo sustentable y contribuirán a la erradicación de la pobreza.

Los convenios propuestos bajo el Pacto de Cotonu eliminarían los aranceles a los productos de importación y facilitarían a los países de la UE la venta de bienes subsidiados.

La UE negocia acuerdos similares con otros países pobres
Dos organizaciones no gubernamentales, Traidcraft de Gran Bretaña y EcoNews Africa, de Kenia, señalaron en un informe titulado "Los EPA a través de los lentes de Kenia", publicado en setiembre de 2005, que el deteriorado sector manufacturero, la creciente pobreza y el desempleo en países como Kenia deben ser seriamente considerados antes de firmar estos convenios, agregando que la liberalización económica y comercial de los últimos años en ese país africano produjo "situaciones extremas", incluyendo altos índices de criminalidad y de prostitución, deterioro de la educación e incluso suicidios y que el número de personas pobres aumentó de 11 a 17 millones", más de la mitad de la población keniata [4].

Últimamente la Unión Europea se ha “ilustrado” con el feroz chantaje ejercido contra Grecia (véase Feroz chantaje sobre Grecia, http://www.alainet.org/es/articulo/169961) y el virtual genocidio que está cometiendo contra la inmigración clandestina (véase La “solución final” de la Unión Europea para la inmigración clandestina http://www.alainet.org/de/node/169163)

En cuanto a América Latina y el Caribe, la Declaración Final de la Cumbre social de los pueblos, “Enlazando Alternativas” realizada en Lima del 13 al 16 de mayo de 2008, decía entre otras cosas: ...”rechazamos el proyecto de Acuerdos de Asociación propuesto por la Unión Europea y avalado por diversos gobiernos latinoamericanos y caribeños que solo buscan profundizar y perpetuar el actual sistema de dominación que tanto daño a hecho a nuestros pueblos. La estrategia de la Unión Europea "Europa Global: Competir en el mundo", supone la profundización de las políticas de competitividad y crecimiento económico que buscan implementar la agenda de sus transnacionales y profundizar las políticas neoliberales, incompatibles con el discurso sobre el cambio climático, la reducción de la pobreza y la cohesión social. A pesar de que se pretende velar su naturaleza incorporando temas de cooperación y diálogo político, la esencia de la propuesta es abrir los mercados de capitales, bienes y servicios, proteger la inversión extranjera y reducir la capacidad del Estado de promover el desarrollo económico y social”.

En conclusión, la Unión Europea es profundamente antisocial (con 20 millones de desocupados y donde las desigualdades no cesan de profundizarse), atlantista y belicista (participación en la guerra del Golfo y en las agresiones contra Yugoslavia, Irak y Afganistán) a las antípodas de lo que tendría que ser: una potencia independiente y pacífica en el concierto mundial, democrática y social y dispuesta a establecer relaciones mutuamente ventajosas y en un pie de igualdad con otras regiones y países.

No debe sorprender entonces el resultado del referéndum en Gran Bretaña y tampoco es de extrañar que la abstención en las elecciones para el Parlamento Europeo sea cada vez más elevada. Los pueblos europeos tienen conciencia de que la Unión Europea no representa sus intereses y que los Gobiernos que la integran (de derecha y socialistas) evitan cuidadosamente una verdadera democratización de sus instituciones y un giro hacia políticas sociales. Aunque tratan de reconquistar a la opinión pública con algunas reformas gatopardistas luego de cada rechazo popular en las urnas, cada vez más contundente.

Notas
[1] Gérard de Selys, Privé de public. A qui profitent les privatisations?, Ediciones EPO, Bruselas, 1995.
[2] Veamos qué dice la UNICE de sí misma (http://www.unice.org/ Le porte-parole des entreprises en Europe). La UNICE es la voz del mundo de los negocios ante las instituciones de la Unión Europea. Sus 39 miembros son las organizaciones industriales multisectoriales y las organizaciones de empleadores de 31 países europeos y representa más de 16 millones de empresas, sobre todo pequeñas y medianas. La UNICE es también un interlocutor en el diálogo social europeo a nivel de la Unión Europea. La tarea principal de la UNICE es informar e influenciar los procesos de decisión en la Unión Europea, a fin de que las políticas y las propuestas legislativas con un efecto sobre la actividad económica en Europa tengan en cuenta las necesidades de las empresas. La primera prioridad de la UNICE es promover la competencia en el medio económico y la inversión a escala europea, el único camino para alcanzar un desarrollo más elevado y un empleo duradero. El mundo de los negocios necesita una Comisión eficaz.
[3] Un grupo de investigadores, que forma parte del Corporate Europe Observatory (CEO) ha publicado un estudio muy completo sobre el papel de las sociedades transnacionales en el seno de la Unión Europea: Belén Balanya, Ann Doherty, Olivier Hoedeman, Adan Ma’anit y Erik Wesselius, Europe Inc. Liaisons dangereuses entre institutions et milieux d’affaires européens, Agone Editeur, Marseille, 21 trimestre del 2000. Edición original en inglés: Europe Inc. Regional and Global Restructuring and the Rise of Corporate Power, Pluto Press and CEO, 1999.
[4] Reports exposes impact of free trade deals. http://www.traidcraft.co.uk/template2.asp?pageID=1867



13 de julio de 2016

RESEÑA DE “MONEY AND TOTALITY” DE FRED MOSELEY

Rolando Astarita. rolandoastarita.wordpress.com

Fred Moseley acaba de publicar un importante libro, Money and Totality. A Macro-Monetary Interpretation of Marx’s Logic in Capital and the End of the “Transformation Problem”, (Leiden, Brill, Historical Materialism Book Series). El libro ha sido editado en tapa dura por Brill (http://www.brill.com/products/book/money-and-totality) y en octubre próximo será publicado en tapa blanda por Haymarket.

Moseley es un destacado marxista estadounidense, que dicta, entre otros cursos, Historia del pensamiento económico y Teoría económica marxista, en el Mount Holyoke College. Ha escrito “The falling rate of profit in the post-war United States economy” (1992), y ha sido editor, o co-editor de “The Imperiled Economy” (1988); “International Perspectives on Profitability and Accumulation” (1991); “Marx’s Method in ‘Capital: A Reexamination” (1993); “Heterodox Economic Theories: True or False?” (1995); “New Investigations of Marx’s Method” (1997); “Marx’s Theory of Money: Modern Appraisals” (2005); “Hegel’s Logic and Marx’s Capital” (2013). Pueden consultarse sus trabajos en http://www.mtholyoke.edu/~fmoseley/.

El eje de Money and Totality, en el que Moseley ha trabajado durante 20 años, es la crítica a la interpretación estándar del “problema de la transformación” contenida en los trabajos de Bortkiewicz y Sweezy, o en los autores influenciados por Sraffa, como Morishima y Steedman. Según esta interpretación estándar, Marx habría cometido un error fatal cuando determinó los precios de producción en el tomo III de El Capital, ya que no habría transformado a precios de producción los valores de los insumos (esto es, el capital constante y variable). De aquí se sostuvo que el planteo de Marx era lógicamente contradictorio, ya que los outputs no podrían estar establecidos en precios de producción y los insumos en valores.

Los críticos desarrollaron entonces nuevas soluciones a la cuestión de la transformación, basadas en sistemas de ecuaciones; o en las matrices de insumo – producto y el uso del álgebra lineal. A lo largo del tiempo estas alternativas fueron creciendo en objeciones a la teoría de Marx. Así, en una primera instancia, en la solución de Bortkiewicz (o Sweezy), consistente en un sistema de ecuaciones, no se cumple que, al mismo tiempo, la suma de los precios de producción sea igual a la suma de los valores, y que la suma de las ganancias sea igual a la suma de las plusvalías (véase, por ejemplo, Sweezy 1974; aunque si se supone que toda la plusvalía se acumula, sí existe coincidencia entre valores y precios, y plusvalías y ganancias). A partir de esto, se sostuvo también que la tasa de beneficio cambia con la transformación de valores a precios, de manera que en Marx habría dos tasas de beneficio: la tasa determinada con los precios de producción, y la determinada con los valores.

Luego, en una nueva instancia de crítica, se sostuvo (Samuelson) que la teoría del valor trabajo es redundante, ya que los precios de producción y la tasa de beneficio pueden ser determinados directamente de las cantidades físicas de insumos y del trabajo empleado, dada una variable de distribución (salario o tasa de beneficio) determinada de forma exógena al sistema. Y en la misma línea crítica, Steedman planteó que de las condiciones físicas de la producción se puede pasar a la determinación de los valores, o de los precios de producción. Sin embargo, afirmó, no había manera de pasar de valores a precios de producción porque los valores dependerían de la tecnología empleada, y la tecnología empleada dependería de la tasa de beneficio. Por lo tanto, la tasa de beneficio debería determinarse antes que los valores, y así la teoría del valor sería inútil. Todavía en un paso más Steedman dirá que la teoría del valor trabajo es imposible porque en casos de producción conjunta puede no haber forma de determinar los valores individuales. Por ejemplo, cuando con un mismo proceso de producción se obtienen dos productos, hay una sola ecuación y dos incógnitas, y los valores individuales no se pueden determinar. Por último, Steedman sostiene que la teoría del valor es lógicamente inconsistente, ya que en la producción conjunta podría darse el caso de “valores negativos” y precios positivos.

Durante muchas décadas fue difícil para los marxistas responder este ataque, y algunos adoptaron buena parte del enfoque crítico, como ocurrió con Sweezy, Meek, Dobb y otros influenciados por Sraffa. Sin embargo, desde los años 1990, y principalmente con el surgimiento del enfoque temporalista, o secuencialista, los marxistas han podido demostrar que la crítica a la transformación de Marx carece de sentido. El libro de Moseley constituye, en este respecto, una contribución decisiva para la clarificación de las cuestiones teóricas fundamentales.

Un único sistema y la determinación secuencial
Básicamente Moseley sostiene que las críticas “a lo Bortkiewica-Sweezy”, o “a lo Sraffa”, encierran una interpretación equivocada de la teoría de Marx, y de su método. En primer lugar, porque olvidan que Marx construye su teoría siguiendo dos niveles principales de abstracción. En el primero, que es el nivel del “capital en general”, Marx explica y determina la producción de plusvalía de conjunto en la economía. Y en un paso posterior analiza la distribución de la plusvalía y su división en partes (ganancia empresaria, interés, renta). Por lo tanto, dice Moseley, no hay dos sistemas (valores y precios de producción, como sostiene la teoría tradicional), sino un único sistema, que se analiza primero a nivel macro, y luego a nivel micro, o de las muchas empresas.

En consecuencia, la determinación del valor y del plusvalor, previa a su distribución, no puede ser redundante, como dicen Samuelson o Steedman, sino su requisito indispensable. Pero la afirmación de que hay que comenzar por la forma en que se valoriza el valor –esto es, la forma en que el capital genera plusvalía, y la plusvalía genera capital- es equivalente a sostener que el marco lógico del planteo de Marx es el circuito del capital dinero, D – M (Fuerza de trabajo y medios de producción), …P… – M’ –D’. [siendo D el dinero avanzado; P proceso productivo; M’ mercancía valorizada; D’ dinero inicial más plusvalía]. Esto significa, subraya Moseley, que el ciclo capitalista se inicia con el dinero –no con el valor medido en tiempo de trabajo- y se cierra –si el ciclo es exitoso- con más dinero que el dinero adelantado.

Además, sigue el razonamiento de Moseley, todas las variables se determinan de forma secuencial, no a través de la determinación simultánea, como sucede en la interpretación de Sraffa. Esta es una cuestión cuya importancia es difícil de exagerar. Es que Sraffa hace todo un punto de la determinación simultánea de precios y tasa de beneficio (o excedente) en las ecuaciones que conforman el sistema de insumo-producto. Sostiene que el excedente no puede ser determinado antes de que los precios sean determinados, ya que el excedente debe distribuirse en proporción al “capital” (medios de producción) avanzado en cada industria, y esa proporción no puede determinarse antes de conocer los precios. Pero por otra parte, los precios no pueden determinarse antes de conocer el tipo de beneficio. “El resultado es que la distribución del excedente debe ser determinado a través del mismo mecanismo y al mismo tiempo que se determinan los precios de las mercancías” (Sraffa, p. 21).

El planteo de Moseley es muy distinto, ya que es imposible la determinación simultánea de precios de insumos, de producto y la tasa de beneficio. Esta idea fue presentada, en los años 1990, por el enfoque temporalista, o “interpretación sistema temporal único” (TSSI, por sus siglas en inglés; véase, por ejemplo, Freeman y Carchedi, 1996), al que hicimos mención más arriba. Su idea central es que en el circuito del capital dinero (D – M – D’), D está determinado antes que D’; ambas no pueden determinarse simultáneamente. Más en concreto, el capitalista compra a precios de producción y por lo tanto el capital constante y el capital variable no deben ser transformados a precios de producción. En este respecto, Ramos Martínez y Rodríguez Heredia (1996) demostraron que, según Marx, el capital constante es la suma de dinero de que dispone el capitalista para adquirir los medios de producción a los precios de producción; y el capital variable es la suma de dinero destinada a comprar fuerza de trabajo, correspondiendo a los precios de los bienes salariales, y no a sus valores. Moseley amplía y profundiza esta idea. Los medios de producción entran en el proceso de valorización como mercancías con precio, no como cantidades físicas cuyo precio se determinaría en simultáneo con la tasa de beneficio, como sucede en el sistema de Sraffa; ni como valores, como sucede en Bortkiewicz-Sweezy. De la misma manera, el valor de la fuerza de trabajo no está definido por bienes físicos de consumo, como sucede en Sraffa; ni por el tiempo de trabajo requerido para producirlos, como sucede en Bortkiewicz-Sweezy, sino por el salario monetario y la cantidad de obreros empleados.

Por lo tanto, el dinero D adelantado al inicio del circuito del capital dinero es presupuesto, tanto al nivel del capital “en general”, como a nivel de la teoría de los precios de producción y la división de la plusvalía en partes. Por eso, no es necesario explicar D; simplemente hay que basarse en D, que es conocido, para determinar D’, una magnitud desconocida al momento de la aparición del capital dinero en el mercado. A su vez, el capital constante y variable avanzado por el capitalista constituye un dato, que aparece en el costo, sobre el que se recarga la tasa media de rentabilidad. Aunque Moseley sostiene, en nuestra opinión con razón, que esto no impide que, en caso de variaciones en el precio del capital constante adquirido, el capitalista reactualice ese costo según el precio corriente. Esta idea es rechazada por los temporalistas, que afirman que lo importante es el precio histórico. Otra diferencia con los temporalistas es que Moseley sostiene que los precios de producción constituyen centros de gravedad de largo plazo en torno a los cuales oscilan los precios de mercado.

Los insumos no deben ser transformados
En cualquier caso, el punto central de Money and Totality es que el adelanto de capital constante para comprar medios de producción es anterior, lógica y cronológicamente, a la venta del output y la recuperación del capital. Por eso, el capital adelantado como capital constante y capital variable no tiene que ser “transformado”. A su vez, la determinación de la tasa general de beneficio es anterior a la determinación de los precios de producción. En consecuencia, la teoría del valor de Marx no puede ser redundante para la determinación de los precios de producción. Al contrario de lo que afirman los sraffianos, la explicación de cómo se genera el valor es la condición necesaria e imprescindible para determinar la plusvalía, que entra en la determinación de la tasa de ganancia.

Además, debido a que el capital invertido, D, es igual a los precios de producción de los insumos comprados, la tasa de beneficio que se determina en el tomo III es la tasa actual, no una hipotética tasa de beneficio en valor, que luego debería ser transformada en la tasa de beneficio en precios. Moseley responde también al planteo de Steedman sobre la supuesta dependencia de la tecnología de la tasa de beneficio. Es que en el planteo de Marx –y corresponde a la forma en que opera el capitalismo- la tecnología se elige antes de iniciar la producción, sobre la base de la tasa de ganancia esperada; pero en el momento de la elección no es posible conocer la tasa de beneficio efectiva que resultará de la tecnología elegida, así como de la cantidad de plusvalía generada.

Un análisis abarcador de las respuestas marxistas
Destaquemos también que el trabajo de Moseley recoge muchas contribuciones previas de marxistas; entre ellos, la de Roman Rosdolsky y su concepto de “capital en general”; de Paul Mattick y su énfasis en que el total de la plusvalía está determinada antes de su distribución; de Paul Yaffe y su distinción entre la producción y distribución de plusvalía; la “nueva interpretación”, de Duncan Foley y Gérard Duménil, y su idea de que lo dado en la teoría de Marx son las cantidades iniciales de capital dinero adelantado para comprar fuerza de trabajo, así como el concepto de dinero. Además de la determinación secuencial, a la que ya hicimos referencia, desarrollada, entre otros, por John Ernst, Andrew Kliman, Ted McGlone y Alan Freeman. Moseley precisa diferencias con estas corrientes, a las que analiza cuidadosamente. Y analiza críticamente otras respuestas al problema de la transformación, tales como el método iterativo de Shaikh, la corriente Rethinking Marxism, o el enfoque Composición Orgánica de Capital, así como responde a las críticas de David Laibman a los “marxistas neo-ortodoxos”.

Un aspecto no menor del aporte de Moseley es su análisis, presentado en los capítulos 3 y 4, de los cuatro borradores que escribió Marx de El Capital, a saber, los “Grundrisse”, el Manuscrito de 1861-1863, el de 1964-1865, y las versiones finales publicada. Por lo general, solo se estudian los Grundrisse y la versión finalmente publicada. Moseley realiza un análisis detallado de todos los textos para sustentar su interpretación del método de El Capital, en particular la generación de plusvalía antes de su distribución; así como el circuito del capital dinero como el marco lógico de la teoría de Marx.

Habiendo señalado la coincidencia fundamental con el contenido de Money and Totality, debo decir que mi diferencia principal es con respecto a su teoría del dinero. Centralmente se refiere a la “expresión monetaria del tiempo de trabajo”, o MELT, por sus siglas en inglés, que fue desarrollada originariamente por autores del “nuevo enfoque”, como Foley y Duménil (en mi opinión, antes también por Aglietta y Lipietz, de la escuela de la regulación). La MELT establece el vínculo entre el valor monetario producido y el trabajo empleado, y se define por la razón entre el componente del valor agregado del producto bruto, VA, y el trabajo, L. O sea, MELT = VA/L. Así la MELT definiría el valor del dinero cuando este ha perdido su relación con el oro. Por ejemplo, si decimos que el VA = $2000 y L = 100 horas de trabajo, $20 son producidas por hora de trabajo social, y la inversa de MELT define el valor del dinero (en nuestro ejemplo, $1 = 1/20 horas de trabajo). Moseley participa de esta idea y la profundiza, ya que sostiene que el valor del billete inconvertible tampoco está relacionado con el valor del oro, sino está determinado por VA/L. De acuerdo al enfoque que defiendo, incluso en el sistema contemporáneo el oro no ha dejado de cumplir una función monetaria. De hecho, y siguiendo una tesis avanzada por Mandel (véase, por ejemplo, Mandel 1984), el precio del oro debería leerse como la inversa del valor del dinero. Más en general, he argumentado (por ejemplo, en este blog) que hoy el billete mantendría una relación simbólica compleja con el oro.

Sin embargo, la MELT, y la teoría específicamente es una cuestión separada del problema de la transformación, que es el eje del libro de Moseley. Y el aporte de Money and Totality al debate sobre la transformación puede considerarse crucial. Con este libro Moseley desarma de forma concluyente la principal crítica que se ha dirigido a la teoría de Marx, a saber, la supuesta inconsistencia lógica entre el volumen I y el volumen III de El Capital.

En conclusión, estamos ante una obra relevante, desde todo punto de vista, para los marxistas. Su lectura seguramente abrirá el camino para nuevos debates y desarrollos de la teoría de Marx. Y desde el punto de vista de las ideas que se defienden en este blog, hay una cuestión clave: la mundialización del capital determina que la contradicción capital – trabajo esté hoy en el centro de la escena, desplazando cualquier otra contradicción social a un plano secundario. De ahí la importancia de todo trabajo científico que, como Money and Totality, profundice en la comprensión de las leyes del capital y la teoría de la explotación del trabajo.

Bibliografía:
Freeman, A. y G. Carchedi (1996): “Marx and Non-equilibrium Economics”, Cheltenham, Gran Bretaña, Edward Elgar.
Mandel, E. (1984): “Gold, Money and the Transformation Problem”, en Ricardo, Marx, Sraffa, E. Mandel y A. Freeman (eds), Londres, Verso, pp. 141-163.
Ramos Martínez, A. y A. Rodríguez Heredia (1996): “The transformation of values into prices of production: a different reading of Marx’s text”, en All Freeman y G. Carchedi (eds) Marx and Non-Equilibrium, pp. 49-76.
Sraffa, P. (1966): “Producción de mercancías por medio de mercancías”, Barcelona, Oikos.
Steedman, I. (1977): “Marx after Sraffa”, Londres, Verso.
Sweezy, P. (1974): “Teoría del desarrollo capitalista”, México, FCE.

11 de julio de 2016

LOS POLÍTICOS DEL RÉGIMEN SE BURLAN DE LA SOBERANÍA NACIONAL EN LA BASE USA DE ROTA

Por Marat

Ayer Mariano Rajoy tuvo su media hora de "gloria" en la TVE con su amado dueño, Barack Obama, en una escena del sofá presentada en directo para todos los españoles, y Pablo Iglesias, Albert Rivera y Pedro Sánchez fueron a rendir pleitesía a su Emperador en suelo americano, la base Militar de Rota.

Las bases norteamericanas en España son una cesión de soberanía nacional ante la que los patriotas de hojalata que afirman que Gibraltar es español no sienten el peso de la humillación. Tienen tan interiorizada su perenne genuflexión ante una OTAN agresora de pueblos y ante un Imperio, en decadencia pero aún fuerte, que debe parecerles de lo más normal ir a llevarle oro, incienso y mirra a uno de los mayores genocidas de la historia del imperialismo norteamericano.

En total, el Emperador dedicó 10 minutos al trío de la infamia -Iglesias, Rivera y Sánchez-, los candidatos a pajilleros eggggpañoles del próximo César.

Sé, por una cocinera española infiltrada en la base, que se venga patrióticamente del desdén USA, echándoles a los soldados en la paella [me ha contado que les gusta mucho] tropezones de cazcarrias que se extrae su marido de la nariz, y que ella acumula cuidadosamente dentro de cajas de Starlux, que la recepción debió de ser algo así:

-Bueeeeeenasssss (ante la puerta de la base, recibidos por un marine de aspecto gorilesco y cara de buen comedor de hamburguesas MacDonald´s), venimos a saludar a Barack Obama [la frase seguramente fue dicha por Pablito Iglesias, alias PIT, que no Brad, que es el que más desparpajo, ansia de protagonismo y menor sentido del ridículo tiene de los tres]
-Vayan pasando por el arco detector de metales con los brazos en alto, pollos, y dejen sus pertenencias en estas bandejas, diría el marine con cara de desprecio indisimulado.
-Pero es que yo le traigo como presente un libro dedicado por mí sobre la Brigada Lincoln en nuestra guerra -aduciría Pablito, iniciando un mohín de tímida y ahogada protesta-.
-Bueno, déjelo ahí -respondería el marine encogiéndose de hombros, señalando un contenedor de basura, mientras arrancaba la hoja de la dedicatoria para llevársela a su jefe-. Ramires -diría el marine, por el walkie talkie que descolgó de su cinturón-, te mando para allá tres pollitos mexicanos-, dejando claro que andaba un poco desorientado geográficamente respecto a la ubicación del conato frustrado de país que rodeaba la base-. Pásalos por la sala de desparasitación -añadió, mirando de reojo con cara de desconfianza al de la coleta que, para la ocasión se había puesto un bonito coletero morado- antes de llevarlos al jefe, ¿okay?

Del resto de la recepción no me ha pasado datos mi infiltrada en la base militar, ya que no tiene acceso a la sala noble de la misma, pero seguramente transcurriría en un ambiente de feladoras palabras al Emperador, competencias por ser elegido el más lameculos de la comitiva por parte del mismo y empalagosos tonos vocales destinados a llegar a su corazón.

El Presi, tras dedicarles 10 minutos entre los tres, concluiría, asqueado de tan bajo pelotilleo, con aquello de “Sea cuál sea el Gobierno [entrante], España seguirá siendo un aliado sólido”…y una provincia más de nuestro Imperio, habitada por gilipollas [la palabra la conocen bien los yankees; es La Macarena internacional del insulto] sin dignidad, que creen que estamos en él para protegerles de unas guerras que provocamos por nuestra cuenta y en nuestro beneficio y en la que ponen los muertos los atacados y la población civil de los pseudopaíses que nos acompañan en nuestra empresa.

No soy en absoluto nacionalista ni patriota, sino un español menos que tibio que se considera internacionalista. Por tanto, nadie busque en este exabrupto de urgencia otra cosa que el asco más infinito contra sus cuatro primeras espadas políticas y contra un pueblo con alma y cerebro de esclavo que, en lugar de manifestarse contra la OTAN, sus guerras y sus bases militares en territorio cedido por el dictador Francisco Franco a otro Emperador norteamericano para protegernos del “peligro comunista” de la Unión Soviética, ha preferido seguir mirando para otro lado y congratularse de que, posiblemente aumente la afluencia de turistas USA al país, para que haya más empleos de camareros, mientras los sucesivos “políticos” de los “gobiernos democráticos” herederos del franquismo hacen de croupiers en las mesas de la ruleta del deshonor y la indignidad.

Afortunadamente, ni los podemitas, que han nombrado al bombardero y amigo de los intereses de EE.UU., Julio Rodríguez, su responsable de asuntos militares, ni sus patéticos socios de IU aparecieron por Serrano mientras unos pocos nos manifestábamos en defensa de la dignidad antiimperialista. Sólo andaba por allí el imbécil de Jaime Pastor y cuatro pipiolos de la UJCE en su indigno papel de soplar y sorber a la vez. Si llega a aparecer alguno más conocido de ellos, como Garzón o Monedero, igual se habían llevado un par de hostias.