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7 de enero de 2020

2020 SE INICIA CON NUEVO GOBIERNO. LA REALIDAD DE LA CLASE TRABAJADORA SEGUIRÁ AUSENTE DEL DISCURSO POLÍTICO


Por Marat

Ya tenemos gobierno. Por una diferencia de 2 votos en el Congreso y a pesar de los sueños húmedos de la “leal oposición” y de la “democrática” prensa “constitucionalista” ("tamayazo" como deseo promovido), a la que sólo le ha faltado acusar de pederasta y violador de ancianas al ahora confirmado presidente. Todo se andará. El PP ya sigue la estela de Aznar cuando estaba en la oposición. Centro-derecha creo que lo llaman.

No es mi gobierno ni mi Presidente. No lo eran antes de formarse, no lo van a ser durante todo su futuro período vigente, del mismo modo que no lo ha sido ninguno de los existentes desde 1977. Todos ellos obedecen al capital y éste ya ha pactado con una parte del mismo (Iberdrola, Bankia, BBVA, La Caixa “et alter”). Sí, de una parte del Ibex 35, la única bestia negra del visir Iglesias, para el que la perversidad del capitalismo se agota en un sector de las más cotizadas de la bolsa y no en unas relaciones sociales de producción que van condenando, cada día un poco más, a crecientes sectores de la clase trabajadora al neoesclavismo.

De momento, entre la progresía de la falsa clase media y de los medios de empalagamiento de dicho ala al servicio de los intereses de la burguesía, ni más ni menos que la cada vez más fascistizada derecha y su Brunete mediática, algo ha ganado Sánchez y su socio principal: el apoyo redoblado de quienes ven en el comportamiento de un Casado que, no es que se haya echado al monte, sino que ya está ordeñando cabras en el Mont Blanc y de un Abascal que, tras pedir cárcel “per tutti”  ante tanto “traidor a España”, sólo le ha faltado gritar “a mí la Legión, fusilen a esos rojos”, la constatación de un falso o ellos o nosotros, cuando no hay ningún grupo en el Parlamento que defienda la destrucción del capitalismo y la lucha por una sociedad socialista. Es fácil caer en la tentación de reforzar lo rechazable, al menos desde una perspectiva de clase, sólo porque los fascistas han entrado en catatonía pistolera ¿Y Arrimadas? Arrimadas sigue siendo muy guapa. Cualquier sentimiento de ofensa por esta acotación por parte del feminismo, como decía un conocido hace muchos años, “me es hidráulico”. Vamos, que me importa entre 0 y nada. Arrimadas es como Rivera pero en robotina y con el disco de Albert rayado desde el hostión electoral de C´s. Tiene menos reflejos para cambiar el paso que un manatí con reuma.

Conocimos ya hace días el acuerdo (“Coalición Progresista” lo llaman sus actores) de PSOE y Podemos. Más allá de las promesas de derogación de los aspectos más lesivos de la Reforma Laboral -la de Rajoy, la que no se aplicó, no la de Zapatero, que es la que el PP puso en práctica. Como en tantas cosas el progrerío engaña a su devoto personal con absoluta desvergüenza y éste lo acepta con entusiasmado autoengaño-, reforma de la Ley Mordaza, subida del salario mínimo y de impuestos a los más ricos y a grandes empresas que pronto olvidarán sus votantes, como es habitual, ante la evidencia de que eran agua de borrajas, quedan cuestiones como la no resolución de la estabilidad del sistema público de pensiones o una solución integral para todos aquellos sectores sociales de las clases subalternas (millones de personas) que se han quedado descolgados de la falsa recuperación económica que ahora se acaba. Para unos y otros parches por cuotas, que es la forma de hacer minería de votos.

Más allá de todo ello, el preámbulo de “Coalición Progresista” PSOE-Podemos en sus aspectos sociales esconde algo que muy poca gente conoce. Es papel mojado.

La introducción a dicho acuerdo es clara. “Los Presupuestos Generales del Estado que se desarrollarán a lo largo de la misma se elaborarán tomando como base este documento y los consensos adquiridos en los últimos tiempos, adaptándolos al nuevo contexto macroeconómico”. ¿Y cuál es el “nuevo contexto macroeconómico”? El de una crisis capitalista que se recrudece en el que la Comisión Europea exige a España nuevos ajustes, en este caso por valor de 9.600 millones de euros.

Pero si la alusión al “nuevo contexto macroeconómico” no les parece a ustedes suficientemente aclaratorio, lean lo relativo al punto 10 del preacuerdo firmado en la primera quincena del pasado noviembre entre Sánchez e Iglesias, previo al acuerdo definitivo de diciembre:  “El Gobierno impulsará políticas sociales y nuevos derechos con arreglo a los acuerdos de responsabilidad fiscal de España con Europa”.

Y aún más, amigos, el visir Iglesias se abre las carnes y se sincera como en el confesionario de GH: “Hemos hecho un programa de Gobierno muy moderado pensando en Europa”. Recuerda a aquello de la autocensura de cuando Franco. Sacarán pecho y dirán que han logrado imponer al PSOE un programa socialdemócrata, todo lo socialdemócrata que le permita el capital europeo y el FMI. Vamos, casi como Tsipras el león de Atenas. O de Walt Disney.

¿Van entendiendo ustedes porqué digo que hay que escindir el término izquierda del concepto comunista? 

¿Recuerdan ustedes cómo empezó aquello cuando la crisis capitalista daba su primer coletazo en el país en 2008? Parecido a ahora. Empezaron por cantidades inferiores –como ahora con la exigencia de ajustes por 9.600 millones de euros- y éstas fueron “in crescendo”. Si no se entiende que bajo el capitalismo el gasto social es gasto improductivo si no genera rentabilidad  para quienes mueven a los títeres políticos de cualquier signo aparentemente distinto es que no se quiere entender que el prometido amejoramiento social es puro bulo.

Las cuentas no salen ahora porque las subidas de impuestos a las rentas más altas y corporaciones arrojarán un saldo menor muy limitado. Menos saldrán en un futuro cuando las advertencias de la Comisión Europea se conviertan en horcas caudinas para el gobierno salido del pacto-carambola y se impongan condiciones drásticas de recortes sociales y ajustes duros.

Cuando esto suceda y las asociaciones empresariales marquen el paso al futuro gobierno exigiendo menores cargas fiscales y laborales, mayor flexibilidad aún para el despido, contratos más a la carta y nuevas políticas de privatización sanitaria, instrumentos puente desde el sistema público de pensiones al privado, etc. veremos cómo el gobierno de progreso nos habla de medidas de transición ecológica, que pagarán los trabajadores, sacará adelante leyes de protección animal y antitaurinas, nuevas leyes de igualdad (entre hombres y mujeres, no entre clases, por favor), de leyes de emprendimiento,…mientras aplica los dictados que el capital le imponga.

No hay cuadratura posible del círculo de la “voluntad política” cuando la crisis capitalista conduce al poder económico a vampirizar las instituciones y la vida social y demuestra palmariamente que la “autonomía de la política” es una falacia dentro de un Estado de clase y hoy más que nunca.

No se trata de la cantinela que canallas e imbéciles gritaban hace años, “no es una crisis, es una estafa”. Es que el capitalismo no puede subsistir sin una ganancia suficiente que le garantice la acumulación necesaria para seguir reproduciéndose.

Las supuestas políticas sociales del gobierno de coalición PSOE-Podemos han necesitado de una investidura con la abstención de ERC y Bildu y el apoyo de PNV que ya ha significado que, más allá o acá de los contenidos reales de los acuerdos para la elección  por los pelos del nuevo gobierno, que dichas cuestiones sociales queden eclipsadas por un rebrote del choque de trenes entre la tribu reaccionaria nacionalista catalana, a medio plazo también posiblemente la vasca, y la española de Atapuerca.

Si les cabe a ustedes alguna duda en lo de Atapuerca, vean el tuit de hace unos días del dipsómano (borracho) nazi, y eurodiputado de VOX, Hermann Tertsch. Por cierto, en los 90 el alundido escribía en El País, un periódico durante tanto tiempo de referencia progre. Como sólo expresaba una incontenible y patológica baba anticomunista debía de resultarles un demócrata a los del ex falangista Polanco. Tan enfermiza esa emisión de hidrofobia que califica de comunistas a Iglesias y Garzón, con lo que lava la cara de dos saltimbanquis políticos y nos ofende a quienes sí somos comunistas y partidarios de la dictadura de clase del proletariado; justo la que le enviaría a él a la jaula de un zoológico junto con los orangutanes de los que no se ha separado familiarmente.  



En la dinámica vigente los progres del PSOE y de Podemos y su miniyó IU entran en un falso juego de pactos, sin contenido real (participación de la población catalana en consulta, que no referéndum y de una ERC que huye hacia adelante para imponerse a la bestia parda del hegemonismo cada vez más étnico del dúo cómico Puigdemont- Torrá), y la España imperial y eterna clama conjurada en Santa Alianza de PP-VOX más los restos del naufragio de C´s, amenazando con encabronar a la sociedad española en una falsa dialéctica amigo-enemigo, en el que la perdedora es la clase trabajadora que no genera discurso propio, ni tiene políticamente quien la escriba. Su realidad quedará enterrada bajo un manto de banderas, exaltaciones tribales y discursos a cuál más disparatado de otras identidades, las líquidas de las mil diversidades. 

En la inmensa ristra de tabernas que jalona el territorio español desde Lugo a Murcia, desde Gerona a Huelva, pasando, cómo no, por ese patio del Monipodio cuñado que es Madrid, se escucha el “quejío” de la bestia tribal, el  regurgitar del odio de todos contra todos y, lo que es peor, el creciente cabreo de los menestrales que necesitan dirigir sus frustraciones cotidianas, mediáticamente performadas por los indecentes voceros del fascio contra otros que seguramente son tan clases subalternas como ellos. Cuando no es así puede ser incluso peor: sectores marginados (menas,…) que sufren el depósito de tales cóleras.

El enfrentamiento político derecha-izquierda en el período del gobierno progre será fundamentalmente el de la cuestión nacional Cataluña-España, enfeudando a progres y a la fauna en extinción de grupúsculos pseudocomunistas, a la derecha reaccionaria y nacionalista catalana y dando a “constitucionalistas” (derecha pura y dura de PP y C´s y fascistas en proceso de VOX), combustible para su cruzada de reconquista patriotera mediante la siembra del odio.

Salvo estallidos derivados de un empeoramiento de la crisis capitalista y de las curas de caballo contra las conquistas de la clase trabajadora que aplique el inestable gobierno de coalición PSOE-Podemos, no veremos aparecer a la cuestión social en el horizonte próximo. Pero ante la falta de organización de clase y de discurso y orientación de las luchas en un sentido anticapitalista, las explosiones tendrán un efecto pasajero.

Por si fuera poco, los meses finales de 2019 nos traen un venturoso 2020 en el que las diversidades entran ya en el colapso diarréico más patético. Un apunte de por dónde podría ir la cosa nos la muestra la creciente inquina entre un sector de las feministas  y otro de los transexuales (estoy convencido de que en uno y otro lado hay personas sensatas que no pueden imponer su sentido común porque no buscan el ruido ni el enfrentamiento) y viceversa. Han abierto la caja de los truenos del todos contra todos en el ya parcelado e hipersegmentado mundo de las diversidades. Unos y otras, otras y unos han decidido utilizar el comodín del género, ese término envenenado en origen, que se retuerce en sus significados a conveniencia de los contendientes, que hoy trae sus coletazos a la bronca más incomprensible, salvo para iniciados, hasta convertir el campo de batalla en microtribus del “a por ell@s”. Acusaciones mutuas, cada cuál más absurda, pero enormemente útiles a los intereses del capital que se frota las manos en este sindiós de estupideces que contribuyen a tapar el discurso de clase. Hay guerras que sólo existen por el interés de ambas partes de mantenerlas, no de una sola. Hay guerras en las que nadie gana, salvo ciertos protagonistas en el mantenimiento del chiringuito en el que viven y en el deseo de adquirir cierta y dudosa notoriedad dentro de círculos concéntricos, cerrados e hiperminoritarios, al expresar sus egos revestidos de argumentación. Hay guerras que enfangan a los contendientes sin que ninguno de ellos salga limpio de las batallas. Hay guerras cuyo mejor destino es no darlas.

Y esperen, porque esta bronca irá a más y pillará por en medio a homosexuales y lesbianas, con los que, en principio no va la trifulca, pero que acabarán por recibir de uno y otro lado. seguramente sin comerlo ni beberlo.

Este tipo de pelea sectaria sólo contribuirá al desprestigio de un movimiento que se había basado en un eje interclasista y de identidades nacidas de lo sexual, a su mengua, al debilitar y romper sus alianzas, y a la desprotección ante el fascismo rampante de personas que han luchado por encontrar el respeto de la sociedad y una vida aceptable para sí mismas.  

Abascal en la tierra y Hayeck, con su ultraliberalismo, desde el infierno se parten el culo de risa.

En fin, que si no les gustó mucho 2019, 2020 se presenta como otro año más en el que las necesidades de la clase trabajadora quedarán pospuestas “sine die”, con la ovejuna complacencia de ella misma.

9 de diciembre de 2019

El MERCADO DEL MIEDO ¿POR QUÉ Y A QUIÉN BENEFICIA?


Por Marat

¿Qué tienen en común noticias como el llamado apocalipsis antropocénico, que nos advierte de la extinción de la vida sobre la tierra y el de humanidad en particular, la amenaza recurrente del fin de las pensiones públicas, la enumeración del sinfín de males que traería la desmembración de España, el supuesto fin de la civilización occidental a manos de una supuesta invasión de inmigrantes de grupos étnicos “exóticos”, en el que un adolescente mena es, más o menos, un yihadista del DAESH, el choque de civilizaciones, la interesada promoción mediática de cualquier noticia relacionada con la extrema derecha y el fascismo nacional e internacional, la insistencia en una previsible descomposición de la UE como antesala de un momento previo al verano de 1914 (instantes antes de la I GM), las noticias que insisten en la insostenibilidad del Estado del Bienestar o el creciente peso de las secciones o páginas de sucesos en la información de los “telediarios” y la prensa?

Antes de darles una respuesta directa, imagínense que conducen ustedes un vehículo por una carretera comarcal o local en medio de una noche cerrada, sin iluminación en el arcén y con la luna oculta tras unas nubes que apenas atisba.

De repente, un obstáculo aparece a apenas dos metros de su coche. Usted frena en seco, sintiendo toda la presión de la desaceleración sobre su cuerpo. Es un venado cruzado en mitad de la carretera, que le mira con los característicos ojos rojos que provocan los faros de su vehículo incidiendo sobre los vasos sanguíneos de su retina. Usted logra frenar a sólo unos centímetros del animal y contempla ese momento en el que la muerte y la vida se funden en la parálisis del animal que ha sido incapaz de reaccionar ante el peligro de morir aplastado. Afortunadamente, el cérvido reacciona y, de un salto, salva la distancia entre el centro de la calzada y la otra orilla de la misma ¡Ufffff!

Quisiera que usted se detuviese en la idea de “la parálisis del animal”. Es un asunto central en la exposición de lo que intento contarle.

Cuando a un ser humano o a una sociedad se les aturde con más problemas de los que pueden digerir y a los que les es posible hacerles frente, todos y a la vez, la parálisis es la respuesta esperable ¿Va entendiendo usted de qué le hablo?

¿Acaso los problemas que les describí en el primer párrafo son una invención? ¿No hay en ellos siquiera un punto, por pequeño que sea, de realidad? No seré yo quien lo niegue.

La cuestión no es siquiera el grado de verdad que haya en ellos (es sabido que la verdad es un concepto casi teológico del que hay prácticamente tantos sacerdotes como fieles. Otra cosa distinta es la realidad y cómo se analiza) sino para qué sirve, con qué fines y a quién/es beneficia y, sobre todo, en contra de quiénes.

La humanidad, a lo largo de su historia, jamás se ha planteado desafíos que no pudiera afrontar. El riesgo de los problemas actuales no está tanto en su importancia real y en el cómo pueden afectar a la sociedad como en que se asuman como insuperables. 

Si en todo el alarmismo social, político, económico y civilizatorio con el que se nos condena a las puertas del infierno tuviese una víctima sería la de los eludidos en él; las víctimas de un sistema capitalista que no logra levantar cabeza tras el inicio de la última fase de su crisis, la iniciada en 2007.

Las clases subalternas, trabajadores asalariados, autónomos en lucha por su propia supervivencia, nuevos sectores salarizados de los antiguos sectores profesionales, empobrecidos por la recesión, mujeres de sectores en los que la sobreexplotación es su única salida laboral, trabajadores desfasados de los nuevos sistemas de producción, víctimas de los procesos de reestructuración de plantillas que ya no logran prejubilaciones ni despidos ventajosos, personas caídas en la mendicidad, serán las que paguen los conflictos identitarios entre banderas nacionales ¿Cuándo se convirtió aquello de no dividir a los trabajadores en patrias, desde una posición internacionalista, en España la única nación o Cataluña, una grande y libre? ¿Por qué se enfrentan banderas dentro de la UE del capital entre norte rico y supuestamente trabajador y sur dependiente y supuestamente vago? ¿Durante cuánto tiempo servirá la satanización del sin papeles a la ausencia de reivindicaciones de derechos por parte de quienes prefieren culparles a ellos de sus desgracias que enfrentarse el sistema económico que salva beneficios empresariales y condena a unos y a otros a la una vida de sobreexplotación, subsidios y precariedad?

En paralelo, las necesidades de acumulación del capital se llevarán a cabo reduciendo salarios, pensiones o despidos, empobreciendo mediante austeridades impuestas y adaptaciones a la vida cotidiana las renovaciones tecnológicas en beneficio del medio ambiente y de sistemas de ahorro energético y de descarbonización , poniendo en pie una quinta revolución industrial y de servicios en la que la emergencia planetaria anulará la cobertura de  necesidades sociales, mientras las clases subalternas sufragarán los costes de la transición ecológica hacia una renacida reproducción ampliada del capital, que vendrá del cambio de sistema tecnológico y productivo, energético y de los transportes y que será impuesta, vía fiscal, por una “democracia” crecientemente autoritaria.   

¿Reflexionamos por un momento sobre el por qué y el para qué del mercado del miedo y de sus mercaderes? ¿Nos preguntamos por la función de los medios de des-información, oficiales y de las fake news, competidores por el poder del discurso finalmente hegemónico entre las distintas facciones del capital?

¿Ustedes qué son? ¿Cervatillos cegados por los focos del vehículo mediático, en el que su y juicio libertad se limita a elegir la cabecera del medio que ha de intoxicarles? ¿Borrachos de la taberna física o de las redes sociales, en las que depositan la rabia impotente de las frustraciones que les causa tanto miedo inducido?

¿Son conscientes de que pertenecen a la clase social perdedora y que seguir siéndolo depende de que acepten o no su destino y se organicen en el mundo real, abandonando el llanto tanguista de las redes sociales, que les condena a la impotencia como objetos sin conciencia de sujetos?

¿Continuarán culpando al político, que pinta menos ante la posibilidad de cambiar la realidad que Harry el Sucio en la Comisión de Amor y Espiritualidad del 15-M, de sus males en lugar de al poder real, el económico, que es el que dicta al político lo que tiene que hacer (nos vamos a reír con las medidas sociales del futuro gobierno de coalición, al que ya han apretado las tuercas los grandes empresarios), al que si no se enfrentan les devolverá a las condiciones de vida de sus abuelos?

¿Seguirán creyendo aún que las revoluciones se hacen en el Facebook o Twitter en lugar de viéndose las caras y reuniéndose con sus iguales o que ser militante de una organización de clase es lo mismo que ser un adscrito 2.0 a Podemos o al PACMA o a los defensores de la última extravagancia surgida del frikimundo paralelo de las multidivididas y enfrentadas "diversidades"?

Ustedes mismos.

20 de mayo de 2019

CHARLATÁN

Todo es un show. La banalización de la realidad política
como parte del gran circo que aliena mentes y voluntades

Por Marat

charlatán: “Que habla mucho y sin sustancia...embaucador” RAE

Existe un sector social difuso, no organizado, pero consciente, y sospecho que creciente que se niega a tragar las píldoras “roja” (pseudoroja) o “azul” del Matrix de nuestro presente político colectivo.

Ir a contracorriente hoy y no comprar falsas ilusiones tiene un precio: el de ser acusado de radical y de no ofrecer alternativas porque la de organizarse como clase, al margen de los flautistas de Hamelín del momento, combatir allá donde se producen y reproducen las contradicciones capital- trabajo y preparar la resistencia, formándose políticamente para no ser tratados como idiotas, exige demasiado esfuerzo. Por eso para muchos en el mientras tanto, hay que reincidir en el bucle eterno de seguir una y un millón de veces la senda que, inevitablemente, nos lleva a la derrota porque ello permite esquivar el sacrificio y los caminos más duros y difíciles.

Se nos rechaza a quienes estamos en otra cosa distinta al circo del parlamentarismo porque pone en evidencia que el rey está desnudo y que los ilusos de la ilusión democrática son cómplices acomodados y conscientes de la mentira que se autoadministran a sí mismos.

Pero lo cierto es que las mentiras tienen las patas cada vez más cortas, que los charlatanes no son parte de la solución sino de un problema que demora la solución necesaria del enfrentamiento de clase contra clase, vendiendo el falso elixir curalotodo del “si se quiere, se puede”, cuando sabemos que ocupar el poder, como inquilinos sin tomarlo, no es otra cosa que convertirse en asalariados del capital que marca los límites del juego, sus tiempos y los ritmos de aplicación de sus curas de caballo contra la clase trabajadora; unas veces a cargo de progres, otra de ultraliberales y pronto de un fascismo que llegará por abandonar la perspectiva de clase, mentir y autoengañarse en que basta con desear el cambio social para que este llegue y repetir lo mismo una y otra vez, esperando resultados diferentes, que diría Albert Einstein.

El momento político actual español, europeo y mundial es el idóneo para los charlatanes de feria de la gran demagogia democrática, vendedores de crecepelos para calvos, oferentes de soluciones definitivas, fáciles y al alcance de la mano, sin sacrificio militante alguno para el votante. De Revilluca, el aldeano, hoy demócrata al que se le entiende todo, y ayer franquista, al peronista Errejón, que es como un falangista pero con verborrea hueca y pedante importada de Argentina, pasando por el siempre crispado don Crispín Iglesias que, ante tanto desafuero, nos ofrece como bálsamo de Fierabrás el caducado ungüento que ayer vendía el youtuber- predicador Anguita, su maestro. Y es que no hay nada como ir de “influencer”, aunque decreciente, en el gallinero parlamentario.

En esta campaña electoral, Pablo Iglesias Turrión -nada que ver con Pablo Iglesias Posse-, sería comparar la noche con el día, no para de repetir una media verdad que como todo el mundo sabe es peor que una mentira. Me refiero a los supuestos derechos de la Constitución que no se cumplen. El economista marxista Diego Guerrero también lo aborda en el Capítulo 5 del texto “Desempleo, keynesianismo y teoría laboral del valor”. En el EEC (Espacio de Encuentro Comunista) lo hemos trabajado con detenimiento. Pueden encontrarlo ustedes en el siguiente enlace: https://encuentrocomunista.org/static/media/medialibrary/2019/05/EEC-SituacionTrabajo2019.pdf

En lo que sigue me limito en extractar un parte del mismo con el objetivo de por lo menos se sepa de qué está hablando el charlatán cuando dice que la Constitución dice eso que no dice y que él dice que dice en relación al Derecho al trabajo, al derecho a la vivienda, etc.

Y es que este charlatán olvida conscientemente la lógica del capital: la de la rentabilidad sustentada en la explotación del trabajo asalariado y esta lógica funciona sí o sí por encima de la voluntad de las personas y por supuesto de todo gobierno por muy progre que quiera ser. Si esto no fuera así no sería capitalismo sino otra cosa.

Les dejo con el extracto. Es algo largo pero clarificador.

Las experiencias laborales que hemos puesto en común en todo el bloque anterior de intervenciones, nos muestran el estado actual de un proceso que ha sido conducido sistemáticamente desde mediados de los años setenta.
Lo que vamos a intentar ahora es mostrar una panorámica de cómo se ha conducido este proceso. Para ello necesitaremos entrar en varias áreas: desde dar algunas pinceladas de derecho -como por ejemplo, explicar por qué en la práctica no tenemos derecho al trabajo- hasta ir viendo cómo se ha ido modificando el tipo de contratación para que ahora se hayan generalizado las situaciones que acabamos de poner en común. Al final del documento se incluyen los enlaces a la legislación mencionada.
Y es que para moldear las relaciones laborales de manera que satisfagan los intereses del capital, se hacen leyes que quitan las líneas de protección que los trabajadores habían arrancado anteriormente con sus luchas. Esto se lleva haciendo sistemáticamente desde el inicio de la Transición Política en todos los ámbitos legislativos y de negociación social, cualquiera que haya sido el partido que ocupara el poder. Lo adornan como leyes para mejorar el empleo, luchar contra el paro juvenil, para aumentar la competitividad del país, etc. Pero la esencia es abaratar el factor trabajo y, como consecuencia, incrementar la tasa de explotación y de plusvalía.
Las leyes deben ser vistas en su conjunto, más allá del ámbito, del título o del epígrafe donde decidan poner las palabras más altisonantes y bonitas. Si se clasifica un derecho como fundamental pero luego no se establece quién debe garantizar su cumplimiento, o si la ley que lo desarrolla le quita en la práctica tal rango, el concepto jurídico de fundamental no coincide con lo que los trabajadores entendemos por tal. La cosa se hace más evidente si comprobamos que los derechos del capital experimentan un trato opuesto.
Desde este punto de vista, lo primero que debemos poner negro sobre blanco es que la Constitución Española no contempla como derechos fundamentales y, por lo tanto, no garantiza ni obliga a los poderes públicos su defensa y cumplimiento, aquellos que para cualquier persona lo son; nos referimos, por ejemplo, a la vivienda, a la educación en todos sus niveles y, por supuesto, el derecho al trabajo. Teniendo presente que, en una sociedad capitalista como la nuestra, el trabajo es lo único que te permite tener y mantener regularmente unos ingresos y, por lo tanto, unos mínimos niveles de subsistencia, el carecer del mismo y de la posibilidad de exigirlo es la condición para verte sometido a las condiciones de explotación que impongan los empresarios.
La Constitución contempla en su artículo 53 cuáles son los derechos de los que podemos reclamar su cumplimiento. Esta distinción entre derechos reclamables (los derechos contemplados entre los artículos 14 y 29) y los simples derechos, es básica, ya que solo los primeros permiten que cualquier persona puede exigir su aplicación, y son los que los poderes públicos están obligados a proteger; el resto de “simples” derechos sólo pueden ser reclamables si la ley que los desarrolla lo contempla.
Vemos por ejemplo que el derecho a la vivienda no lo contempla la Constitución como un derecho fundamental en la práctica y, por lo tanto, como un derecho que podamos exigir. La Constitución lo trata en los siguientes términos en el artículo 47: Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Es curioso que se utilice el verbo “disfrutar”, pero no diga “tener” ni “poseer”. Es decir, defiende que podamos disfrutar una vivienda cuando la tengamos, es decir, cuando la compremos o la podamos alquilar. Todos sabemos que, cuando no pagamos la hipoteca o no pagamos el alquiler, los poderes públicos junto a la policía te quitan el derecho a disfrutar de la vivienda de la que te desalojan.
Hay un derecho que sí está catalogado como fundamental, pero con un ámbito de actuación restringido. Nos referimos a la educación, que solo es reclamable y gratuita en el período de enseñanza obligatoria (Artículo 27.4), desde los 6 a los 16 años. El resto de la enseñanza ya no es un derecho fundamental en la práctica. Ello es lo que permite que, en la nueva educación superior, los dos últimos años de máster estén disponibles solo para quien pueda pagárselos, restringiendo el acceso del resto -todos ellos hijos de trabajadores- a los futuros trabajos menos cualificados.
Para poder apreciar el contraste, antes de entrar de lleno con el derecho al trabajo, vamos a echar un breve vistazo a cómo se tratan los derechos del capital. En principio, éstos figuran, junto con el trabajo, en el mismo rango que el artículo 53 establece como no reclamables. Sin embargo, los propios artículos que recogen los derechos del capital se encargan de dar un rango especial a estos. Así, el artículo 33 reconoce el derecho a la propiedad privada, y en su apartado 3 nos aclara que nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos. Mientras tanto, en el artículos 38 se reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado indicando seguidamente con claridad que los poderes públicos garantizan y protegen su ejercicio. De esta forma quedan salvaguardados en virtud del artículo 24, que indica que todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derecho e intereses legítimos. Para que no quede nada sin atar, los códigos civiles, mercantiles y penales refuerzan esta protección en innumerables ámbitos.
Sin embargo, el derecho al trabajo, ubicado en la misma sección de no reclamables que los del capital, no goza de la misma elevación de rango en su desarrollo. El artículo 35 se limita a afirmar en el punto 1 que “todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo...” y en el punto 2 se limita a estipular que La ley regulará un Estatuto de los Trabajadores. Si nos vamos al susodicho Estatuto de los Trabajadores, que desarrolla este supuesto derecho al trabajo, contemplamos que no hay a quién reclamarlo y el derecho que se contempla no es el derecho al trabajo sino el derecho a trabajar cuando tengas un empleo. El Artículo 4 apartado 2 del Estatuto nos dice que: en relación al trabajo, los trabajadores tienen derecho a la ocupación efectiva. Más arriba indicábamos en relación al derecho a la vivienda un trabalenguas parecido.
La Constitución no puede reconocer el trabajo como un derecho exigible por dos motivos: primero, porque en el capitalismo el trabajo es una mercancía que los trabajadores vendemos, y el legislador no puede garantizar por decreto su venta; segundo -y no menos importante-, porque la inseguridad al buscar trabajo es necesaria para poder sacar el máximo provecho desde el punto de vista de la explotación. No en vano, en el artículo 38, que ya vimos que pedía a los poderes públicos garantizar la economía de mercado, afirma además que los poderes públicos también tienen que velar por la defensa de la productividad de acuerdo con las exigencias de la economía. Mas adelante veremos como esta exigencia de ser productivos es una constante.
Pero no solo no garantizan el trabajo ni la Constitución ni el Estatuto, sino que este último deja claros los condicionantes que aplican cuando se tiene. En el artículo 5, apartado a) se indica que: los trabajadores deben cumplir las órdenes e instrucciones del empresario en el ejercicio regular de sus facultades directivas…”, y en el apartado e) se indica expresamente que los trabajadores deben contribuir a la mejora de la productividad. Así que “nuestro” Estatuto no solo no hace efectivo el derecho al trabajo, sino que se encarga de dejar clara nuestra dependencia: cuando trabajamos debemos ser rentables y obedecer lo que diga el empresario, que es el que tiene las facultades directivas. En este sentido, se hace patente el juego de nombres y de discurso para que las leyes del capital se naturalicen por parte de los trabajadores. El nombre de Estatuto de los Trabajadores no se corresponde con su contenido. Lo que contempla esta ley no es ni más ni menos que una relación social entre empresarios y trabajadores, y esta relación es una relación de explotación. De una forma mucho más apropiada, la ley anterior al Estatuto de los Trabajadores tenía el descriptivo título de “Ley de Relaciones Laborales”.
A partir de este cuerpo legal, lo que vamos a exponer brevemente a continuación es cómo esta ley de “derechos” de los trabajadores nació y se ha ido modificando en favor del capital y en detrimento de los trabajadores. El conjunto de Reformas Laborales, Acuerdos de Negociación Colectiva y todo tipo de negociaciones que se han dado bajo el paraguas del denominado Diálogo Social -nombre que no designa más que la aceptación falaz de que los trabajadores y empresarios tenemos intereses comunes-, ha supuesto una constante pérdida de derechos que en la práctica suponen un trasvase del salario de los trabajadores en beneficio del capital. El gráfico 1 que vimos más arriba permite contemplar de un vistazo cómo, siendo el trabajo el único que crea valor añadido -el único que crea valor-, pierde cada año más de la mitad de él, apropiado (expropiado legalmente), por los empresarios. Veamos el proceso.
Partimos de una situación previa de mediados de los 70, en los que la Ley de Relaciones Laborales, de abril de 1976, contemplaba algunos derechos clave que protegían al trabajador. Unos derechos que se han ido desmontando paulatinamente con las sucesivas Reformas Laborales. Empezando esta tarea en los Pactos de la Moncloa y en el Estatuto de los Trabajadores.
Para ponernos en contexto: el año 1976, después de la muerte de Franco, es cuando confluye el mayor número de huelgas que se ha dado en este país. Es el año en el que se producen los conocidos como “sucesos de Vitoria”, del 3 de marzo de 1976, ciudad que estaba en Huelga General, y en los que la represión policial ordenada por los luego demócratas Fraga y Martín Villa, provocó la muerte de seis trabajadores. Pues bien, en ese año es cuando se consigue la mayor protección al trabajo en España, y eso ocurre con un criminal fascista como era el presidente Arias Navarro. No porque fuera bueno, sino porque la presión en ese momento de tal aluvión de huelgas tenía al régimen contra las cuerdas.
Si nos atenemos al contrato de trabajo, la redacción actual del Estatuto de los Trabajadores en su artículo 15 dice: el contrato de trabajo podrá concertarse por tiempo indefinido o por una duración determinada. Sin embargo, lo que decía la Ley de Relaciones Laborales del 76 era: “el contrato de trabajo se presume por tiempo concertado indefinido sin más excepciones de las siguientes...”. Si con la ley actual da lo mismo hacer un contrato indefinido que temporal, antes del Estatuto de los Trabajadores todos los contratos eran por defecto fijos, una vez pasaban el período de prueba de quince días. Las excepciones eran las que, por su razón, hacían de un trabajo algo temporal (vendimia, etc.). Es decir, el contrato obedecía a las condiciones del trabajo.
¿Qué ha hecho el Estatuto de los Trabajadores que tenemos ahora? Copiar la redacción de la Ley de Contratos de Trabajo que tenía Franco en el año 1942: el contrato de trabajo podrá celebrarse por tiempo indefinido, por tiempo cierto, expreso, tácito o por una duración determinada. Después de dar la vuelta a lo largo de cuarenta años, la democracia española coincide punto por punto con la redacción que tenía Franco en su ley de Contratos de Trabajo de 1942”.

25 de abril de 2018

CUANDO HABLAR DE UN MÁSTER SIRVE PARA TAPAR LA PRIVATIZACIÓN DE LA ENSEÑANZA PÚBLICA


Por Marat

Seguramente estaré iniciando otro de esos artículos míos que pasan sin pena ni gloria.

En primer lugar por ser extemporáneo. Hablar de másteres, salvo que sea para ofrecer los de las universidades privadas, llega tarde. Tras un mes de escándalo, el tema ha durado hasta hoy miércoles 25 de Abril solo porque la afectada se negaba a dimitir, cosa que acaba de hacer, pero ocarece ya del menor interés periodístico. En bares y tontódromos (redes sociales) mañana se estará a otra cosa, la que dicten los medios del capital en cada ocasión.

En segundo lugar porque cualquier texto que invite al análisis, y no al morbo de ingestión y digestión inmediatas, tiene menos futuro que un submarino descapotable. Dedicar tiempo a la reflexión es de otras épocas y clases ociosas que podían echar toda una mañana o una tarde en leer la prensa. Dedicarlo al fútbol, los videojuegos, la tele o a dar vueltas por Internet es una necesidad imperiosa y no ocupa tiempo ni lugar.

Hace unas dos semanas, hablando con un joven profesor de primaria, muy inteligente y comprometido a su manera con la transformación social y la igualdad, le plantee mi intuición (no era otra cosa) sobre si el asunto del máster de Cifuentes no tendría un objetivo de fondo mucho más grave: el descrédito de la enseñanza pública. No supo qué responderme.

Si no hubiera sido por una conversación posterior con un amigo muy querido y camarada del Espacio del Encuentro Comunista (EEC) mi intuición se habría agotado ahí, sin dar una segunda vuelta sobre los intereses que se estaban moviendo tras las bambalinas políticas. A él debo este artículo.

En cualquier caso, y antes de que ustedes terminen de aburrirse definitivamente y abandonen la lectura del texto, plantearé la cuestión central de este artículo de modo directo: la pillada de Cifuentes es el modo último que ha empleado el capital para asestar otro gran golpe al crédito de la enseñanza pública y a ello han jugado tanto los poderes económicos y los sectores de la derecha (Ciudadanos) interesados en el desplazamiento de lo público hacia lo privado como los de izquierda (los progres), ávidamente interesados en sustituir a las élites políticas del momento.

El capital y su brazo político son conscientes de su necesidad de rentabililizar lo que antes se sostenía sobre otros presupuestos: estabilidad y consenso social con el sistema económico y político, redistribución y ficción de movilidad social mediante el salario indirecto (los servicios públicos), apariencia de igualdad, etc.

Hoy el capitalismo tiene serios problemas para encontrar en la producción industrial la acumulación de capital que necesita para reproducirse. El proceso de desmonte del Estado del Bienestar le brinda la ocasión de convertir su crisis en oportunidad.

Si el Tratado de Maastrich, en sus criterios de convergencia, consagraba la lucha contra el déficit público mediante el objetivo de rebajarlo a menos del 3%, lo que representaba recortes sociales evidentes y abría nuevos pasos a la privatización, el Plan o Proceso de Bolonia consagraba la “colaboración público-privada” en la enseñanza pública. Hablando en plata, la entrada del capital privado en la enseñanza pública.

La URJC (Universidad Rey Juan Carlos) es una de las avanzadillas de ese modelo educativo. Los convenios de colaboración en la formación de cuadros dirigentes, en la política, las administraciones públicas y en las empresas   han sido la tónica habitual en la concesión de estos estudios postgrado. Los medios del capital han preferido no hablar  apenas de las connivencias público-privadas.

Lo que la URJC representa como ejemplo concreto de penetración de la “iniciativa privada” (capital privado, para entendernos)  en la educación pública, lo encarna la CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas), compuesta por 50 universidades públicas y 26 privadas.

Ni la URJC (ligada al PP), ni la CRUE (creada en el último período PSOE de Felipe González) pueden hacerse el harakiri de una autocrítica sobre sus procedimientos, más que dudosos, respecto a la manera en la que han corrompido la valoración de sus estudiantes a partir de la fabricación masiva de títulos. La transición desde el prestigio de la universidad pública hacia su descrédito requiere de cierta cautela y "savoir faire". No se puede ir demasiado a lo loco y poner en evidencia la manera en la que se intentan cargar la enseñanza pública superior. Todavía queda cierta masa crítica, cierto que incapaz de denunciar este proceso dentro del ruido mediático iniciado por un medio progre (El Diario), que no habla de estas cosas, y seguido por todos los demás interesados en el mismo objetivo.

Mientras tanto les sugiero que se interesen por cómo en determinados ámbitos privados, y les aseguro que proliferan, se están ofreciendo titulaciones de máster, sobre todo en MBA, asunto tan buscado no solo entre candidatos a nuevos tiburones económicos sino también por los políticos al alza, con el fin de prestigiarse.

Se da el caso de que dichas titulaciones en universidades privadas se ofrecen incluso online, sin ir a la clase ¡Qué casualidad!, como en el caso de Cristina Cifuentes, que tampoco apareció por las aulas.

En un mundo dominado por el fetichismo de la mercancía del título universitario, luego que la diferencia entre diplomado y licenciado se borró con el invento del grado, tras la superinflación de titulaciones superiores porque la Formación Profesional era para tontos, a pesar de su alta cualificación y mejores salidas laborales, sólo el máster podía ser el salto superior a la carrera universitaria. Y así andamos. No aprendemos.

A los hijos de la clase trabajadora nos van poniendo nuevos escalones que nos distancien en la pirámide social, sin que nos planteemos si el objetivo de nuestras vidas debe pasar por desclasarnos y competir en un mundo en el que el asalariado siempre irá a la baja, y más si viene de la universidad pública, porque se trata de desprestigiarla. Si nuestra clase de origen no nos permite saltar los nuevos obstáculos que nos crean las dominantes ante la inflación de títulos y el exceso de demanda del candidato a un puesto de trabajo, tanto peor para nosotros.

Si ustedes permiten que deje algunas reflexiones finales, aportaré las siguientes. Espero que les sean útiles:
  • El momento de cada generación viene determinado por lo que ésta considera sus urgencias. Las de quienes creen que en el tiempo histórico que les ha tocado vivir se les imponen, por ejemplo. Hace solo 20 años que se aprobó el Plan o Proceso de Bolonia, del que ahora vemos algunos de sus frutos en la enseñanza superior. A los universitarios actuales ni siquiera parece sonarles o importarles lo que esta ley significa aún hoy. No se ha hablado de esto en relación al asunto Cifuentes. Lo que se está atacando, por encima de la imagen de una política poco respetable desde su pasado, es mucho más importante de lo que ella es y representa.
  • Nuestros progres políticos han decidido que lo que toca es utilizar el asunto de una política que no ha hecho un máster y tratar de sustituir a la élite gobernante sin plantearse que debieran denunciar el ataque a la enseñanza pública y defenderla.
  • El señor Escolar (El Diario), la señora Pardo de Vera y de Roures (Público) y el señor Maraña (Infolibre) nos someten al mismo entretenimiento político que El País, El Mundo, La Razón, y otras hierbas, al disfazar la lucha de clases, ejercida desde el capital, bajo un duelo de máscaras políticas.
Y ahora, si no abuso en exceso de su paciencia, les diré que si ustedes creen que el asunto es una cuestión de corrupción personal que se cambia con voluntad política, si ignoran que el Estado tiene naturaleza de clase, que quien gobierne aceptando las reglas "democráticas" hará lo mismo que sus antecesores, que estamos viviendo la lucha de clases más descarnada que podamos recordar y que el affaire Cifuentes es una cuestión política y no del único poder real (el del capital), están muy despistados.

Con o sin su permiso, les vuelvo a soltar mi rollo de siempre: el capital necesita obtener beneficio para su acumulación convirtiendo lo público en privado y desposeyéndonos de conquistas, que no son derechos porque no son naturales sino históricos, que debemos integrar los conflictos en la lucha de clases y adquirir una perspectiva de clase ante la realidad política y, por supuesto, que necesitamos organizarnos como clase. 

Mientras tanto pueden ustedes seguir tuiteando sobre la información de OK Diario (¿filtrado por el propio PP?) sobre la pillada de Cifuentes en 2011 robando cremas antiedad (¿regeneradoras?) en Eroski, cuando ya era diputada de la Asamblea de Madrid. Los árboles seguirán sin dejarles ver el bosque. Con sus risas continuarán sin reflexionar sobre lo que un máster fake esconde. 

11 de diciembre de 2017

VUELVEN LA HEROÍNA Y LOS CAMELLOS A NUESTROS BARRIOS. ES HORA DE PELEAR POR LA VIDA

Por Marat

El 21 de Noviembre pasado los medios de comunicación informaban, en medio de un ruido mediático centrado en “otras cuestiones”, de una noticia que mereció un tratamiento más destacado y una mayor acogida social de los obtenidos: la aprehensión del mayor alijo de heroína de esta droga en España por la policía. 331 kilos de enorme pureza que llegó al puerto de Barcelona, con destino a los narcopisos de Barcelona y Madrid.

Quien tuviera los oídos abiertos al mundo y a lo que en él sucede de verdad, y no a lo que nos dicen quienes marcan la agenda de nuestras vidas que hemos de escuchar, llevábamos algún tiempo oyendo que la heroína estaba empezando a asomar de nuevo en los barrios obreros, que era mucho más pura y barata que en el pasado, que una generación nueva, de nuestros jóvenes, se asomaba otra vez a la locura, que pronto no sería ya el caballo llamado muerte de los viejos yonkis en extinción sino que tendría nuevo un nuevo reemplazo de esclavos.

A los 23 años, hace ahora casi 33, mientras me quedaba solo cerrando bares con un amigo, celebrando los últimos estertores de su cumpleaños, vi los ojos parados de la muerte de una chaval que no superaría los 25 al ayudar a sacar su cadáver del water de un pub que ya no existe en la Plaza de Malasaña (Madrid).

Un mes antes perdí a otro amigo, de esos que conoces un día en el bar de la facultad y que al verano siguiente vuelve en los huesos, habiendo sido antes un gordito simpático ligón y, al preguntarle por su delgadez, te dice que por la dieta del cucurucho. Pero su atonía muscular, sus ojeras y su desinterés por todo me indicaban otra cosa. Ese curso ya no volvió tras las vacaciones de semana santa. Supe luego que había muerto y también de qué.

Casi 15 años después perdí a otro amigo más, alguien a quien había conocido como alumno de un curso que dí sobre investigación social y técnicas cualitativas. Simplemente desapareció tras haber vuelto, supuestamente, a su tierra, Gandía. La policía le dio por muerto. No pude parar su proceso de destrucción por más que lo intenté.

En mi barrió vi algunos matados hace unos 10 años. No podía evitar un sentimiento de asco y pena a partes iguales.

Me olvidé de todo después de eso.

Pero hacia finales de noviembre de este año distintos medios echaron su ojos sobre el barrio de Tetuán (Madrid) y su pretendida degradación. Hace unos 4 años trabajé durante unos meses en una zona que estaba alrededor de las calles que quedan desde la plaza de Castilla hacia Bravo Murillo, a la altura del metro de Tetuán. Noté que ante los atracos habituales, el puterió envejecido, la basura que inundaba las calles y la degradación general del barrio no había apenas intervención policial ni acción municipal que intentase dignificar la zona. A solo unas manzanas de Plaza de Castilla, a tan poca distancia de la milla de oro del capitalismo patrio e internacional.

Soy un hombre lento, que diría J.M. Coetzee. Me doy cuenta de las cosas siempre muy pasadas éstas, a veces semanas. Pensé para mí luego: alguien quiere hablar ahora de la degradación de un barrio que lleva mucho tiempo degradado. Y me vino a la cabeza El Raval, ese barrio al que siempre iba cuando viajaba a Barcelona hace años. Putas, yonkis, mezquitas fundamentalistas semilegales, sijs pacifistas, peluquerías del tercer y cuarto mundo, locutorios y tiendas de móviles para inmigrantes pobres, lavanderías, basuras en las calles, buena y mala gente, bares magníficos llenos de gente canalla y pantagruélicos bocadillos de butifarra. Un mundo imperfecto, un mundo del deshecho humano y de lo mejor que nuestra especie da, un mundo mejorable y dignificable. Lo convirtieron en un barrio al que querían llenar de centros culturales que no respondían a las necesidades sociales del barrio, en un lugar lleno de oficinas de la generalitat y el ayuntamiento, en un barrio con nuevos edificios, tras destruir los viejos, para la clase media y media alta. La pelea aún continúa. Hay quienes resisten defendiendo lo mejor del viejo barrio, luchando porque éste sea mejorado pero sin expulsar a las clases populares que lo han habitado históricamente. Contra la gentrificación.

Nunca he hecho apología de la pobreza ni de lo cutre. Creo que nos merecemos aquello por lo que peleamos, no por nacer, sino por defenderlo. Creo que hay una diferencia enorme entre defender los derechos conquistados por los explotados y hacer por ampliarlos y derrotar a nuestros enemigos de clase y pensar que los “Derechos Humanos” deben garantizarnos nada. Las cosas no vienen de cuna sino de lucha.

Dicho esto, tengo mis sospechas de que el capital, es decir, los bancos, los especuladores inmobiliarios, los constructores, determinados políticos, nos estén echando encima a la miseria asesina de los vendedores de droga en nuestros barrios con el fin de reconvertirlos en espacios para la mal llamada clase media, una vez que expulsaron a los jóvenes hace 20 años de Madrid a los pueblos del sur.

Hace pocos días supimos que la zona de Puente de Vallecas se había llenado de basura en narcopisos. Los vecinos se están organizando contra esos menuderos de la muerte. Es lo que toca y lo que hay que hacer.

Ya han entrado también en barrios como Villaverde, Latina, Usera, Carabanchel. No ha sucedido ahora. Hace tiempo de eso pero los medios de comunicación ya hablan de ello. Hay evidentes intereses en utilizar esta cuestión para fines inconfesables, económicos y políticos. Les importa un carajo la vida de las víctimas que van a caer bajo la dictadura mortal de la aguja o el chino. Madres y padres necesitan organizarse antes de que se oculte el problema humano. Todos ellos barrios de nuestra clase, la trabajadora. Podemos verlo de muchas maneras. Yo lo veo de un modo básico: van a por nosotros. Y dicho esto, creo que es el momento de organizarse.

Como pelearon las madres gallegas en su día, con Carmen Avendaño y Erguete al frente de la lucha de entonces. Es el momento de aprender de ellas. De darnos cuenta de que esos canallas asesinos van por nuestros hijos y de hacer frente a esa inmundicia. Reivindiquemos la vida, la sonrisa y la esperanza de un mundo en el que podamos ser.

En este blog no os pediré vuestro acuerdo con mi línea política pero será un lugar que expresará las voces de vuestra protesta contra los asesinos de vuestros hijos cuando queráis que lo haga. Del mismo modo os pido que en vuestra lucha no se mezclen sectas religiosas ni políticas. Mantened vuestra independencia. Será vuestra credibilidad