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20 de noviembre de 2015

BASTA DE MENTIRAS Y PASTELEOS CONTRA LOS DERECHOS DEL PUEBLO SIRIO

Por Marat

Marx no se enteraba, la conspiración es el motor de la historia

Toda la historia de la sociedad humana, hasta el día, es una historia de luchas de clases. Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes.

En los tiempos históricos nos encontramos a la sociedad dividida casi por doquier en una serie de estamentos, dentro de cada uno de los cuales reina, a su vez, una nueva jerarquía social de grados y posiciones. En la Roma antigua son los patricios, los équites, los plebeyos, los esclavos; en la Edad Media, los señores feudales, los vasallos, los maestros y los oficiales de los gremios, los siervos de la gleba, y dentro de cada una de esas clases todavía nos encontramos con nuevos matices y gradaciones.

La moderna sociedad burguesa que se alza sobre las ruinas de la sociedad feudal no ha abolido los antagonismos de clase. Lo que ha hecho ha sido crear nuevas clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas modalidades de lucha, que han venido a sustituir a las antiguas.

Sin embargo, nuestra época, la época de la burguesía, se caracteriza por haber simplificado estos antagonismos de clase. Hoy, toda la sociedad tiende a separarse, cada vez más abiertamente, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases antagónicas: la burguesía y el proletariado.”
(Burgueses y proletarios. El Manifiesto Comunista. Karl Marx y Friedrich Engels. 1848)

Esta idea la resumiría Marx en su conocida frase “El motor de la historia es la lucha de clases”. Esta visión dialéctica -empleo el término dialéctico en el sentido que le daban Marx y Engels de “lucha de contrarios”, no en el de la expresión “materialismo dialéctico”, aportación clave del pensamiento marxiano pero que, como tal expresión, nunca fue empleada por ninguno de los dos- de la historia es una de las piedras angulares del materialismo histórico.

Cualquier marxista encuentra ejemplos cotidianos de la lucha de clases en la vida real, aun cuando se manifieste muchas veces de modo inconsciente -desde el lado de la clase trabajadora porque desde el lado de la burguesía suele ser mucho más consciente- y hasta como reflejo antes que como forma materializada de conciencia política.

Pues bien, parece que Engels y Marx eran unos lerdos que no comprendían el mundo en el que vivían y ya no te digo Lenin, que se atrevió a hablar de las contradicciones interimperialistas.

Para el imperialismo es sustancial la rivalidad de varias grandes potencias en la aspiración a la hegemonía, esto es, a apoderarse de territorios no tanto directamente para sí, como para el debilitamiento del adversario y el quebrantamiento de su hegemonía”
(“El imperialismo, fase superior del capitalismo”. V. I. Lenin. 1916)

Pues bien, parece que estos tres pensadores y dirigentes revolucionarios no tenían ni puñetera idea de lo que son los asuntos centrales que definen las características del poder real, el económico.

Ni las contradicciones interimperialistas parecen explicar las razones de las guerras desde, al menos, el siglo XX ni la lucha de clases es el motor de la historia. A la hoguera con los libros de estos 3 pazguatos. No tenían ni repajolera idea de qué iba el mundo, unos pajeros mentales, vaya.

El auténtico motor de la historia es la conspiración de unos poderes oscuros, o no tan oscuros porque los conspiranoicos han tenido la inteligencia y la generosidad de descubrirnos quiénes son y cómo actúan.

Según estos sesudos analistas detrás del atentado en París el pasado 13 de Noviembre está la Red Gladio de la OTAN, la CIA, el Mi6 y otras agencias del imperialismo; una red de la que está probada su existencia como actividad anticomunista durante buena parte del siglo XX y cuyas acciones se centraban principalmente en atentados terroristas de falsa bandera, utilizando muchas veces a elementos de organizaciones fascistas y nazis.

La existencia de la Red Gladio y el tipo de actividades criminales que he citado está más que probada en un documental que les enlazo (partes 1, 2 y 3) de la prestigiosa televisión británica BBC.

Pero parece que la Operación Gladio o Red Gladio se ha convertido, como los Illuminati o el Club Bilderberg, en un comodín conspiranoico para explicar todo el conjunto de monstruosidades a las que la dinámica del poder capitalista nos conduce. Ya en su día se habló de que el atentado contra la revista Charlie Hebdo estaba organizado por la Red Gladio y lo mismo se ha dicho por parte de algunos en estos días del atentado del pasado día 13 en París estaríamos pues ante autoatentados.

La teoría conspiranoica de los autoatentados insiste mucho en que tanto en estos dos como en el de las Torres Gemelas del 11-S de 2001 en Nueva York se encontraron pasaportes. Las redes sociales han ardido estos días con el asunto de los pasaportes los atentados de París. Hasta chistes se hacían. ¿Se habrán preguntado en algún momento quienes tanto insisten en que quien va a atentar no se lleva encima la documentación en que puede ser precisamente al revés? ¿Saben acaso que para los yihadistas morir matando es la más sublime aspiración que pueden alcanzar en sus vidas? Y siendo así, ¿qué leches creen que les importa que se sepa su identidad y su origen? Es más, ¿no será una forma de afirmación de la autoría que confirme la declaración posterior por parte de algún portavoz de la organización terrorista? No sé, lo digo por si a algún involucionado intoxicado por las redes de agilipollamiento conspiranoico se le ocurre pensar en ello. Ah, que uno de los pasaportes del día 13 era falso...¡Coño, pero si eres un ciudadano-terrorista de la UE que viene de hacer el salvaje en Irak, lo mismo necesitas camuflarte un poco! ¿no?

Prosigamos porque la cosa tiene miga. Otra de las fuentes que los conspiranoicos o las lúcidas mentes que compran la teoría del autoatentado del 13-N es qué personalidades y de qué países lo sabían antes del atentado.

Parece que la idea del autoatentado se asentaba en que hubo avisos al respecto
  • El gobierno iraquí, que informó de inminentes atentados en Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña. Muy concreto él.
    Según Rusia Today "la información fue obtenida con anterioridad por fuentes de inteligencia iraquíes sobre los países donde se producirían los atentados, los cuales se ubicarían en Europa en general: precisamente se trataba de Francia, así como Estados Unidos e Irán"
  • Y lo mismo se ha dicho por parte de los conspiranoicos respecto a que Israel, Turquía, Rusia y otros países conocían del atentado antes de producirse. Todos menos Francia titulaban algunos. Sólo que en otros lugares se dice que también Francia un mes antes.
¿Se les ha ocurrido a estas doctas mentes que en el caso del terrorismo de ETA -no, no era lucha armada- también los gobiernos español y francés esperaban, en muchas ocasiones, la acción? Pero la clave está en saber qué personas serían en cada momento las ejecutoras, cuándo, a qué hora y en qué lugar exactamente? Este tipo de intoxicadores profesionales o gilipollas amaestrados por la conspiranoia suelen ser muy doctos en poner una cosa antes y la otra después (acción, reacción), como si eso presuponiese que había algún extraño masterplan previo que controlase toda la operación desde el “poder” -que ya nos aclararán qué incluyen dentro del mismo, además de los servicios de inteligencia- y como si el poder fuese tan omnímodo, previsor, controlador absoluto; un dios onmisciente que pudiera dirigir el mundo sin que nada escapase a sus designios ni a su conocimiento.
Las pantallas gigantes del Gran Hermano tienen esquinas, zonas muertas, lugares en sombra, momentos de desconexión, excesos de información muy superiores a lo que pueden llegar a procesar. Siempre escapa a su riguroso ojo observador mucho más de lo que el poder quisiera. Y cuanto más paranoico se vuelve, más posibilidades de que ello ocurra se dan, sencillamente porque en su propia locura deja escapar situaciones inimaginadas, enemigos que antes fueron aliados, hechos imprevisibles,…
No quiero perder demasiado tiempo en esta parte pero creo que es necesario responder a un momento álgido en el que la conspiranoia tomó forma en los espacios de comunicación informales. Me refiero al 11-S de 2001.
No voy a resumir las teorías del autoatentado USA ni las de la variante “permisiva” que se resumen en que el los servicios secretos de ese país sabían que se iba a producir el derribo de las Torres Gemelas y supuestamente dejaron que se ejecutara tal operación.
Me centraré en el asunto del derribo por parte de los aviones y en las dudas suscitadas por los defensores de la teoría de la conspiración de los servicios secretos y poderes adyacentes USA.
Por mi parte, no voy a dedicarme a explicar cómo se desmonta tal cúmulo de disparates. Simplemente voy a remitirles a explicaciones refutadoras de tales aberraciones desarrolladas por personas mucho más competentes que yo en la materia del hundimiento de las dos torres gemelas:
Dicho todo lo anterior. Tal y como yo veo y sé del mundo y las cosas, las conspiraciones existen como he señalado en un artículo anterior. El propio Marx hubo de retirarse durante un año de la actividad intelectual y creativa, que eran la dedicación de su propia vida, para limpiar su nombre de la difamación que sobre él echó cierto agente bonapartista (de Luis Napoleón). En ese período escribió "Herr Vogt" (“El señor Vogt”), un alegato en defensa de su honestidad a la altura del mejor Victor Hugo. Tras la caída del segundo Imperio francés (dos después de la muerte de “El Moro”, Marx) se supo hasta la cantidad que cobró el señor Karl Vogt por tratar de ensuciar el nombre del padre de la teoría de la praxis: 40.000 francos de entonces.

Sin embargo, existan o no, que existen, las realidades complotistas, lo cierto es que apegarse a ellas, propagarlas como explicación de lo que sucede en el mundo, centrar en demasía la importancia del análisis político sobre estas cuestiones, conduce a desenfocar la cuestión principal. ¿Recuerdan ustedes las citas que les puse de Marx y Engels y de Lenin? En mi opinión, esa cuestión principal está ahí: en la base material sobre la que se edifican las relaciones de producción, los intereses económicos, si ustedes prefieren llamarlo así, y en el poder militar y económico de algo que se ha llamado en los últimos 15 años globalización pero que los viejos rockeros del marxismo llamamos imperialismo más aldea global de Internet.

Fuera de los medios oficiales, aunque están entrando en ellos cada vez más, las teorías sobre la conspiración como método de control por parte de Estados, fuerzas oscuras, poderes económicos supranacionales o reptilianos a la conquista del planeta, tienen una difusión impresionante, hasta el punto en que conforman en gran medida la visión del mundo de millones de personas.

A modo de ejemplo, les dejo un enlace a un asunto, a mi entender, profundamente sucio, inmoral, tramposo y lleno de mentiras. Así vio la rana miserable de Jiménez Losantos el atentado del 13 de Noviembre en Francia, pero sin el valor de explicitar claramente las consecuencias políticas, sociales y militares de lo que cobardemente insinuaba.

Mi visión de todo esto es que, quienes juegan a este juego, vayan de lo que vayan políticamente, de reaccionarios o de supuestos pacifistas, de frikis o de pretendidos rojos, juegan en un campo ajeno y opuesto al de la lucha de clases, la importancia de lo económico en las decisiones políticas (petróleo y gas en Siria), la visión de las relaciones internacionales marcadas por el peso de los imperialismos y, por supuesto, la voluntad de los pueblos que sufren las consecuencias de la violencia terrorista. 

Posiblemente muchos no sean conscientes del mal que hacen descentrando las cuestiones principales y oscureciéndolas a través de pretendidas informaciones relevantes que alimentan el morbo de los ignorantes, desinformados y poco avizorados políticamente. Otros son simples tarados cuyas vidas son demasiado grises como para aceptar que la realidad es más plana de lo que admiten. Necesitan una dosis del tipo Expediente X “la verdad está ahí fuera”. Por último están los canallas intoxicadores que, en ocasiones, resultan absolutamente cutres al estilo del autopromocionado “investigador” señor Daniel Estulín, que pretendiendo hacernos creer en un vídeo que entrevistaba a un miembro del CNI (los servicios secretos españoles), acabó por hacerle la entrevista al actor Eloy Arenas (el paro en el mundo del espectáculo es muy duro). Como en los comentarios de youtube le pillaron acabó diciendo que era un ficticio.¡Y tan ficticio! Como que en una próxima colaboración podría entrevistar al hijo de Eloy Arenas, Eloy Azorín, como Anacleto agente secreto.

En conjunto todos ellos son unos beatos que sustituyen al dios omnímodo por un pretendido poder total del Estado capitalista y sus distintos o supraestatales poderes oscuros que todo lo pueden. De lo que se deduce que quienes no estamos por el terrorismo, pero sí por la acción de masas con todas sus consecuencias, tenemos el camino cerrado porque hay un ojo que todo lo ve. Y también dos huevos duros.

No se mueve la hoja de un árbol sin la voluntad de dios” (“El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”. Miguel de Cervantes)

La Santa Alianza planea sobre Siria
Hollande pidió a su ministro de Defensa, Jean Yves-Le Drian, que solicitase a sus socios de la Unión Europea la asistencia a Francia como país “atacado”; una petición prevista en el Tratado de la UE. Le Drian ha cursado el martes 17 de Noviembre la petición a los países europeos. Solicita una "participación militar ampliada" de los Estados miembros de la UE porque "Francia no podrá seguir sola en esos teatros de operaciones".
La respuesta fue positiva. Por vez primera en la historia, y según previsión del Tratado de Lisboa, los 28 decidieron unánimemente socorrer a Francia y activar la correspondiente cláusula de asistencia mutua del Tratado en caso de ataque a un Estado miembro.
Serguéi Lavrov, Ministro de Exteriores de Rusia: "Creo que la llamada del presidente [François] Hollande al presidente [Vladímir] Putin después de los terribles ataques terroristas en París, su propuesta para coordinar nuestros esfuerzos y la reacción del presidente [Putin], en la que expresaba su voluntad de trabajar como aliados, todo esto, demuestra que ahora los políticos sensatos dejan a un lado las cosas de menor importancia, y entienden la necesidad de centrarse en la prioridad principal: atajar las intenciones del EI de controlar un vasto territorio del mundo".

Desde mediados de Octubre USA y Rusia habían acordado coordinarse en el uso militar del espacio aéreo sirio, obviamente sin contar de forma activa en ese acuerdo con el gobierno sirio y sin que USA pidiese permiso a Siria para actuar militarmente en ese país, cosa que venía haciendo soterradamente desde hacía años al armar y proveer de fondos a los terroristas yihadistas, como luego ha hecho Francia a través de los aviones que despegan del portaaviones Charles Degaulle.

Mientras tanto el Tio Tom Obama, que ha sido pillado con el pie cambiado en el curso de los acontecimientos en Siria, insiste en que para acabar con el Estado Islámico hay que echar del gobierno a Al.Assad, justo el único presidente que ha resistido a la basura de las revoluciones árabes apoyadas por USA.

En este contexto tan indecente en el que todas las potencias imperialistas se lanzan sobre la nación siria, sin demasiado esfuerzo en consultar qué desea este país de ellas más allá de una ayuda que tendrá un coste evidente sobre su soberanía, cabe preguntarse:

  • ¿Es cierto que se está produciendo una negociación en Viena entre USA y Rusia para que el presidente Al Assad deje el gobierno por etapas? ¿Con el recurso a qué derecho internacional? ¿Y qué tiene eso que ver con la voluntad del pueblo sirio?
  • ¿Qué hace el criminal sionista israelí de Ehud Barak, ex primer ministro israelí entrevistándose con Putin para hablar del futuro de Siria? ¿Con qué derecho habla sobre este país Rusia con la chusma sionista que ha ayudado a los barbudos?
  • ¿Tienen en su proyecto la partición de la nación siria en varios “bantustanes”? ¿Qué potencias prevén su control y qué obtendrán esas potencias de los “nuevos gobiernos” emergentes?
En las negociaciones de Viena el gobierno sirio está siendo vendido a partes casi iguales por amigos y enemigos. Comprenderemos esto cuando sea tarde y vayamos descubriendo cómo se va desmontando este gobierno por etapas. El imperialismo yankee, ahora muy silencioso y discreto, ha aprendido que no puede repetir los errores de Irak, acabando con la estructura del Estado y con el ejercito de golpe. Pero en menos de dos años descubriremos a dónde quieren llegar los pasteleros que buscan repartirse el Estado sirio a cachitos de intereses económicos, grupos religiosos sectarios y títeres locales. Y eso tampoco evitará la involución de Siria hacia la locura porque el presidente Assad era la gran garantía que frenaba ese proceso y ya les sobra a todos, incluídos aquellos que ahora parecen defenderle.

Pero la clave no es Assad. Un hombre, por importante que sea no puede sobreponerse a los intereses de todo un colectivo. Lo decisivo es que Assad es la piedra angular de una visión laica, progresista y racional de entender la compleja comunidad siria. Y es eso lo que será sacrificado en beneficio de múltiples y contrapuestos intereses extranjeros. 


A esto venían los párrafos del Manifiesto Comunista sobre oprimidos y opresores, sobre burgueses y proletarios porque, lo mismo que se da en cada nación la explotación de clases, se da el expolio del centro a la periferia de un país que no eligió estar en guerra sino que le ha sido inoculada por potencias extranjeras para extraerle (robarle) sus riquezas nacionales, su soberanía y, lo que es más importante, el esfuerzo de unos dirigentes por hacer de una sociedad multiconfesional una sociedad de progreso.

Sea por etapas o de golpe, cuando el presidente Assad salga del gobierno, sucederá lo mismo que ocurrió con Sadam Husseim o con Gaddafi en sus países: un mar de sangre lo asolará mientras las potencias unidas hoy en Santa Alianza, mañana desunidas por el combate por la rapiña, se hacen con los recursos naturales de Siria. No eran santos, tenían un pasado -¿acaso no lo tienen todos esos líderes miserables del occidente capitalista, cuyas manos están llenas de muerte, que invocan su asquerosa “unidad de los demócratas”- pero lograron para sus sociedades niveles muy aceptables de desarrollo y bienestar y, no nos olvidemos, fueron elementos de contención de la chusma fundamentalista y criminal que hoy asola esos países y que devuelve la tarjeta de visita a una Europa que recibe los golpes de los asesinos que antes armó. Sus víctimas, que siempre son los seres indefensos, como en los países agredidos por el imperialismo y sus títeres, no tuvieron nada que ver con el crimen del poder.

¿No a la guerra? ¿A qué precio?
¿Quién ama la guerra que no sea un mal nacido?

Pero la paz no puede alcanzarse a cualquier precio. Basta de “ninismos” que siempre acaban cayendo del lado de un imperialismo que tras una paz ficticia traerá más guerra, dolor, destrucción y el fin de una nación.

¿Reeditar el NO A LA GUERRA de cuando Irak?

No estaría mal que así fuera porque entonces no se entró a valorar el gobierno de aquél país, cosa que sólo tenían derecho a hacer los iraquíes, sino que se rechazó, desde España, el que España participase en aquella salvajada contra un pueblo que nada nos había hecho, salvo tener la osadía de existir y de no doblegarse en exceso contra la mentira sobre la que se asentó su invasión.

Pero han pasado cosas. Algunos ya no somos tan inocentes. Hemos aprendido cómo el imperialismo USA provocaba Estados fallidos, si no era capaz de controlarlos del todo, aunque sin perder la oportunidad de sacar de ellos hasta la última gota de sus recursos naturales mientras hacía que otras gotas, rojas, se derramasen como ríos.

Siria está agotada de sufrir 5 años de agresión externa de los títeres criminales de satrapía de Arabia Saudí, del estado terrorista israelí, de la neodictadura turca, de los demócratas europeos y del trastabillante imperio del norte.

Pero Siria tiene derecho a una paz digna, en un Estado completo y soberano, con un gobierno elegido por su pueblo, capaz de integrar todas las confesiones, laico, progresista y que no sea conducido como res al matadero de una nueva medievalidad de los clérigos.

Conociendo ya como conozco la catadura moral y política de algunas de las figuras que promueven una reedición del NO A LA GUERRA, más en clave electoral interna que importándoles una higa el futuro del pueblo sirio, dispuestos a tragar con el pasteleo que establezca las potencias de la Santa Alianza que se han echado como buitres sobre una nación valiente, sé que esta vez lo que un día fue un grito decente puede ser ahora la bufonada de oportunistas.

Siria necesita un potente movimiento por la paz en cada nación agresora. Pero un movimiento por la paz que respete la dignidad de ese país que ha resistido durante muchos años al crimen y la locura.

Siria necesita un movimiento por la paz que defienda su soberanía, la de decidir libremente, sin pactos, ni pasteleos indecentes entre potencias extranjeras su destino.

Siria necesita un movimiento por la paz que defienda su integridad territorial y la propiedad nacional de sus riquezas naturales.

Siria necesita un movimiento por la paz que no nos venda el “ninismo” repulsivo de pseudointelectuales abajofirmantes que han proclamado, como hicieron cuando las primaveras árabes, luego convertidas en oscuras noches de invierno de fanatismos, que la OTAN y el imperialismo no han sido especialmente agresivos.

Si se defienden la dignidad, la soberanía, los recursos naturales, el derecho de Siria a decidir su futuro, su laicidad, sus conquistas sociales progresistas, estaré con ese NO A LA GUERRA.

Si tipejos como Santiago Alba Rico o militares canallas como Julio Rodríguez, que fue máximo responsable de las intervenciones de España en Libia y en Afganistán, tienen que ver con ese NO A LA GUERRA, yo estaré en guerra frontal contra esos deshechos humanos.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Puede que también le interese: "París,13 deNoviembre: ¿Solidaridadsinanálisispolítico?"

15 de noviembre de 2015

ATENTADO CRIMINAL DE PARÍS E IDIOTIZACIÓN DE CIERTA "IZQUIERDA"

Por Marat

Esa idiotización, junto con las prácticas de renuncia permanente de sus aparatos, es la que me hace sentirme más y más alejado cada día de ese mundo que se reivindica tal. 

Tranquilos, no me he hecho de Podemos ni de Ciudadanos. Quienes me conocen saben de qué pie cojeo. Estoy absolutamente convencido de que la derecha existe y opera -¡vaya si opera!-, lo que no creo es que exista ya la izquierda, salvo la sistémica, que sólo en campaña alude a algún término de sus raíces, entreverada de todo un neolenguaje que no proviene de su cosecha sino de la del liberalismo más o menos declarado: ciudadanos (de tanto llamarles, les hicieron partido), bien común, pobres y ricos (escondiendo el origen de la riqueza y de la pobreza en la explotación y en la propiedad privada de los medios de producción), etc., etc.

Sencillamente, como comunista, creo que ese magma en descomposición que se autodenomina izquierda cada vez tiene menos que ver conmigo. Creo firmemente que los mundos de lo que aún se llama la izquierda y los de los comunistas, que buscamos la reconstrucción del discurso emancipador en toda su necesaria radicalidad. se van separando irremediable y necesariamente.

Si algo ha caracterizado al pensamiento marxista ha sido el intento de explicar mediante el método y el análisis la realidad para transformarla. Cuando no ha sido así, cuando el discurso y el análisis se han “despistado” por ciertos derroteros, se ha caído en la estupidez, en la reducción al absurdo, o directamente en el disparate más ridículo.

Y hablo de pensamiento marxista porque a la altura casi del 2016 y de una crisis capitalista que, lejos de superarse, vuelve sobre sí misma con renovados bríos -esperemos nuevas vueltas de tuerca en Europa; muy pronto-, no veo que pueda existir otra posición crítica de raíz contra el capital que la que contemple acabar con este sistema de dominación, explotación y locura para construir una sociedad socialista. Y eso, quiéranlo o no, pasa por el marxismo.

Desafortunadamente, dos fenómenos históricos -la ausencia de extraordinarios pensadores marxistas, tras Marx, Engels, Rosa Luxemburgo y Lenin y el alejamiento del horizonte de la ola revolucionaria tras la revolución sandinista, que coincidiría con la contrarrevolución ultraliberal mundial- traerían por mucho tiempo un largo período de sequía intelectual y de acción en el campo marxista, golpeado duramente después por el fin del experimento soviético.

A partir de ahí, toda una involución política habría de sucederse en lo que se ha llamado “la izquierda”. La socialdemocracia se hizo social-liberal, los comunistas se convirtieron en socialdemócratas (perdón, eurocomunistas), renunciando en Europa a ser tales y hablando de sí mismos como “la izquierda” (PIE, Die Linke, IU y demás congéneres). Para ellos, el Estado dejó de tener una naturaleza de clase y pasaron a contemplarlo como un aparato neutral, la lucha de clases se quedó en sindicalismo de concertación, mesa y mantel con la patronal y buena parte de los trotskistas se apuntaron al cumbayá antiglobalización y comeflores.

No quiero juzgar estos hechos desde términos simplistas como traición o engaño. No niego que estos existan pero es una simpleza de mentes perezosas explicar la historia sólo en base a estos argumentos. Lo que sucedió es que faltó nervio en el pensamiento, que se fue refugiando cada vez más en la academia, y en pensadores de menguante talla en cada generación, sobraron kilos de grasa y aburguesamiento en las “aristocracias obreras”, se desconectó teoría de una praxis enormemente difícil y el capitalismo ganó la batalla ideológica a través de un modelo de “libertad e igualdad” referenciados en el acceso al consumo de masas de las clases trabajadoras.

Ahí es cuando la izquierda definitivamente se jodió. Para cuando quiso reaccionar a la llegada de una crisis capitalista, incapaz de distinguir el culo de las témporas, acabo por meterse en toda una serie de fregados ajenos a su pensamiento: que si el crudivorismo, que si el animalismo, que si el “especismo” y otros tontismos que les compró a los neopijos de clase media, que la transversalidad y el inclusivismo con esa pequeña y mediana burguesías que también explotan a la clase trabajadora, a la que incluyeron en su rollo del 99% atacado por un único 1% de capitalistas (el INE da bastantes más pero ellos les llamarían “compis”), que si “no es una crisis, es una estafa”, con la que deducimos que si no hubiera habido estafa en una crisis que SI existe, el capitalismo sería guay para esta gente, que sí...tanta basura ideológica.

En el fondo no es otra cosa que la caída de esas izquierdas en los reaccionarios brazos de la postmodernidad. Dentro del pensamiento postmoderno, la creación permanente de teorías conspirativas para explicar la realidad de las grandes cuestiones económicas, sociales, políticas es un rasgo distintivo.

En esto sí que la cosa es transversal, el conspiracionismo es una visión de los fenómenos que afectan a lo colectivo al que son muy aficionados tanto un sector de las “izquierdas” moñas, new age y amantes del sándalo -básicamente las que se identificaban con el 15Mayismo del “No es una crisis, es una estafa”-, como las aparentemente más hard.

Entre los primeros tenemos a los que buscan símbolos de los Illuminati en los billetes de dólar, los obsesionados con las oscuras y secretas -¡¡¡¡uuuuuuuuuuhhhh!!!- reuniones del Club Bilderberg, tan del gusto de Iker Jiménez, el calvito exaltado Enrique de Vicente y el chiflado profeta de los chemtrails, Rafapal. Como si no existieran ya los G-20, los G-8, las Cumbres de Davos y 100 reuniones capitalistas mundiales más, bastante públicas y publicadas y como si el capitalismo temiera la reacción de la población mundial ante cualquiera de los designios a los que pueda condenar a la humanidad, cuando es sabido que ésta se traga una trirreme romana con los galeotes en pie y los remos, con su paletada de mierda en ellos, en punta.

A estas alturas, con la indiferencia, el individualismo, el egoísmo y el narcisismo de cada sujeto, unidos al aborregamiento colectivo, producto de la sobreexposición informativa/performativa tanto de los medios de embrutecimiento colectivo como de los de cada chalado que cree tener algo que decir, apenas son necesarias las conspiraciones. No digo que no las haya, las he denunciado cuando he creído que así era pero no son ni tantas ni tan delirantes. Hoy basta con desinformar o mentir al estilo del borracho y anormal hijo de George Bush senior: “De acuerdo con las resoluciones 678 y 687, ambas aún vigentes, Estados Unidos y nuestros aliados estamos autorizados parar utilizar la fuerza y despojar a Irak de armas de destrucción masiva”.

Distingamos entre una conspiración y una mentira porque, si no lo hacemos, hasta lo del “Luis sé fuerte” acabará por parecernos una conspiración contra Marianico.

Tenemos también a otros más hard en su crítica al imperialismo desde la conspiranoia, lo que consigue el efecto de desactivar aquella cuando más necesario es su ejercicio contra esta forma criminal de dominación sobre los pueblos y sus clases populares.

Aún colean afirmaciones de que el 11-S fue un autoatentado (ni el mago David Coperfield habría logrado un efecto de desaparición tan descomunal), que si las torres cayeron así o asao, que si los aviones, que si...Tras la anterior, vino la insinuación, afirmación en muchos casos, de que lo de Charlie Hebdo también lo fue, ahora algunos insinúan y afirman que el atentado del pasado viernes 13 en París también lo era. Y todo porque unen una acción a una reacción y porque ha aparecido el pasaporte de uno de los terroristas. Pero de las 3 que acabo de citar sólo hubo reacción directa tras el atentado de las Torres Gemelas, con la invasión de Afganistán, porque después del atentado de Charlie Hebdo no hubo reacción directa ni inmediata sino que los países imperialistas (USA, la propia Francia, sus títeres de Arabia Saudí, Israel y Turquía) han seguido entrenando y alimentando a la bestia islamofascista, sí islamofascista, con todas sus letras, de Al Nusra y del Daesh (ISIS). Incluso los supuestos bombardeos de países de la OTAN, con USA al frente, contra los terroristas han sido de rechifla. Lo han reconocido hasta muchos de sus voceros mediáticos, aunque disfrazándolo en un cuestionamiento de su eficacia. Ha sido tan evidente que no han hecho nada que la simple intervención de Rusia sólo por aire ha cambiado el curso de la guerra en Siria.

Y está por ver que puedan plantearse dividir el país o derribar al legítimo gobierno sirio, con una intervención que pudiera venir “justificada” por ese supuesto autoatentado en Francia cuando dicho gobierno cuenta con el apoyo de Rusia y de Irán. En esa situación Estados Unidos y la OTAN podrían enfrentarse a una III G.M. cuyas consecuencias serían ser terribles también para sus propios Estados. ¿O nos hemos olvidado ya de las armas nucleares? ¿Alguien cree de verdad, sensatamente, que en la locura de enfrentamiento entre Rusia y USA, sus presidentes serían capaces de renunciar al armamento nuclear? ¿Son ustedes conscientes de lo que significaría una escalada de tal calibre en la que Rusia contaría con el apoyo de China? ¿De verdad creen que por muy criminal que sea el imperialismo USA es tan estúpido de correr el riesgo de ser destruido? Francia, Estados Unidos y muy probablemente la OTAN incrementarán su intervención en Siria pero sin colisionar militarmente con Rusia, sino muy probablemente teniendo que coordinarse, por mucho que no quieran, con ésta. De hecho, el atentado de Daesh refuerza la posición rusa en ayuda del gobierno sirio porque evidencia que es el único que hasta ahora les ha combatido y demuestra a gran parte de las opiniones públicas del mundo que USA y la OTAN no han hecho nada para combatirles, aunque la mayoría ignore que les han armado y financiado.

En cualquier caso, esto no debe hacernos olvidar una cuestión que desde cierta posición de “izquierda” conspiracionista se ignora. Hoy Rusia juegue un papel de progreso, y hay que decirlo con claridad y sin rodeo alguno, en apoyo del pueblo sirio y de su gobierno contra el terrorismo criminal. Pero lo que se dirime en el tablero de Oriente Medio son también las contradicciones interimperialistas porque no hay sólo un imperialismo (el de USA y sus adláteres de la OTAN) sino también el de Rusia (un país capitalista dirigido por una oligarquía económica), que busca proteger sus fronteras orientales del islamismo más fanático, incrementar su influencia en esa zona de Asia y asegurar su salida al Mar Negro a través del puerto de Tartus. Les recomiendo a quienes mis afirmaciones les hayan escandalizado que lean la posición del Partido Comunista de Grecia (KKE) al respecto.

¿Saben ustedes lo que significa su afirmación de que todo es conspiración del imperialismo? Una postura absolutamente reaccionaria porque supone afirmar que el capitalismo lo controla todo, que no puede ser golpeado más que por sí mismo y desde dentro. Es reificar (tómese la expresión en términos marxistas) el poder del Estado capitalista hasta límites insospechados. Desde luego repudio el terrorismo como instrumento de acción que golpea sobre inocentes, a menos que neguemos tal condición a los parisinos porque muchos hipócritas se la niegan al sufrido pueblo sirio, pero de eso a pretender que el capitalismo y el imperialismo han cerrado todas las salidas es un absurdo, y un acto de enamoramiento tácito de su fuerza.

Lo que ha ocurrido simplemente, y con todo el respeto y afecto hacia las víctimas, es que los monstruos del Daesh conocían bien el país sobre el que atentaban, porque “Marsellesas” saliendo del campo de fútbol aparte, saben que los franceses son un pueblo que sostiene con dificultad su heroísmo, como demostró su lamentable papel durante la ocupación nazi en la II G.M. Han golpeado a los más débiles en su psicología colectiva como pueblo, de entre aquellos que alardeaban de bombardearlos (mucho daño no les habían hecho hasta el momento), sabiendo que serían mucho más impresionables que los británicos, por nombrar otro país europeo. Y de paso, han demostrado que aún mantienen una alta capacidad de atentar con una precisión propia de profesionales.

No quiero cerrar este texto sin referirme a la segunda cuestión de lo que entiendo como idiotización de la “izquierda” en el contexto de los gravísimos atentados de París.

El discurso del “cuidado con la islamofobia” y de negar que la religión tenga un peso concreto, desde luego no el principal, en mi opinión, en los conflictos del terrorismo yihadista es tan estúpido como afirmar que el yihadismo y lo que los sectores más radicalizados del mismo entienden por yihad no tiene sus raíces en la religión islámica o que son falsos islamistas o yihadistas.

No, no señores, no se trata de islamofobia sino de reconocer el componente identitario y cultural que para muchos jóvenes de países europeos, hijos de inmigrantes que viven en barrios marginales, desarraigados, sin salidas profesionales de futuro, con choques culturales entre la comunidad de origen de sus padres y la de su nacimiento, representan determinadas corrientes del islam que dan salida a su rabia y a su frustración, que les fanatizan y que les llevan a situar al otro, al que no pertenece a su identidad, como alguien que merece morir. ¿Acaso no se parece ese odio al otro a lo que en su día practicaron los cristianos en las cruzadas, acaso no es lo que practica el sionismo y sus ramas más radicales con los jóvenes palestinos? ¿Acaso USA no tiene en sus monedas, en sus billetes y hasta en su himno nacional la expresión “in god we trust” (en dios confiamos)? ¿Acaso los ejércitos no tienen a sus clérigos que bendicen a sus soldados para que maten mejor? ¿Acaso la iglesia católica española no se puso de lado de los sublevados contra un gobierno legítimo? ¿Acaso Pio XI no bendijo los cañones italianos que partían para la guerra de Abisinia, tras considerar a Mussolini como “un hombre de la Providencia”? ¿Es que lo que vale para condenar unos fundamentalismos no ha de valer para otros? ¿Hay un “opio del pueblo” mejor que otro? Aclárenmelo, señores de cierta “izquierda” porque yo de ese no quiero tomar, ni del de la Biblia, ni del de la Torá, ni del de El Corán.

Hoy el mundo sufre una involución fanática, anticientífica, iluminista en palabras de Adorno, se medievaliza rápidamente en lo moral mientras en lo científico se deshumaniza a marchas forzadas. Volvemos al pensamiento mágico, a la superstición religiosa, a la intolerancia con el que no comulga con las estupideces criminales de los clérigos, me da igual de la religión que sean.

Sí, se que me dirán que hay versiones del islamismo tolerantes pero ninguna religión que afirme que hay un dios por encima del ser humano me parece otra cosa que barbarie, la misma barbarie que enseña en las escuelas o en las sinagogas o en las madrasas que el hombre viene del barro, que sostiene teorías creacionistas o la más moderna del diseño inteligente. Y no, no soy un anticlerical, aunque a alguno se lo parezca. Me limito a ser un ateo que exige que la religión no salga de las iglesias, deje de invadir aspectos de la vida colectiva y que el Estado sea laico, no meramente aconfesional.

En definitiva, que el atentado ha sido realizado por aquellos que han sido armados por los países imperialistas de la OTAN, por la satrapía criminal de Arabia Saudí y, a partes similares, por los Estados semiteocráticos de Israel y de Turquía. Pero los jóvenes fanatizados del Daesh y de Al Nusra martirizan y aceptan el martirio en nombre de su dios, más o menos como vienen haciendo o hicieron los que tienen otros idolillos inventados.

Señores de la “izquierda”, émulos de Roger Garaudy, el intelectual marxista que primero se convirtió al catolicismo y luego se hizo islamista, dejen de hacer el canelo, abandonen su pereza intelectual y pregúntense qué hacer para que las ideas laicas, de progreso, de avance social y de revolución emancipadora del ser humano no continúen retrocediendo y los hombres, mujeres y jóvenes encuentren una esperanza humanista, sin dioses ni ridículos fetiches que les alienan y esclavizan. Para empezar, dejen de involucionar ustedes mismos hacia la defensa de la reacción bajo la disculpa de no satanizar al islam porque mundo árabe no tiene porque ser lo mismo que musulmán. De hecho, en otras épocas no lo ha sido. Vuelvan a sus principios laicos y dejen de decir tonterías. No sea que acaben por comportarse como los imperialistas que combatieron a los gobiernos laicos y progresistas del mundo árabe como parte de su lucha contra el comunismo. Por paradoja también se hace el imbécil.

¿O es que a algunos se les ha olvidado ya la relación entre la base material (infraestructura) sobre la que se edifican las sociedades y las ideologías (superestructura) que las justifican?

Creo que muchos necesitan un curso acelerado de marxismo porque, lo que hasta ahora conocen de él, no es ni siquiera el de Groucho sino el más desbocado de Harpo.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Puede que también le interese:

"Basta de mentiras y pasteleos contra los derechos del pueblo sirio": http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2015/11/basta-de-mentiras-y-pasteleos-contra.html

5 de agosto de 2014

1914-1945, DESTELLOS DEL PASADO EN EL FUTURO

Por Marat

“Al sueño americano,
se le han ido las manos
y ya no tiene nada que ofrecer,
sólo esperar y ver si cede
la gran bola de nieve
que se levanta por doquier.”
(“Hay que vivir”. Joan Baptista Humet)

Parece existir un amplio consenso entre los historiadores de las dos Guerras Mundiales en considerar a la II como una continuación de la I, hasta el punto de que con frecuencia se alude a la última como Guerra de Continuación. Se evidencia esta realidad tanto desde los aspectos y causas comunes de las dos como desde las derivadas de la I guerra en la II: 
  • En ambas guerras intereses de tipo económico, financiero y de dominación mundial tienen un peso decisivo en la participación de determinadas potencias: Inglaterra, USA, que siempre interviene cuando el enfrentamiento bélico ha debilitado a los contendientes (con el objetivo de avanzar hacia una posición imperial mundial, en medio de una Europa y un mundo con otras potencias debilitadas en su peso relativo), Alemania, Francia, Rusia/URSS.
  • El factor de lucha por el reparto territorial de áreas de influencia está muy presente. Si en la de 1914 el débil papel alemán en el reparto colonial de África tiene su importancia, en la que se inicia en 1939 la “necesidad” de expansión de Alemania en Europa es una motivación evidente como desencadenante de la misma. Es lo que subyace en los principios del “anschluss” alemán (Austria, Sudetes checoslovacos, parte de Polonia,...).  
  • La búsqueda de materias primas y fuentes de energía que permitiesen mantener en funcionamiento y desarrollar los nuevos sectores productivos y estratégicos del capitalismo (industria química, automoción, bélica, naval,...)
  • La existencia de una oligarquía financiera y de grandes monopolios que confluirán en una alianza entre capital financiero e industrial.
  • El sentimiento de orgullo herido que supuso el tratado de Versalles tras la derrota de Alemania en la I G.M. para muchos ciudadanos de aquel país explicaría, en parte, el ascenso del nazismo y la entrada de este país en una nueva conflagración mundial con el objetivo de tomarse la revancha por las humillaciones sufridas a manos de otras potencias europeas. 
  • La guerra como fenómeno que se mueve alrededor de las crisis capitalistas. En 1913 se inicia la crisis derivada del abandono del patrón oro (USA concentrará a partir de entonces un creciente monto de la reserva mundial de oro) que durará oficialmente hasta 1936. En realidad la II G.M. no será sino una estrategia de salida mundial de la crisis mediante un intervencionismo económico de guerra, que en lo civil había fracasado como solución a dicha crisis de onda larga. La más conocida del 29 es un hito álgido del largo período de depresión económica. 
  • Una visión cínica y dura de las Relaciones Internacionales (RR.II) basada casi exclusivamente en la geopolítica, la geoestrategia y en el viejo principio del escritor romano Vegecio “Si vis pacem, para bellum”
  • El militarismo creciente de los principales países posteriormente contendientes, que representa un rearme brutal tanto en inversión para la defensa, como en ingenios bélicos y, por supuesto, en dimensiones de los ejércitos, es una constante en ambas conflagraciones. 
  • El fracaso de la Sociedad de Naciones, nacida tras la I G.M., y de la diplomacia para resolver los conflictos de intereses entre las grandes potencias, lo que reforzaría una política de alianza de bloques, precursora del clima previo a ambas guerras. Frente a la carrera armamentista previa a la II G.M. la Sociedad de Naciones se mostraría especialmente ineficaz
  • El elemento étnico, muy visible en los Balcanes en la guerra del 14, lo estará también en la que se inicia en el 39. 

Desempolvando los viejos tambores de guerra:
Seguramente existan muchos otros factores comunes, causas y consecuencias que arrastran la transición desde la I conflagración mundial hasta la II pero creo que las expuestas son lo bastante poderosas para explicar dicha continuidad.

Posiblemente más de un lector, al repasar los puntos anteriores, haya sentido la inquietante desazón de comprobar que muchos de ellos vuelven a aparecer, tras la espesa bruma de la Historia, en la perspectiva presente.

Hoy, el declinante imperio mundial USA, trae la tensión a Europa a través de las distintas fases de la “revolución naranja” ucraniana, que en otros lugares del mundo han sido sus “revoluciones de colores” -especialmente en el mundo árabe/ musulmán- y que en dicho país han traído como últimas consecuencias un Maidan nazi y el genocidio contra los antifascistas del Donbass. Su objetivo no es otro que el del chantaje de la violencia, la amenaza y la guerra, potenciando el incremento de la tensión en las relaciones internacionales (RR.II.), el realineamiento de sus satélites en una nueva política de bloques que ha resucitado la guerra fría que ocupó desde 1947 hasta la disolución de la Unión Soviética en 1991.   

El fracaso de la política imperial USA en Afganistán, Irak, Libia -tres Estados fallidos por la guerra-, en su agresión a Siria, armando a grupos terroristas yihadistas, derrotados una y otra vez por el ejército de este país, se ha visto acompañado de una pérdida del peso económico relativo de la que está dejando de ser primera potencia mundial ante el empuje de China y del resto de los BRICS, que cooperan hacia la desdolarización de las relaciones económicas mundiales, lo que impedirá a USA continuar exportando su inflación, la mayor del mundo, en medio de la más grande crisis económica en la historia del capitalismo. 

La política de presión y amenazas contra Cuba, Venezuela, Bolivia y en menor medida Ecuador, el chantaje financiero contra Argentina están fracasando y previsiblemente lo seguirán haciendo, a pesar de la virulencia con la que se practican -incluso mediante atentados de falsa bandera, “guerras de baja intensidad”, "guerras de cuarta generación" o revueltas bien programadas de las franquicias “indignadas” de las clases medias argentinas, brasileñas o venezolanas- porque los gobiernos de dichos países han establecido con sus clases populares sólidas alianzas basadas en políticas sociales y resistentes a la hegemonía imperialista, que en algunos casos han abierto procesos de avance hacia el socialismo. 

Ante el evidente fracaso del imperialismo USA en Oriente Medio y en América Latina, la cuál ha dejado de ser su patio trasero, el gendarme se vuelve hacia una Europa dócil, siempre dispuesta a recibir las patadas del amigo americano a Rusia en su propio culo. 

El papel de los gobiernos europeos y de la gran mayoría de los medios de desinformación de los países de la UE en la crisis ucraniana desatada desde el Maidan nazí ha sido tan complaciente con los intereses USA que las sucesivas provocaciones contra Rusia, que se han plasmado no sólo en el atentado de falsa bandera contra el avión de pasajeros MH17 de Malaysia Arlines del que se intenta culpar alternativamente a los antifascistas del Donbass como al gobierno ruso, sino también tras las sanciones económicas a Rusia resultantes de la adhesión por referéndum de Crimea a este país o del tímido apoyo de ésta a los antifascistas del Este de Ucrania.

Pues bien, los principales expertos económicos europeos y grandes dirigentes empresariales ya reconocen abiertamente que las sanciones a Rusia tendrán un efecto rebote sobre la economía de los países miembros de la UE, y específicamente de Alemania, hasta el punto de que reducirán a la mitad el crecimiento esperado, con anterioridad a dichas sanciones, de la zona euro para 2015. Y es que el entrelazamiento financiero y empresarial de las economías de estos países con la rusa en un marco mundial globalizado trae este tipo de consecuencias que pueden dar incluso al traste con la prevista pero muy débil recuperación europea.  

Para USA este riesgo, lejos de ser un freno al sacrificio de los intereses europeos por parte USA, actuará como acicate, ya que ello puede, mediante una combinación de propaganda belicista y antirusa de la guerra fría que vuelve, presiones sobre las cancillerías europeas, militarismo OTAN y claudicante subordinación de los países de la UE a los intereses del imperialismo, exacerbar las tensiones UE-Rusia y acabar con las veleidades alemanas de buscar en dicho país un socio económico que permita al gobierno Merkel un acercamiento al gran mercado postsoviético. 

Actualmente la OTAN trata de cercar a Rusia, una vez satanizada la figura de su Presidente como causante de todos los males de Occidente. En Polonia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Estonia, Ucrania, Azerbaiyán, Tayikistán, Armenia y Georgia se realizan operaciones, entrenamientos y maniobras de la OTAN, con el fin de amenazar a Rusia y mostrarle el poder de aislamiento de la organización armada al servicio del Imperio. 

En paralelo la OTAN chantajea a China, un país que a pesar de su gran crecimiento económico, no exento de riesgos de burbujas, apenas ha incrementado su gasto militar en los últimos años, a través de la operación Rimpac 2014, la mayor maniobra militar del mundo, con más de 50 buques de guerra, unos 200 aviones y 25.000 soldados de 22 países. Este objetivo, que no es el otro que el de disuadir a China de su colaboración militar y económica recientemente establecida con Rusia, complementa a las tensiones militaristas que USA anima en la disputa de Japón -su gran aliado en el Pacífico- con China sobre los islotes Senkaku-Diaoyu. 

Provocación tras provocación, el imperialismo USA busca, por un lado, lograr que el Kremlin dé un  traspiés en su política internacional al sentirse acorralado. Hasta ahora la diplomacia y los estrategas  moscovitas han demostrado ser infinitamente más sensatos y mesurados que los expertos y asesores de la Casa Blanca y el Pentágono que recuerdan al demente y desproporcionado doctor Strangelove de la magnífica película de Stanley Kubrick “¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú”. Del mismo modo, el Ministro de Exteriores ruso Serguéi Lavrov es claramente más conciliador que su homólogo norteamericano John Kerry o que su predecesora Hilary Clinton. 

El efecto de una presión constante y creciente del Imperialismo norteamericano sobre Rusia es el de exacerbar sus tendencias nacionalistas, ya muy marcadas en el Kremlin, pero que están reforzando a los sectores de extrema derecha de la sociedad rusa, como los representados por Alexander Duguin y Eduard Limonov, lo que abre vías a un posible descontrol futuro de la situación interna, algo por el momento evitado, dado el auge de popularidad de Putin, y, consecuentemente, de una tensión internacional que si hasta ahora no se ha incrementado más es precisamente por la templanza rusa.

Asistimos a una reedición de la Nueva Jerusalén, como forma física de una visión espiritual de la Ciudad de Dios, representada en la figura de pueblo elegido o, en su versión laica, en la vieja doctrina del Destino Manifiesto, que ahora no puede aplastar a los pueblos de América Latina sino que trata de sojuzgar a un mundo (Europa, Rusia, Sudeste Asiático, Oriente Medio) que rechaza y se muestra cada vez más insumiso a la unipolaridad impuesta por el gendarme norteamericano.

El riesgo de esta escalada belicista es no sólo la patologización de las RR.II sino también la creciente fascistización de la política interior y exterior USA, u riesgo para el resto de las potencias mundiales, que se ven sometidas al albur de la paranoia de una Casa Blanca y un Pentágono que perciben el mundo con la aguda desconfianza de quien sólo ve enemigos a su alrededor -incapaz de aceptar el nuevo mundo que está naciendo en el que Norteamérica ya no será más la primera potencia mundial y tendrá que compartir con otras potencias emergentes el protagonismo internacional-, la posibilidad de establecer estrategias diplomáticas sólidas, racionales, previsibles y duraderas.

Hoy ya no es necesario que la paz mundial sea amenazada por el ascenso a los gobiernos de psicópatas tipo Hitler, Hirohito o Mussolini. La institucionalización de esa psicopatología como vía de acción política internacional a través de la amenaza de la guerra, empleada para intentar revertir la decadencia de un Imperio es, en sí, cien veces más peligrosa que la figura de un político loco y genocida, por mucho que no falten personajes así entre los asesores y políticos norteamericanos o entre la extrema derecha del Tea Party, todos ellos alimentados por el complejo militar-industrial norteamericano. Ahora es el sistema político USA el que se ha instalado en la locura, sin necesidad de que la acción carismática de ningún dirigente lo transforme con posterioridad. La demencia es sistémica en origen. 

Los herederos de los teóricos del realismo político en las RR.II. (Morgenthau, Carr, Kennan,...), para los que los Estados son las entidades supremas y actores cuasi únicos de las mismas, son hoy los halcones de Washington que conciben un mundo en el que el respeto a los derechos humanos, a la soberanía de los pueblos, a la cooperación internacional entre las naciones y a la opinión pública internacional son obstáculos que han de ser abatidos para desplegar, sin oposición alguna, su voluntad de poder; algo muy parecido a la concepción de prusiana y nacionalsocialista del oponente como enemigo. 

Por otro lado, la guerra aparece hoy como la gran tentación capitalista para unas élites políticas y económicas que saben que la actual crisis del sistema económico mundial puede encontrar alguna onda corta de recuperación pero que, a largo plazo, es irresoluble porque no es sólo financiera, económica y de sobreproducción sino también alimentaria, energética, ecológica y de civilización y por tanto irresoluble dentro del marco capitalista. 

Es algo que el imperialismo comprende muy bien. Algunos teóricos sobre el origen de los Estados, vinculan la formación de estos al control de los recursos hídricos, del agua. Seguramente la última guerra de la humanidad pudiera ser por el control de los últimos humedales, si no lo impedimos. De momento, las agresiones USA a Irak, porque ha habido varias, han tenido las mismas motivaciones que la destrucción de Libia, el petroleo, y las provocaciones a Rusia a través de Kiev tienen  que ver con el interés por hacerse con parte del gas ruso que atraviesa Ucrania o de las formidables reservas del gas del lignito, de metano, de petróleo o de uranio que se encuentran en su subsuelo.

Como tras el inicio de la crisis del 29, con un New Deal que fracasó, la guerra mundial aparece hoy en el horizonte como una tentación deseable para unos poderes sistémicos que no piensan sino en su propia supervivencia, aunque ello pueda suponer el riesgo de la devastación total y de la desaparición de la especie humana, dentro de un tablero de ajedrez en el que las piezas principales son ojivas nucleares y misiles de largo alcance. La destrucción del excedente mediante el negocio de la carrera armamentista y de la conflagración bélica de grandes dimensiones primero, y de la reconstrucción después, es la visión enloquecida de quienes ven en la guerra su oportunidad para la supervivencia de un sistema que está revelando toda la perversión que lleva en sus entrañas. 

Como si del gran potlatch pirómano de los kwakiult se tratara, la orgía destructora sería el gran festín ceremonial del derroche y el impulso irracional de la manifestación de poder.   

Necesidad de un poderoso movimiento mundial por la paz:
“Ara que som junts
diré el que tu i jo sabem
i que sovint oblidem:
Hem vist la por
ser llei per a tots.
Hem vist la sang
—que sols fa sang—
ser llei del món.”
(“Digem no”. Raimon)

100 años después del inicio de la I Guerra Mundial y 75 del comienzo de la II, éste es el retrato de la nueva amenaza que se yergue sobre los seres humanos y las naciones. 

Seguramente serán muchos quienes consideren mis palabras exageradas y el cuadro que les he pintado un tanto fantasioso. Así debió parecerles en el inicio de aquel verano de 1914 a muchos más pero apenas un mes más tarde los campos de Europa se llenaban de muertos. Seguramente también en el verano de 1939 fuesen muchos los que desestimasen como muy improbable una nueva conflagración pero el 1 de Septiembre de ese mismo año las tropas de la Wehrmacht entraban en Polonia y Francia e Inglaterra, como consecuencia de ello, declaraban la guerra al Tercer Reich. 

Las sociedades humanas a menudo actúan demasiado tarde frente a los desafíos que se les vienen encima, rara vez muestran su capacidad de anticipación y, cuando responden, muchas veces es ya demasiado tarde para evitar las consecuencias de esa imprevisibilidad. 

Una de las razones de ello es la desinformación tan hábilmente practicada por los medios de adocenamiento y desinformación actuales. Otra es la más diversa oferta de opio narcotizante en forma de entretenimiento.

No podemos olvidar tampoco la mal entendida forma de autoprotegerse el ser humano de aquello que le produce miedo, pesar o dolor y que no es otra cosa que la de mirar para otro lado o hacer como el avestruz que entierra su cabeza en un hoyo.

Sea como sea, y sin ánimo de pontificar o adoctrinar, creo imprescindible y urgente ponerse manos a la obra para levantar un poderoso movimiento por la paz a nivel mundial; un poderoso movimiento por la paz capaz de desenmascarar las políticas guerreras a las que el imperialismo pretende conducir a la humanidad para salvar su poder mundial y al sistema económico de muerte, explotación y depredación al que lleva siglos condenándonos; un movimiento por la paz que informe, denuncie, organice y movilice a la inmensa mayoría de la sociedad humana del horror bélico al que los tambores de guerra capitalistas pretenden arrastrarnos. 

Quizá sólo dos agresiones armadas del imperialismo -la de Vietnam y la de Irak- en los últimos 40 años hayan generado tanta solidaridad antibelicista internacional pero ellas fueron en mucho mayor medida una reacción “ex post” frente a una iniciativa militarista que ya había tomado sus decisiones por anticipado. Ni siquiera el genocidio sionista de Israel contra el pueblo palestino, perpetrado estos días en Gaza por el gran amigo del inquilino de la Casa Blanca, moviliza hoy las conciencias en un movimiento tan activo e insurgente como lo hicieron aquellas luchas contra la guerra.      

En 1914 el movimiento obrero socialista fue derrotado bien por ponerse del lado de los señores de la guerra desde el primer momento, bien por oponerse inicialmente a ellos para acabar claudicando después. 

Hace demasiado tiempo que los exaltadores de la irracionalidad de la muerte y las patrias armadas hasta los dientes llevan la iniciativa y lo hacen quizá porque quienes amamos la paz entre los pueblos no hemos sido capaces de construir una cultura de la misma; una cultura y unos valores de la paz capaces de imponerse a la pulsión destructora de Thánatos, con la inteligencia suficiente para no ir a la zaga de los acontecimientos que los halcones marcan en cada una de sus arremetidas sino de condicionar decisivamente las relaciones entre los países y los Estados. 

Pero ello no significa caer en la ingenuidad del aséptico “ni-nismo” político o de un gandhismo reaccionario en el fondo porque ambos pretenden hacernos ignorar que a las guerras las alimentan, junto a la demagogia patriotera de los mercaderes de la muerte y de los gobernantes criminales, la injusticia, la desigualdad, la opresión, la pobreza o el temor a ella y, en consecuencia, un capitalismo que ve en la guerra un medio “alternativo” para la realización de su beneficio.  Y que, en tanto que el capitalismo sea el modo bajo el que los seres humanos “organicen” sus vidas, no existirá una auténtica oportunidad para la paz. 

Esa cultura de la paz debe ser ante todo una visión de cómo deben regirse las relaciones entre los pueblos y entre los Estados. Pretender extenderla hacia una cooperación desigual entre explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos sería una lectura interesada de conciliación de intereses entre clases sociales que son antagónicas por definición, como hoy pretenden hacernos creer discursos supuestamente transideológicos y que son, en realidad, cómplices del mismo capitalismo que nos lleva a las guerras. Paz entre los pueblos no significa en absoluto concordia entre las clases.

Ese movimiento por la paz debiera afirmar también su carácter antifascista porque el fascismo es hoy una de las banderas del capitalismo que conducen hacia la guerra, como queda más que patente con el actual gobierno ucraniano o el lenguaje matonesco de los "recuperados" fascismos europeos, y un enemigo declarado de la razón y la humanidad.

Tampoco significa alinearse con los intereses específicos de Estado de ningún país, por justas que puedan parecer o ser sus posiciones. Una cosa es denunciar el acoso belicista del imperialismo a otras naciones o su furor guerrero y algo muy distinto reproducir errores, hoy afortunadamente superados por la propia historia, como aquellos en los que en su momento cayeron organizaciones como el Consejo Mundial por la Paz.      

Es necesario, frente al creciente nacionalismo reaccionario y de confrontación que amenaza la convivencia de las gentes que habitan Europa, recuperar una conciencia de pertenencia universal al único pueblo al que merece la pena pertenecer, el de la especie humana, esa idea que estaba tras la frase de Samuel Johnson para quién “el patriotismo es el último refugio de los canallas”. El derecho a la soberanía de los pueblos no puede legitimar el “ius belli” como razón fundacional y última de los Estados.

Del mismo modo que en el ejército sionista israelí ha crecido la objeción de conciencia ante la barbarie criminal contra el pueblo palestino, es necesario que la cultura de la paz penetre en los cuarteles de las potencias agresoras, especialmente de los ejércitos de la OTAN, empapando  las conciencias de los militares hasta el punto de que, en caso de riesgo de confrontación bélica, la insumisión a coger las armas y la deserción sean auténticas opciones incluso entre los militares profesionales. Ello exige permeabilizar las relaciones entre civiles y soldados, haciendo que estos últimos se vean cada vez más influidos por una nueva sensibilidad antibelicista.

Sólo la creación de una conciencia de que habitamos un único mundo, al que no podemos sustituir porque no tenemos otro, y que debemos hacerlo mejor para nosotros y para las generaciones venideras, puede llegar a sobreponerse frente a una visión de las patrias y las naciones concebida como oposición y antagonismo al otro, algo tan absurdo e idiota como que cada ejército reza a su dios para que le dé la victoria en las batallas. 

No hay honor ni gloria en la muerte. Sólo muerte definitiva...para siempre.