Mostrando entradas con la etiqueta PSOE. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta PSOE. Mostrar todas las entradas

22 de mayo de 2017

GANÓ PEDRO SÁNCHEZ. HAY JUEGO

Por Marat

Como estaba cantado, incluso para los medios que afirman que lo hizo contra todo pronóstico, ganó las primarias del PSOE Pedro Sánchez.

El 50% de los votos que ha obtenido y un 10% sobre el “susaparato” le permiten, si quiere, la limpieza de la gestora, los desleales y los barones del felipismo no tanto por necesidad para afianzar su secretaría general -no le creo tan inteligente- sino por venganza política, esa pasión de la que tanto sabemos desde Shakespeare.

El terremoto más importante que ha sucedido desde que Rajoy ganó las elecciones ha sido el triunfo de Sánchez.

Todo el espacio mediático, político y económico se había conjurado contra Sánchez. Era de esperar. Y no lo ha hecho porque sea un peligroso izquierdista. No llega ni a opositor a aspirante de ayudante de primero de socialdemocracia. Pero es un tipo que puede crear inestabilidad política, algo tan nefasto para la reproducción del capital. Ya se sabe que el dinero es cobarde y necesita de la tranquilidad que da un gobierno y un parlamento convertidos en algo tan plácido como una mesa camilla con brasero incorporado. Y esa tendencia de Sánchez a la contradicción, el arrebato Braveheart, seguido luego discursos que apuntalen la paz social, a decir una cosa hoy, otra mañana, y todo lo contrario a las dos afirmaciones anteriores al día siguiente, es sobradamente conocida por los medios de comunicación, los aparatos de los partidos del sistema -todos los parlamentarios- y por el capital.

Sánchez no es un tipo fiable. Eso es lo que me gusta de él. Es un sujeto que pasó de admirar a Valls a declararse socialista, luego socialdemócrata, que ha cambiado su programa tantas veces como ha creído conveniente, que carece de otra ideología que no sea su oportunismo y que es un tipo muy a gusto con el estado actual del capitalismo.

No voy a entrar en que Susana Díaz estaba aún más de derecha, una individua folklórica que en el PP estaría como pez en el agua ni en el papel de patético susanista bajo cuerda hecho por López para restar avales y votos a Sánchez.

¿Por qué me alegro del triunfo de Sánchez?
La sociedad española, especialmente la clase trabajadora, ha perdido la esperanza. Vota por inercia y a la contra, más que por convencimiento en los elixires que le ofrecen los vendedores de peines para calvos. Sabe que gobierne quien gobierne, seguirá padeciendo recortes, limitaciones en su nivel de vida, pobreza en amplios sectores sociales, miedo al futuro de sus pensiones. Ya hubo una Syriza en Grecia y un Hollande en Francia. A los Moises de pegote Varoufakis y Melenchon, que vagan en un desierto hacia la nada, hay que darles de comer aparte.

Pero es necesario, desde una perspectiva revolucionaria, ver cómo afecta la vuelta de Sánchez al centro del juego político del supermercado de marcas electorales.

Podemos, como la purrela de Ciudadanos, es un elemento más del sistema político de la burguesía. Eso independientemente de lo que algunos hemos dicho desde hace mucho tiempo sobre dicho partido o respecto a cómo fue aupado Pablo Iglesias por sujetos como Julio Ariza, en su televisión, Intereconomía, durante todo un año.

La realidad es que vivimos bajo la dictadura “democrática” de la burguesía. Ningún partido cuestiona el sistema económico de dominación, ni la necesidad de acabar con la Unión Europea por irreformable, ni la broma de un sistema político que jamás legisló ni legislará contra el capital, porque defenderlo está en su Constitución y en el código genético de todos los partidos parlamentarios. Todos ellos forman parte del bloque de partidos de la burguesía.

Pero el momento político actual pone en cuestión no solo al gobierno del PP y su corrupción sino la credibilidad del conjunto de los partidos parlamentarios.

Pedro Sánchez dijo no a Rajoy y a lo que su partido significa. Él o el PSOE no son mejores pero su campaña para volver a la secretaría general de su partido se basó en el “no es no”. Pedro Sánchez es cautivo de su palabra. Si la traiciona hundirá al PSOE definitivamente. Si la mantiene y hace oposición parlamentaria real, la inestabilidad de este gobierno en minoría estará asegurada.

El problema para Sánchez es que la oposición parlamentaria como partido “serio y solvente” del sistema no le será suficiente. Enfrente tiene a una partida de cómicos dirigidos por un showman de la política que empieza a flaquear (6.000 asistentes a su happening en Sol el sábado 20 de Mayo no son demasiados, por muchos autobuses a Madrid que fletes) pero que no dudará en hacerle una guerra no declarada, poniéndole ante sus propias contradicciones de oposición limitada. Y las de Sánchez son muchas. No le bastará con proponer derogar las medidas antisociales del PP sino las de Zapatero, si quiere ser creíble en su supuestas medidas antiausteridad. Y además, aunque las traiciones y puñaladas de pretendidos aliados que decían quererle como Presidente de gobierno, imponiéndole su parte ministerial en una falsa propuesta de pacto, enseñan más que las victorias, lo cierto es que El Coleta no maneja mal del todo su capacidad de condicionarle y de situarle entre la espada y la pared.

Veremos que eso acabará afectando a los sindicatos del régimen, que se verán forzados a aparentar cierta voluntad de calle, como siempre la mínima que puedan y con sordina, pero que contribuirá a generar ruido en el contexto de un gobierno que puede acabar con sus máximas cabezas encausado penalmente. Y ello podría suceder en un momento en el que las luchas de colectivos de trabajadores al margen de los dos sindicatos verticales está cogiendo velocidad y fuerza. No es el mejor escenario de paz social y estabilidad política que necesita el capital para continuar ejerciendo su vuelta de tuerca contra la clase trabajadora y para recuperar su tasa de ganancia.

Pero además, como las direcciones de CCOO, UGT, PSOE (independiente de la que se conforme a partir de ahora), Podemos e IU están compuestas, desde la cúspide hasta los comités locales, por un atajo de oportunistas prosistema sin escrúpulos, por mucho que cacareen otra cosa, el hipotético adelanto de unas elecciones que perdiera el PP y que permitiera formar gobierno al PSOE y a sus “aliados” potenciales, solo traerá más deslegitimación de la farsa democrática y del sistema de dominación burgués. El hundimiento posterior a un gobierno de progres sería un mazazo sobre los partidos que lo conformasen, una vez que continuasen con las políticas de recortes sociales y de conquistas de la clase trabajadora. Esto permitiría cierta posibilidad de construir organización propia y autónoma desde la clase trabajadora con un proyecto claro de  clase contra clase.

Un añadido positivo a la competencia de los dos partidos progres por ocupar el espacio del PSOE del 77, y colarnos una segunda transición, es que el discurso neofalangista de un Podemos al que se le llena la boca de patria, pueblo y acusaciones de vendepatrias, sería frenado en seco. A poco que Sánchez se viera obligado a parecer lo que no es, un socialista, volveremos a escuchar otra retórica política distinta a la que hace un Podemos que está alfombrando el campo semántico de un fascismo que aún no ha aparecido como amenaza organizada y potente en España pero que pugna por asomar su cabeza a través de grupúsculos cada vez más extendidos y activos por todo el país.

Sí, la victoria de Sánchez puede abrir juego para la clase trabajadora, especialmente por la contradicción entre las palabras y los hechos.



27 de junio de 2016

ANÁLISIS POSTELECTORAL DE URGENCIA

Por Marat

Las elecciones del pasado domingo 26 de Junio tienen un claro vencedor, el PP, que remonta 14 escaños respecto a las elecciones del pasado Diciembre y gana en la gran mayoría de las provincias. Cuenta también con otro partido que, a pesar de obtener 5 escaños menos, parece salvar los muebles y la cabeza de su secretario general, a pesar incluso de su derrota en feudos como Andalucía y en otros que lo fueron históricos como Extremadura o Castilla la Mancha.

Y si hay vencedores claros y “derrotas semidulces” -en comparación con la debacle que auguraban los arúspices- también los hay que sufren derrotas contundentes. Ciudadanos, que pierde la quinta parte de sus escaños y Unidos Podemos que, pese a integrar en coalición a Podemos e IU y lograr 2 escaños más (justo los 2 que sacó IU por su cuenta el año pasado), pierde 1.200.000 votos aproximadamente.

¿Cómo se ha llegado a esto en apenas 6 meses?
Habría que recordar que aunque los potenciales dos bloques (derecha de PP y Ciudadanos y “progresistas”, eso dicen ellos, PSOE y Podemos) estaban bastante igualados, con una ligera ventaja de 4 escaños para el bloque de la derecha en los resultados de Diciembre de 2015, esa diferencia se ha hecho ahora mayor a favor de la derecha, siempre hablando en escaños. Las posibilidades de que el PP pueda ahora formar gobierno en coalición y sin que nadie pida la cabeza en bandeja de Rajoy se han acrecentado. Se ha volatilizado la posibilidad de un gobierno paella (o “a la valenciana”, que diría Pablo Iglesias) porque la suma de PSOE+ Unidos Podemos se queda a 20 escaños de la mayoría absoluta y necesitarían el apoyo de los independentistas catalanes y vascos (linea roja para el PSOE), de los regionalistas canarios, de un ujier de las cortes y de un señor, representante en lencería fina, de Murcia, que pasaba por Madrid. Preveo que la segunda hipótesis no sucederá y que Mariano Rajoy revalidará su Presidencia, quizá en segunda vuelta.

Quizá ahora entiendan algunos porqué el aventurero, esforzado y superviviente Sánchez quiso un pacto a 3 (PSOE+Podemos+ Ciudadanos). Le salía entonces una cómoda mayoría absoluta, si hubieran pactado un gobierno común. Al fin y al cabo entre ellos 3 hay más similitudes que diferencias, pese a los cacareos de formas (que no programática) de PIT (Pablo Iglesias Turrión), que no Brad. Al fin y al cabo, los 3 se entienden en lo básico: UE, OTAN, inalterabilidad de la monarquía, aceptación del capitalismo como sistema y una común crítica a la corrupción del PP. Sospecho que a Rivera, ésta última se le ha olvidado ya anoche, en medio de la bruma que surgía en su cabeza sobre causas y consecuencias de su batacazo.

Lo que está claro es que, más allá de las risas que generan los traspiés dialécticos de Rajoy, la corrupción desde los cimientos al tejado del PP, sus políticas antisociales, las más graves desde la transición, sus recortes de libertades, etc. etc., el endiablado resultado de las elecciones de Diciembre, en cuanto al objetivo de formar gobierno, sólo podían beneficiarle a él y su partido. Sólo tenía que estarse quieto (lo hace muy bien), decir unas cuántas sandeces (lo hace aún mejor) y esperar a que la situación se pudriera lo bastante como para que tuviera que irse a unas nuevas elecciones, bajo el aspecto de segunda vuelta. Sus oponentes con su incapacidad para pactar, a pesar de que ninguno de ellos tuviera, de fondo, grandes diferencias ideológicas (los tres son prosistema), le allanarían unos meses más tarde el camino hacia la Moncloa.

El PP ha vendido bien varias cosas.

La primera, lo acabó de decir, la incapacidad de sus contrincantes de ponerse de acuerdo.

La segunda, una cierta idea de recuperación económica que, aunque para los críticos a su gestión se revele falsa (el crecimiento de la pobreza se ha incrementado incluso en los últimos tiempos de su mandato), lo cierto es que la mayoría pasiva se la ha ido comprando (más empleo, aunque de mierda, incremento del consumo y sensación de que España ha salido de lo peor de su situación económica). Conviene distinguir la opinión publicada en ciertos medios de la opinión pública, que se conforma de un modo más complejo.

La larga crisis capitalista y sus consecuencias para la clase trabajadora no han acabado y previsiblemente se incrementen en los próximos tiempos pero el PP está logrando convencer a un creciente número de personas sobre ello. Hay que pensar que hay un segmento importante que no ha sufrido de forma significativa la crisis en estos años, y otro mucho menor, pero importante, que ha comprado la idea de expectativas de mejora de su situación.

Cuando el PP forme gobierno tendrá que torear con nuevos recortes que le impone Bruselas por alrededor de 12.000 millones (en los que hay que incluir la famosa multa que le impone la UE por el incremento del déficit), pero ese será ya un problema distinto para un partido que hace no tanto parecía acabado para muchos.

El tercer acierto del PP fue polarizar la campaña entre él y los anticomunistas de Unidos Podemos, a los que previamente acusó de comunistas para asustar a una sociedad tan conservadora como la española. Acabó por tener el efecto de reforzarlo a él y de descalabrar a los segundos.

El PSOE ha salvado los muebles (aunque su descuelgue del PP se ha agrandado de forma notable y ha tenido el peor resultado desde la transición), fundamentalmente porque las manipulaciones estadísticas sobre el pretendido “sorpasso” al que iba a someterle Unidos Podemos se ha demostrado falso y sospecho que más que intencionado. Eso sin contar la incapacidad de los técnicos de encuestas preelectorales de traducir una parte de los supuestos indecisos como abstencionistas reales ante una campaña-circo que sentíamos que ni los 4 muleros del IBEX35 ni sus programas tenían que ver con nosotros.

Por otro lado, además de parecer Pedro Sánchez un buen chico a una parte del electorado fiel del PSOE, ha visto recompensados sus esfuerzos para formar un gobierno al margen del PP, dentro de una sociedad muy escorada a la derecha, por mucho que las estúpidas tablas de autodefinición ideológica digan que la mayoría de la población española se sitúa en el centro-izquierda ¿Qué coño es el centro izquierda y qué coño es en medio de la más grave agresión a la clase trabajadora en una sociedad en la que hasta un peón albañil se cree que es clase media? A una sociedad conservadora un tipo como Sánchez y un partido como el PSOE no les cae tan mal como algunos creen. El problema lo tienen quienes confunden sus deseos con el análisis correcto de la realidad.

Si embargo, el PSOE tiene un gravísimo problema para convencer a la mayoría de la sociedad española de que es una alternativa de gobierno. Y no precisamente porque la sociedad española le considere a su izquierda sino porque aún está muy presente en la mente de muchos que Zapatero fue el primer recortador de derechos laborales y una especie de capitán borracho del Titanic y porque en todo este tiempo, además de aparecer más concursantes políticos que fragmentaban su suelo histórico, se ha demostrado incapaz de girar desde el social-liberalismo a la socialdemocracia. El primero está ya muy concurrido tanto por Ciudadanos como por Podemos, al que la socialdemocracia le queda a trasmano.

Ciudadanos ha envejecido en muy poco tiempo. Se ha llenado de grandes y pequeñas miserias y corrupciones que contradicen mucho la pretendida transparencia y regeneración de la que alardeaba este partido. Se le ha visto con frecuencia el pelo de la dehesa derechista y se ha rebelado como un gran granero en el que guardar parte de los votos al PP que ahora empiezan a volver.

Unidos Podemos ha descubierto que el “sorpasso” se queda en sorpresa -saludos, Anguita- donde la sopa de siglas que hace meses se rechazó y luego se aceptó, sin explicar el porqué, se ha dado un batacazo de órdago.

Cuando hace días Rajoy dijo aquello de "Pablo Iglesias cambia mucho. Incluso el otro día dijo que era socialdemócrata y enfadó a Pedro Sánchez; a mí, mientras no se haga democristiano, estoy tranquilo"-él, que aplica la máxima de “en tiempos de tribulación no hacer mudanza”, de Ignacio de Loyola- comprendí inmediatamente que gran parte de los votantes españoles debían tener esa misma imagen de Podemos.

La sociedad respeta mucho la coherencia personal y de los partidos. No digo que los vote pero sí que la aprecia. Lo que no respeta es a los políticos y los partidos veleta que pasan de afirmarse un día comunistas a otro “socialdemócratas como Marx y Engels”, hablar luego de que hay un lado peronista en Podemos o acabar admitiendo que hay un hilo entre Marine Le Pen y Podemos. Al final, los partidos todoterreno, las errejonadas de los “significantes vacíos” para hacer ensaladas ideológicas transversales e “inclusivas” acaban dando como consecuencia un sindios que produce un mosqueo del 15.

Si a ello le unes a una IU convertida en la querida de Podemos, con unos dirigentes saltimbanquis, incluido el de "Me va a costar votar, pero lo haré porque aunque vayas quinto, tú sigues siendo mi candidato" (Cayo Lara) y unas bases disciplinadas para seguir a unos dirigentes aventureros y sin escrúpulo ideológico alguno, el resultado es que los votantes tradicionales de IU no les siguen, una parte de los votantes anticomunistas (la mayoría) de Podemos no entiende el apaño y la pretendida “suma que multiplica” se convierte en una resta con vocación de división. Resultado: hostión (con HACHE. Ostia es un puerto de la antigua Roma y también una ostra) inesperado por inflación de encuesta preelectoral.

Los cuchillos se afilan en Podemos y en IU. Habrá cruce de navajas, y no por una mujer, que decía Mecano, sino porque las expectativas de los grandes “strategos” Carolina Bescansa y Errejón se han demostrado absolutamente catastróficas. Cuando la ausencia de ideología se sustituye por corazones, ilusión y sonrisas lo que ocurre es que, al primer batacazo, todo se vuelve descorazonamiento, caras largas y de circunstancias de los dirigentes y lágrimas de los cheerleaders y ciberactivistas, que no militantes, como pudimos ver anoche en los televisores.

No sé si habrá dimisiones o no en IU y en Podemos. Algunos llevan el culo pegado a sus sillones con Loctite reforzado. Pero sí sé que habrá “noche de los cuchillos largos” en esos grupos porque las ambiciones frustradas, las deudas con los bancos de IU, los callos pisados, las venganzas esperando su hora, los agravios infringidos dentro de las respectivas casas políticas, nunca encontrarán mejor momento para materializarse.

Dado que sus dirigentes y la gran mayoría de sus bases son pequeñoburgueses en lo ideológico temo que la próxima propuesta de revisión de los “significantes vacíos” les lleve a exacerbar su patriotismo y sus simpatías por el capitalismo nacional hasta pegarle una pasada por la derecha al propio PP. Eso sí, con la bendición de Bergoglio

Los comunistas y la abstención
Mi impresión es que la inmensa mayoría de los comunistas no hemos ido a votar y ello por varias razones:
  • La primera de ellas por una reacción a flor de piel: el asco físico al circo mediático y al supermercado electoral de los 4 partidos defensores del orden capitalista.
  • La segunda porque no nos hemos reconocido programáticamente en las principales opciones políticas tan ajenas a la dolorosa situación vital de gran parte de la clase trabajadora, machacada por la crisis capitalista y las recetas del PSOE primero y luego del PP. En lugar de ello hemos visto a un Unidos Podemos practicando el anticomunismo y renunciando incluso a una política socialdemócrata (sólo los ignorantes llaman socialdemócrata al PSOE, cuando la socialdemocracia era IU en su época más digna).
  • El tercero porque hemos llegado a la conclusión de que “gobierne quien gobierne” hará la política que le marque el capital europeo y sus brazos armados, la UE y el FMI.
  • El cuarto, y el más importante porque, en el momento actual en el que los gobiernos y los parlamentos han demostrado no tener la más mínima apariencia de autonomía respecto al capitalismo, hemos llegado a la conclusión de que incluso votar opciones comunistas no resuelve, sino que pospone, el principal problema que tenemos los marxistas: la necesidad de crear organización, hacer lucha ideológica inteligente y reconstruir el combate político y social que ha dejado vacías las calles y ha desplazado fuera de escena la cuestión principal, el antagonismo capital-trabajo y la lucha de clases que los capitalistas no han perdido de vista sino que han reafirmado durante este período de crisis de su sistema. En un tiempo en que las fuerzas de los comunistas son muy escasas, atomizadas y dispersas y que al sujeto político se le ha amordazado la voz, nuestras pocas fuerzas deben ir destinadas a lograr dichos objetivos. Una campaña electoral no da visibilidad alguna a una opción sin representación, o tan mínima para el esfuerzo que requiere y las tareas que pospone a cualquier organización extraparlamentaria, que es absolutamente equivocado plantear ese tipo de batalla. El paso de los 26.254 (0,11%) de las elecciones del 20D de 2015 a los 26.546 (0,11%) en las del 26J de 2016 demuestra que la estrategia del PCPE de darse impulso electoral, recogiendo el voto de los sectores comunistas de la antigua IU, es absolutamente equivocada. Tensar el músculo de la militancia para obtener tan magros resultados, en lugar de exteriorizar absolutamente a la organización e ir creando poder popular, sólo consolida la repetición de los errores, a pesar de que las propias tesis del X Congreso del PCPE inclinaban a una insuficiente pero necesaria autocrítica por la interiorización de este partido y su limitada conexión con las masas. El resultado de volcarse en una campaña, que quita energías para recuperar la calle, no ha sido dar más visibilidad a su partido sino evidenciar la debilidad de las organizaciones comunistas, lo que debiera conllevar una segunda autocrítica.
Con esa abstención, aunque su notable incremento no es sólo nuestro ni mucho menos, los comunistas hemos logrado varias cosas:
  • La primera, evidenciar que existimos y que el rey (Unidos Podemos) estaba desnudo.
  • La segunda, no caer en el “cretinismo parlamentario” del que hablaron en su día tanto Marx, como Engels y Lenin, especialmente en tiempos en los que los parlamentos y los gobiernos nacionales deciden nada que no venga de Bruselas. No se trata de caer en el antiparlamentarismo por el antiparlamentarismo sino de tener claro prioridades y momentos en los que tiene sentido compaginar este ámbito con el principal de la lucha política en las empresas y en los barrios y cuándo no lo tiene.
  • La tercera, reconocernos como un grupo que, aunque huérfano de un fuerte partido de nuestra clase, no traga con el gatopardismo de los minireformistas títeres del capital. Construir organización unitaria de comunistas con partido y sin partido donde podamos trabajar juntos, debatir, elaborar teoría marxista, formarnos y reconstruir militancia y conciencia de clase es un desafío que los militantes del Espacio de Encuentro Comunista nos hemos impuesto. Sin dogmatismos y sin exclusiones. Será una labor muy larga, dura, callada y paciente pero no hay otro camino si queremos romper la rueda del tiempo que desde hace tanto conduce a nuestra clase a la casilla de salida. 

15 de marzo de 2016

LA CRISIS DE PODEMOS LO DOMESTICARÁ DEFINITIVAMENTE

Por Marat

En septiembre de 2014 escribí un artículo titulado “Causas de la crisis interna de Podemos”. Entonces muchos de quienes leyeron dicho texto negaron la existencia de la misma, simplemente porque las divisiones y las tensiones no fueron generales en todo el territorio español. 

En el mes de junio de ese año había estallado ya la rebelión de gran parte de los círculos madrileños contra el llamado “equipo técnico” que prepararía la Asamblea de Otoño de Podemos de ese año, y del que se temía, como luego se demostró, que no sería simplemente técnico y que barrería para casa para consolidar una dirección a gusto y a la medida del dirigente máximo de Podemos, Pablo Iglesias. 

El enfrentamiento, que entonces fue una leve escaramuza, tuvo por protagonistas primeros al macho alfa de Podemos y a Juan Carlos Monedero, por un lado, frente a Izquierda Anticapitalista -luego Anticapitalistas, corriente interna de Podemos- y Pablo Echenique, por el otro, el cuál tras la Asamblea de Vistalegre iría reposicionándose a favor  de la mayoría para encontrar su acomodo en las instituciones aragonesas y como máximo dirigente de Podemos Aragón, aunque inicialmente quedó descabalgado del órgano máximo de dirección nacional de Podemos.

Aparecieron ya entonces las primeras escaramuzas locales en lugares como Orense o Barcelona, al igual que Teresa Rodríguez en Andalucía marcaba su feudo particular frente a la dirección nacional, si bien para quienes no estaban dispuestos a admitir la menor quiebra de una ilusión esto no representaba nada o casi nada.

Y sin embargo, la crisis estaba allí, quizás en forma aún latente o embrionaria, como crítica incipiente al modo en que lo que había sido presentado casi como antipartido- movimiento tomaba las peores formas de partido. 

Se decían entonces cosas como que el Protocolo de Validación de los Círculos (el creado para dar marchamo oficial Podemos a los núcleos podemitas que se iban formando) había sido diseñado para atar en corto a las bases por parte del poder naciente de la dirección, controlándolas de este modo de forma plena. Decían los críticos que con dicho Protocolo desaparecía la soberanía de los círculos para sus decisiones en materia de elecciones municipales y autonómicas, que eran las que se aproximaban. 

La Asamblea de Vistalegre marcaría la deriva posterior de una organización absolutamente vertical en la que la “democracia interna” acabaría por ser una expresión sarcástica, como pudo comprobarse después con elecciones amañadas, coacciones a direcciones locales con ideas propias, luego descabezadas, señalamientos a dedo de candidatos que no habían pasado por las cribas de elección interna de las bases, luces de gas en campaña a quienes no eran del gusto del macho alfa, cambios y giros tácticos  programáticos que no habían sido discutidos ni votados por los círculos, ni siquiera por los consejos ciudadanos. 

Alcanzados ciertos niveles de representación en el parlamento europeo, ayuntamientos, Comunidades Autónomas, Diputaciones, Congreso y Senado, veríamos florecer el establecimiento de una nomenklatura, con cargo y sueldo, de amiguetes, parientes, parejas y ex novias así como de lealtades interesadas. 

Pero ni lo anterior ni la incompetencia de las alcaldesas y alcaldes del cambio, ni la pusilanimidad ante la menor presión de la derecha política y mediática, como en el caso de los titiriteros, ni siquiera el caso de la concejala católica besaanillo arzobispal, ni los comportamientos rompehuelgas contra los trabajadores del metro de la señora Colau, ni las jaimatadas de la señora Carmena son más que una pequeña parte de las razones de la crisis de Podemos.

La crisis de Podemos estaba en sus genes y había muchos motivos para que así fuera:
 ● Cuando apostó todo su futuro a la imagen de alguien que, tras salir como logotipo en las papeletas de una convocatoria electoral, se definió así mismo como “macho alfa”.
 ● Cuando asumió su papel de partido fundamentalmente ligado a una “ilusión” de la “gente” antes que a una clase social y a una definición clara de si iba o venía ideológicamente hablando. 
 ● Cuando lo importante era recibir mucha afluencia y convertirse en partido de aluvión y de fans incapaces de mantener una discusión política mínimamente coherente sin salir con la genialidad cortante del debate tipo “¡Podemos!”, “eres un fascista/casta”, “habéis tenido muchos años para hacerlo y no habéis hecho nada” o el ya clásico “vete a defender a tus corruptos”. Que la crítica venga desde una posición a su izquierda, lo que jamás ha pretendido ser Podemos, es lo de menos. La hinchada no piensa. La hinchada recibe consignas y las repite sin pensar en lo que dice. Sólo calla cuando se deprime o cuando sus líderes, tan televisivos ellos, deciden asumir un perfil plano, silencioso y hasta ausente en los casos en los que les vienen mal dadas y la crítica mediática y social les persigue. En esas circunstancias todos ellos, se licúan, casi desaparecen...hasta que pase la tormenta y encuentren señuelos para que se hable de otra cosa.
 ● Cuando no importaba en absoluto de qué trayectorias ideológicas y partidarias venían las nuevas adscripciones al partido (PSOE, IU, UPyD, C´s, PP) ¿Cómo se da consistencia a tal macedonia si no es desde la realidad de arribistas sin principio alguno; eso, los cargos. El resto, los votantes de a pie, desclasados (“gente” sin más) que hasta que no les pilló la crisis disfrutaban de que el capitalismo les permitiese abrevar en su pilón consumista o meramente personas sin formación política alguna ¿Creen ustedes que ese mejunje puede convivir mucho tiempo junto por cínico y carente de valores sólidos que sea?
 ● Cuando no se es ni de izquierdas ni de derechas y se envían mensajes contradictorios como el ¡Bravo Bergoglio! de Pablo Iglesias y el Círculo Podemos de Espiritualidad Progresista, por un lado, y hacer concejala portavoz del Ayuntamiento de Madrid a una señora cuyo mayor mérito como “partisana” (así se define ella intentando insultar a tan bravas mujeres) ha sido sacarse las tetas en una capilla y que cuando se la juzga por ello (algo injusto en un Estado aconfesional) declara que ella ha ido millones de veces a misa porque pertenece a una familia católica. Digo yo que el cinismo ha de tener algún límite hasta para el más amoral.  
 ● Cuando se afirma la “democracia de base”, la “asamblea” como expresión de la misma, la idea de una persona un voto y lo que toca es elevar al trending topic a la figura carismáticamente prefabricada y aceptar toda la verticalidad que éste y su camarilla impongan sobre un partido de fieles; cada vez menos en número y fidelidad, por cierto.
 ● Cuando el cuestionamiento de la más nimia de las voluntades de la neocasta que dirige Podemos significa ser cesado, si se es cargo público, o disuelto el círculo, si éste es colectivamente tan ingenuo de creer en la democracia interna que se niega en cada acto. 
 ● Cuando el asalto a los cielos se acaba al justificar las decisiones de Tsipras de burlarse de la voluntad de los griegos y de aceptar las imposiciones del capital europeo a través de las instituciones de la UE.
 ● Cuando el “empoderamiento de la gente” se plasma en que una concejala chivata de Ahora Madrid, Celia Mayer, denuncia ante la policía a unos titiriteros para eludir cobardemente sus propios errores, culpando de ellos a unos inocentes o en el ponga a un pobre a su mesa de la señora Carmena en Nochebuena, exactamente igual a como hacía antes Ana Botella o en intentar comprar las voluntades de las asociaciones de vecinos poniéndolas a sus pies. 
 ● Cuando la prepotencia, la soberbia y la chulería, forman parte del estilo de la nueva política que ha envejecido tan rápidamente.

Lógicamente toda esa miseria ha acabado por ser crecientemente visible para sectores sociales con sentido crítico o simplemente con criterio personal, ha destapado la tensión entre promesa y realidad, dejando ver la tramoya de la farsa y mostrando que no existía ningún potencial de transformación radical, ni siquiera de regeneración moral al estilo de la burguesía que purga sus pecados mediante la limosna al pobre, sino el más indecente oportunismo de saltimbanquis y pícaros. 

Bajo el pretexto del empoderamiento de la “gente”, ese destilado amorfo sin categoría ni clase social concreta, que huye de toda adscripción porque, como pseudoclase media se avergüenza tanto de lo que cree ser y no es como de lo que en realidad es, se conjuró la más variada concurrencia de pillos que pudieran juntarse para el común objetivo de medrar en medio de una grave crisis moral de identidad. Todos ellos estaban dirigidos por un bufón y en cada sección o fracción de rufianes dominaba un granuja que los organizaba en grupo. Seres mediocres colocados en el lugar adecuado, cantamañanas, según ellos “preparaos”, pero para dar el golpe de su vida, aventureros de la pequeña burguesía, escritorzuelos de seleccionados medios de la pseudoradicalidad, “espabilaos” de partidos en horas bajas, pensadores de la nada ante su última oportunidad, perroflautas reconvertidos en asesores, viejas glorias recuperadas como pantallas “bonachonas” que tapasen las miserias de los marrulleros y mediocres que se escondían tras ellas, porteadores de carteras de catedráticos que vieron compensados sus esfuerzos, pijas que jamás osaron meterse en líos hasta que coincidieron en los pasillos con ellos y vieron cómo sacarles réditos oportunistas, funcionarios desclasados en busca de un ascenso que de otro modo no llegaría. Éste era y es el mundo podemita. Con todos ellos formó Pablo Iglesias su "sociedad de intereses mutuos" con ambiciones de colocarse o ya colocados en las instituciones del Estado burgués, intentando emular, en muchos casos, como nueva generación, los logros alcanzados por sus papás y el objetivo de vivir a costa de los ilusos sectores populares que les habían llevado hasta allí.

En el momento de hacerse las listas electorales a las municipales y las autonómicas se vio cómo aquella frase de algún dirigente podemita -"Podemos no es un partido, es un estado de ánimo”- adquiría un significado distinto. Acomodar tantos “qué hay de lo mío”, por encima de otros con más méritos, capacidades o preferencias de las bases o simplemente de trepas menos hábiles, cuadrar alianzas poliédricas territoriales con otros partidos, grupos, listas, etc. tuvo como consecuencia “estados de ánimo” crispados. Así, las denuncias de pucherazos y escándalos producidos en las elecciones online de los Consejos Ciudadanos Estatal, Regionales y Locales se reproducirían en la confección de las listas y en el orden de las mismas, del mismo modo que dichos escándalos se repetirían en las listas electorales de todas alas convocatorias a las que se presentó este partido tras las impolutas europeas.

Las heridas nunca se cierran del todo. Por el contrario, se acumulan y se devuelven, ya sea mediante filtraciones anónimas desde el interior de las organizaciones, ya sea mediante el choque de las facciones internas. A veces son sólo escaramuzas y celadas, otras guerras internas abiertas y declaradas. 

Todo ese magma llevaba en sí enormes contradicciones que habrían de explotar. Contradicciones entre lo que decían ser y lo que eran, entre lo prometido y lo cumplido, entre su discurso de “radicalismo” democrático-burgués y su compincheo con el viejo orden existente, entre la regeneración que prometían y el vicio que llevaban en sus venas.

Y todo ello estalló cuando, tras no haber asaltado ningún cielo, ni habérselo propuesto realmente en ningún momento, descubrieron que ni eran tan listos como creían ni tan deseados como querían. Conformarse con el tercer puesto es una enorme bofetada para quien cree poder dar lecciones al mundo mundial y descubrir el Mediterráneo en una sopa de sobre.  

La segunda fase de la crisis interna podemita ha llegado cuando este partido hubo de afrontar un resultado en las urnas mucho menos exitoso de lo que realmente esperaba, por supuesto mucho más menguado de lo habían prometido a su público. 

Una parte de ellos había llegado a soñar que ganarían las elecciones. Lo cierto es que según las urnas les bajaban los humos ajustaban sus pretensiones, sus programas y sus proyectos políticos.

La realidad es que se fueron conformando con hacer su “proceso constituyente”, después “segunda transición” por etapas, proyectando superar al PSOE, en la mecánica imitación de una  Szyriza que en el primer intento arrinconó al PASOK y en el segundo derrotó a Nueva Democracia. Ignoraban que el PSOE no era Syriza porque, como partido, tenía un recorrido histórico mucho más largo que el griego y hundía sus raíces de un modo más profundo en la memoria colectiva y en los hábitos repetidos mecánica e irreflexivamente como tradición de generación en generación en el país.

Por supuesto desconocían también la raigambre del pensamiento reaccionario y de la mentalidad por inercia obediente en la que se asienta la caverna política española que explica la resistencia del PP por encima de las grandes bellaquerías de nuestra derecha eterna.  

Esto sin olvidar que sólo la más profunda desesperación y desarticulación social puede explicar que un neorreformismo vestido de pseudoradicalidad desplace al viejo reformismo ya antiguamente empotrado en los partidos sistémicos del capitalismo griego.  
El resultado es que se convirtieron en los terceros de la carrera electoral y hubieran sido los cuartos de no mediar una alianza con sectores de Cataluña, Valencia y Galicia; alianza que ya se resiente con un Compromís que empieza a huir del compromiso postelectoral en el Congreso y unos partidos instrumentales propiciados por Colau y Beiras que pronto pueden reducirlos a la nada en sus correspondientes territorios o canibalizarlos dentro de sus proyectos de partidos instrumentales. 

Ignoraban demasiado estos po-li-tó-lo-gos (una de las palabras recientemente incorporadas al diccionario de la petulancia castellana) “preparaos”

El caso es que intentaron consolarse con el “nos hemos quedado a 300.000 votos del PSOE”, contando como propias todas sus alianzas regionales que ya se les vuelven lanzas. 

La realidad tenía otro color si se consideraba que la distancia en términos de diputados con el partido al que realmente pretendieron “sorpassar” era de 21 diputados y que, en términos de mayorías en la concepción de la representación dentro del parlamentarismo burgués, eso implicaba la inevitable subordinación de un partido del sistema (Podemos) a otro partido del sistema (PSOE) a la hora de plantearse posibles alianzas. 

La realidad es que el PSOE había tenido el peor resultado de su historia electoral desde 1977 pero no se había hundido y que Podemos se había quedado, con todas sus alianzas muy por detrás de sus pretensiones. 

Y peor aún, aunque la implicación de esto último no lo pudiera admitir Podemos públicamente: para poder desplazar del Gobierno al PP, el PSOE estaba abocado a establecer alianzas de geometría variable con todos los demás grupos de la cámara menos con el PP; lo que disminuía mucho el protagonismo del partido morado, por mucho que fuese el que aportaba más diputados a dicha alianza tras el propio PSOE. 

¿Qué le quedaba a Podemos en este marco, en el que las presiones del capital a través de la opinión publicada iban a insistir en la necesidad de formar rápidamente gobierno y de evitar la repetición de nuevas elecciones? ¿Qué creen ustedes? 

Evidentemente evitar que esas elecciones se produjesen, algo que no parece beneficiar a nadie, al menos en primera instancia, y que de producirse por la falta de “sentido de Estado”, atributo con el que Iglesias llevaba meses queriéndose investir para darse aura de respetabilidad burguesa, bien pudiera ocurrir que Podemos, en lugar de subir ,bajase. 

Atrás quedaron los enunciados sobre la “crisis de régimen”, que es evidente que no, porque existiendo una crisis de representación del sistema de partidos no afecta apenas ni a la monarquía (salvo en algún delirio republicano), ni a la valoración del orden constitucional, ni al orden jurídico y moral que sustenta al capitalismo ni, por supuesto, al imaginario colectivo respecto a lo que había significado la transición española. Fuera de una minoría, en la población española, y más allá de siglas, el trauma aún latente de una guerra civil guarda la viña del conservadurismo político de la sociedad española. De ahí que Iglesias abandonase el llamamiento “constituyente” para reclamar una “segunda transición”. 

Hay algo paradójico en la actitud de Podemos respecto a un partido como Ciudadanos en la precampaña y campaña y, en particular, de Iglesias y Rivera, aquellos coqueteos, aquellos gustarse ambos tanto en el programa Salvados y los posteriores rechazos “radicales” de uno y otro dirigentes para aceptarse como partenaires simultáneas del PSOE, siendo que ninguno de ellos pone en cuestión el sistema capitalista, ni la monarquía, ni cuestiones centrales de la Constitución, salvo algunas modificaciones al Título VIII por parte de Podemos y PSOE. 

Verán ustedes como el derecho de autodeterminación que Podemos pide con la boca cada vez más pequeña, y la derogación del artículo 135, acaban teniendo una “solución” menos “conflictiva”

En ese contexto la autopostulación de Iglesias como vicediós en un gobierno en el que Sánchez sería Presidente “por obra y gracia” de Iglesias, así como la predesignación de los ministerios, ministros podemitas previamente nombrados por el vicediós, y entes de poder seleccionados, entre ellos el CNI,RTVE y el CIS- lo que parecía sugerir cierta obsesión totalitaria por el control- no eran otra cosa que la bufonada matonesca de un pobre chulo político intentando poner en valor sus 69 diputados pero sin la elegancia de saber cómo presentar los toma y daca dentro de un escenario infinitamente más sutil que posee sus propias reglas ya establecidas en el ámbito del cortejo burgués y que incluye el protagonismo de lo programático, al menos en apariencia, sobre el asunto de los sillones.   
Podemos aparecía así, salvo para los más fieles entre lo fieles como aspirante a nuevo rico que cree tener el número de la lotería premiado, sin haber comprobado muy bien la cuantía del premio, y que, por tanto, carece de modales. 

Paradójicamente atrás habían quedado las líneas rojas para no haber siquiera líneas ni, si me apuran, cuestiones que tratar que no fueran el qué hay de lo mío de los emergentes.   

Para que Pedro Sánchez pueda conformar su gobierno de “cambio” o de modificaciones  -veremos que los acuerdos incipientes para retiradas de leyes aprobadas por el PP consistirán, si el PSOE forma gobierno, no en legislación radicalmente distinta sino más bien en retoques suavizados de las anteriores- necesita integrar de uno u otro modo en su proyecto a la práctica totalidad de la cámara, excepto al PP, bien sea con apoyos en Mayo a su investidura, bien sea con abstenciones, de tal manera que el conjunto implicado sume más que las alianzas del PP, siempre que finalmente no se produzcan nuevas elecciones y se trastoque poco o mucho el resultado de las últimas. En ese caso, la posición y la opción de pactos de Ciudadanos podría variar en función de dicho resultado y de cómo le afecte a este partido. 

De las dos principales alianzas que necesita Pedro Sánchez, Podemos y Ciudadanos, lo que se dirimía en los dos primeros intentos de investidura era cuál de ellos iba a adquirir  el estatus de socio preferido y cuál de socio secundario. 

Lo cierto es que para lograr ese objetivo Sánchez no podía reunir en la misma mesa al conjunto de los partidos y coaliciones electorales que necesitaba y dentro de ello, no podía particularmente juntar a la vez a Ciudadanos y a Podemos y ello por dos razones:
 ● Sentar a su lado a ambos partidos hubiera plasmado fotográficamente la imagen de que el PSOE era el “primus inter pares”, algo a lo que tanto Podemos como Ciudadanos se negaban, exigiendo cada uno su completa paridad con el PSOE porque su número de escaños le hacía especialmente necesario, por encima de otros partidos y coaliciones. Podemos sí podía ir, en cambio, a la mesa a 4 (PSOE, ellos, Compromís e IU) porque los valencianos y los de Garzón reforzaban la imagen de desproporción entre el partido morado y todo lo que no fueran ellos a la hora de negociar con el PSOE. Ambos partidos en dicha negociación, cuando la mesa se reunió con todos sus componentes, mostraron cierta subordinación con Podemos, que se debilitaría posteriormente al romperse la posibilidad negociadora cuando el PSOE decidió hablar aparte con Ciudadanos, presionando a su vez a Podemos con este diálogo particular.
 ● Podemos y Ciudadanos no podían permitirse reforzar la imprecisa sensación entre parte del electorado de que ambas no son formaciones tan distintas como aparentan -el protagonismo de su discurso regeneracionista y las estupendas relaciones entre sus líderes máximos en precampaña y campaña, tratando de transmitir la imagen de un “bipartidismo alternativo”, que no funcionó por falta de votos suficientes, al del PP y PSOE, reforzaron esta impresión-. Haber mantenido esa imagen habría relativizado su capacidad de presión a la hora de negociar con el PSOE, al tener más difícil justificar la reclamación de sus pesos respectivos en la negociación de forma que no fuese la burda demanda de cuotas de poder en un hipotético “gobierno de cambio”. Muchos votantes del PSOE y de Podemos difícilmente hubieran asumido que la falta de acuerdos por repartos de Poder permitiesen que Rajoy volviese a gobernar. Para esta base electoral hay una presuposición mágica de que el peor acuerdo “de cambio” es mejor que el mejor acuerdo para un gobierno del PP, psicología básica que el PSOE conoce muy bien y que Sánchez ha esgrimido para presionar a Podemos a unirse, a la vez que Ciudadanos, a su propuesta de gobierno.  

El PSOE maquiavélicamente sabía que, si no podía reunir a ambos partidos en un a misma mesa, la opción de reunirse primero con Ciudadanos era menos mala que la de hacerlo primero con Podemos, a pesar de que pueda dar la sensación contraria, dada el fracaso de los dos primeros intentos de investidura de Sánchez en parte, sólo en parte, propiciada por este movimiento. 

En primer lugar, la situación de Sánchez se ha consolidado dentro de su partido, cuestión importante. 

En segundo, la presentación de su candidatura en el Congreso evidenciaba aún más la parálisis del PP y la inacción en particular de Rajoy. 

En tercero ganaba tiempo al acordar primero con Ciudadanos para, a su vez, dárselo a Podemos, a fin de que este partido pudiese ir haciendo digerible a sus bases y a parte de sus electores que su partido entrase en una terna con otro partido al que hasta hacía bien poco los dirigentes morados habían acusado de ser una opción del IBEX 35. 

Para este objetivo era decisivo que fuese cuajando la sensación de desgobierno durante un largo período, y la amenaza de unas nuevas elecciones con resultados que pudieran ser similares, con la consiguiente perpetuación de la misma situación o de una alianza final que el PSOE había rechazado, de gobierno con el PP. O incluso otra poco probable pero posible tras unas nuevas elecciones: un pacto PP-Ciudadanos que éste partido justificaría como una salida patriótica a una situación de bloqueo pero que le unciría con efectos muy graves para sí a un grupo político enterrado por múltiples juicios de casos por corrupción.

Las tensiones que últimamente estamos viendo en Podemos tienen más que ver con las dificultades de gestión de los tiempos para la entrada en el mismo redil que Ciudadanos.   Precisamente es Íñigo Errejón quien más insistido en la cuestión de la “ventana de oportunidad” dentro la estrategia política de Podemos; estrategia que, con el tiempo, se ha mostrado mero oportunismo tacticista por sus cambiantes zigzgueos desde su origen hasta el día de hoy.

La ventana de oportunidad de la que habla Errejón tiene mucho que ver con los tiempos y su manejo.

En el manejo de los tiempos, tan importante en los procesos de negociación, la calma es una cuestión fundamental, como también lo es no perder en ningún momento de vista el análisis de la situación y de sus menores cambios, viendo fríamente el significado de estos, en qué modo afecta a la posición que se ocupa en cada instante dentro de la correlación de fuerzas políticas y sabiendo distinguir muy bien la diferencia entre apariencia y realidad en el movimiento de piezas dentro del tablero político que se produce en cada circunstancia. 

No es muy usual que los líderes carismáticos, o las imitaciones de tal cosa, sean capaces de mantener esa mente analítica en toda situación. 

Muy menudo, ese tipo de liderazgo va unido a una personalidad fuertemente narcisista que, cuando se patologiza por exceso de adulación y de culto a la personalidad, deriva en pérdida de contacto con la realidad y en comportamientos grotescos. 

Estoy hablando de Pablo Iglesias. En una entrevista con otro rey del ego y de la banalidad con pretensiones, el “cuñao” Risto Meijide, el secretario general de Podemos, seguramente queriéndose adaptarse a la falsa intimidad que da el chester, confiesa a su interlocutor en relación con su sobreexposición a los medios: 

“Me siento como una mujer guapa que entra al bar y se encuentra rodeada de babosos”  

Creo innecesario comentar la frase, ya que revela bien la patología del personaje. 

¿Qué decir de su antigua autodefinición como macho alfa, su ya aludida autoproposición como vicediós (vicepresidente dice él) de un gobierno de Sánchez o de la exhibición televisiva del beso con Xavier Domènech en el Parlamento. Fuera de que a De Guindos se le pusieran los ojos cuadrados ante la escena, el contínuo recurso a la cantinflada representa la ostentación como virtud de un ego enfermizo. 

Cuando el ego enferma hasta donde lo ha hecho el de Iglesias, los nervios se descontrolan ante lo que puede llegar a interpretarse no tanto como desprecio y agresión a la organización que se lidera, como al propio liderazgo y a su persona. 

Los políticos de temperamento sanguíneo -no sangriento, que es algo muy distinto- son expansivos, emocionales antes que reflexivos, excesivamente locuaces y muy influenciables por el entorno, aunque también grandes embacuadores. En cambio tienen tremendos estallidos de ira, son poco planificadores y se proyectan mucho en los demás; lo que en ocasiones coincide con una cierta tendencia a la paranoia. Confunde frecuentemente los intereses colectivos con los propios.

Y ahí tenemos lo de la “cal viva” de los GAL y Felipe González de Presidente por entonces que, con ser absolutamente cierto no parecía excesivamente oportuno y sutil si lo que quieres es que te nombren vicepresidente en un gobierno del mismo partido, por mucho que luego le mandes un tuit a Pedro Sánchez con beso incluido y le recuerdes la empalagosa “genialidad” de Monedero de que “Podemos es una fábrica de amor”. Histrión sobreactuado de entrada y patético clown de salida. A los partidarios del “Sálvame”  político de La Sexta les encantará ese tipo de payasadas. A los demás no. 

Sugiero se fijen en este vídeo en la cara de Íñigo Errejón cuando Pablo Iglesias alude al citado asunto de la cal viva. Habla por sí misma.


Los esfuerzos de Errejón de presentar un Podemos de “la gente normal”, al estilo de su proyección de imagen como político modosito y yerno perfecto, se los desbarata un Iglesias absolutamente descontrolado que, como toro herido por el puyazo, se le va la pinza y arremete furioso y con la cabeza baja. 

Nadie se equivoque. No estamos ante dos almas de Podemos, una más moderada (Errejón, Bescansa) y otra más radical (Iglesias, Pascual, Izquierda Anticapitalista) o ante tres corrientes ideológicas confrontadas, ni siquiera ante proyectos diferenciados dentro de un mismo partido. Todos ellos son lo mismo. Un grupo de oportunistas, con un programa que en lo económico empezó siendo socialdemócrata y ya apenas es tímidamente keynesiano, todo ello envuelto en un populismo transideológico.  

Sí cabe hablarse de un mismo círculo de poder original dentro de Podemos, el de Contrapoder de la Complutense al que fueron enganchándose colaboradores habituales de La Tuerka, Fort Apache o la Fundación de Estudios Políticos y Sociales (CEPS) -ha cerrado su servidor web sin dar explicaciones- empleada para establecer contactos y hacer negocietes. A todos ellos se unió Izquierda Anticapitalista como espina dorsal organizativa y territorial inicial de la base militante de Podemos en un primer momento. 

Quien busque diferencias ideológicas estará cogiendo el rábano por las hojas. El populista laclaudiano Errejón había sido muy próximo a Izquierda Anticapitalista y esta organización siempre se consideró a sí misma como seguidora de un trotskismo light. 

El sector último que arribó en Podemos, el proveniente de Izquierda Unida (los propios Monedero e Iglesias pertenecieron a dicha organización. Monedero fue muchos años antes de las Juventudes Socialistas cuando estudiaba Ciencias Políticas) lo ha ido haciendo más como una suma de individualidades a la búsqueda de un sustento mejor, que como un colectivo homogéneo, aunque haya coordinado en gran medida sus pasos, y llega también desde una organización socialdemócrata. 

La bronca que ha estallado en el Consejo Ciudadano de Podemos de Madrid región, después de 5 gestoras regionales en otros territorios, tiene mucho de problemas heredados de origen -afiliación de aluvión, falta de ideología definida, oligarquización, falta de democracia interna, cesarismo caudillista en el liderazgo, enfrentamientos por cuotas de poder personal y, en el último período, y producto de haber fracasado el objetivo de “sorpasso” al PSOE, modo de gestionar los acercamientos al mismo, ritmo y forma de concretar su compromiso -facilitar el gobierno a Sánchez no se discute, salvo por el sector de Anticapitalistas y más como órdago que como intención real- con un gobierno de cambio y de progreso. 

Me atrevo a decir que íntimamente se asume también que Sánchez cuente tanto con Podemos como con Ciudadanos, por mucho aspaviento que ambos partidos escenifiquen en sentido contrario. El problema es de a quién de ellos considerará el PSOE su socio mayoritario porque ello, en el gobierno o fuera de él pero con apoyos programáticos, significa cuotas de “poder”

A Podemos ya le ha llegado el mensaje. Se lo ha mandado Público, su primera sede y boletín oficial, con su encuesta del 3 de Marzo en la que afirmaba que de repetirse las elecciones, una coalición en la que Ciudadanos se acercaría mucho a Podemos y PP estaría a un escaño de la mayoría absoluta, mientras Podemos seguiría estancado sin superar al PSOE, aunque éste descendiese en escaños. Hay que señalar que esta encuesta fue hecha y publicada antes de la bronca de las dimisiones en el Cosejo Ciudadano de la Región de Madrid. 

Que para Podemos podría comenzar a pintar bastos, y a cerrarse la errejoniana ventana de oportunidad si no andan listos, se lo han confirmado después El País, ABC y La Razón (que pertenece al mismo grupo editorial que La Sexta). Y sí, las encuestas, independientemente de qué medios las encarguen y difundan, tienen la función no sólo de reproducir una cierta intención de voto en un momento determinado, sino también de orientar esa misma intención (en la dirección de voto útil) y de condicionar los comportamientos de los dirigentes políticos. 

Pero curiosamente en esas encuestas coinciden en que Podemos puede verse perjudicado en una nueva situación tanto un medio proPodemos como las de los que dicen ser antiPodemos (significativo cómo La Razón salió hace días defendiendo al partido morado frente a los ataques y el intento de destruirlo por parte del PSOE, según el periódico que dirige Marhuenda). 

Cuando esto sucede cabe extraer las siguientes conclusiones. 
 1. Las payasadas de Podemos y sus socios en la constitución de las cámaras y los exabruptos de Pablo Iglesias en el debate de investidura de Pedro Sánchez no han gustado a una parte de sus votantes, previsiblemente a un sector de los más tradicionales proveniente del PSOE. 
 2. Podemos pierde fuelle, aunque sea momentáneamente, y el capital da ya por más que amortizado al PP y a Rajoy y necesita caballos de refresco, que bien pueden ser esos partidos del cambio (PSOE, Podemos, Ciudadanos) con dirigentes jóvenes y que parecen no tener pasado. 
 3. Viene una segunda fase dura de la crisis capitalista y Bruselas exige nuevos recortes. 
 4. El PP no está en condiciones, con la madre de todas las corrupciones, saliéndole precisamente ahora, a la vez por todos los poros mediáticos, los más confrontados y los más amigos, para dirigir una nueva vuelta de tuerca sobre la clase trabajadora. ¿Qué mejor que una operación de recambio? Y si para hacerlo más rápido, hay que insuflar un poco de realismo en el entorno podemita, se insufla. 

Pero nadie se equivoque, la crisis no se la ha creado nadie a Podemos. Es suya. Nadie se ha inventado 10 dimisiones, muchas de ellas de diputados y de dirigentes que también lo son a nivel nacional. 

De hecho, el secretario general de Podemos en la Comunidad de Madrid, Luis Alegre, ha reconocido que el principal problema del impacto de las citadas dimisiones tiene su origen en filtraciones internas realizadas por militantes de la formación morada. 

La respuesta de otros dirigentes de acusar a agentes externos a Podemos (PSOE, medios de comunicación) es la respuesta típica de los partidos políticos que creen que la transparencia debe acabar cuando empiezan las malas noticias y que se comporta de un modo paranoico inventando enemigos externos para negar los conflictos internos. 

Simplemente se le ha dado aire, en medios amigos y enemigos, y el objetivo no es destruirla. Por lo mismo ningún medio ha hablado, de momento, de que ha habido un intento, hasta el momento frenado, de dimisiones también en bloque en el Consejo Ciudadano Municipal de Madrid capital, el que dirige el mediocre arribista y sujeto sin escrúpulos Jesús Montero, esbirro de la familia Botín. ¿Por qué se ha callado esto último? Porque se trata de disciplinar a estos chicos, de hacerles entrar rápidamente en razón, no de destruir un juguete que tan bien les ha venido como refresco del sistema político burgués. 

Pero cuidado porque los que han amagado con dimitir dentro del Consejo Ciudadano Municipal de Madrid podrían hacerlo a la vuelta de la Semana Santa y sus motivos podrían ser más incuestionables, dado que esgrimen como argumentos su decepción y sentimiento de haber sido engañados respecto a los proyectos de cambio de Ahora Madrid desde el Ayuntamiento de la capital de España, cosa que algunos ya dijimos desde el minuto 1 de la toma de posesión de Manuela Carmena que sucedería.

Hecho este último paréntesis, creo que los podemitas ya han entendido el mensaje. De momento, han ensayado con el PSOE ir juntos en diversas votaciones en el Parlamento y ¡oh sorpresa!, los ruidos mediáticos sobre la crisis de Podemos han acabado. Sospecho que esta fase de la crisis podemita no ha terminado en absoluto, hasta que todo el partido tome una misma decisión respecto a los pactos. Un par de encuestas más y tras estas vacaciones de Semana Santa los penitentes morados volverán mucho más “calmados, dialogantes y sensatos”, tanto que habrá abrazo del reformismo para una “segunda transición”, dentro del orden que forjaron los pactos del 78, claro está, aunque con ligeros retoques de maquillaje “empoderado”. ¡Ah, y por el resultado de la cyberconsulta de la dirección podemita a sus bases sobre los pactos no se preocupen! ¿Cuándo ha sido eso un problema en Podemos?

23 de enero de 2016

TRAS LA OFERTA DE GOBIERNO DE PODEMOS AL PSOE A USTEDES AÚN LES PARECE QUE SON DISTINTOS, ¿VERDAD?

Por Marat

1.-"Descastizando y desmierdizando" al PSOE que es gerundio
No es que el PSOE haya sido de un plumazo definitivamente “descastizado” por el acto de autoproponerse Pablo Iglesias como vicepresidente de un gobierno presidido por Pedro Sánchez; es que en ese mismo acto ha sido literalmente “desmierdizado”¿Recuerdan aquello de “PSOE y PP la misma mierda es”? ¡Ah que eso lo gritaba el 15M! Pero ¿no se reivindicaban tanto Podemos como IU, cuyo candidato Garzón ya ha respondido positivamente a la propuesta de Iglesias, del 15M? ¿Acaso los líderes de Podemos y Garzón no estuvieron en el 15M?

Y lo más divertido de todo es que el señor Pablo Iglesias presentó esta propuesta a Felipe VI de Borbón antes que al principal interesado, Pedro Sánchez, lo que debiera despejar toda duda acerca de que se trate de una “jugada maestra” para que el invitado a ser Presidente con sus votos se sienta tan presionado que lo rechace por forma e intenciones. No parece en absoluto que esa sea su intención ni por la forma (presentar la propuesta al rey y luego, al salir del encuentro, anunciarlo ante los medios de comunicación ni por los intereses que se dirimen en tal apuesta.

En primer lugar, el interpelado Sánchez ha demostrado sobradamente sus esfuerzos, contra buena parte de sus barones, por encabezar ese gobierno, arriesgando incluso su propia cabeza (que solo puede salvar siendo Presidente del Gobierno o ganando una próximas elecciones si las hubiera y llegase a ser candidato) y la unidad del partido, bastante quebrada.

En segundo lugar, si Iglesias tensase demasiado la cuerda del acuerdo, de modo que lo hiciese imposible, mientras Sánchez ha mostrado desde el primer día su intención de negociar, y ello provocase unas nuevas elecciones, puede que los resultados no le fueran tan favorables y que los beneficiados de ellas fuesen el PP, al demostrar la oposición su falta de capacidad para entenderse, y el PSOE, al transmitir la idea, muy bien trabajada por Sánchez, de que no fue por ellos por lo que fracasó tal intento.

En tercer lugar, las confluencias con sus socios actuales no han sido precisamente una balsa de aceite, especialmente en el caso de Compromís que no se ha integrado en la disciplina del grupo podemita del Congreso. Posiblemente, unas nuevas elecciones sólo pudieran acentuar esa tendencia “disidente”, aun cuando se volviesen a presentar unidos.

En cuarto lugar, nada asegura que Podemos no haya alcanzado su techo. Les sugiero que no hagan demasiado caso a las encuestas que puedan afirmar que sí porque ya quedaron desacreditadas suficientemente en su momento. Quienes piensan que podría comerse todo el espacio de IU deben tener en cuenta lo siguiente:

  • Para ello, IU debiera en primer lugar no presentarse a las elecciones. Y no es seguro que tomase tal decisión porque sería negativo para las intenciones de casi toda su dirección federal y de la del PCE de encontrar un sitio calentito y seguro en la dirección de Podemos dentro de unos meses. Si uno quiere venderse por un buen precio ha de demostrar que lo vale y eso pasa por darse a valer, lo que unas elecciones que volviesen a darles representantes, por pocos que estos fuesen, reforzaría tal intnción.
  • De no presentarse a las elecciones no es seguro, ni mucho menos, que los votantes de IU en las pasadas elecciones dieran su voto a Podemos. Demostraron entonces que no se reconocían en tal formación, ello a pesar de la voluntad de su candidato, de la dirección de la organización y de los organizadores de su campaña de vestirse de podemitas en sus formas y en la elección de un ropaje (Unidad Popular) absolutamente desideologizado. Los raptos de “izquierdismo” de Garzón en la pasada campaña eran sólo modos de buscar el voto entre los sectores que pudieran votarles: los más ideologizados dentro de unas bases sociales muy desideologizadas en general. En una nueva convocatoria electoral gran parte de los votos que tuvo IU podrían irse a la abstención y ella beneficia sobre todo a los partidos más votados. Recordemos que los asaltacielos sólo asaltaron el tercer puesto en la carrera por la Moncloa.

Pero volvamos a la cuestión de si el PSOE y Podemos son, de verdad, dos opciones ideológicas distintas.

En julio de 2014 escribí un artículo titulado "Guárdame los votos, Pablo, que en unos meses pasaré a recogerlos. Pedro Sánchez". En dicho texto venía a sostener la tesis de que Podemos era un granero para guardar los votos del PSOE, no para quitárselos, y que posteriormente dichos votos volverían al PSOE. Lo cierto es que no ha ocurrido de un modo directo, si bien Podemos no supero al PSOE sino que quedó en tercer lugar. Pero lo cierto es que la propuesta de investir Presidente a Pedro Sánchez mediante los votos parlamentarios de Podemos viene a parecerse mucho a esa tesis, aunque para ello hubiese de pactarse algunas condiciones de Podemos y muchos cargos, que de eso se trata antes que de cualquier otra cuestión.

Desde Julio de 2014 a hoy mucho agua ha corrido bajo los puentes de Podemos y del PSOE.

En primer lugar, las veleidades de sorpasso quedaron atrás en el mundo podemita.

En segundo quien compare al Podemos reformista de entonces, y no digamos nada si lo hace con el de las elecciones europeas, con el de ahora y su programa creerá estar ante dos partidos distintos. Pero son el mismo. Las diferencias ideológicas entre un reformismo del sistema vía Podemos y las de un Podemos absolutamente entregado a los mercados, el IBEX35, la OTAN, la UE y la monarquía son las mismas, lo que garantiza sus proximidades al PSOE, que no sé porqué es PPSOE para los podemitas, cuyos votos vienen sobre todo de allí, y no es PSOE2 su partido.

Al fin y al cabo, en el paso de las posiciones contrarias a la OTAN, favorables a la República y al derecho de autodeterminación de Cataluña y de Euskadi, el PSOE hubo de invertir varios años y para cambiar alguna de esas posiciones hubo de llegar al gobierno. Podemos, por su parte, ha renunciado a todas ellas (sí, ya no hay líneas rojas, ni siquiera la del referéndum) en cosa de unos meses (en la cuestión el referéndum en un mes) y por supuesto sin llegar al gobierno, ni siquiera acercarse por méritos propios que no fuesen una coalición postelectoral con el PSOE.

Conviene ver algunas de las personas propuestas por Pablo Iglesias para formar parte del gobierno de coalición PSOE+Podemos+IU, que Garzón ya ha dicho que sí, mediante el procedimiento que toca: twitter. Los órganos de dirección de IU ya tal. Lo importante son los del candidato.


  • Julio Rodríguez; Mr. OTAN, señor JUJEM y bombardero sobre Libia. Fue máximo jefe del ejército español con Chacón, durante el gobierno de Zapatero. Imaginen para qué Ministerio le propondrá Iglesias.
  • Carolina Bescansa: próxima al PSOE en el pasado, a través de su pertenencia al grupo demoscópico dirigido por Julián Santamaría, máximo sociólogo de este partido.
  • Íñigo Errejón: máximo exponente de las tesis partidarias de pacto con el PSOE dentro de Podemos e hijo de José Errejón, hombre que ocupó altos cargos con el PSOE, que también con la UCD.
  • Victoria Rosell: Miembro de Jueces para la Democracia, entidad próxima al PSOE. Pareja del ex jefe de prensa del PSOE en Canarias, Carlos Sosa Báez
  • Pablo Iglesias Turrión: Partidario cuando era asesor, cobrando, de IU de acuerdos postelectorales PSOE+IU. Hijo de un ex reconocido miembro del FRAP, que tras su detención fue defendido por José Bono, alto jerarca del PSOE en los gobiernos González y Zapatero y propiciador de la famosa cena entre Iglesias y Zapatero.

2.-¿Qué significado tiene esta propuesta de acuerdo?
El PP y Mariano Rajoy son dos opciones quemadas para el capital. Su gestión la crisis capitalista ha sido enormemente útil a su opción de clase pero no está acreditado ni legitimado socialmente para continuar con una vuelta de tuerca que hoy piden tanto Bruselas como el FMI.

Su gestión de las tensiones territoriales ha sido nefasta. Su papel de partido nacionalista español y su negativa a actuar en algún sentido, fuere el que fuere, ante el órdago secesionista en Cataluña, es una auténtica fábrica de independentistas en distintos territorios del Estado.

El momento económico español aún mantiene inercias de crecimiento que son antagónicas con la tendencia mundial hacia una gran segunda depresión dentro de la crisis capitalista mundial. La insistencia de los medios de desinformación del capital (todos los medios no alternativos) de culpar a la demora de los políticos en formar gobierno en cualquier posible efecto negativo de la política en la economía tiene un doble objetivo:
  • Negar que las políticas económicas procíclicas tengan algo que ver en el próximo impacto de la crisis capitalista, en un Estado con una deuda cercana al 100%.
  • Favorecer la imagen, más que real, de desgobierno por parte de un PP incapaz de encontrar socios que favorezcan la investidura de Rajoy, que ya ha desistido.

El capital necesita una opción de gobierno que le permita continuar en su intento de recuperar su tasa de beneficio, más que afectada en sentido global, a pesar de los beneficios de ciertas grandes compañías y sectores.

Para ello necesita lograr varios objetivos:
  • Un gobierno estable, capaz de garantizar la paz social, ante la inminencia del recrudecimiento de la crisis. Que ésta es inminente lo podemos ver en 3 ejemplos concretos: el despido de Tragsa (gigante en el mercado medioambiental) de 555 de sus trabajadores mediante ERE, el hundimiento de Abengoa, gigante del sector energético, afectado por la suspensión de proyectos internacionales en un mercado contractivo, la suspensión de actividades por tiempo indefinido de la planta de producción de acero de Arcelor Mittal de ACB (Acería Compacta de Bizkaia) -335 trabajadores- debido a la contracción mundial de la demanda de productos semifacturados, crisis agravada por la fuerte competencia China y la guinda del pastel: próxima reestructuración del sector bancario español que prevé reducir su plantilla en 35.000 empleos.
  • Asegurar la desmovilización social y política, hasta hoy asegurado por el sindicalismo sistémico de CCOO y UGT, y que, la inclusión de Podemos en el gobierno potenciaría en grado extremo, dado el “sentido de Estado” manifestado en varias ocasiones por su líder Pablo Iglesias.
  • La continuidad de la unidad del mercado español, lo que significa dar una solución “relativamente” satisfactoria a los sectores soberanistas, en primer lugar en Cataluña, lo que reconduciría significativamente al situación, especialmente reorientando los restos de Convergencia Democrática de Cataluña hacia soluciones “más realistas”. En esta cuestión lo fundamental es ganar tiempo para la gran burguesía española y catalana (ésta última no secesionista en su gran mayoría). 30 o incluso 20 años más de pax catalana serían una bicoca. Reforma federal como sugería el fallecido Rubio Llorente y que Podemos estaría en condiciones de favorecer, tras su pastoreo de buena parte del independentismo catalán, vasco y gallego.
  • Desprestigiar la idea de izquierda, ya bastante dañada por la practica reformista y prosistema de los partidos mayoritarios que se reclaman tal -objetivo real para el que ha nacido Podemos- y, de cualquier expresión políticamente organizada de la lucha de clases. Si la prensa de la caverna fascista acusa a los podemitas de comunistas -algo tan cercano a la realidad como la condición de socialista del PSOE- a ver quién es el guapo que en el futuro se reinvindica comunista y denuncia la falsedad de aplicar este término a sujetos de la catadura del señor Iglesias y su troupe. Será una tarea de titanes, imprescindible y obligado, pero muy cuesta arriba hacer esto.
Y, más allá de las apariencias y la fanfarria de alarmismos empresariales mediáticamente sobreactuados, a este objetivo de un “gobierno de progreso” se sumará el capitalismo español porque le van muchos beneficios en ello. Quien crea que habrá reversibilidad de leyes laborales, de pensiones, derogación del artículo 135 de la Constitución española y de la LOEPSF que la desarrolla, así como del Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en la Unión Económica y Monetaria del que ambos emanan, blindaje de derechos sociales, negativa a acatar el TTIP, referéndum catalán, etc., es que pretende justificar su posición pusilánime y claudicante bajo el formato de “ilusión” y confianza en quienes son el referente español de Syriza (Podemos e IU)

Sin la derogación y denuncia de las 3 leyes de austeridad fiscal citadas no hay dinero que valga para blindar derechos social alguno ni para derogar leyes de pensiones y laborales, señores, porque cuesta dinerito y el grifo de él lo tiene el BCE, excepto que se intente vía impuestos a las familias y empresas con mayor capital pero eso no nos vamos a creer que PSOE+Podemos+IU lo hagan ¿o sí y nos creemos que los Reyes/Reinas Magos/Magas existen?

Lo que obtendrá la clase trabajadora española de tal gobierno es unos rejonazos como los que ha obtenido la clase trabajadora griega de parte del gobierno de Syriza. Y no vale la cantinela pablista de decir que España no es Grecia porque la economía también en España se va a poner muy mal y las medidas que tomen PP o un gobierno alternativo al mismo serán las mismas, las que dicte el capital que ya ha votado. ¿O se creen ustedes que si no lo hubiera hecho en un sentido concreto Mariano Rajoy no tendría ya hoy a estas alturas el voto de Ciudadanos? ¿No era Ciudadanos la opción del IBEX35?

Pues bien, visto lo visto y lo que hemos de ver, yo por mi parte afirmo que al igual que hasta ayer se decía “PSOE y PP la misma mierda es” hoy ya es posible, y dentro de unos meses mucho más, decir que “Con Podemos, IU y PSOE la misma mierda tenemos”.