SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
PROPUESTA DE EXIGENCIAS AL POSIBLE PRÓXIMO GOBIERNO DE AMPLIAS ALIANZAS
HASTA LOS COJONES DEL ASUNTO LUIS RUBIALES Y DE TODO EL SHOW
TIEMPO DE PESIMISMO (NO EXAGERAR LOS ADJETIVOS), TIEMPO DE ESPERANZA
SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
7 de noviembre de 2018
TRIBUNAL (T) SUPREMO (S), TEATRO (T) DE SABANDIJAS (S)
Por
Marat
El
Tribunal Supremo, una auténtica timba de sabandijas, ha dictaminado
que será finalmente el cliente, como sucedía con anterioridad,
quien pague el impuesto de hipotecas.
Dicen
los mercenarios de la prensa y otros medios de intoxicación que la
decisión ha sido reñida -15 a 13- y para ello han extendido sus
deliberaciones durante 2 días tras el amago de un si pero luego no,
pero después quizá. Toda una representación de una opera bufa.
Lo
que parecía una gracia de las instancias judiciales del Estado
capitalista no ha sido otra cosa que una impostura de “buena
disposición” ante un gobierno de la progresía del hagocomo
quequieroynopuedo, voyperonodemasiado, un interregno entre el PP y
quién sabe qué después. Todo el lío de la tensión en el Supremo
sobre dicho dictamen no ha sido más que una teatralización de una
decisión previamente esperable.
Decían
Marx y Engels, esos revolucionarios “añejos” para los progres
posmodernos y odiosos fracasados para los turboliberales, que “hoy,
el poder público viene a ser, pura y simplemente, el Consejo de
administración que rige los intereses colectivos de la clase
burguesa”. Y lo decían, refiriéndose al Estado burgués y sus
aparatos de dominación de clase, nada menos que en 1848 en “El
Manifiesto Comunista”. Para
ser unos pensadores y revolucionarios tan desfasados parece que lo
clavaron y que son mucho más modernos y actuales que los progres de
izquierda y los liberales.
En
realidad, como sugerí anteriormente, el debate sobre quién debía
pagar los impuestos hipotecarios era artificial, alimentado de manera
interesada. No nació de una reivindicación sostenida sobre la
musculatura de organizaciones poderosas, ni de un potente movimiento
social, ni de un debate colectivo que permease a la sociedad. Más
bien diría que el hecho de que el Supremo plantease esta cuestión
fue uno de esos globos sonda lanzados para hacer de termómetro del
clima social y, de paso, convertirse con el aldabonazo anunciado en
uno de los más importantes jalones de la frustración del aventurero
“proyecto Sánchez”. Un breve período de desintoxicación de la
basura gubernamental del PP pero sin calado realmente transformador
ni posibilidad de serlo porque no se sustenta en una fuerza social
movilizada que impulse dichos cambios, si es que hubiese habido
interés en hacerlos, cosa que el reformismo nunca ha pretendido. El
objetivo era la mera oxigenación del régimen de partidos, que no
del 78, porque es todo el parlamentarismo el que está afectado en su
credibilidad.
En
cualquier caso, la posibilidad de reformar legalmente el impuesto
hipotecario nació muerta. Es evidente que no existió voluntad de
que fueran los bancos quienes lo pagasen en lugar de sus hipotecados
desde el mismo momento en el que se señaló un límite temporal para
la reclamación del montante económico a las entidades en 4 años
¿Cómo es posible argumentar que si el beneficiario de la hipoteca
es el banco debe ser éste el encargado de pagar dicho impuesto y
limitar temporalmente su aplicación? ¿Puede cesar en el tiempo la
motivación del fallo judicial? ¿En base a qué? El derecho burgués
de propiedad, porque de eso hablamos, el de la vivienda, no es
conculcable en un momento dado. Tampoco las obligaciones que
conlleva. Hacerlo significaría una arbitrariedad y tal cosa por
parte del poder judicial significa nada menos que la prevaricación
de cada uno de los jueces del Tribunal Supremo y del órgano en su
conjunto. Sería el Estado, porque el Supremo es Estado, el
responsable de una arbitrariedad que habría abierto las puertas del
infierno bajo los píes de la banca.
¿Entienden
ahora todo el ruido y la fanfarria mediáticos de estas semanas? El
problema no hubiera sido de 5.000 millones que hubiera supuesto
indemnizar a los hipotecados de los últimos 4 años, una cantidad
asumible por las marcas de la usura, sino el hecho de retrotraer
dichas devoluciones a todos los que pagaron un impuesto hipotecario
¿Imaginan?
La
tentación para muchos puede ser la de decir: “el Supremo la ha
cagado”. No. Esa pandilla de tahúres no da puntada sin hilo. En
una sociedad inerme, desmovilizada, desorganizada, desinformada, una
decisión como la de mantener el “statu quo”
del régimen hipotecario es un clavo más que se introduce en el
ataúd de su derrota y un pasivo terrible en la cuenta del gobierno
Sánchez, por mucho que se diga que el poder judicial es
independiente, que será solo el breve paréntesis entre el PP y lo
que ha de venir. Aunque fuera reelegido Sánchez (ya no hay PSOE sino
Pedro), lo haría con un gobierno, que no programa, porque nunca
existió, mucho más “realista” y dócil con el capital, si es
que no lo era ya bastante.
Mientras
la clase trabajadora no se organice autónomamente frente a todo
intento de venderle siempre el mismo producto, con mejor o peor
maquillaje, no se forme políticamente para no ser víctima de la
mentira, y carezca de proyecto, nos las seguirán metiendo dobladas.
6 de noviembre de 2018
EL BUFÓN DANI MATEO, SU JEFE WYOMING Y LA PASTA QUE LES COMPRA EN TELEVISIÓN
Por Marat
Escribir contra corriente es hacerlo
siempre frente algún sector con capacidad de imponer su mentira ante
los deseosos
de comprar cualquier cosa, sin preocuparse en absoluto por la
naturaleza del producto.
Un bufón llamado Dani Mateo se suena
los mocos en la bandera monárquica que repuso Franco a sangre, fuego
y terror y que la Constitución del 78 consagró como definitiva
aceptación del orden heredado.
La reacción posterior fue la de un
montón de enérgumenos a uno y otro lado del Ebro que jalean, se
felicitan, creen que con ello hacen no sé sabe qué daño al
“imperialismo” español y gozan del daño infligido o, desde el
otro lado, se indignan, lanzan coces al aire, gritan en nombre de los
“caídos” por ese trapo, ahora humillado y airean su ira. Y todo ello con el acompañamiento de la estupidez consustancial a la progresía.
En un país en el que se han producido
centenares de miles de desahucios, en el que aún hay 3.200.000
parados, en el que muchos mayores de más de 50 años ya no tenemos
futuro, si se puede llamar futuro a situaciones desesperadas, en el
que los jóvenes son sobreexplotados en la llamada economía
colaborativa de los Deliveroo, Glovo o Uber, en el que 12,3 millones
personas (26,6% de la población) se encuentran en riesgo de pobreza
o exclusión social, en el que se amenaza un día sí y otro también
a los trabajadores y pensionistas con perder su derecho a la
jubilación, en el que la mitad de las horas que se trabajan no se
pagan, a un tal Dani Mateo solo se le ocurrió, por toda,
provocación, sonarse los mocos en una bandera.
Cumplía su papel de bufón. El de
desviar los problemas reales del país para que no se hablara de otra
cosa que de su ocurrencia. “El patriotismo es el último recurso de
los canallas”, dijo Samuel Johnson. Esconderse en su bandera, como
hacen los Abascal, los Ribera o los Casado es una canallada para
ocultar cuestiones de desigualdad, explotación y sobreexplotación y
pobreza como los que he señalado. Justo lo que hizo el tal Dani
Mateo al situar la polémica en una bronca entre españolistas e
indepes, entre progres e “izquierdistas” y fachas
constitucionales.
En la Edad Media, el bufón era un
personaje de palacio, tolerado por los reyes como expresión de
disidencia controlada que, lejos de debilitar al rey con las burlas
que de él hacia aquél, canalizaba la crítica de modo funcional a
la monarquía porque soltaba presión. Hoy también. Pero la
monarquía de ahora se llama capitalismo, por mucho que se empeñen
tantos progres en convertir el debate en otra cosa.
Su jefe de programa y rico accionista
de La Sexta (el canal de televisión que pertenece al mismo grupo que La
Razón, el panfleto de Marhuenda que hacía hace tiempo el papel de bruja mala en toda esta
farsa), el Gran Wyoming salió a defender a su pupilo. No podía ser
de otro modo. Su argumento era el de la paradoja del humor, el
sempiterno y socorrido humor, frente a...todo aquello que confrontase, no al capitalismo, sino a viejo y estúpido argumento de españoles
vs. indepes, fachas vs. progres, ladrones del PP vs. el resto. Pero
resulta que el resto, el más importante grupo social, por ser el más amplio, no
tiene nada que ver con el enésimo enfrentamiento artificialmente
creado por quienes se niegan a que se hable de desigualdad,
explotación, pobreza, paro, desahucios, pensiones, sanidad y
educación degradadas, salarios de miseria,...somos la gran mayoría
que no ponemos banderas en los balcones de Cataluña ni del resto de España
porque no es nuestra guerra. Nuestra bandera se ha tejido con los hilos del agobio, las penalidades
de llegar a fin de mes, el temor al futuro,...en fin.
El caso es que la bronca taparealidades
del histrión ha servido para que sepamos que durante un tiempo ha
sido mercenario de Clínica Baviera, una de tantas sanguijuelas
aprovechadas de la privatización de la sanidad pública realizada por
el gobierno recortador del PP.
Pero oiga, en lugar de escandalizarse
con el señor Mateo, de pedirle explicaciones sobre su coherencia
entre su papel de progre y su realidad material (coge la pasta y
corre), la indignación de su entregado público, adolescente mental,
fue contra la clínica privada, como si fuera decente indignarse
contra la hiena por ser hiena o de escandalizarse con el capitalismo porque si tienes una enfermedad cara la sanidad privada te mande a morir a la pública. El cinismo habitual de la izquierda.
Ahora sabemos que ya son cinco las
empresas que, de un modo u otro, se publicitaban en “El Intermedio”
de Wyoming, que abandonan el programa. Por muy accionista que éste
sea de La Sexta veremos, si es que no va a más, pronto que la cadena le
dará el toque necesario para que se haga la “autocrítica”
correspondiente y “reconsidere” su comportamiento, ya que es él
quien dirige a su muñeco de trapo y madera llamado Dani Mateo. Será
divertido comprobar cómo estos seres privilegiados de la televisión
vuelven al redil y nos lo relatan. Poderoso
caballero.
Mientras tanto, se habrán ganado el
sueldo haciendo que hablemos de lo que el poder, el único, el del
capital, con su escudero mediático usa como válvula de escape.
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