13 de abril de 2016

LA MENTIRA MEDIÁTICA Y LA SOCIEDAD MANIPULADA

A Shangay Lily, maricón, valiente, defensor de toda causa humana, revolucionario incluso contra nuestras eternas verdades, comunista avant la lettre, periodista del que algunos se alegran de haberse librado, icono del que buscan aprovecharse miserables que combatió. Amigo, frente al que, cabreado, a veces no tuve razón

Por Marat
1.-El obsceno relato que nos cuentan del mundo en el que vivimos:
La información puede ser veraz o parecerlo pero nadie pretenda que sea cierta.

Allá donde empieza el derecho de empresa acaba el derecho a la información. Los medios de comunicación, también los grandes proveedores de servicios digitales que hoy entran en la batalla comunicativa así como los agregadores de noticias y las redes sociales son empresas y, como tales, están participados por socios financieros, acciones cruzadas de terceras empresas y consorcios muchos de ellos ajenos al mundo informativo.

En relación con la realidad y con el modo en que ésta es transmitida y comunicada tienen intereses concretos; en primer lugar económicos, en segundo políticos e ideológicos.

El objetivo de la información es “recrear” la realidad, ajustar la versión que se da de la misma y la que hemos de aceptar como válida y cierta de acuerdo a los intereses del poder. Se trata de hacer coincidir la parte de la realidad que se cuenta y el modo en el que se cuenta con los intereses del poder económico y político, manteniendo lo disonante con dichos intereses como zonas “penumbra” o directamente en la oscuridad.

Hoy la mentira mediática alcanza tal dimensión que información y publicidad -nombre éste último que intenta dignificar al término de “propaganda”- se unen en el concepto comunicación, donde la verdad no es un objetivo de la misma sino la persuasión.

Cualquier tratado de periodismo le dirá que las funciones de los medios de comunicación son, junto a la de informar, las de formar la opinión, persuadir y educar o socializar, junto, cómo no, a la de entretener. Si se fijan ustedes, las funciones de formar la opinión del público, persuadir, y educar o socializar podrían resumirse muy bien en la de manipular a sus audiencias.

Mucho se ha mentido, manipulado, engañado, desinformado desde que el magnante de la prensa William Randolph Hearts dijera a su ilustrador Frederick Remington aquello de “usted facilite los dibujos, que yo pondré la guerra”, cuando éste le telegrafió que en Cuba todo estaba en calma y que quería volver a Estados Unidos.

En estos días han aparecido en diversos medios unos cuantos ejemplos del modo en el que los medios de comunicación manejan a la opinión pública.

Así el diario El Mundo, después de que militantes de izquierdas bolivarianos denunciaran la trampa de hacer pasar la fotografía de un supermercado neoyorkino de Agosto de 2011 como prueba del desabastecimiento actual de dichos establecimientos en Venezuela, informaba profusamente sobre la cuestión con un titular que no dejaba lugar a dudas: “La foto icónica del desabastecimiento en Venezuela se hizo en Nueva York”.

Dado que la nueva forma de censura del gobierno corrupto y semifascista del PP no permite reproducir gratuitamente textos o enlaces a las noticias digitales, les suguiero que ustedes mismos, si tienen algún interés en ello se tomen la molestia de buscarlo en Internet.

La noticia de El Mundo se hace eco de cómo el primer rastro de trucaje fotográfico se produjo en un blog conspiranoico, El Blog de Skiper, que manipuló la imagen fotográfica para colar como desabastecimiento por la situación económica y política en Venezuela lo que era una circunstancia ligada al desabastecimiento por la afluencia masiva de consumidores ante el temor al huracán Irene. Llamativamente ahora, tras la denuncia aparecida en multitud de medios internacionales, el blog conspiranoico parece haber cambiado la fotografía y puesto la inicial, propiedad de la agencia Reuters, con el fin de hacer desaparecer la manipulación fotográfica, que posteriormente ilustraremos en imágenes.

Presentamos en la parte superior la imagen tal y como apareció la noticia por primera vez en Reuters y debajo la manipulación efectuada con el objetivo de descontextualizarla y facilitar así su atribución a una situación producida en otro país.


Como puede apreciarse en la foto inferior, la parte de arriba de la misma ha sido recortada para dificultar la lectura de los carteles escritos en inglés que cuelgan del techo del establecimiento. Huelga decir que el idioma de Venezuela, en el que se rotula también la publicidad, es el español.

Ni que decir tiene que muchos medios escritos latinoamericanos prefirieron reproducir la foto manipulada-que la realidad no nos estropee una noticia interesante, sobre todo si pensamos en para quiénes y con qué objetivos- que la original de una agencia tan importante y con tanto eco en el continente americano como Reuters.

Tampoco dude nadie de que aún hay sectores de la oposición golpista venezolana que siguen utilizando la imagen en la esperanza de que haya aún personas que no conozcan esta manipulación.

Es un asunto mucho más antiguo pero, ya que de Venezuela hablamos, en Enero de 2013 el diario español El País quiso aparecer internacionalmente como el gran abanderado del antichavismo, publicando una supuesta fotografía del entonces Presidente venezolano, Hugo Chávez, en lo que parecía una intervención quirúrgica a vida o muerte.

La fotografía, repleta de marcas de agua digitales con el nombre del digital (en su versión papel creo que no llegó a aparecer) fue una cantada. Lo que cabe interpretarse como ardiente deseo de rápida resolución del “problema venezolano” por la vía biológica hubo de esperar un tiempo porque la fotografía, que verán ustedes más abajo, era un bluf, un engaño de aficionado al periodismo de ficción (Tomasso Debenedetti) que se la había vendido al diario por una jugosa cantidad, la cuál nunca fue aclarada, y que el aludido había sacado de la fotografía de un vídeo de youtube de 2.008 llamado "Intubación de agromegalia AMVAD: 

En el minuto 2.29 el fotógrafo hizo una captura de pantalla del vídeo que le envío a El País. Lo curioso es que este sujeto se había inventado ya por entonces la muerte de Gabriel García Márquez y entrevistas a varios Premios Nobel y al Dalai Lama. Cuesta entender que, con este currículo, y los medios disponibles de investigación, al alcance de un clic en buscadores, El País picase. Quizá pensó que picarían sus lectores, cosa que no sucedió.


Todo lo anterior sea dicho más allá de lo que me parezca la dirigencia nacional venezolana tras la muerte del comandante Chávez.

Pero la manipulación y la mendacidad periodística tiene múltiples formas.

A través de un texto publicado hace unos días en el blog Grupo Antimilitarista Tortuga, titulado http://www.grupotortuga.com/Siria-la-guerra-mal-contada supe de una historia rocambolesca sobre la que decidí rastrear un poco por mi cuenta.

En febrero de 2011 empezó a publicarse un blog, cuya totalidad de entradas al mismo han sido eliminadas, aunque ha dejado el rastro de su dirección URL (http://damascusgaygirl.blogspot.com/), cuya traducción al castellano vendría a ser “una chica lesbiana en Damasco”, que hablaba de las maldades del gobierno sirio, y de su Presidente al-Assad, y de cómo la supuesta chica lesbiana siria, Amina Arraf era su pretendido nombre, tenía que vivir su sexualidad a escondidas de la persecución del régimen de su país, mientras participaba en manifestaciones contra el mismo. Ya saben, esas manifestaciones pacíficas, con policías muertos, que dieron lugar a los “moderados” Al Nusra (Al Qaeda) y Estado Islámico (DAESH).

El 6 de junio de ese mismo año apareció en dicho blog una entrada, firmada por una supuesta prima de la tal Amina, Rania O Ismail, que contaba que la bloguera había sido detenida. La noticia fue reproducida en multitud de medios mundiales y se llegó a organizar una campaña para su liberación, algo lógico si pensamos en la solidaridad con las víctimas que provoca cualquier opresión que no tenga que ver con la base material de la sociedad, con la realidad económica y la desigualdad y explotación en la que se sustenta el sistema capitalista. Éstas últimas importan un carajo a la inmensa mayoría de las gentes, incluso a las explotadas por ese mismo sistema económico.

Pues bien, la tal Amina Arraf nunca existió, aunque aparecieron múltiples fotografías que la identificaban como tal, hasta que la persona real cuyas fotografías estaban siendo utilizadas para dar vida a un ser inexistente, la croata Jelena Lecic, denunció que sus fotos habían sido robadas de su perfil en Facebook. Ni que decir tiene que Jelena Lecic nunca había estado en Siria, no conocía a la tal Amina -cosa difícil- y por supuesto, nada tenía que ver con su blog.



Pronto se descubriría que el autor real del blog era un estadounidense con barba, de 40 años, llamado Tom McMaster, que decía estudiar un master en la Universidad de Edimburgo, Reino Unido.


Sobre el tal Tom McManister hay algunos datos interesantes en el sitio SOTT, en un artículo que aparece bajo el título La sangrienta revolución siria patrocinada por la CIA - ¿Una distracción? Si algo queda claro en este texto es que quien crea que Tom McMaster era un simple imbécil y no un esbirro al servicio del imperialismo es ser tan cretino como él.

Pero si de todas las mentiras que recientemente han llegado hasta mí tuviera que hacer un apartado especial, sin duda el caso de los Panama papers o Papeles de Panamá se llevaría la palma. Y no por lo que cuenta sino por lo que deja de contar, como es el caso de La Sexta y de todos los demás medios, con la excepción de vozpopuli y de El Confidencial, el cuál desvela lo escamoteado con sorprendente cinismo y transparencia.

El día en que estalló el turbio asunto de los Panama papers tuve la sensación de que la prudencia a la hora de juzgar aquella filtración me invitaba a callar. Sentí una mezcla de alegría e ira por todos los políticos y “famosos” que aparecían en la lista los cuáles, en mi opinión deben pagar en dinero, con intereses añadidos, inhabilitación de por vida en el caso de quienes ocupan cargos públicos y cárcel, siempre que se demuestre que han estafado al fisco y se lo han llevado crudo. Pero, a la vez, esperaba que lo que los medios iban filtrando en una entrega por capítulos aclarase algo de las 200.000 empresas que, en los primeros momentos fueron señaladas como clientes de la firma panameña Mossack Fonseca, especializada en empresas offshore para la evasión de impuestos y capitales. De esas empresas seguimos sin saber nada al día de hoy, salvo que sean pantallas de particulares. Nunca de empresas reales.

Una localidad norteamericana martilleaba mis oídos cuando se hablaba en los informativos de los papeles de Panamá y del carácter de este país como paraíso fiscal: Delaware. Pero Delaware es uno de los 50 estados USA y, aunque se le señalaba como paraíso fiscal, no estaba en Panamá. Se hablaba de cosas distintas en La Sexta y en otras televisiones pero no se conectaban los datos. Con un poco de esfuerzo acabé sabiendo que Delaware es uno de los muchos paraísos fiscales del mundo ¡Vaya!


Muchas personas que dudan de las versiones oficiales empezaban a cuestionar la versión oficial de aquellas filtraciones.

Aquél artículo hablaba de que los intereses de los paraísos fiscales USA estaban detrás de la operación de filtración de los nombres de políticos y famosos pero, casualidad, no de empresarios internacionales, a pesar de haber 200.000 empresas constituidas entre los clientes de Mossack Fonseca. El socio Mossack es hijo de un nazi evadido tras la II G.M. Edhard Mossack. Pero no nos perdamos en esta “zanahoria”, que sospecho que tiene ramificaciones destinadas a desviar la cuestión central.

Dicho artículo señalaba también que el primer medio que accedió a dichas filtraciones fue el periódico alemán Süddeutsche Zeitung’ que, si ustedes comprueban tiene un largo historial de amor con George Soros a través del ICIJ (Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, ICIJ, por sus siglas en inglés).

En el listado de periodistas en nómina del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, ICIJ, aparece el nombre de Hans Leyendecker, editor, no un simple periodista de Süddeutsche Zeitung’ (https://www.icij.org/journalists/hans-leyendecker) Es decir, lo de que el diario alemán se lo pasa al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, ICIJ es pura mentira, por cuanto no hay transacción periodística sino disimulo de la fuente que cobra del mismo sitio que cobra todo el Consorcio, de, entre otros Open Society Foundations y la Fundación Ford (el de los coches y el fordismo, que quizá haya que aclarar conceptos a quien esté dispuesto a mantener su mente vaga).

Esto lo rebela el citado artículo pero también el propio Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, ICIJ en su página que explica el conocido quiénes somos (https://www.icij.org/about), en concreto en el apartado titulado en inglés “Our supporters”


Pero como el inglés no llega a todos, como la voluntad de muchas personas de negar los hechos es superior a lo que pueda contarse desde esa página, ¿qué negación podremos hacer de lo que “informa” El Confidencial, uno de los dos medios españoles que publicaron los papeles de Panamá (el otro es La Sexta que, como siempre, esconde sus miserias de tener entre sus financistas a George Soros)

En un artículo del periodista Nacho Cordero, titulado “Los papeles de Panamá y el papel de la prensa independiente: el ‘making of’” pueden encontrar ustedes la manifestación más obscena y cruda del cinismo que puede permitirse el lujo de ser muy sincero, salvo en lo de “prensa independiente”.

No sólo cuenta cómo lo hicieron, salvo la parte de obtención de datos, que bien podría tener con lo que aquí se recoge de un texto sumamente sugerente (http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2016/04/la-maldicion-del-hacker-un-cuento.html) sino que se recrea en agradecer personalmente a George Soros y a la Open Society Foundations (OSF) su labor (27,6 millones de dólares donados al famoso Consorcio) su lucha para conseguir un periodismo independiente, al que no duda en calificar como, “simplemente periodismo”.

Imagino que promover una organización terrorista como CANVAS para destruir la antigua Yugoslavia, promover el Maidan nazi en Ucrania, pegar pelotazos capitalistas en todos los países del ex llamado socialismo real en Europa, casi arruinar la libra esterlina en los 90 y machacar la economía de los países que fueron conocidos en su día como los tigres asiáticos les parecerá a estos paladines de la libertad de prensa, parte de ese camino hacia la libertad.

El día 11 de abril otro medio confidencial, El Confidencial Digital titulaba “Los ricos españoles abandonan Panamá y escapan a un nuevo paraíso fiscal: Estados Unidos” . La jugada perfecta que muchos habían entendido desde el primer momento adquiría todo su sentido: el objetivo de la operación no era hacer limpieza de políticos corruptos, por supuesto tampoco que capitalistas pagaran, aunque hubiera que sacrificar algunos peones menores de uno u otro tipo, sino ir cerrando algunos chiringuitos o, mejor dicho, deslocalizándolos, para abrir otros donde de verdad importa, en USA.


Hace dos días comiendo con mi hijo, éste me dijo: “lo terrible de todo esto es que no descubres nada que ellos oculten, que está a la luz de quien quiera verlo y que, aún así, la inmensa mayoría de las personas no se enterarán y, si se enteran, no entenderán su significado”. No me asombró su inteligencia, que conozco muy bien. Tampoco lo que venía a decirme. Lo sé desde hace mucho tiempo. Simplemente sentí, una vez más, como tantas anteriormente, que quienes luchamos frente al desorden criminal del capital estamos condenados a ser moscas que se golpean frente a un cristal imposible de romper.

2.-Lo peor no es la profusión de la mentira. Lo peor es la omnipotencia del poder mediático
Quien pretenda ir de limpio en esta jugada es demasiado estúpido o excesivamente hipócrita.

En la comunicación -nótese que no hablo de información- todos intentamos llevar el agua a nuestro molino.

Aún recuerdo un artículo mío respecto al que cierto memo autodenominado “expertomilitar” -manda huevos- del lugar de concentración de los trolls, se quejó de una afirmación mía en relación con un portaaviones chino que se aproximaba a Siria. Pues bien, llegó:


Los desmentidos posteriores chinos o rusos, cumplen la función que cumplen, distinta a cualquier troll, que sólo se entretiene.

El gran problema que nos derrota a todos ante la comunicación, que desde luego no es información cuando se mezcla, sin aviso previo, con opinión, manipulación, ficción/dramatización (representación, cada vez menos avisada en los medios, de un suceso representado tal y cómo se supone que sucedió), recreación e “imaginación”, además de mentira directa y ocultación, es éste: la concentración oligopólica de los multimedia en Occidente: 1.500 periódicos, 1.100 revistas, 9.000 estaciones de radio, 1.500 televisiones, 2.400 editoriales: ¡Todo controlado por sólo seis trasnacionales! (http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2016/04/wikileaks-denuncia-george-soros-de.html)

Aquí se expresa la verdad del conjunto de mentiras, medias verdades, y engaños de los medios de comunicación.

Frente a ello tenemos la realidad de un mundo explotado que trabaja 8 o muchas más horas, una parte de ellas sin cobrarlas, que tiene vida propia, hijos, hipotecas y mucho cansancio mental para ponerse a investigar si le engañan o no.

Si además de todo ello, quienes deben sostener un discurso crítico y ofrecerle otras versiones de la verdad, se alimentan del mismo estiercol con el que nos alimenta el capital, si además una buena parte parte de esa disidencia puede que esté penetrada, puede que la cosa de desvelar el mundo real sea difícil.

Valga un ejemplo.

Volvemos al asunto del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, ICIJ. ¿Han oído hablar de Mediapart?. Les cité a ese medio francés, ligado a un trostkista, en un artículo sobre la Nuit Debout: http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2016/04/vuelve-el-ilusionante-juego-del-bucle.html

¡Vaya! De los 4 periodistas franceses que el Consorcio de Soros tiene en nómina, tenemos que 2 de ellos están ligados a Mediapart, uno a France 2 y otro es un freelance.

Si entran ustedes en la parte de periodistas del ICJC (https://www.icij.org/journalists/a) y se van a la letra A, encontrarán a un tal Fabrice Arfi, de Mediapart. Y si van a la letra L (https://www.icij.org/journalists/l) se encontarán también con Karl Laske, igualmente de Mediapart


Pues bien, si tienen interés en seguir investigado les propongo que vean hasta qué punto Mediapart no es un medio de comunicación más en la promoción de la Nuit Debout sino un elemento principal de la misma ¿Coincidencias? Lo dejo a ustedes.

3.-¿Cómo combatir todo esto?
Si de verdad tengo lectores y cómplices, dejo este apartado en vuestras manos porque a mí me supera y me siento incapaz de dar respuestas. Pido ayuda.


12 de abril de 2016

LA MALDICIÓN DEL ‘HACKER’ (UN CUENTO MODERNO)

Movimiento Político de Resistencia Global

Los medios de comunicación quieren hacer creer al mundo entero que los “Papeles de Panamá” fueron obtenidos por un pirata (“hacker”) habilidoso que se introdujo, como un ladrón, en los equipos informáticos del bufete de abogados Mossack Fonseca, encontró la llave, se apoderó de los documentos y salió de estampida.

Hoy día con un ordenador se pueden hacer muchas cosas desde la confortable habitación de una vivienda, pero los piratas (“hackers”) son mucho más que eso: verdaderos dioses para los que nada es imposible, desde desencadenar “revoluciones” de colores y Primaveras Árabes, cuyos protagonistas han sido -según dicen por ahí- entusiastas espontáneos del móvil, interconectados (horizontalmente) a través de las redes sociales...

Es un cuento moderno; la realidad es otra cosa, mucho menos espontánea de lo que relatan los medios. Por ejemplo, el viernes el Presidente de Bolivia, Evo Morales, informó que Estados Unidos había enviado 12 “hackers” para que triunfase el “No” en el referéndum constitucional celebrado el 21 febrero.

Lo más probable es que Morales se haya quedado corto; serían bastantes más de 12 y no sólo se llevaron el móvil consigo.

En cualquier caso, la noticia descubre que las redes sociales son mucho menos espontáneas de lo que dicen los medios; de hecho, no son diferentes de los propios medios. Del mismo modo que Estados Unidos “fabrica” la mayor parte de la información que difunden los medios, “fabrica” exactamente igual la mayor parte de la información que difunden las redes sociales, las páginas web o el WhatsApp.

Ambas forman parte de la misma ideología dominante, son tan falsas (o tan ciertas) como la misma ideología dominante y proceden de los mismos centros de producción del cúmulo de ideas que proliferan en nuestro tiempo, que se difunden anónimamente y cuyo origen también parece igualmente anónimo.

Los propios “hackers” han sido fabricados de esa manera ideológica, tan científica y tan mítica a la vez como la manzana que le cayó a Newton en la cabeza, permitiéndole descubrir (y describir) la ley de la gravedad, algo de lo que hasta entonces no se había apercibido, ni él ni nadie.

Son como Jano, el legendario personaje con dos rostros, capaz de mirar en dos direcciones opuestas a la vez. Cuando el “hacker” descarga películas sin pagar el peaje que corresponde a la propiedad privada es un pirata, un delincuente, pero si se lleva los “Papeles de Panamá” esa misma palabra se traduce de otra manera y se transforma en un benefactor de la humanidad.

Como los científicos y los ingenieros, los informáticos crean sus propias leyendas, que luego se acaban creyendo ellos mismos, posiblemente porque así se ven como personajes legendarios. Esos relatos son la Ilíada y la Odisea del mundo moderno: esos jóvenes trasteando en el garaje encima del teclado de un ordenador que acaban siendo multimillonarios y creando imperios, como Microsoft o Google, a los que nadie acusaría de aprovecharse de la piratería.

Todo lo contrario: resulta que los capitalistas de la informática luchan contra la piratería. Si los “hackers” son piratas, ellos no son “hackers”.

Hasta las palabras se prostituyen, tanto en inglés como en castellano, y su uso es prostitución pura, lo mismo que su traducción. En un principio, la palabra “hack” se utilizaba en los centros de investigación de Estados Unidos como sinónimo de “trastear” e incluso de “jugar”. Entonces el “hacker” era el “manitas” de la informática que exploraba las múltiples posibilidades de un lenguaje de programación, de un sistema operativo o de un programa.

En el principio de todo, incluida la informática, no está una teoría que luego “se aplica” a la práctica, sino al revés. En este caso eso es aún más claro porque algunos programas informáticos se llaman precisamente “aplicaciones” (app, “applications”).

La propiedad privada llegó a la informática mucho después y ocurrió lo que describe Marx cuando en “El Capital” analiza la acumulación originaria: algunos avispados expropiaron lo que hasta entonces era de uso colectivo, lo patentaron y lo llevaron al Registro Mercantil. Desde entonces la informática tiene nombres y apellidos, de personas o de multinacionales. Antes era anónima, abierta, libre y colectiva.

Ahora los piratas le dan la vuelta a la historia, acusan de pirateo a los demás y se han propuesto acabar con la proliferación del pirateo en la informática. Según dicen, con los ordenadores e Internet nos hemos acostumbrado a la “barra libre”, a que todo sea gratuito y eso, por lo visto, se ha convertido en un serio problema para las multinacionales, que están llevando a los piratas a la cárcel.

Como se sienten identificadas con esta ingeniería, las multinacionales dicen que a quien perjudica la gratuidad es a la programación, al desarrollo de los sistemas operativos o las aplicaciones digitales, lo cual es falso. Hasta la fecha, una parte importante de la expansión de este conjunto de nuevas técnicas procede de los aficionados y no de los profesionales. La gratuidad no ha frenado sino que ha promovido el desarrollo de la informática.

Pero, lo mismo que la astronomía, la informática no es sólo un conglomerado de habilidades técnicas que se estudian en las facultades de ingeniería correspondientes, sino bastante más: una “cultura” o, mejor dicho, una “subcultura” con sus propios códigos, su argot, su cine (Annonymous, Matrix), sus propios entusiastas (“geeks”) e incluso sus propios partidos políticos piratas.

En los cuentos y las leyendas es difícil separar la realidad de la fantasía. Por eso, quien quiera estudiar las relaciones entre la ciencia y la ideología, a los que la burguesía presenta como mundos antitéticos, tiene en la informática uno de los terrenos mejor abonados y de más actualidad.

11 de abril de 2016

WIKILEAKS DENUNCIA A GEORGE SOROS DE HABER FINANCIADO LOS PAPELES DE PANAMÁ

Alfredo Jalife-Rahme. La Jornada

Inmediatamente después de que estalló la bomba atómica financiera de Los papeles Panamá, detecté que el megaespeculador George Soros –uno de los personajes más malvados del planeta que opera con máscara de filántropo y resguardo de la CIA– había dejado demasiadas huellas, como consta en mis dos primeros tuits alusivos: 1) “No hay que clavarse tanto con los sesgados Panama papers: operativo de George Soros vs Putin. Los demás: moscas distractoras. Ningún anglosajón, jajaja” (http://goo.gl/ph0vXr), y 2) “George Soros/Open Society Foundations controlan al International Consortium of Investigative Journalists (ICIJ)/Center por Public Integrity y sus Panama papers” (http://goo.gl/O1DBmg).

En los ulteriores tuits comenté que “el objetivo principal de George Soros/Rothschild con sus Panama papers es Putin. Ataque esperado. Los demás son distractores aldeanos” (http://goo.gl/DPy2rf).

Wikileaks publicó algunos tuits demoledores donde señala a George Soros, a la Fundación Ford y a la Usaid de haber financiado Los papeles de Panamá (http://goo.gl/uKMJ6x).

Se trata de demonizar a Putin con el objetivo de desestabilizar a Rusia.

Gerard Ryle, en nombre del ICIJ, comentó a Wired Magazine que “no planean filtrar el total del conjunto de datos de más de 11 millones” (http://goo.gl/kFLgJA). ¿Por qué el ocultamiento?

Zero Hedge ubica algunos de los 441 clientes de EU, de poca monta, de la firma legal Mossack Fonseca, con sede en el paraíso fiscal panameño (http://goo.gl/HhJPi1).

Según el universo interactivo Fusion, existe abundancia de nodos localizados en EU en la triada cliente/compañía/accionista.

La filtración de Mossack Fonseca, que alega haber sido hackeada, es minúscula –2.6 billones de dólares, 214 mil 488 entidades y 14 mil 153 clientes/intermediarios– frente a la estimación entre 21 y 32 billones de dólares de lavado paradisiaco fiscal global, de acuerdo con datos de FMI, Banco Mundial, ONU y bancos centrales de 139 países.

En realidad, el blanqueo paradisiaco rebasa 40 billones de dólares: ¡casi la mitad del PIB global!

Lo notable del estudio es su opacidad, ya que no contabiliza lo proveniente de “fraudes, narcotráfico, traficantes sexuales y sus criminales transacciones” (http://goo.gl/IIg1MC).

Los sulfurosos papeles no dejaron títere con cabeza, con dedicatoria a dos superpotencias competidoras de EU: Rusia y China, con los respectivos círculos de allegados al zar Vlady Putin y al mandarín Xi Jinping, lo que constituye una doble guerra geofinanciera y propagandística de un centenar de publicaciones en el mundo que controlan los Rothschild/Soros, la Fundación Ford y Usaid.

Entre los líderes y personalidades de más de 200 (sic) países brotaron también el presidente Macri, el escritor propagandístico neoliberal Vargas Llosa y hasta Banco Santander, cuyo consejo de administración revela muchos pestilentes intereses condensados (http://goo.gl/Dz5lRV).

A confesión de parte, relevo de pruebas: el viceportavoz del Departamento de Estado de EU, Mark Toner, reconoció haber financiado Los papeles de Panamá (http://goo.gl/GE8nPI).

El periódico israelí Haaretz devela que 600 empresas israelíes y 850 accionistas están listados en los documentos filtrados, vinculados a “prominentes abogados de Israel” (http://goo.gl/1yXrAe), además de sus legendarios contrabandistas globales de diamantes (http://goo.gl/sxIOe3).

Dan Gertler, magnate minero y de diamantes de Israel, es mencionado más de 200 veces. ¡Los diamantes globales manejados por Israel son todo un tema!

Destacan Dov Weisglass –anterior jefe de oficina del ex premier Ariel Sharon–, Idan Ofer y su socio Udi Angel que merecen una enciclopedia especial.

Lo más impresionante son las corresponsalías de los bancos israelíes Banca Leumi y Banco Hapoalim, cuya red mafiosa expuse en 2008, lo cual me valió el hilarante cuan delirante anatema de los evasores de impuestos globales del grupo sionista financierista jázaro (http://goo.gl/UuMkVM).

Nada ha cambiado de mi escrito de hace ocho años con los criminales financieros que ocultan sus hurtos en más de 50 paraísos fiscales, de los cuales Panamá es minúsculo y está al borde del hipócrita exorcismo global.

Olvídense de Panamá, ya que “es más fácil esconder su dinero en EU que en casi cualquier otra parte”, alega The Guardian (http://goo.gl/2EeBGz), cuando EU comporta varios paraísos fiscales internos: Delaware, Wyoming, Dakota del Sur y Nevada, en particular Reno, donde sobresalen los banqueros esclavistas Rothschild.



Los papeles Panamá intentaron desestabilizar al BRICS (http://goo.gl/IV8N1v).

Es impactante que los papeles desechen a tanto aliado de EU –desde el supino Macri pasando por el presidente ucraniano Poroshenko hasta los jerarcas del golfo–, lo cual delata que Obama manda la señal del desprendimiento de sus lastres impresentables.

¿Sacrifica EU a sus aliados desechables y no reciclables?

Son numerosas las islas caribeñas del G-7 sumergidas en el narcolavado, como la macabra quiebra de Banco Stanford y sus vínculos con el cártel del Golfo y un ex canciller foxiano en la Isla Antigua (http://goo.gl/nGf4I9).

El mayor estafador de la historia, Bernard Madoff, blanqueó en el eje Delaware-Israel (http://goo.gl/zD2e2S).

A cada quien sus gustos y disgustos: ciertas publicaciones han expuesto con saña selectiva el blanqueo de la familia del presidente sirio, Bashar Assad, y las transacciones acrobáticas de la guerrilla chiíta libanesa Hezbolá, como si hubieran sido los únicos citados.

La mayoría de las 100 publicaciones sesgadas abulta el pecado capital de los enemigos de sus controladores, mientras oculta la criminalidad de sus socios. ¡Vaya periodismo de investigación!

El problema es la concentración oligopólica de los multimedia en Occidente: 1.500 periódicos, 1.100 revistas, 9.000 estaciones de radio, 1.500 televisiones, 2.400 editoriales: ¡Todo controlado por sólo seis trasnacionales!

Lo más impactante de Los papeles Panamá es el control de los Rothschild/Soros sobre más de 100 medios locales/regionales/globales.

Una hipótesis digna de evaluación es la de Thierry Meyssan, director de Red Voltaire (http://goo.gl/whWjtL): detrás de Los papeles Panamá está el redireccionamiento del sistema financiero global que se contraerá aún más alrededor de Gran Bretaña, Holanda, EU e Israel, para que sólo esos países puedan controlarlo, la cual es muy similar a la tesis del financiero alemán Ernst Wolff, quien sostiene que se trata de un “redireccionamiento de entre 30 y 40 billones de dólares de los paraísos fiscales para que así EU pueda controlarlos en forma central” (https://goo.gl/OSJ06g).

Ante la dislocación del sistema financiero israelí-anglosajón que se está derritiendo con el irresistible ascenso de China e India, y hasta de Indonesia, los sulfurosos papeles marcarían la nueva ruta del lavado global permitido.

El grave defecto de Los papeles Panamá, flagrante instrumento de guerra propagandística/geopolítica de EU contra el BRICS, es su exagerado tropismo selectivo, lo cual le quita credibilidad, ya que lo que oculta es más importante que lo revelado.


10 de abril de 2016

BUITRES SOBRE LIBIA

Manlio Dinucci. Il Manifesto

Sólo había que esperar. Reaparece en el orden del día la partición de Libia, que ya anunciábamos desde el inicio de la guerra contra la Yamahirya. Lo que se había hecho imposible en medio del tronar de las armas, porque hubiera sido demasiado evidente, vuelve a sernos presentado como una deplorable necesidad.

«Libia debe convertirse nuevamente en un país estable y sólido», reza el mensaje de Twitter enviado desde Washington por el primer ministro italiano Matteo Renzi, desde donde garantiza además su mayor respaldo al «Primer ministro [Fayez el-] Sarraj, finalmente en Trípoli».

Los que piensan en esa posibilidad, en Washington, París, Londres y Roma, son los mismos que, luego de haber desestabilizado y destrozado el Estado libio recurriendo a la guerra, van a recoger los pedazos con la «misión de asistencia internacional a Libia».

Lo que tienen en mente sale a flote a través de voces autorizadas. Paolo Scaroni [1], quien se movió en Libia, como patrón del ENI, entre facciones armadas y mercenarios y hoy se encuentra en la vicepresidencia del banco Rotschild, declara al Corriere della Sera que «hay que acabar con la ficción de Libia», «país inventado» por el colonialismo italiano. Hay que «favorecer el nacimiento en [la región de] Tripolitania de un gobierno que lance un llamado a fuerzas extranjeras que lo ayuden a mantenerse en pie», estimulando a la vez [las regiones de] Cirenaica y Fezzan a crear sus propios gobiernos regionales, eventualmente con el objetivo de federarse a largo plazo. Mientras tanto «cada uno administraría sus fuentes energéticas», que se hallan en Tripolitania y Cirenaica.

En Avvenire, el diputado [italiano] Ernesto Preziosi expone una idea similar: «Formar una Unión Libia de tres Estados –Cirenaica, Tripolitania y Fezzan– que tienen en común la Comunidad del Petróleo y del Gas», con el respaldo de «una fuerza militar europea ad hoc».

No es otra cosa que la vieja política del colonialismo del siglo 19, actualizada en función del neocolonialismo con la estrategia de Estados Unidos y la OTAN, que han destruido por completo Estados como Yugoslavia y Libia y fraccionado (o tratado de fraccionar) otros Estados –como Irak y Siria– para controlar sus territorios y recursos.

Libia posee casi el 40% del petróleo existente en África, extremadamente valioso por su alta calidad y el bajo costo de su extracción, así como grandes reservas de gas natural, cuya explotación reportaría hoy a las transnacionales estadounidenses y europeas ganancias mucho más elevadas que las que obtenían del Estado libio. Además, eliminando el Estado nacional y negociando separadamente con diferentes facciones del poder en Tripolitania y Cirenaica, esas transnacionales pueden lograr la privatización de las reservas energéticas públicas y obtener su control directo.

Además del oro negro, las transnacionales estadounidenses y europeas pretenden apoderarse del oro blanco: la inmensa reserva de agua del manto freático nubio, que se extiende bajo el suelo de Libia, Sudán y Chad. Las posibilidades de ese recurso natural ya habían sido demostradas por el Estado libio, mediante la construcción de los acueductos que transportaban agua potable y agua destinada al riego, millones de metros cúbicos al día provenientes de 1 300 pozos en el desierto y transportados a través de 1 600 kilómetros hasta las ciudades costeras, que hacían fértiles tierras desérticas.

Al desembarcar en Libia, con el pretexto oficial de ayudarla y liberarla de la presencia del Emirato Islámico, Estados Unidos y las principales potencias europeas también tendrán la posibilidad de reabrir allí sus bases militares, cerradas en 1970 por Muammar el-Kadhafi, con una posición geoestratégica importante, en la intersección entre el Mediterráneo, África y el Medio Oriente.

Finalmente, con la «misión de asistencia a Libia», Estados Unidos y las principales potencias europeas se reparten el botín de la mayor rapiña del sieglo: 150 000 millones de dólares de los fondos soberanos libios confiscados en 2011, que podrían cuacruplicarse si la exportación de recursos energéticos de Libia volviera a sus niveles del pasado. Los fondos soberanos libios, que Kadhafi planeaba utilizar para crear una moneda y organismos financieros autónomos para la Unión Africana (razón por la cual se decidió eliminar a Kadhafi, como puede verse en los correos electrónicos de Hillary Clinton), serán utilizados para desmantelar lo que queda del Estado libio, un Estado que «nunca existió» porque en Libia no había otra cosa que «un montón de tribus», según afirma Giorgio Napolitano, quien al parecer se cree en el Senado del Reino de Italia.



9 de abril de 2016

LAS PRIVATIZACIONES DEL GOBIERNO RUSO

Karine Bechet- Golovko. Movimiento Político de Resistencia Global

Para ajustar el presupuesto, la idea de las privatizaciones se ha apoderado de nuevo del gobierno ruso. Sin gran originalidad, el mismo esquema se empleó en los años 90 por Yeltsin y su entorno, “demócrata”, “liberal” y “pro- europeo”. Fue la época en que las “élites” pusieron a Rusia a hacer la calle, prostituída en nombre de la democracia. No estoy hablando de Ucrania, sino de Rusia. La de los años 90, tan querida por Occidente. Y tan añorada. Y con motivos; veámoslo más en detalle.

La privatización no es un instrumento económico ni presupuestario. Es un instrumento ideológico. Se trata de sacar de la esfera estatal las empresas estratégicas o económicamente interesantes. Porque, por principio, una empresa que no presenta ningún interés, bien en el plan económico bien en el aspecto estratégico, nunca podrá encontrar comprador en el mercado interior o internacional.

Para protegerse, es cierto que es posible poner como condición la inversión interior. Pero, ¿qué impedirá la reventa? ¿Y al cabo de cuanto tiempo, aunque esté condicionada, será autorizada? No puede llevarse a cabo una prohibición eterna. Por consiguiente, la protección es solamente temporal.

La privatización, en tiempos de crisis, se supone que permite al Estado cumplir el presupuesto. Pero vendiendo empresas interesantes, pierde también los ingresos regulares. Y los pone a la venta en un mercado que no está en su mejor momento, lo que limita automáticamente las posibles ganancias inmediatas.

Por tanto, si se descarta la incompetencia, el objetivo es otro. Y en este caso, la privatización es un instrumento en primer término ideológico. Como lo declaraba A. Chubais, en su “juventud política”, las privatizaciones yeltsinianas se hicieron para poner punto final al comunismo. Poco importaba el precio. Poco importaba el comprador. Se trataba de matar el comunismo, y para ello, vaciarlo de su sangre. Matar el tejido económico comunista fundado sobre la producción industrial y la agricultura. Sobre la economía real de un modo real. Llevando así a la gente al desempleo, gentes cuyas competencias son inútiles en una economía de servicios post moderna. Y, de esa manera, matar la fuerza vital de resistencia en la población.

La economía de rodillas, la población lo mismo. El país también. Todos haciendo cola ante el MacDonald. La democracia tiene un precio. Gaidar, padre espiritual de este “liberalismo”, hablaba de “terapia de choque”. Ni Ucrania ha inventado nada, ni tampoco hemos aprendido nada.

Sobre esta cuestión os aconsejo encarecidamente la excelente emisión de N. Mijalkov, quien se pregunta sobre el período Yeltsin, con ocasión de la apertura del enorme edificio a la gloria del “padrecito de la democracia rusa”. Una reflexión que da escalofríos, con la reescritura de la historia rusa como fondo. Ahí están, por lo que concierne a las privatizaciones, algunos elementos interesantes.

Lo esencial de la producción industrial fue privatizada por Yeltsin; 261 empresas militares. La compañía norteamericana Nick and Co. Corporation, por si sola, tomó el control de 19 de ellas.

No fue difícil adquirirlas, estando literalmente regaladas. Era necesario librarse de ellas, rápidamente y a cualquier precio. El más bajo posible, así el Estado pierde los beneficios de las empresas, no pudiendo compensar sus pérdidas por una entrada de dinero significativa.

De la venta de empresas, cuyo valor mercantil se estimaba en más de un billón de dólares, el Estado ruso percibió 7.200 millones de dólares.

Por ejemplo,

- la fábrica metalúrgica de Samarsky fue vendida por 2,2 millones de dólares
- la fábrica de automóviles Ljatcheva por 4 millones de dólares
- Uralmach, con sus 34.000 empleados por 3,72 millones de dólares
- la fábrica metalúrgica de Cheliabinsk, con 35.000 empleados, por 3,73 millones
- la fábrica mecánica de Kovrovsky (que producía armas para toda la policía, ejército y servicios especiales) fue vendida por 2,7 millones de dólares
- o la fábrica de tractores de Cheliabinsk, con 54.000 empleados vendida por 2,2 millones

Ingleses, alemanes y norteamericanos, principalmente, obtuvieron minorías decisivas en las mayores empresas estratégicas de los sectores de la construcción de motores y aviones rusos (Tupolev, MIG). La empresa Siemens tomó el control de la fábrica que producía los equipamientos para los submarinos rusos nucleares.

Ni siquiera el Tribunal de Cuentas dejó sin destacar la amplitud del ataque a la seguridad nacional. Subrayaba que la privatización permitió poner bajo control extranjero las mayores empresas rusas militares estratégicas.

Si ese no era tal vez el fin perseguido, fue en cualquier caso el fin alcanzado.

El Estado permanecía presente. Conservaba alrededor del 14 por ciento de la participación, lo que no le permitía ni influir sobre la política de la empresa.

Por ello, cuando los grandes “liberales” del gobierno se ponen a hablar de privatizaciones, necesariamente surgen sospechas.

Debe aparecer una “lista” de empresas a privatizar en 2016, declara el ministro de Economía. En la cual debiera figurar, por ejemplo, las mayores empresas del sector petrolífero, como Rosneft o Bachneft. Esta vez son las materias primas las que están en el punto de mira. Pero, rápidamente, el portavoz del Kremlin calma el juego; no hay lista definitiva, todo se discutirá. Y el Presidente reenviará al Gobierno la tarea para proteger mejor los intereses nacionales.

Porque, efectivamente, ¿es este el momento? Los puntos de vista son compartidos, incluso en el Gobierno, entre el clan, de hecho neoliberal y los liberales. El vice primer ministro, Y. Trutnev cuestiona la bondad del enfoque del ministerio de Finanzas a propósito de la privatización de Alrosa, concretamente. Hay que decir que Alrosa es un grupo ruso muy interesante. Ocupa el primer lugar del mundo en la extracción de diamantes.

En cifras, Alrosa posee el 97 por ciento del mercado interior ruso, y el 27 por ciento de la producción mundial de diamantes. Es tentador. ¿Pero es del interés público? Me refiero al interés del país, el interés defendido por el Estado. Las dudas se formulan de forma expresa:

Vender es posible. Pero vender ahora, en un mercado en descenso ¿Por qué, con que fin? ¿No puede esperar? ¿No tenemos medios para esperar? Esto no es verdad, podemos esperar”, ha declarado, denominando a esta iniciativa “extraña”. Según la estimación de Trutnev, el Estado puede recibir en dos años de la compañía los beneficios netos que obtendría de la privatización de sus acciones. “Los colegas del ministerio de Finanzas contemplan todas las posibilidades para cuadrar los presupuestos, causa de que esta discusión continúe. Ya veremos que decisión tomará la cabeza del país”.

Ciertamente, la historia es un eterno reinicio. Especialmente porque se olvida demasiado rápido.

8 de abril de 2016

¿QUE ES EL CAPITALISMO?

Rolando Astarita. rolandoastarita.com

1. Introducción
Hace muchos años un defensor del sistema capitalista, un señor llamado Mandeville, escribió un libro que en su momento fue famoso, La fábula de las abejas. Ahí sostenía que “…para contentar al pueblo aun en su mísera situación, es necesario que la gran mayoría siga siendo tan ignorante como pobre”. Mandeville pensaba que el conocimiento por parte del pueblo era peligroso porque “amplía y multiplica nuestros deseos, y cuanto menos desea un hombre tanto más fácilmente pueden satisfacerse sus necesidades”.[1] Y mucha gente sigue pensando así; de hecho, incluso, hace poco en el diario La Nación, de amplia circulación entre la clase pudiente, apareció un largo artículo, lleno de elogios a Mandeville y su La fábula de las abejas.

Pues bien, el objetivo de este pequeño escrito es hacer exactamente lo opuesto de lo que quería Mandeville. O sea, vamos a explicar, de la manera más sencilla posible, qué es el sistema capitalista, por qué es un sistema que produce concentración de la riqueza, por un lado, y al mismo tiempo genera miseria, desocupación, y trabajos mal pagos y agotadores. Queremos ayudar a ubicar en una perspectiva amplia las luchas sociales que el pueblo emprende diariamente. O sea, que los trabajadores, los desocupados, conozcan por qué el actual sistema económico podría cambiarse, y la sociedad podría organizarse de manera que millones de personas no tengan que estar en una situación mísera. Que se conozca por qué tenemos el derecho de conocer para “ampliar y multiplicar nuestros deseos”, y para que algún día tengamos un mundo libre de miserias y privaciones.
Empecemos explicando las clases sociales.

2. Las dos grandes clases sociales

El sistema capitalista se caracteriza, en primer lugar, por el hecho de que las fábricas, los campos, los bancos, los comer­cios, es decir, los medios para producir, comerciar y para el intercam­bio, son propiedad privada de un grupo social, los capita­listas. Frente a ellos se encuentra una inmensa mayoría de personas que no son propietarias de ningún medio para producir, y deben trabajar para los capitalistas por un salario. Son los obreros.

Ser obrero o capitalista no es algo que podamos elegir a voluntad, porque está determinado por la forma en que está organizada la sociedad. Para comprender este importante punto, supongamos dos niños, uno hijo de obreros, el otro de empresa­rios. El primero, cuando llegue a adulto, a lo sumo tendrá como herencia la casa de sus padres; con eso no podrá para mantener­se, y deberá hacer lo mismo que hicieron sus padres: contratarse como empleado u obrero. Es decir, perte­nece a la clase obrera desde su nacimiento, a la clase que no es propieta­ria de los medios para producir. Es una situación que no elige, porque la conformación de la sociedad lo destina a ese lugar. El segun­do, en cambio, cuando llegue a adulto va a heredar la empresa de sus padres, y estará destinado "socialmente" a ser empresario. Como vemos, cada uno de estos niños pertenecerá a grupos sociales distintos. ¿Qué los distingue? El hecho de que uno de esos grupos es propieta­rio de los medios de producción, el otro no lo es. Los que no son propietarios están obligados a trabajar bajo el mando de los que son propieta­rios.

A los grupos de personas que se distinguen por la propiedad o no propiedad de los medios de producción, se los llama CLASES SOCIALES. La clase capitalista es la clase o grupo de gente propietaria de los medios de produc­ción. La clase obrera es el grupo que no es propietario de los medios de produc­ción y debe trabajar por un salario, bajo el mando de los capita­listas. Un obrero puede ganar más o menos dinero, pero mientras no sea propietario de las herramientas y máquinas con las que trabaja, y esté obligado a emplearse por un salario bajo las órdenes del empresario, seguirá perteneciendo a la clase obrera.

En esta sociedad existen dos grandes clases sociales, los propietarios de los medios de producción, que emplean obreros; y los no propietarios de los medios de producción, que trabajan como asalariados para los primeros.

Entre estas dos grandes clases sociales existe otra clase, que llamare­mos la pequeña burguesía. Este grupo ocupa una posición intermedia entre la clase obrera y la clase capitalista, porque por lo general tienen una propiedad (por ejemplo, un taxi, un pequeño comercio, son profesionales indepen­dientes), pero no emplean obreros, y viven de su trabajo.

También existen otros sectores, que son más difíci­les de clasificar; por ejemplo, los ladrones, los mendigos. Pero lo importante es que nos concentre­mos por ahora en las dos grandes clases, la capitalista y la obrera, para analizar qué relación existe entre ambas. Esta relación nos mostrará el secreto del funcionamiento de este sistema capitalista.

Antes de terminar este punto, queremos refutar una idea que tratan de inculcar, y que viene a decir que es "natural" que los seres humanos pertenezcan a clases diferentes. Según este argu­mento, pareciera que la naturaleza ha dispuesto que algunos vengan a este mundo siendo propietarios de los medios para producir y comerciar, y otros no. En el mismo sentido, se nos quiere hacer creer que hace muchos años, hubo un grupo de gente que ahorraba y trabajaba mucho, y otro que haraganeaba todo el día. Entonces, el primer grupo se hizo propietario, y a partir de allí sus hijos y todos sus descendientes ya no tuvieron que trabajar. Mientras que los del segundo grupo, los holgazanes, se vieron obligados a trabajar como empleados, y todos sus descendien­tes también, y ya no pudieron salir de esa situación.

Como se puede intuir, todos estos son cuentos para disimular el hecho de que esta sociedad está dividida en clases, que esta situación ha sido provoca­da por la evolución de la historia humana, y por lo tanto es modificable. Vea­mos ahora qué sucede cuando un obrero trabaja para el patrón.


3. La explotación I: ¿qué es el valor?

Vamos a comenzar por una pregunta que está en la base de toda la econo­mía: de dónde viene el precio de las cosas que compramos o vendemos. Aquí vamos a dar una explica­ción muy senci­lla, que nos servirá para lo que sigue.

Cuando hablamos de precio, nos referimos al valor económico que tiene una mercan­cía. Por ejemplo, si un reloj tiene un precio muy alto, decimos que tiene mucho valor; de un producto de mala calidad, decimos que vale muy poco. Entonces, ¿Qué es lo que da valor a las cosas? ¿Por qué algunas tienen mucho valor (son caras) y otras no?

En el siglo pasado, varios economistas llegaron a la conclu­sión de que lo que otorga valor a las mercancías (por lo menos, de todas las que se hacen con vistas a la venta) es el trabajo humano empleado para producir­las.

Por ejemplo, si un mueble tiene una madera muy pulida, si tiene muchas manos de barniz, es decir, si tiene muchas horas de trabajo invertidas en su fabri­ca­ción, tendrá más valor que otra mesa mal terminada, mal puli­da. Supongamos que en la primera se han empleado 20 horas de trabajo, y en la segunda 10 horas. La primera tendrá el doble de valor que la segunda y eso se manifestará en el precio: podemos suponer que la primera costará el doble de dinero que la segunda. Por ejemplo, si la primera vale 100 pesos y la segunda 50 pesos,[2] esa diferencia expresa­rá que en la primera se empleó aproximada­mente el doble de tiempo de trabajo para producir­la.

La fuente de valor es el trabajo humano que se invierte en producir, en modificar materias tomadas de la naturaleza, para crear los bienes de uso que empleamos en nuestras vidas.

Entonces el valor es una cualidad, una propiedad, de los bienes que compramos o vendemos, que tiene algo así como dos "caras": por un lado, es el tiempo de trabajo que se emplea para producir ese bien; ésta sería la cara oculta, la que no vemos a primera vista, cuando estamos en el mercado. Por otro lado, ese tiempo de trabajo se nos muestra en el precio, en el dinero que pagamos cuando lo compramos o que recibimos cuando lo vendemos; esta es la cara visible del valor, que hace que no nos demos cuenta de que, al comprar o vender cosas, estamos comprando o ven­diendo tiempos de trabajo.

Por eso, cuando decimos que un bien (una mesa, una camisa, etc.) vale tanto dinero, estamos diciendo en el fondo que se empleó una cierta cantidad de trabajo para producirla. A pesar de que esto no aparece a la vista, los empresarios siempre están calculando los tiempos de trabajo empleados. Por ejemplo, los empresarios del acero calculan que en Argentina, para producir una tonelada de acero, hoy hacen falta 11 horas de trabajo, en Brasil 8 y en México 12. Estas diferencias pueden estar dadas por las diferentes técnicas, o por otros motivos.

Por supuesto, un trabajo más complejo, más difícil, agrega más valor. Daremos un ejemplo. Supongamos que un campesino leñador va a un bosque y corta un árbol, y lo transporta hasta el pueblo, donde vende la madera, y que toda esa operación le lleva 10 horas de trabajo; supongamos que en cada hora de trabajo los hacheros generan 5 pesos de valor. Por lo tanto, este campesino podrá vender la madera en 50 pesos (10 horas de trabajo x 5 pesos = 50 pesos). Pero quien compra ahora la madera es un artesano, tallador experto, que saca de ella un bonito adorno. Supongamos que este artesano emplea otras 10 horas de trabajo, pero esta vez, como su trabajo es más complejo, más difícil, en cada hora de trabajo agrega 15 pesos de valor, en lugar de los 5 que generaba el leñador. Por lo tanto, habrá sumado a la madera un valor de 150 pesos (10 horas de trabajo x 15 pesos = 150 pesos). El adorno, de conjunto, valdrá 200 pesos = 50 pesos (valor creado por el leñador) + 150 pesos (valor creado por el tallador). Estos 200 pesos representarán 10 horas de trabajo "sim­ple", del leñador, y 10 horas de trabajo complejo, del artesano tallador. También podríamos reducir todo a horas de trabajo simple, por ejemplo, decir que los 200 pesos que vale el adorno representan 40 horas de un trabajo tan simple como el que realizó el leñador.

4. La explotación II: ¿qué es el plusvalor?
Conociendo qué es el valor, podemos saber cómo surge la ganancia del empresario. Veamos qué sucede cuando el obrero trabaja en una fábrica por un salario.

Supongamos que en una empresa el obrero utiliza un telar, e hila algodón. El algodón que emplea diariamente para hacer el hilado tiene un valor de 100 pesos. Supongamos también que el obrero hace un trabajo simple, durante 10 horas, y crea un nuevo valor, de 50 pesos. Por otra parte, por el desgaste del telar, los gastos de luz, agua, y otros, hay que agregar otros 10 pesos de valor. La cuenta es:

100 pesos que vale el algodón que emplea
+50 pesos que agrega el obrero con su trabajo diario de 10 horas
+10 pesos de gastos del telar, y otros gastos
Total: 160 pesos que vale el hilado.

¿Dónde está la ganancia del dueño de la empresa? ¿De dónde puede salir? Esta era la gran pregunta que se hacían los econo­mistas en el siglo pasado, y no acertaban a responder. La respuesta que dio Carlos Marx es la siguiente: el obrero agregó con su trabajo 50 pesos de valor al hilado. Pero el dueño de la empresa no le devuelve ese valor que produjo, porque sólo le paga de acuerdo a lo que necesita para mantenerse él y su familia, que será menos que los 50 pesos de valor que ha creado. Por ejemplo, si el obrero necesita -en promedio- 25 pesos por día para comer, vestirse, pagar el alquiler, mantener a sus hijos (aunque sea a nivel mínimo), el dueño de la empresa procurará pagarle sólo esos 25 pesos, que representan 5 horas de trabajo. De esta manera, el obrero habrá empleado 5 horas en producir un valor igual a su salario, de 25 pesos. Y otras 5 horas habrá trabajado gratis, produ­ciendo un PLUSVALOR o PLUSVALÍA de 25 pesos, que se los apropia el capitalista.

En algunos casos los obreros, con sus luchas, consiguen aumen­tos, por ejemplo, llevar la paga a 27 pesos; en otros casos, el dueño de la empresa logrará bajar el salario, por ejemplo a 23 pesos. Pero siempre existirá ese plusva­lor en favor del capital. Hagamos ahora las cuentas totales:

El dueño de la empresa invirtió: 100 pesos en comprar algodón; invirtió antes en las instalaciones y las máquinas, y esto se lo va cobrando poco a poco, cargando 10 pesos por día en sus costos[3]; además, pagó 25 pesos al obrero: Por lo tanto el costo del hilado para él es de 125 pesos. Pero como el obrero creó un nuevo valor "extra" por 25 pesos, podrá vender el hilado en 150 pesos. Le quedan 25 pesos de ganancia. Ahora, en cuentas:

100 pesos de algodón
+10 pesos de desgastes de la máquina
+25 pesos de salario del obrero
+25 pesos de plusvalía
Total: 160 pesos

Observemos entonces que el capitalista le paga al obrero no de acuerdo al valor que produjo, sino de acuerdo al valor de los alimentos, de la ropa, de la vivienda, que necesita para vivir. Por eso Marx dice que el dueño de la empresa le paga al obrero el valor de su fuerza de trabajo. El valor de la fuerza de trabajo es el valor de la canasta de bienes que consume el obrero para vivir y reproducirse.

De esta manera el dueño de la empresa dispone de una forma de generar ganancias sin tener que trabajar; o a lo sumo, traba­ja en la vigilancia de los trabaja­dores, en cuidar que éstos produz­can lo debido. Pero cuando es podero­so, contrata a los capataces y supervisores para esa tarea. A esto le llamamos explota­ción, porque el obrero produce más valor que el que recibe a cambio.

¿Por qué el capitalista pudo hacer esto? Recordemos lo básico: porque es el dueño de los medios de producción, es decir, de los medios para crear lo que necesitan los seres humanos para vivir. Sin herramientas, sin materias primas, sin dinero para mantenerse mientras produce, el obrero no puede vivir. Por eso está obligado a vender su fuerza de trabajo al empresario, y a producir plusvalía para éste. Recordemos lo que decíamos al comienzo: desde su cuna los obreros están destinados a ir a trabajar por un salario, porque no disponen de los medios para producir. Y si carecemos de herramientas y de las materias primas, si tampoco tenemos un pedazo de naturaleza para proveer­nos, es imposible alimentar­nos, vestirnos, tener vivienda. Estar carente de propiedad es como estar encadenado al capital; el obrero es libre sólo en aparien­cia.

5. ¿Qué es capital?
Ahora estamos en condiciones de definir qué es capital: es el dinero, los medios de producción, y las mercancías, que son propiedad de los empresarios y se utilizan en la extracción de plusvalía. Veamos esto con detenimien­to.

Cuando el empresario decide invertir su dinero, ese dinero es la forma que toma su capital. Con ese dinero compra el algo­dón, el telar, el edificio de la fábrica; por lo tanto, en esta segunda etapa, su capital está compuesto por algodón, telar, edificio de la fábrica; o sea, el capital del empresa­rio cambia de forma: antes era dinero, ahora se trans­formó en medios de produc­ción.

Pero además, nuestro empresario contrata obreros, y por lo tanto una parte de su dinero se transforma en el trabajo humano que genera la plusva­lía. Así, otra parte de su capital que tenía la forma dinero, ahora, mientras trabaja el obrero, se ha trans­formado en trabajo, que está creando valor.

Posteriormente, aparece el hilado terminado, que se destina­rá a la venta. Por consiguiente, ahora el capital tomó la forma de hilado, existe como hilado; nuevamente el capital cambió de forma. Por último, cuando el empresa­rio vende el hilado, habrá obtenido dinero, es decir, su capital ha vuelto a la forma de dinero.

Si lo analizamos desde el punto de vista del valor, podemos ver que, por ejemplo, había un valor igual a 1.000 pesos, que estaba en billetes; luego ese valor se transformó en medios de produc­ción (algo­dón, telar, etc.), y en trabajo de los obreros; al salir del proceso de produc­ción, los 1.000 pesos de valor se habían transfor­mado en hilado, y además se había engendrado una plusva­lía, supongamos de otros 50 pesos. Por lo tanto, el valor originario, de 1000 pesos, se ha incrementado; decimos que el valor se ha valorizado, gracias al trabajo del obrero. 

En vista de esto, podemos decir que el capital es valor en movimiento y transformación: primero aparece bajo la forma de dinero, luego de medios de produc­ción y trabajo, luego de mercan­cía, y por último de nuevo como dinero. Capital es entonces valor que genera más valor sustentado por la explotación de los obre­ros. El telar es capital porque está dentro de este movimiento; lo mismo podemos decir del algodón, de la fábrica, o del dinero.

Observemos que si el capitalista comprara el algodón y el telar, y contra­tara al obrero para que le hiciera un hilado para su uso personal, el dinero gastado, el algodón, el telar o el trabajo noserían capital. En este caso, el capitalista probable­mente estaría mejor vestido, pero no habría incrementa­do el valor del dinero que poseía; por el contrario, lo habría gastado. Sólo hay capital cuando se invierte con vistas a obtener una ganan­cia.

6. La acumulación de capital

Una vez puesto en funcionamiento un capital, es decir, una vez que un capita­lis­ta inició el proceso de comprar medios de produc­ción y fuerza de trabajo, para producir plusvalor, puede seguir acrecentando su capital.

Supongamos que un capitalis­ta tiene 10.000 pesos iniciales, invertidos en máquinas y materia prima, con los cuales explota a un obrero. Supongamos que este obrero gana 200 pesos mensuales, y produce otros 200 pesos de plusvalía por mes. Supongamos también que el capita­lista tiene ahorrado dinero, de manera que puede vivir como vive el obrero, durante varios meses. Si hace trabajar al obrero durante varios meses, y ahorra la plusvalía, al cabo de 50 meses habrá reunido un fondo de 10.000 pesos (200 de plusvalía por mes x 50 meses). Con este dinero ahora podrá comprar otra maquinaria y contratar un segundo obrero, al que le pagará también 200 pesos y del cual sacará otros 200 pesos de plusvalor. Con dos obreros bajo su mando, nuestro capitalista podrá utilizar 200 pesos de plusvalía para consumir y ahorrar otros 200 pesos de plusvalía por mes. O sea, ya no necesita vivir de su fondo de reserva; ahora vive de la plusvalía.

Así, al cabo de otros 50  meses tendrá otros 10.000 pesos, con los que podrá contra­tar a un tercer obrero. Si todo sigue igual, ahora obtendrá otros 200 pesos de plusvalía. Ahora podrá consumir un poco más, por ejemplo, vivir con 250 pesos, y le quedarán 350 para ahorrar. Ahora podrá contratar a un cuarto obrero en poco más de 28 meses. Si lo hace, y continúan las ventas de sus productos, y los salarios siguen al mismo nivel, su plusva­lía pasará a 800 pesos por mes. Y después de varios ciclos tendrá necesidad de ampliar su estable­cimiento, para contratar más obreros, que le darán más plusvalía. Por supues­to, ya no tendrá ninguna necesi­dad de vivir estrecha­mente. Y dispondrá de un capital de varias decenas de miles de dólares.

Este ejemplo es imaginario, pero en líneas generales se reproduce en la vida real. Muchos capitalistas en sus orígenes vivieron pobremen­te. De allí que muchos empresa­rios nos digan que ellos, o sus padres, o sus abuelos "empezaron desde cero". Pero esto no es cierto, porque tuvieron la posibili­dad de tener un pequeño capital inicial, y además tuvie­ron la suerte de que nada interrumpiera la acumulación. Si se dieron esas condi­ciones, a partir de la explotación del obrero el capitalista pudo acumular la plusvalía, acrecentando más y más su capital. Esto se llama la ACUMULACIÓN DE CAPITAL.

Por otra parte, los obreros, condenados a vivir con 200 pesos mensuales -el valor de su fuerza de trabajo- no pueden acumular. Después de varios años habrán perdido su salud traba­jando, y estarán tan pobres como cuando empeza­ron. En el otro polo, el capitalista habrá acumulado riqueza. El hijo del obrero estará condenado, con toda probabilidad, a repetir la historia de su padre. El hijo del capitalista estará destinado a otra histo­ria, porque iniciará su carrera sobre la base de la riqueza acumulada.

Volvemos en cierto sentido al principio, pero ahora viendo cómo este movimiento del capital reproduce en un polo a los obreros y en el otro a los capitalistas, es decir, reproduce las clases sociales. Y no sólo las reprodu­ce, sino que las reproduce de forma ampliada, porque el capitalista cada vez contrata más obreros, al tiempo que concentra más capital.

Si los capitalistas se enriquecen cada vez más, si con ello aumentan las fuerzas de la producción y la riqueza, y si los traba­jado­res siguen ganando lo mismo, entonces, en propor­ción, los traba­jadores son cada vez más pobres. Incluso los obreros pueden aumentar el consumo de bienes, pero no por ello dejan de ser pobres, porque la pobreza o la riqueza están en relación con la situación de la sociedad y el desarrollo de la producción. Por ejemplo, en el siglo 19 prácticamen­te ningún trabaja­dor tenía reloj; el reloj era para los ricos y nadie se considera­ba extremada­mente pobre si no tenía reloj. En las fábricas hacían sonar unas sirenas para desper­tar a los obreros a las mañanas y anunciar la hora de entrada al trabajo. Sin embargo hoy, en Argenti­na un obrero que no tenga dinero para comprar un reloj (aunque sea uno "descartable") es considerado extremada­men­te pobre. Con relación a la riqueza producida por las modernas fuerzas productivas, podemos decir que los obreros y las masas oprimidas son hoy tan o más pobres que lo eran hace cien años.

7. La lucha entre el capital y el trabajo y el ejército de desocupa­dos

Pero a medida que ha ido creciendo el número de obreros agrupa­dos bajo el mando de los capitales, se fueron organizando para luchar por una parte de esa riqueza. Los sindicatos, los partidos obreros y otras formas de organización surgieron al calor de este movimiento de los trabajadores. Los obreros pelearon por aumentos del salario, para que se les pagara mejor el valor de lo único que pueden vender, su fuerza de trabajo. Esta es una manifestación de la lucha de clases en la sociedad capitalista, es decir, de la lucha en defensa de los intereses de clase, unos por aumentar la explotación, otros por ir en el sentido contrario. Todas las mejoras de los trabajadores se consiguieron gracias a esa presión, a las huelgas, manifestacio­nes, incluso revolu­ciones contra el sistema explota­dor.  Las mejoras de vida de la clase obrera no fueron el resultado de la bondad de los empre­sarios, sino conquistas que se arrancaron con pelea, es decir, con la lucha de la clase obrera. Los políticos de la burguesía, así como la iglesia y otros ideólogos, tratan de frenar y desviar la lucha de clases, predicando la conciliación entre obreros y patronos. Los actuales dirigentes de los sindica­tos, que han pasado al lado de la patronal, hacen lo mismo. Los revolu­cionarios, en cambio, mostra­mos la raíz de la explotación para fortalecer la concien­cia de clase obrera, para demos­trar que la lucha entre el capital y el trabajo es inevitable y necesaria, y el único camino para acabar con la explotación.

A pesar de las gigantescas luchas obreras dentro del sistema capitalista, los empresarios lograron, a lo largo de la histo­ria, mantener a raya los salarios; los trabajado­res muchas veces obliga­ron a ceder, pero nunca pudieron hacer desapa­recer la plusvalía con la lucha sindical. Tomemos el ejemplo anterior, en donde al obrero le pagaban 25 pesos diarios por su fuerza de trabajo, y produ­cía 25 de plusvalía. Dijimos que las luchas obreras podían arrancar aumentos de salario y dismi­nuir la plusvalía. Por ejemplo  llevar el salario a 27 pesos y la plusvalía a 23 pesos. Tal vez a 30 de salario y 20 de plusva­lía; incluso si la lucha obrera fuera muy fuerte, y los capitalistas estuvie­ran muy necesitados de trabajo, los salarios podrían llegar a 35 pesos por día y la plusvalía bajar a 15. ¿Puede seguirse así hasta acabar con la plusvalía y la explota­ción?

La experiencia nos muestra que no, que esta lucha económica tiene un límite. Llegado un punto los capitalistas aceleran las innovacio­nes, introdu­cen maquinarias que reemplazan la mano de obra y despiden obreros. Marx cuenta un caso de una zona de Inglaterra en que  faltaban cosechadores, y los trabajado­res conseguían más y más aumentos salariales. Pero llegó un momento en que a los empresa­rios les convino comprar máquinas cosechado­ras, en lugar de contratar obreros. Al poco tiempo había enormes masas de desocu­pados, que pelea­ban por un puesto de trabajo, y los sala­rios se desplomaban. Hoy en todos lados los capitalistas reempla­zan a los obreros por máquinas; en las fábricas automotri­ces, por ejemplo, en muchas líneas de montaje los robots hacen el trabajo de varios obreros.

Así se generan más y más desocupados, es decir, se crea un EJÉRCITO DE DESOCU­PADOS, que es la principal arma que tiene el capital para derrotar las luchas sindicales. Por eso Marx decía que la maquinaria se ha transformado en un arma poderosa contra la clase obrera. La maquinaria debería ser un instrumento para liberar al ser humano de las penalidades del trabajo manual, pero bajo el dominio del capital se convierte en un instrumen­to para esclavi­zar más al obrero; porque crea desocu­pados, pero también porque los que conservan el empleo son sometidos a mayores ritmos de producción, a peores salarios.

Pero existe otra vía por la cual se crea desocupa­ción. Cuando los capitalistas ven que las ganancias están dismi­nuyendo, comienzan a interrumpir sus inversio­nes. Por ejemplo, el empresario que vende el hilado, en lugar de contratar de nuevo a los obreros, guarda el dinero a la espera de que mejoren las condi­ciones para sus negocios. Cuando muchos capitalistas hacen lo mismo, hablamos de una crisis, y por todos lados aparecen obreros sin trabajo. En estos períodos se crean enormes masas de desocupados.

En el mundo capitalista desde hace por lo menos 20 años que ha estado creciendo la masa de desocupados, porque se frenaron las inversiones y porque se introdu­cen maquina­rias que desplazan a los obreros. Cuando se habla de la cantidad de robos que existen actualmente, de que no hay seguridad en las calles, de que las cárceles están llenas, se pasa por alto la raíz del fenómeno: la explotación capitalista y las leyes de la acumula­ción. Estos desocupados y marginados por el sistema presionan hacia abajo los salarios; y los capitalistas chantajean a los que tienen trabajo con la amenaza de mandarlos a la miseria si no se someten a sus exigencias.

El capitalismo crea constantemente una masa de marginados, de pobres absolutos, que son utilizados como arma de dominación contra la clase obrera.

Tomar conciencia de los límites de las luchas por las reivindica­ciones económicas es fundamental para que la clase obrera no siga atada a los políticos de la burguesía y para empezar a forjar su independencia de clase, esto es, sus propias organizaciones, con un programa y una estrategia que apunten contra la explotación del capital.

8. Hablan defensores del sistema capitalista
Hace años, cuando el sistema capitalista estaba surgiendo, los defensores del sistema capitalista eran bastante conscientes de lo que estaba sucediendo.

Para verlo, volvamos un momento al señor Mandeville, quien escribía:[4]
La única cosa que puede hacer diligente al hombre que trabaja es un salario moderado: si fuera demasiado pequeño lo desanimaría o, según su temperamento, lo empujaría a la desesperación; si fuera demasiado grande se volvería insolente y perezoso…”

Observemos en esto tan importante: hay que mantener a la gente de manera que esté siempre “a raya”; si los salarios son altos, los obreros son “insolentes”, o sea pueden desafiar al patrón. Mandeville continúa:
“… en una nación libre, donde no se permite tener esclavos, la riqueza más segura consiste en una multitud de pobres laboriosos”

Efectivamente, “pobres laboriosos”, esto es, gente que trabaja y es pobre. Vean más abajo cómo éste es un rasgo típico del sistema capitalista actual.

Otro autor defensor del sistema capitalista, llamado Morton Eden, escribía:
Las personas de posición independiente deben su fortuna casi exclusivamente al trabajo de otros, no a su capacidad personal, que en absoluto es mejor que la de los demás. Es… el poder de disponer del trabajo lo que distingue a los ricos de los pobres…”

Morton Eden también decía que lo que convenía a los pobres no era una situación “abyecta o servil”, sino “una relación de dependencia aliviada y liberal”. Esto para que estén más entusiasmados por trabajar. Pero que nunca ganen lo suficiente como para liberarse del capitalismo.

Otro teórico, llamado Storch, escribía:
El progreso de la riqueza social engendra esa clase útil de la sociedad que ejerce las ocupaciones más fastidiosas, viles y repugnantes, que echa sobre sus hombros todo lo que la vida tiene de desagradable y de esclavizante, proporcionando así a las otras clases el tiempo libre, la serenidad de espíritu y la dignidad convencional del carácter.”

Una clase hace las tareas más “fastidiosas”, para que la otra clase tenga tiempo libre para disfrutar sus countries, Punta del Este, recreaciones de todo tipo y puedan, además, cultivar sus exquisitos espíritus.

Un reverendo, llamado Towsend, agregaba:
“… el hambre no sólo constituye una presión pacífica, silenciosa e incesante, sino que además… provoca los esfuerzos más intensos

Este señor “lo tenía muy claro, como se dice hoy: la amenaza del hambre es una “presión silenciosa” que hace trabajar intensamente. ¿Qué trabajador no se siente reflejado en estas palabras?

Pero además, estas viejas ideas, ¿se siguen defendiendo hoy? La respuesta es que sí, que se siguen defendiendo. Por ejemplo, a los alumnos de Ciencias Económicas se les enseña, en los cursos que dictan los docentes que adhieren a la doctrina “oficial”, que:

a) Debe existir un nivel de desempleo, que ellos llaman “natural”, para que la economía funcione de mil maravillas.
b) Que por lo tanto el gobierno no debe intentar bajar esa tasa natural; lo único que puede hacer es deteriorar más las condiciones de trabajo y bajar salarios.
c) Que el que está desocupado es porque quiere, porque no acepta trabajar por el salario que se le ofrece. Hace algunos años, en 2001, un alto funcionario del Ministerio de Economía dijo que la desocupación en Argentina era voluntaria. Lo dijo cuando millones de seres humanos estaban desesperados buscando un trabajo.

Estas teorías justifican entonces la desocupación y los bajos salarios, porque de lo que se trata es de mantener sobre los obreros esa “presión pacífica, silenciosa e incesante” para que hagan los “esfuerzos más intensos”, de manera que siga aumentando la acumulación de riqueza y el goce de la clase propietaria de los medios de producción.

9. El racismo, la discriminación, la xenofobia, ayudan al capital
El capitalismo no sólo ha dominado a través de la desocupación y la amenaza del hambre. O de la represión abierta de los trabajadores cuando éstos quisieron cuestionar seriamente el sistema (aunque este aspecto del problema no lo vamos a tocar en este curso).

El sistema capitalista también ha dominado con las divisiones que se producen entre los trabajadores a partir de la discriminación. De múltiples maneras en la sociedad se inculca la idea de que, por ejemplo, los negros son inferiores. Expresiones como “negro villero” son comunes, y meten la idea de que una persona de piel oscura puede ser sometida a las peores condiciones de trabajo porque “es un ser inferior”.

De la misma manera las mujeres son discriminadas sistemáticamente. Por ejemplo, está comprobado que en promedio, y por igual trabajo, una mujer gana un 30% menos de salario que el hombre.

Otro ejemplo es lo que sucede con nuestros hermanos paraguayos, bolivianos, peruanos. Constantemente en los medios se los presenta como “sucios”, “ladrones”, incluso como “no ciudadanos”. Hace un tiempo el diario Crónica tituló una noticia: “Mueren tres ciudadanos y dos bolivianos en un accidente de tránsito”. De esta manera también a ellos se los presiona para que acepten las peores condiciones de trabajo.

Todo luchador social debería combatir por todos los medios estas formas de discriminación, que dividen al pueblo. Toda división del pueblo trabajador sólo favorece el dominio del capital. Y no habrá liberación de los trabajadores de la explotación del capital en tanto no superemos estas lacras.  

10. La competencia y la concentración de la riqueza

Si bien los capitalistas están unidos cuando se trata de mantener la explotación, entre ellos existe la más feroz compe­tencia. Cada empresario trata de vender más que sus competidores, sacarle clientes. Para eso, cada uno busca aumentar la explotación de sus obreros y tecnificarse. Si un capitalista descubre una técnica mejor para producir, procura que la competencia no la conozca, con la esperanza de bajar los precios y arruinar a los otros. Los capita­listas que no logran seguir el ritmo de la renovación tecnológica, se arruinan y son absorbi­dos por la competencia o van a la quiebra.

Por eso Marx decía que la competencia es como un látigo, que obliga a cada empresario a ir hasta el fondo en la explotación de sus obreros. Esta es una ley de hierro en la sociedad actual. Por esta razón la explotación no tiene que ver con la buena o mala voluntad de algunos empresa­rios indivi­duales. Puede haber dueños de empresas que consideren inhumanas las condi­ciones en que viven los trabajado­res, pero seguirán manteniendo los salarios bajos y exigiendo más y más ritmo de trabajo, argumentan­do que "si no lo hacemos la competencia nos va a arruinar". Por eso no hay que esperar que los capitalistas "compren­dan" las necesidades de los trabajadores y modifiquen voluntaria­mente sus comporta­mientos.

Hoy este impulso del sistema capitalista se ve multiplicado por la competen­cia inter­nacional. Los capitalistas de todos los países están lanzados a una carrera desespe­rada por bajar los costos, por aumentar la explotación, para sobrevivir en el Mercosur y en otros mercados mundializados. Los empresarios hacen un chantaje a los trabajado­res porque dicen: "si no aceptan todas las condicio­nes de trabajo que impongo, voy a invertir en otro país".

Esta lucha entre los capitalistas por aumentar la explotación para sobrevivir es la razón principal por la cual en el capitalismo existe un impulso permanente a aumentar la explotación.

En la lucha entre los capitales, inevitablemente muchos caen, y son "comi­dos" por los más fuertes. Como dice el dicho popular, el pez gordo se come al pez chico. Todos los días se fusionan capita­les, hay empresarios que compran fábricas en quiebra, hay comercios y bancos que caen en problemas y no pueden sobrevi­vir. Millones de cuentapropis­tas, de peque­ños campesi­nos, aun de pequeños empresarios, se funden, y van a la pobreza absoluta o a trabajar de obreros. Un ejemplo es lo que sucedió con la entrada de los hipermercados. Miles y miles de almaceneros, panaderos, carniceros, se arruina­ron y ellos, o sus hijos, tuvieron que emplearse como asalariados, muchas veces en los mismos supermer­cados que los hundieron.

Así los capitales cada vez más se concentran en pocas manos. Hoy, las 200 corpora­ciones más grandes del planeta tienen ventas equiva­lentes al 28% de la activi­dad económica del mundo­. En cada país podemos ver cómo un puñado de 300 o 400 empresas tiene un peso descomunal en la economía; algunas compañías transna­cio­nales tienen ventas anuales por sumas que superan larga­mente los presu­puestos de la mayoría de los países. En manos de algunas decenas de miles de grandes capitalistas se concentra el poder de dar trabajo o no a cientos de millones de desposeí­dos.

11. ¿Qué es el capitalismo hoy?
Lo que explicamos teóricamente tiene su reflejo en la realidad del mundo. El sistema capitalista impulsa a aumentar la explotación. Tengamos entonces una visión global.

En todos los países se procura que cada producto “contenga el máximo posible de trabajo impago” y para eso todo capitalista busca acelerar los ritmos de trabajo y reducir el valor de la fuerza de trabajo. Se desarrolla de así un hambre incesante por el plusvalor, por el tiempo de trabajo excedente. ¿Por qué puede el capital imponer esto?

Una razón es la amenaza de mudar plantas o de no invertir si la fuerza laboral no se allana a las exigencias del capital. Los empresarios muchas veces dicen: si los sindicatos de este país no aceptan tal o cual condición laboral, o tal o cual salario, nos vamos a otro país. O sea, es el chantaje de la llamada huelga de inversiones. “Si no se allanan a lo que pido, no invierto”. También está la presión de las importaciones. Es que hay empresarios que dicen: “si no se aceptan estos salarios y condiciones de trabajo, cierro la empresa porque me conviene importar más barato desde otro país”.

En segundo lugar, como hemos dicho, por la presión que ejercen el ejército de desocupados. Según la Organización Internacional del Trabajo, en 2004 había unos 188 millones de desocupados en el mundo. En Argentina la desocupación, a pesar de que bajó en los últimos años, sigue siendo muy alta.

A esto se suman las corrientes migratorias de mano de obra, especialmente hacia los países adelantados. Y la incorporación a la fuerza laboral de mujeres, niños, inmigrantes y minorías que en su mayoría tiene bajos índices de sindicalización.

De esta manera reaparecen formas de explotación que nos retrotraen a las escenas de Inglaterra de los siglos 18 y 19 en los orígenes del capitalismo industrial. Por ejemplo, en las fábricas de computadoras de China se imponen condiciones que pueden calificarse directamente de “carcelarias”; en muchas empresas los trabajadores o trabajadoras no pueden hablar, no pueden levantarse para ir a tomar agua o al baño; existen regímenes de castigo durísimos por faltas leves o distracciones, con jornadas de trabajo que pueden prolongarse hasta 16 horas. En muchas fábricas las trabajadoras duermen en las empresas, en condiciones extremadamente precarias. El desgaste físico y nervioso es tan grande que a veces son “viejas” con apenas 30 años; además hay problemas auditivos y visuales, debido a las largas horas que pasan probando monitores y equipos. Sobre los salarios, escuchemos este testimonio de C., trabajadora en una empresa china de productos electrónicos:
He estado en la fábrica desde hace dos años y medio y lo más que he ganado ha sido un poco más de 60 dólares (por mes). Eso fue lo que obtuve después de haber trabajado más de 100 horas extra. … ¿Cómo puede ser eso suficiente para nosotros? Uno tiene que comprar por lo menos las provisiones diarias y si me compro algo de ropa se me termina el sueldo. Es incluso peor en la temporada baja, cuando no tenemos horas extra. Cuando nos obligan a tomar un día porque no hay pedidos y no tenemos trabajo que hacer, nos lo deducen del sueldo”.

En muchos sectores y países se repiten estas situaciones. El siguiente es un testimonio de K., un trabajador del vestido de Bangladesh:
No he tenido descanso en dos meses y trabajo desde las 8 de la mañana hasta las 9 o 10 de la noche; algunas veces incluso toda la noche. Por eso estoy enfermo. … Tengo fiebres y no tengo energía. … No pagan las horas extras, dicen que he trabajado 30 o 40 horas en un mes cuando en realidad he hecho 150. No hay registro, de manera que pueden decir lo que quieren”.

Y el siguiente es el testimonio de Helena, ex trabajadora nicaragüense de una maquila:
Los malos tratos eran permanentes. Cualquiera pue­de cometer un error: si te equivocabas, te golpeaban en las manos, en la cabeza, te trataban de burra, de animal. Si parabas un segundo para tomar un vaso de agua, aullaban. El salario de base era de 22 dólares por semana. Yo llegaba a las 7 de la mañana y salía, en general, a las 9 de la noche; hacía cuatro horas extras, pero me pagaban dos 

Seguramente cada uno de ustedes puede encontrar testimonios semejantes en Argentina. Indaguemos cómo se trabaja en talleres, en comercios, en empresas del transporte. Ausencia de derechos sindicales, falta de respeto a cualquier norma de seguridad o higiene, desconocimiento de francos y licencias por enfermedad, salarios que muchas veces no alcanzan siquiera para mantenerse con el mínimo de subsistencia.
Por otra parte se calcula (datos de 2000) que en el mundo trabajan unos 186 millones de niños y niñas de entre cinco y 14 años; de ellos, 5,7 millones realizan trabajos forzados; 1,8 millones están en la prostitución y 0,3 millones en conflictos armados.
Pero si se toman los que trabajan en forma intermitente, la cifra se eleva a entre 365 y 409 millones, y si se agrega el trabajo no contabilizado de las niñas –en su mayoría hogareño- la cifra oscila entre 425 y 477 millones. Los niños y niñas realizan trabajos tan diversos como agricultura, confección, fabricación de ladrillos, actividades mineras, armado de cigarros, cosido de pelotas de béisbol o pulido de piedras preciosas, entre otros. Casi por regla general están sometidos a condiciones infrahumanas, son prácticamente esclavos privados de su niñez y, por supuesto, de todo acceso a la educación; en los países subdesarrollados uno de cada siete niños o niñas en edad escolar no concurre a la escuela. Dicen dos economistas del Banco Mundial:
En los noventa, luego de la Convención de los Derechos del Niño (1989) y una confluencia de factores desde la globalización a la recolección sistemática de estadísticas por la Organización Internacional del Trabajo, el Banco Mundial y diversos países, el mundo se hizo consciente de que desde una perspectiva global la situación del trabajo infantil no era mucho mejor de lo que había sido durante la Revolución Industrial.”
Aclaremos que durante al Revolución Industrial, ocurrida en Inglaterra a fines del siglo 17, se registraban abusos terribles de explotación del trabajo infantil. Desde entonces se nos ha dicho que aquellas épocas habían quedado definitivamente en el pasado, que en el capitalismo moderno ya no sucedían. Pero vemos que no es así, que siguen sucediendo y a una escala mayor, porque ahora se trata del capitalismo en todo el mundo.
Incluso en países desarrollados como Gran Bretaña, Francia o Estados Unidos muchos menores en edad escolar están trabajando. En Gran Bretaña algunos estudios consideran que en los últimos 35 años entre un tercio y dos tercios de los niños en edad escolar estuvieron en trabajos remunerados; si se toma en cuenta a quienes alguna vez trabajaron (en lugar de a quienes están trabajando en el momento de la encuesta) la cifra se eleva a entre el 63 y 77%.
En la Unión Europea de conjunto en los noventa aproximadamente un 7% de los niños de entre 13 y 17 años trabajaba.

En lo que respecta a las mujeres, en promedio reciben un salario equivalente a las dos terceras partes de lo que reciben los hombres, muchas veces carecen de protección frente a malos tratos y abusos; y sufren más agudamente la precarización laboral que los hombres, además de estar obligadas a realizar trabajos por los que no reciben en absoluto remuneración alguna.

En los países desarrollados también se registra la tendencia al aumento de la explotación de la clase obrera en su conjunto. Por ejemplo en Gran Bretaña en los últimos años se facilitó y abarató el despido de trabajadores, se estableció que los chicos de 13 o 14 años pueden ser empleados hasta 17 horas semanales, se extendió el contrato temporario, se redujeron las licencias, se suprimió el salario mínimo, se extendieron los “períodos de prueba” (hasta 24 meses), se suprimió el límite a la jornada de trabajo (incluso para los jóvenes de 16 a 18 años) y se dio plena libertad para trabajar los domingos. En algunos sectores los salarios apenas permiten reproducir el valor de la fuerza de trabajo. Un obrero típico de la industria de la confección de Birmingham, con 17 años de antigüedad, a mediados de la década de 1990 debía destinar dos terceras partes de su salario a pagar el alojamiento y las facturas de electricidad. En la industria del vestido son “normales” jornadas de 12 horas por día de lunes a viernes y 8 horas los sábados, y es común encontrar empresas que no pagan las horas extras ni los días de ausencia por enfermedad. Como resultado de la caída general de los ingresos de los trabajadores y de la desocupación de largo plazo, a mediados de la década se constataba que el número de gente sin hogar se había duplicado, que el 26% de los niños dependía de la ayuda social para vivir, que 13,7 millones de personas vivían en la pobreza, que había 1,1 millones menos de empleos a tiempo completo que en 1990, que 300 mil personas ganaban menos de 1,5 libras por hora y aproximadamente 1,2 millones menos de 2,5 libras por hora.

En lo que respecta a Estados Unidos, a mediados de la década de 1990, sobre los 38 millones de estadounidenses que vivían por debajo de la línea de la pobreza, 22 millones tenían un empleo o estaban ligados a una familia en la cual uno de sus miembros trabajaba; esto dio origen a la expresión “hacerse pobre trabajando”. Además, y obligados a compensar los bajos salarios, casi 8 millones de personas tenían doble empleo. Por otro lado la duración media anual del trabajo aumentó el equivalente de un mes desde la década de 1970; en algunas empresas del automóvil había asalariados que trabajaban hasta 84 ho­ras por semana.
En lo que hace a los procesos de trabajo, a partir 1988 se extendió toyotismo. Con esta forma de organización de organización laboral la dirección de la empresa fomenta la competencia entre los trabajadores y debilita la solidaridad sindical; introduce la multiplicidad de tareas; reduce las calificaciones y aumenta la “íntercambiabilidad” de los puestos; disminuye la importancia de la antigüedad o incluso la abandona o modifica; descarga en los obreros una mayor responsabilidad por el cumplimiento de las tareas, sin compensación salarial y sin darles mayor autoridad; y  fomenta el sindicalismo de empresa en detrimento de la unión a nivel de ramaEl resultado es el trabajo súper intensivo:
Mientras en las plantas manufactureras tradicionales el proceso de trabajo ocupa al obrero con experiencia aproximadamente 45 segundos por minuto, en las plantas de producción flexible la cifra es de 57 segundos. Los trabajadores de producción en las líneas de ensamblaje de Toyota en Japón hacen 20 movimientos cada 18 segundos, o un total de 20.600 movimientos por día” (tomado de un estudio sobre el toyotismo).

El ataque a las condiciones laborales abarca también a países con fuerte tradición sindical y de izquierda. En algunos lugares la ofensiva del capital comenzó por los trabajadores inmigrantes, aprovechando la inseguridad jurídica a la que están sometidos.
En Francia, por ejemplo, el trabajo en negro y la contratación a tiempo parcial de inmigrantes están extendidos en la construcción (pública o privada), limpieza, hotelería, gastronomía, confección de ropa y agricultura, entre otras actividades. Los salarios de estos trabajadores son inferiores hasta un 50% a la media  y carecen de organización.
En Alemania el capital y el gobierno están empeñados, desde hace años, en una campaña por reducir salarios sociales y prolongar la jornada laboral.

Además, se atacan los salarios sociales, los sistemas de jubilación y salud. Italia, Alemania y Suecia son representativas de la tendencia. Y en todos lados se tiende al disciplinamiento de la fuerza laboral mediante el desempleo y a la precarización laboral.
Como resultado de estos procesos en la mayoría de los países aumentó la desigualdad. Según la OIT, que realizó un estudio (publicado en 2004) de 73 países, en 12 desarrollados, 15 atrasados y 21 países con “economías en transición”, aumentó la desigualdad entre el decenio de 1960 y el decenio de 1990; estos 48 países comprenden el 59% de la población total de los países bajo estudio. En tres países desarrollados, 12 atrasados y uno con “economía en transición”, que de conjunto representan el 35% de la población bajo estudio, la distribución se mantuvo estable. Por último, sólo en dos países desarrollados y siete atrasados (y ninguna economía en transición) mejoró el ingreso

12. Desarrollo cada vez más desigual y carencias y padecimientos sociales
Una de las teorías que se han planteado muchas veces es que a medida que el capitalismo se desarrolla, y se hace más mundial, los ingresos entre los países tienden a igualarse. Pero la realidad es otra. Según las Naciones Unidas (Informes sobre el desarrollo humano) si la diferencia entre el ingreso de los países más ricos y los más pobres era de alrededor de tres a uno en 1820, había pasado a 35 a 1 en 1950, a 44 a 1 en 1973 y a 72 a 1 en 1992; y a comienzos del nuevo siglo llegaba a 77 a 1.

Por otra parte, se puede ver la desigualdad de riqueza e ingresos que se genera en este sistema. Los datos, también de las Naciones Unidas y otros organismos internacionales, nos dicen que el 20% de los seres humanos que vive en los países más ricos participa del 86% del consumo privado total; utiliza el 58% de la energía mundial y el 84% del papel; tiene el 87% de los vehículos; representa el 91% de los usuarios de Internet y tiene el 74% de las líneas telefónicas totales.

En el otro polo, el 20% de la población que vive en los países más pobres participa con sólo el 1% del consumo total; utiliza el 4% de la energía, el 1,1% del papel, tiene menos del 1% de los vehículos y el 1,5% de las líneas telefónicas.

En Argentina también se ha producido una gran polarización social. Así, en 2006, el 10% más rico de la población tiene ingresos 31 veces más altos que el 10% más pobre. Esto significa que en el 10% más rico cada persona gana, en promedio, $2012, mientras que en el 10% más pobre cada persona gana sólo $64. En el 10% más pobre que sigue a este estrato, cada persona gana sólo $143. Esta situación se ha mantenido desde los años noventa, más o menos estable.

Más en general, agreguemos que de los 4.400 millones de habitantes que están en los países llamados “en desarrollo”, casi tres quintas partes no tienen las infraestructuras sanitarias básicas, casi un tercio no tiene acceso al agua potable, una quinta parte no tiene acceso a servicios modernos de salud; un tercio de los niños menores de cinco años sufren malnutrición, 30 mil mueren por día por causas prevenibles y uno de cada siete niños en edad de escuela primaria no asiste a la escuela.

A comienzos del nuevo siglo había 840 millones de personas en todo el mundo desnutridas, lo que representaba el 14% de la población mundial. Recordemos que en 1980 vivían en condiciones severas de desnutrición 435 millones de personas, que representaban el 9,6% del total mundial.

De los 840 millones de personas que hoy están desnutridas, 10 millones se encuentran en los paí­ses adelantados, 34 millones en los ex países socialistas en transición al capitalismo y 798 millones en los países atrasados.

En República del Congo, Somalia, Burundi y Afganistán, más del 70% de la población está desnutrida. Según la Organización Mundial de la Salud, las posibilidades de vida de un recién nacido en un país avanzado son 12 veces mayores que las de un recién nacido en un país atrasado; si éste nace en África subsahariana es 23 veces mayor.

En Argentina, un país “granero del mundo”, que puede alimentar a 300 millones de personas, hay hambre crónica, millones que no alcanzan al mínimo calórico diario vital.

La Agencia Católica para el Desarrollo señala una cifra que en sí misma constituye todo un símbolo de la desigualdad: la vaca promedio europea recibe un subsidio de 2,2 dólares por día,más que el ingreso diario que recibe la mitad de la población mundial.

13. Conclusión
Hemos visto por qué y cómo el sistema capitalista tiende a generar en un polo una riqueza creciente, y cada vez más concentrada, y en el otro polo masas de gente que está obligada a hacer trabajos monótonos, repetitivos, o con salarios bajos y condiciones laborales precarias, sometidos a presión constante. Y también por qué se regeneran, periódicamente, grandes ejércitos de desocupados.

Todo esto nos obliga a ubicar las luchas reivindicativas, por mejoras laborales, por seguros de desempleo, por salud y educación, en una perspectiva correcta. Esto es, peleamos por mejorar en todo lo posible dentro del sistema; necesitamos defender  reformas que hagan más llevadera la vida bajo el sistema capitalista. Pero al mismo tiempo hay que tomar conciencia de que estas mejoras tienen un límite. Como decía una gran socialista europea de principios del siglo 20, llamada Rosa Luxemburgo, en tanto no se acabe este sistema de explotación los sindicatos y los trabajadores estarán obligados a recomenzar siempre sus luchas, porque el hambre por el plusvalor del capital es insaciable. Lo cual plantea la necesidad de tomar conciencia de que existe un problema de fondo, que es social, y a él tenemos que apuntar.

NOTAS

[1] Esto lo tomamos de un libro que escribió Carlos Marx, El Capital, donde cita a Mandeville.
[2] Esto siempre es aproximado, porque la primera mercancía puede tener un precio de 101, 102, 99, etc., y lo mismo sucede con la segunda: puede costar 48, 51, 49, 53, etc. Es decir, los precios oscilan alrededor de un promedio.
[3] Calcula que al cabo de determinado tiempo habrá recuperado esa inversión para comprar de nuevo máquinas y la fábrica.
[4] Todas las citas las tomamos de El Capital, de Marx.