21 de enero de 2016

ENERO 2016: UN NUEVO MOMENTO DE LA CRISIS MUNDIAL

Óscar Ugarteche. Alainet

La crisis que comenzó en agosto del 2007 ha entrado en una nueva fase. Hay los que siguen la crisis por regiones: Estados Unidos – Europa – América Latina - Asia. Otros la siguen por el lado más financiero y la ven como crisis hipotecaria, crisis de las bolsas. Nosotros preferimos ver la crisis como un proceso que amarra lo financiero con el sector real de la economía afectando al mundo entero en todos los casos. Solo que el impacto sobre el mundo no es homogéneo. Por ejemplo, la baja de las tasas de interés en el 2008 llevó a un auge en los precios de los commodities y a una devaluación del dólar. El efecto fue una apreciación de los tipos de cambio del resto del mundo y una acumulación de reservas fruto de los excedentes comerciales. Este fortalecimiento cambiario llevó a un auge en los flujos de capital del norte al sur haciendo que las bolsas de valores en los países del sur observaran un auge, de la mano de los auges en los precios de los bienes raíces y del precio de los commodities. El resultado fue un espejismo de crecimiento en África y América Latina, exportadores de materias primas.

Cuando colapsó el mercado hipotecario en agosto del 2007 y luego la banca de inversión, a partir de marzo del 2008, el problema financiero se transformó en económico. La apertura de dos velocidades de crecimiento fue muy útil para los capitales estancados en los mercados maduros que se movieron a los llamados emergentes. La aspiradora global comenzó a operar sacándose riqueza desde los emergentes hacia el centro, en el mejor espíritu de la teoría de la dependencia. No obstante, se generó una acumulación de reservas que hipotéticamente debería estabilizar los tipos de cambio. Eso decía la teoría económica convencional. Pero, los tipos de cambio se han transformado en un commodity más, que se transa en el mercado cambiario de Londres, de forma que hay un mercado offshore cambiario muy importante (ver SWIFT). Los ataques cambiarios se hacen en Londres y no en Ciudad de México, Moscú, Sao Paulo o Shanghái. Por eso no se pierden reservas cuando los tipos de cambio se desploman. Las pérdidas de reservas no son porque se fugan los capitales sino porque el Banco Central del país intenta frenar la caída. Es una lógica distinta que hace una década.

El 16 de junio del 2013 el presidente del FED, Banco Central estadounidense, anunció que “seguramente” se iba a terminar el programa de expansión crediticia instalado en el 2008 y que “probablemente” se alzaría las tasas de interés. Esta advertencia peculiar se hizo para cambiar las expectativas sobre el dólar y que los mercados comenzaran a ajustarse. Eso hicieron y los precios de los commodities iniciaron su vuelo de descenso de la mano de ajustes sobre tipos de cambio y bolsas de valores. Entre junio del 2013 y diciembre del 2015 el índice de precios de todos los commodities de IndexMundi descendió a la mitad de 179 a 90, con base 2005=100. Los términos de intercambio de América Latina del 2014 al 2015 se cayeron de 102.9 a 90.2, según el Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2015 de la CEPAL. El país a quien más se le cayó fue a Colombia, a 71.9 y a los que menos se le contrajeron fueron a Uruguay y México, posiblemente por sus estructuras exportadoras industriales. Los índices de valor unitario de las exportaciones con base 2010=100 se cayeron para todos, siendo Colombia el más afectado igualmente.


En América Latina cayeron todas las bolsas, menos la argentina; todos los tipos de cambio se devaluaron, menos el boliviano, y las exportaciones se contrajeron para todos, llevándose de las narices el crecimiento del PIB. Esto fue acompañado por un creciente malestar social. El discurso sobre el éxito de las reformas y el blindaje cambiario, ambos ideológicos, terminó. No se incorpora Venezuela a este análisis de países medianos y grandes de la región por las distorsiones económicas y políticas existentes. Venezuela merece un estudio separado y no es comparable. Lo que se aprecia en el gráfico es que la tasa de crecimiento a partir de las reformas económicas (1985-2003) estuvo en el vecindario de 2% promedio y que tras un breve auge (2003-2011) está de regreso al mismo 2% aproximado. Esta es una tasa insuficiente para absorber la fuerza de trabajo, lo que tendría que haber sido el objeto de las reformas económicas.


El encuadre mostrado se anticipaba como el escenario donde ocurriría el alza de las tasa de interés de Estados Unidos que, según dijo Yellen en junio del 2014, sería en cuartos de punto a la vez, en la eventualidad que se dieran. La interrogante que ronda en el análisis de las economías maduras es si es posible vivir permanentemente con tasas de interés cero, tasas de crecimiento cercanas a cero y tasas de inflación bordeando la deflación y si pueden, en ese marco, subir las tasas de interés sin tumbarse el consumo. Japón está estancado con deflación desde 1991 y con pequeñas variaciones no se ve que esté saliendo del estancamiento con deflación tras veinticinco años. Se reconoce la deflación cuando los compradores postergan la compra esperando un descenso de precios en un futuro cercano, dice Keynes. Otra definición de deflación es cuando los precios finales suben menos que los costes de producción. Una interrogante de Yellen y los banqueros centrales estadounidenses era si podían subir la tasa y qué efectos podría tener dado el borde deflacionario en que está el G7. El manejo de las expectativas estaba clarísimo y no se anticipaba un impacto del alza de la tasa mayor al ya ocurrido en commodities y flujos de capital. Ahora, a mediados de enero del 2016, a cuatro semanas del anuncio de alza de la tasa de referencia en 0.25%, se aprecia que estaban errados cuando todas las bolsas están en picada junto con los mercados de commodities y los mercados cambiarios.

Irving Fisher escribió en 1931 que en los auges y depresiones, hay dos factores dominantes, el sobreendeudamiento para comenzar y la deflación que le sigue poco después. En breve, los grandes actores malos son perturbaciones de deudas y perturbaciones en el nivel de precios. La tabla a continuación muestra el nivel de precios de las economías maduras que va entre Alemania, el mejor posicionado con 0.1%, y España el peor con -0.6%. El promedio de las cinco economías debajo es 0%. Japón tiene tasas negativas. En este marco, un alza de las tasas de interés golpea a los costes de producción de inmediato pero eso no se traslada a los precios de venta y se produce entonces una crisis mayor al estancamiento en que están esas cinco economías desde el 2008. Lo significativo es que los índices inflacionarios están bajando peligrosamente en América latina. La buena noticia de la depreciación inyectada por los ataques cambiarios es el efecto inflacionario. La mala noticia es el estancamiento derivado de la baja del consumo por el alza de los costos de productos importados.


El anuncio de Janet Yellen del 16 de diciembre de que las referencias de la tasa de interés serían incrementadas en 0.25% tuvieron un impacto demoledor encubierto por las fiestas de fin de año. El 29 de diciembre del 2015, la bolsa de Nueva York medida por el índice Dow Jones industrial inició su ruta de descenso de 17,720 puntos que se encontraba entonces a 15,988 el 15 de enero del 2016. En simultáneo se cayeron Londres, París y Frankfurt. Dos días más tarde, el novedoso mercado de Shanghai, que le abrió sus puertas a los extranjeros en noviembre del 2014, se desplomó y debió cerrar porque los precios variaron más de 7%. Las bolsas sudamericanas y todas las otras del mundo que ya estaban afectadas desde el 2013, se precipitaron desde el 29 de diciembre incluyendo la bolsa argentina que fue saludable dos semanas previas, antes de la apertura del cepo cambiario.

Lo primero que salta a la vista es que el descenso comenzó alrededor del día 22 de diciembre y que después del 29 en occidente y 30 de diciembre en Asia, se desploman. Entre los mercados de valores que peor les fueron están: Buenos Aires (con el cepo recién retirado), Shanghái, Brasil, Alemania y Japón. Los que perdieron menos fueron Corea del Sur, Colombia, Chile y México. Más allá del desplome de los mercados, está su impacto en el tipo de cambio de los países, con el efecto de estos sobre las importaciones y los costos de la deuda. Las perspectivas de crecimiento para el 2016 reajustadas para abajo por el FMI y el Banco Mundial, a inicios de diciembre, deberán ser revisadas a la baja nuevamente. Peor con el acompañamiento que a esta baja en bolsas que tuvo en los precios de los commodities. Con tendencias declinantes de crecimiento hay varias cosas ciertas: China no es el problema, los tipos de cambio no están blindados y las reformas económicas no garantizan el crecimiento económico. El problema es que la crisis del 2008 no está resuelta en términos productivos y a ello se suman las políticas de austeridad europeas, el estancamiento japonés y el ajuste estadounidense, que han llevado a una situación de deflación a partir del 2012 que se está contagiando (ver Graña, “la deflación”). Estados Unidos tendrá su mayor déficit fiscal en el año 2016 desde los años antes de la crisis con las respectivas consecuencias sobre la demanda de crédito y el costo de la misma con las tasas subidas. Nueve años después del inicio de la crisis, el mundo se prepara para unificar el crecimiento de las economías emergentes de crecimiento rápido con las tortugas maduras del G7.

Estados Unidos, con un desempleo 7% por encima de lo formalmente anunciado, porque se esconde que la fuerza de trabajo se ha encogido en esa proporción (ver Ugarteche “No nos hagamos tontos”, ALAI 2015) y una recuperación económica anémica, no puede intentar regresar la tasa de interés a su nivel histórico de 6%. La recuperación del consumo sobre la base de tasas de interés de 0% puede quedar en cuestión. Si se cae el consumo en USA entonces su PIB se contrae y se lleva a México de narices. Con la contracción de la demanda de materias primas de Europa occidental, Estados Unidos y Japón, todo está centrado en cuanto crece China, pero es abusivo pensar que China sea responsable de lo que ocurre en el mundo, además de equivocado.


El análisis del Wall St Journal sobre lo que está ocurriendo afirma que las cosas están mejor en Estados Unidos porque el peso de la deuda de las familias ha bajado de 130% a 103% de su ingreso anual. La interrogante es cómo se paga esa deuda cuando los salarios no suben porque hay deflación y las tasas de interés si suben. Las deudas de educación están a la vista como un problema mayor para las familias. El otro problema es que el multiplicador del gasto fiscal en defensa ya no parece operar si la evidencia de la última década es un ejemplo. De la invasión a Irak a los ataques en Siria, no hay rehabilitación del PIB. Las mejores guerras en este escenario son cambiarias, como han mostrado los ataques contra el Real, el Rublo y el Yuan en los últimos tres años. Eso, sin embargo, no ayuda a la recuperación del PIB americano ni menos mundial, pero si ayuda a destruir el PIB de la moneda atacada. El más reciente ataque es contra el Yuan.

La perspectiva del 2016, en este marco, es muy imprevisible. Pueden ocurrir tres cosas: subir la tasa de interés nuevamente, y ver otro remezón como el que se acaba de ver en diciembre; revertir la decisión y regresar la tasa a 0 en Estados Unidos y esperar que eso aligere las cosas o, dejar todo como está. Los capitales, en este contexto, se van a mover más rápidamente por el mundo, creando más inestabilidad y transfiriendo la inestabilidad al crecimiento. El crecimiento hacia adentro de China lo protegerá parcialmente de las remecidas que vienen del exterior. La inestabilidad que llega por el mercado de valores de Shanghái abierto al capital internacional es innegable dado que es una condición para convertir a su moneda en reserva internacional. Sus propios problemas de deuda serán los que puedan afectar la dinámica interna. Pero para América Latina en el 2016, el problema es la deflación de occidente y la tasa de interés de Estados Unidos y no la tasa de crecimiento de China que es afortunadamente del 6.9%.


20 de enero de 2016

BANCA EN LA SOMBRA

Cómo ha privatizado Wall Street la creación de dinero

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Probablemente algunos de ustedes hayan empezado a oír hablar de términos como mercado financiero oculto o de banca en la sombra. Nos estamos refiriendo a lo que en inglés se conoce también como OTC: Over the Counter. Se trata de la parte del sistema financiero no regulado.

En ocasiones grandes empresas necesitan dirigirse a él para financiarse porque dentro del mercado financiero regulado lo tienen más difícil o a un precio del dinero más caro.

Son multitud de miles de entidades que se mueven dentro de un circuito “discreto” y desconocido para él gran público. Sus figuras más conocidas son los fondos buitre que en estos años de la crisis han hecho su agosto especulando y comprando activos, a precios muy ventajosos, como bloques enteros de viviendas que, o bien no han logrado salir al mercado o bien lo hicieron con titularidad pública y las propias instituciones políticas permiten el cambio de su denominación jurídica permitiendo su compra por parte de estos tiburones.

Aunque este artículo tiene algo más de 4 años, lo cierto es que cada vez oirán ustedes hablar de este área oculta y no regulada de la economía y probablemente lo escuchen en relación con otra expresión de la que han leído y escuchado mucho en estos años de la crisis capitalista: burbuja financiera. Y lo peor es que es difícil estimar su tamaño porque se desconoce cuánto dinero real mueve, salvo por algunas estimaciones que hace periódicamente el Banco Internacional de Pagos de Basilea de este sector del sistema financiero.

Sin más, les dejo con este interesante artículo.

BANCA EN LA SOMBRA
Mike Whitney. CounterPunch
Traducción de Enrique Prudencio

Los reguladores están preocupados por el crecimiento imparable de la banca en la sombra y tienen razones para estarlo. Los bancos en la sombra estuvieron en el núcleo de la última crisis financiera y estarán en el núcleo de la próxima crisis financiera también. De eso no hay duda. Resulta sencillamente imposible mantener un sistema en el que instituciones financieras no-bancos, no-reguladas, sean capaces de crear su propio dinero (crédito) sin control o supervisión. El dinero que crean mediante operaciones al margen los balances oficiales, sin titulación, sin informes,
u otras actividades de mega-apalancamiento, inflan la economía, crean demanda artificial, bajan la tasa de paro y alimentan el crecimiento. Pero cuando el ciclo se invierte de golpe (y las deudas dejan de pagarse a su vencimiento), entonces los bancos en la sombra, raquíticamente capitalizados, empiezan quebrar uno tras otro, creando una conexión en cadena de bancarrotas de la contraparte que empuja las acciones, que caen en picado mientras la economía entra en una depresión de largo plazo.

¿No suena familiar?

El motivo por el que la economía global se encuentra aún en ruinas después de 5 años del colapso de Lehman Brothers, es este sistema profundamente defectuoso, que ha generado previamente el 40% del crédito en la economía de Estados Unidos cuando estaba aún en el modo de reconstrucción. Pero ahora, según un nuevo informe del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB en sus siglas en inglés), la banca en la sombra ha hecho su reaparición y es mas grande que nunca. El FSB ha descubierto que los activos en poder de los bancos en la sombra han aumentado hasta $67 trillones*, una suma casi tan alta como el PIB global $69,97 trillones* y mayor que los $62 trillones* que se encontraban en el sistema antes del comienzo de la crisis de 2008. Cuanto más crezcan los bancos en la sombra, mayor será la probabilidad de otra crisis financiera.

¿Qué es por tanto la banca en la sombra y cómo funciona?

Así es como Investopedia define el término:

Son los intermediarios financieros involucrados en la creación de crédito a través del sistema financiero global, pero cuyos miembros no están sujetos a vigilancia regulatoria. El sistema de banca en la sombra también se refiere a actividades no reguladas por instituciones reguladoras.

Son ejemplos de intermediarios no sujetos a regulación los fondos buitre, los derivados financieros y otros instrumentos financieros que no cotizan en bolsa. Ejemplos de actividades no reguladas por instituciones reguladoras incluyen los swaps de incumplimiento crediticio.

El sistema de banca en la sombra ha eludido la regulación primeramente porque no aceptaba depósitos como la banca tradicional. Por ello, muchas de las instituciones e instrumentos eran capaces de desenvolverse en un nivel de mercado más alto, créditos y riesgos de liquidez y no tenían requisitos de capital inmovilizado equivalentes a esos riesgos. Con posterioridad a la crisis de las hipotecas subprime de 2008, las actividades del sistema de banca en la sombra fue objeto de creciente escrutinio y regulación.
” (Investopedia)

La banca en la sombra puede haber “sido objeto de un creciente escrutinio”, pero no se ha tomado una maldita medida para solventar los problemas. Los bancos y los miembros de sus lobbys han rechazado todas las reformas sensatas que hubiesen hecho seguro el sistema. En lugar de eso, nos encontramos de nuevo en el punto de partida, con el crédito en expansión a paso de gigante y limitados por lo que Paul McCulley de Pimcos denominó “una sopa de letras apalancada por conductos de inversión no bancarios, vehículos y estructuras”. Lo que estamos viendo es en esencia la privatización de la creación de dinero. Las instituciones financieras de propiedad privada de toda laya están incrementando la cantidad de dinero que circula en el sistema aunque la garantía subyacente que está utilizando puede ser poco fiable e incluso así no tienen capital suficiente para atender la demanda si hay un fallo de liquidez en el sistema.

Permítanme explicarlo: cuando el banco emite una hipoteca, se requiere mantener una cierta cantidad de capital contra el préstamo por si resulta impagado. Pero si el banco bursatiliza la hipoteca, es decir, si corta la hipoteca en rodajas, las mezcla con las rodajas de otras hipotecas y vende el resultado como un bono (título respaldado por hipoteca), el banco ya no necesita mantener capital contra el activo. En otras palabras, el banco ha creado dinero (crédito) del aire. Este es el objetivo final de la banca, maximizar los beneficios con 0,0 de capital.

Entonces, ¿en que se diferencia de la falsificación y la estafa?

No hay diferencia en absoluto. Los bancos están creando “cuasi dinero” o lo que Marx denominaba “capital ficticio” sin recursos suficientes, sin supervisión y sin la mínima consideración por el daño que puedan infligirle a la economía real cuando su ponzoñosa estafa explota. Lo que importa son los beneficios, todo lo demás es secundario.

Vivimos en una economía en la que el Banco Central ya no controla el suministro de moneda en circulación. Las tasas de interés solo representan un pequeño papel en este nuevo paradigma donde los especuladores orientados al riesgo pueden impulsar dinero en sentido amplio por magnitudes de muchos órdenes, simplemente incrementando sus niveles de endeudamiento. Este nuevo fenómeno ha intensificado la inestabilidad sistémica y ha causado un perjuicio incalculable a la economía real. Hay que tener en cuenta que la zona cero de la crisis financiera fue un banco en la sombra llamado The Reserve Primary Fund (fondo primario de reserva). Ahí fue donde comenzó realmente el problema.

En 2008, el Fondo Primario de Reserva (el cual había prestado a Lehman 785 millones de dólares y recibido documentos a corto plazo denominados papel comercial) no pudo hacer frente a las retiradas de dinero por parte de sus clientes preocupados por la salud financiera de sus fondos. La súbita pérdida de confianza desató una carrera en los mercados de capitales que hundió las acciones. Así lo resumía Bloomberg:

“Este martes 16 de septiembre continúa la caída del Reserve Primary. Entre el anuncio del capítulo 11 de Lehman y las 3 de la tarde del martes, los inversores retiraron 39,9 billones de dólares, más de la mitad del fondo de activos, según Crane Data.

“Los administradores del Reserve indicaron a los empleados que vendieran la deuda de Lehman, según el SEC.

“No pudieron encontrar un comprador.

“A las 4 de la tarde los administradores determinaron que la inversión de 785 millones de dólares tenía un valor 0. Después de todo el dinero retirado por los clientes, el valor de la acción cayó a 97 centavos.

“Log Mason, Janus Capital Group Inc., Northern Trust Corp., Evergreen y Banka of America y la unidad de inversiones de Corp. Columbia Management, inyectaron entre todos efectivo en sus fondos para apuntalar las pérdidas o comprar activos de ellos. Putman cerró su Prime Money Market Fund el 18 de septiembre y después vendió sus activos a Federated Investors, domiciliado en Pittsburg.

“Al menos 20 gerentes de fondos monetarios fueron forzados a buscar respaldo financiero o a vender participaciones para mantener activos por valor de 1 dólar, según documentos colgados en el portal WEB SEC”
(“Sleep-At-Night-Money perdió en Lehman Lesson 63 billones dolares”, Bloomberg)

La noticia de que Primary Reserve había quebrado desató el pánico que rápidamente se extendió por todos los mercados del mundo dejando las acciones en caída libre. Primary Reserve fue la primera causa de la crisis financiera y del crash mundial, no las hipotecas subprime ni Lehman Brothers. Este hecho se tergiversa por parte de los medios para ocultar los peligros inherentes al sistema en la sombra, un sistema que no es más que una artimaña propensa a crear crisis hoy día como lo fue en septiembre de 2008.

Aunque existen formas para conseguir que la banca en la sombra sea más segura, los bancos y los lobbys que trabajan para ellos se resisten a cambiar el sistema actual. Recientemente los bancos enviaron una sorprendente rendición a la Presidenta de la Comisión del Mercado de Valores Mary Schapiro que había estado presionando para conseguir cambios menores en las cuentas del mercado de valores con el fin de hacer más segura esta área crítica del sistema de banca en la sombra para que resultase menos propensa a crear el pánico bancario. La derrota de la señora Schapiro a manos de la todopoderosa industria de los servicios financieros, envió ondas de choque a través de Washington donde incluso amigos acérrimos de Wall Street como Ben Bernanker y el Secretario del Tesoro Timothy Geithner, se levantaron de sus asientos y tomaron buena nota. Desde entonces se han unido a la lucha para llevar a cabo modestas regulaciones en un sistema de mercado de capitales fuera de control que amenaza colapsar el sistema financiero por segunda vez en menos de una década.

Hay que tener en cuenta que los cambios que pretenden introducir Geithner, Bernanke y Schapiro son exiguos bajo cualquier punto de vista. Consistirían en un valor del activo neto flotante, o precio compartido, en vez de su actual precio fijo, o más capital para respaldar las inversiones en el fondo del mercado monetario (solo el 3%) en caso de que cunda el pánico y los inversores deseen retirar su dinero con rapidez. Parece razonable, ¿verdad? Aún así, los bancos han rechazado de plano cualquier cambio. Creen que tienen el derecho a engañar a los inversores sobre los riegos que corre su dinero en cuentas del mercado monetario sin estar aseguradas. No creen que deban tener suficiente capital en caja para cubrir retiradas masivas de dinero en el caso de que un banco quiebre. Han decidido que los beneficios son más importantes para ellos que la responsabilidad social o la estabilidad del sistema.

Hasta el momento, Wall Street ha rechazado todos los intentos de reforma regulatoria. Los bancos y sus aliados en el Congreso han hecho picadillo la Dodd Frank, la ley de reforma que se suponía que tenía que presentar para evitar otra crisis financiera.

Así lo resumía Matt Taibbi en un reciente artículo en Rolling Stone:

En 2.300 páginas, la nueva ley reescribió las reglas para Wall Street. Esta ley iba a acabar con el crédito predatorio en los mercados hipotecarios, reprimir cargos ocultos y multas en los contratos de crédito y a crear una nueva y potente Oficina de Protección Financiera del Consumidor para proteger al consumidor normal. A los bancos se les prohibiría jugar a la ruleta financiera con el dinero de los contribuyentes y una nueva batería de normas limitaría la libertad actual de los especuladores de hacer los tipos de apuestas de asnos enloquecidos que causan picos salvajes en los precios de los alimentos y la energía. Habría más ADIGs y el mundo no volvería nunca más a experimentar un Apocalipsis financiero cuando un banco como Lehman Brothers se fuera a la bancarrota.

Y lo que es más importante, que aunque cualquiera de esas mierdas diabólicas vuelvan a la bancarrota otra vez, Dodd-Frank garantiza que no se pretenderá que pagemos por ello. “Al pueblo norteamericano nunca más se le pedirá pagar la cuenta por los errores de Wall Street. Obama prometió “que no habría más fondos de los contribuyentes para los rescates. Punto.”

Dos años después, Dodd-Frank está gimiendo en su lecho de muerte. La gigantesca ley de la reforma se transformó en el pez que picó el cebo de la caña del Viejo de Heminguay**: No había terminado de agarrarlo cuando los tiburones lo dejaron en las raspas antes de llegar a la orilla.”
(“Cómo se cargó Wall Street la Reforma Financiera”, Matt Taibisi, Rolling Stone).

El Congreso, la Casa Blanca y la SEC son los responsables del frágil estado del sistema financiero y del hecho de que la banca en la sombra no haya sido sometida a la supervisión obligatoria. Este basurero debería haberse limpiado hace mucho tiempo y en vez de eso la banca en la sombra está experimentando un crecimiento acelerado, añadiendo trillones* al suministro de dinero y empujando el sistema hacia el desastre. Esto es espantoso.

* La expresión trillón proviene del término “trillion” que se usa en la literatura financiera norteamericana, que no debe ser traducido a trillón de euros (no hay tanto dinero en el mundo, ni en dólares ni en euros) sino a billón o, en concreto, a “millón de millones”.
** Se refiere a la famosa novela: “El viejo y el mar”

19 de enero de 2016

TRABAJO Y PRODUCCIÓN: ¿CATEGORÍAS HISTÓRICAS O FUNDAMENTOS UNIVERSALES DE UNA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA?

Adrián Piva. Herramienta

Introducción
Entre los tantos debates que se han suscitado en el campo de la teoría marxista hay dos que parecen poner en cuestión sus propios fundamentos. El primero, más reciente, es el debate en torno al carácter histórico (capitalista) o transhistórico (aplicable a todas la épocas y sociedades) de la categoría “trabajo”.[1] En este debate, sin embargo, muchas veces aparecen mezclados problemas que, si bien se encuentran entrelazados, deben distinguirse: a) la cuestión del carácter histórico de la dualidad trabajo concreto/trabajo abstracto y, por lo tanto, del alcance temporal y espacial de su aplicación; b) el problema del lugar del trabajo en diferentes sociedades y épocas históricas; c) el problema del trabajo como objeto, es decir, en qué medida la designación de un conjunto de actividades como trabajo es extensible a sociedades diferentes de la capitalista. El segundo debate es el referido a la validez de la denominada “determinación de lo económico en última instancia”. Es decir: a) ¿es un principio metodológico válido, aun para la sociedad capitalista, aquel según el cual las contradicciones situadas en el nivel de las relaciones sociales de producción –las que entablan los hombres para producir y reproducir sus condiciones materiales de existencia (producción y distribución de los valores de uso mediante los que satisfacen sus necesidades)– son determinantes de la estructura y dinámica de la sociedad en su conjunto?; y b) incluso siendo cierto para la sociedad capitalista, ¿es un principio válido para cualquier sociedad y época histórica? Si bien se trata de dos debates diferentes, se encuentran entrelazados por la centralidad explicativa de la producción material en la teoría marxista.[2] Aquí intentaremos unas breves reflexiones sobre la relación entre ambos problemas.

La generalización de la producción mercantil
Marx comienza El capital con una afirmación muy conocida: “La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta como un enorme cúmulo de mercancías, y la mercancía individual como la forma elemental de esa riqueza” (Marx, 1998: 43). Es decir, en todas las épocas históricas los hombres y las mujeres han debido producir valores de uso (riqueza material) con el fin de satisfacer sus necesidades, pero sólo en las sociedades capitalistas la gran mayoría de los valores de uso son, al mismo tiempo, portadores de valor y, por lo tanto, mercancías. Sin duda, el intercambio mercantil ha existido desde mucho antes que el capitalismo surgiera y se desarrollara, pero siempre había ocupado un lugar secundario, subordinado. La mayor parte de la producción no se orientaba al intercambio sino al consumo de los propios productores, al pago en especie de los distintos tipos de tributos, etc. Es una particularidad del capitalismo que la producción sea generalizadamente producción de mercancías, de valores de uso para el intercambio. ¿Cuál es la explicación de este hecho? La relación social capitalista tiene su origen en la separación del productor directo respecto de los medios de producción. La desposesión de los productores de los medios de producción los obliga, como único recurso de satisfacer sus necesidades, a vender su fuerza de trabajo. Esto significa que una cualidad suya, su capacidad de trabajar, se transforma en mercancía, en una cosa respecto de la cual se comportan como propietarios y que (si los trabajadores quieren sobrevivir) deben vender. Frente a ellos, los medios de producción de los que fueron separados aparecen como capital, propiedad de los capitalistas, quienes pueden –si esperan obtener una ganancia– comprar la fuerza de trabajo a los trabajadores. En la medida en que la propia capacidad de trabajar de los obreros se convierte en mercancía y que, por lo tanto, tiene un valor representado por una cantidad de dinero (el salario), todos los demás valores de uso se convierten también en mercancías. Ello se debe a que la transformación del trabajador en trabajador asalariado es, al mismo tiempo, la creación de un mercado y, por consiguiente, la generalización de la producción como producción de mercancías. Si debía existir mercado para que el capitalismo surgiera es el surgimiento del capitalismo el que lo extiende hasta ocupar toda la sociedad.

Este proceso que acabamos de describir tiene dos consecuencias importantes para los problemas que nos proponemos abordar. En primer lugar, con la extensión de las relaciones mercantiles el trabajo se convierte en el principal articulador de la sociedad. En segundo lugar, la obtención de plusvalor (que el capitalista ve como su ganancia) se transforma en el principal fin de la producción dominada por los capitalistas. Veamos cada una de estas consecuencias por separado.

El trabajo como articulador de las sociedades capitalistas
La sociedad capitalista es, en primer lugar, una sociedad de producción de mercancías. Pero, considerada desde esta perspectiva, lo que la caracteriza es que los productos del trabajo se enfrentan como productos de trabajos privados independientes. El trabajo se desarrolla como actividad privada en cada una de las unidades productivas aisladas (las empresas capitalistas) y sólo en el intercambio de sus productos se pone de manifiesto que ese trabajo gastado de manera privada es una parte del trabajo socialmente necesario. Es decir, las conexiones sociales entre unidades privadas aisladas se establecen en el intercambio.[3] Una vez vendidas las mercancías, los trabajos de los distintos grupos de obreros de las diferentes empresas capitalistas de cada una de las ramas de producción son una parte del trabajo social total. Considerados como partes del trabajo de toda la sociedad esos trabajos no se diferencian. Son simple gasto de músculos, nervios, cerebro, trabajo humano indiferenciado sin importar qué valor de uso produce y, por lo tanto, sin importar la forma en que se gasta: trabajo abstracto. Cuando intercambiamos, entonces, comparamos e igualamos nuestros trabajos (lo hacemos aunque no lo sabemos) y es sólo por ese acto de igualación en el intercambio que nuestros trabajos se convierten en trabajo de la sociedad.

De modo que gastamos cotidianamente nuestro trabajo de manera privada, aislados unos grupos de trabajadores de los otros. Mientras hacemos eso desarrollamos tareas determinadas: somos albañiles, taxistas, médicos, metalúrgicos. Realizamos trabajos concretos que arrojan como resultado cosas (bienes y servicios) que satisfacen necesidades: valores de uso. Pero sólo nos conectamos socialmente unos con otros a través de la igualación de nuestros trabajos en el mercado. Allí las mercancías solo cuentan como cosas de valor, como condensaciones de cantidades de trabajo abstracto y sólo en virtud de ello nuestros trabajos privados son parte del trabajo social. La sociedad, por lo tanto, sólo se articula por medio de la comparación de los trabajos en el mercado.

Pero los capitalistas no compran nuestra fuerza de trabajo para producir cosas que satisfagan necesidades; producir valores de uso es solamente un medio para producir valor. De ese modo, nuestra capacidad de producir cosas útiles se encuentra subordinada a la producción de valor, en realidad, de plusvalor.

El plusvalor como fin de la producción y la transformación de la sociedad en medio de valorización del capital
1) Los capitalistas compran fuerza de trabajo para obtener ganancia y la ganancia no es otra cosa que el plusvalor producido por los trabajadores. La fuerza de trabajo, como cualquier otra mercancía, tiene valor y valor de uso. Su valor está regulado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de una canasta de bienes que el trabajador y su familia necesitan consumir para reproducirse. Pero el valor de uso de la fuerza de trabajo es el trabajo. Por lo tanto, el capitalista compra la capacidad de trabajar del trabajador y la consume todo el tiempo que puede. Cada hora de trabajo el obrero crea valor nuevo y más allá del punto en que crea un valor que repone el de su salario crea plusvalor, ganancia para el capitalista.

De esto se sigue una relación antagónica entre capital y trabajo asalariado. Los dos factores que determinan la magnitud del plusvalor son el salario y la jornada laboral. Cuanto menor el salario (dada una jornada laboral), menor el tiempo que los obreros destinan a la creación de un valor igual a su salario, y por lo tanto, mayor el tiempo que destinan a la creación de plusvalor, y viceversa. El salario tiene un mínimo, determinado por lo necesario para que el trabajador y su familia no enfermen y mueran,[4] y un máximo en ya que debe existir plusvalor, si no, el capitalista no compraría fuerza de trabajo. Dentro de ese mínimo y ese máximo la determinación del salario es resultado de la lucha. Respecto de la jornada laboral ocurre algo parecido. Cuanto más larga la jornada laboral (dado un salario), mayor el plusvalor, y viceversa. La jornada de trabajo también tiene un máximo, aquel punto en que el obrero si sigue trabajando empieza a destruir prematuramente su cuerpo y, con él, su capacidad de trabajar[5], y un mínimo porque debe existir plusvalor. Dentro de ese mínimo y ese máximo también decide la lucha. Se establece así una contradicción entre capital y trabajo asalariado que explica la dinámica conflictiva y, junto con lo que exponemos en lo que sigue, la tendencia a crisis recurrentes de las sociedades capitalistas.

2) Por otra parte, la búsqueda del plusvalor se desarrolla bajo la presión de la competencia. Los trabajadores compiten en el mercado por vender su fuerza de trabajo so pena de caer en la indigencia, en el extremo de morir de hambre. Pero los capitalistas son impulsados a producir y realizar (por medio de la venta de las mercancías producidas) la mayor cantidad de plusvalor so pena de morir como capitales: de quebrar o ser absorbidos por capitales de mayor tamaño. De esta manera, la búsqueda de plusvalor como fin de la producción se convierte en un motor que impulsa la expansión continua del capital. Esta expansión, sin embargo, encuentra límites: la exacerbación de la competencia por el plusvalor conduce a la exacerbación de los antagonismos sociales y al crecimiento desproporcionado de la producción, y entonces, a las crisis.

Esta expansión, sin embargo, tiene como resultado que las relaciones capitalistas invaden y subordinan crecientemente todas las relaciones sociales, transformando al poder político, a la educación y la cultura, al tiempo libre, etc., cada vez más, en medios para la valorización del capital. Nuestros motivos individuales se entrelazan sin cesar con la necesidad de mantener o mejorar nuestros empleos, de conservar o incrementar nuestros niveles de consumo. De tal modo que nuestro tiempo de vida, incluso el tiempo libre, se transforman crecientemente en tiempo para la producción y realización del plusvalor.

Este rol de “lo económico” en la vida social es claramente una particularidad del capitalismo. Y conduce a que las contradicciones situadas en el nivel de la producción, la contradicción entre trabajo asalariado y capital, sea cada vez más determinante de la dinámica y la estructura de la sociedad en su conjunto.

Universalidad y particularidad históricas de la categoría trabajo y de la determinación de la producción material en la vida social
De lo expuesto en las secciones precedentes surge que, en la sociedad capitalista: a) con la producción de mercancías se desarrolla junto la dualidad trabajo concreto/trabajo abstracto; b) el trabajo, como trabajo humano igual, como trabajo abstracto, ocupa crecientemente el lugar de articulador de la sociedad; c) el conjunto de la sociedad se transforma cada vez más en medio de valorización del capital; d) las contradicciones situadas en el nivel de la producción material, contradicción entre capital y trabajo asalariado, son cada vez más determinantes de la estructura y dinámica de la sociedad.

Pero, ¿cuánto hay de general y cuánto de particular en estas determinaciones de las sociedades capitalistas? Más específicamente: ¿es la producción material determinante de la dinámica y de la estructura de todas las sociedades a lo largo de la historia? Por lo tanto ¿es el trabajo, más precisamente las diversas formas sociales en que se desarrolla, el fundamento sobre el que se construyen las diversas sociedades? Y de ser afirmativas las respuestas, ¿qué sentido y alcance tendrían esas afirmaciones?

Decíamos al principio que sólo en la sociedad capitalista se generaliza la producción de mercancías. Por consiguiente, sólo en el capitalismo las relaciones sociales entre las personas se establecen centralmente a través de la igualación de los trabajos privados en el mercado. En las sociedades precapitalistas el mercado, cuando existe, tiene un lugar subordinado. Esto significa que las relaciones tienden a ser relaciones de dominación personal (en el sentido limitado de que no son relaciones mediadas por el intercambio de cosas, como en el mercado). Ello tiene importantes consecuencias.

En primer lugar, las interrelaciones entre las personas en las sociedades precapitalistas tendían a ser menos densas. Por ejemplo, las interrelaciones entre quienes vivimos en un territorio tan amplio como el argentino son mucho más fuertes que en cualquier sociedad precapitalista. Si se producen problemas en la rama que produce insumos energéticos esto afectará el conjunto de los precios, salarios, niveles de empleo, etc., en todo el territorio. Pero también ocurre esto a nivel mundial, en la medida que el comercio mundial se desarrolla. En 1997 la sobreproducción de semiconductores en el sudeste asiático se transformó en una crisis que afectó con más o menos fuerza a todas las latitudes. La evidencia en 2008 de un exceso de la expansión del crédito hipotecario y, por lo tanto, de la producción de viviendas en EEUU generó una crisis que se expandió a Europa y afectó el crecimiento mundial. En las sociedades precapitalistas las relaciones tendían a ser más locales, con menos interrelaciones entre regiones y, cuando existían, eran mucho más débiles. Podemos decir, hasta cierto punto, que en sentido estricto, como hoy la representamos, la sociedad no existía. La vida de las personas resultaba centralmente afectada por las relaciones que entablaban en sus comunidades locales.

Pero, en segundo lugar, el predominio de relaciones personales, no mediadas por el intercambio de cosas, implicaba que factores como el prestigio, el honor, la religión, ocupaban realmente un lugar central en la estructuración de las diferencias sociales y en el mantenimiento de las relaciones de dominación, en contraposición al rol que tiene el trabajo en las sociedades capitalistas.

Aún más, en líneas generales, la apropiación del excedente de producción de las clases explotadas (la parte del producto que excedía sus necesidades de consumo) no era el fin último sino el medio para sostener la dominación. Sostener el dominio, según la sociedad de que se tratara, implicaba ser capaz de alimentar y vestir un séquito militar, mantener una estructura de funcionarios a su servicio, otorgar concesiones materiales a subordinados, redistribuir el producto entre la masa de la población, etc. Como fuera, la relación entre producción material y dominación era inversa a la existente en las sociedades capitalistas. En las sociedades actuales la dominación es un medio para la producción y realización del excedente (plus valor), en las sociedades precapitalistas la apropiación del excedente era un medio para sostener la dominación.

¿Significa esto que la noción de trabajo humano igual no cumple ninguna función en esas sociedades? ¿O que debemos desechar la explicación de la evolución y estructura de esas sociedades mediante el estudio de las contradicciones propias del nivel de la producción material? Dicho de otro modo ¿la teoría marxista sólo es válida para estudiar el capitalismo? Creemos que estas conclusiones deben matizarse.

En primer término, todas las sociedades en todas las épocas históricas debieron resolver el problema de cómo asignar al menos una parte significativa del tiempo de vida de sus miembros a la producción de los valores de uso sin los cuales no era posible la reproducción de esas sociedades. Ello no significa de ningún modo que igualaran sus trabajos como lo hacemos en las sociedades capitalistas a través del intercambio. La asignación de esos tiempos podía realizarse a través de criterios muy diversos (religiosos, tradicionales, etc.). Pero cuando estudiamos esas sociedades la discusión sobre como asignaban parte del tiempo de las personas a las tareas de producción material requiere la utilización de una categoría general de trabajo, sin importar como lo gastaban y en consideración sólo a su duración temporal. Eso no es arbitrario, es porque una categoría de ese tipo jugaba un papel en la vida social lo supieran o no esas personas. Pero eso no debe confundirse con que el trabajo articulara la sociedad como lo hace a través del intercambio en las sociedades capitalistas.

En segundo término, la noción misma de excedente requiere de la categoría de “trabajo en general”. El estudio de la producción en sociedades precapitalistas no puede prescindir ni del papel del trabajo en la producción de los valores de uso necesarios para la vida de quienes producían ni en la producción de los valores de uso que se apropiaba la clase dominante, el excedente de producción. Aquí efectivamente el trabajo se manifiesta como condición general de existencia de dominados y dominadores, en cualquier época. Ello no significa que el trabajo sea una esencia humana (que trabajar menos o no trabajar signifique ser menos humano o no ser humano) ni que el trabajo cumpliera en todas las épocas un papel en la identificación de las personas, en las maneras en que se veían a sí mismas y veían a las demás, etc.

En tercer término, si la producción de excedente en las sociedades precapitalistas era un medio para sostener la dominación y no un fin en sí mismo, al mismo tiempo, la disponibilidad de excedente era su condición de posibilidad. La mayor o menor disponibilidad de excedente económico era central para los dominadores, constituía la posibilidad y el límite de esa dominación y, por ello, las relaciones entre explotadores y explotados son determinantes en todas las sociedades donde la explotación existe. En este sentido limitado es que las contradicciones de la producción material y las formas sociales en que el trabajo se desarrolla son en última instancia determinantes de la estructura y dinámica de las sociedades precapitalistas. Pero nuevamente, ello no significa que las diferencias sociales, la identidad de las personas y los fines últimos de sus acciones se encontraran entrelazados con la producción en general, y con la producción de excedente en particular, como lo están con la producción y realización del plusvalor en las sociedades capitalistas.

Es necesario distinguir, por lo tanto, dos niveles de análisis. Por un lado, en las sociedades capitalistas las personas igualamos realmente nuestros trabajos a través del intercambio, el trabajo abstracto existe entonces como una abstracción real, como valor condensado en la mercancía. En la medida, a su vez, en que la producción de valor es central en la articulación de nuestras relaciones, hay un predominio efectivo de los motivos “económicos” de nuestras acciones. Pero, por otro lado, una categoría general de trabajo, como categoría de estudio, como categoría mental, es necesaria para analizar todas las sociedades y, debido a la importancia de la producción de excedente para el sostenimiento de las sociedades precapitalistas, es una categoría fundamental para su estudio. De ello se sigue la importancia de las contradicciones de la producción material a la hora de entender las posibilidades y límites de toda dominación. Sin embargo, el lugar ocupado por la producción y el trabajo es totalmente diferente al que ocupan en el capitalismo y, aún más, sólo una vez que el capitalismo ha surgido y se ha desarrollado es posible pensar en el trabajo y la producción “en general” como categorías analíticas, justamente por jugar un papel que no han tenido nunca antes. Su rol en el estudio de esas sociedades no debe significar la atribución de cualidades que sólo corresponden a nuestras sociedades actuales.

Bibliografía
Blanke, B. / Jürgens, U. / Kastendiek, H., “On the Current Marxist Discussion on the Analysis of Form and Function of the Bourgeois State”. En: Holloway, John / Picciotto, Sol (eds.), State and Capital: A Marxist Debate. Londres: Edward Arnold, 1978.
Holloway, John, Agrietar el capitalismo. El hacer contra el trabajo. Buenos Aires: Herramienta, 2011.
Marx, Karl, El capital. Tomo I. México: Siglo XXI, 1998.
Postone, Moishe, Tiempo, trabajo y dominación social. Madrid-Barcelona: Marcial Pons, 2006.

NOTAS:
[1]. En los últimos años pueden citarse como trabajos de referencia los de Postone (2006) y Holloway (2011).
[2]. El rechazo a la determinación última de la producción material y la acusación de “economicismo” han sido las principales críticas dirigidas al marxismo desde el inicio de la difusión de la obra de Marx. Los debates más recientes en torno al uso transhistórico de la categoría trabajo han puesto en cuestión la existencia de un principio de determinación universal dentro del propio marxismo.
[3]. Como veíamos arriba, la misma fuerza de trabajo es una cosa propiedad privada del obrero y su carácter socialmente útil sólo se valida cuando el capitalista la compra. Cuando los demás valores de uso no se venden y, por lo tanto, no se validan como socialmente necesarios, en la medida que son perecederos se echan a perder. Cuando el obrero no logra vender su fuerza de trabajo, cuando se la considera socialmente inútil, es el propio obrero el que es amenazado con perecer (Blanke, Jurgens y Kastendiek, 1978).
[4]. Esta es una regla general; sin embargo, durante las crisis y por cortos lapsos de tiempo puede ocurrir que una parte considerable de la clase obrera, incluso la mayor parte, reciba salarios de hambre o que permanentemente grupos minoritarios de los trabajadores reciban salarios inferiores al mínimo de subsistencia.
[5]. Ocurre con el máximo de la jornada laboral algo parecido a lo que ocurre con el mínimo del salario (ver nota 4).

18 de enero de 2016

ZONA SCHENGEN, ¿EL COMIENZO DEL FIN?

Frontera con Hungría. Foto Reuters
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Conviene situar el análisis dentro de un marco más amplio: el de la guerra y sus padrinos occidentales. No voy a ser prolijo en esta cuestión. A estas alturas quien desee estar informado sobre el modo en que el Occidente capitalista ha destruído Estados (Irak, Libia), ha invadido países, exacerbando los conflictos bélicos (Afganistán) y se ha coaligado o permitido que sus aliados árabes (Arabia Saudí, Qatar, Turquía) o el propio Israel incendien la zona (Siria, Yemen) debe conocer ya de dónde proceden los refugiados y qué les ha impulsado a huir de sus países: salvar sus propias vidas. Sin el concurso de Occidente no existiría la crisis de los refugiados. El imperialismo tiene fácil frenar esta cuestión. Basta con que deje de financiar a sus mercenarios terroristas yihadistas y obligue a sus aliados árabes a hacer lo mismo. La guerra acabaría muy rápidamente.

También sabrán la forma brutal y contraria a los derechos humanos con la que son recibidos por países como Grecia, Hungría, República Checa, parte de la población alemana, Serbia,...por citar sólo a algunos de ellos. 

Muchos de ellos incumplen los protocolos de Naciones Unidad en lo relativo a la acogida y el trato concedido a los refugiados. Algunos incluso los encierran en recintos que tienen más de cárceles que de campamentos de refugiados.

Todo este preámbulo es necesario para evitar que la forma de informar sobre el efecto de la crisis de los refugiados en relación con el Tratado de Schengen transmita la idea de que los refugiados son culpables de la posibilidad del fin de dicho acuerdo y se estimulen con ello, las coartadas del discurso racista y xenófobo. 

Dicho lo anterior, les dejo con un breve artículo que bien podría empezar a marcar una de las causas del fin de la Europa "unida" del capital: el posible fin del Tratado de Schengen. Este acuerdo es un elemento clave para la eliminación de obstáculos al libre desenvolvimiento del capital a través de la desaparición de fronteras que facilitan el tránsito de mano de obra y de mercancías dentro de la UE.

ZONA SCHENGEN, ¿EL COMIENZO DEL FIN?
Rusia Today (RT)/Diario-Octubre
Cada vez se escuchan más voces que vaticinan que la zona sin fronteras de la UE, el espacio Schengen, corre el peligro de desaparecer. ¿Por qué está amenazada la libertad de movimiento en ese territorio?

El acuerdo de Schengen es un tratado intergubernamental entre 26 países, no solo miembros de la Unión Europea. En 1985, inicialmente cinco Estados suscribieron este pacto para suspender los controles internos entre sí, de manera que sus ciudadanos pudiesen viajar libremente sin tener que mostrar el pasaporte y ni los controles aduaneros.

Cuando un extranjero entra en la zona Schengen a través de un primer país miembro, también tiene abierta el resto de la zona. Sin embargo, “ahora Schengen se enfrenta a la crisis más grave desde su existencia. La introducción de controles en las fronteras interiores puede, incluso, conducir a su destrucción, debido a que la libertad de movimientos solo se mantendría en el papel”, ha declarado el representante del Instituto de Europa de la Academia de Ciencias de Rusia, Serguéi Fiódorov, y ha publicado ‘Vedomosti’.

Grieta en la estructura de la UE
Este sábado, Austria ha anunciado que comenzará a controlar sus fronteras y controlar y expulsar a los inmigrantes que no tengan derecho de asilo, según ha indicado el ministro asutriaco de Exteriores, Werner Faymann, quien ha sentenciado que su país “suspende temporalmente” el acuerdo Schengen. Noruega, Suecia y Dinamarca ya restablecieron de manera temporal los controles en sus fronteras, con el objetivo de limitar la llegada de refugiados.

Víktor Serguéyev, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Relaciones Exteriores de Rusia (MGIMO, por sus siglas en ruso) dijo a RIA Novosti que los controles fronterizos en el espacio Schengen pueden causar “una grieta en la estructura de la Unión Europea” lo que sería “un hecho muy sintomático”.

¿Qué acerca el inicio del fin de la zona Schengen? Las turbulencias en la economía europea y la avalancha de refugiados siguen siendo los dos factores que más ponen en peligro la viabilidad del acuerdo de Schengen.

Crisis de la zona euro
Hace alrededor de tres años, fruto de la crisis de la zona euro, circularon los primeros temores sobre la posible desintegración de la UE. Algunos políticos y politólogos europeos indicaron que la posible salida de Grecia de la zona euro hubiera podido generar la suspensión del tratado Schengen.

En abril de 2012 el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, declaró que “la situación en muchos países miembros de la UE es la siguiente: la xenofobia va en aumento, el euro está cuestionado y la apertura de las fronteras internas está amenazada”. El hecho de que el euro siga siendo inestable echa más leña al fuego.

Flujo incesante de refugiados
Sin embargo, el factor que despierta la mayor preocupación en la comunidad europea es la crisis migratoria que experimenta la UE desde finales de agosto pasado: no solo en las calles del viejo continente, sino en sus propios gobiernos.

Una oleada masiva de refugiados, más de 1,2 millones de personas, huyeron de países devastados por conflictos y llegaron a la UE en 2015, de acuerdo con la agencia Frontex. Según la Comisión Europea, el continente vive la mayor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial.

La actual política migratoria de Unión Europea ya no funciona y eso la obligará a crear un nuevo sistema de control fronterizo, según aseguró a RT el jefe del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de la Amistad de los Pueblos, Yuri Pochta.


¿Qué pasará cuando la zona Schengen colapse?
‘The Financial Times’ ofrece cuatro escenarios básicos que podrían suceder en Europa si termina con el acuerdo Schengen:

– Salida de Grecia. Un flujo incontrolado de refugiados parte desde allí hacia otros países europeos, a los que genera “un dolor de cabeza”.

– Restauración de fronteras. El territorio de la zona Schengen está sembrado de muros y alambradas entre Hungría y Serbia, Eslovenia y Croacia, Austria y Eslovenia… Además, algunos países consideran cerrar completamente las fronteras entre los Estados.

– Campos de refugiados. El gran número de refugiados genera la necesidad de construir más lugares de acogida, con lo cual cada vez hay más campos de refugiados a lo largo de las fronteras de los países europeos.

-Minizonas sin controles fronterizos. Algunos analistas vaticinan que aumentaría el número de fronteras cerradas y se volvería a las minizonas sin controles fronterizos, como el Benelux o la Zona Norte. Esa ruptura podría marcar una “peligrosa pérdida colectiva de confianza”.

17 de enero de 2016

LA INVASIÓN A LIBIA FUE POR SU NUEVA DIVISA, LIGADA AL ORO, SEGÚN HILLARY

Alfredo Jalife-Rahme. La Jornada

Brad Hoff, del Foreign Policy Journal, escudriña más de 3 mil nuevos correos desclasificados de la precandidata presidencial Hillary Clinton, durante su paso por el Departamento de Estado, que "demuestran que el plan de Libia para crear su divisa apuntalada por oro para competir con el euro y el dólar fue un motivo de la intervención de la OTAN" (http://goo.gl/JvA6tv).

La preocupación de la OTAN sobre las reservas de oro y plata (sic) de Khadafi amenazaban al euro como devela el correo de Hillary a su íntimo confidente Sidney Blumenthal –connotado "judío antisionista" (http://goo.gl/6wUYUj)–: "el gobierno de Khadafi posee 143 toneladas de oro y una cantidad similar en plata".

El correo (https://goo.gl/bTpPYS) delata que "este oro fue acumulado antes de la presente rebelión y tenía la intención de ser usado para establecer una divisa panafricana basada en el dinar-oro de Libia. Este plan estaba diseñado para proveer a los países africanos francófonos como alternativa al franco francés (CFA)".

El correo destaca que "los planes de Sarkozy fueron motivados" por cinco puntos: 1) el deseo de ganar una mayor participación en la producción de petróleo de Libia; 2) incrementar la influencia de Francia en Noráfrica; 3) mejorar la situación política interna de Sarkozy; 4) proveer a los militares franceses con una oportunidad para reafirmar su posición en el mundo, y 5) manejar la preocupación de los asesores de Sarkozy sobre los planes a largo plazo de Khadafi para suplantar a Francia como el poder dominante en el África francófona.

La cantidad de oro y plata de Libia estaba valuada en más de 7 mil millones de dólares y los funcionarios del espionaje francés descubrieron el plan justamente después de que empezara la rebelión, y este fue uno de los factores que influyeron en la decisión del presidente Nicolas Sarkozy para comprometer a Francia en el ataque a Libia.

¿Por qué la selectiva desclasificación devela los intereses de Francia y censura los de Estados Unidos?

Resultó vulgar hoja de parra la publicitada noble defensa de los "derechos humanos" en Libia y la mendaz doctrina "Responsabilidad para Proteger (R2P)" del gabinete Obama.

No es ninguna sorpresa que Hillary, íntima del megaespeculador "judío-estadunidense" ( Haaretz dixit) George Soros –uno de los máximos criminales de la finanzas globales (http://goo.gl/lNn9c5)–, haya defendido los intereses hegemónicos de Wall Street cuando ha sido remunerada por sus 12 conferencias a los megabancos con casi 3 millones de dólares, entre las que resaltan 675 mil dólares por una sola conferencia al vilipendiado banco de inversiones Goldman Sachs (http://goo.gl/V44aUC).

En realidad, Hillary descolgó 2.3 millones de dólares por tres conferencias a Goldman Sachs.

La interconectividad financierista entre la polémica Fundación Clinton (http://goo.gl/EPaCLo), George Soros (http://goo.gl/y1rpR8) y Goldman Sachs (http://goo.gl/H46Bpc) eriza los cabellos más castos.

Cuando Hillary fue secretaria de Estado, su marido, el ex presidente Bill, ganó 17 millones de dólares en conferencias a los megabancos.

La agraciada pareja ostenta una riqueza de 140 millones de dólares (http://goo.gl/xY809B), gran parte por sus gratificadas conferencias (http://goo.gl/S1VkGn), cuando persiste la controversia de que Hillary usó, en su cuenta privada, la información clasificada del Departamento de Estado (http://goo.gl/USsKz0).

El oro, la plata y el gas de Libia valieron la caníbal sodomización (literal) de Khadafi, que comporta mucha similitud con el derrocamiento del otrora aliado de Estados Unidos Saddam Hussein, quien se atrevió a planear el cobro del petróleo iraquí en oro.

Para el sistema financierista de Wall Street/La City (Londres), cualquier pretensión de mermar la hegemonía del dólar (http://goo.gl/aSG5rc) es de lesa majestad y significa un casus belli, en paralelo a la osadía de las seis petromonarquías árabes del Golfo en haber ideado el gulfo (http://goo.gl/yP8cWT), lo cual explica gran parte de la dinámica en la Península Arábiga a sus dos lados, tanto del Golfo Pérsico como del Mar Rojo.

Resultó correcta mi hipótesis operativa de hace casi cinco años “El botín del saqueo en Libia: ‘fondos soberanos de riqueza’, divisas, hidrocarburos, oro y agua”.

Vale rememorar: “La suerte del coronel Khadafi se selló cuando cayó en la trampa financiera que le tendieron Baby Bush, Blair y Sarkozy a finales de 2003 gracias a su insensata ‘apertura’ de los hidrocarburos libios, la privatización neoliberal de sus 16 bancos estatales y el control del banco central por los ‘recursos humanos’ formados en la banca londinense” (http://goo.gl/mDt8lQ). Puse en relieve" el grado de ingenuidad aldeana en finanzas israelí-anglosajonas de la oclocracia del coronel Khadafi, quien acabó acostándose con sus enemigos, quienes lo exprimieron para luego arrojarlo a las fauces de las fieras bancarias de rapiña de la globalización neoliberal".

"Extrañamente", Khadafi sufrió enormes pérdidas de sus "fondos soberanos de riqueza" de 150 mil millones de dólares –"manejados por Goldman Sachs, que perdió el 98.5 por ciento"–, sin contar los entonces 107 mil millones de dólares de reservas (lugar 22 del mundo hasta 2010), que se evaporaron, mientras "el gobierno de Estados Unidos había hipotecado 37 mil millones de dólares" de "Libia".

Fue evidente el suicidio financierista del coronel Khadafi, que "llegó hasta colocar parte de su fortuna con el Grupo Carlyle (del nepotismo bushiano) y hasta con Och-Ziff Capital Management Group" (instrumento del sionismo jázaro en Nueva York).

¿Dónde se esfumó la fortuna en "liquidez" de Libia, que alcanzó un millón de millones, según el portal israelí Debka (25/8/11)?

¿Que será de los “60 mil millones de barriles de petróleo de la mejor calidad ‘ligera’, los mil 500 millones de metros cúbicos de gas y las pletóricas reservas de agua fresca (el mayor manto acuífero subterráneo del planeta)”?

Fue cuando inquirí: “¿Cuantas ‘Libias’ más necesita la banca de la OTAN para intentar salvarse de su quiebra financiera y su inexorable decadencia?”

En una entrevista hace casi cinco años al Correo del Orinoco aduje cómo la OTAN opera también como "banco" (http://goo.gl/jjwT7E).

Hoy Israel ostenta mayores reservas, 90 mil millones de dólares (http://goo.gl/90q3hL), que Libia (89 mil millones de dólares), al borde de la balcanización, para no dejar rastro alguno, diseñada por el eje israelí-anglosajón.

En 2014 el crecimiento de Libia fue negativo: -24 por ciento, y podría perder sus reservas foráneas en 2019, según el FMI (http://goo.gl/K1qEtl).

¿El "banco de la OTAN" depara el mismo destino a Arabia Saudita, cuyas reservas se han mermado en 110. 316 millones de dólares de su máximo histórico de 737 mil?

La gran enseñanza es que los motivos "humanitarios" aducidos por la OTAN en sus invasiones no tienen nada que ver con sus verdaderos objetivos "desclasificados", mientras asistimos a una expropiación de las reservas de divisas de los otrora inmensamente ricos países árabes: desde Libia hasta las seis petromonarquías árabes del Golfo Pérsico, que se encuentran en la mira de la codicia de la banca israelí-anglosajona de Wall Street/La City (Londres).

Nos encontramos de lleno en una guerra de reservas de divisas/oro/plata en el mundo.

15 de enero de 2016

EN EL 97 ANIVERSARIO DEL ASESINATO DE ROSA LUXEMBURG Y KARL LIEBKNECHT

Último texto escrito por Rosa Luxemburg el 14 de Enero de 1919, el día antes de su asesinato por orden del ministro socialdemócrata (SPD) Friedrich Ebert a manos de las milicias fascistas de los “Freikorps”:

El orden reina en Berlín

Rosa Luxemburg, 14 de enero de 1919

"El orden reina en Varsovia", anunció el ministro Sebastiani a la Cámara de París en 1831 cuando, después de haber lanzado su terrible asalto sobre el barrio de Praga, la soldadesca de Paskievitch había entrado en la capital polaca para dar comienzo a su trabajo de verdugos contra los insurgentes.

¡El orden reina en Berlín!”, proclama triunfante la prensa burguesa, proclaman Ebert y Noske (1), proclaman los oficiales de las “tropas victoriosas” a las que la chusma pequeñoburguesa de Berlín acoge en las calles agitando sus pañuelos y lanzando sus ¡hurras! La gloria y el honor de las armas alemanas se han salvado ante la historia mundial. Los lamentables vencidos de Flandes y de las Ardenas han restablecido su renombre con una brillante victoria sobre... los 300 “espartaquistas” del Vorwärts. Las gestas del primer y glorioso avance de las tropas alemanas sobre Bélgica, las gestas del general von Emmich, el vencedor de Lieja, palidecen ante las hazañas de Reinhardt y Cía., en las calles de Berlín. Parlamentarios que habían acudido a negociar la rendición del Vorwärts asesinados, destrozados a golpes de culata por la soldadesca gubernamental hasta el punto de que sus cadáveres eran completamente irreconocibles, prisioneros colgados de la pared y asesinados de tal forma que tenían el cráneo roto y la masa cerebral esparcida: ¿quién piensa ya a la vista de estas gloriosas hazañas en las vergonzosas derrotas ante franceses, ingleses y americanos? “Espartaco” (2) se llama el enemigo y Berlín el lugar donde nuestros oficiales entienden que han de vencer. Noske, el “obrero”, se llama el general que sabe organizar victorias allí donde Ludendorff ha fracasado.

¿Cómo no pensar aquí en la borrachera de victoria de la jauría que impuso el “orden” en París, en la bacanal de la burguesía sobre los cadáveres de los luchadores de la Comuna? ¡Esa misma burguesía que acaba de capitular vergonzosamente ante los prusianos y de abandonar la capital del país al enemigo exterior para poner pies en polvorosa como el último de los cobardes! Pero frente a los proletarios de París, hambrientos y mal armados, contra sus mujeres e hijos indefensos, ¡cómo volvía a florecer el coraje viril de los hijitos de la burguesía, de la “juventud dorada”, de los oficiales! ¡Cómo se desató la bravura de esos hijos de Marte humillados poco antes ante el enemigo exterior ahora que se trataba de ser bestialmente crueles con indefensos, con prisioneros, con caídos!

¡El orden reina en Varsovia!”, “¡El orden reina en París!”, “¡El orden reina en Berlín!”, esto es lo que proclaman los guardianes del “orden” cada medio siglo de un centro a otro de la lucha histórico-mundial. Y esos eufóricos “vencedores” no se percatan de que un “orden” que periódicamente ha de ser mantenido con esas carnicerías sangrientas marcha ineluctablemente hacia su fin. ¿Qué ha sido esta última “Semana de Espartaco” en Berlín, qué ha traído consigo, qué enseñanzas nos aporta? Aun en medio de la lucha, en medio del clamor de victoria de la contrarrevolución han de hacer los proletarios revolucionarios el balance de lo acontecido, han de medir los acontecimientos y sus resultados según la gran medida de la historia. La revolución no tiene tiempo que perder, la revolución sigue avanzando hacia sus grandes metas aun por encima de las tumbas abiertas, por encima de las “victorias” y de las “derrotas”. La primera tarea de los combatientes por el socialismo internacional es seguir con lucidez sus líneas de fuerza, sus caminos.

¿Podía esperarse una victoria definitiva del proletariado revolucionario en el presente enfrentamiento, podía esperarse la caída de los Ebert-Scheidemann y la instauración de la dictadura socialista? Desde luego que no si se toman en consideración la totalidad de los elementos que deciden sobre la cuestión. La herida abierta de la causa revolucionaria en el momento actual, la inmadurez política de la masa de los soldados, que todavía se dejan manipular por sus oficiales con fines antipopulares y contrarrevolucionarios, es ya una prueba de que en el presente choque no era posible esperar una victoria duradera de la revolución. Por otra parte, esta inmadurez del elemento militar no es sino un síntoma de la inmadurez general de la revolución alemana.

El campo, que es de donde procede un gran porcentaje de la masa de soldados, sigue sin estar apenas tocado por la revolución. Berlín sigue estando hasta ahora prácticamente aislado del resto del país. Es cierto que en provincias los centros revolucionarios –Renania, la costa norte, Braunschweig, Sajonia, Württemberg- están con cuerpo y alma al lado de los proletarios de Berlín. Pero lo que sobre todo falta es coordinación en la marcha hacia adelante, la acción común directa que le daría una eficacia incomparablemente superior a la ofensiva y a la rapidez de movilización de la clase obrera berlinesa. Por otra parte, las luchas económicas, la verdadera fuerza volcánica que impulsa hacia adelante la lucha de clases revolucionaria, están todavía –lo que no deja de tener profundas relaciones con las insuficiencias políticas de la revolución apuntadas– en su estadio inicial.

De todo esto se desprende que en este momento era imposible pensar en una victoria duradera y definitiva. ¿Ha sido por ello un “error” la lucha de la última semana? Sí, si se hubiera tratado meramente de una “ofensiva” intencionada, de lo que se llama un “putsch”. Sin embargo, ¿cuál fue el punto de partida de la última semana de lucha? Al igual que en todos los casos anteriores, al igual que el 6 de diciembre y el 24 de diciembre: ¡una brutal provocación del gobierno! Igual que el baño de sangre a que fueron sometidos manifestantes indefensos de la Chausseestrasse e igual que la carnicería de los marineros, en esta ocasión el asalto a la jefatura de policía de Berlín fue la causa de todos los acontecimientos posteriores. La revolución no opera como le viene en gana, no marcha en campo abierto, según un plan inteligentemente concebido por los “estrategas”. Sus enemigos también tienen la iniciativa, sí, y la emplean por regla general más que la misma revolución.

Ante el hecho de la descarada provocación por parte de los Ebert-Scheidemann, la clase obrera revolucionaria se vio obligada a recurrir a las armas. Para la revolución era una cuestión de honor dar inmediatamente la más enérgica respuesta al ataque, so pena de que la contrarrevolución creciese con su nuevo paso adelante y de que las filas revolucionarias del proletariado y el crédito moral de la revolución alemana en la Internacional sufriesen grandes pérdidas.

Por lo demás, la inmediata resistencia que opusieron las masas berlinesas fue tan espontánea y llena de una energía tan evidente que la victoria moral estuvo desde el primer momento de parte de la “calle”.

Pero hay una ley vital interna de la revolución que dice que nunca hay que pararse, sumirse en la inacción, en la pasividad después de haber dado un primer paso adelante. La mejor defensa es el ataque. Esta regla elemental de toda lucha rige sobre todos los pasos de la revolución. Era evidente –y haberlo comprendido así testimonia el sano instinto, la fuerza interior siempre dispuesta del proletariado berlinés– que no podía darse por satisfecho con reponer a Eichhorn en su puesto. Espontáneamente se lanzó a la ocupación de otros centros de poder de la contrarrevolución: la prensa burguesa, las agencias oficiosas de prensa, el Vorwärts. Todas estas medidas surgieron entre las masas a partir del convencimiento de que la contrarrevolución, por su parte, no se iba a conformar con la derrota sufrida, sino que iba a buscar una prueba de fuerza general.

Aquí también nos encontramos ante una de las grandes leyes históricas de la revolución frente a la que se estrellan todas las habilidades y sabidurías de los pequeños “revolucionarios” al estilo de los del USP, que en cada lucha sólo se afanan en buscar una cosa, pretextos para la retirada. Una vez que el problema fundamental de una revolución ha sido planteado con total claridad -y ese problema es en esta revolución el derrocamiento del gobierno Ebert-Scheidemann, en tanto que primer obstáculo para la victoria del socialismo- entonces ese problema no deja de aparecer una y otra vez en toda su actualidad y con la fatalidad de una ley natural; todo episodio aislado de la lucha hace aparecer el problema con todas sus dimensiones por poco preparada que esté la revolución para darle solución, por poco madura que sea todavía la situación. “¡Abajo Ebert-Scheidemann!”, es la consigna que aparece inevitablemente a cada crisis revolucionaria en tanto que única fórmula que agota todos los conflictos parciales y que, por su lógica interna, se quiera o no, empuja todo episodio de lucha a sus más extremas consecuencias.

De esta contradicción entre el carácter extremo de las tareas a realizar y la inmadurez de las condiciones previas para su solución en la fase inicial del desarrollo revolucionario resulta que cada lucha se salda formalmente con una derrota. ¡Pero la revolución es la única forma de “guerra” -también es ésta una ley muy peculiar de ella- en la que la victoria final sólo puede ser preparada a través de una serie de “derrotas”!

¿Qué nos enseña toda la historia de las revoluciones modernas y del socialismo? La primera llamarada de la lucha de clases en Europa, el levantamiento de los tejedores de seda de Lyon en 1831, acabó con una severa derrota. El movimiento cartista en Inglaterra también acabó con una derrota. La insurrección del proletariado de París, en los días de junio de 1848, finalizó con una derrota asoladora. La Comuna de París se cerró con una terrible derrota. Todo el camino que conduce al socialismo -si se consideran las luchas revolucionarias- está sembrado de grandes derrotas.

Y, sin embargo, ¡ese mismo camino conduce, paso a paso, ineluctablemente, a la victoria final! ¡Dónde estaríamos nosotros hoy sin esas “derrotas”, de las que hemos sacado conocimiento, fuerza, idealismo! Hoy, que hemos llegado extraordinariamente cerca de la batalla final de la lucha de clases del proletariado, nos apoyamos directamente en esas derrotas y no podemos renunciar ni a una sola de ellas, todas forman parte de nuestra fuerza y nuestra claridad en cuanto a las metas a alcanzar.

Las luchas revolucionarias son justo lo opuesto a las luchas parlamentarias. En Alemania hemos tenido, a lo largo de cuatro decenios, sonoras “victorias” parlamentarias, íbamos precisamente de victoria en victoria. Y el resultado de todo ello fue, cuando llegó el día de la gran prueba histórica, cuando llegó el 4 de agosto de 1914, una aniquiladora derrota política y moral, un naufragio inaudito, una bancarrota sin precedentes. Las revoluciones, por el contrario, no nos han aportado hasta ahora sino graves derrotas, pero esas derrotas inevitables han ido acumulando una tras otra la necesaria garantía de que alcanzaremos la victoria final en el futuro.

¡Pero con una condición! Es necesario indagar en qué condiciones se han producido en cada caso las derrotas. La derrota, ¿ha sobrevenido porque la energía combativa de las masas se ha estrellado contra las barreras de unas condiciones históricas inmaduras o se ha debido a la tibieza, a la indecisión, a la debilidad interna que ha acabado paralizando la acción revolucionaria?

Ejemplos clásicos de ambas posibilidades son, respectivamente, la revolución de febrero en Francia y la revolución de marzo alemana. La heroica acción del proletariado de París en 1848 ha sido fuente viva de energía de clase para todo el proletariado internacional. Por el contrario las miserias de la revolución de marzo en Alemania han entorpecido la marcha de todo el moderno desarrollo alemán igual que una bola de hierro atada a los pies. Han ejercido su influencia a lo largo de toda la particular historia de la Socialdemocracia oficial alemana llegando incluso a repercutir en los más recientes acontecimientos de la revolución alemana, incluso en la dramática crisis que acabamos de vivir.

¿Qué podemos decir de la derrota sufrida en esta llamada Semana de Espartaco a la luz de las cuestiones históricas aludidas más arriba? ¿Ha sido una derrota causada por el ímpetu de la energía revolucionaria chocando contra la inmadurez de la situación o se ha debido a las debilidades e indecisiones de nuestra acción?

¡Las dos cosas a la vez! El carácter doble de esta crisis, la contradicción entre la intervención ofensiva, llena de fuerza, decidida, de las masas berlinesas y la indecisión, las vacilaciones, la timidez de la dirección ha sido uno de los datos peculiares del más reciente episodio.

La dirección ha fracasado. Pero la dirección puede y debe ser creada de nuevo por las masas y a partir de las masas. Las masas son lo decisivo, ellas son la roca sobre la que se basa la victoria final de la revolución. Las masas han estado a la altura, ellas han hecho de esta “derrota” una pieza más de esa serie de derrotas históricas que constituyen el orgullo y la fuerza del socialismo internacional. Y por eso, del tronco de esta “derrota” florecerá la victoria futura.

¡El orden reina en Berlín!”, ¡esbirros estúpidos! Vuestro orden está edificado sobre arena. La revolución, mañana ya “se elevará de nuevo con estruendo hacia lo alto” y proclamará, para terror vuestro, entre sonido de trompetas: ¡Fui, soy y seré!