7 de octubre de 2015

APRENDER A CAMBIAR DE HOJA EN EL CALENDARIO COMUNISTA

Por Marat

Las elecciones generales de Diciembre traerán por anticipado el definitivo ”invierno del descontento” (Ricardo III. W. Shakespeare) de varias generaciones de personas que se autodefinen como comunistas dentro de un partido cuya metástasis se ha extendido más allá de su marca electoral y que, precipitado en su agonía terminal por el golpe de gracia de la combinación de agentes internos y externos, ha sido incapaz de comprender que su tercer y último acto no es sino la carta de defunción de un proceso que viene de muy lejos y que tiene que ver con la enorme distancia entre el nombre del partido, por un lado, y su teoría y práctica por el otro.

Un partido que quiso alcanzar electoralmente las cotas de representación electoral de su desaparecido hermano, en siglas y en reformismo, italiano y que ahora da sus últimas boqueadas sin haber logrado travestirse con éxito para alcanzar sus dirigentes las ansias de gobierno, que no poder, de aquellos que durante tantos años fueron su modelo y aspiración parlamentaria.

Un partido que en el camino de la transición política perdió bandera de Estado, ruptura, identidad ideológica, desde muchos años antes proyecto revolucionario, sus mejores cuadros, a los que nunca reemplazó porque la formación política hubiera sido un obstáculo a su imparable camino hacia la nada programática y su inevitable pérdida de influencia social, la cuál ha sido paralela a la desaforada cooptación de su sindicato de referencia hacia las estructuras corporativas de un Estado del Bienestar en extinción.
Un partido que un día tuvo 200.000 afiliados, que no militantes, y hoy apenas llega a los 10.000 cotizantes. Quien se adentre en las oficinas del Comité Central del partido en la calle Olimpo de Madrid sabrá que dicho órgano de dirección apenas se ha reunido 2 veces en todo 2015. Que 4 secretarias son las que coordinan telefónicamente su actividad, que en la práctica no existen comisiones tan trascendentales para un partido comunista como la de Internacional o la de Economía, por citar sólo dos de las que no operan. Un partido en fin cuya máxima institución teórica, la Fundación de Investigaciones Marxistas, languidece sin pena ni gloria. Un partido sin vida orgánica pero ya me contarán ustedes cómo uno se desdobla un lunes en la asamblea de una agrupación comunista y el miércoles en la asamblea de su coalición electoral y qué actividad con proyección política propia tiene la primera que no sea la de modular la velocidad de la voladura de su coalición para inyectar a algunos de sus dirigentes a sueldo en uno u otro lugar, o en ambos a la vez, en ese engendro desclasado de “la gente”.

Hace bastantes años un hoy ex coordinador general de la marca comercial de dicho partido que operaba –digo en pasado- en el supermercado electoral, siempre enamorado de su propia pedantería rimbombante dijo una frase que él mismo ignoraba hasta qué punto llegaría a ser profética: “algún día el alma inmortal del PCE transmigrará en Izquierda Unida”. Y muy posiblemente antes de 6 meses ambas serán enterradas juntas.

Las organizaciones políticas, como los productos y las marcas en las sociedades capitalistas, responden a los principios de la biología: nacen, crecen, se reproducen (casi siempre por mitosis) y mueren. Esto le ha pasado ya al PCE, sólo que muchos de sus afiliados aún no lo saben.

Hoy veo a militantes de una u otra formación o de ambas rechinar dientes, retorcerse de dolor ante lo que sucede, dividirse en 100 fracciones minúsculas cada una de ellas, enfrentarse unos con otros por defender las marcas mucho antes que los contenidos que fueron abandonados hace ya muchos muchos años sin que apenas se quejasen más que unos pocos, mientras iban siendo abandonados por miles en silencio o de un portazo, la mayoría hacia sus casas, muy pocos hacia otros lugares, a pesar de que muchos de quienes marcharon sigan sintiéndose comunistas pero perdidos como vacas sin cencerros.

El sentimiento de orfandad y de vacío de que quienes han hecho de la pertenencia a un grupo un sentido y/o una forma de vida es terrible, causa angustia, vértigo y profunda tristeza. Quienes hace ya muchos años conocimos aquellos sinsabores, al abandonar la falsa sensación de seguridad que da el sentido de pertenencia a un grupo, sabemos de ello. Muy pocos han comprendido en esta vida que el auténtico militante comunista sabe y debe autodisciplinarse y tener sentido de lo colectivo sin perder su  carácter de librepensador, rasgo indispensable para que un comunista, y cualquier persona más allá de cualquier ideología, no pierda el sentido crítico y sea capaz de comprender cuándo la herramienta es imprescindible y cuándo ha perdido su función y su condición de tal.

Abrazarse al ser querido que yace inerte y frío, abrazarse a un cadáver en descomposición no consuela ni da calor pero conlleva el terrible riesgo de la septicemia por contagio.
Hay un proceso de duelo inevitable. Incluso hay una necesaria etapa de descompresión que ha de hacer quien ha vivido muchos años bajo la forma de una visión de la vida muy condicionada por una militancia que la llena de sentido, en ausencia de otras cualidades que la enriquezcan-algo muy triste, por otro lado-; algo así como una desprogramación.

La frustración vivida por el fracaso de los proyectos colectivos, que tan a menudo se confunden con los personales, requieren de un proceso de introyección y de reflexión que permitan empezar a ver sin orejeras,  analizar qué ha tenido uno mismo que ver en ese fracaso, en qué medida no se ha sido corresponsable por acción o por omisión ante el mismo.

Sólo una profunda autocrítica de cada militante que se autodenomina comunista respecto a las políticas que ha aceptado disciplinadamente (mal entendimiento del centralismo democrático) dentro de su moribundo partido –Pactos de la Moncloa, aceptación y/o defensa de un sindicalismo de concertación en el que ha militado, pactos de gobierno de la marca electoral de su partido con los social-liberales sin lograr el cumplimiento de uno sólo de los puntos programáticos pactados, apoyos de su partido a la disidencia controlada de la revolución de color española que supuso el 15-M con su ciudadanismo, transversalidad, inclusividad, oposición radical a un discurso de clase y de lucha de clases y actuación como ariete antiizquierda, las políticas de alianza con las nuevas socialdemocracias representadas por los partidos del PIE y Syriza o los intentos de hacerlo en España con la involución podemita, fetichismo parlamentario, malas relaciones con los pocos partidos realmente comunistas que quedan en Europa, etc etc- podría permitirle entender qué ha pasado, cómo su partido ha llegado a su actual situación, decidir si desea ser parte de la reconstrucción de la idea comunista en España, volverse a casa a llorar impotentemente su rabia o acabar con Ángel Pérez a la cabeza en el Partido Socialista de Madrid, tras el pacto de éste con Rafael Simancas para ingresar en esa cosa que hace muchos años llamaron “la casa común de la izquierda”.

No suelo acudir al argumento de la traición como explicación de las derivas ideológicas actuales de las izquierdas y de sus prácticas políticas tan ajenas a lo que proclaman ser y pretender programáticamente. Advierto que cuando hablo de programa no lo hago en clave electoral sino en cuanto al proyecto de sociedad que los partidos dicen perseguir.
Como decía, el argumento de la traición no me parece lo bastante sólido para explicar las derivas ideológicas de las izquierdas hacia la derecha, el turboreformismo y su conversión en “izquierdas del sistema”.

Con frecuencia ese recurso oculta mucho más de lo que explica, funciona como apelación tranquilizadora para quien lo emite, por cuanto que presupone una perspectiva contraria a la llamada traición y se agota en sí mismo, sin llegar a desentrañar las auténticas razones de unas involuciones ideológicas y políticas.

La traición política ha existido desde siempre, desde los señores Vogt, hasta los agentes provocadores y los infiltrados, pasando por los dirigentes que se venden “no por el poco dinero que hace falta para comer, ni tampoco por el mucho que hace falta para ser libre. Lo hacen siempre por sumas intermedias: las que sirven para comprarse un coche más grande, o una casa, o una lancha motora, o cualquier otra de las mierdas a las que la publicidad reduce el horizonte vital de tantos cretinos”, como le hace decir Lorenzo Silva a León Zaldivar, personaje de “El alquimista impaciente”.

Pero eso no resuelve el interrogante de porqué sólo una parte de la militancia de dicho partido y de su marca electoral no reaccionan ante el proyecto de sus dirigentes de disolver en breve ambas organizaciones en nuevos engendros –porque hay varias alternativas a cada cuál peor- ciudadanistas, desclasados, antiobreros y derechizados, mientras el resto calla y quienes hoy vociferan sus cabreos –principalmente en redes sociales en plan taberna cibernética- callaron durante tantos años.

Una primera interpretación es que a muchos de los que reaccionan ante la destrucción de las siglas les importa muy poco el contenido ideológico porque si les importara no estarían en organizaciones socialdemócratas para las que sus interlocutores son Syriza pero no el KKE, en organizaciones parlamentaristas que sólo creen en la vía electoral para alcanzar el gobierno, que no el poder, cuyos interlocutores son vulgares socialdemócratas desvergonzados como los Melenchon, los Lafontaine o los Tsipras, y cuyas más “radicales” posiciones son el no al euro pero sí a la UE. “Otra UE es posible” dicen descaradamente, obviando de forma cínica que el euro carece de sentido sin la UE, que la UE es irreformable y antidemocrática de origen y que su génesis está en la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero), lo que es capitalismo sin más.

No señores, la socialdemocracia no es el PSOE, que es social-liberal, cosa que prefieren negar para no admitir que la socialdemocracia de hoy son su partido y su marca electoral.
Estoy convencido de que muchos de ustedes se declaran comunistas por puro sentimentalismo (revolución rusa de 1917, revolución cubana, papel del PCE durante la guerra civil española) pero, si les hablan de dictadura del proletariado o de toma insurreccional del poder, un escalofrío de rechazo les recorre la espalda a la mayoría de ustedes, nos califican a quienes creemos en ello de radicales, nostálgicos, fundamentalistas o cualquier otra cosa parecida, casi como lo haría cualquier afiliado “izquierdista” del PSOE, de esos que creen que se puede ser marxista y militar en tal partido.   

El problema es que ustedes han sido educados o deformados durante decenas de años en la negación de lo que es el comunismo, en un trabajo político pensado para dar cobertura a sus grupos parlamentarios y en una lucha de masas de la que esperan recoger rápidamente réditos electorales antes que para educar a la clase trabajadora, crear conciencia de clase y acumulación de fuerzas. Sí, son una parte de ustedes muy luchadores, eso es innegable, pero luchan por sacar un diputado más, con esa perspectiva política. Tsipras y Syriza ya nos han demostrado para qué sirven los votos, los grupos parlamentarios y el gobierno cuando se aceptan las reglas del juego de la legalidad burguesa.

Por otro lado, muchos de los que callan lo hacen porque creen que así le prestan el servicio a sus organizaciones de no poner las cosas peor y porque gran parte de su afiliación es ya demasiado mayor como para quedarle fuerza alguna de rebelión ante ese estado de cosas.

Eso sin contar con los trepas de la dirección y de sus bases dispuestos a hacer carrera profesional dentro de las mil plataformas “en común” más o menos filopodemitas en las que ha estallado el confluying desnaturalizado y desvergonzadamente claudicante a la que les han llevado sus mediocres jefecillos.

No voy a negar algunas correctas posiciones mantenidas por su partido y su marca electoral como el apoyo a las huelgas generales o su posición ante el tratado de Maastrich pero cuando el otro día un viejo militante del PCE me hablaba del papel de su partido en la lucha contra la OTAN no puede evitar revolverme. Yo entonces aún compartía partido con ustedes. Y sé muy bien que las movilizaciones anti OTAN fueron principalmente obra de la extrema izquierda con organizaciones como el Comité AntiOTAN o la CEOP (Coordinadora Estatal de Organizaciones Pacifistas). La Mesa ProReferéndum no era otra cosa que una superestructura de notables, sin proyección social o réplicas locales de otras mesas. Eso sí, sirvió para que a partir de ella se creara Izquierda Unida con izquierdistas tan importantes como Ramón Tamames y su partidillo de bolsillo, los Carlistas o la secta del Partido Humanista. ¿Saben ustedes que en los Pactos de la Moncloa que su partido y su sindicato de referencia firmaron existía una cláusula por la que la izquierda se comprometía a no criticar al gobierno de la UCD por su convenio con los Estados Unidos sobre el uso de territorio español para el mantenimiento en él de bases militares USA y de la OTAN? ¿Entienden ahora por qué los primeros años de las Marchas a Torrejón su partido se negaba a apoyarlas?  ¿Entienden por qué al principio del movimiento antiOTAN el PCE se resistía a meter el tema de las bases porque decía que aquello dividía al movimiento? Por supuesto que lo dividía, entre aquellos que entendían que no se podía hablar de la OTAN sin hablar también de las bases militares USA en España y quienes aún atendían a pactos secretos respecto al asunto de las mismas.

Lo destruido ya no es reversible. Los muertos no resucitan. Quien diga creerlo una de dos, o bien es un idiota sin remedio o bien un cínico impenitente incapaz de tener la valentía y la honestidad de admitir su cooperación necesaria, por acción o por omisión, en dicha destrucción.

En cualquier caso, todos nos hemos equivocado alguna vez o muchas. Lo que convierte a una persona en general, y a un comunista en particular, en alguien valioso como ser humano y en parte de la solución a la ya larga crisis del pensamiento y del movimiento comunista español, europeo y mundial es su capacidad de análisis de la situación, de autocrítica y de voluntad sincera de corregir el rumbo errático.

Ello exige un gran esfuerzo de evolución personal por parte de quienes hoy están enterrados hasta la cintura en luchas fraticidas internas, atrapados en una cultura autodestructiva, en el resentimiento por los fracasos políticos y en el ensimismamiento en una actitud de plañideras que conduce a la parálisis y a la caquexia política, impidiendo a cada militante desplegar lo mejor de sí mismo.

Y conlleva, tras el análisis de la situación, un profundo ejercicio de humildad, que debe superar aquella cultura del nosotros somos el centro del mundo, porque hace ya muchos años que no es verdad, y la generosidad para volver a la lucha decididos a dar lo mejor de sí mismos.

Dejad que los muertos entierren a sus muertos. Pasad la hoja de un calendario que ya ha cumplido su ciclo. Aprended de Marx y Engels, que no sólo fueron unos extraordinarios pensadores revolucionarios sino agitadores y militantes políticos que, cuando comprendían que unas herramientas políticas habían dejado de ser útiles, se esforzaban en crear otras más eficaces y que superasen las inercias y vicios anteriores. Hoy eso significa reforzar aquello que intenta recuperar la identidad comunista y superar la mentalidad fraccionaria, cainita y sectaria pero también de cortos vuelos reformistas y, sobre todo y por todo, como buenos marxistas, revisar lo hecho hasta el momento, deshacerse de lo que no sirve y fortalecer lo que sirve. Eso o cocerse uno en su propia salsa en un ejercicio de masoquismo autodestructivo.  

Siento haber sido muy duro con ustedes y con sus organizaciones pero no me pidan que entone un panegírico respecto a las mismas, ni siquiera un responso piadoso, cuando ni ellas ni ustedes mismos dan ejemplo público de autocontención, mesura, sensatez y “buen rollo” sino que ventilan sus vendettas en plaza pública, atrapados en el interior de un cadáver del que no aciertan a salir. 

6 de octubre de 2015

ASÍ FUE LA PRIMERA REUNIÓN DEL ESPACIO DE ENCUENTRO COMUNISTA DEL 26-S

Con permiso del camarada Carlos Tena  que se lo curra muy bien
Con permiso del camarada Carlos Tena
que se lo curra muy bien
encuentrocomunista.wordpress.com
Aunque el acto estaba anunciado para las 11:30 de la mañana, desde las 10:30 ya se reunían en la puerta del CAUM, en la calle Atocha, decenas de personas que no querían arriesgarse a quedarse sin sitio. Fue el momento de saludar a camaradas conocidos y también de poder poner cara a aquellos que habían contactado previamente por correo para el evento o a los que se seguía en Twitter desde hace tiempo pero nunca se había visto en persona. Lo que sí quedó claro desde esos primeros contactos fue la gran afluencia de camaradas de fuera de Madrid, que habían salido de madrugada para acudir al encuentro.


El acto comenzó puntualmente con el aforo del CAUM completo, incluyendo a aquellos que tuvieron que instalarse en las salas que rodean al salón de actos principal. Antes de comenzar con el orden del día programado, desde la mesa se propuso guardar un minuto de silencio en conmemoración del cuarenta aniversario de los últimos fusilamientos del franquismo. También hubo un recuerdo para los más de quinientos sindicalistas con amenazas de cárcel por participar en huelgas y, como no, al camarada encarcelado Alfon.

Presentación

El encargado de llevar el primer bloque del encuentro comenzó por aclarar varios puntos clave: quién era el grupo promotor del encuentro, qué lo motivaba, las orientaciones ideológicas de las que partían, las pretensiones iniciales y, finalmente, la estructura de trabajo durante la reunión que comenzaba. Además subrayaba que la intención no era celebrar una “liturgia” comunista, con oficiante y espectadores, sino llevar a cabo una reunión de trabajo colectivo y propositivo que permitiera a los comunistas recuperar empuje y avanzar.

El grupo comienza declarándose heredero de 1848 y del Manifiesto Comunista, de su estela en la Comuna de París, en la Revolución Soviética del 17, y en tantas revoluciones victoriosas o fallidas que jalonaron el siglo XX. Pero en ningún caso desde una postura nostálgica o autocontemplativa, sino desde una certeza de la vigencia presente y futura de una idea comunista que conserva toda su vigencia mientras existan explotadores y explotados.

Se hace especial hincapié en la necesidad de centrarse en lo que une a los marxistas de carácter comunista, no a los académicos integrados en instituciones y organizaciones socialdemócratas o social-liberales, puntos de unión que se resumen en cinco puntos: la lucha de clases, la centralidad de la clase trabajadora en las luchas, la dictadura del proletariado como dominación de clase, del mismo modo que la burguesía hoy impone la suya contra los trabajadores, el proceso insurreccional hacia el socialismo y, por supuesto, la construcción de una sociedad socialista. Frente a estos puntos centrales que deben unirnos a los comunistas, debemos colocar a un lado aquello que nos separa y nos está impidiendo avanzar.

En este sentido, Grecia merece ser destacada por haber marcado a día de hoy un punto de ruptura. Ha puesto de manifiesto los límites de la izquierda anti-austeridad que acepta los límites del juego parlamentario burgués. Más allá de lo que diga su programa, la aceptación del campo de juego ajeno y de sus reglas no pueden llevar más que a la traición, la frustración y la decepción. Grecia puede asemejarse dentro de la izquierda europea a lo que significó en 1903 la ruptura entre mencheviques y bolcheviques. Si nos limitamos a decir que Syriza nos ha fallado pero aceptamos que las reglas del juego son las mismas, nos estaremos equivocando radicalmente.

Los y las camaradas que han coincidido en el grupo promotor provienen de distintas experiencias. Hay gente que militó en el pasado en diversas organizaciones comunistas, comunistas que tienen una militancia sindical y también personas que no han militado previamente en partidos pero se sienten comunistas. Desgraciadamente la idea de que no se es comunista si no se está en un partido comunista comienza a no ser verdad si el partido no está a la altura de dar la respuesta adecuada. Y aún a pesar de ello, hay quien se reclama comunista y quiere organizarse. También convergen en el grupo diversas experiencias de la lucha social: desde la participación en la defensa de las conquistas democráticas amenazadas por este gobierno parafascista, pasando por la actividad sindical y también desde la lucha vecinal, ese terreno tan importante y sin embargo tan abandonado desde hace años al ciudadanismo y a las ideologías ajenas a la lucha de clases.

En este terreno del ciudadanismo se profundiza a través de una cita de Marx, cuando afirma que “la ideología dominante es la ideología de la clase dominante”. Las luchas sociales que apelan a “la gente”, a los ciudadanos o a la inclusividad son un producto de la propia burguesía que desgraciadamente ha comprado una gran parte de la izquierda. Un producto que esconde el hecho de que hay un sistema de producción concreto que genera un sistema de dominación concreto: todos somos ciudadanos y gente, pero unos son explotadores y otros somos explotados.

Entrando en lo que no es, el grupo aclara que no es una opción electoral ni parte con esa intención, ni siquiera a medio o largo plazo. Rechaza ser el salvavidas de los que saltan de una desaparecida opción electoral y buscan aferrarse a otra. Tampoco aspiran a ser una plataforma de grupos comunistas ni, por supuesto, algo detrás de lo cual haya un partido.

Desde la reflexión del grupo los partidos comunistas, aunque indudablemente necesarios, presentan actualmente deficiencias importantes. Es necesario fortalecer el espacio comunista desde la lucha ideológica, desde la formación política, desde el debate entre comunistas y desde la acción en la calle. Para poder efectuar esta labor es necesario que los comunistas que sí militan sepan diferenciar con qué perfil actúan en cada sitio: la pertenencia al espacio de encuentro comunista no es una pertenencia por cuotas, donde se acude “en representación de”, sino que se plantea como un espacio donde los comunistas acuden a compartir la reflexión, la formación, el debate y la lucha.

Una vez aclarados los orígenes e intenciones, se pasó a explicar el mecanismo con el que se iba a estructurar la reunión. El planteamiento giró alrededor de tres bloques de trabajo centrados en tres preguntas: ¿qué entendemos por un espacio de encuentro comunista?, ¿qué factores, políticas o propuestas pueden actuar de palancas que nos permitan ganar espacio ideológico o nos hagan ganar terreno entre la clase trabajadora? y ¿cómo nos organizamos para llevar a cabo las intenciones expresadas? Se abrirían turnos de palabra alrededor de cada bloque en el que todo el mundo pudiera aportar opiniones concretas y propositivas. Hay que resaltar que el gran número de asistentes hizo necesario limitar bastante el tiempo de cada intervención y, en contra de lo que suelen ser estas reuniones, la cooperación y la automoderación de los intervinientes hizo posible un gran número de palabras y un ritmo muy vivo en todos los bloques.

Bloque 1

Así pues, se pasó directamente al debate de la primera pregunta: ¿qué entendemos por un espacio de encuentro comunista? En total tomaron la palabra once intervinientes en esta sección y, aunque no siempre las intervenciones se centraban en la pregunta planteada, todas aportaron observaciones importantes al debate global. Recoger todas las intervenciones de manera concreta será objeto del acta, pero se puede hacer una recapitulación de aportaciones, en muchos casos expresadas por varios intervinientes.
  • Abrir un debate sobre la cientificidad del Marxismo (decir revolucionario es una redundancia) y combatir la mentira del fin de la historia y del no hay alternativa.
  • Poner coto a la colaboración de las organizaciones de nuestra clase en el apoyo a intereses de otras clases. En esta línea, imaginar una reforma a nuestro favor de instituciones como la Unión Europea o el Fondo Monetario Internacional es plantear un imposible. Hay que delimitar un espacio de intereses propio y pelearlo. Así mismo, poner en evidencia virus burgueses instalados plácidamente en la dinámica de la izquierda: el consenso, las primarias, etc.
  • No desvincular la reflexión de la práctica. No nos podemos reunir para debatir, sino para actuar.
  • Ofrecer apoyo a los pequeños grupos de comunistas que subsisten en localidades más o menos pequeñas de todo el estado. Diversos asistentes relataron su realidad en su municipio y su lucha en solitario para mantener la combatividad frente a la desmovilización y al descreimiento.
  • Explicar el pasado a la gente de la calle: ¿qué decisiones tomó la dirección comunista en la España del 75 y qué consecuencias tuvo? ¿cómo se explica la caída del bloque soviético? ¿quieren esos acontecimientos decir que el marxismo ha muerto?
  • Potenciar la formación y el análisis marxista. Incluso camaradas pertenecientes a organizaciones con medios, consideran que no disponen de textos con los que difundir la visión de clase en temas tan candentes como Syriza, Siria, etc.
  • Hacer el mensaje comprensible sin falsear las ideas. Aclarar, hacer ciencia, desmontar mentiras. Presentar el comunismo como posibilidad moral y real.
  • Sintonizar las ideas comunistas con los límites del planeta. Plantear el debate del trabajo: contra el productivismo, los trabajos no defendibles, etc.
También se escucha algunas críticas al encuentro o, al menos, lo que no debería llegar a ser. Alguna intervención incide en lo que ya aclaró el grupo promotor al principio: en que el encuentro no intentara derivar en partido. Por otro lado, un interviniente señala que la mera existencia del espacio puede distraer la atención del partido.

Finalmente, el mismo compañero que comenzó el acto, cierra el bloque con una breve recapitulación. Expone que en estos ocho años de crisis no hemos sabido colocarnos en el centro de la discusión política. Con carné o no, con carné de un partido o de otro, hay que pelear por estar en el centro de esa discusión. Varios partidos se reclaman “el partido” y entre ellos no son cooperativos y trabajan desde su centralidad interna. Debemos ser más humildes para encontrarnos teniendo claras las ideas fundamentales, lo demás no suma. Debemos tener la voluntad de contaminarnos unos a otros en el sentido positivo. Abrir una nueva cultura de relación entre los comunistas.

Bloque 2

La presentación del segundo bloque corre a cargo de otra integrante del grupo promotor. Si antes se ha hablado sobre qué ha traído a la gente hasta el encuentro y cómo entienden el espacio, la intención en esta nueva sección es la de recoger ideas sobre los temas que deben abordar los comunistas con mayor urgencia y cómo lograr en la práctica los objetivos que se marquen.

Se señalan un par de ejemplos sobre ideas que podrían generar un amplio consenso, pero desde la mesa se informa de que el grupo promotor decidió no lanzar una lista inicial a consideración para no condicionar el debate. En cualquier caso, es obvio que la discusión no se puede agotar en media hora, y tiempo habrá si el encuentro cuaja para establecer un debate extenso y riguroso.

Lo que sí se puede prever es que esta tarea a largo plazo será fundamental. La propia selección colectiva de los temas y la discusión plural sobre ellos puede dar una profundidad y un alcance que no podrían conseguir pequeños grupos. Se cuenta con que seguramente habrá quien tenga muy trabajado algún tema y pueda aportar gran parte del material sobre él, pero no habrá nada que no pueda ser enriquecido trabajando entre todos. También habrá que afrontar los riesgos del proceso: no sabemos cuántas sensibilidades distintas pueden converger en un lugar de encuentro como este, pero si son muchas, será necesario un esfuerzo de todos para identificar los temas que dividen y centrarse en los compartidos. A largo plazo, esta línea de trabajo podría fructificar en un programa.

Tras volver a solicitar a los asistentes concisión y automoderación, que tan bien funcionó en el primer bloque, se abre un turno de palabra en el que llegaron a intervenir 16 personas. Se aporta a continuación un resumen de las ideas expuestas, evitando repetir planteamientos ya recogidos en las aportaciones del primer bloque.
  • En clave interna: recuperar el marxismo revolucionario como guía entre los propios comunistas. Confrontar nuestro discurso al de la opción reformista.
  • Un punto de discusión bastante reiterado se centra alrededor de la clase. En varias intervenciones se aborda desde diferentes perspectivas: los valores de clase, la diferencia en el nivel de conciencia de una minoría y la mayoría que debería hacer la revolución, nuestro error al hablar de la clase en tercera persona, nuestro error al culpar a la clase en lugar de asumir nuestra incapacidad, el peligro del giro hacia el fascismo, etc.
  • Se plantean alternativas sobre la propaganda y sus métodos. Por un lado, la necesidad de aprovechar las redes sociales, como ha demostrado la convocatoria del encuentro. Por otro lado, el cómo llegar al gran número de los que no las usan o el planteamiento de las redes sociales como trampas que bloquean por exceso de información.
  • Se solicita también hacer una bandera de la defensa de los presos políticos que se encuentran encarcelados por las leyes represivas.
  • El ataque contra el europeísmo mal entendido y el espejismo de la UE democrática. Por otro lado, cómo afrontar la amenaza de la expulsión del euro, cómo combatir la idea de que fuera del euro no hay nada que hacer.
  • La imposibilidad de continuar con el sindicalismo de concertación.
  • Reivindicación de la república obrera tanto desde el punto de vista de la defensa de la memoria como desde el de planteamiento de futuro.
  • Denuncia de la guerra imperialista como amenaza global.
  • La defensa de lo público no porque sea mejor ni peor, sino porque no puede haber sociedad igualitaria sin una educación y una sanidad absolutamente públicas.
Bloque 3

Un tercer miembro de la mesa se encarga de iniciar el tercer bloque del acto. Comienza haciendo la confesión de que desde el grupo promotor existía el miedo de que el segundo bloque no fuera entendido y de que no aparecieran los temas básicos que desde ese grupo se habían considerado. Una vez escuchadas las intervenciones todas las dudas quedaron disipadas.

Aclara que cuando se hizo pública la convocatoria del espacio de encuentro comunista, la cantidad de correos recibidos hizo patente que la respuesta superaba las expectativas de los promotores, por entonces centradas en Madrid. Por eso la limitación del espacio, que casi queda desbordado, y la limitación del tiempo de las intervenciones, que se ha manejado con la colaboración de todos.


También se pone de relieve el que desde la mesa no se hayan tomado turnos de respuesta. Ello responde al hecho de que los promotores no consideran que tengan un punto de vista privilegiado ni ninguna receta mágica.


Por último, el compañero vuelve a destacar el respeto que se aplica a las organizaciones existentes y a su funcionamiento interno. Sin embargo, considera que eso no está reñido con que seamos capaces de ponernos de acuerdo en los mínimos de la acción política, entendiendo como mínimos aquello que no podemos perder de vista y que otros considerarían máximos: el objetivo de la dictadura del proletariado y el socialismo.

Ahora la pregunta a abordar es ¿Cómo hacemos aquello de lo que se ha hablado en los dos bloques anteriores?

La intención de la mesa es la de convocar una segunda reunión para ordenar todo lo que se ha estado discutiendo. Para ello se recogerán los contactos de los asistentes a la primera cita y se abrirá un período de inscripción por Internet.

Depende de todos los participantes tener el acuerdo mínimo, entendido en el sentido ya explicado, para la acción política e ideológica. En palabras del presentador: “Convocaremos una segunda reunión en la que saquemos un grupo de camaradas que coordine esto; no es algo que consideremos que sólo nos competa a los 40 que hemos empezado en el grupo promotor.”

Cuando se disponga de la confirmación de aquellos que quieren participar en el proyecto del espacio de encuentro comunista se buscará un espacio adecuado para albergar esa segunda reunión, una reunión en la que se deberá discutir cómo será la organización, como se respetará el espacio de los que ya están organizados sectorialmente, cómo será la comunicación territorial, etc. Una vez que de esa segunda reunión surja esa coordinadora, la comisión promotora dejará de existir.

La intención es que la estructura organizativa inicial sea pequeña y práctica, la estructura mínima para abordar los objetivos asumibles inicialmente, dejando el margen para una evolución natural cuando nuevos retos así lo pidan. En cualquier caso, no se trata de formar una comisión de dirección política, sino una coordinadora técnica organizativa.

Sin más introducción se abrió el turno de palabras del tercer bloque, bloque en el que se recogen 14 intervenciones.
  • En la línea expresada en el primer bloque, algunos intervinientes desearían que se tuviera en cuenta al pensar en la organización en la situación de localidades con un número de militantes más pequeño.
  • Se debe promover una insistencia en la formación. Cuando la gente tiene formación, adapta su experiencia de vida a lo que ha aprendido.
  • Varias intervenciones ponen de manifiesto la necesidad de una expansión territorial con su correspondiente organización. En una línea ya expuesta en el primer bloque, algunos intervinientes desearían que se tuviera en cuenta al pensar en la organización en la situación de localidades con un número de militantes más pequeño. También se expone la posible dificultad de algunos territorios para estar representados y los medios a usar para hacer una difusión más amplia de la convocatoria en todo el estado.
  • La revolución no se hace, se organiza. El grupo parte con unos puntos claros, tiene un objetivo final y dispone de un método de análisis imbatible: la metodología marxista, el materialismo científico.
  • Se recuerda la importancia de una serie de recursos y herramientas imprescindibles: fondos, web, reuniones, etc. También de aplicar técnicas de seguimiento: elaborar una hoja de ruta con objetivos asumibles e indicadores de si se cumplen. En cualquier caso, asumir un trabajo a largo plazo, no un plan impreciso del que la gente se desvincule en seis meses.
Al finalizar las intervenciones, retoma la palabra el introductor de este bloque de discusión para resumir los siguientes pasos a dar. Los contactos recogidos durante la reunión se usarán para hacer llegar el acta y convocar a la segunda reunión. Adicionalmente se establecerá un período para recoger por correo electrónico los contactos de más interesados en acudir a esa reunión.

Ya para cerrar, expresa su confianza en que la segunda reunión podrá ser convocada con una lista de asistentes que permitirá la búsqueda de un local adecuado. Esa segunda reunión contará además con la ventaja de los contactos que ya hemos establecido presencialmente y por correo para que pueda ser totalmente productiva.

4 de octubre de 2015

RUSIA PRECIPITA EL ABANDONO DE SWIFT ENTRE LOS BRICS

Ariel Noyola Rodríguez. Global Research

La unipolaridad de Estados Unidos en el sistema financiero mundial se desvanece a paso veloz. Como consecuencia de su miopía política, Washington obligó a otros países a poner en marcha instrumentos de cooperación financiera que abandonan el uso del dólar, así como instituciones multilaterales que ya no se rigen más por las reglas impuestas desde el Departamento del Tesoro.

Es que en definitiva, las finanzas y la moneda se han venido utilizando como instrumentos de política exterior, esto es, como mecanismos de dominación global que buscan socavar tanto a adversarios geopolíticos (Rusia), como a potencias económicas en ascenso (China) que resisten a doblegarse ante el yugo norteamericano.

Ante la imposibilidad de alcanzar sus objetivos estratégicos por la vía diplomática, Estados Unidos se lanza a la guerra financiera, ya sea a través de embargos económicos, ataques especulativos, congelamiento de cuentas bancarias de políticos y empresarios, etcétera.

En abierta violación de los principios del derecho internacional, Washington apunta su artillería contra los países que, de acuerdo con su concepción, integran el denominado “eje del mal”: Corea del Norte, Irán, Siria, Sudán, etcétera. Su modus operandi consiste en estrangular la economía del país en cuestión para promover un cambio de régimen.

Ahora esa misma estrategia se dirige contra el Gobierno de Vladimir Putin. Es que luego de la reintegración de la República de Crimea y la ciudad de Sebastopol a territorio ruso –sustentada en el referéndum celebrado en marzo de 2014–, Estados Unidos, el Reino Unido y Polonia presionaron a la Unión Europea para que expulsara a Rusia de la Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales (SWIFT, por sus siglas en inglés).

Fundado en 1973 en la ciudad de Bruselas, Bélgica, SWIFT es un sistema internacional de comunicaciones que permite a los bancos realizar transferencias electrónicas entre sí. Antes de su puesta en marcha, las entidades financieras se limitaban a comunicarse a través de Télex y sistemas telefónicos bilaterales.

En ese sentido, SWIFT constituye un avance tecnológico de primer nivel, puesto que ha permitido tanto aumentar la velocidad del comercio y la inversión mundiales, así como disminuir los costos de transacción en una escala sin precedentes.

En la actualidad SWIFT es utilizado por 10,500 bancos –sobre todo estadounidenses y europeos– en más de 200 países. En su día de mayor apogeo en lo que va de 2015 procesó 27.5 millones de mensajes de órdenes de pago.

SWIFT es un mecanismo “técnico”, puramente “neutral”, según los magnates de Wall Street y la City de Londres. No obstante, los ataques del 11 de septiembre a las Torres Gemelas sirvieron para que Estados Unidos se inmiscuyera en el sistema de pagos: el Departamento del Tesoro solicita desde entonces “información específica” con la excusa de que “monitorea” los canales de financiamiento de “grupos terroristas”.

De esta manera, con el argumento de que se encontraban inmiscuidos en actividades ilegales se desconectó a los bancos iraníes de SWIFT hace 3 años, situación que puso en aprietos la provisión de crédito a las operaciones de comercio exterior del país persa.

Asimismo, Washington abrió el camino para la intromisión de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés). Según las revelaciones de Edward Snowden, ‘Follow the Money’ es el nombre del programa especializado de la NSA que se encarga de espiar el sistema financiero global.

El seguimiento realizado por el personal de la NSA desembocó en la construcción de una base de datos, ‘TRACFIN’, misma que en 2011 contenía por lo menos 180 millones de registros de las operaciones entre los bancos, las transacciones con tarjetas de crédito y, por supuesto, los miles de mensajes transmitidos a través del sistema SWIFT.

Por lo tanto, Estados Unidos se hizo del control cuasi monopólico del sistema de pagos internacionales para asfixiar a sus rivales. Hasta ahora la desconexión de SWIFT aún no se ha implementado en contra de Rusia por la “falta de autoridad” de las autoridades regulatorias. Pues sí, una cosa es castigar a una potencia regional, y otra muy distinta es entrar en una batalla cara a cara con una potencia mundial.

Con todo, las constantes amenazas de parte de Estados Unidos y sus aliados europeos propiciaron que el Gobierno de Vladimir Putin pusiera en funcionamiento un sistema de pagos alternativo. Es que más de 90% de las operaciones de los bancos rusos son transfronterizas, con lo cual, si se hubiese concretado la expulsión de Moscú del sistema SWIFT las consecuencias sobre la economía mundial habrían sido catastróficas.

Los principales bancos rusos (Sberbank, VTB, Gazprombank, Bank of Moscow, Rosselkhozbank, etcétera) realizan ya acuerdos bilaterales y utilizan de lleno el nuevo sistema de pagos, anunció hace unos días Olga Skorobogatova, la vicegobernadora del banco central.

El nuevo sistema de transacciones disminuye el monto de los costos en comparación con SWIFT, y más importante todavía, brinda a Moscú de mayor autonomía política y seguridad económica en caso de una nueva escalada de sanciones. Adicionalmente, la iniciativa rusa detonó la construcción de sistemas de pagos alternativos en otros lugares del mundo.
Por un lado, China está lista para poner en marcha las próximas semanas su propio sistema de transacciones. Por otro lado, los integrantes del BRICS (acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se encuentran discutiendo la posibilidad de lanzar un sistema de pagosmultilateral, esto es, que no sean sólo Rusia y China los beneficiados, sino que el sistema de pagos realice operaciones entre todos los miembros del bloque.

El plan de contención orquestado desde Washington y Bruselas en contra de Rusia derivó en un ‘efecto búmeran’, pues no sólo no la expulsaron de SWIFT, sino que Moscú construyó un sistema de pagos alternativo que neutralizó por completo los intentos de desestabilización y que, en paralelo, sirve de inspiración para los países del BRICS y muy pronto, también lo será para la mayoría de las economías emergentes.

EL NEOPESIMISMO SE PUSO DE MODA

Eduardo Febbro. Página/12

La nueva corriente del pensamiento francés es un himno a la depresión, un acto de flagelación público cuyo látigo es el pesimismo, la tristeza y la repetida idea de que Francia está al borde del abismo. Varios intelectuales, de izquierda y de derecha, se han convertido en los portavoces recurrentes de una convicción según la cual su país se encuentra en una irrecuperable cuesta abajo, que la cultura francesa está en una fase moribunda, o que la inmigración vacía los fundamentos de la identidad nacional. Los vecinos europeos de Francia conocen la misma crisis, asimilan los mismos flujos migratorios, pero en ninguno de ellos sus intelectuales han hecho de esta configuración una teoría del ocaso. El filósofo y ensayista Michel Onfray, el polemista Eric Zemmour, el escritor Michel Houellebecq, el filósofo Régis Debray o el ensayista Alain Finkielkraut son los apóstoles de esta corriente que irriga la sociedad con una filosofía que consagra toda su energía en diagnosticar la defunción de la cultura. Sudhir Hazareesingh, profesor en Oxford y autor de un excelente ensayo sobre estos temas, Ese país que ama las ideas (Ce pays qui aime les idées), lo califica de “movimiento casi filosófico de pesimismo y declinismo en Francia”.

No cabe preguntarse ¿qué le pasa a Francia? A Francia le ocurre lo que le pasa al mundo. La pregunta es: ¿qué le ocurre a esos intelectuales, a menudo oriundos de la izquierda, cuyas tesis cruzan las aguas de la extrema derecha? La respuesta progresista tampoco aparece por ningún lado, la “pensée de gauche” se esfumó de la escena y estos pensadores pasan a invadir todo el espectro de los medios con sus desencantos y su dialéctica del fracaso. Michel Onfray, Eric Zemmour, Michel Houellebecq, Régis Debray o Alain Finkielkraut, estos cinco pensadores tienen, además, la cara de lo que venden: los tres primeros son de una pedantería autoritaria que da miedo, los dos últimos de una tristeza desértica. Estos neo pesimistas obtienen éxitos editoriales asombrosos. El libro de Eric Zemmour Le Suicide français (El suicidio francés) superó los 500 mil ejemplares vendidos. Homófobo, sexista, anti extranjeros, El suicidio francés (el título ya hiela la sangre) retrata a una Francia en irrecuperable declive, herida en lo más profundo de su identidad por el multiculturalismo, los homosexuales, las mujeres, los extranjeros y la permanencia de las conquistas que cierta izquierda hoy espectral supo arrancar a partir de los años ‘60. Según este polemista, Francia se muere bajo la gravitación de la libertad de las costumbres, por el retroceso de la “familia, la nación, el trabajo, el Estado, la escuela”. Zemmour promueve una sociedad colonial y blanca. En los escaparates del horror aparece igualmente Michel Houellebecq y su libro Sumisión (600 mil ejemplares vendidos). La novela ha sido celebrada como una obra literaria, pero es en realidad un aburrido panfleto, una infusión racista y sin aliento, triste como su autor, que narra una Francia gobernada por un islamista, Mohammed Ben Abbes, candidato del partido Fraternidad Musulmana. En esa novela llena de bostezos y obsesiones de un anciano miedoso, la Universidad de la Sorbona pasó a ser un centro de estudios islámico en donde las paredes exhiben versos del Corán.

El mismo nacionalismo xenófobo y la obsesión por el fin de la cultura francesa o su contaminación atraviesa la obra del filósofo Alain Finkielkraut. Los debates que genera son una prolongación de su libro La identidad infeliz. La palabra “identidad” reemplazó el concepto de República, la defensa de lo “autóctono” el principio de universalismo. Francia, en su prosa, se está desvaneciendo por culpa del vaciamiento cultural y la inmigración. La globalización y la izquierda son así los responsables de la contaminación. De allí previene también la saña contra las herencias de la izquierda y sus inclinaciones a la diversidad cultural y al derecho de las minorías. A esos defensores de la diversidad se los llama “islamo izquierdistas”. El agotador e inagotable Régis Debray vuelve a brillar en las primeras páginas de los semanarios con un alegato en el cual (semanario Le Point, de derecha) el intelectual “destruye a la izquierda”. Hace mucho que esa izquierda viaja en ambulancia, pero la moda vibra con los alegatos envenenados, el silencio de los atacados y las tramas mórbidas sobre la substitución de la esencia francesa por los semejantes oriundos de otras culturas y religiones. Precisamente, el profesor Sudhir Hazareesingh (Ese país que ama las ideas) califica a esta corriente de neoconservadores de “nacionalismo étnico”. El otro y la izquierda han sido sentados en el tribunal del presente. El caso del filósofo Michel Onfray es aún más alarmante. Pasó de la extrema izquierda a abrazar los ideales de lo que en Francia se llama “los soberanistas”, es decir, la idea política que antepone la soberanía a cualquier otra instancia (en este caso las europeas). También se convirtió en un paladín contra Europa y la izquierda, a la que acusa de haber abandonado al pueblo francés para consagrarse a los inmigrados. Aunque Onfray se define como un “soberanista de izquierda”, ocurre que el soberanismo es uno de los motores de la extrema derecha del Frente Nacional. A mediados de septiembre, el matutino Libération acusó a Onfray de “hacerle el juego” a la ultraderecha, de activar la ofensiva “no contra la derecha, sino contra la izquierda”. La trama de su pensamiento es más culta, más sutil, pero similar: así, por ejemplo, puso en tela de juicio la foto del niño (Aylan) encontrado ahogado en una playa de Turquía. La imagen habría servido para manipular a la opinión pública y sensibilizarla ante el drama de los refugiados. Algo parecido repitió el Frente Nacional. Su nacionalismo étnico se desnuda cuando afirma (entrevista al diario conservador Le Figaro): “El pueblo francés es despreciado desde que Mitterrand (ex presidente socialista francés, 1981-1995) convirtió el socialismo a la Europa liberal. Ese pueblo, mi pueblo, ha sido olvidado en provecho de micro pueblos de sustitución” (o sea palestinos, homosexuales, indocumentados). Onfray, en realidad, desarrolla las mismas obsesiones que los otros autores: Francia, o sea, el centro, está siendo sustituída por una cultura marginal (extranjeros, homosexuales, ect.). La impureza que carcome la nobleza y lo torna todo decadente.

“Declinistas” (Francia se hunde), “diferencialistas” (nosotros antes que los invasores), “sustitucionistas” (la cultura francesa está siendo sustituida) son las tres banderas de una filosofía empapada en la nostalgia de un Jurassic Park compartido por la extrema derecha. Los ataques de Libération contra Michel Onfray suscitaron una reacción de un egocentrismo muy parisino: el próximo 20 de octubre, la “izquierda”, se reúne en la sala de la Mutualité de París (emblema de los mitines socialistas) para respaldar al ofendido filósofo. El Frente Nacional no deja escapar el beneficio de la convergencia entre él y esta izquierda soberanista y entristecida. Ocurre que, precisamente, esos intelectuales súper mediáticos promueven mejor que nadie sus ideas. En vistas del mitin del próximo 20 de octubre, su tesorero, Bertrand Dutheil de La Rochère, publicó una tribuna en el portal del Frente Nacional invitando a los intelectuales de izquierda a entablar un diálogo. El Frente Nacional ve claros puentes entre estos turbios moralistas de la identidad y el ombligo y sus ideales. El dirigente frentista convoca a un “diálogo sin concesión” a toda esa izquierda que “denuncia la traición de los partidos que aún se dicen de izquierda. Esos partidos que eligieron la globalización ultra liberal en nombre de Europa. Esos partidos que confunden el internacionalismo con las migraciones masivas que pesan sobre nuestros salarios y desmantelan la protección social”. En suma, el mundo contra Francia. El gran, sutil y universal espíritu rebelde de Europa está embrujado por un partido excluyente y una corte de plumíferos tristes y etno-obsesivos, neuróticos de la identidad y aburridos como un tango desafinado.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: El neopesimismo francés del que habla Febbro es la continuación, con un giro de tuerca aún más reaccionario, de la corriente de "los nuevos filósofos" iniciada en los años 70 del pasado siglo en dicho país. No es casual que entre los neopesimistas se encuentre Alain Finkielkraut, uno de aquella tendencia del pensamiento involucionista francés.

Conviene que cuando ponemos a Francia como modelo de progreso no olvidemos que ninguna sociedad está exenta de su doble condición de dios Jano (el de las dos caras). Si Francia nos dio 1789 también produjo la reacción thermidoriana. Si ha sido cuna del socialismo como corriente de pensamiento, también fue la de la colaboración del gobiernod e Vichy con los ocupantes nazis. 

En cuanto a Debray no estaría de más preguntarse por su responsabilidad en la caída y asesinato de Ernesto Guevara de la Serna (Che) y sus compañeros en las selvas de Bolivia, algo que él mismo ha intentado borrar de su biografía. 

Cuando la izquierda no da respuestas a la crisis sistémica y de civilización del capitalismo, es la extrema derecha la encargada de fabricar sus monstruos. 

En España tras el desastre del 98 de finales del XIX apareció una hornada de pensadores, escritores, poetas y filósofos que, desde una posición pesimista, también plantearon la necesidad de sacar al país de su frustración. Como quiera que el pesimismo es una corriente antiprogresista, al poner el dedo en la llaga de la nostalgia por lo perdido, también en aquella ristra de ajos intelectuales aparecieron los pensadores prefascistas como Ramiro Maeztu. Aquellos fueron llamados los regeneracionistas, no muy distintos de los hoy partidos de la regeneración en España. En Francia se llaman neopesimistas pero el combustible que les mueve tiene en común un mismo fondo: el llanto por lo perdido. 

Por lo demás, no comparto la insinuación de Febbro de que mantener una posición antiUE sea también reaccionaria. Depende desde qué presupuestos se mantenga esa postura. La UE, no tal y como está configurada, sino como lo que es -y no puede ser otra cosa porque nació como ágora de mercado y no cómo ágora política y es, desde ahí, irreformable, como lo es el capitalismo, por mucho que se empeñen en ello los que eufemísticamente rechazan el neoliberalismo para no asustar con posiciones claramente anticapitalistas y revolucionarias- es en buena medida una de las responsables de la reacción nacionalista, excluyente, racista y xenófoba porque, al anular las soberanías nacionales, provoca fuerzas de signo contrario. La otra es la izquierda que, mientras se mantenga en su postración, en su posición a la defensiva, en su aceptación del capitalismo amable que no volvera y en su asunción de discursos antagónicos y ajenos (los liberales en lo económico, ideológico y político) será una herramienta mellada e inútil para hacer frente a toda la involución global que se nos ha echado encima a la clase trabajadora. 

LOS NUEVOS ESTADOS DE VIGILANCIA

Ignacio Ramonet. Le Monde Diplomatique

La idea de un mundo situado bajo “vigilancia total” ha parecido durante mucho tiempo un delirio utópico o paranoico, fruto de la imaginación más o menos alucinada de los obsesos de la conspiración. Sin embargo, hay que reconocer la evidencia: vivimos, aquí y ahora, bajo la mirada de una especie de imperio de la vigilancia. Sin que lo sepamos, cada vez más nos observan, nos espían, nos vigilan, nos controlan, nos fichan. Cada día, nuevas tecnologías se refinan en el seguimiento de nuestro rastro. Empresas comerciales y agencias publicitarias registran nuestra vida. Pero, sobre todo, bajo el pretexto de luchar contra el terrorismo o contra otras plagas (pornografía infantil, blanqueo de dinero, narcotráfico), los Gobiernos  –incluidos los más democráticos– se erigen en Gran Hermano y ya no dudan en infringir sus propias leyes para espiarnos mejor. En secreto, los nuevos Estados orwellianos  buscan establecer ficheros exhaustivos de nuestros contactos y de nuestros datos personales tal y como figuran en diferentes soportes electrónicos.

Tras la ola de ataques terroristas que ha golpeado, desde hace algunos años, ciudades como Nueva York, París, Boston, Ottawa, Londres o Madrid, las autoridades no han dudado en utilizar el gran pavor de las sociedades conmocionadas para intensificar la vigilancia y para reducir más la protección de nuestra vida privada.

Entendámonos: el problema no es la vigilancia en general, es la vigilancia masiva clandestina. Es evidente que, en un Estado democrático, las autoridades cuentan con toda la legitimidad, basándose en la ley y con la autorización previa de un juez, para poner bajo vigilancia a cualquier persona que consideren sospechosa. Como dice Edward Snowden: “No hay ningún problema si se trata de poner bajo escucha a  Osama Bin Laden. Siempre que los investigadores tengan que disponer del permiso de un juez –un juez independiente, un juez auténtico, no un juez secreto–, y puedan probar que existe una buena razón para emitir una orden, entonces pueden llevar a cabo ese trabajo. El problema se plantea cuando nos controlan a todos, en masa, todo el tiempo y sin ninguna justificación” (1).

Con ayuda de algoritmos cada vez más perfeccionados, miles de investigadores, de ingenieros, de matemáticos, de estadistas y de informáticos buscan y clasifican la información que generamos sobre nosotros mismos. Satélites y drones de mirada penetrante nos siguen desde el espacio. En las terminales de los aeropuertos, escáneres biométricos analizan nuestros andares, “leen” nuestro iris y nuestras huellas digitales. Cámaras de infrarrojos miden nuestra temperatura. Las pupilas silenciosas de las cámaras de vídeo nos escrutan en las aceras de las ciudades o en los pasillos de los hipermercados. También siguen nuestra pista en el trabajo, en las calles, en el autobús, en el banco, en el metro, en el estadio, en los aparcamientos, en los ascensores, en los centros comerciales, en las carreteras, en las estaciones, en los aeropuertos...

Cabe señalar que la inimaginable revolución digital que vivimos, que ya ha transformado tantas actividades y profesiones, también ha trastornado totalmente el ámbito de los servicios de información y de la vigilancia. En la época de Internet, la vigilancia ha pasado a ser algo omnipresente y perfectamente inmaterial, imperceptible, “indetectable”,  invisible. Además, se caracteriza técnicamente por una simplicidad pasmosa. Se acabaron los trabajos de albañilería para instalar cables y micrófonos, como en la célebre película La Conversación (2), donde podíamos ver cómo un grupo de “fontaneros” presentaba, en un Feria consagrada a las técnicas de vigilancia, ‘chivatos’ más o menos elaborados equipados con  cajas rebosantes de cables eléctricos que había que esconder en los muros o en el suelo...

Varios estrepitosos escándalos de esa época –el caso Watergate en Estados Unidos, el de los “fontaneros de Le Canard enchaîné” en Francia–, fracasos humillantes para las oficinas de los servicios de información, demostraron los límites de estos antiguos métodos mecánicos, fácilmente detectables y localizables.

Hoy en día, poner a alguien bajo escucha ha pasado a ser algo de una facilidad desconcertante. Al alcance del primero que llega. Una persona normal y corriente que quiera espiar a alguien de su entorno puede encontrar en venta libre en el comercio un amplio abanico de opciones: nada menos que media docena de programas informáticos para espiar (mSpy, GsmSpy, FlexiSpy, Spyera, EasySpy) que “leen” sin problemas los contenidos de los teléfonos móviles: mensajes de texto, correos electrónicos, cuentas en Facebook, Whatsapp, Twitter, etc. Con el auge del consumo en línea, la vigilancia de tipo comercial también se ha desarrollado enormemente, dando lugar a un gigantesco mercado de nuestros datos personales, que se han convertido en mercancías. Durante cada una de nuestras conexiones a una página web, las cookies guardan el conjunto de las búsquedas realizadas y permiten establecer nuestro perfil de consumidor. En menos de veinte milésimas de segundo, el editor de la página visitada vende a los posibles anunciantes la información que nos concierne revelada por las cookies. Apenas unas milésimas de segundo más tarde, la publicidad que se supone que causa más impacto en nosotros aparece en nuestra pantalla. Y así quedamos ya fichados definitivamente.

De alguna manera, la vigilancia se ha “privatizado” y “democratizado”. Ya no es un asunto reservado sólo a los servicios estatales de información. Pero, a la vez, la capacidad de los Estados en materia de espionaje masivo ha crecido de modo exponencial. Y esto también se debe a la estrecha complicidad entablada con las grandes empresas privadas que dominan las industrias de la informática y de las telecomunicaciones. Julian Assange lo afirma: “Las nuevas sociedades como Google, Apple, Amazon y, más recientemente, Facebook han tejido estrechos vínculos con el aparato de Estado en Washington, en particular con los responsables de Asuntos Exteriores” (3). Este Complejo de la seguridad y de lo digital –Estado + aparato militar de seguridad + industrias gigantes de la Web– constituye un auténtico imperio de la vigilancia cuyo objetivo, muy concreto y muy claro, es poner Internet, todo Internet y a todos los internautas bajo escucha. Para controlar la sociedad.

Para las generaciones de menos de cuarenta años, la Red es, simplemente, el ecosistema en el que han pulido su mente, su curiosidad, sus gustos y su personalidad. Desde su punto de vista, Internet no es sólo una herramienta autónoma que se utilizaría para tareas concretas. Es una inmensa esfera intelectual donde se aprende a explorar libremente todos los saberes. Y, de forma simultánea, un ágora sin límites, un foro donde las personas se reúnen, dialogan, intercambian y adquieren, a menudo de forma compartida, una cultura, conocimientos, valores.

Internet representa, a ojos de estas nuevas generaciones, lo que era para sus mayores, de forma simultánea, la escuela y la biblioteca, el arte y la enciclopedia, la polis y el templo, el mercado y la cooperativa, el estadio y el escenario, el viaje y los juegos, el circo y el burdel... Es tan fabuloso que “el individuo, en su placer por evolucionar en un universo tecnológico, no se preocupa por saber, y menos aún por comprender, que las máquinas gestionan su día a día. Que cada uno de sus actos y gestos es grabado, filtrado, analizado y, eventualmente, vigilado. Que, lejos de liberarlo de sus obstáculos físicos, la informática de la comunicación constituye sin duda la herramienta de vigilancia y de control más increíble que el ser humano haya podido crear jamás” (4).

Este intento de control total de Internet representa un peligro inédito para nuestras sociedades democráticas: “Permitir la vigilancia de Internet –afirma Glenn Greenwald, el periodista estadounidense que difundió las revelaciones de Edward Snowden– viene a ser lo mismo que someter a un control estatal exhaustivo prácticamente todas las formas de interacción humana, incluido el pensamiento propiamente dicho” (5).

Ésta es la gran diferencia con los sistemas de vigilancia que existían antes. Sabemos, desde Michel Foucault, que la vigilancia ocupa una posición central en la organización de las sociedades modernas. Éstas son “sociedades disciplinarias” donde el poder, por medio de técnicas y de estrategias complejas de vigilancia, busca ejercer el mayor control social posible (6).

Esta voluntad por parte del Estado de saberlo todo sobre los ciudadanos está legitimada políticamente por la promesa de una mayor eficacia en la administración burocrática de la sociedad. Así, el Estado afirma que será más competitivo y, por lo tanto, servirá mejor a los ciudadanos si los conoce mejor, de la forma más profunda posible. Sin embargo, al haber pasado a ser cada vez más invasiva, la intrusión del Estado ha terminado provocando, desde hace tiempo, un creciente rechazo entre los ciudadanos que aprecian el santuario de la vida privada. Desde 1835, Alexis de Tocqueville señalaba ya que las democracias modernas de masas producen ciudadanos privados cuya principal preocupación es la protección de sus derechos. Y que esto hace que sean particularmente quisquillosos y belicosos contra las pretensiones intrusivas y abusivas del Estado (7).

Esta tradición se prolonga en la actualidad en la persona de los “lanzadores de alertas”, como Julian Assange y Edward Snowden, ambos perseguidos ferozmente por Estados Unidos. Y, en defensa de ellos, el gran intelectual estadounidense Noam Chomsky afirma: “Para estos ‘lanzadores de alertas’, su lucha por una información libre y transparente es una lucha casi natural. ¿Tendrán éxito? Depende de la gente. Si Snowden, Assange y otros hacen lo que hacen, lo hacen en su calidad de ciudadanos. Están ayudando al público a descubrir lo que hacen sus propios Gobiernos. ¿Existe acaso una tarea más noble para un ciudadano libre? Y se los castiga severamente. Si Washington pudiera echarles el guante, sería peor aún. En Estados Unidos existe una ley de espionaje que data de la Primera Guerra Mundial; Obama la ha usado para evitar que la información difundida por Assange y Snowden llegue al público. El Gobierno va a intentarlo todo, incluso lo indecible, para protegerse de su ‘enemigo  principal’.  Y el ‘enemigo principal’ de cualquier Gobierno es su propia población” (8).

En la era de Internet, el control del Estado alcanza dimensiones alucinantes, ya que, de una manera o de otra, como ya se ha dicho, confiamos a Internet nuestros pensamientos más personales e íntimos, tanto profesionales como emocionales. Así, cuando el Estado, con ayuda de tecnologías súper poderosas, decide pasar a escanear nuestro uso de Internet, no sólo rebasa sus funciones, sino que, además, profana nuestra intimidad, deshuesa literalmente nuestro espíritu y saquea el refugio de nuestra vida privada.

Sin saberlo, a ojos de los nuevos “Estados de vigilancia”, nos convertimos en clones del héroe de la película El Show de Truman (9), expuestos en directo a la mirada de miles de cámaras y a la escucha de miles de micrófonos que exponen nuestra vida privada a la curiosidad planetaria de los servicios de información.

A este respecto, Vince Cerf, uno de los inventores de la Web, considera que “en la época de las tecnologías digitales modernas, la vida privada es una anomalía...”(10). Leonard Kleinroc, uno de los pioneros de Internet, es aún más pesimista: “Básicamente –considera–, nuestra vida privada se ha acabado y, por así decirlo, es imposible recuperarla” (11).

Por una parte, muchos ciudadanos se resignan, como si de una especie de fatalidad de la época se tratara, al fin de nuestro derecho al anonimato. Por otra parte, esta preocupación de defender nuestra vida privada puede parecer reaccionaria o “sospechosa” porque sólo aquellos que tienen algo que esconder intentan esquivar el control público. Por lo tanto, las personas que consideran que no tienen nada que reprocharse ni nada que ocultar, no son hostiles a la vigilancia del Estado. Sobre todo si ésta, tal y como lo prometen y lo repiten las autoridades, está acompañada por una ganancia sustancial en materia de seguridad. Sin embargo, este discurso –“Dadme un poco de vuestra libertad, os la devuelvo centuplicada en garantía de seguridad.”– es una estafa. La seguridad total no existe, no puede existir. Es un engaño. Sin embargo, la “vigilancia total” se ha convertido en una realidad indiscutible.

Contra la estafa de la seguridad, cantinela constante de todos los poderes, recordemos la lúcida advertencia lanzada por Benjamin Franklin, uno de los autores de la Constitución estadounidense: “Un pueblo dispuesto a sacrificar un poco de libertad por un poco de seguridad no merece ni lo primero ni lo segundo. Y acaba perdiendo las dos”.

Una sentencia de perfecta actualidad y que debería animarnos a defender nuestro derecho a la vida privada, cuya principal función no es otra que proteger nuestra intimidad. Jean-Jacques Rousseau, filósofo de la Ilustración y primer pensador que “descubrió” la intimidad, nos dio el ejemplo. ¿No fue él también el primero en rebelarse contra la sociedad de su tiempo y contra su voluntad inquisidora de querer controlar la conciencia de los individuos?

“El fin de la vida privada sería una auténtica calamidad existencial”, ha subrayado igualmente la filósofa contemporánea Hanna Arendt en su libro La condición humana (12). Con una formidable clarividencia, en su obra señala los peligros para la democracia de una sociedad donde la distinción entre la vida privada y la vida pública estaría establecida de forma insuficiente, lo que, según Arendt, significaría el fin del hombre libre. Y arrastraría a nuestras sociedades, de manera implacable, hacia nuevas formas de totalitarismo.

(1) Katrina van den Heuvel et Stephen F. Cohen, ? “Edward Snowden: A ‘Nation’ Interview”, The Nation, Nueva York, 28 de octubre de 2014.
(2) La Conversación (The Conversation), 1973. Dirección: Francis F. Coppola. Intérpretes: Gene Hackman, John Cazale, Cindy Williams, Harrison Ford, Robert Duvall. Palma de Oro 1974 en el Festival de Cannes.
(3) Ignacio Ramonet, “Entrevista a Julian Assange: ‘Google nos espía e informa al Gobierno de Estados Unidos’”, Le Monde diplomatique en español, diciembre de 2014.
(4) Jean Guisnel en su prefacio al libro de Reg Whitaker, Tous fliqués. La vie privée sous surveillance, Denoël, París, 2001 (en español: El fin de la privacidad. Cómo la vigilancia total se está convirtiendo en realidad, Paidós, Barcelona, 1999).
(5) Glenn Greenwald, No place to hide. Edward Snowden, the NSA, and the US Surveillance State, Metropolitan Books, Nueva York, 2014.
(6) Michel Foucault, Vigilar y castigar, Biblioteca Nueva, Madrid, 2012.
(7) Alexis de Tocqueville, La democracia en América, Akal, Madrid, 2007.
(8) Ignacio Ramonet, “Entrevista con Noam Chomsky: Contra el imperio de la vigilancia”, Le Monde diplomatique en español, abril de 2015.
(9) El Show de Truman (The Truman Show) (1998). Dirección: Peter Weir. Intérpretes: Jim Carrey, Ed Harris.
(10) Marianne, París, 10 de abril de 2015.
(11) El País, Madrid, 13 de enero de 2015.

(12) Hanna Arendt, La condición humana,  Paidós, Barcelona, 2005.

3 de octubre de 2015

ESTADOS UNIDOS Y EL DESIGNIO DESESTABILIZADOR

Editorial. La Jornada

De acuerdo con un estudio de los investigadores Alexander Main y Dan Beeton, realizado a partir del análisis de cables del Departamento de Estado filtrados por Wikileaks, Estados Unidos ha alentado la desestabilización política en diversos países de América Latina, como parte de una estrategia para reconstruir su hegemonía en la región, la cual se ha visto fracturada por el arribo al poder de gobiernos de signos ideológicos distintos, pero renuentes a aceptar acríticamente el llamado Consenso de Washington. Según los autores, en el contexto de la referida estrategia se llegó a contemplar la posibilidad de asesinar al presidente de Bolivia, Evo Morales, en el marco de la crisis política que protagonizaron el gobierno de La Paz y las oligarquías secesionistas de la llamada región de la Media Luna (Santa Cruz, Beni, Tarija y Pando), en 2008.

El referido plan constituye, en lo esencial, una reiteración de las inveteradas manías estadunidenses para desestabilizar a gobiernos soberanos en el continente, que entre otras cosas han llevado a Washington a perpetuar por más de seis décadas un bloqueo improcedente en contra de Cuba, que ha sido complementado con diversas maniobras de desestabilización en la isla. Por lo demás, Washington ha patrocinado y organizado programas golpistas como el que se puso en marcha contra Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954 y el que derivó en el sangriento cuartelazo del 11 de septiembre de 1973 en Chile; formó escuadrones de la muerte en Centroamérica en los años 80 del siglo pasado, y envió, a finales de esa década, fuerzas invasoras a Granada y a Panamá.

Por desgracia, el patrón golpista se ha reactivado en el pasado reciente y ha afectado a diversos gobiernos y países desde 2002, cuando el presidente venezolano Hugo Chávez fue temporalmente derrocado y secuestrado por militares desleales; se repitió en escala menor en Bolivia en 2008; logró, un año más tarde, subvertir el orden democrático en Honduras, y se reprodujo, sin éxito, en la sublevación policiaca contra Rafael Correa en Ecuador, en 2010. Recientemente, en naciones como Venezuela y Argentina se han dado movilizaciones pretendidamente ciudadanas en las que puede apreciarse, sin embargo, la mano no tan invisible de Washington, con la novedad de que el correlato discursivo actual de esa asonada está basado en supuestos “afanes de desarrollo democrático” en esas naciones.

Esa estela de episodios da cuenta de que la pretendida vocación democrática de Estados Unidos no es más que una falacia, y que la superpotencia, por lo general, no tiene empacho en subvertir regímenes legítimamente constituidos cuando éstos se oponen a sus intereses hegemónicos en la región.

Con todo, el plan denunciado en la publicación referida deja fuera una de las vías menos violentas y acaso más efectivas de que se ha valido Washington para consolidar y reparar su hegemonía regional. Tal es el caso del adoctrinamiento ideológico de las élites que conducen política y económicamente a naciones del continente, como ha sucedido en México. En efecto, la adopción acrítica del neoliberalismo por los gobiernos de nuestro país en las últimas tres décadas no solamente ha arrojado nefastos resultados sociales y económicos, también ha supuesto un lastre para las posibilidades de transformación del régimen político, bloqueadas sistemáticamente por esas propias élites mediante recursos no precisamente democráticos y con el conocimiento e incluso el beneplácito de Estados Unidos.

Por fortuna, el designio desestabilizador comentado ocurre en un momento en que las naciones de la región se han provisto de mecanismos de interacción multinacional que escapan a la preceptiva de Washington y que, en forma contraproducente, ha profundizado el aislamiento de la superpotencia en la región. A pesar de ello, queda demostrado que Washington, lejos de ser un garante de la legalidad internacional y la democracia, se ha convertido en un violador consuetudinario y sistemático de tales principios.

2 de octubre de 2015

OMC RECORTA PREVISIÓN DE COMERCIO MUNDIAL DE 3,3% A 2,8% PARA ESTE AÑO

Marco Antonio Moreno. El blog salmón

La Organización Mundial de Comercio ha recortado su previsión de crecimiento para este año de 3,3 a 2,8 por ciento. Un significativo descenso que da cuenta de la desaceleración económica en curso y que tiene su epicentro en China, un país en el cual no dejan de reventar las burbujas especulativas. Este nuevo pronóstico, revisado a la baja a partir de la previsión de 3,3 por ciento hecha en abril, significa que 2015 será el cuarto año consecutivo con el crecimiento del comercio mundial por debajo del 3 por ciento, la mitad de la media anual entre 1990 y 2008, antes de la crisis financiera.

El pronóstico de la OMC implica que el crecimiento se acelerará este año, desde el 2,5 por ciento de 2014. Pero sus expectativas se han demostrado en repetidas ocasiones demasiado optimistas pese a que la esperanza de la recuperación económica global ha retrocedido.

El informe de la OMC señala que aún hay riesgos potenciales para la economía mundial. Estos incluyen una desaceleración mayor a la esperada en las economías emergentes y en desarrollo, y la posibilidad de flujos financieros desestabilizadores ante la eventual subida de los tipos de interés por la Reserva Federal de Estados Unidos. Además, hay que agregar los costos imprevistos asociados a la crisis migratoria en Europa.

La desaceleración de China provocó que la OMC redujera su pronóstico de crecimiento para las importaciones de Asia a 2,6 por ciento, por debajo del 5,1 por ciento de la proyección en abril, y las exportaciones asiáticas a 3,1 por ciento de la anterior previsión de 5,0 por ciento.

La caída de la demanda de China fue una de las razones principales por las que el comercio mundial se redujo en los dos primeros trimestres de 2015, con una contracción respecto al trimestre anterior de 0,7 por ciento. La caída de la demanda en Brasil y el derrumbe de los precios del petróleo y las materias primas también contribuye en esa tendencia negativa.

Esto indica que el comercio mundial está sufriendo su mayor contracción desde la crisis de 2008 lo que puede ser una señal de que la globalización alcanzó su punto máximo. Durante décadas el comercio mundial creció al doble de la tasa de crecimiento económico como resultado de lo que se dio a conocer como la hiperglobalización.

Sin embargo, el estallido de las burbujas especulativas y la pérdida de 13 billones de dólares en últimos tres meses es un claro indicador que la economía mundial se encuentra sin motores de crecimiento. La desaceleración actual no es sólo el resultado del aterrizaje chino, sino también de la debilidad económica que envuelve a Europa y Estados Unidos.