5 de junio de 2014

“NI DE DERECHAS NI DE IZQUIERDAS”. O SEA, DE DERECHAS

Por Marat

A lo largo de mi vida he visto desfilar ante mis ojos a vendedores de burras viejas con albardas de segunda mano pero que parecen nuevas, a ilusionistas y trileros, a practicantes del timo del toco-mocho, a tahures con las cartas marcadas, a renovadores de la nada, a pirómanos que acaban en bomberos toreros, a comerciantes de botes de aire del Himalaya, a funambulistas con red, a cocineros del gato por liebre a las finas hierbas, a telepredicadores del marketing político, a utileros del sistema que juegan a parecer chicos malos para el mismo, a Césares que pretenden ser dioses sin un siervo que vaya detrás recordándoles que son hombres y mortales y a tenores que cantan operas con nuevos títulos pero letras demasiado ya viejas. Al primero lo vi y y escuché en la noche del 28 de Octubre de 1982. Al segundo le vi venir de lejos. Marx dijo aquello de la historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa. Se le olvidó decir que, en ocasiones, las dos veces es farsa. 

Pero vayamos al asunto que da título a este texto. Desde que detonó aquello del “no somos de izquierdas ni de derechas” hace tres años, se ha repetido hasta la saciedad eso de que “somos pueblo”- lo que no equivale en absoluto a clase porque pueblo es lo mismo que nación y que ciudadanos, un término global que esconde el hecho de que unos y otros están atravesados por las clases sociales y sus contradicciones- y que como pueblo, “las ideologías nos dividen, por lo que debemos unirnos todo el pueblo superando esas diferencias”, palabras más, palabras menos.   

Este tipo de afirmaciones las he escuchado y leído desde la extrema derecha hasta otros supuestamente de “izquierdas” pero que llamaban a superar el eje izquierda-derecha y sustituirlo por el de “los de abajo contra los de arriba”. Tomen nota de esta última expresión porque volveré sobre ella más tarde.

Antes de continuar el desarrollo del presente texto, creo necesario hacer un esquema mínimo de lo que representan las ideologías izquierda-derecha, aceptando que posiblemente sea tildado de simplificador, algo inevitable si lo que se pretende es resumir una idea focalizando de ella sus aspectos más relevantes. Pueden ustedes pinchar con el ratón sobre la imagen.



Soy consciente de que dejo fuera del eje aspectos como la relación del individuo y las clases sociales con el Estado, el concepto de libertades, los valores morales que fundamentan los criterios de ser de izquierdas o de derechas, el concepto de justicia y otros pero, con ser estos importantes, creo que el eje económico y, dentro de él, la visión sobre la propiedad marcan las diferencias clave izquierda-derecha, no digamos ya en el marco de las crisis capitalistas y sus consecuencias sociales.

No, no he caído en ningún reduccionismo economicista. Simplemente, cuando se niega la importancia de lo económico y de lo que sucede en su marco (explotación, lucha de clases,...), me veo como Bill Clinton en la necesidad de gritar: “Es la economía, estúpidos” 

El eje presentado es de carácter histórico y atiende a los orígenes de ambos conceptos. Si se fijan, se darán cuenta de que la derecha no ha cambiado demasiado desde su nacimiento. Especialmente en el contexto de esta crisis del capitalismo. 

Ahora bien, ¿qué pasa con lo que habitualmente entendemos por la izquierda? ¿Creen ustedes que los partidos que se definen como pertenecientes a ésta, especialmente los que tienen algún peso político, se sitúa dentro los atributos que definen la identidad de lo que ese esquema plantea que es la izquierda?

Si ustedes tuvieran tiempo y ganas y recurrieran a varios ejes de coordenadas cartesianas dónde las abcisas estuvieran en un extremo en la derecha y en el otro en la izquierda y las ordenadas representaran, atributo a atributo, la oposición derecha-izquierda, ¿dónde creen ustedes que se situarían los principales partidos de izquierdas en cuanto a cuestiones como lucha de clases, defensa (en la práctica) de lo público y de la propiedad social de los medios de producción o clases sociales a las que apelan? Sería un ejercicio entretenido y curioso, si nos atendemos a algo más que los programas electorales y vamos a cuestiones como el discurso expreso (la ideología que se defiende) o la práctica.

Quienes nos definimos de izquierda y queremos que ésta lo sea, no en base a ninguna pretendida pureza sino en consonancia con la claridad de la derecha, vemos que, cuando se llama a superar la dualidad izquierda- derecha en base a que exigir que la gente sea de izquierda para admitirla en los frentes de lucha es dividir y excluir o a que es una palabra gastada por las prácticas incoherentes de la izquierda, y se propone sustituirla por el archirrepetido arriba y abajo, se está falseando el debate. Y con ello se pretende borrar los últimos vestigios de lo que es el hilo rojo de las tradiciones históricas de la izquierda, al negar hasta el nombre que permite saber que hubo un día un pensamiento y una orientación de lucha que se  reclamaron de izquierda. 

Se falsea el debate porque se pretende confundir lo que son los frentes de lucha con lo que son las organizaciones políticas. ¡Pues claro que no hay porqué pedir filiación ideológica a la gente que participa en las luchas sociales con los partidos de izquierda y el movimiento sindical entre otros! Faltaría más. Lo que no quiere decir que, cuando en determinados movimientos se detecten posiciones reaccionarias, antipartidos y antipolíticos en general, no haya que denunciarlo y desenmascarar lo que hay detrás de esas posiciones.  Pero los partidos y las organizaciones políticas son otra cosa. Necesitan proyectos de sociedad compartidos, valores e ideologías que los aglutinen y les doten de un mínimo de sentido, lo que no es ni monolitismo ni sectarismo, porque de lo contrario o bien se convierten en partidos todoterreno o bien en populismos que dicen a cada sector social lo que éste quiere escuchar. 

Sostengo que la pretendida superación de la dualidad izquierda-derecha y las propuestas de que la primera abandone su ámbito terminológico no es un mero asunto de nominalismo en el que poco importe cómo se llame “la cosa”, sino “la cosa” en sí, como afirmó en su día el último secretario general del PCI, Aquille Ochetto, porque con su nombre se fueron los últimos vestigios del “reformismo fuerte”  que había significado el PCI desde los años 60 para acabar convertido hoy en un engendro que dirige el gobierno italiano a manos del aventurero democristiano Matteo Renzzi

Sostengo también que este intento, no ya de involución, sino de liquidar a la izquierda, ya sea a través de plataformas o nuevos partidos “ni-nis” (ni de izquierdas ni de derechas sino claramente de derechas) llega en el momento apropiado para asestar o, cuando menos, intentar asestar el golpe de gracia a lo que queda de las izquierdas, reales, supuestas o mediopensionistas.

Aún recuerdo cuando un tipo que al que también votaron con “ilusión” dijo aquello de “gato negro o gato blanco, ¿qué importa? Lo importante es que cace ratones”. El héroe del momento se llamaba Felipe González y se hacía eco de la frase del conversor de China al capitalismo, Deng Xiao Ping. Hoy el gato  gordo cerdea en los consejos de administración, se ha convertido en especulador multimillonario y es asesor de alguno de los hombres más ricos del mundo. Eran tiempos precursores y hasta premonitorios de lo que algunos intentan vendernos ahora. 

Sostengo, en consecuencia, que esto de superar el eje izquierda-derecha llega en el momento más propicio: cuando el capitalismo da su batalla ideológica en todos los frentes, penetra con sus postulados y “teorías líquidas” en las izquierdas reformistas y éstas, algunas de las cuáles fueron tigres un día, se han convertido en mansos corderos, mientras sus aborregados hooligans venden la moto que antes compraron sus organizaciones políticas y después ellos, en un alarde de mansa ignorancia política de lo que se les viene encima frente a un fascismo de ideas fuertes y banderas al viento que conquistan las cabezas y los corazones de unas clases a los que esos partidos abandonaron hace tiempo.

No es sólo el nombre de la izquierda lo que se pretende que se abandone sino las categorías de pensamiento y de acción que conforman lo que es “ser de izquierdas” 
Una vez que la izquierda se acopló al capitalismo como mejillón a la roca y que la crisis sistémica de éste le cogió con el pie cambiado, la panza prominente y la falta de resuello y coraje para combatirlo con una idea fuerte y revolucionaria, vino el proceso de intoxicación de la misma desde ideas ajenas y, en general, opuestas al mismo. Objetivo: el derribo de un edificio aquejado de aluminosis.

Me propongo en esta segunda parte hacer un listado de conceptos -no meros términos- que a lo largo del tiempo fueron tradiciones de la izquierda, antes de que ésta se acomodase en el sofá-cama del capitalismo del Estado del Bienestar, el crecimiento y el desarrollo y el aplazamiento “sine die” de la “emancipación de la explotación del hombre por el hombre” (entendido en su expresión histórica y anticipándome a que alguien me quiera crucificar por machista).

A continuación iré exponiendo y analizando los principales de esos conceptos inoculados a la izquierda desde la derecha, si bien con frecuencia esos virus son transmitidos por agentes patógenos que suelen camuflarse como populares, democráticos e incluso de izquierda. 

a) Arriba y abajo: Sustituir las dualidades oposicionales empresario/capitalista vs. trabajador, o explotador vs. explotado, es un modo fullero de borrar las huellas de la opresión de clase, precisamente cuando la crisis económica y sus efectos sobre el mundo del trabajo desvelan, cada vez a más personas, una realidad que antes no les resultaba tan evidente de las relaciones entre las clases sociales. ¿Cuántos/as trabajadores/as no se han sentido en algún momento explotados en este tiempo de la crisis capitalista? ¿Cuántos/as de quienes han perdido su puesto de trabajo no se habrán dado cuenta de que no siempre es que la empresa no pueda mantenerles en nómina sino que les sustituyen porque ahorran costes sociales mientras la empresa sigue ganando dinero con menos empleados/as? 

Arriba y abajo tan sólo expresan un hecho: que hay quienes se encuentran en la parte superior de la pirámide social y quienes están en la base de la misma pero ocultan el porqué. No sólo no muestran la relación que existe entre las dos clases sociales principales, porque supongo que es a las clases sociales a lo que se alude con eso de arriba y abajo, sino que la esconde. Y lo que es peor, enmascara la injusticia misma de esa dualidad/relación entre unos y otros. Porque la explicación de la diferencia entre ese arriba y abajo y de la injusticia del “statu quo” social está en la explotación de unos seres humanos por otros a través de unas relaciones sociales de producción en las que unos imponen las condiciones laborales, de trabajo y contractuales y otros no tienen otro remedio que aceptarlas o pasar a engrosar las listas del paro. He ahí la razón de que unos sean poseedores y otros  desposeídos. 

Esta dualidad no se da sólo entre grandes empresarios/magnates y trabajadores. Por muchos pequeños y medianos empresarios que haya la relación laboral siempre es explotadores y explotados puesto que la relación contractual, sin hablar incluso del concepto plusvalía [concepto de plusvalía para no iniciados], no es entre dos agentes en igualdad de condiciones ¿Porqué emplear otras que ocultan la naturaleza de las relaciones entre los seres humanos en el mundo productivo capitalista en base a que puedan echar para atrás a quienes las escuchan por parecer anticuadas o demasiado ideológicas y radicales? ¿Acaso radical no viene de raíz? ¿Acaso las que se proponen como alternativas tienen más valor explicativo sobre la realidad? Se empieza siendo un “moderno” y se acaba siendo un cómplice de los capitalistas al desdibujar cómo son las cosas en realidad. 

Ese “raca-raca” con el que nos machaca a todas horas el partido-secta lanzado por la corporación Atresmedia, propiedad del empresario del PP, señor Lara, y en la que su socio Roures tiene participación a través La Sexta, de que hablar de capitalismo genera rechazo, de que hablar de explotación suena demasiado duro a la gente y de que hablar de izquierda echa para atrás a mucha gente es el discurso de la quinta columna del capital, de quienes buscan no ya desarmar ideológicamente a la izquierda política y sociológica española sino vaciarla de contenido, derechizarla aún más y destruirla. 

Si los conceptos resultan duros en una sociedad que se ha derechizado, entre otras cosas por la propia derechización de la izquierda y su renuncia a la didáctica política y la lucha ideológica, la solución no es vaciar de contenido a lo que es la izquierda, para que ésta corra detrás de la involución social hasta alcanzarla para ver si la acepta, sino recuperar la propia identidad de la izquierda y politizar las luchas sociales y económicas también desde la recuperación de esa lucha ideológica que fue abandonada. Mucho tergiversar a Gramsci con la simplificación penosa de su concepto de hegemonía para luego practicar un entreguismo ideológico repugnante. 

Es cierto que las expresiones “los de arriba” y “los de abajo” se emplean mucho en América Latina, precisamente donde la estructura de clases, en la mayoría de los países que la componen, es muy distinta que en España, ya que en ellos el papel del campesinado, y en concreto del campesinado pobre, propietario en unos casos de sus tierras y en otros no, es muy determinante. Pues bien, en esa estructura de clases y de propiedad de la tierra no siempre se da un tipo de relación dominador-dominado del tipo de la que se da entre empresario y trabajador. De ahí que en latitudes en las que esa relación no es tan evidente, salvo en los casos de los campesinos contratados en las plantaciones, la expresión arriba y abajo funcione de un modo distinto al que lo hace en nuestro contexto y exprese más bien la idea de ser poseedor o desposeído.   

En cualquier caso, es significativo que un personaje como Ollanta Humala, de quien las izquierdas latinoamericanas del socialismo del siglo XXI esperaban un hermano del movimiento bolivariano, el imperialismo USA temía tal cosa y al que pronto unos y otros hubieron de descartar como tal, declarase en 2011 (año 15M): “No soy ni de izquierda ni de derecha, soy de abajo y mi tarea es unir el país”. No debe sorprendernos que un personaje derechista como Vargas Llosa declarase en ese mismo año “Sin alegría y con muchos temores yo voy a votar por Humala”. Hoy la política de Humala podría calificarse de neoconservadurismo fujimorista y de mafia matonesca, aunque sin las salvajadas en derechos humanos de Fujimori.

A la innovación del “no somos de derechas ni de izquierdas” del 15M, Democracia Real Ya, los Monedero y los Iglesias -este último afirmó, apoyándose en un  politólogo (no, no es Monedero) como el desaparecido Norberto Bobbio, que tuvo una juventud fascista y posteriormente un pensamiento político social-liberal y anticomunista de pro, que “tras la caída del muro de Berlín ya no existe la lógica de la derecha y de la izquierda” -le salió pronto el añadido del “somos los de abajo y vamos a por los de arriba”. Cualquier gran empresario o el propio  Jiménez Losantos le aplaudirían hasta desollarse las manos.

Pero si ya José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange, fue un antecedente del “no somos de derechas ni de izquierdas” -"el movimiento de hoy, que no es de partido, sino que es un movimiento, casi podríamos decir un antipartido, sépase desde ahora, no es de derechas ni de izquierdas"-, la proposición final -"somos los de abajo y vamos a por los de arriba”- tiene su antecedente en en Ernesto Milà, teórico actual del fascismo español. Su aserto es también del primer año triunfal del 15M, el 2011. ¿Volvemos  al famoso gato negro o grato blanco...para justificar el uso de tales consignas y lo que hay debajo de ellas, que no es lo que algunos pretenden hacernos creer?

La tentación de ciertas izquierdas claudicantes de sus propias ideas de convertir en sinónimos de izquierda y derecha al “abajo y arriba” es una falacia que muestra ignorancia y oportunismo a dosis iguales. Esa equivalencia no existe porque arriba y abajo serían, en el mejor de los casos, categorías sociales, mientras que izquierda y derecha lo son políticas y los conceptos no son trasladables ya que no se da una correspondencia directa entre un tipo y otro de instancias.  

b) “Pobres y ricos”: Cabe decir sobre esta segunda dualidad algo muy parecido a buena parte de lo ya expresado para arriba y abajo. Enmascara, de nuevo, los motivos de esa pobreza y riqueza: la propiedad privada de los medios de producción y la relación desigual que se produce entre empresario y trabajador bajo el capitalismo porque enfatiza un hecho, el ser pobre y el ser rico, como realidades sin causa.

Al no aludir de modo directo al origen de la pobreza o de la riqueza cabe preguntarse si la riqueza es igualmente injusta en todas las circunstancias. ¿Es lo mismo la riqueza que nace de unas relaciones de producción que, bajo el capitalismo, siempre entrañan la explotación, que la proveniente de la herencia o de los caprichos de la fortuna (juegos de azar)? Parece que la herencia, incluso en los casos en los que el origen de la riqueza sea la propia explotación, no cabe calificarla de igualmente inmoral por parte de quien la recibe que por parte de quien la acumuló, a menos de que el heredero continúe ejerciéndola. Es obvio que el heredero contrae con la herencia una responsabilidad moral -acepte esa responsabilidad o no- cuál es el origen de su nueva riqueza (la explotación citada, el crimen, el tráfico de armas, personas, drogas,...) pero no entraña el proceso de acumulación de la fortuna sino su recepción. No son exactamente lo mismo una u otra. Cierto es, y éste es un asunto muy notable desde una perspectiva de emancipación e igualdad entre los seres humanos, que la herencia es esencialmente injusta por cuanto que perpetúa la propia desigualdad. El acaudalado siempre donará una herencia muy superior a la persona de renta baja. En cualquier caso, el rico heredero no se convierte en explotador en sí mismo si él a su vez no dedica esa herencia a perpetuar el mecanismo de producción empresarial de la misma.

En el caso de quien se ha convertido en rico, pongamos por caso, a través de alguna forma de lotería, es obvio que aquí no hay explotación y que, en consecuencia, en términos morales no es lo mismo que un empresario rico. 

Por este lado, parece que tampoco los conceptos pobre y rico ayudan en absoluto ni en términos explicativos sobre el origen de la riqueza/pobreza ni en términos morales acerca de la misma. 

Desde esa condición de foto fija que da la dualidad pobres-ricos hay algo reaccionario en la cultura que se mueve alrededor de ambos conceptos. En el campo connotativo de la pobreza entran otros términos como caridad, humildad y viejos refranes conservadores del tipo “siempre ha habido pobres y ricos y siempre los habrá” o del "arrímate al que tiene que por lo menos no te pedirá"

Pero es que además la dicotomía pobres y ricos plantea un manejo desventajoso desde una perspectiva de izquierdas porque activa el mecanismo defensivo del discurso de la derecha sobre “la envidia igualitaria” hacia la riqueza y la responsabilidad (culpa) personal del “pobre” respecto a su condición, a su éxito o a su fracaso. De ahí que, en realidad, hablar de pobres y ricos, en lugar de resultar explicativo es una idea que opera en connivencia con el estatu quo capitalista.


c) “Casta política”: Ya he aludido en otros artículos a cómo la expresión tiene su precedente en la de “clase política” elaborada por los teóricos prefascistas italianos Gaetano Mosca y Vilfredo Paretto, a quienes Mussolini nombró senadores vitalicios.
Uno de los primeros voceros del concepto de casta política fue el periodista Enric González, que el 25 de Mayo de 2007, pocos meses antes de que detonara la crisis capitalista mundial, escribe en El País -un periódico poco sospechoso de izquierdismo- un artículo titulado “La República italiana, en caída libre”. Llamativamente el neopoplismo de tendencias reaccionarios de Beppe Grillo y el M5E fueron notablemente influidos desde sus orígenes por el libro al que alude el citado artículo: “La casta”. El señor Enric González parece haberse resituado aún en una mejor plataforma periodística para defender sus ideas políticas ya que ahora escribe desde “El Mundo”. En uno de sus últimos artículos expresa desde este medio su simpatía por Podemos, gran difusor actual de la teoría de la “casta política”, que este partido recoge, a su vez, del 15M. 

Es indudable que en la política institucional existen enormes y numerosos casos de corrupción, abuso de poder, eternización en cargos políticos, y otros síntomas de esclerotización de la vida política y la representación institucional. ¿Quién duda de que la puerta giratoria de la política a los consejos de administración de las grandes compañías con grandes sueldos es una cuestión que irrita sobremanera a quienes están padeciendo las consecuencias de la crisis económica?

Pero ¿tiene sentido que el tema de la “casta política” sea el asunto central de un partido que dice que hay que superar la dicotomía terminológica izquierda-derecha y que, cuando le zurran la badana en las redes sociales y en un sector de la opinión pública más formada e informada y de izquierdas, se reivindica de ésta? Sí, si lo que le importa, en realidad, es limitar su acción política a la reforma de lo institucional ¿Debe serlo en un contexto social de 6 millones de parados, más de la mitad de ellos menores de 30 años, gran parte de ellos de larga duración y que han agotado sus prestaciones de desempleo. ¿Debe serlo en el marco de un proceso de regresión de los derechos laborales, de los salarios, de las conquistas de la clase trabajadora sin precedentes? 

Sin duda debe serlo,...siempre que lo que se busque no sea tanto la “regeneración” -concepto con algunas connotaciones ultraderechistas en la historia de España de principios del siglo XX- como la voladura del actual sistema de partidos, si lo que se busca es un quítate tú para ponerme yo. 

Podemos entró con el tema de la casta política en la carrera electoral generalizándolo desde sus redes sociales al conjunto de la representación institucional, sin matizar. Sus fervorosos y agresivos fieles en las redes sociales incluían en ella a partidos con los que a partir del día siguiente de los resultados electorales empezaron sus dirigentes a decir que sería bueno converger (IU). A los pocos días tanto Monedero como Iglesias como el eurodiputado liebre, Jiménez Villarejo, puesto en las listas para darles lustre y tirón entre el votante de mediana edad y que acaba de anunciar que cede su puesto al siguiente de la lista -viva la ética política- ya incluían al PSOE, siempre que "haga cambios profundos" -¿cuáles?-, pero a la vez matizaban y circunscribían luego la casta política al PP y al PSOE. Hasta que el señor Monedero, hombre del aparato de Podemos, jalea a las bases para que sigan hostigando a la organización a su izquierda -no por demasiado, todo hay que decirlo-, IU (a la que Podemos copió su programa de las elecciones europeas) , diciendo aquello de “un sector de Izquierda Unida se ha hecho régimen” . Si lo sabrá él que, cuando ejercía de asesor aúlico de Llamazares, entonces coordinador general de IU, ayudó a casi hundirlo, poniéndolo a las órdenes del zapaterismo. 

Estos vaivenes respecto a los límites de las organizaciones que conforman la casta política son una mezcla de improvisación, aventurerismo, falta de planteamiento estratégico y de cohesión en e discurso, parcheo sobre la marcha y oportunismo por parte de un grupo de jóvenes profesores universitarios, y de un partido que no se comía ni una rosca antes del invento de “la cosa” -Izquierda (Anti) Capitalista- con una desmedida ambición de pasar a ser parte de ella. 

Ya se comporta como tal.

¿O es que no son tretas de casta, siempre según las categorizaciones de la misma que hacen estos “indignados” del partido que ya les representa, el presentar a un anciano a unas elecciones a sabiendas de que, una vez logrado el tirón electoral que su adorno en la lista de las europeas pudiera depararles, permitir que se retire, para dar paso al siguiente? ¿Eso no es engañar a los electores?

¿O es que no es un comportamiento propio de esa casta de la que tanto hablan que el cabeza de lista de Podemos, una vez elegido europarlamentario, diga que no descarta presentarse a las generales en 2016, cuando todavía le quedarán 3 años como europarlamentario? ¿Eso tampoco es engañar a los electores?

¿O es que pretende que creamos que no serán parte de lo que este partido llama “casta” sus europarlamentarios en una sociedad en la que no todo el mundo puede ser, en realidad, elegido, que no compartirá parte de la información parlamentaria que no nos llegará, que el trato dado a sus miembros electos será el mismo que el dispensado a cualquier persona común?

¿O es que no es coquetear con la casta decir, como hizo el amigo Jiménez Villarejo recientemente, que contemplan sumar al PSOE a su frente amplio de izquierdas si hace “cambios profundos” que no especificó?  

¿Y díganme si no es una actitud de casta, pero de las de verdad, no simplemente política, sino de las que nos llama gilipollas al resto de los mortales que-no-somos-científicos-del CSIC-como-él, la prepotencia de jovencito soberbio de Pablo Echenique, eurodiputado de Podemos, de decir no sólo que es partidario de la experimentación con animales y llamarnos anticientíficos por este motivo a los que desde la izquierda lo rechazamos? Estos jovencitos universitarios de Podemos, sobradamente preparados porque son la generación más preparada de la historia, son tan impertinentemente fatuos que a uno le hacen pensar que en algo hemos fallado sus mayores a la hora de transmitirles no ya el hilo rojo del pensamiento de la izquierda sino la modestia necesaria que ayuda a no comportarse como botarates. Esa arrogancia la pagarán muy pronto, mucho antes que el clan de la tortilla del amigo Isodoro, de cuyo partido juegan a ser recambio.  

Por otro lado, estos politólogos -¡cómo les gusta pavonearse de serlo!- debieran plantearse si el concepto “casta política” es muy científico porque las castas, para serlo, son hereditarias. Se pertenece a ellas por nacimiento y son inmóviles y rígidas. A lo que ustedes llaman casta política se entra -es cierto que no se suele salir-, no se nace en ella, no es hereditaria más que en parte -como ascenso social derivado de las facilidades de acceso que da ser hijo de don fulano o de doña zutana- y no es una como estructura estamental rígida y cerrada porque fluctúan sus componentes y la proveniencia de los mismos.

d) El 99% contra el 1%: Alguien que afirmaba tener 28 años, ser universitario, vivir en Nueva York y llamarse Chris, sin apellido que lo identificase porque, según él, trabajaba en una empresa de comunicación y no deseaba sufrir represalias, hizo la propuesta al movimiento Occupy Wall Street, desde su blog en Tumblr, de que se lanzase la consigna de “somos el 99%”. La idea es que el lema fuese acompañado de carteles con fotografías personales a las que se añadiese, además, un pequeño texto escrito a mano. Finalmente se acompañaría de la dirección occupywallst.org.

La cuestión fue planteada por Internet el 23 de Agosto del 2011 y el 8 de Septiembre fue lanzado públicamente. Un mes después el movimiento Occupy Wall Street, con toda su maquinaria ciberactivista, lo había convertido en un lema de impacto viral y desde ahí se extendió, a través de todas las franquicias indignadas del mundo como idea fuerza que unificaba al movimiento a nivel global.   

Lo de menos era que el lema del supuesto 99% de oprimidos frente al que se encontraría el 1% de opresores, o más ricos del mundo, que le gusta decir a los indignados, fuese cierto. Lo importante era la contundencia y casi unanimidad de la cifra así como su capacidad de impacto, al referirse casi al 100% de la población. Nadie iba a cuestionar una cifra u otra y menos cuando su éxito se iba a ver ayudado por el impulso casi instantáneo que produce compartir y difundir lemas sencillos que apelen a las emociones y no al cerebro. ¿Acaso ha visto usted a algún ciberactivista de los que se limitan al copia y pega y al compartir de las redes sociales que se cuestione lo que está difundiendo? No les da el cerebro para hacer las dos cosas a la vez. 

Como en tantas cosas en las que el movimiento de los indignados creyó haber inventado la pólvora, en un lema como éste tampoco fue original sino simplemente ligeramente más exagerado. 

Liev Trotsky ya hace referencia a la cuestión de los 90 y tantos por ciento en un texto que no es precisamente de 2011 sino de mediados de abril de 1931:

 “El fascista Strasser dice que el 95 por ciento del pueblo está interesado en la revolución, que por lo tanto no es una revolución de clase sino una revolución popular. Thaelmann repite a coro. En realidad, el obrero comunista debería decirle al obrero fascista: por supuesto, el 95 por ciento de la población, si es que no es el 98 por ciento, está explotada por el capital financiero. Pero esta explotación está organizada de modo jerárquico: hay explotadores, subexplotadores, subsubexplotadores, etc. Sólo gracias a esta jerarquía pueden los superexplotadores mantener sujeta a la mayoría de la nación. Para que la nación sea efectivamente capaz de reconstruirse a sí misma alrededor de un nuevo núcleo de clase, deberá ser reconstruida ideológicamente, y esto sólo podrá conseguirse si el proletariado no se disuelve a sí mismo en el “pueblo”, en la “nación”, sino que, por el contrario, desarrolla un programa de su revolución proletaria y fuerza a la pequeña burguesía a elegir entre dos regímenes” (León Trotsky.“La lucha contra el fascismo en Alemania”)

Aclaro que “la lucha contra el fascismo es Alemania” es una compilación de textos de Trotsky escritos entre 1930 y 1933,

Creo que lo que está diciendo Trotsky acerca de esas configuraciones internas de los 90 y tantos por ciento es diáfano, algo que muchos trotskistas, tan leídos ellos, que se hacían eco del lema de Occupy Wall Street a nivel mundial, parecen haber olvidado o, simplemente, en una muestra de oportunismo ramplón prefieren hacer como que no conocen su significado. 

Es obvio que lo de menos es que haya un 1, un 0,5 o un 3% de magnates que concentren en sus manos una elevada proporción de las riquezas nacionales o mundiales porque el problema no es ese sino el origen de esa riqueza privada y en ese caso, la proporción de explotadores es mucho mayor que el cacareado 1%.

Una de las contradicciones fundamentales del capitalismo es que mientras la producción de bienes y riqueza es un acto colectivo (social) la apropiación del producto del trabajo (el beneficio) es un acto privado. Sean megaricos, sólo muy ricos, ricos sin más o muy acomodados, los empresarios extraen el beneficio de la actividad de sus trabajadores del mismo modo. La pequeña y mediana burguesías no están con una mano delante y otra detrás. Forman parte del mismo engranaje capitalista y, si bien, la tendencia a la concentración del capital tanto a niveles nacionales como mundiales tiende a laminarlas, ello no supone ni que estén en el mismo campo de la clase trabajadora ni que ésta deba considerarlas oprimidas ya que, en sus relaciones de producción con el trabajador, son opresores, pues no de otra forma obtienen el beneficio. 

Sólo en una situación revolucionaria en la que la clase trabajadora tuviera la iniciativa y un programa socialista, cabría situar a esas burguesías subordinadas al gran capital, ante la disyuntiva de elegir campo: el de los trabajadores o el de los capitalistas.

Hacerlo en una situación en la que la iniciativa la lleva el capital equivale a sacar las castañas del fuego a la pequeña y mediana burguesías mediante un programa y un conjunto de demandas interclasistas que pone los intereses de la clase trabajadora a la cola de los de las clases medias. No otra cosa ha sido el movimiento indignado en USA o en España, así como el resto de sus franquicias. 

e) Filosofía y economía del Bien Común: Es una variante del tipo de bazofia ideológica anteriormente mencionada. 

Pero ello no es un problema para el pseudoizquierdista medio que cree se adhiere al “bien común” porque la carga simbólica y hasta emocional que arrastra el nombre le nubla el interés por saber más sobre este concepto y cuando muestra algún interés no se preocupa en preguntarse porqué precisamente ahora, en medio de una crisis estructural del capitalismo como quizá no haya este sufrido con anterioridad, el señor Christian Felber y compañía se sacan de la mano una teoría del capitalismo ético, comprometido con la justicia social y la solidaridad, transparente y responsable, medioambientalmente sostenible y potenciador de la cooperación. Que el gran especulador mundial y agitador de decenas de fundaciones para la organización de la disidencia controlada, George Soros, sea partidario del mismo debiera decirles algo. Pero ¡qué va! Ni les preocupa. Suena bien. Es un nombre con fuerza, el gobierno de Rafael Correa parece partidario de promoverlo y tira “pa lante”.

La Economía del Bien Común se presenta como un proyecto abierto a las empresas y surgido desde fuera de ellas, planteado como un sistema cooperativo que funciona con un modelo abierto. La realidad es que son las empresas las primeras interesadas en crear  complicidades con su “capitalismo humano” en lo que representa una pretendida transposición del modelo de Estado del Bienestar, en proceso de muerte, a una especie de Corporaciones Privadas de Bienestar. Despierten. Los reyes son los padres y el capitalismo no funciona filantrópicamente sino mediante la explotación. Lo único que buscan con esta filosofía que tan bien da de comer al señor Felber es blindar una posible extensión de la critica al marco político al empresarial. 

El primer intento del capitalismo de vendernos esa moto se inició con la RSC (Responsabilidad social Corporativa) o RSE (Responsabilidad Social Empresarial). Luego han venido variantes desarrolladas del mismo engendro tales como el sistema B, que es el modo ligeramente más conservador de vender el mismo producto en algunos países de América Latina como Colombia, o la Economía/Filosofía del Bien Común, la versión para “progres” cándidos y descafeinados. En esencia, de lo que estamos hablando es de una evolución de la filantropía del empresario benevolente y caritativo de perfil dickensiano, que en la Inglaterra del siglo XIX tuvo uno de sus más notables representantes en John Stuart Mill y otros notables pensadores del social-liberalismo o del capitalismo compasivo. Los señores de la Economía del Bien Común les dirán que, aunque tiene que ver con la RSC, la primera es mucho más que eso. En efecto, es palabrería más evolucionada del mismo cuento.

Voy a referirme brevemente a los antecedentes de la Economía o Filosofía del Bien Común en la RSC o RSE porque es algo que conozco directamente ya que tuve un acercamiento profesional a la cuestión durante algún tiempo.  

La RSC o RSE es una práctica, especialmente de las grandes corporaciones, destinada a mejorar la valoración de las mismas, no ya desde la publicidad sino desde una estrategia que podríamos definir como de Relaciones Públicas.

El punto de arranque es que la empresa tiene un impacto en el entorno en el que se inserta, ya sea social o ambiental, y que ese impacto puede ser positivo o negativo.

El planteamiento teórico de la RSC implica una contribución de la empresa a la mejora social, económica y ambiental de tanto de su entorno (exterior) como de la comunidad que la conforma (interior). 

Así las empresas se implicarían en mejorar las condiciones laborales de sus trabajadores,     un uso energético eficiente de la energía, gestión de recursos y residuos, implicación de la empresa en la vida de la comunidad en la que se inserta, la mejora de las oportunidades de dicha comunidad y un largo bla, bla, bla de buenos deseos.

En la práctica, la aplicación de la RSC en el interior de la empresa se aplica a reducir el potencial de conflicto laboral mientras en el exterior realiza alguna inversión puntual en  infraestructuras del entorno, algún proyecto social no muy costoso o la rehabilitación de una zona contaminada, a menudo por la misma empresa que ahora trata de lavar su imagen.

Ello a cambio de comprar -literalmente- las voluntades de líderes políticos y sindicales, ecológicos o vecinales, ONGs y a la prensa del entorno.

Un  ejemplo de este modo de proceder es el realizado por el la petrolera REPSOL en las ciudades en las que ubica sus refinerías. 

REPSOL ha acometido importantes esfuerzos de seguridad en el shoftware informático de sus refinerías pero sus infraestructuras son viejas y manifiestamente mejorables hasta el punto de que en todas ellas se han producido graves riesgos para la seguridad de las mismas y del entorno, habiéndose dado casos de heridos entre su personal. Pues bien, una de las partidas de RSC más importantes en los entornos de las refinerías de este operador energético es el acallamiento de las potenciales críticas mediante las subvenciones, dádivas, invitaciones a eventos, privilegios, etc. a los grupos de interés locales.  

Podría ponerles ejemplos de otras corporaciones pero creo que el botón expuesto es buen paradigma de cualquier otra gran corporación que aplique la RSC, el Bien Común o cualquier otro embuste de capitalismo ético.     

Este tipo de teorías funcionan muy bien cuando previamente se ha sometido al prisionero -la clase trabajadora- a una presión y un castigo tan brutales que cualquier cosa que signifique aligerar mínimamente el nudo que le ahoga, lo agradecerá de forma infinita. Es una suerte de ducha escocesa: neoliberalismo salvaje primero y capitalismo compasivo después. En mis tiempos lo llamábamos el reparto de papeles entre el poli malo y el poli bueno. Pero polis o capitalistas al fin y a la postre. Porque aunque pretende pasar por un planteamiento alternativo al capitalismo de mercado y al socialismo -ahí está la clave de la cuestión- lo cierto es que, a la corta y a la larga, es capitalismo sin más, de mismo modo en que no se puede estar un poco muerto o medio embarazada. Es el ideal del depredador -pero socialmente responsable y ambientalmente sostenible, of course- por la mañana y benefactor dialogante por la noche. 

El objetivo, obviamente, de la Economía del Bien Común no es el fin del sistema capitalista sino un remozamiento del mismo que le haga más aceptable por sus víctimas. A cambio, las migajas a repartir entre los pobretes serán un poquito más grandes y equitativas, siempre que ello suponga conciliación y paz sociales y renuncia a la lucha de clases. 

Para quien no crea en una sociedad socialista la Economía del Bien Común estará muy bien porque es un bonito sueño de una cálida noche de verano pero entonces no digan ustedes que son de izquierdas porque ¿cuándo el capitalismo ha sido así fuera de los países nórdicos por un breve período de tiempo en 400 años de existencia? Si ustedes están dispuestos a creer que es posible un capitalismo que no se mueva por un interés de lucro es que desconocen la historia del mismo de cabo a rabo. Las 1000 y pico empresas que ya se han adscrito a la economía del Bien Común del señor Felber firmarán lo que sea con tal de mejorar su valoración en un tiempo en el que el capitalismo tiene mala prensa.

Para quienes digan que esto es mejor que nada, sinceramente sólo cabe decirles que el autoengaño es la forma más eficaz de mentirse a uno mismo. 

Pues bien, el partido de profesores universitarios impulsado por los medios de comunicación del capital a un estrellato rápido -me refiero a Podemos, por si no he sido claro- es partidario de la Economía del Bien Común. IU tampoco está precisamente lejos del concepto, lo mismo que el grupo ATTAC. 

f) Ciudadanos: Es otro concepto que actúa como disolvente del antagonismo de clase entre trabajadores y burguesía-

Pero es que además, por tratarse de un concepto universal -ciudadanos son todos y cada uno de los miembros de una comunidad poseedores de derechos y deberes. Desde usted, que esta leyendo este texto, hasta los ciudadanos/as Emilio Botín, Esther y Alicia Koplowitz, Amancio Ortega, Florentino Pérez, la familia Entrecanales, José Manuel Lara (Corporación Atresmedia) y tantos otros- hace tabla rasa de la existencia de clases sociales en su interior.

El concepto ciudadanos es muy pertinente cuando se refiere a las relaciones de la persona con el Estado, sus instituciones.

Pero carece de sentido cuando alude a las relaciones sociales de producción entre esos ciudadanos. ¿Son acaso los ciudadanos los que hacen huelgas generales? ¿Los empresarios contratan a ciudadanos? ¿Los despedidos de una empresa son ciudadanos? ¿El antónimo de empresario/capitalista es ciudadano? No. La característica principal que define a todos ellos es ser trabajadores. Incluso la persona que busca su primer empleo lo hace en tanto que futura trabajadora, siempre que no lo haga como empresaria. 

Cuando dos personas mantienen entre sí relaciones salariales, una de ellas como realizadora de un trabajo y otra como empleadora, la primera es trabajadora y la segunda empleadora.

Carece de sentido, por tanto, hablar de ciudadanos cuando, en lo que los pensadores liberales llaman “sociedad civil”, existen relaciones sociales de producción entre empleados y empleadores, entre trabajadores y empresarios. Y éstas son claramente desiguales.

¿Por qué, entonces se habla tanto de ciudadanos/as y apenas de trabajadores/as? Sencillamente porque se intenta ocultar que las sociedades están divididas en clases sociales, que esas divisiones son, en esencia, irreconciliables en intereses y hay un interés no explícito de dirigir las demandas sólo hacia la esfera de lo político y no de lo socioeconómico. O dicho de otro modo porque, en el actual contexto de la crisis capitalista, lo que se intenta es ocultar la auténtica fuente de la desigualdad, la explotación de unos seres humanos por otros y quiénes son los auténticos responsables del paro y la brutal transferencia de las rentas del trabajo hacia las del capital. El plano de lo político acaba por convertirse en el señuelo para evitar que se cuestione el de lo económico.

Todo partido, organización o movimiento que aluda al término de ciudadanos como el colectivo al que apela actúa desde un discurso de derechas, se autocalifique a sí mismo como quiera, porque ocultar la existencia de clases sociales y de la lucha de clases y tratar de que nos olvidemos de lo que sucede en el marco de la actividad económica es, de facto, justificar la opresión de clase. 

Cuestiones finales
Después de todo este paquete infumablemente largo -no sé escribir más corto si tengo mucho que decir- quizá diga usted, con razón: ¡colega, para hablar de la lucha de clases y de que en la economía se libra la batalla contra el capitalismo, podrías haberlo hecho más corto!

Muy cierto. Pero si uno pretende desmontar todo el conjunto de heces que buscan legitimar a través de su palabrería hueca el capitalismo, hay que decir algo de cada una más allá del consabido y conciso "no soy partidario" que solemos decir por el norte.

La ofensiva sin precedentes por acabar con la dualidad política izquierda-derecha tiene en la involución ideológica su más decisiva arma de destrucción masiva.

Los motivos fundamentales de que ello esté sucediendo, por encima de la ofensiva de la derecha en el pensamiento político, se encuentran principalmente en la izquierda.

La crisis de marxismo de la que éste aún no se ha recuperado, por mucho que Marx y otros pensadores marxistas hayan regresado con gran fuerza editorial, explica mucho del brío con el que los fundamentos del pensamiento de la izquierda están siendo atacados y del modo con el que se intenta negar la dualidad, primero de la terminología izquierda-derecha, después de su oposición histórica fundamental.  

Hoy muy pocos teóricos políticos relevantes se consideran marxistas, en el mundo universitario esta corriente se encuentra en franca retirada y los pensadores marxistas actuales tienen un escaso nivel frente al de sus predecesores de hace tan sólo tres o cuatro décadas.

Aquellos supuestos marxistas que han sido puestos de moda por medio de editoriales, conferencias y aparatos ideológicos del capital lo son más bien de un marxismo esotérico (Žižek , Holloway,...), por no decir otra cosa, o bien están ya dentro de corrientes postmarxistas, lo admitan o no (Negri).

No hablemos ya del pedorreo que algunas corrientes políticas se traen con “pensadores” del tipo de Derrida, Foucault, Deleuze o Guattari, entre otros. La búsqueda de lo raro, lo incomprensible (apuesto a que la gran mayoría de sus fans no los entienden), “pour épater la bourgeoisie”,  no es más que la pataleta inocua del pensamiento middle class que se degrada cuanto más se aleja del “análisis concreto de la situación [y de la realidad] concreta”.

El caso contrario, el dogmatismo en el pensamiento que trata de encarcelar al marxismo en una colección de citas de autoafirmación para revolucionarios en horas bajas, lo ha esclerotizado, destruyendo su potencial transformador.

Por en medio, el gran grueso, del posibilismo, del oportunismo, del-llamémoslo-de otro-modo-para-que-no-asuste-la-gente-porque-al-fin-y-al-cabo-hablamos-de-lo-mismo, no es otra cosa que la forma vergonzante y ultrarreformista de negar los atributos configuradores de lo que es la identidad de la izquierda porque no se trata de una mera permutación de palabras sino de categorías del análisis de la realidad y un modo de ir borrando las huellas de lo que se fue en el pasado tras los pasos de a donde se va. 

En este cambio de escenario hacia, primero el populismo transversal, luego hacia la derecha porque es ésta la que niega que el motor de la historia es la lucha de clases, y luego, luego...hasta el infinito y más allá, que diría Buzz Light Year, el factor generacional ha hecho estragos. 

Mi generación, la que se encuentra alrededor de la cincuentena es la primera generación perdida para la izquierda. Vivió la transición y acabó transitando hacia el desclasamiento, la modorra, el desinterés por lo que no fuera vacuo, individual y socialmente aspiracional. Acabó creyéndose clase media porque vivía a crédito y trabajaba la pareja y ha despertado mal, el que lo ha hecho, en esta crisis del capitalismo. Su cabreo se amansaría cortándole los huevos a un político, no encarándose con su empresario que, al fin y al cabo, es el que le paga o espera que vuelva a contratarle, si salimos de esta crisis.

El mundo simbólico de la política que ha transmitido a sus hijos es un erial para el pensamiento y la voluntad de rebelión que necesita la izquierda para ser. 

La generación más joven, sin futuro de reintegración al sistema, vive la contradicción de creerse, ensoberbecida, lo que le han contado sus aduladores de que es la generación más preparada de la historia -como si el fracaso escolar o la inadaptación de los contenidos formativos a los requerimientos del capital no existiesen y la mayoría de los jóvenes tuviera educación superior-, que va a cambiar su mundo, pero la más desreferenciada políticamente porque si algo le ha transmitido mayoritariamente mi generación es el vacío y el mito de la caverna como metáfora.

Soy pesimista sobre lo que le espera a la izquierda como corriente, dividida en mil riachuelos, confusa y atolondrada ante el cambio de la película que le están sirviendo en plato de “nouvelle cuisine” y que ni acierta, ni tiene demasiado ánimo de combatir para no ser enviada a la papelera de reciclaje la historia.

Si una batalla decisiva debiera librar, para no ser arrollada por esta nueva derecha disfrazada de renovadora de la izquierda, es la de las ideas, la de denuncia del veneno que le están inoculando, la de la reconstrucción de un pensamiento para la praxis que debe pasar por la afirmación de la lucha de clases, de la igualdad de base económica (junto a otras igualdades, por supuesto), de la propiedad social de los medios de producción (y de distribución), de saberse conformada por trabajadores/as que saben lo que son y a quienes tienen  enfrente y de búsqueda de una sociedad más justa, que no puede ser la capitalista en ninguna de sus variantes, sino  aquella de la que se avergüenza de ponerle el nombre que tiene porque le han dicho que fracasó y que no es moderna: socialismo. Como si el capitalismo no lo hubiera hecho desde el primer día en las dos terceras partes del mundo.  

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Puede que también le interese: "¿Cómo lograr que la izquierda trabaje para la derecha con éxito?...para la derecha": http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/05/como-lograr-que-la-izquierda-trabaje.html y 

"Pablo Napoleoncito Iglesias sacó la vara de mando": http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/06/pablo-napoleoncito-iglesias-saco-la.html

Efectos de la “Operación Coleta” (Podemos2):“Tráiganme la cabeza de Cayo Lara”: http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/06/efectos-de-la-operacion-coleta.html

"Izquierda Unida a los pies y al servicio de Podemos"http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/06/izquierda-unida-los-pies-y-al-servicio.html


PD: ya ven ustedes a lo que conduce el "ni-nismo" ideológico. A que aventureros, trepas, césares, iluminados, mesías, napoleoncitos y oportunistas políticos en su enésima pirueta (Izquierda Capitalista, estos últimos) acaben a hostia limpia como está pasando ahora en Podemos. 

Pero sí que han servido para algo: para frenar el ascenso enorme de IU que aventuraban las encuestas antes de la aparición de la operación coleta ¿De qué si no el capital le iba a poner la alfombra mágica de sus medios de comunicación? Incluso aquellos que parecían atacarle lo hacía para enfatizar un izquierdismo del que carecían y tratar de que ello sirviera para hacer luz de gas sobre la otra formación mencionada, que sí es de izquierda, aunque para mi gusto demasiado moderada. 

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“Guárdame los votos, Pablo, que en unos meses pasaré a recogerlos. Pedro Sánchez”:  http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/07/guardame-los-votos-pablo-que-en-unos.html

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"Causas de la crisis interna de Podemos"http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/09/causas-de-la-crisis-interna-de-podemos.html

"Pedro Sánchez vs. Pablo Iglesias: de los debates con Marhuenda a la llamada en directo a “Sálvame”:http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/09/pedro-sanchez-vs-pablo-iglesias-de-los.html

"El lado fascista de Podemos del que no hablan La Sexta, Cuatro o Público"http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/09/el-lado-fascista-de-podemos-del-que-no.html

Mirando a unas izquierdas desorientadas, acobardadas y agonizantes: http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/10/mirando-unas-izquierdas-desorientadas.html

"Esoterismo y negocios giran alrededor del planeta Podemos"http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/10/esoterismo-y-negocios-giran-alrededor.html

Podemos, nuevo títere del gran capital y de la derecha española más rancia: http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2015/01/podemos-nuevo-titere-del-gran-capital-y.html

4 de junio de 2014

PCFR: LA INACCIÓN DE RUSIA ES MORTALMENTE PELIGROSA

Declaración del CC del PCFR. 

Diario-Octubre
El Comité Central del Partido Comunista expresa su profunda indignación por los sucesos en Ucrania.  La Junta bandeo-fascista que tomó el poder en Kiev sigue con su operación de castigo contra la población civil. Las fuerzas controladas por Kiev someten a bombardeos de artillería y aviación los barrios residenciales de las ciudades, hospitales, escuelas y guarderías, sin tener en cuenta las numerosas víctimas civiles. Estas acciones tienen todas las características de  terror abierto y limpieza étnica.

El CC del PCFR considera que la mal llamada “elección” del presidente Poroshenko no tiene nada en común con el concepto de “elecciones libres y transparentes”. Es más, como así lo demuestran los sucesos, su llegada al poder trajo consigo el agravamiento de la operación de castigo y su transformación en una verdadera carnicería. Las imágenes del ataque aéreo contra el Ayuntamiento de Lugansk, grabadas por testigos, son verdaderamente monstruosas. Este acto de terrorismo se posiciona en la misma línea con los bárbaros bombardeos de la española Guernica por parte de aviación fascista, de Coventry inglés o del soviético Stalingrado. Ésta es la verdadera cara del fascismo.

Se cometen crímenes de guerra punibles sin plazo de caducidad. Tienen que investigarse por un tribuna internacional especial. El castigo, sin duda alguna, caerá sobre los que dan las órdenes: Turchinov, Yatseniuk, Avakov y Poroshenko. No se libraran de la justa venganza y aquellos que cumplen sus criminales órdenes.

El Comité Central del Partido Comunista de Federación Rusa llama la atención sobre el hecho que que los incidentes más sangrientos coinciden en el tiempo con las visitas a Ucrania de importantes políticos de Estados Unidos. Estamos seguros que no es más que otra muestra de que toda la aventura ucraniana fue ideada por la administración de Washington y es dirigida por ella. Estas acciones de políticos estadounidenses merecen una fuerte condena a nivel internacional.

Parece muy real la posibilidad de que el conflicto se expanda no solo hacia otras regiones de Ucrania, sino también hacia las regiones fronterizas de Federación Rusa. Es precisamente contra nuestro país donde apunta esta guerra, que en esencia es una guerra civil desastrosa para los cimientos del estado ruso. La situación exige de inmediata reacción por parte del presidente y del gobierno de Rusia.

El CC del PCFR pide la inmediata reunión del Consejo de Seguridad de Federación Rusa. Se debe desarrollar un complejo de medidas urgentes contra la expansión del conflicto y por la normalización de la situación en Ucrania. En la situación actual el CC del PCFR considera imprescindible:
- reconocer oficialmente las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk;
- establecer sobre dichas repúblicas una zona de exclusión aérea con el fin de prevenir más muertes entre la población civil;
- organizar corredor humanitario para el suministro de los productos de primera necesidad a los vecinos de las repúblicas populares de Lugansk y Donetsk;
- adoptar medidas de ayuda a los refugiados de Ucrania;
- prestar apoyo a los voluntarios de Rusia que hayan mostrado su deseo de ayudar al pueblo ucraniano en su lucha contra la junta bandero-fascista;
- en caso de que la operación de castigo contra los ciudadanos de las repúblicas populares de Lugansk y Donetsk siga en aumento, exigir al presidente de Federación Rusa la realización del derecho que le fue otorgado por el Consejo de Federación para el uso de fuerzas armadas en defensa de la vida y la libertad de la población civil.

¡La inacción es mortalmente peligrosa!

Gennady Ziuganov.
Presidente del Comité Central del Partido Comunista.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: En diversas ocasiones he dejado clara mi distancia frente al estalinismo del PCFR, lo cuál no impide que diversos sectores, en una mezcla de estúpida ignorancia y de mala intención, me califiquen de tal.

No obstante, aclaro que en cualquier caso soy comunista y que, a pesar de lo que me separa del PCFR, creo que su posición respecto al fascismo en Ucrania, el asesinato de antifascistas, comunistas y población e etnia rusa en ese país es la correcta, lo cual me distancia del silencio de Putin que, una vez realizada una jugada fuerte y correcta, permite que el gobierno nazi de Kiev, su ejército y sus mercenarios asesinen impunemente a centenares de personas en una guerra no declarada y amparada cínica y criminal de la UE y USA, que ya extiende, de nuevo, sus alas militares hacia las fronteras rusas. 

3 de junio de 2014

A POR LA III REPÚBLICA, PERO ¿QUÉ REPÚBLICA?

Por Marat

Éramos muchas las personas que estábamos en la Puerta del Sol ayer a las 8 de la tarde. Como en Madrid, en otros muchos lugares de España, y no sólo de España, sino también de otros países con emigrantes españoles, los concentrados reclamábamos una III República, mucho más allá del Referéndum que la haga posible, que conectara con la legitimidad política de la II. Si algo me pareció relevante, por encima de las banderas tricolores, los gritos de consignas y el numeroso gentío. fue su gran diversidad humana. Personas jóvenes, mayores, de mediana edad, hombres y mujeres. Una representación de lo que es la población española estaba ayer lunes allí, sabiendo porqué estaba y lo que quería. 

A pesar de que en la Puerta del Sol éramos muchos (20.000 según la policía, que siempre rebaja las cifras hasta poner al cuerpo y a la Delegación del Gobierno en el ridículo de quien ve lo opuesto a lo que los demás vemos), mi memoria de las fotografías en blanco y negro de la concentración en la misma plaza que trajo la II República me dice que entonces eran muchos más los españoles que la llenaban junto a las riadas humanas de las calles adyacentes que ayer no iban mucho más allá de Sol.

El deseo de República ha crecido enormemente en España en los últimos años, más por errores de la Monarquía que por aciertos de las fuerzas republicanas o por la revisión de la transición de la dictadura a la reforma de una democracia menor de edad, por mucho que la demanda de esa revisión se haya extendido por importantes sectores de la población, aunque estos sean más bien los más concienciados políticamente y algunos otros más críticos e instruidos.

Es lógico que así sea. Un cambio político sólo se produce cuando el régimen que va a ser sustituido  está agotado. Decía Hegel que “la lechuza de Minerva sólo levanta el vuelo al anochecer”. Mi pregunta es sí ya ha caído la noche sobre la Monarquía española o aún tiene resuello y dispone de fuerzas -no políticas, sino las que de verdad deciden, el poder oscuro de quienes mueven los títeres tras las bambalinas de nuestro pequeño teatrillo nacional de calle-. O dicho de otra manera, si la voluntad del soberano, la ciudadanía, porque en un asunto como éste sí que la palabra adquiere pleno sentido y no es sólo cosa de sus representantes, aunque estos deban jugar una partida que algunos de ellos no quisieran jugar, tiene la fuerza suficiente para imponer la voz de la calle sobre el régimen de partidos de la neorestauración instaurada en la transición.    

En cualquier caso, la función debe llegar hasta el final. Las fuerzas republicanas y la ciudadanía más consciente de la necesidad de dar una salida al agotamiento del modelo político instaurado en la transición deben presionar hasta hacer caer la Monarquía o lograr la convocatoria de un  Referéndum sobre el sistema de jefatura de Estado.

Los acontecimientos van a producirse a una velocidad sideral en la que difícilmente podrán medirse los pasos dados y calcular previamente sus efectos, al menos por parte de las fuerzas del cambio. Serán dos o, a lo sumo, tres semanas vertiginosas con laberintos y trampas en los que gran parte de la población podría marearse y perderse, si la conexión de los partidos y organizaciones republicanas con ésta no es suficientemente estrecha y diaria. La movilización permanente durante todo el período por parte de las organizaciones republicanas, sus bases y la población más comprometida con un cambio de régimen es decisiva pero también la organización y la creación de un programa nítidamente republicano que responda a demandas no meramente cosméticas y "democráticas" sino claramente progresivas e igualitarias es clave para romper los planes de sucesión monárquica sin sorpresas.

En esas trampas que los poderes fácticos, sus medios de comunicación y los partidos que sostienen a la Monarquía, tenderán a los partidarios de la República, no será la menor de ellas la del miedo y el fantasma de la guerra civil. Hoy mismo, el ex Presidente Zapatero en televisión recurría al "niño, cómete la sopa (Monarquía), que si no viene el hombre del saco" (ruptura de la convivencia), como en su día hizo Felipe González con el asuntillo ese de la OTAN y el Referéndum. Por cierto, y sin que sirva de precedente el decirlo, ya que no me gustan los coleteros emboscados, en la réplica estuvo bien el diputado Garzón al señalarle que si el recurso al miedo era su gran argumento, débil era éste. Pero no debemos engañarnos, España es mucho más que sus ciudades y en cuanto te sales de las más grandes, enseguida topas con el pelo de la dehesa de la España profunda y asustadiza. En cualquier caso ni esta es ya la España de 1936, por más que lo intente la extrema derecha del PP, y asociados de brazo y palma extendidos, ni somos ya tan ignorantes como entonces, por mucho que ahora nos manipulen e intoxiquen como mucha más sutileza que antaño.  

La posibilidad de que el proceso republicano se estrelle es enorme. De entrada, los partidarios de la III República no han elegido ni el momento, ni el escenario, ni el calendario. Ha sido la propia Casa Real y, sin duda, poderes fácticos (empresariales, militares, de la comunicación,...), que desbordan el estrecho espacio de lo político conformado por el PP y el PSOE fundamentalmente, los que han marcado el campo de juego y los tiempos cuando menos se esperaba. 

Por otro lado, una hipotética III República debiera dar respuesta a las aspiraciones de soberanía de pueblos de España que no se sienten bien integrados en la misma o que se alejan ya de ella porque no se reconocen en el nosotros español. Sólo una III República que reconociera esta realidad y el derecho de autodeterminación de los pueblos que conforman el Estado español podría dar satisfacción a esos anhelos. Difícil brete para un nuevo Estado español en el que son muchos quienes dejarían de prestarle su apoyo si ello conllevara la posibilidad de secesión de buena parte de los territorios que hoy aún conforman ese complicadísimo compendio que hoy llamamos España. Pero no hay otra que asumir esta realidad porque ella se impone lo queramos el resto o no. Volver a tejer complicidades donde antes otros gobiernos rompieron puentes no es sencillo pero debe intentarse a partir de la búsqueda del consentimiento de todas las partes. 

En ese sentido las declaraciones de ayer de President de la Generalitat, señor Mas y de la portavoz de ERC, Anna Simo, sobre que la abdicación del Rey y la posibilidad de una nueva forma de Estado en España no les concierne, porque ellos están en un proceso soberanista ya sin España, es mear fuera del tiesto, y no entender que si unas amistades no catalanas necesitan los deseos de independencia en Cataluña son precisamente las de los republicanos españoles. Mucho más cauto se mostró el Lehendakari Urkullu, aludiendo a la posibilidad de que la abdicación abriese paso a atender desde el Estado español unas reclamaciones del pueblo vasco que no han sido escuchadas hasta ahora. Parece que hace algún tiempo el seny catalán emigró a otras tierras. 

Pero las fuerzas conservadoras, como el capitalismo, nunca han puesto todos los huevos en el mismo saco. Eso, en bolsa, se llama diversificación del riesgo. Las teorías de la reproducción de las élites, me refiero fundamentalmente a las económicas, que son las que de verdad deciden, no dejan de lado este hecho ni su capacidad de tramar redes sociales -las del mundo real- con una amplia diversidad de intereses que les permitan disponer de suficientes cartas en juego y alternativas, de modo que su poder siempre continúe intacto bajo cualquier gobierno o forma de Estado. No siempre lo logran pero llevan una más que evidente ventaja sobre las fuerzas progresistas o las izquierdas que, hoy más que nunca, cuando las ven venir ya es demasiado tarde.

Es llamativo que un personaje como el defenestrado Pedro J. Ramírez sea, a pesar de su babeante práctica del besamanos a la Monarquía, un republicano confeso. No es el único. El ya fuera de juego, por asuntos de una biología que sólo le permite mirar desde la retaguardia como el cascarrabias liberal que es, Antonio García-Trevijano, siempre ha sido un republicano “avant la lettre”. Republicano a su modo porque su única democracia es una antipartidos en la que él mismo actuara como gran monarca sin corona de la misma. Eso no le impidió una amistad con el señor Anguita que nunca le ha hecho ascos a colaborar con cualquier tipo de la ideología que sea que le dé un poco de jabón y alabe sus virtudes republicanas y su liderazgo moral. Las últimas simpatías de este autoproclamado referente hacia otro nuevo referente “ex nihilo” mucho más joven, que le ha dejado ya para tomar sopitas, avalan lo que digo. 

Ayer mismo, el derechista ex director del único periódico netamente monárquico, el ABC, con el permiso del  pelotillero aúlico Marhuenda, se ha pronunciado a favor de un referéndum monarquía-república. Me refiero a Luis María Ansón.

Saben que si no es hoy será mañana pero que la República volverá a España levantada por un movimiento popular que vea en ella algo más prometéico que una mera forma de Estado. Y es a eso a lo que temen. Y como lo temen, se adelantan a los acontecimientos y colocan peones en todos lados. Porque ¿cómo llamarían ustedes a la elevación a la categoría de descubrimiento del siglo de una fuerza política que no existía hace 4 meses y que ha sido llevada en volandas hasta el Parlamente de Estrasburgo? La profecía autocumplida de convertir en fenómeno mediático a un partido y a alguien que no lo son, mediante la mención del nombre de ese partido y la aparición de su Mesías cada día trescientas veces y hasta en la sopa, y de continuar elevándolo tras las elecciones europeas al estrellato mundial, tal cual si hubiera ganado las europeas, anuncia claramente una operación recambio a toda velocidad por parte de las élites del poder económico, que siempre son las que están tras el mediático. Ni Felipe González y el PSOE fueron encumbrados tan rápida, tenaz y descaradamente. 

Es así que, si la derecha republicana vende la monarquía como una forma de lucha contra la corrupción, la “izquierda que no es de izquierdas ni de derechas", nacida en el tubo de ensayo del laboratorio político se empeña en vendernos una República en la que lo decisivo para luchar por ella es la soberanía y la democracia, como si por ser República tuviera que ser necesariamente más democrática, fuera del hecho importante pero insuficiente, de que el cargo de Presidente de la República no es hereditario. 

No es extraño este tipo de discurso cuando al partido preexistente al actual Podemos, Izquierda Anticapitalista, el tema de la República le importaba muy poco hace apenas 4 años. Y lo sé de fuente tan directa como yo mismo. Aquí nadie me engaña ni he elegido mal la fuente a través de un enlace de Internet equívoco.

Para dicho partido la República, salvo entre algunos de sus jóvenes, que habían llegado a la militancia política en un ambiente social crecientemente republicano, era el recuerdo de la II, con el sempiterno discurso sobre el POUM y su revolución en la guerra frente al malvado estalinismo de una República burguesa, que lo fue pero en cuyo enunciado la palabra trabajadores estaba muy presente, lo mismo que en la acción política del gobierno del Frente Popular, quizá también gracias a la propia guerra.   

La III República, si se busca como una institución aparentemente neutra, conciliadora de todos los intereses, por encima de la defensa primordial de la gran mayoría de la población, que es de clase trabajadora, por encima del control social de la economía, tendrá muy poco interés para muchos de quienes somos y nos sentimos republicanos. 

Si el viento que impulse las velas hacia esta III República, que está por ver si lograremos, nace de nuevo de pacto entre los sectores de poder económico que han venido sosteniendo a la Monarquía y los nuevos productos políticos emergentes, más una parte de los que llevan años defendiendo esta forma de Estado alternativa, nacerá muerta porque no representará a la mayoría sino a a las oligarquías económicas que están detrás de los partidos que, en un momento u otro, son peones del capital. No será, en definitiva, más que una segunda transición pactada y de esa ración ya comimos en el pasado bastante. 

Me niego a aceptar ese chantaje, pretendidamente unitarista, que busca silenciar, como hace tres años comenzó a hacerlo, todo discurso que no va por el centro de la corriente mayoritaria, que previamente ha sido diseñada para serlo. Eso de llamar divisionistas a quienes no siguen al abanderado, que diría George Brassens, me parece directamente fascista.
  
III República sí pero república de trabajador@s de España.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Quizá también pueda interesarle: "Ni de derechas ni de izquierdas”. O sea, de derechas": http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/06/ni-de-derechas-ni-de-izquierdas-o-sea.html

2 de junio de 2014

DE UCRANIA A VENEZUELA: MERCENARIOS Y GOLPISTAS

Higinio Polo. El Viejo Topo

Uno de los rasgos que aparece con frecuencia en distintos países es el nacimiento de movimientos de protesta que, a diferencia de los protagonizados históricamente por la izquierda, exigen ahora, junto a confusas reclamaciones de libertad y de honradez en las instituciones y en la vida pública, un acercamiento a la Unión Europea o hacia “Occidente”, identificado de manera oscura con Estados Unidos. Esas peculiares rebeliones coexisten con otras que responden al tradicional patrón de los movimientos populares, aunque su carácter haya cambiado, así como muchos de sus protagonistas. Algunas, culminan en golpes de Estado y derrocamiento de gobiernos. El recurso a los golpes de Estado no es nuevo, pero sí la forma de cambiar gobiernos: sangrientos golpes de fuerza convencionales, protagonizados por los militares, como fueron los de Chile con Pinochet, y Argentina con Videla, y tantos otros semejantes, tan poco presentables y que desmentían con rotundidad el supuesto apoyo de Estados Unidos y sus socios a la libertad y la democracia, parecen dejar paso a provocaciones, a golpes de Estado disfrazados de revueltas populares: Ucrania es su modelo más exitoso hasta el momento.

Esas provocaciones han sido organizadas en Serbia, Georgia, Moldavia, Bielorrusia, Ucrania, Kirguizistán, Venezuela, así como en otros países, y se han alentado movimientos de protesta en Rusia (que no tienen nada que ver con las reclamaciones de la izquierda), en Cuba, en Venezuela, en regiones chinas con movimientos nacionalistas, como Xinjiang y Tíbet, siempre con diferente fortuna, recurriendo a la financiación de fuerzas internas, a la intervención de organismos occidentales y ONGs, casi siempre de la órbita norteamericana, y al estímulo de movimientos de oposición por parte de los servicios secretos y de la diplomacia. Que Washington intervenga en un país concreto (y algunos de sus socios: Polonia, Francia, Arabia, etc) no significa que no existan motivos de agitación y de insatisfacción, a veces, incluso, justificados. Estados Unidos, y algunos de sus aliados de la Unión Europea, no crean de la nada los movimientos de protesta: actúan siempre sobre un fermento de desconfianza, de hartazgo, pero desarrollan y financian esas protestas como un factor más de su política exterior. Así, la denominada “revolución Twitter” en Moldavia, en abril de 2009, tuvo origen en las protestas por la victoria del Partido Comunista en las elecciones, una victoria limpia pero que no fue aceptada por el electorado derechista (que llegó a asaltar e incendiar el Parlamento), frustrado por lo que consideraba el alejamiento de su ansiada perspectiva de unión con Rumania y de ingreso en la Unión Europea, reclamando la repetición de las elecciones. A su vez, en Ucrania, el hartazgo popular por la corrupción del gobierno de Yanukóvich era real (corrupción similar, por otra parte, a la que se produjo con los gobiernos “naranja” de Yúshenko y Timoshenko, ahora de nuevo en el poder), así como la participación en las protestas de algunos sectores que no se identificaban con el nacionalismo fascista de Svóboda o de Pravy Sektor, sino que estarían más próximos a una vaga izquierda… aunque acabase predominando la brutalidad nazi y fascista que ahora patrulla las calles de Kiev.

El golpe de Estado en Ucrania, que los grandes medios de comunicación internacionales están convirtiendo en la “invasión de Crimea”, es la falla más preocupante de cuántas aparecen hoy en el escenario político internacional. La Unión Europea y Estados Unidos no sólo han apoyado un golpe de Estado, sino que han participado en su gestación. Los francotiradores que asesinaban a policías y manifestantes fueron contratados por la oposición, como sabemos ahora, después de haber causado una conmoción mundial achacando la responsabilidad al depuesto Yanukóvich. No es la primera provocación, ni será la última, en la periferia rusa. En enero de 1991, en Vilna, Lituania, todavía territorio soviético, una matanza de catorce personas ante la torre de la televisión conmovió al mundo, y toda la prensa internacional acusó al ejército soviético y al gobierno de Moscú. Hoy, sabemos también que fue una matanza provocada por los nacionalistas del Sajudis, por el propio gobierno lituano, para acusar a la Unión Soviética y, entre el dolor y la conmoción, precipitar la independencia. (Véase la entrevista con Audrius Butkevičius, responsable militar entonces del gobierno lituano, donde reconoce la autoría de la provocación, https://www.youtube.com/watch?v=1iIMRfYBNZw; así como “Veinte años sin la URSS”, http://www.elviejotopo.com/web/revistas.php?numRevista=287).

Las evidencias sobre los sospechosos francotiradores han sido ignoradas, y ni la Unión Europea ni Estados Unidos (mucho menos, el gobierno golpista ucraniano de Yatseniuk) exigen la apertura de una investigación. La llegada de ministros de extrema derecha al gobierno ucraniano, y la persecución política de quienes son acusados de ser “partidarios de Rusia”, con asesinatos y quema de domicilios de opositores, debería alarmar a todo el continente, no en vano dirigentes fascistas como Andréi Parubíi controlan el ejército, la policía y los servicios secretos.

Alexánder Yakimenko, que fue responsable de los servicios de seguridad ucranianos con el presidente derrocado, Yanukóvich, reveló que la acción de los francotiradores que protagonizaron una matanza entre manifestantes y policías el 20 de febrero, fue una provocación organizada por el “comandante” del Maidán, Andréi Parubíi, en coordinación con la embajada norteamericana. Parubíi es un veterano organizador de milicias fascistas y de grupos neonazis. Los disparos fueron realizados desde el edificio de la Filarmónica de Kiev que estaba controlado por hombres armados que dependían de Parubíi. Otros francotiradores a sus órdenes estaban apostados en el Hotel Kiev. El edificio del hotel domina toda la plaza del Maidán, y el edificio de la Filarmónica se encuentra a su derecha, en la cercana plaza Yevropeis'ka. De hecho, las palabras de Yakimenko confirman la conversación filtrada entre el ministro de Exteriores estonio, Urmas Paet, y Catherine Asthon, donde hacían responsable a la oposición de haber contratado a los mercenarios francotiradores que causaron la masacre. El nuevo gobierno golpista ucraniano nombró a Parubíi secretario de Seguridad Nacional, desde donde controla el Ministerio de Defensa y las fuerzas armadas.

Los servicios secretos norteamericanos, de acuerdo con Polonia, y en campos de entrenamientos polacos, letones y lituanos, organizaron la logística para impulsar el golpe de Estado en Ucrania. La generosa financiación de la revuelta llegó desde países europeos, de Estados Unidos y de oligarcas ucranianos. Una larga intromisión en los asuntos internos ucranianos, a través de ONGs, de agencias norteamericanas, y de financiación de grupos violentos, muchos abiertamente fascistas y nazis, confluyeron en el Maidán. La provocación y la crisis forzó a los acuerdos entre Yanukóvich y la oposición, sugeridos por los ministros de Exteriores de Alemania, Polonia y Francia… que fueron ignorados de inmediato por los matones del Maidán, dirigidos desde la embajada norteamericana. La pasividad del ejército, y la retirada de la policía, en aplicación de los acuerdos, dejó sin defensa al gobierno de Yanukóvich que asistió impotente a la ocupación del Parlamento y de los edificios del gobierno por parte de los grupos armados fascistas. Así triunfó el golpe de Estado.

De la calaña de los nuevos dirigentes de Kiev habla con elocuencia la conversación filtrada de Timoshenko, donde afirmó: “Hay que tomar las armas y matar a los malditos rusos”. El desembarco del FMI ya empieza a notarse: 25.000 funcionarios serán despedidos, los impuestos aumentarán, así como las medidas de austeridad y los recortes sociales, que serán aprobados de inmediato, y los soldados norteamericanos y de la OTAN podrán entrar en Ucrania. 

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Ucrania es una pieza importante del tablero internacional, pero hay otras relevantes, en la compleja disputa por ámbitos de influencia. Estados Unidos, con la oportunista política exterior que está desarrollando, siempre ventajista, ha conseguido convertir, para el gran público, el golpe de Estado ucraniano en la “crisis de Crimea”, donde ha visto con impotencia el fracaso de su ambicioso propósito (no por oculto, menos evidente) de desalojar a la Armada rusa de Sebastopol, privándola así de buena parte de su capacidad de maniobra y dificultando su salida al mar Mediterráneo.

Las tensas relaciones de Washington con Moscú no excluyen la negociación, y la posibilidad de acuerdos en otros escenarios. Así, en Afganistán, la retirada de las fuerzas norteamericanas, tras más de una década de ocupación, donde deja un país destruido, que puede derivar en una situación fuera de control, en el aumento de la inestabilidad en el país y en buena parte de Asia central. Las elecciones presidenciales del 5 de abril de 2014 no cambiarán en esencia los riesgos que enfrenta el país: la retirada norteamericana, tras el acuerdo sobre seguridad alcanzado por Karzai y Estados Unidos, no garantiza el inicio de una posguerra pacífica: ni todos los talibán están de acuerdo en negociar con Karzai, ni las fuerzas entrenadas por Washington, que se harán cargo de la seguridad en el país, pueden asegurar el control sobre todo el territorio. Karzai busca garantías norteamericanas para evitar el vértigo del inicio de nuevos enfrentamientos abiertos con los islamistas; a su vez, Washington pretende mantener un gobierno cliente (aunque Karzai persigue sus propios fines, y está presionado por la situación interna) que salvaguarde sus intereses, y los talibán no renuncian a recobrar el poder. La hipótesis de negociaciones de paz entre el gobierno de Karzai y los talibán para un reparto del gobierno y del territorio no puede descartarse. Rusia y China temen una mayor desestabilización del territorio y la expansión del islamismo radical. Estados Unidos que desempeñó el papel de aprendiz de brujo impulsando el fanatismo islamista, se niega a asumir responsabilidades.

En Siria, donde la guerra civil ha destruido buena parte del país, Washington busca el derrocamiento de Bachar el-Asad, la ruptura de la alianza sirio-iraní, que influye en Iraq, Líbano y en minorías de Oriente Medio, y la rendición del último aliado de Moscú en la zona. También aquí Estados Unidos utilizó el recurso a la financiación de grupos terroristas, que se añadieron a las iniciales protestas pacíficas, que eran en esencia una mezcla de demandas cívicas y económicas y de grupos dirigidos y financiados por los servicios secretos occidentales. La transformación de limitadas protestas pacíficas en grupos armados e insurgentes financiados desde el exterior (Arabia, Qatar, Estados Unidos), y entrenados en Turquía, Arabia y Jordania, culminó en la sangrienta guerra civil de la que tampoco Washington se hace responsable.

La posibilidad de una intervención directa norteamericana todavía no puede descartarse. De hecho, Estados Unidos (conjuntamente con Francia) estuvo a punto de atacar a Siria en el verano de 2013, ataque que se detuvo gracias a la habilidad diplomática rusa y a la apertura de un escenario de negociaciones en Ginebra que, pese a su incierto futuro, Washington no podía ignorar. La destrucción del arsenal químico sirio, aceptada por Damasco, y la ronda de conversaciones en Ginebra, ha ido acompañada por el retroceso de las fuerzas islamistas y del conglomerado apoyado por Occidente y por algunos países árabes. El ejército sirio está empezando a controlar la situación, aunque nada es irreversible: Bachar el-Asad se enfrenta a grupos fanatizados de islamistas, y Estados Unidos no renuncia a su derrocamiento o, al menos, a su retirada pactada.

Irán concentra buena parte de las preocupaciones de Washington. Las negociaciones abiertas con Teherán, que han hecho aflorar diferencias entre Estados Unidos, por una parte, e Israel y Arabia, por otra, dependen de la evolución de la guerra civil en Siria, de la definición de objetivos por parte de Washington (con criterios divergentes entre el Pentágono y el Departamento de Estado), de los equilibrios internos entre Alí Jamenei y Hasán Rouhaní, y de la actitud de Rusia y China. Sin duda, Moscú, que mantiene buenas relaciones con Teherán, va a tener en cuenta la oportunista política norteamericana, que, en Ucrania, ha prescindido por completo de los intereses rusos. Al mismo tiempo, Arabia, discreto y poderoso actor regional, sigue dolida por el abandono de Estados Unidos a Mubarak: la revuelta egipcia cogió por sorpresa a Washington, que no dudó en distanciarse del dictador a quién había apoyado durante años… para tomar posiciones en el nuevo escenario: lo ha conseguido, y la previsible llegada al poder del general Abdul Fatah al-Sisi recompone su influencia en Egipto. Arabia desconfía de los resultados de unas negociaciones inciertas con Irán, y mantiene su rechazo a la emergencia iraní en la zona, rasgo que le acerca a Israel, cuya atención sigue centrada en la opresión del pueblo palestino y en la contención de Teherán.

En Iraq, la ocupación militar norteamericana y la guerra y destrucción del país han causado más de un millón y medio de muertos, y millones de refugiados. Los Estados Unidos utilizaron armamento prohibido: desde el agente naranja hasta el uranio empobrecido, violando las convenciones internacionales. El gobierno impuesto de al-Maliki continúa las prácticas norteamericanas de bombardeos sobre la población civil, pero la situación, con constantes protestas populares, es volátil, y una de las paradojas de una década de ocupación militar norteamericana es el reforzamiento de la influencia iraní en el país. En todo ese gran arco que va desde Afganistán hasta Siria, pasando por Irán e Iraq, Estados Unidos necesita de la buena voluntad de Moscú, y de su colaboración en el tránsito de tropas y de material de guerra, como ilustra las facilidades dadas por el gobierno ruso a la OTAN en Uliánovsk, cercana al Kazajastán.

China, otro de los protagonistas relevantes, ha mantenido una discreta posición ante la crisis ucraniana, preocupada por la intromisión norteamericana en los asuntos internos de otros países, pero también por la aparición de nuevas fronteras, con las secuelas de enfrentamientos e inestabilidad internacional, que quiere evitar a toda costa, aunque ello no impida que dibuje sus propias líneas rojas. Washington intenta detener el fortalecimiento chino, y diseña un nuevo equilibrio en la gran región de Asia-Pacífico que, a la fuerza ahorcan, no puede ignorar a China. La política de Washington pasa por fortalecer su alianza con Japón, Corea del Sur y Filipinas, mientras prosigue su estrategia, no por cautelosa menos decidida, de aproximación a la India, Birmania y Vietnam, con el objetivo de atraerlos a un frente antichino, y mientras presiona en la península coreana con sucesivas pruebas militares conjuntas con Seúl que no contribuyen a la estabilidad y aumentan la incertidumbre. Sin embargo, sus aliados tienen su propia agenda e intereses: incluso el dócil Japón afila su nacionalismo, provoca a China en Yasukuni, y apuesta por el reforzamiento de su ejército y por una reforma constitucional que cerraría el período abierto con el final de la Segunda Guerra Mundial. Washington sostiene a Japón, pero controla sus movimientos porque le preocupa la posibilidad de que una poco calculada apuesta japonesa dañe su planificación estratégica y sus intereses en Asia, mientras refuerza su dispositivo militar en la zona, y maniobra para que el dólar continúe manteniendo su función de moneda de reserva y de intercambio internacional ante el fortalecimiento económico del Asia oriental y de la moneda china.

América Latina sigue siendo un escenario secundario para las grandes potencias, aunque del éxito definitivo de la revolución bolivariana en Venezuela se desprenderían muchas consecuencias para el resto del continente y para el mundo. En Venezuela, de manera semejante a como ha hecho en Ucrania, Estados Unidos impulsa una política de acoso contra el gobierno de Maduro, y tiene diversas agencias colaborando con la oposición venezolana: la USAID, la CIA, la NSA, o la NED, National Endowment for Democracy. Washington ya colaboró en el golpe de Estado de 2002, cuando, tras la detención de Chávez, pretendieron imponer al efímero Carmona. Ahora, no sólo lo hace financiando campañas, sino asesorando a la oposición, impulsando una controlada estrategia de tensión en las calles y de estímulo de rebelión entre los militares, donde Maduro no tiene la misma influencia que tuvo Chávez. Una vertiente de la estrategia de acoso es la desinformación, ofreciendo a través de su potente prensa y del dominio de la agenda política internacional una visión distorsionada del país, que presenta como una dictadura pese a que el chavismo ha ganado de manera limpia todas las elecciones convocadas en la última década. La política norteamericana opera sobre una parte de la población que rechaza la revolución bolivariana, al tiempo que la escalada de violencia en el país favorece la presentación internacional de un cuadro de crisis aguda y estimula a los sectores que, frente a las victorias electorales chavistas, especulan con un golpe de Estado capaz de desalojar a Maduro del gobierno. Estados Unidos persigue la desarticulación del eje latinoamericano trenzado alrededor de Cuba y Venezuela, apuesta por estimular las protestas civiles en esos países, profundizar el desabastecimiento de productos alimenticios y de primera necesidad gracias a su colaboración con sectores empresariales ligados a la oposición derechista venezolana, con la intención de agudizar la crisis, en un escenario donde ni siquiera se descarta la hipótesis de un golpe de fuerza. Los objetivos son tres: la destrucción de la revolución bolivariana, una nueva derrota de la izquierda latinoamericana articulada en torno al eje Caracas-La Habana, y el control del petróleo venezolano. Bolivia tiene una importancia marginal en el escenario estratégico americano, aunque, junto a Ecuador y Nicaragua, aliados de Cuba y Venezuela, también entran en la planificación desestabilizadora de Washington.

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Tras el fracaso de las aventuras militares en Afganistán e Iraq, que no han resuelto ninguno de los problemas de la zona (ni el terrorismo, ni el narcotráfico, ni la inestabilidad política y militar, ni han hecho avanzar la libertad, los derechos de la mujer o las instituciones democráticas, como tantas veces proclamaron los publicistas norteamericanos), el gobierno estadounidense ha decidido utilizar con mayor mesura sus fuerzas militares, aunque sin renunciar a ello, e impulsar sus objetivos políticos con otros medios: presiones diplomáticas, chantajes de Estado, acción de mercenarios, provocaciones, golpes de Estado. Para conseguir sus fines, el gobierno norteamericano no tiene el menor inconveniente en mentir. Incluso el propio Obama mintió cuando, durante su visita a Bruselas a finales de marzo de 2014, afirmó que Kosovo había adquirido la independencia a través de un referéndum supuestamente acordado entre los países interesados y la ONU; referéndum que nunca tuvo lugar, puesto que la secesión de la provincia serbia fue debida a una proclamación unilateral del gobierno y del parlamento kosovar, precedida por los bombardeos de la OTAN sobre los restos de Yugoslavia, sin autorización de la ONU.

La retórica libertaria de Washington esconde una acción que no por conocida es menos peligrosa para la paz y la estabilidad internacional. La utilización de drones para realizar asesinatos selectivos y bombardeos sobre la población civil, el recurso al espionaje, las escuchas ilegales, la financiación de grupos armados que puedan favorecer sus intereses, dentro de una concepción de “guerra no convencional”, preside muchos de los planteamientos del Pentágono y de la Casa Blanca. Sus fuerzas de operaciones especiales, y sus grupos de comandos, van a continuar siendo instrumento de la política exterior norteamericana, como muestra la actividad del United States Special Operations Command, comando de operaciones especiales, con base en Florida, que actúa en diferentes partes del mundo. No deja de ser peculiar que un país, como Estados Unidos, que mantiene un campo de concentración ilegal como Guantánamo, que organizó una red militar clandestina para el secuestro de personas en distintos países del mundo, que impulsó la creación de cárceles secretas en países como Polonia, Rumania, Letonia, República Checa, Egipto, Argelia, Thailandia, Afganistán, Pakistán, Libia, Marruecos, en connivencia con los gobiernos de esos países; que entregó a prisioneros a otros países para que fueran interrogados y torturados; un país que cuenta con una kill list secreta, que firma el presidente Obama, para ejecutar a personas en cualquier lugar del planeta sin ningún control judicial; un país que ha organizado una red de espionaje mundial, revelada por Snowden, que lesiona las leyes internacionales y los derechos humanos, y que violó la resolución de la ONU sobre Libia para asesinar a Gadafi, como antes invadió Afganistán e Iraq; que un país así se adjudique la condición de severo juez planetario sobre la libertad y los comportamientos democráticos, es, cuando menos, sorprendente.

En el complejo escenario internacional, no pueden descartarse acuerdos parciales, presididos por los objetivos a largo plazo. Así, Washington, sin renunciar a utilizar todos sus recursos, va a continuar con su acercamiento a Irán, aunque eso dañe sus relaciones con Israel y Arabia; quiere llegar a compromisos en Siria, sin ceder en su exigencia de la salida de Bachar al-Asad, y va a continuar impasible ante el sufrimiento palestino, sin aumentar su presión sobre Tel-Aviv y sin lanzar una seria apuesta por la creación de dos Estados en las fronteras de la Palestina histórica. Estados Unidos está dispuesto a llegar a un acuerdo diplomático en Ucrania, aceptando la incorporación de Crimea a Rusia, pero sin renunciar a la expansión de la OTAN, para conseguir a medio plazo el acercamiento de Kiev a la Unión Europea y la ruptura definitiva de sus lazos con Moscú, sin transigir con la federalización del país ni con el respeto de los intereses rusos. En Venezuela, por el contrario, Estados Unidos va a continuar impulsando una agresiva política que sólo tiene un objetivo: el derrocamiento del chavismo y la derrota de la revolución bolivariana, mientras observa los movimientos de Raúl Castro y las nuevas opciones abiertas por el gobierno cubano, consciente del fracaso de su vieja política de bloqueo.

La crisis ucraniana no fue iniciada por Moscú. Ahora, el gobierno golpista ucraniano, Estados Unidos y la Unión Europea no quieren ni oír hablar de la creación de una comisión internacional que investigue los asesinatos a manos de los francotiradores de Kiev. Así, si los matones nazis pueden desfilar impunemente por Kiev y otras ciudades ucranianas, no extraña tampoco que veteranos nazis de las Waffen-SS desfilen en Riga, amparados por ministros del gobierno letón, como hicieron a mediados de marzo de 2014. La responsabilidad de la Unión Europea y de Estados Unidos en haber hecho posible la llegada de ministros abiertamente fascistas al gobierno de un país europeo es evidente, como en haber facilitado cobertura diplomática y apoyo posterior a un gobierno golpista, pero ni las denuncias periodísticas ni el recurso a las instancias internacionales va a hacer que Washington renuncie a la utilización de compañías de mercenarios, grupos terroristas y golpes de Estado patrocinados por “movimientos democráticos”. La retórica norteamericana y europea sobre la libertad y la democracia son apenas una trampa para incautos, por mucho que sea, también, una digna y justa aspiración para la mayoría de la humanidad. La política internacional no se explica con teorías de la conspiración, sino con brutales intereses nacionales, que, a veces, se defienden con mercenarios y golpistas. Washington tiene entre sus objetivos la ampliación militar de la OTAN hacia el Este, el control de los flujos de hidrocarburos y la búsqueda de mercados y oportunidades de negocio para sus multinacionales, sin olvidar que no ha renunciado a la partición de la propia Rusia. De Ucrania a Venezuela, los mercenarios preparan recursos y arsenales, y el Departamento de Estado mueve piezas sobre el tablero.

ÉSTE ES EL NAZISMO UCRANIANO. VÍDEO PROHIBIDO EN USA Y EN LA UE


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1 de junio de 2014

CAN VIES: LA PROTESTA VIOLENTA COMO ÚNICA SALIDA

Antonio Maestre. Librered

El Ayuntamiento de Barcelona anunció este jueves que paraliza las obras de derribo de lo que queda de Can Vies y “mantiene su apuesta para encontrar una solución acordada y satisfactoria para todas las partes”. La asamblea de Can Vies, sin embargo, no tiene intención de negociar con el ayuntamiento y este sábado ha convocado una “jornada de reconstrucción” para rehabilitar el inmueble.

Can Vies llevaba 17 años ocupado por un colectivo que se dedicaba a la promoción cultural. La ocupación de este inmueble, propiedad del Ayuntamiento y por tanto de los barceloneses, nunca había provocado ningún disturbio en la ciudad. Su taller literario nunca había causado la quema de contenedores. Su ciclo de cine nunca había sido el detonante de lanzamiento de piedras contra entidades financieras.

Los disturbios que durante cuatro días han dejado una imagen desoladora de algunos barrios de la capital catalana se produjeron después y con el motivo del desalojo de un centro social, que durante 17 años había funcionado sin incidentes y coexistido en paz con sus vecinos dándoles una opción cultural que el Ayuntamiento había negado al barrio.

El estallido de violencia social vino precedido de un ejercicio de violencia estructural del Ayuntamiento de Barcelona, que con una actitud caciquil y autoritaria pasó por encima de los intereses vecinales. Xavier Trías, alcalde de Barcelona, menospreció e ignoró a los ciudadanos a los que debe servir y actuó de una manera soberbia, intransigente e irresponsable que provocó una reacción violenta al negarse a los vecinos cualquier otro canal de expresión y negociación.

De la violencia que se ha producido en el barrio de Sants estos días no sólo es responsable el que la ejerce, sino también el que en el ejercicio de su cargo de gobierno ignora todos los elementos de riesgo y actúa de forma imprudente. Valorar los peligros y las consecuencias de una decisión política forma parte de la responsabilidad de un dirigente.

Cuando la Comunidad de Madrid quiso poner una pantalla en la Puerta del Sol para que las aficiones del Real Madrid y el Atlético pudieran ver la final de la Liga de Campeones estaba actuando de un modo claramente negligente. Si las aficiones se hubieran juntado en un espacio tan reducido y hubiera habido incidentes violentos entre las aficiones, todos estaríamos de acuerdo en que los responsables habrían sido los que tomaron la decisión de unir a las aficiones de dos equipos rivales en torno a una plaza. La violencia no sólo se reprime, también se deben evitar las condiciones para que esta surja.

Pero no solamente hay que valorar la responsabilidad política en la sucesión de cuatro días de actos violentos y represión policial, sino también la innegable eficacia de la protesta, incluyendo actitudes violentas, a la hora de defender las posiciones sociales frente a los abusos de poder y las formas autoritarias. Porque la percepción de la violencia es un acto subjetivo.

Hay quien considera que desalojar por la fuerza un centro social, ejerciendo la violencia, es un acto legítimo y legal, porque tiene el respaldo de la ley, parte irrefutable del contrato social. Esta percepción se basa en el monopolio de la violencia por parte del Estado. Un elemento que no tiene en consideración la moralidad de la actuación, es aceptable por el simple hecho del elemento que ejerce la violencia. Es legal ergo es aceptable.

Esta apreciación de la violencia suele ir acompañada de la negación absoluta del ejercicio de ésta por todo aquel que no pertenezca a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Por lo tanto, quemar un contenedor, un daño mínimo, es completamente condenable sin entrar a valorar los motivos por los que ese acto se produce, no importa los objetivos que persiga la protesta, es inaceptable por el autor que la produce.

Sin embargo, la apreciación moral de la violencia no está sujeta a las leyes. Algo moralmente aceptable puede ser ilegal, y a la inversa. Desahuciar de forma violenta a una familia de un piso propiedad de una entidad financiera rescatada para dejarlo vacío es completamente legal, pero moralmente inaceptable. Hacer barricadas y quemar contenedores para protestar por el derribo de un centro social que promocionaba la cultura de un barrio es ilegal, pero moralmente aceptable. Al menos para el escribiente.

La violencia es un camino peligroso, sólo a algunos psicópatas les puede parecer la mejor forma de solucionar cualquier situación social. Nadie quiere que la violencia sea el camino para mantener las conquistas sociales y los espacios autogestionados que los ciudadanos se han otorgado. Pero la violencia en las protestas sociales y en la larga historia de la lucha obrera es reactiva.

Si no quieren violencia en las calles que no derriben Can Vies. Si no quieren violencia en las cuencas mineras que no mermen los derechos ni la seguridad de los mineros. Si no quieren violencia en los astilleros que doten de carga de trabajo a las miles de familias que viven de ellos. Si no quieren ciudadanos radicales, que les permitan vivir con dignidad y los poderes públicos pasen a estar a su servicio.

Las protestas violentas en Sants han conseguido parar el derribo del centro social. Otra victoria de las protestas violentas como ya ocurrió en el barrio de Gamonal en Burgos. Una violencia que no se hubiera producido si se hubiera mantenido el statu quo del centro cultural, si se hubiera escuchado a los vecinos. La protesta violenta ha vuelto a ser el único camino de expresión que han dejado a los ciudadanos, y mil declaraciones de condena de la violencia con voz afectada no cambiarán que cuando se presiona de forma sostenida a las clases populares, cuando se les impide ejercer sus derechos y no se escucha sus reivindicaciones pacíficas, acaba ejerciendo la violencia.