25 de febrero de 2013

EL BAJO ÍNDICE DE DESEMPLEO ALEMÁN ESCONDE UN ALTO PORCENTAJE DE PRECARIEDAD LABORAL

Librered

Los bajos índices de desempleo en Alemania esconden un alto porcentaje de trabajo precario y un creciente número de empleados sometidos a turnos extremos.

Alemania registró en el último trimestre de 2012 una nueva cuota histórica de ocupación, con 41,9 millones de ciudadanos (de los 82 millones de habitantes) cotizando en la seguridad social, según cifras difundidas esta semana por la Oficina Federal de Estadística (Destatis).

La primera economía europea cerró 2012 con la tasa de desempleo más baja en 20 años (6,8%), una situación envidiable en medio de una Europa en recesión.

Pero algo de lo que no se informa demasiado es que cerca de 3 millones de personas con trabajo en Alemania perciben sueldos tan bajos que están amenazadas con caer en la pobreza y la marginalidad.

Entre siete y nueve millones de ciudadanos trabajan en régimen de mini-empleos (a tiempo parcial o hasta 40 horas mensuales), de forma que no son desempleados pero su cotización al seguro de jubilación es mínimo, por lo que en el futuro percibirán pensiones mínimas.

Horas extra no remuneradas, cada vez más
A esas situaciones, reveladas por un estudio de la Fundación Bertelsmann, se sumaron ahora cifras igualmente alarmantes, difundidas por el diario Süddeutsche Zeitung y que reflejan un panorama laboral desolador.

Cada vez son más los ciudadanos con jornada laboral completa que trabajan en turnos extremos, sean de fin de semana o nocturnos, que extienden su jornada laboral con horas extras no remuneradas o que sufren los efectos de la permanente libre disponibilidad “de facto”.

Consecuencia de ello es el creciente cómputo de bajas por agotamiento físico, según datos revelados esta semana por el informativo de la televisión pública ZDF: de los 33,6 millones de días de baja de 2001 se pasó a 55,5 millones en 2010.

Más trabajo en fin de semana
Este aumento discurrió en paralelo al del número de empleados que trabajan regularmente en fin de semana o en turnos nocturnos.

Más de una cuarta parte de los empleados en Alemania (un 25,3%) trabaja en fin de semana, según la estadística facilitada por el Ministerio de Trabajo. El porcentaje ha ido en aumento desde 2001 (entonces un 20,6%), como lo ha hecho el de las personas que trabajan de forma regular o ocasionalmente en turnos nocturnos (actualmente un 10%).

La ministra de Trabajo, Ursula von der Leyen, en unas declaraciones a ese canal público, atribuía la evolución a una “adaptación” a la realidad actual y a los imperativos crecientes del sector servicios. Durante décadas Alemania fue una especie de excepción entre las grandes potencias, con horarios comerciales muy acotados: los comercios cerraban a las 18h entre semana o a las 12horas en sábado, con prohibición estricta de apertura el domingo.

Estas leyes se empezaron a suavizar durante el gobierno socialdemócrata de Gerhard Schröder (1998-2005), quien en su segunda legislatura implantó una reforma estructural que amplió horarios comerciales.

Las condiciones de trabajo se han endurecido y ha crecido asimismo hasta dos millones el cómputo de empleados (un tercio más que en 2001) que prolongan su jornada más allá de las 48 horas semanales, de forma regular y no remunerada.

Los sectores más afectados por esta prolongación “de facto” de su jornada laboral son docentes, ingenieros y consultores, de acuerdo a las cifras del ministerio.

El departamento de Trabajo asume asimismo que esta evolución lleva implícito un incremento del estrés laboral y de las secuelas físicas, en forma de simple agotamiento físico, o psíquicas, en forma de “síndrome de ‘burn-out’ o de desgaste profesional”.

24 de febrero de 2013

LA LIBRA, EN EL PUNTO DE MIRA: LOS GRANDES GESTORES APUESTAN POR LA DEBILIDAD DE LA DIVISA BRITÁNICA

George Soros, magnate especulador y "filántropo"
de  la Fundación Tides (Mareas en  inglés)

Isabel Mauricio. Cotizalia
La libra es el nuevo objetivo de los hedge funds (fondos de cobertura o de inversión libre). Los grandes fondos americanos están intensificando sus posiciones cortas sobre la divisa británica ante la posibilidad de que se deprecie en plena guerra de divisas. El anuncio de una política monetaria más permisiva con la inflación por parte del que será el nuevo gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, y la posibilidad de que las agencias de calificación rebajen el rating del Reino Unido son los principales argumentos de los gestores.


Fondos como el de George Soros, Paul Tudor oAndrew Law (Caxton Associates) están incrementando de manera significativa sus posiciones cortas respecto a la libra esterlina. Una estrategia que desde noviembre y hasta ahora han llevado a cabo contra el yen y les ha reportado pingües beneficios, que en el caso de Soros superan los 1.200 millones de dólares.
No son los únicos inversores que apuestan contra la libra. De hecho, según los últimos datos de la US Commodity Trading Commission, las posiciones cortas sobre la divisa británica han pasado de 1.174 contratos a finales de la primera semana de febrero a 16.776 a mediados mes, convirtiéndose en la segunda moneda, después del yen, con mayor volumen de posiciones bajistas. Hay gestoras, como Franklin Templeton, que han optado simplemente por reducir sus posiciones
La llegada del actual gobernador del Banco Central de Canadá, Mark Carney, al Banco de Inglaterra, que se ejecutará en julio, ha disparado las alarmas de los gestores de fondos. Carney ha mostrado una mayor tolerancia a la inflación que su predecesor en el cargo, Mervyn King, y ha dejado entrever su predisposición a enfocar sus políticas hacia un crecimiento de la economía y a adoptar un enfoque más flexible con respecto a los precios.  
Asimismo, el próximo gobernador ha asegurado en reiteradas ocasiones que no le importaría en absoluto tener una divisa más débil, ya que daría un empujón a las exportaciones y ayudaría a recuperar la débil economía británica. La política monetaria que previsiblemente emprenderá Carney recuerda a los gestores a la adoptada por el Banco de Japón. Desde UBS ya han advertido de que la libra está encaminada a seguir el mismo camino que el yen. “Será la divisa que sufra la próxima gran devaluación”, avisan.
Tampoco han ayudado los rumores de una posible rebaja de rating inminente sobre la deuda del Reino Unido por parte de Standard & Poor’s, que le quitaría la triple A. Así, en poco tiempo, la libra ha pasado de ser una divisa refugio a sufrir las ventas masivas de los inversores ante el empeoramiento de sus perspectivas y tocar el lunes mínimos de siete meses frente al dólar, hasta 0,648 unidades por dólar.  
Soros vuelve al ataque
Lo más llamativo del ruido bajista que envuelve a la libra es que Soros vuelve a encontrarse con la divisa británica. La relación amor-odio del inversor con la libra esterlina se remonta 20 años atrás. El multimillonario forzó en 1992 la devaluación de la divisa británica con la venta de más de 10.000 millones de libras en los mercados. Con aquella operación, se embolsó la nada despreciable cifra de 1.000 millones de dólares e inició una estrategia que, al igual que ahora, copiaron otros gestores. De nada sirvieron en aquella ocasión los esfuerzos del Banco Central de Inglaterra, que llegó a gastar 50.000 millones de dólares, para frenar el desplome de su moneda, que acabó con sus huesos fuera del proceso que conduce al nacimiento del euro.