12 de enero de 2011

ENTREVISTA A MICHAEL HUDSON: "EUROPA: LOS INTERESES FINANCIEROS DICTAN LA POLÍTICA SOBERANA"


Michael Hudson | Sin Permiso


Lo que el sector financiero busca es que los políticos se allanen a chupar dinero de los trabajadores y de la producción industrial para pagar a los banqueros. Eso dañará la formación de capital y hará disminuir los niveles de vida.
Los bancos falsearon el valor real de sus balanzas contables, y por lo tanto, su haber en las actuales circunstancias del mercado. Ahora que han cogido el dinero y se han largado, exigen a la economía "real" que pague las pérdidas derivadas de sus malos préstamos. Lo desapoderado de su exigencia llevó a la mismísima Angela Merkel a preguntarse en voz alta por qué deberían los gobiernos –es decir, los contribuyentes— pagar el pato de unos préstamos malos y de unas prácticas financieras corruptas.
¡Menuda jugada, si los banqueros pueden salirse con la suya! Por mi parte, me alegra que al menos Alemania se oponga a la propuesta de la UE de doblar sus fondos de rescate.

Usted ha escrito que "Letonia se ha convertido en un experimento en el que lo que anda en juego es hasta qué punto pueden rebajarse los niveles de vida, hasta qué punto puede ser fiscalmente exprimida una economía al mismo tiempo que se retiran la asistencia social pública, y todo ello a favor de una clase cleptocrática situada en la cúspide". Cree usted que se busca lo mismo en Grecia, en Irlanda, en España y en otros PIIGS que podrían perder el control de sus asuntos fiscales a manos de la UE y del FMI?
Los bancos extranjeros están conminando a Grecia: "¿Por qué no hacéis como Letonia y sacrificáis vuestra economía para nuestro beneficio?" La realidad es que pagar a los acreedores en esas condiciones es como pagar tributo a una potencia que te ha conquistado militarmente.
Afortunadamente, el mundo del trabajo organizado es mucho menos pasivo en Europa que en Letonia. Las economías postsoviéticas tienen poca tradición sindical, y la política es, por mucho, de naturaleza étnica. Gracias a la opresiva era estalinista, que sustituyó con rusos para a los profesionales locales de clase media en los 50, los neoliberales ahora dominantes han sido capaces de dirigir la frustración de los votantes sobre todo contra los rusófobos, desviando la atención sobre lo que constituye el régimen más hostil a los trabajadores y más favorable a los propietarios de toda su historia.
El resto de Europa tiene ahora ante sus ojos la pésima política fiscal y financiera de Letonia y de los países bálticos como lección viva sobre lo que hay que evitar. Cuando la burbuja neoliberal estalló, Letonia recibió préstamos de la UE y del FMI en unas condiciones que la obligan a tal austeridad, que la economía se ha desplomado más de un 20%, mientras crece el desempleo y la fiscalidad plana sobre salarios y remuneraciones del trabajo es ya superior al 68%. Más del 12% de la población trabaja ya en el extranjero. Repatrían el dinero que pueden para que sus familias consigan sobrevivir.
Lejos, pues, de ser un modelo a imitar, Letonia muestra los yerros de la política neoliberal, cuya adopción exigen los banqueros a otros países. No es un rescate de la economía, sino una estrategia económica que amenaza con la depauperación de las economías.

¿Cómo explica usted el papel del FMI en la crisis de la deuda europea? ¿Es que la UE carece de la pericia técnica para afrontar asuntos de deuda soberana, como algunos han sugerido, o es porque el FMI es un socio aventajado del capital financiero multinacional?
Lo que pasa por "pericia técnica" es de todo punto político, y en ningún caso objetivo o neutral. En manos de los neoliberales, la "pericia financiera" significa calcular de qué volumen de excedente fiscalmente imponible, de qué cantidad de ingreso personal disponible, de qué porción de ingresos rentistas y beneficios empresariales puede apropiarse el sector financiero.
Los peritos y expertos de verdad seguirían el consejo que John Maynard Keynes dio en los años 20 del siglo pasado en relación con las reparaciones alemanas y las deudas interaliadas. Es mejor anular las malas deudas que tratar de pagar a los acreedores a costa de reducir la formación de capital, deprimir los niveles de vida y encoger el gasto público en educación, asistencia sanitaria y otras infraestructuras básicas. Un gobierno sabio sometería al sector financiero, a fin de promover el crecimiento económico, estimular la formación de capital y elevar los niveles de vida.
La política del "Consenso de Washington" practicada por la UE y el FMI fue aplicada por las dictaduras militares del Tercer Mundo en los 60, los 70 y los 80 a punta de fusil, pero Europa es libre para elegir. Seguir el consejo de los "expertos", como hicieron presta y dócilmente Islandia e Irlanda, termina en un ejercicio de despojo de activos y en la substitución del estado democrático y social por una oligarquía financiera extractiva.

¿Está en el interés de Alemania expulsar de la eurozona a los países fiscalmente débiles?
¿Qué es realmente Alemania? ¿Sus bancos? ¿Sus exportadores industriales? ¿Los trabajadores alemanes? Los políticos al servicio del lobby bancario adoptan la siguiente posición: 
'Alemania ha producido grandes compositores, físicos y químicos, así como grandes clasicistas e investigadores del mundo antiguo. Pero nuestro banqueros son crédulos. Fueron lo bastante estúpidos como para confiar en los saqueadores de la banca islandesa, en los especuladores irlandeses y en los vendedores norteamericanos de hipotecas basura. Así que han perdido un montón de dinero. Y nos han pedido que os exijamos a vosotros, griegos, irlandeses, etc., que paguéis impuestos hasta la muerte y que destruyáis vuestras economías para que ellos no tengan que pagar por su ingenuidad arrostrando todos los costes de su carísima educación en la experiencia del real funcionamiento del presente mundo de tiburones financieros.'
No se puede culpar a los banqueros por intentarlo. Pero los otros países deberían descubrirles el juego. Alemania estaría mejor servida ayudando a los países a recuperarse de los cuentos de hadas neoliberales y a adoptar políticas fiscales y financieras más progresivas. De otro modo, los banqueros terminarán haciendo en casa lo que ahora tratan de hacer al resto de Europa.

¿Le ve usted una salida a la crisis europea de deuda soberana?
El problema económico no está causado por la deuda soberana, sino por los préstamos bancarios, las prácticas financieras fraudulentas y la desregulación bancaria neoliberal. Los saqueadores vikingos de Islandia, la banca Anglo-Irlandesa en Irlanda y otros bancos extranjeros buscan evitar sus pérdidas con exigencias financieras que son en gran parte ficticias, pues rebasan con mucho la capacidad de pago de las economías endeudadas. La 'crisis' puede resolverse haciendo que los bancos deprecien sus títulos de acreedores, rebajándolos a valoraciones mas realistas como lo que son, títulos "basura". No hay necesidad de destruir a las economías sometiéndolas a un proceso de despojo financiero de activos.
En tales casos, siempre hay que atenerse a un principio básico: las deudas que no pueden ser pagadas, no serán pagadas. La cuestión es: ¿de qué forma dejarán de ser pagadas? Tal como están las cosas, se exige a los países que se sometan a un desahucio masivo, no sólo a la confiscación de sus hogares, sino de su entera política nacional.
En este sentido, la crisis soberana es una crisis de la propia soberanía: ¿quién controlará la economía, su filosofía fiscal t su gasto público? ¿Las autoridades democráticamente elegidas actuando conforme al interés público, o una intrusa oligarquía financiera?  La UE se equivocó al pedir a los gobiernos que secundaran sus consejos –y sus presiones— y confiaran en bandidos financieros y desregularan la supervisión bancaria. El Banco Central Europeo debería  reembolsar a los gobiernos víctimas por los rescates que han sido pagados. Ese reembolso podría hacerse por la vía de una política fiscal progresiva y con la creación de un banco central que ayudara a financiar a los gobiernos.
El objetivo genuino de una economía nacional es la promoción de la formación de capital y la elevación de los niveles de vida del conjunto de la población, no de una angosta clase financiera instalada en la cúspide de la pirámide. Así pues, me parece que hay dos grandes políticas para salir de este lío.
Primero: hay que volver a desplazar la carga fiscal sobre la renta de la tierra y de los recursos y sobre las ganancias financieras y de capital. Eso prevendrá la formación de otra burbuja inmobiliaria hinchada mediante deuda apalancada. Al mantener bajos los precios de la vivienda, ahorrará a los trabajadores el tener que pagar un volumen equivalente en impuestos al ingreso. Los impuestos bajo sobre los bienes raíces (por debajo del 1% hasta hace poco) no han ahorrado dinero a los propietarios de vivienda en Letonia. Los impuestos bajos sobre la propiedad simplemente han dejado más renta de ingreso como colateral para los bancos, colateral que estos han capitalizado con grandes préstamos inmobiliarios.
Segundo: hay que desprivatizar los servicios básicos y los monopolios naturales para salvar a Europa de unos rentistas dispuestos a convertirla en una economía de peajes. Europa necesita un banco central que pueda hacer lo que se supone que hacen los bancos centrales: crear dinero para financiar los déficits públicos. Pero el Banco Central Europeo y el artículo 123 de la Constitución Europea enmendado por el Tratado de Lisboa prohíbe que el banco central preste a los gobiernos. Eso obliga a los gobiernos europeos a aumentar los impuestos para pagar intereses a los bancos, intereses que se limitan remunerar la creación por éstos de crédito electrónico: ¡una actividad que un banco central de verdad podría hacer tranquilamente desde sus pantallas de ordenador!
La banca pública no es necesariamente inflacionista. Financia lo que requiere el crecimiento de las economías: la inversión en infraestructura y formación de capital, a fin de aumentar la productividad y minimizar el coste de la actividad económica.
Lo que termina siendo inflacionista es el préstamo de la banca comercial. Hincha improductivamente los precios de los activos. Los bancos prestan contra el colateral de los bienes raíces y otros activos ya existentes y contra acciones y bonos ya emitidos. Eso es crédito improductivo, no creación real de riqueza. La única manera de mantener solvente ese gasto improductivo de deuda pasa por hinchar todavía más los precios de los activos: por desgravar fiscalmente los activos, a fin de que dejar libre un mayor ingreso para poder pagar a los bancos unas deudas de crecimiento exponencial.
Y no tiene por qué ser así. Los últimos 30 años de polarización financiera son reversibles. La alternativa a eso es sucumbir a la austeridad neoliberal.
Traducción para www.sinpermiso.info: Ventureta Vinyavella
En un artículo suyo reciente, "Esquemas de ricos y codiciosos", cita usted los rescates en Europa entre esos esquemas. ¿Cuáles son los yerros capitales de esos rescates? ¿A favor de quién se han concebido?

10 de enero de 2011

DE LA UNIDAD, LA RADICALIDAD Y LAS CONVERGENCIAS DE LA IZQUIERDA: APUNTES TRAS EL 29-S


Raul Camargo/Viento Sur

Más de ocho años después de la última, CC OO y UGT volvieron a convocar una huelga general. El pasado 29 de septiembre tuvo lugar una huelga absolutamente distinta a cualquiera de las anteriores. No sólo porque se convocó mucho más tarde de lo que hubiera debido hacerse, sino porque se hizo en el ambiente más hostil posible y con una mínima posibilidad de obtener cualquier resultado positivo. A pesar de todo, la huelga del 29-S salió bien, con un impacto desigual, pero sin duda mucho mejor de lo previsto. Este resultado permite abrir un nuevo ciclo de luchas que ayude a recuperar la confianza de las y los de abajo para romper la camisa de fuerza del neoliberalismo. Ésta es la principal tarea del momento: recuperar la conciencia colectiva a través de un prolongado periodo de movilizaciones. No obstante, el 29-S marca el inicio de una nueva etapa para la izquierda social y política en la que todo el tablero al que estábamos acostumbrados puede cambiar por completo.

Antes del tijeretazo de mayo: entre la perplejidad y la resignación sindical.
Los meses inmediatamente anteriores al fatídico 10 de mayo,fecha en la que el gobierno aprobó el paquete de recortes sociales, transcurrieron sin que CC OO y UGT prepararan movilizaciones fuertes y sostenidas ante el sombrío panorama que ya teníamos encima: más de 4.500.000 de parados,reiteradas bajadas de impuestos a las clases propietarias, aumento de impuestos indirectos y amenaza permanente de la UE para que siguiéramos el ejemplo de Grecia. La promesa de Zapatero de “no tocar derechos sociales básicos”parecía ser suficiente para unas cúpulas sindicales que pensaban salvar los muebles conservando el raquítico Estado de Bienestar hispano. Pero la voracidad patronal no se para con palabras o diálogos que solo sirven para seguir retrocediendo poco a poco. Esta vez lo quieren todo y lo quieren ya. La decisión del gobierno del PSOE de recortar drásticamente el salario del funcionariado y congelar las pensiones causó perplejidad en las centrales mayoritarias,traicionadas por su “aliado político” durante más de seis años y sin capacidad operativa para organizar en poco tiempo una respuesta contundente ante tamaño atropello. Esta fue la principal razón del fracaso de la huelga de funcionarios del 8 de Junio y también la del retraso hasta finales de septiembre de la huelga general: CC OO y UGT llevan años fiándolo todo al diálogo social y, ahora que esta vía se agota, tienen que retomar un tipo de sindicalismo que mucho de sus cuadros, dirigentes o intermedios, habían casi olvidado.El bajísimo seguimiento del 8-J –un error de convocatoria a todas luces, ya que hizo aparecer a los funcionarios como una casta que solo se moviliza por sus derechos cuando ya existían más de 4 millones de parados– fue la oportunidad que necesitaba Zapatero para acometer su segunda estocada: la reforma laboral.

Reforma laboral: el “programa de transición” de los de arriba.
La reforma laboral aprobada por el Consejo de Ministros el 16 de junio es una de esas “utopías regresivas” de las que habla Felipe González, pero en el sentido contrario al que él le confiere. El programa de mínimos de la clase dirigente hace tiempo que fue cumplido con creces y ahora se trata de aplicar medidas de transición desde el “Estado Social” (con todas las comillas posibles en un país como éste) hacia el “Estado-Policía”, sin derechos sociales pero con todo el aparato represivo intacto. En esta línea camina la reforma laboral más salvaje de cuantas se hayan aprobado desde 1977. Esta vez era ya inevitable que los sindicatos respondieran con una huelga general pero el hábil manejo del tiempo político de ZP (que siempre les ha llevado la delantera a Méndez y Toxo en estos meses) hacía casi imposible, so pena de otro estrepitoso fracaso, convocarla antes del inicio de las vacaciones.
La Huelga General del 29-S: ¿inicio de un ciclo de movilizaciones o paréntesis entre dos negociaciones?
Los trabajos previos para el 29-S transcurrieron entre la atonía social y la ofensiva de la derecha mediática contra los sindicatos, que se defendían a duras penas. Las circulares internas de CCOO en la Administración Pública reconocían que no se había hecho nada de lo previsto antes de verano y que había que hacerlo todo en los escasos 20 días que faltaban para la cita. El acto de Vista Alegre del 9 de septiembre sacó del letargo a las bases sindicales y fue una comprobación del ambiente hostil contra el presidente del gobierno, una novedad en este tipo de convocatorias: los gritos de “Zapatero dimisión” fueron los más coreados.
La jornada del 29 tuvo tres partes que podemos diferenciar claramente: los piquetes nocturnos, la actividad de la mañana y las manifestaciones de la tarde.
En la noche, la actividad piquetera fue intensa en las grandes ciudades. En el caso de Madrid, columnas compuestas por varios centenares de personas, recorrieron el centro de la ciudad cerrando todos los bares que permanecían abiertos. Más tarde, las cocheras de autobuses de la EMT fueron cercadas por estas mismas columnas y algunas más que se sumaron a los bloqueos. He aquí una de las enseñanzas más importantes de esta huelga: cuando se ponen las energías necesarias para movilizar a todas las estructuras sindicales, sociales y políticas de la izquierda aún se conserva la fuerza suficiente como para paralizar servicios esenciales. Observar en los piquetes de las cocheras el trabajo conjunto de sindicalistas de CC OO y UGT con los de CGT, Plataforma Sindical de la EMT o con las asambleas barriales creadas al calor de la convocatoria de Huelga es una demostración palpable de que es posible la unidad en la defensa de derechos básicos y que esta puede adquirir formas de radical desobediencia al orden establecido.
La mañana del 29 mostró que, a pesar del despliegue militante de la noche y madrugada, eran muchos los comercios y servicios que abrían. La industria y el transporte, tuvieron un seguimiento muy considerable.
Ya en la tarde, las manifestaciones congregaron a centenares de miles de personas en todas las ciudades. Las marchas tenían el aspecto de las celebradas en 2002 y 2003 contra el PP. Un nuevo ciclo de resistencias sociales parecía comenzar.Pero la gestión de este éxito inesperado por parte de las direcciones de CC OO y UGT está siendo muy errática, sin una línea definida y con una evidente falta de reflejos. Zapatero, una vez más, les tomó la delantera con su cambio de Gobierno, que mandaba, a través de la figura del nuevo ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, afiliado a la UGT, un mensaje que podría haber sido contrarrestado con la presentación de un plan de movilización para los próximos seis meses, con diferentes iniciativas que fueran incrementando la presión sobre el gobierno de forma progresiva. Por el contrario, durante este tiempo, hemos asistido a tiras y aflojas sobre si hay que modificar “las partes más lesivas” de la reforma laboral (como si no fuera un engendro en su conjunto) o si las reuniones tripartitas con gobierno y patronal son o no la reanudación del “diálogo social”. La única noticia positiva en este periodo ha sido la convocatoria de manifestaciones para el 15 y 18 de diciembre en todas las provincias,pero desde el 29-S habrán pasado entonces casi 3 meses. Demasiado tiempo para mantener la tensión conseguida aquel día.

Cinco claves del periodo: de la unidad, la radicalidad y el polo anticapitalista.
Hemos centrado hasta ahora el análisis en el papel de los sindicatos mayoritarios, pero en la huelga del 29 participaron muchos otros actores sin los cuales el éxito de la misma no hubiera sido posible. Sindicatos alternativos, organizaciones y redes sociales, asambleas locales de apoyo a la convocatoria y organizaciones políticas de la izquierda se volcaron en la difusión, preparación y participación en el día mismo de la convocatoria. Aunque dispersos en varias organizaciones esa miríada de colectivos puede ser también extraordinariamente relevante en este periodo. La izquierda social y política se enfrenta a un gran desafío en este escenario post huelga. Enfrentada al mayor ataque contra los derechos sociales adquiridos tras décadas de luchas obreras, se juega su futuro para los próximos años en el próximo período. De aquí puede salir un mapa sociopolítico completamente distinto al actual, que dependerá enteramente de las opciones tomadas por los principales agentes de este espacio. Por consiguiente, es preciso analizar qué evoluciones pueden producirse en cada uno de ellos y cómo pueden condicionar unas las del resto.

1. CC OO y UGT, entre los deseos de recuperar el diálogo social y la realidad dictada por los mercados.
A pesar de su burocratización, siguen siendo las dos únicas centrales sindicales con capacidad para convocar huelgas generales y con una implantación estatal casi total. Por tanto, el concurso de buena parte de sus bases en las luchas sociales que están por venir es imprescindible. La situación económica internacional y la estrategia de las clases dominantes pone en cuarentena la estrategia de la concertación social, por lo que se van a ver confrontados con la dura realidad: El gobierno puede sentarse con ellos y tratar de ganar tiempo con trucos semánticos o retrasando por un tiempo la reforma de las pensiones, pero las decisiones se toman en otro sitio: “los mercados” –ese eufemismo tras el que se esconden bancos como el Santander, que han multiplicado beneficios aún en época de crisis– exigen que se desmantele el Estado del Bienestar y tienen la poderosa arma del control de los créditos internacionales para que el país se pueda seguir endeudando. Una bajada brusca de la calificación de la deuda, podría obligar a un rescate similar al griego, algo que Zapatero quiere evitar a toda costa. Así, los márgenes para el acuerdo son muy estrechos y, aunque seguramente desearían recuperar la senda del pacto, los sindicatos se van a ver obligados a movilizarse si no quieren convertirse en “colegios profesionales”, a los que se consulta para cuestiones legales pero que no pesan nada en las relaciones de fuerza que condicionan las políticas económicas. Por eso, es urgente que, especialmente dentro de CC OO, vuelvan a organizarse sectores críticos, cuyas principales señas de identidad radiquen en la defensa de la movilización sostenida, en la recuperación de un modelo de sindicalismo participativo y asambleario y en la defensa de un plan de medidas sociales alternativas de claro sentido anticapitalista, incluyendo la vertiente ecológica, porque ya no se puede seguir defendiendo el crecimiento, ni siquiera el sostenible, para crear empleo. Comprender la necesidad de presionar, desde dentro y desde fuera, a los sindicatos mayoritarios en este contexto es crucial para el conjunto de la izquierda alternativa y una de las claves para construir un nuevo ciclo de resistencias.

2. Los sindicatos alternativos, entre la disposición a luchar y el “narcisismo de las pequeñas diferencias”.
La constelación de sindicatos alternativos, entre los que catalogaremos a todos aquellos cuyas señas de identidad fundamentales se sitúan del lado del conflicto social, está teniendo dificultades notorias para recoger el descontento con CC OO y UGT y transformarlo en fuerza social organizada bajo sus siglas. De entre todos ellos, el más importante es CGT, que tiene presencia en la mayor parte del Estado y decenas de miles de afiliados. Su combatividad está probaba en numerosos conflictos laborales y han incorporado a su programa aspectos que el sindicalismo tradicional suele obviar sistemáticamente, como el feminismo y el ecologismo, pero tiene un problema tanto en las relaciones con otras organizaciones de su mismo “campo” como con la forma de dirigirse hacia los mayoritarios. Éstos son los dos principales escollos que tiene CGT para convertirse en la referencia sindical de toda la izquierda alternativa, y sin embargo, su concurso es fundamental para dar forma a cualquier “bloque social anticapitalista” que pudiera llegar a conformarse. Pero ser la “cabeza de ratón” requiere tener una clara vocación unitaria con los más próximos y saber mantener relaciones conflictivas, pero relaciones, con CC OO y UGT. El ejemplo de Francia es claro en esta línea: un sindicato como SUD-Solidaires puede ser equiparable a CGT en nivel de combatividad y de discurso, pero forma parte de la Intersindical que convoca las huelgas y paros parciales junto con sindicatos mayoritarios.
Otras organizaciones sindicales alternativas relevantes tienen su mayor peso en determinadas comunidades, naciones o regiones. No es el objeto de este artículo entrar en la diferente composición sociosindical que se da en Catalunya, Euskal Herria o Galiza, aunque es evidente que en las dos últimas las centrales sindicales nacionalistas (ELA y LAB y CIG, respectivamente) son imprescindibles para que haya movilizaciones fuertes. El SAT en el campo andaluz es otra referencia ineludible para ese bloque social crítico, así como la Corriente Sindical de Izquierdas de Asturies. La Confederación Intersindical es un proyecto muy interesante de reagrupamiento sindical aunque, por el momento, solo ha cuajado en Pais Valenciá, Murcia y Catalunya. Pero ese debería ser el objetivo de los sindicatos alternativos con voluntad de construir un referente estatal: encontrar la forma de, respetando dinámicas propias, unir en un solo referente a todas las opciones que se consideren anticapitalistas. Para los tiempos que nos va a tocar vivir, esto sería un enorme paso adelante. No ignoro que es una posibilidad remota a corto y medio plazo. Pero trabajar con esta perspectiva es una tarea fundamental para todos los sindicalistas de la izquierda alternativa que anhelan tener un referente fuerte y combativo capaz de disputarle la hegemonía a CC OO y UGT.

3. Los movimientos sociales, entre la lucha sectorial y la necesidad de articularse.
Las asociaciones y colectivos que conforman los movimientos sociales han de tener también un peso determinante en el diseño y ejecución de un nuevo ciclo de luchas. En este sentido, el dinamismo mostrado por algunos de ellos durante la huelga del 29-S es un buen comienzo en esta dirección. Por su importancia, destaca el rol de Ecologistas en Acción, con una red de activistas que llega a muchas ciudades y cuyas actividades exceden el ecologismo para tener una presencia en toda lucha social de calado. Grupos feministas, iniciativas ligadas a centros sociales, cristianos de base, movimientos vecinales críticos o vinculados a la comunicación alternativa son ya parte indisoluble de cualquier proyecto de resistencia social. Lo más difícil dentro de estas redes es conseguir que exista alguna coordinación estable entre ellas que las permita articularse y responder unitariamente en momentos señalados. Las respuestas a la crisis capitalista justifican impulsar este proceso de articulación y contaminar la respuesta puramente sindical con los nuevos colores de la emancipación que son ya parte del ADN de cualquier proceso serio de sociedad alternativa. Algunas experiencias, como la Asamblea de Movimientos del Foro Social Mundial en Madrid, pese a su modestia, caminan en esta dirección.
En otro nivel se situaría el movimiento estudiantil y juvenil. Estamos viendo que en países como Francia o Reino Unido, y antes en Grecia, este movimiento ha sido el abanderado de la resistencia contra las medidas de sus respectivos gobiernos en contra de la clase trabajadora. Aquí todavía no ha reaccionado frente a unas reformas de las que van a ser los principales paganos. Pero, por su carácter espasmódico, no es descartable que asistamos en un plazo no demasiado largo a una movilización amplia de la juventud. La responsabilidad de las asociaciones de estudiantes críticas y de los y las militantes de organizaciones políticas de izquierda se me antoja fundamental para encender la mecha en este sector.

4. La izquierda política alternativa, entre refundaciones y reconstrucciones.
Los partidos de la izquierda alternativa se enfrentan a su mayor reto en años, en un contexto que debería ser favorable para la comprensión de su discurso por parte de la mayoría de la población pero en el que, por el contario,tiene enormes dificultades para hacerse escuchar y, sobre todo, respetar. IU lanzó su proyecto de Refundación hace más de un año, después de haberlo aprobado en su Asamblea Federal hace dos. Ha habido actos públicos, asambleas abiertas y una manifestación importante el verano pasado en Madrid. El discurso se ha radicalizado pero la práctica sigue siendo más o menos la misma de siempre. Desde junio no hay noticias sobre nuevos pasos en este proceso y las elecciones municipales y autonómicas están a la vuelta de la esquina, con todo lo que ello significa para un partido que tiene miles de concejales y decenas de parlamentarios regionales que mantener. Tiempo habrá para hacer un balance, pero todo parece indicar que este proceso ha atraído a poca gente y que, los pactos para repartirse el poder interno entre las familias que dirigen la coalición, han terminado por devaluarlo. La perspectiva de crecimiento electoral a costa del PSOE también habrá jugado un papel para descartar aventuras que pueden acabar modificando relaciones de fuerza enquistadas hace años.
A diferencia también de países como Alemania o Francia, el giro ultraliberal del PSOE no ha provocado rupturas en su seno, aunque pueda existir cierto malestar interno, pero no se puede contar con sectores significativos organizados de “socialdemócratas desencantados” para una nueva recomposición de la izquierda alternativa, simplemente porque no existen.
Izquierda Anticapitalista continúa su crecimiento y consolidación como partido con presencia en todo el Estado, pero aún no tiene la fuerza, la experiencia y la credibilidad necesaria como para ser un polo federador de un proceso para crear un nuevo partido más amplio.
No obstante, los debates sobre la unidad de la izquierda a la izquierda del PSOE, especialmente en los procesos electorales, van a volver a poner de manifiesto la dificultad para trasladar mecánicamente las dinámicas sociales unitarias al terreno político. Es este un campo de minas para las fuerzas de izquierda anticapitalista que anteponen la razón estratégica del mantenimiento de la independencia de los gobiernos socioliberales frente a los que consideran que todo depende de la coyuntura política. Estoy seguro de que, en la actualidad, la mayoría de los activistas sociales de la izquierda alternativa apuestan porque existan candidaturas conjuntas de toda la izquierda a la izquierda del PSOE en las próximas elecciones, por consideraciones de eficacia electoral a corto plazo. Pero quienes creemos que la táctica electoral no puede ser contradictoria con los contenidos y con los objetivos políticos, apostamos a que eso podría ser un paso adelante ahora... y dos atrás en poco tiempo.
5. El polo anticapitalista, una hipótesis que hay que construir con una “lenta impaciencia”.
La necesidad de un reagrupamiento de la izquierda anticapitalista y alternativa es cada vez más evidente, pero no por ello se atisban caminos sencillos para llegar a él. Está claro que debería contar con buena parte de los sectores sociales descritos anteriormente, que suelen ser muy hostiles a cualquier forma partidaria, con gente crítica de IU, que de momento no se plantea salir de allí y con una renovación generacional importante, especialmente en su dirección. Todas estas condiciones, y la forma de llegar a ellas, forman parte de hipótesis y no están basadas en movimientos reales que puedan fructificar a corto plazo. La aparición de un nuevo ciclo de luchas podría acortar la distancia, pero será un proceso largo, con idas y venidas, con muchas incertidumbres, pero que, si realmente aspiramos a cambiar este mundo de arriba abajo, tendremos que llevar a cabo, aunque sea con la “lenta impaciencia” de la que hablaba Bensaid.
Los caminos hacia el socialismo parecen hoy día oscuros y llenos de trampas. Aprender a avanzar en la oscuridad y saber superar los obstáculos que encontremos son las principales tareas de una nueva herramienta política que comprenda los errores del pasado para iluminar la esperanza en el futuro

Raul Camargo es militante de Izquierda Anticapitalista