29 de octubre de 2010

BARCELONA: GUERRA PREVENTIVA CONTRA LA DISIDENCIA

LOS MOSSOS TENÍAN DISEÑADA UNA VASTA MACROOPERACIÓN POSTHUELGA QUE FINALMENTE NO SE HA MATERIALIZADO

Las versiones oficiales han reducido a guerrilla urbana la protesta durante la huelga general. Así, la participación ciudadana es silenciada y criminalizada.

DIAGONAL. David Fernández / Barcelona
Jueves 28 de octubre de 2010.  Número 136


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El antiguo Banco Español de Crédito, antes de ser desalojado por los Mossos. Foto/ Guillaume Darribau


En Catalunya, a las puertas de unas elecciones autonómicas que implicarán un cambio de ciclo involutivo; en medio de una crisis social con su cortejo de 1,3 millones de pobres y 600.000 parados; y ante una recuperación económica y social que se prevé lenta y con dramáticos impactos sociales, la palabra de moda en Barcelona es… antisistema. Cabeza de turco o excusa permanente, el término ha copado tertulias, declaraciones públicas y alertas policiales tras una huelga general que superó las expectativas. Y los movimientos sociales han vuelto a convertirse en ariete político.
La atención mediática, focalizada en los enfrentamientos con la policía el 29-S en el centro de la ciudad, se ha aprovechado de las tesis oficiales más habituales. El Ayuntamiento ha recurrido a la manida de “los 200 violentos de siempre”, las fuentes policiales reviven el triángulo anarquista Grecia-Italia-Barcelona y los Mossos aducen la existencia de un cómplice “colchón social de 1.800 activistas sociales” que ampararía a los jóvenes de los disturbios.
Estas tesis ampliamente repetidas se han visto acompañados, en plena disputa electoral, de peticiones casi unánimes de mayor dureza y de llamamientos abiertos a una suerte de guerra preventiva contra la disidencia. Hasta tal punto ha llegado la guerra verbal que Maria Eugenia Alegret, presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, salió al pasó para recordar que la guerra preventiva no tiene encaje legal ni constitucional en el actual ordenamiento. Ni encaje ni concreción penal.
Hoy, excepto el ciudadano rumano Gociu B.M, en situación de exclusión social y acusado de participar en el asalto a una tienda Levi’s, no queda ninguna persona privada de libertad, a pesar de las 43 detenciones que se produjeron en Barcelona. Algunas de ellas realizadas, según testimonios presenciales, por agentes policiales que, “a dedo”, en los piquetes matinales llamaban por su nombre a los que iban a detener.

La ‘otra huelga’ invisibilizada
Y es que las versiones oficiales apenas han hablado de ‘la otra huelga’ vivida en Barcelona el 29 de septiembre, la que aunó sectores sociales excluidos del sindicalismo oficial, la que visualizó la implicación y protesta de jóvenes, mujeres o migrantes, la que tomó protagonismo en la calle. Una huelga que se hizo presente el 25 de septiembre con la espectacular
toma del antiguo Banco Español de Crédito en la céntrica plaza Catalunya de Barcelona, acción que catalizó la huelga de los otros: de los precarizados, de los excluidos, de los comités de barrio... Y que visualizaba un intento compartido por recuperar los vínculos sociales y comunitarios deteriorados por la crisis, reforzar la búsqueda y defensa de alternativas sociales ante el colapso económico y financiero.
Su eco ha sido prácticamente nulo en los media. Y no por que hayan faltado voces. El histórico ex concejal de Urbanismo de Barcelona, Jordi Borja, confesó que había participado tranquilamente en asambleas y múltiples debates del banco ocupado: “ni armas ni cócteles molotov que, por cierto, tampoco después aparecieron”. Incluso un magistrado de Barcelona, presente en el banco, ha certificado a DIAGONAL que “dentro de la okupación del emblemático edificio se desarrollaron actividades y talleres de debate y formación ciudadana: fue algo de un contenido social extraordinariamente positivo”.

Un “arsenal de guerrilla”
Similar opinión refiere Clara Valverde, presidenta de la
Liga de Síndrome de la Fátiga Crónica, Fibromialgia y Sensibilidades Químicas Múltiples que en una carta abierta al consejero de Interior, el ecosocialista Joan Saura, denunciaba el desalojo y relataba su participación en las actividades desarrolladas en el banco. Valverde finalizaba la misiva recordando a ICV que éstos hechos son los que le costarán el Gobierno en las elecciones del 28 de noviembre, matizando empero que nadie podrá borrar lo inscrito en las puertas del edificio ocupado: “Aquí se sueña”.
En una de las pocas grietas de la siempre monocorde La Vanguardia, Gregorio Morán también ofreció otra reflexión: “con una juventud diezmada por un paro sin precedentes y sin otra alternativa que la emigración, ya me dirán ustedes como enfocamos esto de los antisistema. ¿Quién fue el ingeniero de la palabra que se inventó la denominación?”.
Y es que la tesis política y policial esgrimida para el desalojo, en plena jornada de huelga general, sostenía que el banco ocupado había sido el epicentro armado de la guerrilla urbana. Sin embargo ningún atestado policial ni diligencia judicial refiere hoy prueba alguna en ese sentido. Prueba de ello es que tras el desalojo, las 19 personas que se hallaban en el interior sólo fueron identificadas y ninguna detenida. Es una operación jurídicamente ilegal, ya que el Juzgado de Instrucción número 1 sólo autorizó, telefónicamente, la entrada en el edificio, pero nunca su desalojo. Después, “el arsenal de guerrilla” nunca apareció y se limitó a una única garrafa de gasolina nunca utilizada. Garrafa que, paradójicamente, es la prueba que aduce la propiedad del banco para demostrar que daba uso a un edificio vacío hace 5 años: la garrafa alimentaba el generador eléctrico que tenían contratado. Hoy del proceso por la ocupación del banco quedan 19 personas imputadas por un único delito de usurpación. Mientras “guerrilla” y “arsenal” se han desvanecido del sumario judicial. Aunque la criminalización sigue atizando la lógica inquisitorial: fuentes judiciales han confirmado que mandos de los Mossos tenían diseñada una vasta macrooperación posthuelga que finalmente no se ha materializado.
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Campaña por la libertad de expresión
S. DE CASTRO, KAOS EN LA RED Tras los incidentes ocurridos el 29 de septiembre, la concejala de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, Assumpta Escarp, proponía el cierre de aquellas webs que, según ella, hacen “apología de la violencia”, citando a diversos medios como
Kaos en la Red. El 5 de octubre, Escarp pedía a la Fiscalía la investigación de las webs citadas. Paralelamente, los medios de comunicación de masas comenzaban su escalada de criminalización de los antisistema.
Un proceso que llegaba a su punto culminante cuando el día 9 de octubre el Telediario de RTVE emitía un reportaje en el que utilizaba expresiones como “guerrilla urbana” o “terrorismo de baja intensidad” para referirse a las acciones de los grupos alterglobalización en Barcelona, a la vez que mostraba imágenes de webs como Kaos en la Red, Indymedia Barcelona, Alerta Solidaria y La Haine. La campaña lanzada por Kaos en la Red a favor de la libertad de expresión ha encontrado el apoyo de miles de personas y organizaciones, incluido el Sindicato de Periodistas de Catalunya. Por otro lado, el 19 de octubre fue presentado un manifiesto firmado por más de 120 profesores y profesoras de distintas universidades catalanas que denuncia “la actual política de criminalización de los movimientos sociales”.

Frenar las iniciativas futuras
La campaña de criminalización es también un golpe político y policial lanzado contra una agenda intensa para los movimientos sociales. La
Asamblea de Barcelona y el Moviment del 25 de setembre, dinamizadores de la huelga de ‘los invisibles’, realizaron el 14 de octubre, con la participación de más de 300 personas, una asamblea de valoración de la huelga, desde donde se ha impulsado un calendario movilizador ante la campaña electoral.
Además, en sinergia con el movimiento feminista, gay y lésbico y ateo, han declarado los días 6 y 7 como jornadas de lucha contra la visita papal. Protesta que irá acompañada por una huelga parcial en los autobuses de Barcelona, convocada por la CGT y anunciada en rueda de prensa por Josep Garganté, el 20 de octubre. Este dirigente sindical de la CGT fue detenido el jueves 14 por agentes de paisano de los Mossos, cuando acababa su turno como conductor de autobuses y se dirigía a una asamblea.
La detención partía de la denuncia de un trabajador de TV3 que le acusaba de haber roto su cámara. Pero en los vídeos entregados a la justicia, no se ve que Garganté participase. El sindicalista salió en libertad al día siguiente con cargos genéricos por desórdenes y daños.


28 de octubre de 2010

DECLARACIÓN DE LA 3ª CONFERENCIA ANTICAPITALISTA EUROPEA. PARÍS, 16 Y 17 DE OCTUBRE


Conferencia anticapitalista europea  
Los días 16 y 17 de Octubre se reunió en París la tercera Conferencia Anticapitalista europea, promovida por el SWP de Gran Bretaña y el NPA francés. Celebrado en medio de un extraordinario clima de agitación social – los delegados y delegadas asistieron a la masiva manifestación del sábado por la tarde contra la ley de Sarkozy que pretende retrasar la edad de la jubilación -, este encuentro contó con la participación de 22 organizaciones procedentes de 16 países. Los debates se centraron en el análisis de la crisis sistémica que sacude a toda Europa, en las respuestas que deben aportar las fuerzas anticapitalistas y en la necesidad de una coordinación efectiva de sus esfuerzos e iniciativas a escala continental frente a unos ataques contra los derechos sociales, democráticos y medioambientales que, en todos los países, siguen las mismas pautas regresivas.

Declaración de la 3ª Conferencia anticapitalista europea
París, 16 y 17 de Octubre
La Europa capitalista, la Europa del Banco Central Europeo, de los tratados de Maastricht y de Lisboa, de la “competencia libre y no falseada”, ese instrumento de la ofensiva desencadenada por las multinacionales y sus Estados contra las trabajadoras y trabajadores y contra los pueblos, está en crisis.
Después de haber movilizado ampliamente fondos públicos para salvar al sistema financiero y a los bancos tras la crisis de las subprimes del 2007-2008, acentuando así su propio déficit presupuestario, todos los gobiernos de Europa, una vez dictada su voluntad a Grecia, invocan ese déficit para imponer rigor y austeridad a la población. Los beneficios bancarios despegan de nuevo impetuosamente, pero es el mundo del trabajo quien tiene que pagar la factura por todo ello. La causa de tal déficit es harto conocida, resulta evidente: es la política de subvención de la patronal y de los ricos practicada por los Estados. Con una mano les distribuyen favores, con la otra les exoneran de impuestos. Y, por si fuera poco, para financiar el déficit engendrado por semejante política, ¡es a ellos a quienes acuden los Estados para pedir créditos!
De este modo, las finanzas del Estado son privatizadas.
El balance es claro: la anunciada reactivación económica que no se ha producido y ya se empiezan a oír nuevos crujidos en el edificio del sistema. El paro sigue creciendo; excepto, parcialmente, en Alemania, los salarios permanecen estancados o bajan; los servicios públicos son desmantelados y malvendidos a la iniciativa privada. A escala internacional, se libra una guerra abierta entre las distintas monedas. La amenaza de una nueva crisis financiera se cierne sobre la economía mundial.
Tratando de desviar la cólera de las clases populares, los gobiernos adulan los prejuicios xenófobos y racistas mediante leyes que rehúsan reconocer a la inmigración como parte de la ciudadanía, tratan de dividir a la clase trabajadora; designan a la emigración o a determinados colectivos – es el caso de los gitanos rumanos en Francia – como chivos expiatorios de la crisis. De tal modo, abonan el terreno a un nuevo populismo de extrema derecha que progresa en todos los países. Una vez más, las consecuencias de esta crisis, cuyos efectos se insertan en las profundas desigualdades de género existentes, recaen con especial virulencia sobre las mujeres. A la precariedad generalizada del trabajo femenino, a los salarios inferiores y a las discriminaciones se añaden la amenaza del paro y una presión redoblada a favor del “retorno de las mujeres al hogar”. La degradación de los servicios públicos y la penuria de equipamientos condenan millones de mujeres a la esclavitud doméstica. El ascenso de los integrismos sacraliza la opresión patriarcal. La decadencia material y el hundimiento de las estructuras sociales abren la vía a la explotación sexual y a un tráfico creciente de mujeres y de niños, en Europa y en el resto del mundo.
En resumen: el fracaso de la política de las clases dominantes y de sus Estados arruina las condiciones de vida de una franja cada vez mayor de la población, amenazando al mismo tiempo los derechos democráticos por ella conquistados. Se ha tornado urgente ya detener esa fuga hacia delante peligrosa y destructiva, uniendo las fuerzas del mundo del trabajo para invertir las actuales relaciones de fuerza, sin dejarnos dividir por unas fronteras heredadas del pasado.
A través de toda Europa, las políticas de austeridad que se han puesto en marcha han suscitado ya una amplia resistencia. El momento más intenso se produjo en Grecia – en particular con la huelga casi insurreccional del 5 de mayo. Pero, a lo largo de los últimos meses, hemos asistido igualmente a protestas masivas en Bélgica, en Francia en el Estado español y en otros lugares. Otros países seguirán. (Movilización de la FIOM en Italia, convocatoria de huelga general el 24-N en Portugal). La primera tarea de la izquierda anticapitalista consiste en apoyar los llamamientos de unidad sindical, favoreciendo que se produzcan a escala europea – como ocurrió el pasado 29 de septiembre en Bruselas -, construyendo las luchas sobre bases lo más amplias y militantes posible, tratando de asegurar que no se vean zapadas por las tentativas de limitarlas y controlarlas por parte de la burocracia sindical y de los políticos socialdemócratas.
Nos enfrentamos a la misma política y debemos combatirla conjuntamente. Debemos coordinarnos a nivel europeo para popularizar las medidas de urgencia social, democrática y ecológica indispensables para que no seamos nosotras y nosotros quienes paguemos su crisis.

Rehusar pagar los costes de su crisis
Para acabar con el azote del paro y la precariedad hay que repartir el trabajo entre todas y todos a fin de garantizar empleo y salario e imponer la contratación masiva en los servicios públicos.
Contra la pobreza y las desigualdades, revalorizar el conjunto de los salarios y garantizar el acceso a unas pensiones dignas.
El derecho efectivo a la vivienda, a la sanidad, a la educación… exige detener el sabotaje de los servicios públicos y su reforzamiento, bajo control de la población.
La unidad de explotadas y oprimidos no conoce fronteras ni discriminaciones. Todas y todos aquellos que viven y trabajan en territorio europeo son ciudadanas y ciudadanos como los demás. ¡Papeles para todos!
Mientras los Estados imponen cínicamente sacrificios a la población, dilapidan miles de millones en gastos de armamento y en la guerra de Afganistán con el único objetivo de preservar sus intereses imperialistas. Hay que acabar con semejante dispendio y poner fin a esa sucia guerra. Hay que acabar con la OTAN y los gastos militares.
La crisis pone igualmente de relieve el carácter depredador del sistema basado en el beneficio privado. Explotando sin freno los recursos naturales, acabando con la agricultura campesina, destruyendo ecosistemas enteros y provocando un calentamiento global del planeta, el capitalismo amenaza la supervivencia de la humanidad. El modelo energético basado en los combustibles fósiles – así como su pretendida “alternativa nuclear” -, la organización de la producción industrial y agraria, la distribución, los transportes, el consumo, el ordenamiento de territorios y ciudades… todo está en cuestión. Como nunca ocurriera con semejante intensidad en una etapa anterior, justicia y autogestión, proyectos emancipadores y horizonte socialista devienen hoy consubstanciales del combate ecologista.
Para satisfacer esas exigencias populares fundamentales, hay que anular la deuda pública ilegítima; es decir, hay que acabar con la sumisión voluntaria de los gobiernos a los bancos y a los fondos de inversión financiera. Es necesario acabar con su tiranía expropiándolos y socializando completamente el crédito.

Conquistar la democracia, el derecho y los medios necesarios para decidir y controlar
Esa ruptura con el capitalismo requiere una movilización creciente y sostenida de millones de personas, elevando la consciencia del poderío del movimiento obrero y posibilitando la conquista de una democracia que permita a la clase trabajadora y a la población intervenir directamente en la gestión de la sociedad, en las empresas, en los servicios públicos y las colectividades.
Semejante ruptura comporta, pues, un cambio democrático radical, la organización de la población para establecer, a todos los niveles, su control efectivo sobre la vida económica y social. Ese cambio significa una ruptura con las instituciones concebidas para la defensa de las clases privilegiadas. Y comporta, a través de las convulsiones sociales y políticas propiciadas por la agravación de la crisis, la constitución de un gobierno surgido de tales movilizaciones, controlado por ellas y capaz de imponer el respeto a los derechos del mundo del trabajo. Para facilitar ese objetivo, hay que defender la participación política de trabajadoras y trabajadores y hay que exigir la unidad en las luchas de aquellas fuerzas que se reclaman de la clase obrera y de la izquierda frente a la derecha y sus programas neoliberales.

Romper con la Europa de las finanzas, construir una Europa de las trabajadoras, los trabajadores y los pueblos.
Queremos avanzar en la coordinación de las luchas a escala europea, trabajar conjuntamente para formular exigencias y perspectivas, ponerlas en práctica desde hoy mismo para desbrozar el camino hacia esa Europa de las clases trabajadoras y los pueblos que deseamos.

Se trata de preparar el futuro desde nuestro presente. Las riquezas y los medios de producirlas existen. El paro, la precariedad, la miseria, así como el cortejo de sufrimiento y de violencias sociales que conllevan, constituyen el resultado de una organización social injusta, de un sistema de explotación que se perpetúa sobre la base de una propiedad privada capitalista y cuya absurdidad revela bruscamente la crisis.
El futuro pertenece al socialismo, a la apropiación social de todos los grandes medios de producción, pues su funcionamiento se basa ya en la cooperación de miles de millones de mujeres y hombres a escala internacional.
Organizaciones participantes: Gauche Anticapitaliste (Suiza), Izquierda Anticapitalista (Estado español), LCR-SAP (Bélgica), POR (Estado español), Bloco de Esquerda (Portugal), SEK (Grecia), ISL (Alemania), En Lucha (Estado español), DSIP (Turquía), SWP (Reino Unido), Alianza Roja y Verde (Dinamarca), Internationale Socialisten (Holanda), People before profit (Irlanda), SWP (Irlanda), OKDE Spartakos (Grecia), Polska Partia Pracy (Polonia), Sinistra Critica (Italia), Mouvement pour le socialisme (Suiza), Solidarités (Suiza), The Red Party (Noruega), Partido socialista (Suecia), NPA (Francia)
http://www.anticapitalistas.org/node/5902