1 de mayo de 2016

1º DE MAYO: SOBRAN LOS MOTIVOS PARA LA LUCHA


Como comunistas, nuestro deber es romper eso que llaman paz social, que no es otra cosa más que aceptación resignada de la explotación.

El constante empeoramiento de las condiciones de vida de las clases trabajadoras no es consecuencia de la corrupción de un puñado de políticos, ni de la gestión de un gobierno reaccionario, ni el resultado de un repunte de la crisis económica. Esto se llama lucha de clases.

La caída de la tasa de beneficios del capitalismo significa que van a procurar explotarnos más, disminuir la masa salarial, incrementar la jornada laboral y recortar las prestaciones sociales, es decir, eliminar formas de salario indirecto y diferido como son los servicios públicos o las pensiones. Esto tiene un efecto especialmente negativo en las mujeres de clase trabajadora, ya que, al carecer de medios para adquirir estos servicios en el mercado, hace recaer sobre ellas (sobre su trabajo impagado y no reconocido) todo el peso de la reproducción de los trabajadores y las personas dependientes. De los recortes en las pensiones también se llevan la peor parte, pues son las mujeres quienes acaparan los contratos a tiempo parcial y eventuales e incluso el empleo sumergido, que no cotiza.

La solución no vendrá de la mano de ningún candidato mediático, ni de tertulianos convertidos en tribunos de la plebe. Mientras no encuentren una oposición contundente y no se lesionen sus beneficios, tendrán vía libre para seguir esta senda.

No hay espacio ya para seguir practicando el sindicalismo de concertación y de co-gestión de las políticas económicas que venimos conociendo desde la transición. El capital ya no tiene interés en mantener un nivel de consumo elevado entre las clases trabajadoras; ese añorado Estado del Bienestar sólo se mantuvo mientras había una palpable amenaza de cambio revolucionario. Dejemos de alimentar la ilusión de que se puede recuperar.

Desde los Pactos de la Moncloa de 1977 –que imponían la pérdida de salario para conseguir la respetabilidad de nuevos actores dentro de la monarquía parlamentaria- hasta la Reforma de la Jubilación de 2011 –que alargaba la vida laboral y disminuía las pensiones -, los acuerdos firmados han supuesto cesiones sin contrapartidas visibles. Esta política de pactos sólo ha contribuido a fortalecer a determinados aparatos sindicales, lo cual es muy distinto que beneficiar al conjunto de la clase obrera.

Nuestra referencia la constituyen una serie de luchas consecuentes de la clase trabajadora: la movilización de los mineros, la resistencia de la plantilla de Coca Cola, las huelgas de los barrenderos de Madrid, de Panrico, de Movistar… Desde la firmeza, desde la unidad en la lucha, desde la conciencia de clase, estos compañeros y compañeras son la prueba visible de que es posible vencer.

Una premisa indispensable para triunfar en esta batalla es que ejerzamos nuestra solidaridad como clase con los focos de resistencia obrera. El movimiento vecinal y todos los organismos populares deben arropar a los sectores en lucha.

El movimiento obrero tampoco debe olvidar nunca que su horizonte es la consecución de una sociedad sin clases. Si carecemos de este referente político, todos los triunfos acabarán por ser victorias pírricas. Esas mejoras de orden material, que tanto esfuerzo cuesta lograr, pueden perderse en cuanto bajemos mínimamente la guardia, porque esta es la esencia del capitalismo.

La necesidad de que el movimiento obrero tenga un carácter sociopolítico y no se limite a las reivindicaciones económicas más inmediatas no se debe confundir ni con el sectarismo ni con la acción sujeta a consignas partidistas o electorales. Este carácter sociopolítico se traduce en la necesidad de enfrentarse al racismo y el imperialismo, asumir la lucha contra las discriminaciones que sufren las mujeres, enfrentar las políticas de ajuste y privatización que emanan de la Unión Europea, denunciar la creciente represión contra los movimientos populares, hacer nuestra la lucha contra los desahucios, oponerse con fuerza al TTIP (que amenaza con derribar los últimos obstáculos que ejercían las legislaciones estatales frente al liberalismo más salvaje), o denunciar la deuda que han contraído los estados como el resultado de socializar las pérdidas de los especuladores privados.

La clase obrera es la única fuerza capaz de emancipar a la sociedad. La clase obrera debe tomar el poder.

EL PARLAMENTO EUROPEO FINANCIA A LOS PARTIDOS NEONAZIS

Movimiento Político de Resistencia

La revista sueca Expo denuncia que el Parlamento Europeo ha financiado con más de medio millón de euros una reunión neonazi de “Europa Terra Nostra” que se va a celebrar en Estocolmo, la capital de Suecia, este verano.

Europa Terra Nostra” aparenta ser una fundación, pero su presidente en Suecia, Dan Eriksson, es un conocido dirigente del desaparecido Partido de los Suecos (SVP) y del movimiento neonazi escandinavo.

En enero el Parlamento Europeo aprobó una primera entrega de 400.000 euros a “Europa Terra Nostra”, una fundación vinculada a la asociación fascista “Alianza Pan-Europea por la Paz y la Libertad” (APF) de la que forman parte grupos como el griego de Amanecer Dorado.

Ahora se dispone a entregar una suma suplementaria de otros 196.000 euros. El dinero lo utilizarán para organizar el “Manhem Day”, una reunión en Estocolmo en la que van a participar miembros de organizaciones neonazis procedentes de varios países europeos.

Entre las actividades que planifican realizar hay varias conferencias que van a impartir neonazis como Magnus Söderman, antiguo militante de la organización Motståndsrörelsen (Resistencia Nórdica), que se unió al SVP en 2012, o Jonas De Geer, conocido dirigente fascista que también acabó en el SVP.

En 2014, tras una campaña antifascista en varios países, el Parlamento Europeo se vio obligado a reformar las normas de financiación de los grupos políticos europeos para evitar que el dinero cayera en manos de los movimientos fascistas que operan con denominaciones europeístas.

De manera expresa los defensores de la reforma indicaron que trataban de impedir que el dinero llegara a manos de la Alianza de los Movimientos Nacionales Europeos, una federación -ya desaparecida- de la que formaban parte los neonazis húngaros de Jobbik, los británicos del BNP y otros partidos abiertamente fascistas.

Precisamente el grupo “Europa Terra Nostra” también estuvo ligado a la referida Alianza. Su presidente es Roberto Fiore, un conocido fascista desde hace muchos años.

La revista inglesa “Hope Not Hate” fue la que impulsó en 2014 la campaña para exigir a la Unión Europea que no entregara más dinero a las organizaciones fascistas, señalando expresamente a la Alianza entre ellas.

Según un informe de Thilo Janssen, el Parlamento Europeo ha entregado a los diferentes grupos fascistas cerca de 19 millones de euros sólo entre 2012 y la primera mitad de 2014, sin incluir los sueldos y los gastos pagados que tienen todos los eurodiputados.

No cabe extrañarse, pues, de que en las elecciones europeas los partidos fascistas obtengan tan buenos resultados, hasta llegar al 22 por cientos de escaños que ocupan en la actualidad en la Eurocámara: uno de cada cinco diputados de Bruselas es un fascista declarado.

30 de abril de 2016

TELEGRAPH: “LA CIA SE HA METIDO EN LA UNIÓN EUROPEA HASTA EL CUELLO”

Librered.net

Los intentos de EEUU de impedir la separación del Reino Unido de la UE no deben sorprender a los euroescépticos, ya que la integración europea siempre ha sido un proyecto norteamericano, manifiestan los documentos de la CIA citados por Telegraph.

La inteligencia de Estados Unidos ha “financiado secretamente” la creación de la UE desde mediados del siglo XX, así como la formación de institutos durante los gobiernos de Truman, Eisenhower, Kennedy, Johnson y Nixon, afirma el diario, haciendo referencia a las fuentes reveladas de la época de la Guerra Fría.

Aunque a veces irritado, EEUU se ha apoyado en la UE como un ancla de sus intereses norteamericanos, aparte de la OTAN”.

El motivo “evidente” del presidente Truman (1945 — 1953), destaca el artículo, consistía en que el acuerdo de Yalta con la URSS se estaba viniendo abajo, por lo cual “aspiraba a un frente unido para disuadir al Kremlin de un mayor engrandecimiento” más allá de Europa de Este.

Uno de los memorandos del 26 de julio de 1950, firmado por Gen William J. Donovan, exjefe de la Oficina de Servicios Estratégicos de EEUU, revela la “campaña para promover el Parlamento Europeo de pleno derecho”.

Cometieron “errores horribles” en este camino, afirma el diario. Entre otros tantos, se trata de las “instrucciones” de 1965 al vicepresidente de la Comunidad Europea para perseguir la unión monetaria con sigilo, suprimiendo el debate hasta que la “adopción de estas propuestas se hiciera prácticamente inevitable”.

De allí las “trampas” de la deuda y deflación, así como el desempleo masivo en el sur de Europa en la época actual.

En las filas de la administración de EEUU hubo bastantes euroescépticos, en particular, a finales del siglo pasado. John Kornblum, el jefe de los asuntos europeos del Departamento de Estado en los 90, fue uno de ellos, calificó de “una pesadilla” todos los intentos de establecer las relaciones con Bruselas: “Terminé totalmente frustrado. Las áreas militares, de defensa y seguridad fueron totalmente disfuncionales”.

Aquellas “frustraciones” dieron lugar a un período de optimismo estratégico con la primera ola de integración de los países de Europa del Este en 2004.

De momento, la conservación de la UE con su configuración actual y con el garante de EEUU que es Londres, es vista por Washington como prioridad frente a la “amenaza yihadista” y el gobierno de Vladímir Putin con su potencial militar, apuntan los autores de Telegraph.

Concluyen que los papeles citados no son solo “antigua historia”, sino también una evidencia de que la CIA se ha metido en la UE “hasta el cuello”.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Más información sobre la cuestión en los siguientes enlaces:



29 de abril de 2016

BOMBAS ATÓMICAS PARA ITALIA, ALEMANIA, BÉLGICA, HOLANDA Y TURQUÍA

Manlio Dinucci. Il Manifesto

Cinco Estados no nucleares violan en este momento el Tratado de No Proliferación al recibir bombas atómicas estadounidenses. Esas bombas serán incluso modernizadas, precisamente en momentos en que Washington acaba de organizar una cumbre… contra las violaciones de la no proliferación nuclear.

«Gracias, presidente Obama. Italia mantendrá con gran determinación su compromiso con la seguridad nuclear», escribió en Twitter el primer ministro Matteo Renzi, después de participar, en abril, en la cumbre de Washington sobre ese tema.

«La proliferación y la potencial utilización de armas nucleares constituyen la mayor amenaza para la seguridad mundial. Es por eso que, hace 7 años, en Praga, me comprometí a que Estados Unidos cesara de difundir el armamento nuclear», había escrito el presidente Obama en su presentación del encuentro de Washington.

Y precisamente mientras declara eso, la Federación de Científicos Americanos (FAS, siglas en inglés) presenta nueva información sobre las nuevas bombas nucleares estadounidenses B61-12, actualmente en fase de desarrollo, que reemplazarán las B61 ya desplegadas por Estados Unidos en Italia, Alemania, Bélgica, Holanda y Turquía. Incluso se están realizando ensayos para dotar la B61-12 de capacidades antibúnker, o sea de penetrar profundamente en el subsuelo antes de explotar para destruir los centros de mando y otras estructuras subterráneas mediante un primer golpe nuclear.

Para la utilización de estas nuevas bombas nucleares, dotadas de sistemas de guía de precisión y de potencia variable, Italia pone a la disposición [de Estados Unidos y la OTAN] no sólo las bases aéreas de Aviano y de Ghedi-Torre (Brescia) sino también pilotos que se entrenan para la realización de bombardeos atómicos bajo las órdenes de Estados Unidos. Así lo demuestra, señalan los científicos estadounidenses, la presencia en Ghedi del 704th Munitions Support Squadron, una de las cuatro unidades de la US Air Force desplegadas en las 4 bases europeas «donde las armas nucleares estadounidenses están destinadas al lanzamiento desde aviones del país receptor».

Información confirmada, desde Estados Unidos, por el Bulletin of Atomics Scientists, una de las fuentes más confiables en materia de armamento nuclear. El 2 de marzo de 2016 esta publicación escribe:

«Se han asignado a la fuerza aérea italiana (con aviones Tornado PA-200) varias misiones de ataque nuclear con armas nucleares estadounidenses, mantenidas bajo control del personal de la US Air Force hasta que el presidente de Estados Unidos autorice su utilización.»

De esta manera, Italia, Alemania, Bélgica, Holanda y Turquía, oficialmente países no nucleares, se ven convertidos en territorio de primera línea y, por ende, en posibles blancos, en el enfrentamiento EEUU/OTAN contra Rusia. Ese enfrentamiento se hará más peligroso aún con el despliegue en Europa de las nuevas bombas nucleares estadounidenses. Interrogados al respecto por el New York Times, varios expertos advierten:

«Las armas nucleares de ese tipo, más precisas, incrementan la tentación de recurrir a ellas, e incluso de ser los primeros en utilizarlas.»

Ante el creciente peligro que nos amenaza, y que la mayoría desconoce porque los medios de prensa y los políticos se cuidan muchísimo de mencionarlo, ya no bastan los usuales llamados al desarme nuclear, terreno propicio para la demagogia. Basta con recordar que el presidente Obama, el mismo presidente que asignó 1 000 millardos de dólares [1], dice que quiere «llevar a la realidad la visión de un mundo sin armas nucleares».

Hay que denunciar el hecho que, al recibir armamento nuclear y prepararse para utilizarlo, Italia, Alemania, Bélgica, Holanda y Turquía están violando el Tratado de No Proliferación, ratificado en 1975, donde se estipula:

«Cada Estado no poseedor de armas nucleares […] se compromete a no recibir de nadie ningún traspaso de armas nucleares u otros dispositivos nucleares explosivos ni el control sobre tales armas o dispositivos explosivos, sea directa o indirectamente […]» (Artículo 2)

La única manera concreta que tenemos de contribuir a impedir la escalada nuclear y a que se haga realidad la eliminación total de las armas nucleares es exigir que Italia, Alemania, Bélgica, Holanda y Turquía no sigan violando el Tratado de No Proliferación y, sobre la base de dicho Tratado, que esos países obliguen a Estados Unidos a retirar todo armamento nuclear ya desplegado en sus territorios nacionales respectivos e impidan el despliegue de las nuevas bombas atómicas B61-12.

¿Habrá en los Parlamentos de esos países alguien dispuesto a solicitar eso sin andarse con medias tintas?

28 de abril de 2016

DAVID HARVEY Y EL CARÁCTER FETICHISTA DE LA MERCANCÍA

Francisco Umpiérrez Sánchez. fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com.es

He seguido leyendo a duras penas "La guía para leer El Capital" de David Harvey. Me produce desazón y me preocupa que haya personas que lean esta obra como guía para leer El Capital. La impresión que me da es como si Harvey hubiera troceado toda la sección de El Capital dedicada al carácter fetichista de la mercancía y la hubiera lanzado al aire, y después recogiera unos determinados trozos y los uniera bajo la más libre arbitrariedad. ¡Qué desorden! Las teorías se componen de juicios. Los juicios están encadenados en razonamientos de los que se extraen conclusiones lógicas. A nadie se le ocurriría exponer una teoría matemática o física saltándose o eliminando juicios de los razonamientos o saltando directamente a las conclusiones. El encadenamiento de los juicios no puede ser roto; porque si no, sería imposible obtener conclusiones lógicas. Pues bien, esto es lo que hace David Harvey con El Capital: en términos lógico teóricos lo destruye. Y así confunde y entremezcla los conceptos de manera que no hay manera de entenderlos. Confunde la ocultación con el fetichismo y el valor con las formas del valor. No quiero entrar en el detalle de todos sus errores para no aburrir al lector. Expondré primero lo esencial del razonamiento de Marx acerca del carácter fetichista de la mercancía. Y después expondré lo que entiende David Harvey por fetichismo y lo someteré a crítica. Gran parte de lo que voy a exponer no aparece en el texto de Harvey.

Cuando se estudia El Capital se atraviesa distintas etapas teóricas. Primero hay que estudiar la transformación de la mercancía en dinero, y después, la transformación del dinero en capital. Estas son las dos primeras etapas del conocimiento contenidas en El Capital. Es un error introducir conceptos y determinaciones de la segunda etapa en la primera. No podemos pretender ver en la primera etapa aspectos que solo pueden verse en la segunda etapa. Tampoco debemos pretender que con uno solo concepto, como puede ser el carácter fetichista de la mercancía, entender la totalidad de la naturaleza de la mercancía. Todo concepto tiene sus limitaciones. Ir más allá de los límites de cada concepto es un error teórico grave. Si queremos llegar más lejos en la comprensión del objeto de estudio necesitamos de otros conceptos. Cada cosa a su tiempo. Estas consideraciones lógico teóricas no las tiene en cuenta Harvey, provocando que su exposición no sea ordenada sino tortuosa.

Después de haber expuesto la transformación de la mercancía en dinero –advirtiendo que aquí hablamos del dinero-oro, esto es, del dinero que todavía es un valor de uso– Marx pasa a exponer el carácter fetichista de la mercancía. Les recuerdo que la mercancía es una unidad doble: valor de uso y valor. Marx nos dice que en principio la mercancía parece un objeto trivial, pero de su análisis resulta que es una cosa muy complicada, llena de sutilizas metafísicas y de caprichos teológicos. Y cuando algo es complicado y muy complejo, se nos presenta inevitablemente como algo misterioso y enigmático. Lo que hace a continuación Marx es decirnos primero dónde no está el misterio de la mercancía.

Pero antes de entrar en esta materia aclaremos la diferencia entre valor y forma de valor. El lector me lo agradecerá. Comprenderá mejor lo que sigue. Cuando un agricultor produce trigo, debemos distinguir dos cosas: por un lado, realiza una actividad productiva conforme a un fin, y por otro lado, gasta una determinada cantidad de fuerza de trabajo en producir, por ejemplo, 2 kilos de trigos. En tanto actividad productiva el agricultor produce valor de uso, y en cuanto gasto de fuerza de trabajo el agricultor produce valor. El gasto de la fuerza de trabajo se mide por la duración del trabajo. De manera que diremos que para producir 2 kilos de trigo el agricultor empleó 2 horas de trabajo social medio. Pero cuando miramos los 2 kilos de trigo, y por muchas vueltas que le demos, no tenemos manera de hallar las dos horas de trabajo contenidas en los 2 kilos de trigo. Dicho de otro modo: bajo el punto de vista sensible es imposible percibir el valor de los dos kilos de trigo. Al valor considerado así se le llama el valor en su forma natural. A esta forma de existir el valor en la mercancía aislada Marx la califica de “objetividad espectral”. Lo único que quiere indicar Marx con esta expresión es el carácter imperceptible del valor en su forma natural.

La situación cambia cuando en vez de considerar a la mercancía aislada consideramos la relación de una mercancía con otra. Supongamos que se establece una relación de intercambio entre 2 kilos de trigo y 1 metro de tela. Dice Marx que una mercancía por sí misma no puede expresar el valor que tiene. Así que el trigo para expresar su valor necesita de la tela. Y en esta relación el trigo se encontrará en la forma relativa de valor, porque es la mercancía que expresa su valor, y la tela estará en forma de equivalente, porque es la mercancía que sirve de material de expresión del valor del trigo. Si preguntáramos ¿cuál es el valor de 2 kilos de trigo? Responderíamos: 1 metro de tela. Lo que nos dice Marx es que 1 metro de tela es la forma del valor de 2 kilos de trigo. Así que, concluyendo, una cosa es el valor en su forma natural, el valor existiendo en la mercancía aislada y que no es perceptible, y otra cosa es la forma del valor, el valor existiendo en la relación de cambio entre dos mercancías, donde la mercancía que desempeña el papel de equivalente, en nuestro caso 1 metro de tela, existe como forma del valor de los 2 kilos de trigo. El estudio de las formas del valor merece un estudio muy concienzudo, muy riguroso y muy reflexivo. Aconsejo al lector que lea mi trabajo La transformación de la mercancía en dinero , para que tome nota de toda su complejidad y trascendencia. Sin embargo, en un gesto ofensivo hacia la calidad teórica de El Capital , Harvey afirma que el estilo seguido por Marx en esa sección es “aburridamente contable”. ¡Qué le vamos a hacer! Es propio de mucha gente achacar al otro sus propias limitaciones. Y Harvey tiene importantes limitaciones teóricas.

Pasemos ahora a explicar dónde según Marx no está el misterio de la forma mercantil.
Una. El misterio de la mercancía no puede provenir del valor de uso, ya se le mire, por una parte, como una cosa que por sus propiedades satisface necesidades humanas, o por otra parte, como un producto del trabajo útil o de la actividad conforme a un fin. Aquí no hay oscuridad ni misterio. Todo está a la luz.

Segunda. Nos advierte Marx que tampoco el misterio está en las determinaciones del valor. El valor tiene tres determinaciones fundamentales: su sustancia, su magnitud y su forma social.Hablemos de su sustancia: por muy diferentes que sean las actividades productivas o trabajos útiles, es una verdad fisiológica que son funciones del organismo humano, esto es, gasto de cerebro, músculos,... En tanto valores las mercancías son gasto de fuerza de trabajo humano sin tener en cuenta la forma de su gasto. Esta determinación es la que hace iguales a todas las mercancías. Es obvio igualmente que esta determinación no tiene nada de misteriosa ni enigmática. 

Hablemos de la magnitud del valor: Nos dice Marx que salta a la vista la diferencia que hay entre la cantidad de trabajo y la calidad del trabajo. Y añade que en todas las situaciones tuvo que interesarle a los hombres saber cuánto tiempo empleaba en producir sus medios de subsistencia. Luego en la magnitud de valor tampoco hay misterio. 

Hablemos, por último, de su forma social: dice Marx “en cuanto los hombres trabajan de alguna manera los unos para los otros, su trabajo recibe también una forma social”. En el esclavismo los esclavos trabajaban para los esclavistas, en el feudalismo los siervos trabajaban para los señores feudales, en el capitalismo la clase obrera trabaja para los capitalistas, y en el socialismo de Estado la clase obrera trabajaba para el Estado. Así que la forma social del trabajo tampoco genera ninguna clase de misterio y enigma.

Llegados a este punto Marx se pregunta: “¿De dónde nace, pues, el carácter enigmático del producto del trabajo en cuanto adopta la forma de mercancía?” Y responde: “Evidentemente de esa misma forma”. Ya tenemos entonces la respuesta: el carácter misterioso y enigmático del producto del trabajo proviene de su forma mercantil. Luego la clave está en comprender bien la naturaleza de esa forma para comprender por qué la mercancía tiene un carácter fetichista. Toda esta exposición pormenorizada que he realizado, y que no es nada extensa, no figura en el texto de David Harvey. Y, por rigor, no me he saltado ningún paso. Vale más decir poco pero claro que mucho pero turbio. Expongamos primero en qué consiste el enigma de la forma mercantil según Marx: “La igualdad de los trabajos humanos recibe la forma objetiva de la misma objetividad de valor de los productos del trabajo, la medida del gasto de fuerza de trabajo humano mediante su duración recibe la forma de la magnitud de valor de los productos del trabajo, las relaciones de los productores en la que actúan esas determinaciones sociales de sus trabajos reciben la forma de una relación social de los productos del trabajo”. No se me atragante el lector que ahora pasaré a explicar todo esto.

El señor A de la comunidad A produce trigo, y el señor B de la comunidad B produce telas. Desde hace décadas vienen intercambiando sus productos del trabajo de forma regular. Los sucesivos intercambios han establecido la siguiente relación de cambio: 2 kilo de trigos se cambian por 1 metro de tela, o 2 kilos de trigo = 1 metro de tela. El trabajo del agricultor es un trabajo útil cualitativamente diferente del trabajo del tejedor, pero como gasto de fuerza de trabajo humano son iguales. En un caso se gasta fuerza de trabajo humano en forma de agricultura y en el otro caso se gasta en forma de tejeduría. Esta diferencia se objetiva en las mercancías del siguiente modo: como valores de uso el trigo y la tela son cualitativamente diferentes y como valores son iguales. Debemos suponer también que el agricultor empleó 2 horas de trabajo social medio en producir 2 kilos de trigo, y que el tejedor empleó igualmente 2 horas de trabajo social medio en producir 1 metro de tela. Y aunque el tejedor haya empleado 3 horas de trabajo, sus 3 horas de trabajo individual representan 2 horas de trabajo social medio. Ya que hemos supuesto que las condiciones medias de productividad en esta rama del trabajo se expresan en que por cada metro de tela producida se emplean 2 horas de trabajo social medio. Prefiero emplear la expresión “trabajo social medio” que la tan socorrida expresión de “trabajo socialmente necesario”.

Ahora preguntemos por las palabras de Marx a las cuáles prometí darles una explicación. Primero: ¿Qué significa que “la igualdad de los trabajos humanos recibe la forma objetiva de la misma objetividad de valor de los productos del trabajo”? Pues eso: que la igualdad entre el trabajo humano del agricultor y el trabajo humano del tejedor se expresa –o recibe la forma– en la igualdad de sus productos: el trigo y la tela en tanto valores, en tanto representan gasto de fuerza de trabajo humano sin tener en cuenta la forma de su gasto, son iguales. Segundo: ¿Qué significa que “la medida del gasto de fuerza de trabajo humano mediante su duración recibe la forma de la magnitud de valor de los productos del trabajo”? Lo siguiente: que las 2 horas de trabajo social medio que costó producir los 2 kilos de trigo se expresa –o recibe la forma– en 1 metro de tela. Y tercero: ¿Qué significa “que las relaciones de los productores en la que actúan esas determinaciones sociales de sus trabajos reciben la forma de una relación social de los productos del trabajo”? Lo siguiente: que la relación socio-económica entre el agricultor y el tejedor se expresa –o recibe la forma –en la relación social de los 2 kilos de trigo con 1 metro de tela. En suma, en el mundo mercantil nada se dice directamente de los trabajos y de los trabajadores: todo se dice por medio de los productos del trabajo.

Llegados a este punto y esperando que el lector haya entendido mis explicaciones, Marx concluye: “Lo misterioso de la forma de mercancía consiste, pues, en el hecho de que les refleja a los hombres los caracteres sociales de su propio trabajo como caracteres objetivos de los productos del trabajo, como propiedades naturales sociales de estas cosas, y, por tanto, también refleja la relación social de los productores con el trabajo total como una relación social de objetos, existente fuera de ellos”. Creo que en mis palabras anteriores queda claro lo que concluye Marx. Los caracteres sociales del trabajo del agricultor y del tejedor en tanto gasto de fuerza de trabajo social medio se les refleja a ellos como caracteres sociales de sus productos, como caracteres sociales de los 2 kilos de trigo y el metro de tela. Y la relación social de los productores con el trabajo total, esto es, con el trabajo de todas las ramas de producción, se refleja como la relación social de todas las mercancías entre sí. ¿Y cuáles son los caracteres sociales del trabajo humano abstracto, esto es, del gasto de fuerza de trabajo humano sin tener en cuenta la forma de su gasto, del agricultor y del tejedor? Lo dijimos antes: uno, que en tanto valores son iguales, dos, que en su producción han gastado una determinada cantidad de trabajo social medido por su duración, y tres, que cada uno de ellos satisface la necesidad del otro o que cada trabajo se ha confirmado como eslabón necesario en la división social del trabajo. Creo que con lo dicho hasta aquí basta.

Hablemos ahora de cómo interpreta David Harvey el fetichismo. En la página 46 de su texto, Harvey explica el fetichismo de las mercancías en los siguientes términos: “Si alguien va a un supermercado y quiere comprar allí una lechuga, tiene que disponer de cierta cantidad de dinero. La relación material entre el dinero y la lechuga expresa una relación social porque el precio –el cuánto– está socialmente determinado, y el precio es una representación monetaria del valor. Oculto en el seno de ese intercambio en el mercado entre cosas existe una relación entre el consumidor y los productores directos que trabajaron para producir esa lechuga. Pero el trabajador no solo no tiene por qué saber nada del trabajo o los trabajadores que introdujeron valor en la lechuga; en sistemas muy complicados de intercambios es imposible saber nada sobre el trabajo o los trabajadores, y por eso el fetichismo es inevitable en el mercado mundial. El resultado final es que nuestra relación social con las actividades laborales de otros queda oculta bajo las relaciones entre cosas”.

La esencia de la explicación de David Harvey sobre qué es el fetichismo de las mercancías es la siguiente: la relación entre cosas en el mercado, entre mercancía y dinero, oculta la relación entre productores y consumidores, resultando que los segundos no saben nada de los primeros. ¿De dónde extrae Harvey esta explicación? De El Capital puedo asegurarles que no. ¿De dónde la extrae entonces? De sus propias conjeturas. ¿Tiene sentido lo que afirma? Pues no. El en proceso de intercambio, en el mercado, las personas figuran unas frente a otras como representantes de mercancías, esto es, como compradores y como vendedores. Estos son los dos únicos papeles que se desempeñan en el mercado: vendedor y comprador. De hecho el capitalista en el mercado también es un comprador y un vendedor, el hecho de que sea capitalista no le hace desempeñar un papel distinto a los que rigen en el mercado, que vuelvo y repito son el de comprador y el de vendedor. El dinero como capital se diferencia del dinero como medio de compra por las mercancías que se compran con él: medios de producción y fuerza de trabajo. El dinero como capital no se diferencia del dinero como medio de compra porque su propietario desempeñe un papel distinto a los que rigen en el mercado. Quien va con dinero al mercado desempeña el papel de comprador, mientras que quien va con mercancía desempeña el papel de vendedor. –No hablamos ni tenemos en cuenta en esta etapa del conocimiento el capital productor de interés. Advertí que es un error incluir en una etapa del conocimiento aspectos que pertenecen a una etapa de conocimiento posterior–.

Seguimos. Una vez que el comprador se hace con la mercancía que necesita, por ejemplo, la lechuga, abandona la esfera de la circulación e ingresa en la esfera del consumo. La lechuga en el mercado funciona en calidad de valor, mientras que en el consumo funciona en calidad de valor de uso. En el mercado la lechuga se realiza como valor, mientras que en el consumo se realiza como valor de uso. Así que no tiene sentido alguno afirmar que la esfera de la circulación oculta la esfera del consumo. La esfera del consumo está tan a la vista como la esfera de la circulación. Veamos ahora el otro lado de la relación económica. El agricultor una vez ha recolectado las lechugas abandona la esfera de la producción e ingresa en la esfera del mercado. Y en el mercado no figura como productor sino como vendedor. Así que tampoco tiene sentido decir que la esfera de la circulación oculta la esfera de la producción. La esfera de la producción está tan a la vista como la esfera de la circulación. Así que es un acto mental caprichoso y arbitrario de Harvey afirmar que en el intercambio se ocultan las relaciones entre los productores y los consumidores, cuando lo cierto es que la relación entre producción y consumo está mediada por el mercado. Y mediación no es lo mismo que ocultación. Además no solo es que la producción, el intercambio y el consumo se diferencien espacialmente, sino también temporalmente. Primero viene la producción, después el intercambio, y por último, el consumo.

Podría entrar aún en más detalles, pero no quiero cansar al lector. Creo haber demostrado que la lectura de Harvey sobre la sección de El Capital titulada el carácter fetichista de la mercancía y su secreto carece de rigor conceptual e interpreta de forma errónea la esencia de ese concepto.

23 de abril de 2016

TRES DESPACHOS SOBRE WALTER BENJAMIN

Maciek Wisniewski. La Jornada

El migrante. Benjamin (1892-1940), al parecer, nace siendo un migrante, hecho solo para cambiarse de lugar. Nunca logra encontrarse uno fijo. Estando en uno ya quiere irse al otro. Su Berlín natal es su influencia principal. Aun así, no puede esperar a dejarlo atrás. Sólo que al mismo tiempo no sabe dejar atrás la casa de sus padres (una bien acomodada familia burguesa judío-alemana). Por años sigue viviendo con ellos, obligando a su padre a que lo mantenga. En los años 20/30 va y regresa. Primero del (auto)exilio en Suiza durante la Primera Guerra Mundial (donde hace el doctorado), luego de sus casas temporales en París, Capri o Moscú. La carrera académica que anhela tanto –pero a la que no puede decidirse bien: “Trato de agarrar el viento de todos lados”, anota en Capri ( Walter Benjamin: a critical life, Harvard, 2014, p. 217)– lo ataría a un lugar. Pero su habilitación es rechazada y queda “libre”. Aprovechando el auge mediático en la joven república de Weimar se vuelve un freelance writer: colabora con la prensa, la radio, hace traducciones y trabajos de redacción. Así puede “estar en movimiento”: siempre que logra juntar un poco de dinero –su situación económica es muy precaria– migra por toda Europa. El viaje –bien subrayan Eiland y Jennings, autores de su nueva, ya citada biografía (satisfactoria como fuente de información sobre su vida y entorno, pero decepcionante como lectura...)– es para él una “medicina para las miserias” (p. 335). Incluso la típica disyuntiva de los intelectuales judíos de su generación (y “acto de rebelión contra sus familias burguesas”): “sionismo o comunismo”, descrito así por su amigo Gershom Sholem ( LRB, 3/8/95), se presenta para él como una cuestión del destino migratorio. Aunque estudia las posibilidades de emigrar tanto a Palestina como a la URSS, no puede decidirse por ninguna (ni por rebelarse contra su familia...). Quiere “evitar compromisos ideológicos” y “conservar su libertad intelectual y personal” (p. 272). El hogar es donde puedo gastar el dinero, escribe (p. 332).

El exiliado. Con su precario modo de empleo, siempre está buscando un lugar más barato para comer, dormir, leer y escribir; en 1932, en plena bancarrota, quiere ir a vivir a una cueva en una isla en el Mediterráneo (Esther Leslie, “Walter Benjamin: the refugee and migrant”, en Verso blog, 14/10/15). Con la llegada de Hitler al poder, pasa de migrante a exiliado (igual que otras 100 mil personas que huyen de Alemania entre 1933-35). “Sacado de su comodidad burguesa por las fuerzas de la historia y aventado al lado de los desposeídos”, apunta Leslie, ve en el auge del nazismo “la continuidad de la opresión y explotación capitalista”. Exiliado en París con poco dinero y pocas oportunidades para publicar, anota: “Hay lugares donde puedo ganar una cantidad mínima y lugares donde puedo subsistir con una cantidad mínima, pero no hay ninguno donde las dos cosas coincidan” (p. 392). La atmósfera alrededor –los franceses tratando a los exiliados alemanes peor que a los alemanes que los exiliaron, los exiliados comiéndose a otros exiliados y los judíos humillando a otros judíos (“Si estos dependerán sólo de sí mismos y de los antisemitas, pronto no habrá muchos de ellos”, p. 495)– profundiza su desesperación. Busca nuevas casas. En siete años cambia de dirección 28 veces. Se va a Ibiza, a Dinamarca (a ver a Brecht, quien lo tilda de “huidizo incapaz de alcanzar un refugio”), a Italia... Cada vez después de un rato, de un lugar ya quiere irse al otro. Cuando Adorno y Horkheimer –que junto con su instituto, su principal fuente de empleo en estos años, ya están en Nueva York– quieren traerlo a Estados Unidos, lo ve con esperanza. Vacila –como con todo– pero sabe que ya se le acaba el tiempo. A principios de 1939, la Gestapo descubre un artículo que una vez publicó en Moscú, “transgresión” suficiente para revocarle la ciudadanía alemana (p. 626). Del exiliado pasa al apátrida y al refugiado.

El refugiado. Cuando en septiembre estalla la guerra, el gobierno francés ordena la internación de miles de enemy aliens alemanes y austriacos. Benjamin queda encerrado por dos meses, primero en el Estadio Olímpico en Colombes, al norte de París, y luego en el campo en Nevers (p. 648-653). Aunque son campos de internamiento, las condiciones son terribles y él no está hecho para aguantarlas. Ya en libertad le escribe a Adorno: “En los últimos meses vi tantas vidas cuya ‘existencia burguesa’ no sólo se hundía, sino se ‘zambullía de cabeza’ de un día para el otro” (p. 669). La suya incluida. Cuando en mayo de 1940 los nazis invaden Francia, finalmente intenta huir del país. Tiene un visado estadunidense, pero para poder tomar un barco en Marsella necesitaría también uno francés. Siendo un apátrida, no puede sacarlo. Con un grupo de otros refugiados logra cruzar a España a través de los Pirineos. Pero la frontera en Port Bou está cerrada. Le dicen que será retornado a Francia y, mientras tanto, junto con otros, lo ponen en un hotelito bajo guardia. Temiendo ser enviado otra vez al campo de internamiento, el 26 o 27 de septiembre –en circunstancias poco claras, reconstruidas por Jeremy Harding ( LRB, 19/7/07)– decide suicidarse. Del refugiado pasa al náufrago y al ahogado. Al día siguiente la frontera queda reabierta (p. 675).

Coda. Para Benjamin la historia era una “lucha” entre el futuro y el pasado, con el presente como “una viva imagen dialéctica de los dos”; según él había momentos en que gracias a un particular alineamiento político-histórico, un fragmento del pasado, resonando con el presente, podía hablarnos directamente.

Este momento es ahora, cuando:

1) la suerte de los refugiados, como Benjamin, resuena con la vida y la muerte de miles en las fronteras de Europa y en sus campos de internamiento;

2) la suerte de los exiliados por el fascismo, como Benjamin, resuena con su actual renacimiento;

3) la suerte de los migrantes y trabajadores precarios, como Benjamin, resuena con la condición de millones de freelance workers.

Las imágenes del pasado y del presente encajan tan bien en un nuevo “rompecabezas dialéctico”, que simplemente parecen intercambiables.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Aunque parece ya una batalla perdida, a algunos nos resulta especialmente irritante la expresión de trabajadores precarios para referirse a los hijos de la pequeña y mediana burguesía a los que les han venido mal dadas en algún recodo de la historia. Lo que algunos llaman “precariado” no ha sido otra cosa que la condición de vida del proletariado (o clase trabajadora, si la expresión les resulta menos “desfasada” a los “modernos de lo nuevo”) en la mayor parte del tiempo de existencia de esta clase social. Así que atenciones especiales hacia algún estrato de clase, que ni siquiera ha alcanzado la condición de tal, ninguna.


22 de abril de 2016

TODO LO QUE USTED SIEMPRE QUISO SABER SOBRE EL ‘OFFSHORE’

Movimiento Político de Resistencia Global

Una empresa “offshore” es lo más opuesto a la noción que hasta ahora habíamos conocido de empresa. No hay instalaciones, ni maquinaria, ni trabajadores, ni actividad de ningún tipo. Todo es virtual, como los antiguos apartados de correos o una dirección electrónica de hoy.

Antes las sociedades se llamaban “anónimas” porque sus propietarios tenían un título al portador que se podía vender en cualquier momento. Podríamos decir que la relación de producción cambiaba pero la fuerza productiva seguía en su sitio. Ahora todo es ficticio, fantasmagórico más bien.

El origen de los paraísos fiscales se puede aclarar teniendo en cuenta que la palabra inglesa “offshore” se debería traducir como “extraterritorial”, una expresión jurídica vinculada al feudalismo y al colonialismo.

Es feudal porque antiguamente había potencias, como la Iglesia, que no estaban sujetas a las normas del Estado. Las Iglesias eran como el Vaticano, un Estado dentro de otro Estado. Por eso el Vaticano es el paraíso fiscal más importante del mundo... aunque nadie lo mencione.

Por eso también durante el franquismo los obreros se refugiaban en las iglesias. Era una especie de lugar “sagrado” en el que la policía no podía entrar. Lo mismo ocurría en las universidades. Para entrar en ellas la policía debía pedir autorización al rector.

Hoy las embajadas son extraterritoriales y por eso Julian Assange se ha podido refugiar en una de ellas de la persecución a la que está sometido.

En China, para huir de la policía, el Partido Comunista se fundó en una de las muchas zonas extraterritoriales que los imperialistas tenían repartidas por todo el país, en donde disponían de sus propias leyes, sus propios tribunales, sus propias cárceles, etc.

Los paraísos fiscales surgen en los años sesenta por cuatro motivos fundamentales. El primero de ellos es la descolonización, que creó numerosos países tan “soberanos” como ficticios. A partir de su “independencia” quedaron fuera de la jurisdicción metropolitana y, por lo tanto, de su régimen fiscal.

El segundo es que en aquellos años, las grandes potencias capitalistas tuvieron que hacer muchas concesiones al movimiento obrero y para financiar el “Estado de Bienestar” multiplicaron la presión fiscal.

El tercero es la gigantesca acumulación capitalista, que en muy pocos años concentró enormes masas de capital en muy pocas manos, en las de quienes ya no les gusta hacer ostentación tanto como antes. Prefieren un poco más de discreción.

El cuarto es la facilidad con la que se pudieron empezar a mover grandes masas de dinero en muy poco tiempo y sin apenas controles de salida ni de entrada.

Antes de deslocalizar el aparato productivo real en maquilas, las empresas comenzaron, pues, a deslocalizar su entramado formal societario, creando un verdadero laberinto en el que nada es lo que parece.

Aunque un paraíso fiscal tiene esas dos notas características, anonimato y baja presión fiscal, no hay un listado de ellos. Estados Unidos tiene su listado, la OCDE publica el suyo, la Unión Europea tiene uno y España otro, que lo redacta el Ministerio de Hacienda.

Que un país introduzca a otro en su listado de paraísos fiscales o le saque de él, depende de la competencia capitalista mutua entre ellos, de las relaciones diplomáticas y de numerosas intrigas y chanchullos, más o menos sucios.

Por ejemplo, Brasil considera que España es un paraíso fiscal por la competencia que le hace en materia fiscal.

El año pasado España consideraba como “paraísos” a 33 países, mientras que en 1991 la cifra era más elevada: 48 en total.

Como consecuencia de acuerdos comerciales entre los países, cada vez aparecen menos paraísos fiscales en los listados, pero cada vez mueven masas más grandes de capitales, es decir, que el mundo experimenta un proceso acelerado, tanto de concentración como de centralización del capital.

La concentración y centralización han llegado a tal extremo que los capitales resultan imposibles de manejar, por lo que se crean sociedades dedicadas especialmente a gestionar esos enormes flujos.

El aluvión mediático sobre los paraísos fiscales es absolutamente hipócrita. Los países no quieren que Panamá se homologue con cualquier otro Estado perteneciente a la OCDE, con elevadas tasas fiscales. Lo que quieren es convertirse ellos en Panamá para atraer a los capitales que ahora huyen.

La “amnistía fiscal” de Montoro es uno de esos intentos de convertir a España en un paraíso fiscal. Gracias a medidas de ese tipo más de la mitad de la inversión que entró en España entre 2012 y 2013 llegó procedente de paraísos fiscales.

Los periodistas hablan de las salidas pero no dicen nada de las entradas de capitales. Si se trata de “dinero negro”, como dicen, ¿a dónde han ido a parar esas inversiones?

21 de abril de 2016

ILUSIONES PROGRESISTAS DEVORADAS POR LA CRISIS

Jorge Beinstein. Agencia APU

La coyuntura global está marcada por una crisis deflacionaria motorizada por las grandes potencias. La caída de los precios de las commodities, cuyo aspecto más llamativo fue desde mediados del 2014 la de las cotizaciones del petróleo, descubre el desinfle de la demanda internacional mientras tanto se estanca la ola financiera, muleta estratégica del sistema durante las últimas cuatro décadas. La crisis de la financierización de la economía mundial va ingresando de manera zigzageante en un zona de depresión, las principales economías capitalistas tradicionales crecen poco o nada[1] y China se desacelera rápidamente. Frente a ello Occidente despliega su último recurso: el aparato de intervención militar integrando componentes armadas profesionales y mercenarias, mediáticas y mafiosas articuladas como “Guerra de Cuarta Generación” destinada a destruir sociedades periféricas para convertirlas en zonas de saqueos. Es la radicalización de un fenómeno de larga duración de decadencia sistémica donde el parasitismo financiero y militar se fue convirtiendo en el centro hegemónico de Occidente.

No presenciamos la “recomposición” política-económica-militar del sistema como lo fue la reconversión keynesiana (militarizada) de los años 1940 y 1950 sino su degradación general. La mutación parasitaria del capitalismo lo convierte en un sistema de destrucción de fuerzas productivas, del medio ambiente, y de estructuras institucionales donde las viejas burguesías se van transformando en círculos de bandidos, novedoso encumbramiento planetario de lumpenburguesías centrales y periféricas.

La declinación del progresismo
Inmersa en este mundo se despliega la coyuntura latinoamericana donde convergen dos hechos notables: la declinación de las experiencias progresistas y la prolongada degradación del neoliberalismo que las precedió y las acompaño desde países que no entraron en esa corriente de la que ahora ese neoliberalismo degradado aparece como el sucesor.

Los progresismos latinoamericanos se instalaron sobre la base de los desgastes y en ciertos casos de las crisis de los regímenes neoliberales y cuando llegaron al gobierno los buenos precios internacionales de las materias primas sumados a políticas de expansión de los mercado internos les permitieron recomponer la gobernabilidad.

El ascenso progresista se apoyó en dos impotencias; la de la derechas que no podían asegurar la gobernabilidad, colapsadas en algunos casos (Bolivia en 2005, Argentina en 2001-2002, Ecuador en 2006, Venezuela en 1998) o sumamente deterioradas en otros (Brasil, Uruguay, Paraguay) y la impotencia de las bases populares que derrocaron gobiernos, desgastaron regímenes pero que incluso en los procesos más radicalizados no pudieron imponer revoluciones, transformaciones que fueran más allá de la reproducción de las estructuras de dominación existentes.

En los casos de Bolivia y Venezuela los discursos revolucionarios acompañaron prácticas reformistas plagadas de contradicciones, se anunciaban grandes transformaciones pero las iniciativas se embrollaban en infinitas idas y venidas, amagos, desaceleraciones “realistas” y otras astucias que expresaban el temor profundo a saltar las vallas del capitalismo. Ello no solo posibilitó la recomposición de las derechas sino también la proliferación a nivel estatal de podredumbres de todo tipo, grandes corrupciones y pequeñas corruptelas.

Venezuela aparece como el caso más evidente de mezcla de discursos revolucionarios, desorden operativo, transformaciones a medio camino y autobloqueos ideológicos conservadores. No se consiguió encaminar la transición revolucionaria proclamada (más bien todo lo contrario) aunque si se logró caotizar el funcionamiento de un capitalismo estigmatizado pero de pié, obviamente los Estados Unidos promueven y aprovechan esa situación para avanzar en su estrategia de reconquista del país. El resultado es una recesión cada vez más grave, una inflación descontrolada, importaciones fraudulentas masivas que agravan la escasez de productos y la evasión de divisas que marcan a una economía en crisis aguda[2].

En Brasil el zigzagueo entre un neolioberalismo “social” y un keynesianismo light casi irreconocible fue reduciendo el espacio de poder de un progresismo que desbordaba fanfarronería “realista” (incluida su astuta aceptación de la hegemonía de los grupos económicos dominantes). La dependencia de las exportaciones de commodities y el sometimiento a un sistema financiero local transnacionalizado terminaron por bloquear la expansión económica, finalmente la combinación de la caída de los precios internacionales de las materias primas y la exacerbación del pillaje financiero precipitaron una recesión que fue generando una crisis política sobre la que empezaron a cabalgar los promotores de un “golpe blando” ejecutado por la derecha local y monitoreado por los Estados Unidos.

En Argentina el “golpe blando” se produjo protegido por una máscara electoral forjada por una manipulación mediática desmesurada, el progresismo kirchnerista en su última etapa había conseguido evitar la recesión aunque con un crecimiento económico anémico sostenido por un fomento del mercado interno respetuoso del poder económico. También fue respetada la mafia judicial que junto a la mafia mediática lo acosaron hasta desplazarlo políticamente en medio de una ola de histeria reaccionaria de las clases altas y del grueso de las clases medias.

En Bolivia Evo Morales sufrió su primera derrota política significativa en el referéndum sobre reelección presidencial, su llegada al gobierno marcó el ascenso de las bases sociales sumergidas por el viejo sistema racista colonial. Pero la mezcla híbrida de proclamas antiimperialistas, postcapitalistas e indigenistas con la persistencia del modelo minero-extractivista de deterioro ambiental y de comunidades rurales y del burocratismo estatal generador de corrupción y autoritarismo terminaron por diluir el discurso del “socialismo comunitario”. Quedó así abierto el espacio para la recomposición de las elites económicas y la movilización revanchista de las clases altas y su séquito de clases medias penetrando en un vasto abanico social desconcertado.

Ahora las derechas latinoamericanas van ocupando las posiciones perdidas y consolidan las preservadas, pero ya no son aquellas viejas camarillas neoliberales optimistas de los años 1990, han ido mutando a través de un complejo proceso económico, social y cultural que las ha convertido en componentes de lumpenburguesías nihilistas embarcadas en la ola global del capitalismo parasitario.

Grupos industriales o de agrobusiness fueron combinando sus inversiones tradicionales con otras más rentables pero también más volátiles: aventuras especulativas, negocios ilegales de todo tipo (desde el narco hasta operaciones inmobiliarias opacas pasando por fraudes comerciales y fiscales y otros emprendimientos turbios) convergiendo con “inversiones” saqueadoras provenientes del exterior como la megaminería o las rapiñas financieras.

Dicha mutación tiene lejanos antecedentes locales y globales, variantes nacionales y dinámicas específicas, pero todas tienden hacia una configuración basada en el predominio de élites económicas sesgadas por la “cultura financiera-depredadora” (cortoplacismo, desarraigo territorial, eliminación de fronteras entre legalidad e ilegalidad, manipulación de redes de negocios con una visión más próxima al videojuego que a la gestión productiva y otras características propias del globalismo mafioso) que disponen del control mediático como instrumento esencial de dominación rodeándose de satélites políticos, judiciales, sindicales, policiales-militares, etc.

¿Restauraciones conservadoras o instauraciones de neofascismos coloniales?
Por lo general el progresismo califica a sus derrotas o amenazas de derrotas como victorias o peligros de regreso del pasado neoliberal, también suele utilizarse el término “restauración conservadora”, pero ocurre que esos fenómenos son sumamente innovadores, tienen muy poco de “conservadores”. Cuando evaluamos a personajes como Aecio Neves, Maurico Macri o Henrique Capriles no encontramos a jefes autoritarios de élites oligárquicas estables sino a personajes completamente inescrupulosos, sumamente ignorantes de las tradiciones burguesas de sus países (incluso en ciertos casos con miradas despreciativas hacia las mismas), aparecen como una suerte de mafiosos entre primitivos y posmodernos encabezando políticamente a grupos de negocios cuya norma principal es la de no respetar ninguna norma (en la medida de lo posible).

Otro aspecto importante de la coyuntura es el de la irrupción de movilizaciones ultra-reaccionarias de gran dimensión donde las clases medias ocupan un lugar central. Los gobiernos progresistas suponían que la bonanza económica facilitaría la captura política de esos sectores sociales pero ocurrió lo contrario: las capas medias se derechizaban mientras ascendían económicamente, miraban con desprecio a los de abajo y asumían como propios los delirios neofascistas de los de arriba. El fenómeno sincroniza con tendencias neofascistas ascendentes en Occidente, desde Ucrania hasta los Estados Unidos pasando por Alemania, Francia, Hungría, etc., expresión cultural del neoliberalismo decadente, pesimista, de un capitalismo nihilista ingresando en su etapa de reproducción ampliada negativa donde el apartheid aparece como la tabla de salvación.

Pero este neofascismo latinoamericano incluye también la reaparición de viejas raíces racistas y segregacionistas que habían quedado tapadas por las crisis de gobernabilidad de los gobiernos neoliberales, la irrupción de protestas populares y las primaveras progresistas. Sobrevivieron a la tempestad y en varios casos resurgieron incluso antes del comienzo de la declinación del progresismo como en Argentina el egoísmo social de la época de Menem o el gorilismo racista anterior, en Bolivia el desprecio al indio y en casi todos los casos recuperando restos del anticomunismo de la época de la Guerra Fría. Supervivencias del pasado, latencias siniestras ahora mezcladas con las nuevas modas.

Una observación importante es que el fenómeno asume características de tipo “contrarrevolucionario”, apuntando hacia una política de tierra arrasada, de extirpación del enemigo progresista, es lo que se ve actualmente en Argentina o lo que promete la derecha en Venezuela o Brasil, la blandura del contrincante, sus miedos y vacilaciones excitan la ferocidad reaccionaria. Refiriéndose a la victoria del fascismo en Italia Ignazio Silone la definía como una contrarrevolución que había operado de manera preventiva contra una amenaza revolucionaria inexistente[3]. Esa no existencia real de amenaza o de proceso revolucionario en marcha, de avalancha popular contra estructuras decisivas del sistema desmoronándose o quebradas, envalentona (otorga sensación de impunidad) a las élites y su base social.

La marea contrarrevolucionaria es uno de los resultados posibles de la descomposición del sistema imponiendo de manera exitosa en algunos casos del pasado proyectos de recomposición elitista, en el caso latinoamericano expresa descomposición capitalista sin recomposición a la vista.

Si el progresismo fue la superación fracasada del fracaso neoliberal, este neofascismo subdesarrollado exacerba ambos fracasos inaugurando una era de duración incierta de contracción económica y desintegración social. Basta ver lo ocurrido en Argentina con la llegada de Macri a la presidencia: en unas pocas semanas el país pasó de un crecimiento débil a una recesión que se va agravando rápidamente producto de un gigantesco pillaje, no es difícil imaginar lo que puede ocurrir en Brasil o en Venezuela que ya están en recesión si la derecha conquista el poder político.

La caída de los precios de las commodities y su creciente volatilidad, que la prolongación de la crisis global seguramente agravará, han sido causas importantes del fracaso progresista y aparecen como bloqueos irreversibles de los proyectos de reconversión elitista-exportadora medianamente estables. Las victorias derechistas tienden a instaurar economías funcionando a baja intensidad, con mercados internos contraídos e inestables, eso significa que la supervivencia de esos sistemas de poder dependerá de factores que las mafias gobernantes pretenderán controlar. En primer término el descontento de la mayor parte de la población aplicando dosis variables de represión, legal e ilegal, embrutecimiento mediático, corrupción de dirigentes y degradación moral de las clases bajas. Se trata de instrumentos que la propia crisis y la combatividad popular pueden inutilizar, en ese caso el fantasma de la revuelta social puede convertirse en amenaza real.

La estrategia imperial
Los Estados Unidos desarrollan una estrategia de reconquista de América Latina aplicándola de manera sistemática y flexible. El golpe blando en Honduras fue el puntapié inicial al que le siguió el golpe en Paraguay y un conjunto de acciones desestabilizadoras, algunas muy agresivas, de variado éxito que fueron avanzando al ritmo de las urgencias imperiales y del desgaste de los gobiernos progresistas. En varios casos las agresiones más o menos abiertas o intensas se combinaron con buenos modales que intentaban vencer sin violencias militar o económica o sumando dosis menores de las mismas con operaciones domesticadoras. Donde no funcionaba eficazmente la agresión empezó a ser practicado el ablande moral, se implementaron paquetes persuasivos de configuración variable combinando penetración, cooptación, presión, premios y otras formas retorcidas de ataque psicológico-político.

El resultado de ese despliegue complejo es una situación paradójica: mientras los Estados Unidos retroceden a nivel global en términos económicos y geopolíticos, van reconquistando paso a paso su patio trasero latinoamericano. La caída de Argentina ha sido para el Imperio una victoria de gran importancia trabajada durante mucho tiempo a lo que es necesario agregar tres maniobras decisivas de su juego regional: el sometimiento de Brasil, el fin del gobierno chavista en Venezuela y la rendición negociada de la insurgencia colombiana. Cada uno de estos objetivos tiene un significado especial:

La victoria imperialista en Brasil cambiaría dramáticamente el escenario regional y produciría un impacto negativo de gran envergadura al bloque BRICS afectando a sus dos enemigos estratégicos globales: China y Rusia. La victoria en Venezuela no solo le otorgaría el control del 20 % de las reservas petrolíferas del planeta (la mayor reserva mundial) sino que tendría un efecto dominó sobre otros gobiernos de la región como los de Bolivia, Ecuador y Nicaragua y perjudicaría a Cuba sobre la que los Estados Unidos están desplegando una suerte de abrazo de oso.

Finalmente la extinción de la insurgencia colombiana además de despejar el principal obstáculo al saqueo de ese país le dejaría las manos libres a sus fuerzas armadas para eventuales intervenciones en Venezuela. Desde el punto de vista estratégico regional el fin de la guerrilla colombiana sacaría del escenario a una poderosa fuerza combatiente que podría llegar a operar como un mega-multiplicador de insurgencias en una región en crisis donde la generalización de gobiernos mafioso-derechistas agravará la descomposición de sus sociedades. Se trata tal vez de la mayor amenaza estratégica a la dominación imperial, de un enorme peligro revolucionario continental, es precisamente esa dimensión latinoamericana del tema lo que ocultan los medios de comunicación dominantes.

Decadencia sistémica y perspectivas populares
Más allá de la curiosa paradoja de un imperio decadente reconquistando su retaguardia territorial, desde el punto de vista de la coyuntura global, de la decadencia sistémica del capitalismo, la generalización de gobiernos pro-norteamericanos en América Latina puede ser interpretada superficialmente como una gran victoria geopolítica de los Estados Unidos aunque si profundizamos el análisis e introducimos por ejemplo el tema del agravamiento de la crisis impulsada por esos gobiernos tenderíamos a interpretar al fenómeno como expresión específica regional de la decadencia del sistema global.

El alejamiento del estorbo progresista puede llegar a generar problemas mayores a la dominación imperial, si bien las inclusiones sociales y los cambios económicos realizados por el progresismo fueron insuficientes, embrollados, estuvieron impregnados de limitaciones burguesas y si su autonomía en materia de política internacional tuvo una audacia restringida; lo cierto es que su recorrido ha dejado huellas, experiencias sociales , dignificaciones (suprimidas por la derecha) que serán muy difícil extirpar y que en consecuencia pueden llegar a convertirse en aportes significativos a futuros (y no tan lejanos) desbordes populares radicalizados.

La ilusión progresista de humanización del sistema, de realización de reformas “sensatas” dentro de los marcos institucionales existentes, puede pasar de la decepción inicial a una reflexión social profunda, crítica de la institucionalidad mafiosa, de la opresión mediática y de los grupos de negocios parasitarios. Ello incluye a la farsa democrática que los legitima. En ese caso la molestia progresista podría convertirse tarde o temprano en huracán revolucionario no porque el progresismo como tal evolucione hacia la radicalidad anti-sistema sino porque emergería una cultura popular superadora, desarrollada en la pelea contra regímenes condenados a degradarse cada vez más.

En ese sentido podríamos entender uno de los significados de la revolución cubana, que luego se extendió como ola anticapitalista en América Latina, como superación crítica de los reformismos nacionalistas democratizantes fracasados (como el varguismo en Brasil, el nacionalismo revolucionario en Bolivia, el primer peronismo en Argentina o el gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala). La memoria popular no puede ser extirpada, puede llegar a hundirse en una suerte de clandestinidad cultural, en una latencia subterránea digerida misteriosamente, pensada por los de abajo, subestimada por los de arriba, para reaparecer como presente, cuando las circunstancias lo requieran, renovada, implacable.

NOTAS
[1] Si consideramos el último lustro (2010-2014) el crecimiento promedio real de la economía de Japón ha sido del orden del 1,5 %, la de Estados Unidos 2,2 % y la de Alemania 2 % (Fuente: Banco Mundial).
[2] Un buen ejemplo es el de la “importación” de fármacos donde empresas multinacionales como Pfizer, Merck y P&G hacen fabulosos negocios ilegales ante un gobierno “socialista” que les suministra dólares a precios preferenciales. Con un juego de sobrefacturaciones, sobreprecios e importaciones inexistentes las empresas farmacéuticas habían importado en 2003 unas 222 mil toneladas de productos por los que pagaron 434 millones de dólares (unos 2 mil dólares por tonelada), en 2010 las importaciones bajaron a 56 mil toneladas y se pagaron 3410 millones de dólares (60 mil dólares la tonelada) y en 2014 las importaciones descendieron aún más a 28 mil toneladas y se pagaron 2400 millones de dólares (un poco menos de 87 mil dólares la tonelada). Como bien lo señala Manuel Sutherland de cuyo estudio extraigo esa información: “lejos de plantearse la creación de una gran empresa estatal de producción de fármacos, el gobierno prefiere darles divisas preferenciales a importadores fraudulentos, o confiar en burócratas que realizan importaciones bajo la mayor opacidad”. Manuel Sutherland, “2016: La peor de las crisis económicas, causas, medidas y crónica de una ruina anunciada”, CIFO, Caracas 2016.
[3] Ignazio Silone, “L'École des dictateurs”, Collection Du monde entier, Gallimard, París 1964.