23 de noviembre de 2013

EUROPA EN RIESGO DE DEFLACIÓN

Entrevista a Simon Tildford, del Centre for European Reform

Según el experto, la baja en la tasa de interés del BCE no alcanza. En Europa el panorama apunta a uno de los fantasmas más temidos: una combinación de estancamiento y deflación como la vivida por Japón desde los ’90.

Marcelo Justo. Página/12
A nadie le gusta que suban los precios, pero hoy los 17 países de la Eurozona temen lo contrario: la deflación. En octubre, la inflación interanual se redujo hasta el 0,7 por ciento, el nivel más bajo desde 2009, muy lejos de la meta del 2 por ciento que tiene el Banco Central Europeo. Si a esto se le suma que, según los datos difundidos, el crecimiento descendió a un 0,1 por ciento, el panorama apunta a uno de los fantasmas más temidos: una combinación de estancamiento y deflación como la vivida por Japón desde principios de los ‘90. El Banco Central Europeo sorprendió a los mercados hace más de una semana bajando la tasa de interés de 0,5 a 0,25 por ciento, y dio un respiro a su sector exportador. Pero en entrevista con Página/12, Simon Tilford, subdirector del Centre for European Reform, en Londres, consideró que no será suficiente.

–La Eurozona salió de la recesión en el segundo trimestre de este año con un crecimiento del 0,3 por ciento. Los datos de julio-septiembre bajan ese nivel a un 0,1. ¿Estamos en esa doble trampa de estancamiento económico y deflación?
–El crecimiento que se dio hasta ahora ha sido por el sector exportador, pero la Eurozona es demasiado grande para que esto sea suficiente. Su dinámica económica precisa el mercado doméstico y el crecimiento del consumo. Normalmente luego de períodos tan prolongados de recesión hay un efecto rebote por el que las economías tienen varios trimestres consecutivos de crecimiento real. Eso no está sucediendo en la eurozona porque no hay una recuperación en la demanda doméstica debido a que los salarios están planchados, y las empresas no saben si invertir porque con salarios planchados no hay garantía de que las inversiones sean rentables.

–El presidente del BCE, Mario Draghi, consiguió neutralizar el ataque especulativo sobre España, Italia y el euro diciendo que el BCE haría todo lo que estuviera a su alcance para evitar una desintegración de la Eurozona. Ahora acaba de bajar las tasas de interés para neutralizar el peligro de una deflación. ¿Es suficiente?
–Por mucho tiempo el BCE consideró que el problema era la inflación. Es un paso positivo que se hayan dado cuenta de la gravedad del tema, pero no es una solución. El corte de las tasas de interés va a favorecer un poco a los exportadores, va a ayudar a los deudores, porque abarata un poco el costo de los préstamos, pero hasta ahí llega.

–¿Cuál es el problema con la deflación?
–En toda economía hay momentos de deflación o inflación. Por ejemplo, el precio de las computadoras ha bajado durante mucho tiempo. Pero cuando el precio general de los productos baja puede tener efectos devastadores, porque la deuda pública y privada tiene que ser pagada con un Producto Interno Nominal que está bajando. Para darle un ejemplo, cuanto más bajo el nivel de inflación, mayor el superávit fiscal que se necesita para pagar la deuda. Y el problema es que la tasa de interés, ahora en un 0,25 por ciento, no puede caer mucho más: no puede bajar del cero por ciento. De manera que no hay mucho margen de maniobra. 

No se ve que vaya a haber más inflación el próximo año porque la recuperación económica es muy débil, la política fiscal es contractiva y no es posible devaluar el euro, que está muy fuerte. La Eurozona tendría que estar creciendo alrededor de un 2 por ciento para evitar la deflación. Eso no está sucediendo.

–La inflación del 0,7 por ciento es un promedio. En Grecia, los precios cayeron un 2 por ciento, en Alemania subieron un 1 por ciento. El desempleo en Alemania es del 5,2, en España del 26,6 y en Grecia del 27,7 por ciento. ¿Cómo se hace para actuar entre tantas necesidades?
–La Eurozona necesita una mayor inflación en Alemania. Esto le permitiría a Italia y España, los dos países clave en este momento de la crisis del euro, ganar competitividad frente a los alemanes. En los primeros ocho años del euro, Alemania tuvo una inflación del 1,5 por ciento mientras que en otros países era del 3. 

Necesitamos ahora que ocurra exactamente lo contrario. Si no sucede, no se ve cómo la deuda de los países del sur europeo será sostenible. Siempre se habla de los problemas estructurales de los países del sur, pero no se habla de los problemas estructurales de Alemania. La demanda doméstica germana crece apenas un 0,5 por ciento, algo que no es suficiente para generar inflación. Tampoco estamos viendo un incremento fuerte de salarios o del consumo y la inversión empresaria está empezando a caer. Alemania tiene que resolver estos problemas para que haya una salida para la eurozona.

–¿Hay peligro de deflación como sucedió en Japón?
–Muchas veces se habla del peligro de que Europa sufra una década perdida como la que padeció Japón. Pero en muchos sentidos las cosas parecen peor en Europa, sobre todo en términos de crecimiento económico, porque la eurozona tiene menos herramientas para combatir la deflación que Japón. Los japoneses tienen su propia moneda, su banco central. En España o Italia, si los precios caen, no pueden hacer mucho. Lo que se necesita en estos casos son herramientas heterodoxas para bajar el valor de la moneda y combatir la deflación.

–¿Es posible todavía una desintegración del euro?
–Tal como están las cosas creo que veremos un aumento de los niveles de deuda y mayores tensiones políticas y sociales. Los pronósticos del FMI y de la Comisión Europea son preocupantes. Ambos coinciden en que habrá bajo crecimiento y baja inflación, lo que hará muy difícil bajar los actuales niveles de deuda. El peor es que la deuda aumente mucho más y que la gente empiece a perder la paciencia que ha tenido hasta ahora. El peligro allí es que los gobiernos no pueden compaginar la democracia con los requisitos de su programa político y los riesgos de manejar el euro.

–Se habla mucho de si América latina está preparada para un remezón externo. Se podría hacer la misma pregunta sobre Europa. El mismo Draghi advirtió que podía haber shocks externos.

–Muchos políticos pensaron sinceramente que los problemas del euro se solucionarían y que volvería el crecimiento económico. Esto no ha sucedido. No cabe duda de que la crisis continuará por bastante tiempo. En principio, con las tendencias actuales, creo que el euro va a sobrevivir. Pero esto puede cambiar si hay un shock externo, por ejemplo, una fuerte desaceleración de la economía mundial, porque la economía europea depende cada vez más de sus exportaciones. Si Estados Unidos abandona su programa de flexibilización cuantitativa también sería un gran impacto.

22 de noviembre de 2013

QUIEREN ACABAR CON EL DERECHO DE HUELGA

nuevatribuna.es

Mariano Rajoy quiere regular por ley los servicios mínimos. Para ello ha encargado a la ministra de Empleo, Fátima Báñez, que se ponga manos a la obra. El anuncio llega tras la huelga de limpieza en Madrid y el pronunciamiento de algunos dirigentes del PP como la alcaldesa Ana Botella para reformar la actual normativa. Oposición y sindicatos no han tardado en criticar este nuevo recorte de derechos que califican de "reforma encubierta" y de "ataque" a la actual legislación. También recuerdan que la ley de 1977 ya regula los servicios mínimos bajo la premisa de que sean negociados por los agentes sociales.

En una semana con el foco puesto en la ley de seguridad ciudadana que este viernes aprobará el Consejo de Ministros (*)y que penalizará los escraches, el presidente del Gobierno se descolgó este jueves con un nuevo recorte de derechos al anunciar una ley de servicios mínimos para, según dijo, conciliar el derecho a la huelga y el derecho a la libertad de los ciudadanos.

El debate ha surgido tras la huelga de limpieza en Madrid, en donde, según el ayuntamiento, no se cumplieron los citados servicios mínimos. Mariano Rajoy responde así a las peticiones de algunos dirigentes de su partido, principalmente del PP de Madrid, que vienen meses pidiendo a la claras que se reforme la Ley de Huelga, vigente desde 1977. Entre ellos, el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González (antes los hizo Esperanza Aguirre); la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes; o la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, que ha salido muy tocada por la huelga de basuras en la capital.  

Sin embargo, la Ley de Huelga ya regula el procedimiento a seguir para fijar los servicios mínimos obligando a que haya un acuerdo, una negociación entre los poderes públicos y los agentes sociales. Si el acuerdo no es posible, es la Administración la encargada de dictar un decreto de servicios mínimos que en la mayoría de las ocasiones son abusivos en opinión de los sindicatos.

En la huelga general del 14 de diciembre de 2012 lograron pactarse los servicios mínimos del transporte (Iberia, Renfe) vía negociación con el Ministerio de Fomento que dirige Ana Pastor. Pero no siempre se llega a un acuerdo. En la Comunidad de Madrid, el conflicto y descontento social creciente por los recortes han imposibilitado en varias ocasiones pactar dichos servicios que, incluso en algunos casos, han sido a posteriori declarados ilegales por los tribunales.

Las reacciones no se han hecho esperar tras el anuncio de Rajoy. Desde el PSOE, la portavoz parlamentaria, Soraya Rodríguez, acusó al presidente de querer hacer una "nueva ley de huelga encubierta", pero "no tiene valentía para decirlo" y por eso ha anunciado una ley de servicios mínimos.
La dirigente socialista ha recalcado que los servicios mínimos "vienen regulados en la ley de huelga" y ha subrayado que "no es el momento" para abordar cambios en esta regulación. En su opinión, el anuncio de Rajoy tiene que ver con las declaraciones de "su alcaldesa" en Madrid, Ana Botella

Desde la Izquierda Plural también se han mostrado muy críticos. El portavoz de la Izquierda Plural (IU-ICV-CHA) en el Congreso de los Diputados, José Luis Centella, ha reclamado al Gobierno que "si quiere acabar con la Ley de Huelga, lo diga claramente". En opinión de Centella, el Ejecutivo "está intentando acabar con las huelgas y criminalizar la protesta" y se está "saliendo claramente del derecho constitucional a la huelga".

LOS SINDICATOS TAMPOCO LA VEN NECESARIA
Legislar a golpe de calentones y jaleado por los sectores más ultras de su partido no es la mejor manera de buscar un acuerdo

Por su parte, los sindicatos tampoco ven oportuno el anuncio de Rajoy. El secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, lo ha calificado de "un claro ejercicio antidemocrático" y ha recalcado que no es partidario de tal regulación ya que se trata de un "calentón" tras la huelga protagonizada por los trabajadores de la limpieza y jardinería de Madrid.

"Legislar a golpe de calentones y jaleado por los sectores más ultras de su partido no es la mejor manera de buscar un acuerdo sobre la regulación de los servicios mínimos", ha advertido Toxo al presidente del Gobierno. Así pues, CCOO cree "muy inoportuna" la iniciativa del presidente del Gobierno y no parece que obedezca a la voluntad del Ejecutivo de encontrar bases de acuerdo con los sindicatos. "Más bien, hay que inscribir la iniciativa de Rajoy en su obsesión por controlar y limitar derechos fundamentales recogidos en nuestra Constitución, en un claro ejercicio antidemocrático de la acción de Gobierno", recalcan.

El secretario general de CCOO, recuerda que el movimiento sindical se ha mostrado dispuesto en numerosas ocasiones a discutir "en frío" todo lo relacionado con los servicios mínimos, o lo que es lo mismo, la necesidad de atender los servicios básicos de la ciudadanía ante la convocatoria de una huelga general. 

"Lo que no vamos a aceptar son golpes de pecho y proyectos autoritarios más preocupados por eliminar o entorpecer un derecho constitucional como el derecho de huelga, que por pactar la conciliación de intereses ante un conflicto laboral", concluye Toxo.

La Unión General de Trabajadores (UGT) ha calificado de "sorprendentes" las declaraciones del presidente del Gobierno y afirma que no es "prioritaria". Asimismo, UGT ha advertido de que cualquier regulación de un derecho fundamental exigiría la participación de los interesados, en este caso de los sindicatos, pues imponer este tipo de normas sería "claramente antidemocrático e ineficaz socialmente".

El sindicato confía en que no se reproduzca el comportamiento del Gobierno con la reforma laboral y ha tildado de "desacierto" plantear reformas legislativas "en caliente", en respuesta a sucesos recientes, tratando de que una nueva ley solucione los problemas sociales provocados por "la mala gestión de los poderes públicos". Por último, ha remarcado que para conciliar los distintos intereses entre los diferentes afectados, en caso de huelga que afecte a los servicios públicos esenciales, lo mejor es la autorregulación, para lo que ha puesto como ejemplo la experiencia con el sector "tan importante" como el de los transportes.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:

(*) De momento, el anteproyecto de Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana ha sido demorada, oficialmente por cuestiones “técnicas”, en ser enviada al Consejo de Ministros para el viernes de la próxima semana. Sigamos con el rechazo a esta ley fascista de un gobierno fascista. 

FRANCIA: LAS QUIEBRAS DE EMPRESAS EN UN "MÁXIMO HISTÓRICO"

Michel Waintrop. La Croix

Los últimos 12 meses, Coface ha observado más de 62.000 quiebras de empresas, un incremento de 4.3%.

Cerca de un tercio de las quiebras golpea al sector de la construcción.

El número refleja el impacto brutal de la crisis en la creación de riqueza. Las estimaciones de Coface , líder mundial en seguros de crédito, señala que en el año 2013 arrojará el saldo de 62.500 quiebras de empresas en Francia, es decir, que irán a la rehabilitación o a la liquidación. El resultado, indica la Coface, ser á "históricamente alto" y refleja un empeoramiento de la situación: el año pasado habían fracasado 60.500.

Los datos medidos no son menos preocupantes que los estimados. En los últimos doce meses (noviembre 2012-octubre 2013), Coface señaló 62.431 quiebras de empresas, un aumento del 4,3% respecto al período que va de noviembre de 2011 a octubre de 2012. Los primeros diez meses de 2013 también marcaron un fuerte aumento en el número de empresas en crisis.

En términos de empleo, estas fallas reflejan la "continua fragilidad de la estructura de las empresas francesas" y  representan un poco menos de 200 000 puestos de trabajo amenazados.

LAS PYME EN EL TORNADO
El aumento del 4,3% en el número de quiebras "enmascara realidades diferentes dependiendo del tipo de negocio", señala Coface. Por lo tanto, las PYME son las más afectadas por las quiebras en el otoño (+ 8%), empresas más pequeñas, 5,7% y las microempresas en un 4,2%.

La empresa también es muy diferente en los distintos sectores. Las quiebras aumentan en más de un 8% en distribución, marcado por la contracción del presupuesto familiar. Consumo lento es también una de las razones por las cuales el sector textil y de la confección en problemas.

CONSTRUCCIÓN A MEDIA HASTA
Coface da la voz de alarma respecto a la quiebra de empresas y al sector de la construcción golpeado en una tercera parte. Este último es casi más del 18% de las empresas francesas ... pero casi un tercio de los fracasos en los últimos 12 meses. En el apogeo de la crisis en junio de 2009, el porcentaje de fracasos llegó a alcanzar el 36%.

La situación se explica por la fuerte caída de los permisos de construcción (16% al cierre de septiembre, doce meses), que parece depender de las perspectivas de una recuperación en el mercado de casas nuevas y de una caída de la demanda debido a la desactivación en la rehabilitación de los hogares.

EL DESAFÍO DE 2014
De acuerdo con el estudio de Coface, el ejercicio del próximo año continuará siendo "delicada" para las empresas. La estabilización de los indicadores tendrá un pequeño efecto sobre el crecimiento del consumo, debido a un incremento cercano al 0,6% del PIB, lo que conduciría a una estabilización del número de quiebras en 62 000.

19 de noviembre de 2013

STIGLITZ Y KRUGMAN, DOS DE LOS PRINCIPALES MENTORES ECONÓMICOS DE LA "PROGRESÍA"

Alejandro Teitelbaum. La Haine  

No dicen que el problema es la concentración en pocas manos (gran capital y capital financiero parasitario) de las riquezas producidas por el trabajo humano

Con matices ligeramente diferentes pero con rasgos ideológicos similares, Joseph Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial y Paul Krugman (formador de opinión que difunde sus ideas desde el año 2000 en su columna bisemanal del «New York Times») ambos consagrados con el premio «Nobel» de Economía, son dos de los principales mentores en materia económica de la «progresía» a escala mundial. Tienen en común que critican algunos efectos y, a veces, aspectos del sistema vigente pero se abstienen de criticar al sistema mismo.

I. Joseph Stiglitz, muy solicitado en tribunas académicas y políticas de todo el mundo, recibió en 2001, junto con Akerlof y Spence, el llamado Premio Nobel de Economía (en realidad Premio en Ciencias Económicas del Banco de Suecia creado en Memoria de Alfred Nobel) por su contribución a la teoría de la asimetría de la información, que sostiene que las fallas del mercado capitalista no se deben a la inexistencia en la práctica de una competencia «pura y perfecta» («la mano invisible del mercado») sino que es el resultado de una información asimétrica e imperfecta que, dice, podría “tener profundos efectos en la forma en la que se comporta la economía”.

Escribe Stiglitz:
…”Durante doscientos años los economistas utilizaron modelos económicos simples que asumían que la información es perfecta, por ejemplo, que todos los participantes tienen el mismo transparente conocimiento de los factores relevantes. Ellos sabían que la información no era perfecta, pero tenían la esperanza de que un mundo con moderadas imperfecciones en la información sería semejante a un mundo con información perfecta. Nosotros mostramos que esa noción estaba mal fundamentada: incluso las pequeñas imperfecciones en la información podrían tener profundos efectos en la forma en la que se comporta la economía (nuestro el subrayado). El Comité del Premio Nobel citó nuestro trabajo acerca de la "asimetría de la información", un aspecto de las imperfecciones causadas por el hecho de que distintas personas en un mismo mercado saben distintas cosas. Por ejemplo: el vendedor de un auto puede saber más sobre su auto que el comprador; quien compra un seguro puede saber más sobre sus posibilidades de tener un accidente (tales como la forma en la que maneja) que quien vende el seguro; un trabajador quizá sepa más acerca de sus habilidades que un patrón potencial; la persona que pide prestado tal vez sepa más sobre sus posibilidades de pagar un préstamo que quien otorga el crédito. Pero las asimetrías de la información son sólo una faceta acerca de las imperfecciones de la información, y todas ellas -incluso cuando son pequeñas- pueden tener fuertes consecuencias.” ( http://www.project-syndicate.org/commentary/asymmetries-of-information-and-economic-policy/spanish)

En la misma línea de pensamiento, Stiglitz también formuló con Shapiro la teoría del salario de eficiencia y explica la existencia del desempleo por las deficiencias en la estructura informativa del empleo. (http://links.jstor.org/sici?sici=0002-828).

Entre otras cosas, Stiglitz sostiene que la productividad está principalmente determinada por el nivel del salario del trabajador (el empleador tiende a pagar un salario más elevado a fin de incentivar al trabajador a ser más productivo: salario de eficiencia). Si bien es cierto que un salario más elevado motiva al trabajador no hay que ser muy experto para saber que no es el salario el que determina la productividad sino a la inversa: la productividad (bienes o servicios producidos por hora trabajada) es uno de los determinantes del nivel del salario: por eso un trabajador calificado que produce más valor por hora trabajada que un trabajador manual sin calificación gana más que este último.

Cabe agregar que la productividad ha aumentado enormemente en los últimos decenios, como consecuencia del progreso técnico y del aumento de la intensidad en el trabajo y de la jornada laboral y sin embargo los salarios reales no han seguido – ni aproximadamente- el mismo ritmo de crecimiento. Esto vale también para los cuadros profesionales, cuyos salarios se mantienen congelados y sus condiciones de trabajo no cesan de deteriorarse.

No hace falta haber recibido el premio “Nobel” del Banco de Suecia para darse cuenta que no es la asimetría de la información o la información imperfecta la causa de los males del sistema capitalista (entre ellos el desempleo). Las víctimas del sistema saben –o deberían saber- que las verdaderas causas son la concentración en pocas manos (gran capital y capital financiero parasitario) de las riquezas producidas por el trabajo humano.

Con el aumento de la productividad el desempleo tiende a aumentar y no a disminuir por la sencilla razón que menos trabajadores activos pueden producir más bienes y servicios.
Es la política que prefiere el gran capital para aumentar su tasa de beneficio y mantener una alta tasa de desocupación que presiona a la baja el salario real de los trabajadores activos. Una prueba de la ineficacia de las teorías y de los métodos de Stiglitz para analizar la economía real es un informe que elaboró en 2002, encomendado por los grupos financieros Fannie Mae y Freddie Mac, donde afirmó que la actividad de dichos grupos, que garantizaban los préstamos hipotecarios concedidos por los Bancos a clientes poco solventes, no implicaban prácticamente ningún riesgo para el sistema bancario. Según Stiglitz el riesgo era del orden de entre uno y medio millón y uno y tres millones (sic). Concluía el informe: This analysis shows that, based on historical data, the probability of a shock as severe as embodied in the riskbased capital standard is substantially less than one in 500,000 – and may be smaller than one in three millions. Given the low probability of the stress test shock occurring, and assuming that Fannie Mae and Freddie Mac hold sufficient capital to withstand that shock, the exposure of the government to the risk that the GSEs will become insolvent appears quite low.» (Implications of the New Fannie Mae and Freddie Mac Risk-based Capital Standard. Joseph E. Stiglitz, Jonathan M. Orszag and Peter R. Orszag).

Contra las «previsiones» de Stiglitz, basadas en modelos matemáticos, las políticas de Fannie Mae y Freddie Mac contribuyeron en buena medida a desencadenar la crisis financiera que dura hasta hoy.

II. Paul Krugman, otra figura mediática muy apreciada y citada por la “progresía”, fue miembro del Consejo de Asesores Económicos (Council of Economic Advisers) de la administración de Reagan de 1982 a 1983. En 1999 fue consultor en el Consejo Asesor de Enron, el gigante transnacional de la energía que quebró en 2001 reconociendo una deuda de 40 mil millones de dólares y dejando en la calle a su personal (12000 personas), al que, por añadidura, despojó del capital previsional de su jubilación, invertido en acciones de la propia empresa.

Desde el año 2000 Krugman tiene una columna bisemanal en el New York Times y recibió el premio «Nobel» de economía en 2008. En 2012 publicó un libro titulado «Acabad ya con esta crisis». Subrayamos esta. Es decir no se trata de acabar con las crisis en general, con su cortejo de concentración de las riquezas y expansión de la miseria, sino de acabar con esta crisis.

El enfoque de Krugman aparece claro en la Introducción (Y ahora ¿qué hacemos ?) de su libro. Allí dice que muchos se preguntan «¿Cómo ha pasado esto ?» Y que él, en cambio se pregunta: «Y ahora ¿qué hacemos ?». Y continúa: «Cada vez que leo artículos, académicos o de opinión, que analizan lo que deberíamos hacer para prevenir futuras crisis financieras …me despiertan cierta impaciencia». Más claro imposible: salir del pozo actual como fuere, pero sin cuestionar el sistema.

Comentando este libro de Krugman, Michael Hudson escribe: “Por desgracia, la incapacidad de Krugman para contemplar el problema económico de hoy como una cuestión de deflación de la deuda refleja su fracaso (que sufre la mayoría de los economistas, a buen seguro) a la hora de reconocer la necesidad de reducciones de la deuda, de reestructurar el sistema bancario y financiero, y de volver a transferir los impuestos del trabajo a las ganancias de la propiedad, de la renta económica y de los precios de activos (de “capital”). El efecto de este estrecho conjunto de recomendaciones consiste en defender el statu quo y, pese a su reputación como liberal, eso convierte a Krugman en conservador… Haciendo uso de la prestidigitación neoclásica de dar gato por liebre, restringe el significado de “reforma estructural” en el sentido de los economistas de la Escuela de Chicago que culpan al desempleo actual por ser “estructural,” en el sentido de que los trabajadores ocupan empleos que no corresponden a su formación. Con ello se desvía la atención de los apremiantes problemas que son genuinamente estructurales».

Esta “explicación” de Krugman sobre las causas del desempleo se relaciona con la teoría del “salario de eficiencia” de Stiglitz, mencionada más arriba, que explica la existencia del desempleo por las deficiencias en la estructura informativa del empleo.
En el curso de su libro, Krugman, con un estilo de serie B estadounidense, acumula sofismas y datos falsos.

Por ejemplo en el párrafo “Comprender las tasas de interés”, en la página 147 de la edición argentina escribe: “Recordemos que, como vimos en el Capitulo 2, la trampa de liquidez se produce cuando, incluso con tipos de interés cero, los residentes del mundo, en su conjunto (el subrayado es nuestro), no están dispuestos a comprar tantos bienes como están intentando producir. O, lo que es equivalente: la cantidad que la gente desea ahorrar – es decir los ingresos que no desean gastar en consumo corriente - es superior a la cantidad que las empresas están dispuestas a invertir”.
En este párrafo Krugman mete en la misma bolsa al ahorro familiar (que en las clases modestas tiende a ser inexistente) y al capital financiero improductivo y parasitario (que alcanza cifras siderales) con el denominador común de “residentes del mundo” para intentar ocultar la raíz de las crisis: la transferencia de la mayor parte de las riquezas producidas por el trabajo humano al gran capital, al financiero en particular, que se ha acentuado enormemente en los últimos treinta años. (A Krugman le “impacienta” que se hable de las crisis en general).

Su presunta preocupación por la situación de las clases populares queda al descubierto cuando en el párrafo “El problema esencial en Europa” (páginas 192 y siguientes) escribe que para hacer más competitiva la economía (por ejemplo de España, véase pág. 182 de su libro) hay que reducir los salarios manteniéndose en la zona euro o salir del euro y devaluar la moneda nacional. Según Krugman, en este último caso los salarios reales no caerían. Sólo se devaluarían con relación al euro. Todo el mundo sabe, menos Krugman, que una devaluación de la moneda nacional afecta negativamente el nivel del salario real, pues no existen economías nacionales cerradas.

Comenta Hudson: “El punto ciego de Krugman con respecto a la deuda general hace descarrilar también la teoría del comercio. Si Grecia abandona el euro y devalúa su moneda (el dracma), por ejemplo, las deudas cifradas en euros o en otra divisa fuerte aumentarán de modo proporcional. De manera que Grecia no puede marcharse sin repudiar sus deudas en la en la litigiosa economía global de hoy. Sin embargo, Krugman cree en el viejo sinsentido neoclásico según el cual todo lo que se necesita es la “devaluación” para rebajar el coste laboral interno. Es como si se mostrase indiferente al sufrimiento que impone esa austeridad, como la que sufrieron los países latinoamericanos a manos de los planes de austeridad desde 1970 en adelante. Los costes se pueden “poner bajo control ajustando los tipos de cambio”. El problema es sencillamente, por lo tanto, una cuestión de tipos de cambio (que se traduce al poco en costes laborales). La depreciación de la moneda reducirá (según la teoría del comercio de Krugman) los costes laborales y otros costes internos hasta un punto en que los gobiernos puedan exportar lo bastante no sólo para cubrir sus importaciones sino pagar sus deudas en divisas extranjeras (que se dispararán en términos de moneda local)».

Krugman insiste con la necesidad de aumentar el gasto gubernamental y en su libro (ver pág. 250) no parece desdeñar como “solución” el llamado “keynesianismo armado” es decir una carrera armamentista o la guerra. Que practican periódicamente las grandes potencias.
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Sobre Stiglitz también puede leerse de Jean-Marie Harribey: Commission Stiglitz: l'économie, la montagne et la souris. http://alternatives-economiques.fr/blogs/harribey/2009/09/16/commission-stiglitz-l%E2%80%99economie-la-montagne-et-la-souris/


Sobre Krugman puede leerse: de Michael Hudson, Las anteojeras económicas de Paul Krugman, Theleme, 13/06/2012 y http://www.lahaine.org/index.php?p=62230 13/06/12. El mismo texto en inglés: www.nakedcapitalism.com 14/05/12; de Vincenç Navarro Por qué Paul Krugman está equivocado en sus recetas para España. en SistemaDigital, 15 de abril de 2010. Y en el blog de economía del profesor Rafael Hernández Núñez, La incapacidad intelectual de un Nobel de economía.

18 de noviembre de 2013

¿POR QUÉ EL FORO SOCIAL MUNDIAL SE HA AGOTADO?

Emir Sader. La Jornada

El Foro Social Mundial (FSM) fue la primera gran reacción internacional a la ola neoliberal que pasó a devastar el mundo en las últimas décadas del siglo pasado. Era una ola tan destructiva, que el lema del FSM era minimalista –otro mundo es posible. Se estaba buscando afirmar la disconformidad con las tesis del fin de la historia y el Consenso de Washington.

Esas tesis, nacidas en la derecha –con Reagan y Thatcher–, se habían difundido hacia otras corrientes –socialdemocracia, nacionalismos–, revelando su capacidad hegemónica. El FSM nació en la contramano de esa ola, teniendo un éxito inmediato al demostrar el potencial que la resistencia a esa ola suscitaba.

Su auge fueron las movilizaciones en contra de la guerra de Irak, las más grandes manifestaciones conocidas hasta ahora, donde el FSM tuvo un rol importante en su convocatoria. A partir de ese momento se inició un declive del FSM.

El mismo hecho de no haber realizado un balance de las manifestaciones ni discutido la forma de dar continuidad a la lucha por la solución pacífica y no violento de los conflictos mundiales ya revelaba una debilidad fundamental del FSM. La hegemonía de las ONG y de algunos teóricos vinculados con las concepciones de esas entidades fue la responsable de la decadencia del FSM.

El FSM había nacido en el marco de una ambigua reacción ideológica y política al final de la guerra fría y la posición frente al Estado fue determinante para esa ambigüedad. Hay que recordar que el lema central de Reagan era el de que el Estado no era la solución, sino el problema. Se descargaban sobre el Estado las baterías fundamentales de la nueva derecha, a lo que se sumaban las ONG y sus teóricos.

El lema reaganiano hacía parte de la nueva hegemonía liberal en el mundo, con su vertiente del Estado mínimo –con la correspondiente centralidad del mercado– y la política de promoción de la sociedad civil, con contornos imprecisos y fuertemente permeables a interpretaciones ambiguas. ONG y visiones teóricas vinculadas con ellas dentro del propio FSM centraban su fuego en contra del Estado. En ese campo ambiguo se confundían ONG, intelectuales eurocéntricos y el propio campo neoliberal (1)

No por casualidad las ONG consideraban cuestión de principio la no participación de los partidos políticos en el FSM (2). Postura que llegó al absurdo de que presidentes latinoamericanos, como Hugo Chávez, Lula, Rafael Correa y Evo Morales, tuvieron que presentarse en un acto paralelo, externo a la programación oficial del FSM de Belén, en 2009.

El FSM perdía el hilo de la lucha real en contra el neoliberalismo, que se hacía desde gobiernos, con estados y partidos políticos como partes indispensables en esa lucha.

El FSM y los intelectuales vinculados con las visiones de las ONG, hegemónicos en la organización de los eventos, se separaban de la construcción del otro mundo posible, llevada a cabo por los gobiernos progresistas latinoamericanos. Gobiernos que rompían con la centralidad de los ajustes fiscales del neoliberalismo, imponiendo la prioridad de las políticas sociales. Gobiernos que priorizan los procesos de integración regional y los intercambios Sur-Sur, en lugar de los tratados de libre comercio con Estados Unidos.
Gobiernos que, además, rescatan el rol del Estado como inductor del crecimiento económico y como garante de los derechos sociales de todos.

Las mismas propuestas del FSM, como la recuperación de los derechos sociales expropiados por el neoliberalismo y la regulación de la circulación del capital financiero, sólo podrían ser realizadas a través del Estado. Al rechazar el Estado en favor de la sociedad civil, las ONG y los intelectuales vinculados con ellas –en general, europeos o latinoamericanos con visiones eurocéntricas– han quedado reducidos a la impotencia política y al aislamiento de los movimientos populares.

Mientras, América Latina, que había sido víctima privilegiada del neoliberalismo, elegía y consolidaba gobiernos antineoliberales, el FSM, al perder sintonía con la historia real, se fue vaciando. Las ONG caracterizan a los foros como lugar apenas de intercambio de experiencias entre distintos movimientos, sin plantearse alternativas a la construcción del postneoliberalismo. Ni siquiera reservan lugar para el debate necesario entre gobiernos progresistas y movimientos sociales.

Las ONG y los teóricos de la sociedad civil han visto su paradigma liberal, antiEstado, superado por la realidad. Varios de ellos pasaron a tomar gobiernos progresistas, como los de Evo Morales, Rafael Correa, Lula o Rousseff, como sus enemigos fundamentales, latinoamericanos, prestándose a servir a la derecha de esos países. (3)

Los errores teóricos son pagados de forma grave por la realidad concreta, relegando el FSM a la intranscendencia y a visiones equivocadas, que perdieron el sendero de la construcción del otro mundo posible, encarnados por los gobiernos postneoliberales de América Latina.

NOTAS DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
(1) ¿Les suena a ustedes este discurso en España?
(2) ¿Y éste otro?

(3) Algo sobre esto escribí desde este blog hace unos meses por el modo en que determinadas izquierdas han jaleado los objetivos  de la indignación globalista y globalizada de derribar gobiernos progresistas en América Latina

17 de noviembre de 2013

ALEMANIA ACTÚA COMO SIRVIENTA DE EE.UU. EN LA GUERRA SUCIA GLOBAL

El Presidente de EE.UU., Barack Obama, da la bievenida a
la canciller alemana Ängela Merkel en Camp David, AFP/
Brendan Smialowsky
Rafael Poch. La Vanguardia

El principal diario alemán publica un informe que pone la guinda a las denuncias de Eduard Snowden, y sugiere una complicidad y cooperación total del gobierno de Berlín con el espionaje y la acción militar encubierta de Washington en el mundo.

Alemania es cómplice y fiel cooperante de la guerra sucia y el espionaje que Estados Unidos practica en el mundo. Una “masiva violación de la ley internacional”, denuncia en su edición de hoy el mayor periódico alemán. Con la ciudadanía ya muy irritada por la generalizada vigilancia que practica la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos, incluido el móvil de la canciller, lo que explica hoy el Südddeutsche  Zeitung podría colmar el vaso.

Una “investigación de meses” en unión con el consorcio de radiotelevisión pública NDR. Su contenido es devastador: Alemania es la sirvienta de la guerra sucia de Estados Unidos; desde su territorio se manejan los aviones no tripulados que practican ejecuciones extrajudiciales en Somalia en el marco de una “guerra secreta que supone una violación masiva de la ley internacional”. En ningún país del mundo, excepto Afganistán, Estados Unidos se gasta tanto en guerra como en Alemania: 3000 millones de dólares en 2012.

“Alemania actúa como el cuartel general de la guerra secreta en África, responsable de la muerte de civiles inocentes”. Sin Alemania, “la maquinaria de la guerra contra el terror no estaría tan bien engrasada”: 43.000 soldados en 40 bases militares. Desde Ramstein y Stuttgart, sede del Africom -el estado mayor para operaciones en África, que más de una docena de países africanos rechazaron acoger en su territorio- se dirige la guerra de los aviones no tripulados. En la zona de los ríos Rin y Meno, alrededor de Francfort, se concentra el “hub”, el nudo gordiano del espionaje; CIA, NSA, servicios secretos, seguridad interior, enumera el diario.

A todos ellos se añaden “nuevos actores aún más siniestros que los de antes”, explica: “el ejército de matemáticos, expertos en juegos y teorías de guerra, estadísticos, administradores de información y especialistas de todo tipo”, dice. “Esa gente ya no se dedica a pinchar teléfonos o a esconder micrófonos en despachos como antes, simplemente se dedican a escuchar, a escucharlo todo”, continúa. Y ni siquiera son funcionarios, sino personal privado contratado a, “compañías que reciben órdenes secretas para hacer el trabajo sucio: espiar, analizar, secuestrar e incluso torturar”.

Este “ejército en la sombra se incrementa cada año, especialmente en Alemania”, explica el informe. “Alemania ha dado permisos especiales a 207 compañías americanas para realizar tareas sensibles para el gobierno de Estados Unidos en suelo alemán”. Al mismo tiempo, “centenares de esos espías contratados ni siquiera están registrados ante las autoridades alemanas”. “¿Quién puede asombrarse de que nadie los controle si ni siquiera los espías registrados por el gobierno lo son?”, se pregunta.

El brazo de las agencias de espionaje de Estados Unidos en Alemania es largo. Una de ellas, el Secret Service, que forma parte del Homeland Security, la seguridad interior, “se arroga cada vez más el derecho de dictar quien puede embarcar y quien no en un avión en aeropuertos alemanes, a veces hasta detienen ellos mismos a sospechosos”, explica ilustrando un cuadro de república bananera que nuestro diario ha presenciado en el aeropuerto de Francfort en diversas ocasiones a lo largo de los últimos quince años. “¿Podría un funcionario alemán hacer algo así en Estados Unidos?, impensable”, dice.

La comedia de la sorpresa, del “no sabíamos”, que el gobierno federal, su ministro del interior, su canciller y las agencias de seguridad alemanas han representado al conocerse los informes del ex agente Eduard Snowden, queda en evidencia en este informe:

“Las autoridades alemanas han suministrado sistemáticamente información a Estados Unidos sobre solicitantes de asilo en Alemania y esa información ha sido utilizada por Estados Unidos para planificar sus ataques con aviones no tripulados”, explica. “Las compañías privadas, algunas de ellas implicadas en graves violaciones de derechos humanos, tienen acceso a la información en los niveles más altos de las autoridades alemanas”, señala.

Un historiador residente en Munich, Josef Foschepoth, ha explicado documentalmente el carácter histórico de esta labor de servidumbre en materia de seguridad y espionaje. Foschepoth, que ha publicado un libro, basado en investigaciones de archivo, hace remontar esa labor al derecho de ocupación de posguerra, aún vigente a efectos prácticos. El libro de Foschepoth, que una de las principales comentaristas del Süddeutsche Zeitung calificó de “libro del año”, ha sido objeto de un sintomático silencio en los medios alemanes, pese a la rabiosa actualidad que el caso Snowden le ha dado.

En un gesto sin apenas precedentes, la embajada de Estados Unidos en Berlín ha reaccionado al informe publicado por el diario de Munich calificándolo de “indignante”. “Mezcla medias verdades con especulaciones e insinuaciones”, dice. “Daña las relaciones germano-americanas y su compartida agenda global”, considera, negando que Estados Unidos secuestre y torture, pero sin entrar en ninguno de los aspectos concretos denunciados.

“Si lo que se dice en el informe es correcto, entonces el gobierno nos ha mentido en la comisión de servicios secretos del Bundestag”, dice el diputado Hans-Christian Ströbele, miembro de dicha comisión y autor de diversas preguntas parlamentarias sobre algunos de los puntos contenidos en el material publicado por el diario.


16 de noviembre de 2013

INDUSTRIA DE LA MENTIRA Y GUERRA IMPERIALISTA

Fotografía de la auténtica masacre de Timisoara
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Quien se haya tomado algún interés en conocer mi pensamiento sabrá que, dentro del marxismo, e incluso fuera de él, no soy un sectario que escoja el contenido de los textos ajenos que reproduce en base a su proximidad ideológica, sino a partir de los objetivos que comparto con otros muchos: derribar el capitalismo y contribuir a edificar una sociedad socialista. Ello dentro del hecho de que soy marxista y leninista pero no marxista-leninista porque creo que Lenin fue un gran científico político y un gigante en la construcción del partido revolucionario de y para la clase trabajadora pero, pienso, que él nunca hubiera deseado ver convertido su pensamiento en dogma ni en religión.

No es la primera vez que publico un artículo de Doménico Losurdo ni será la última, a pesar de que se la haya tildado de estalinista, no siéndolo en absoluto yo. Sospecho que él tampoco lo es, a pesar de que algunos consideren que una de sus obras, “Stalin. Historia y crítica de una leyenda negra” es una apología del hombre “de acero”. “El viejo topo”, poco sospechoso de estalinista, publicó su obra.

Ayer publiqué una obra de Alex Callinicos, un trotskista que me parece sugerente en algunos aspectos. Le he leído lo suficiente para decidir que comparto con él determinados puntos de vista respecto a la revolución social. Considero a Trotsky, a pesar de sus contradicciones, un legado del pensamiento revolucionario marxista. De sus herederos, como su mujer, Natalia Sedova, no tengo precisamente las mejores opiniones, después de haberlos conocido suficientemente, pero distingo a mis camaradas, de unos y otros signos, más allá de su tendencia, a menudo tan sectaria, por su capacidad de aportar algo valioso a la lucha por el socialismo.

Vivimos tiempos extraordinariamente difíciles para la clase trabajadora como para que los comunistas tengamos derecho alguno a despreciar los puntos de vista válidos en función de quiénes los emiten. En Venezuela lo han comprendido unos y otros, apoyando su revolución, que no vino de ninguna de ambas corrientes, a pesar de todas las contradicciones y aspectos criticables del proceso revolucionario que allí se lleva a cabo.  En Grecia, frente al fascismo, como respuesta del capital, debiieran comprenderlo igualmente. Y en tantos lugares del planeta me pregunto porqué no es posible, además de por un cainismo entre comunistas, estimulado por cúpulas sobre el odio al otro perteneciente al mismo tronco, que nos impide avanzar, en un contexto en el que cualquier idea comunista ha sufrido una derrota a manos del capitalismo y en el que la clase trabajadora sufre las consecuencias de esa derrota.

Como escribió el gran Pablo Neruda, "Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos"

Es hora, no ya del marchar separados y golpear juntos sino de ocupar, unidos, la misma trinchera de combate bajo la bandera del socialismo.  

Sin más, les dejo con el interesante artículo de Domenico Losurdo.

INDUSTRIA DE LA MENTIRA Y GUERRA IMPERIALISTA

Domenico Losurdo. Red Voltaire
Solía decir Joseph Goebbels que es más fácil que la gente se trague una mentira enorme que una pequeña. Es un principio que la CIA ha venido aplicando durante los últimos años con el invento de masacres falsas que justifican guerras. El filósofo Domenico Losurdo analiza la facilidad sorprendente con que nos dejamos engañar.

En la historia de la industria de la mentira como parte integrante del aparato militaro-industrial del imperialismo, el año 1989 marcó un verdadero viraje. Nicolae Ceaucescu se mantiene en el poder en Rumania. ¿Cómo derrocarlo? Los medios de prensa occidentales comienzan a divulgar masivamente informaciones e imágenes del «genocidio» perpetrado en Timisoara por la policía del propio Ceaucescu.

Los cadáveres mutilados
¿Qué había pasado en realidad? Basándose en el análisis de Guy Debord sobre la «sociedad del espectáculo», un ilustre filósofo italiano, Giorgio Agamben, sintetizó magistralmente este caso:

"Por vez primera en la historia de la humanidad, cadáveres que habían sido enterrados hacía poco tiempo o que se hallaban aún en las mesas de las morgues fueron desenterrados apresuradamente y mutilados para simular ante las cámaras de televisión el genocidio destinado a legitimar un nuevo régimen. Lo que el mundo entero tenía ante sus ojos como la realidad real en las pantallas de televisión, era la absoluta anti-verdad y, aunque la falsificación era a veces evidente, fue de todas maneras autentificada como real por el sistema mediático mundial, para que quedara claro que lo real no era a partir de entonces otra cosa que un momento del movimiento necesario de lo falso. Verdad y falsedad se hacían así imposibles de distinguir una de la otra y el espectáculo se legitimaba solamente mediante el espectáculo
Timisoara es, en ese sentido, el Auschwitz de la sociedad del espectáculo. Incluso se ha dicho que si después de Auschwitz es imposible escribir y pensar como antes, después de Timisoara ya no será posible mirar una pantalla de televisión de la misma manera." [1]

El año 1989 es el año en que el paso de la sociedad del espectáculo al espectáculo como técnica de guerra comenzó a manifestarse a escala planetaria.

Varias semanas antes del golpe de Estado, o sea antes de la «revolución de Cinecittà» en Rumania [2], se producía en Praga –el 17 de noviembre de 1989– el triunfo de la «revolución de terciopelo» con una consigna inspirada en Gandhi: «Amor y verdad». En realidad, la difusión de la información falsa según la cual la policía había «matado brutalmente» a un estudiante desempeñaba un importante papel. Eso es lo que nos revela, 20 años más tarde y con satisfacción, «un periodista y líder de la disidencia, Jan Urban», protagonista de aquella manipulación: su «mentira» tuvo en aquel momento el mérito de suscitar la indignación de las masas y el derrumbe del régimen, ya debilitado [3].
Algo similar ocurrió en China. El 8 de abril de 1989, Hu Yaobang, secretario del Partido Comunista Chino (PCCh) hasta el mes de enero de 1987, sufre un infarto en medio de una reunión del Buró Político y muere una semana después. La multitud de la Plaza de Tiananmen vincula su deceso al enconado conflicto político que se había manifestado en el marco de aquella reunión [4]. El fallecido se convierte de cierta forma en víctima del sistema cuyo derrocamiento se desea.

En los 3 casos, el invento del crimen y su denuncia buscan suscitar la ola de indignación necesaria para favorecer el movimiento de protesta. Esa estrategia encuentra éxito en Checoslovaquia y Rumania –países donde el régimen socialista había surgido al calor del avance del Ejército Rojo– pero fracasa en la República Popular China, fruto de una gran revolución nacional y social. Y el fracaso mismo se convierte en punto de partida de una nueva guerra mediática más masiva aún, desencadenada por una superpotencia que no tolera la existencia de rivales reales o potenciales. Esa guerra mediática aún se mantiene en vigor. Pero lo cierto es que el momento que define el viraje histórico es, en primer lugar, Timisoara, «el Auschwitz de la sociedad del espectáculo».

«Dar publicidad a los bebés»  y al cormorán
Dos años después, en 1991, se producía la primera guerra del Golfo. Un periodista estadounidense tuvo el coraje de revelar cómo se desarrolló «la victoria del Pentágono sobre los medios», o sea la «colosal derrota de los medios implementada por el gobierno de Estados Unidos» [5].

En 1991, la situación no era nada fácil para el Pentágono –ni para la Casa Blanca. Había que convencer de que la guerra era necesaria a una población que aún conservaba en mente el recuerdo de Vietnam. ¿Qué hacer? Diversos subterfugios van a reducir drásticamente las posibilidades de que los periodistas hablen directamente con los soldados o de que envíen crónicas directamente desde el frente. En la medida de lo posible, todo debe ser sometido a un filtro: la fetidez de la muerte y, sobre todo, la sangre, los sufrimientos y lágrimas de la población civil no deben irrumpir en las casas de los ciudadanos de Estados Unidos –ni de los habitantes del resto del mundo– contrariamente a lo sucedido en tiempos de la guerra de Vietnam.

Pero el problema central y más difícil de resolver es otro: ¿Cómo demonizar el Irak de Sadam Husein, que años antes había ganado méritos –a los ojos de los propios Estados Unidos– al agredir el Irán nacido de la Revolución islámica y antiestadounidense de 1979 y con tendencia al proselitismo en el Medio Oriente? El proceso de demonización no habría sido difícil si la víctima [de Sadam Husein –Kuwait–] hubiese sido [un país] angelical. Pero la operación no iba a ser nada fácil. Y no sólo debido a la implacable represión reinante en Kuwait contra toda forma de oposición. Había cosas mucho peores: los peores trabajos eran para los inmigrantes, víctimas de una «esclavitud de hecho» que tenía por demás visos de sadismo. Los casos de «serbios defenestrados, quemados, cegados o asesinados a golpes» no suscitan la menor emoción [6].

¡Pero se logró! Generosa o fabulosamente pagada, una agencia publicitaria lo resuelve todo… denunciando que los soldados iraquíes les cortan las «orejas» a los kuwaitíes que se resisten. Pero el punto culminante de esta campaña estaba por venir: los invasores habían irrumpido en un hospital «sacando 312 recién nacidos de sus incubadoras y dejándolos morir de frío sobre el suelo del hospital de Kuwait» [7]. Repetida hasta el cansancio por el presidente Bush padre, reafirmada por el Congreso, avalada por la prensa más autorizada e incluso por Amnistía Internacional, esa información tan horrible, y también detallada, no podía dejar de provocar una enorme ola de indignación: Sadam Husein era el nuevo Hitler, hacerle la guerra no sólo era necesario sino además urgente y quienes se oponían o no parecían convencidos tenían que ser considerados como cómplices más o menos conscientes del nuevo Hitler. Por supuesto, esa información era una mentira cuidadosamente fabricada y divulgada. Precisamente por eso la agencia publicitaria se había ganado su dinero.

La reconstrucción de ese caso aparece en un capítulo del libro ya mencionado aquí, con un título apropiado: «Dar publicidad a los recién nacidos» [8]. La verdad es que los recién nacidos no fueron los únicos que recibieron publicidad. Al inicio de las operaciones de guerra se difundió en el mundo entero la foto de un cormorán que se ahogaba en el petróleo proveniente de los pozos que Irak había volado. ¿Verdad o manipulación? ¿Fue Sadam quien provocó la catástrofe ecológica? ¿Hay cormoranes en esa región del mundo y en esa temporada del año? La ola de indignación, autentica y cuidadosamente manipulada, arrasaba con las últimas muestras racionales de resistencia.

Fabricación de falsedades, terrorismo de la indignación y desencadenamiento de la guerra
Viajemos en el tiempo hasta la disolución, o más bien el desmembramiento de Yugoslavia. Contra Serbia, que había sido históricamente el protagonista del proceso de unificación de ese país multiétnico, se desencadenaban una tras otra –en los meses anteriores a los verdaderos bombardeos– sucesivas olas de bombardeo mediático. En agosto de 1998, dos periodistas, un estadounidense y un alemán, «reportaban la existencia de fosas comunes con 500 cadáveres de albaneses entre los cuales había 430 niños, en los alrededores de Orahovac, donde se habían producidos intensos combates. Otros diarios occidentales retomaron la noticia y le dieron gran difusión. Pero todo era falso, como demuestra una misión de observación de la Unión Europea». [9]

Pero eso no pone en crisis la fábrica de falsedades. A inicios del año 1999, los medios occidentales comenzaban a hostigar a la opinión pública internacional con fotos de cadáveres amontonados en el fondo de una fosa y a veces decapitados y mutilados. Las explicaciones y artículos que acompañaban aquellas imágenes proclamaban que eran civiles albaneses desarmados masacrados por los serbios. Pero:

«La masacre de Racak es aterradora, con mutilaciones y cabezas cortadas. Una escena ideal para suscitar la indignación de la opinión pública internacional. Pero algo parece extraño en las características de esa matanza. Habitualmente, los serbios matan sin realizar mutilaciones […] Como nos muestra la guerra de Bosnia, las denuncias de barbaries cometidas con los cuerpos, huellas de tortura, decapitaciones, son un arma de propaganda frecuentemente utilizada […] Quizás no sean los serbios sino los guerrilleros albaneses quienes mutilaron los cuerpos.» [10].

O quizás los cadáveres de las víctimas de uno de los innumerables enfrentamientos fueron objeto de un tratamiento ulterior, para dar la impresión de ejecuciones a sangre fría y de un desencadenamiento de furia bestial, atribuido de inmediato al país que la OTAN quería bombardear [11].

El montaje de Racak no era más que el punto culminante de una campaña de desinformación obstinada e implacable. Unos años antes, el bombazo del mercado de Sarajevo había permitido a la OTAN presentarse como la instancia moral suprema, que no podía tolerar que las «atrocidades» serbias quedasen impunes. Hoy en día podemos leer, incluso en el diario italiano Corriere della Sera que «fue una bomba de origen bastante dudoso lo que provocó la masacre de Sarajevo, desencadenando la intervención de la OTAN» [12]. Con ese precedente, Racak nos parece ahora una especie de reedición de Timisoara, reedición que se prolongó por varios años. Sin embargo, incluso antes de ese caso, ya se habían registrado otros éxitos. El ilustre filósofo que había denunciado en 1990 «el Auschwitz de la sociedad del espectáculo» que había tenido lugar en Timisoara, se unía 5 años más tarde al coro dominante criticando de manera maniquea «el súbito deslizamiento de las clases dirigentes ex comunistas hacia el racismo más extremo (como en Serbia, con el programa de “purificación étnica”)» [13].

Después de haber analizado con agudeza la trágica ausencia de diferenciación entre «verdad y falsedad» en el marco de la sociedad del espectáculo, Agamben acababa por confirmarla involuntariamente al acoger expeditivamente la versión (o sea la propaganda de guerra) difundida por el «sistema mediático mundial», que él mismo había designado anteriormente como fuente principal de la manipulación. Después de haber denunciado la reducción de lo «verdadero» a «un momento del necesario movimiento de lo falso», reducción implementada por la sociedad del espectáculo, Agamben se limitaba a conceder una aparencia de profundidad filosófica a ese «verdadero» reducido precisamente a «un momento del necesario movimiento de lo falso».

Por otro lado, un elemento de la guerra contra Yugoslavia nos remite, más que a Timisoara, a la primera guerra del Golfo: el papel de los public relations.
«Milosevic es un hombre esquivo, no le gusta la publicidad, no le gusta mostrarse ni hacer discursos públicos. Parece que en el momento de los primeros anuncios de la descomposición de Yugoslavia, Ruder&Finn, la compañía de relaciones públicas que trabajaba para Kuwait en 1991, fue a verlo para proponerle sus servicios. Y la pusieron de patitas en la calle. En cambio, Ruder&Finn fue contratada por Croacia, por los musulmanes de Bosnia y los albaneses de Kosovo a cambio de 17 millones de euros al año, para proteger y promocionar la imagen de los tres grupos. ¡E hizo un excelente trabajo! James Harf, director de Ruder&Finn Global Public Affairs, afirmaba […] en una entrevista: “Logramos hacer coincidir, en la opinión pública, a serbios y nazis […] Somos profesionales. Tenemos un trabajo que hacer y lo hacemos. No nos pagan por dedicarnos a la moral”» [14].

Veamos ahora la segunda guerra del Golfo. En los primeros días de febrero de 2003, el secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, mostraba al Consejo de Seguridad de la ONU las imágenes de los laboratorios móviles de producción de armas químicas y biológicas que supuestamente poseía Irak. Algún tiempo después, el primer ministro británico Tony Blair reforzaba la dosis: Sadam Husein no sólo tenía esas armas sino que ya había elaborado planes para utilizarlas y podía activarlas «en 45 minutos». Y de nuevo venía el espectáculo que, más que el preludio de la guerra, constituía en sí el primer acto de guerra, con la advertencia contra un enemigo que el género humano tenía que liquidar a toda costa.

Pero el arsenal de mentiras usadas o por usar iba mucho más allá. En su empeño por «desacreditar al líder iraquí a los ojos de su propio pueblo», la CIA se proponía «divulgar en Bagdad un documento filmado donde se revelaba que Sadam era gay. El video debía mostrar al dictador iraquí en plena relación sexual con un muchacho. Tenía que dar la impresión de haber sido filmado con una cámara oculta, como si fuera una grabación clandestina». También se estudiaba «la posibilidad de interrumpir las transmisiones de la televisión iraquí con una edición extraordinaria –falsa– del noticiero de televisión en la que se anunciaría que Sadam había dimitido y que todo el poder había pasado a manos de su hijo, el temido y odiado Uday» [15].

El Mal tenía que ser denunciado y estigmatizado mientras que el Bien debía aparecer en todo su esplendor. En diciembre de 1992, los Marines estadounidenses desembarcaban en el litoral de Mogadiscio. Para decirlo con más exactitud, desembarcaban allí 2 veces, pero la repetición de la operación no se debía a dificultades militares ni de logística. Había que demostrarle al mundo que, además e incluso antes de ser una formación militar de élite, los Marines estadounidenses eran una organización benéfica y caritativa que traía esperanza y sonrisas al pueblo somalí víctima de la miseria y el hambre. La repetición del desembarco-espectáculo tenía como objetivo corregir detalles erróneos y defectos. Un periodista que fue testigo del hecho explicaba:

«Todo lo que está pasando en Somalia y lo que va a producirse en las próximas semanas es un show militaro-diplomático […] Realmente, una nueva época en la historia de la política y de la guerra comenzó en aquella extraña noche de Mogadiscio […] La “Operación Esperanza” fue la primera operación militar que no sólo se filmó en vivo para las cámaras de televisión sino que además se pensó, se construyó y se organizó como un show de televisión» [16].

Mogadiscio era la contraparte de Timisoara. Unos años después de haber puesto en escena la representación del Mal (el comunismo que al fin se desplomaba) se montaba la representación del Bien (el Imperio estadounidense que surgía del triunfo obtenido en la guerra fría). Los elementos que conforman la guerra-espectáculo y que determinan su éxito están ahora claros.

NOTAS: 
[1Mezzi senza fine. Note sulla politica, por Giorgio Agamben, Bollati Boringhieri, Turín, 1996, p. 67, y citado en Le langage de l’Empire. Lexique de l’idéologie états-unienne, por Domenico Losurdo, Delga, París, 2013, p. 313.
[2La fine delle democrazie popolari. L’Europa orientale dopo la rivoluzione del 1989, por François Fejto, Mondadori, Milan, 1994, p. 263.
[3] «A rumor that set off the Velvet Revolution», por Dan Bilefsky, inInternational Herald Tribune del 18 del noviembre de 2009, pp. 1 e 4., citado en Losurdo 2013, p. 313.
[4La Chine, por Jean-Luc Domenach y Philippe Richer, Seuil, París. 1995, p. 550.
[5Second Front. Censorship and Propaganda in the Gulf War, por John R. Macarthur, Hill and Wang, Nueva York, 1992, p. 208 et 22.
[6] Macarthur 1992, p. 44-45.
[7] Macarthur 1992, p. 54.
[8Selling Babies.
[9] «La via verso la guerra», por Roberto Morozzo Della Rocca, in suplemento del n. 1 (Quaderni Speciali) de Limes. Rivista Italiana di Geopolitica, 1999, pp. 11-26.
[10Morozzo della Rocca, 1999, p. 24, y citado en Losurdo 2013, p. 314.
[11Racak. De l’utilité des massacres, tomo II, por Fréderic Saillot, L’Harmattan, París, 2010, p. 11-18.
[12] «Le vittime e il potere atroce delle immagini», por Franco Venturini, inCorriere della Sera del 22 de agosto de 2013, pp. 1 et 11.
[13] Agamben 1995, p. 134-35.
[14] «Milosevic visto da vicino», por Jean Toschi Marazzani Visconti, Suplemento del n. 1 (Quaderni Speciali) de Limes. Rivista Italiana di Geopolitica, 1999, pp. 27- 34.
[15] «La Cia girò un video gay per far cadere Saddam», por Enrico Franceschini, en La Repubblica, 28 de mayo de 2010, p. 23.

[16] «Quello sbarco da farsa sotto i riflettori TV», por Vittorio Zucconi, enLa Repubblica del 10 de diciembre de 1992.