15 de noviembre de 2013

¿QUÉ ES LA CLASE TRABAJADORA?

Alex Callinicos. En lucha

¿Desapareció la clase trabajadora?
La cuestión de las clases sociales ha sido uno de los principales temas de debate político de la última década. Se ha planteado, sin embargo, de una forma paradójica: gran parte de la izquierda sostiene que, en general, los antagonismos de clase ya no constituyen la división fundamental de la sociedad y, en particular, que la clase trabajadora está en declive y no se puede esperar que juegue el papel de agente de la revolución socialista que Marx le asignó.

El telón de fondo de estos debates son las derrotas sufridas por el movimiento obrero desde finales de los años 70, sobre todo en Gran Bretaña y en Estados Unidos, pero también en el resto del mundo capitalista avanzado. La cuestión se planteó por primera vez durante el primer gobierno de Margaret Thatcher, con la publicación, en inglés, de un libro del escritor francés André Gorz. El menor número de huelgas, el aumento del paro y de los cierres de fábricas, junto con los avances electorales de los partidos conservadores, otorgaban credibilidad a la idea de que la clase trabajadora ya no representa una fuerza social y política.

Creo que es esencial cuestionar la idea de que los cambios ocurridos en la estructura social del capitalismo contemporáneo hagan necesario que las y los socialistas dejen de considerar la lucha de clases como el elemento indispensable para entender el capitalismo, y como el medio fundamental para remplazarlo por una sociedad sin clases.

Esta idea se ha propagado con relativa facilidad entre la izquierda, debido, entre otras razones, a la confusión reinante, incluso entre mucha gente de izquierdas, acerca del concepto de clase. Los conceptos de clase fundamentados en el sentido común que a menudo sirven para sustentar teorías sociológicas aparentemente sofisticadas, son un obstáculo para entender cuales son las divisiones reales en la sociedad. Que sean éstos los conceptos que prevalecen es reflejo de la influencia ideológica que ejerce la clase dominante sobre mucha de la izquierda.

Entre apariencia y realidad
Estos conceptos de sentido común se asemejan entre sí porque identifican las apariencias superficiales existentes en la sociedad con la clase social. Las apariencias más importantes son, probablemente, el estatus, la ocupación y los ingresos.

El estatus refleja, sobre todo, de qué manera las personas perciben su propia posición social y como la perciben los demás. Estudiar el estatus requiere dilucidar las sutiles diferencias en los niveles del prestigio social (entender su jerarquía y el esnobismo que éste conlleva).

Cuando se dice que Gran Bretaña es una sociedad “de clases”, en general, se piensa en el estatus (en la monarquía, en la aristocracia, en las relaciones forjadas en los colegios exclusivos, etcétera).

Hacer hincapié en el estatus significa centrarse en los estilos de vida de las personas y en 
sus pautas de consumo. En términos generales, desde 1945, los ingresos reales de los obreros manuales han aumentado significativamente. En ciertas cosas, las pautas de consumo de muchos obreros manuales y las de aquellos que tradicionalmente han sido considerados profesionales de clase media, han llegado a parecerse: miembros de ambos grupos tienen coche, compran en los mismos supermercados, viajan más, tienen hipotecas.
Pero las semejanzas han sido, a menudo, exageradas. Una definición de clase que exagere la importancia de las pautas de consumo probablemente conduzca a creer que los antagonismos de clase han desaparecido y que ha habido una fusión entre la clase trabajadora y la clase media. Después de la tercera derrota electoral consecutiva sufrida por el Partido Laborista británico en los años 50, quienes sostenían que la clase trabajadora estaba “aburguesándose” (tornándose clase media) se basaban en la mayor opulencia y en los cambios en el estilo de vida de los obreros manuales.

Las similitudes en las pautas de consumo, sin embargo, pueden esconder posiciones muy diferentes en la estructura general de las relaciones de poder y privilegio en la sociedad. En general, el estatus es, por definición, subjetivo y refleja las actitudes de los individuos hacía la sociedad y hacia los otros individuos. Por consiguiente, es poco útil para explicar los cambios sociales, sobre todo cuando éstos afectan a diversos grupos de personas que adoptan actitudes diferentes. ¿Cómo puede el concepto de estatus ayudar a comprender las razones que llevaron a los maestros y a las enfermeras (que se consideraban a sí mismos como “profesionales humanitarios”), a fines de los años 60 y en los 70, a aceptar una cada vez mayor participación en las organizaciones sindicales colectivas, en movilizaciones sindicales y hasta en huelgas? Se mire como se mire, no puede darse mucha credibilidad a un concepto de clase según el cual los Estados Unidos son una sociedad menos clasista que la de Gran Bretaña, debido a que en ese país los rituales de privilegio de los ricos y poderosos no son tan visibles, ni están tan desarrollados. El estatus es un concepto totalmente idealista que no sirve para analizar la sociedad.

La ocupación es otro factor que el sentido común identifica como útil para la definición de clase. En este caso, la clave para determinar la posición de clase del individuo es el tipo específico de trabajo que realiza. El mejor ejemplo de este enfoque son las investigaciones oficiales sobre la estructura social. En Gran Bretaña estas investigaciones utilizan la clasificación de las ocupaciones establecida por el Registro General, según la que se identifican amplias categorías ocupacionales tales como ocupaciones manuales y de “cuello blanco”. Gran parte de los datos empíricos sobre la clase social identifica a ésta con la ocupación. Este enfoque merece nuestra atención, entre otras razones, porque los estudios que lo adoptan tienden a identificar a la clase trabajadora con quienes realizan ocupaciones manuales. Debido a que, en las sociedades capitalistas avanzadas, el número de personas en ocupaciones manuales constituye una proporción cada vez menor de la mano de obra, puede fácilmente pensarse que la clase trabajadora está desapareciendo.

El definir la clase social según la ocupación tiene, por lo menos, el mérito de contemplar las realidades materiales del mundo laboral. No obstante, este enfoque obvia los antagonismos intrínsecos que enfrentan a los diferentes grupos sociales dentro del sector productivo. Es así que algunos expertos en Ciencias Políticas consideran que uno de los mayores éxitos de los Tories ha sido recabar el apoyo de los trabajadores manuales cualificados. Después de las elecciones de 1987, Ivor Crewe compiló las estadísticas acerca del creciente número de votantes del Partido Conservador entre este grupo de trabajadores: en 1974, 31%, en 1979, 45% y en 1987, 43%, lo cual daba al Partido Conservador una ventaja de 9 puntos sobre el Partido Laborista. La conclusión a la que llegó Ivor Crewe fue que: “Éste es el testamento más apabullante del Thatcherismo que pueda haber”. Pero la categoría de “trabajadores manuales cualificados” abarca a los capataces, a los trabajadores manuales autónomos y a los pequeños empresarios. Es decir que se sitúan en una única categoría a grupos de personas cuyos intereses son diferentes, e incluso antagónicos, a los intereses de aquellos trabajadores manuales quienes, independientemente de su nivel de cualificación, dependen de la venta de su fuerza de trabajo para su supervivencia.

Para que esta amplia categoría sea útil es necesario establecer cuales son los diversos grupos que la constituyen, ya que es probable que éstos difieran mucho en su conducta social y política.

Algo similar ocurre con la categoría “trabajadores de cuello blanco”. ¿Qué tienen en común el consejero delegado y el personal auxiliar administrativo de una gran empresa?

Este es un tema importante debido a que el incremento de la proporción de trabajadores de “cuello blanco” en la población activa se ha visto acompañado por un aumento de la actividad sindical de estos sectores. En el período posterior a la derrota de la gran huelga de los mineros en 1985, los maestros y los funcionarios se opusieron más activamente a las políticas del gobierno, encabezado por Margaret Thatcher, que grupos de trabajadores manuales con una tradición de mayor militancia, tales como los trabajadores de la industria mecánica o de la automovilística. En palabras del marxista estadounidense Stanley Aronowitz, “la etiqueta ‘cuello blanco’ presupone que existe una diferencia esencial entre la estructura laboral de la fábrica y la de la oficina. Se trata de una categoría derivada de la ideología social y no de las ciencias sociales”. Toda clasificación de la mano de obra por tipos de ocupación esconde los conflictos fundamentales que existen en la sociedad capitalista.

El tercer concepto de sentido común identifica la clase por los niveles de ingresos. A menudo, esto conduce a esgrimir argumentos sorprendentemente ingenuos y torpes, tales como que el aumento del nivel de vida socava la militancia de clase. Es así que Gavin Kitching declaró hace poco tiempo que salarios brutos de sólo 30.000 pesetas por semana para un trabajador manual, y de 24.000 pesetas para un trabajador no manual representan “una significativa participación material en el sistema” (!). En "Trabajo asalariado y capital", Marx argumenta que el análisis de clase no contempla los niveles absolutos de ingresos sino los ingresos relativos que son los que reflejan cual es la distribución de la riqueza en la sociedad. En 1985, por ejemplo, los ingresos semanales de una familia perteneciente al 10% de las más pobres en Gran Bretaña eran de 10.000 pesetas, mientras que los de una familia perteneciente al 10% de las más ricas eran de 84.000. La “participación material en el sistema” de estos dos grupos es, claramente, muy diferente. Los conflictos de intereses, que se derivan de esta situación, quedaron reflejados en el período de 1979-1985. En esos años, los ingresos netos de un quinto de los asalariados mejor pagados aumentaron 11,6%, en tanto que un quinto de los asalariados peor pagados sufrieron un recorte de 2,9% en sus ingresos netos.

Sin embargo, incluso la distribución de los ingresos no es una guía perfecta para entender las razones del conflicto de clases. Los ingresos relativos de un individuo no explican de qué manera accede a su proporción del producto social. Hay, en primer lugar, una diferencia fundamental entre diferentes tipos de ingresos, y sobre todo, entre los salarios y los beneficios. Un gran accionista de una empresa cuyo salario son los dividendos que recibe de los beneficios obtenidos por la empresa, y un trabajador manual semicualificado, viven en mundos diferentes. Incluso entre los asalariados hay diferentes posiciones de clase. El trabajador manual, cuyo salario es alto gracias a la organización sindical en la fábrica, es un empleado; también lo es el licenciado universitario que ocupa un puesto directivo, y cuyos altos ingresos reflejan su posición en la jerarquía por encima de los trabajadores manuales y del personal auxiliar administrativo. Pero, ¿pertenecen a la misma clase?

Marxismo y lucha de clases
Para responder a esta pregunta hay que abandonar los tres enfoques de sentido común que hemos señalado. En los tres casos se considera la estructura social como una escalera en la que los diferentes grupos sociales tienen una posición social, por encima o por debajo de los otros grupos, según su estatus, ocupación o ingresos (algunas ambiciosas teorías sociológicas consideran que los tres factores juntos son determinantes). El marxista estadounidense Erik Olin Wright sostiene que los conceptos de clase que se basan en estas “detalladas diferenciaciones son ‘estáticos’”. Wright agrega que: “tales conceptos pueden servir para clasificar a las personas en términos de la distribución de las recompensas materiales que reciben, pero no son válidos para identificar a las fuerzas sociales dinámicas que determinan y transforman esa distribución”.a1

La teoría marxista de las clases sociales, por el contrario, es parte de un intento más amplio dirigido a entender los procesos a través de los cuales los seres humanos construyen y transforman las sociedades en las que viven. Los cambios históricos dependen del desarrollo de las fuerzas productivas, de los medios materiales de producción y del elemento humano que las pone en marcha para satisfacer las necesidades sociales. Las relaciones de producción y las relaciones sociales que los seres humanos establecen a partir de ellas estimulan o restringen el crecimiento del poder productivo de las personas.
La sociedad de clases surge cuando una minoría adquiere un control suficiente sobre los medios de producción como para obligar a los productores directos (esclavos, campesinos o trabajadores) a trabajar no sólo para si mismos, sino también para la minoría explotadora.

De esta concepción de la historia se desprende que la posición de clase de las personas está determinada por el lugar que ocupan en las relaciones de producción. La mejor definición de clase que adopta este enfoque es la del historiador marxista Geoffrey de Ste Croix:

“La clase (que es esencialmente una relación), es la expresión colectiva de la explotación, de la manera en que la explotación está enraizada en una estructura social. La explotación es la apropiación por parte de unos de una porción del producto del trabajo de otros…”
“Una clase (una clase específica) es un grupo humano que dentro de una comunidad se identifica por la posición que ocupa en el sistema general de producción social. Este grupo se define, sobre todo, por su relación con las condiciones de producción (fundamentalmente por su grado de propiedad o de control de los medios de producción y del trabajo productivo) y por su relación con las otras clases”.2
La definición marxista de la clase social tiene una serie de características que la diferencian de otras definiciones.

En primer lugar, se define a la clase social como una relación. La posición de clase del individuo depende de su relación, como miembro de un grupo social, con los otros grupos sociales y no, como sugieren los conceptos de sentido común mencionados anteriormente que se basan en otros factores (en el estatus, la ocupación, etc.), de la posición que ocupe el individuo en la jerarquía social.

En segundo lugar, esta relación es antagónica: la clase dominante minoritaria que controla los medios de producción se beneficia de la plusvalía del trabajo los productores directos. Por consiguiente, el concepto de clase es inseparable del de lucha de clases, una lucha que enfrenta a explotadores y explotados. En tercer lugar, la relación antagónica se desarrolla en el proceso de producción: la explotación y la lucha de clases son el resultado de los intentos realizados por la clase dominante para controlar los medios de producción y el trabajo mismo de los productores directos.

Por último, la clase es una relación objetiva. Al contrario de lo que sostienen quienes se valen del estatus para definir la clase social, ésta no depende de actitudes subjetivas por parte del individuo. La clase depende de la posición que ocupe el individuo en las relaciones de producción, independientemente de sus opiniones al respecto. Aunque un obrero de la industria automovilística considere que pertenece a la clase media, no deja de ser un asalariado explotado por el capital.

Wright lo resume así: “las clases en la teoría marxista (...) se definen por la posición que ocupan en las relaciones sociales de producción, la producción se considera, sobre todo, un sistema de explotación”.3 Con esta definición de clase social se puede analizar mejor los procesos mediante los cuales los seres humanos transforman la sociedad. En otras palabras, la concepción marxista de las clases forma parte de una teoría dinámica. Su objetivo no es etiquetar las posiciones existentes en unas jerarquías sociales inmutables, sino comprender como las relaciones que mantienen grupos humanos con las fuerzas productivas y con otros grupos, les otorgan el poder para, colectivamente, escribir la historia.

El antagonismo fundamental que rige las relaciones entre las clases en la sociedad capitalista es el que existe entre el capital y el trabajo asalariado. Este antagonismo se deriva de la extracción de la plusvalía del trabajador en el proceso de producción. En El Capital Marx explica que la clase trabajadora está compuesta por aquellos que, al carecer del control de los medios de producción, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo a la clase capitalista que es la que posee los medios de producción. La cuestión ahora es saber si las transformaciones del capitalismo, en el siglo que ha transcurrido desde la muerte de Marx, hacen que el antagonismo de clase en la estructura social del mundo moderno, entre el capital y el trabajo asalariado, sea cada vez menos relevante.

Hay dos temas de suma importancia para tratar esta cuestión. Primero, desde el comienzo del siglo XX, se advierte una tendencia a largo plazo al incremento del número de trabajadores de “cuello blanco”, y a la disminución del de trabajadores manuales en la composición de la mano de obra. ¿Significa esto que se hay producido un aburguesamiento (es decir, un aumento de la clase media)?

Nosotros sostenemos que, una vez establecido que el lugar que el individuo ocupa para definir cuál es su posición de clase, es necesario distinguir entre tres grupos de trabajadores de “cuello blanco”: 1º, un grupo minoritario de estos trabajadores que son miembros asalariados de la clase capitalista y que participan en la toma de decisiones de la que depende el proceso de acumulación de capital; 2º, un grupo mucho más amplio de trabajadores con altos ingresos, la llamada “nueva clase media”. La mayoría de estos trabajadores desempeñan cargos directivos o de supervisión, y ocupan una posición intermedia entre la clase capitalista y la clase trabajadora. 3º, el resto de los trabajadores de “cuello blanco”, la mayoría, que desempeñan cargos administrativos auxiliares, y cuyo control sobre su propio trabajo es tan limitado como el de los trabajadores manuales y sus ingresos, a menudo, más reducidos. La conclusión fundamental a la que llegamos mediante este análisis es que el aumento de este tercer grupo representa una expansión, y no una disminución, de la clase trabajadora.

Otro tema que ha incidido en la discusión acerca de la naturaleza del trabajo de “cuello blanco” es el de la “desindustrialización”. ¿Han desatado las continuas recesiones económicas que se han producido a nivel mundial, desde principios de los años 70, un proceso de “desindustralización” que esté eliminando a la clase trabajadora de Occidente?

La clase trabajadora vive y lucha
La distribución ocupacional específica de la clase obrera siempre ha reflejado la estructura de acumulación de capital. En los tiempos de Marx, el grupo mayoritario de trabajadores asalariados lo constituían los sirvientes domésticos. Incluso en el sector industrial, la manufactura mecanizada, método capitalista por excelencia de producción a gran escala mediante la utilización generalizada de maquinaria, que Marx analizó a fondo en el primer volumen de El Capital, estuvo poco extendida durante gran parte del siglo XIX. Este método lo utilizaban, sobre todo, las industrias más avanzadas de la época, en particular la industria algodonera de Lancashire. Raphael Samuels observa que: “gran parte de las empresas capitalistas en el sector manufacturero, así como en la agricultura o en la minería, se organizaban con tecnologías manuales más que con las de energía a vapor”

La producción mecanizada no se generalizó durante el período de la Revolución Industrial, sino después, a finales del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, con el desarrollo, especialmente en los Estados Unidos, de la producción en cadena.

La clase trabajadora nunca ha tenido una estructura ocupacional fija, sino que ésta ha cambiado conforme han cambiado las necesidades de la acumulación de capital. Las crisis pueden considerarse períodos de reorganización y de reestructuración durante los que se abandonan los sectores ineficientes, se absorben y los capitales más eficientes ocupan su lugar. La clase trabajadora misma participa en este proceso en el que desaparecen ciertos trabajos y se crean otros. Con frecuencia, se deduce que estos cambios significan la destrucción de la clase obrera, en lugar de interpretarlos como una reorganización que responde a los cambios producidos en el sistema capitalista. En la crisis actual únicamente se ha producido una nueva reorganización de la clase trabajadora. Es particularmente importante acabar con el mito, ampliamente propagado por comentaristas burgueses de los que se hacen eco sectores de la izquierda, de que una brecha profunda e irreversible está abriéndose entre un “núcleo” de trabajadores permanentes y privilegiados y una “periferia” de trabajadores eventuales y a tiempo parcial, identificados como la nueva “clase de servidores”.

Siempre habrá quien lo proclamará, en periodos en que la clase trabajadora misma está a la defensiva, que se está produciendo la desaparición de esta. Tales argumentos los esgrimen quienes pretenden justificar su propia capitulación política ante el orden existente. Thomas Cooper, uno de los líderes de los Cartistas, el primer gran movimiento trabajador que se produjo entre los años 1830 y 1840, dijo en 1872 que el gran boom económico de mediados del siglo XIX había transformado completamente a la clase trabajadora:

“Cierto es que antaño, en la época de los Cartistas, miles de trabajadores de Lancashire iban cubiertos de harapos y que, a menudo, muchos no tenían que comer. Pero su inteligencia se demostraba por doquier. Se veían grupos de trabajadores debatiendo la importante doctrina de la justicia política según la cual todo adulto, en su sano juicio, debería tener, derecho al sufragio en la elección de los hombres que debían establecer las leyes que los gobernarían; o se debatía con suma seriedad acerca de las enseñanzas del socialismo. Grupos así ya no se ven en Lancashire. Pero si se ven trabajadores bien vestidos, con las manos en los bolsillos, que hablan de las cooperativas y las acciones que en ellas poseen, o de las cajas de ahorro para la construcción de viviendas.”4

Para entonces, Thomas Cooper había dejado de ser parte del movimiento obrero revolucionario y había abrazado el liberalismo gladstoniano5. La mezcla de nostalgia y auto complacencia con la que Cooper describe la muerte de la clase trabajadora es idéntica a la que utilizan publicaciones de la izquierda actualmente. Ahora se dice que los temas de conversación son las acciones en la compañía de telecomunicaciones de Gran Bretaña, o los videos, mientras en los años 50, los sociólogos y el ala derechista del partido laborista dieron gran importancia a la compras a plazos y al incremento en el número de coches en propiedad. A menudo han sido los mismos trabajadores supuestamente “opulentos”, producto de un periodo de restauración, los que se han convertido en líderes de un nuevo resurgimiento de la lucha de clases. La “aristocracia obrera” de Cooper (los mecánicos cualificados de la era victoriana en Inglaterra), se transformó a principios del siglo XX en la vanguardia del movimiento obrero organizado y militante. Otros movimientos obreros más avanzados existían entre los obreros de la industria del metal en Petrogado, Berlín y Turín. 

En los años 30 y 40, los mecánicos semicualificados de las nuevas fábricas de automóviles y de aviones estructuraron la poderosa organización de representantes sindicales que entre 1970 y 1974 derrotó al gobierno conservador de Edward Heath.

Es imposible pronosticar qué formas adoptará el nuevo resurgimiento de las organizaciones, de las luchas de la clase trabajadora. No obstante, es indudable de que la lucha de clases se acentuará. Las profundas contradicciones en las que se debate el capitalismo mundial desembocarán, inexorablemente, en convulsiones sociales. Sin embargo, no es seguro que el resultado de las luchas sea la derrota del capitalismo. Eso dependerá de cuales sean las políticas que tengan influencia en el movimiento obrero cuando se de el enfrentamiento. Es también indudable que la socialdemocracia derechista, para la que la lucha de clases no es ni posible ni deseable, conducirá al movimiento obrero a nuevas derrotas, si mantiene su predominio entre los trabajadores.

Por consiguiente, a través de nuestro análisis llegamos a una simple conclusión práctica: es esencial que exista una organización socialista revolucionaria, que considere las luchas colectivas del movimiento obrero como la base para la derrota del capitalismo y para la construcción del socialismo, a fin de salir de la crisis actual.

Notas
1. E. O. Wright, Class structure and income determination, Nueva York, 1979, pp. 7-8. Ver también G. E. M. de Ste Croix, The Class Struggle in the Ancient Greek World, Londres, 1981, pp. 90-91. 
2. Ste Croix, pág. 43. 
3. Wright, pág. 17. 
4. Citado en T. Rothstein, From Chartism to Labourism, Londres, 1983, pp. 183-184. 

5. Doctrina política que propugna el libre mercado y la mínima intervención del gobierno. El nombre proviene de Gladstone, líder del Partido Liberal en la segunda mitad del siglo XIX. [N.E.]

13 de noviembre de 2013

INFLACIÓN, DIVISAS, FRENAZO ECONÓMICO… EL MOTOR DE LOS MERCADOS EMERGENTES SE GRIPA

Mesa redonda de los líderes de los BRIC en el marco de la cumbre del
 G-20 celebrada en San Petersburgo. (REUTERS)
PROBLEMAS EN LOS BRIC
Pedro Calvo. Cotizalia

El mundo no gira en la misma dirección. Ni a la misma velocidad. Al menos, en la económico. Mientras los países desarrollados están preocupados por el enfriamiento de los precios e incluso temen que la sombra de la deflación se proyecte sobre ellos, los emergentes –al menos varios de ellos- ven cómo la caída de sus divisas incrementa sus presiones inflacionistas y sus desequilibrios de la balanza por cuenta corriente. Como consecuencia, en tanto que el primer bloque mantiene una política monetaria históricamente expansiva, en el segundo se ven unas decisiones que serían impensables en EEUU o la Eurozona: subidas de los tipos de interés.

El último ejemplo corresponde a Indonesia, que ayer encareció el precio del dinero. Actuó por sorpresa, porque se esperaba un mantenimiento en el 7,25%, pero decidió incrementar los tipos hasta el 7,5%, el nivel más alto desde 2009. Se trata del quinto repunte de los intereses en 2013, una secuencia con la que, precisamente, intenta contener la depreciación de su moneda, la rupia indonesia, y así frenar la inflación, que está en máximos desde 2009 al superar el 8%, y el déficit por cuenta corriente, el más alto de siempre al rozar los 10.000 millones de dólares, equivalentes al 4,4% del Producto Interior Bruto (PIB) del país.

Para complicar más el panorama, el endurecimiento de las condiciones monetarias está dejando su huella en el crecimiento. La economía indonesia crece ya por debajo del 6%, el ritmo más reducido desde 2009. 

Pese a ser inesperada, ese repunte de los tipos no bastó para interrumpir la caída de la rupia. De hecho, ayer se depreció un 0,8% contra el euro, hasta las 15.515 rupias, y un 0,4% contra el dólar, hasta las 11.605 rupias. En lo que va de año, la moneda indonesia acumula un descenso del 20% contra la europea y un 18,5% contra la estadounidense. Si la rupia prolonga su depreciación, el Banco de Indonesia podría dar una nueva vuelta de tuerca a su política monetaria en la última reunión del año, que tendrá lugar el 12 de diciembre

Como India o Brasil 
El escenario de Indonesia se asemeja al que arrastran otros mercados emergentes, como es el caso de India o Brasil. El país asiático también está luchando contra la inflación, el déficit por cuenta corriente y la caída de su divisa con incrementos del precio del dinero.  Raghuram Rajan , gobernador del Banco de la Reserva de India desde septiembre de este año, ha elevado los intereses en las dos reuniones que ha presidido, para conducirlos del 7,25 al 7,75%.

pueden venir más, sobre todo si continúan publicándose estadísticas como la que se conoció ayer sobre los precios. En octubre, la inflación interanual volvió a superar el 10% por primera vez desde marzo y confirmó que Rajan tendrá que adoptar más medidas en su cruzada antiinflaicionista. Además, el déficit por cuenta corriente se encuentra en máximos históricos, con cifras superiores al 5% del PIB. En paralelo, y como en el caso de Indonesia, India crece a tasas más próximas al 4 que al 5%, el ritmo más lento desde 2009. La próxima reunión del banco central indio tendrá lugar el 18 de diciembre
Por el momento, Rajan ha logrado detener la sangría de la rupia. Desde agosto, la divisa india ha remontado entre un 7 y un 8% contra el euro y el dólar. Pese a ello, en 2013 aún acumula una depreciación del 15% contra el dólar, hasta las 63,7 rupias, y del 17% contra el euro, hasta las 85,3 rupias. 

Brasil también se encuentra en una tesitura similar. Ha aumentado los intereses de forma consecutiva en las cinco últimas reuniones, para conducirlos del 7,25 al 9,5%. ¿El objetivo pretendido? Parar la caída de la divisa y frenar la inflación. ¿Y los resultados? A la espera. Pese al incremento de los intereses, el real ha retomado las caídas en las últimas semanas. Ahora se cambia a 3,135 reales por euro y a 2,333 reales por dólar. En 2013, cae un 15,5% contra el primero y un 14% contra el segundo. Y la inflación permanece cerca del 6%, en la parte alta de la horquilla que persigue el Banco Central de Brasil, que oscila entre el 2,5 y el 6,5%. La institución monetaria celebrará su última reunión del año los días 26 y 27 de noviembre

Rusia encalla 
Pero ni siquiera todos los emergentes caminan en la misma dirección. Otro de los insignes representantes de los BRIC, Rusia, también está atravesando dificultades. En su caso, manifestadas principalmente en el notable frenazo de su economía. Moscú anunció ayer que entre julio y septiembre, y por segundo trimestre consecutivo, su crecimiento se limitó al 1,2% interanual, con lo que registra sus tasas más bajas desde la recesión de 2009. Con la inflación aún por encima del 6%, por ahora el margen del Banco de Rusia para rebajar los tipos parece limitado.

Silenciado el rugido de su motor económico, las bolsas de los mercados emergentes también pinchan en 2013. Dentro de los BRIC, la única excepción positiva es la del Sensex indio, aunque apenas sube un 4,4% en 2013. Por el contrario, el RTS ruso cae un 6%, el CSI 300 cede un 7% y el Bovespa pierde un 15%. Estos descensos desembocan en que los fondos de renta variable internacional emergentes sean los únicos que acumulan pérdidas en 2013. Según los datos de Inverco, las pérdidas medias de esta categoría alcanzan el 3,7%. 

11 de noviembre de 2013

UNA GUÍA DE CAMPO NEOLIBERAL

Jason Hirthler. CounterPunch

El autor y editor del excelente libro " La Crisis Económica Global " Michel Chossudovsky, cita a  la emérita bestia negra de la democracia, Henry Kissinger, quien manifestó de esta manera simple y sin derramamiento de sangre, "Controla el petróleo y controlarás las naciones; controla los alimentos y controlarás a las personas". Esta visión cínica podría ser la declaración de la misión del poder corporativo mundial en el doble control total de los alimentos del mundo y de los combustibles fósiles. Como Chossudovsky y otros escritores, entre los que cabe incluir a James Petras y Michael Hudson, ilustran, este objetivo se persigue en gran medida a través de tres técnicas perfeccionadas en los campos de exterminio y bombardeos en los cráteres urbanos del mundo en desarrollo, en las maquiladoras y fábricas de explotación del Tercer Mundo, y en el éter sin fronteras de las finanzas globales. Caracterizada a veces como una guerra de clases neoliberal de los ricos contra los pobres, la política de la élite está financiada por las 500 mayores fortunas, implementada a nivel nacional por gobiernos comprados, y en el extranjero por la doble alianza del poder militar y las instituciones pervertidas de Bretton Woods. Sus estrategias probadas con éxito incluyen guerras ilegales de agresión, creación de monopolios de productos básicos y especulación financiera desenfrenada. Si alguna vez hubo un manual de campo realizado para la explotación neoliberal, estos tres modelos, y sus estudios de casos representativos, comprenderían sus capítulos centrales. Éstos son algunos de los casos vale la pena considerar.

Cegado en el camino a Damasco: trabajando el belicismo
Cuando Abby Martin entrevistó al escritor disidente William Blum en su programa de Rusia Hoy, "Rompiendo el conjunto", le preguntó por qué se centra tan de lleno en la política exterior. Con su franqueza inimitable, Blum respondió que era porque era allí donde se hace el mayor daño. Así que vamos a empezar por ahí. A pesar de que la ingeniería de las hambrunas compite con la guerra, nada parece igualar a la guerra en su capacidad de extender su mano cruel sobre el pasado, presente y futuro. Como ninguna otra cosa, la guerra destruye el patrimonio cultural con las últimas matanzas, desplaza a los vivos, y deforma a los no nacidos. Pasado, presente, futuro, ninguna generación sin tocar, ningún suelo sin contaminar.

Mientras que los militares reciben toda la atención de la prensa, las empresas de defensa que suministran sus arsenales con demasiada frecuencia escapan al ojo errante de los medios de los medios de comunicación. Las corporaciones como Lockheed Martin, Northrop Grunman, Boeing y General Dynamics incluyen cuatro fabricantes americanos de armas de élite. Los generales del Pentágono leen sus folletos sobre ensaladas con bálsamo de manzanas, marcando sus elementos preferidos: misiles Hellfire y aviones militares de Lockheed Martin, lo último en sistemas de armas y municiones de Alliant Techsystems y Armalite, aviones Predator y Reaper de General Atomics, aviones F-15 de combate de Boeing y tanques Abrams de General Dynamics. La lista es interminable. Sabemos poco sobre ello en Estados Unidos.

Pero si usted vive en Damasco, por ejemplo, puede que se convierta en un “receptor temprano” de esta tecnología de vanguardia, como el misil Raytheon Tomahawk que vuela atravesando los sistemas de defensa de misiles anticuados de Siria, cayendo sobre su hospital local o tal vez sobre su sala de estar. Si usted vive en Waziristán, es posible que ya se haya acostumbrado a los rumores de los drones Predator MQ-1 en lo alto del cielo, vigilando su vecindario para llevar su sello del terror a los jóvenes combatientes. Usted es lo suficientemente inteligente para saber, sin embargo, que si sus vecinos se vieran afectados por lo que se conoce como "signature strike," no debe tratar de rescatar a los supervivientes posibles para que no acabar reventado por un segundo ataque, dirigido a los socorristas (o, los amigos de los terroristas, de acuerdo con la lógica del Pentágono y de la CIA).

No es ninguna coincidencia que el precio de las acciones de Raytheon alcanzase el tope tras 52 semanas de rumores de guerra con Siria. Pero ¿no son estos los fabricantes de armas que ven reducidas sus competencias? ¿Secuestro? No se engañe. ¿Austeridad? ¿Para quién? Las acciones de Northrup Grumman subieron hasta un 56 por ciento este año a pesar de las teatrales llamadas a la reducción del déficit que surge de indicadores periféricos. Northrup también disfrutó de un aumento de ingresos de 38 millones de $ USA en un año. El mensaje es claro: la guerra se acerca, de una manera u otra, en un lugar o en otro. Para estas empresas, la guerra es buena. La guerra es la recompensa. La guerra es una nueva ala de invitados en Monticello (1), la mansión del CEO (2). Y un golpe reciente en algún país remoto y distraído.

Plantado en Java: Especulando el mundo hasta la muerte
Muchas crisis no militares innecesarias son causadas por la especulación financiera. El colapso del mercado inmobiliario de EE.UU. fue perpetrado principalmente por (productos) derivados e impulsado por la codicia y la especulación comercial. Del mismo modo, los picos innecesarios en los precios de las materias primas antes de la crisis de 2008 se debieron en gran medida a los mismos delirios especulativos. Cuando el precio del trigo, el arroz, el maíz y el aceite doblaron durante la noche sin otra razón que los (mercados) futuros y las opciones de compra, cientos de millones de personas se vieron negativamente afectados, de los miles de millones que viven con 2 dólares al día, de repente sin poder pagar los alimentos básicos por causas ajenas a su voluntad. Por su parte, el occidental se encuentra con el aumento del precio de un gas no renovable o ve a su patrimonio evaporarse durante un fin de semana.

El autor Amy Chua, en su libro World on Fire , señaló varios ejemplos útiles de los peligros de la especulación, elaborado a partir del colapso financiero de los tigres asiáticos en los últimos años noventa. Digamos que usted es un fabricante de queso de soja en Java. Un día, sin usted saberlo, gracias a algunas manipulaciones de precios inteligentes en las bolsas de comercio de Londres y de Chicago, el precio de la soja se triplica. Después de algunas conversaciones y abrazos a su esposa, usted saca a sus hijos de la escuela y los pone a trabajar para tener suficiente dinero para comprar los granos que se convertirán en tofu. Afortunadamente, el precio del combustible es constante, ya que necesita unos 100 litros diarios de combustible para encender sus ollas a presión. En ese momento, el gobierno de Indonesia anuncia a bombo y platillo y con optimismo, que ha rescindido sus subsidios a los combustibles basados ​​en el sabio consejo del FMI, que promete que el "libre comercio" posibilitará un auge económico. Su mujer entra a la habitación. "Bienvenido a la quiebra", dice ella.

Lejos de Indonesia, Goldman Sachs, Morgan Stanley y Bank of America mantienen una inversión muy elevada en algunas o todas de las diversas juntas de comercio, de la CME de Chicago a la NYSE para Intercambio Internacional de Mercancías de Londres (ICE) y el International Petroleum Exchange (IPE). Desde la desregulación de los mercados de futuros bajo la administración Clinton, casas como Goldman han sido capaces de poner en juego enormes posiciones de las materias primas, incluso del empleo de un (producto) derivado especialmente formulado para índices de materias primas. Durante la última década, el dinero se ha derramado en los mercados de futuros de materias primas, generando la burbuja de los precios que finalmente destruyó los pequeños agricultores y ha forrado los bolsillos de los gigantes bancarios como Goldman y JPMorgan.

Incautos en Addis Abeba: las curvas del mercado
En vez de manejar la pistola o la mercancía estafa, algunos imperialistas prefieren la metodología bastante más serena del despojo agrario. En términos de mercado, esto podría ser conocido como un monopolio, ya que despoja a las personas de sus oportunidades de mercado. Empresas como Monsanto, Archer Daniel Midlands (ADM) y ConAgra, usan las instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial para el contrabando de sus productos en los mercados en desarrollo. Los Programas de Ajuste Estructural del FMI (PAE) siempre han condicionado los préstamos a la "liberalización" de la economía local. A menudo, esto significa no sólo la adquisición de ramas de producción nacional por el capital extranjero, sino también la eliminación de las medidas proteccionistas diseñadas para albergar incipientes empresas nacionales, al igual que a los pequeños agricultores, a partir de inyecciones de productos extranjeros competitivos con ventaja absoluta.

Esto está abriendo dos casos de "libre comercio" con consecuencias muy crueles. En primer lugar, la colocación de los excedentes de las materias primas agroalimentarias occidentales en los países pobres. Las leyes de la OMC estipulan acceso a los mercados sin trabas para la agroindustria mundial bajo los principios del libre comercio. Naturalmente, no hay titanes de la agroindustria en Kampala para penetrar en el mercado americano de maní, por lo que esta operación suele ser una carretera de un solo sentido desde los rebosantes silos de grano de Occidente. En general, esta "ayuda alimentaria" paradójicamente conduce a una pérdida de la seguridad alimentaria en un país que fue autosuficiente. En lugar de producir frijoles o maíz para el consumo local, los agricultores están siendo empujados a la quiebra o se ven obligados a dedicarse a la producción de granos de café Arábica para la exportación a los cafés de moda occidentales (mientras su gobierno destina préstamos para importar maíz y otros alimentos de primera necesidad).

En segundo lugar, y esto es aún más odioso, si usted es un pequeño agricultor en un país africano. Como Chossudovsky ha indicado en numerosas ocasiones en relación con la agricultura etíope, tal vez usted ha sobrevivido sólo por los pelos a una sequía terrible (provocada en parte por el cambio climático derivado de los hábitos de consumo descomunal e indiscriminado del mundo occidental). De pronto, con toda la “casualidad” de un prestamista nacional, se le acerca una marca sin que usted lo sepa, una ONG o tal vez un agente de la agroindustria aparece de pie en su puerta, con los brazos extendidos, ahuecando un puñado de semillas sin pedir dinero a cambio. Usted acepta con gratitud, pensando que Dios le ha concedido una recompensa por su sufrimiento.

Un año después, las cosas han cambiado. Usted descubre que cualquiera de las semillas son "semillas terminator" que son estériles después de su primera cosecha, o descubre que replantar las semillas requiere un desembolso importante de dinero en efectivo para el verdadero dueño de las semillas, Monsanto. Le dicen que Monsanto es titular de los derechos de propiedad intelectual de esa variedad de semilla, que se diseñó en un laboratorio en Missouri mediante la creación de una nueva forma genética sobre la base de varias cepas existentes, algunas de ellas procedentes de su propio patio trasero, generado a través de milenios de hibridación locales, que no cuestan nada, y cuyos beneficios fueron compartidas por toda la comunidad.

No sólo eso, sino que usted tiene que comprar costosos pesticidas para asegurar que logre los rendimientos prometidos en la cosecha. Es posible que necesite un herbicida pre-emergente para matar las malas hierbas y un fungicida después del brote para matar el moho, y bastante más agua, ya que la semilla, aunque promocionada como resistente a la sequía, puede requerir más agua en su plantación para lograr un aspecto saludable. Usted no puede permitirse todo esto, se derrumban los cultivos, su granja se arruina, y piensa en el suicidio o en la vergüenza para toda su vida? 270.000 agricultores indios optaron por la primera salida. Debe ser un hecho muy repetido que, una vez que el FMI entra en una economía en desarrollo, ésta deja de desarrollarse.

Por supuesto, me ha faltado mencionar el coste externo de la agroindustria sobre la población local. Como recientemente un informe sobre Argentina señaló , las tasas de cáncer en las comunidades rurales se dispararon casi simultáneamente con la introducción de glifosato, herbicida "bala de plata" infame puesto en marcha en 1996 de Monsanto. Mientras que las semillas 'Round Up Ready' han ayudado a los agricultores a usar tierras improductivas de cultivo, la contaminación de la capa freática y, posteriormente, a la población local, es aterrador. En una aburrida autodefensa, el gigante mundial ensayaba sin convicción sus recalentados temas de conversación sobre la seguridad de sus toxinas. Probablemente los argentinos, molestos de todos modos, han tenido suficiente con esta problemática, dado que el gobierno hechó al FMI fuera del país hace una década. Cuando se trata de romper las medidas proteccionistas, no hay nada tan útil como la zanahoria que cuelga de un préstamo del FMI de miles de millones de dólares. No muy diferente de la visión del Comodoro Perry (3) vigilando la bahía de Tokio con una escuadra de cañoneros humeantes. Una avaricia inspirada por otro miedo, pero el resultado fue muy similar.

Engañado en Bagdad: Dos por el precio de ninguno
Por supuesto, a veces no hay necesidad de las organizaciones internacionales de crédito o la Organización Mundial del Comercio (OMC) en absoluto. En Irak, después de destruir a la cacareada Guardia Republicana de Saddam Hussein, los estadounidenses establecieron un campamento en el palacio presidencial de Saddam en Bagdad, elaborando su utopía neoliberal bajo las cúpulas doradas y columnas de mármol de la caída dictadura. Del mismo modo como el vicepresidente Dick Cheney logró contratos de reconstrucción sin licitación para sus amigos de Halliburton, el virrey Paul Bremer describió 100 órdenes destinadas a que el gobierno reflexionase y neoliberalizase la economía. La orden de 81 estipula el uso de variedades "estables" de la planta, un término codificado para semillas transgénicas entregados a la demanda de la agroindustria occidental.

Como una guía aproximada de la cantidad de dinero que hay en la agroindustria, los bancos reportaron un beneficio neto de Monsanto de unos mil quinientos millones de dólares al trimestre. Anotaron $ 1480 millones en el segundo trimestre de este año, coincidiendo con la infame "Ley de Protección de Monsanto", que protege a los productores de semillas OGM de litigios sobre riesgos para la salud. (Esta ley recibió el visto bueno del presidente Obama en marzo.)

También bajo el Virrey (¿o es el visir?) del petróleo Paul Bremer rápidamente se abrieron las puertas a las multinacionales occidentales a través de Acuerdos de Producción Compartida (PSA) que se aplicarían a las decenas de campos de petróleo iraquíes no construidas. British Petroleum, ExxonMobil y otros conglomerados petroleros recibieron nuevos contratos de exploración petrolera cuando los EE.UU. se ocuparon el país, con acuerdos sobre la  producción de los restos (a menudo, son los franceses o rusos los que han conseguido ajustar dichos acuerdos.

Uno de los “crímenes” innombrables de Saddam Hussein fue el hecho de que nacionalizó los campos petroleros iraquíes en 1972. ExxonMobil, BP y Shell, todas tienen miles de millones de dólares en acuerdos de producción para campos petroleros iraquíes a pesar de la falta de voluntad del gobierno iraquí a firmar la ley de hidrocarburos que el gobierno de Bush trató de imponer.

Por supuesto, la simple promesa del que gobierno local obtendrá una importante rebanada del pastel también funciona. Shell ha estado causando estragos en Nigeria desde 1990, principalmente en la región sur del delta del Níger. Han surgido varias organizaciones militantes que ha realizado vanos intentos de arrebatar el control de sus propios recursos al gobierno corrupto y la alianza multinacional. Cabe destacar al Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger (MEND). Perplejo, Shell ha ofrecido una escasa compensación por sus derrames de petróleo en la región, mientras que el año pasado se embolsó 25 mil millones de $ USA, un pequeño aumento con respecto a 2011, lo que naturalmente ha parecido inestable a sus accionistas empapados de avaricia (frente a los aldeanos nigerianos empapados de petróleo, pero sin un centavo).

Como Shamus Cooke escribió recientemente, "La esencia del neoliberalismo se reduce a lo siguiente: el gobierno debe utilizarse exclusivamente para ayudar a las grandes empresas y los ricos con los recortes de impuestos, subsidios, privatizaciones, leyes antiobreras, etc, mientras que todos los programas de gobierno que ayudan a gente trabajadora y pobre deben ser eliminado. Es realmente así de simple". Lamentablemente, la definición de Cooke da en el clavo del núcleo del programa neoliberal, el lucro por cualquier medio necesario.

NOTAS DEL TRADUCTOR:
(1) Monticello fue la residencia del tercer Presidente de los Estados Unidos, Thomas Jefferson
(2) CEO: Director Ejecutivo de una institución y organización.

(3) La evocación del hecho histórico se relata en http://es.wikipedia.org/wiki/Barcos_Negros

9 de noviembre de 2013

EN LA DEFENSA DE LAS LIBERTADES, SECTARISMO NINGUNO

Por Marat

1.-Nosotros:
En la Plataforma en Defensa de las Libertades Democráticas (PDLD) hemos sostenido desde el principio de nuestro origen que “recortes sociales y recortes de las libertades son dos caras de la misma moneda”

En la PDLD hemos defendido desde el primer momento la necesidad de un decantamiento ideológico en la lucha que supere la indignación para pronunciarse en términos de clase trabajadora, de lucha de clases y de elevación del horizonte de las protestas más allá de la defensa de lo público, porque creemos que cuando el Estado del Bienestar haya desaparecido será necesario elevar el objetivo de la reivindicación: la lucha por la construcción del socialismo.

A los de la PDLD no nos busquéis en el ciudadanismo que oculta la existencia de clases sociales, disuelve sus contradicciones y busca sólo una pelea contra los políticos sin distinción de partidos o ideologías (éstas siguen existiendo y su negación es una ideología, la del poder del capital), sin pretender otra cosa que “reiniciar el sistema”, es decir, hacerlo de nuevo apetecible para quienes antes de indignarse hoy no lo hicieron antes.

Allá donde participamos, en espacios más amplios que el nuestro, defendemos esas posiciones y en alguno de ellos hemos abierto camino con un lenguaje de clase que vincula la resistencia de la clase trabajadora a los dictados del capital con la necesidad de proteger las libertades para nuestra clase. Algunos de nuestros socios son ahora especialmente débiles como para impedir ese discurso y otros ya no encuentran en el ámbito antipartido posibles socios con los que entenderse desde el respeto mutuo. 

Tenemos aliados que nos ayudan a mantener esa posición y hemos hecho lo posible para contar con otros que hubieran podido reforzarla pero no siempre quienes son llamados a cambiar correlaciones de fuerzas están a la altura de las circunstancias que les permitan asumir el riesgo de perder cierto grado de “virginidad”.

2.-El momento:
La rabia social está siendo canalizada en España por el populismo, que en gran medida refuerza los objetivos del neoliberalismo (baste ver el discurso de gran parte de los “economistas críticos” con el estado de las cosas que mejor penetran en amplias mayorías, los Gay de Liébana o los Niño Becerra, entre otros), y por partidarios de cualquier formulación anti-partidos/sindicatos de clase que den una salida positiva para las aspiraciones de la clase trabajadora. Y las izquierdas se han convertido en comparsas de ese despropósito que sólo puede acabar con ellas. El fascismo ya se perfila como oferta política y se envalentona en las calles.

En Europa ese fascismo capitaliza la ira, se presenta como alternativa, cuando no gobierna en coalición en algunos países, y sustituye en capacidad de conectar con las masas de desheredados, precarios, infraclases, lumpemproletariado, parados y clases medas que ven amenazada la comodidad de la que en la pasado habían gozado, que tuvieron en el pasado los partidos comunistas.

Este tiempo no está siendo, pese a las esperanzas que teníamos los revolucionarios en un asalto al poder del capital, el de los trabajadores como clase social ascendente que da un sentido progresivo a la historia. Los partidos revolucionarios, llamados a ser la vanguardia del proceso transformador no aparecen en el horizonte. Muchos han dejado de llamarse comunistas, si el nombre no es sólo un residuo del pasado. Algunos prefieren el indeterminado anticapitalista, que no es nada sin objetivo, o se limitan a una vida zombi.  

La socialdemocracia está representada hoy, y desde antes de la crisis, por muchos PCs. La que lo fue en origen pasó a ser social-liberal hace tiempo y hoy es derecha democrática, mientras no se vea en la obligación de dejar de serlo. En la Alemania de 1919, durante la revolución espartaquista, ya demostró hasta dónde podía llegar.

Tanto en los países centrales del capitalismo (Europa, USA, Japón,…) como en buena parte de los periféricos (algunos países de Latinoamérica) la tentación más recurrente de los Estados es el avance hacia modelos totalitarios de “derecho”; es decir, hacia sistemas que cambien su marco jurídico  democrático por vías parlamentarias y legales y lo sustituyan por dictaduras legales. Es lo que defino como golpe de Estado silencioso.

El Código Penal que pretende reformar en España el Partido Popular va a ser el mayor golpe recibido en todo el tiempo transcurrido desde el inicio de la transición contra los derechos de manifestación, reunión, expresión y opinión. Hasta donde tenemos memoria los que rozamos por arriba o por abajo los 50 años no habíamos vivido antes tal agresión al derecho a la protesta social.

La clase trabajadora necesita de esos derechos para expresar su protesta y movilizarse con el fin de defender los derechos que nos están siendo arrebatados. No olvidemos que estos tiempos de combate lo son de resistencia y que bastante sacrificio es resistir como para exigir el heroísmo de la lucha clandestina.

3.-Las alianzas:
En ese objetivo de defender el derecho a la protesta social de nuestra clase, la Plataforma en Defensa de las Libertades Democráticas llamó a la socialdemocracia real actual, no a la que se reclama tal (aunque haya venido y nos alegremos de que esté formalmente de este lado y no del contrario) y a las organizaciones revolucionarias, a los sindicatos mayoritarios y domesticados y a los alternativos.

No encontramos respuesta alguna por parte de quienes se reclaman auténticos. Para muchos de ellos, en el fondo, defender las libertades es un asunto burgués porque conciben a éstas como meramente formales y despreciables frente a los derechos que consideran más sustantivos y porque ven en la defensa de los primeros una trampa que puede dar al traste con su pureza revolucionaria. Es como si temieran convertirse en liberales por defender derechos como los de manifestación, reunión, expresión y opinión. 

Ser antirrepresivos les parece más auténtico. No estaría de más que dieran un repaso a los textos sobre libertad de expresión y de opinión escritos por el periodista y jurista, además de filósofo, sociológico y economista, Karl Marx.  Quizá, cuando derechos tan “burgueses” y reformistas como estos desaparezcan, puedan explicarnos cómo ejercer la protesta contra la represión. Algunas posturas no se entienden si no es desde el principio del cuanto peor mejor. Así nos ha ido durante tanto tiempo de la noche oscura con estos planteamientos.  

En ese marco de respuestas la PDLD no ha podido elegir la mejor opción ni la ideal. Ha actuado a partir del principio del mal el menor. Y el gobierno del PP hoy es el mayor para la clase trabajadora -sencillamente porque es el que está gobernando-, y para su libertad de desenvolvimiento en la protesta social. Aunque algunos siempre encontrarán otro destino distinto al de la ultraderecha para sus odios.

En ocasiones la mejor opción es enemiga de la posible y la decisión se establece entre lo disponible y lo ideal.

A los comunistas fetén convendría recordarles que Lenin llegó a establecer, en su momento, alianzas ya no con los mencheviques sino con los propios liberales, del mismo modo que Stalin, después de sostener la lamentable teoría del socialfascismo, estableció los Frentes Populares, no ya con aquellos a los que antes había denominado así sino con lo que definió la Komintern como las burguesías democráticas susceptibles de incorporarse a la lucha antifascista. Y el fascismo hoy asoma las orejas con fuerza imperiosa.

A los anticapitalistas y trotskistas tampoco estará de más recordarles que fue Trotsky quien planteó la necesidad de la alianza entre socialdemócratas y comunistas en la lucha contra el nazismo en auge en Alemania.

En unos casos, esas alianzas se plantearon en procesos de avance de las fuerzas revolucionarias y en otros en situaciones de riesgo frente a los fascismos ¿porqué lo que entonces fue correcto hoy sería una “traición”?. Y sobre todo, ¿cuándo sería el preciso momento para parar el avance hacia un golpe de Estado silencioso y legal que se está consumando en la mayoría de los países?

4.-Línea política:
La PDLD no se ha visto obligada a hacer concesiones en su posición de clase dentro de la Coordinadora Paremos la Criminalización de la Protesta Social sino que ha impuesto en ella lo que otros, pretendidamente más revolucionarios, han cedido en otros marcos: el discurso de clase, la vinculación entre una protesta social, que es ante todo de la clase trabajadora, y el atentado contra los derechos de manifestación, reunión, expresión y opinión. Ni nos han colado un discurso ciudadanista ni hemos permitido que los “reiniciadores del sistema” y los sólo indignados con los políticos y mucho menos con el capital nos vendan su mercancía caducada. Como tampoco hemos admitido que ningún juez ni partido nos impidiera hablar con cualquier fuerza parlamentaria con la que considerásemos que debíamos hacerlo, entre otras Amaiur, por muy incómodo que a ellos les resultase.

Somos muy conscientes, y no nos engañamos sobre el hecho de que si hoy la Plataforma en Defensa de las Libertades Democráticas lidera la lucha contra la criminalización de la protesta social, y se admite ese liderazgo dentro de los ámbitos en los que participamos, es debido no sólo a nuestra capacidad de iniciativa sino también a debilidades ajenas y a dificultades de establecer alianzas por algunos de nuestros socios con otros colectivos desclasados y antipartidos. No negamos que de ello nos aprovechamos para intentar que nuestras posiciones sean hegemónicas. Ello es parte de la lucha de clases y por la hegemonía, un concepto gramsciano del que tanto abusan los antimarxistas últimamente. El día en que consideremos que nuestras posiciones como organización de la clase trabajadora son rechazadas por nuestros aliados nos replantearemos nuestra política de alianzas, pero no antes, porque de lo que se trata es de hacer avanzar una concepción de la lucha social y de los derechos humanos distinta a la neutra y aséptica que desde diferentes ámbitos reproductores del poder del capital se intenta imponer.

Nadie, y entre ese nadie, ninguna organización “antirrepresiva” puede darnos lecciones sobre nuestra coherencia ni admitimos que nos cuente que no le basta con que vayamos contra este nuevo Código Penal sin ir contra el anterior porque el que se discute ahora y el que en este preciso momento toca parar es el que se nos viene encima, salvo que la respuesta sea siempre la del órdago a la grande y el “y dos huevos duros” de los hermanos Marx. Cada cosa a su tiempo y por su orden. Hay quienes no reclamarán eliminar ni uno ni otro porque les parece reformista todo lo que no sea el no a todo.

Nosotros estamos en el pragmatismo de que no nos repriman aún más de lo que ya lo hacen. Paso a paso se va dando vuelta a la tortilla y contribuyendo a hacer que el miedo cambie de bando.

8 de noviembre de 2013

"SI SEGUIMOS ASÍ, LA DEUDA SUPERARÁ LA CAPACIDAD DE UNA UNIÓN FISCAL"

Entrevista al economista Martin Hellwig, director del Instituto Max Planck de Bonn

Rafael Poch. La Vanguardia
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Martin Helwig (Düsseldorf, 1949) es uno de los economistas alemanes más conocidos internacionalmente. Profesor en Stanford, Princeton, Harvard y Basilea, fue presidente de la comisión alemana de monopolios. Actualmente dirige el Instituto Max Planck de Bonn.

En su último libro Bankers´ New Clothes, Hellwig escribe que el “actual sistema bancario es tan peligroso y frágil como el que nos llevó a la crisis”. No ha habido un análisis serio de lo sucedido y una repetición del año 2008 es probable, dice.

¿Cuáles son los factores de riesgo que tenemos hoy? ¿En qué ha cambiado la situación con respecto al 2008?
Hay que diferenciar entre los problemas no resueltos de la crisis que dura desde 2007 y los peligros de un nuevo ciclo de expansión y quiebra. Lo segundo no se espera a corto plazo, porque los bancos aún están ocupados con la crisis anterior. Pero si se abriera una nueva fase de crecimiento excesivo, se puede temer que acabe una vez más con daños serios para la economía. Debido al alto grado de interconexión que existe, hay un gran peligro de contagio. Esto es debido a la inmensa importancia de los mercados de derivados por un lado, y por el otro a la venta in extremis de estos valores. La caída de sus precios de acuerdo al sistema de contabilidad por el valor razonable, lleva a pérdidas para todos los bancos que tienen estos papeles o similares. Como los bancos tienen pocas reservas de capital propio para absorber las perdidas, esto conduce a nuevas ventas por emergencia. Como ocurrió en 2007/2008, así se llega una nueva espiral descendente en el sistema financiero… Pero antes de todo esto está la preocupación por el hecho de que todavía no hemos resuelto la crisis actual. Muchos bancos todavía son débiles. No estoy convencido que se haya revelado ya todos las pérdidas sufridas por papeles tóxicos de EE.UU., créditos inmobiliarios problemáticos en varios países europeos, bonos de Estado problemáticos y créditos navieros. Dar largas a los problemas en la esperanza que desparezcan por si solos, en una estrategia peligrosa, como lo demuestra la experiencia japonesa. Puede llevar al estancamiento durante muchos años.

En España el público considera que la salud de la banca alemana, a diferencia de la española, es sólida, ¿es verdad? ¿Cuáles son los principales problemas de la banca alemana y en qué se diferencian de los problemas españoles?
Por lo que he oído y leído, en España la crisis se concentra en las Cajas y en un ciclo de expansión y quiebra en el mercado inmobiliario. En Alemania no hubo nada parecido en el sector inmobiliario. Los problemas alemanes tienen mucho que ver con que hay demasiada capacidad en el sector bancario, pocas salidas del mercado, y con que algunos bancos y grupos bancarios han intentado salir adelante con estrategias arriesgadas. El mercado al por menor, el ahorro personal y los créditos para las empresas pequeñas, está dominado por las cajas públicas y cooperativas que son bastante rentables y seguras. Los Landesbanken, los bancos de los estados federales, también públicos y muy activos en los grandes negocios, los créditos para grandes empresas y la financiación de grandes proyectos, nunca han sido rentables desde su fundación alrededor de 1970. Siempre han jugado en bolsa, tal como hicieron ahora en vísperas de la crisis, con papeles tóxicos. También los grandes bancos trabajan desde 1995 mas o menos con márgenes reducidos por culpa de la fuerte competencia. Por esto el Dresdner Bank jugó con papeles tóxicos y el Hypo Real Estate buscó refinanciarse a corto plazo con créditos arriesgados del mercado de dinero. Mientras hay demasiada capacidad en el mercado, los bancos tienen que jugar para poder sobrevivir, pero los Landesbanken son bancos políticos y no deberían estar sujetos a las leyes del mercado. Créditos navieros: un problema de 100.000 millones en Alemania

¿Qué pasa con los créditos navieros de los bancos alemanes (Schiffkredite)? ¿Quién está afectado y cómo?
Hace un año el Bundesbank informó que los bancos alemanes habían concedido créditos navieros por valor de 98.000 millones de euros. El más afectado era el HSH Nordbank, con 26.000 millones. En segundo lugar viene el Commerzbank con 19.000 millones. También el NordLB y KfW Ipex se metieron fuerte. Según el diario Handelsblatt el Lloyds Bank vendió créditos navales con un descuento del 50%. Las reservas correspondientes a estos créditos para navíos deben estar claramente por debajo del 10%. Esto quiere decir que si el Lloyds Bank era realista, los bancos alemanes pueden esperar un golpe fuerte. Dicen que la crisis de las navieras acabará en 2014. No lo creo porque la sobrecapacidad en el transporte de contenedores no ha dejado de aumentar en los últimos años. Hasta 2008 se habían encargado cada vez más barcos y esos pedidos no se podían cancelar. Esos barcos están saliendo ahora de los astilleros. Para 2013 se espera un crecimiento de la capacidad del 10%, pero el comercio marítimo solo crecerá un 5%. Las navieras solo podrán hacer nuevos beneficios cuando su sobrecapacidad se haya reducido y no veo que eso vaya a suceder antes de finales de 2014.

El Frankfurter Allgemeine Zeitung observó hace unos años que la situación de la banca alemana era, “el secreto mejor guardado”. En la última campaña electoral la palabra “bancos” apenas se ha pronunciado. ¿Cómo se explica eso?
No es tan secreta, pero los medios de comunicación no se han interesado mucho por el asunto. ¿Exceso de capacidades? ¡Qué cosa más abstracta! Es más fácil indignarse por protocolos chapuceros en el asesoramiento de inversiones. Además, habría que hablar de los Landesbanken, y esto no encaja bien con la historia que todos los males vienen del Señor Ackermann y del Deutsche Bank. En la opinión pública alemana domina la historia que “los bancos” y sus apuestas son la causa de todos los males. Se olvida con frecuencia que los mayores jugadores del casino estaban en los bancos públicos. Eso se barrió debajo de la alfombra. En la política hay una gran coalición de silencio sobre este tema. Los intereses de los Länder son muy importantes para los dos grandes partidos y sus presidentes son muy poderosos. Que en 2008 el gobierno federal ayudara sin tomar el control de esos bancos, se debe al hecho que la Señora Merkel no quería conflictos con “sus” Presidentes en un año electoral. Y también al hecho que el Señor Steinbrück (SPD) como ex ministro federal de Finanzas y ex Presidente de Renania del Norte-Westfalia fue corresponsable de las pérdidas del West LB. Por eso únicamente los verdes y Die Linke hablan de bancos.
Solo el Reino Unido dedicó más dinero que Alemania a rescatar bancos

Solo el Reino Unido ha gastado más dinero que Alemania en rescatar a sus bancos (646.000 millones -25,1% del PIB- de los que utilizó 259.000 millones –equivalente al 10,1% del PIB, un poco más que España y el doble que Francia-) ¿Cuánto de todo ese dinero ha sido pagado por el contribuyente alemán, y cuanto (y durante cuánto tiempo) deberá pagar el contribuyente en el futuro? En la prensa se leen cifras y estimaciones muy dispares…
En todos estos números hay que diferenciar entre las garantías, las aportaciones de capital y las pérdidas para el contribuyente. Para Alemania hay que contabilizar las perdidas siguientes: West LB 18.000 millones de euros (según el ministro de finanzas Walter Borjans), Hypo Real Estate por lo menos 12.000 millones, Bayern LB 8.000 millones de pérdidas (10.000 millones de aportación de capital), LBBW por lo menos 4.000 millones de pérdidas (10.000 mil millones de aportación de capital), HSH Norbank 4.000 millones de pérdidas (3.000 millones de aportación de capital), Commerzbank de 3.000 a 6.000 millones de pérdidas (18.200 millones de aportación de capital).

Es evidente que las deudas del sur de Europa son impagables y que es inevitable algún tipo de quita. ¿Cómo afectaría eso a los fondos de pensiones alemanes? ¿Cuál sería la fórmula socialmente más justa para salir del atolladero?
No me gusta cuando se habla de “Europa del sur” y de “deudas”, en general. Los países y sus respectivas crisis son muy diferentes. En Grecia tenemos una clásica crisis de deuda del Estado; en España al contrario se trata de una crisis de burbuja inmobiliaria que solo llega ser una crisis de deuda del Estado cuando éste apoya a los bancos problemáticos. En principio soy de la opinión que un recorte de deudas tiene que afectar en primer lugar a los aportadores de fondos: los accionistas en los bancos, luego los que tienen acciones privilegiadas y otros papeles de deuda, luego los deudores sin seguro y los que tienen más de 100.000 euros en cuenta. En los últimos años nos hemos alejado con demasiada frecuencia de este principio. Si seguimos así puede llegar a ser muy caro, porque la deuda total superará incluso a la capacidad de una unión fiscal europea. Veo el gran peligro de que al final el recorte de deuda llegue dándole a la máquina de imprimir dinero y de la inflación –y no hay nada socialmente más injusto que la inflación: afecta sobre todo a los pequeños ahorradores que solo invierten en valores nominales.

Desde otoño de 2008, la idea que los deudores son responsables está mal vista por temor a una crisis sistémica pero sin esa responsabilidad los estados y la Unión Europea no podrán salir de la crisis. Se dice que muchos deudores no pueden llevar esta carga. Y que muchos de ellos han sido engañados por los bancos. Hace un año hubo sentencias en España sobre las acciones preferentes que las Cajas habían vendido a pequeños ahorradores. Yo me pregunté en aquel momento donde estaba la supervisión bancaria española cuando esos papeles se lanzaron al mercado -y también, ¿dónde estaba la supervisión bancaria alemana cuando los bancos se sustrajeron a las reglas sobre capital propio e invirtieron miles de millones en papeles tóxicos de EE.UU?  Si queremos proteger al deudor, la supervisión bancaria tiene que ser estricta. Ni la política ni el gobierno deben tener la posibilidad de frenar a la supervisión para poder utilizar a los bancos como fuente de financiación.

Hay mucho miedo a cuestionarse el euro ¿Es eso razonable? Hace poco en Roma un grupo de economistas, algunos de derecha como el Señor Hans-Olaf Henkel, otros de izquierda, firmaron un manifiesto a favor de un desmonte controlado del euro. En Alemania de eso hablan los euroescépticos de Alternative für Deutchland y el señor Lafontaine, por ejemplo ¿Por qué debería ser ese desmonte controlado más difícil de abordar que el propio proceso de fundación de la moneda única hace diez años? ¿Puede inspirar algo el precedente de Chipre?

A algunos de mis colegas les gusta decir que Grecia debería “salir del euro”, pero imagínese que el gobierno griego lleva al parlamento una propuesta de ley correspondiente. Al día siguiente – o antes aún por las indiscreciones – habría una estampida hacia los bancos griegos. Todo el mundo pediría euros en efectivo, en la esperanza que mantengan más su valor que los euros en cuenta que por ley se transformarán en dracmas. Entonces o el Banco Central Griego pondría los euros a disposición en el marco de la Emergency Liquidity Assistance, o se cerrarían los bancos griegos. Si ocurriera lo segundo, los pagos se pararían, y con ello se hundiría una gran parte de la economía. Quizás habría que parar los aparatos en los hospitales porque alguien no podría pagar el suministro de corriente… Apoyar a los bancos con el Emergency Liquidity Assistance requeriría el visto bueno del Banco Central Europeo. Pero las cantidades serían muy altas, y dudo que el Banco Central Europeo lo hiciera ante una salida inminente de la unión monetaria. Los expertos que usted cita no piensan lo suficiente en el desarrollo real de una disolución de la unión monetaria, pero quizás podrían explicarnos un día cómo regresar a los huevos en su estado original a partir de la tortilla.

7 de noviembre de 2013

[VIDEO] OCTUBRE DE SERGUÉI EISENSTEIN. EN EL 96 ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE

Boltxe Kolektiboa. La Haine

El mejor homenaje que se puede rendir a Octubre es la mayor fidelidad posible, adaptada a los años que vivimos en el siglo XXI y al lugar donde luchamos

La insurrección se puso en marcha en la noche del 6 al 7 de noviembre (24 y 25 de octubre según el calendario juliano). La Guardia Roja bolchevique tomó el control de los puentes, de las estaciones, del banco central y de la central postal y telefónica justo antes de lanzar un asalto final al Palacio de Invierno. 

La revolución rusa, el hecho más influyente y decisivo del siglo XX, no fue la toma de un palacio de invierno. Sino un proceso social que duró años, con una cadena de crisis y sucesos, pero que muchos años antes de que ocurrieran, específicamente en 1903, algunos ya tenían bastante claro de por dónde tendría que ir el curso de los acontecimientos. (Borroka Garaia)

La revolución proletaria rusa de 1917, que cumple el 7 de noviembre un nuevo aniversario, sigue siendo más que le pese a más de uno y una el hecho más influyente y decisivo del siglo XX y pese a la caída de la URSS por diferentes razones, muchas de ellas de carácter interno, el socialismo y el comunismo sigue infundiendo temor a las clases explotadoras, al imperialismo y a los diferentes reformismos y revisionismos.

Pensamos que el mejor homenaje que se puede rendir a Octubre es la mayor fidelidad posible, adaptada a los años que vivimos en el siglo XXI y al lugar donde luchamos. Continuar con las ideas liberadoras de Marx, Engels, Lenin y cientos de mujeres y hombres que aportaron ilusión y lucha a la causa del socialismo.
En ese sentido, lo mejor es ofrecer el texto del periodista y comunista norteamericano John Reed “Diez días que estremecieron al mundo” y la película que sobre la revolución se realizó en su tiempo, sin duda lo mejor y más fiel a los hechos ocurridos.