25 de diciembre de 2012

ÉPICA Y POLÍTICA

Por Marat

1.-El pensamiento débil es desarme ideológico
Mucho antes de que comenzaran a propagarse las primeras fogatas de las protestas derivadas de los sacrificios impuestos por la crisis capitalista a la clase trabajadora hubo algunos filósofos de la postmodernidad que, afirmando que el marxismo estaba desfasado (“desactualizado”) porque, según ellos, la base del orden social ya no estaba en la producción sino en el consumo, empezaron a expresar su resentimiento contra las masas –los mismos que antes las habían adulado- porque se habían vuelto silenciosas. El sesentayochismo francés iba destilando sus antaño menos evidentes esencias reaccionarias.

Es el caso de Jean Baudrillard, tan querido por algunos “izquierdistas”, entre los cuales hay quienes comparten este amor con cánticos místicos a Hard o Negri y con frecuencia “marxista” esotérico Žižek, reverenciado este último en los cenáculos de los gafapastas pseudoprogres por su capacidad para mezclar a Lacan (el metafísico del psicoanálisis) con Marx, los semiólogos del gorgorito epatante Derrida y Barthes o con Hitchcock cuando se tercia. Ignoro si lo habrá hecho ya con Ferran Adrià pero no dudo de que no tardará en hacerlo. La capacidad para la masturbación onírica de sus neuronas por parte de estos mercachifles del pensamiento tiene sólo parangón con el papanatismo beato que sus acríticos seguidores les profesan.

Pero no quiero desviarme de mi alusión inicial a Baudrillard, uno de los santos padres de esa teoría ya tan pasada de moda, rosca y vigencia que es la postmodernidad. Para actualizar el asunto algunos hablan ahora incluso de transmodernidad, el divino gurú Žižek entre ellos. Como la teoría del fin de la Historia de Fukuyma, la postmodernidad ,y buena parte de las tesis centrales sobre la misma expuestas por Baudrillard, han envejecido mal. A uno de sus supuestos máximos, el fin de la lucha por las utopías y por la igualdad parece que le ha salido una realidad respondona. A la tesis del paso de una vertebración del orden social desde la producción hasta el consumo, parece pasarle tres cuartos de lo mismo, al menos por lo que se refiere a la restricción del acceso al consumo de un creciente número de desposeídos sociales por efecto de la crisis capitalista. En cuanto a la idea de la percepción de la realidad como mero espectáculo al que se asiste en calidad de espectador también empieza a hacer aguas en la medida en que las consecuencias personales de la realidad apelan de modo absolutamente insoslayable a cada vez más personas. ¿Qué decir del fin de la validez de la construcción de los grandes relatos en la interpretación del ser humano y su historia, cuando nunca hubo tanta demanda de volver a reconstruirlo?

Es cierto que algunos postulados de la postmodernidad siguen estando vigentes pero es así porque lo estaban antes de que la propia postmodernidad los enunciase –la desacralización de la política, la pérdida de confianza en la representación- junto con algunos riesgos perniciosos que pronto eclosionarán en toda su negatividad: el conspiracionismo para explicar los grandes problemas económicos, políticos y sociales y una nueva religiosidad shoft –aparentemente- que deriva de una obsesión milenarista y que aboca a un espiritualismo con vocación de secta.

Eran los años intermedios entre el sesentayochismo y la “indignación”. Se fue pasando de un pseudoizquierdismo pedante y ajeno a la lucha de clases (situacionismo), a la búsqueda de un horizonte sin sujeto (el ecologismo) para acabar en el pesimismo de la postmodernidad que expresó alguien con acierto cuando resumió su visión de “El postsocialismo” de Tourainne como “a éste tío se le marchó la mujer con otro”.

De la efervescencia juvenil burguesa del 68 se pasó a la ingeniosidad pseudointelectual y ajena al mundo real del situacionismo y de ahí a una postmodernidad de tanguista cornudo y despechado con el mundo obrero y la emancipación social a las que se echaba la culpa de no haber cumplido su destino manifiesto. El maximalismo pseudoradical puede, mediante piruetas ideológicas, pasar de “El Viejo Topo” a las columnas de “El Mundo” sin inmutarse, después de proclamar que “todos los héroes han muerto”

La intelectualidad pseudoizquierdista francesa fue una mala heredera Sartre. Éste, al menos, intentó un contacto con la realidad social de los oprimidos. El resto sólo eran postulantes a la École Normale Supérieure de Paris y a las columnas de Le Monde, Le Figaró o de Liberation pero no con la intención de subvertirlas sino de vegetar en ellas.

Ahora quisiera detenerme por un momento en la principal tesis de una de las obras más conocidas de Baudrillard, “A la sombra de las mayorías silenciosas”. Las mayorías se han vuelto silenciosas y ni siquiera la demoscópica reproducción/ producción de opinión es ya capaz de sacarlas de su mutismo. Las masas ya sólo absorben opinión, no la producen, pero son incapaces de irradiar nada. Éste es, en esencia, el postulado central de una de las obras más conocidas de Jean Baudrillard.

Pero en este aspecto no fue original el planteamiento del filósofo más destacado del pensamiento “blando” de la postmodernidad. A finales de los años 60, según los autores de “La crisis de la democracia” (obra de encargo de la Trilateral), -Crozier, S. Huntington y J.Watanuki-, escrita 7 años antes que la citada obra de Badrillard, se gestó ya lo que ellos denominaban como “democracia anómica”. Daniel Bell, un post pseudoizquierdista “avant la lettre”, hablaría en 1960 de “El fin de las ideologías”. En esta obra señala el fin de la dialéctica histórica y la llegada del pensamiento único. Incluso en 1980, otro post, esta vez postexisencialista y luego partidario de la ecología política y del altermundismo, Andre Gorz, escribiría “Adiós al proletariado”.

Entre la mayoría de estos postmarxistas domina el hecho de haber sido discípulos en el pasado del existencialismo sartriano o del estructuralismo marxista althusseriano. Ambas corrientes son a su vez notarias y estimuladoras de la crisis del marxismo a partir de los años 60 del anterior siglo.

Una buena parte del pensamiento de estos y otros autores se gesta en los años 60, años de bienestar, crecimiento y desarrollo económicos pero también de las grandes revoluciones antiimperialistas en el Tercer Mundo. En el Occidente capitalista cabe hablar de ese período como el de los años dorados del Estado del Bienestar. De hecho es cuando se teoriza de un modo más elaborado la cuestión de la fragmentación de la clase trabajadora, el fin del predominio de la clase obrera en una sociedad que se aboca hacia una etapa postindustrial y el fin de las ideologías de confrontación con el capitalismo y el pensamiento liberal, poniendo especial énfasis en la crisis de la ideología comunista. La experiencia húngara de 1956 y la posterior checa de 1968 facilitarán la decepción en el socialismo de amplios sectores intelectuales provenientes del marxismo.

A pesar de que estas teorías post tienen su inicio y desarrollo fundamentalmente a partir de los años 60, época de esplendor del capitalismo, de expansión del Estado del Bienestar en los países centrales del capitalismo y de gran explosión del consumo de masas, que en USA ya había comenzado algunas décadas antes, la reafirmación testaruda en sus fundamentos teóricos principales –fin de la lucha de clases y de la centralidad de la clase trabajadora en las mismas, cambio del sujeto político de la clase trabajadora hacia la ecología, el feminismo o la antiglobalización, fin del horizonte revolucionario,...- se mantienen durante todo el período de crisis que, aceleradamente, se suceden a partir de la gran crisis de 1975: crisis de la deuda externa en los países del Tercer Mundo en 1980, burbuja de Japón en 1990, crisis mejicana de 1994, crisis asiática de 1997, crisis de la burbuja tecnológica del 2000, corralito argentino de 2001, crisis sistémica actual, iniciada en Septiembre de 2007.

Cada una de las crisis capitalistas que avanzan por el planeta de forma imparable desde 1975 es una cadena que conduce a la crisis capitalista actual, que no es financiera sino estructural, sistémica y civilizatoria.

Sin embargo, dentro del pensamiento de las izquierdas autodenominadas alternativas –difusas, anarcoides, new age, blandas, post lucha de clases- sigue predominando un discurso de movimientos sociales dispersos, ambientalista, de decrecimiento, antiglobalización y meramente antineoliberal, aunque cacareadamente anticapitalista. El postmodernismo a lo Naomi Klein que inspira el “pensamiento débil” antiglobalización continúa dejando a un lado marginal a la clase trabajadora como sujeto y centro de las luchas sociales, aunque de vez en cuando la mentan en sus textos, obligados por la vuelta de la misma al centro del escenario político y social.

Cierto que la crisis del marxismo, a pesar de la potente y renovada vuelta a Marx, al que esta gente intenta quitarle la espoleta subversiva de la lucha de clases, la ausencia de vanguardia política y el aún temprano despertar de la clase trabajadora, en posición todavía de resistencia y no de toma de iniciativa, dificultan enormemente sacar a patadas a estos post del centro del pensamiento crítico.

Pero, ¿acaso la depauperación general de la clase trabajadora, la acelerada pérdida de estatus de amplios sectores los trabajadores “white collar”, la muerte del Estado del Bienestar, con su aparejada pérdida de salarios indirectos, el avance hacia condiciones laborales y contractuales no están acercando la situación social a un contexto que recuerda crecientemente el descrito en “El Manifiesto Comunista”? ¿No es ya el momento de echar la pseudosociología con pretensiones de narcisismo literario de los postmodernos a lo que Marx denominó “la crítica roedora de los ratones”?

Quizá resulte llamativo en este sentido que el postmoderno Gianni Vattimo, padre del pensiero debole (pensamiento débil), que fue militante del débil y postmoderno Demócratas de Izquierda (ex PCI y luego del Partido Democrático), haya caído de pronto de su caballo en su viaje hacia ninguna parte y proclamado recientemente que “sólo un ideal fuerte como el comunismo podrá salvarnos” . Y se atreve a más: habla abiertamente de la lucha de clases y de Lenin. Bienvenidos sean los neoconversos, aunque haya que vigilarlos como a oportunistas que cambian de caballo a mitad de carrera. Vattimo ha descubierto la épica marxista.

2.-De la necesidad de un ideal fuerte que incendie el mundo
Más allá de que se tome por causa y no por lo que realmente es, efecto, la actual crisis de representación política expresa el desfase entre la ideología postmodernista y el pensamiento débil, por un lado, y la dureza del momento actual para la mayoría social, los trabajadores, por el otro.

Cuando los valores que subyacen dentro de la “ideología” postmoderna son el relativismo ideológico ("todas las opiniones son respetables”), la tolerancia hacia el otro (en lugar del respeto al mismo), el buenrollismo y las formas suaves de las performances frente a una realidad profundamente injusta e insoportable, las armas que se ofrecen para la crítica transformadora del mundo son tan suaves, tan blandas que se convierten en inútiles balas de algodón de azúcar para ser empleadas en la lucha política y social de los oprimidos por el capital.

Más allá de que un modelo de democracia política asociada a una formulación de Estado social se vea resentida en el principio de representación por efecto de su voladura, es el régimen de partidos, gestor del mismo, asentado tras la Segunda Guerra Mundial en los países del capitalismo central el que se ve afectado.

Y en ese régimen de partidos son tanto las derechas políticas y económicas como las izquierdas sistémicas con representación electoral las que defienden un más acá o un más allá pero dentro siempre del mismo campo de juego. Es sintomático que el eje central del debate político sea hoy el neoliberalismo, mucho más que el capitalismo, y ello es porque quienes debieran representar a los oprimidos de clase no cuestionan el elemento principal de la formación social en la que se integran: la propiedad privada de los medios de producción y lo injustas de unas relaciones sociales de producción que son la base de las estructuras de poder en las que vivimos. Pareciera que cuando condenan a lo que ellos llaman neoliberalismo hablaran de otra cosa distinta al capitalismo mismo, siendo el primero sólo una de las formas del segundo. Sin duda, su ilusión de vuelta a una forma de Estado que reparta juego y comparta migajas para los explotados y oprimidos es suficiente para ellos, como si la explotación y la opresión no hubieran existido antes que ese neoliberalismo contra el que casi en exclusiva claman.

El desencanto social, que en los años 80 del pasado siglo revistió en España formas de pasotismo, hacia lo político, la política y las formas partidarias y de representación institucional no es otra que el cansancio hacia una oferta política que, en lo esencial, se parece mucho a la comida china. Puede haber muchos platos en el menú pero, al final, casi toda la gastronomía cantonesa nos sabe muy parecida.

Pero ese desencanto, y mucho más el que llegó tras la mística postsesentayochista, son muy distintos del que se expresa hoy hacia las formas políticas e institucionales. Los primeros no habían alcanzado, ni de lejos el carácter de crisis general (política, institucional, económica, social y cultural) que alcanza hoy. Eran movimientos, en el primer caso nacidos aún en la etapa desarrollista y en el segundo dentro de una fase inicial del continuum de la crisis capitalista de la que entonces no se vislumbraba toda su futura intensidad. Eran crisis en la que el descontento con la política tenía un carácter mucho más endógeno y apenas influido por auténticas demandas de cambio que tuvieran una conexión directa con la base material de las relaciones sociales y económicas de producción. En consecuencia, no contenían un auténtico carácter subversivo y de explosión del entramado económico-político-social.

Lo que hoy está sucediendo en la crisis de la política tiene mucho más que ver con la desestructuración de todo ese complejo de la formación social capitalista en la que se inserta un concepto mucho más general y global de crisis que con una crisis política en sí misma.

La muerte del Estado del Bienestar supone una crisis institucional del propio Estado y de las principales fuerzas políticas representadas en él, o candidatas a integrar esa representación dentro de las reglas del juego marcadas por el capital, y ello porque implica la muerte del pacto social como forma de dirimir los conflictos de intereses dentro de las sociedades capitalistas avanzadas.

Dicho de otro modo, crecientes sectores de excluidos sociales, o candidatos a la exclusión social, en la redistribución de la riqueza nacional ven que el conjunto de las ofertas políticas conectan cada vez menos con sus demandas aún no explícitamente conscientes de sus necesidades pero sí de lo que no quieren.

Los trabajadores no demandan socialismo. No lo conocen y lo que conocen del mismo o bien ha sido tergiversado por una montaña de insultantes inmundicias reaccionarias o simplemente ha tenido poco que ver con él, más allá de su potencial para intentar edificar algo diferente al capitalismo pero no emancipador.

Pero sí saben que no están dispuestos a seguir soportando el tratamiento de caballo anticrisis que no es otro que sacrificios, miseria, miedo y desesperación para ellos y más riqueza para quienes ya nadan en ella. Apenas vislumbran el origen de esa desigualdad pero saben cada vez más que no están dispuestos a seguir soportándola en dosis incrementadas por mucho tiempo.

Mientras los trabajadores sientan que las pretendidas alternativas frente a la gestión política de la crisis capitalista aceptan respetuosamente las reglas del juego establecidas, sin derribar el edificio social de la desigualdad, remisas a romper y poner patas arriba el falso orden que no es otra cosa que el desorden impune de la fuerza de los opresores, no seguirán masivamente ninguna bandera que se levante, limitada a racionalizar el grado, ritmo e intensidad de los sacrificios y la austeridad impuesta por el capital. Sabrán, en el fondo, que esas alternativas no son sino variantes algo más humanizados de lo ya conocido y que no merece la pena arriesgar sus vidas y empleos (quienes los tengan) por tan poca cosa.

El entusiasmo y la emoción que no son capaces de engendrar las izquierdas sistémicas en las masas de desheredados por el capital lo están provocando, en forma de irracional delirio, el populismo y el fascismo que, bien como fina lluvia, bien como ciclón antidemocrático, calan crecientemente no sólo en algunos sectores antaño acomodados, hoy en proceso de depauperación, sino también en segmentos de la clase trabajadora más tradicional y castigada por la crisis capitalista.

No es ahora el miedo al comunismo lo que les agita sino el miedo al futuro y la necesidad de encontrar explicaciones simples a sus desgracias económicas. Fascismo y populismo canalizan su rabia y frustración social y les permiten proyectarla hacia objetivos fáciles y funcionales al sistema, frecuentemente sectores sociales débiles o fácilmente estigmatizables, ordenando, de paso, una construcción ideológica sencilla que les sirva de manual explicatorio del caos en el mundo.

Hoy populismos y fascismos transmiten más intensidad emocional y política a un joven o incluso a una persona de mediana edad que a las izquierdas social-liberales o las socialdemocratizadas pero autoproclamadas izquierdas reales o radicales. El gran drama para un partidario de una sociedad socialista es que el desprestigio que las izquierdas sistémicas han creado sobre el ideal emancipatorio es tal que un fascista logra dar hoy infinitamente mayor sentido a su vida en la militancia en una organización de este tipo que el comunista o revolucionario que sólo encuentra organizaciones sucedáneas de tales objetivos para militar.

Capitalismo desembridado y fascismo, fascismo y capitalismo desembridado. Dos caras de la misma moneda de la crisis de civilización actual. Cuando las crisis capitalistas ponen en riesgo la supervivencia de la gran burguesía como clase dirigente, no porque se haya abierto un nuevo período de revoluciones socialistas, aún no, sino porque el conjunto de las estructuras sistémicas dan señales de disfuncionalidad, aparece el fascismo, como falsa bandera que redirija la protesta social en la dirección más conveniente para el propio capital.

Combatir al capitalismo en decadencia y combatir al fascismo es una misma exigencia para un revolucionario consciente de la necesidad de enfrentar tanto a la enfermedad como al síntoma. Pero para ello se necesita un pensamiento, una idea capaz de magnetizar y conquistar las mentes y los corazones de los oprimidos con mayor fuerza de la que hoy vuelven a demostrar fascismo y populismo en Europa y capaz también de poner por delante de la falsa ilusión de recuperar la cuota de consumo proletaria del pasado reciente la esperanza en una sociedad realmente igualitaria.

La construcción de un relato que hable con la voz de los desposeidos de clase necesita de una narrativa épica que reponga a la causa de los trabajadores y a ellos mismos en el centro del escenario de la Historia, enviando a la papelera de reciclaje de las teorías muertas a la mística pesimista y de plañidera tan del gusto de la retórica postmoderna.

Frente al pánico ante el futuro que provoca en los nuevos esclavos un capitalismo senil, que corre desenfrenado hacia su meta apocalíptica, es necesario recuperar toda la fuerza emancipadora del proyecto comunista.

La narrativa comunista debe recobrar todo el hilo histórico y la memoria de sucesivas generaciones en las luchas por la liberación de todos los humillados por el poder de clase, casta o estamento, desde Espartaco hasta los Mártires de Chicago, desde los payeses de Remensa hasta los mineros de la mina de La Camocha, desde los Comuneros del París de 1871 hasta los obreros de San Petersburgo en 1917, desde las revueltas de ayer hasta los combates de hoy de mañana.

Esa historia que es necesario volver a contar, alumbrándola con los ejemplos presentes de cada día, no requiere de grandes y ampulosas pinceladas, de distorsionadas y exageradas proporciones como aquellas viejas estatuas que representaban al forzudo trabajador en la tensión muscular propia del que parece estar construyendo él sólo la nueva sociedad.

Es preciso que en ese rescate de todas las huellas que han ido dejando los sucesivos pasos hacia la conquista del pan, el trabajo liberado de la explotación y la igualdad social el héroe destacado en cada pasaje sea el real, el colectivo. La auténtica historia del movimiento obrero y de los comunistas no es obra de grandes figuras ni de tribunos de oratoria brillante sino un trabajo coral, de masas. Los hombres y mujeres providenciales sólo alcanzan un lugar destacado en la Historia cuando el marco social, el recipiente humano que los acoge, es propicio para ello y contiene dentro de sí toda la energía transformadora del momento.

Ese marco social, ese ejercito de clase en marcha a lo largo de los tiempos, ha estado compuesto por millones de hombres y mujeres anónimos, sencillos, modestos, sin pretensión alguna de dejar una gran marca imperecedera en el tiempo sino de responder a aquello que su conciencia les decía que era justo, de rebelarse contra lo que consideraban que no lo era, de luchar junto a otros por conquistar un mundo mejor, más decente, más igualitario, liberado de la explotación y la miseria para ellos, para sus hijos, para los demás.

No se trata de recuperar el pasado combativo de nuestra clase para hacer de él una hagiografía de iconos muertos a los que cantar panegíricos sino de iluminar el camino de nuestros retos y combates del presente y del futuro con la fuerza masiva y comunal que nos ha precedido a lo largo de los siglos.

Redescubrir el orgullo de pertenencia a una clase que no ha explotado a otras, de una clase sin la cual no se mueve el mundo, de una clase que lleva en su esfuerzo prometéico el germen de la liberación de toda la Humanidad. Y hacerlo sin el falso idealismo de quien se muestra piadosamente acrítico para no percibir que ese brío revolucionario no ha sido permanente en todo momento porque sólo en los momentos ascendentes de la Historia –y seguramente estemos en uno previo- es posible desplegar todo el impulso libertador necesario. Pero sabiendo que hay una línea, cierto que con discontinuidades, aspecto que a veces hemos olvidado los agitadores, que se mantiene, por encima de los momentos de derrota y de paz social, a lo largo de los tiempos como marca imperecedera de una insumisión con voluntad de cambiar de base el mundo.

Es imprescindible volver a refundir la unidad de intereses entre comunistas y trabajadores, limitándose los primeros a identificarse con su clase, sin tratar de integrar la representación privilegiada de los objetivos de otras clases que sólo en los momentos de inevitable decantación de las luchas pudieran llegar a aliarse con la clase trabajadora y a cuya costa tantas veces han medrado como clases intermedias. No se trata de negar la posibilidad alianzas en la construcción de un nuevo bloque social hegemónico en el proceso hacia el socialismo pero sí de situar los objetivos de aquellos aliados que no son parte de la clase trabajadora en un lugar subsidiario a ésta porque sólo nuestra clase refleja las contradicciones fundamentales del capitalismo (producción social del trabajo asalariado y apropiación del beneficio privada), lo que la convierte en la clase capaz de realizar la revolución social y de representar todas las contradicciones y opresiones de clase.

Y al fundir, de nuevo, esa comunidad de intereses entre trabajadores y comunistas, hacerlo con la conciencia y la determinación que se expresa en aquél párrafo del “Manifiesto Comunista”:
“Prácticamente, los comunistas son, pues, el sector más resuelto de los partidos obreros de todos los países, el sector que siempre impulsa adelante a los demás; teóricamente, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario.”

Ser vanguardia no es algo que se logre por decreto ni por el hecho de desearlo sino por la capacidad de realizar siempre el diagnóstico adecuado a cada fase de la lucha política, social y económica y de impulsar, a partir de ahí la línea de avance más correcta y ventajosa para los objetivos de éxito de las luchas de los trabajadores, alejándose tanto del tacticismo oportunista de otros partidos que buscan colocarse con ventaja en la competencia política, a costa incluso de comprometer los resultados del esfuerzo de los trabajadores por hacer avanzar sus posiciones, como del maximalismo pseudoradical de quienes con su grito demagógico sólo buscan el aplauso fácil de los convencidos.

Retomo de nuevo el concepto de épica política y, en concreto de épica revolucionaria, convencido de que el conocimiento de nuestra historia y de nuestro presente como clase requiere no sólo de teoría y conocimiento sino de una teoría y una praxis que tensen el nervio de la pasión.

Seguramente el texto más apasionado, la epopeya más enardecedora de cuantas se hayan escrito dentro del marxismo sea el “Manifiesto Comunista” de Karl Marx y Friedrich Engels. Una épica que golpea como puño de acero contra la forzada circularidad de la opresión de unas clases sobre otras y dispara contra los relojes que marcan el paso del tiempo dominado; una épica de “las ideas que se adueñan de nuestras mentes, que conquistan nuestra convicción, y en las que el intelecto forja nuestra conciencia, -[que] son las cadenas a las que no es posible sustraerse sin desgarrar nuestro corazón”

No siempre es posible conjugar reflexión e intelecto, de un lado con épica y emoción, del otro porque, en ocasiones, esclarecer lo oscuro, sobre todo cuando se trata de desmontar las falacias que se esconden tras el papanatismo de la teoría económica liberal y ser rigurosos en el intento exige significados y términos muy unívocos. Pero hay una literatura política de urgencia, que corresponde a los momentos de agudas crisis políticas, sociales y económicas, cuando contienden entre sí dos bloques sociales antagónicos, que actúa como los himnos en los ejércitos rebeldes, electrizando las energías que los llevan a la batalla, que es tan indispensable como el saber que transmite el conocimiento de su situación real al esclavo.

Es el caso de “Las Tesis de Abril” de Lenin, de buena parte de la obra del marxista latinoamericano José Carlos Mariategui, de “El principio esperanza” de Ernst Bloch, sorprendentemente escrito fuera de los momentos más álgidos de la lucha de clases, pero lleno de fe en la utopía, y en general de la obra intelectual de Rosa Luxemburgo, escrita con la pasión de una enamorada que vive en propia carne su relación con el objeto del deseo: la revolución. Significativamente quizá sea la revolucionaria alemana de origen polaco la más pura continuadora del pensamiento de Carlos Marx.

Poca narrativa que exalte desde un presente vivido en primera persona, el momento álgido de la lucha de clases, cuando la revolución y la toma del poder por las masas trabajadoras se está produciendo, con la intensidad parcial pero profundamente real y sincera, es comparable a “Diez días que estremecieron al mundo” del periodista y comunista John Reed.

En el presente de esta aguda crisis del capitalismo, en los últimos tiempos de la cuál, aunque desperezándose de un profundo sueño, y sin apenas dirección revolucionaria partidaria, los trabajadores del mundo comienzan, aún en posición defensiva, a enfrentarse al capital de un modo decidido, no parece abundar la construcción del relato que hable de nuestras luchas con la fuerza de contagio necesaria para conquistar los corazones de los menos decididos y conscientes. Quizá por ello se hace más que nunca necesario poner la inteligencia y la pasión de los más consecuentes y convencidos al servicio de la causa más justa que los tiempos hayan conocido.

No han faltado, en cambio, enfebrecidos ditirambos de uno a otro continente, de personajes de toda extracción ideológica, de la derecha a la autoproclamada izquierda , de toda condición social, desde multimillonarios hasta sindicalistas, de todo nivel intelectual, desde autores y académicos mimados por el negocio editorial hasta quienes creían que la plaza era una fiesta, pasando por cualquier “famoso” en promoción al que le preguntasen por el movimiento. No han faltado a la cita tampoco las grandes corporaciones mediáticas. Toneladas de papel y libros de los que ya nadie se acordará en 2013 han hablado del “nuevo” movimiento desde buena parte de 2011 hasta mediados de 2012. La revista del Imperio TIME le dedicó su portada. Sesudos tertulianos de radio y tv los han convertido superhéroes con uniforme incluido. Las televisiones han retransmitido en directo sus simulacros, performances y flahsmobs. Todos engordaron un narcisismo desbordado, ignorante y carente de contenido para cambiar el mundo de base. Lo suyo no era tomar el poder ni destruir el desorden del capital. No se definían como clase sino como ciudadanos y su enemigo debía ser muy pequeño porque, según ellos, sólo era el 1%. Acabaron unos por creer que el poder real estaba en gobiernos y parlamentos y les faltaron manos para rodearlos en cadenas humanas. Otros, reconvertidos y obligados por el cambio el escenario y de actor social, se hacen llamar ahora Asambleas Anticapitalistas, mutando en algo que seguirá, probablemente, esperando del espontaneismo sin organización partidaria su resurrección. No fueron lejos; sencillamente no fueron a ninguna parte. Dentro de un año, el poder que les dio alas no hablará ya de ellos; quizás lo haga algún grupillo autónomo en un fanzine conmemorativo.

Dentro de 30 años seguramente muchos jóvenes sigan colgando en sus habitaciones el cartel de los trabajadores en marcha de “Novecento”, aunque desconozcan el nombre del cuadro original y de su autor. Continuará transmitiendo para ellos la fuerza de una clase en movimiento. Dudo mucho que alguno cuelgue el de una asamblea perroflauta en sentada asamblearia. Hay demasiada pereza e inapetencia de tomar el cielo por asalto en esa imagen.

23 de diciembre de 2012

"MALOS" Y "BUENOS" DISPUTAN EL PODER EN INTERNET



Dos modelos de gestión de la red chocaron en la Conferencia Internacional de Telecomunicaciones de Dubai
En la World Conference on International Telecommunications se debían definir políticas comunes en materia de telecomunicaciones para los países para los próximos años. Pero de los 193 países, sólo 89 votaron la resolución final.
 Mariano Blejman. Página/12
Sería fácil resumirlo así: los gobiernos son malos, quieren controlar algo que no poseen: la libertad de la hiperconexión. El gobierno de Internet (la Icann) funciona mucho mejor sin los gobiernos como órganos controlantes centrales y lo mejor que le puede pasar a Internet es que siga funcionando como hasta ahora, con una gobernanza multisectorial en donde se incluyen organizaciones de usuarios, administradores de recursos, y también gobiernos. Internet no es de nadie, suele decirse. No tiene dueño. Los gobiernos no entienden Internet y sólo quieren controlarla. Pero la gobernanza de Internet es tan compleja y burocratizada como la de cualquier gobierno, aunque –hay que decirlo– su representación tiene bastante más que ver con los distintos sectores en pugna. Es un sistema en donde los “ministros” no son sólo del partido político ganador, sino que surgen de representaciones continentales del tercer sector, de los registros regionales, del sector corporativo y finalmente de los gobiernos. Interesante, ¿no? Casi como una especie de democratizada Federación de Star Trek.
El viernes 14 de diciembre terminó en Dubai la conferencia WCIT (World Conference on International Telecommunications) en donde se definen políticas comunes en materia de telecomunicaciones para los países para los próximos años. La última gran conferencia fue realizada en 1988 y para aquel entonces Internet era un experimento de laboratorio. Por entonces gobernaban las telecomunicaciones monopolios estatales en casi todos los países, y las decisiones de instrumentación de políticas de telecomunicación se tomaban a puertas cerradas. De los 193 países, sólo 89 votaron a favor de la resolución final, entre ellos Argentina, que quedó del lado de los “malos”. Defina “malos”, diría un estadounidense.
En mayo de este año, Vint Cerf, el creador de Internet, actualmente a cargo de un puesto benemérito en Google (evangelizador de Internet), abrió el paraguas sobre posibles intromisiones de la UIT en su flamante conferencia mundial. Muchas organizaciones se sumaron a la alerta como Mozilla Foundation, la Electronic Frontier Foundation, espacios prestigiosos y altamente comprometidos con el libre acceso a Internet desde hace años. Y la verdad es que las propuestas que aparecían desde el tándem oriental (China, Rusia, Irán y otros países africanos y árabes) eran bastante poco democráticas, no sólo por el espíritu de sus textos sino también por la implementación que estos países hacen de Internet en sus propios territorios. Así visto, la campaña de Google fue perfecta: mantengamos Internet libre y abierta. ¿Y cómo no creerle a Google, si lo tenemos tan cerca, si sabe todo lo que deseamos?
Durante la conferencia, Internet estaba ahí para controlarlo todo, para mirar a los gobiernos tanto como los gobiernos miran a sus ciudadanos. El sitioWcitleaks.org, por ejemplo, liberó sistemáticamente todos los documentos y sus correspondientes versiones durante la conferencia, exponiendo posibles negociados, textos susceptibles de ser interpretados como actos de censura previa y avisando sobre acuerdos privados entre países, de una manera que en 1988 era imposible. Para entenderlo mejor, ¿se imaginan un streaming durante el tratado de Versailles? Durante la conferencia, la propuesta más conservadora del bloque “malo” fue levantada ante la búsqueda de un posible consenso internacional, que de hecho “parecía” factible. Estados Unidos iba a votar a favor de un tratado de la UIT por primera vez ¡en más de cien años!
De hecho, una vez publicado el tratado, el órgano que administra las asignaciones de IP llamado Lacnic emitió un comunicado oficial que decía “consideramos que el texto acordado para el nuevo tratado es razonable y aceptable, sin perjuicio de expresar que entendemos que los artículos 5A y 5B, referidos a Seguridad y Comunicaciones No Solicitadas, no debieron ser incluidos ya que no aportan aspectos significativos al acuerdo. Por otro lado, la ambigüedad de su redacción puede dar lugar a que en países de débil tradición en el respeto a los derechos humanos sean utilizados como forma de legitimar restricciones a las libertades en Internet”. Esto es: en general parece un buen tratado, pero hay dos puntos que podrían ser un caballo de Troya para la censura previa a las comunicaciones por Internet. Sin embargo, según pudo confirmar este cronista, la definición de telecomunicaciones no habla de Internet, con lo cual es evidente que la asociación “votaron a favor” está en contra de Internet y “no votaron” está a favor de una Internet libre es al menos capciosa.
Como sea, un día antes del cierre de la conferencia la historia iba a ser diferente: también Chile, Perú y Colombia iban a apoyar el tratado, pero los países se bajaron por presiones políticas ocurridas a “último momento” e incluso Costa Rica cambió su discurso cuando advirtió que se venía la campaña “países que controlan Internet” contra países “que no controlan Internet”. Según una fuente directa en la negociación a la que accedió este diario, Estados Unidos y los “googlers” boicotearon el tratado cuando Cuba logró poner en el preámbulo una cláusula de acceso no discriminatorio a las redes de telecomunicaciones (ergo, romper el embargo que le impide a Cuba comprar cualquier artefacto que venga de Estados Unidos, como por ejemplo routers Cisco). En América latina, Argentina terminó votando el tratado junto a México, Brasil, Uruguay y Venezuela, claramente pertenecientes al “eje del mal”. ¿Cómo desmentir a los tanques de la prensa estadounidense?
Ahora bien, la UIT ha perdido notable relevancia a la hora de tomar decisiones en relación con las telecomunicaciones, principalmente en el mundo de Internet. Y es cierto que el sistema de gobierno de Internet de nombres de dominios y direcciones IP funciona notablemente bien y de manera eficiente. Y es acertado decir que el gobierno de Internet es mucho más eficiente y representativo para administrar algo tan complejo y supranacional como es la red de redes, tanto que para muchos debería ser considerado un derecho humano fundamental. Pero (siempre hay un pero) el statu quo es el statu quo. Los números de Internet son administrados por un órgano llamado IANA (Internet Assigned Numbers Authority) que está bajo la órbita de la Icann, el gobierno de Internet. Para poder gobernar los números ip de Internet, el que le asigna ese poder a la Icann es el Departamento de Comercio de Estados Unidos, que reestablece el contrato cada cinco años, evento que se promueve por todos los medios posibles. O sea, ¿de quién es Internet? Para qué andar con nimiedades.

21 de diciembre de 2012

OBAMA DA SEÑALES DE CUATRO AÑOS MÁS DE MALAS RELACIONES CON AMÉRICA LATINA


Mark Weisbrot. Elmercuriodigital.es
El viernes pasado, en una entrevista en Miami, el presidente Obama fue muy lejos al lanzar insultos gratuitos hacia el presidente Hugo Chávez. Haciendo esto, él no solo ofendió a la mayoría de los venezolanos, quienes votaron para reelegir a su presidente el 7 de octubre, sino que ofendió incluso a muchos que no votaron por él. Chávez está luchando por su vida, recuperándose de una complicada operación de cáncer. En América Latina, como en la mayoría del mundo, esta innecesaria difamación de Chávez por parte de Obama, constituye una violación no sólo del protocolo diplomático, sino también de comunes estándares de cortesía.

Quizá algo incluso más importante es que las inapropiadas calumnias de Obama, enviaron un desagradable mensaje al resto de la región. Mientras Obama puede salirse con la suya con cualquier cosa en la mayoría de los medios de comunicación, se puede estar seguro de que sus comentarios fueron notados por los presidentes y ministerios de Relaciones Exteriores de Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia y otros. El mensaje fue claro: podemos esperar cuatro años más con las mismas políticas fallidas, políticas de Guerra Fría,para América Latina, las que el presidente George W. Bush defendió y Obama continuó en su primer mandato.

Estos presidentes ven a Chávez como un amigo cercano y un aliado; alguien quien los ha ayudado y ha ayudado a la región. Como millones de venezolanos, ellos están orando por su recuperación. Al mismo tiempo, ven a Washington como responsable de las malas relaciones entre Estados Unidos y Venezuela (al igual que con el hemisferio en general), y estos desafortunados comentarios son una confirmación adicional de ello. En 2012, durante la Cumbre de las Américas, Obama se encontró tan aislado como lo estuvo George W. Bush durante la notoria Cumbre de 2005. Aquello fue un cambio radical respecto de la Cumbre de 2009, donde todos –inclusive Chávez– saludaron calurosamente a Obama y vieron en él la posibilidad de una nueva era en las relaciones EE.UU.-Latinoamérica.

Para estos gobiernos, las invectivas de Obama sobre las “políticas autoritarias” de Chávez y la “represión de los disidentes”, huelen mal; incluso ignorando el momento de la ofensiva. Venezuela acaba de tener unas elecciones en las que la oposición, la que detenta la mayoría de los ingresos y la riqueza del país, así como el control de la mayoría de los medios de comunicación, movilizó a millones de votantes. La participación electoral fue del 81 por ciento de los votantes registrados, con alrededor del 97 por ciento de registro de los votantes en edad de votar. El gobierno no “reprimió a los disidentes”, no lo ha hecho así en otras elecciones, o incluso cuando los disidentes cerraron la industria del petróleo y paralizaron la economía en 2002-2003; acciones que habrían sido ilegales y bloqueadas por las fuerzas del Estado en los Estados Unidos. Los manifestantes pacíficos en Venezuela son mucho menos propensos aser golpeados, atacados con gases lacrimógenos o disparados con balas de goma por las fuerzas de seguridad, de lo que lo son en España, y probablemente en la mayoría de otras democracias.

Sí, ha habido abusos de autoridad en Venezuela, como en todo el mundo, tal como el presidente Obama debe saber. Fue Obama quien defendió el encarcelamiento sin juicio por más de dos años y medio, y el abuso de Bradley Manning durante su detención; que fue condenado por el Relator especial de las Naciones Unidas contra la tortura. Es Obama quien se ha rehusado a conceder la libertad al activista de la población indígena estadounidense Leonard Peltier, ampliamente conocido en el mundo como un prisionero político, ahora en una prisión de Estados Unidos por 37 años. Es Obama quien reclama el derecho, y lo ha usado, para matar a ciudadanos estadounidenses sin detención ni juicio.

Venezuela es un país de ingreso medio, donde el Estado de Derecho es relativamente débil, como lo es el Estado en general (de ahí lo absurdo de tildarlo de “autoritario”). Sin embargo, al contrastarlo con otros países de similar nivel de ingresos, este no destaca por nada en el ámbito de los abusos de los derechos humanos. Ciertamente, no existe nada en Venezuela comparable a los abusos perpetrados por los aliados de Washington, tales como México; u Honduras –donde candidatos a cargos políticos, activistas de la oposición y periodistas son amenudo asesinados. Y gran parte de las investigaciones académicas elaboradas acerca de la Venezuela bajo Chávez, muestran que ésta es más democrática y con más libertades civiles que nunca antes en su historia.

Por el contrario, nosotros en Estados Unidos no lo estamos haciendo tan bien en comparación con nuestra propia historia y nuestro nivel de ingreso. Hemos sufrido una seria pérdida de libertades civiles bajo las administraciones de George W. Bush y del presidente Obama. Y por supuesto, si contamos las víctimas de los crímenes de EE.UU. en el extranjero –los civiles y niños asesinados por ataques con drones (aviones no tripulados) en Afganistán y Paquistán, por ejemplo– es el presidente Obama, el que tiene una “lista de personas a asesinar”, tienepoco margen para criticar casi a ningún presidente de otro país.

"Quisiéramos ver una relación sólida entre nuestros dos países, pero no vamos a cambiar las políticas que tienen como prioridad que haya libertad en Venezuela", dijo Obama, de acuerdo a la Associated Press.

No puedo pensar en nadie que crea que la política de Estados Unidos en Venezuela, desde el golpe militar de 2002 en el que Washington estuvo implicado, a la continución de financiamiento hoy en día a los grupos venezolanos de la oposición, tenga algo que ver con la promoción de la “libertad”. Esto fue sólo otro insulto público más.

El gobierno venezolano respondió con enfado ante los comentarios. Pero quizá serían más indulgentes si supieran lo poco que sabe el presidente Obama –quien nunca puso un pie en América Latina antes de ser presidente– acerca de Venezuela o la región.
Cuando el presidente Obama se reunió con la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, dijo:

“Esto me da la oportunidad para remarcar el extraordinario progreso que Brasil ha llevado a cabo bajo el liderazgo de la presidenta Rousseff y de su predecesor, el presidente Lula, al pasar de la dictadura hacia la democracia…”

Por tanto, si Obama (y su equipo) ni siquiera sabía que la dictadura brasileña llegó a su fin más de una década antes de que Lula fuese elegido en 2002, ¿cómo puede esperarse que él sepa algo de Venezuela? Quiero decir, Brasil es un país grande, más grande que el Estados Unidos continental, y la sexta economía más grande del mundo.
Obama despidió a su consejero de Seguridad Nacional para Latinoamérica después de la debacle en la Cumbre de 2012. Él debería despedir al inepto que lo alimentó con esos insultos que profirió en la entrevista en Miami, al igual que al incompetente que lo hizo pasar vergüenza en frente de la presidenta de Brasil. Y así podría limpiar su gabinete de los guerreros de la Guerra Fría de los años 1950 que siguen en el Departamento de Estado. Esta bien si a él no le interesa América Latina –es mejor para la región y el mundo- pero él y su administración están creando un montón de hostilidad inecesaria.

19 de diciembre de 2012

¿QUÉ ESCONDE ALEMANIA BAJO LA ALFOMBRA DE SUS CAJAS DE AHORROS?


Esther García López. arndigital

La férrea negativa de la canciller alemana Angela Merkel a la creación de un supervisor bancario único en la zona euro si no se cumplían sus condiciones de que solo se controlaran las entidades con activos superiores a 30.000 millones de euros o las que tuvieran un tamaño superior al 20% del PIB, ha vuelto a poner bajo sospecha al sector financiero alemán. Los dirigentes europeos claudicaron ante las exigencias de Merkel y, de esta manera, solo una de las 426 cajas de ahorros alemanas podrán ser ‘vigiladas’ por el BCE. “El sistema financiero alemán tiene problemas muy gordos y los esconde. Es muy creíble que estas cajas tengan dificultades, de ahí la negativa de la canciller a que sean supervisadas. Prefieren que no se sepa que existen problemas, pero es como querer ocultar un elefante, imposible, y los mercados se dan cuenta de ello”, afirma Miguel Ángel Rodríguez, analista de XTB.


Desde que se inició la crisis, el Estado alemán es el tercero de la UE que más dinero ha prestado a sus entidades financieras, por detrás de Irlanda y Gran Bretaña. Ha destinado más de 252.000 millones de euros a un sistema financiero compuesto por bancos privados, bancos regionales (landesbanken), cuyo negocio principal es la banca mayorista, y por cajas de ahorros locales (sparkassen) que, a excepción de una, no superan los 30.000 millones en activos. 

Las sparkassen suman en conjunto cerca de un billón de euros pero, tras la insistencia de Merkel, escaparán al control del BCE. Estas entidades cuentan con un fondo común de garantía por el que si se produce algún problema en una caja, el resto responde por ella. 

El empeño de la canciller pone bajo sospecha la situación de las cajas regionales que componen la tercera parte del sistema financiero del país y, según calculan los analistas, podrían acumular cerca de 250.000 millones en activos tóxicos en sus balances. Consideran que si Alemania no quiere que el BCE ponga la lupa sobre ellas y prefiere que sigan supervisadas por las autoridades nacionales por algo será. 

Los analistas achacan la postura de Merkel a tres motivos. El primero político, ya que las cajas de ahorro alemanas están muy unidas a las autoridades locales y regionales y los socios de coalición de la canciller presionan políticamente para no tener que rendir cuentas ante el BCE. El segundo motivo tiene un componente electoral debido a que solo faltan diez meses para las elecciones en Alemania. Pero el motivo principal es que “el sistema bancario alemán esconde problemas, como se ha demostrado en los casos de Deutsche Bank y del Commerzbanck, que el Gobierno germano quiere ocultar y por eso se muestra tan opaco”. 

En el caso del Deutsche Bank, su capital habría caído hasta niveles peligrosos durante la crisis financiera y tres de sus empleados han acusado a la entidad de no contabilizar cerca de 9.230 millones de euros en pérdidas para evitar el rescate. La entidad también acaba de reconocer que sus resultados del cuarto trimestre del ejercicio incorporarán un “significativo impacto negativo” a raíz de la inclusión de una serie de elementos extraordinarios, incluyendo costes de reestructuración y depreciaciones de activos.

Otro caso significativo ha sido el de Commerzbank, el cuarto banco en tamaño de Alemania, que ha acudido al fondo de rescate bancario nacional y solicitó 16.000 millones para corregir los problemas que tenía con las hipotecas ‘subprime’.

La elevada exposición a la deuda soberana griega es otro de los problemas de las entidades financieras germanas, con cerca de 18.000 millones de euros, cifra que el Gobierno alemán se ha resistido a dar a conocer. “Tras la crisis los bonos en posesión de las entidades financieras griegas tuvieron que revaluarse a precio de mercado y cuando los bonos cayeron de precio estos bancos tuvieron grandes pérdidas que ahora tienen que afrontar”, asegura el analista de XTB.

Un primer paso renqueante
La unión bancaria europea ha dado un primer paso, pero un paso inseguro al impedir Alemania que el BCE supervise sus cajas de ahorro. Los analistas consideran que la unión bancaria ha nacido pero con “imposiciones de Alemania”. A juicio de Miguel Ángel Rodríguez, las autoridades alemanas no predican con el ejemplo. “Exigen a los demás países una disciplina muy rígida en cuanto a sus finanzas que ellos no están aplicando en su propia banca. Han metido a escondidas una inyección de capital para salvar sus bancos y cajas mientras piden transparencia a los demás”.

16 de diciembre de 2012

EN DEFENSA DE LAS LIBERTADES DEMOCRÁTICAS

Cada vez que el capital ha necesitado incrementar sus tasas de beneficio a costa de los trabajadores –casi siempre en etapas de crisis del capitalismo o previas- ha tenido que recurrir a la represión porque sus nuevas leyes no son suficientes para lograr el silencio de las víctimas. El mal llamado orden público, cuando es la expresión de la fuerza, es la peor manifestación del desorden que crean los poseedores cuando los expropiados de clase protestan ante lo que representa un descenso en sus condiciones de vida, laborales, contractuales o, más directamente, su expulsión del mercado de trabajo.
No es ésta la primera vez que ello sucede. Ocurrió en el período de entreguerras en la vieja Europa del siglo pasado y vuelve, de nuevo, a repetirse en el escenario presente de paro, empobrecimiento, salarios de miseria y pérdida de derechos laborales y sociales que sufre hoy la clase trabajadora. En ambas ocasiones los trabajadores salieron a la calle. Es una ley casi física: el empobrecimiento de los explotados requiere represión porque estos se niegan a estar en silencio.

El capitalismo necesita la paz social para perpetuar impunemente los crímenes derivados de sus crisis. Los trabajadores no podemos permitirnos esa paz porque nos va nuestra supervivencia en ello. Las protestas, las movilizaciones y las huelgas son nuestras armas más necesarias.

El gobierno natural del capital, el del PP, y sus aliados partidarios de clase en otros territorios del Estado español (CiU), retuercen la legalidad democrática hasta hacer de ella un sarcasmo…  criminalizan el derecho de huelga, reprimen manifestaciones sindicales, impiden a los periodistas informar de la represión al ejercicio del derecho de manifestación en las movilizaciones, multan y encarcelan a dirigentes sindicales y a piquetes informativos, conculcan los derechos constitucionales de los detenidos, hieren a militantes de la izquierda y de los sindicatos al reprimir las manifestaciones e intentan culpar de ello a sectores de los manifestantes, introducen reventadores y provocadores a sueldo en aquellas, permiten que sus policías actúen sin  sus placas acreditativas en las cargas y detenciones, recurren a montajes policiales como en la época de la dictadura y, finalmente, permiten que dirigentes matones de determinados sindicatos policiales expresen públicamente y en repetidas ocasiones su voluntad represora.   

En otros ámbitos –la educación, las libertades individuales (retroceso en el derecho al aborto), las redadas contra inmigrantes sin papeles, la igualdad ante la ley (costas judiciales)- la derecha que representa los intereses del capital, lo hace también expresando su ideología clasista, nacional-católica y antidemocrática.

Frente a estos ataques directos contra las libertades políticas y sociales y contra las garantías jurídicas de cada vez más amplios sectores de nuestra sociedad y, en particular, de las víctimas de la crisis capitalista,  los trabajadores, se han escuchado voces críticas provenientes del mundo político, sindical, de colectivos afectados e incluso de periodistas y juristas.

Estas voces se tienen que elevar, para unirlas a los intereses comunes de toda la clase trabajadora, con el fin de formar un frente común contra las políticas diseñadas y aplicadas por los gerentes del capitalismo – la TROIKA y los Gobiernos que las aplican - hasta conseguir que las críticas que los sectores que en principio defienden sus intereses como grupo se unan a las movilizaciones que la clase trabajadora están llevando a cabo.

La reacción social de crítica contra los atentados a las libertades por parte de este gobierno, debe de ser tomada en  conciencia por parte de la clase trabajadora y sus organizaciones y elevarse para que esté a la altura de estas agresiones  que toman cada día más fuerza dentro de un contexto de regresión de libertades en los Estados capitalistas hacia formas crecientemente autoritarias que recuerdan la dinámica de otros tiempos en Europa.

En INICIATIVA DE CLASE creemos que es necesario levantar ya un amplio movimiento en defensa de las libertades políticas, de expresión, reunión y manifestación y de las garantías jurídicas que defienden a la persona; en definitiva, de las libertades democráticas.

Estas libertades, que inevitablemente deben ir unidas a las movilizaciones contra los recortes y ajustes y la defensa de los derechos laborales y sociales, afectan antes que a ningún otro colectivo a los derechos de la fracción más amplia de nuestra sociedad, los trabajadores. Pero si los derechos y libertades de estos sucumben, caerán fatalmente los de todos.

Por este motivo, el imprescindible movimiento en defensa de las libertades requiere de un actor principal; las organizaciones sindicales, políticas y sociales de la clase trabajadora, como vanguardia de esa custodia de los valores democráticos, pero apoyada por el más amplio espectro de colectivos sociales, profesionales y de todo tipo interesados en fortalecer las ideas de progreso, libertad, igualdad y justicia social.  

Blog de Iniciativa de Clase: http://iniciativadeclase.blogspot.com.es/      

ALFON LIBERTAD

La vida de un joven de 21 años se consume entre los barrotes de una prisión. Alfonso Fernández salió de su casa el pasado 14 de noviembrepara ir junto a su novia a uno de los piquetes de su barrio, Vallekas. A escasos metros de su domicilio fueron detenidos y llevados directamente a la Brigada de información, donde sufrieron interminables interrogatorios extrajudiciales por parte de varios policías encapuchados que no pararon de amenazar, utilizando incluso posibles consecuencias contra su familia, novia y amigos con el fin de buscar información o una autoinculpación de un delito que no han cometido. Ambos son acusados de tenencia de explosivos, delito para el que el artículo 568 del Código Penal establece penas de 4 a 8 años. Al margen de las contradicciones y diferentes versiones policiales para demostrar que portaban algo que en realidad nunca llevaron encima, en el material explosivo que supuestamente les requisaron no han encontrado ni una sola huella de ninguno de los dos detenidos, como ratificó el propio fiscal ante el juez, y eso que fueron muchas y minuciosas las pruebas que realizaron. Tampoco encontraron nada que sostenga esta acusación en los registros a ambos domicilios, en los que la Brigada de Información, siempre encapuchados, volvió a atosigar a las familias, como si no tuvieran bastante con ver a sus hijos tratados como verdaderos terroristas.

Estas detenciones fueron utilizadas como excusa para registrar uno de los puntos de reunión de Bukaneros, grupo de seguidores del Rayo Vallecano al que solía acudir Alfon para animar al equipo de su barrio. Tampoco encontraron nada que pudiera argumentar la acusación de tenencia de explosivos, pero ya había logrado la Delegación del Gobierno criminalizar a un colectivo cuyas reivindicaciones sociales están alcanzando cada vez más notoriedad pública. Perfecto montaje para matar varios pájaros de un tiro.

Aún así, y pese a todas las evidencias de tratarse de un nuevo montaje policial, Alfon no sólo no es puesto en libertad (como su novia, a la espera de juicio), sino que tras presiones de instancias más altas el juez decide enviarlo a prisión preventiva. El propio fiscal reconoce que no existe riesgo de fuga, ya que el joven tiene arraigo familiar y cumple con las premisas para no poder ser aplicado el riesgo de fuga, pero entonces se sacan de la manga una supuesta ‘alarma social’, que no sólo es absolutamente falsa sino que también es ilegal, ya que no consta en la ley de enjuiciamiento criminal para aplicar la prisión preventiva, siendo el único detenido el 14-N en toda Europa en esta
situación.

Pero no sólo les basta con secuestrarlo, sino que a los pocos días le aplican el régimen FIES, que supone entre otras muchas cosas la intervención de todas las comunicaciones, incluidas las que tiene con familia y abogado, restricciones severas, hostigamientos… Una cárcel dentro de la cárcel, declarado ilegal no hace mucho y denunciado por numerosos organismos a nivel mundial. La escalada represiva va más allá, dedicándose la Brigada de Información a acudir a domicilios, a puestos de trabajos y a hacer seguimientos a varios amigos de Alfon por el simple hecho de haberle escrito a prisión.

La Audiencia ha rechazado el recurso contra la prisión preventiva, aceptando la ilegalidad de la ‘alarma social’ como principal motivo, pero inventándose ahora el de ‘riesgo de fuga’, el mismo que el propio fiscal reconoció no existir desde el principio. No solo existe montaje policial alimentado por intereses políticos, sino cobertura judicial para llevarlo a cabo.

Es muy fácil encarcelar y torturar a un joven de clase obrera, mientras políticos y empresarios corruptos gozan de total impunidad o mientras el estado indulta a miembros de las fuerzas de seguridad acusados de torturas.

Es por todo ello que familiares, amigos y compañeros de Alfon, así como todas las organizaciones y colectivos firmantes, exigimos su libertad inmediata y la absolución de todos los detenidos el 14-N.



15 de diciembre de 2012

TURISMO DE FAVELA


NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG

El artículo que les presento tiene cierto sabor cristiano, a ONG alterglobalización, de esas que hablan de pobreza e injusticia social pero no van a la raíz del problema, que no es otro que la existencia del sistema capitalista mundial, fuente de toda desigualdad humana.

Aún así me ha parecido interesante reproducírselo aquí por lo que tiene de crítica a esa mentalidad hipócrita del viajero cosmoputita, a lo Phileas Fog que, no contento con su deseo de visitar los 194 países, que aproximadamente la ONU reconoce como tales, antes de diñarla, desea además ser original y darse una patina de “contacto cultural profundo” con la realidad hard de esos países y vivir experiencias “emocionantes de la muerte”, ya sea viendo un talibán de cerca o aspirando el rancio olor de la pobreza en las favelas de Río de Janeiro. Lástima que ni los talibán ni los pobres de las favelas practiquen el canibalismo. Así, las experiencias del viajero mirón-cosmoputita serían más intensas.  

Les dejo, sin más, con este breve pero interesante artículo. 
Turismo de favela.
Jesús Jiménez Prensa. Alainet

Existe el turismo de miseria. Existe en Brasil, en India, en Sudáfrica, en México y en Kenia, de momento. Es el turismo que refleja la pobreza, la marginación, y sobre todo la desigualdad. Que la busca y quiere fotografiarla. Que se asienta en la seguridad de sentir un miedo inacabado, de ver armas, quizás drogas, y saber que todo está asegurado, que la realidad empieza cuando los blancos se hayan ido.

Cuando nos hayamos ido. Es fácil escribir en una computadora conectada al mundo, pero al menos esto se extiende y genera información. Quizás un no o un rechazo por los blancos que pagan este tipo de turismo. Turismo o periodismo. Al menos periodismo.

El turismo fue desde siempre una actividad económica que reflejó las desigualdades del mundo, especialmente las del Norte y el Sur, las de Occidente y no Occidente. Los alemanes viajan a India, los estadounidenses a Tailandia. Los británicos a las Islas Canarias. Los del norte de Italia al sur y Calabria. Los españoles a las playas de Túnez. Los franceses a sus antiguas colonias. Buscan sol y buenas temperaturas, pero siempre la mejor oferta al menor coste. Y así hasta que el orden del mundo quizás se altere.

En Brasil el turismo en las favelas de Río de Janeiro empezó en 1992, con la empresa Favela Tours. Hoy día la empresa realiza dos viajes al día. Un viaje que se inicia con la recogida de los turistas en sus respectivos hoteles, donde una furgoneta con aire acondicionado les llevará hacia las colinas donde se extiende la favela de Rocinha, una de las más grandes de Río, con cerca de 70.000 habitantes.

Del hotel a las callejuelas serpenteantes de la favela, de la furgoneta acondicionada al calor sofocante. De la comida del buffet del hotel al arroz y judías de los cariocas de Rocinha. Del ascensor al sudor de llevar la compra hasta arriba. La desigualdad explotada, convertida en curiosidad explotadora por el turismo de la desigualdad. Algo falla.

Otra empresa es Don’t be a gringo! Be a local (¡No seas un extranjero! Sé de la ciudad), creada en 2003. La idea que ofrecen es que Río de Janeiro debe ser visitado al completo, con favela incluida, como si fuese algo para coleccionar. No te lleves a casa una parte de la ciudad, llévatela toda en tu cámara fotográfica. Su viaje dura tres horas, se sube en moto hasta lo alto de la colina y se baja a pie. Lo bueno es que en el paquete se incluye las conexiones desde el hotel y un guía que habla sobre la vida en la favela.

Los turistas son todos blancos, vestidos para el calor y de colores. Todos sonríen cuando los fotografían. Son felices. No tienen miedo y saben que eso que ven se acaba luego y rápido, en menos de tres horas. Que esos niños negros que les ofrecen una batucada con cubos y baquetas artesanales de madera se quedarán allí y se acabó. Ellos volverán a sus países de blancos, donde podrán contar que estuvieron en una favela carioca, y que no les pasó nada, pero vieron todo.

Se hacen plaquitas de recuerdo para vender a los turistas, se permite hacer fotografías a las casas y a las personas. Incluso una vez, cuenta la socióloga brasileña Bianca Freire Medeiros en su libro sobre el turismo de favela, una turista blanca levantó la tapa de una sartén para ver lo que estaba cocinando aquella mujer de la favela. Le tuvieron que decir que eso no se hacía, que aunque pareciese un zoológico, pues podían hacer fotos a los negros, llevarse recuerdos a casa y recibir la ayuda de un guía especializado, pero no tenían derecho a inmiscuirse en sus vidas, pues lo mismo se llevaban un susto. Ante todo respeto y cada uno a lo suyo.

“Algo que les interesa mucho a los turistas son los rostros. En la favela de Rocinha los negros son los más fotografiados. A través de las fotografías de los turistas se tiene la impresión de que la favela es negra. Esto demuestra que la pobreza tiene cara y tiene color. La pobreza es negra”, escribe Medeiros. Y duele.