23 de marzo de 2017

PODEMOS ENCONTRÓ A LOS “EMPRESARIOS PATRIÓTICOS” EN EL HOTEL RITZ

Ramón Espinar y Lorena Ruíz Huerta en el
Foro de Nueva Economía (la de siempre, la capitalista),
como puede apreciarse en buena compañía, la del
 vendeobreros Toxo y la del reaccionario monárquico
Luis María Ansón
Por Marat

Un amigo y lector del blog me ha pedido en un comentario efectuado en una red social, con un cabreo del 15 (yo también), escribir sobre la última genialidad podemita consistente en oponer a su penúltimo invento - “la trama”- los “empresarios patrióticos”, especie de criatura imaginaria, de entidad similar a la de los hipogrifos.

A los amigos y a Hacienda conviene, por distintos motivos, hacerles caso. Así es que aquí me hallo, tratando de hilvanar un texto mínimamente más coherente que el argumentario político de la secta podemita. No será muy difícil, incluso intentándolo hacer mal a propósito.

Sobre la boludez de “la trama” he escrito recientemente, por lo que me remito a dicho texto. El caso es que, cuanto más desarrollan el concepto los del círculo morado, más se pierden en sus propios jardines y en su indigencia intelectual. Es lo que pasa cuando construyes la base -hipótesis- de tu edificio teórico con material de derribo y de mala calidad: que según avanzas en la construcción de los pisos, mayor es el riesgo de que caiga por su propia inconsistencia y te golpeen los cascotes en la cabeza.

Si “la trama” arranca del supuesto, omitido por falso, de que el Estado puede ser neutro en cuanto a los intereses que representa y defiende -algo completamente falso desde el momento en que todas las Constituciones de países capitalistas defienden la “libertad de empresa” o propiedad privada de los medios de producción. Y su desarrollo jurídico va dirigido a sustentar y proteger este principio- y que son las connivencias entre grandes empresas, políticos y partes del cuerpo administrativo del Estado y medios de comunicación las que manchan esa “ética impoluta” del Estado, lo de los “empresarios patrióticos”, antítesis de la trama, es la consecuencia del punto de arranque de un falsario.


No se pueden decir más estupideces de un modo más condensado.

No solo hacen un corte de mangas al hecho de que todo Estado es siempre el Estado de la clase dominante y que, por tanto, su naturaleza expresa unos intereses de clase determinados y ello no por corrupción sino por Constitución misma, sino que hacen tabla rasa de la internacionalización del capital, algo que viene sucediendo desde hace más de 150 años de un modo creciente.

Y esto, la internacionalización del capital, no sucede por ninguna desviación moral de los principios que rigen la economía y la política, sino porque en su desarrollo necesita, a la par que conquistar nuevos mercados, una mayor concentración, a la vez que una creciente financiarización de la economía. El propio reparto de papeles en la producción que otorga, de hecho, la UE a cada país, la interrelación de la economía europea y de ésta con el capitalismo norteamericano, explica muy bien lo que estoy diciendo, siempre dentro de un marco de relaciones centro-periferia, también dentro de los países centrales del capitalismo. En definitiva, dentro del escenario mundial capitalista, la economía española es también dependiente del capital extranjero, especialmente del que ostenta posiciones hegemónicas a nivel internacional. Todo esto no sucede por ninguna corrupción de las reglas de juego del sistema sino por las propias necesidades expansivas del capitalismo que, o se desarrolla y crece, o se viene abajo. Las formas en las que lo haga son secundarias. La corrupción, en todo caso, es una consecuencia de un sistema de dominación de clase dado, no algo que sea disfuncional al propio sistema. Pero, cuando se prefiere ocultar lo esencial y quedarse con la parte más llamativa es porque se está haciendo un juego de tahúres políticos que intentan salvar al sistema, dando a entender que las razones de lo que sucede no están en él sino en otro lado.

Hoy la difusión política se ha convertido en un manual de simplezas para dummies. El más demagogo, el que tiene menos escrúpulos para tratar a los receptores de sus contenidos como menores de edad mentales, es el que triunfa porque, ente otras cosas, ningún medio de comunicación del capital -todos- le va a enmendar la plana y a desmentir, dado que ese tipo de embustes salvan la base del capitalismo -la explotación- y lo legitiman, al dejarlo al margen de la crítica a sus propios fundamentos.

En cuanto a los “empresarios patrióticos” que, según esos “cráneos previlegiados” (“Luces de Bohemia”) podemitas, son los que crean el 80% del empleo, mientras que el Ibex35 en sus propias palabras “solo ocupa al 20%” de la población asalariada, me pregunto si les suenan los conceptos de “empleo indirecto” y de “empleo inducido”. Les sugiero que echen una mirada a las empresas que integran el Ibex35. El capitalismo es un sistema porque posee una organización en la que los elementos económicos y la actividad empresarial se encuentran entrelazados e integrados mucho más allá de lo directamente visible. Descontando a las empresas del Ibex35 que son entidades financieras (8 de las 34 actuales), las de tipo industrial y de servicios generan a su alrededor múltiples actividades industriales y de servicios, bien como empleos indirectos (en empresas proveedoras de equipos y de materiales, subcontratas, proveedores de uniformes para la misma, empresas de seguridad, caterings, mantenimiento, etc., etc.), bien como empleos inducidos: actividades y empresas que surgen a su alrededor, aunque no mantengan un vínculo contractual con dichas grandes compañías. Se encuentran en el entorno físico más o menos próximo a las mismas, dado que sus empleados no suelen vivir demasiado lejos de ellas (restauración, alimentación, bebidas, sectores ligados al ocio, consumo en general, etc.).

Quede claro que no estoy defendiendo ninguna tesis de un “capitalismo nutricio” (grandes empresas) frente a otro menos “proveedor”. El capitalismo es un sistema de relaciones entre empresas y de relaciones sociales de producción que conlleva una estructura de dominación de clase, ya sea “internacional”, “patriótico” o mediopensionista. Y sobre él se edifica la explotación de una clase social por otra. Simplemente estoy desmontando la tesis de que haya un capitalismo que cree tal porcentaje de empleo por sí mismo, tal y como sostienen estos defensores del “empresario patriótico”.

Por otro lado, al capitalista “patriota” no le tiembla la mano al sustituir mano de obra por tecnología, al aprovecharse de los nuevos sistemas de contratación, cada vez más precarios, al incrementar sus beneficios sobreexplotando a plantillas de trabajadores cada vez más reducidas, al exigir el cumplimiento de horas “extraordinarias” no remuneradas, al pagar salarios cada vez más bajos, exactamente igual a como lo hace la gran empresa del Ibex, o incluso peor, porque en muchas pymes la posibilidad de reivindicar, sindicarse o hacer huelga es aún menor que en las grandes, precisamente por la menor capacidad de presión de sus empleados.

No quiero dejar pasar el tufillo fascista que tiene la expresión “empresario patriota”, aunque pasado por las influencias teóricas de Laclau. Pero se me dirá: “Laclau no era un fascista”. A lo que es muy fácil responder: “Era un peronista”. Y Perón tenía una concepción fascista, organicista y corporativista del Estado y de la estructura social. Un planteamiento que tomó del propio Mussolini. No en vano, ambos salían al balcón de sus correspondientes residencias presidenciales a recibir los baños de masas que les rendían las entidades gremiales de empresarios y trabajadores creados por sus sistemas políticos para integrar en un “abrazo” nacional la conciliación de clases en formato “patriótico”. Espero que no me venga ningún listo a decir que el concepto de “empresario patriótico” ha sido recogido del pensamiento político bolivariano porque las reminiscencias del mismo son anteriores y lo bolivariano no bebe siempre de las mejores tradiciones ideológicas del movimiento obrero.

Seguramente Marine Le Pen no estaba informada de la apelación podemita a los “empresarios patrióticos” cuando afirmó que "Podemos existe porque en España no hay un Frente Nacional". Si hubiera conocido esta nueva propuesta podemita se habría dado cuenta que en España sí que hay un Frente Nacional, solo que se llama de otro modo.

Quiero hacer un pequeño aparte en el análisis de esta tontuna de “la trama” y del “empresariado patriótico” para referirme al modo en el que Podemos introduce la perspectiva de género en todo ello, no así la de clase...trabajadora, porque la burguesa ya la ha metido hasta la cocina.

Afirma Pablo Iglesias que es el momento de abanderar "una patria plurinacional con quienes de verdad trabajan aquí, la mediana y pequeña empresa y las mujeres".

Ese modo de meter a las mujeres en la macedonia con “empresarios patrióticos”, la “trama” y las “pymes” suena a un electoralismo que tira para atrás, según desvela, a su pesar, la dirección de Podemos: “Las mujeres que están consiguiendo marcar las elecciones, como ha pasado en Austria y Holanda" ¡Vamos, que no es cosa de olvidarse de esa franja del electorado tan numerosa! Pero que aludan tan directamente a la perspectiva de género me hace pensar que se han apuntado a la corriente feminista dominante, la burguesa, esa que hace tanto hincapié en la falta de presencia de las mujeres en los Consejos de Administración de las grandes corporaciones, como si la emancipación del género humano, y específicamente de la mujer trabajadora, de la explotación pasara por sustituir a empresarios por empresarias. No es muy explícito Podemos al respecto pero, cuando afirma que “sólo entre el 1% y el 3% del patrimonio está en manos de las mujeres”, da la impresión de que habla más bien de la propiedad del capital, y de su distribución por sexos, que de los bienes de los habitantes del país en general.

Ironizando ligeramente diré que quizá Ramón Espinar (hijo) asistió, acompañado por la gran activista de la pista anticapitalista, Lorena Ruiz Huerta, al acto del Foro de Nueva Economía (del que forman parte numerosos grandes empresarios), en el Hotel Ritz, en el que hablaba Carmena -la de “Tranquilos, yo no soy comunista” y de “No podemos tener un Madrid tercermundista de 'okupas', de gente sin derechos, de gente que resuelva sus problemas en contra de la ley”- , como embajador podemita de buena voluntad a buscar a los “empresarios patrióticos”.

Al fin y al cabo, tiempo atrás su mesías y ser de luz, Pablo Iglesias, le precedió en el mismo foro. Y es que los dos saben dónde hay que ir cuando les llaman sus amos: donde está el auténtico poder, en la "economía de libre mercado". Y lo demás..."teatro, puro teatro" 

20 de marzo de 2017

6 AÑOS DE LA INVASIÓN DE LA OTAN EN LIBIA: UN PAÍS MASACRADO

Telesur

Tras seis años de la intervención militar de la OTAN en Libia, el país se encuentra devastado y los grupos terroristas se han extendido por su territorio. El caos, los desplazamientos forzosos, la inseguridad y la incertidumbre matizan la vida diaria de la población.

El 19 de marzo de 2011, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) emprendió una agresión militar. Sin dilación, la noche de ese día comenzaron los bombardeos sobre el país.

Paralelamente, se llevaron a cabo medidas de embargo para congelar activos de la National Oil Corporation y del Banco Central de Libia. De esta manera, las reservas internacionales del pueblo libio fueron arrebatadas por Occidente.

La ofensiva imperialista comenzó en Bengasi, la segunda ciudad de Libia, en la que se destruyó el aeropuerto y el puerto, que dejó incomunicados a decenas de miles de libios.

Mustafa Abdul Jalil, líder del Consejo Nacional de Transición de Bengasi en 2011, admitió que los manifestantes asesinados en Bengasi por la acción de la OTAN, fue responsabilidad de un grupo de espías y mercenarios que no eran libios.

Los libios de piel oscura sufrieron la exclusión y el despojo de sus derechos, su estatus socioeconómico y político con el derrocamiento del Gobierno. El tratamiento a los libios de piel oscura bajo el gobierno de Gaddafi había sido elogiado por el propio Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en un informe de 2011, que señaló que el líder libio “hizo todo lo posible por asegurar su desarrollo económico y social, específicamente para suministrar oportunidades económicas y protecciones políticas a libios negros y a trabajadores migrantes de países africanos vecinos”.

En apenas siete meses de operación militar, la OTAN efectuó 10.000 ataques con 40.000 bombas y misiles contra los libios. Como resultado, 120.000 libios murieron de acuerdo a cifras de la Cruz Roja Internacional.

Trípoli, la capital, fue bombardeada poco después de Bengasi. Enfrentamientos entre las milicias y fuerzas leales a Gaddafi dejaron miles de desplazados.

El enfrentamiento entre grupos extremistas que operan en Libia ha provocado el desplazamiento de más de 400.000 personas y una situación de incertidumbre para las personas atrapadas en las zonas de conflicto, según un informe de la ONU sobre la situación en este país publicado el 23 de diciembre de 2014.

Con el asesinato de Gaddafi surgieron milicias afines al EI como Farj Libia, Libyan Islamic Fighting Group, Ansar, Al Sharia y otros minoritarios. “Hay muchos grupos armados, unos 1.700, con muchos objetivos distintos.

Como resultado de la intervención militar de la OTAN, que propició el derrocamiento del gobierno libio, surgieron dos parlamentos y dos gobiernos paralelos, uno en Trípoli -apoyado por las milicias Fajr Libia, aliadas de Misrata- y otro en Tobruk (a más de mil kilómetros de distancia), reconocido por Occidente. Cada uno de ellos luchan por ganar el apoyo de las miles de milicias que se enfrentan en el país y ha dejado como resultado una nación con profundas divisiones regionales, étnicas y locales.

En 2016, un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) alerta nuevamente sobre las violaciones de derechos humanos en Libia, entre ellas, las miles de decapitaciones, detenciones arbitrarias, torturas con electricidad y golpes.

El documento revela que la situación en el país no ha cambiado desde el 2014, cuando otro informe de la ONU advirtió sobre los ataques indiscriminados contra civiles, bombardeos de hospitales, secuestros, torturas y ejecuciones ilegales.

Entretanto, la OTAN se prepara para una nueva posible invasión. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, entregó recientemente a la Casa Blanca un plan en el que se detalla el paso a paso para poner en marcha operaciones militares en toda Libia con la supuesta intención de combatir el terrorismo.

Antes de las bombas de la OTAN, Libia tenía el nivel de vida más alto de África e incluso por encima de Rusia, Brasil y Arabia Saudita.

La electricidad era gratuita para todos los ciudadanos y la vivienda era un derecho. En este sentido, a los recién casados se les otorgaba el equivalente a 50.000 dólares para comprarse una casa.

En materia de salud, si un libio no podía hallar la educación o atención médica que buscaba, el gobierno de Gaddafi les daba los fondos necesarios para conseguirlos fuera del país.

Cualquier persona que deseaba ser agricultor recibía gratis tierra, una casa, animales, equipo de agricultura y semillas y en caso de haber pedido un préstamo de cualquier tipo, la tasa era de un 0 por ciento de interés por ley.

En otros aspectos, la economía libia era libre del Fondo Monetario Internacional. El banco central libio emitía dinero sin deuda, a diferencia del bloque occidental que la atacó militarmente.

El monumental proyecto Gran Río Artificial, que proveyó de agua gratuita a los libios y otros pueblos africanos, fue bombardeado por la OTAN y provocó una crisis acuífera en Libia, sobre todo en Trípoli.

Con la intervención militar de la OTAN, liderada por Estados Unidos, el pueblo libio perdió su prosperidad, calidad de vida y estabilidad política y social.


17 de marzo de 2017

“CASTA” O “TRAMA”, LA TÁCTICA “PROGRE” DEL ENGAÑO ES LA MISMA

La trama. Sin comentarios
Por Marat

Un amigo y camarada querido me recomienda ahondar en el análisis de lo que son y representan los “progres” y me sugiere deslindar a las organizaciones de matriz obrera histórica de esa cosa en la que ha devenido el aún publicitado término “izquierda” bajo la forma del neolenguaje “progre”.

Tiene mucha razón mi amigo. Tanto la socialdemocracia histórica, de carácter reformista, a partir de Bernstein, como la corriente comunista, que arranca de Marx y Engels y continúa con Lenin, Rosa Luxemburgo y otros, tienen algo en común. Nacen de la clase trabajadora, van a la clase trabajadora y son parte de esa misma clase.

Hoy la socialdemocracia histórica, convertida en social-liberalismo del capital, agoniza, y la nueva, no tiene nada que decir, salvo invertir términos para acabar en una Syriza o en Sanders que terminó apoyando a una genocida con trastorno de la personalidad como Hillary Clinton.

En cuanto a los comunistas, diría, siendo generoso, que no estamos precisamente en el momento previo a repetir lo de hace 100 años, el asalto al Palacio de Invierno. Entre las sectas trotskistas y las estalinistas se estableció el acuerdo tácito de convertir el oceáno del marxismo, que era un pensamiento vivo, abierto, insurrecto y humanista, en un riachuelo estancado con tendencia al lodazal y a las enfermedades fecales. El marxismo y la idea comunista son mucho más que ellos. Han tenido durante decenios una voluntad de hierro para conseguirlo. Finalmente, el marxismo es mucho más que sus despojos. No lo lograrán.

Los progres actuales son cínicos que han perdido la razón de aquello que les hizo ser seres vivos, los mayores, pero les ha “colocado” en muchos casos, y los jóvenes simplemente son ignorantes sin conexión con las luchas de los desposeídos. Tendrán que cagarla por sí solos. Podrán hacerlo. Soberbia no les falta.

Dicho lo anterior, uno tiene la impresión de que estamos en el peor de los escenarios políticos, sociales, ideológicos y, por supuesto, económicos, a pesar de las proclamaciones de buenaventura y de recuperación de los medios epígonos del capital y del conformismo de quienes dices cosas como “no hay posibilidad de revolución. Lo que hace falta, aquí y ahora (¡urgente! Rebajas por fin de existencias) es un gobierno de cambio”. Cuando nos aclaren su contenido y cómo harán para poner el cascabel al gato del poder económico, seguro que nos convencen.

No sé si la revolución social sucederá finalmente. Estoy convencido, con Rosa Luxemburgo, de que la disyuntiva es, ahora más que antes, “socialismo o barbarie”. Sé que el mundo capitalista lleva decenios dando signos de agotamiento pero, en tanto que no surja una fuerza esclava que, nacida de la contradicción entre la producción social y el beneficio privado, que se oponga con proyecto y voluntad propias, la agonía criminal de la dominación continuará.

Hace unos años llegaron con el mantra de “la casta”. No se sabía si hablaban de políticos o de poder económico; indefinición calculada al estilo de la los subproductos que vendía el 15M. Poco tardaron en convertirse ellos mismos en “casta política”, en demostrar que los cargos les enloquecían, que podían matarse entre ellos por lo que para muchos era su primer puesto de trabajo: Querían envejecer dentro de “lo viejo”. Han sido una camarilla de oportunistas sin escrúpulos. Para ellos lo ideológico y lo estratégico solo eran trampantojos de una lucha por el puesto, nunca por el poder. Jamás tuvieron voluntad de tomarlo por asalto, ni por consenso. Solo querían escañear sus currículums, que para eso son unos "preparaos".

Ahora, tras poner en evidencia que su Vistalegre II no era sino el esperpento de su propia fecha de nacimiento, han dado con un nuevo invento, tras salir flojos de remos del envite: han creado el término, que es menos que concepto, aunque quieran venderlo como idea luminosa, de “la trama”.

Leamos a los dos grandes teóricos podemitas del nuevo tótem llamado “trama”:

Entonces, ¿por qué centrar el debate en el término trama? Primero, como hemos dicho, porque define los poderes reales: económicos, políticos y mediáticos. En segundo lugar, porque enlaza con una subjetividad organizada; la trama se organiza, conspira, se articula y controla el poder del Estado, haciendo de la corrupción un componente estructural del sistema político. Aunque a alguno se le erice el pelo, la actual forma del Estado no es la de un régimen democrático salpicado por casos de corrupción, sino la de un régimen oligárquico atravesado por la corrupción y apenas disimulado por instituciones aparentemente democráticas. Más de cien años después, y con una larga dictadura de por medio, la descripción que Joaquín Costa efectuó de la Restauración canovista conserva una vigencia asombrosa: “no es el régimen parlamentario la regla, y excepción de ella los vicios y las corruptelas denunciadas en la prensa y en el Parlamento; al revés, eso que llamamos desviaciones y corruptelas constituyen el régimen, son la misma regla”(1)

Los firmantes de dicho texto son Monereo y Hector Illueca, dos pelotilleros de Anguita -el que decía aquello de que cumplir la Constitución y los derechos humanos sería revolucionario, como si ambos no consagrasen el derecho a la empresa privada, base del capitalismo y de la explotación- en su Frente Cívico. Y ahora podemitas

Ambos son dos subalternos que intentan colocar la idea de que el Estado bajo el capitalismo, y dentro de unas políticas de regeneración de la vida pública, es neutro, lo mismo que ya vendió en su día el PCE (“Eurocomunismo y Estado”, de Santiago Carrillo) y que el cadáver de dicho partido vuelve a mercadear ahora con su bufonada de que la dictadura del proletariado es la “democracia participativa”, como si la factura ideológica burguesa que ha ido adquiriendo el concepto en su evolución no fuera una grosera falsificación

Para algunos, el grupo de “Pablito y los podemitas” ha dado un giro a la izquierda con la puesta en circulación de su nueva palabra tótem: “la trama”. Si a ello se le une la convocatoria de manifestaciones el 25 de Marzo por los derechos sociales, a los que liga con los derechos humanos, señalando al Ibex 35 como el origen del mal de esos derechos y, apuntando hacia las connivencias de los dos principales partidos con el poder económico y mediático, la convicción de dicho giro será plena para quienes siempre se detienen en la apariencia, sin intentar rascar sobre su superficie para dar con la realidad. Nada más lejos que tal creencia.

En primer lugar, aunque la cultura política del podemita medio no sea muy elevada, ni siquiera en ese racimo de “politólogos” que dirigen el partido, en el caso de sus ideólogos, al menos en el de Illueca y Monereo, presuponer ignorancia es ser demasiado generosos con ellos. Simplemente son unos cínicos.

Por mucho que disimulen estos matones de la metafísica podemita, conocen a Marx y saben que, para él, el Estado capitalista es una superestructura determinada por la infraestructura económica sobre la que se asienta todo lo demás y conocen que, bajo el capitalismo, el Estado no es un órgano neutro moldeable según quien gobierne y su voluntad. No se les escapa aquello de “Hoy, el poder público viene a ser, pura y simplemente, el consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa” de “El Manifiesto Comunista” de 1848. Recurrir a Joaquín Costa, un regeneracionista, -con todas las connotaciones que tuvo el regeneracionismo en España, incluidas las más reaccionarias-, para explicar las viejas corruptelas, les revela como lo que son: pequeñoburgueses que solo pretenden limpiar, fijar y dar esplendor al Estado del capital al que quieren servir y ya, de hecho, sirven

En segundo lugar, al destacar las connivencias entre Estado, grandes corporaciones económicas y complejos comunicacionales, lo que hacen es enfatizar la corrupción que hemos mencionado, desviando con ello la naturaleza de la formación económica capitalista, sus relaciones de poder y entre las clases dominantes y subalternas (empresarios y trabajadores) y el andamiaje juridico-legal que sustenta todo el sistema y que lo dota de apariencia de legalidad.

El PP y la burguesía catalana del 3-4%, los empresarios corruptores, la Fundación Civio, Transparencia Internacional y, en general el sistema capitalista en España, estarán agradecidos con semejante enfoque. Contribuyen a dar fuerza de ley a la propuesta, que ya ha entrado en el Congreso de los Diputados, que ayudará a legalizar la corrupción, al enterrar bajo una serie de procedimientos legales cuestiones que no estarán presentes en los documentos de relación entre políticos/miembros de las administraciones del Estado y empresarios grandes, medianos y pequeños. Estos podrán continuar engrasando la máquina capitalista, bajo la apariencia de legalidad, como ya sucede en Estados Unidos y en muchos países de la Unión Europea. Aunque el artículo fue publicado hace mucho tiempo como para que hoy lo hicieran en el mismo lugar (ATTAC) y proviene de autora argentina, de otras latitudes distintas a Estados Unidos y la Unión Europea, la política y la legislación comparadas son disciplinas muy empleadas que ayudan a que nos sirva su reflexión. El texto, relacionado con las propuestas regularizadoras de los lobbies, se llama “Legalizar la corrupción.

En tercer lugar, al tener que ver el argumentario de “la trama” con el Ibex 35 -el libro del podemita Rubén Juste “Ibex 35, una historia herética del poder de España” es parte del complejo ideológico del asunto-, lo que se escamotea es un análisis de la crisis capitalista y de toda la estructura económica de España. Ésta es mucho más que el Ibex 35,

Se oculta, con un planteamiento como el de ·la trama”, la forma e la que las legalizadas nuevas relaciones laborales favorecen a la acumulación capitalista, a la vez que potencian la sobreexplotación de los asalariados y convierten a los parados en servidumbre barata y permanente (ejército industrial de reserva, que decía Marx, y que hoy podríamos llamar trabajadores de disponibilidad incondicional).

Bajo la consigna de que las ballenas del capitalismo español nos desposeen y roban queda enterrada la realidad de una pirámide social en la que todo propietario de empresa con trabajadores está en condiciones de hacer con ellos lo que quiera, no solo las grandes empresas, de las que no se mencionan ni las condiciones de trabajo ni las contractuales.
Es la vieja consigna tramposa indignada del 1% contra el 99%, como si no existieran ni la proximidad vital de la explotación concreta ni otra realidad empresarial que las 35 empresa citadas.

En cuarto lugar, en la medida en que la categoría “trama” se contrapone para los podemitas al concepto derechos, debiera llamar la atención que Podemos hable de los siguientes derechos concretos: ingresos, vivienda, infancia, sanidad, pensiones, servicios sociales, ayudas a la dependencia, alimentación y no precariedad-. Pero excluye el derecho al trabajo. Ello les sitúa en el marco de aceptación del concepto “ocupación efectiva del trabajador” del Estatuto de los Trabajadores. Éste indica que el empresario ha de facilitar al trabajador funciones propias de su categoría profesional -de acuerdo con la jornada que el trabajador tenga atribuida, y el resto de las condiciones pactadas en el contrato-, y los medios necesarios para su ejercicio, como consecuencia del contrato de trabajo y de la necesaria asunción del riesgo que ello implica. Pero ello no significa un compromiso real del empleador con el trabajador sino la aceptación de unas condiciones dadas, siempre que el trabajo realmente se efectúe; esto es, si te dan trabajo. Para ser más claros aún, para el Estatuto de los Trabajadores, que es el que de verdad rige, y no los derechos meramente enunciativos de la Constitución, si tienes trabajo, tienes los derechos señalados respecto al modo y condiciones de su desempeño, pero ello no significa en absoluto que tengas derecho al trabajo. Podemos, sibilinamente, se sitúa fuera de la defensa del derecho al trabajo. Es consciente de que en la práctica el tener un trabajo no es un derecho. Pero lo hace sin atreverse claramente a ofrecer, de modo explícito y alternativo, su vieja consigna de la Renta Básica Universal, que va y viene en su formulación, de la que, en un futuro capítulo expondré su carácter liberal, reaccionario y precursor del “búscate la vida, que ya no hay nada público, Págatelo con el dinero que te dimos”.

Por lo demás, no hay nada nuevo que ustedes, si quisieran, no debieran haber intuido ya. La decisión sobre lo que uno es en esta vida, yunque, martillo o masa amorfa, le corresponde a cada cual. Sigan disfrutando de First Dates y de Jugones. 


16 de marzo de 2017

EXPROPIACIÓN, FUNDAMENTO DEL CAPITAL

Ezequiel Hernández. Divulgación marxista

Famosamente dice Marx que el capital viene al mundo “chorreando lodo y sangre” (cap. 24 de "El Capital) y muestra una historia de violencia que fue desatada porque era necesaria para cumplir un fin, el fin último de la clase capitalista, que es la ganancia. Y la ganancia sólo puede producirse cuando una masa de desesperados se agolpa ante las puertas de las fábricas rogando que por piedad se les permita vender su capacidad de trabajo, para soñar con vivir al menos un día más. En el mundo de la igualdad de derechos y oportunidades.

Porque un hombre que tiene su propia tierra va a emplear su fuerza de trabajo para su propio provecho y no requiere del permiso de nadie para trabajar. ¡Un hombre así es libre, verdaderamente libre!

El hombre verdaderamente libre no le sirve al capitalista. Éste necesita hombres disminuidos, temerosos, que no tengan derecho a trabajar por su cuenta, en definitiva, hombres que no puedan ejercer la libertad que está impresa en las inútiles Constituciones. El hombre libre no necesita al capitalista, pero el capitalista necesita hombres que lo necesiten… entonces ¿qué hace? Convierte a los hombres orgullosos y dueños de sí mismos, en hombres despojados, castigados por la amenaza de un hambre que no pueden saciar por sus propios medios. Donde ayer bastaba el rudo esfuerzo para sobrevivir, ahora es necesario pedir permiso…

Esta fue la tarea en que se ocupó la burguesía desde que el mundo la parió. Primero fueron, en tanto campesinos acomodados de aldea, serviles cómplices de los señores feudales para ayudar a explotar a quienes eran sus compadres, los campesinos más pobres. En cuanto la presión de los tributos feudales se hizo demasiado pesada para estos pobres campesinos, fueron perdiendo tierras y ya no pudieron ser autosuficientes. ¡Acá empezó la fiesta! Se había separado al hombre de aquello que lo hacía autónomo, se lo había desposeído.

Ahora los campesinos acomodados podían venir “al rescate”. Ahora el hombre orgulloso necesita al capitalista. El que no tiene medios de producción necesita al que sí tiene medios de producción. El campesino acomodado por fin puede adueñarse de la capacidad de trabajar del hombre despojado, y se convierte plenamente en capitalista. Ahora puede pagar un salario lo suficientemente bajo como para extraer una ganancia de la relación asalariada, de la diferencia entre lo que paga al trabajador y el valor del trabajo que obtiene. De la explotación.

Y lo que empezó en el pequeño mundo feudal se universalizó con la expansión europea, con la conquista del mundo. Y a cada parte del planeta que el capitalismo quería transformar a su imagen y semejanza, la revolucionaba de la misma manera, “liberaba” a los hombres de su relación directa con la naturaleza, y aniquilaba las bases de su autonomía y de su verdadera libertad. Ningún país desarrolló un proletariado hasta que no se limitó y cercenó el acceso a la tierra, y miles y millones de campesinos fueron expulsados. Las oleadas de hombres buscando trabajo surgían de este proceso mundial de desposesión.


Marx explica todo esto en el cap. 24, y luego en el capítulo siguiente (cap. 25) presenta la prueba irrefutable (1) de la contradicción entre el capitalismo y el trabajo personal autónomo: estudia el proceso paralelo que necesariamente debe ocurrir en los territorios en donde el capitalismo se va expandiendo y forma colonias con personas que han podido adquirir tierras propias. Es el caso de colonias como Estados Unidos, Australia, etc. En algún momento el capitalismo necesita, para despegar y desarrollarse plenamente, primero: que se agote la disponibilidad de tierras, y segundo: que las tierras ya ocupadas por pequeños granjeros independientes sean expropiadas progresivamente, en un proceso de concentración de la tierra que a lo largo de décadas va liquidando al campesinado. Esto es lo que ocurrió en los casos mencionados y está ilustrado en el gran libro de Steinbeck “Las uvas de la ira” (de cuya película extraigo las imágenes). También es lo que vemos en nuestros días en China y en India, donde millones de campesinos son expulsados de sus tierras para pasar a formar la gigantesca reserva proletaria que el capitalismo mundial necesita.

Sin mas introducción, los dejo con un extracto del mencionado Capítulo XXV de El Capital (aunque es un capítulo tan corto que conviene leerlo directamente de la fuente, y completo):

La economía política procura, por principio, mantener en pie la más agradable de las confusiones entre la propiedad privada que se funda en el trabajo personal y la propiedad privada capitalista diametralmente contrapuesta , que se funda en el aniquilamiento de la primera. En el occidente de Europa, patria de la economía política, el proceso de la acumulación originaria se ha consumado en mayor o menor medida. En esta región, o el modo capitalista de producción ha sometido directamente la producción nacional en su totalidad, o, allí donde las condiciones aún no están desarrolladas, por lo menos controla indirectamente las capas sociales que siguen vegetando a su lado, capas degenerescentes que corresponden al modo de producción anticuado. El economista aplica a este mundo acabado del capital las nociones jurídicas y de propiedad vigentes en el mundo precapitalista, y lo hace con un celo tanto más ansioso y con tanta mayor unción, cuanto más duro es el choque entre su ideología y los hechos. No ocurre lo mismo en las colonias. El modo capitalista de producción y de apropiación tropieza allí, en todas partes, con el obstáculo que representa la propiedad obtenida a fuerza de trabajo por su propio dueño, con el obstáculo del productor que, en cuanto poseedor de sus propias condiciones de trabajo, se enriquece a sí mismo en vez de enriquecer al capitalista. La contradicción entre estos dos modos de producción y de apropiación, diametralmente contrapuestos, existe aquí de manera práctica. Allí donde el capitalista tiene guardadas sus espaldas por el poder de la metrópoli, procura quitar de en medio, por la violencia, el modo de producción y de apropiación fundado en el trabajo personal. El mismo interés que en la metrópoli empuja al sicofante del capital, al economista, a explicar teóricamente el modo de producción capitalista por su contrario, ese mismo interés lo impulsa aquí “to make a clean breast of it” [a sincerarse], a proclamar sin tapujos la antítesis entre ambos modos de producción. A tal efecto, pasa a demostrar cómo el desarrollo de la fuerza productiva social del trabajo, la cooperación, la división del trabajo, la aplicación de la maquinaria en gran escala, etcétera, son imposibles sin la expropiación de los trabajadores y la consiguiente transformación de sus medios de producción en capital. En interés de la llamada riqueza nacional, se lanza a la búsqueda de medios artificiales que establezcan la pobreza popular. Su coraza apologética se desmigaja aquí como yesca echada a perder.

(…) En primer término, Wakefield descubrió en las colonias que la propiedad de dinero, de medios de subsistencia, máquinas y otros medios de producción no confieren a un hombre la condición de capitalista si le falta el complemento: el asalariado, el otro hombre forzado a venderse voluntariamente a sí mismo. Descubrió que el capital no es una cosa, sino una relación social entre personas mediada por cosas (…)

Si el capital”, dice Wakefield, “estuviera distribuido en porciones iguales entre todos los miembros de la sociedad […], a nadie le interesaría acumular más capital que el que pudiese emplear con sus propios brazos. Es este el caso, hasta cierto punto, en las nuevas colonias norteamericanas, donde la pasión por la propiedad de la tierra impide la existencia de una clase de trabajadores asalariados“. Por tanto, mientras el trabajador puede acumular para sí mismo y lo puede hacer mientras sigue siendo propietario de sus medios de producción, la acumulación capitalista y el modo capitalista de producción son imposibles. No existe la clase de los asalariados, indispensable para ello. ¿Cómo, entonces, se llevó a cabo en la vieja Europa la expropiación del trabajador, al que se privó de sus condiciones de trabajo, y por tanto la creación del capital y el trabajo asalariado? Mediante un contrat social de tipo absolutamente inédito.

La humanidad… adoptó un sencillo método para promover la acumulación del capital“, misión que, naturalmente, desde los tiempos de Adán espejeaba en la imaginación de los hombres como fin último y único de su existencia: “se dividió en propietarios de capital y propietarios de trabajo… Esta división fue el resultado de un concierto y combinación voluntarios“. En una palabra: la masa de la humanidad se expropió a sí misma para mayor gloria de la “acumulación del capital”. Ahora bien, habría que creer que el instinto de este fanático renunciamiento de sí mismo debería manifestarse sin trabas especialmente en las colonias, pues sólo en éstas existen hombres y circunstancias que podrían transferir un contrat social del reino de los sueños al de la realidad. ¿Pero para qué, entonces, la “colonización sistemática“, antitéticamente contrapuesta a la espontánea y natural? Pero, pero, pero: “En los estados septentrionales de la Unión norteamericana es dudoso que una décima parte de la población pertenezca a la categoría de los asalariados… En Inglaterra… la gran masa del pueblo está compuesta de asalariados”. El impulso autoexpropiador de la humanidad laboriosa, en efecto, para mayor gloria del capital, tiene una existencia tan tenue que la esclavitud, según el propio Wakefield, es el único fundamento natural de la riqueza colonial. La colonización sistemática de Wakefield es un mero pis aller [paliativo], ya que tiene que vérselas con hombres libres, no con esclavos. “Sin esclavitud, en las colonias españolas el capital habría sucumbido o, por lo menos, se habría contraído, reduciéndose a las pequeñas cantidades que cualquier individuo puede emplear con sus propios brazos. Esto ocurrió efectivamente en la última colonia fundada por los ingleses, donde un gran capital en simientes, ganado e instrumentos pereció por falta de asalariados, y donde ningún colono posee más capital que el que puede emplear con sus propios brazos”.

La expropiación de la masa del pueblo despojada de la tierra, como vemos, constituye el fundamento del modo capitalista de producción. La esencia de una colonia libre consiste, a la inversa, en que la mayor parte del suelo es todavía propiedad del pueblo, y por tanto en que cada colono puede convertir una parte de la misma en su propiedad privada y en medio individual de producción, sin impedir con ello que los colonos posteriores efectúen la misma operación. Este es el secreto tanto de la prosperidad de las colonias como del cáncer que las roe: su resistencia a la radicación del capital. “Donde la tierra es muy barata y todos los hombres son libres; donde cualquiera que lo desee puede obtener para sí mismo un pedazo de tierra, no sólo el trabajo es muy caro en lo que respecta a la parte que de su propio producto toca al trabajador, sino que lo difícil es obtener trabajo combinado, a cualquier precio que sea“

(1) Lo que se llama consecuencia observacional, para quienes busquen formas de contrastar empíricamente la teoría marxiana.


15 de marzo de 2017

EL SUPREMO AVALA LA SUBCONTRATACIÓN DE SERVICIOS PARA ESQUIROLEAR UNA HUELGA

Diego Lotito. La Izquierda Diario

El Tribunal Supremo avala, contra una sentencia previa de la Audiencia Nacional, que se subcontraten servicios en una huelga. Impedirlo, dice la resolución, supone una protección "exorbitante" del derecho a la huelga.

La sentencia es precursora, qué duda cabe. Establece que los clientes de una empresa que no formen grupo económico con ésta pueden neutralizar la acción de una huelga subcontratando los mismos servicios.

Para el tribunal, impedir esto, como había resuelto la Audiencia Nacional en el mismo caso y ha entendido hasta ahora la jurisprudencia, supone una protección "totalmente exorbitante" del derecho a la huelga.

La resolución judicial fue dictada en noviembre de 2016, estableciendo un fallo opuesto al que previamente había emitido la Audiencia Nacional otorgando la razón al sindicato CGT en una demanda contra la empresa Altrad Rodisola, especializada en el montaje y alquiler de andamios.

El caso: Altrad Rodisola
Altrad Rodisola es una empresa especializada en montar andamios y aislamientos en obras de construcción en el sector químico y nuclear. El grupo francés Altrad, del que forma parte Altrad Rodisola, es un grupo presencia en una docena de países europeos, además de China, Estados Unidos o regiones como el norte de África y tiene un volumen de negocio de 861 millones de euros y unos beneficios netos de 49 millones de euros.

En 2015 la empresa comenzó un proceso de reestructuración para reducir costes, modificando arbitrariamente las condiciones laborales de la plantilla. El 20 de agosto de ese año los sindicatos organizados en la empresa convocaron a una huelga indefinida en la planta de Tarragona, acatada por el 90% de la plantilla de cerca de 130 trabajadores.

Durante el período que duró la huelga, varios de los trabajos que estaban paralizados por lo huelga fueron realizados por empresas subcontratadas por sus clientes, Dow Chemical y Basell Poliofelinas, que para prestar dichos servicios manipularon y modificaron andamios y materiales de Altrad.

Los sindicatos denunciaron estas acciones como una abierta vulneración del derecho de huelga. CGT llevó la denuncia a la Audiencia Nacional y la sala de lo Social le dio la razón al entender que, si la plantilla no hubiera estado en huelga por la defensa de sus condiciones de trabajo, dichos trabajos no hubieran sido realizados por otras empresas.

La decisión de la Audiencia Nacional se ajustó a la doctrina que hasta ahora ha dicho que estos servicios vulneran el derecho a la huelga. Pero sólo hasta ahora. Altrad presentó un recurso que encontró cobijo en el Tribunal Supremo, el cual dictó un fallo opuesto en la que sostiene que impedir la subcontratación supone una protección "exorbitante" del derecho a huelga.

Si se impidiese a los destinatarios de los trabajos, que no lo tuvieran prohibido por contrato, contratar con otras [empresas], llegaríamos a sostener que los consumidores habituales de un comercio no pudieran comprar en otro, en caso de huelga en el primero, o que la empresa que tenga que realizar determinados trabajos no pudiera recurrir a otra empresa de servicios”, especifica el fallo.

En la sentencia que ahora viene a anular el Supremo, la Audiencia Nacional, por el contrario, había señalado que “los actos vulneradores del derecho de huelga pueden ser realizados por terceros empresarios distintos del titular de la empresa o centro de trabajo en cuyo ámbito se produce la huelga, si tales empresarios tienen una especial vinculación con aquél, como sucede en nuestro caso, en el que la demandada presta servicios para los mismos, y tal vulneración se produce mediante los actos del empresario principal que acude a contratar los servicios de una nueva empresa contratista para realizar los trabajos que debían ser desarrollados por los trabajadores que ejercen su derecho a la huelga”.

Para la Audiencia Nacional, “la vulneración tiene como efecto neutralizar el legítimo derecho a la huelga” y la empresa “lo único que hizo fue comunicar a sus clientes la huelga para que pudieran subcontratar temporalmente los trabajos que Altrad hubiera desarrollado durante el transcurso de la huelga, sin oponerse a que fuera manipulado por terceros su propio material”.

Estos fundamentos son los que el Tribunal Supremo ha venido a cargarse con su nuevo fallo, eximiendo a la empresa de cualquier responsabilidad por el accionar de sus clientes subcontratando los servicios que no podía prestar por la huelga.

Para el tribunal que se encuentra en la cúspide del poder judicial español, “no existe una vinculación que justifique hacer responsable a Altrad de una conducta en la que no ha participado y en la que no ha podido intervenir para tomar la decisión”.

Según el TS, la actuación de Altrad "consistió únicamente en comunicar a todos sus clientes que no podía realizar los trabajos comprometidos con ellas durante la realización de la huelga", y aún más, añade que Altrad "no tiene una vinculación con sus clientes que le permita codecidir con ellas la realización de esos trabajos por terceras empresas de la competencia, ni tampoco se benefició de ello, y sin que tampoco conste que hubiese colaborado”.

La sentencia, finalmente, establece que no puede adjudicarse a Altrad que “haya impedido o disminuido los efectos de la huelga, o menoscabado la posición negociadora”.

Defender el derecho a huelga
Los abogados de los grandes capitalistas ya se frotan las manos. En un artículo publicado en el diario Expansión, Íñigo Sagardoy, presidente de Sagardoy Abogados, cree que la sentencia “es importante porque sienta que la huelga es instrumento que se ejerce en el marco del contrato de trabajo como una medida de presión sobre el empresario mediante la imposición del perjuicio que deriva de la no prestación del trabajo”.

Aunque las implicaciones legales de la sentencia aún están por verse, la interpretación alternativa de la jurisprudencia relativa al derecho a la huelga que hace el Supremo ha dado estatus legal al esquirolaje mediante el mecanismo de la subcontratación de servicios, abriendo un portal a todo tipo de maniobras patronal para vulnerar el derecho de huelga.

En ese marco, resulta insólito que CCOO considere que en la sentencia el Supremo “no corrige su doctrina sobre el derecho de huelga”. En un comunicado publicado en su sitio web, el sindicato asegura que “no es cierto que la sentencia admita, sin más, que ante una huelga convocada, se pueda suplir la actividad de los trabajadores acudiendo a subcontratas. La empresa que es objeto de convocatoria no puede acudir a esa forma de esquirolaje para desviar la producción, y en este punto la Sentencia no introduce ningún cambio. Tampoco admite que otras empresas, si están vinculadas con la que es objeto de huelga, puedan desviar la producción por cualquier vía”.

Esta visión tranquilizadora se corresponde con la actitud de pasividad y displicencia que caracteriza a CCOO (y sus socios de UGT), que desde el estallido de la crisis capitalista en 2008 han jugado un papel de contención de la lucha de clases, optando en cada momento crítico por buscar la “paz social” a costa de entregar cada vez más conquistas y derechos de la clase trabajadora.

Cuando los capitalistas están en crisis es cuando se caen las máscaras y ya no se toleran el derecho de huelga, como tampoco el de reunión, de libertad de prensa, etc. Este proceso de cercenamientos de las libertades democráticas más elementales es el que viene avanzando a paso rápido y con violencia en los últimos años en el Estado español, a golpe de leyes mordaza, procesos judiciales… y también de sentencias como la del Tribunal Supremo.

El derecho de huelga es, sencillamente, el derecho de la clase trabajadora a coaccionar sobre la producción y la circulación de las personas y mercancías como un derecho legal y legítimo. La defensa irrestricta de este derecho es una lucha elemental en la que deben embarcarse todas las organizaciones obreras, políticas y sociales que se jacten de defender las libertades democráticas. CCOO y UGT, lejos de sacar mensajes tranquilizadores, deberían denunciar duramente este nuevo ataque y convocar a la movilización en defensa del irrestricto derecho a la huelga y contra todo tipo de vulneración de este derecho fundamental.

Como escribiera Walter Benjamin, “según la concepción de la clase obrera –opuesta a la del estado–, el derecho de huelga es el derecho a usar la violencia para imponer determinados propósitos”. Hay que defenderlo con uñas y dientes.