Vadim
Somadurov/Svobodnaya Pressa.Slavyangrad
Traducción
de Nahia Sanzo
Pese
al gran fervor militarista, en la sociedad ucraniana no han
desaparecido tampoco las tendencias pacifistas. Según los datos de
una encuesta sociológica realizada por el Centro Razumkov a finales
de marzo, el apoyo a la separación de Donbass del resto de Ucrania
ha aumentado del 17,9% al 21,5% en el último año. Hay motivos para
creer que los deseos de la élite ucraniana de que ATO continúe
hasta el final son imposibles debido al estado real de las fuerzas
armadas del país.
Pese
a los vehículos cedidos por la OTAN que ha registrado la OSCE, el
Ejército Ucraniano no ha conseguido restablecer completamente la
capacidad de combate tras la derrota de Debaltsevo. Los napoleónicos
planes de producir 125 tanques “Oplot” al año en la planta de
Malysheva de Járkov se quedaron en los planes y desde entonces la
compañía ya ha reemplazado a tres directores. Pese a que el
presidente del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional, Oleksandr
Turchinov, prometió recientemente nuevas armas para las fuerzas del
orden de Ucrania y el primer ministro Yatseniuk habló del aumento de
hasta 300 millones de dólares del presupuesto para la Guardia
Nacional, los oficiales tendrán que esperar para el prometido rearme
de las fuerzas armadas ucranianas.
Es
difícil hablar de un rearme del ejército a gran escala en un
momento en que, según datos conservadores aportados por el
presidente Petro Poroshenko, a finales de 2015 Ucrania había
destruido el 10% de su capacidad industrial y, según datos
oficiales, la producción había caído un 16,4%, con gran parte de
la industria militar en permanente guerra por la propiedad. La
consecuencia es que en estos momentos Ucrania no cuenta con recursos
suficientes para dar un golpe definitivo que destruya las Repúblicas
Populares. Además, en caso de reintegración forzosa de Donbass en
el espacio ucraniano, Kiev se encontraría con tres o cuatro millones
de residentes absolutamente desleales al sistema político
postmedieval actual.
Incluso
ahora, a pesar de las periódicas redadas del SBU, en la parte del
sudeste del país controlado por Ucrania el Bloque Opositor [que
sustituyó al antiguo Partido de las Regiones de Yanukovich tras el
golpe de Estado de 2014-Ed] sigue consiguiendo con obstinada
persistencia victorias electorales y se mantiene un fuerte
sentimiento antiucraniano. Y la población de la RPD y la RPL, para
los que las nuevas autoridades ucranianas traen a la memoria el
desagradable recuerdo de los bombardeos de barrios residenciales y
víctimas civiles, puede ser para Kiev como una bomba colocada bajo
el ya de por sí frágil sistema político ucraniano.
A
pesar de todos estos evidentes puntos, políticos ucranianos, líderes
de partidos y funcionarios del Estado rivalizan con militaristas
exigencias de que “ATO continúe hasta el final” y las tropas
ucranianas infringen con envidiable regularidad la tregua exigida por
los acuerdos de Minsk. Roman Bezsmertny, representante oficial de
Ucrania en Minsk, habló recientemente de la “presunción de
culpabilidad” de las milicias. El propio Poroshenko exigió a Moscú
“salir de Donbass” y los comentaristas progubernamentales llaman
a las autoridades a actuar de forma más valiente y más agresiva.
Ni
la crisis política, ni el conflicto entre las diferentes facciones
del Gobierno, las recurrentes huelgas y protestas o el precario
estado de la economía han enfriado el fervor de los defensores de la
Ucrania unida. Pero parece haber llegado el momento de dejar de mirar
a Donbass y solucionar los muchos problemas que aún existen en el
territorio que Ucrania sí controla. Pese al aumento del sentimiento
pacifista, según una encuesta realizada en febrero por el Instituto
Gorshenin, una parte significativa de la sociedad ucraniana (34,1%)
sigue apoyando la idea de que las tropas ucranianas ataquen las
Repúblicas Populares. Pese a las derrotas militares en Ilovaisk y
Debaltsevo y los numerosos problemas internos en el país, la
retórica militarista sigue encontrando fieles oyentes.
No
se trata de dañar el orgullo nacional de los ucranianos. Maidan, que
fue principalmente la consecuencia de la negativa del entonces
presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich, de firmar el Acuerdo de
Asociación con la Unión Europea (un documento similar al firmado,
por ejemplo, por Túnez, lo que no supuso que el país se convirtiera
en miembro de la UE), acarreó una serie de consecuencias negativas.
Tras
la masacre de Odessa y los bombardeos de Donetsk y de Lugansk, la
percepción general que en Rusia se tiene de Ucrania está firmemente
asociada a la guerra y a la muerte. Si la agresión de Kiev se evitó
en Crimea por la presencia de tropas regulares rusas, la guerra en
Donbass se ha convertido en el paradigma de la política ucraniana.
La existencia de las Repúblicas permite, en primer lugar, que los
tozudos miembros de los batallones territoriales aprendan
regularmente su lección. En segundo lugar, permite recibir pequeñas
cantidades de dinero de la OTAN y, finalmente, la ley marcial que de
facto existe en las regiones adyacentes a la línea de contacto abre
numerosas oportunidades para diferentes tramas de corrupción.
Sigue
sin saberse en qué gastó Poroshenko los millones presupuestados en
otoño para la restauración de Donbass. Los soldados ordinarios del
Ejército Ucraniano y de la Guardia Nacional tampoco van a la zaga
del jefe de Estado: la venta de vehículos robados a la población de
la llamada “zona ATO” y el reparto de “trofeos” se hace
visible de vez en cuando para el público. Y de ahí a la negativa a
dejar ir a las Repúblicas o a cumplir con los compromisos adquiridos
con la firma del acuerdo de Minsk. Donbass se ha convertido en la
razón de ser del régimen ucraniano y, por desgracia, el significado
de todo ello se limita a la guerra, la muerte y la destrucción.
6 de abril de 2016
5 de abril de 2016
LA MARCHA APRESURADA DEL CAPITALISMO MAFIOSO
Jorge
Beinstein. Alainet
En
Argentina empieza a conformarse un régimen autoritario con
apariencia constitucional, convergencia mafiosa de camarillas
empresarias, judiciales y mediáticas monitoreada por el aparato de
inteligencia de los Estados Unidos, pero lo que demuestran los
primeros meses del proceso es que la tentativa tropieza con numerosas
dificultades que amenazan convertirla en una gigantesca crisis de
gobernabilidad. El contexto de su desarrollo es una recesión
económica que se va profundizando en marcha hacia la depresión, es
decir un funcionamiento económico de baja intensidad, con altas
tasas de desocupación, salarios reales muy reducidos y baratos en
dólares.
No
se trata del retorno del viejo neoliberalismo de los años 1990 ni
mucho menos de una imitación del régimen oligárquico de fines del
siglo XIX, sino de la tentativa de instauración de un sistema
mafioso, parasitando sobre una población desarticulada, albergando
grandes espacios de marginalidad y superexplotación laboral,
realizando un saqueo sin precedentes de recursos naturales. En esa
dirección se van imponiendo los instrumentos esenciales del régimen
dictatorial: control completo de los medios de comunicación,
reconversión integral del sistema de seguridad como apéndice del de
los Estados Unidos1, implantación de mecanismos de destrucción
económica y social a gran escala, despliegues mediático-judiciales
tendientes a extirpar a las oposiciones que no se subordinen al nuevo
régimen.
Sometimiento
colonial y decadencia periférica
Los
tiempos han cambiado, la “doctrina de la seguridad nacional”
vigente en la época de Videla y Pinochet coincidía con la visión
militar-profesional del Imperio, se trataba del control milimétrico
de la sociedad colonizada, administrada como un cuartel que coincidió
históricamente con la última etapa del predominio en los Estados
Unidos del “complejo militar-industrial” tradicional,
alianza entre la gran industria armamentista y los altos mandos
militares subordinando a las elites políticas. Resultado del
keynesianismo militar que marcó a la superpotencia desde la Segunda
Guerra Mundial y que entró en declinación en los años 19802.
Más
adelante el “Consenso de Washington” reinó durante la era
de Carlos Menem en Argentina, Collor de Mello y Cardoso en Brasil,
señalando el auge de la financierización de la economía y de la
política en los Estados Unidos y el conjunto de potencias dominantes
sin por ello dejar de lado a la componente militar que comenzó a
transformarse.
Esos
dos momentos trágicos expresaron la afirmación del sometimiento
colonial de Argentina, el primero con formato militar-dictatorial y
el segundo con rostro civil-constitucional, que se correspondieron
con diferentes configuraciones imperialistas: en el primer caso con
un imperialismo norteamericano industrial ascendente, disputando la
Guerra Fría y en el segundo con la presencia de la única
superpotencia global que venía de ganar esa guerra y que se
aprestaba a ejercer la hegemonía planetaria. Aunque al mismo tiempo
se financierizaba, el parasitismo empezaba a corroer el sistema
degradando sus pilares productivos, instalando la cultura del
consumismo desenfrenado. Esa prosperidad malsana contagió a elites
periféricas, en los Estados Unidos la fiesta se convirtió en ola
militarista desde 2001 y la mega burbuja financiera estalló en 2008,
en Argentina el show derivó en recesión la que a su vez culminó
con un gran desastre económico, social e institucional en 2001.
El
actual sometimiento de Argentina a los Estados Unidos no se
corresponde con el auge del Imperio sino con su decadencia, su
degradación económica y social, su retroceso geopolítico
internacional que busca ser compensado mediante el control total de
su patio trasero latinoamericano, asegurando la súper explotación
de recursos naturales decisivos pero también para introducir a la
región como pieza propia de su juego global: como señuelo para sus
socios europeos en la OTAN o como retaguardia segura en el armado del
“Acuerdo Transpacífico”.
Es
un imperio comandado por una lumpenburguesía financiera,
sobreviviendo con bajas tasas de crecimiento productivo, parasitando
sobre el resto del mundo, que no busca instaurar una jerarquía
mundial estable reproduciéndose en el largo plazo sino depredar
recursos naturales, degradar o eliminar estados, destruir defensas
sociales periféricas, extendiendo ofensivas desestructurantes,
desintegradoras de identidades nacionales y culturales. Su
instrumento de intervención militar es ahora una constelación de
organizaciones guiadas por la doctrina de la Guerra de Cuarta
Generación3, empleando de manera intensiva mercenarios, operaciones
clandestinas de su estructura profesional, redes mafiosas,
manipulaciones mediáticas y otras actividades destinadas a destruir,
caotizar espacios periféricos con el fin de saquearlos.
En
correspondencia con ese fenómeno las burguesías latinoamericanas
fueron mutando hasta llegar a la situación actual donde grupos
industriales, financieros o de agrobusiness combinan sus inversiones
tradicionales con otras más rentables pero también más volátiles:
aventuras especulativas, negocios ilegales de todo tipo (desde el
narco hasta operaciones inmobiliarias opacas, pasando por fraudes
comerciales y fiscales y otros emprendimientos turbios),
transnacionalizándose, convergiendo con “inversiones”
saqueadoras provenientes del exterior. En el caso argentino podríamos
encontrar antecedentes en el reinado de la “patria financiera”
durante la última dictadura militar, el que a su vez tiene que ser
visto como resultado del fin de la era industrialista.
En
síntesis, la configuración lumpenimperialista impone dinámicas
decadentes en la periferia, en América Latina ha llegado la hora del
lumpencapitalismo, las elites argentinas venían avanzando en esa
dirección, la llegada de Macri a la presidencia expresa un enorme
salto cualitativo, el país en su conjunto acaba de ingresar de
manera recargada y brusca en ese proceso.
Recesión,
depresión y economía de baja intensidad
Recientemente
el FMI pronosticó para Argentina un crecimiento económico real
negativo en 2016 del orden del -1 %, cuando observamos las caídas
que ya se han producido en indicadores decisivos desde diciembre de
2015 es posible bajar aún más esa cifra hacia el -3 % o más bajo
aún.
Se
ha producido en muy poco tiempo una fuerte reducción de los salarios
reales, causada entre otros factores por la megadevaluación, los
aumentos del precio de los combustibles y de las tarifas de
electricidad, gas y transportes, la eliminación o reducción de
retenciones y sus impactos inflacionarios a lo que se agrega la suba
de las tasas de interés y los despidos masivos en la administración
pública (que empiezan a ser seguidos por el sector privado), con lo
que tenemos un panorama recesivo provocado por el gobierno cuyo
objetivo principal es reducir los salarios reales y su valor en
dólares.
La
avalancha de cambios ha desatado en algunos círculos el debate en
torno del supuesto “modelo de desarrollo” que la derecha
estaría intentando imponer. Decretos, endeudamientos, subas de
precios y despidos se han sucedido de manera vertiginosa, buscarle
coherencia estratégica-desarrollista a ese conjunto es una tarea
ardua que a cada paso choca con contradicciones que obligan a
desechar hipótesis sin que se pueda llegar a una conclusión
mínimamente rigurosa. En primer lugar, la contradicción entre
medidas que destruyen el mercado interno para favorecer a una
supuesta ola exportadora, evidentemente inviable ante el repliegue de
la economía global, otra es la suba de las tasas de interés que
comprime al consumo y a las inversiones a la espera de la llegada de
fondos provenientes de un sistema financiero internacional en crisis
que casi lo único que puede brindar es el armado de bicicletas
especulativas.
Algunos
han optado por resolver el tema adoptando definiciones abstractas tan
generales como poco operativas (“modelo favorable al gran
capital”, “restauración neoliberal”, etc.), otros
han decidido seguir el estudio pero cada vez que llegan a una
conclusión satisfactoria aparece un nuevo hecho que les tira abajo
el edificio intelectual construido y finalmente unos pocos, entre los
que me encuentro, hemos llegado a la conclusión de que buscar esa
coherencia estratégica constituye una tarea imposible. La llegada de
la derecha al gobierno no significa el reemplazo del modelo anterior
(desarrollista, neokeynesiano o como se lo quiera calificar) por un
nuevo modelo (oligárquico) de desarrollo, sino simplemente el
despliegue de un gigantesco saqueo protagonizado por fuerzas
entrópicas altamente destructivas que convierten al país burgués
en una república de bandidos.
Esto
nos debería llevar a la reflexión acerca del significado del fin de
la era kirchnerista visualizado por algunos como un traspié,
resultado de una derrota electoral por escaso margen, y por otros
como el producto de una manipulación mediática prolongada,
combinada con operaciones de la mafia judicial, de grupos económicos
concentrados y del aparato de inteligencia de los Estados Unidos.
Esta última evaluación está más cerca de la realidad, sin embargo
es insuficiente, el “golpe blando” existió (lo que
pulveriza la presunta legitimidad democrática del gobierno actual)
pero falta explicar porque fue exitoso.
Si
nos limitamos a ciertos aspectos económicos del tema podemos
observar que el motor externo empezó a enfriarse desde 2012 luego de
la breve recuperación de la recesión global de 2009, la situación
se agravó desde mediados de 2014 cuando los precios de las
commodities cayeron en picada, la economía pasó a una etapa de
crecimientos anémicos sostenidos por el mercado interno. Los grandes
exportadores aumentaron sus presiones destinadas a obtener en la
economía nacional beneficios que les permitieran compensar las
menores ganancias externas convergiendo con intereses financieros y
agrupando al conjunto de la derecha mediática, judicial y política,
se trató de una jauría que se fue envalentonando a medida que su
enemigo perdía espacio económico y se acentuaba la crisis global.
Los
equilibrios del gobierno fueron cada vez más inestables, las
compuertas neokeynesianas que bloqueaban la marea comenzaron a sufrir
fisuras para finalmente desmoronarse, la candidatura presidencial de
Daniel Scioli fue una opción defensiva y débil que no pudo evitar
el derrumbe. Entonces se desató (fue desatada) la recesión y
diversas señales nacionales e internacionales nos indican que lo
hizo para quedarse, nos encontramos ante el comienzo de una depresión
económica resultado de la reproducción de un sistema que ha
ingresado en una fase de contracción desordenada.
Una
referencia importante es la de la salida de la recesión producida
desde 2003, en ese período convergieron dos factores principales: el
alza de los precios internacionales de las commodities y la
reanimación del mercado interno.
El
“motor externo” fue impulsado por el auge de mercados
emergentes como los de China o Brasil, entre otros, lo que permitió
una mejora sustancial de las cuentas externas de Argentina. Los
precios de las commodities experimentaron subas notables en esos años
impulsadas no solo por la expansión de la demanda internacional sino
también por el crecimiento de la especulación financiera, las
operaciones globales con productos financieros derivados basadas en
commodities llegaban en diciembre de 2003 a 1,4 billones de dólares,
en diciembre de 2005 alcanzaban los 5,4 billones, en junio de 2007
llegaban a 8,2 billones y en junio de 2008 a 13,1 billones de dólares
4.
Por
su parte el “motor interno” funcionó empujado por el
ascenso del empleo, de los salarios reales y de los ingresos de las
capas medias, en consecuencia se expandió la demanda interna y el
tejido industrial, la economía argentina se recuperó creciendo a
tasas excepcionales. Como es sabido, el salario real promedio
experimenta en Argentina una tendencia descendente de largo plazo
(desde mediados de los años 1970), sufrió una caída descomunal
durante la crisis de los años 2001-2002, luego se recuperó llegando
a los niveles de los años 1990 pero sin alcanzar nunca los de los
años 1970, ni siquiera los de mediados de los años 19805, podríamos
resumir lo sucedido señalando que la reanimación del mercado
interno se apoyó en un fuerte crecimiento del empleo y en una
recuperación salarial limitada.
Si
el crecimiento anémico de los últimos años del gobierno anterior
incentivó la voluntad de rapiña de los grupos económicos
concentrados, es altamente probable que la recesión actual la
acentúe mucho más, al achicarse la economía, como resultado de los
ajustes y las transferencias de ingresos esos grupos intentarán al
menos sostener su volumen real de ganancias apropiándose de una
porción creciente del ingreso nacional, aunque empujados por su
propia dinámica y por el ejercicio de la totalidad del poder es casi
seguro que buscarán absorber un volumen real mayor. Además las
medidas que buscan reequilibrar los desequilibrios provocados por las
propias medidas económicas del gobierno causan mayor inestabilidad y
empobrecimiento del grueso de la población. Es el caso de la
tentativa de desacelerar la suba de la cotización del dólar
subiendo las tasas de interés con lo que a veces se consigue frenar
por poco tiempo esa tendencia, pero a costa del agravamiento de la
recesión, o cuando se pretende achicar el déficit fiscal reduciendo
el gasto público (despidiendo empleados, clausurando programas,
etc.), lo que agrava la recesión y en consecuencia reduce los
ingresos fiscales y aumenta el déficit. En suma, nos encontramos
ante un círculo vicioso de concentración de ingresos, achicamiento
del Estado y hundimiento de la actividad económica.
La
caída de los salarios reales no alienta más inversión interna o
externa desalentada por el desinfle de los mercados nacional y global
(no hay alternativa exportadora). Mientras tanto, el gobierno
aparenta aferrarse ante lo que sería la tabla de salvación de la
economía: el endeudamiento externo que teóricamente le permitiría
realizar inversiones reactivadoras, pero el clima enrarecido del
sistema financiero internacional comprime el espacio de los
potenciales acreedores cada vez más duros ante una economía
nacional deprimida. En realidad esa ansiedad por endeudarse no
responde a una pasión desarrollista sino a la presión de los grupos
de negocios que han acumulado superbeneficios en estos últimos meses
(exportadores, bancos, etc.) y que necesitan convertirlos en dólares,
es la evasión de capitales y no la inversión productiva la que
reclama endeudamiento externo.
Conclusión:
los dos motores de la salida de la recesión en la década pasada ha
dejado de funcionar, las políticas que buscaban compensar el ciclo
recesivo global han sido eliminadas por las clases dominantes, antes
les habían sido útiles para restablecer la gobernabilidad y
acumular beneficios ahora las han destruido porque frenaban su
voracidad.
Es
posible elaborar un modelo excesivamente abstracto de estabilización
del proceso depresivo argentino bajo la forma de “economía de
baja intensidad” o de “penuria”, es decir una
estructura económica dual con un sector popular contraído y una
élite parasitando sobre el primero (superexplotación de los
trabajadores y otros saqueos a las clases medias y bajas). Ello
permitiría mantener relativamente bajos niveles de importaciones que
asegurarían (no siempre) saldos positivos de la balanza comercial
destinados a pagar deudas externas. Estas últimas, además de llenar
las arcas de las redes financieras, podrían ser utilizadas para
bloquear peligros de implosión y de revuelta social operando como
una suerte de droga dosificada destinada a preservar la reproducción
del sistema.
Ese
modelo económico siniestro necesitaría de manera ineludible del
apoyo de un aceitado mecanismo de represión y degradación de las
clases inferiores, se trataría de la instalación de un régimen
neofascista acorde con la doctrina de la Guerra de Cuarta Generación
(restringiéndonos a la realidad latinoamericana, no está de más
observar lo que ocurre en México o en países de América Central).
Requeriría además de mucha estabilidad al interior de la
articulación mafiosa, de la atenuación de las disputas internas
ante un botín de volumen variable sujeto a numerosos factores de
inestabilidad locales e internacionales. Se trata de un escenario de
muy difícil (pero no imposible) realización, empalmando con
tendencias depresivas globales acompañadas por el aumento de la
volatilidad en mercados decisivos, la proliferación de guerras, los
deterioros institucionales de los estados centrales, los derrumbes y
crisis graves de estados periféricos y otros síntomas claros que
describen a un planeta que se encamina hacia horizontes de alta
turbulencia.
El
fantasma del 2001
El
gobierno macrista se comporta como suelen hacerlo los llamados
“sistemas caóticos” que, a diferencia de los “inestables”
(en desorden permanente) y de los “estables” (que tienden
hacia el orden de manera irresistible), oscilan entre un polo
ordenador, es decir un “atractor” neofascista y fuerzas
que lo desordenan, que lo conducen hacia la crisis de gobernabilidad.
La
marcha hacia la dictadura mafiosa está apuntalada por tres
estrategias convergentes: la corrupción de dirigentes, la represión
de las protestas sociales y políticas y el bombardeo mediático. Son
operaciones de eficacia incierta, circulando en medio del hundimiento
económico y de la pugna de intereses entre grupos dominantes, se
apoyan además en una base social reaccionaria cuyo núcleo duro
impulsado por una euforia neofascista está incrustado en las clases
medias y altas.
La
corrupción de dirigentes políticos y sindicales puede serle útil a
corto plazo para imponer decisiones impopulares o frenar protestas,
pero desgasta a los corruptos, erosiona sus posiciones de poder
reduciendo a no muy largo plazo su capacidad operativa, las hace cada
vez más vulnerables ante el descontento popular. Es lo que se
percibe en los primeros meses del gobierno macrista respecto de la
compra de sindicalistas, diputados, senadores y gobernadores.
La
represión avanza, funciona un Ministerio de Seguridad subordinado al
aparato de inteligencia de los Estados Unidos, han regresado las
“policías bravas”, ha sido dictado un “Protocolo”
de represión de protestas populares, aparecen las primeras
expresiones, aparentemente desprolijas, de represión ilegal. Pero no
es seguro que esa estrategia de amedrentamiento tenga éxito, es
posible que su efecto termine siendo el opuesto del que busca el
gobierno, existe en Argentina una enraizada cultura de confrontación
contra la brutalidad estatal que puede resultar un catalizador del
desborde opositor.
El
bombardeo mediático fue un instrumento decisivo de la llegada de
Macri a la presidencia, tuvo una elevada eficacia, atacando al
gobierno y ampliando un vacío político que podía ser ocupado por
opositores de derecha que se limitaban a denunciar al oficialismo
contraponiendo promesas vagas de felicidad futura. Ahora esos medios
tienen que cargar con la compleja tarea de defender a un régimen
claramente antipopular. En este nuevo escenario su eficacia es
decreciente y el intento por compensar ese declive aumentando la
presión mediática (de por si abrumadora) produce efectos de
saturación y descrédito de dichas intoxicaciones hasta generar
rechazos cada vez más fuertes.
Finalmente
la base social neofascista puede ser fanatizada al extremo por los
medios de comunicación pero es casi imposible impedir que su área
de influencia, sobre todo en las clases medias, se vaya reduciendo a
medida que se prolonga la depresión económica, lo que terminará
por deteriorar a ese sector reaccionario.
En
síntesis, el sistema dispone de instrumentos y apoyos sociales
crecientemente vulnerables, su fuerza depende en última instancia
del grado de debilidad de su adversario: el espacio popular, si este
se pone en marcha fortaleciéndose en la pelea, el instrumental
autoritario podría sufrir fisuras, desgarramientos cada vez más
importantes, su inevitable centralismo operativo acosado por una
marea ascendente de ataques, resistencias y repudios iría perdiendo
vitalidad, acentuándose sus contradicciones internas, el contexto
global turbulento debería contribuir a dicho proceso.
Tarde
o temprano la resistencia popular puede llegar a convertirse en
ofensiva general contra el sistema, la acumulación de despliegues
combativos de los de abajo produciendo repliegues en las élites
dominantes terminaría por generar un salto cualitativo de grandes
dimensiones, no sería la primera vez que ocurre ese fenómeno en
Argentina, aunque su aspecto y contenido puede llegar a incluir
muchas novedades.
Obviamente
el deterioro grave del gobierno macrista puede llevar a una
remodelación del equipo presidencial (una suerte de
“gobierno-de-unidad-nacional”) o a un cambio institucional
de gobierno, destinado a estabilizar la situación, aunque los
mismos, aun introduciendo medidas “sociales” más o menos
audaces, se enfrentarían a una crisis sistémica apabullante, mucho
más grave que la de 2001 en un contexto global depresivo, una
coyuntura de ese tipo difícilmente podría ser superada con
aspirinas rosadas o de otro color.
Apenas
llegó a la presidencia Macri lanzó a gran velocidad una andanada de
decretos arbitrarios, desplegó de inmediato una ofensiva para
asegurar el control derechista de los medios de comunicación, compró
(o extorsionó) a dirigentes políticos y sindicales, redujo el poder
adquisitivo de los salarios y las jubilaciones, lanzó una ola de
despidos de empleados públicos, concretó enormes transferencias de
ingresos hacia las elites dominantes, en suma: desplegó una
blizkrieg destinada eludir las resistencias posibles antes de que
estas se organicen. De todos modos no estaba en condiciones de
imponer el gigantesco saqueo realizado mediante un sistema de
negociaciones, el nivel de destrucción logrado en tan poco tiempo
probablemente lo haya convencido de su éxito incitándolo a seguir
avanzando.
La
irrupción devastadora de las élites dominantes podría ser
asimilada a la de un ejército penetrando en un vasto territorio, al
comienzo la ofensiva es exitosa, el efecto sorpresa, la explotación
de debilidades locales, la contundencia del operativo, etc. permiten
avances rápidos aparentemente irreversibles, pero poco a poco las
víctimas empiezan a reaccionar acosando al invasor y el espacio
simplificado por mapas e informes de especialistas se va convirtiendo
en un sistema complejo, crecientemente incontrolable.
La velocidad
inicial de la sucesión de victorias que en un principio aparentaba
ser la clave del éxito, empieza a ser percibido por el invasor como
la principal causa de sus dificultades, la rapidez operativa genera
fenómenos de inadaptación, de sobre-extensión estratégica que
aumentan su vulnerabilidad llevándolo finalmente a la derrota,
aplastado por una avalancha humana incontenible (recordemos lo que le
pasó a Napoleón cuando invadió Rusia).
Macri
podría terminar descubriendo que la realidad social argentina es
mucho más compleja que lo que su visión de mafioso detectaba, que
la cultura popular existe y se reproduce (maltrecha, golpeada, pero
existe), que los salarios no son como él dijo una vez “un costo
más” que puede y debe ser comprimido al máximo como cualquier
otro insumo sino el pago a seres humanos que piensan y se defienden,
y finalmente que para un bandido no hay nada peor que otro bandido
(los socios de hoy pueden ser los caníbales de mañana).
NOTAS:
1Horacio
Verbitsky, “La transparencia del sigilo”, Página 12,
Buenos Aires, 27 de marzo de 2016.
2Jorge
Beinstein, “La
ilusión del metacontrol imperial del caos. La mutación del sistema
de intervención militar de los Estados Unidos y sus consecuencias
para América Latina”,
Seminario “Nuestra
América y Estados Unidos: desafíos del Siglo XXI”.
Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Central del
Ecuador, Quito, 30 y 31 de Enero de 2013.
http://beinstein.lahaine.org/?p=516
3Jorge
Beinstein, art. cit.
4Fuente:
“Semiannual OTC derivatives statistics”, Bank for
International Settlements (BIS).
5Eduardo
M. Basualdo, “La distribución del ingreso en la Argentina y sus
condicionantes estructurales”, Memoria Anual 2008, del Centro
de Estudios Legales y Sociales (CELS), Argentina.
Juan
Kornblihtt y Tamara Seiffer, “La persistente caída del salario
real argentino (1975 a la actualidad)”, Revista de la Bolsa de
Comercio de Rosario, 2014,
http://www.bcr.com.ar/Secretara%20de%20Cultura/Revista%20Institucional/2...
2 de abril de 2016
VUELVE EL “ILUSIONANTE” JUEGO DEL BUCLE “INDIGNADO”, AHORA EN FRANCIA
Por Marat
Conviene distinguir el grano de la paja. La huelga y manifestaciones del movimiento obrero francés de estos días van a ser "reconvertidas" de nuevo en "agitamanismo" de batucadas y asambleas de culo plano de los Erasmus europeos, de ninis (ni de derechas ni de izquierdas pero, al fin y al cabo, tan de derechas como le convenga al sistema que los alimenta ideológicamente), de grupos anarcoides, de trotskistas anticomunistas y por supuesto de mucho reaccionario anarcocapitalista. Y La Sexta y Público nos lo contarán en directo e iluminarán la “Nuit Debout”.
Los medios de desinformación del capital y casi todos los "alternativos", que cada día se parecen más al primero, ya han hecho su apuesta y han bautizado a una protesta, que inicialmente fue obrera y de clase, como el 15M francés o la de los "indignados". Pronto aparecerán caretas del andrógino Guy Fawkes portadas por cibernéticos anonymous jugando al superhéroe. Me pregunto cómo se llamarán a sí mismos los yayoflautas. Ignoro si el idioma francés será capaz de producir un término tan poco autobenevolente.
El gran problema que hace esto posible es que la "izquierda" se ha reconvertido hace ya muchos años en pesebrera del capital, repartidora de sus migajas y, cuando han venido mal dadas y ya no hay nada que repartir, acude a las tonterías reaccionarias de pedir democracia (como si la auténtica, la social y económica fuese compatible con el capitalismo), "otra UE" (como si pudiera haber otra que no sea del capital) y se ha echado en brazos de horizontalidades disolventes, de debates en bucle, de asambleísmos en el que el primero que pasa por allí suelta su "genialidad" y cree estar haciendo historia y de inclusivismo, mucho inclusivismo, en el que el desclasado joven trabajador o universitario sobradamente preparado, y convencido, de que él merece un puesto social por encima del obtenido por la media, cree que comparte objetivos de lucha con el hijo de su patrón que echará una canita política al aire y quizá encuentre trabajo de diputado en la próxima Asamblea Nacional francesa.
Esta disidencia fabricada y controlada por el mismo sistema que la alimenta ideológicamente, que nutre a sus "no líderes" de medios, dinero y becas a través de fundaciones globalistas, volverá a retrasar el reloj de la historia, a impedir que surjan alternativas revolucionarias, de clase, que se reorganice el movimiento obrero bajo un proyecto de lucha por el socialismo, que nada tiene que ver ni con los partidos socialistas ni con los ex comunistas de facto, sino con un horizonte de revolución social y dictadura del proletariado.
Si les sale medio bien en Francia, montarán otro Mayo, éste aún más pequeñoburgués, invitarán a hablarles en sus asambleas cumbayá a Varoufakis y su Plan B para Europa para que les cuente sus bonitas "utopías" de capitalismo de rostro humano, al estilo del que le gustaba al fallecido "revolucionario de salón" y pro-OTAN Stéphane Hessel, o quizás al antimarxista de moda Piketty o incluso a las alcaldesas del cambiazo. De paso, si les es posible, suministrarán un poquito de oxígeno para dar algo de color a los también fenecidos Democracia "Real" Ya y 15M españoles, que quizá acierten a experimentar un breve fuego fatuo, y continuarán reideologizando en clave de desclasamiento y anticomunismo a Europa.
El capital necesita, en un momento en el que vuelve la crisis con toda su fuerza sobre el mundo capitalista y sobre Europa en particular, ganar tiempo, llenar el escenario de las calles con falsas banderas, no sea que comenzasen a rearticularse otro tipo tipo de proyectos y propuestas con el tiempo más peligrosas y llenasen ese hueco. No se puede dejar solos a quienes gustan de sentirse rebaño.
Y mientras tanto, el capital seguirá engordando su auténtica operación de recambio, el fascismo, que aún necesita tiempo para continuar creciendo y poder montar más asambleas en las plazas pero ya al estilo Maidán, ese que tanto le gusta al podemita y supuesto filósofo de saldo Santiago Alba Rico, el que dice que la OTAN estos años no ha sido particularmente agresiva.
A otros sólo nos queda continuar trabajando silenciosamente en reorganizarnos y en reconstruir la subjetividad de clase del nosotros destruida durante los largos años de consumo a crédito y los posteriores de crisis con “ilusión democrática”.
El mortecino círculo Erasmus-podemita francés, alicaído tras las últimas crisis de amor de la dirección española vuelve a activarse en La Galia. Será cosa del "desbordamiento" del que tanto gustan hablar el ex vicediós y sus mariachis.
Quizá estén pensando en montar algo parecido allí. ¿Alguna televisión francesa para ello? El diario Mediapart del trotskista Edwy Plenel, un medio socio de Infolibre, podría hacer el papel de Público, del que también es dueño otro trotsko. Y de paso contar con el NPA para ser la columna vertebral inicial del nuevo partido-movimiento, como aquí lo fue Izquierda Anticapitalista respecto a Podemos. ¡Cuántas similitudes y cuánto iluso que no sólo no las huele sino que volverá a reilusionarse y a sacar del armario el kit de héroe “indignado” de clase media real o autoatribuida!
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Puede que también le interese: De Red Voltaire: «Noche en pie», un movimiento para mantenernos de rodillas (texto de Thierry Meyssan) l
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Puede que también le interese: De Red Voltaire: «Noche en pie», un movimiento para mantenernos de rodillas (texto de Thierry Meyssan) l
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1 de abril de 2016
CLASE TRABAJADORA FRANCESA PARALIZA EL PAÍS Y ANUNCIA NUEVA MOVILIZACIÓN
Librered
Francia
vivió una nueva huelga general convocada contra la reforma laboral
impulsada por el presidente François Hollande. La convocatoria
realizada por los cuatro grandes sindicatos franceses y las dos
mayores organizaciones estudiantiles fue todo un éxito.
Unos
390.000 manifestantes marcharon por las calles de las principales
ciudades, según los datos oficiales del Ministerio del Interior
francés y la Prefectura de París -el doble que en el anterior
paro-, mientras que las centrales convocantes elevan la cifra hasta
1,2 millones.
Entre
los lemas más repetidos en las manifestaciones y protestas, destacan
los de “No toquéis mi ley” [laboral], “Merecemos más
que eso”, “Un gran salto adelante hacia el siglo XIX”
y “1916: carne de cañón, 2016: carne de patrón”.
Los
convocantes exigen la retirada del proyecto de ley que lleva el
nombre de la ministra de Trabajo, Myriam El Khomri, ya que
-denuncian- supone “regresiones históricas” porque
“facilita el despido”, permite revisar las normas sobre
tiempo de trabajo para ampliar horarios y concede prioridad a los
acuerdos en las empresas sobre la legislación laboral o los
convenios colectivos nacionales.
Los
sindicatos que reclaman la retirada del proyecto de ley han anunciado
ya una nueva jornada de movilización el próximo 9 de abril.
Disturbios
en las calles
En
París, Nantes, Rennes y Marsella se registraron algunos incidentes.
En total, unas 30 personas fueron detenidas en todo el país, algunos
agentes resultaron heridos, blanco de los lanzamientos de piedras,
botes de pintura y cócteles molotov, a los que respondieron con
gases lacrimógenos y cargas policiales. El portavoz del Gobierno,
Stéphane Le Foll, hizo un llamamiento a la calma para “no dar
la ocasión a algunos de realizar destrozos o ejercer la violencia”.
Además,
unos 200 liceos fueron bloqueados en toda Francia durante la mañana
por los estudiantes de secundaria o fueron cerrados por sus
directores.
Transporte
paralizado
La
huelga causó retenciones acumuladas de 430 kilómetros en las
carreteras y autopistas de acceso a París, casi el doble de lo
habitual.
También
afectó a los ferrocarriles, en particular a los cercanías de París
y los trenes regionales, solo circularon la mitad de los trenes. En
la capital francesa, se redujeron las frecuencias del Metro en un
25%.
En
los quiscos no hubo prensa diaria -los medios de comunicación
protestaron el miércoles-, y se produjeron alteraciones en numerosos
servicios públicos.
Las
compañías aéreas que operan en París-Orly habían cancelado antes
del arranque de la huelga un 20% de sus vuelos en ese aeropuerto y un
tercio en el de Marsella. La Dirección General de la Aviación Civil
(DGAC) indicó que se registraron numerosos retrasos y que el paro
salpicó a los aviones que sobrevuelan el espacio aéreo francés.
La
oposición a ese proyecto de ley comenzó a finales de febrero,
cuando se filtraron algunos puntos, y hasta este jueves, el momento
más intenso de esas protestas fue el pasado 9 de marzo, cuando entre
200.000 personas -según las autoridades- y 450.000 -según los
convocantes- se manifestaron en las calles de todo el país.
“EL NIÑO” Y LA NUEVA CRISIS ALIMENTARIA MUNDIAL
Germán
Gorraiz López. Alainet.net
Según
Edgar Ocampo, cada año, el mundo fagocita la mitad de las reservas
de un país petrolero importante (México) y dado que las energías
alternativas todavía necesitan enormes subsidios como para ser
viables en los países en vías de desarrollo, la práctica del
fracking ( especie de panacea universal que resolverá los problemas
energéticos de la Humanidad) es todavía incipiente y suscita
recelos medioambientales y la inercia de los activos petroleros no
permitirá que las grandes compañías abandones sus equipos e
infraestructura actuales, se deduce que la economía mundial seguirá
gravitando sobre la dependencia del petróleo en la próxima década.
El gas natural se presenta como el único sustituto ante una presunta
escasez de petróleo, pero este recurso también sigue el mismo
camino de inestabilidad, por lo que los principales países
desarrollados cuentan con reservas estratégicas de petróleo que
destinan exclusivamente para uso en situaciones críticas para
garantizar el consumo interno durante un par de meses además de
implementar medidas cosméticas de ahorro de energía. Así, el
presidente estadounidense, Barack Obama, anunció que el Gobierno
norteamericano reducirá sus emisiones de gases con efecto
invernadero un 28% para 2020 (de alcanzarse el objetivo fijado,
supondría ahorrar 250 millones de barriles de petróleo para 2020) y
en China, se habría fijado el Plan Energético Quinquenal 2015-2020
con el objetivo de reducir la dependencia del carbón y del petróleo
aunque según Greenpeace con un “insuficiente incremento de las
energías renovables del 1%", en un país donde el carbón
cubre el 70% de las necesidades energéticas y si continúa la
tendencia actual, la combustión actual de carbón se duplicará en
15 años.
Declive
de la producción de crudo convencional (Peak Oil)
Según
la Asociación para el Estudio del Petróleo y el Gas (ASPO), la
producción mundial de crudo convencional habría iniciado ya su
declive, fenómeno que se explica por medio de los métodos de
análisis del geólogo King Hubbert sobre la producción de petróleo
de los Estados Unidos, método conocido como la "curva de
Hubbert". Hubbert, calculó en 1956 con extraordinaria
precisión, la fecha en que los Estados Unidos no podrían producir
más petróleo de forma convencional aunque se perforaran más pozos.
Así, la producción de petróleo de forma convencional en EEUU
alcanzó su máximo nivel en 1970 y después comenzó a declinar,
teniendo que importar en el 2005 casi el doble del total de crudo
producido en dicho país. La producción actual de petróleo proviene
en más de un 60% de campos maduros,(que tienen más de 25 años de
ser explotados de manera intensiva) por lo que las nuevas
prospecciones se realizan en regiones más remotas (Ártico,
Amazonas), con mayor coste productivo (120 $) y menor rentabilidad,
amenazando en muchas ocasiones a reservas y parques naturales
(Ártico, Alaska, Amazonas) y siendo el desfase entre el consumo
mundial y los descubrimientos de nuevas explotaciones abismal (en una
proporción de 4 a 1). Además, según los expertos, el tiempo
necesario para poner en marcha a pleno rendimiento un yacimiento es
de alrededor de 6 años, por lo que cualquier descubrimiento no podrá
entrar en operación hasta después del 2018. Recordar que el 90% de
la producción de crudo saudí procede de tan sólo cinco campos
maduros y hasta el 60% procedería del megacampo de Ghawar y que los
nuevos proyectos de infraestructura petrolera de extracción de crudo
considerados como "grandes" (aquellos de más de 500
millones de barriles) en Arabia Saudí para el 2016 son prácticamente
inexistentes, lo que aunado con el espectacular incremento de la
producción de crudo saudí ( 10, 5 millones de barriles día) para
suplir la drástica reducción de la producción de crudo de países
como Libia, Siria e Irak, acelerá la fecha de caducidad de sus
reservas ociosas.
Según
datos publicados por la Administración de Información de Energía
de EEUU (AIE), dicho país habría alcanzado una producción mensual
de crudo equivalente a 6,5 millones de barriles diarios provenientes
de los campos tradicionales y de las nuevas explotaciones de petróleo
en roca porosa (Dakota del Norte), pero se estima que alcanzará su
cenit en el 2020 y teniendo en cuenta que el consumo doméstico de
EEUU se movería en la horquilla de los 16 a los 20 millones de
barriles diarios, seguirá siendo importador neto de crudo (el 45% de
las importaciones de crudo de EEUU proceden de Oriente Medio y Norte
de África), mientras tan sólo el 8% del total importado procede de
Venezuela. Por su parte, la producción mexicana también llegó a su
cenit en el 2004, pues el principal yacimiento de México es el
Cantarell, (que genera las dos terceras partes de la producción
mexicana) tiene fecha de caducidad con la perspectiva de convertirse
en importador neto de crudo en el horizonte del 2020, Venezuela
necesita urgentemente nuevos hallazgos petrolíferos pues caso de
seguir el ritmo actual de producción podrían agotarse sus reservas
probadas en el 2021, por lo que habría firmado un acuerdo por el que
la empresa petroquímica estatal china Sinopec invertirá 14.000
millones de dólares para lograr una producción diaria de petróleo
en 200.000 barriles diarios de crudo en la Faja Petrolífera del
Orinoco, (considerado el yacimiento petrolero más abundante del
mundo) mientras Noruega aspira a explotar conjuntamente con Rusia la
plataforma continental del Mar de Barents (reservas estimadas de más
de 7.000 millones de petróleo y gas convencional) ante el
agotamiento de sus reservas del Mar del Norte, que alcanzó su cenit
en el 2009 ( 6 millones de barriles al día).
Según
la Agencia Internacional de Energía (AIE), la producción de
petróleo en Rusia alcanzó su máximo histórico (11,41 millones de
barriles diarios) en el año 1988 cuando todavía formaba parte de la
Unión Soviética, pero tras el declive provocado por la crisis
económica del 2008, la producción ha ido “in crescendo”
hasta alcanzar los 10,59 millones de barriles por día (bpd) en el
2013 con una fecha de caducidad de 20 años. Además, el acuerdo de
cooperación energética del 2010 entre Irak, Irán y Siria para la
construcción del gasoducto de South Pars a Homms que conectaría el
Golfo Pérsico con el Mar Mediterráneo permitiría la llegada del
gas iraní a la Unión Europea y aliviaría la severa rusodependencia
energética europea, relativizando de paso la importancia estratégica
de Turquía dentro del Proyecto del Gasoducto Trans-Adriático (TAP)
así como el papel relevante de Arabia Saudí y Emiratos Árabes como
suministradores de crudo a Occidente, pero tanto Irak como Siria
estarían inmersos en procesos internos destructivos fruto de la
balcanización implementada por EEUU siguiendo su doctrina del caos
ordenado por lo que la exportación de productos petrolíferos de
dichos países se antoja harto complicada. En cuanto a Irán, posee,
según los expertos, las terceras mayores reservas probadas del mundo
de petróleo y gas tras Arabia Saudí e Irak , pero carece de la
tecnología suficiente como para extraer el gas en los yacimientos
más profundos por lo que precisa de una inversión de unos 155.000
millones de dólares para el desarrollo de la industria petrolera y
gasista.
El
Niño y la nueva crisis alimentaria mundial
Según
cálculos de la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO), el fenómeno metereológico
conocido como “El Niño”, tendría ya efectos devastadores
en la seguridad alimentaria, medios de vida, nutrición y salud de
cerca de 60 millones de personas en todo el mundo, por lo que sería
necesaria una ayuda urgente de más de 2.500 millones $ para labores
de emergencia y recuperación de infraestructuras., de lo que serían
paradigma la brutal seguía padecida por Colombia, Centroamérica,
California Vietnam, Etiopía, Timor Oriental y África Austral,
inusuales inundaciones en Somalia, Tanzania, Estados sureños de
EEUU, Argentina, Paraguay y Uruguay y devastadores incendios en
California, Australia, Venezuela e Indonesia.
Por
su parte, el economista de la FAO Abdolreza Abbassian, en
declaraciones a The Associated Press, ha señalado que para
alimentar la población mundial, (que llegará a 9.000 millones de
personas en el 2050), se necesitará un incremento de 70% de la
producción global de alimentos en los próximos 40 años, tarea que
se antoja titánica pues mientras la población mundial crece un
1,55% anual, los rendimientos del trigo (la mayor fuente de proteína
en países pobres), habrían sufrido un descenso del 1%. Mención
especial merece Egipto, país en el que un tercio de sus 80 millones
de habitantes vivirían en el umbral de la pobreza y que se ve
obligado a destinar ocho millones de toneladas de trigo anuales ( de
los que 6 millones serían importadas), para producir el pan
subsidiado, imprescindible para evitar las revueltas sociales del
2007 y lastrado por un desarrollo económico suicida, caracterizado
por el crecimiento desmesurado de macrourbes y megacomplejos
turísticos y la consiguiente reducción de la superficie destinada
al cultivo agrícola, por lo que es urgente que revise sus políticas
agrícolas y retorne a la arcana costumbre de disponer de reservas
propias de granos para situaciones de emergencia.
Además,
la Agencia Internacional de la Energía(AIE), en un reciente informe
titulado “Perspectivas mundiales de inversión en energía”,
advierte que será necesario invertir 48 Billones $ hasta el 2035
para cubrir las crecientes necesidades energéticas mundiales, pero
el abrupto desplome del precio del crudo hasta los 40 $ ,
imposibilitará a los países productores conseguir precios
competitivos que permitirían la necesaria inversión en
infraestructuras energéticas y búsqueda de nuevas explotaciones por
lo que no sería descartable un posible estrangulamiento de la
producción mundial del crudo en el horizonte del 2.020, al
concatenarse la recuperación económica de EEUU y la UE con factores
geopolíticos desestabilizadores (Nueva Guerra en Oriente Medio). Si
a ello le sumamos la intervención de los brokers especulativos en el
mercado de futuros de las commodities agrícolas, el resultado sería
una espiral de aumentos de precios en las materias primas imposibles
de asumir por las economías del Primer Mundo y el finiquito de los
Objetivos del Tercer Milenio de reducir el hambre en el mundo, pues
según la FAO, desde el 2005 el índice de precios de cereales habría
aumentado al doble y el número de desnutridos crónicos en el mundo
rozaría en la actualidad los 925 millones de personas.
Todo
ello, originará presumiblemente una psicosis de desabastecimiento y
el incremento espectacular del precio del crudo hasta niveles del
2008 (rondando los 150 $) que tendrá su reflejo en un salvaje
encarecimiento de los fletes de transporte y de los fertilizantes
agrícolas, lo que aunado con inusuales sequías e inundaciones en
los tradicionales graneros mundiales y la consecuente aplicación de
restricciones a la exportación de commodities agrícolas de dichos
países para asegurar su autoabastecimiento, terminará por producir
el desabastecimiento de los mercados mundiales, el incremento de los
precios hasta niveles estratosféricos y la consecuente crisis
alimentaria mundial que afectaría especialmente a las Antillas,
México, América Central, Colombia, Venezuela, Bolivia,
Egipto,Cuerno de África, Mongolia, Corea del Norte, India, China,
Bangladesh y Sudeste Asiático, ensañándose con especial virulencia
con el África Subsahariana y pudiendo pasar la población atrapada
en la inanición de los 800 millones actuales a los 1.500 millones en
el horizonte del 2.020.
31 de marzo de 2016
ROMPER EL SILENCIO: HA EMPEZADO UNA GUERRA MUNDIAL
Pocas
personas parecen estar enteradas de que el bañador llamado bikini
tiene ese nombre para celebrar las explosiones nucleares que
destruyeron el atolón de Bikini.
He
estado filmando en las islas Marshall, que están en medio del océano
Pacífico, al norte de Australia. Cada vez que le digo a alguien
dónde he estado me preguntan “¿Dónde es eso?”. Si doy
una clave diciendo “Bikini”, dicen “Ah, el
traje de baño”.
Pocas
personas parecen estar enteradas de que el bañador llamado bikini
tiene ese nombre para celebrar las explosiones nucleares que
destruyeron el atolón de Bikini. Entre 1946 y 1958, Estados Unidos
hizo estallar 66 artefactos nucleares –el equivalente a 1,6 bombas
de Hiroshima cada día durante 12 años– en las islas Marshall.
Hoy
día Bikini está en silencio, transformado y contaminado. Las
palmeras crecen formando una extraña cuadrícula. Nada que se mueva,
No hay pájaros. Las lápidas del viejo cementerio son focos vivos de
radiación. El contador Geiger aplicado a mis zapatos marcaba
“peligro”.
De
pie en la playa veía caer el agua verde esmeralda del Pacífico por
la pendiente de un enorme agujero negro. Se trata del cráter dejado
por la bomba de hidrógeno a la que llamaron “Bravo”. La
explosión envenenó a las personas y el medio ambiente en cientos de
kilómetros, posiblemente para siempre.
En
el viaje de regreso, hice escala en el aeropuerto de Honolulu; en el
puesto de la prensa, vi la revista estadounidense Women’s
Health (La salud de la mujer). En la portada, una sonriente
mujer en bikini y el titular: “Tú también puedes tener un
cuerpo bikini”. Unos días antes, en las Marshall, yo había
entrevistado a mujeres que tenían muy diferente “cuerpo
bikini”. Todas ellas habían sufrido cáncer de tiroides y
otros cánceres posiblemente mortales.
Al
contrario de la mujer que sonreía en la revista, todas ellas eran
pobres: las víctimas y cobayas de una superpotencia rapaz que en
estos momentos es más peligrosa que nunca.
Relato
esta experiencia a modo de advertencia y para poner fin a una
distracción que tantos de nosotros hemos consumido. El creador de la
propaganda moderna, Edward Bernays, describía este fenómeno como
“la manipulación consciente e inteligente de los hábitos y
opiniones” de las sociedades democráticas. Él llamaba a esto
“gobierno invisible”.
¿Cuántas
personas tienen conciencia de que ha empezado una guerra mundial? Hoy
en día, se trata de una guerra de propaganda, de mentiras y
distracción, pero esto puede cambiar en cualquier momento, con la
primera orden equivocada o el primer misil.
En
2009, el presidente Obama se presentó ante una multitud en actitud
de adoración en el centro de Praga, en el corazón de Europa. Se
comprometió a construir “un mundo libre de armas nucleares”.
La gente lo ovacionó y algunos lloraban. Los medios derramaron un
torrente de lugares comunes. Después de esto, a Obama se le concedió
el Premio Nobel de la Paz.
Todo
era una patraña. Obama estaba mintiendo.
Su
administración ha construido más armas nucleares, más ojivas
nucleares, más sistemas de lanzamiento de armas nucleares, más
fábricas de armas nucleares. Solo el gasto en cabezas nucleares
aumentó más durante el gobierno de Obama que con cualquier otro
presidente de Estados Unidos. En 30 años se ha gastado más de un
billón de dólares –un millón de millones, es decir, un 1 seguido
de 12 ceros–.
Hay
planes para la construcción de una bomba nuclear en miniatura; se la
conoce como la B61 modelo 12. Nunca ha habido nada parecido. El
general James Cartwright, ex vicepresidente del Estado Mayor
Conjunto, dijo: “La miniaturización nuclear [hace que el
uso de esta] arma sea más posible”.
En
los últimos 18 meses, la mayor concentración de tropas desde la
Segunda Guerra Mundial –comandada por Estados Unidos– se está
desplegando a lo largo de la frontera occidental rusa. Desde la
invasión de la Unión Soviética por los ejércitos de Hitler,
ninguna fuerza militar extranjera ha montado semejante amenaza
demostrable contra Rusia.
Ucrania
–una vez integrante de la Unión Soviética– se ha convertido en
un parque temático de la CIA. Después de haber orquestado un golpe
de Estado en Kiev, Washington controla de hecho a un régimen que
está al lado de Rusia y es hostil a ella. Un régimen literalmente
plagado de nazis. Las figuras parlamentarias prominentes de Ucrania
son descendientes políticos de los conocidos grupos fascistas OUN
[Organización de Nacionalistas Ucranianos] y UPA [Ejército
Insurgente Ucraniano]. Elogian públicamente a Hitler y llaman a la
persecución y expulsión de la minoría rusohablante.
Esta
noticia casi no existe en Occidente, o es tergiversada para quitarle
la carga de verdad.
En
Letonia y Estonia –países vecinos de Rusia– el poder militar de
Estados Unidos está desplegando fuerzas de combate, tanques y
armamento pesado. Esta provocación extrema de la que es objeto la
segunda potencia nuclear del globo es recibida en Occidente sin que
se haga oír una sola voz.
Lo
que constituye una perspectiva de guerra nuclear todavía más
peligrosa es una campaña paralela contra China.
Casi
no pasa un día en el que no se coloque a China en el estatus de
“amenaza”. Según el almirante Harry Harris, comandante
estadounidense de la zona Pacífico, China está “levantando un
gran muro de arena en el mar de China Meridional”. Se refiere a
la construcción de pistas de aterrizaje en las islas Spratly, que
son objeto de disputa con Filipinas, una disputa que pasó
desapercibida hasta que Washington presionó y sobornó al gobierno
de Manila, y el Pentágono lanzó una campaña propagandista llamada
“libertad de navegación”.
¿Qué
significa esto en realidad? Significa que los barcos de guerra
estadounidenses tengan libertad para patrullar y dominar el litoral
marítimo chino. Trate usted de imaginar cuál sería la reacción de
Estados Unidos si buques de guerra chinos hiciesen lo mismo frente a
las costas de California.
Yo
rodé una película llamada The War You Don’t See (La guerra que
usted no ve) en la que entrevisté a distinguidos periodistas de
EE.UU. y Gran Bretaña: reporteros como Dan Rather, de CBS; Rageh
Omar, de la BBC; o David Rose, de The Observer. Todos ellos dijeron
que si los periodistas y presentadores de radio y TV hubiesen hecho
su trabajo y cuestionado la propaganda que sostenía que Sadam
Hussein poseía armas de destrucción masiva; si los periodistas no
hubiesen amplificado las mentiras de George W. Bush y Tony Blair y no
se hubieran hecho eco de ellas, la invasión de Iraq en 2003
posiblemente no habría ocurrido, y cientos de miles de hombres,
mujeres y niños hoy estarían vivos.
En
principio, la propaganda que está preparando el terreno para una
guerra contra Rusia y/o China no es muy diferente. Que yo sepa,
ningún periodista de los medios de “la corriente dominante”
occidental –un equivalente a Dan Rather, digamos– pregunta por
qué China está construyendo aeródromos en el mar de China
Meridional.
La
respuesta saltaría a la vista. Estados Unidos está rodeando a China
con una red de bases militares, misiles balísticos, unidades de
combate, aviones de bombardeo que transportan bombas nucleares. Este
mortífero arco, que comprende Australia, las islas del Pacífico,
las Marianas y Guam, Filipinas, Thailandia, Okinawa, Corea del Sur y,
ya en Eurasia, también Afganistán e India. Estados Unidos ha puesto
un dogal en el cuello de China. Pero esto no es noticia. Silencio
mediático; guerra mediática.
Con
mucho secretismo, en 2015, Estados Unidos y Australia realizaron los
mayores ejercicios aeronavales de los últimos años, fueron
conocidos como ‘Sable talismán’. Su finalidad era mejorar los
planes de guerra aeronaval y de bloqueo de corredores marítimos
–como los estrechos de Malaca y de Lombok– para cortar el acceso
de China al petróleo, al gas y a otras materias primas de Oriente
Medio y África.
En
el circo conocido como la campaña presidencial estadounidense,
Donald Trump aparece como un loco, un fascista. Ciertamente, es
detestable, pero también es alguien que odia a los medios. Esto solo
ya despertaría nuestro escepticismo.
Los
puntos de vista de Trump sobre la inmigración son grotescos, pero no
mucho más que los de David Cameron. Trump no es el Gran Deportador
de Estados Unidos; sí lo es el ganador del Premio Nobel de la Paz,
Barack Obama.
Según
un gran comentarista liberal, Trump está “desencadenando las
fuerzas oscuras de la violencia” de Estados Unidos.
¿Desencadenándolas? Este es el país donde los bebés le disparan a
su madre y la policía está empeñada en una guerra asesina contra
los estadounidenses negros. Este es el país que ha atacado y tratado
de derribar a más de 50 gobiernos, muchos de ellos elegidos
democráticamente, y bombardeado desde Asia a Oriente Medio,
provocando la muerte y la miseria de millones de personas.
Ningún
país puede igualar este sistemático récord de violencia. La mayor
parte de las guerras de Estados Unidos (casi todas ellas contra
países indefensos) no han sido iniciadas por presidentes
republicanos sino por demócratas liberales: Truman, Kennedy,
Johnson, Carter, Clinton, Obama.
En
1947, una serie de directivas del Consejo de Seguridad Nacional (NSC,
por sus siglas en inglés) describieron los principales objetivos de
la política exterior de Estados Unidos como [la construcción de] un
mundo sustancialmente hecho a nuestra propia imagen”. La
ideología era mesianismo estadounidense. Todos éramos
estadounidenses. U otra cosa. Los herejes serían convertidos,
subvertidos, comprados, difamados o aplastados.
Donald
Trump es un síntoma de esta actitud, pero también es un disidente.
Dice que la invasión de Iraq fue un crimen; él no quiere entrar en
guerra con Rusia y China. Para nosotros, el peligro no es Trump sino
Hillary Cliton. Ella no es una disidente. Ella personifica la
resiliencia y la violencia de un sistema cuyo cacareado
“excepcionalismo” es totalitario con un ocasional rostro
liberal.
Según
se acerque el día de las elecciones, Clinton será saludada como la
primera mujer en la Oficina Oval, sin que importen sus crímenes y
mentiras; tal como fue alabado Barack Obama por ser el primer
presidente negro, y los progresistas se tragaron sus tonterías sobre
la “esperanza”. Y las bobadas continúan.
Descrito
por el columnista de The Guardian Owen
Jones como “divertido, encantador, con una falta de
formalidad de la que escapan prácticamente todos los políticos”,
al día siguiente Obama envió unos drones para asesinar a 150
personas en Somalia. Acostumbra a matar los martes, según el New
York Times, cuando le entregan una lista de candidatos a ser
asesinados por medio de drones. Es un tío muy legal.
En
2008, en su campaña presidencial, Hillary Clinton amenazó a Irán
con “destruirlo completamente” con armas nucleares. Como
secretaria de Estado en el gobierno Obama, ella participó en el
derribo del gobierno democrático de Honduras. Su contribución en la
destrucción de Libia, en 2011, fue casi jubilosa. Cuando el líder
libio, el coronel Gaddafi, fue sodomizado en público con un cuchillo
–un crimen que solo fue posible gracias a la logística
estadounidense–, Clinton se regodeó diciendo: “Nosotros
llegamos, lo vimos y él murió”.
Una
de las más estrechas aliadas de Clinton es Madeleine Albright, la ex
secretaria de Estado, que ha atacado a algunas jóvenes mujeres por
no apoyar a “Hillary”. Es la misma Madeleine Albright que celebró
infamemente por la televisión la muerte de medio millón de niños
iraquíes diciendo “valió la pena”.
Entre
los más grandes apoyos de Clinton están los grupos de presión
israelíes y las empresas fabicantes del armamento que alimenta la
violencia en Oriente Medio. Ella y su marido han recibido una fortuna
proveniente de Wall Sreet. Aun así, ella está a punto de ser
consagrada candidata de las mujeres para deshacerse del maligno
Trump, el demonio oficial. Entre las seguidoras de Hillary hay
distinguidas feministas: como Gloria Steinem, de Estados Unidos, y
Anne Summers, de Australia.
Hace
una generación, una corriente de pensamiento postmoderno ahora
conocido como “política identitaria” hizo que muchas
personas inteligentes y de mente progresista se inhibieran de
analizar las causas y las figuras que ellas apoyaban –los
impostores de Obama y Clinton; los falsos movimientos progresistas
como Syriza, en Grecia, que traicionaron al pueblo de ese país y se
aliaron con sus enemigos.
La
autoabsorción –una especie de exaltación de mí mismo– se
convirtió en el nuevo Zeitgeist (espíritu del tiempo) en las
privilegiadas sociedades occidentales y marcó la desaparición de
los grandes movimientos contra la guerra, la injusticia social, la
desigualdad, el racismo y el sexismo.
Hoy
en día, la larga siesta podría estar acabando. La juventud está
volviendo a despertar. Poco a poco. Los miles de jóvenes que en Gran
Bretaña apoyaron a Jeremy Corbyn como líder laborista forman parte
de este despertar, al igual que aquellos que acudieron para apoyar al
senador Bernie Sanders.
No
obstante, la semana pasada, en Gran Bretaña, el aliado más cercano
a Jeremy Corbyn, su tesorero en la sombra John McDonnell, implicó a
un gobierno laborista en la cancelación de la deuda de la banca
pirata y, de hecho, en la continuación de la llamada austeridad.
Y
en Estados Unidos, Bernie Sanders prometió apoyar a Clinton en el
caso de que sea nominada. Él, también, ha votado por el empleo de
la fuerza contra algunos países cuando, según su parecer, sea
“correcto”. Dice que Obama ha hecho “un gran
trabajo”.
En
Australia hay una especie de política de la morgue, en la que se
suceden tediosos juegos parlamentarios interpretados por los medios
mientras los refugiados y los pueblos originarios son perseguidos y
crece la desigualdad, al mismo tiempo que el peligro de una guerra.
El gobierno de Malcom Turnbull acaba de anunciar el llamado
presupuesto de la defensa de 195.000 millones de dólares, que es un
impulso en la dirección de la guerra. El debate no existe. Silencio.
¿Qué
ha pasado con la gran tradición de la acción directa popular sin
las limitaciones de los partidos? ¿Dónde están el coraje, la
imaginación y el compromiso necesarios para iniciar un largo viaje
hacia un mundo mejor, justo y pacífico? ¿Dónde están los
disidentes en el arte, el cine, el teatro, la literatura?
¿Dónde
están aquellos que harán pedazos el silencio? ¿O estamos esperando
a que se dispare el primer misil nuclear?
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