23 de abril de 2014

VALLS SE ENFRENTA A UNA REBELIÓN SOCIALISTA

Lo primero que hizo Valls al asumir el gobierno
francés fue presentar un plan destinado
a reducir en unos 50 mil millones de euros
los gastos públicos. Imagen: AFP
El Primer Ministro francés pierde apoyo interno a su política económica de austeridad. 

Eduardo Febbro. Página 12

El gobierno francés está a un paso de no contar con la mayoría parlamentaria necesaria para aprobar el 29 de abril el “programa de estabilidad”, considerado por el ala más de izquierda del PS como un plan de ajuste.

La política de austeridad promovida por el presidente socialista François Hollande encontró su mejor adversario en el seno de la mayoría socialista gobernante. El jefe del Estado y su primer ministro, Manuel Valls, están a un paso de no contar con la mayoría necesaria para aprobar el “programa de estabilidad” que debe ser votado el próximo 29 de abril en la Asamblea Nacional a raíz de una rebelión protagonizada por un grupo de parlamentarios socialistas. Los apoyos internos necesarios al despliegue de un plan de costosas consecuencias sociales y privilegios para las empresas tambalean cada semana. El bloque presidencial lleva meses tratando de evitar la fractura. Esta, sin embargo, se plasmó luego de la estruendosa derrota de los socialistas en las elecciones municipales de finales de marzo, donde perdieron una gran parte de las ciudades medianas que controlaban. Hollande operó un cambio de gabinete y puso a la cabeza del Ejecutivo a un representante del llamado socialismo liberal, Manuel Valls. La figura fue distinta pero no la línea política. Lo primero que hizo Valls fue presentar un plan destinado a reducir en unos 50 mil millones de euros los gastos públicos. El cambio fue histórico porque el ahorro tocaba en buena medida la política de protección social.

Los socialistas que ya se habían manifestado antes de las elecciones municipales para poner en tela de juicio la carga impositiva, los recortes y el conjunto de medidas destinadas a respetar en 2015 el límite del 3 por ciento de déficit del PIB impuesto por la Unión Europea volvieron a la carga. Unos cien parlamentarios del PS le escribieron a Manuel Valls y denunciaron un “plan económicamente peligroso”, cuyas consecuencias, para ellos, implicaba “retrocesos sociales y perturbaciones en los servicios públicos ineluctables”. El segundo acto de esta revuelta consiste hoy en poner sobre la mesa un plan de economía, distinto al que preparó Valls, es decir, en evitar que se recorten los beneficios sociales previstos inicialmente. Hasta esta semana, inamovible, el gobierno siguió promoviendo su panacea liberal como única alternativa, mientras varios parlamentarios de la mayoría se declaraban “aterrados” o confesaban que sentían que se habían “burlado” de ellos. En resumen, Hollande se fijó una meta diametralmente distinta a la hoja de ruta presentada durante la campaña electoral que condujo a su victoria en 2012. Debe haber pocos ejemplos tan descarados como el que simboliza el presidente Hollande: hacer caso omiso de las promesas, de la mayoría que lo votó, de su propia mayoría parlamentaria y seguir una política más aguda que la derecha que estaba en el poder hasta hace dos años ha sido su “frecuencia” política. Mi “enemigo” es “la finanza”, había dicho Hollande cuando se lanzó en la campaña.

La aritmética de las reformas se le complica ahora con la rebelión de los parlamentarios que promueven una iniciativa alternativa a la que el Ejecutivo busca implementar. En las filas del PS se habla de “bronca mayor y de “desasosiego”. Para muchos, se hace obvio que, en su versión actual, el programa económico chocará con la oposición de un consistente segmento de los socialistas. Para evitar ese desastre, diputados del PS que integran la Comisión de Finanzas han elaborado medidas alternativas a fin de garantizar la aprobación del coquetamente llamado “programa de estabilidad”. El gobierno les pone nombres muy lindos a las cosas. Por ejemplo, el dispositivo mediante el cual las empresas se beneficiarán con unos 50 mil millones de euros de reducción de las cargas patronales se llama “pacto de responsabilidad”, y el que el gobierno prometió para las familias se llama “pacto de solidaridad”. Estabilidad, solidaridad, responsabilidad y, al final, una colosal fractura.

Se trata en estos momentos de encontrar un punto de equilibrio entre el Ejecutivo y la mayoría, ya que, hasta ahora, el gobierno hizo como si esa mayoría no existiera o estuviera a sus pies. El diario Le Monde reveló una nota del grupo de trabajo informal oriundo de la Comisión de Finanzas en la cual este núcleo de parlamentarios socialistas evoca “otra trayectoria para las economías”. Los parlamentarios cuestionan tanto la forma como el propósito diseñado por el Ejecutivo para ahorrar 50 mil millones de euros. Estos socialdisidentes alegan que “el poder adquisitivo de los franceses se ha visto muy afectado por los esfuerzos presupuestarios y no es posible pedir más”. Entre los cambios que adelantan, figura la idea de que no se congelen los beneficios sociales previstos en el plan oficialista –cerca de dos mil millones de euros de economías–. De hecho, desde que llegó al poder, Hollande viene dando tijeretazos múltiples en las ramas de los beneficios sociales. El jefe del Estado corta con tijeras de oro los magros ahorros de quienes poco tienen.

Los sectores más liberales celebran con champagne helado la osadía del presidente: terminar de sepultar el socialismo. Los conjurados socialistas no se oponen a que se economicen 50 mil millones de euros, pero sí a que esto recaiga en las clases medias y menos medias que ya pagaron un alto tributo. El ajuste fiscal teledirigido desde Bruselas, ideado por Alemania y defendido por el Ejecutivo, contempla el congelamiento de los salarios de los funcionarios, de varias prestaciones sociales –jubilación por ejemplo– sin la más tímida contrapartida exigida al gran patronato, el cual, sin explicar ni cómo ni de dónde, jura sobre el código laboral que esas medidas crearán cientos de miles de empleos. Ese optimismo liberal se ve diariamente matizado por otros estudios que advierten que, contrariamente a lo que se cree, el cóctel de austeridad y recortes en vez de impulsar la economía sólo creará más pobreza y, desde luego, beneficios para las empresas.

El gobierno no tiene otro camino que consensuar con los rebeldes. Hollande ya no cuenta ni con el voto de los comunistas ni con el del Frente de Izquierda, de JeanLuc Mélenchon, ni con el de los ecologistas. Sólo le quedan sus propios parlamentarios para cuajar una mayoría. Ello no quita ni un solo ingrediente a la lamentable comedia política que ofrecen los socialistas. El nuevo primer secretario del PS, Jean Christophe Cambadélis, se ofuscó con los rebeldes en nombre del principio según el cual está bien protestar contra la derecha, mientras que al primer ministro Valls se le debe una “exigente solidaridad”. Los electores que votaron a los parlamentarios que hoy salen a la arena contra su propio gobierno no parecen tener existencia alguna. El socialismo gobernante se asemeja mucho a esas actrices de comedia musical que se cambian muchas veces de ropa durante el espectáculo. Rojo, azul, harapos, polleras, escotes y ropa de monja. Jean Christophe Cambadélis dirige hoy el PS, pero hace un año, cuando era vicepresidente del Partido Socialista Europeo (PSE), escribió un rotundo alegato contra las políticas que defiende en estos días. El texto de Cambadélis denunciaba el hecho de que el “proyecto comunitario está herido por una alianza de circunstancia entre los acentos thatcherianos del primer ministro británico –quien sólo concibe Europa como un menú y a bajo precio– y la intransigencia egoísta de la canciller Merkel, la cual sólo piensa en los ahorristas de Alemania, en la balanza comercial de Berlín y en su porvenir electoral”. La misma farsa está en el origen con el famoso “mi enemigo es la finanza” de Hollande. El poder cambia las ideas. En la Francia del siglo XXI parece que para contener la dicta-austeridad hay que votar a la derecha.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
La insistencia en llamar socialistas a cualquiera que milite en los autodenominados PP.SS. (Partidos Socialistas) es digna de mejor causa. Hoy no hay socialistas en dichos partidos -tampoco en el PSF-.  A lo sumo algún socialdemócrata despistado (la fracción que ahora se rebela en las filas parlamentarias de dicho partido) entre la inmensa mayoría de social-liberales, ya estén en estos en sus direcciones, en los parlamentos o en las bases. 

Aún así ya podríamos habernos dado los trabajadores españoles con una piedra de granito en mitad de los dientes si dentro del PSOE hubiera habido algún conato de rebelión ante la brutalidad de las medidas del último período Zapatero, no digo de un tercio de sus parlamentarios, como en el caso francés, sino siquiera de una décima parte de los mismos. 

Aquí, desde que llegó a la dirección del PSOE el "clan sevillano de la tortilla", todos son, casi sin excepción, otánicos, liberales y desclasados.

LA CRISIS ES CULPA DE… ¿LOS POLÍTICOS?

marxismoirreverente.wordpress.com

Llevamos más de seis años de crisis económica, y parece que ya hemos olvidado cuando, cómo y por qué empezó. Un batiburrillo de ideas que se lanzan a diario contra el público impiden ver lo que ocurre con claridad.


Bancos, hipotecas subprime, corrupción política, las empresas quiebran, paro, coches oficiales, el rey mata elefantes, desahucios, ¡cuidado! ¡la prima de riesgo!, más paro, la deuda, despilfarro de dinero público, Urdangarín, aeropuertos sin aviones, “los sindicatos están demasiado subvencionados”, Bárcenas, más paro, austeridad, recortes, la marca España, “la culpa es de los políticos”, el techo de gasto, “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, la culpa es del PP, la “herencia recibida”, pues tú más, “no podemos pagarles la sanidad a los inmigrantes”, el IBEX 35, las cajas de ahorro son el demonio, rescate, “todos son iguales”, más recortes… ¿alguien tiene claro lo que ocurre?

Resulta difícil para el común de los mortales hacerse una idea clara sobre las causas últimas de la situación actual. Cada día aparece algo nuevo que le añade complejidad al asunto, o nos hablan de cifras que suben y bajan y de cuyo resultado depende que el país resista o se venga abajo. ¿Recordáis cómo empezó todo? En un primer momento culpamos a los bancos, ya que la quiebra de muchos de ellos fue lo que provocó que los grandes medios comenzaran a usar la palabra “CRISIS”. Es así como las voces que apuntaban al capitalismo como causa última de la misma comenzaron a escucharse. Sin embargo, y como viene siendo natural, comenzamos a querer echarle la culpa a “los que mandan”, o por lo menos, a aquellos que la gente cree que son los que mandan: los políticos. “El capitalismo” en abstracto es algo a lo que no podemos poner cara, resulta difícil echarle la culpa puesto que es imposible señalarlo con el dedo y decir “¡ahí está, él tiene la culpa, a por él!”.

¿Podemos encontrar un sentido lógico a toda esta información, de forma que nos aclare quienes son los verdaderos culpables de la situación actual?

El relato oficial sobre la crisis
Lo cierto es que no podemos hablar de un único relato oficial sobre la crisis, dado que la estrategia de las clases dominantes se basa más en la confusión por saturación de información, que en mantener una idea bien definida que logre engañar a la gente. Por un lado están los que pretenden hacernos creer que la crisis es algo parecido a un desastre natural, que no responde a causas ni personas concretas, y que absolutamente nadie habría sido capaz de preverla.

Algunos le echan la culpa a los hipotecas subprime, tratando de hacer ver que la crisis se debe a una mala gestión coyuntural de determinados activos financieros, y que no responde a cuestiones estructurales del sistema económico. (¿No os acordáis de aquel simpático jubilado que salía en Buenafuente explicando la “teoría ninja”, dónde la culpa de la crisis poco menos que la tenían los negros pobres de EEUU y su vida de lujo a base de créditos?)

Otros, los más atrevidos, acusan a la desregulación del capital financiero (presentado como malo) frente al capitalismo productivo (presentado como bueno); planteándolo cómo si fueran independientes o cómo si se pudiera impulsar “el bueno” sin tener que desregular “el malo”. De esta última teoría, esgrimida especialmente por la social-democracia europea, llegaron los llamamientos para “refundar el capitalismo” que quedaron en el más absoluto papel mojado.

El relato oculto sobre la crisis:
Desde los años 70, 80 y 90 el sistema económico capitalista a nivel global fue tomando nuevas formas derivadas de su propia evolución interna. La expansión sin límite del capitalismo financiero se volvió indispensable para seguir manteniendo el crecimiento del sistema productivo. Los trabajadores y trabajadoras no ganaban el suficiente salario como para seguir comprando en un mercado en constante expansión, situación que hizo necesaria la introducción del crédito, para que la gente pudiera seguir aumentando su nivel de consumo al mismo tiempo que aumentaba el nivel de producción.

Lo que pretendemos exponer aquí es que, dado que las empresas no eran capaces de vender todos sus productos a la clase trabajadora mundial, invitaron/obligaron a ésta (y a los estados) a endeudarse constantemente y cada vez en mayor medida, para así igualar el nivel de consumo al de producción y evitar así lo que desde el marxismo llamamos “crisis de sobreproducción“. Sin embargo, y como se ha comprobado, una economía basada en una creciente especulación financiera se vuelve excesivamente inestable; por lo que la crisis de sobreproducción llegó finalmente. No se trata por tanto de un problema de política coyuntural, ni tampoco de la gestión concreta de uno u otro gobierno (la cual puede acelerar o retrasar el proceso, pero nunca evitarlo mientras se acepten las lógicas del mercado capitalista). Estamos hablando de un proceso económico de gran calado que pasa por encima de gobiernos y estados, a pesar de que haya sido impulsado y facilitado por éstos.

Para concluir con la explicación, expondremos lo que consideramos los puntos fundamentales. El ciclo de expansión económica se ha roto, y nos encontramos con la siguiente situación:

1) Como explicábamos antes, se trata de una crisis de sobreproducción. Esto implica que las empresas no son capaces de vender sus productos, y que por tanto, no logran obtener el dinero que necesitan para volver a reimpulsar el ciclo productivo.

2) Las clases dominantes necesitan soltar lastre, y deciden sacrificar a esas clases intermedias (pequeños y medianos empresarios) que habían florecido con el ciclo de expansión del crédito. Es lo que desde el marxismo llamamos la “proletarización de la pequeña burguesía”. Los dueños de los pequeños negocios, que tendían a alinearse con los grandes empresarios en lo referente al debate sobre los derechos de los trabajadores, abandonan ahora el bloque dominante por una cuestión más material que ideológica; se cierran sus empresas y pasan a engrosar la lista de personas desempleadas a la búsqueda de que alguien pague a cambio de alquilar su fuerza de trabajo.

3) El gran capital necesita de una gran cantidad de dinero de la que no dispone, para volver a poner en marcha el ciclo productivo sin tener que perder su tasa de beneficio o ganancia. Para lograr esto los gobiernos deciden ceder el dinero público (destinado originalmente al mantenimiento de los servicios públicos) a los grandes bancos, que lo usarán para volver a poner en marcha la economía. Eso sí, tras quedarse con un buen pellizco para sus directivos y accionistas.

4) La falta de dinero en las arcas públicas hace que se privaticen empresas públicas y se cierren o recorten los servicios sociales que el estado debe garantizar como derechos humanos que son. Esta situación también hace que aumente la deuda pública con la gran banca internacional, ya que nos vemos obligados a pedir dinero prestado.

5) Las grandes empresas, gracias al crédito obtenido por el rescate bancario, compran empresas públicas y ocupan con el sector privado los servicios abandonados por el sector público; y es aquí donde observamos el doble beneficio para el sector privado. Por un lado consiguen que el Estado les pague la deuda impuesta para rescatar a la banca, y por otro consiguen empresas de sectores estratégicos a precio de saldo, lo que repercutirá en grandes beneficios para las mismas.

6) El rescate a la banca se realizó mediante la imposición de la deuda al Estado. La Troika o santísima trinidad del capitalismo europeo (FMI, BCE y la Comisión Europea), decidió que no era bueno financiar por su cuenta a la gran banca en crisis, y que “la mejor opción” era realizar un préstamo a los grandes bancos europeos con un tipo de interés del 1%, para que éstos, volvieran a prestar ese dinero al Estado al 6% de interés (negocio redondo). El Estado se ha endeudado con la gran banca europea, para poder pagar el rescate a la banca española en crisis; es decir, que los diferentes gobiernos (tanto del PSOE como del PP) han puesto a los ciudadanos como avalistas del rescate bancario, del cual ya se ha confirmado que cerca de 40.000 millones se han cedido a fondo perdido, a lo que hay que sumar los recientes 30.000 millones que el gobierno “ha regalado” a la banca en forma de exención de impuestos.

La deuda impuesta y el golpe de estado constitucional
Tal y como hemos explicado, el pago de la deuda a la gran banca europea no corre a cargo de los bancos rescatados, sino que la responsabilidad de devolverla pesa sobre los hombros del Estado, es decir, sobre los hombros de la ciudadanía.

Esta estrategia fue acordada por el PSOE y el PP durante el gobierno de Zapatero, mediante un gran pacto de Estado que se materializó en la reforma constitucional express del artículo 135, gracias al cual se hacía ley constitucional la obligatoriedad de anteponer el pago de la deuda al mantenimiento de los servicios públicos. Es así como la ideología neoliberal se hizo orden constitucional, es aquí donde se produce el golpe de estado que vuelve papel mojado los artículos constitucionales que salvaguardaban el poco carácter social que tiene la constitución del 78.

Hemos asistido a una reforma de la carta magna que ha supuesto la transformación de la filosofía de la misma, la reforma de los objetivos que nos marcábamos como país. Y sin embargo, esta reforma no ha salido de un fuerte debate social democrático, sino que fue pactada y firmada en la sombra por los dos partidos del régimen, de tal forma que casi ha pasado desapercibida en la agenda de debate público y mediático.

Los grandes objetivos que una sociedad se marca a través de una constitución, que entienden al pueblo como una entidad que construye su propio futuro para alcanzar unos objetivos económicos, sociales, políticos y morales, son ahora sustituidos por una nueva concepción del mundo. El país ha dejado de verse a sí mismo como un ente soberano que actúa dentro del marco del estado/nación, gestionando sus recursos naturales y humanos en pos de unos objetivos. Ahora es representado como una empresa que debe competir en el mercado mundial, y que como empresa, debe estructurar como tal tanto sus objetivos como su funcionamiento interno. Somos “la marca España”. Lo no rentable, es desechable. El crecimiento, es la salvación.

“Show must go on” (El espectáculo debe continuar)
Una vez que los dos partidos del régimen han encadenado el futuro del país al pago de la deuda, y por lo tanto, han condicionado por completo las políticas que se podrán realizar en el futuro, el bipartidismo debe continuar con su teatro. Tras ocultar el gran pacto de estado, el PP y el PSOE deben seguir mostrándose como dos cosas completamente opuestas, tal y como venía haciendo hasta el momento. Una vez más se impone mediáticamente y por saturación informativa la cultura pos-moderna del olvido, tal y como analizaba un viejo sociólogo polaco. Se vuelve a poner en marcha la función y los nuevos enfrentamientos hacen olvidar los viejos pactos, intentando ocultar la realidad de que cualquier futuro gobierno que no logre los dos tercios de la cámara de diputados, estará obligado constitucionalmente a pagar la deuda por encima del pago a los servicios sociales.

La política económica que determinará el futuro del país, ha sido pactada bajo la mesa y sin la suficiente atención mediática. Sin embargo, ahora los partidos del orden (PP y el PSOE) tienen que seguir representándose como dos partidos diferentes que se presentan ante la sociedad como dos alternativas políticas completamente opuestas; cuando la realidad, es que sólo nos dan a elegir entre diferentes técnicos que van a gestionar el mismo modelo económico ya pactado.

En definitiva…
La culpa de la crisis no la tiene una gestión coyuntural de un partido u otro, sino la dinámica propia del sistema capitalista.

Entendemos por tanto que la crisis se ha generado por las contradicciones propias del funcionamiento del sistema; sin embargo la salida que se le da a esa crisis de sobreproducción, es la que está determinada por la lucha de clases. Y es ahí donde entra la cuestión política; es ahí dónde se representan las diferentes alternativas políticas que favorecen a uno u otro sector. Porque “los políticos” no son más que el reflejo de otros intereses, de los intereses de diferentes clases.

No existe la clase política. Lo que existen son políticos que sirven al interés de una u otra clase. Los que sirven a la minoría privilegiada o los que sirven a la mayoría explotada.

22 de abril de 2014

PUNTOCOM. EL NASDAQ CAE UN 6% DESDE MÁXIMOS Y AVIVA EL TEMOR A UNA NUEVA BURBUJA

Acceso a la Bolsa estadounidense con el
nombre de su índice tecnológico, el Nasdaq.
Imagen de REUTERS
Alberto Roa. Cinco Días

Los ecos del estallido de la burbuja de las empresas de Internet en el año 2000, conocida como burbuja de las puntocom, resuenan estos días WallStreet. Las importantes caídas de varias compañías tecnológicas en las últimas semanas tienen la culpa, con una sensación inquietante de déjà vu. Entonces, las empresas de Internet se desplomaron en Bolsa y el Nasdaq, que había llegado a tocar los 5.048,6 puntos en marzo de aquel año, cayó sin freno. Se dejó un 37% en dos meses y prosiguió imparable su corrección hasta los 1.114,1 de octubre de 2012.

Aunque los expertos creen que es prematuro buscar analogías con aquella situación, son numerosas las voces que alertan sobre una nueva burbuja. El Nasdaq cae más de un 7% desde el máximo anual que alcanzó el 5 de marzo. No se libran los valores de moda como Facebook, que se deja un 18% desde su máximo de mediados de marzo o Twitter, que retrocede cerca de un 38% desde que tocó techó en los 73,3 euros en diciembre del año pasado.

La razón de estas caídas hay que buscarla en las altas valoraciones que habían alcanzado muchas compañías tecnológicas. Desde LinkSecurities explican que se observa en las últimas semanas “una rotación desde los valores de crecimiento, que presentan multiplicadores bursátiles muy exigentes hacia compañías con sólidos balances, recurrencia de resultados y que, al haber sido dejadas de lado en el último rally alcista del mercado, presentan atractivas valoraciones”.

En este sentido, la encuesta mensual de gestores de fondos de Bank of America Merril Lynch refleja que hay un gran cambio en el sentimiento de los inversores a la hora de elegir entre compañías de valor o de crecimiento. En abril, un 40% de los encuestados creían que los títulos de compañías de valor se comportarán mejor que las de crecimiento en los próximos doce meses, más del triple que en marzo. “Esto puede ofrecer una de las claves de las ventas en valores tecnológicos y biotecnológico”, explican los autores de la encuesta.

Joaquín Robles, analista de XTB, destaca que estas empresas “se dedican a comercializar un activo intangible y eso da pie a los mercados a valorar a las empresas por los beneficios futuros que pudieran tener. De ahí que estén corrigiendo severamente por el temor a que la cotización esté inflada”. Mientras que las empresas que comercializan valores tangibles, añade, son las que soportan al índice.

Para los expertos del departamento de análisis de Bankinter, el mejor exponente de este proceso de sobrevaloración puede ser King Entertainment, la empresa desarrolladora del famoso juego Candy Crush. “Salió a Bolsa la última semana de marzo con una valoración de salida de 7.600 millones de dólares, a pesar de que sus ingresos se concentran en un único juego de una cartera de 180, y perdió un 15% el día del estreno”.

Los últimos movimientos corporativos en el sector de la tecnología generan dudas por su sobrevaloración. Entre ellos ocupa un lugar destacado la compra de Whatsapp por parte de Facebook por 19.000 millones de euros, “una operación que parece tener valor estratégico, pero no económico”, apuntan desde Bankinter. También señalan a los planes de salida a Bolsa de Just Eat, que prepara su OPV con una valoración objetivo inicial que es aproximadamente 100 veces su Ebitda.

Hay señales de sobrecalentamiento en el sector tecnológico que hacen que el Nasdaq pueda seguir corrigiendo. Los expertos aconsejan discriminar entre empresas. Así, desde Nomura explican en un reciente informe que “la volatilidad en las acciones de Internet y de redes sociales nos sirve para reorientarnos hacia los valores que han revisado al alza sus estimaciones de ingresos. La volatilidad ha aumentado, pero los fundamentales no han cambiado”. La firma nipona aconseja comprar Facebook y Google, para los que espera una revalorización a un año del 42% y el 29%, respectivamente.

El índice tecnológico se desploma un 18%
Las empresas de Internet no acaparan esta vez los mayores temores a una posible burbuja de precios en la Bolsa. Son las compañías biotecnológicas las que están corrigiendo de forma más acentuada en las últimas semanas. El índice de las compañías biotecnológicas, el Nasdaq Biotech Index (NBI), cae más de un 18% desde su máximo anual, alcanzado el pasado 25 de febrero.

Dentro del índice biotecnológico, las compañías farmacéuticas acusan los mayores descensos. Exelixis cae un 60% en los dos últimos meses y Halozyme Therapeuthics se deja un 57%. Estas caídas llegan tras conocerse una carta de varios miembros de la Casa de Representantes al consejero delegado de la compañía Gilead sobre el precio de un tratamiento farmacológico contra la hepatitis C. Una medicación con un coste muy elevado y para el que la Organización Mundial de la Salud también ha pedido que se rebaje el precio.

Estas presiones a la compañía farmacéutica han sido un factor añadido para ahondar las últimas caídas en el índice biotecnológico, aseguran los expertos.

A pesar de estos descensos, Tristan Camp, especialista de producto para el mercado norteamericano de Legg Mason, es optimista sobre el comportamiento bursátil de estas empresas. “El sector sigue beneficiándose de una serie de condiciones favorables, tales como la innovación continua en la elaboración de fármacos y un marco regulador favorable”, afirma.

Al igual que con el índice compuesto del Nasdaq, el índice biotecnológico atraviesa un periodo de gran volatilidad en los últimos días.

EL SIGNIFICADO ACTUAL DEL 1 DE MAYO

Iñaki Gil de San Vicente. La Haine

La burguesía necesita aumentar el desempleo y el paro permanente, el subempleo y la precarización extrema para aterrorizar a la clase trabajadora

Nota: Texto escrito a petición de la Agencia Bolivariana de Prensa 

1. HECHOS
El 1 de mayo de 1886 se inició una huelga obrera en Chicago para reducir a ocho horas diarias el tiempo de trabajo. Esta huelga era parte de un amplio movimiento de las masas obreras y populares en los Estados Unidos para reducir la durísima jornada de trabajo que llegaba hasta las 12 y 14 horas durante seis días a la semana, en muy penosas condiciones laborales, con disciplinas muy duras, con despidos inmediatos, con abusos de todas clases incluidos los sexuales contra las trabajadoras, con explotación infantil, sin derechos sociales ni políticos, sin cobertura sanitaria pública, etcétera. Condiciones espantosas que también se sufrían en la Europa de entonces, impuestas a la fuerza desde los orígenes mismos del capitalismo industrial a finales del siglo XVIII en Inglaterra e incluso antes, en el capitalismo manufacturero, impuestas muchas veces con la intervención militar salvaje. En 1868 el movimiento obrero había logrado gracias a muy duras luchas anteriores conquistar la jornada de 8 horas pero solo para un sector de la clase: el explotado en las empresas públicas y servicios estatales, aunque la patronal boicoteó esa ley todo lo que pudo. Y en 1874 se redujo la jornada a 8 horas a otras franjas obreras.

Alrededor de 340.000 trabajadores secundaron las huelgas y movilizaciones; trabajadores de todas las ramas productivas y de servicios, de sexos y edades diferentes, con culturas, lenguas y tradiciones diversas que no impidieron que las masas explotadas construyeran la unidad de clase del trabajo frente a la unidad de clase del capital, la unidad obrera frente a la unidad burguesa. La reacción capitalista fue atroz, movilizando recursos militares y policiales del Estado, empresas privadas especialistas en la represión selecta con sicarios asesinos y con sindicatos mafiosos de revienta-huelgas, esquiroles y «amarillos» traídos de otras regiones y del lumpemproletariado, con despidos, multas y desahucios masivos de los huelguistas expulsados de las casas de las empresas y echados a la calle con sus familias, con los sermones pacifistas e interclasistas de las sectas cristianas, con la propaganda agresiva de la prensa exigiendo mano dura y represión.

El capital recurrió a casi todo para aplastar al trabajo, sólo le faltó poner en marcha un golpe militar e instaurar una dictadura de clase, cruda y desnuda, abierta, como ya había aprendido a hacerlo en las Américas y como haría luego contra tantas naciones trabajadoras del mundo. No lo hizo en este caso porque aún disponía de otros instrumentos menos salvajes y más efectivos en ese nivel de radicalización de la lucha de clases, instrumentos como la supuesta «democracia norteamericana» y sus elecciones periódicas, la ley y la justicia, los tribunales, el parlamento, etcétera. Si bien es cierto que todavía entonces amplias masas explotadas no podían «disfrutar» de la democracia burguesa en el mismo sentido que la clase dominante, no es menos cierto que este sistema de dominación tan efectivo por su invisibilidad tenía arraigo en la conciencia alienada de las masas. También disponía de otros recursos de sujeción mental y de obediencia colaboracionista, fundamentalmente el fetichismo de la mercancía que obnubila, falsea e invierte la realidad anulando la conciencia crítica y libre. Además, el hecho de que ya en 1868 y 1874 se habían logrado victorias legales a favor de las 8 horas, incumplidas por la patronal, fortalecía el fetichismo parlamentarista y legalistas, lo que unido a concesiones significativas sobre las 8 horas en algunas ciudades, más el miedo a más duros golpes represivos, terminó paralizando la oleada de luchas.

Pero la justicia burguesa no se detuvo. Además de haber asesinado y herido a decenas de obreros en las represiones, el capital necesitaba «sangre cualitativa» para aterrorizar a los sectores más conscientes y organizados. La policía, que había avasallado y saqueado sedes sindicales y de organizaciones obreras, que se había apoderado de documentos y actas, que había arrancado declaraciones y confesiones atemorizadas, se volcó en la represión especializada sobre un reducido grupo acusado de dirigentes terroristas, condenando a cinco de ellos a la pena de muerte. Uno se suicidó el día antes de «ejecución», pero los cuatro restantes fueron legalmente asesinados el 11 de noviembre de 1887. Durante el año y medio transcurrido de mayo de 1886 a noviembre de 1887 la burguesía y su Estado habían tenido tiempo para dividir al movimiento obrero y popular con la clásica política de la zanahoria para los desertores y el palo para los resistentes, así que apenas tuvo problemas para controlar las manifestaciones de protesta por los asesinatos legales.

2. PRIMERA LECCIÓN
Durante los 128 años transcurridos desde que las luchas obreras dieron el salto a la gran movilización de aquél 1 de mayo, el capitalismo ha pasado por varias fases o formas concretas, pero se ha mantenido esencialmente el mismo, tanto que desde finales del siglo XX se ha lanzado a reinstaurar aquellas formas de explotación pero con los medios actuales. Como hemos visto, en 1868 y 1874 el Estado legalizó las 8 horas de trabajo aunque la patronal se opuso e incumplió esa ley. En el mismo 1 de mayo de 1886 se legalizaron las 8 horas en muchos lugares mediante acuerdos entre las burguesías y el Estado, pero en otros no. En Europa también se produjeron las mismas contradicciones no antagónicas entre el Estado, representante de la burguesía en su conjunto, y algunos grupos capitalistas que no querían ceder en nada y sí mantener una explotación salvaje.

La experiencia demostró que, en aquellas condiciones, la productividad media aumentaba si se reducía la duración del trabajo pero se aumentaba su intensidad, es decir, si con menos tiempo de trabajo se producía más y mejor y encima disminuía la protesta obrera. Por otra parte, en aquél contexto, reducir el tiempo de trabajo manteniendo el salario permitía que la clase obrera descansara más, dispusiera de más tiempo de ocio y consumo burgués y se integrase más en el sistema, acelerando así el circuito entero de producción, distribución, consumo, realización y acumulación ampliada.

Si bien estas tensiones intraburguesas han reaparecido en situaciones similares, como se ve con la experiencia keynesiana y en parte con el toyotismo y algunas formas de producción flexible, sin embargo, a raíz de las tremendas dificultades del capitalismo imperialista para salir definitivamente de la crisis iniciada a finales de la década de 1960 pese a todos los esfuerzos monetaristas y neoliberales lanzados desde 1973-1975, y a pesar de los puntuales repuntes transitorios siempre fracasados, desde entonces la burguesía imperialista ha optado abiertamente por aumentar el tiempo de trabajo y por incrementar la intensidad de la explotación, es decir, por unir la plusvalía absoluta con la relativa. Ha optado también por acabar con cualquier autonomía del Estado convirtiéndolo en un perro fiel que cumple sin dudar las órdenes de las grandes corporaciones financiero-industriales.

Quiere esto decir que el movimiento obrero debe rechazar la mentira del «Estado del bienestar», del «Estado benefactor», para comprender que ya ha pasado para siempre la fase en la que el Estado burgués podía atender sustancialmente a las necesidades de la clase explotada. Las muy reducidas medidas recientes del gobierno alemán para aumentar el salario directo e indirecto, controlar los precios de los alquileres, impulsar el consumo, etc., no buscan beneficiar al pueblo trabajador empobrecido y cada vez más furioso tras años de austericidio, sino sólo desatascar cuanto antes tapones y nudos que obturan y frenan la expansión del poder euroalemán, nada más. Por otra parte, el caso alemán es excepcional y se basa en las gigantescas ganancias acumuladas por su burguesía, lo que le permite jugar al gato y al ratón con los sindicatos, pero otras burguesías imperialistas relativamente poderosas, como la francesa, no pueden hacerlo y han obligado a la socialdemocracia a aplicar recortes sociales escalofriantes.

Solamente cuando el pueblo trabajador dispone de un gobierno y de un Estado dispuestos a enfrentarse a la burguesía propia y mundial, como sucede en cierta medida en las Américas y en otras muy reducidas partes del mundo, solo entonces puede confiar en que ese poder político actuará en defensa suya. Pero esa confianza debe estar asentada en la experiencia diaria y en la capacidad de autoorganización del poder popular y obrero fuera del Estado, libre de sus tentáculos. Todo Estado, incluido el obrero y popular, está en peligro de corrupción interna, y el burgués está corrupto en sus entrañas. Por esto el movimiento obrero ha de organizarse fuera del Estado, aunque sea suyo, para dirigir desde fuera –también desde dentro- la lucha por la reducción drástica del tiempo de trabajo explotado, una reivindicación revolucionaria por esencia. 

3. SEGUNDA LECCIÓN
La clase trabajadora norteamericana logró decisivas conquistas gracias a su capacidad de asentar una unidad obrera y popular suficientemente fuerte. Superando enormes dificultades y provocaciones teledirigidas por los aparatos represivos de una burguesía monopolista que en 1904 con sólo 318 truts controlaba el 40% de la industria norteamericana. Pese a esto, en 1905 se creó el sindicato IWW o Trabajadores Industriales del Mundo, que fue objeto de una sistemática represión desde ese instante, como antes lo fueron quienes organizaron la huelga de 1886. Uno de los objetivos básicos de la represión fue romper esa unidad enfrentado a trabajadores con trabajadoras, a blancos con negros y latinos, a irlandeses con italianos, a los trabajadores industriales con los de servicios, a fabriles con campesinos, y golpeándoles a todos con empresas privadas de represión como la Pinkerton y mafias sindicales, además de a la policía. Como estos y otros medios no eran suficientes, la entrada de Estados Unidos en 1917 en la guerra mundial justificó imponer muy severas represiones obreras y sindicales con la escusa de la «seguridad nacional». Más tarde, haría lo mismo desde 1942-1945 en adelante para derrotar la oleada de reivindicaciones, y a partir de finales de 1960 de forma intermitente y en ascenso.

Si la lucha de 1886 sacó a la luz la unidad entre la represión económico-sindical a gran escala y la política contra las organizaciones revolucionarias, la experiencia hasta el presente no hace sino confirmarlo. También sucede lo mismo en Europa y en todo el capitalismo mundial, que no solo en el imperialista. Precisamente, mientras que la burguesía obliga al Estado a abandonar su intervencionismo socioeconómico en todo lo relacionado con el bienestar público, le lleva a multiplicar su intervencionismo controlador, vigilante y represivo sobre las clases explotadas. La lucha sociosindical y política ha de aprender de esta experiencia mundial la decisiva importancia de unir en lo posible la conciencia política con la conciencia socio-sindical, y dentro de esta unidad la importancia de la sistemática acción militante. El espontaneismo de masas fue una de las fuerzas activas en 1886 pero también lo fueron, y cada vez más, las organizaciones obreras anarquistas y socialistas cada vez más conscientes de actuar políticamente con sistemas organizativos capaces de aguantar la represión que se endurecería según aumentasen y se radicalizasen las movilizaciones.

El fetichismo parlamentarista sin contenido político obrero que luego haría estragos, como ya los estaba haciendo en la Europa de finales del siglo XIX, fue imponiéndose por varias razones específicas del capitalismo norteamericano que no podemos detallar ahora, pero entre las que destaca la facilidad con la que las patronales y la burguesía en su conjunto destrozaban una y otra vez las organizaciones obreras y sindicales con conciencia política radical, condenando al socialismo y al anarquismo al ghetto universitario y frecuentemente ni a eso. En Estados Unidos hay una vida político-radical rica, compleja y plural, y aumentan ahora las luchas obreras y populares, pero el Estado ha desarrollado un sistema tan efectivo de control y aislamiento atomizador preventivo, que es muy difícil avanzar en la unificación estratégica. También hay que tener muy en cuenta que la debilidad teórico-política de la izquierda por las derrotas sufridas refuerza el individualismo metodológico y ético-burgués imperialista que la clase dominante refuerza y readecua permanentemente.

Lo malo es que la clase dominante mundial tiene como ejemplo y modelo a seguir el yanqui, lo que se aprecia no sólo en Europa sino también en el Caribe y América del Sur y del Centro, y en el resto del mundo. Frente a esta ofensiva reaccionaria generalizada el movimiento obrero ha de recuperar los valores comunes de solidaridad, de ayuda mutua, de reconquista del tiempo propio y libre y de reducción del tiempo explotado, etc., que unieron al movimiento popular y obrero de Estados Unidos de aquél 1 de mayo.

4. TERCERA LECCIÓN
Sin duda, la lección fundamental a extraer es la desesperada obsesión capitalista por «volver» a las formas de explotación imperantes en el pasado, y contra las que se levantó la clase trabajadora hermana de Estados Unidos. Entrecomillamos «volver» para resaltar que en realidad se trata de ampliar, masificar y endurecer aquellas disciplinas, prohibiciones y castigos pero con los métodos actuales, infinitamente más sofisticados y perversos. El neoliberalismo mejora las tesis maltusianas y liberales extremas de la economía vulgar burguesa, llamada neoclásica, creada para oponerse al marxismo y derrotar al movimiento obrero de la época.

Ahora, la burguesía necesita, por un lado, aumentar el desempleo y el paro permanente, el subempleo y la precarización extrema para aterrorizar a la clase trabajadora mundial, dividirla y enfrentarla con ella misma. Por otro lado, necesita aumentar el tiempo de trabajo explotado, que no sólo la intensidad de la explotación, es decir, necesita que la clase obrera produzca más en cada hora de trabajo y que también trabaje más horas, sobre todo necesita mantener el salario igual pese al incremento de la explotación intensiva y extensiva, y si puede, busca incluso reducir el salario global a pesar de que la clase obrera aumente su productividad. Por esto, la patronal siente como un ataque insoportable a su misma esencia de clase todo intento de reducción del tiempo de trabajo explotado.

Exceptuando tibias y timoratas medidas cobardes por parte de algún Estado en la recuperación de derechos básicos -el caso alemán visto- como es la reducida sanidad pública instaurada por la Administración Obama, lo que se aplica es una política con cuatro constantes: austeridad, es decir, reducción de gastos sociales vitales, de salarios directos e indirectos, de pensiones y jubilaciones, de servicios colectivos, etc. Privatización, es decir, vender todo lo público, colectivo y común a la burguesía a precio de ganga, para que pueda aumentar la tasa media de beneficio aunque sea a costa del empobrecimiento popular. Flexibilidad, es decir, destrucción de derechos sociolaborales y democráticos, derechos políticos conquistados por el pueblo trabajador pero que dificultan los negocios burgueses. Y represión, es decir, amedrentar a las clases trabajadoras para que no se resistan y sobre todo no pasen a la ofensiva, para que malvivan en el miedo y en la obediencia acobardada.

Para combatir al monstruo capitalista de las cuatro cabezas -austeridad, flexibilidad, privatización y represión-, el movimiento obrero ha de recuperar el vital internacionalismo consecuente de la II Internacional cuando en 1889 decretó día de lucha el 1 de mayo en agradecimiento y en honor a la clase obrera de Estados Unidos. Hoy más que entonces, debemos actualizar en la práctica aquella decisión porque hoy el capitalismo está definitivamente mundializado y cualquier lucha obrera y popular ha de unir su reivindicación territorial, regional y nacional, con su visión mundial. El movimiento obrero consciente yanqui así lo hizo protestando una vez y siempre contra las guerras imperialistas desatadas por «su» burguesía y saliendo en defensa de los pueblos atacados por ella.

El imperialismo activa todos sus medios militares, políticos, culturales, económicos… para aplicar su estrategia de explotación mundial en las mejores condiciones de superioridad global. Por esto, el internacionalismo obrero y popular, socialista, es el componente interno que une todas las luchas de las clases y pueblos oprimidos contra el enemigo común, sabiendo que el libre desarrollo de cada nación trabajadora es la base del desarrollo de la humanidad en su conjunto. En América Latina, este internacionalismo consecuente debe materializarse en el apoyo práctico a las liberaciones de los pueblos, en las ayudas a sus gobiernos progresistas amenazados por el militarismo yanqui y sus exigencias de absorción y deglución económica, social, cultural y natural. Solamente así haremos honor a los héroes del 1 de mayo de 1886.

21 de abril de 2014

INTERVENCIÓN DEL SECRETARIO GENERAL DE LA FSM EN FRANCIA. DISCURSO DE GEORGE MAVRIKOS EN EL 39 º CONGRESO DE LA FNIC – CGT

George Mavrikos, secretario general de la Federación
Sindical Mundial (FSM)
FSM

El pasado 30 de marzo, la Federación Sindical Mundial participó en el 39 º Congreso de la FNIC - CGT en Francia y estuvo representada por su Secretario General, George Mavrikos, quien pronunció el siguiente discurso

“Queridos compañeros, 
Queridos colegas y amigos,

En nombre de la Federación Sindical Mundial saludamos a los trabajadores del sector de la industria química en Francia, a los miembros y cuadros de la FNIC. Le hacemos llegar un saludo camaraderil y militante a la clase obrera, a todos los trabajadores de Francia. La clase obrera en Francia ha jugado un importante papel en el pasado en el movimiento sindical dentro de las filas de la FSM y el movimiento sindical internacional de orientación clasista.

Queridos hermanos y hermanas, Vuestro congreso, el 39 congreso de la FNIC, tiene lugar en un período crucial para la clase obrera que lucha en el todo el mundo contra las bárbaras políticas anti-populares, fuertes e injustas. En nuestros tiempos, en este período, existen DOS características básicas que definen el mismo:

1. La profunda crisis del sistema capitalista
En toda Europa, en todos los países capitalistas, la crisis es profunda, grande y prolongada. Para los trabajadores y los pueblos las consecuencias de la crisis son duras. El desempleo está golpeando fuertemente. Las tasas oficiales de desempleo son aterradoras:
Grecia: 27,4% 
España: 26,7%
Croacia: 18,6% 
Chipre: 17,3%
Portugal: 15,5%
Eslovaquia: 14% 
Bulgaria: 12,9%
Italia: 12,7%

Esta situación es aún peor entre la juventud y las mujeres. El desempleo está en el ADN del capitalismo y constituye un aliado del capital y una amenaza para las luchas y conquistas de los trabajadores.

Al mismo tiempo, somos testigos de privatizaciones generalizadas en todos los sectores estratégicos de la economía. Los salarios y las pensiones son atacados, están limitados y reducidos. Los derechos sociales también están retrocediendo, el trabajo informal, el trabajo no declarado, está generalizado, la violencia del estado, los empleadores y el autoritarismo constituyen el arsenal de los gobiernos.

En Europa, el neofascismo, la xenofobia y el racismo están aumentando y convirtiéndose en un mortal enemigo para la clase obrera, el movimiento sindical, las luchas de los trabajadores y las luchas de los pueblos. Esta es la imagen actual. Esta es la realidad actual capitalista.

La Unión Europea, el FMI, el Banco Mundial y los gobiernos, al ser todos ellos neoconservadores o social demócratas, afirman que la crisis es – supuestamente – justo una “crisis de deuda”.
Todos sabemos que existen de hecho deudas, como por ejemplo en Grecia, Portugal, España, Italia, Irlanda, etc. Pero, el ataque a las relaciones de trabajo, los recortes de salario, los ataques a la seguridad social, las privatizaciones, los altos precios de todos los bienes son un fenómeno generalizado en todos los países, tengan ellos deudas o no. La crisis del capitalismo abarca la economía, la política, el medio ambiente, etc. El cuadro es el de un sistema social corrompido, injusto y bárbaro.

Las importantes luchas que tuvieron lugar en Grecia, Portugal, España y otros países son luchas dirigidas también totalmente contra el podrido capitalismo.

La segunda característica básica de este período es la agresión imperialista. En Ucrania, Siria, Malí, la República Central Africana, las rivalidades entre imperialistas generan un número diario de víctimas. Como en los casos de Libia, Irak, Afganistán, los imperialistas afirman que ellos intervienen, matan al pueblo inocente y crean olas de millones de refugiados e inmigrantes, supuestamente para la protección de la “democracia” y la “libertad”. Los imperialistas están fingiendo. Todos conocemos la verdad y la verdad es que ellos están luchando por el saqueo de los recursos naturales y económicos, por el petróleo, gas, por ganar nuevas esferas de influencia, nuevas fronteras y por promover sus planes y juegos geoestratégicos contra los pueblos, contra la riqueza natural que existe en los países donde hay intervención extranjera.

En este contexto debemos añadir la continua agresión de Israel contra el pueblo del Líbano, contra el pueblo palestino al que ilegalmente se le niega su derecho a tener su propio territorio.

Queridos compañeros, colegas y amigos
Ante esta situación surge una pregunta central y estratégica:

¿Qué tipo de movimiento sindical necesita la clase obrera hoy?
¿A qué tipo de movimiento sindical llaman las actuales condiciones?

•¿Quiere un movimiento sindical SEGUIDOR de los gobiernos o necesita un movimiento sindical que una y organice las luchas contra las políticas anti-populares?

•¿Quiere un movimiento sindical que sea un mero espectador de los acontecimientos o necesita un movimiento sindical activo, en la primera línea, que trace los mismos?

•¿Quiere un movimiento sindical que sea colaborador y socio de los capitalistas o necesita un instrumento, un mecanismo fuerte de lucha y demandas?

•¿Quiere un movimiento sindical que sea “interlocutor y socio en el diálogo social” o un movimiento que proyecte las demandas y utilice todas las formas de lucha?

•¿Quiere un movimiento sindical sin objetivos ideológicos y políticos o necesita una escuela de lucha con provisiones ideológicas y políticas que conlleve a la abolición del capitalismo bárbaro?

•¿Quiere un movimiento que sólo describa los problemas o necesita un movimiento que demande soluciones para los mismos a favor del estrato popular?

•¿Quiere un movimiento colaborador de la UE, el FMI, el Banco Mundial o un movimiento sindical que coordine, organice la solidaridad internacionalista y apoye a la Clase Obrera Mundial en cada rincón del planeta?

Amigos y compañeros,
Para la Federación Sindical Mundial, creada en París en el año 1945 y que hoy tiene 86 millones de miembros en 120 países del mundo, la respuesta a las preguntas anteriores es clara y conocida por todos.

Consideramos además necesario enfatizar que en nuestros días los trabajadores, nosotros, necesitamos combatir la burocracia que existe dentro de los sindicatos, combatir el arribismo, combatir la corrupción. Luchando contra todos estos fenómenos negativos es necesario que las características internacionalistas, militantes y clasistas de los sindicatos sean reforzadas a nivel sectorial, nacional, regional e internacional.

Llamamos a todos los sindicalistas militantes de Francia, Europa y el mundo a trabajar sobre estos puntos básicos mencionados anteriormente, por un presente mejor, por un futuro mejor, por un mundo con justicia social y sin explotación.

Gracias”

PAÍSES ALIADOS DE EEUU PODRÍAN ESTAR PREPARÁNDOSE PARA UNA GUERRA

RT

El Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo anualmente publica estudios sobre el gasto militar en diferentes países. Según el informe de este año, EEUU y sus aliados siguen realizando el mayor gasto militar del mundo.

De acuerdo con el informe sobre el desarme presentado esta semana por la Comisión de la ONU, la situación no ha cambiado considerablemente en las últimas décadas. A pesar de los anunciados recortes de Defensa, Washington todavía ocupa el primer lugar en la lista de los países que más dinero gastan en ese campo.

EEUU, la OTAN y los aliados estadounidenses fuera de la Alianza representan más del 64% de todo el gasto militar mundial, indica el analista político Caleb Maupin, activista del Centro Internacional de Acción y el Partido Mundial de Obreros.

Recuperando influencia en Oriente Medio
El informe señaló que los regímenes aliados de EEUU en Oriente Medio están aumentando rápidamente su gasto militar, adquiriendo cada vez más armas modernas de alta tecnología. Maupin indica que se trata de Estados que no pueden llamarse ‘democráticos’: Arabia Saudita, Catar, Omán y Bahrein son monarquías absolutas donde ni siquiera hay elecciones ni libertad de expresión. “En esos países las personas son azotadas, lapidadas y decapitadas de forma rutinaria”, dice el experto.

Los medios estadounidenses constantemente demonizan a Irán y Siria, mientras que los delitos de los aliados de EEUU en Oriente Medio, que “no hacen ni la más mínima pretensión de ser democráticos”, se ignoran.

EEUU apuntala a estos Estados autocráticos con miles de millones de dólares de ayuda financiera, al tiempo que las corporaciones petroleras de Wall Street obtienen billones de dólares en ganancias mediante el control de sus recursos naturales.

Maupin subraya que, cuando la población de estos Estados se levanta para exigir derechos democráticos y económicos, los regímenes utilizan sus reservas de armas de producción estadounidense contra los manifestantes, y como resultado mantienen su poder “con la ayuda del terror y la violencia”. Su cooperación con la Casa Blanca “muestra la total hipocresía de cualquier retórica sobre los derechos humanos” de las autoridades de Washington, opina el analista.

Pero lo más preocupante, considera Maupin, es que estos “títeres” de EEUU en Oriente Medio entran gradualmente en el ‘negocio’ mundial de la guerra. Arabia Saudita tiene ahora el cuarto mayor gasto militar del mundo. Riad está acumulando misiles modernos, tanques y otro armamento de alta tecnología de “destrucción y muerte”.

Omán, Catar y los Emiratos Árabes Unidos también están incrementando sus gastos militares. El activista agrega que estos países financian actualmente el entrenamiento y armamento de los grupos mercenarios en Siria, sumida en una guerra que diariamente se cobra las vidas de ciudadanos sirios.

El analista Maupin cree que el aumento de los gastos militares en Oriente Medio apunta hacia posibles preparativos para un conflicto más amplio en la región. La agitación en Túnez y Egipto en 2011 que condujo al derrocamiento del títere de EEUU Hosni Mubarak, así como el fracaso de la política de Washigton en Siria, “apuntan una debilidad real de la influencia de EEUU” en Oriente Medio. “A medida que los Estados autocráticos del Golfo aumentan su poder militar se hace más patente el intento desesperado de EEUU por recuperar la influencia perdida”, dice el experto.

Rodeando Asia-Pacífico
Maupin destaca que el aumento de la actividad militar de EEUU en la región de Asia-Pacífico se produce en el mismo momento en el que sus países aliados en la región también incrementan rápidamente su gasto militar.

Filipinas, por ejemplo, que ya alberga varias bases militares de EEUU en su territorio, ha aumentado su gasto militar en un 17%. Gran parte de la actividad militar en Filipinas tiene como objetivo destruir al Nuevo Ejército Popular, un grupo comunista muy popular entre la población que ha estado librando una “guerra popular” en contra del Estado autocrático apoyado por EEUU, afirma Maupin.

Corea del Sur, a su vez, es el octavo importador de armas del mundo. Seúl está acumulando misiles, aviones militares y otras armas avanzadas. En el territorio del país también se encuentran bases militares estadounidenses. Por su parte, Australia ha aumentado sus importaciones de armas en un 83%.
China y Corea del Norte, dos Estados asiáticos que han desafiado abiertamente a Washington, ahora están rodeados por las fuerzas militares de EEUU y sus aliados. “No obstante, la creciente influencia económica de China en todo el mundo, especialmente en América Latina y África, es una amenaza para el poder económico de Wall Street”, dice el analista político. En cuanto al campo militar, en respuesta a la creciente presencia militar hostil en sus fronteras, Pekín también ha aumentado sus gastos en Defensa.

La amenaza de una nueva guerra mundial
En un momento en que la economía mundial sigue sufriendo la crisis, la tendencia de incrementar el gasto militar es motivo de preocupación para muchos, indica Maupin.

Hoy en día, los conflictos parecen estar desarrollándose a un ritmo muy rápido en todo el mundo, y “aunque estos conflictos tienen lugar en diferentes regiones, todos ellos son episodios de la misma confrontación global”, cree el activista.

En Venezuela, el Gobierno democrático de Nicolás Maduro está luchando contra las fuerzas de oposición apoyadas por EEUU. En Siria, el Gobierno de Bashar Al Assad también está siendo atacado por extremistas violentos amparados por la Casa Blanca y sus títeres del Golfo.

En Ucrania, los fascistas respaldados por Washington tomaron el Gobierno y ahora en la región de Donetsk y otras partes del país los manifestantes están luchando contra Kiev esperando el apoyo de Rusia.

Como los aliados de EEUU de todo el mundo están acumulando armamento, parece que esta tendencia no va a desaparecer en un futuro próximo, opina el analista político, que agrega que “pueden estar preparándose para una guerra a escala mucho mayor para mantener el control del mundo, ya que su sistema económico se estanca, mientras que los países que buscan un desarrollo independiente siguen prosperando”.

20 de abril de 2014

ACTUALIDAD DEL MANIFIESTO COMUNISTA

Miguel Urbano Rodrigues. odiario.info

Marx y Engels consideraban extremamente peligrosas a las organizaciones reformistas y contra ellas lucharon siempre con tenacidad

Releí hace unos días el 'Manifiesto Comunista'. Han transcurrido 165 años desde que Marx y Engels divulgaran ese explosivo documento revolucionario.

El mundo actual es muy diferente de aquel que inspiró el 'Manifiesto'. En la época, la Revolución de 1848 lastraba por Europa. El «espectro» del comunismo alarmaba a las clases dominantes, del Atlántico a los Urales. Pero solamente en 1917, casi medio siglo tras la Comuna de París, una revolución victoriosa y un partido comunista crearon el primer Estado socialista en Rusia.

Más de siete décadas duró la primera experiencia socialista triunfante. Finalizó con la trágica desintegración de la Unión Soviética y el regreso del capitalismo a Rusia.

Hoy, en Europa, el poder es ejercido por las clases dominantes. Tal vez con una única excepción, burguesías arrogantes controlan los gobiernos. Los políticos que las representan son neoliberales, socialdemócratas domesticados, o nostálgicos del fascismo.

En este contexto histórico tan sombrío, fue con sorpresa que, al releer el 'Manifiesto Comunista', llegué a la conclusión que no perdió actualidad. Continua cargado de enseñanzas para comunistas y no comunistas. Siento que en Portugal, señaladamente, es actualísimo.

LA ESCUELA DE LA REVOLUCIÓN DE 1848
La Revolución de 1848 en Alemania, en aquel momento un conglomerado heterogéneo de reinos y principados casi feudales, fue una gran escuela de política para Marx y Engels.

Ambos sabían que la teoría sin la práctica no abre el camino para victorias revolucionarias. La Revolución de febrero en Francia provocará el pánico en la Europa de las monarquías cuando Lamartine proclamó la República en París.

Pero fue solamente cuando regresaron a Alemania que Marx y Engels repararon, en dos dramáticos años, en el marco de la revolución que abrasaba Europa, en las dificultades insuperables que en la época impedían la concreción en plazo previsible del proyecto comunista del que la 'Nueva Gazeta Renana' era el mensajero más prestigioso.

Engels afirmó en la vejez que el Manifiesto era «el producto más ampliamente divulgado, más internacional, de toda la literatura socialista, el programa común de muchos millones de obreros de todos los países, desde Siberia a California».

«Este pequeño librito -escribió Lenin- vale por tomos enteros: inspira y anima hasta hoy el proletariado organizado y combatiente del mundo civilizado». Según el gran revolucionario ruso, el 'Manifiesto' «expone, con una claridad y un vigor geniales, la nueva concepción del mundo, el materialismo consecuente, aplicado también al dominio de la vida social, la dialéctica como la doctrina más vasta y más profunda del desarrollo, la teoría de la lucha de clases y el papel revolucionario histórico universal del proletariado, creador de una sociedad nueva, la sociedad comunista».

Innovador, el 'Manifiesto' esbozó el marco del desarrollo del capitalismo e iluminó las contradicciones internas que conducirán a su final.

Marx y Engels eran conscientes de que era indispensable para la conquista del poder crear un partido capaz de asumir el papel de vanguardia de la clase obrera. Internacionalistas, sin embargo habían advertido que la lucha de la clase obrera tendría que desarrollarse en primer lugar en cada nación.

Ambos consideraban extremamente peligrosas a las organizaciones reformistas y contra ellas lucharon siempre con tenacidad.

Pensando en la Unión Europea y más específicamente en Portugal, impresiona verificar cómo esas preocupaciones y advertencias permanecen actuales y facilitan la comprensión de grandes desafíos del presente.

En Alemania, la ausencia de condiciones subjetivas favorables fue determinante para la alteración de la relación de fuerzas, abriendo camino a la represión dirigida por Prusia.

Los autores del 'Manifiesto' tropiezan con obstáculos invencibles en la tentativa de crear el partido revolucionario de nuevo tipo. Sería Lenin su creador en Rusia, muchas décadas después.

Asimismo en Colonia, sede del núcleo duro de la Liga de los Comunistas, los conflictos entre fracciones y personalidades fueron permanentes, incluyendo algunos dirigentes políticos que pretendían ser comunistas, pero actuaban como oportunistas.

Marx y Engels tuvieron que enfrentar problemas en la propia redacción de la 'Nueva Gazeta Renana'. Hasta en el debate sobre la legalidad o ilegalidad de la Liga de los Comunistas. La inmadurez del movimiento revolucionario alemán contribuyó decisivamente a la derrota de la revolución democrático burguesa. Pero la práctica de la lucha revolucionaria, como subrayó Marx, fue una excelente escuela para la educación política de los obreros.

La reflexión de Marx y Engels sobre los acontecimientos de 1848/49 es identificable en trabajos que escribieron sobre la complementaridad teoría-práctica.

La derrota del proletariado francés en junio del 48 fue el prólogo de la ola de represión que barrió a Europa. La revolución democrática burguesa fue aplastada en Austria, en Bohemia, en Italia, en Alemania, en Hungría (en Budapest con la ayuda militar de la autocracia rusa).

Pero, a pesar de derrotadas, esas Revoluciones confirmaron la opinión de los autores del 'Manifiesto' sobre el papel decisivo que la lucha de clases desempeña en el choque entre opresores y oprimidos.

En su obra 'La Lucha de Clases en Francia', Marx demuestra haber asimilado las lecciones del fiasco de la insurrección del proletariado francés en la insurrección de junio.

LECCIONES PARA PORTUGAL
Al releer el 'Manifiesto', concluyo que este hoy funciona como un manual para la lucha contra la tiranía que oprime al pueblo portugués. El actual gobierno consigue ser más nocivo por su proyecto y por su obra destructora que los peores de la monarquía absoluta. Tas una luminosa revolución progresista, trae de vuelta el pasado.

En el 'Manifiesto' hay párrafos, en la denuncia del desprecio por los trabajadores, de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo y de la deshumanización y arrogancia del capital, que se ajustan como un guante a la estrategia devastadora del gobierno portugués. Este se diferencia de dictaduras tradicionales porque actúa bajo la fachada de una democracia formal. Pero la máscara institucional no engaña a las víctimas de una política criminal, ya ni siquiera a personalidades y estamentos sociales que lo apoyaran inicialmente.

Algunos discursos de Passos Coelho, con leves adaptaciones (porque su oratoria es tosca y simplona), traen a la memoria, por su fariseismo, los de Salazar, no obstante ser apenas un instrumento del capital. Crece cada día el repudio a la política del primer-ministro y su gente. El presidente de la República la apoya llamativamente, sin respetar la Constitución que juró cumplir. Los trabajadores la condenan diariamente en las calles, invaden ministerios, se manifiestan frente al Parlamento.

Hay un límite para que los enemigos del pueblo gobiernen contra éste. Marx y Engels recuerdan esa evidencia en su actualísimo -repito-, 'Manifiesto Comunista'. El derecho de rebelión contra la tiranía es inherente a la condición humana.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Por si tienen ustedes interés en leer algo más que los 140 caracteres de un tuit: http://teketen.com/liburutegia/Manifiesto_comunista-Marx_Engles.pdf

19 de abril de 2014

PÁNICO ANTE LA DEFLACIÓN MUNDIAL

Immanuel Wallerstein. La Jornada

No hace mucho tiempo, los expertos y los inversionistas vieron los mercado emergentes –un eufemismo para China, India, Brasil y algunos otros– como como quienes podrían rescatar la economía-mundo. Éstos eran los que sostendrían el crecimiento, y por tanto la acumulación del capital, cuando Estados Unidos, la Unión Europea y Japón fallaran en su previo y tradicional papel de pilares del sistema capitalista mundial.

Por eso impacta cuando, en las dos pasadas semanas, el Wall Street Journal (WSJ), Main Street, el Financial Times (FT), Bloomberg, el New York Times (NYT) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) hacen sonar la alarma ante el colapso de esos mismos mercados emergentes, preocupándose en particular de una deflación que podría ser contagiosa. A mí me suena como pánico apenas contenido.

Primero, una palabra respecto de la deflación. Un mercado en calma es uno donde los precios nominales no bajan, y sólo trepan hacia arriba lentamente. Esto posibilita a vendedores y compradores predecir con razonable con- fianza qué decisiones son óptimas para ellos. Los mercados mundiales no han estado en calma, en este sentido, por algún tiempo. Muchos analistas fijan la fecha del inicio de la decadencia de esa calma desde el viraje de los mercados hipotecarios en Estados Unidos, ocurrido en 2008. Por mi parte, yo veo que el inicio de la decadencia de esa calma ocurrió en el periodo entre 1967 y 1973, y ha continuado desde entonces.

El mercado no está en calma si existe una deflación significativa o una inflación significativa. Éstas son realmente lo mismo en términos de su impacto sobre las cifras del empleo reales y por tanto sobre la demanda efectiva de producción de todo tipo. Cuando el empleo mundial real baja por una o por otra razón, existe sufrimiento agudo, real, para la vasta mayoría de la población mundial, y un vasto incremento en la incertidumbre, que tiende a paralizar la ulterior inversión productiva, lo que conduce a más sufrimiento y más parálisis. Es un círculo vicioso.

No hay duda de que algunos grandes capitalistas logran sacar provecho de la situación mediante sagaces manipulaciones financieras que implican especulación. Su problema es que apuestan fuerte –sea por preciar masivamente sus activos o por bancarrota. Sin embargo, por lo menos estos manipuladores tienen oportunidad de ganar masivamente. Es bastante seguro que la mayoría de la población mundial perderá, a veces masivamente.

¿Qué hay de los reportes de pánico? Michael Arnold en el WSJ se pregunta, ¿Empujarán las liquidaciones a que los bancos centrales de los mercados emergentes suban las tasas? Él afirma que el alboroto fue ocasionado por cifras de crecimiento decepcionantes para China y la devaluación de la divisa de Argentina. Arnold se preocupa en particular por India e Indonesia, que tienen una gran carga de deuda y una pesada dependencia hacia los préstamos del exterior, por lo que se movilizan para frenar la inflación. Menciona a Turquía como otra zona de problemas.

Hal M. Bundrick en Main St enfatiza el contagio. Cita tanto los cambios en la política monetaria estadounidense como las preocupaciones en torno a la economía china, más los disturbios políticos en Turquía, Argentina y Ucrania, como promotores de la aceleración de la decadencia. Cita a un banquero ruso en torno a la caída del rublo y en relación a una atmósfera cercana al pánico. Dice que este pánico está cruzando de los mercados emergentes a los desarrollados en términos de sensibilidades.

Gavyn Davies en el FT intitula su nota, ¿Será que el mundo emergente descarrile la recuperación global? Dice que las divisas emergentes han estado en caída libre. También ve la desaceleración china como el punto clave, en particular por su impacto sobre las economías abastecedoras (es decir, los países que venden productos primarios a China), especialmente Brasil, Rusia y Sudáfrica. Afirma que el dolor de una burbuja crediticia no es sólo problema de China, sino el de Turquía, India e Indonesia. Si la baja en el crecimiento chino se profundiza, esto amenazaría con convertirse en una renovada recesión global. Tras terminar con una nota ligeramente optimista, de inmediato se retracta de lo anterior diciendo que sus simulaciones (la base de su ligero optimismo) se basan en viejas tendencias que tal vez no se sostengan más.

Ralph Atkins en FT habla del espectro de la deflación. La deflación, aun cuando sea positiva en el corto plazo, es definitivamente negativa para los capitales accionarios en el más largo plazo. Su preocupación parece ser la zona del euro. Habiendo citado las razones de otros para verle el lado más brillante, termina diciendo el espectro de la deflación usó su capa de invisibilidad.

Y nada menos que Christine Lagarde, la directora general del FMI, dijo a figuras del establishment reunidas en el Foro Económico Mundial en Davos que hay una amenaza mundial a los mercados en tanto Estados Unidos recorte su estímulo en efectivo. Hay un nuevo riesgo en el horizonte que necesitamos vigilar de cerca. Y cita los efectos de derrame... en los mercados emergentes.

Esa misma semana, Bloomberg hizo un editorial que comenzó: "Las economías de los mercados emergentes tuvieron una semana brutal. Ellos vieron a los mercados emergentes demasiado atados al dólar estadounidense y por tanto “concretamente sensibles a las fluctuaciones –reales o imaginadas– en la política monetaria estadounidense”.

Así que le predican a la Reserva Federal estadounidense para que no apriete demasiado pronto y predeciblemente le predican a los países emergentes para que mejoren sus políticas.

Y nada menos, Landon Thomas del NYT nos informa que el nuevo slogan de moda en Wall Street, que reemplaza a BRICS es los Cinco Frágiles. Esta lista incluye a tres miembros de BRICS (Brasil, India, Sudáfrica) más Turquía e Indonesia. Deja fuera a China y a Rusia, cuyos pesos geopolíticos parecen contar fuertemente en las escalas.

Todo mundo parece proferir buenos consejos, seguros de que de algún modo se paliará la situación. Pocos parecen preparados a admitir que la demanda global efectiva es el real problema. Pero uno siente que, por debajo de la superficie, todos entienden esto. Es por eso que entran en pánico, porque entonces, todo su énfasis en el crecimiento –una fe cardinal– queda socavado. En ese caso, la crisis se vuelve algo que no es cíclico, sino estructural, para lo cual uno debe responder no con paliativos, sino inventando un nuevo sistema. Esta es la famosa bifurcación en la que sólo hay dos posibles resultados –uno mejor y uno peor que el actual sistema existente, uno en el que todos estamos implicados como jugadores.