26 de abril de 2023

TRASFONDO DEL SHOW A HOSTIA LIMPIA DE LA IZQUIERDA

 Por Marat

Y Pedro Navaja, puñal en mano le fue pa' encima

El diente de oro iba alumbrando toa la avenida, ¡hizo fácil!
Mientras reía, el puñal le hundía sin compasión

Cuando de pronto sonó un disparo como un cañón

Y Pedro Navaja cayó en la acera mientras veía, esa mujer
Que revólver en mano y de muerte herida, a él le decía

"Yo que pensaba: hoy no es mi día, estoy salá"
"Pero Pedro Navaja, tú estás peor, no estás en na'"

(…)

Pedro Navaja, matón de esquina

Quien a hierro mata, a hierro termina

Valiente pescador, pa'l anzuelo que tiraste

En vez de una sardina un tiburón enganchaste”

(“Pedro Navaja”. Rubén Blades)


Lo mínimo que cabe exigir a los guionistas de una serie de intriga política es un compromiso, no con la verdad, que es cosa de curas y profesores de ética en educación secundaria, sino con un contenido y trama lo bastante interesantes y novedosos como para que el espectador sienta que es tratado como si fuese inteligente, aunque los hechos demuestren que rara vez lo es.

No es el caso. La escenificación del enfrentamiento entre los socios minoritarios del gobierno del PSOE es de una cutrez impresionante. Está en línea con las performances del programa de telebasura “Sálvame”. En consonancia, el director de dicho programa, Jorge Javier Vázquez, fue una de las estrellas invitadas al acto público de presentación de Sumar en Magariños. Si un exnazi como Jorge Verstrynge pudo transitar desde la Alianza Popular, precursora del PP, al PSOE, luego a Izquierda Unida y, por último, recalar en Podemos, por qué un excelso representante de la casquería televisiva no iba a apadrinar a lady Díaz.

Quien opte por entrar en los dimes y diretes, en quién inició la agresión y quién se supone que se limita a defenderse, en los distintos hitos del enfrentamiento Sumar-Podemos, carecerá de toda perspectiva de lo que realmente sucede en el espacio parlamentario, o con vocación de tal, a la izquierda del PSOE y lo hará, desde una perspectiva limitada al juego reformista y a la apuesta por uno de los dos contendientes.

Conviene situarse en el contexto del conflicto y entender el trasfondo del mismo para ver lo que se juega en esta timba de tahúres políticos.

Hablemos de hechos.

El marco postpandemia, las políticas del Plan de Recuperación (fondos Next Generation) de la UE, la amenaza de una posible nueva recesión de la economía mundial y europea, los tipos de interés elevados y las tasas de crecimiento particularmente bajas, son el marco que explica la aceptación de la política económica y social del gobierno de coalición.

El PSOE tiene a gala mostrarse ufano de las coincidencias de su política económica y social con las de la Comisión Europea. Es lógico porque sus votantes son aún más acríticos y desinformados que los de Unidas Podemos de lo que representa aquella respecto a los recortes del Estado Social que tanto una como otra parte del gobierno español venden como avances sociales y mejoras en las políticas de igualdad. Ejemplos hay unos cuantos pero baste citar la la reforma de las pensiones y la tan reivindicada como gran éxito progresista, la reforma laboral.

La reforma de las pensiones responde a los requerimientos del ya viejo Pacto de Toledo de “corregir el excesivo” gasto en pensiones, se abre la puerta a su privatización, mediante un sistema dual, con la idea de los planes de pensiones paneuropeos, que supone la entrega de parte de las cotizaciones de los trabajadores al capital financiero; el período de computo pasa de 25 a 29 años y la edad de jubilación se consolida en los 67 años, lo que perjudicará especialmente a los más jóvenes por su precariedad laboral y la revisión del modelo de financiación de las pensiones cada tres años, propuesto por la AIREF (de donde proviene el ministro de la Seguridad Social, Escrivá), no necesitará pasar por el Parlamento, lo que implica una burla a la representación de la soberanía nacional.

La reforma laboral mantiene el despido fácil y barato de la reforma Rajoy, dejando como estaba en el despido improcedente los 33 días por año trabajado y un tope de 24 meses, permite, como anteriormente sucedía, que la empresa cambie sustancialmente las condiciones de trabajo de un empleado y le despida con un máximo de 20 días por año trabajado, con un tope de 12 meses, no recupera los salarios de tramitación y perpetúa la precariedad laboral, aunque con el bonito nombre de “fijos discontinuos”.

Es llamativo como el candidato de IU a la alcaldía de Oviedo, Gaspar Llamazares, trata de dar la vuelta a la subsidiariedad (Tratado de Maastrich de la UE) de las políticas económicas, de empleo y sociales del gobierno español y la orientación ideológica de las mismas respecto de la Unión Europea. Dice así este buen hombre:

“El paradigma de la izquierda está cambiando, queramos o no queramos darnos cuenta. Por ejemplo, la UE ya no es la que era, no es la misma desde el proceso de la pandemia y, probablemente, no sea la misma después de lo que va a ocurrir en la guerra y la crisis financiera que se anuncia. Digamos que está en una evolución y no una evolución negativa que explica cómo convergen ciertas políticas. Resulta que un gobierno social-comunista, protervo, que iba a desmantelar no sé qué, coincide con las políticas de la UE en estos momentos”.

El término “desmantelar” es un “lapsus linguae” en boca de quien sabe bien que en los tiempos que corren y en los venideros hay y habrá que hacer lo que haya de hacerse, lo haga el de la empanada gallega o la reedición del gobierno más progresista de la historia, como gustan decir en Unidas Podemos.

Mientras continúen fluyendo los fondos europeos se seguirá subsidiando (no confundir con la subsidiariedad antes citada) mediante ayudas temporales, raquíticas en cuantía a cada beneficiario, que no nacen de derechos conquistados sino de la voluntad del ejecutivo, las consecuencias de las reformas sociales y económicas que van desmantelando, ahora sí, los últimos flecos del Estado Social.

En lo relativo a estas políticas no hay diferencias entre los socios de gobierno, ni entre los miembros de Sumar en el Parlamento y entre los de Podemos, por lo que mal puede intentar argumentarse que Yolanda Díaz y Sumar están a la derecha de Pablo Iglesias y Podemos, cuando estos dos últimos sacan pecho por su supuesta influencia decisiva en lo que llaman la orientación progresiva de las mismas.

Los enfrentamientos entre Sumar y Podemos empezaron a cobrar un carácter de guerra pública cuando el horizonte electoral empezó a complicarse, manipulaciones del CIS aparte, tanto para el PSOE como para Unidas Podemos, especialmente para el socio minoritario que, encuesta tras encuesta, iba cayendo.

Para entonces Podemos era ya percibido por amplios sectores de la izquierda social, intelectual y, en menor medida política, porque representaban menos que Podemos, parte del problema y no de la solución. De ahí nace el camino que lleva hasta Sumar y la conciencia por parte de Podemos de que ya no podría liderar un proyecto de reconstrucción de la izquierda sino, en el mejor de los casos, ser parte del mismo, algo que tampoco tenía tan claro que le dejarán ser. Demasiada humillación para Podemos que reclamaba en base a un pasado del que carece en el presente. “Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras” (Comisión Nacional del Mercado de Valores)

No hay suficientes cargos con buen sueldo para tantos candidatos dispuestos a pillar cacho. La situación hoy de Podemos ya no es la riada que entonces parecía que iba a anegar al PSOE. Ahora apenas se mueve el riachuelo. Hoy en la enfrentada izquierda hay muchas más ambiciones personales que satisfacer y previsiblemente muchos menos asientos para acomodarlas.

Podemos, las imposiciones de un restringido aparato que en el pasado parecía todopoderoso y sus purgas internas, han generado un inmenso resentimiento en exsocios y exmiembros, dispuestos ahora a tomarse su venganza. No deben olvidarse tampoco los miembros aún activos, y pasivos, del mismo, que irán abandonando el barco, según sondeos y resultados electorales en mayo y en diciembre vayan demostrando que apenas flota. Los asaltacielos y sus restos acabarán asfaltando los suelos.

La decepción y el hastío que los podemitas han provocado entre intelectuales e “influyentes profesionales” son más poderosos en su aproximación actual o, al menos, neutralidad hacia Sumar, que el poder de atracción de éste y su reina mediática.

Las diferencias programáticas entre Podemos y Sumar son previsiblemente mínimas, como la experiencia de la participación de los distintos componentes de Unidas Podemos en el gobierno de coalición ha demostrado. Las diferencias son de matiz, tono y talante.

De ahí que las dos figuras centrales de la bronca necesiten extremar esas diferencias formales, a través sus púgiles principales: Yolanda Díaz y su sonrisa eterna y excesiva, que busca el voto por simpatía personal, antes que por ideas, y el rictus crispado y colérico de Pablo Iglesias, secundado por Irene Montero y Ione Belarra, que busca el refrendo del izquierdista que se cree rojo porque grita fuerte en twitter.

¡Qué recuerdos, aquellos del eslogan podemita de “su odio, nuestra sonrisa”! Pronto, de seguir el reparto de hostias entre los miembros de ambas facciones, a Yolanda Díaz también se le irá amargando la sonrisa, mientras los fans de uno y otro lado irán menguando, más por el aburrimiento derivado de la falta de novedad en el espectáculo que por la inteligencia necesaria para entender que donde no hay sustancia todo es irrelevancia. Bienvenidos al gran circo americano de la política como ficción.

En la política de las democracias liberales todo es percepción. Cuando el espectador y potencial votante compara tonos, estilos y expresiones, ve que, a pesar de las coincidencias programáticas, la suavidad de Sumar y de Díaz es más coherente para un mismo reformismo que no saca los pies del cesto que la nota macarra y bronca de Iglesias y Montero, por lo que llegan mejor y con más aceptación sus mensajes. Venden el mismo apósito, como si fuera un fármaco, pero mientras el primero parece paliativo, el segundo resulta simplemente irritante para la mayoría de la audiencia, incluso la potencialmente próxima.

En cualquier caso y como la política es asunto de percepción y también de información, la imagen que presenta Díaz de su gestión, y la que se está proyectando sobre Sumar con los ERTEs, la reforma laboral y las subidas salariales es mucho más fácilmente vendible que el fiasco penal del “sólo sí es sí”, la “ley trans”, que ha dividido al feminismo y la campaña de brocha gorda del “Ahora que ya nos ves”, por mucho que Montero y Podemos se empeñen en decir lo contrario.

El agotamiento de Podemos, como oferta política de peso en la combinatoria postelectoral e “ilusionante”, requiere de una metamorfosis del bucle neoreformista y postlaborista, iniciado por el PCE con la invención de Izquierda Unida; aquella de la sopa de letras del oportunismo político más burdo (Tamames, los carlistas, Izquierda Republicana y el propio PCE), se reencarna ahora en Sumar. Se trata de mantener abierta la “ilusión del cambio progresista”. Conviene que se sepa que “ilusión” viene del nominativo latín “illusio” y de su genitivo “illusionis”, que significan “engaño”, proveniendo ambos de “illusus” que, etimológicamente, ha dado en el español “iluso”. A su vez, “illusus” es el participio del verbo “illudere”, que significa “burlarse de”, “mofarse de”.

Significativamente, en castellano ilusión tiene un significado más positivo, el de “esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo”.Y, más significativamente aún, esa segunda acepción está muy conectada con el marketing, la publicidad y la política, del mismo modo que el mercado de consumo bajo el capitalismo y su formato político de la democracia representativa se investigan con las mismas herramientas de medición distributiva (encuesta) y de análisis estructural (técnicas cualitativas). Se trata de generar el deseo que mantenga al consumidor/elector integrado dentro de un único orden social, el del capitalismo y su arquitectura política.

Dentro del eje posicional derecha vs. izquierda, ésta corre el riesgo de ver su segmento muy reducido por el debilitamiento paulatino de su nicho más izquierdista, el de Unidas Podemos. La sangría de votos de la coalición, la pérdida de socios, el desgajamiento de partes del propio Podemos, las broncas internas del propio partido, la salida de miembros destacados del mismo, las purgas de muchos de sus dirigentes a niveles nacional, autonómicos y locales, las luchas de poder, la negativa imagen externa proyectada por Pablo Iglesias sobre su propio partido, la erosión producida por su participación en el gobierno, su debilidad territorial, derivada de una escasa militancia y de la desaparición de sus círculos, ha envejecido velozmente a un partido en apenas 9 años. El agotamiento de Unidas Podemos es, ante todo, la crisis de Podemos, pues Izquierda Unida es, desde 2015, un cadáver político sin enterrar.

Ahora, en la moviola del eterno retorno, Podemos se cuece en su salsa de circulitos morados y los conjurados alrededor del “significante vacío” Sumar le señalan como al “típico izquierdista tristón, aburrido, amargado” e intentan impedir que se les acerque mientras parecen decir “ven”. Dice Alberto Garzón “algo de esto ya lo he vivido antes”. El uróboro se come la cola.

La novedad, siempre hay algo nuevo en todo lo repetido (en ocasiones puede llegar a ser más sustancial de lo evidente en el decurso de los acontecimientos futuros), está en cómo se está construyendo Sumar y en cómo se creó Podemos.

Podemos tomó la forma inicial de simulado movimiento asambleario post15M aunque, como éste, tenía su propio núcleo duro que había de “orientar” sus pasos. Salvo los aventureros oportunistas de Izquierda Anticapitalista, históricamente habituados al entrismo (antes lo hicieron en Izquierda Unida como Espacio Alternativo), el Podemos original no integraba más partidos. Con el tiempo se iría configurando como tal, con su propio aparato ya jerarquizado y la salida de los “anticapis”, que se quedaron

Sumar, en cambio, se conforma antes como alianza de organizaciones y partidos (Izquierda Unida, PCE, Más Madrid/Más País, Verdes Equo, Alianza Verde, Cataluña en Común, Compromís, Galicia en Común, Coalición por Melilla, Proyecto Drago, Chunta Aragonesista, Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía (Ceuta), Iniciativa del Pueblo Andaluz y Batzarre. Llamativamente una parte de ellos son escisiones de Podemos y socios y exsocios de Podemos. Ello puede tanto suavizar las tensiones entre Podemos y Sumar como excitarlas. Pero la realidad es que la inmensa mayoría de ellos los que participan con algún protagonismo en esta granizada de hostias a un lado y otro del ring son largamente conocidos como intrigantes de largo recorrido en las organizaciones por las que han pasado (en asuntos de transfuguismo son unos cuantos los que dejan a Toni Cantó a la altura de un aficionado), eficaces martillos de herejes y vividores de la política como primera y única profesión de la que sólo la biología habrá de jubilarles.

Aunque los primeros pasos de Sumar se dieron, en la fase de consulta, como “una asociación que quiere servir para impulsar un movimiento ciudadano”, según se expresa aún en su web, más allá de la presencia en las fotos del acto de Magariños, la realidad es que estamos ya en una fase del protagonismo de los partidos. La primera fase tenía por objeto vestir de aspecto participativo al títere de la “ilusión”, con un guiño a los nostálgicos del 15-M, al contar con el economista keynesiano Joseph Stiglitz entre sus asesores. No hay necesidad de alarmar al mundo de la empresa incorporando a un economista marxista.

En esto no hay originalidad alguna: Sumar sigue milimétricamente el proceso de formación de Izquierda Unida en 1986, con un PCE infinitamente más débil y una IU que busca su resurrección con otro disfraz y una líder con más aceptación social demoscópica que cualquiera de los coordinadores generales que tuvo aquella.

En cualquier caso, la desigualdad entre un Sumar formado por una coalición de siglas y encabezado por una lideresa con escasa conexión orgánica, salvo su carnet del PCE deja a ésta, por carismática que sea su proyección política, en una situación de debilidad tanto interna como externa.

En el intercambio de caricias entre Sumar y Podemos, éstas se concentran, tanto para su emisión como para su recepción, en Yolanda Díaz, que sólo puede contar como infantería más activa con opinadores mediáticos, fans de las redes sociales y un cierto entusiasmo comedido de algunos de comunicación (La Sexta, El País, El Diario, la Ser).

Pero no puede contar con la asistencia bélica de Izquierda Unida, los Comunes o Equo porque para las elecciones municipales y autonómicas próximas van integrados en las candidaturas conjuntas de Unidas Podemos y sus denominaciones locales en gran parte del territorio. Los partidos de ámbito regional no se implican abiertamente en esa guerra porque su objetivo es reforzarse dentro de las sinergias de la marca paraguas Sumar y ésta no se presentará a las elecciones del 28-M. En cuanto al errejonismo su guerra con los podemitas es de baja intensidad.

Podemos dispone de un ejército más estructurado, cohesionado y variado. Además de sus dirigentes con acogida médiática general, al menos para esta guerra (Iglesias, que dirige toda la estrategia, Montero, Belarra, Echenique, Pablo Fernández), disponen de algunos medios muy cercanos (Público, CTXT) y un medio propio (Canal Red, ahora en TDT), de impacto y audiencia limitados, pero desde los que se imparte doctrina, artillería constante contra su socio de gobierno, el PSOE y pellizcos a Yolanda Díaz. Así mismo, Podemos cuenta con un conjunto de opinadores que se encargan en sus entornos amigos de que no decaiga el enfrentamiento y de varios miles de hooligans en redes sociales, especialmente fanatizados en twitter que agitan el insulto por bandera argumental.

Así las cosas, es la propia Yolanda Díaz, salvo asistencias limitadas, la que debe responder a las invectivas podemitas, Cuando acierta en tono y contenido de la respuesta, el éxito es de todo Sumar. Cuando yerra, como en el caso del tratamiento que hizo a la figura de Iglesias en la entrevista de Évole, transmitiendo la idea del enfrentamiento Podemos-Sumar en algo personal, justo la idea que los primeros buscan que cale socialmente, el error es suyo.

Del mismo modo que la opinión de un periodista no es la suya sino la de su medio, la orientación de la entrevista no la marcó Évole sino La Sexta. No hay error de Évole. En la guerra de ésta con Podemos, Sumar es un instrumentos útil, pero no ignoran que el objetivo de su matriz mediática Atresmedia es que el PP gobierne tras las próximas elecciones generales.

¿Quién ganará esta guerra a hostia limpia? Es seguro que Podemos no. Tras las autonómicas y municipales llegará la constatación de muchos de sus todavía miembros, sobre todo de los no electos, de su fracaso histórico, al ver a donde han llegado tras su primer Vistalegre. No creo que aún sea el “sálvese quien pueda”, faltan las generales pero, para éstas, ya volarán las agujas de los relojes de sus cargos pidiendo sitio en Sumar, con la cabeza de Iglesias y Montero (el resto son 0), como busca Yolanda Díaz y casi todos sus socios, y antes le pasó a Cayo Lara, salvando la distancia en honorabilidad entre uno y otros.

Y a Sumar, ¿cómo le irá? En primera instancia depende de cómo les vaya a sus partidos coaligados en las autonómicas y municipales, por mucho que Sumar no se presente a ellas, y de cómo gestione Yolanda Díaz su participación en las campañas de sus socios.

A quienes vayan en coalición con Podemos no les irá bien porque las listas son cerradas, aunque ya se sabe que todo se matiza luego para consumo interno.

Según cómo le vaya a Colau, a Compromís y a Más Madrid, la cosa de Sumar tirará mejor o peor.

Y sobre todo a Sumar le irá según sumen sus miembros lo suficiente o no con Podemos y con el PSOE el 28-M.

28 de marzo de 2023

NEOLIBERALISMO, SOCIEDAD DE CONSUMO, IDENTIDADES Y ACTIVISMO

 


Por Marat

Uno de los rasgos más destacados de la ya larga fase de la globalización neoliberal es, junto con la incorporación masiva de las TICs (Tecnologías de la Comunicación y la Información) y la robotización, la terciarización de la economía en los países centrales del capitalismo, la desregulación de las relaciones laborales y su legislación, la deslocalización de la producción, la externalización de la misma y la producción en series cortas.

Esta última, las series cortas de la producción en cadena, han sido posibles mediante los factores anteriormente señalados como característicos de la etapa de globalización neoliberal del capitalismo pero también de las nuevas formas de gestión y organización del proceso productivo (paso del fordismo a los equipos de trabajo, flexibilización de las tareas y las plantillas de trabajadores, polivalencia del equipo, fabricación por lotes,...).

En clave de gestión empresarial dichos cambios representan una serie de ventajas cuándo el mercado capitalista mundial empezó a acelerar sus períodos de inestabilidad a partir de la crisis del 73 del siglo XX.

Las series cortas de producción significaron un menor coste de materiales, permitiendo desescalar las inversiones globales en los mismos y aprovechar las fluctuaciones a la baja de las ofertas de proveedores en períodos más cortos.

En términos logísticos favorecieron un ahorro en almacenaje (menor ocupación, ajuste de la capacidad de transporte a la demanda prevista. Inditex (Zara) es un buen paradigma. Dentro de una referencia concreta el grupo no vuelve a producción de la misma, si hay alta demanda, hasta que en ésta no empiezan a agotarse.los productos.

Desde la oferta empresarial, las series cortas de producción han aportado grandes ventajas.

Una de ellas ha sido multiplicar la oferta de un mismo producto, introduciendo pequeñas variaciones estéticas y funcionales, transmitiendo a la demanda una imagen de amplia diversificación, el efecto moda y la idea de innovación tecnológica..

Se trata de generar en grupos concretos de consumidores la identificación con funcionalidades, diseños estéticos y valores imbuidos publicitariamente, dirigidos a determinados grupos de consumidores. Aquí el producto adquiere el valor no tanto de un bien, pensado para satisfacer una necesidad material concreta, sino el de objeto que actúa como signo externo diferenciador, en muchos casos del status social de sus poseedores.

Cobran gran importancia en la investigación de mercados factores que, tomando como referencia los modelos weberianos de clase social, van más allá y se adentran en cuestiones como valores de y en el consumo, estilos de vida, tendencias, factores autorreferenciales del consumidor (¿qué dice de mí este producto?, ¿cómo me siento conmigo al consumirlo/tenerlo?).y variables sociográficas (sexo, edad,…).

De este modo, los nichos de mercado son la expresión en el consumo de la producción por lotes.

La segmentación sublima la integración del individuo dentro del sistema económico capitalista, haciéndole sentirse identificado con el propio producto y con el grupo de pertenencia poseedor del mismo, diferente a otros grupos de consumidores, y desdibujando la contradicción esencial entre trabajo y capital dentro de una pseudodemocracia de consumo cada vez más desigualitaria.

El producto define al “homo consumens” (Erich Fromm) a través de la subjetividad de las emociones y el deseo, de la anticipación del goce que implica el momento de la compra y el tiempo de disfrute, cada vez más efímero, por efecto de la publicidad, la obsolescencia programada y la moda (triada externa al comprador, generadora del deseo). El “otro” lacaniano es aquí el objeto de deseo en el producto humanizado, depositario de una afectividad proyectada sobre el mismo

La forma consumista de vivir se extrapola al conjunto del mundo del consumidor.

El individuo se significa a través del producto consumido. Se expresa como status (quienes pueden alcanzar las categorías “premium”), se integra en las tendencias del momento (primordialmente los jóvenes), representa un simulacro de socialización con quienes comparten sus experiencias de consumo, demarca una ilusión de diferenciación frente a quienes poseen (son poseídos por) otros productos.

El consumidor se objetiva a sí mismo. Remodela su cuerpo en el gimnasio, en el quirófano del cirujano plástico, en el local del tatuador, en el cambio de su máscara social con el maquillaje, vende sus destrezas laborales en la selección de puestos de trabajo y en las webs de empleo de acuerdo a los requerimientos del potencial contratador, se valoriza como mercancía erótica en las páginas de contactos y de búsqueda de parejas, busca un refrendo social de acuerdo a lo que posee, no a su cualidad intrínsecamente humana. Entra en el circuito de la mercancía. Se despoja de su yo más auténtico.

Establece con los otros seres humanos relaciones pragmáticas, instrumentales, los cosifica. El eros no entraña compromiso sino goce individual del otro sin esfuerzo por conservar el nosotros, es posible tener 400 amigos en faceebock, para intentar llenar el vacío existencial, sin los riesgos de aceptar el conocerse en persona, se evalúa la conveniencia de las relaciones sociales en términos de utilidad. Los otros se convierten en un fluir permanente de oportunidades, ventajas e inconvenientes.

La desvalorización del mundo humano” del que hablaba Marx en la producción de mercancías se ha extrapolado al mundo del consumo en esta etapa neoliberal del capitalismo, representándose ahora como la conversión del individuo en mercancía de consumo y en proceso de atomización social.

A cada forma económica de dominación social le corresponde la ideología dominante que le sirve de justificación.

Hasta el siglo XIX del capitalismo se mantuvo su sustento ideológico sobre los dos pilares que en otras formas económicas de dominación estuvieron vigentes, la religión y la legislación jurídica, las leyes. La clase trabajadora aún era emergente y socialmente minoritaria. No parecían sus primeras organizaciones una amenaza para el capital que los cuerpos policiales no pudieran controlar.

Bien entrado el siglo XIX lo harían la educación universal, los medios de comunicación de la burguesía y la publicidad. Frente a una clase trabajadora organizada que comenzaba a tener proyectos, adoctrinamiento e incremento de represión policial eran los instrumentos a utilizar.

En el siglo XX entraron en crisis la religión y la educación. La publicidad convencional se hizo dios y habitó entre la clase trabajadora. Cultura de masas y contracultura entraron a saco, la primera como legitimadora, la segunda como supuesta crítica, integrable, del capitalismo.

En el siglo XXI vivimos la sospecha sobre los viejos aparatos de comunicación (prensa y televisión), mientras emergían los nuevos canales nacidos de Internet, la nueva utopía (distópica hoy) que prometía facilitar una mayor libertad de información y opinión.

Del mismo modo en que religión y leyes sirvieron de mordaza ideológica frente a cualquier atisbo de crítica antes del capitalismo, y educación y medios de comunicación fueron pasando después por la criba del rechazo social, la vieja publicidad se fue renovando y la comunicación disfrazándose de vuelta al origen del periodismo libre y democrático. Nada más lejos de la verdad.

Pero la falacia de una forma de comunicación libre, no jerarquizada, auténtica, participativa y del “periodista ciudadano” es útil y funcional al viejo sistema de dominación y explotación capitalista, del mismo modo que para la crítica al neoliberalismo pero no al capitalismo.

El instrumento del que se sirve esa forma de comunicación es Internet, un espacio de ruido no reflexivo, sino de inmediatez sucesivamente sustitoria de contenidos que se suceden como un menú de estímulos en el que cada nuevo item impide detenerse en el anterior.

Las redes sociales, principal medio de una supuesta democracia digital, no favorecen el intercambio de ideas sino la cacofonía de opiniones inmediatas, más destinadas al rechazo a lo expresado por el otro, que a la búsqueda de propuestas valiosas.

Son una descarga fácil y cómoda de la crítica política y social, más parecida a la banalidad de los programas televisivos de telerealidad y entretenimiento que a una implicación personal con intención de transformar el mundo.

Teorizar que internet es una nueva forma y mejorada de la política, que navegar por la red es una nueva y más efectiva forma de compromiso político, y que la vertiginosa velocidad de conexión a Internet significa un avance de la democracia, se parece sospechosamente a una excusa más de las tantas que esgrimen las clases ilustradas a la hora de justificar sus prácticas de vida, cada vez más despolitizadas, y su aspiración de obtener una baja con honores en la “política de lo real””. (Bauman, Zygmunt. “Vida de consumo”. Fondo de Cultura Económica. 2007).

Bauman cita al periodista y ensayista norteamericano Thomas Frank, autor de la obra “Un mercado bajo Dios: capitalismo salvaje, populismo de mercado y fin de la democracia económica”, que desmenuza irreverentemente tanto el espíritu neoliberal de la época de la llamada Nueva Economía, así como el modo en que los “críticos” de la misma, provenientes de las clases medias, jugaban a la política como medio de autopromoción personal. Es el signo del activista.

Citando a Thomas Frank, para los miembros actuales de las clases ilustradas y los aspirantes a ella, "la política se transforma primordialmente en un ejercicio de la autoterapia individual, un logro personal, y no un esfuerzo tendente a la construcción de movimiento”, un medio para anunciar al mundo sus propias virtudes””

Es difícil hablar de activismo sin hacerlo de las redes sociales y de las plataformas digitales promotoras del activismo. La gran mayoría de los autodenominados activistas y de los ungidos como tales por los medios de comunicación son, ante todo, ciberactivistas. Su presencia en la calle está más bien ligada a la realización de pequeñas “flash-mobs” y “performances” y su forma de actuación hacia las instituciones suele atenerse a lo que se conoce como política de lobbys, algo que muy poco tiene que ver con el nosotros colectivo que construye movimiento amplio.

El activismo tiende a la profesionalización. Muchas grandes ONGs internacionales participan en las Juntas de Accionistas de un sinnúmero de corporaciones multinacionales, en cumplimiento de las políticas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de las empresas, que dicen practicar una actuación éticamente responsable y medioambientalmente comprometida. La ONG en cuestión pide a los accionistas minoritarios de la compañía que unan sus votos en el Consejo de Administración de la misma y cedan su representación a alguien designado por la ONG. La colaboración llega en ocasiones a la cooptación de cargos de activistas o al disfraz de tales para el desempeño de tareas y responsabilidades de RSC de las empresas.

Lo mismo sucede en la administración pública. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible ha abierto una posibilidad de negocio sideral para un capitalismo con crisis de acumulación desde hace varios decenios, para ONGs reconvertidas en agencias de contratación, para jóvenes ingenuos y no tan ingenuos y para cínicos dispuestos a colocarse cómo, dónde sea y a costa de quienes sea, pillando su parte del pastel o sus migajas, dependiendo de sus habilidades y límites, o falta de ellos, morales. De las políticas medioambientales a las educativas, que son las previstas para la reorganización productiva del sistema capitalista o las de igualdad, formas de sustituir las conquistas históricas de la clase trabajadora por medidas asistenciales por colectivos (políticas de igualdad de género, de sectores con minusvalías, dirigidas hacia inmigrantes, jóvenes,…), fragmentando la universalidad del concepto en una “igualdad” por cuotas, y generando un clientelismo, no muy diferente del que practican las derechas, del que los primeros beneficiarios de empleo van a ser los activistas-profesionales de dichas políticas de igualdad, mientras acaba de desaparecer el Estado Social.

Grandes plataformas promotoras del activismo, como change.org tienen como inversores , entre otros varios, a Bill Gates, Richard Branson (Virgin) y, el principal de ellos, Reid Hoffman (fundador de Change y cofundador de Linkedin), dan empleo a un buen puñado de ciberactivistas. Y es que, ya se sabe, para luchar por la libertad, que siempre es de mercado, y el cambio social, para que nada cambie, no hay como un buen número de idealistas activistas a sueldo del capital y de sus objetivos de perpetuación de su maquinaria de explotación y dominación.

Hace 10-15 años los estudios de Trabajo Social llenaron de alumnos sus centros. Sería injusto negar mucho del impulso generoso de aquellos jóvenes pero su utopía personal, más activista que militante, no era ajena a las promesas de creciente mercado de trabajo al finalizar sus estudios.

El activismo y los activistas merecen una mayor profundización de la dedicada hasta ahora.

Si algo define a los activistas hoy es la microsegmentación de sus reivindicaciones en un creciente e inmenso archipiélago de identidades.

Junto a dos viejas identidades como la religiosa o la nacional (históricamente grandes movilizadoras de violencia y conflictos bélicos), coincida o no con Estados, tenemos otras muchas:

  • La de opción de género (un amplio elenco al que se incorporan cada vez más identidades. El LGTBIQA+ va añadiendo progresivamente más letras del vocabulario. Será por falta de letras en el teclado del móvil…).

  • La feminista (que se subdivide en varias corrientes,

    • La ficticia oposición entre el feminismo de clase y el burgués. Ambas marchan del brazo el 8 de Marzo, conmemorando el Día Internacional de la Mujer, no el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, que es lo que empezó siendo, y que las supuestas feministas de clase han enfatizado con su llamada “sororidad” con el conjunto de las mujeres por encima de su condición estructural de pertenencia a una clase social concreta.

    • La del antagonismo entre lo biológico (las TERF, entre otras) de ser mujer y el género como elección (transfeminismo). Es lo que pasa cuando, como Simone de Beauvoir, se tiene un día tonto, y no se corrige más tarde, y se afirma que no se nace mujer, se llega a serlo”. La idea que desarrolla la frase es que el significado de ser mujer ha sido construida desde el hombre a partir de los roles sociales que le ha impuesto y que la tarea de las mujeres es construir su propia identidad. La falacia de esa concepción es que es cierta en su primera parte pero es falsa en la segunda, ya que entreabre la puerta a la subjetividad del género, otra construcción cultural, que posibilita la negación del hecho biológico y, paradójicamente, la elección individual a discreción de lo que se pretende negar: la adscripción a un sexo concreto. Ello no sólo caricaturiza la biología sino que da lugar a una división dentro del feminismo que se irá profundizando con el tiempo, lo debilitará desacreditándolo y abrirá, con el tiempo, nuevas fuentes de división. Qué distinto hubiera sido una perspectiva de lucha por una equidad que no debiera ser meramente igualitaria, dado el punto de partida desigual, en todos los órdenes socio-culturales e ideológicos entre hombres y mujeres, dentro de una común lucha de clase contra clase.

  • La de los animalistas, que ponen al resto de las especies animales a la misma altura, cuando no superior, desde una visión sentimentaloide e infantil, potenciada por el mundo Disney, a la humana. Es un hecho aberrante. Toda especie, incluso en lucha entre sus individuos, se esfuerza en primer lugar por sí misma. El maltrato al animal es un comportamiento tan degenerado como el de un activismo que ponga por delante, en hechos y comportamientos, no en palabras, a menudo falaces, al animal  sobre  el prójimo. El petichismo, esa forma de humanizar a la mascota como a la persona, con frecuencia va unido a la escasa empatía hacia la realidad del mundo humano y a la indiferencia  hacia las razones sociales, económicas y políticas de su dolor.

  • La de los veganos, que son la consecuencia depurada del animalismo. Cuando su decisión es individual y libre de presión de comportamiento sectario y no criminaliza a la persona omnívora, su elección es respetable. En los casos crecientes en que deja de serlo (selección de sus relaciones sociales según su alimentación, pintadas y ataques a carnicerías, siendo los principales proveedores de comida vegana multinacionales de la carne,…) dejan de serlo y merecen entrar en el dudoso cuadro de honor de los peores animalistas.

  • La de las activistas de la corrección política que acobardan la palabra. Si pudieran lo harían con el pensamiento, al estilo de los acusados como “crimentales” de 1984, sea sobre los hechos de hoy o del pasado, con la literatura, el pensamiento científico, el arte o la indecorosa vida de grandes personajes de la historia. Sospechosamente, respecto al pasado muestran una pasión inquisidora especialmente dedicada hacia personalidades significadas por su ideología progresiva. Y, curiosamente, se da también entre el sector feminista que afirma que “lo personal es político” y que exhibe, incluso institucionalmente, su concepto de lo privado como modelo a seguir, al igual que lo han hecho ultras como Berlusconi o Trump, los programas de telerealidad y y las vidas de los famosos. Suelen ser mujeres groseras que intentan convertir sus complejos en éxitos personales y modelos  de actuación colectiva.

  • La de los milenaristas del fin del mundo. Conectan muy bien con una infancia y una adolescencia previamente aterrorizada por medios de comunicación y redes sociales, educadores y políticos. Ha de ser duro pensar a tan corta edad que el Planeta se puede ir al carajo en 30-40 años y que puedes ser la última generación viva sobre la tierra, que antes de llegar a viejo conocerás un nivel de destrucción no imaginable. Y, sin creer todo lo que dicen los científicos, lo cierto es que lo que vamos viendo no pinta bien. Pero hay un fatalismo de fondo y una urgencia que oculta que las transformaciones energéticas, de movilidad, productivas, de consumo, de costes y precios los está pagando ya la clase trabajadora, que los va a pagar mucho más hasta su miseria más radical. A estos niños (Greta Thunberg, los de “Extinción Rebelión” que creen coherente con sus denuncias el atacar la belleza del arte), concienciados por el capital de la urgencia de los cambios, alguien debiera poner ante sus ojos la película coreana “Snowpiercer”(Rompenieves).  En ella  los viajeros de cola de un tren diseñado por un ingeniero, tras la edad de hielo, que ha eliminado la vida sobre la tierra, comen unas barras de gelatina fabricadas con restos humanos, facilitada por los ricos de los vagones de cabecera. Los miserables se acaban enfrentando a los que dirigen el tren y, finalmente, a su dueño. Es la historia de la humanidad y de sus formas de dominación: esclavos contra ciudadanos libres, plebeyos contra patricios, siervos contra señores, asalariados contra empresarios, miserables contra ricos,...siempre habrá un motivo de rebelión. Los niños de la burguesía a los que sus padres limitan la hora de jugar con la play no son el mejor exponente de una lucha igualitaria por la supervivencia de la especie.

El paso del obrero masa, concentrado en grandes empresas, con identidad de clase, organizado y con cierta conciencia de la misma, al obrero social de Negri, descentralizado, dividido en multicategorías, desidentificado de su conciencia del ser y desorganizado, es correlativo con el tiempo en el que muere la oportunidad de una liberación colectiva, la condición de asalariado que crea riqueza frente a quienes viven de ella y la realidad social, económica y política se fragmenta en un crisol de identidades que, por la propia naturaleza individualista del activista, entrará como alternativa.

Estamos en la fase previa a la microsegmentación de todas las identidades. Frente al capital ya no está el trabajador concienciado y militante que expresa un no, dentro de una conciencia colectiva que le lleva a organizarse en un movimiento de clase mucho más amplio. El de una colectividad que resume a casi todos.

Lo que ahora domina en el paisaje es la superestrella mediática. El actuante es el buscavidas en su solitario proyecto del ¿qué hay de lo mío? en una deriva narcisista hacia causas cada vez más minoritarias y particulares.

En algún momento habría que explicar de qué modo, no sólo las transformaciones estructurales que han afectado a la clase trabajadora y a su conciencia y formas de organización han favorecido la aparición de los activistas estrellas de la pista.

Convendría también hablar de cómo el burocratismo de las organizaciones de trabajadores impide la iniciativa de ideas y acciones, de la manera en la que las direcciones se blindan frente a la crítica interna, de la forma en que su deriva electoral convierte al militante en afiliado pegacarteles.

6 de marzo de 2023

FERROVIAL COMO SÍNTOMA


Por Marat

Seguramente el asunto Ferrovial dé para más de una semana. Habitualmente las miserias políticas españolas dan para menos.

“Tito Berni” y las estupideces últimas de Podemos darán juego durante meses. PP y VOX y sus juntaletras necesitan basura para las autonómicas y locales próximas. Con suerte las extenderán, con nuevas aportaciones, derivadas de las torpezas últimas del gobierno, hasta las generales. Viven de las miserias ajenas.

El asunto Ferrovial muestra el engaño al que juegan derecha e izquierda.

Para la derecha, la marcha de Ferrovial es consecuencia de un gobierno socialcomunista (que no falte la ocasión de insultarnos a los comunistas que nada tenemos que ver con este gobierno progreliberal), del agotamiento del mismo y de unas políticas impositivas insufribles para el mundo de la empresa. Aunque en decenios no haya ganado tanto.

Ferrovial cambiará su matriz (no faltará el gilipollas que crea que se llevan hasta los edificios y los trabajadores que tienen en España) a Países Bajos. Antes se lo planteó a Irlanda o a Luxemburgo . Pudo haberlo hecho al Reino Unido (Londres), como hizo en 2021 Shell, largándose de Holanda. Es lo natural. Cualquier multinacional buscará los menores impuestos de radicación. Sorprendentemente en países de una UE que dice estar en contra de los paraísos fiscales. Pero la visión cínica o estúpida dirá que hay países europeos insolidarios en lugar de reconocer que el capital necesita sus espacios de “libre disposición” con el fin de que su acumulación no se vea entorpecida por políticas impositivas.

La tontuna hipócrita podemita y sus mariachis mediáticos acusan a Ferrovial de no ser patriota. No hace tanto que consideraban benefactor al Santander, aunque supiéramos de las actividades delictivas de una parte de su consejo de administración. Ahora Belarra hiperventila disfrazada de anticapi.

Sánchez es menos ridículo. Sólo tilda a Ferrovial de no ser comprometidos, después de que la empresa facturase 1.000.000.000 de euros durante su gobierno.

El mejor de todos es el ministro de la Seguridad Social, señor Escrivá, que cuando fue Presidente de la Airef propuso los recortes de las pensiones que ahora ejecuta, mientras ha convertido el Ingreso Mínimo Vital en un sarcasmo hiriente para quienes más lo necesitan. Para todo ello le hicieron  ministro.Ahora culpa a Ferrovial de codicia. Toca demagogia preelectoral.

Codicia, falta de patriotismo o de compromiso no son otra cosa que imputaciones de tipo moral. La basura ideológica de una izquierda según la cual si los capitalistas fuesen honrados, empáticos e igualitarios viviríamos en el país feliz, de la casa de la gominola, de la calle de la piruleta, que diría Homer Simpson.

Tanta moralina progre da bastante asco. Es la misma basura que reivindica trabajo digno y salario justo cuando bajo el capitalismo la empresa determina condiciones de trabajo y sueldo y el trabajador tiene la libertad de aceptarlos o morirse de hambre.

No, el capital no es moral o inmoral, que es otra forma moral. Es amoral porque sus principios no se basan en cuestiones como justicia o equidad sino en la de beneficio. No se trata de si del Pino es un malvado sino de que las empresas necesitan crecer y acumular capital.

Y eso hoy no lo hacen sólo compitiendo sino también limitando salarios, privatizando lo público y reduciendo impuestos, en Países Bajos o donde sea, con el PP, con el PSOE o con cualquier opción que acepte sus reglas del juego.

Siempre se puede ver todo esto desde una distancia irónica


28 de febrero de 2023

VEGANTINATALISMO, LA FE DEL TONTO CON DOS TÍTULOS

Por Marat

No voy a hablar del momento político español, ni de la guerra de Ucrania, ni de la fase actual de la crisis del capitalismo. Ni siquiera de quienes han querido conculcar los cuentos de Roal Dahl. Mis autores infantiles fueron Julio Verne y Emilio Salgari. Antes lo fueron Juan sin miedo y Jack y las habichuelas mágicas.

Hoy me apetece reírme y repartir un manojo de hostias.

Según cuenta El País hace unos días un 35% de los dueños veganos de mascotas está interesado en pasarlas al veganismo y un 27% ya lo hace. 

Los perros son omnívoros, lo que incluye la carne. Los gatos son carnívoros.

Estos héroes del repollo llamado hamburguesa vegana debieran extender su apostolado, ejerciendo su magisterio moral de forma misionera en acciones épicas en las selvas asiáticas, convenciendo a tigres de India y a leonas hambrientas del Sahel africano de la buena nueva vegana.

Siendo veganos, sus sacrificios aportarían componentes vegetales a esos simpáticos felinos. Hay que ser coherentes.

Ser vegano conlleva ser animalista.

El compromiso máximo de cierto animalismo, tras llamar asesinos a los que consumimos carne y atacar carnicerías, es liberar animales de la explotación capitalista (estas niñas, suelen ser princesas pijas, desconocen lo que significa explotación desde el marxismo, como el resto de progres) y contarnos cosas como que a las gallinas les violan los gallos. Por eso rompen sus huevos.

Sospecho que a esta gente les metieron tantas collejas en el colegio que les dejaron con una seria duda sobre el parentesco entre sus padres.

Lo potente de dar con ciertos vegano animalistas es que dentro de su secta abundan los antinatalistas

Los antinatalistas son una troupe de tarados que sostiene que lo mejor que podría ocurrirle al Planeta para su supervivencia es la desaparición del ser humano. Pero no se suicidan para dar ejemplo.

Lo suyo es negarse a reproducirse pero sacarle al tiempo en que viven lo máximo que puedan y tener gatos y perros, que viven menos que unos hijos que les obligarían a ser adultos y vivir para darse.

p> style: normal;"line-height:100%; margin-bottom:0cm; text-align:left; ">No hay manera de que estos tontos de los cojones prediquen con el ejemplo y se inmolen, como han hecho algunas sectas más coherentes que ellos, en un acto colectivo en pro de su fe misántropa.

Detrás de toda esta basura hay una realidad.

Es la de una sociedad en la que nadie se reconoce de clase trabajadora y en la que la clase media se proletariza o se lumpenproletaiza.

12 de enero de 2023

EEUU, ALEMANIA, BRASIL...¿SEGUIMOS TOLERANDO AL FASCISMO?

Por Marat

La democracia liberal (burguesa) está herida de muerte, por su flanco derecho y por su ala izquierda.

Por la derecha por la involución ideológica de gran parte de la misma, su complicidad reflejada incluso en sus gobiernos de coalición con organizaciones fascistas y la similitud programática, en muchos casos nacionales con determinados postulados de la extrema derecha, como las posturas antiinmigración.

De la izquierda, a la que cabe denominar como “los progresistas”, solo queda fracaso.

La social-liberal fue la que apostó tras el fin del modelo de Estado intervencionista, por la globalización, la deslocalización de empresas y los recortes de lo público y las coberturas sociales. Su gran preocupación se concentró en lo que llaman las clases medias.

La otra izquierda, la “radical”, es la izquierda postKumbayá, la que está transitando entré su amor al último bosquimano y su maravilloso descubrimiento de que la clase trabajadora aún existe.

Unos están siendo abandonados por segmentos de las llamadas clases medias, patrimoniales y profesionales que se descomponen o temen deshacerse hacia lo que Marx denominó como lumpemproletariado (quédense con la definición que hace Marx en El 18 Brumario porque indica con claridad lo que son determinadas clases sociales cuando se fragmentan) en brazos de la peor derecha.

Otros sin saber cómo reconquistar a la clase trabajadora ignoran aún si el camino a seguir es el de radicalizar los derechos derivados de la Revolución Francesa o la de Octubre, ignorantes de que una es heredera de la que la otra no realizó y de que su único destino lógico es asumir ambas y no limitarse a ser una socialdemocracia 2.0.

En este instante preciso, solo de un breve tiempo de oportunidad, lo que puede unir a las izquierdas pasa por actuar frente al fascismo de forma clara y decidida.

Básicamente:

  • Decreto Ley Antifascista

    • Ilegalización de las organizaciones, grupos y partidos fascistas

    • Depuración y cárcel de los elementos fascistas de la policía, el ejército, la judicatura, el empresariado, las iglesias, el funcionariado, los miembros del legislativo y del aparato mediático.

    • Identificación, persecución y represión a los trolls fascistas en redes sociales.

    • Cierre de webs, blogs y foros de debate fascistas.

    • Actuación destinada hacia las grandes redes sociales consistente en la exigencia de cierre de todo tipo de propaganda ultraderechista/fascista, so pena de que dichas redes sean bloqueadas en los países democráticos.

  • Creación de órganos específicos de unidades policiales y de inteligencia formados por elementos democráticos de amplio espectro ideológico destinados a cumplir los objetivos anteriores.

  • Apoyo, promoción y fortalecimiento de las redes democráticas antifascistas.

  • Políticas sociales que amplíen la base democrática popular de la llamada democracia liberal: ampliar las ayudas a los segmentos más depauperados de la clase media patrimonial (pequeño comercio, PyMes, pequeños agricultores,…)

  • Lucha ideológica destinada a los segmentos señalados.

  • Impedir desahucios a la clase trabajadora.

  • Ampliar los medios sanitarios hospitalarios

  • Ofrecer salidas de supervivencia a los jóvenes y viejos sin opción laboral: NO MÁS MENTIRAS FORMATIVAS Y DE EMPLEO.

  • Evitar que el cambio de modelo productivo hacia la descorbanización lo pague la clase trabajadora. En patinete o en bicicleta que vayan los empresarios, no los trabajadores

Solo con la mitad de represión al fascismo y con el 50% de las medidas sociales se salvaría la democracia liberal, lo cuál es importante para la clase trabajadora porque allá donde se impone el fascismo es dicha clase la víctima de su triunfo.

De la izquierda , la que siempre falla, porque la derecha no engaña, me queda ver lo que hará.

Las cosas no están como para una revolución proletaria….de momento.

Pero el mundo se va a poner peor que una revuelta fasciobolsonaroevangélica. Y quizá mientras piensan los burgueses en el tiempo que les queda arranquemos algo para nuestra clase.

4 de enero de 2023

CUANDO EL POLVO SE ASIENTE...Y SE VEA LA REALIDAD


Por Marat

Hace un par de semanas el filósofo esloveno Slavoj Žižek ha sido crucificado por una legión de meritorias y meritoriEs candidatos a “opinadores” a sueldo de los medios dedicados a crear determinado estado de opinión.

El motivo de la polémica ha sido un artículo suyo de larguísimo título: “La cancelación de la ética: por qué la exclusión del hombre blanco heterosexual es injustificable”. Si el digital El País fuese decente y no hubiera limitado la lectura del artículo de Žižek a sus suscriptores sería posible que todos leyesemos el artículo del filósofo y yo no hubiera tenido que recurrir a una web fascista (donde sí he podido leerlo) porque ningún progre de mierda lo ha publicado. Es moralmente indecente insultar como "señoro" -¿quién sería la tarada que inventó el palabro?- y otras lindezas del vocabulario de neolengua fasciofeminista a alguien por sus opiniones publicadas en un texto y escamotear éste para que el público lector de los insultos contra el autor de dicho texto pueda juzgar por sí mismo sus afirmaciones. Quién juzga a alguien por lo que dice que ha dicho, ocultando sus propias palabras, no es otra cosa que un/a tipejo/a asqueroso/a.

Así se puede disparar porquería contra un texto probablemente discutible, Creo que no tanto. Es muy fácil lapidar a alguien sin dar a conocer las palabras que le convierten en reo de condena. Lo han hecho siempre los fascistas. Condenar y conculcar. Lo intentaron contra Morgan Freeman, lo han hecho contra Woody Allen, contra García Marquez. En España lo intentaron con Daniel Bernabé tras la publicación de su obra "La trampa de la diversidad". Lo harán contra el que venga. Son fascistas.

Hace menos de seis meses Žižek era una referencia para cierta izquierda con la que no tengo nada que ver. No soy de izquierdas. Soy comunista. Algo muy diferente que ya expliqué hace mucho tiempo,

De Žižek me separan muchas cosas. Sobre todo su marxismo que no retrocede hacia Hegel sino hacia Kant. Yo soy marxista a lo Marx. A Žižek me acerca su necesidad de comunismo para el ser humano. En eso es mi camarada. No sobreriviremos como especie si no es con la solidaridad entre todas las victimas de este capitalismo senil. Cristianos, musulmanes, judíos, personas de otras religiones, agnósticos y ateos. Heterosexuales, homosexuales, de género fluido, asexuales y polimorfos varios, progre-liberales baratos e izquierdistas de variado pelaje. Compartimos un mundo en el que desear la igualdad sin clases sociales que nos dividan, ni etnias, ni deseos sexuales de cada uno nos hagan diferentes. Donde podamos sumar y no restar.

Solo nos queda ver lo que el capitalismo nos presenta delante de las narices: Se llama lucha de clases.

28 de noviembre de 2022

RUIDO Y ODIO EN EL MUNDO...PARA IMBÉCILES

Por Marat

Las tripas de la humanidad se revuelven. Ojalá fueran los cerebros pero el deseo de olor a sangre es más poderoso que la admiración hacia los científicos que se empeñan en encontrar la curación del cáncer o hacia quienes pretenden encontrar la racionalidad de un mundo cooperativo en el que los parias dejen de serlo.

Por todas partes encontramos la huella criminal de los instigadores del odio. Haciendo un ruido estruendoso que inunde el planeta y confunda las mentes logran su objetivo: idiotizar al mundo.

Elon Musk, después de exigir a sus empleados entrega esclava al trabajo, despide a la mitad de ellos por twitter y a parte de los que se rindieron también.

La prensa del mundo capitalista dosifica la información sobre la salvaje represión que sufre el pueblo iraní (horca a la protesta social) a manos de unos clérigos asesinos, pero no fanáticos porque son cínicos, debido a que Irán sigue bombeando petróleo para las “democracias de libre mercado”. Geopolítica lo llaman los canallas de opciones aparentemente enfrentadas, mientras siervos y tarados de ambos bandos los jalean y celebran sus monstruosidades.

Hay muchas cosas asquerosas en una guerra: la destrucción de los seres humanos, el odio antes durante y después, la propaganda de cada bando, la miseria moral que lo justifica todo y el modo con el que se intenta destruir al enemigo. El gobierno de Ucrania negando el derecho a existir del disidente. Rusia golpeando sobre la población civil ucraniana.De batallones nazis de cada lado hablamos otro día pero no con los hooligans idiotas o asalariados.

En el país del mundial de fútbol, Qatar, miles trabajadores extranjeros viven bajo un sistema de esclavitud. Sus contratadores se adueñan de sus pasaportes, impidiéndoles salir del país, sus salarios no son los previamente pactados, sus horas de trabajo tampoco, duermen  hacinados en cuchitriles infectos, muchos de ellos no han podido moverse del estadio de Jalifa que construyeron porque  sus empleadores no les han renovado el permiso de residencia. Los medios de comunicación españoles han contado bastante de eso. Pero a la borregada indecente y patriotera española se la suda. No soy nacionalista español ni indepe de ningún tipo. Los desprecio por igual. Pero las pasiones futboleras y los regüeldos de tribu reforzaron mi mentalidad  de apátrida internacionalista.

En España los fascistas de VOX acusan a una ministra de haber llegado a su cargo por la vía oral hacia su pareja. No siento ninguna simpatía hacia el partido de la ministra. Los considero juguetes del capital y su sistema de representación política. Pero los fascistas de VOX llevan tiempo dando razones para ser ilegalizados o, cuando menos, para inhabilitar a algunos de sus jabalíes parlamentarios. La progresía está siendo cómplice del fascismo al pretender obtener rédito de las salvajadas parlamentarias y mediáticas de esta gentuza. Desgraciadamente nadie ve lo evidente: la relación entre lo que ahora dicen y Auschwitz. El mundo real no es twitter. Hay que acabar con ellos por la legalidad o por la liquidación. Desprecio profundamente a quienes creen que en tiempos de locura se combate al fascismo con ironía o con tolerancia. Ellos combaten. Los antifascistas debemos hacerlo también.

Están echando de nuevo a la gente de sus casas, en realidad nunca pararon. Hasta los curas, perdón, frailes, amenazan con ello.

En su día critiqué aquella bazofia que vendía la PAH, y su líder Ada Colau, de la dación en pago: reconozco la superioridad del derecho empresarial de los bancos y me voy a la puta calle. Pero nunca negaré la combativa solidaridad de la PAH en intentar impedir los desahucios. Y ahora son necesarios de nuevo.

Instrumentos del capital como Antena 3 y La Sexta han jugado un papel, junto a la alarmista publicidad antialarmas, para asustar a propietarios de viviendas. A nadie que tuviera una sola residencia le gustaría que nadie se metiera en ella por sus cojones morenos per la inmensa mayoría de las ocupaciones se producen en viviendas de la SAREB (el llamado banco malo que se ocupó de viviendas no vendidas) y abandonadas.

Pero qué gran negocio para los vendedores de alarmas, alarmismo ideológico y para esa empresa de odio y quincalla llamada VOX y asociados. Esa gente sí que sabe vivir gracias a los gilipollas.

Decía Gardel que “al mundo le falta un tornillo”. Creo, más bien, que se ha vuelto a salir del eje en el que nunca estuvo bien engranado. La dominación de una clase sobre otra, la explotación y la sobreexplotación del capital sobre el mundo obrero, la necesidad de acumulación mundial del capital, sus crisis encadenadas, la alienación del ser humano, el agotamiento de la civilización y del planeta, producen monstruos. Las respuestas son siempre las mismas: el odio, la estupidez de la especie, la guerra .

El ser humano sólo puede salir de su eterna prehistoria alcanzando otra sociedad, a la que teme dar nombre porque una vez ese intento fracasó, olvidando que su propia historia ha sido desde cientos de miles de años una derrota permanente.

De él depende abrir un camino distinto o permanecer atrapado en la eterna noria del asno.