11 de noviembre de 2021

ME CAGO EN GRETA THUNBERG



Por Marat

Y si asomas, en fin, al estudio

de altos cristales

donde el cerebro de la empresa

dibuja los planes

de la ruta futura, y corre

recto el lápiz

y a derecho y a regla

los borra los árboles,

guiada verás de la pura ley

la mano del que sabe.”

(La cara del que sabe”. Letra de Agustín García Calvo. Música de Amancio Prada)

La niña de los cojones es odiosa. Algunos de los principales lobbies de la gran transformación del sistema productivo, energético y de la logística mundial que darán el gigantesco pelotazo económico mundial con la amenaza, real, del antropoceno que acabará en el gran desastre climático, han debido convencerla de que es algo así como Noé y su puta barcaza ante el diluvio universal.

No pongo en duda el riesgo de la desaparición de una inmensa proporción de la humanidad. Si no es porque soy padre y me gustaría tener nietos y porque tengo algún amigo más joven que yo, no consideraría una pérdida, en todo caso para la diversidad, el fin del género humano. Cada vez me importan más algunas personas concretas y nada el resto del mundo. Demasiado abstracto y desconocido. Y demasiado poco edificante como especie.

Lo que me revienta de la niñata sueca es que sea la adolescente progre y soberbia al servicio de los intereses más espurios del gran capital mundial y que la estupidez derivada de su cómoda posición de clase, y de la prepotente ignorancia propia de esa edad que cree saberlo todo, le impida ver las mentiras del relato que ha ido haciendo desde lo que definió como crisis climática, sin otros matices hacia su discurso, hasta la supuesta justicia climática de la que ahora habla, tramposo en el primer caso por lo que ocultaba y vacío de contenido en el segundo por el mismo motivo.

Más allá de las evidencias científicas, que sería insensato y criminal ignorar o negar, sobre los efectos devastadores del calentamiento global, se está imponiendo un pensamiento irracional, acrítico y cínico, consistente en buscar en los políticos a los responsables del desastre, en crear en el ciudadano medio un sentimiento de culpa por sus pautas de consumo y en obviar al sistema de producción capitalista como el auténtico culpable de la destrucción planetaria.

Y aquí se esconde una doble trampa.

Por un lado, al desplazar la responsabilidad de la lucha contra el cambio climático hacia políticos y ciudadanos se está dejando de lado el auténtico poder, el sistema capitalista.

Del mismo modo que la empresa no puede sobrevivir sin el beneficio, el capitalismo no puede hacerlo sin la acumulación. Destruir el planeta no es algo personal. Imaginar al capitalista como un judío ávido de dinero reflejado en el iris de sus ojos es algo tan absurdo y nazi como estúpido es ese cine norteamericano que no imagina la representación del terror sin casquería desatada y troceamientos de cuerpos. No goza el capitalista con la maldad, salvo en los casos de psicópatas clínicos. Es sólo parte de su naturaleza, necesita la depredación para crecer. Del mismo modo que requiere de la explotación del trabajador (retribuirle no por el valor de lo que produce sino por lo que necesita para su supervivencia. De otro modo no existiría el beneficio empresarial), precisa de la esquilmación de los recursos naturales, del agua de ríos y mares que ha contaminado y va privatizando crecientemente para el consumo humano, de la tierra que fue pasando de un bien que no era de nadie a una propiedad de terratenientes e inmobiliarias, del aire que ha envenenado con su sistema de producción industrial.

No existe dentro del sistema mundo capitalista un solo país cuyos sucesivos gobiernos no se sujeten a la lógica del beneficio capitalista. En unos casos porque esos gobiernos creen en el sistema económico que defienden. En otros porque están sujetos al poder real, el del capital, por mucho que sus programas políticos parezcan ser moderada o criticamentealternativos al mismo. Cuando habla la patronal, por encima de los cacareos mediáticos o tribunicios, la política obedece y ejecuta órdenes.

Por otro lado, cuando se imputa al ciudadano la obligación moral de luchar contra el cambio climático se están echando balones fuera de una realidad que le supera, por mucho que existan seres egoístas que son capaces de esparcir su basura sin sentimiento alguno de culpa.

A todo ser humano debiera incumbirle lo que afecte al resto de los que habitan cerca de él, más que nada por no acabar todos ciegos a base de darnos hostias. No hace falta siquiera la condescendencia, mucho menos la empatía.

Si nos ponemos a buscar cabrones seguro que el del campo de golf de un área geográfica seca, el usuario del todoterreno, el dueño de un avión particular contaminan más que usted que no tiene coche o que incluso lo tiene sin etiqueta medioambiental, más que usted que aún tiene una calefacción central de carbón, donde quiera que aún pueda tenerla.

Pero es usted tan imbécil para considerar que es su responsabilidad una causa tan importante cómo impedir el deterioro del planeta no voy a intentar convencerle de lo contrario. Considere que organizar patrullas para limpiar las cañadas, separar la basura en 7 bolsas o llevar las pilas hasta el próximo depósito desconocido en la ciudad le convierte en un ciudadano sosteniblemente ejemplar. Lo suyo es pedalear por la madre tierra.

No. Cambiar el mundo, demostrar que uno se niega a que la belleza del bosque desaparezca, pasar de hablar de la tontuna de la justicia climática a algo real, significa pelear por otra realidad distinta a la capitalista. Y hacerlo con todas las consecuencias.

El cambio de paradigma productivo, energético y de sistemas de transporte va a significar que los costes de esa transformación los va a pagar la clase trabajadora, a través de los recortes sociales en derechos conquistados, lo que no es nuevo, en gastos en reposiciones en energías del hogar y de los vehículos.

La desaparición del gas en los hogares significará la sustitución de cocinas, calderas, sistemas de calefacción. El cambio de compañías eléctricas conllevará el paso de los clásicos proveedores a las nuevas formas de acceso a la energía y sus nuevas instalaciones.

Ya nos han avisado en hechos y en palabras que la energía de los hogares será mucho más cara.

Decenas de miles, sólo en España, de trabajadores autónomos, piratas sumergidos que sobreviven a duras penas, están siendo ya expulsados de la posibilidad de acceder a cada vez más zonas de las ciudades. No hay diferencia en cómo tratan derecha e izquierda a esos desterradados del pan.

Cada vez que hablan los gobiernos de subvenciones para la transición energética mienten. Sólo en el caso de los vehículos, en el mejor de los casos pasar de un automóvil con carburantes derivados del petróleo, a pesar de los miles de euros que prometen como ayuda a la compra, el coste no es menor de 9.000 €. Pregúntense cuántos trabajadores autónomos y piratas que sobreviven a duras penas podrían pagar 9.000 €.

Hasta ahora estoy hablando sólo de efectos de la gran transformación productiva que se me ocurren. Estoy muy lejos de sospechar el efecto real que el cambio de sistema productivo, energético y de transporte va a significar sobre las clases trabajadoras en miles de cuestiones que se me escapan, que soy todavía incapaz de adivinar.

Cuando se inició la revuelta de los chalecos amarillos hubo un detonante que pasó desapercibido. Uno de los argumentos del gobierno Macron para subir el precio del gasoleo a sectores populares, trabajadores, agricultores, autónomos, era el carácter contaminante de esta energía.

Entonces me declaré absolutamente a favor de su protesta. Sabía que el descontento arrancaba de ahí pero que iba mucho más lejos y tenía razones mucho más profundas.

Hubo quienes criticaron mi postura porque en el movimiento de los chalecos amarillos había fascistas del grupo de Marinne Le Pen. Era casi el primer partido de Francia ¿Esperaban ustedes que no hubiera fascistas dentro del movimiento? ¿O existían causas y razones del propio movimiento que justificaban su protesta? Creo que había razones para apoyar esa protesta. Así lo entendieron desde grupos maoistas hasta la propia CGT, que creo que es de confianza para cualquier sujeto decente.

Habrá muchos más chalecos amarillos. Sospecho que se harán fascistas. No por su deseo de serlo sino por una izquierda que, cuando gobierna, habla de cualquier cosa menos de las necesidades inmediatas de una clase trabajadora que se ahoga dentro de su propia miseria y de sectores autónomos que nunca alcanzaron la categoría de clases medias pero que se entregarán la fascismo por culpa de unas izquierdas dedicadas a la poesía y a unas libertades personales que no han hecho compatibleds con la idea de clase cuando podían serlo.

La pretendida injusticia climática no es una cuestión de la diferencia Norte-Sur o centro-periferia. Es una cuestión de clase porque rs la clase trabajadora la que va a ser arruinada con la gran transformación y rejuvenecimiento del sistema capitalista.

El mundo posible se llama comunismo pero a ustedes los progres les avergüenza, mientras a los fascistas la idea comunista les sirve como insulto incluso para definir a cualquier persona mínimamente honesta.

Por cierto, y hablando de lo que debiera haber hablado, no he tocado la cuestión de cómo va a afectar a la clase trabajadora la lucha contra el cambio climático en plan progre y liberal dentro de las empresas. Os vais a cagar, trabajadores que todo os lo coméis. Pero es la mierda que os habéis ganado a pulso. A disfrutarla.

21 de agosto de 2021

IMBÉCILES AFGANÍSTOLOGOS

Por Marat

Si algo sobra en medio de la marcha triunfal de la locura asesina talibán es la estupidez de los “expertos” de urgencia en diarios, televisiones, radios y el lugar natural de los cuñados todólogos, twitter.

Que si Biden ha dejado tiradas a las mujeres afganas, cuando ha reconocido que a su país solo le interesaba que la cosa no se saliera de madre y no hacer una democracia, como si fuera posible por decreto del invasor, que si ahora la UE está ante la encrucijada de demostrar que le interesan los derechos humanos o entenderse con la bestia parda del islamismo. Otro día, cuando las ranas críen pelo, hablamos de su versión moderada. Igual es que no se han enterado de que aún andan los hijos de Alá en el medievo. Ah, que si Averroes, que si la escuela de traductores de Toledo, que el diálogo de civilizaciones del perjudicado Zapatero pero todo eso me recuerda a algunos poetas occidentales que viajaron a oriente en busca de niños chaperos pobres. Vale, sigan un sector de los progres diciendo que no se debe imponer una visión unilateral de la civilización desde occidente al resto del mundo, sigan aceptando algunas feministas el pañuelo como señal de sumisión, que igual es de libertad frente a la idea de sexualización de la mujer, como dicen algunas feministas orientales, y compran algunas de aquí.

Más allá de que el invasor se equivocase en su misión civilizatoria, a sangre, fuego y coimas de corrupción comprada a precio barato desde el Presidente del país, hasta los colaboradores con la invasión, pasando por los sinvergüenzas de los dirigentes mundiales de las grandes ONGs, lo que sucede en ese conglomerado que no es siquiera un país sino un sindiós de tribus a las que le quedan muchos siglos para civilizarse, mucho más allá de que hubiese corrupción tanto desde el Estado afgano como desde sus supuestos benefactores, lo cierto es que Afganistán es uno de los mayores estercoleros de la indecencia humana respecto a la que el resto del mundo hubiera debido tirar de la cadena desde hace siglos sino es porque las potencias occidentales estaban tan podridas como la sociedad afgana desde entonces en la búsqueda los primeros del gran negocio del opio y la mierda con la que se colocan los yonkis occidentales.

¿A quien leches le interesa la situación de la mujer afgana, cuando en España, salvo a las víctimas, no le interesa a nadie más que para hacer rédito político? ¿De verdad son ustedes tan gilipollas como para pensar que el mundo capitalista occidental se iba a preocupar demasiado por cuántas mujeres iban a asesinar esos hijos de puta del talibán, que ya están matando de nuevo a las heroínas que les están haciendo frente?

Lo que pasa en ese agujero infecto llamado Afganistán es que, además de ser unos salvajes criadores de cabras y opio, sí de la amapola con la que se coloca la basura blanca occidental a través de la aguja por la que pasa el caballo, son un pueblo dirigido por señores de guerra mafiosos organizados por una omertá llamada la Loya Jirga, que unas veces se hacen la guerra, otras pactan cómo se la hacen y la mayor parte del tiempo se lo pasan en repartirse el botín del negocio, el opio.

Franceses, británicos, portugueses y otras casas de putas del capitalismo desarrollado vienen metiéndose en dos guerras del opio desde hace siglos y es que la líndisima amapola ha dado para varios subproductos, empezando por la morfina de los yonkis heridos de la I G.M. y pasando por los enfermos de la heroína, eso sin contar toda la mierda con la que la farmacopea mundial está enfermando a sus sociedades.

Sin el opio, primer medio de aprovisionamiento económico de los talibán, no son talibanes, el plural es talibán, señores analfabetos del perrodismo, ni Afganistán existiría como elemento que nuclea un país inexistente, ni los talibán hubieran tenido un armamento tan sofisticado que les hubiera permitido ganar dos veces ese simulacro de guerra pactada entre los jefes tribales de la Loya Jirga.

No es posible el tráfico de centenares de miles de millones de dólares derivados del opio sin que en ese negociete intervenga la banca mundial, en un momento de dificultades de acumulación capitalista mundial ¿Que hay lucha mundial de los Estados contra el blanqueo de capitales, la droga, el armamento y la madre que lo parió? Es usted tonto u oposita para el cargo. Lo de que haya que pasar por banco cualquier transacción superior a 1.000 € eso es para comemierdas como usted y yo. El capitalismo mundial necesita un excedente de crecimiento y ese no viene siempre por la producción ni pasa por ventanilla, ni siquiera por un director de sucursal.

El viejo chocho Biden, referente hasta la semana pasada de un Errejón mudo ahora, del progresismo mundial, lo mismo que de un Sánchez que ha actuado bien en relación con los refugiados afganos pagados por los invasores pero no ha dicho esta boca es mía durante días, ha dicho que no fueron a Afganistán a hacer democracia sino a combatir al enemigo. Ahora las potencias de la UE dan la cara por él y dicen que hay que reconocer el poder de los monstruos. Vale.

Los soviéticos se equivocaron, como lo hizo Gengis Kan. Invadieron Afganistán en previsión de lo que se les venía encima antes de la descomposición, que ya preveían, de la URSS, con sus futuras repúblicas islámicas. Crearon un gobierno moderno, progresista en ideas y el más avanzado para la mujer afgana pero olvidaron que la modernidad no se sostiene sobre los tanques del invasor y que intentaban un cambio forzado de mentalidad en un país de podrido de ignorancia deseada y voluntaria. Los americanos abrieron con su apoyo antisoviético a la reacción de los cabreros y cultivadores de droga lo que luego habría de venir.

Luego los tanquistas soviéticos regresan a su país colocados de droga y derrota y unos años después, Mohammad Najibulá, el último presidente progresivo del país sería castrado y asesinado a tiros por una chusma indecente de asesinos ignorantes.

La inmundiciá infrahumana talibán se alimenta del peor Mahoma, se alimenta del odio, como el cristianismo más indecente se ha alimentado del Antiguo Testamento, razón por la que a los de la Torá les sobró un sacerdote llamado Jesús, que hablaba del amor, de su predilección por las putas, los pobres y los lisiados. El cristianismo de hoy aún está entré el Jesús del amor y el Jahvé sádico.

Las élites burguesas de un Afganistán no estructurado en clases sino en tribus hubieran podido ser la esperanza para ese espejismo de país pero su peso siempre fue ínfimo en relación a la población y a su influencia social real, a la vez que estaban contaminadas del peor pecado contra la puta sharia de la peor porquería musulmana, el occidentalismo de la amenaza opresora. Tanto a la mafia medieval como al pueblo esa culpa era muy conveniente para cerrar fronteras al pensamiento.

Cualquier religión es un despojo que se alimenta del miedo y las miserias del ser humano pero algunas, como el fundamentalismo religioso, son solo la expresión del odio, la mafia de la acumulación de dinero y poder, el machismo más salvaje y la fundamentación de la ignorancia más estúpida.

Ni un cruzado más a oriente pero sí a combatir en nuestros países al fascismo, sean predicadores musulmanes o integristas cristianos

Y, sí, en eso estoy con Macron, sin darle carta blanca en absoluto para que cualquier árabe o musulmán moderado sufra en sus derechos humanos y ciudadanos, algo muy distinto a lo que pretende la gentuza criminal de VOX, que es que cualquier víctima árabe o musulmán del yihadismo más asesino no reciba nuestro apoyo, acogida e integración.

16 de junio de 2021

LA IZQUIERDA Y EL MODO EN QUE SE REBAJA SEGÚN LE APRIETAN

Por Marat

Pedro Castillo, vencedor de las elecciones peruanas, ha declarado, por enésima vez, en esta ocasión tras su triunfo en las elecciones persidenciales, que no es bolivariano, afortunadamente, y que no es comunista, para desgracia de las clases subalternas de su país, el campesinado pobre y la clase trabajadora e una sociedad del siglo XXI, las cuáles viven como si estuvieran en las peores circunstancias del siglo XIX.

No creo que Pedro Castillo sea comunista. Tal y como lo veo es otro caudillo populista más con tintes izquieristas. Lo que está instaurado en las raíces de Latinoamérica, lo que ese magma chapapótico llamado pueblo idolatra es el caudillo, el cacique, el procer, pasando por un disimulo de democracia, un peronismo al servicio de todo forma de falsa revolución para todo el continente al sur de EEUU.

Pero si te ves necesitado de justificar que no eres el peor enemigo del capital antes de ser nombrado Presidente es seguro que harás tragar a las clases a las que dices representar mierda a toneladas. Ya vienes de rebaja antes de iniciar la batalla.

Pero la peor de las oligarquías, la más indecente, la más asesina, la más corrupta, la de los golpes de Estado amenaza el triunfo electoral de Pedro Castillo. En esta hora decisiva toca estar al lado de las clases subalternas peruanas que lo han elegido y exigir su nombramiento como Presidente. Los hechos le pondrán, para desgracia de los desarrapados, en su lugar. Seguro que es mejor que el que han ocupado todos los que le precedieron, Alan García, Fujimori, sus asesinatos y su corrupción, Alejandro Toledo, Alejandro Toledo o Martín Vizcarra. Pero no dejará de ser una decepción más para la realidad cotidiana de las clases subalternas peruanas.

Fidel Castro dijo tras el triunfo de la revolución del Gramma algo así como "El pueblo de Cuba sabe que el gobierno revolucionario no es comunista". La experiencia demostró que su revolución fue mucho más antinacionalista que comunista – antiimperialismo lo llaman los que nunca entendieron nada de marxismo- Si las referencias eran Martí y Guevara estaba claro que el socialismo cubano sería más hacia afuera que hacia adentro.Y que el socialismo solo era una proclama pero no un hecho.

El cielo no se toma por consenso sino por asalto dijo Pablo Iglesias, más o menos cuando estaba calculando que tenía serias posibilidades de integrarse en el gobierno del PSOE. Bueno, lo hemos visto después. El trágala ha sido obsceno. Tampoco merecen la pena ni el ni Podemos como para explayarse. Sus resultados electorales muestran la disconformidad de la izquierda, la clase media burguesa que ve que su proyecto de salvación, frente a la desaparición a la que la condena el proceso de transformación capitalista actual, fracasa con Podemos. Por eso ya están las ratas empezando a saltar al barco pijoprogre de Errejón. Y por el mismo motivo aparecen las ideas transversales entre las chicas de Podemos y las de Más Madrid. El feminismo hace tiempo que devino mafia para ocupar sillones.

Cualquiera que hoy sea de izquierdas no deja de ser un mierda que necesita justificarse, pedir perdón por el estalinismo o demostrar que entre las mil cien identidades que defiende y lo antiguo de luchar por la clase trabajadora frente a su modelo de darnos un mundo verde sostenible es absolutamente consustancial con que el nuevo proyecto green del capitalismo lo pague la clase trabajadora.

Lo que hay es un proceso de descomposición de la izquierda, ante lo que no existe respuesta diferente como la comunista porque se ha roto y se ha entregado a una dinámica de negación de su propia identidad, consistente en mil identidades alternativas y en la aceptación de su papel de juguete electoral.

Solo queda un proceso lento de reconstrucción de la idea transformadora, basada en una vuelta a Marx, a la realidad del mundo del trabajo, de la explotación y la sobreexplotación, de la revuelta frente a la pérdida de conquistas sociales (trabajo seguro, pensiones, coberturas de desempleo, protección frente a los desahucios,.)…

Creo que la clase ya no puede esperar nada de los vanguardistas ni de los que están imbuídos de la idea de revolución. Si ésta va a darse debe nacer del interior de la propia clase trabajadora, de su toma de conciencia, de su solidaridad, de la percepción de que si no nos defendemos estamos perdidos.

Es a partir de toda una dinámica solidaria y comunitarista de donde pueden empezar a formarse nuevas ideas de reorganización desde la clase con el objetivo de levantar un proyecto que deje de hablar de anticapitalismo y empiece a hablar de socialismo y comunismo.


Para todo lo demás, pueden elegir ustedes opciones que parecen defender el socialismo pero son nazis que desfilan de negro el día de la república, defienden la idea de España, Franco también, y que tienen de ideólogo a un fascista que dice que es comunista pero que tiene por modelo de país a Isabel y Fernando y que considera que Franco era un socialista de derechas.

Dice el nazi de Santiago Arsmesilla que Pablo Iglesias se ha comportado en el asunto de las residencias durante la pandemia como un  criminal. Imagino que la responsabilidad autonómica absoluta de Isabel Díaz Ayuso se la habrá puesto a este nazi durante el período de muertes de ancianos muy dura

12 de mayo de 2021

SOBRE EL PRETENDIDO ANTAGONISMO ENTRE SOCIALISMO/COMUNISMO Y “LIBERTAD”

Por Marat

El socialismo no es lo que hacen los partidos socialistas cuando gobiernan, del mismo modo en que tampoco lo son algunos autodenominados comunistas, o acusados de tal, cuando lo hacen en coaliciones con los autoproclamados socialistas.

Hace pocos meses, ABC, panfleto válido solo para envolver colillas que arrojar a la basura, acusaba a Largo Caballero de comunista. Que el PCE de la guerra civil española le agasajase como el Lenin español solo significó que este partido aupó oportunistamente a quien fue miembro del Consejo de Estado de la dictadura de Primo de Rivera a una categoría que le quedaba demasiado grande

Tanto a Chávez como a Maduro se les ha acusado en repetidas ocasiones de lo mismo, cuando su régimen no se ha apartado del más puro bonapartismo, de matices caudillistas, propio del populismo peronista. Si ustedes quieren saber de verdad lo que el populismo de matriz peronista, que es lo que se encierra dentro de los movimientos latinoamericanos que se han revindicado como del Socialismo del Siglo XXI, decenios después de desaparecido el general argentino, pregúntense por qué hay quienes han hecho lecturas de un peronismo tanto de derechas como de izquierdas y por qué desde esa ideología de corpus tan extraño se reivindican tanto nociones como pueblo y nación y se apelan tan poco a conceptos ligados a la idea de clases sociales y luchas de clases. Dar brochazos gordos de pretendida emancipación de los oprimidos y subalternos a lo que es una ideología profundamente reaccionaria y populista no la convierte en revolucionaria. Pretender hacer pasar las recetas de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe por marxismo es tan coherente como decir que el identitarismo posmoderno tiene algo que ver con el comunismo. Pura bazofia que la alt-right, o derecha alternativa, fascismo sin correaje, para entendernos, ha explotado en su propio beneficio. Ello a pesar de que el gran capital no tenga inconveniente alguno a situar a mujeres en los consejos de administración, en hacer del ecologismo, y la transición hacia la descarbonización, un gran negocio o a promocionar el veganismo en sus medios de comunicación porque abren la puerta a nuevos nichos de mercado. Ellos sí que saben. Saben qué cuestiones no son otra cosa que oportunidades para seguir remozando al capitalismo y que tire para delante unos decenios más, con sus lacras de sobreexplotación laboral, pobreza, muertes y crecientes desigualdad social, vigilancia policial y recortes de libertades, ese término al que tanto se apela desde los defensores de la división de la sociedad en clases sociales. Afirmar que, como te sientes de un sexo diferente a aquél con el que has nacido, eres del que proclamas puede ser una parte de la libertad de cada persona – no entro al debate- pero no quiebra ni las relaciones entre las clases sociales, ni la idea de propiedad de las empresas, ni niega la explotación y la sobreexplotación laborales. Y es ahí, y no en otro lugar dónde se encuentra la negación del orden social y económico del capital y de los sistemas político e ideológico que lo sustentan.

A lo largo de la historia personajes que mantenían un discurso aparentemente radical, aunque bajo una práctica política muy distinta, han sido acusados de ser socialistas o comunistas.

Autodefinirse, o ser calificado por otros, como socialista o comunista no es sinónimo de socialismo o comunismo.

El socialismo y el comunismo son dos estructuras sociales y económicas que, hasta hoy, no se han dado en ningún país. Alguien debiera explicar a quien cuestione estas dos concepciones de sociedad que lo mismo cabría decir de un capitalismo que nada ha tenido que ver con la teoría liberal en la que se asienta, ya que su fundamento, meramente ideológico, no científico, el de la libre competencia ha demostrado ser una falacia cuando los monopolios, la concentración del capital y las grandes empresas acaban con la posibilidad de libre concurrencia del mercado. Y, sin embargo, hemos de soportar cada minuto las impertinencias liberales sobre la libre empresa. 

A una sociedad socialista no la define el porcentaje de control estatal de la economía sino que las empresas pertenezcan a los trabajadores, y ellos decidan sobre el trabajo, la socialización, que no estatización y e incluso sobre lo que es necesario y útil producir. Del mismo modo, el comunismo es una sociedad que ha superado la existencia del Estado porque ya no hay lucha de clases al desaparecer éstas y, en consecuencia, la existencia de un aparato estatal que representa los intereses de una clase concreta, la dominante. Son aspiraciones que en momentos históricos concretos han sido objetivos de gran parte de la humanidad y que poseen características propias que las definen

El socialismo es una etapa de la humanidad en la que se agudizan las luchas de clases pero en ellas es la clase trabajadora la que predomina en la dirección de los objetivos de la economía, de las relaciones que los seres humanos establecen en el trabajo, tomadas éstas como solidaridades en las que cada uno da lo que su capacidad le permite y recibe según sus necesidades.

El comunismo es una etapa en la que la política, entendida como objetivos espurios de los contendientes en una sociedad divida en clases, es superada por el modo en el que los seres humanos logran superar su estado de necesidad material para elevarse a la condición personas que puedan desarrollar todo su potencial y crecer colectivamente más allá del trabajo. Una sociedad en la que los seres humanos estén sujetos a la absoluta dependencia de unas necesidades, que solo una parte de ellos puede satisfacer, no es una sociedad libre.

¿Qué tiene que ver el socialismo, como objetivo por el que luchar, con la libertad? Algunas cosas importantes.

El objetivo del socialismo pretende la protección del ser humano, basándose en el principio de que somos desiguales de partida. Exige que cada uno dé según su trabajo y reciba según su capacidad.

El socialismo como principio de sociedad no niega que somos diferentes, que todos no hemos partido de los mismos niveles educativos y culturales, ni de las mismas clases sociales. Venimos del capitalismo pero cada uno debe de dar al colectivo el trabajo, la inteligencia, la voluntad y ha de recibir según el trabajo que realiza. No pueden ser remunerados del mismo modo la médico o el enfermero que el trabajador de una fábrica de muebles o el transportista de mercancías peligrosas. Hay que valorar cada aportación a lo social en la medida de lo que da y hay que considerar cuánto aporta a la sociedad.

La diferencia frente a una sociedad dividida entre propietarios de las empresas y trabajadores que aportan su trabajo de modo común y solidario es que no se parte de que todos seamos iguales, como si la formación o las capacidades no existiesen, sino en que se contribuye a un fondo común.

En una sociedad socialista todavía encontraríamos rasgos de la capitalista, en cuanto a clases sociales de origen pero el socialismo, que es la cooperación entre los desiguales, ya no partiría de la propiedad de la empresa sino de las diferencias heredadas. Algo significativamente distinto cuando el poder económico ya no es clave porque éste se encuentra en manos de la clase trabajadora. En tiempos a eso lo llamábamos dictadura del proletariado. Ahora parece que a quienes se reclaman de la izquierda radical les avergüenza el concepto por lo de dictadura. Hay quienes se sienten tan tentados de pedir perdón que lo harían hasta por el mero hecho de existir.

Nunca he creído que la dictadura del proletariado pudiera ser la dictadura del Partido, entre otras cosas porque cuando solo hay una voz todas las demás deben enmudecer o cantar la misma letra de la canción; entre otras cosas porque, siguiendo la lógica de la representación concentrada al máximo, uno puede acabar siendo acusado de disidente hasta de aquello en lo que cree firmemente.

Pero sí creo que el socialismo debe sustentarse en en una dictadura de la clase trabajadora, a través de una legislación, una capacidad representar a la mayoría social de acuerdo a su peso y contribución en/a la sociedad, de unas instituciones, de un poder del Estado, de una cultura social que establezca nuevos consensos colectivos hacia la igualdad y la solidaridad, del mismo modo en que el capitalismo, y todas sus variantes ideológicas, desde las más reaccionarias hasta las más progresistas, lo han hecho.

Precisamente por su condición cooperativa, el socialismo estaría marcado por la presión de origen de proteger cuestiones básicas que afectan al ser humano como tal: la protección al nacer, asegurar la vida del recién nacido, la educación, la sanidad, independientemente del coste de la salud de cada persona, la protección laboral y la de la pérdida del puesto de trabajo, siempre bajo la obligación de trabajar como aporte a la sociedad, el resguardo de la vejez, en todo lo que le acontezca.

Parece que un día les contaron a algunos que el capitalismo ofrecía escudos vitales parecidos. Eso duró algo así como un suspiro, entre 1945 y 1973. Desde entonces parece que se fue jodiendo esa fantasía capitalista.

El caso es que como el recorte del salchichón va por rodajas, cada vez menos finas, no nos enteramos mucho de cómo va esto de la evolución del capitalismo. Pero algunos lo vamos notando.

Yo me pregunto cómo se garantiza la libertad de las personas.

¿Será libertad carecer de empleo y de futuro y tener que recurrir a la caridad pública o privada para comer?

¿Será libertad ser desahuciado de la vivienda porque no se puede pagar la hipoteca o el alquiler? Los desahucios, por mucho que cacaree el gobierno progre sobre sus moratorias, siguen produciéndose también en una situación tan terrible como el de las consecuencias económicas de la pandemia sobre la clase trabajadora.

¿Será libertad que seas tan desgraciado que Deliveroo, Uber Eats, Glovo y toda esa criminalidad capitalista te obliguen a reivindicar que quieres ser autónomo, cuando no puedes pagarte el ser autónomo, frente a un intento de legislar la existencia de una relación laboral real?

¿Será libertad que miles de ancianos hayan muerto en las residencias porque comunidades autónomas como la de Madrid estimaron que sus vidas valían menos que las personas de edades inferiores y que ese pensamiento gerontofóbico, extraño cuando todos aspiramos a vivir hasta esas edades, provenga de los períodos en los que los recortes en la sanidad pública española dejaron ésta en mínimos

¿Será libertad que los derechos al amor y a la paternidad/maternidad hayan sido clausurados por salarios de miseria, con empleos basura e hipotecas y alquileres con precios absolutamente criminales? Es libertad de mercado, no del derecho a una vida decente.

¿Será libertad que miles de jóvenes, y no tan jóvenes, se hayan conjurado en una orgía de negación de la pandemia y alcohol para decir que el Madrid de Ayuso era libre? ¿Será libertad el derecho al yo por encima del nosotros?

¿Será libertad que quienes usamos el coche para trabajar nos veamos ante la eventualidad de pagar por usar carreteras que son la única alternativa para ir a nuestros trabajos y que ya pagamos en su día con nuestros impuestos? ¿Será libertad que el gobierno progresista de PSOE- Unidas Podemos piense en esta posibilidad para lograr liquidez para el Estado, tirando de una idea que se le ocurrió al gobierno del PP en 2012? ¿Será libertad que la izquierda se parezca tanto a la derecha cuando busca dinero público?

¿Será libertad que nunca nos haya salido tan cara la electricidad en nuestras casas o la gasolina para ir a nuestros trabajos?

¿Será libertad la ausencia de futuro de los chavales de lugares como Usera, Vallecas, Villaverde, en Madrid, o de barios como el Polígono Sur, los Pajaritos y Amate en Sevilla, por citar solo algunos ejemplos?

¿Será libertad que la diferencia entre la esperanza de vida de los barrios más ricos y los más pobres pueda llegar hasta los 7 años?

¿Será libertad que todas las horas no pagadas a las que nos obligan los capitalistas sean consideradas como la única opción para que la empresa que nos sobreexplota sobreviva? Lo de explicar que toda relación laboral asalariada es explotación es inútil. Nadie está dispuesto a aceptar que su salario es inferior al valor que genera su trabajo porque eso le pondría en el brete de tener que explicar porqué el capitalismo le parece tolerable.

Del comunismo nada más que añadir a lo ya mencionado. Si Marx escribió muy poco sobre cómo sería esta etapa, no me veo yo en condiciones de aportar más que él. El ser humano transita por la historia construyendo su futuro a base de errores y aciertos.

5 de mayo de 2021

EL PORQUÉ DEL HOSTIÓN DE LA IZQUIERDA EN LAS AUTONÓMICAS DE MADRID

Por Marat

Por adelantado pido disculpas por la extensión del texto que los más piadosos o interesados con/en él podrán soportar pero difícilmente el resto.

Voy a empezar, como el pelar las capas de la cebolla, de afuera adentro.

1.-FACTORES TÁCTICOS Y ESTRATÉGICOS DE LA CAMPAÑA

Al mercenario spin doctor Iván Redondo - que primero fue asesor asesor de campaña del racista y xenófobo dirigente del PP, Xavier García Albiol a las elecciones de Badalona, tras las que logró la alcaldía, que entre 2012 y 2015 ejerció de director del Gabinete de la Presidencia de la Junta de Extrema, asesorando a José Antonio Monago y que en Euskadi asesoró a Antonio Basagoiti, dirigente del PP- le ha roto el brazo el consejero aúlico Miguel Ángel Rodríguez (MAR), el dipsómano que probablemente asesoró, como hizo en los viejos tiempos, a su amigo, el saco de resentimiento del expresidente Aznar, cuando éste dijo aquello de y quien te ha dicho que conduzcas por mí, en respuesta a la campaña de la DGT No podemos conducir por ti, en la que se señalaba el riesgo de conducir con dosis de alcohol al volante, el mismo MAR que acusó de nazi, razón por la que fue condenado, al difunto doctor Montes, por sus sedaciones paliativas contra el dolor de los enfermos terminales.

No dejo de preguntarme por qué un político inteligente como Pedro Sánchez nombró a Iván Redondo jefe del Gabinete de la Presidencia de su Gobierno, el mismo cargo que recibió de manos de José Antonio Monago, del PP, cuando éste ostentó el cargo de Presidente de la Junta de Extremadura.

La respuesta me parece evidente: Sánchez es un político sin escrúpulos, aventurero y ambicioso. Personalmente considero a este tipo de líderes muy necesarios en tiempos convulsos. Cuando todo es caos y la ira domina a los seres humanos, lo peor que nos podemos encontrar es al político bienintencionado que no quiere pisar callos y que pretende ser la reina de la belleza moral frente a una realidad que necesita giros, aunque estos sean más estéticos que reales. Joden todo a su alrededor precisamente por su incompetencia, ejemplo evidente Gabilondo, que ni tiene categoría de político, aunque haya hecho el papelón más patético, solo superado por el candidato de Ciudadanos, ni ha salido de su debate con Anxágoras de Clazémonas, mientras los problemas se acumulaban a su alrededor durante estos los dos años en los que ha estado cobrando por representar a sus votantes.

Pero, a pesar de todo, no dejo de sospechar que tanto el fuego amigo (Redondo) como el enemigo (MAR) parecían alineados en sus objetivos, sobre todo si se ha tenledirigido a un pusilánime como Gabilondo desde Moncloa, ni siquiera Ferraz, sin atender a las percepciones de la realidad más cercanas a Madrid de la FSM.

Hay dos lemas de campaña que me interesan especialmente para explicar la derrota de la izquierda desde sí misma, sin recurrir a la inteligencia de la derecha extrema de Ayuso:

a) Que hable la mayoría. Lema de Unidas Podemos. Apelar a la mayoría, al cuando votamos ganamos significa desde la izquierda vincular la realidad de clase a la representación política de quienes se suponen que representan a la clase trabajadora y los sectores populares. Para ser politólogo Pablo Iglesias y, según dicen, de formación marxista, ignora lo principal: la diferencia entre clase en sí y clase para sí y, lo principal, que la clase puede llegar a identificarse, no necesaria ni miméticamente, con quienes viven su realidad.

Y aún así ello no lo explicaría todo. La mayoría (clase trabajadora y sectores populares) ha hablado desde parámetros en los que el vínculo ya roto izquierda/clase- no existe porque vivimos en un contexto en el que la izquierda gestiona lo que le permite el capital y la clase se ha sentido engañada, en la gestión de la pandemia, en las ayudas sociales, en el papel de Unidas Podemos en el gobierno, principalmente.

Y la mayoría habló pero no se sintió representada por Podemos.

b) Hazlo por Madrid. Lema del PSOE. Aquí uno se pregunta si el creativo de la campaña es el mismo que hizo el de Ciudadanos, Madrileños por Edmundo, alguien directamente imbécil o se lo han encargado a Iván Redondo en plan sabotaje descarado.

¿En serio, hazlo por Madrid? ¿Justamente por el concepto del que se había apropiado Ayuso durante el largo año de la pandemia? ¿Qué había de las ya más que envejecidas consignas del gobierno de no dejar a nadie atrás y de ligar su campaña a esta idea fuerza?

Quizá estemos ante la evidencia de un PSOE- Gobierno que, tras un año de demostrar iniciativa, inteligencia y capacidad de vender la moto a una clase trabajadora que no había de pedirle demasiadas explicaciones a las políticas sociales de futuro, está perdiendo toda su irradiación.

El tercer lema, el de Más Madrid, por lo que de verdad importa es realmente bueno. Sitúa a la campaña y los consumidores de los supermercados electorales ante la realidad social y económica. En el contexto de la realidad de la pandemia y de sus consecuencias alude a cuestiones como la defensa de la sanidad pública y del trabajo y su protección.

De un modo extenso, también puede ampliarse a la idea de la defensa de la educación pública y de las pensiones.

Por cierto, Más Madrid va a convertirse en Más País de modo potente. Ya está en marcha ese proceso. Veremos cómo en los medios progres y en los no tan progres se producirá el efecto Podemos, ahora con ellos. Venderán con Más País el mismo bulo que presentaron hace años con Posemos. De nuevo el PSOE necesita dónde guardar los votos y ustedes los votantes son sus cómplices.

Pero, salvando los slogans, hay que referirse a algo que va más allá de las tácticas y de las estrategias de campaña.

Electoralmente el PSOE ha perdido un tercio de los parlamentarios que tenía en la anterior asamblea de Madrid.

Ninguna de las opciones electorales de la izquierda ha recogido suficientemente el voto perdido del PSOE. Más Madrid ha sumado algún diputado más, como Podemos. La realidad es que el PP está más cerca del PSOE y la base sociológica de la izquierda de la derecha de lo que podrían asumir. Ustedes con sus mentiras y con las preguntas que necesitan.

Esto no se ha debido solo a un candidato torpe y de derechas (desaparecido durante dos años, hipermoderado en sus escasas propuestas en este tiempo).

Tiene que ver con la incapacidad del PSOE y de Unidas Podemos de comprender la psicología humana, la sensación de cansancio de más de un año de pandemia, la frustración social que esto crea, la rabia social que genera, la forma en la que la derecha ha sabido usar unos huecos que no utilizó la izquierda, de dar vida a la existencia durante este periodo, las contradicciones en la información sobre la epidemia, que se han percibido y muy bien manipulado como mentiras, el miedo a una pobreza que Ayuso ha conjurado como libertad, de comercio, de convertir la angustia en desahogo, de levantar el yo por encima del nosotros y de vender que la economía se mueve con esta lideresa. Ya veremos cómo se queda otro porcentaje más de trabajadores legales, ilegales y pensionistas fuera. Pero eso es algo de lo que no nos vamos a acordar dentro de unas semanas, ¿verdad?

2.-FACTORES REALES, ¿POR QUÉ SE NOTA QUE LA IZQUIERDA SOLO VENDE BARATIJAS?

Empecemos por no caer en la trampa de hablar de las izquierdas. Todas, en conjunto, son lo mismo: una cosa blandengue que no sirve ni como matización del neoliberalismo (de capitalismo no hablamos porque tampoco es cosa de asustar a la base electoral a la que atienden, las mal llamadas clases medias, que naufragan sin perder la esperanza de volver a los años dorados del Estado del Bienestar) ni como discurso de ruptura política y de apelación a un antifascismo que se olvida de que éste crece cuando la clase trabajadora y los sectores populares, también los sectores tradicionales de las llamadas clases medias, sobre todo las formadas por pequeño comercio en general, tabernarios (Ayuso dixit), charcuteros y miniindustrias se empobrecen. Casi nadie ha explicado a estos últimos que no importa quien gobierne para que sus profesiones y clase vayan desapareciendo sino que su paulatina y acelerada mortandad tiene que ver con la concentración del capital, desde las grandes superficies hasta las plataformas de servicios de todo tipo (autónomos de servicios al hogar, grandes empresas de pseudotaxis, cadenas de restauración,…)

Los grandes cambios sociales que está experimentando el mundo aún los sigue y los seguirá haciendo por mucho tiempo el gran capital, desde la transformación del mundo del trabajo y la empresa, hasta las formas en las que se organiza y recibe la comunicación, incluyendo el modo en el que la información es casi ya solo opinión, pasando por el diseño del futuro y las esperanzas/ terrores de la humanidad.

Exceptuando las dos Guerras Mundiales, cuyo efecto en la falsa memoria colectiva, que más allá de unos pocos años no ha existido más de que de modo inducido, y la injustamente llamada gripe española, desde hace siglos los seres humanos a nivel mundial no habían conocido pánico y consecuencias semejantes como las de la pandemia de la COVID19, que en lo social, incluso más que en lo económico, se verá en toda su dimensión en los próximos años.

Cualquier gobierno nacional que se enfrentase a tal desastre sería incapaz de salir victorioso del mismo. Lo estamos viendo. Unos y otros a nivel mundial irán cayendo como fichas de dominó puestas en fila, salvándose solo los más autoritarios o los menos afectados por tal crisis.

El capitalismo ha sido incapaz de actuar con rapidez y eficacia a la provisión de recursos sanitarios desde mascarillas hasta respiradores, pasando por disponibilidad de otros equipos sanitarios, UCIs y hospitales suficientes a los momentos más virulentos de la pandemia, sin hablar de su incapacidad de producir en el momento presente la cantidad de vacunas necesarias a nivel mundial sin necesidad de jugar con esa misma capacidad de producción para incrementar sus beneficios, especulando con las creadas, pero sale indemne porque los responsables ante la opinión pública, previamente publicada, de la gestión de desastre eran los gobiernos centrales y rara vez otras instancias inferiores de los aparatos de los Estados. Aquí y en cualquier otro lugar del mundo.

La ausencia de experiencias previas que sirviesen como modelos fiables y permanentes en un marco de evolución epidemiológica cambiante ha mermado de forma drástica la credibilidad de los gobiernos.

La pandemia ha tenido una consecuencia económica, que nace del estado previo de los efectos de los recortes sociales y de los servicios a nivel mundial y de la imposibilidad desde la aceptación de la izquierda, toda ella en su conjunto, de su marco de acción dentro del sistema capitalista (lo que le han dicho que puede hacer y no hacer, que acepta más allá de sus discursos para sus menguantes e incondicionales fans).

La realidad es que no había dinero público para afrontar las necesidades más urgentes del conjunto de las clases subalternas golpeadas por esta renacida, y diferente, crisis del capitalismo porque no era posible desde unas políticas de izquierda. La izquierda, desde 1789, no toma el poder del Estado sino que gestiona sus gobiernos (quien diga que es comunista y de izquierda seguro que es sincero en lo último pero que miente en lo primero), que son los que le permite el capital. Por eso todo discurso que afirme que afrontar las crisis financieras de los Estados, y de acabar con la pobreza de sus naciones, saldrá de la capacidad de provisión de recursos por parte de las grandes corporaciones y las grandes fortunas es falso. En los casos en los que parece ser cierto, los mecanismos para burlarlo son múltiples, desde los paraísos fiscales, hasta las exenciones fiscales mediante mecanismos como las donaciones públicas, las fundaciones o el mecenazgo, por citar ejemplos sencillos, sin tener que recurrir a las miles de modalidades que los grandes equipos de asesores fiscales encuentran entre los resquicios de unas leyes capciosas creadas para ser burladas.

Cuando las clases subalternas han visto que medidas como el Ingreso Mínimo Vital han sido bromas macabras, que han faltado toda serie de medidas extraordinarias hacia las familias desde el gobierno del Estado, que el dinero iba sobre todo a salvar a las empresas, y no a los más desesperados por esta nueva crisis, se han sentido desprotegidos.

Quienes difunden, tanto como quienes están dispuestos a comprar el modelo USA del neokeynesianismo del New Green Deal de Biden, ignoran, o pretenden que ignoremos, que aquél no es exportable porque solo es posible dentro de la que aún es la primera economía del mundo que, además, exporta su deuda mediante una moneda, el dólar, que es la gran convertible monetariamente a nivel mundial. Y ya veremos durante cuando tiempo funciona su nuevo milagro económico y los éxitos que cosechará. Solo China, por su extraordinario potencial económico puede intentar un crecimiento parecido, sobre todo habiéndose quitado ya de encima una pandemia y sus efectos económicos que en el resto del mundo aún han de continuar durante más tiempo del que pensamos.

A partir de ahí la ultraderecha ha defendido como libertad mantener los pequeños negocios abiertos, conectando esa idea de libertad a la del derecho ir al bar, logrando sujetar a su voto natural, el del pequeño autónomo que cree ser empresario, y a la de la recuperación económica, dentro de la que la promesa de bajar impuestos, sin que se piense mucho, en momentos de desesperación, a costa de qué nuevos recortes. No es lo principal la ausencia de oposición del PSOE con Gabilondo durante estos años de gobierno Ayuso, ni sus bandazos groseros sobre sus políticas de alianzas para desbancar a la derecha extrema del gobierno del la Comunidad de Madrid, o que las llamadas antifascistas de Iglesias sean estériles cuando no hay antifascismo como robarle al fascismo la base de la desesperación social de la que se nutre mediante políticas sociales de protección a las clases trabajadoras y populares. Eso sin restarle al Iglesias que ha tragado con unas políticas que acabarán con las pensiones públicas a medio plazo su cuota de razón cuando avisa de que viene el fascismo.

Tampoco es una explicación de la ruina de la izquierda en la Comunidad de Madrid, pronto en todo el Estado y en sus mejores cines, las ridiculeces ofensivas de ministras hablando en un neolenguaje de género neutro o defendiendo unas identidades sexuales a partir de lo que le salga a cade une de su particular porque yo lo valgo. Incluso esas payasadas serían asumibles por la parte más reaccionaria de los sectores populares a los que apela la izquierda si no vendiese la moto de una igualdad social para la que sabe que le falta el carburante porque siempre ha asumido quién es el que, de verdad, conduce el vehículo económico y político y apostase por una pelea sin amagos ni buenrollismo frente a unas derecha extrema y extrema derecha que no tienen complejo por ir a cara de perro. Cuando uno no cree en sí mismo no merece el respeto ajeno.

Para terminar, un pronóstico: Errejón, Mónica García, Más Madrid/ Más País serán los nuevos juguetes mediáticos a impulsar por el sistema, como antes lo fueron Iglesias/ Podemos y Rivera/ Ciudadanos.