22 de diciembre de 2017

CATALUÑA GIRA AÚN MÁS A LA DERECHA Y EL “RÉGIMEN DEL 78” HA INICIADO SU RECAMBIO

Por Marat

Los resultados electorales del 21-D arrojan en Cataluña un claro giro a la derecha en una sociedad que políticamente no se venía expresando en términos electorales desde el antagonismo capital-trabajo (tampoco en España) desde hace ya muchos años.

Pero al menos, durante buena parte de los años previos a la crisis capitalista, se había mantenido la ficción de un eje derecha-izquierda como sucedáneo o eco cada vez más apagado, en el mejor de los casos, del citado antagonismo. Lo cierto es que en la práctica, independientemente de a quién apelasen como sujeto social, ambas corrientes políticas lo hacían pensando en captar un voto desclasado que se identificaba con el concepto ideológico de clases medias. Eso vale para Cataluña y para España, como también para el mundo capitalista occidental.

Más allá del antagonismo nacionalismo catalán-nacionalismo español o, si lo prefieren independentismo catalán vs. unionismo/constitucionalismo, los resultados electorales arrojan una mayoría aritmética de 74 diputados electos en el Parlament abiertamente liberales en sus políticas económicas (37 de Ciudadanos, 34 de Junts per Catalunya y 3 del PP) de un total de 135; una mayoría absoluta que no se configurará como tal para la formación del Govern pero sí para aprobar medidas contra la clase trabajadora. No duden ustedes que, si los independentistas forman gobierno (Junts per Catalunya, ERC y CUP) y llegan a legislar, si no se produce la continuación del artículo 155 de la Constitución que imposibilite el funcionamiento del Govern de la Generalitat, habrá entendimiento entre indepes y españolistas en las políticas de recortes y contención del gasto social.

Descontados esos 74 diputados, abiertamente liberales, tenemos dos grupos políticos no muy alejados de políticas de derechas, independientemente de cuál sea su autodefinición política, que suman 49 diputados arrojando, como saldo provisional junto a los anteriores, la suma de 123 diputados:
  • 32 diputados de ERC que representan a la pequeña burguesía catalana y que han sido coautores dentro de la anterior formación con los ex convergentes (Partido Demócrata Europeo Catalán, PDeCat) de las políticas antisociales llevadas a cabo por el Govern.
  • 17 diputados del PSC, partido de orientación social-liberal, al igual que su hermano a nivel estatal, el PSOE.
Nos quedan, hasta alcanzar la cifra total de 135 parlamentarios, 12 diputados de “izquierdas”, formados por:
  • 8 diputados de Catalunya en Comú-Podem (antes Catalunya Sí que es Pot), cuyo mensaje ha sido percibido confuso respecto a la dinámica de oposición entre banderas y patrias (creo que no es muy necesario perder el tiempo en explicaciones sobre las ambivalentes y oportunistas posturas de Ada Colau o las idas y venidas de Pablo Iglesias respecto al caso catalán). No se molesten en justificarlas ni en dar explicaciones sobre la dificultad de disponer de un perfil propio en medio de la polarización de discursos nacionalistas de unos y otros. El caso es que los trabajadores catalanes las han rechazado.
  • 4 diputados de las CUP, partido clave para sostener al anterior Govern de los recortes sociales y cuyas objetivos electorales han fracasado con rotundidad al perder 6 de sus 10 diputados anteriores. Su propósito de reorientar la hegemonía de “izquierdas” dentro del bloque independentista ha fracaso estrepitosamente, toda vez que ERC, partido al que generosamente tildan de izquierda, ya ha asumido que votará a Puigdemont como Presidente, el cuál ha salido reforzado dentro de las pugnas internas del tripartito.
Ésta es la radiografía de la composición del parlamento catalán entrante desde el eje derecha-izquierda. No haré perder el tiempo a los lectores con lo que gana o pierde cada fuerza política con representación en el mismo ni con los votos que ha obtenido cada opción y las pérdidas o ganancias de ellas en relación con las anteriores elecciones autonómicas. Con los cambios de nombre en el caso de la coalición Junts per Sí, ahora Junts per Cataluña y ERC-Cat Sí por separado, y de Catalunya Sí que es Pot, ahora Catalunya en Comú-Podem, disponen ustedes de los resultados provisionales en este enlace.

En cualquier caso, las autodenominadas izquierdas han dejado de lado dicha categoría para subordinarse a la agenda nacionalista en términos de independencia sí/independencia no. Da igual los aspectos sociales que llevasen en su programa porque:
  • Catalunya en Comú-Podem tenía por objetivo fundamental defender una salida al atolladero catalán en clave de un referéndum pactado con el Estado español, lo que subordinaba todos los demás aspectos a los “derechos democráticos de Cataluña”, quedando oscurecida cualquier otra cuestión. Como partido que no era de clase sino de “la gente” era incapaz de conectar con el hilo rojo de las luchas históricas de los trabajadores, de disponer de una propuesta propia y ajena a la centralidad de la cuestión nacional catalana y vinculaba la defensa de lo público a derechos humanos y no a las conquistas logradas por dichas luchas. Al no sentirse representados los trabajadores en esa supeditación a la hegemonía del discurso nacionalista que impregnaba toda la campaña, no solo no ganó votos sino que los perdió respecto a las anteriores autonómicas, si bien no de forma muy acentuada, en sus propios feudos. A ello se añade el fracaso de que presentándose como una candidatura “fresca” no conectó con los nuevos votantes jóvenes de clase trabajadora.
  • Su único consuelo es que no serán la llave para la formación de un gobierno independentista burgués que no les necesita, ni se verán en la disyuntiva de apoyar al sector unionista, al que la aritmética parlamentaria no le da para proponer un gobierno alternativo. Pero las tensiones internas que se le acumulan al Podemos nacional, entre otras muchas razones también por el tema catalán, acabarán abriendo unas heridas en la coalición con “los comunes”, por las posiciones de Ada Colau, que tensarán las relaciones internas de la misma y pueden acabar, con el tiempo, por hacer saltar su unidad.
  • En cuanto a la CUP, su adscripción a la categoría izquierda es la del izquierdismo pequeñoburgués, en el sentido que Lenin da a este tipo de posiciones, un radicalismo de formas antes que de fondo. La absoluta claudicación de sus demandas sociales y económicas al objetivo de la independencia, como mostró en el pasado sosteniendo al gobierno independentista de los recortes, le ha pasado factura y sus posibilidades de presión, más allá de que sean necesarios para sostener al futuro Govern, serán menores porque ya no pueden desandar su estrategia, so pena de incrementar los enfrentamientos entre sus distintas corrientes hasta acabar con este grupo político.
El éxito de Ciudadanos, logrado especialmente en el llamado “cinturón rojo”, nada ha tenido que ver con el falso relato sobre el supuesto españolismo fascista de los sectores obreros inmigrantes sino con que los trabajadores de esas ciudades han sentido el vértigo de la desestabilización económica y el enfrentamiento entre comunidades al que le abocaba la aventura independentista.

La sociedad abomina del vacío. Cuando una posición es abandonada, no queda desierta sino que es ocupada por otros. Si la izquierda no ha puesto por delante la unidad de los trabajadores a un lado y otro del Ebro, desde la identidad de clase que abandonó hace ya muchos años, no debe sorprender que en las ciudades con mayoría de trabajadores esa unidad haya sido sustituida por la de permanencia dentro del Estado, sobre la base de la memoria de a dónde conducen los enfrentamientos “nacionales”. No obstante, pronto veremos a ciertos grupúsculos pseudorevolucionarios tildar de fascistas a los trabajadores que han votado Ciudadanos, lo que indica la distancia de una posición clasista en su delirante discurso y su absoluta desconexión con la realidad de la clase a la que estigmatizarán.

Lo importante del resultado electoral no es la correlación de fuerzas en el circo parlamentario catalán, como tampoco lo sería dentro del español, sino lo que representa como plasmación de las corrientes ideológicas dominantes en la sociedad o, como dirían los progres postmodernos, el relato que se impone.

En cuanto a correlación de fuerzas entre las derechas del Estado español es de prever una reorientación de las preferencias políticas por parte del capital y de sus medios de comunicación hacia Ciudadanos, en la medida en que el Partido Popular pudiera ser ya una opción políticamente amortizada.

La posibilidad de condena de la cúpula del PP por su entramado mafioso, unida a la eventualidad de que la estrategia de este partido abra una crisis interna en su liderazgo, si éste no es capaz de impulsar un patriotismo españolista que actué de revulsivo ante el rebrote de la crisis catalana o de encontrar fórmulas de pacto entre la burguesía independentista catalana y la española, podría precipitar la necesidad del capital de encontrar un nuevo “juguete” político de sustitución.

Si. hasta el momento, Ciudadanos ha sido una opción en barbecho en la estrategia del capitalismo dentro de su supermercado electoral de marcas parlamentarias, la emergencia de los acontecimientos y la necesidad de estabilidad política para mantener la confianza empresarial e inversora, bien podría ser éste el momento para el recambio dentro de la derecha política española.

Podríamos asistir entonces a una versión más o menos controlada en el tiempo de una operación Macron, en este caso Rivera, a la española. Cierto que el factor sorpresa ya no existe en cuanto al joven político catalán, ya que no es un recién llegado a la política nacional, que ha deteriorado un tanto su imagen en sus pactos con el gobierno del PP y que su carisma es limitado pero, si fue posible con un mediocre empáticamente plano como Aznar, porqué no con Albert Rivera.

Si éste es el nuevo caballo de refresco, como antes lo fue Podemos frente a un PSOE absolutamente en la UCI tras el agotamiento del zapaterismo, pronto veremos una intensiva labor mediática de maquillaje de Ciudadanos que atenúe su liberalismo mediante “imaginativas” propuestas sociales y que acentúe su liberalismo político en cuanto a libertades personales (sexuales, de género, etc.) para modernizarlo con tintes progres, al igual que la llamada izquierda hizo en el pasado con el invento podemita.

Por lo que respecta a Podemos cabe esperar que su crisis se acentúe no solo por los factores “nacionales” (Bescansa frente a Iglesias) sino por su derechización progresiva (Ayuntamiento de Madrid, elección del ex JEMAD Julio Rodríguez como secretario general de Madrid), sus divisiones internas (anticapitalistas, errejonistas, pablistas), tensiones crecientes en sus confluencias estatales (con IU), autonómicas (Mareas) y locales (cese de Sánchez Mato y posibilidad de salida del grupo Madrid-129 de Ahora Madrid), sino por el carácter de lastre de Pablo Iglesias dentro de la coalición, derivado de su liderazgo bonapartista y sus zigzagueantes cambios tácticos.

Dicha crisis, podría facilitar que un PSOE que no acaba de recuperarse con suficientes bríos, pero que empieza a invertir a su favor el saldo de votantes que antes migró hacia Podemos, encuentre un balón de oxígeno que refuerce el liderazgo de Pedro Sánchez.

En este caso, y con los retoques constitucionales que sean necesarios, veremos que el llamado “régimen del 78” empieza a resolver su crisis, si encuentra un acomodo a la cuestión catalana que, a pesar de la euforia con la que los líderes independentistas han recibido su triunfo electoral requiere, para sus burguesías, de una solución que impida el deterioro inversor y económico que incluso puede acentuarse en los próximos días. Si ello es así, en las próximas semanas se incrementará la presión del gran capital catalán y español para un entendimiento y racionalización del conflicto sobre la pequeña burguesía catalana y los partidos independentistas y unionistas en pro del “bien común” porque con las cosas del beneficio empresarial no se juega (léase en modo ironía).

Si la hipótesis del aggiornamento del “régimen del 78” se cumple, es probable que volvamos a una segunda transición política en la que un partido de la derecha clásica (PP) es sustituido por otro remozado de los denominados emergentes (Ciudadanos) y que la otra pata del “régimen” (PSOE), que estuvo en la UCI, vaya pasando a convaleciente y se vea paulatinamente recuperado. Ese será el fin de la izquierda, hace tiempo reconvertida en progre. Su apuesta por una reforma exclusiva del sistema político, fuera de la lucha de clases, la ha ido enajenando de los trabajadores desde mucho antes de la crisis catalana.

En cuanto a los sectores pseudoradicales en lo político, que esperaban de una crisis de la legitimación institucional su transformación en revolución social, mediante la subordinación a todo independentismo burgués habido y por haber que procurase la destrucción del Estado español, su línea política los ha alejado absolutamente de la clase trabajadora respecto a la que históricamente han sido inoperantes frente al reformismo oficial. Son absolutamente ajenos a los trabajadores y a sus necesidades reales. Ésta les percibe como sectores con vocación marginal que intentan utilizarla sin atender a su propia realidad.

Sea en la versión del reformismo oficial o del marginalismo izquierdista, lo cierto es que izquierda no es igual a socialismo, que el camino de ambas pasa por limitarse a cambiar la forma de Estado, sin luchar por acabar con la base social y económica del poder capitalista, y que cualquier intento de recuperar la idea de izquierda es baldío porque la expresión política no es equivalente a la realidad social y solo desde la realidad de ésta puede abordarse un proyecto revolucionario.

Merece una mención muy de pasada, pues su peso político real en España es progresivamente decreciente, la situación de ese republicanismo pequeñoburgués, defendido por unas izquierdas que ven en la República el curalotodo de nuestra realidad nacional y de la situación de la clase trabajadora, que ahora cree ver un acelerador para una República Federal española, tras la reincidencia de Puigdemont en la República catalana. Un mínimo repaso de las hemerotecas demuestra palmariamente que Convergencia Democrática de Cataluña, lo mismo que Unió Democrática en su momento, fueron vireyes representantes del monarquísmo en Cataluña. La República catalana sería tan oportunista y tan burguesa como lo fue el republicanismo de las derechas españolas en 1931 porque la correlación política e ideológica de fuerzas del momento se lo permite.

Apelar tercamente a una recuperación del concepto izquierda es tan inútil como hacerlo a la conciencia de clase de los trabajadores, pensando en el innatismo de la misma. Consuela a quienes hacen tales proclamas pero es absolutamente inútil porque parte de deseos que carecen de relación con el análisis concreto de la realidad concreta. La izquierda es lo que es. Su degradación en todos los sentidos la hace irrecuperable. Para los sectores subalternos carece de otro significado que no sea la del “todos son iguales” y, en consecuencia, no funcionará por más que uno se empeñe en repetir fórmulas mágicas.

Solo desde la vuelta a lo social, desde el descenso al escalón de lo material, no al idealismo, a la realidad concreta de la clase, a la escucha activa y respetuosa de sus voces múltiples y contradictorias, pero vividas desde la inmediatez de su existencia, desde el ejemplo del compromiso no oportunista, desde el compartir sus propias experiencias y desde el ser uno más entre muchos, se puede ganar la dirección política de la clase. Quienes hablan de izquierda debieran saber que Lenin no se movió en sus términos, como Marx tampoco lo hizo, y que Octubre se construyó desde las necesidades concretas del pan, paz y tierras. Solo sobre ello se pudo asentar la revolución socialista.

En mi opinión, eso ya no se construye desde la idea de partido porque el parlamentarismo burgués está en crisis (crisis del reformismo) y porque la idea de partido como guía o como hacedor de los cambios sociales es falsa. Son los trabajadores quienes cambian el mundo y no las organizaciones como algo externo y superior a ella.

Esto requiere organizarse fuera de la política entendida como aceptación de las formas de representación burguesa, y desde la democracia de base, no como transversalidad interclasista al estilo del asambleismo de las plazas, sino frente a los intereses de otras oposiciones intermedias incapaces de expresarla. Se trata de volver a recuperar la idea de clase contra clase.

El tiempo pasa, los acontecimientos no se repiten más que en la apariencia de sus formas. Repetir la misma fórmula que se ha demostrado errónea solo conduce al fracaso. Pero, si todo vacío tiende a ser rellenado, quienes han abandonado una acción pegada a los trabajadores están dando en toda Europa, también en España, una baza preciosa a un fascismo que está aprendiendo de un modo muy inteligente a conectar con lo que les afecta en su día a día.

18 de diciembre de 2017

¿HABLAMOS DEL PARO CON CINCUENTA Y TANTOS? A QUIEN CONMIGO VA (5)

Por Marat

Oficialmente hoy he vuelto al paro, tras unos 50 días de contrato de mierda, con un salario aún más de mierda.

Eso en una empresa que antes colaboró con la Púnica del PP, y fue implicada en tal investigación, que ahora ha trabajado en una encuesta sobre salud para el ayuntamiento de AhoraMadrid, en la que las 6 horas eran de suplicio al mando de una histérica que solo sabía gritarnos mientras encuestábamos, con 15 minutos de descanso de unas pantallas que nos quemaban los ojos y unos cascos que incrementarán nuestras deficiencias auditivas.

Eso por 693 €, que intentaron dejar en 590 € a los entrevistadores que nos habían ofrecido la primera cantidad, que no perdimos porque tuvimos la entereza de exigir lo que era nuestro. No me quejo. Hay mucha gente cobrando menos y en una situación, por el momento, peor que la mía.

Cualquiera que con más de 50 años esté trabajando en el sector que sea no dejará de saber lo que es la sobreexplotación (explotación es lo que sufre un asalariado por el hecho de serlo y dejar una plusvalía al patrón).

Sé que los que me quieren dirán con soy un imbécil por jugarme la posibilidad de encontrar de nuevo un trabajo al denunciar esto, ya que a estas alturas es muy fácil saber quién soy. Es fácil identificarme, cierto, pero en mi hambre mando yo y aún me respeto lo bastante como para callar. Al fin y al cabo tampoco daño a mi imagen pública. No soy un progre de esos que traicionarán a la clase trabajadora presentándose a las elecciones del Circo Estatal Parlamentario (cargos de representación). No es que me limite a no creer en ellos. Es que son, desde un análisis mínimamente realista, la posibilidad de elegir entre las facciones que representarán a nuestros explotadores. En todo caso, soy lo bastante mayor para saber lo que hago y para no tener una moral de esclavo.

Pero no es de mí de quien quería hablar. Según un informe del BBVA, nada sospechoso de bolchevismo marxista, “casi cuatro de cada diez desempleados del Estado español mayores de 50 años, en concreto el 39,2%, lleva buscando empleo cuatro años o más” . No me verán ustedes, como pretende la noticia, enfrentar a mayores frente a jóvenes. Unos y otros pertenecemos a la misma clase del agobio, de los desheredados, de los que no importamos más que como cifra, de los que no somos interesantes para el capital, de los que los partidos naturales de éste esperan que no votemos y de los que quieren heredar a esos representantes del poder burgués dicen que somos gente, y no clase, e intentan convertirnos en su demagogia para no cambiar nada de nada y pedirnos que sí votemos  para ponerle cataplasmas a todo esto.

En este trabajo he conocido a mujeres y hombres que me decían cosas como “ya estoy en los márgenes del mercado laboral”, “es lo que me queda”, “para la gente de mi edad no hay mas que esto” o “tengo que pagar mi alquiler o me echan. No tengo opción”. Son mi gente. Y no por viejo. Los jóvenes, si no vais de politólogos, frikis y niños rata o pijos, sois de mi banda. No hay diferencia entre vuestro futuro y el nuestro, el de los viejunos. Peleamos por sobrevivir.

Con suerte, una parte de nosotros -¡qué importa los que se queden en el camino hacia su limosna!- alcanzaremos los 400-450 € de paro para, finalmente, los que hayan completado el tiempo suficiente de cotización, tras haber enlazado muchos trabajos precarios, y demasiado tiempo desempleados, lograr los 426 € de salario mínimo de inserción.

Voy a decirles algo a los simpáticos amigos progres del capital: esa porquería que intentan vender como Renta Básica Universal es una gran mentira, basada en el toma unos 400 € y búscate la vida, ya sin coberturas sociales.

Lo que los trabajadores de cualquier edad, jóvenes y mayores, hemos de defender es la protección frente al desempleo, el empleo estable, los salarios dignos y las pensiones. Nos las hemos ganado con nuestras luchas por nuestra dignidad, nuestro futuro, el de nuestros hijos y, en muchos casos, el de nuestros nietos. No es nuestra tarea entrar al juego de la burguesía, como hacen los vendedores de crecepelo para calvos y explicar cómo cuadraríamos las cuentas sin expropiar al capital ni irritarle en exceso. Y dicho esto, saber que lo que ayer conquistamos lo perdimos hoy y que nada puede garantizar esas victorias como el gobierno de nuestra clase. Y ese no lo obtendremos por las urnas ni la aceptación de las reglas del juego parlamentario sino organizándonos para asaltar el Estado burgués, destruirlo y crear uno de nuestra clase. Sin tribunos que hablen en nuestro nombre ni representantes que pacten el nivel de explotación que vamos a continuar consintiendo.

Y mientras tanto, los pequeñoburgueses progres que digan que son revolucionarios o lo que les apetezca, que adopten gatitos, besen coles, peleen por acabar por el techo de cristal de las burguesas profesionales que explotarán a las trabajadoras, mientras les piden sororidad, o se dediquen a intentar justificar la prostitución como libertad de la mujer oprimida.

Nuestro papel como trabajadores es organizarnos, concienciarnos, formarnos y establecer solo nuestra hoja de ruta, sin atender a cantos de sirena como los anteriores o los de las patrias porque la lucha de los explotados no conoce fronteras y quienes se las ponen son nuestros opresores y sus cómplices, lleven el disfraz que lleven.

11 de diciembre de 2017

VUELVEN LA HEROÍNA Y LOS CAMELLOS A NUESTROS BARRIOS. ES HORA DE PELEAR POR LA VIDA

Por Marat

El 21 de Noviembre pasado los medios de comunicación informaban, en medio de un ruido mediático centrado en “otras cuestiones”, de una noticia que mereció un tratamiento más destacado y una mayor acogida social de los obtenidos: la aprehensión del mayor alijo de heroína de esta droga en España por la policía. 331 kilos de enorme pureza que llegó al puerto de Barcelona, con destino a los narcopisos de Barcelona y Madrid.

Quien tuviera los oídos abiertos al mundo y a lo que en él sucede de verdad, y no a lo que nos dicen quienes marcan la agenda de nuestras vidas que hemos de escuchar, llevábamos algún tiempo oyendo que la heroína estaba empezando a asomar de nuevo en los barrios obreros, que era mucho más pura y barata que en el pasado, que una generación nueva, de nuestros jóvenes, se asomaba otra vez a la locura, que pronto no sería ya el caballo llamado muerte de los viejos yonkis en extinción sino que tendría nuevo un nuevo reemplazo de esclavos.

A los 23 años, hace ahora casi 33, mientras me quedaba solo cerrando bares con un amigo, celebrando los últimos estertores de su cumpleaños, vi los ojos parados de la muerte de una chaval que no superaría los 25 al ayudar a sacar su cadáver del water de un pub que ya no existe en la Plaza de Malasaña (Madrid).

Un mes antes perdí a otro amigo, de esos que conoces un día en el bar de la facultad y que al verano siguiente vuelve en los huesos, habiendo sido antes un gordito simpático ligón y, al preguntarle por su delgadez, te dice que por la dieta del cucurucho. Pero su atonía muscular, sus ojeras y su desinterés por todo me indicaban otra cosa. Ese curso ya no volvió tras las vacaciones de semana santa. Supe luego que había muerto y también de qué.

Casi 15 años después perdí a otro amigo más, alguien a quien había conocido como alumno de un curso que dí sobre investigación social y técnicas cualitativas. Simplemente desapareció tras haber vuelto, supuestamente, a su tierra, Gandía. La policía le dio por muerto. No pude parar su proceso de destrucción por más que lo intenté.

En mi barrió vi algunos matados hace unos 10 años. No podía evitar un sentimiento de asco y pena a partes iguales.

Me olvidé de todo después de eso.

Pero hacia finales de noviembre de este año distintos medios echaron su ojos sobre el barrio de Tetuán (Madrid) y su pretendida degradación. Hace unos 4 años trabajé durante unos meses en una zona que estaba alrededor de las calles que quedan desde la plaza de Castilla hacia Bravo Murillo, a la altura del metro de Tetuán. Noté que ante los atracos habituales, el puterió envejecido, la basura que inundaba las calles y la degradación general del barrio no había apenas intervención policial ni acción municipal que intentase dignificar la zona. A solo unas manzanas de Plaza de Castilla, a tan poca distancia de la milla de oro del capitalismo patrio e internacional.

Soy un hombre lento, que diría J.M. Coetzee. Me doy cuenta de las cosas siempre muy pasadas éstas, a veces semanas. Pensé para mí luego: alguien quiere hablar ahora de la degradación de un barrio que lleva mucho tiempo degradado. Y me vino a la cabeza El Raval, ese barrio al que siempre iba cuando viajaba a Barcelona hace años. Putas, yonkis, mezquitas fundamentalistas semilegales, sijs pacifistas, peluquerías del tercer y cuarto mundo, locutorios y tiendas de móviles para inmigrantes pobres, lavanderías, basuras en las calles, buena y mala gente, bares magníficos llenos de gente canalla y pantagruélicos bocadillos de butifarra. Un mundo imperfecto, un mundo del deshecho humano y de lo mejor que nuestra especie da, un mundo mejorable y dignificable. Lo convirtieron en un barrio al que querían llenar de centros culturales que no respondían a las necesidades sociales del barrio, en un lugar lleno de oficinas de la generalitat y el ayuntamiento, en un barrio con nuevos edificios, tras destruir los viejos, para la clase media y media alta. La pelea aún continúa. Hay quienes resisten defendiendo lo mejor del viejo barrio, luchando porque éste sea mejorado pero sin expulsar a las clases populares que lo han habitado históricamente. Contra la gentrificación.

Nunca he hecho apología de la pobreza ni de lo cutre. Creo que nos merecemos aquello por lo que peleamos, no por nacer, sino por defenderlo. Creo que hay una diferencia enorme entre defender los derechos conquistados por los explotados y hacer por ampliarlos y derrotar a nuestros enemigos de clase y pensar que los “Derechos Humanos” deben garantizarnos nada. Las cosas no vienen de cuna sino de lucha.

Dicho esto, tengo mis sospechas de que el capital, es decir, los bancos, los especuladores inmobiliarios, los constructores, determinados políticos, nos estén echando encima a la miseria asesina de los vendedores de droga en nuestros barrios con el fin de reconvertirlos en espacios para la mal llamada clase media, una vez que expulsaron a los jóvenes hace 20 años de Madrid a los pueblos del sur.

Hace pocos días supimos que la zona de Puente de Vallecas se había llenado de basura en narcopisos. Los vecinos se están organizando contra esos menuderos de la muerte. Es lo que toca y lo que hay que hacer.

Ya han entrado también en barrios como Villaverde, Latina, Usera, Carabanchel. No ha sucedido ahora. Hace tiempo de eso pero los medios de comunicación ya hablan de ello. Hay evidentes intereses en utilizar esta cuestión para fines inconfesables, económicos y políticos. Les importa un carajo la vida de las víctimas que van a caer bajo la dictadura mortal de la aguja o el chino. Madres y padres necesitan organizarse antes de que se oculte el problema humano. Todos ellos barrios de nuestra clase, la trabajadora. Podemos verlo de muchas maneras. Yo lo veo de un modo básico: van a por nosotros. Y dicho esto, creo que es el momento de organizarse.

Como pelearon las madres gallegas en su día, con Carmen Avendaño y Erguete al frente de la lucha de entonces. Es el momento de aprender de ellas. De darnos cuenta de que esos canallas asesinos van por nuestros hijos y de hacer frente a esa inmundicia. Reivindiquemos la vida, la sonrisa y la esperanza de un mundo en el que podamos ser.

En este blog no os pediré vuestro acuerdo con mi línea política pero será un lugar que expresará las voces de vuestra protesta contra los asesinos de vuestros hijos cuando queráis que lo haga. Del mismo modo os pido que en vuestra lucha no se mezclen sectas religiosas ni políticas. Mantened vuestra independencia. Será vuestra credibilidad

7 de diciembre de 2017

ANIVERSARIO DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA. 39 AÑOS DE COMPLICIDAD REFORMISTA CONTRA LA CLASE TRABAJADORA

Colección de payasos del sistema parlamentario español.
Solo faltaban los de los grupos catalalanes y vascos. Sus
payasadas las hacen en circos locales
Por Marat

El pasado 6 de febrero se ha conmemorado por tierra (largo puente vacacional), mar (filibusteros mediáticos) y aire (conmilitones del circo estatal de marcas parlamentarias) la fiesta del 39 aniversario de la aprobación de la Constitución española.

Es socorrido entre los progres y la socialdemocracia (no me refiero al PSOE, social-liberal) hablar de ella con un tono de tanguista estafado, apelando al incumplimiento de los supuestos derechos sociales de la Constitución española.

El señor Anguita fue el precursor socialdemócrata de esta cantinela tontuna, manteniendo inasequible al desaliento la exigencia de que se cumpliera la Constitución en cuanto a los citados derechos sociales. Para él y para los posteriores coordinadores federales de la socialdemócrata IU, una Constitución que cumpliera con dichos derechos sería casi revolucionario.

En el caso de los progres de Podemos nos encontramos con una combinación calculada de estímulo de la estupidez y de mentiras a partes iguales en cuanto a la defensa de los mágicos derechos sociales de la Constitución española. Pablo Iglesias, a quien ahora la web oportunista llamada Insurgente que tanto le defendió en su día, llama traidor, ha declarado: "Uno de los grandes acuerdos de la Constitución de 1978 era la garantía de los derechos sociales para todos los ciudadanos y una promesa de prosperidad que en muchos aspectos se cumplió. Ese gran acuerdo está roto".

Decía Lenin, a propósito de este tipo de vendedores de productos homeopáticos que, “se denomina ilusiones constitucionalistas al error político que consiste en tomar por existente, normal, jurídico, reglamentado y legal, en una palabra, “constitucional”, un régimen que en realidad no existe” (“Entre dos revoluciones”. V. Illich).

Y es que el régimen de democracia parlamentaria, ratificado en referéndum el 6 de Diciembre de 1978, consagra en su artículo 38 “la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado”. Y, por si fuera poco claro al respecto, señala que “los poderes públicos garantizan y protegen su ejercicio y la defensa de la productividad, de acuerdo con las exigencias de la economía general”. Para entendernos, la clave que va a definir el lugar que le corresponden a los mitológicos derechos sociales es el de la rentabilidad capitalista. Si no hay un beneficio suficiente, y de determinar cuánto es un “beneficio suficiente” de las empresas se encargan lo economistas liberales, se pueden guardar reformistas y progres dichos derechos en el lugar en el que se entierran las decepciones nunca admitidas: la papelera de reciclaje de sus "relatos". En cuanto a la coletilla final que se añade al párrafo, “y, en su caso, de la planificación” es solo un señuelo para dummies que asocian exclusivamente planificación y sistema económico socialista. Solo la demagogia liberal puede defender que los ministerios de economía de los gobiernos, los bancos centrales y otras instituciones (estadísticas oficiales, organismos sectoriales empresariales, etc.) no llevan a cabo intentos, más o menos logrados, a pesar del carácter cíclico de las crisis capitalistas, de planificar la “economía libre de mercado”.

Pero la clave de la obscena mentira que se encuentra tras la “ilusión constitucionalista”, que promueven progres y socialdemócratas respecto a la exigencia de cumplimiento de los famosos derechos sociales, está en el diferente tratamiento que tienen los “derechos fundamentales” de la sección primera del Capítulo II, “Sobre derechos y libertades” del texto constitucional y los relativos a los “derechos” de la sección segunda, que podemos calificar de simples derechos o principios jurídicos de tipo potestativo o, para entendernos, derechos respecto a los que no existe un mandato imperativo constitucional en cuanto a su implementación.

Aclaremos un poco más de qué estamos hablando: según señala el economista marxista Diego Guerrero, “la distinción [entre ambos tipos de derechos] no es irrelevante porque, tal y como reconoce el artículo 53.2, "cualquier ciudadano podrá recabar la tutela" de los primeros "ante los Tribunales ordinarios", mientras que no ocurre lo mismo con los segundos. Pues bien, aunque curiosamente, los derechos de sindicación y huelga se incluyen entre los de la sección 1ª (art. 28), el derecho al trabajo, que debería ser previo a los citados, sólo aparece dentro de la segunda sección (en el art. 35), indicando que ningún español puede reclamar ante los tribunales su derecho al trabajo. (“Desempleo, keynesianismo y teoría laboral del valor”. Apartado 5. “El derecho al trabajo y el desempleo en la Constitución española”. Diego y Marina Guerrero)

Si el trabajo, del que emanan todos los demás derechos (pensiones, la educación, la sanidad, etc.), por ser la base sobre la que se sustenta la idea roussoniana de contrato social entre trabajadores y capitalistas dentro de las constituciones burguesas no está garantizado, imaginen lo que sucede con los derivados citados del mismo.

Tienen razón los podemitas en la idea de que el contrato social capital-trabajo ha sido roto pero no porque no se cumplan los mal llamados derechos sociales en la Constitución (en la práctica no se tienen esos derechos porque no son de obligado cumplimiento) sino porque al agotamiento del modelo keynesiano de acumulación capitalista le ha sobrevenido el de acumulación por desposesión de la que habla David Harvey (vuelta a la rapiña de la acumulación originaria señalada por Marx en relación a los bienes comunes, que aquí sería la vía privatizadora de lo público).

El fraude “ideológico” (en el peor sentido del término que le da Marx, el de representación invertida de la realidad o falsa conciencia) de podemitas, progres, charlatanes de nuevas identidades opuestas a las de las clases sociales,…) es el de vincular los supuestos derechos sociales del ya mortecino Estado del Bienestar con los Derechos Humanos, esos que pretenden que existen por el mero hecho de haber nacido y estar vivos, como si fueran compatibles con la lógica del beneficio y la inversión productiva para el capital. Su claudicación política es tan indecente que intentan enterrar el carácter histórico de las luchas de la clase trabajadora por la conquista de sus derechos (jornada laboral de 8 horas, protección social, educación pública y acceso a la cultura, etc.). Son los cómplices pequeñoburgueses y servidores del Estado capitalista, necesarios para una nueva vuelta de tuerca contra la clase trabajadora. Con su venta de la “ilusión democrática”, según la cuál lo más grave que existe en España es una falta de democracia, burguesa, juegan a patriotas de una u otra bandera, según les indiquen los zigzags enloquecidos de su oportunismo y a ocupantes parásitos de escaños del parlamento a costa de los impuestos pagados por la clase trabajadora. Lenin definió muy bien a esa ralea:

Sólo los canallas o los bobos pueden creer que el proletariado debe primero conquistar la mayoría en las votaciones realizadas bajo el yugo de la burguesía, bajo el yugo de la esclavitud asalariada, y que sólo después debe conquistar el poder. Esto es el colmo de la estulticia o de la hipocresía, esto es sustituir la lucha de clases y la revolución por votaciones bajo el viejo régimen, bajo el viejo poder” (V. Illich, “Saludo a los comunistas italianos, franceses y alemanes”, Obras Completas, Tomo X)

Hace algún tiempo publiqué un artícuo sobre el salvaje atentado contra las pensiones que estaba realizando el brazo político temporal del capital, el PP. Se llamaba “Desmontando la trampa del fin de las pensiones públicas”. Pueden encontrarlo en la página 50 del enlace que acabo de ponerles. Estamos ya en la fase de aterrorización de la clase trabajadora o del juego de la aceptación de lo que se le viene encima, mientras la vileza burguesa y sus “granujas republicanos de la democracia” entretienen a los ingenuos y desclasados con banderas patrióticas catalanas o españolas. Se venden 17 Ínsulas Baratarias al cacique local más interesado en la oferta o, en su defecto, 17 “naciones” leales al precio de “cupos” que pagará la clase trabajadora con el sudor que le quede por ser robado. Y, mientras tanto, venga el negocio de los planes de pensiones a los que puedan pagárselas. Y al resto...que les vayan dando.

28 de noviembre de 2017

A QUIEN CONMIGO VA. A DISTINGUIR ME PARO LAS VOCES DE LOS ECOS (5)

Por Marat

405 muertos en los centros de trabajo en lo que va de año. Como l@s trabajador@s no tienen lobbies subvencionados y su realidad no es interclasista miráis para otro lado, identitarios postmodernos y burgueses.

El izquierdismo útil al sistema capitalista reivindica su democracia, condena una represión contra los que no son sus explotados y encuentra razones de combate ajenas siempre a los trabajadores. Poneos una camiseta que diga NO AL GENOCIDIO DE LAS MUSARAÑAS.

Hoy 27 de Noviembre casi toda la prensa deja atisbar las intenciones del capital y de su gobierno actual (todos los del parlamentarismo burgués lo son) la liquidación de las pensiones públicas pero tú prefieres hablar de fútbol, procés o postmoderneces. Pueden permitirse el lujo de ser sinceros. Tú se lo permites con tu indiferencia o con tu cruel estupidez de desclasado que siempre tira en contra de quienes debieran ser los tuyos.

¿Sabéis lo que significa «las kellys»? Las-kellys: “las-que-limpiamos”. Son camareras de hotel, con dignidad de trabajadoras, al viejo estilo que ya no se lleva, identidad de clase y no de vuestras horteradas pijas y con un impresionante sentido de porqué luchan.

El Black Friday de estos días es el mismo engaño de las rebajas de antaño, que subían los precios antes de reducirlos. Pero en inglés idiotiza tanto como el Halloween o la posibilidad de que un día convirtamos en fiesta nacional, de vieja raigambre, el día de “acción de gracias”. Para la clase trabajadora, el Black Friday es la oportunidad de un jersey, que pronto se dará de sí y le saldrán pelotillas, para los días de frío. Para los más desclasados, el engaño de algo que no necesitan, por eso de lo que un día muchos se tragaron el cuento de la “democracia de consumo”.

Cada día mayor acoso al trabajador por parte de los empresarios, con la complicidad de tu indiferencia de desclasado progre al que cualquier identidad que no sea de clase le interesa mucho más. Espiar al trabajador es algo tan antiguo como la relación contractual del empresario con él pero ahora ya se hace persiguiéndole por GPS y además es legal porque la ley es siempre la del explotador que decide que servidores del Estado son de su gusto.

¡Qué viejos me resultáis los niñatos pequeñoburgueses que reclamáis «democracia», siempre burguesa, en lugar de socialismo. Para ser tan modernos y postmodernos volvéis a 1776 (Declaración de Independencia en la revolución americana) y 1789 (revolución francesa). La que tiene muchos menos años, la de 1917 (revolución socialista de octubre) os parce casposa. ¡Qué despreciables sois!

En el proceso hacia la Revolución de Octubre Lenin no se definió de izquierdas. Sus lemas eran pan, paz y tierras. Su concepto del Estado el de los sóviets, la única democracia que no era un sarcasmo. La que nacía del poder de los trabajadores en las fábricas y de los soldados por encima de sus oficiales zaristas, de la tierra para los campesinos pobres y la fuerza de los kombéds. El socialismo no era de izquierda. Ésta siempre fue una plañidera ante los crímenes del capital.

Cuanto más reivindiquéis unos y otros vuestras patrias más os despreciaremos los trabajadores conscientes que sabemos que en su defensa nos destináis a ser los que hemos de morir por ellas.

Huidas al extranjero de quienes dicen ser exiliados, inventos de la teoría de la masacre, aceptaciones del 155 para seguir en el machito indepe, europeismo y antieuropeismo con un mes de diferencia, dinero empleado en cuestiones ajenas a los servicios públicos,...suma y sigue.

Los indepes y su troupe han logrado instalarse en una realidad tan paralela que han conseguido que sus delirios burgueses nos importen a quienes no lo somos un carajo.

Los demócratas de una y otra tribu pactarán el reparto del botín que obtienen de expoliar a la clase trabajadora y a muchos os parecerá un logro de paz social.

21 de noviembre de 2017

TAXI (EN RECUERDO DE HILARIO CAMACHO). A DISTINGUIR ME PARO LAS VOCES DE LOS ECOS (4)

Por Marat
"Y gritas:
“¡Taxi!
¡Sáqueme de aquí! ¡No puedo,
no, no, seguir así!
¡Lléveme por la ruta de la paz
dirección prohibida sin parar hasta el mar”!.
Y gritas:
“¡Taxi!
¡Taxi!
¡Sáqueme de aquí!”.
(Hilario Camacho)

¿Cuándo se jodió la esperanza de un mundo más justo, humano e igualitario? ¿Cuándo los monstruos de las patrias enloquecieron a los seres humanos? ¿Cuándo se sustituyó la denuncia de la explotación por la reivindicación del identitarismo de la tribu? ¿Cuándo se decidió perseguir a la razón en beneficio de la locura? Cuando los explotadores descubrieron que era más sencillo manejar a la masa estúpida que reprimir directamente a los subversivos. Les echaron encima a los borregos hasta que pasaron por encima de ellos y ahogaron su voz.

Empezaron por envenenar a los supuestos representantes de los parias diciéndoles que había miles de matices intermedios entre el opresor y el oprimido y que faltaban muchas otras “liberaciones” por hacer antes de que el esclavo se liberase. Les convencieron de que su camino sería más fácil empezando por pequeñas batallas de microopresiones, creando nuevas identidades que importaban mucho a las clases intermedias, porque sus demandas estaban muy lejos de la realidad del oprimido. Del multiculturalismo al postgénero, del postmodernismo al relativismo, de la idea de pueblo, que enmascara opresiones más profundas, a la de nación, de la gente, que mezcla clases, al animalismo como nuevo sujeto, del democratismo del progre al relato, del feminismo reformista al antagonismo que sustituye clases por odio entre mujeres y hombres.

¿Cuándo dejamos de reconocer al compañero, al igual en humillación para sustituirlo por el desconocido “amigo”, tantas veces intoxicador a sueldo, de redes antisociales? ¿Cuándo los nuestros se pasaron al campo del opresor, disfrazado de rebelde? ¿A cambio de qué y, sobre todo, por cuánto para sus mesías?

¿Cuándo los que decían sostener el hilo de la emancipación se convirtieron en estatua de sal, en farsa, en mueca de sí mismos, en mentira?

¿Cuándo lo indómito se convirtió en dulce gatito obediente y en servidor del orden de nuestros opresores? ¿Cuándo empezaron a traicionar lo que fueron un día?

Vendrán de nuevo los bárbaros. Ya están aquí con sus horcas y sus uniformes de muerte, están entre nosotros, muchos los lleváis dentro de vosotros. No sois capaces siquiera de reconocer cómo os han transformado por dentro. No los culpéis. Os transformasteis en los monstruos que jurasteis un día combatir.

Ahora todo se ha vuelto micro. Dentro de cada una de esas reivindicaciones, que ha fomentado, alimentado y subvencionado el capital, han nacido nuevos antagonismos. Gais que demandan el derecho a la paternidad mercantilizando el útero de las mujeres, defensoras de la prostitución frente al derecho de la mujer a no ser tratadas como sexo con patas, tribus contra tribus, ateos anticatólicos pero feroces censores de cualquier crítica al islam, con la amenaza de anatema de que cualquier crítica hacia lo que representa es islamofobia, trabajadores desclasados que odian a quienes conquistaron mejores condiciones laborales y salariales. Todos contra todos hasta el individualismo salvaje más guerracivilista y feroz.

Quisisteis ser modernos y os habéis convertido en los más antiguos salvajes, aquellos que ni siquiera disponéis del corpus social porque vuestro intento de evitar el antagonismo básico explotador-explotado, capital-trabajo, os ha conducido al darwinismo social más cruento, el de que cada uno se busque la vida como pueda, contra todos pero principalmente contra sus iguales, contra quienes soportan similar condición de galeotes.

Ya sois unos perfectos liberales pero no en la cúspide de la pirámide social sino en el barro. El capital os tiene donde quería.

15 de noviembre de 2017

GATOPARDISMO Y PASTELEO EN EL REINO DE ESPAÑA Y EN LA REPÚBLICA SIMBÓLICA DE CATALUÑA.

Por Marat

El exPresident Puigdemont de la República virtual, perdón, proclamada simbólica de Catalunya, en la que no dejó de ondear ni un segundo la bandera rojigualda española, creada a partir de una bandera de señales marítimas de la antigua Corona de Aragón, ha declarado al diario belga Le Soir que “otra relación con España es posible”. De modo más concreto afirmó: "Estoy dispuesto y siempre lo he estado a aceptar la realidad de otra relación con España". En palabras propias dejó claro que él ha trabajado durante décadas para lograr otro "anclaje" de Cataluña en España.

Unos días antes, el Ministro de Asuntos Exteriores del gobierno español Alfonso Dastis había expresado la posibilidad de que el Estado modifique la Carta Magna con el fin de que en un futuro se pueda llegar a celebrar un referéndum sobre la independencia de Cataluña. "Hemos creado un comité en el parlamento para explorar las posibilidades que existen de reformar la Constitución para poder amoldarla mejor a las aspiraciones de algunos catalanes".

Las manifestaciones del gobierno español, expresando una voluntad benévola respecto a los “insurrectos” catalanes, en la semana de la declaración de los miembros del la Mesa del Parlament ante el Supremo, indicaban la voluntad del pasteleo que ahora empieza a configurarse entre los partidos de la mediana y pequeña burguesía catalana, en un bloque, y del gran capital catalán y español, en el otro.

La declaración de Carme Forcadell en su comparecencia ante un Tribunal Supremo que había manifestado sus intenciones - “Tranquilos, esto no es la Audiencia Nacional”, en palabras del magistrado de este órgano Pablo Llaneras-, allanó el camino hacia el reconocimiento de una proclamación de independencia inexistente por parte de la Presidenta de la Mesa del Parlament, Forcadell, para la cuál aquella fue puramente “simbólica”. Y era muy cierto: en ningún momento el Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya recogió que se hubiera producido dicha independencia. Y, vamos al detalle, veremos que la parte resolutiva del acuerdo del 27 de Octubre, en el que supuestamente se declaraba la independencia de Cataluña respecto al Estado español, se limitó a pedir a Puigdemont que buscase la manera de implementar la ley de transitoriedad jurídica. Es ahí donde debemos entender la carta de Puigdemont a Rajoy, tras la exigencia del segundo de retractación al primero, tan reacia a admitir sus propias limitaciones, tan poco enunciativa respecto a la declaración, y tan sobrada de soberbia.

La vía Forcadell ha sido anunciada por los voceros mediáticos del gobierno español como la idónea para la salida de la cárcel de los consellers y el vicepresident encarcelado e incluso para los “solidarios” con los presos huidos a Bélgica, Puigdemont y su cuarteto de la tocata y fuga. Tanta manga ancha presenta esta vía que ni Puigdemont ni Junqueras, ni ninguno de los consellers, encarcelados, huidos o en libertad provisional, ni ninguno de los miembros de la Mesa del Parlament han sido inhabilitados hasta el momento para presentarse a las elecciones catalanas del 21D.

Llama la atención que PP y PSOE hayan rechazado la propuesta de Ciudadanos de multar a los miembros del PDeCat y de ERC por su incomparecencia a las sesiones del Parlamento español, los cuáles por coherencia política y decencia personal debieran haber abandonado dichas instituciones, toda vez que, una vez declarada la República catalana, no tenía sentido sentarse en los escaños de representación de otro parlamento nacional distinto al suyo. Claro que, tanto a ellos como al gobierno español les cabe argumentar que dicha proclamación fue puramente simbólica y no ejecutiva. Si el partido del gobierno español y el PSOE hubiesen esgrimido este argumento habrían admitido tácitamente que tanto ellos como los independentistas jugaron a una performance, algo tan común en tiempos de política virtual, guerrillas digitales y hasta manifestaciones de hologramas. La política convertida en la cultura del simulacro muestra ya que la mentira se ha instalado en una especie de reino de Matrix.

Entre tanto, los dos “paros país”, en el que el primero fue convocado por más sindicatos que el segundo, contaron con el beneplácito de una Omnium Cultural y de una ANC, de las que algún día sabremos todas sus conexiones con la burguesía catalana, todas sus subvenciones y sus vínculos con sectores ultracatólicos, de algunas asociaciones de PyMEs y de sectores altos funcionarios de la Generalitat, junto con el pequeño y mediano comercios. Pero por más que se empeñe el diputado del PDeCat, Lluis Llach, estas dos veces no le compró la clase trabajadora catalana su “estaca”. No paró porque, en ambos casos, supo que la fiesta no iba con ella y que no tenía que nada que ganar en una lucha entre burguesías.

Llamativamente, no hubo ni un solo detenido en el llamado “paro país” porque no podían llamar huelga, ya que el ordenamiento jurídico lo limita a la reivindicación de derechos laborales, que la burguesía catalana ha destruido tanto o más que la española, ni general porque ni lo era ni tenía legalidad, por la falta de representación de los convocantes, para serlo. En las huelgas generales de los últimos años en España ha habido cargas policiales (también de mossos), heridos, detenidos, tiros de la policía, represión salvaje y más de 200 amenazados con cárcel, alguno de ellos llevado preso (Alfon, entre ellos).

Tiene sentido preguntarse por los motivos reales y no declarados del procés. Distinguir entre catalanismo, soberanismo, independentismo e identidad nacional o colectiva es académicamente sugerente pero, en el contexto de una globalización que debilita a los Estados, y que encuentra su terreno abonado en países que, como España, no han resuelto satisfactoriamente el encaje de buena parte de los territorios que integran su Estado, la lógica de las patrias, con discursos sobre naciones que exigen sus propias soberanías estatales, se irá imponiendo progresivamente con componentes identitarios cada vez más reaccionarios y excluyentes. En cualquier caso, y más allá de este análisis de urgencia, la clave de las razones por las que hoy determinados partidos nacionalistas e independentistas se han lanzado a este simulacro de independencia se me escapa por el momento y está en algún lugar que hoy por hoy nadie está en condiciones de explicar porque su complejidad tiene forma de ovillo sin un hilo suelto único que deshaga la madeja. El argumento de que pretenden tapar sus propios asuntos de corrupción o de que intentan chantajear al Estado me parece insuficiente para explicar tanto la polvareda como los lodos actuales.

Es evidente que el catalanismo necesitaba su propio clientelismo o masa social. Omnium Cultural y la ANC eran una parte de esa base pero esa base ya existía sin ellos. Estaba en la iglesia católica, la cultura popular, las tradiciones, los casals, el asociacionismo catalanista, la educación. Lo obtuvo también en la administración autonómica.

Es evidente que el catalanismo siempre ha buscado una intervención en relación al Estado español claramente interesada en lo económico y que la redistribución del poder entre una y otra burguesías era uno de sus objetivos más deseados. Pero fue el propio Govern de la Generalitat el que renunció a una forma de financiación similar al cupo vasco. No obstante, conviene no ignorar que Artur Mas lanzó en 2012, en un momento especial de la crisis económica su exigencia al gobierno del PP de un pacto fiscal para Cataluña para no sacar los pies del tiesto constitucional.

Es evidente que la corrupción de CiU (3%) y de su patriarca (Pujol) desestabilizaba su futuro pero cuesta entender que un partido aparentemente limpio como ERC aceptase unirse en su proyecto político, siquiera tácticamente, con dicho partido.

Es evidente desde la aparición de la coalición CiU que existía una competencia brutal entre una pequeña y mediana burguesías más pactistas, representadas por aquella, y la de ERC, aparentemente más radical. Y que hemos conocido el abrazo del oso de ésta sobre la heredera de la primera, el PdCat.

Es evidente que la suma de Junts x Sí (PDeCat y ERC) era insuficiente parlamentariamente para el proyecto independentista y que eso les entregó en parte a la dependencia de las CUP pero éstas se rindieron en términos de sometimiento a un proyecto burgués mucho más que al de uno rupturista en términos socializantes.

Y, sin embargo, algo me hace pensar que faltan algunas claves, que aún no se han desvelado, y que tienen que ver con la posición de determinados estratos de la pequeña y la mediana burguesías catalanas respecto a las expectativas de futuro que éstas esperaban en el juego de un órdago a la grande que, sin embargo, no era realmente independentista.

Mi tesis es la siguiente:
  • La lucha entre los diferentes intereses y estratos de las burguesías busca una permanente recomposición en la correlación de fuerzas de los sectores que la componen.
  • La afirmación de Marx y Engels en “El Manifiesto Comunista” de que Hoy, el poder público viene a ser, pura y simplemente, el consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa” nunca ha sido más cierto que en el presente. En ese sentido se entiende el uso de los mecanismos institucionales de las administraciones políticas para sus propios objetivos tanto de las burguesías que sostuvieron y pactaron después con el nuevo poder triunfante tras la guerra civil española sus hegemonías dentro del bloque del capital como de las periféricas, reforzadas al calor de las administraciones autonómicas posteriores a 1978.
  • Durante cerca de 40 años la administración de la CAV (Comunidad Autónoma Vasca) o Gobierno de Euskadi fue conformando un nuevo sujeto burgués, nacido de las oportunidades que creaba la reconversión industrial de las grandes empresas del INI, las Kutxas (Cajas de Ahorro vascas), la Universidad de Deusto y las apuestas milmillonarias del Gobierno Vasco hacia una I+D+i en proyectos de innovación y desarrollo industrial dentro de los cuáles los parques tecnológicos fueron su punta de lanza. El capital de Neguri, franquista y pactista con el franquismo fue arrollado.
  • En su lugar, la economía catalana, ha pasado por una tensión entre los intereses del antiguo INI y del modelo de supercajas de ahorro actuando como grandes bancos de empresas industriales y de servicios privatizados y convertidos en punta de lanza del capitalismo español y los de una pequeña y mediana burguesías amamantadas por el clientelismo institucional, al modo en el que sucedió en el franquismo con las grandes fortunas, y de un modo también “estufero” y dependiente pero con la diferencia de que los tiempos han cambiado. Hoy el capitalismo necesita una mundialización creciente y el catalán de la pequeña y mediana burguesías intenta su supervivencia, ya que ha llegado tarde a su consolidación. Es desde aquí desde donde quizá podríamos entender la revuelta burguesa de las clases medias catalanas, su conexión con los estratos de la burguesía que representan la ANC, Omnium Cultural y ERC antes que un PDeCat que ha dejado de ser el referente de los Brufau, los Carceller o los Vilarasau, por citar solo tres ejemplos. Es la hora de los condotieri (capitanes de mercenarios) y los aventureros, tipo Oriol Soler, hombre clave en la sombra del procés (recomiendo la lectura del artículo que enlazo) y de sujetos como Jaume Roures (Público), un personaje que haría las delicias de Marx al describir al perfil de ambiciones que entronizaron a Luis Bonaparte.
Tras la imposición por el gobierno español, sin auténtica resistencia, del artículo 155, el encarcelamiento de algunos consellers, la convocatoria electoral por parte del citado gobierno, el acatamiento de todos los partidos independentistas de dicha convocatoria (la actuación de la CUP decidiendo participar en unas elecciones que considera “ilegítimas” es digna de mención), la admisión de que Cataluña no estaba preparada para la independencia (Mas y el resto), vemos cuál es la fase actual del esperpento catalán.

La reciente rehabilitación de la propuesta de la “interdependencia”, esbozada por Puigdemont en Enero del presente año, y relanzada ahora por el mismo, no deja de ser una variante de la teoría del Estado vasco asociado al español, o plan Ibarretxe. Todos sabemos el recorrido que tuvo. No deja de ser una pose hacia el posibilismo y la retirada táctica hacia aguas menos turbulentas para el independentismo.

El intento de portavoces y del entorno social y mediático independentista de esconder que sus instituciones y los líderes del procés habían engañado al pueblo catalán, al admitir hace unas semanas que Cataluña no estaba preparada para la independencia, con la nueva teoría de que no es que no estuvieran preparados para la independencia sino que no estaban preparados para desarrollar la república catalana “haciendo frente a un Estado autoritario sin límites para aplicar la violencia”, en palabras del portavoz de ERC Sergi Sabrià, les devuelve la imagen de su indignidad y de la estupidez de sus propios argumentos. Si durante años el entorno soberanista e independentista ha estado difundiendo la idea del “déficit democrático” del Estado español, de su carácter franquista y fascista, no cabe la salida de la ingenuidad respecto al comportamiento del aparato represivo del Estado español. Y tampoco vale acudir a que esperasen que las instituciones de la UE limitasen su actuación represora, por cuanto sus demandas independentistas no tuvieron eco alguno que no fuese el de determinados sectores identitarios de algunos grupos políticos europeos ligados a la extrema derecha.


Las declaraciones del portavoz de ERC en el Congreso, Joan Tardá, admitiendo que en Cataluña no hay aún una mayoría social que quiera independizarse de España (todavía no somos independientes porque no ha existido una mayoría de catalanes que así lo hubieran querido”), cuando con un 47% quisieron imponerse a un 53% de la sociedad catalana y entonces no ser mayoría no era un problema para las aspiraciones independentistas, remachan la evidencia del engaño. Y lo ha dicho sin despeinarse ni soltar el brazo del cabestrillo, con el que seguirá en campaña hasta pasado el 21-D, cual manco de Ciutadella.


Pero lo cierto es que ha habido una rendición indigna de los promotores del procés, que estamos ante una fase de pasteleo que pronto se volverá empalagoso entre los representantes políticos de una y otra parte (el catalán y el español) de la burguesía, que ésta es que la impone los acuerdos, que vamos a conocer un quinto pacto de ambas élites políticas (la primera la de Cambó, la segunda la de Compayns, la tercera la de Tarradellas y la cuarta la de Pujol) y que la frustración catalana es sólo parangonable al comportamiento históricamente posibilista de sus élites políticas, como lo fue tras la guerra civil con un franquismo al que su burguesía se entregó, como agradecimiento al aplastamiento fascista de una revolución proletaria que temió su burguesía desde finales del siglo XIX y el primer tercio del XX.

Esto no acabará ni con las demandas de una Cataluña que 5 siglos después no ha logrado un acomodamiento satisfactorio dentro del Estado español, ni con los objetivos de su burguesía que ha dejado en pañales a los impugnadores de un “régimen del 78” pero no de un sistema capitalista al que burgueses y pseudoradicales acatan, unos por convicción, otros por incapacidad política de oponerlo.

La derrota actual y sin paliativos del independentismo puede incluso encontrarse con una vuelta a la casilla de salida tras unas elecciones que pudieran ser ganadas por los hoy derrotados pero, en ese caso, veremos, con sorpresa de muchos a un Junqueras actuar como un hombre con visión de Estado (burgués), quizá como un Íñigo Urkullu, con altura de miras y capacidad de aunar voluntades en pro del bien común...del capital catalán y español ¿Quién se lo iba a decir a él, ex Conseller d'Economia i Hisenda de la Generalitat de Catalunya? Al fin y al cabo, él es un hombre que cree necesario que haya misas por televisión. Casi estoy por llamarle Jordi...Pujol. Quien tenía el objetivo primero y fundamental, antes que cualquier otro, de sobrepasar a un partido concreto del catalanismo y de abrir camino a la burguesía pequeña y mediana era él, quien más responsabilidades tuvo en que fuera posible poner en marcha los procedimientos del día siguiente a la declaración que nunca se implementaron era él, quien siempre aparecía en las fotos del procés con cara de distancia y hasta de cierto disgusto también era él.

En el presente, esas burguesías ya no tienen nada que temer. La clase trabajadora ha vuelto a ser solo clase en sí. Sobrevive en su cotidianedad como puede, ha dejado de ser peligrosa hace mucho tiempo, se ha vuelto descreída. No tiene hacia dónde volverse, ni banderas que la representen, ni esperanza futura a la que agarrarse, ni quien eleve su voz desde dentro de ella,...ni siquiera desde fuera. Eso sí, de momento, miren ustedes donde están las esteladas y las rojiguldas en los balcones y verán que los que lo pasan mal no les compran esa película que ustedes los patriotas de cada tribu intentan imponer. Y ahí están, desde luego, muy por encima y lejos de sus supuestos voceros, hasta ahora y afortunadamente.

Pero, a pesar de todo este pasteleo, apaño y arreglo y entre las burguesías de uno y otro lado del Ebro, hay un hecho positivo que nace de su dominio del escenario político e ideológico. Se trata de la derrota de las izquierdas. Sin ella la clase trabajadora podría empezar a crear su propio relato autónomo y a generar sus propias organizaciones porque lo que hoy se llama izquierda no responde ni a sus necesidades ni a sus demandas.

Solo quien cree en la quimera de que la II República fue revolución y que una III sería socialismo, solo quien cree en que una revuelta democrático-burguesa pueda abrir camino a una revolución obrera, sin querer ver la realidad del poder absoluto que hoy tiene la burguesía, solo quien cree que democracia equivale a igualdad, cuando la primera es siempre burguesa, solo quien cree que cambiar las figuras políticas del parlamentarismo puede cambiar la realidad social de verdad, puede esperar otra cosa que la que hay.

Las “izquierdas” podemitas y las más soberanistas de los Comunes se han enredado en la miseria del catalanismo independentista.

El papel de Ada Calau, cada vez más próxima al independentismo catalán, tendrá su respuesta en un buen sector de sus votantes. No es que sea una política que ha abandonado una posición social, que nunca de clase, en beneficio del soberanismo. Es que para un demócrata burgués progresista y bienintencionado empieza a no ser demasiado confiable, tras cada uno de sus juegos que empezaron por la ambivalente equidistancia y han acabado en un discurso del gusto de ERC e incluso del PDeCat.

Su partido, En Común, con sus constantes juegos de una cosa y la contraria, ha acabado por jugar en el terreno de la burguesía catalanista, con un perfil progre cada vez menos definido y una capacidad de interlocución en España cada vez más débil. Sus alianzas con Podemos se resistirán en un futuro próximo pues sus intereses electorales van a ir difiriendo cada vez más claramente. 

Si Iglesias intenta ahora desligarse, no lo logrará sin perder pelos en la gatera y sin la consecuencia en Cataluña de las contradicciones entre lo que dejó hacer y lo que ahora intenta reconducir. En el resto del Estado, el precio que pagará Podemos, al intentar restañar las heridas catalanas, le irá conduciendo hacia la evidencia de que ni es un partido de clase ni tampoco es ya siquiera un partido democrático radical burgués sino un grupo cuyas contradicciones internas le harán saltar en pedazos o le conducirán a una IU bis pero con una base más inestable.

Su alianza con la IU actual está comprometida a medio plazo. El intento de Garzón de marcar diferencias en relación a Cataluña es un paso más en lo que ya se observa en cuestiones como la la gestión municipal en Madrid y otras cuestiones que se irán marcando con el tiempo. Los restos de IU se irán disolviendo en un piélago de miserias cada vez más contradictorio, reformista y agotado.

El PSC podría cosechar a muy corto plazo algunos réditos en el marasmo del catalanismo no radical pero, a medio plazo, generará muevas contradicciones con el PSOE, por la diferencia de intereses espuriamente electorales y tácticos dentro de la dinámica contradictoria Cataluña-España.

El resto, la llamada izquierda radical o izquierda a la izquierda de la izquierda, es nada hoy. Mañana será menos aún. Su incapacidad teórica, su sectarismo, su naftalina ideológica, su tendencia al coyunturalismo oportunista, dispuesta a encontrar crisis de legitimidad del Estado burgués desde los propios agitadores burgueses, antes que construcción de organización autónoma de clase, desde la clase y para la clase trabajadora, les ha convertido en prisioneros de Zenda del soberanismo independentista, primero del idealizado vasco, luego del catalán. Atrapados entre la teoría de un febrero que conduce a un octubre, hace ya muchos años que habían demostrado ser inoperantes desde una teoría del antiimperialismo incapaz de operar en terreno propio contra el capitalismo más inmediato y de acercarse a la realidad de la clase trabajadora realmente existente y no fantaseada en sus ritualizadas conceptualizaciones.

La izquierda reformista y la que se autodenomina revolucionaria serán un deshecho a medio plazo, por muchos más motivos, y quizá, más profundos que el hecho catalán. Desde hace decenios ni tienen función transformadora ni poseen utilidad real para una clase a la que o han sustituido por “la gente” o solo ritualizan. Son “izquierdas morralla”. Su vacío no dejará necesidad de la misma sino oportunidad de un nuevo comienzo absolutamente distinto.

Pero esa, como dijo Kipling, es otra historia.