Vergüenza, asco y odio a partes iguales he sentido al conocer como los asesinos de Pravy Sektor, fuerza parapolicial del “democrático” gobierno de Kiev, han quemado vivos, intoxicado por el humo y obligado a lanzarse por las ventanas de la sede de los sindicatos, incendiada por los nazis en la ciudad de Odessa, a resultas de lo cual murieron 42 personas y 170 resultaron heridas, que se habían encerrado en él en protesta contra el enloquecido, ilegítimo y criminal gobierno de Kiev. Todo porque no querían continuar siendo ciudadanos de una República títere del Imperio USA y de su secuaz UE en manos de ultraliberales, ultraderechistas y neonazis.
Odessa, una ciudad de cultura profundamente europea pero no de la mentira que hoy significa Europa, vivió bajo el Imperio de Nicolas II el preludio de la revolución soviética de 1917 con el levantamiento obrero de 1905. Sergéi Einsenstein, el inigualable cineasta letón, lo reflejó en su inolvidable película “El acorazado Potemkin”. El 14 de Junio de 1905, durante el período revolucionario, un grupo de marineros del acorazado “Príncipe Potemkin de Táurica” se rebeló contra la oficialidad del buque, después de que el segundo de a bordo, Ippolit Giliarovsky, los reuniese frente al alcázar de la nave sobre una lona, con la intención de fusilarlos por amotinamiento, dado que se habían negado a comer carne podrida con gusanos. La organización socialdemócrata de la Flota del Mar Negro tenía previsto un levantamiento generalizado en todos los buques de la misma en algún momento del otoño de 1905 pero los acontecimientos del Potemkin precipitarían el levantamientpo de parte de la marinería militar rusa. La guerra ruso-japonesa, que tantos muertos y destrucción causó a uno y otro país avanzaba hacia su final, en medio de una hambruna, desmoralización de la población y el ejército ruso y protestas sindicales y políticas.
Con el triunfo del motín a bordo del Potemkin, éste se dirige hacia el puerto de Odessa con una bandera roja en el mástil a donde llegó en la noche del mismo 14 de Junio donde le esperaba una huelga general. La revolución de 1905 fracasaría por razones que ahora no vienen al caso pero el papel insurreccional del Potemkin entre la marinería rusa, a la que se unieron otros navíos militares, sería un elemento esencial para el devenir posterior de los soviets de soldados durante la revolución de 1917 hasta el punto en que Lenin llegaría a afirmar que el Potemkin representaba un “territorio invicto de la revolución".
Odessa fue durante la II G.M. un territorio de lucha heroica contra el nazismo, resistiendo durante 73 días el cerco de las tropas de la Wehrmacht, como le fue reconocido más tarde al ser proclamada Ciudad Heroica. Más de 280.000 ciudadanos de Odessa fueron asesinados o deportados por los ocupantes alemanes tras la caída de la ciudad. Pero la resistencia continúo bajo el subsuelo de la misma. Mientras tanto los socios de los ocupantes nazis de la URSS -a la que Ucrania pertenecía, por cierto-, los fascistas de la Organización de Nacionalistas Ucranianos del genocida Stepán Bandera asesinarían, a través de sus formaciones paramilitares Nachtigall y Roland, integradas en la propia Wehrmacht, a más de 100.000 judíos, rusos, polacos y ucranianos en un ejercicio de limpieza étnica destinado a crear un futuro Estado independiente ucraniano racialmente puro. El Presidente de Ucrania Víktor Yúschenko, uno de los líderes de la “revolución naranja” y racista antiruso, nombraría de forma póstuma a Bandera “Héroe de Ucrania” el 20 de Enero de 2010 -el Congreso de Nacionalistas Ucranianos, heredero de la Organización de Nacionalistas Ucranianos, fundada por Bandera, fue socio desde 2002 de la coalición Nuestra Ucrania, liderada por Yúschenko-, aunque el Tribunal Supremo de Ucrania lo anularía con posterioridad. A pesar de la toma del poder actual por los terroristas de Pravy Sector y de Svoboda, herederos ideológicos de la estirpe criminal de ratas de Bandera, la memoria del pasado antifascista está muy viva en la mayor parte de la Ucrania actual.
Desde principios de siglo XX Odessa era ya una ciudad culta, llena de museos, teatros y liceos, altamente desarrollada y urbanizada, siendo, a su vez una moderna babel multilingüistica. Desde hace más de 50 años es una ciudad muy industrializada. La clase trabajadora tiene un peso determinante en su estructura social. A pesar del intento de ucranización de la ciudad a partir de la independencia ucraniana de la extinta URSS, la rusa es la etnia más numerosa del diverso espectro humano que compone la comunidad de Odessa. El ruso es considerado por el 65% de la población de Ucrania su idioma materno y el de uso habitual. Sin embargo, ello no ha impedido que los gobiernos antirusos de Ucrania hayan impuesto el ucraniano como idioma oficial a pesar de que lo habla menos del 30% de la población.
Ayer como hoy, la caza y muerte de comunistas y de rusos se ha convertido en el deporte nacional de fascismo ucraniano, al igual que sucede ahora en Slaviansk, Kramatorsk, Konstantinovsk, Lugansk, Mariupol,... Muchas de las víctimas asesinadas en el incendio de la Casa de los Sindicatos en Odessa eran comunistas.
De comunistas eran las banderas, los locales y los libros quemados en Kiev -en evocación de la quema de libros del 10 de Mayo de 1933 en la Bebelplatz, llevadas a cabo por los camisas pardas y las Juventudes Hitlerianas- y otras ciudades controladas por los nazis ucranianos. Comunista es Petro Simonenko, que sufrió un intento de linchamiento a manos de las bestias de Bandera.
Crimea se unió a Rusia tras un referéndum en el que el 96,77% de los votantes se expresaron a favor de esta opción. Al gobierno ultraderechista de Kiev no lo ha elegido nadie, al contrario de lo sucedido con la elección del depuesto Presidente de Ucrania, Yanukovich, que fue elegido en unas elecciones multipartidistas.
El control militar de Crimea por Rusia se produjo prácticamente sin víctimas, ni siquiera militares, muchos de los cuales se pasaron al bando ruso, prácticamente sin disparar un tiro. Los pocos que hubo fueron al aire.
En Crimea, al contrario que en ciudades del este de Ucrania, no se han producido situaciones de tanques aplastando a civiles desarmados ni de helicópteros disparando contra la población.
En los levantamientos de población rusa en dos regiones del este de Ucrania -Lugansk y Donetsk- las milicias actuaron casi sin violencia alguna contra policías -que en muchos casos contemplaron los levantamientos con simpatía- y menos aún contra población civil. Pero Putin es tildado de dictador, cuando aguantó con paciencia franciscana la violencia antirusa de Maidan, la actuación de Rusia es tachada de irresponsable y violenta y la población y las milicias rusas partidarias de independizarse de Crimea o de la federalización son satanizadas como terroristas.
En el levantamiento de la población rusa no ha habido en ningún caso francotiradores que disparasen alternativamente sobre los ciudadanos y sobre la policía para enconar los enfrentamientos, al contrario de lo que sucedió en Maidan pero los sublevados de esa plaza y los civiles armados por Svoboda y Pravy Sektor fueron considerados por los medios de desinformación capitalistas USA y de la la UE como demócratas. En Noticias 2 de Antena 3 de este pasado puente de Mayo el “presentador” Álvaro Zancajo, un títere-maniquí de penosa presencia televisiva, aludía a los asesinos de la Casa de los Sindicatos de Odessa como “proeuropeos” en un rizo de máximo cinismo y desvergüenza profesional.
Semejante mamarracho no es la excepción dentro de los medios españoles. En todos ellos los presentadores son bustos parlantes, sin dignidad, conciencia, ni decencia, reproductores de la grabación unidireccional y monocorde de los discursos del poder político-económico.
Decía que estos días he sentido vergüenza, asco y odio tras los asesinatos a manos de nazis de los encerrados en la Casa de los Sindicatos.
Me avergüenza vivir en un país en el que maricón-plejines Rajoy hace de comparsa del verdugo obsecuente Obama, auténtico estratega e instigador de lo que desde hace meses sucede en Ucrania y antes con la “revolución naranja”.
Me avergüenza pertenecer a un país integrado en la UE, en donde sus autoridades callan desde Bruselas ante un proyecto de genocidio étnico y político contra rusos -pronto también contra judíos- y comunistas, después de alentar el Maidan nazifascista y aupar a dichos grupos a un gobierno ilegal e ilegítimo de criminales.
Me avergüenza vivir en un país en el que el idiota medio expresa su rebuzno rusófobo con expresiones del tipo “si quieren irse de Ucrania que se vayan pero que no líen la que están liando”. El muy imbécil jaleaba a los que fascistas clase media de Maidan pero ahora ni entiende ni quiere comprender que los antifascistas, que aguantaron la violencia antirusa en Kiev con una paciencia y moderación infinitas, para evitar una guerra civil, hayan estallado ahora cuando han visto los rostros de los asesinos hijos de Bandera en el gobierno. Ignora el cretino reaccionario que cuando uno se va de un país, se lleva también su casa -es decir, la tierra que le vio nacer- porque lo contrario, no hacerlo, es mera expulsión y diáspora de refugiados, como la de los judíos y moriscos españoles o como la de los gitanos desde hace siglos.
Me asquea el arco parlamentario español y de sus Comunidades Autónomas al completo, así como el conjunto de las candidaturas europeas de este país, que han callado sobre los sucesos de Ucrania, en un intento de continuar su campaña al margen de las más elementales muestras de humanismo, solidaridad y compasión ante las víctimas salvajemente sacrificadas para mantener la unidad territorial de ese saco de obscenidad llamado Ucrania.
Me asquean los borregos que degluten con avidez insana los platos preparados de mentiras que diariamente les sirven calientes los sicarios del Imperialismo y su mariachi la Unión Europea, sin cuestionarse nada de la desinformación recibida y haciendo de su rusofobia, reflejo del bilioso anticomunismo de guerra fría, bandera.
Me asquean los equidistantes “ni-nis” del trotskismo diverso, auténtica quintacolumna del imperialismo USA, y los superadores de la oposición izquierda-derecha, para los que son igualmente condenables Obama y Putin, ucranianos nazis y antifascistas rusos, los que hablan de dos imperialismos, el norteamericano y el ruso, cuando un análisis honrado e informado sobre la actuación de unos y otros en esta crisis no resiste comparación.
Me asquea que las “izmierdas” que presentan candidaturas a las elecciones europeas callen en campaña la necesaria denuncia de lo que está ocurriendo en Europa porque Ucrania es parte del continente Europeo, que no es lo mismo que decir de la Unión Europea, para no ser tildados de agentes al servicio de Putin y de Rusia y no perder ni un solo voto de esos que creen que son de izquierdas porque no votan al PP o sus compinches del PSOE. Ya hubo precedentes de silencios cómplices con la guerra que desmembró Yugoslavia, cuando los sicarios del imperialismo, y de los planes alemanes de desmembración de la Yugoslavia socialista post-Tito, en la mal llamada izquierda contribuyeron a la criminalización sólo de Serbia y Milosevic y mientras callaban ante las atrocidades que se cometían también del lado croata, bosnio o kosovar.
Siento odio, un odio profundo y ronco contra USA y su Presidente, al que me gustaría pintar una diana sobre su cara y arrancársela de un disparo de lanzacohetes antitanque pero sé que esa es una ensoñación inútil porque no está a mi alcance hacerlo y porque en ese país no faltan cerdos criminales, protectores de nazis y promotores de asesinos de Al-Qaeda, a los que sentar en el despacho oval de la Casa Blanca.
Para sentir esta vergüenza, este asco y este odio no necesito ignorar que Putin es un capitalista con tics autoritarios ni que la Rusia actual es un país que nada tiene que ver con el socialismo, por imperfecto que éste fuera en el pasado, pero no ignoro ni me miento a mí mismo para no ver que frente a la unipolaridad tiránica y criminal de USA es necesario una multipolaridad que contribuya al ocaso definitivo de su dominación mundial y que Rusia contribuye hoy decisivamente a este papel en el mundo.
Tampoco ignoro que, a pesar del creciente nacionalismo de extrema derecha que la voladura desde dentro y desde fuera de la URSS han provocado como reacción entre sectores de la población rusa, el antifascismo sigue muy vivo en ese país y entre los rusos ucranianos que, al contrario de gran parte de los europeos, se niegan a perder la memoria para no ser colaboradores por omisión o por acción del fascismo actual.
No me siento capacitado para decirle a los dirigentes rusos la respuesta que han de dar ante el salvajismo de los nazis ucranianos contra la población rusa de ese país pero como antifascista y comunista español que no olvida la consigna de Pasionaria del "No pasarán" creo que algo puedo decir, aunque sólo sea desde la memoria histórica del pasado de mi país.
Sé muy bien que este modesto blog apenas llega a los ya convencidos de antemano y que carece de fuerza para ser el medio desde el que convocar ninguna forma de protesta contra el genocidio en marcha en Ucrania, pero me siento concernido como persona a no callar, a no ser colaborador por omisión, ante esta barbarie.
Como ser humano que soy, me siento legitimado para exigir a esas sedicentes izquierdas a convocar unitariamente actos de repulsa contra los crímenes dirigidos por las autoridades de Kiev contra la población rusa ucraniana y realizarlos ante las sedes diplomáticas de Ucrania, USA y Alemania.
De lo contrario, la sangre de las víctimas caerá sobre las degeneradas conciencias de sus dirigentes.
SI ERES ANTIFASCISTA, MUÉVELO: Concentración: contra el fascismo y el imperialismo en Ucrania ¡no pasarán!: http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/05/concentracion-contra-el-fascismo-y-el.html