Miguel Urbano
Rodrigues. La Haine
Para concretar el
objetivo, los medios hegemonizados por el capital promueven la alienación de
los pueblos con la colaboración de las falsas izquierdas
El discurso
pronunciado en Montreux, Suiza, en la Conferencia Internacional
sobre Siria, por el vicepremier de aquel país árabe (odiario.info, 28 de enero)
es simultáneamente una respuesta a la campaña de mentiras de los medios
occidentales sobre la situación en la
Región y una denuncia de la alianza de las potencias
imperialistas con las organizaciones terroristas por ellas financiadas y
armadas y con las monarquías fundamentalistas del Golfo.
Precisamente porque los hechos de Siria transcienden los problemas locales, los grandes periódicos y cadenas de televisión de los EEUU y de
La campaña de
calumnias y desinformación cuyo blanco es el presidente Bassar al Assad refleja
bien la hipocresía, el amoralismo y la desesperación creciente del gran capital
transnacional incapaz de encontrar soluciones para la crisis global del sistema
iniciada en los EEUU, polo y motor del engranaje de poder que oprime la humanidad.
Las guerras
genocidas y de saqueo contra los pueblos de Afganistán, Iraq y Libia, que
arruinaron a esos países, no han producido los resultados esperados. Los EEUU,
que concibieron esas agresiones y han implantado en ellos el caos, la hambruna
y la violencia endémica, simulan retirar las tropas de ocupación de las
regiones que devastaron y empobrecieron. Mienten. En Iraq las sustituyeron por
ejércitos mercenarios.
Fue el veto de
Rusia a la intervención militar directa estadounidense lo que obligó Obama a
dar el dicho por no dicho después de anunciar que bombardearía Siria. La
primera consecuencia fue el inicio del dialogo con Irán y la anulación parcial
de las sanciones impuestas a Teherán.
La renuncia al
uso inmediato de la fuerza no significa, sin embargo, un viraje en la
estrategia imperial para la
Región.
Hay que recordar
que Barack Obama olvidó o violó la mayoría de los compromisos asumidos durante
la campaña electoral que lo llevó a la Casa Blanca. Una vez elegido, las promesas
progresistas fueron ignoradas o sustituidas por una política belicista.
El discurso del
secretario de Estado John Kerry en la Conferencia sobre Siria será recordado como
ejemplo de fariseismo. Repitió con impudor y arrogancia las mentiras y
calumnias forjadas por la propaganda imperialista, pero sus amenazas a Bassar
al Assad no ocultaron la incapacidad de Washington en el actual contexto para
concretarlas.
EL ALERTA DE
CHOMSKY
Noam Chomsky,
durante un Festival de Ciencias en Roma, procedió a un inquietante diagnóstico
de la crisis mundial.
En su opinión las
llamadas democracias representativas de los países desarrollados del Norte
están al borde de un colapso porque las instituciones no funcionan. Quienes hoy
en la Comunidad
Europea toman las decisiones importantes son dos o tres
gobernantes y los burócratas de Bruselas. El objetivo prioritario es la
destrucción de las conquistas sociales –salud, educación, seguridad social,
regímenes de jubilación, etc –de los trabajadores posteriores a la II Guerra Mundial.
El abismo entre el
capital y el trabajo se profundiza. Para concretar el objetivo, el sistema
mediático, hegemonizado por el capital, promueve hábilmente la alienación de
los pueblos con la colaboración de las falsas izquierdas.
En los EEUU el
panorama esbozado por Chomsky no es menos sombrío. La situación asume tal
gravedad que incluso el Wall Street Journal reconoce que el país está al borde
de un desastre irreparable. Sea cual sea el gobierno -escribe el influyente
diario- demócrata o republicano, las políticas son las mismas porque son
siempre «los banqueros y los burócratas»
quienes imponen las decisiones. Chomsky concluye que el peligro de gobiernos
dictatoriales de la plutocracia es hoy en Europa y los EEUU una amenaza real.
EL CASO PORTUGUÉS
En Portugal, el
gobierno de Passos & Portas actúa ya como discípulo entusiasta de esa
estrategia criminal. La política que impone, la austeridad y el lenguaje
patriotero con que la pretende justificar, traen cada día a la memoria la
actitud de los gobernantes de la época de la dictadura.
Salazar también
combatió el déficit del presupuesto. Lo hizo robando los trabajadores en
beneficio de la clase dominante. Se enorgullecía, como Passos, de una
austeridad criminal que colocó a Portugal a la cola de Europa.
El cuadro
político y social cambió, es cierto. El pueblo portugués fue sujeto de una
revolución democrática y nacional. Transcurridos 40 años, el lenguaje y los
métodos de los ministros de Passos & Coelho (hoy no existe policía
política) no pueden repetir los de los jerarcas del fascismo. Pero algunos de
los miembros del actual gobierno de derecha podrían haber sido ministros de
Salazar y contado con su admiración.
La señora de
Hacienda, siempre suave al anunciar medidas perversas, seguramente tendría
lugar en un gabinete de Salazar. El ministro adjunto Marques Guedes, con su
estilo seráfico, también, así como el responsable de Defensa, que cultiva la
mentira y la truculencia, tal como algunos secretarios de estado liderados por
el ilusionista Marco Antonio. Es dudoso que Portas cayera bien a Salazar por su
imprevisibilidad y ambición ostentosa, y admito que Passos, por su arrogancia y
escasa inteligencia, no lo impresionaría.
El conjunto, por
la opción ideológica ultramontana, obra y oratoria, me hace diariamente
recordar la peor fauna política de de las décadas de dictadura fascista.
Es dolorosa la
conciencia de que el gobierno de Passos & Portas ejemplifica bien el modelo
de dictadura plutocrática esbozado por Chomsky. Esa gente consiguió implantar
en Portugal un régimen autocrático. La fachada democrática no oculta ya la
dictadura del capital.
No soy pesimista. Me anima la convicción de que el pueblo portugués, en un reencuentro con
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
A estas alturas de la película creo que mi pelea por desmontar y combatir el error, muchas veces debido a la ignorancia, otras tantas a la falacia, de confundir pueblo (equivalente a nación tras la revolución francesa, o a la "ciudadanía", esa palabra que tanto gusta a la derecha y a las pseudoizquierdas desclasadas) con clase trabajadora, está destinada al fracaso. La estupidez, unida a la claudicación ideológica hace tiempo que han ganado irremisiblemente la batalla.
Es tan obvio el modo en que se juega a confundir ambos conceptos que, si al principio se alude al significado correcto de pueblo (al aludir a las naciones agredidas por el imperialismo norteamericano, en ocasiones en connivencia con el terrorismo islámico, como es el caso sirio) luego, en el último párrafo del artículo que les he presentado arriba, se mezcla a la nación portuguesa ("el pueblo portugués") con la clase ("los trabajadores") sin recato alguno.
Pero no pasa nada. Las izquierdas en su juego premediatado en unos casos, derivado de la falta de formación política en otros, seguirán dando vueltas a la noria de la confusión, que en muchos casos tiene un transfondo patriotero y antiinternacionalista y siempre expresa el objetivo interclasista de fondo, en lo que no es otra cosa que un entreguismo ideológico digno de mejor fin en su obstinación.