Mike
Wayne y Deirdre O’Neill. Red Pepper
En 2012 un grupo de personas procedentes de la
clase obrera de Manchester y Salford [un barrio de Manchester] se junta para
crear un espectáculo teatral basado en sus propias experiencias y el libro de
Engels La situación de la clase obrera en Inglaterra. Disponían de
ocho semanas antes de estrenar. Esta película filma a los protagonistas desde
el primer ensayo hasta el estreno y sitúa su lucha por poner en escena el
espectáculo dentro del contexto de las luchas diarias de la gente común que se
enfrenta a la crisis económica y las políticas de austeridad.
Las personas que se juntaron para montar el
espectáculo se convirtieron, de ser un grupo de extraños -la mayoría de los
cuales no había actuado nunca- en el “Colectivo harapiento” en poco menos de
dos meses. La película, llena de pasión política e ira, es un testamento
maravilloso de creatividad, determinación y camaradería de la gente obrera, lo
que desmonta los estereotipos de la clase obrera que difunden los medios de
comunicación.
¿Cuál fue la motivación que dio lugar
a este documental?
La idea de la película surgió hace unos años.
Trabajamos durante un año en Venezuela. Durante nuestra estancia leímos el
libro escrito por Engels en 1844, La situación de la clase obrera en
Inglaterra. Nos llamó la atención su relevancia en un momento en que el
Reino Unido desmantela el Estado de bienestar para regresar a un capitalismo
desenfrenado propio del siglo XIX en que la política servía a los ricos. ¿Qué
ha cambiado? Algunas cosas sí han cambiado. Cuando Engels escribió el libro, la
conciencia política obrera era muy grande y proliferaba una cultura obrera
independiente. Hoy en día los obreros y sus organizaciones en el Reino Unido,
especialmente en Inglaterra, se han desintegrado a consecuencia de los ataques
que representan las políticas neoliberales. Queríamos traer a la memoria aquel
espíritu revolucionario del libro de Engels y que también encontramos en
Venezuela.
¿Cómo fue el proceso de filmación?
Hicimos un llamamiento abierto en Manchester y
Salford de voluntarios que querían formar parte del proyecto. El objetivo fue
que los participantes idearan una obra de teatro basada en sus propias
experiencias y el texto de Engels, de forma que se produjeran dos elementos. En
primer lugar establecerían las conexiones entre el texto de Engels y su propia
vida y en segundo lugar contarían sus propias historias. Teníamos la idea de
que la película siguiera el proceso de estrechar lazos, colaborar, crear, contar
cuentos y destacar los temas de clase. Al mismo tiempo contextualizamos lo que
ocurría en los ensayos dentro del marco de las actuales políticas de austeridad
y una visión histórica de la situación de la clase obrera en el pasado al
utilizar metraje de archivo y las palabras de Engels.
Los documentales, sobre todo los que
tienen una estética de la observación, tienen con frecuencia un estilo que
conduce a la imparcialidad; aquí hay una perspectiva definida sobre el tema.
¿Fue siempre vuestra intención permitir a los actores articular sus propias
experiencias e interpretaciones del libro?
La idea de la película requería una puesta en
escena que implicaba que nunca fuimos observadores imparciales accidentales. En
este sentido el film se encuadra dentro de la tradición de cinéma
vérité que se confunde a menudo con el cine de observación; en
realidad se diferencia de éste porque permite al cineasta asumir una postura
intervencionista. Esta tradición ha reaparecido también de forma corrupta en
los documentales televisivos en los que los cineastas fijan tareas u objetivos
competitivos a los protagonistas. La diferencia con nuestra película reside en
que nosotros quisimos que las personas trabajaran juntos -en vez de unas contra
otras- en un proyecto político.
¿Piensa que los tiempos actuales
requieren una cultura cinematográfica o documental que plantee realmente las
grandes preguntas sobre la sociedad británica?
Se está produciendo dentro de la sociedad
británica una enorme transformación y los medios de comunicación dominantes no
la están cubriendo. El Estado de bienestar, que se creó para proporcionar
barreras protectoras entre las personas y el mercado, se está desmantelando.
Volvemos al capitalismo de laissez faire del siglo XIX, otra
razón por la que debemos releer a Engels hoy. Se está produciendo en este país
un golpe de Estado corporativo mientras los medios de comunicación dominantes
guardan un silencio implícito. Los mismos tiempos que corren producen una
cultura documental que se hace grandes preguntas.
El objetivo de la película fue hacer
un paralelismo entre la situación actual y 1844. ¿Cuál es este paralelismo?
Hay un paralelismo notable entre la Inglaterra de
Engels al principio de la revolución industrial y el capitalismo desbocado de
hoy. Los pobres trabajan todavía a cambio de sueldos de subsistencia, habitan
viviendas deficientes, están más enfermos, mueren antes, hay poca movilidad
social, la educación está diseñada para prepararlos para una vida de empleos
serviles, mientras la ley, como dijo Engels, “es una vara que la burguesía ha preparado para ellos.” Tomemos
como ejemplo lo que escribió Engels sobre el vínculo entre la desigualdad y el
crimen y las declaraciones de los representantes de la burguesía sobre “el carácter sagrado de la propiedad”
después de los disturbios que sacudieron las ciudades inglesas en 2011. David
Cameron describió los mismos como “criminalidad,
pura y dura.”
¿Qué relevancia tiene hoy el libro de
Engels?
Lo que es tan poderoso en Engels es que disecciona
las relaciones fundamentales de poder de la sociedad al hablar de clase. Es de
lo que no quieren hablar los políticos o sustituyen por los prejuicios de una
elite ajena a la realidad que habla de “gorrones.”
Mientras tanto los medios de comunicación reciclan unos estereotipos
unidimensionales de clase y gran parte del mundo académico declara que la clase
es un concepto arcaico. Pero la realidad es que sin este elemento de clase no
podemos, literalmente, entender los impulsores principales del cambio social y
los problemas sociales endémicos. El libro de Engels no es por tanto una
curiosidad histórica sino un recuerdo de lo que hemos olvidado: que la clase es
todavía relevante para entender la sociedad de hoy.
¿Creen que las prácticas documentales
funcionan como las prácticas sociales en términos de influir en la sociedad?
Todas las prácticas culturales son prácticas
sociales. Nuestra práctica cultural fue diferente porque trabajamos de otra
forma. Fue fundamental para el proyecto que la gente obrera que participó
contara su historia a su manera. Las historias de la clase obrera no las suelen
escribir sus protagonistas, que es lo que marca la diferencia. La dominación de
los medios de comunicación por parte de una clase media cada vez más alejada de
las vidas y experiencias de la clase obrera significa que sus historias se
filtran a través de un prisma de clase ajeno. Con el fin de influir en la
sociedad en sentido progresista, es importante el proceso y no sólo el producto
final. Dentro de los medios de comunicación convencionales, el proceso de
producción es jerárquico; éstos se acercan a la gente obrera y se apropian,
manipulan y distorsionan sus imágenes y palabras para que encajen en un
discurso preexistente.
La entrevista con la joven de la
zapatería en Moss Side [un barrio de Manchester] es un momento muy emotivo del
documental. Pero muestra también una experiencia obrera colectivizada y
multirracial.
Uno de los problemas del grupo que se juntó para
llevar a cabo el proyecto dramático es que eran todos blancos. Inicialmente se
juntaron unas treinta personas pero se retiró la mitad al percatarse de la
importancia del compromiso requerido. Había algunas personas negras y asiáticas
en el grupo inicial que luego se descolgaron. Lo que no valoramos, como londinenses,
es la segregación tan grande que existe en Manchester debido a las distintas
comunidades que allí residen. Esto constituye un problema en la medida de que
la película trata de un grupo de personas que realiza el espectáculo y
reproduce una visión homogénea de la clase obrera actual. De modo que sabíamos
que teníamos que intentar corregir esto en la película. Cuando llegamos a Moss
Side les entrevistados no nos dieron muchas alegrías al principio, ya que
cuando los preguntábamos a qué clase pertenecían, contestaron que a la “clase del chanchullo” y no querían que
los grabáramos. Y luego nos encontramos con Angie; la entrevista con ella fue
increíble y sabíamos que la íbamos a utilizar y que iba a ser el centro de la
película. Sí encontramos que mucha gente estaba enfadada, que había una
frustración y dolor latentes debajo de la superficie; esto se veía en la
entrevista con Angie. Esta dimensión psicológica y emocional de la opresión de
clase es muy importante. No se trata de la “economía”
o la “sociedad” en abstracto; se
trata de la vida de las personas.