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25 de agosto de 2023

TIEMPO DE PESIMISMO (NO EXAGERAR LOS ADJETIVOS), TIEMPO DE ESPERANZA

Por Marat

Si creyésemos a conspiranoicos, cenizos que insisten en que sólo nos espera una nueva forma de esclavitud, sectarios que anuncian el Apocalipsis, agonistas a los que imaginar un mundo distópico se la pone dura, convencidos de que el colapso de la humanidad es la expectativa imaginable y segura, debiéramos rezar para que la destrucción nuclear fuese un acto misericordioso y rápido.

Pero esto es algo propio, en unos casos, de seres con conflictos personales no resueltos, cuyas angustias personales, proyectan en forma de odio sobre la humanidad. Se ve mucho en redes sociales y foros más privados. El fascismo tiene sus canales.

Hay incluso quienes desde posiciones humanistas y hasta progresivas sólo nos han pintado un negro horizonte.

Es cierto que pintan bastos ahora mismo para quienes deseamos un mundo de igualdad, de emancipación de los seres humanos respecto al dolor, la pobreza y la explotación laboral, y de que civilización y naturaleza sean a la vez posibles.

También lo es que las resistencias frente a la desaparición de lo público (la sanidad, la enseñanza, las pensiones, las coberturas sociales ante el paro,…) abren cuestionamientos respecto al sistema económico y de dominación que acabarán por negar al capitalismo y quizá, si hubiesen comunistas abiertos de mente, a plantear de nuevo el socialismo.

El miedo al futuro hace posible que muchos trabajadores busquen en inmigrantes con y sin papeles sus enemigos inmediatos. Sus enemigos son los empresarios que calculan los salarios según necesidad de supervivencia del trabajador.

Seguirán viniendo los sin papeles, cada vez más, (ningún gobierno fascista, liberal o progre podrá impedirlo) porque la razón ya no es sólo la guerra o el hambre sino la desertificación de zonas cada vez más amplias del planeta

¿Seguimos deseando su muerte en el mar o, abandonando la pose de beatos de ONG, consideramos que unos y otros somos clases subalternas hermanadas por la necesidad de pan y trabajo que exigen al capitalismo que se quite la careta del bien común?

En cuanto al terrible fin de la humanidad que se nos anuncia y a las políticas supuestamente ecológicas, destinadas a evitarlo, puedo asegurarles que van a conocer una rebelión de la clase trabajadora, contraria a pagar el negocio capitalista de la descarbonización, como no han conocido a lo largo de la historia del capitalismo. No porque el planeta no necesite desahogarse sino porque la transformación industrial del proceso implica costes que debe pagar el capital que generó el problema y nunca los obligados a consumirlo.

Y, sí, hay razones para la esperanza porque nunca la desesperanza tuvo tantas razones para el rechazo de lo sufrido en el pasado, atacado en el presente y amenazado ante el futuro.

Frente a ello el “comunismo (como) movimiento real que supera y anula al estado de cosas actual” (Karl Marx, Friedrich Engels. “La ideología alemana”)

8 de noviembre de 2017

“EPPUR SI MUOVE”: A DISTINGUIR ME PARO LAS VOCES DE LOS ECOS (3)

Por Marat

Bershka. Un sector de las muchas mujeres explotadas por Amancio Ortega se ha rebelado simplemente porque su salario era de mierda ¿Querían algo más? No, simplemente algo más que 10 € más al mes. Y sin duda lo que Marx proclamó hace ya muchos años de que “el obrero [hoy por muchos motivos la obrera] tiene más necesidad de respeto que de pan”

Los trabajadores de recogida de basuras en Madrid han impuesto una segunda victoria contra la patronal y contra un ayuntamiento de progres podemitas y de IU qie impuso un 50% de servicios mínimos. La señora Botella y el PP cabalgan de nuevo en sus posiciones antisindicales a través de Carmena y de su coalición instrumental. La misma que hoy hace especulación urbanística, como antaño intentaron PSOE y PP en la Operación Chamartín, ahora ejecutada.

La conquista ahora lograda es realmente exigua y solo salarial pero lo cierto es que vuelve a señalar que hay otras realidades más allá de la ópera bufa catalana y el patrioterismo rancio español.

La realidad de una clase trabajadora que no llega a final de mes se impone en un país con millones de parados, más millones aún de pobres, aunque tengan empleo (miserable) y un gran sector de españoles con los que no parecen ir las angustias de muchos que ya han quedado descolgados para siempre del espejismo del tren de la prosperidad para todos. Hasta que la próxima crisis, que llegará antes que las anteriores (la declinación senil del capitalismo es imparable porque hace tierra quemada incluso de la que pisa y domina), incremente el número de desheredados. Y los hoy indiferentes reclamen una solidaridad que tanto rechazaron.

En estos días de celebración del Octubre Rojo, aquel que vino anunciado por las ideas de Lenin y Rosa Luxemburgo de la necesidad de una revolución socialista porque toda conquista obrera era parcial, provisional y perecedera, nos ha dejado una izquierda de mierda; lo que siempre fue la izquierda, la monja plañidera y compasiva del capitalismo. No fueron quienes hicieron la revolución los que nos fallaron sino quienes solo querían una revolución democrática al estilo de las revoluciones burguesas de 1849. Por algo Lenin en el período hacia la revolución no se reivindicó de izquierda. Se limitó a levantar como bandera las demandas sociales de la clase trabajadora y campesina rusa y ha hacerlas reales: ¡pan, tierra, y paz! Hoy el pan no puede seguir esperando si no es por la burla de un progresismo desclasado que quiere vender conquistas democráticas de un febrero travestido de octubre que solo es garopardismo. La tierra no es otra cosa que el derecho a no ser desalojado de la vivienda, también bajo el gobierno de los progres. La paz ha de serlo entre los pueblos, jamas con sus burguesías que intentan enredar a la clase trabajadora en sus trampas de banderas y patrias, el último refugio de los canallas.

El febrero que una parte de la burguesía, la catalana, ha vendido, se agota pero lo hace a costa de la victoria de la burguesía española.

Jugar en el campo de ambas, aceptar la lógica de las patrias y de las banderas es suicida para los sectores minoritarios de la clase trabajadora que lo aceptan y y cómplice del crimen para la mayor parte de ese engendro que se reconoce bajo el nombre de las izquierdas y que en unos casos pactó en su día con los sectores aperturistas del franquismo y en otros intentó vendernos que una república, que sería inevitablemente burguesa por hegemonía social, habría de ser la tierra de promisión de los desheredados.

En este día posterior al Centenario en el que los cañones del Aurora anunciaron un nuevo amanecer el mejor homenaje al camino que abrió aquel Octubre socialista es mantener la bandera de la clase, el principio de la lucha de clases como motor de la historia, la necesidad de aplastar a la burguesía bajo una dictadura del proletariado con más legitimidad que la que hoy ejerce la burguesía contra nuestra clase y el aprendizaje de los errores de aquella revolución para no volver a repetir que la próxima pueda morir por falta de trabajadores que la defiendan.

Sin formar cuadros comunistas, sin educar a nuestra clase y organizarla, sin defender su independencia frente a los intereses de todas las fracciones de la burguesía, sin preparar cada batalla rechazando el aquí y ahora parlamentario, porque en ese terreno debiéramos haber aprendido que ya no hay nada que conquistar, solo tendremos a demagogos y fantoches progres, pseudoradicales o fascistas intentando pastorearla.