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13 de octubre de 2014

MIRANDO A UNAS IZQUIERDAS DESORIENTADAS, ACOBARDADAS Y AGONIZANTES

Por Marat

Mucha agua ha corrido bajo los puentes de las izquierdas desde que éstas se felicitaron por la rápida extensión del Estado del Bienestar tras la II G.M., que mucho antes había comenzado el Canciller alemán Otto von Bismark. 

Desde al menos 1948 las izquierdas han gestionado el resultado del pacto social con el capitalismo. Un Estado del Bienestar que logró en primer lugar niveles elevados de consumo entre las clases trabajadoras y medias, cierta redistribución social de las rentas nacionales y formas de salario indirecto que protegían sus vidas. Todas ellas fueron posibles, dentro de una estructura mundial capitalista, porque existía un interés mutuo entre el reformismo de un sector de las izquierdas y el proyecto de desarrollista y de crecimiento del capital. Ese interés compartido se llamó pacto social.

Tampoco debemos olvidar que una parte de la plusvalía que el capital cedía a la clase trabajadora europea para poner en píe los Estados del Bienestar era compensada con una sobreexplotación desde el centro a la periferia del sistema capitalista.

Para ganar espacios de poder o frenar tentativas de recortes de conquistas sociales a las izquierdas les bastaba esgrimir amenazas de movilización sindical. El capital solía ceder en las migajas para no poner en peligro el mantenimiento de altos niveles de beneficio empresarial.

Eran tiempos en los que frente a la “planificación económica socialista” se aplicaba la “planificación económica capitalista” o el llamado capitalismo monopolista de Estado. El capitalismo trataba de mostrarse inmune a y superador de sus crisis del pasado.

Durante decenios el invento funcionó. Las izquierdas jugaron a ser gestoras, según su nivel de representación electoral y su capacidad de presión sindical y, en mucha menor medida, política. Tampoco querían forzar nada. 

Mientras tanto el discurso pseudoizquierdista coincidía con el de los reformistas en que la clase trabajadora se había aburguesado. A los segundos se les escapaba que ellos se habían convertido en aristocracia obrera que decía representar a los trabajadores pero cada vez lo hacía más a los intereses de las mal llamadas clases medias. Los primeros olvidaban que para hablar de la realidad de la clase trabajadora no está de más vivir sus vidas y su intrahistoria y no las de la pequeña burguesía pseudoradical. 

Pero llegó el primer capítulo -crisis de 1973- de una larga serie de crisis capitalistas que desde entonces se han producido en distintas partes del planeta y han replicado en otras o que se expandían en fuertes sacudidas de intensidad creciente y mundial. Lo que en aquél momento era presentado como crisis energética (del petróleo) pronto se vería que expresaba los límites de crecimiento sistémico y de realización del capital.  

Y las “izquierdas” no supieron responder en aquél momento:
El capitalismo, con la complicidad de las políticas gubernamentales comenzó su desregulación y los Estados empezaron a perder el control del sistema financiero internacional y comercial, a producirse la deslocalización de empresas, la brutal inmersión en la economía sumergida, con la consiguiente pérdida de derechos del trabajador, el inicio del desmonte del Estado del Bienestar en países como Gran Bretaña, las primeras reformas liberalizadoras de los sistemas públicos de pensiones y de la sanidad.

Este ataque brutal de hoy a lo público en realidad comenzó 40 años atrás en Europa, sólo que los españoles comenzamos a extender el Estado del Bienestar ya con fuertes influencias de los intereses privados cuando en el Viejo Continente comenzaba su desmonte. 

Las huelgas sindicales en los países europeos de los años 70-80 y de parte de los 90 del pasado siglo fueron ante todo resistenciales: de defensa de la estabilidad en el empleo, de los derechos sociales y básicamente salariales, por la pérdida de capacidad adquisitiva que entonces ya se estaba produciendo en términos relativos. 

Las izquierdas se fueron tornando más y más reformistas. La vieja socialdemocracia europea se hizo social-liberal y admitió el decálogo de la competitividad, de la alianza de lo público con lo privado y de las incipientes políticas de austeridad y realismo económicos. Laboristas y socialistas franceses darían la puntilla al reformismo “progresista” de unos PPSS cuyo objetivo era volver a ocupar los gobiernos, si bien como zombies, desde entonces, sin proyecto alguno. Los partidos comunistas se hicieron ya abiertamente socialdemócratas (años del eurocomunismo) y trataron de competir con los ex socialistas en un espacio político-electoral cada vez más plano y estrecho dentro de un institucionalismo que cada vez gestionaba menos -caminábamos sin prisa pero sin pausa hacia el Estado mínimo- y más justificador de  políticas antiobreras. 

Derrotados los sectores históricos, más organizados, conscientes, sindicalizados y con mayor capacidad de movilización de la clase trabajadora (ejemplo de las huelgas de mineros y ferroviarios británicos), el movimiento obrero y las organizaciones de la izquierda política comenzarían ya a entrar en una espiral de desconcierto, renuncias, crisis y virajes tacticistas sin respuesta estratégica que han llevado hasta la debacle agonizante de las izquierdas de hoy.

En todo el período desde el inicio de la crisis del 73 hasta nuestros días, frente al sindicalismo reformista de la CES, el alternativismo sindical europeo ha sido incapaz, salvo excepciones particulares, de erigir un modelo de organizaciones de trabajadores amplio, sólido y con presencia significativa en una clase trabajadora que se ha ido ampliando pero, a la vez, descentralizando en unidades productivas mucho más reducidas que las del “obrero masa” de las grandes concentraciones fabriles.  

Las llamadas izquierdas radicales o alternativas acabarían pasando desde el 68 pequeñoburgués a un variado abanico de posiciones -situacionismo, violencia urbana, radicalismo democrático, intelectualismo, obrerismo nominal sin anclaje real, movimientismo,...- para finalmente caer la mayoría de ellos en un radicalismo verbal de tipo interclasista y antiglobalización que convirtió a una parte de ellos antes en coordinadora de movimientos sociales transversales que en organizaciones de clase y de vanguardia.

En la izquierda revolucionaria de cultura política más dogmática sólo sobrevivieron como opciones con posibilidad de resistencia las que se asentaron sólidamente en sindicalismos combativos, en su anclaje como organizaciones de clase, en una cultura de resistencia al capitalismo y en tradiciones societarias que mantuvieran la conciencia de clase en determinados segmentos de los trabajadores. 

La perdida de iniciativa de la clase trabajadora europea en las luchas de clases de los años 70-80 y 90 del pasado siglo tendría un momento especialmente significativo en torno a la aprobación del Tratado de Maastrich de la Unión Europea y ello por diversas factores, todos ellos de gran relevancia:

a) Porque constituía un momento de inflexión especialmente importante en cuanto a la pérdida de soberanía de los Estados respecto a la UE, lo que habría de crear especiales dificultades al movimiento obrero europeo, apenas articulado a nivel continental, y de las posibilidades de actuación desde los gobiernos de los países miembros para unas izquierdas reformistas débilmente coordinadas en el mismo plano supranacional

b) Porque conllevaba un salto cualitativo enorme que acentuaba el carácter de Europa de los mercaderes que ya tenía de origen la  UE y la subordinación de la unión política a unos objetivos económicos del gran capital.

c) Por la ceguera en unos casos de la gran mayoría de la la izquierda reformista europea, aceptación en otros e incapacidad de movilización continental y de alternativa política global del conjunto de las izquierdas frente a la estrategia de los capitalistas europeos y sus gobiernos conservadores y social-liberales.

d) Por las consecuencias posteriores que dicho tratado tendría con posterioridad en lo relativo al Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE, al Tratado de Lisboa, el BCE, la instauración del euro y las sucesivas Cumbres de jefes de Estado europeos auténticos pilares de las políticas de austeridad, recortes sociales y salariales y desmonte de los Estados del Bienestar europeos, impulsadas desde la fase de la crisis capitalista de los años 90 del pasado siglo hasta nuestros días.

Durante todo este período, caracterizado por la pérdida de iniciativa de las antaño organizaciones de “izquierdas” y del movimiento sindical y la consiguiente recuperación de la hegemonía del capital en la lucha de clases, se habían producido importantes transformaciones sociales, económicas y políticas entre las que cabe destacar: la privatización de las grandes empresas públicas de los Estados, la ruptura de la homogeneidad estructural de la clase trabajadora, una paulatina pérdida de capacidad adquisitiva de los salarios en términos relativos, una tendencia hacia la salarización y pérdida de estatus de determinados sectores profesionales, el inicio de la entrada paulatina de capital privado en el espacio de los servicios sociales, los primeros ataques al pacto social en las negociaciones colectivas entre trabajo y capital en las grandes corporaciones europeas, la desregulación y flexibilización del mercado laboral, la externalización de ramas enteras de la producción industrial y de los servicios, la deslocalización de las grandes multinacionales en Europa hacia Asía principalmente, el cambio de la arquitectura legal europea y su consiguiente repercusión en los marcos legales que sustentaban los modelos de constituciones con contenido social en los Estados miembros de la UE, la tendencia hacia un incremento del paro que se iría haciendo paulatinamente estructural,...

Por el camino los partidos socialdemócratas se habían convertido ya en partidos social-liberales y estos finalmente en partidos de centro y centro-derecha en la práctica. Los partidos comunistas, golpeados en su psicología política por el fin del socialismo real en el este de Europa y la disolución de la URSS, intentaban resituarse hacia la derecha, tratando de ocupar el espacio político de los ex PPSS, con más fracaso electoral que éxito y el alternativismo a su izquierda era ya una especie de mezcla de socialdemocracia y radicalismo al estilo del antiguo Partido Radical Italiano de Panella y Bonino.

Todos ellos habían ido siendo cada vez menos representantes de los intereses de la clase trabajadora para dirigirse hacia un electorado interclasista, a “toda la sociedad” (los PPSS), pivotando centralmente sobre los sectores profesionales asalariados, el funcionariado y la pequeña y mediana burguesías. En la práctica, las “izquierdas gobernantes”, en realidad ex izquierdas, lo hacían ya de facto para los intereses del gran capital, combinando estos con algunos guiños a sus electorados de rentas medias y medias-bajas.  

A partir de aquí se inicia la imparable agonía de las izquierdas europeas: 
Y llegó la crisis de finales de 2007 y las izquierdas, que se habían hecho conservadoras para mantener sus posibilidades de gobierno y ser aceptadas por los poderes reales del capital, se encontraron ante la gran paradoja de la mayor crisis estructural del capitalismo que, sin embargo, desaprovecharon sin recuperar la iniciativa de lucha social y política. 

Pero ¿porqué han fracasado las izquierdas en su papel transformador al menos durante estos 7 últimos años de la crisis capitalista mundial que afecta a Europa?

La respuesta no es sencilla y, por mi parte, evitare caer en la simpleza de los calificativos morales, tan aplaudidos ahora por la masa airada, porque sirven para desahogarse al que los emite y para lograr el aplauso fácil pero son inútiles para comprender la realidad y para cambiarla.

En cualquier caso, y con la conciencia de que el listado es inevitablemente incompleto, las razones del fracaso de las izquierdas en su respuesta ante la crisis capitalista son múltiples:

1.- Los Partidos de nombre Socialista, que ya están dejando de gobernar en casi toda Europa, siguen pensando en los gobiernos como palancas de acción política cuando ya hace mucho tiempo que ha muerto la escasa autonomía de la política sobre la economía. Hoy los gobiernos y los Estados carecen de mecanismos para impedir los paraísos fiscales, la deslocalización de las grandes corporaciones empresariales (salvo dando todas las facilidades fiscales, bajos salarios y despido libre) o la capacidad coercitiva de una fiscalidad realmente progresiva, si quieren permanecer en los gobiernos y no caer rápidamente por la presión del capital y sus múltiples medios.

2.-No existe un espacio para políticas económicas socialdemócratas, ya sean de los PPSS o cualesquiera otras organizaciones a su izquierda porque las políticas socialdemócratas de tipo keynesiano exigen un  pacto social entre trabajo y capital que éste ya no necesita porque está ganando la lucha de clases por goleada.

3.-Las ex izquierdas que han gobernado durante este último período de crisis han realizado políticas económicas propias de las derechas liberales, lo que les ha extrañado de su base social original, la clase trabajadora, y también de aquellas en las que luego se asentaron, las llamadas clases medias. Ello ha impedido una conexión con sectores populares que esas ex izquierdas pudieran haber utilizado como aliados de presión y movilización para enfrentar un contrapoder a la hegemonía de fuerzas del capital y suavizar en alguna medida dicha coacción. 

4.-Por otro lado, esta posible estrategia hubiera exigido una escalada de tensión social que las izquierdas con posibilidad de alcanzar los gobiernos no estaban dispuestas a asumir en toda la radicalidad que la dinámica de lucha de clases les hubiera podido llegar a exigir. Las izquierdas políticas, pasadas o presentes, se han hecho temerosas, gestoras en sus declinantes espacios de gobierno y conservadoras como consecuencia de la función que se niegan a sí mismas.

5.-Los sindicatos reformistas agrupan a la mayor parte de la clase trabajadora organizada y actúan como freno a una dinámica de movilización sostenida en el tiempo, entre otros motivos porque carecen de perspectiva y estrategia en cuanto al modo de lograr unos objetivos siquiera de reparto de la carga de la crisis que dicen pretender. Pero también porque temen que, si se radicalizan, tras años de sindicalismo de concertación y paz social, sus bases no les sigan ante la capacidad de imposición y chantaje de los empresarios. El descrédito creciente que han ido acumulando les impide recuperar unas energías que están perdiendo a chorros. Y la posibilidad de realizar sindicalismo en las pequeñas empresas y en la economía sumergida es realmente difícil.  

6.-Ante la evidencia de la dificultad de movilizar a la clase trabajadora golpeando contra la producción, cuando el consumo presenta una línea plana, los sectores a la izquierda de los PPSS han establecido programas de acción política dirigida hacia lo institucional y el énfasis en el déficit democrático de los Estados y las sociedades, vinculando Estado de Bienestar con democracia, lo que sólo es parcialmente cierto, y planteando estrategias constituyentes que alteren la correlación de fuerzas sociales, mediante un bloque antihegemónico al capital (al que no suele apenas aludirse en los programas ni en las consignas de lucha sino a los Gobiernos), y conformen un nuevo régimen de partidos. Pero éste es  un camino cerrado por varios motivos:

6.1) Vuelve a repetir el esquema erróneo del fetichismo parlamentarista y la acción institucional como mecanismos de cambio político, cuando es evidente que gobiernos y Estados perdieron hace mucho las palancas de acción sobre la economía y cuando los países han perdido en gran medida su antonomía frente al BCE, la UE y las grandes corporaciones multinacionales.

6.2) Para que un esquema de acción política reformista de este tipo tuviera al menos una mínima posibilidad de éxito habría necesitado de una movilización sin precedentes en masividad y sostenimiento en el tiempo en estos años de crisis capitalista pero la realidad es que la movilización social se ha venido abajo. La clase trabajadora, que es la única que podría aportar esa masividad, no siente que los 15M, los Jaques al Rey, los 25-S, las exigencias de más democracia, de denuncia contra la corrupción o los cansinos discursos anticasta vayan a resolver los problemas de 6 millones de parados o la situación bajo el umbral de pobreza del 21% de la población española. Saben que la respuesta a sus necesidades tiene una expresión claramente económica y no de nueva política institucional. Y ello supone dar alternativas al capitalismo; alternativas a las que casi nadie se atreve a dar nombre porque eso de “otro sistema” o de “sociedad postcapitalista” suenan a fraude porque no significan nada y lo de “economía del bien común”, el “procomún”, la “economía colaborativa” y demás conceptos no les llegan a la clase trabajadora y, si les llegasen, probablemente los vería como ideas bienintencionadas, con ruido pero sin las nueces que impliquen una auténtica redistribución de la riqueza que resuelva  sus situaciones vitales.

6.3) Pero además esa capacidad de movilización sin precedentes tendría, para tener alguna posibilidad de imponerse sobre la férrea voluntad del capital, que estar dispuesta a llegar hasta el choque de trenes. Ello supone dejar claro que se asume llevar a cabo posiciones de fuerza hasta un grado cuasi-insurrecional. Pero lo que hoy repite el reformismo como un mantra es que las revoluciones y las tomas de la Bastilla pasaron a la historia.

7.-Mientras los dirigentes y los partidos de las ex izquierdas o de las izquierdas reformistas mantengan intereses personales o de grupo vinculados de algún modo con los del capital serán vistos como parte del sistema. No voy a volver entrar en la cuestión de las tarjetas black de Bankia porque es un asunto muy obvio en relación con lo que digo.

Prefiero hablar del hecho de que Alexis Tsipras, Presidente de Syriza, la principal organización del Partido de la Izquierda Europea, al que pertenecen tanto IU como Podemos, haya sido patrocinado, pagado su viaje y estancia en USA por "The Institute For New Economic Thinking" (INET) del bimillonario, buitre especulador financiero internacional, promotor de revoluciones de colores como la de Maidan en Ucrania, de movimientos reaccionarios y secretos como Otpor y “benefactor” de las izquierdas reformistas mundiales (también, entre otros, del Transnational Institute de Susan Georges), George Soros. 

Espero que ningún lector pretenda tomarme por bobo de solemnidad y contarme aquello de que los servicios secretos alemanes durante la I GM y en colaboración con Alexander Helphand, el millonario marxista, más conocido como Parvus, permitieron que un tren blindado atravesara Alemania con Lenin y otros camaradas bolcheviques hasta la Estación de Finlandia en Petrogrado y que eso no comprometía en absoluto a Lenin porque la cuestión primera no tiene punto de comparación con la segunda. 

Soros no es marxista como era Parvus sino un intrigante criminal que además con sus especulaciones ha provocado la ruina de miles de familias en el mundo y Tsipras no va a hacer una revolución comunista en Grecia sino a  establecer un gobierno socialdemócrata de corte kesynesiano, cuyos límites ya pactó en su día con Alemania y con buena parte de los embajadores de países de la UE en Atenas, y es partidario de los eurobonos en cuya emisión está particularmente interesado George Soros, el hombre que en su día hundió la libra esterlina y que provocó la crisis financiera de los Tigres Asiáticos. 

No, lo que hizo el señor Tsipras se parece, mucho más que al tren blindado que llegó con Lenin a la Rusia revolucionaria, al viaje de Santiago Carrillo en 1977 a la Universidad de Yale en USA. Los viajes de Tsipras y de Carrillo representaron su homologación por el imperio como izquierdas “serias y sensatas” y el deseo de ambos de tranquilizar al corazón del sistema capitalista mundial, afirmando que no caerían en aventuras revolucionarias ni arriesgadas. Meras abejas sin aguijón.

No quiero saber a qué otras organizaciones del Partido de la Izquierda Europea alcanzan el largo brazo de las decenas de “ONGs” injerencistas que maneja el señor Soros, las cuáles indefectiblemente acaban en los servicios secretos USA, pero temo que acabaré sabiéndolo, que acabaremos muchos sabiéndolo, excepto aquellos que nunca quieren saber nada que rompa su “ilusión” o pueda decepcionarles. 

La izquierda que un día fue reformista hace tiempo que ya es sólo derecha democrática. La izquierda que un día fue comunista hace mucho que se transformó en socialdemocracia. Una parte de la que que en su día fue izquierda radical es hoy también socialdemocracia con un neolenguaje transformista y extraño y unas derivaciones francamente peligrosas hacia un populismo que aún no sabemos en qué acabará. Pero ninguna de ellas  es ya motor de revolución social ni bandera de la clase trabajadora. 

En su lugar son los populismos, las extremas derechas y los neofascismos los que hoy levantan la bandera de la rabia, de una rabia que, de nuevo, será empleada contra los trabajadores. Mientras, las izquierdas agonizan defendiendo los intereses de unas clases medias que, temerosas por su pérdida de estatus, se rebelan para no proletarizarse, sin comprender que no pueden ser motor de cambio porque el que desean mira a un pasado que no volverá, sus demandas empiezan y acaban en una clase que sólo se mira a sí mima, y tampoco se reconocen en esas izquierdas porque lo que queda de ellas ni siquiera es capaz de garantizarles su continuidad como estrato; algo que, de cualquier modo, el capitalismo hará desaparecer en una dualización cada vez más radical entre poseedores y desposeídos. Pero no se sienten explotados -a lo sumo expropiados, algo muy distinto- porque su cultura política y vivencial de origen es otra. Hasta el trabajador menos consciente sabe, en cambio, qué es ser explotado porque lo vive desde su propia condición aunque ello, en la mayoría de los casos, no le permita por si sólo elevarse a un nivel de conciencia política superior que sólo la organización colectiva de la propuesta puede aportarle. 

Las izquierdas, entendidas en su sentido histórico y matriz corren el peligro de desaparecer de Europa porque se han negado a sí mismas y sienten vergüenza y miedo al futuro en lugar de levantar sus banderas caídas y agitarlas con la energía emancipadora de quienes saben que el futuro les pertenece.

No ha muerto la idea de lo que representa la izquierda. No ha muerto su significado de igualdad, fraternidad, esperanza emancipadora, racionalidad, justicia y libertad. Habita en la mente de los encadenados, como concepto muy básico y primitivo, como conciencia de que sigue habiendo oprimidos y opresores.

Pero si esas ideas básicas, esos reflejos instintivos de base moral, no toman cuerpo organizado, forma estructurada de proyecto y lugar en la barricada, permanecerán flotando en el inconsciente colectivo y en la aspiración personal de los sueños humanos sin posibilidad de llegar a materializarse en un futuro.   

Ante este panorama tan desolador, de nuevo es pertinente la pregunta ¿Qué hacer?      
Desde la más plena conciencia de las limitaciones de quien esto escribe, siento el casi irrefrenable deseo de responder al perenne interrogante leninista con un atropellado “todo lo contrario de lo hecho en los últimos 40-50 años”.

Pero, además de que ello sería falso y enormemente injusto porque en este tiempo también se dieron luchas, expresiones y formas válidas y enriquecedoras como aprendizajes para el presente y el mañana, una respuesta así sería algo inútil, un mero desahogo que de muy poco sirve porque la negación es sólo el primer nivel de la conciencia, aquella que nos permite saber qué rechazamos, pero carece de la utilidad para construir a partir de propuestas concretas que nos permitan saber qué queremos ser y a dónde queremos ir. 

No me dirijo a los dirigentes de las organizaciones de izquierdas. Es inútil. Se que la gran mayoría de ellos ni me leen ni comparten mi diagnóstico, atrapados entre su electoralismo de cortos vuelos, su sectarismo particular o su diagnóstico de que el diluvio de esta crisis capitalista capeará y será posible volver a los viejos tiempos de la abundancia, o bien que si estamos ante la gran crisis capitalista sólo hay que sentarse y ver pasar el cadáver del enemigo, mientras es el propio el que se descompone.

Me dirijo a la mayor parte de sus militancias, a quienes están dispuestos a volver a empezar, conservando los mejores aprendizajes del pasado y sin medio a experimentar de nuevo, a los que no son miembros de ninguna organización pero se consideran de izquierda y, como a mí mismo me pasa también, no se reconocen en las izquierdas actualmente existentes y mucho menos en los telepredicadores de ilusión que se dedican a vender humo envuelto en consignas fáciles más cercanas a un libro de autoayuda inmediato que a un tratamiento de la enfermedad que a todos nos devora. 

Trataré de apuntar algunas cuestiones que considero claves para empezar a caminar, mientras se continúa en la pelea cotidiana. Un camino que será inevitablemente lento porque lo desandado y destruido es mucho. 

Entre esas claves para recuperar la identidad y la función de la izquierda que, a la altura de los tiempos sólo veo posible si es revolucionaria, porque el reformismo es un camino cerrado, creo necesarias las siguientes:

  • Recuperar la lucha ideológica como elemento central de la acción política. Posiblemente nunca como hoy los reaccionarios, la derecha política, el pensamiento teórico y la propaganda del capitalismo hayan llevado una iniciativa tan ventajosa frente a quienes defendemos la lucha de clases y un proyecto de sociedad socialista. Dispone de medios, fundaciones, aparatos ideológicos, educativos, religión, transmisión a través de la cultura y el ocio, etc. La pedagogía político-ideológica revolucionaria necesita ser sencilla a la vez que muy explicativa, muy apegada a la realidad, donde la teoría encaje como elemento elucidatorio y no como listado de consignas y dogmas, como textos de difícil comprensión o como “literatura” pedante del neolenguaje que ahora tanto se prodiga. 
  • Invertir un esfuerzo especial en la formación de cuadros militantes de la organización. Siempre fue fundamental para el partido revolucionario formar intelectualmente a sus miembros en aspectos políticos, económicos, culturales, filosóficos,... para invertir esos cuadros en un trabajo como activistas capacitados que transmitan reflexiva y críticamente sus posiciones y las de su organización en el entorno social (frentes de lucha, movimientos sociales, relaciones personales,...) donde desarrollan sus actividades militantes y dentro de la propia organización, enriqueciéndola y siendo dinamizadores de la misma. Hoy el cuadro político y la formación de cuadros son más necesarios que nunca. Y ese esfuerzo de formación ha de ser aún mayor. Aunque la comunicación capitalista ha transformado a las personas en consumidores de un discurso previamente elaborado por los transmisores de la ideología dominante, la realidad es que las personas hoy son menos ignorantes que hace 40 años y requieren respuestas menos simplistas en la comunicación interpersonal. Desde los medios de comunicación del capital y sus aparatos ideológicos la falacia de la idea simplista, lanzada como un trallazo y repetida obsesiva y sistemáticamente acaba operando como verdad indiscutible. Pero en la comunicación del tú a tú, donde el cuadro político puede operar con mayor éxito, es fundamental su capacidad para responder a preguntas más complejas y menos evidentes. El cuadro político no puede ser formado dogmática sino crítica y reflexivamente, de modo que pueda elaborar por sí mismo, aunque dentro de la corriente de pensamiento de la organización, y contribuir a renovar permanentemente la tensión necesaria entre teoría y praxis, base de un marxismo vivo. 
  • Superar el concepto de partido de masas para recuperar el del partido de cuadros. La dinámica política, social e histórica de los partidos políticos actuales demuestra que las organizaciones de masas son inoperantes porque acumulan afiliados sin que muchos de ellos lleguen a dar el salto a un compromiso activo tan necesario hoy y, a su vez, tienden a fomentar la figura del afilado acrítico, poco formado pero con exceso de devoción de partido, propio de quien suple su escasa formación con un dogmatismo derivado de la fe casi religiosa y no de la reflexión y el debate colectivos. En el sentido práctico, el afiliado pasivo sólo es un proveedor de cuotas y una persona que suma muy poco a la energía colectiva de la organización.    
  • Afirmar las organizaciones como partidos de la clase trabajadora, abandonando un ciudadanismo interclasista que pretende representar a todos (pueblo, ciudadanos) desde donde no es posible apuntar a unas contradicciones de clase que son la base de una lucha anticapitalista real. Pero la condición de partido de clase no debe quedarse en una declaración de principios. No se trata de recuperar la idea de clase como consigna sino de hacerla real. Un partido de izquierda para los trabajadores debe volver al centro de trabajo como espacio en el que conectar con la realidad del mundo obrero, al escenario que aporta toda la realidad de una explotación a partir de la que puede hacerse pedagogía concienciadora.
  • Pero ese asentamiento en el principal espacio de las contradicciones sociales del capitalismo, la empresa (con el reconocimiento de la dificultad que encontraron en el pasado quienes hicieron esto mismo y la añadida de que hoy las empresas son mucho más pequeñas), es también un espacio de aprendizaje para el militante revolucionario y su organización, al acercarle a la realidad de la vida del trabajador, a las limitaciones de su conciencia política, a sus esperanzas y miedos, a su desconfianza hacia el compromiso o a su necesidad de sentirse colectivo para defenderse, aún cuando él mismo no llegue a comprenderlo. Quien piense que ese trabajo es arduo e inútil o que los trabajadores están tan alienados de su realidad que no hay modo de hacer labor militante con ellos, que se vaya con quienes creen que la conciencia política se adquiere en las tertulias televisivas porque de militante revolucionario tiene muy poco ya que se niega a operar en el terreno de lo concreto. No es aceptable que hoy sea más difícil hacer labor política que en el siglo XIX cuando no había televisión ni ocio pero sí analfabetismo, ignorancia profunda, religión alienante, temor al patrón y dura represión hacia la labor agitativa; peor incluso que hoy, pero entonces se hacía. Quizá el éxito consistía en que el militante revolucionario escuchaba sin anteojeras y sin llevar ya cargada la escopeta con el consignazo antes de escuchar. Sabiendo que en la relación dialéctica con nuestra clase hay un aprendizaje mutuo, que es el que enriquece la labor de concienciación. En un marco como el laboral, frente al reformismo sindical imperante es un error canalizar la actuación militante sólo desde el mundo sindical.
  • Prolongar la labor militante entre nuestra clase más allá del mundo del trabajo. Desde los ateneos populares que ya existen hasta el mundo del asociacionismo solidario de clase. La crisis económica es una oportunidad que puede ser especialmente fértil para formar los lazos de solidaridad buscando recrear los aprendizajes de las sociedades de socorros mutuos, las mutualidades obreras, las experiencias del Socorro Rojo...actualizando sus formas a las necesidades y condiciones de hoy. Se están llevando a cabo muchas experiencias de este tipo pero, en mi opinión, algunas de ellas muy desconectadas de una labor ideológica o con una matriz política muy ciudadanista y desde el discurso interclasista de “la gente” y el buenismo naïf. 
  • Priorizar, no sólo por economía de medios y limitación de las capacidades humanas, el trabajo en los frentes de lucha y movimientos con mayor potencial anticapitalista. No se trata de abandonar otros espacios de lucha sino de tener claro cuáles ofrecen por su naturaleza o posibilidad de orientación un mayor posibilidad de hacer un trabajo militante en el que prosperen las ideas socialistas.
  • Emplear toda la fuerza de la crítica económica que conlleva la denuncia de lo que representa el capitalismo para para la vida de la clase trabajadora y de la humanidad en general en punto de arranque que eleve esa crítica a un nivel de negación y de conciencia superior, con el finde que sea posible hacer deseable la necesidad de socialismo.
  • Generar argumentario y elaboración política que contribuyan a desarmar la propaganda anticomunista de la derecha y a potenciar el atractivo del socialismo como proyecto. Es necesario que las organizaciones revolucionarias sean capaces de abanderar la rabia de la protesta social pero también que esa rabia vaya acompañada de una idea clara, sincera y categórica, que no oculte lo que somos y a lo que aspiramos sino que lo explicite con claridad. Del mismo modo, es necesario que el proyecto de sociedad socialista muestre sin ambages su compromiso con las mismas libertades democráticas que exigimos para nosotros mismos y que tengamos la valentía de defender los elementos positivos, que fueron enormes, de las experiencias socialistas anteriores, sin negar los errores, pero destacando aspectos atractivos como las formas de democracia obrera en la organización del trabajo y la toma de decisiones, las experiencias como la autogestión, los consejos obreros y los soviets, etc y toda la cobertura y protección social que las experiencias de socialismo en el pasado dieron a sus sociedades desde la niñez a la vejez, mientras hoy la destrucción de las conquistas de la clase trabajadora por el capitalismo la devuelve a marchas aceleradas a una proletarización de sus condiciones de vida propia del siglo XIX.
  • Plantear la línea política de un partido revolucionario actual desde la amplia avenida del marxismo abierto, superador de las callejuelas sectarias de las distintas capillitas y hasta callejones sin salida en que la dogmática de sus ortodoxias negadoras de su esencia lo ha convertido. Es necesario recuperar un  marxismo sin guiones que por su propia naturaleza es revolucionario, sin necesidad de añadirle listas de apellidos que lo encajonen o lo limiten. La importancia de otros pensadores marxistas fue la de continuar aportando a un acervo que debe ser común. Ello no significa negar las corrientes internas de la organización sino entenderlas como enriquecimiento colectivo del pensamiento e intercambio de perspectivas respetuoso y leal; nunca como coartadas para cuotas de poder interno o para ajustes de cuentas que tanto daño han hecho al pensamiento y a las organizaciones de izquierda revolucionaria.       

Seguramente este listado de enunciados sea menos que insuficiente, le falten muchos otros elementos, posiblemente haya a quienes no les convenzan, otros los considerarán irrelevantes pero quiere ser una contribución al objetivo de buscar la identidad perdida de la izquierda para que ésta pueda volverse a afirmar en el sentido de las palabras finales que escribió en la última noche de su vida Rosa Luxemburgo:

“¡El orden reina en Berlín!' ¡Estúpidos secuaces! Vuestro 'orden' está construido sobre la arena. Mañana la revolución se levantará vibrante y anunciará con su fanfarria, para terror vuestro: ¡Yo fui, yo soy, y yo seré!”  

15 de septiembre de 2014

CONVERGER NO ES FOLLARSE LA DEMOCRACIA INTERNA

Por Marat
La política suele estar siempre a la altura de los tiempos. Cuando estos vienen precedidos de una marea social ascendente de igualdad, progreso de la humanidad, racionalidad y revolución, en la esfera de lo político las miserias humanas tienen una importancia menor. Siempre existen. Son parte del gen animal egoísta que se enfrenta al gen animal solidario y moral en eterna guerra desde los tiempos más remotos de la Historia, por mucho que nos empeñemos en buscarle un fin glorioso y definitivo. El proyecto emancipatorio de la humanidad hasta ahora no ha dejado de ser una tendencia. 

En la Revolución Francesa de 1789, cuenta Walter Benjamin que hubo disparos contra varios relojes de las torres de París. Pienso que el motivo no era tanto detener el tiempo como romper con él para marcar el alba de uno nuevo. Hasta ahora cualquier intento de ruptura con la circularidad de la historia ha terminado fracasando y encontrando su Thermidor. Sin embargo, en cada nuevo período no partimos ya del mismo punto inicial, por mucho que los idiotizados tiendan siempre a repetir el mismo que electrónicamente se transmite a las masas desde la voluntad de manipularlas y no de elevar su nivel de conciencia y el sentido crítico de cada uno de los seres que la componen.

En cambio, cuando las fuerzas sociales que dominan el centro de la Historia son partidarias de la opresión económica de los seres humanos, de su alienación en la producción y en el consumo y de su sojuzgamiento intelectual todas las trampas, todos los atajos, todos los egoísmos personales se abren camino incluso bajo las formas aparentemente más dispares y contrarias a tales objetivos. Lo individual, la ambición personal y el aventurerismo marcan los actos de muchas personas. Estoy hablando de amorales, trepas y buscavidas

Toda esto viene a cuento de lo que desde hace dos semanas he observado como se daban la mano la estupidez y la bellaquería y cómo una semana después la indignidad se ha visto acompañada de la indecencia. 

Hace unos 10 días denuncié en cierta red social el pacto innoble por ejercerse fuera de los procedimientos orgánicos correspondientes, y a espaldas de las bases de dos organizaciones -IU y Podemos-, entre Monedero y una parte de la dirección de Podemos y algunos “niños” de la dirección regional de IU, que no de la mayoría de esta dirección. Dicho pacto, para Madrid región, se concretaba en Juan Carlos Monedero como candidato a alcalde de Madrid (está muy claro que este ayuntamiento se devalúa) y Tania Sánchez Melero, de IU, y pareja de Pablo Iglesias Turrión (PIT, que no Brad) para la Presidencia de la Comunidad Autónoma (devaluación del nivel de las instituciones madrileñas confirmada).  

Es llamativo que ese pacto, del que no quieren hablar y que algunos incluso se atreven a negar, aunque se haya recogido hace unos pocos días en algún medio en cuanto a quienes serían los personajes beneficiados en el el mismo, tenga en contra a gran parte de Podemos para cuyas bases también IU es casta (por eso de que todos lo son menos ellos, que ya son neocasta)  y de IU, que se niegan a que su organización sea laminada por un bluf mediático cuya ideología es más que difusa y sospechosa.  

Un pacto a escondidas de las bases, realizado como las felonías de los traidores, como el robo de los ladrones que entran en las casas por la noche.

Un pacto que en el caso de IU se ha realizado de forma antiestatutaria, por un sector sin quorum suficiente, por sólo una parte del Comisión Ejecutiva Regional, que ocultó al resto la convocatoria de la reunión el pasado viernes 12 de Septiembre, así como las decisiones que en ella se iban a tomar.

Un pacto en el que se ha birlado, escamoteado, robado a la organización madrileña de IU el derecho a una Conferencia Política para discutir programa electoral y política de alianzas. 

Un pacto en el que se ha recurrido a una “supuesta” encuesta -una encuesta trampa-, aireada por el podemita y secretario federal de Política Electoral de IU Ramón Luque -el cuál algo tuvo que ver en la elección del lema podemita de IU en las pasadas europeas “El poder de “la gente””-, realizada a los votantes de IU, que no a su militancia, que es la que tiene que hablar, sobre una genérica alianza, sin concretar con quienes, que ha sido utilizado para justificar la decisión tomada contra los órganos de dirección de IU y contra su militancia.

Un pacto infame que pretende acabar con una marca histórica como IU y disolverla en un Ganemos, que es la marca blanca de Podemos y pasarela para disolver IU en la secta podemita, consumando así la traición de estos sujetos a su organización.

Un pacto de bellacos convocado por personajes siniestros como los siguientes:
  • Ángel Pérez: trepa mayor, cáncer político de IU Madrid, vividor de la política desde hace más de 30 años, muñidor de todos los pactos posibles dentro de IU en la región, cambiante camaleón en cada proceso conferencial con tal de seguir en su poltrona y un posible corrupto acusado por los periodistas Manuel Martín Medem y Juan Carlos Escudier, próximos a IU, de ser el hombre de los maletines que le hizo llegar Florentino Pérez para que IU votase en el Ayuntamiento de Madrid a favor del pelotazo de la recalificación de los antiguos terrenos del Real Madrid. Pérez, encabezó, hace unos meses, junto con el mediocre de su antiguo escudero Gregorio Gordo, un manifiesto de oposición al pacto con Podemos -"Somos IU”-, no destinado a plantear una batalla por la clarificación política sino a reforzar su espacio de poder, asegurándose una posición de fuerza futura frente al grupo conocido como “los niños” de la dirección regional de IU en la negociación posterior con Podemos. El pacto se ha producido, mediante la colocación de Pérez en un buen puesto de salida para el Parlamento de la CAM que le permita alcanzar el puesto de Senador.  Sólo hace unos meses el propio Pérez había anunciado que ya no se presentaría a proceso electoral alguno. Ángel Pérez: ni honradez, ni vergüenza, ni palabra
  • Jorge García Castaño: Uno de los “niños”, aunque ya no tanto, de la dirección regional de IU y concejal del Ayuntamiento de Madrid. Alguien que mientras los empleados de IUCM han sido despedidos por un ERTE, dada la calamitosa situación económica de esta federación de izquierdas, gana al mes aproximadamente la bonita cifra de unos 6.000 euros, lo que parece poco solidario con la situación de sus compañeros que acaban de perder su puesto de trabajo.
  • Tania Sánchez Melero: Diputada del Parlamento Regional de la CAM. ¿Usted conoce algo de su trabajo como parlamentaria? Yo tampoco, pero ello no obsta para que haya sido promocionada su figura, junto con la de Alberto Garzón, en el proceso por capítulos de defenestración de Cayo Lara  y que lejos de perjudicarle ser la pareja de PIT, que no Brad, se esté convirtiendo en estrella mediática ascendente de La Sexta, tanto en “Al Rojo Vivo” como en “La Sexta Noche”. A la tendencia hacia el nepotismo que se va imponiendo en el mundo de la política sí que lo llamo yo “casta” porque las castas son familiares y qué más próximo a la idea de familia que la propia pareja. Bill y Hillary Clinton, François Hollande y  Segolene Royal, PIT, que no Brad y Tania Sánchez Melero... 
  • Eddy Sánchez: Mediocre Coordinador Regional de IU, a la que ha mantenido dividida en dos mitades con un peso prácticamente igual e irreconciliables, dado su estilo de trabajo fuertemente administrativo. Alguna responsabilidad le debe corresponder respecto a los pobres resultados de IU Madrid en las pasadas elecciones europeas y por haber perdido IU su sede madrileña por la deuda de 2 millones de euros. Llamativamente “Somos IU”, una plataforma interna cercana a dicho Coordinador, y auspiciada entre otros por Ángel Pérez y Gregorio Gordo, se presentaba en su día como defensora de la identidad de IU, no dispuesta a diluirse en la convergencia con Podemos. Esta plataforma, como Sánchez, como Pérez y Gordo, ha servido para sumarse primero al proyecto de defenestración del Coordinador General de IU, Cayo Lara, con algunas publicaciones contra el mismo simplemente canallescas e impropias de compañeros organización y para darse la vuelta como un calcetín -"estos son mis principios. Si no les gustan, tengo otros” -, asegurar puestos de salida en la próxima convocatoria electoral a sus principales promotores, después y sumarse al pacto que disolverá a IU primero en Ganemos y luego en Podemos. 
Será sumamente divertido comprobar cómo reaccionan las huestes de Podemos ante tamaño pacto, no sólo interno del sector golpista de IU Madrid sino externo con la formación coletera. Su anticomunismo dominante, su discurso que incluye a todos -también a IU- menos a ellos en su mantra prefrido, la “casta”, su negativa a pactar con IU, puede rebotarle en forma de crisis interna a la secta podemita madrileña o bien convertirse en un acto colectivo de cinismo del estilo “donde dije digo, digo Diego”, sin más rubor ni aparente contradicción entre antes y después. Todo vale en la alta política, sobre todo cuando el sentido crítico de las militancias y las bases es tan bajo.

Sera digno de ver cómo la figura fluctuante en cuanto a potencialidad de su candidatura al Ayuntamiento de Madrid, Juan Carlos Monedero “El Autoproclamado”, sin contar con los Círculos de Podemos Madrid, vende ahora a sus bases este acuerdo.

El que 
  • Entre 2000 y 2005 fue asesor de Gaspar Llamazares, cuando éste fue Coordinador General de IU, en la etapa de máxima subordinación de esta formación al zapaterismo y el PSOE, cuando casi la lleva a su desaparición
  • En Junio de este año afirmaba que “un sector de Izquierda Unida se ha hecho régimen”, forma cobarde de llamar casta a esta formación. 
  • Hace unos días declaró que “Podemos no va a ser la UCI de ningún partido del régimen del 78” (IU nace en 1986) y que añadía "¿El futuro de IU? Desaparecer o convertirse en un partido insignificante", con lo que mostraba su deseo de fagocitar a esta formación para no tener contrincante a su izquierda, en una manifestación de resentimiento a una organización que le trató cuando perteneció a ella con exceso de mimos.
  • Hace muy pocos días ha reconocido en una de esas “ruedas de masas” que organizan los capos de Podemos que una alianza con IU podría restarle votos a la formación coletera, 
ahora tendrá que explicar a sus mesnadas este acuerdo. O continuar negándolo pero la mierda tiende a salir a flote. 

No obstante sospecho que no tendrá demasiadas dificultades, toda vez que está en una organización cuyas bases no le han ingresado en un psiquiátrico tras las variadas expresiones de estos últimos días en las que su delirio y megalomanía le han llevado a afirmar que la abdicación del anterior monarca, la dimisión de Rubalcaba y la reciente renuncia de Ana Botella a volver a presentarse como candidata a alcaldesa para el ayuntamiento de Madrid se produjeron por la irrupción de Podemos. Muy posiblemente no tarde mucho en apuntarse el éxito del divorcio de Melanie Griffith y de Antonio Banderas. Como éste es simpatizante de un partido de “la casta”...todo encaja. Es lo que tiene un partido friki dirigido por “gente” extravagante, que no deja de dar titulares, propios de El Mundo Today o de la revista Mongolia. 

No sé cuál será la reacción de la militancia de IU Madrid ante el golpe de Estado que ha supuesto que una minoría sin quorum cualificado de la Comisión Ejecutiva Regional de esta formación en Madrid haya aprobado una resolución “confluyente” en la que la identidad, las siglas, el perfil, la ideología y la historia de esta coalición se diluyen en una convergencia que supondrá en breve la muerte por liquidación de esta organización, uno de los objetivos para los que nació Podemos.

Lo que sí sé es que de confirmarse y permitirse por las bases de IU esta cacicada, seremos muchos comunistas y personas de la izquierda combativa los que ya no tendremos enfrente sólo a Podemos sino también a la que será una IU moribunda y no dudaremos en combatir a ambas.

En caso de producirse una rebelión de las bases y del sector de la dirección de IU a la que se ha excluido del debate podrán contar seguramente con muchos de nosotros. Pero para ello será necesaria una operación de clarificación y de limpieza que pasa por la dimisión de los personajes citados y a nivel nacional por librarse de otros sujetos que son auténticos caballos desleales de Troya de Podemos en IU, como Alberto Garzón y el dirigente del Frente Cívico Julio Anguita.

Pero nadie se engañe. Con esto no basta, ni mucho menos. IU necesita una autocrítica interna que revise los planteamientos que ha mantenido en los últimos años, en los que ha estado potenciando movimientos antipartido, antipolítica, “ni de izquierdas ni de derechas”, de base ideológica reaccionaria interclasista y ciudadanista (el 15M) y en la que ha desdibujado enormemente su carácter de organización de la clase trabajadora. Podemos no ha surgido de la nada. Ha nacido de la pusilánime postura política de IU frente a toda esta reacción ultrarreformista y de matriz, como poco, conservadora.  

La clase trabajadora, aquella a la que ningún "movimiento" en estos 7 años de crisis del capitalismo ha representado, necesita un relato propio, una organización dispuesta a la construcción de base social y de cuadros políticos que lleguen a representarla porque ella, más que nadie, tiene derecho a esgrimir el "no nos representan" ni los movimientos interclasistas y de clases medias ni quienes niegan el significado transformador de una izquierda revolucionaria y, por supuesto, tampoco cualquier opción que, desde una supuesta modernización del lenguaje nos venda la misma basura que en 1978 nos vendió el PSOE.  

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Puede que también le interese:
Pedro Sánchez vs. Pablo Iglesias: de los debates con Marhuenda a la llamada en directo a “Sálvame”:http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/09/pedro-sanchez-vs-pablo-iglesias-de-los.html

Mirando a unas izquierdas desorientadas, acobardadas y agonizantes: http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/10/mirando-unas-izquierdas-desorientadas.html

"Esoterismo y negocios giran alrededor del planeta Podemos"http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/10/esoterismo-y-negocios-giran-alrededor.html

Podemos, nuevo títere del gran capital y de la derecha española más rancia: http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2015/01/podemos-nuevo-titere-del-gran-capital-y.html
Un nauseabundo olor a cloacahttp://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2015/03/un-nauseabundo-olor-cloaca.html

7 de julio de 2014

LA PARADÓJICA PATRAÑA DE LA “ILUSIÓN DEMOCRÁTICA”

Y tú que la quieres sólo en lo político, ¿dónde estás?
Por Marat

1.-Antecedentes del gran renacimiento democrático también llamado “regeneración”
No mucho más tarde de que la gran crisis capitalista, mayor por sus dimensiones -no sólo económica sino también social, energética, climática y de civilización-que la de 1929 se iniciase comenzaron lo que desde el psicoanálisis cabría denominar como pulsiones sociales; una serie de “revoluciones democráticas”, o pretensiones de tales, que tuvieron una doble expresión:

En el mundo árabe/musulmán lo que se llamó “primavera árabe” y que, con la excepción de Túnez, un país muy occidentalizado y en el que los procesos de modernización eran muy anteriores a la llamada “revolución de los jazmines”, y se habían producido desde tiempos del Presidente Burguiba, trajo como consecuencia involuciones políticas (Egipto), guerras civiles (Siria), Estados fallidos, caos y fundamentalismo islámico criminal (Libia)

En el resto de países árabes/musulmanes el fracaso fue la tónica general (Marruecos, Argelia, Yemen, Baréin, Kuwait, Líbano, Jordania, Omán, Arabia Saudita, Yibuti,...) Significativamente en las oligarquías dinásticas del petróleo amigo de los EEUU del Golfo Pérsico el fracaso fue tan absoluto que se redujo en horas y no tuvo repercusión social y política alguna. La estabilidad política fue premiada desde USA y las exigencias democráticas de su Presidente, Barak Obama, fueron inexistentes, al contrario de lo sucedido en Túnez, Egipto, Siria o Libia, en donde éste se implicó, en unos casos desde los servicios de inteligencia (Túnez, Egipto), en otros militarmente (Siria, Libia). El caso marroquí y el argelino tuvieron su consideración particular porque se trataba de países fundamentales para contener un fundamentalismo islámico mucho más agresivo hacia USA que en Siria o en Egipto, países en los que la Casa Blanca actuó como un acelerante de los conflictos.

En Occidente, la llamada “revolución islandesa” (o “revolución de las cacerolas”) tuvo el éxito de derrocar al anterior gobierno conservador, lograr un “gobierno de izquierdas”, hacer una nueva Constitución, lograr que dos banqueros implicados en quiebras fraudulentas visitaran brevemente la cárcel, hacer que Islandia fuera un buen pagador de la deuda contraída internacionalmente y de perder las elecciones a manos de una derecha que ha vuelto sobre sus fueros. Quien quiera saber más de dicha performance política y el bulo que la acompañó puede consultarlo aquí

Sin embargo el mito sirvió para alimentar los cuentos que posteriormente vendería el movimiento indignado a nivel mundial y alguna de sus criaturas políticas posteriores. 

Tras el modelo de “revolución a la islandesa” vino, ya abiertamente en los países occidentales, básicamente en España (Democracia Real Ya, 15M), USA (Occupy Wall Street) y parcialmente Méjico (Yo soy 132) la gran fábula de la “revolución democrática” que traería, frente a la gran crisis capitalista, gobiernos “realmente democráticos”, honestos y no corruptos, transparentes, que hicieran elecciones primarias en sus partidos, presentarán listas abiertas al parlamento y, como se puso de moda, desde unos meses después de Mayo de 2011, nacientes de un movimiento “desde abajo”

Tiempo antes se nos había contado en qué consistiría un gobierno democrático. Resumiendo de un modo un tanto esquemático, pero no demasiado, sería el que propiciase la “democracia participativa” desde las ILPs (Iniciativa Legislativa Popular o firme todo lo que le pongan por delante porque esto es democracia, aunque se limpien el culo con sus firmas), los referendos (Suiza, el gran paraíso fiscal los hace a troche y moche y USA, donde apenas vota el 45% electores, y quien no tenga padrino no sale senador ni congresista, hace tropecientos de ellos en cada elección presidencial) y la wikidemocracia 2.0: usted participa por Internet de las decisiones que le afectan y que son importantes para el país. Lo que no le dicen es que hay alguien, como en los referendos, que decide sobre qué se le consulta y sobre qué no y decide cuál es y cómo se hace la pregunta. Y esa es una clave fundamental de todo este asunto “democrático”. Hay extraños partidillos que lo que venden no es el contenido ni el significado de esa democracia sino el método digital del mismo y hay quienes se lo han comprado para elegir candidatos a dirigir sus organizaciones en sus listas....cerradas y señaladas por sus dirigentes mesiánicos.

No está de más señalar el horizonte de alguna reciente estrella política mediática en cuanto a los modelos de referencia en que se fijaría esa “modernización” democrática de clases medias:

“Yo no tengo modelos porque se puede aprender de todos. Si vamos a construir una nueva sociedad, tenemos que nutrirnos, por ejemplo, del Estado del Bienestar noruego, de la participación política de Suiza, de los instrumentos revocatorios en Venezuela o California... Aprender de las mejores experiencias y corregir lo que ha fallado, y eso implica no ser dogmático, no calcar un modelo”

Se le olvida mencionar a este alumbrador de la nueva era que el capitalismo noruego está abriendo el paso al abandono del Estado del Bienestar -ya he dicho alguna vez que las conquistas de las clases trabajadoras bajo el capitalismo son efímeras-, que la participación política en Suiza es compatible con que este país sea uno de los mayores paraísos fiscales del capitalismo y que sus consultas jamás atentarán contra este sistema y, por supuesto, que lo más importante de la democracia venezolana no está en sus poderes revocatorios, con ser estos positivos, sino en su organización en comunas y en la introducción de métodos de gestión empresarial no capitalistas, bases del socialismo. 

Está claro, por las palabras expresadas en la anterior cita cuáles son las referencias principales del discurso “progresista” y sus límites de las llamadas clases medias. No quiero imaginar cuáles son las de los sectores menos progresistas de las mismas. 

Pero si estas afirmaciones del político en alza destinado a representar el voto y los intereses de las clases medias no fueran suficientes añadamos otras que tal vez aporten algún esclarecimiento al “izquierdista” despistado:

“Si decimos que democracia es que los ciudadanos tengan sanidad, educación y las mínimas condiciones para desarrollar su vida digna, ni siquiera en España hay democracia.”

¿Cómo interpretar estas palabras de monsieur Alberto Garzón? ¿Acaso cuando el capitalismo no estaba en crisis sino en períodos expansivos y la necesidad de consumo favorecía tanto mejores salarios directos como indirectos (servicios públicos) y se mantenía el Estado del Bienestar era el capitalismo más democrático? ¿Cuándo fueron electivos los cargos de director de empresa y de empresario? Nunca, ¿verdad? Democracia no es simplemente alimentar al trabajador. Es sobre todo el control colectivo de todo lo que afecta a la vida social y de la persona y eso incluye lo que “los obsoletos y desfasados comunistas” llamábamos antaño el control obrero de la producción y que los marxistas modernos llamamos autogestión no sólo pero también en los centros de trabajo. Eso es democracia igualmente; democracia económica y social. Pero no parece que vayan por ahí ni las aspiraciones de las clases medias ni las de los “modernos progresistas”.

Dicho todo lo anterior, de ambos modelos de “revoluciones democráticas” cabe extraer algunos elementos comunes:

Donde estas “primaveras” han tenido alguna repercusión, su base social se ha encontrado en la pequeña y mediana burguesías  Para estos sectores, los cambios de gobierno posibilitarían políticas que favoreciesen el mantenimiento de sus niveles de vida. En España no ha sido precisamente así. Parece que tampoco en Islandia. Creo que tampoco en Egipto ni en Túnez. 

La importancia de Internet y de las redes sociales en las demandas indignadas mundiales ha sido determinante. Lo que se ha llamado espontáneas  protestas en las redes sociales no habrían sido posibles sin expertos en community manager y redes sociales. Este otro ejemplo para América Latina sirve también para España.  

La adulación a la juventud como un valor en sí mismo, como tópico de generación de futuro y como colectivo humano al que atribuir un valor meritocrático. Consideren ustedes el vínculo de los estudiantes Erasmus en la exportación a Europa del movimiento indignado y la machacona insistencia en la preparación de los líderes de Podemos y especialmente del señor Iglesias para contarnos que está capacitado para ser Presidente de Gobierno.  Cabe concluir de este planteamiento que Evo Morales no está preparado para dirigir su país y que un trabajador sin master ni inglés como segundo idioma no debe de ser cargo elegible. 

2.-Crisis de legitimación democrática y crisis económica 
Habermas, un ex marxista, no un postmarxista como algunos afirman, se enfrenta en 1973  a lo que llama “problemas de legitimación del capitalismo tardío” en una obra del mismo nombre. Para él los factores que explican dichos problemas no nacen sólo de los factores económicos  (imposibilidad de producir lo socialmente necesario: un concepto hoy más que discutible) de un capitalismo planificado sino de la incapacidad del sistema político e institucional para aportar decisiones racionales en la medida deseada y para mantener la legitimación del sistema político.

Sin embargo, esos factores de los que él habla no aparecen con toda su fuerza hasta el estallido de la actual crisis capitalista -casi 35 años después- y sobre todo afectan a los sectores sociales cuya posición económica de partida se ha visto menos vulnerada desde la época en la que Habermas señala las debilidades sistémicas hasta la actual. 

Las llamadas clases medias (sean reales o propietarias de medios de producción o ficticias y dependientes salarialmente) han vivido un proceso de achatamiento, proletarización y de descenso social vertical muy marcados en este período de la crisis capitalista pero las clases trabajadoras han vivido una pauperización creciente desde la primera fase de esta crisis que se inició mucho antes, en 1973. Un análisis de los salarios directos e indirectos (coberturas sociales) muestra en el mundo capitalista occidental una tendencia no siempre sostenida pero creciente hacia la transferencia de las rentas del trabajo al capital mucho antes de 2007. 

Sin embargo, y en ausencia de un relato sociológico y político de la segunda fase de la crisis capitalista -la iniciada en 2007- de la clase trabajadora y de sus supuestos representantes: los sindicatos y las organizaciones de “izquierdas”- el discurso dominanfe que nos hemos encontrado es básicamente conservador: el de la reivindicación de esas denominadas clases medias de no descender de estatus, sea a través de la conservación del llamado Estado del Bienestar, sea a través de la denuncia de que están siendo exterminadas por el proceso de dualización social que genera la redistribución de la riqueza nacional a favor de la gran burguesía, en sus palabras, “los más ricos”. No existe desde esta clase una propuesta política en positivo y capaz de presentar una alternativa al capitalismo realmente existente distinta al manido "otro sistema" o la socorrida alusión hacia transitar a sociedades "postcapitalistas". No parece que tengan interés en una mayor concreción de su "propuesta".  

No voy a expresar el relato político de la clase trabajadora porque no es a mí a quien le corresponde hablar en su nombre sino a ella misma y porque mi clase no ha tenido ni medios de difusión ni voz política y sindical que la represente -el sindicalismo y las organizaciones con peso político que hace mucho tiempo fueron obreras hoy son mesocráticas-. No obstante creo que no se reconoce en sus formaciones de antaño porque no expresan sus necesidades. 

Tampoco esta vez, al contrario de como lo hizo el 22 de Marzo pasado, hito precedido por movilizaciones obreras y de las clases trabajadoras especialmente señaladas (Gamonal, limpiezas de Madrid y Alcorcón, Sniace, Panrico, Coca-Cola,...), creo que siga la estela de las próximas "huelgas ciudadanas" (Botín, Amancio Ortega y Joan Rossell son también ciudadanos) y de consumo -este último concepto de huelga es especialmente cínico e hiriente para millones de familias de bajos recursos que hacen huelga de consumo diario al no poder alcanzar el mínimo necesario y tener que recurrir a la caridad/solidaridad públicas-, no porque la clase trabajadora tenga respuestas, que no las tiene si carece de sindicatos combativos y robustos y de expresiones políticas propias, sino porque no verá claro qué es lo que se le está ofreciendo como hito de lucha y seguramente porque no se sienta representada en dicho llamamiento. Sin que sirva de precedente porque no soy libertario, creo que hay cierta respuesta anarquista al llamamiento de la nueva convocatoria del 22-M que es básicamente asumible desde una posición de izquierda revolucionaria, independientemente de lo que hagan luego los anarquistas cuando se aproxime la fecha. 

Lo que se ha producido desde el 22-M hasta la fecha es una recomposición en la dirección de las marchas y hay datos que me permiten sostener esta afirmación.

Soy consciente de que la actual situación en las empresas convierte la posibilidad de una huelga general, no ya revolucionaria sino simplemente de protesta y resistencia, en un acto heroico para sus seguidores y de resultado más que inseguro pero también lo soy de que una huelga ciudadana y de consumo es lo mismo que aquello que en Agosto de 2011 planteaban ciertos sectores indignados del 15M como huelga sin sindicatos; esto es, un llamamiento a la protesta ajenas a las claves de lucha de la clase trabajadora, que son las de golpear sobre la esfera económica para repercutir en la dimensión política.  

Cambiando de tercio, unas clases medias que históricamente fueron partidarias del “orden”, una vez asentadas en un estatus que les ha llevado durante gran parte del siglo XX y de los inicios del XXI hacia un consumo de masas y hacia el falso concepto de libertad basado en el narcisismo del individuo a través de su reflejo en la mercancía, han buscado sólo en el nivel político-institucional una respuesta al desorden que no nace de esa esfera sino de la económica.

Esta incoherencia se explica desde el carácter tradicionalista de unas clases que, reflejándose en la gran burguesía en la que se miran pero no alcanzan, buscan la estabilidad y perdurabilidad de un orden económico que se les escapa. No atentan contra la injusticia del mismo, carecen de crítica moral hacia la idea de desigualdad. La igualdad que pretenden les basta si mantiene su espacio de pervivencia. Y, en tanto que no cuestionan la estructura económica desplazan hacia el político su protesta “indignada”. Estas clases ven en el Estado, no su naturaleza de clase capitalista, sino el ideal “romántico” de un regulador “neutro” de los diversos intereses sociales. Y al comprobar que este supuesto carácter de árbitro no se da, no cuestionan  la naturaleza del Estado sino a sus gobernantes circunstanciales. Queda para ellos la Administración como un ente del que salvan su condición de instrumento de la dictadura de una clase y hacia el que desplazan todas sus iras.

La exigencia de “las clases medias” tiene un carácter parasitario. El que busca en el Estado su propia salvación como clase y que, cuando no encuentra satisfacción a sus aspiraciones, demanda una nueva institucionalidad

Para las clases medias y los productos políticos nacidos de ellas, la crisis capitalista no pone en evidencia la cuestión de la igualdad ni de la propiedad. Creen en la privada y su igualdad huye del “fantasma” de la proletarización que se les viene encima para soñar en un mundo eternamente “seguro”  y “superior”.

3.-Contradicción entre la política y la economía
Si el mundo real, todos los expertos de cualquier ideología y el sentido común de las personas dicen que el poder no se encuentra desde hace tiempo en el Estado y sus instituciones sino en manos del capital -decía Carlos Marx que  "los gobiernos son simples Consejos de Administración de la burguesía"-, cabe preguntarse porqué buscar principalmente en las instituciones políticas la posibilidad de actuar sobre unas estructuras cuyo poder real está fuera de las mismas.  

Las llamadas clases medias y sus movimientos sociales y organizaciones reformistas defenderán la restitución de sus posiciones perdidas mediante una orientación de sus demandas hacia el Estado, hacia un Estado que ha desaparecido para siempre, el del Bienestar. 

Tiene todo su sentido. Ellas fueron, mucho más que las clases trabajadoras, las grandes beneficiarias  del despliegue del Estado Social a través de la educación, la sanidad, las pensiones públicas,... El modelo wellfariano de Estado es lo que permitió ascender socialmente a un sector de la población, al permitirle reservar parte de sus ingresos al ahorro y al consumo. 

Conscientes de este hecho, las clases medias y sus expresiones políticas “defienden lo bueno del sistema” sin la crítica radical (de raíz) a la base material sobre el que éste (el capitalismo) se asienta: la propiedad privada de los medios de producción, la apropiación privada de un beneficio social y colectivamente producido. La parte en la que el Estado es social sí es reclamada (mareas ciudadanas y sus diversas composiciones). La parte en la que el Estado revela su naturaleza de clase y actúa como soporte jurídico e instrumento coercitivo de la estabilidad del orden/desorden económico no es cuestionada desde las llamadas clases medias. Carecen de horizonte fuera del capitalismo y del Estado capitalista pues creen que ambos son los garantes de su subsistencia como clase, a pesar de que si algo ha demostrado esta crisis capitalista es la brutal transferencia de las rentas bajas e intermedias hacia las altas, con la consiguiente y creciente dualización social entre las grandes fortunas de la burguesía y unas cada vez más proletarizadas clases medias, que se van aproximando en estatus a las trabajadoras aunque no en autopercepción de sí mismas y de sus roles sociales.

Además de que el Estado capitalista revista una evidente naturaleza de clase, tampoco posee ya las palancas de intervención en la economía porque las abandonó desde la desregulación de la economía (financiera, comercial, jurídico-laboral, asistencial) mundial y ya, aunque hipotéticamente quisiera recuperarlas (a través de gobiernos de signo reformista: keynesianos, populistas o socialdemócratas) no podría hacerlo sin violar todo el orden social, económico y jurídico en el que se asienta el sistema capitalista. Dado que la “democracia burguesa” -y no a otra aspira la nueva  institucionalidad propuesta por las llamadas clases medias y sus alternativas políticas- ha involucionado desde el Estado del Bienestar hasta el Estado liberal del siglo XIX en el XXI, ninguna reforma política podría cambiar el actual capitalismo con una mera ocupación del gobierno, puesto que si algo ha demostrado la aventura islandesa, los gobiernos “progresistas” europeos y el “sí se puede” de Obama es lo superficial y reversible de  los pretendidos cambios que no afectaron en nada ni a la naturaleza del Estado del capital ni a éste mismo. 

A pesar de toda esta gran paradoja que hasta aquí he descrito, las pequeña y mediana burguesías no pueden plantear otro camino que el de la “ilusión democrática” (la llamada democracia participativa, que en nada cambia la naturaleza de la democracia capitalista”), la creación de una nueva institucionalidad -nueva en el remozamiento de los agentes políticos que intervendrán en el sistema de partidos y en algunos retoques cosméticos, no en su orientación ideológico-política- y en la reclamación de la vuelta a un tipo de Estado intervencionista en lo económico-social que ya no volverá para nivelar diferencias sociales sino, en todo caso, para reafirmarlas y acentuarlas.   

4.-“Revolución democrática” que es involución social y política
El ciclo de las revoluciones burguesas que tuvieron su momento fundacional en 1789, para proseguir en 1820, 1830 y 1848 fue identificado también como el de las revoluciones democráticas o liberales. 

Marx y Engels rendirían admiración por esta burguesía por su capacidad para revolucionar tanto la sociedad, como sus bases económicas, políticas y jurídicas y morales:

“Dondequiera que ha conquistado el poder, la burguesía ha destruido las relaciones feudales, patriarcales, idílicas. Las abigarradas ligaduras feudales que ataban al hombre a sus «superiores naturales» las ha desgarrado sin piedad para no dejar subsistir otro vínculo entre los hombres que el frío interés, el cruel «pago al contado». Ha ahogado el sagrado éxtasis del fervor religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del pequeño burgués en las aguas heladas del cálculo egoísta. Ha hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio. Ha sustituido las numerosas libertades escrituradas y adquiridas por la única y desalmada libertad de comercio. En una palabra, en lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha establecido una explotación abierta, descarada, directa y brutal.
La burguesía ha despojado de su aureola a todas las profesiones que hasta entonces se tenían por venerables y dignas de piadoso respeto. Al médico, al jurisconsulto, al sacerdote, al poeta, al hombre de ciencia, los ha convertido en sus servidores asalariados.
La burguesía ha desgarrado el velo de emocionante sentimentalismo que encubría las relaciones familiares, y las ha reducido a simples relaciones de dinero.
La burguesía ha revelado que la brutal manifestación de fuerza en la Edad Media, tan admirada por la reacción, tenía su complemento natural en la más relajada holgazanería. Ha sido ella la primera en demostrar lo que puede realizar la actividad humana; ha creado maravillas muy distintas a las pirámides de Egipto; a los acueductos romanos y a las catedrales góticas, y ha realizado campañas muy distintas a las migraciones de pueblos y a las Cruzadas.
La burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción y, por consiguiente, las relaciones de producción, y con ello todas las relaciones sociales. La conservación del antiguo modo de producción era, por el contrario, la primera condición de existencia de todas las clases industriales precedentes. Una revolución continua en la producción, una incesante conmoción de todas las condiciones sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la época burguesa de todas las anteriores. Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias y de ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen añejas antes de llegar a osificarse. Todo lo estamental y estancado se esfuma; todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas.” (I Burgueses y proletarios. “El Manifiesto Comunista”. K. Marx y F. Engels

Unos 160 años más tarde, un nuevo proyecto de revolución burguesa, éste de las llamadas clases medias, -2010 en Egipto y Túnez, y 2011, con el movimiento de los indignados- volvió a plantear su desafío.

Pero al contrario que la burguesía en el siglo XIX, que conformaba una clase ascendente, pujante y con iniciativa, fuerza transformadora de la economía y las relaciones sociales de producción, la política, la sociedad, la cultura y los valores, esta “revolución ciudadana y democrática” de las llamadas clases medias nace de estratos sociales en retirada, que reaccionan a la defensiva, sin una alternativa de sociedad global a la vigente sino limitada a exigir una nueva institucionalidad desde la que salvar su existencia, sin admitir que esa institucionalidad no los amparará porque el aparato del Estado es inerme para enfrentar al gran enemigo laminador de esas clases: el capitalismo en su actual fase fagocitadora. Sus propuestas de reformas económicas no pasan de mantener el Estado del Bienestar y revertir los procesos que afectan a su pérdida de estatus -expresado, por supuesto, desde otras fórmulas-pero sin afectar a la esencia misma del capitalismo: unas relaciones sociales de producción explotadoras, opresivas, injustas y opuestas al propio desarrollo libre de la humanidad.  

Como en el siglo XIX hizo la burguesía, ahora las clases medias intentan camuflar sus intereses de clase bajo la apariencia del interés general o colectivo y desde ese falaz presupuesto han planteado su proyecto como revolución ciudadana. 

Al intentar de enmascarar los intereses de su clase como “intereses de todos” o como intereses de la nación, inventan el pretendido discurso del 1% contra el 99%, tratando de que olvidemos que una parte de ese pretendido 99% está formado por clases medias patrimoniales, que poseen empresas medianas y pequeñas desde la que despiden a sus trabajadores, les rebajan el sueldo y las condiciones laborales y se apropian de la plusvalía que estos producen. Dicen que lo hacen por la necesidad de competir y de sobrevivir en un mercado dominado por las grandes empresas y transnacionales pero lo cierto es que cuando las cosas les fueron mejor, las PyMES no destacaron por su filantropía hacia sus empleados, repartiendo entre ellos una parte de sus beneficios, sino que, al igual que las grandes corporaciones, se apropiaron particularmente de la riqueza creada colectivamente por aquellos.      

Otro sector de las llamadas clases medias son asalariados de ingresos medios y medio-altos, lo que, de hecho, los convierte en trabajadores, aunque su desclasamiento ideológico les impida ver que sus  intereses serán laminados justamente por un capitalismo que no discuten en lo esencial porque hasta ahora ahora les ha permitido vivir un simulacro de “democracia económica” a través del consumo y no han perdido las esperanzas de que el capitalismo supere su crisis y les devuelva a su antaño condición hoy amenazada. Pero la realidad es que el capitalismo sale de sus crisis creando las condiciones para otras nuevas. Y eso les afecta a las llamadas clases medias que, aunque no cuestionen la esencia del capitalismo sino que básicamente lo defiende porque este sistema fue que en el pasado creó las condiciones para la expansión de las mismas, por sus necesidades de ampliar su base de consumo y de consenso social, no volverán a la situación de partida previa a esta gran crisis.     

Llamativamente esta gran paradoja entre un capitalismo que le condena a ser una especie en riesgo de extinción y un Estado que cree que salvará unos intereses de grupo que no podrá salvar, la eluden las llamadas clases medias con una apelación al “gobierno de los mejores”

Las llamadas clases medias han accedido durante décadas a la educación pública y a las ayudas a la enseñanza (becas, cursos de actualización, intercambios en la UE, masters,...), lo que les ha generado el espejismo de la vía educativa para el ascenso social o, cuando menos, para mantener sus estatus. Coherentemente con la sospecha, nunca admitida, de que las crisis continuadas del capitalismo son sus enemigas, han buscado refugio en los aledaños del Estado (la política, la administración que, aún gravemente herida, no ha acabado con la ilusión de la carrera funcionarial para toda la vida, las ayudas a los emprendedores, aprovechadas en su escasez siempre por los avispados mediante contactos,...). 

En un mercado de la oferta de candidatos decreciente, han inventado la gran idea “democrática” de la meritocracia. Las mejores notas, los estudios más avanzados, la “generación más preparada de la historia”...Se abona un discurso que justifica que sólo los miembros más competitivos de la manada puedan acceder a los mejores puestos/pastos disponibles. Una nueva vía hacia la elitización de la política y de los servidores públicos justificada precisamente por aquellos que se dicen enemigos de “la casta”

Es curioso cómo algunas de las alternativas frente a esa “casta”, teorizada en su día por pensadores prefascistas y por quienes han establecido alianzas con los fascistas británicos, crean en partidos de profesores y digan que ellos son los más preparados de la Historia para dirigir un gobierno. Argumento según el cual un indígena de clase baja y sin estudios superiores como Evo Morales no está capacitado para dirigir su país. ¿Merece esto más comentario? 

Si esto no fuera suficiente para desmontar la falacia del discurso middle class, quienes tengan ganas de seguir leyendo y no responder con sus rebuznos a argumentos que se les entregan uno tras otro, no les sentaría mal leer este enlace que desmonta una falacia ideológica de origen neoliberal, y que muestra el carácter enormemente desigualitario e injusto de una sociedad meritocrática. He conocido no uno, sino muchos titulados en viarias carreras y políglotas que son a la vez imbéciles profundos. De hecho, uno de ellos ha saltado recientemente desde el palatino lameculismo felipista de antaño hasta el caballo de los nuevos tiempos, las nuevas consignas y los nuevos valores.  Es cierto que no le falta la razón a este sujeto cuando afirma que “el grueso de votantes de Podemos no fueron tanto los jóvenes del 15-M que acamparon en la Puerta del Sol como sus propios progenitores: los profesionales de los servicios públicos que protagonizaron en 2012 las mareas blanca y verde. Y esa clase media de edad adulta no se dejará impresionar tan fácilmente”. Se juega su supervivencia como clase en ello. 

5.-La “ilusión democrática” creará monstruos:
Cada proyecto fracasado en la historia de la humanidad ha abierto camino a sus enterradores. La democracia burguesa e incluso la pantomima de revolución democrática de estas llamadas clases medias contiene un valor que todo revolucionario debe defender con tanto ahínco como su propia vida: el de las libertades democráticas de expresión, reunión, asociación, opinión y manifestación. 

Hoy la dictadura de clase de la gran burguesía no ha resuelto ni la evolución de su crisis económica, de legitimación y de civilización ni cuál será la dinámica de las protestas sociales en el futuro contra el desorden moral e inhumano que ha creado. 

Es previsible, en consecuencia, que tema auténticos estallidos sociales, en lugar de simulacros de tales, y que espere que, si las alternativas de disidencia controlada y sistémica que protege fracasan, se radicalicen aún más las luchas sociales hasta un  punto en el que el capitalismo no pueda satisfacerlas ni integrarlas. 

La ilusión democrática dará paso, más temprano que tarde, y aunque circunstancialmente el capital pudiera sortear esta crisis, no la siguiente, que será devastadora, a una decepción brutal no sólo entre las llamadas clases medias sino entre los sectores de los trabajadores, muy minoritarios, que han seguido su estela. 

Las clases trabajadoras no es que no hayan dicho su última palabra, es que aún no han encontrado el vehículo político y sindical para expresar la primera, aunque en gran parte de Europa el abandono de las izquierdas les esté conduciendo a expresar su rabia a través de los canales enemigos de las mismas por naturaleza: populismos (no los hay de derechas y de izquierdas. Todos ellos son de derechas porque rebajan a los seres humanos a la condición de idiotas adictos a un líder “necesario”) y fascismos.  

Las clases medias fracasarán en su intento de supervivencia tanto por su naturaleza social como política. En lo social vivirán la contradicción entre su anhelo pseudodemocrático (falsa igualdad económica con unas clases altas a las que no alcanzarán) y su condición real (clases que, temiendo al socialismo por su carácter realmente igualitario, serán paciente y gradualmente eliminadas por el proceso de concentración de la riqueza que conlleva la actual fase del capitalismo). Su egoísmo natural, que les lleva a defender sus intereses por encima de los de la amplia mayoría de los trabajadores, que se encuentran debajo de ellas, hará el resto en el nivel de sus propuestas políticas sin destino socio-economico. La redención de sus contradicciones estaría en la subordinación de su proyecto de supervivencia de los individuos que la componen a otro mucho más grande que ella como clase y como aspiración humana. Unirse sin pretensión de dirigir, ni de suplantar, ni de imponer a la lucha contra la explotación económica, social, cultural y humana que sufren las clases trabajadoras pues el destino que les espera en la evolución previsible del capitalismo es el de la distopía Mad Max, la salida de matar o morir a nivel meramente de individuos, sin que les quepa esperar solidaridades colectivas. La humanidad no sobrevivirá esta vez bajo la lógica destructiva del canibalismo social.

De no ser ésta la ruta elegida por las clases medias, la repetición de la ruta hitleriana, como expresión del “horror vacui” ante su propia destrucción, precipitará su condena. La historia enseña a quienes no la niegan y entierra a los idiotas que la rechazan o la ignoran. Y quienes la desprecian tendrán, como clase, una tentación ante sus ojos, una vez que fracase su "ilusión democrática". Decepcionados de su viaje hacia un concepto de pueblo que, ante todo, refleja los ideales de esas llamadas clases medias, bien pudieran acabar concluyendo que, puesto que su ruta hacia la democracia ha sido un engaño, el fascismo pudiera ser un buen cobijo bajo el que abrigarse

Mientras tanto, las clases trabajadoras aún deberán esperar la llegada de su tren que parta hacia la estación de Finlandia. Falta que los auténticos socialdemócratas tiendan la mano a los comunistas, y que estos tengan la inteligencia de aceptarla, para subir a ese convoy. Tengo dudas de que ello suceda pero siguen siendo dudas enamoradas.  No en vano Lenin solía recurrir a la cita de Goethe: "Mientras que el campo de la vida es verde, el campo de la teoría es gris” 

  
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