SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
PROPUESTA DE EXIGENCIAS AL POSIBLE PRÓXIMO GOBIERNO DE AMPLIAS ALIANZAS
HASTA LOS COJONES DEL ASUNTO LUIS RUBIALES Y DE TODO EL SHOW
TIEMPO DE PESIMISMO (NO EXAGERAR LOS ADJETIVOS), TIEMPO DE ESPERANZA
SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
30 de marzo de 2017
JAPÓN EN EL LABORATORIO: ECONOMÍA POLÍTICA DEL ABENOMICS
La
economía japonesa es un gran experimento sobre la evolución del
capitalismo. Desde los orígenes de su proceso de industrialización
a partir de la restauración Meiji en el siglo XIX hasta las
políticas recientes para salir del estancamiento, las lecciones se
multiplican. Nadie interesado en el devenir del capitalismo debe
ignorarlas.
Durante
el periodo 1950-1973 la economía japonesa mantuvo tasas de
crecimiento del PIB superiores a 11 por ciento en promedio. Pero
después de esos años el ritmo de la expansión comenzó a
debilitarse. El crecimiento en la década de los 80 ya estuvo marcado
por la ralentización, con tasas promedio de 4.6 por ciento. Ese
crecimiento estuvo impulsado por episodios de inflación en los
precios de bienes raíces, mejor conocidos como burbujas. El efecto
riqueza que acompañó esos eventos proporcionó un impulso
artificial al crecimiento.
En
1990 una de esas burbujas creció de manera desorbitada y reventó
con mayor fuerza. Le siguió un proceso de crecimiento mediocre (0.73
por ciento anual entre 1993-1999). Los economistas no podían
interpretar la causa de esta “década perdida”. A pesar de
mantener bajas tasas de interés y un persistente déficit público,
la economía japonesa siguió sin responder. Después de 10 años de
crecimiento cercano a cero, entre 2000 y 2007 se presentaron síntomas
de una mediocre recuperación con tasas de expansión de 1.5 por
ciento. El enigma se hacía más interesante porque en esos años se
introdujeron recortes en el gasto público, lo que en teoría debería
haber frenado más el crecimiento. Y después vino la crisis de 2008:
a partir de ese año el crecimiento volvió a su ritmo letárgico,
con una tasa promedio anual de 0.22 por ciento. Hoy los economistas
tradicionales siguen sin poder identificar las causas de la
enfermedad que aqueja la economía japonesa.
En
2012 el nuevo primer ministro, Shinzo Abe, comenzó a aplicar un
paquete de medidas de política económica para sacar a Japón del
estancamiento en el que se encuentra desde 1992. Fue anunciada como
una mezcla de “tres flechas”: dos de inspiración
keynesiana y una de tipo neoliberal y con un enfoque sobre el lado de
la oferta (que en la jerga anglo-sajona se conoce como supply-side
economics). A esa combinación la entusiasta prensa internacional
de negocios la bautizó con el nombre de Abenomics.
El
primer componente es de política monetaria ‘no convencional’.
Consistió en inyectar mayor liquidez y reducir tasas de interés a
cero (y hasta terreno negativo) para inducir a un mayor consumo. La
meta era alcanzar una inflación de 2 por ciento anual. La postura de
flexibilidad cuantitativa ha llevado a una expansión aparatosa de la
base monetaria, pero su impacto sobre el crecimiento ha sido nulo.
El
segundo elemento fue un incremento del gasto público y condujo a un
fuerte déficit público. Pero al mismo tiempo, el paquete incluyó
un aumento del IVA de 5 a 8 por ciento con un efecto recesivo y
regresivo a la vez. Se planteó por ley un aumento de 10 por ciento
en abril de este año, pero lo más probable es que no se aplique
dicha medida.
El
tercer componente del paquete es de corte neoliberal: introducir
“reformas estructurales”, reducción de impuestos a
corporaciones y desregulación de mercados, especialmente del mercado
laboral.
Abenomics
es una mezcla de toda clase de medidas aplicadas simultáneamente:
Keynesianas en el lado fiscal (aunque con impuestos recesivos),
neoliberalismo y “supply-side economics”, política
monetaria expansiva no convencional y una postura cambiaria
devaluatoria.
¿Cuáles
han sido los resultados? Para empezar, el crecimiento del PIB sigue
siendo mediocre. Incluso la tasa de expansión sigue situándose por
debajo del nivel que se tenía antes de iniciar la aplicación del
paquete de medidas de Abenomics. El gasto de los hogares no se
ha podido estimular y sigue estancado. Además, el objetivo de
alcanzar una inflación de 2 por ciento tampoco se ha podido cumplir.
Y como era de esperarse, tampoco se ha logrado la anhelada reducción
del déficit fiscal y la deuda pública como porcentaje del PIB sigue
en aumento.
La
expansión monetaria del Abenomics condujo a una devaluación
del yen japonés. Pero el efecto sobre el sector exportador no pudo
contrarrestar el impacto de la contracción del mercado internacional
provocada por la crisis. La balanza comercial pudo arrojar un
superávit en 2016 pero sólo porque las importaciones se redujeron
16 por ciento.
En
general, el paquete Abenomics presenta un saldo negativo. Ese
resultado era de esperarse porque la economía japonesa sufre una
deflación crónica que se acompaña de una crisis de hojas de
balance en la que todos los sectores de la economía tratan de
reducir sus niveles de endeudamiento. Y ese tipo de crisis, como bien
lo ha señalado Richard Koo, tarda muchos años en superarse. Lo más
importante es que desde el punto de vista de la clase trabajadora, el
impacto es más bien tenebroso. Y es que el objetivo del paquete era
simple y llanamente aumentar la tasa de explotación de la fuerza de
trabajo.
23 de marzo de 2017
PODEMOS ENCONTRÓ A LOS “EMPRESARIOS PATRIÓTICOS” EN EL HOTEL RITZ
Por
Marat
Un
amigo y lector del blog me ha pedido en un comentario efectuado en
una red social, con un cabreo del 15 (yo también), escribir sobre la
última genialidad podemita consistente en oponer a su penúltimo
invento - “la trama”- los “empresarios patrióticos”,
especie de criatura imaginaria, de entidad similar a la de los
hipogrifos.
A
los amigos y a Hacienda conviene, por distintos motivos, hacerles
caso. Así es que aquí me hallo, tratando de hilvanar un texto
mínimamente más coherente que el argumentario político de la secta
podemita. No será muy difícil, incluso intentándolo hacer mal a
propósito.
Sobre
la boludez de “la
trama” he escrito
recientemente, por
lo que me remito a dicho texto. El caso es que, cuanto más
desarrollan el concepto los del círculo morado, más se pierden en
sus propios jardines y en su indigencia intelectual. Es lo que pasa
cuando construyes la base -hipótesis- de tu edificio teórico con
material de derribo y de mala calidad: que según avanzas
en la construcción de los pisos, mayor es el riesgo de que caiga por
su propia inconsistencia y te golpeen los cascotes en la cabeza.
Si
“la trama” arranca del supuesto, omitido por falso, de que
el Estado puede ser neutro en cuanto a los intereses que representa y
defiende -algo completamente falso desde el momento en que todas las
Constituciones de países capitalistas defienden la “libertad de
empresa” o propiedad privada de los medios de producción. Y su
desarrollo jurídico va dirigido a sustentar y proteger este
principio- y que son las connivencias entre grandes empresas,
políticos y partes del cuerpo administrativo del Estado y medios de
comunicación las que manchan esa “ética impoluta” del Estado,
lo de los “empresarios patrióticos”, antítesis de la
trama, es la consecuencia del punto de arranque de un falsario.
Aducen
los podemitas que el Ibex 35 es el principal culpable de todo esto y
que, además, está
vendiendo el país a fondos de inversión extranjeros. Sitúan,
frente a ello, a los empresarios patriotas, los que, según este
elenco de “pensadores” políticos, son los que crean el 80% del
empleo.
No
se pueden decir más estupideces de un modo más condensado.
No
solo hacen un corte de mangas al hecho de que todo Estado es siempre
el Estado de la clase dominante y que, por tanto, su naturaleza
expresa unos intereses de clase determinados y ello no por corrupción
sino por Constitución misma, sino que hacen tabla rasa de la
internacionalización del capital, algo que viene sucediendo desde
hace más de 150 años de un modo creciente.
Y
esto, la internacionalización del capital, no sucede por ninguna
desviación moral de los principios que rigen la economía y la
política, sino porque en su desarrollo necesita, a la par que
conquistar nuevos mercados, una mayor concentración, a la vez que
una creciente financiarización de la economía. El propio reparto de
papeles en la producción que otorga, de hecho, la UE a cada país,
la interrelación de la economía europea y de ésta con el
capitalismo norteamericano, explica muy bien lo que estoy diciendo,
siempre dentro de un marco de relaciones centro-periferia, también
dentro de los países centrales del capitalismo. En definitiva,
dentro del escenario mundial capitalista, la economía española es
también dependiente del capital extranjero, especialmente del que
ostenta posiciones hegemónicas a nivel internacional. Todo esto no
sucede por ninguna corrupción de las reglas de juego del sistema
sino por las propias necesidades expansivas del capitalismo que, o se
desarrolla y crece, o se viene abajo. Las formas en las que lo haga
son secundarias. La corrupción, en todo caso, es una consecuencia de
un sistema de dominación de clase dado, no algo que sea disfuncional
al propio sistema. Pero, cuando se prefiere ocultar lo esencial y
quedarse con la parte más llamativa es porque se está haciendo un
juego de tahúres políticos que intentan salvar al sistema, dando a
entender que las razones de lo que sucede no están en él sino en
otro lado.
Hoy
la difusión política se ha convertido en un manual de simplezas
para dummies. El más demagogo, el que tiene
menos escrúpulos para tratar a los receptores de sus contenidos como menores de edad
mentales, es el que triunfa porque, ente otras cosas, ningún medio de
comunicación del capital -todos- le va a enmendar la plana y a
desmentir, dado que ese tipo de embustes salvan la base del
capitalismo -la explotación- y lo legitiman, al dejarlo al margen de
la crítica a sus propios fundamentos.
En
cuanto a los “empresarios
patrióticos” que,
según esos “cráneos
previlegiados”
(“Luces de
Bohemia”)
podemitas, son los que crean el 80% del empleo, mientras que el
Ibex35 en sus propias palabras “solo
ocupa al 20%” de
la población asalariada, me pregunto si les suenan los conceptos de
“empleo indirecto”
y de “empleo
inducido”. Les
sugiero que echen una mirada a las empresas
que integran el Ibex35. El capitalismo es un sistema porque posee
una organización en la que los elementos económicos y la actividad
empresarial se encuentran entrelazados e integrados mucho más allá
de lo directamente visible. Descontando a las empresas del Ibex35 que
son entidades financieras (8 de las 34 actuales), las de tipo
industrial y de servicios generan a su alrededor múltiples
actividades industriales y de servicios, bien como empleos indirectos
(en empresas proveedoras de equipos y de materiales, subcontratas,
proveedores de uniformes para la misma, empresas de seguridad,
caterings, mantenimiento, etc., etc.), bien como empleos inducidos:
actividades y empresas que surgen a su alrededor, aunque no mantengan
un vínculo contractual con dichas grandes compañías. Se
encuentran en el entorno
físico más o menos próximo a las mismas, dado que sus empleados no
suelen vivir demasiado lejos de ellas (restauración,
alimentación, bebidas, sectores ligados al ocio, consumo en general,
etc.).
Quede
claro que no estoy defendiendo ninguna tesis de un “capitalismo
nutricio” (grandes empresas) frente a otro menos “proveedor”.
El capitalismo es un sistema de relaciones entre empresas y de
relaciones sociales de producción que conlleva una estructura de
dominación de clase, ya sea “internacional”, “patriótico” o
mediopensionista. Y sobre él se edifica la explotación de una clase
social por otra. Simplemente estoy desmontando la tesis de que haya
un capitalismo que cree tal porcentaje de empleo por sí mismo, tal y
como sostienen estos defensores del “empresario patriótico”.
Por
otro lado, al capitalista “patriota” no le tiembla la mano al
sustituir mano de obra por tecnología, al aprovecharse de los nuevos
sistemas de contratación, cada vez más precarios, al incrementar
sus beneficios sobreexplotando a plantillas de trabajadores cada vez
más reducidas, al exigir el cumplimiento de horas “extraordinarias”
no remuneradas, al pagar salarios cada vez más bajos, exactamente
igual a como lo hace la gran empresa del Ibex, o incluso peor, porque
en muchas pymes la posibilidad de reivindicar, sindicarse o hacer
huelga es aún menor que en las grandes, precisamente por la menor
capacidad de presión de sus empleados.
No
quiero dejar pasar el tufillo fascista que tiene la expresión
“empresario patriota”, aunque pasado por las
influencias teóricas de Laclau. Pero se me dirá: “Laclau no era
un fascista”. A lo que es muy fácil responder: “Era un
peronista”. Y Perón tenía una concepción fascista, organicista y
corporativista del Estado y de la estructura social. Un planteamiento
que tomó del propio Mussolini. No en vano, ambos salían al balcón
de sus correspondientes residencias presidenciales a recibir los
baños de masas que les rendían las entidades gremiales de
empresarios y trabajadores creados por sus sistemas políticos para
integrar en un “abrazo” nacional la conciliación de clases en
formato “patriótico”. Espero que no me venga ningún listo a
decir que el concepto de “empresario patriótico” ha sido
recogido del pensamiento político bolivariano porque las
reminiscencias del mismo son anteriores y lo bolivariano no bebe
siempre de las mejores tradiciones ideológicas del movimiento
obrero.
Seguramente
Marine Le Pen no estaba informada de la apelación podemita a los
“empresarios
patrióticos”
cuando afirmó que "Podemos
existe porque en España no hay un Frente Nacional". Si
hubiera conocido esta nueva propuesta podemita se habría dado cuenta
que en España sí que hay un Frente Nacional, solo que se llama de
otro modo.
Quiero
hacer un pequeño aparte en el análisis de esta tontuna de “la
trama” y del “empresariado patriótico” para
referirme al modo en el que Podemos introduce la perspectiva de
género en todo ello, no así la de clase...trabajadora, porque la
burguesa ya la ha metido hasta la cocina.
Afirma
Pablo Iglesias que es el momento de abanderar "una patria
plurinacional con quienes de verdad trabajan aquí, la mediana y
pequeña empresa y las mujeres".
Ese
modo de meter a las mujeres en la macedonia con “empresarios
patrióticos”, la “trama” y las “pymes”
suena a un electoralismo que tira para atrás, según desvela, a su
pesar, la dirección de Podemos: “Las mujeres que están
consiguiendo marcar las elecciones, como ha pasado en Austria y
Holanda" ¡Vamos, que no es
cosa de olvidarse de esa franja del electorado tan numerosa! Pero que
aludan tan directamente a la perspectiva de género me hace pensar
que se han apuntado a la corriente feminista dominante, la burguesa,
esa que hace tanto hincapié en la falta de presencia de las mujeres
en los Consejos de Administración de las grandes corporaciones, como
si la emancipación del género humano, y específicamente de la
mujer trabajadora, de la explotación pasara por sustituir a
empresarios por empresarias. No
es muy explícito Podemos al respecto pero, cuando afirma que “sólo
entre el 1% y el 3% del patrimonio está en manos de las mujeres”,
da la impresión de que habla
más bien de la propiedad del capital, y de su distribución por
sexos, que de los bienes de los habitantes del país en general.
Ironizando
ligeramente diré
que quizá
Ramón Espinar (hijo) asistió, acompañado
por la gran activista de la pista anticapitalista, Lorena Ruiz
Huerta,
al acto del Foro
de Nueva Economía (del que forman parte numerosos grandes empresarios),
en
el Hotel Ritz, en
el que hablaba Carmena -la
de “Tranquilos,
yo no soy comunista”
y de “No
podemos tener un Madrid tercermundista de 'okupas', de gente sin
derechos, de gente que resuelva sus problemas en contra de la ley”-
, como embajador podemita de buena voluntad a buscar a los
“empresarios
patrióticos”.
Al
fin y al cabo, tiempo atrás su mesías y ser de luz, Pablo Iglesias,
le precedió en el mismo foro. Y es que los dos saben dónde hay que ir cuando les llaman sus amos: donde está el auténtico poder, en la "economía de libre mercado". Y lo demás..."teatro, puro teatro"
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20 de marzo de 2017
6 AÑOS DE LA INVASIÓN DE LA OTAN EN LIBIA: UN PAÍS MASACRADO
Telesur
Tras
seis años de la intervención militar de la OTAN en Libia, el país
se encuentra devastado y los grupos terroristas se han extendido por
su territorio. El caos, los desplazamientos forzosos, la inseguridad
y la incertidumbre matizan la vida diaria de la población.
El
19 de marzo de 2011, la Organización del Tratado del Atlántico
Norte (OTAN) emprendió una agresión militar. Sin dilación, la
noche de ese día comenzaron los bombardeos sobre el país.
Paralelamente,
se llevaron a cabo medidas de embargo para congelar activos de la
National Oil Corporation y del Banco Central de Libia. De esta
manera, las reservas internacionales del pueblo libio fueron
arrebatadas por Occidente.
La
ofensiva imperialista comenzó en Bengasi, la segunda ciudad de
Libia, en la que se destruyó el aeropuerto y el puerto, que dejó
incomunicados a decenas de miles de libios.
Mustafa
Abdul Jalil, líder del Consejo Nacional de Transición de Bengasi en
2011, admitió que los manifestantes asesinados en Bengasi por la
acción de la OTAN, fue responsabilidad de un grupo de espías y
mercenarios que no eran libios.
Los
libios de piel oscura sufrieron la exclusión y el despojo de sus
derechos, su estatus socioeconómico y político con el derrocamiento
del Gobierno. El tratamiento a los libios de piel oscura bajo el
gobierno de Gaddafi había sido elogiado por el propio Consejo de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas en un informe de 2011, que
señaló que el líder libio “hizo todo lo posible por asegurar su
desarrollo económico y social, específicamente para suministrar
oportunidades económicas y protecciones políticas a libios negros y
a trabajadores migrantes de países africanos vecinos”.
En
apenas siete meses de operación militar, la OTAN efectuó 10.000
ataques con 40.000 bombas y misiles contra los libios. Como
resultado, 120.000 libios murieron de acuerdo a cifras de la Cruz
Roja Internacional.
Trípoli,
la capital, fue bombardeada poco después de Bengasi. Enfrentamientos
entre las milicias y fuerzas leales a Gaddafi dejaron miles de
desplazados.
El
enfrentamiento entre grupos extremistas que operan en Libia ha
provocado el desplazamiento de más de 400.000 personas y una
situación de incertidumbre para las personas atrapadas en las zonas
de conflicto, según un informe de la ONU sobre la situación en este
país publicado el 23 de diciembre de 2014.
Con
el asesinato de Gaddafi surgieron milicias afines al EI como Farj
Libia, Libyan Islamic Fighting Group, Ansar, Al Sharia y otros
minoritarios. “Hay muchos grupos armados, unos 1.700, con muchos
objetivos distintos.
Como
resultado de la intervención militar de la OTAN, que propició el
derrocamiento del gobierno libio, surgieron dos parlamentos y dos
gobiernos paralelos, uno en Trípoli -apoyado por las milicias Fajr
Libia, aliadas de Misrata- y otro en Tobruk (a más de mil kilómetros
de distancia), reconocido por Occidente. Cada uno de ellos luchan por
ganar el apoyo de las miles de milicias que se enfrentan en el país
y ha dejado como resultado una nación con profundas divisiones
regionales, étnicas y locales.
En
2016, un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
alerta nuevamente sobre las violaciones de derechos humanos en Libia,
entre ellas, las miles de decapitaciones, detenciones arbitrarias,
torturas con electricidad y golpes.
El
documento revela que la situación en el país no ha cambiado desde
el 2014, cuando otro informe de la ONU advirtió sobre los ataques
indiscriminados contra civiles, bombardeos de hospitales, secuestros,
torturas y ejecuciones ilegales.
Entretanto,
la OTAN se prepara para una nueva posible invasión. El secretario de
Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, entregó recientemente a la
Casa Blanca un plan en el que se detalla el paso a paso para poner en
marcha operaciones militares en toda Libia con la supuesta intención
de combatir el terrorismo.
Antes
de las bombas de la OTAN, Libia tenía el nivel de vida más alto de
África e incluso por encima de Rusia, Brasil y Arabia Saudita.
La
electricidad era gratuita para todos los ciudadanos y la vivienda era
un derecho. En este sentido, a los recién casados se les otorgaba el
equivalente a 50.000 dólares para comprarse una casa.
En
materia de salud, si un libio no podía hallar la educación o
atención médica que buscaba, el gobierno de Gaddafi les daba los
fondos necesarios para conseguirlos fuera del país.
Cualquier
persona que deseaba ser agricultor recibía gratis tierra, una casa,
animales, equipo de agricultura y semillas y en caso de haber pedido
un préstamo de cualquier tipo, la tasa era de un 0 por ciento de
interés por ley.
En
otros aspectos, la economía libia era libre del Fondo Monetario
Internacional. El banco central libio emitía dinero sin deuda, a
diferencia del bloque occidental que la atacó militarmente.
El
monumental proyecto Gran Río Artificial, que proveyó de agua
gratuita a los libios y otros pueblos africanos, fue bombardeado por
la OTAN y provocó una crisis acuífera en Libia, sobre todo en
Trípoli.
Con
la intervención militar de la OTAN, liderada por Estados Unidos, el
pueblo libio perdió su prosperidad, calidad de vida y estabilidad
política y social.
17 de marzo de 2017
“CASTA” O “TRAMA”, LA TÁCTICA “PROGRE” DEL ENGAÑO ES LA MISMA
La trama. Sin comentarios |
Por
Marat
Un
amigo y camarada querido me recomienda ahondar en el análisis de lo
que son y representan los “progres” y me sugiere deslindar a las
organizaciones de matriz obrera histórica de esa cosa en la que ha
devenido el aún publicitado término “izquierda” bajo la forma
del neolenguaje “progre”.
Tiene
mucha razón mi amigo. Tanto la socialdemocracia histórica, de
carácter reformista, a partir de Bernstein, como la corriente
comunista, que arranca de Marx y Engels y continúa con Lenin, Rosa
Luxemburgo y otros, tienen algo en común. Nacen de la clase
trabajadora, van a la clase trabajadora y son parte de esa misma
clase.
Hoy
la socialdemocracia histórica, convertida en social-liberalismo del
capital, agoniza, y la nueva, no tiene nada que decir, salvo invertir
términos para acabar en una Syriza o en Sanders que terminó
apoyando a una genocida con trastorno de la personalidad como Hillary
Clinton.
En
cuanto a los comunistas, diría, siendo generoso, que no estamos
precisamente en el momento previo a repetir lo de hace 100 años, el
asalto al Palacio de Invierno. Entre las sectas trotskistas y las
estalinistas se estableció el acuerdo tácito de convertir el oceáno
del marxismo, que era un pensamiento vivo, abierto, insurrecto y
humanista, en un riachuelo estancado con tendencia al lodazal y a las
enfermedades fecales. El marxismo y la idea comunista son mucho más que ellos. Han tenido durante decenios una voluntad de
hierro para conseguirlo. Finalmente, el marxismo es mucho más que
sus despojos. No lo lograrán.
Los
progres actuales son cínicos que han perdido la razón de aquello
que les hizo ser seres vivos, los mayores, pero les ha “colocado”
en muchos casos, y los jóvenes simplemente son ignorantes sin
conexión con las luchas de los desposeídos. Tendrán que cagarla
por sí solos. Podrán hacerlo. Soberbia no les falta.
Dicho
lo anterior, uno tiene la impresión de que estamos en el peor de los
escenarios políticos, sociales, ideológicos y, por supuesto,
económicos, a pesar de las proclamaciones de buenaventura y de
recuperación de los medios epígonos del capital y del conformismo
de quienes dices cosas como “no hay posibilidad de revolución.
Lo que hace falta, aquí y ahora (¡urgente! Rebajas por
fin de existencias) es un gobierno de cambio”. Cuando nos
aclaren su contenido y cómo harán para poner el cascabel al gato
del poder económico, seguro que nos convencen.
No
sé si la revolución social sucederá finalmente. Estoy convencido, con Rosa Luxemburgo, de que la disyuntiva es, ahora más que antes,
“socialismo o barbarie”. Sé que el mundo capitalista lleva
decenios dando signos de agotamiento pero, en tanto que no surja una
fuerza esclava que, nacida de la contradicción entre la producción
social y el beneficio privado, que se oponga con proyecto y voluntad
propias, la agonía criminal de la dominación continuará.
Hace
unos años llegaron con el mantra de “la casta”. No se sabía si
hablaban de políticos o de poder económico; indefinición calculada
al estilo de la los subproductos que vendía el 15M. Poco tardaron en
convertirse ellos mismos en “casta política”, en demostrar que
los cargos les enloquecían, que podían matarse entre ellos por lo
que para muchos era su primer puesto de trabajo: Querían envejecer dentro
de “lo viejo”. Han sido una camarilla de oportunistas sin
escrúpulos. Para ellos lo ideológico y lo estratégico solo eran
trampantojos de una lucha por el puesto, nunca por el poder. Jamás
tuvieron voluntad de tomarlo por asalto, ni por consenso. Solo
querían escañear sus currículums, que para eso son unos "preparaos".
Ahora,
tras poner en evidencia que su Vistalegre II no era sino el
esperpento de su propia fecha de nacimiento, han dado con un nuevo
invento, tras salir flojos de remos del envite: han creado el
término, que es menos que concepto, aunque quieran venderlo como
idea luminosa, de “la trama”.
Leamos
a los dos grandes teóricos podemitas del nuevo tótem llamado “trama”:
“Entonces,
¿por qué centrar el debate en el término trama? Primero, como
hemos dicho, porque define los poderes reales: económicos, políticos
y mediáticos. En segundo lugar, porque enlaza con una subjetividad
organizada; la trama se organiza, conspira, se articula y controla el
poder del Estado, haciendo de la corrupción un componente
estructural del sistema político. Aunque a alguno se le erice el
pelo, la actual forma del Estado no es la de un régimen democrático
salpicado por casos de corrupción, sino la de un régimen
oligárquico atravesado por la corrupción y apenas disimulado por
instituciones aparentemente democráticas. Más de cien años
después, y con una larga dictadura de por medio, la descripción que
Joaquín Costa efectuó de la Restauración canovista conserva una
vigencia asombrosa: “no es el régimen parlamentario la regla, y
excepción de ella los vicios y las corruptelas denunciadas en la
prensa y en el Parlamento; al revés, eso que llamamos desviaciones y
corruptelas constituyen el régimen, son la misma regla”(1)
Los firmantes de dicho texto
son Monereo y Hector Illueca, dos pelotilleros de Anguita -el que
decía aquello de que cumplir la Constitución y los derechos humanos
sería revolucionario, como si ambos no consagrasen el derecho a la
empresa privada, base del capitalismo y de la explotación- en su
Frente Cívico. Y ahora podemitas
Ambos
son dos subalternos
que intentan
colocar la idea de
que el Estado bajo el
capitalismo, y dentro de unas políticas de regeneración de la vida
pública, es neutro, lo
mismo que ya vendió en
su día el PCE
(“Eurocomunismo y Estado”,
de Santiago Carrillo)
y que el cadáver de dicho
partido vuelve
a mercadear
ahora
con su bufonada de que
la dictadura del proletariado
es
la “democracia participativa”,
como si la factura ideológica
burguesa que ha ido
adquiriendo el concepto en su evolución no
fuera una grosera falsificación
Para
algunos, el grupo de “Pablito y los podemitas” ha dado un giro a
la izquierda con la puesta en circulación de su nueva palabra tótem:
“la trama”. Si a ello se le une la convocatoria de
manifestaciones el 25 de Marzo por los derechos sociales, a los que
liga con los derechos humanos, señalando al Ibex 35 como el origen
del mal de esos derechos y, apuntando hacia las connivencias de los
dos principales partidos con el poder económico y mediático, la
convicción de dicho giro será plena para quienes siempre se
detienen en la apariencia, sin intentar rascar sobre su superficie
para dar con la realidad. Nada más lejos que tal creencia.
En
primer lugar, aunque la cultura política del podemita medio no sea
muy elevada, ni siquiera en ese racimo de “politólogos” que
dirigen el partido, en el caso de sus ideólogos, al menos en el de
Illueca y Monereo, presuponer ignorancia es ser demasiado generosos
con ellos. Simplemente son unos cínicos.
Por
mucho que disimulen estos matones de la metafísica podemita, conocen
a Marx y saben que, para él, el Estado capitalista es una
superestructura determinada por la infraestructura económica sobre
la que se asienta todo lo demás y conocen que, bajo el capitalismo,
el Estado no es un órgano neutro moldeable según quien gobierne y
su voluntad. No se les escapa aquello de “Hoy, el poder público
viene a ser, pura y simplemente, el consejo de administración que
rige los intereses colectivos de la clase burguesa” de
“El Manifiesto Comunista” de 1848. Recurrir a Joaquín Costa,
un regeneracionista, -con todas las connotaciones que tuvo el
regeneracionismo en España, incluidas las más reaccionarias-, para
explicar las viejas corruptelas, les revela como lo que son:
pequeñoburgueses que solo pretenden limpiar, fijar y dar esplendor
al Estado del capital al que quieren servir y ya, de hecho, sirven
En
segundo lugar, al destacar las connivencias entre Estado, grandes
corporaciones económicas y complejos comunicacionales, lo que hacen es enfatizar la corrupción que hemos mencionado, desviando con ello la
naturaleza de la formación económica capitalista, sus relaciones de
poder y entre las clases dominantes y subalternas (empresarios y
trabajadores) y el andamiaje juridico-legal que sustenta todo el
sistema y que lo dota de apariencia de legalidad.
El
PP y la burguesía catalana del 3-4%, los
empresarios corruptores, la Fundación Civio, Transparencia
Internacional y, en general el sistema capitalista en España,
estarán agradecidos con semejante enfoque. Contribuyen
a dar fuerza de ley a la propuesta, que ya ha entrado en el Congreso
de los Diputados, que ayudará a legalizar la corrupción, al
enterrar bajo una serie de procedimientos legales cuestiones
que no estarán presentes en los documentos de relación entre
políticos/miembros de las administraciones del Estado y empresarios
grandes, medianos y pequeños. Estos
podrán continuar
engrasando la máquina capitalista, bajo la apariencia de legalidad,
como ya sucede en Estados Unidos y en muchos países de la Unión
Europea. Aunque el artículo fue publicado hace mucho
tiempo como para que hoy lo hicieran en el mismo lugar (ATTAC) y
proviene de
autora argentina, de otras latitudes distintas a Estados Unidos y la
Unión Europea, la política y la legislación comparadas son
disciplinas muy empleadas que ayudan a que nos sirva su reflexión.
El texto, relacionado con las propuestas regularizadoras de los
lobbies, se llama “Legalizar
la corrupción.
En
tercer lugar, al tener
que ver el argumentario de “la trama”
con el Ibex 35 -el
libro del podemita Rubén Juste “Ibex
35, una historia herética del poder de España”
es
parte del complejo ideológico del asunto-, lo que se escamotea es un
análisis de la crisis capitalista y
de toda
la estructura económica
de
España. Ésta
es mucho más que el Ibex 35,
Se
oculta, con un planteamiento como el de ·la trama”, la
forma
e la
que las legalizadas nuevas relaciones laborales favorecen a la
acumulación capitalista, a la vez que potencian la sobreexplotación
de los asalariados y convierten a los parados en servidumbre barata y
permanente (ejército industrial de reserva, que decía Marx, y que
hoy podríamos llamar trabajadores de disponibilidad incondicional).
Bajo
la consigna de que las
ballenas del capitalismo español nos desposeen y roban queda
enterrada la realidad de una pirámide social en la
que todo propietario de empresa con trabajadores está en condiciones
de hacer con ellos lo que quiera, no solo las grandes empresas, de
las que no se mencionan ni las condiciones de trabajo ni las
contractuales.
Es
la vieja consigna tramposa indignada del 1% contra el 99%, como si no
existieran ni la proximidad vital de la explotación concreta ni otra
realidad empresarial que las 35 empresa citadas.
En
cuarto lugar, en la medida en que la categoría “trama” se
contrapone para los podemitas al concepto derechos, debiera llamar
la atención que Podemos hable de los siguientes derechos concretos:
ingresos, vivienda, infancia, sanidad, pensiones, servicios sociales,
ayudas a la dependencia, alimentación y no precariedad-. Pero
excluye el derecho al trabajo. Ello les sitúa en el marco de
aceptación del concepto “ocupación efectiva del trabajador”
del Estatuto de los Trabajadores. Éste indica que el empresario ha
de facilitar al trabajador funciones propias de su categoría
profesional -de acuerdo con la jornada que el trabajador tenga
atribuida, y el resto de las condiciones pactadas en el contrato-, y
los medios necesarios para su ejercicio, como consecuencia del
contrato de trabajo y de la necesaria asunción del riesgo que ello
implica. Pero ello no significa un compromiso real del empleador con
el trabajador sino la aceptación de unas condiciones dadas, siempre que el
trabajo realmente se efectúe; esto es, si te dan trabajo. Para ser más claros aún, para el Estatuto de los Trabajadores, que es el que de verdad rige, y no los derechos meramente enunciativos de la Constitución, si tienes trabajo, tienes los derechos señalados respecto al modo y condiciones de su desempeño, pero ello no significa en absoluto que tengas derecho al trabajo. Podemos, sibilinamente, se sitúa fuera de la defensa del derecho
al trabajo. Es consciente de que en la práctica el tener un trabajo no es un derecho. Pero lo hace sin atreverse claramente a ofrecer, de modo explícito y
alternativo, su vieja consigna de la Renta Básica Universal, que va y
viene en su formulación, de la que, en un futuro capítulo expondré
su carácter liberal, reaccionario y precursor del “búscate la
vida, que ya no hay nada público, Págatelo con el dinero que te
dimos”.
Por
lo demás, no hay nada nuevo que ustedes, si quisieran, no debieran
haber intuido ya. La decisión sobre lo que uno es en esta vida,
yunque, martillo o masa amorfa, le corresponde a cada cual. Sigan
disfrutando de First Dates y de Jugones.
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16 de marzo de 2017
EXPROPIACIÓN, FUNDAMENTO DEL CAPITAL
Ezequiel
Hernández. Divulgación marxista
Famosamente
dice Marx que el capital viene al mundo “chorreando
lodo y sangre”
(cap.
24 de "El
Capital”) y
muestra una historia de violencia que fue desatada porque era
necesaria para cumplir un fin, el fin último de la clase
capitalista, que es la ganancia. Y la ganancia sólo puede producirse
cuando una masa de desesperados se agolpa ante las puertas de las
fábricas rogando que por piedad se les permita vender su capacidad
de trabajo, para soñar con vivir al menos un día más. En el mundo
de la igualdad de derechos y oportunidades.
Porque
un hombre que tiene su propia tierra va a emplear su fuerza de
trabajo para su propio provecho y no requiere del permiso de nadie
para trabajar. ¡Un hombre así es libre, verdaderamente libre!
El
hombre verdaderamente libre no le sirve al capitalista. Éste
necesita hombres disminuidos, temerosos, que no tengan derecho a
trabajar por su cuenta, en definitiva, hombres que no puedan ejercer
la libertad que está impresa en las inútiles Constituciones. El
hombre libre no necesita al capitalista, pero el capitalista necesita
hombres que lo necesiten… entonces ¿qué hace? Convierte a los
hombres orgullosos y dueños de sí mismos, en hombres despojados,
castigados por la amenaza de un hambre que no pueden saciar por sus
propios medios. Donde ayer bastaba el rudo esfuerzo para sobrevivir,
ahora es necesario pedir permiso…
Esta
fue la tarea en que se ocupó la burguesía desde que el mundo la
parió. Primero fueron, en tanto campesinos acomodados de aldea,
serviles cómplices de los señores feudales para ayudar a explotar a
quienes eran sus compadres, los campesinos más pobres. En cuanto la
presión de los tributos feudales se hizo demasiado pesada para estos
pobres campesinos, fueron perdiendo tierras y ya no pudieron ser
autosuficientes. ¡Acá empezó la fiesta! Se había separado al
hombre de aquello que lo hacía autónomo, se lo había desposeído.
Ahora
los campesinos acomodados podían venir “al rescate”.
Ahora el hombre orgulloso necesita al capitalista. El que no tiene
medios de producción necesita al que sí tiene medios de producción.
El campesino acomodado por fin puede adueñarse de la capacidad de
trabajar del hombre despojado, y se convierte plenamente en
capitalista. Ahora puede pagar un salario lo suficientemente bajo
como para extraer una ganancia de la relación asalariada, de la
diferencia entre lo que paga al trabajador y el valor del trabajo que
obtiene. De la explotación.
Y
lo que empezó en el pequeño mundo feudal se universalizó con la
expansión europea, con la conquista del mundo. Y a cada parte del
planeta que el capitalismo quería transformar a su imagen y
semejanza, la revolucionaba de la misma manera, “liberaba”
a los hombres de su relación directa con la naturaleza, y aniquilaba
las bases de su autonomía y de su verdadera libertad. Ningún país
desarrolló un proletariado hasta que no se limitó y cercenó el
acceso a la tierra, y miles y millones de campesinos fueron
expulsados. Las oleadas de hombres buscando trabajo surgían de este
proceso mundial de desposesión.
Marx
explica todo esto en el cap. 24, y luego en el capítulo siguiente
(cap.
25) presenta la prueba irrefutable (1) de la contradicción entre
el capitalismo y el trabajo personal autónomo: estudia el proceso
paralelo que necesariamente debe ocurrir en los territorios en donde
el capitalismo se va expandiendo y forma colonias con personas que
han podido adquirir tierras propias. Es el caso de colonias como
Estados Unidos, Australia, etc. En algún momento el capitalismo
necesita, para despegar y desarrollarse plenamente, primero: que se
agote la disponibilidad de tierras, y segundo: que las tierras ya
ocupadas por pequeños granjeros independientes sean expropiadas
progresivamente, en un proceso de concentración de la tierra que a
lo largo de décadas va liquidando al campesinado. Esto es lo que
ocurrió en los casos mencionados y está ilustrado en el gran libro
de Steinbeck “Las
uvas de la ira”
(de cuya película extraigo las imágenes). También es lo que vemos
en nuestros días en China y en India, donde millones de campesinos
son expulsados de sus tierras para pasar a formar la gigantesca
reserva proletaria que el capitalismo mundial necesita.
Sin
mas introducción, los dejo con un extracto del mencionado Capítulo
XXV de El Capital (aunque es un capítulo tan corto que conviene
leerlo directamente de la fuente, y completo):
“La
economía política procura, por principio, mantener en pie la más
agradable de las confusiones entre la propiedad privada que se funda
en el trabajo personal y la propiedad privada capitalista
diametralmente contrapuesta , que se funda en el aniquilamiento de la
primera. En el occidente de Europa, patria de la economía política,
el proceso de la acumulación originaria se ha consumado en mayor o
menor medida. En esta región, o el modo capitalista de producción
ha sometido directamente la producción nacional en su totalidad, o,
allí donde las condiciones aún no están desarrolladas, por lo
menos controla indirectamente las capas sociales que siguen vegetando
a su lado, capas degenerescentes que corresponden al modo de
producción anticuado. El economista aplica a este mundo acabado del
capital las nociones jurídicas y de propiedad vigentes en el mundo
precapitalista, y lo hace con un celo tanto más ansioso y con tanta
mayor unción, cuanto más duro es el choque entre su ideología y
los hechos. No ocurre lo mismo en las colonias. El modo capitalista
de producción y de apropiación tropieza allí, en todas partes, con
el obstáculo que representa la propiedad obtenida a fuerza de
trabajo por su propio dueño, con el obstáculo del productor que, en
cuanto poseedor de sus propias condiciones de trabajo, se enriquece a
sí mismo en vez de enriquecer al capitalista. La contradicción
entre estos dos modos de producción y de apropiación,
diametralmente contrapuestos, existe aquí de manera práctica. Allí
donde el capitalista tiene guardadas sus espaldas por el poder de la
metrópoli, procura quitar de en medio, por la violencia, el modo de
producción y de apropiación fundado en el trabajo personal. El
mismo interés que en la metrópoli empuja al sicofante del capital,
al economista, a explicar teóricamente el modo de producción
capitalista por su contrario, ese mismo interés lo impulsa aquí “to
make a clean breast of it” [a sincerarse], a proclamar sin tapujos
la antítesis entre ambos modos de producción. A tal efecto, pasa a
demostrar cómo el desarrollo de la fuerza productiva social del
trabajo, la cooperación, la división del trabajo, la aplicación de
la maquinaria en gran escala, etcétera, son imposibles sin la
expropiación de los trabajadores y la consiguiente transformación
de sus medios de producción en capital. En interés de la llamada
riqueza nacional, se lanza a la búsqueda de medios artificiales que
establezcan la pobreza popular. Su coraza apologética se desmigaja
aquí como yesca echada a perder.
(…)
En primer término, Wakefield descubrió en las colonias que la
propiedad de dinero, de medios de subsistencia, máquinas y otros
medios de producción no confieren a un hombre la condición de
capitalista si le falta el complemento: el asalariado, el otro hombre
forzado a venderse voluntariamente a sí mismo. Descubrió que el
capital no es una cosa, sino una relación social entre personas
mediada por cosas (…)
“Si
el capital”, dice Wakefield, “estuviera distribuido en porciones
iguales entre todos los miembros de la sociedad […], a nadie le
interesaría acumular más capital que el que pudiese emplear con sus
propios brazos. Es este el caso, hasta cierto punto, en las nuevas
colonias norteamericanas, donde la pasión por la propiedad de la
tierra impide la existencia de una clase de trabajadores
asalariados“. Por tanto, mientras el trabajador puede acumular para
sí mismo y lo puede hacer mientras sigue siendo propietario de sus
medios de producción, la acumulación capitalista y el modo
capitalista de producción son imposibles. No existe la clase de los
asalariados, indispensable para ello. ¿Cómo, entonces, se llevó a
cabo en la vieja Europa la expropiación del trabajador, al que se
privó de sus condiciones de trabajo, y por tanto la creación del
capital y el trabajo asalariado? Mediante un contrat social de tipo
absolutamente inédito.
“La
humanidad… adoptó un sencillo método para promover la acumulación
del capital“, misión que, naturalmente, desde los tiempos de Adán
espejeaba en la imaginación de los hombres como fin último y único
de su existencia: “se dividió en propietarios de capital y
propietarios de trabajo… Esta división fue el resultado de un
concierto y combinación voluntarios“. En una palabra: la masa de
la humanidad se expropió a sí misma para mayor gloria de la
“acumulación del capital”. Ahora bien, habría que creer que el
instinto de este fanático renunciamiento de sí mismo debería
manifestarse sin trabas especialmente en las colonias, pues sólo en
éstas existen hombres y circunstancias que podrían transferir un
contrat social del reino de los sueños al de la realidad. ¿Pero
para qué, entonces, la “colonización sistemática“,
antitéticamente contrapuesta a la espontánea y natural? Pero, pero,
pero: “En los estados septentrionales de la Unión norteamericana
es dudoso que una décima parte de la población pertenezca a la
categoría de los asalariados… En Inglaterra… la gran masa del
pueblo está compuesta de asalariados”. El impulso autoexpropiador
de la humanidad laboriosa, en efecto, para mayor gloria del capital,
tiene una existencia tan tenue que la esclavitud, según el propio
Wakefield, es el único fundamento natural de la riqueza colonial. La
colonización sistemática de Wakefield es un mero pis aller
[paliativo], ya que tiene que vérselas con hombres libres, no con
esclavos. “Sin esclavitud, en las colonias españolas el capital
habría sucumbido o, por lo menos, se habría contraído,
reduciéndose a las pequeñas cantidades que cualquier individuo
puede emplear con sus propios brazos. Esto ocurrió efectivamente en
la última colonia fundada por los ingleses, donde un gran capital en
simientes, ganado e instrumentos pereció por falta de asalariados, y
donde ningún colono posee más capital que el que puede emplear con
sus propios brazos”.
La
expropiación de la masa del pueblo despojada de la tierra, como
vemos, constituye el fundamento del modo capitalista de producción.
La esencia de una colonia libre consiste, a la inversa, en que la
mayor parte del suelo es todavía propiedad del pueblo, y por tanto
en que cada colono puede convertir una parte de la misma en su
propiedad privada y en medio individual de producción, sin impedir
con ello que los colonos posteriores efectúen la misma operación.
Este es el secreto tanto de la prosperidad de las colonias como del
cáncer que las roe: su resistencia a la radicación del capital.
“Donde la tierra es muy barata y todos los hombres son libres;
donde cualquiera que lo desee puede obtener para sí mismo un pedazo
de tierra, no sólo el trabajo es muy caro en lo que respecta a la
parte que de su propio producto toca al trabajador, sino que lo
difícil es obtener trabajo combinado, a cualquier precio que sea“
(1)
Lo que se llama consecuencia observacional, para quienes busquen
formas de contrastar empíricamente la teoría marxiana.
15 de marzo de 2017
EL SUPREMO AVALA LA SUBCONTRATACIÓN DE SERVICIOS PARA ESQUIROLEAR UNA HUELGA
Diego
Lotito. La Izquierda Diario
El
Tribunal Supremo avala, contra una sentencia previa de la Audiencia
Nacional, que se subcontraten servicios en una huelga. Impedirlo,
dice la resolución, supone una protección "exorbitante"
del derecho a la huelga.
La sentencia es precursora, qué
duda cabe. Establece que los clientes de una empresa que no formen
grupo económico con ésta pueden neutralizar la acción de una
huelga subcontratando los mismos servicios.
Para el tribunal, impedir esto,
como había resuelto la Audiencia Nacional en el mismo caso y ha
entendido hasta ahora la jurisprudencia, supone una protección
"totalmente exorbitante" del derecho a la huelga.
La resolución judicial fue
dictada en noviembre de 2016, estableciendo un fallo opuesto al que
previamente había emitido la Audiencia Nacional otorgando la razón
al sindicato CGT en una demanda contra la empresa Altrad Rodisola,
especializada en el montaje y alquiler de andamios.
El
caso: Altrad Rodisola
Altrad Rodisola es una empresa
especializada en montar andamios y aislamientos en obras de
construcción en el sector químico y nuclear. El grupo francés
Altrad, del que forma parte Altrad Rodisola, es un grupo presencia en
una docena de países europeos, además de China, Estados Unidos o
regiones como el norte de África y tiene un volumen de negocio de
861 millones de euros y unos beneficios netos de 49 millones de
euros.
En 2015 la empresa comenzó un
proceso de reestructuración para reducir costes, modificando
arbitrariamente las condiciones laborales de la plantilla. El 20 de
agosto de ese año los sindicatos organizados en la empresa
convocaron a una huelga indefinida en la planta de Tarragona, acatada
por el 90% de la plantilla de cerca de 130 trabajadores.
Durante
el período que duró la huelga, varios de los trabajos que estaban
paralizados por lo huelga fueron realizados por empresas
subcontratadas por sus clientes, Dow Chemical y Basell Poliofelinas,
que para prestar dichos servicios manipularon y modificaron andamios
y materiales de Altrad.
Los
sindicatos denunciaron estas acciones como una abierta vulneración
del derecho de huelga. CGT llevó la denuncia a la Audiencia Nacional
y la sala de lo Social le dio la razón al entender que, si la
plantilla no hubiera estado en huelga por la defensa de sus
condiciones de trabajo, dichos trabajos no hubieran sido realizados
por otras empresas.
La decisión de la Audiencia
Nacional se ajustó a la doctrina que hasta ahora ha dicho que estos
servicios vulneran el derecho a la huelga. Pero sólo hasta ahora.
Altrad presentó un recurso que encontró cobijo en el Tribunal
Supremo, el cual dictó un fallo opuesto en la que sostiene que
impedir la subcontratación supone una protección "exorbitante"
del derecho a huelga.
“Si se impidiese a los
destinatarios de los trabajos, que no lo tuvieran prohibido por
contrato, contratar con otras [empresas], llegaríamos a sostener que
los consumidores habituales de un comercio no pudieran comprar en
otro, en caso de huelga en el primero, o que la empresa que tenga que
realizar determinados trabajos no pudiera recurrir a otra empresa de
servicios”, especifica el fallo.
En la sentencia que ahora viene
a anular el Supremo, la Audiencia Nacional, por el contrario, había
señalado que “los actos vulneradores del derecho de huelga
pueden ser realizados por terceros empresarios distintos del titular
de la empresa o centro de trabajo en cuyo ámbito se produce la
huelga, si tales empresarios tienen una especial vinculación con
aquél, como sucede en nuestro caso, en el que la demandada presta
servicios para los mismos, y tal vulneración se produce mediante los
actos del empresario principal que acude a contratar los servicios de
una nueva empresa contratista para realizar los trabajos que debían
ser desarrollados por los trabajadores que ejercen su derecho a la
huelga”.
Para la Audiencia Nacional, “la
vulneración tiene como efecto neutralizar el legítimo derecho a la
huelga” y la empresa “lo único que hizo fue comunicar a sus
clientes la huelga para que pudieran subcontratar temporalmente los
trabajos que Altrad hubiera desarrollado durante el transcurso de la
huelga, sin oponerse a que fuera manipulado por terceros su propio
material”.
Estos fundamentos son los que
el Tribunal Supremo ha venido a cargarse con su nuevo fallo,
eximiendo a la empresa de cualquier responsabilidad por el accionar
de sus clientes subcontratando los servicios que no podía prestar
por la huelga.
Para el tribunal que se
encuentra en la cúspide del poder judicial español, “no existe
una vinculación que justifique hacer responsable a Altrad de una
conducta en la que no ha participado y en la que no ha podido
intervenir para tomar la decisión”.
Según el TS, la actuación de
Altrad "consistió únicamente en comunicar a todos sus
clientes que no podía realizar los trabajos comprometidos con ellas
durante la realización de la huelga", y aún más, añade que
Altrad "no tiene una vinculación con sus clientes que le
permita codecidir con ellas la realización de esos trabajos por
terceras empresas de la competencia, ni tampoco se benefició de
ello, y sin que tampoco conste que hubiese colaborado”.
La sentencia, finalmente,
establece que no puede adjudicarse a Altrad que “haya impedido o
disminuido los efectos de la huelga, o menoscabado la posición
negociadora”.
Defender
el derecho a huelga
Los abogados de los grandes
capitalistas ya se frotan las manos. En un artículo
publicado en el diario Expansión, Íñigo Sagardoy, presidente
de Sagardoy Abogados, cree que la sentencia “es importante
porque sienta que la huelga es instrumento que se ejerce en el marco
del contrato de trabajo como una medida de presión sobre el
empresario mediante la imposición del perjuicio que deriva de la no
prestación del trabajo”.
Aunque las implicaciones
legales de la sentencia aún están por verse, la interpretación
alternativa de la jurisprudencia relativa al derecho a la huelga que
hace el Supremo ha dado estatus legal al esquirolaje mediante el
mecanismo de la subcontratación de servicios, abriendo un portal a
todo tipo de maniobras patronal para vulnerar el derecho de huelga.
En ese marco, resulta insólito
que CCOO considere que en la sentencia el Supremo “no corrige su
doctrina sobre el derecho de huelga”. En un comunicado
publicado en su sitio web, el sindicato asegura que “no es
cierto que la sentencia admita, sin más, que ante una huelga
convocada, se pueda suplir la actividad de los trabajadores acudiendo
a subcontratas. La empresa que es objeto de convocatoria no puede
acudir a esa forma de esquirolaje para desviar la producción, y en
este punto la Sentencia no introduce ningún cambio. Tampoco admite
que otras empresas, si están vinculadas con la que es objeto de
huelga, puedan desviar la producción por cualquier vía”.
Esta visión tranquilizadora se
corresponde con la actitud de pasividad y displicencia que
caracteriza a CCOO (y sus socios de UGT), que desde el estallido de
la crisis capitalista en 2008 han jugado un papel de contención de
la lucha de clases, optando en cada momento crítico por buscar la
“paz social” a costa de entregar cada vez más conquistas
y derechos de la clase trabajadora.
Cuando los capitalistas están
en crisis es cuando se caen las máscaras y ya no se toleran el
derecho de huelga, como tampoco el de reunión, de libertad de
prensa, etc. Este proceso de cercenamientos de las libertades
democráticas más elementales es el que viene avanzando a paso
rápido y con violencia en los últimos años en el Estado español,
a golpe de leyes mordaza, procesos judiciales… y también de
sentencias como la del Tribunal Supremo.
El derecho de huelga es,
sencillamente, el derecho de la clase trabajadora a coaccionar sobre
la producción y la circulación de las personas y mercancías como
un derecho legal y legítimo. La defensa irrestricta de este derecho
es una lucha elemental en la que deben embarcarse todas las
organizaciones obreras, políticas y sociales que se jacten de
defender las libertades democráticas. CCOO y UGT, lejos de sacar
mensajes tranquilizadores, deberían denunciar duramente este nuevo
ataque y convocar a la movilización en defensa del irrestricto
derecho a la huelga y contra todo tipo de vulneración de este
derecho fundamental.
Como escribiera Walter
Benjamin, “según la concepción de la clase obrera –opuesta
a la del estado–, el derecho de huelga es el derecho a
usar la violencia para imponer determinados propósitos”. Hay
que defenderlo con uñas y dientes.
13 de marzo de 2017
AFGANISTÁN-PAKISTÁN: EL CENTRO DEL TERROR
Guadi Calvo. Portal
Alba
Mientras que Daesh se bate en
una angustiosa retirada de la ciudad iraquí de Mosul, donde se
juramentaron como Estado Islámico en 2014, tras resistir el asedio a
que están sometidos desde comienzo de noviembre último, por tropas
del ejército iraquí, junto comandos norteamericanos, kurdos y
turcos; en Siria, el Ejercito Árabe Sirio junto a la aviación rusa
y comando iraníes y del Hezbollah los han despojado de importantes
núcleos urbanos y al parecer la última batalla se resolverá en
al-Raqa, la capital siria del grupo del Califa Ibrahim, para lo que
el presidente norteamericano Donald Trump, enviará 400 infantes,
abriendo una nueva arista a la compleja guerra siria, pero
posiblemente se extermine territorialmente al terrorismo integrista,
aunque sin duda los atentados se multiplicaran tanto en Siria como en
Irak, oleada que podría extenderse a Jordania y Líbano.
En Libia, otro de los
escenarios bélicos establecido por el Daesh en su guerra global, las
huestes del Califa se están disolviéndose tras la pérdida de su
capital Sirte, y según fuentes de inteligencia, mucho de eso
combatientes pugnan por alcanzar el norte de Mali para sumarse a la
nueva organización dirigida por al-Qaeda Global, Jamaat al-Nasr
Islam wa al-muminin (Grupo para la victoria del Islam y de los
fieles). (Ver: Sahelistán
del Nilo al Atlántico).
El Daesh solo parece
estar avanzado fuertemente tanto en Afganistán como en Pakistán,
donde no deja de protagonizar ataques de manera continua contra
cualquier tipo de objetivos.
Al igual que el Talibán, el
Daesh afgano, Wilayat Khorasan saca provecho de la cada
vez más tensa relación entre los dos hombres fuertes del gobierno
afgano, el presidente Asharf Ghani y el presidente ejecutivo
Abdullah-Abdullah, lo que no permite homogenizar políticas claras
frente al terrorismo.
Ambas organizaciones
integristas disputan territorialmente a las autoridades federales de
Kabul, provincias enteras. Se calcula que casi un 43 %, está en
manos de los grupos terroristas. Aunque es el Talibán quien controla
la mayor parte de ese porcentaje. Sin duda Trump tendrá que resolver
rápidamente su política en la región ya que la crisis está
desbordando tanto a las autoridades de Kabul como a Islamabad.
El último miércoles, un
comando del Daesh atacó el hospital militar Sardar Mohammad
Daud Khan de Kabul, con un saldo de al menos 49 muertos, en su
mayoría pacientes, médicos y enfermeros, además de los cuatro
atacantes, que dejaron cerca de 70 heridos. El hospital se encuentra
en uno de los sectores más seguros de la ciudad, ya que es vecino a
varias embajadas occidentales, incluso la norteamericana, y a la base
de la Unidad para la Respuesta de Crisis (CRU en inglés).
Los terroristas consiguieron
infiltrase, vestidos como agentes sanitarios, cerca de las 9 de la
mañana, hora de gran concentración de público. El primero de los
terroristas hizo detonar su chaleco explosivo, junto a la entrada,
mientras los tres restantes, armados con fusiles de asalto AK-47 y
granadas, abrieron fuego de manera indiscriminada, para después
atrincherarse en el interior edificio. Tras lo que se estableció un
tiroteo de casi 7 horas, con las fuerzas especiales afganas, que
ingresaron al Hospital descolgándose desde dos helicópteros a los
techos del edificio.
El hecho remite gravedad
extrema ya que nunca antes había sido atacado un hospital, el
presidente Ghani, declaró: “que en todas las religiones se
considera a los hospitales como lugares seguros, por lo que este
ataque, es hacerlo contra todo Afganistán”. Mientras que la
cúpula del Talibán emitió rápidamente un comunicado por el que
deslindaban cualquier tipo de responsabilidades respecto a ese hecho.
Desde comienzo de año, tanto
el Talibán como el Daesh vienen protagonizado cadenas de
ataques en la capital afgana, y en muchos puntos del interior, que
prevé que con el inicio de la primavera recrudecerán las acciones
fundamentalistas.
Las administración Obama dejó
en el país centro asiático unos 5.000 efectivos, concentrados en
trabajo de asistencias a las tropas en el marco de la operación
“Apoyo Decidido”, aunque a partir de la embestidas de
estos últimos meses algunos expertos opinan que Estado Unidos,
tendría que elevar el número de efectivos a 8.800, para mejorar el
adiestramiento y asesoramiento de las fuerzas afganas.
Este ataque al hospital se
produjo días después de dos operaciones suicidas por parte del
Talibán, también en Kabul, contra una estación policial y una
oficina de los servicios de inteligencia, que dejaron en total 42
muertos y 122 heridos.
Este último sábado en la
localidad de Nawshar, en la sureña provincia Zabul, al menos ocho
policías fueron asesinados, cuando se encontraban durmiendo, por dos
talibanes, infiltrados en esa fuerza. Tras el ataque los terroristas
huyeron con armamento.
“Primero fueron
envenenados y luego tiroteados”, informó el portavoz del
gobernador provincial, Gul Islam Sial. Este último hecho remite al
sucedido el lunes 27 de febrero en un puesto policial de Lashkar Gah
en la provincia de Helmand, cuando otro infiltrado en la fuerza
policial ejecutó a once agentes mientras dormían, tras lo que huyó
con armamento
A última hora del sábado el
aeropuerto militar de la provincia afgana de Jost, donde radica un
gran número de tropas norteamericanas, fue atacado por tres hombres,
que tras ser repelidos huyeron.
Según fuentes norteamericanas,
ataques de infiltrados en fuerzas de seguridad han dejado el año
pasado, entre enero y noviembre de 2016, en 56 hechos 151 muertos y
79 heridos.
El sábado 11, en el norte de
Afganistán, en la capital de la provincia de Kunduz, cerca de 30
alumnas debieron ser hospitalizadas, tras un ataque con gas venenoso
contra su escuela. Mientras que, por un ataque similar a una escuela
de Kabul, otras seis niñas fueron internadas.
Según testigos del atentado en
Kunduz, dicen haber visto a un hombre vestido de negro, con su boca y
nariz cubierta con un trapo, lanzar una botella, de la que
inmediatamente se desprendió un gas, con un fuerte olor agrio, tras
lo que las primeras afectadas comenzaran a caer desmayadas. Este ha
sido el tercer ataque de estas características en Kunduz en la
última semana. Las escuelas de mujeres son un blanco favorito por el
terrorismo integrista ya que “filosóficamente” la
educación femenina es prohibida.
El 2016 fue un año de intensa
actividad insurgente donde se produjeron la mayor cantidad de
víctimas civiles en una década, ese número tiende a aumentar para
2017.
Una frontera cada vez más
caliente
Pakistán ha decidido cerrar
indefinidamente los pasos fronterizos con Afganistán, de Torkham y
Chaman, en la provincia suroccidental de Baluchistán, que había
clausurado de manera provisoria tras el ataque a el templo sufí de
Sehwan Sharif a mediados de febrero, mientras las autoridades de
Kabul, no tengan resultados efectivos de combate contra el
extremismo. Según Islamabad, desde territorios afgano, cruzan la
frontera a Pakistán atacan y vuelven a sus santuarios.
Las autoridades pakistaníes
habían abierto los pasos este último jueves para permitir el paso
de ciudadanos de ambos países que habían quedado de uno y otro
lado. Para volverlos a cerrar inmediatamente, tras resolver la
cuestión. La actitud de Islamabad sigue generando más tensión
entre los dos países vecinos.
Kabul ha debido atender a más
de doscientas familias residentes cerca de la frontera tras los
ataques de la artillería pakistaní a posibles centros terroristas
fronteras adentro de Afganistán.
Tras la apertura del jueves de
uno de los pasos en la provincia de Nangarhar, dos hombres, una mujer
y un niño murieron aplastados, tras una estampida generada por cerca
de 20.000 ciudadanos afganos, que en territorio de Pakistán
esperaban desde una semana atrás permiso para cruzar. En la
localidad de Torjam otros 24 mil afganos han cruzado a pie la
frontera mientras que 700 paquistaníes hicieron el camino inverso.
Nadie sabe cuándo se volverán
a abrir los pasos fronterizos vitales para el comercio de uno y otro
lado, que ha generado ya perdidas por millones de rupias.
Es claro que el movimiento
Tehreek-e-Taliban Pakistan (TTP) y el capítulo pakistaní del
Daesh, sumado a otras organizaciones menores, también son
responsabilidad de Islamabad. El fenómeno del wahabismo no se
detiene en fronteras y se afianza cada vez más fuerte en las áreas
tribales debido al abandono de los gobiernos centrales. Los cierres
fronterizos no son más que un “marketing”, ya que todos saben
que las bandas terroristas, transitan por los mismos pasos que lo han
hecho los contrabandistas desde siglos, los que jamás fueron ni
detectados, ni detenidos.
Tras los recientes ataques en
territorio pakistaní el congresista estadounidense del partido
Republicano Ted Poe, presidente de la Subcomisión de Terrorismo de
la Cámara, presentó este último jueves, un proyecto que declara a
Pakistán “Patrocinador estatal del terrorismo” y un
aliado poco confiable, acusando a Islamabad de haber colaborado con
enemigos de los Estados Unidos.
Si bien es cierto que Osama bin
Laden o la red salafista afgana de la familia Haqqani, encontraron
apoyo y seguridad en Pakistán, no es menos cierto que fueron las
políticas norteamericanas en la región, desde hace casi cuarenta
años, las que han entrenado, armado e incentivado a estas
organizaciones, que fueron utilizadas según los intereses del
Departamento de Estado. Cuestión de la que ningún presidente
norteamericano desde Jimmy Carter hasta la fecha se ha hecho cargo.
A partir de la presentación
del proyecto del representante Poe, el presidente Trump deberá
publicar un informe dentro de los próximos 90 días, que demuestre o
no, la implicación de Pakistán con el terrorismo.
Mientras todo esto sucede en
Washington, en la mañana del domingo, mientras se escriben estas
líneas se conoce que un nuevo ataque se llevó a cabo en la ciudad
de Dera Ismail Khan, en la siempre conflictiva provincia pakistaní
de Khyber Pakhtunkhwa, donde una bicicleta con carga explosiva fue
activada, dejando por lo menos siete muertos y un número todavía
indeterminado de heridos, sin que todavía ninguna de las
organizaciones terroristas se haya adjudicado el ataque.
Asía Central históricamente
ha sido uno de los lugares más sensibles del planeta y todos sabemos
que, de una u otra manera lo que allí suceda, tarde o temprano
afectará al resto del mundo.
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