George Orwell, escritor, anticomunista y chivato |
SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
PROPUESTA DE EXIGENCIAS AL POSIBLE PRÓXIMO GOBIERNO DE AMPLIAS ALIANZAS
HASTA LOS COJONES DEL ASUNTO LUIS RUBIALES Y DE TODO EL SHOW
TIEMPO DE PESIMISMO (NO EXAGERAR LOS ADJETIVOS), TIEMPO DE ESPERANZA
SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
31 de agosto de 2016
LA LISTA DE ORWELL
Jorge
Ángel Hernández. La pupila insomne
El
afamado escritor británico George Orwell, autor de la igualmente
célebre novela 1984, se empleaba de lleno y con
conocimiento de causa en el entramado de la Guerra Fría cultural.
Desempeñaba su papel de colaborador activo de la CIA, sobre todo a
través del intelectual agente Arthur Koestler, con quien bromeaba
calculando el grado de traición que podrían alcanzar las “bestias
negras favoritas” de su lista de denuncias. En su meticuloso
diario, Orwell compiló los nombres de treinta y cinco personas en
1949, pero engrosó rápidamente el número en ese mismo año, hasta
llegar a 125 sospechosos de simpatizar con el comunismo o de
colaborar con él directamente. La abultada lista sería entregada
por él mismo al Departamento de Investigación de la Información
(IRD, por sus siglas en inglés).
Orwell
denunciaría así a quien se consideraba su amigo, el poeta Stephen
Spender, por su “tendencia a la homosexualidad” y por ser
“muy poco fiable” y “fácilmente influenciable”.
El célebre e incluso autor superior a él mismo, John Steinbeck,
fue incluido en su nómina de bestias negras por considerarlo
“espurio, pseudoingenuo”, y asimismo Upton Sinclair,
apenas por calificarlo de “muy tonto”. El político y
periodista panafricanista George Padmore, radicado en Londres luego
de haber abandonado el comunismo soviético, pasa a su lista por
“antiblanco” y probable amante de Nancy Cunard.
Kingsley
Martir, director del New Statesman and Nation, donde Orwell
publicaba, quedaría en su lista como “liberal degenerado. Muy
deshonesto”. El intelectual, actor y cantante negro Paul
Robeson también fue víctima de sus acusaciones por ser muy
“antiblanco, partidario de Wallace”, y J. B. Prestley por
“simpatizante convencido”, “muy antiamericano” y con
posible vínculo organizativo con el anticomunismo. Michael Redgrave,
quien aparecería después en el filme 1984, también quedaría
enlistado por el paranoico colaborador de la CIA. A esas alturas,
Orwell sabía que lo aquejaba una tuberculosis que no había
respondido favorablemente al tratamiento especial que desde los
Estados Unidos le enviaran. Pronto, la enfermedad lo llevaría a lo
que, con despiadado humor negro, Mary McCarthy consideraría, por la
fuerza del giro a la derecha de sus últimos actos, una feliz muerte
prematura.
Coincidiendo
en el tiempo con la lista de Orwell, organizaciones racistas de los
Estados Unidos boicotearon conciertos de Paul Robeson, quien, a pesar
del peligro que corría, se negó a refugiarse en la Unión
Soviética, donde, según declaró públicamente, se sintió
verdaderamente tratado como una persona. Sus motivos respondían a un
patriotismo vital: consideraba un deber heredado reconstruir su país.
La
filmación y distribución de Rebelión en la granja
(Animal farm) estuvo totalmente orientada por la CIA. Primero, con la
gestión que acometieron los agentes Carleton Alsop y Finis Farr,
cumpliendo orientaciones de su superior E. Howard Hunt, de conseguir
los derechos a través de la viuda, Sonia Brownell, con quien Orwell
se había casado en 1949, en el hospital donde se hallaba ingresado.
El propio Hunt revela en detalles las gestiones en sus Memorias,
publicadas en 1974.
Las
más famosas novelas, Rebelión en la granja (Animal
farm) y 1984 no fueron sino parte de su plan de trabajo
como colaborador del IRD. Cada una cumple a cabalidad las normas de
comunicación de requisito, así como la dirección de contenido que
establecía al socialismo como un experimento fallido. Si bien en
ambas es posible hallar referencias al entorno británico inmediato,
que el público podía relacionar y disfrutar sin demasiado esfuerzo,
muchas de las cuales fueron suprimidas en las respectivas versiones
cinematográficas, el superobjetivo de ambas obras se enfoca en el
anticomunismo. En ninguna de ellas da paso a la más mínima
esperanza.
Arthur
Koestler, artífice de las nuevas direcciones de guerra fría que el
IRD alentaba, recibió en su círculo a George Orwell desde 1940. Los
propósitos del Departamento estaban enfocados justamente en atraer a
los rebeldes de tradición izquierdista que se habían declarado en
contra del poder central socialista. El uso de desertores y
descontentos liberales era objetivo central de su política, aunque
muchos de ellos no fuesen avisados de que el financiamiento de sus
obras procedía de la CIA. El propio Koestler, quien venía de
Hungría y de un periplo comunista activo, se lanzaría al objetivo
con la novela El cero y el infinito (Darkness at Noon),
centrada en los excesos de los llamados procesos de Moscú.
El
biógrafo autorizado de George Orwell, Bernard Crick, lo consideraba
“un hombre profundamente reservado, austero, sencillo, y en cierto
modo, inhibido.” Visto así, pueden tratarse de rasgos de
personalidad común, incluso estos que añade: “Es de dudarse
que tuviera amigos íntimos con los que pudiera desahogarse y
discutir problemas y dificultades”. Sabidas sus aventuras de
colaboración con Koestler, estas características adquieren un matiz
diferente, que bien remiten al comportamiento del espía con
objetivos definidos.
“Hablaba
con sus amigos sobre cuestiones de carácter público: libros,
política y rarezas de la historia natural o de la vida urbana
–agrega Crick–. Podía disertar incansablemente sobre pájaros, y
Cyril Connolly, maliciosamente, comentó una vez que Orwell
difícilmente podía sonarse la nariz sin sospechar y denunciar un
cartel de los fabricantes de pañuelos”. Su radio de acción se
extendía a varios círculos de relaciones, como lo revela el propio
Crick: “Tenía diversos círculos de amigos y conocidos: poetas
bohemios pobres y aspirantes a novelistas en los pubs de Bloomsbury,
la elegante camarilla de las revistas literarias, en la que figuraban
Connolly y Spender, los periodistas de Tribuney una variada fauna de
activistas de izquierda, algunos anarquistas británicos relacionados
con Freedom Press y la librería, y su viejo círculo de Southwold”.
Spender
figuraría en la lista, lo que demuestra que ese hombre, reservado y
austero, desarrollaba una plena habilidad de atraer a las personas,
fingir amistad y sonsacarles sus criterios para, como planteaba el
objetivo del IRD, sacarlos primero de las publicaciones y
denunciarlos y juzgarlos una vez que se les comprobaran vínculos
reales con organizaciones o personas comunistas. Horizon, de Cyril
Connolly fue la primera de las revistas en desaparecer por falta de
financiamiento en 1950. Agrega incluso Crick que, en general, Orwell
“mantenía separados estos mundos y quizás era anormalmente
reservado acerca de a quienes conocía y a quienes no pero,
ocasionalmente, podían coincidir en su piso para un té de las cinco
(al que era muy aficionado)”.
La
compartimentación de amistades y relaciones de trabajo es algo
natural en el medio, desde luego, y servía a su verdadero objetivo
de hacer de vigilante, lo que cumplió cabalmente con su lista a
menos de un año de su muerte. La compartimentación es, por demás,
un requisito indispensable para el espionaje. Si hay, como lo han
advertido algunos críticos posteriores, desgarramiento en estas
novelas, se debe sobre todo a que Orwell cumplía parte de las
funciones que se satirizan en ellas: denunciaba a quienes diferían
en criterios políticos, excluía a los homosexuales y camuflaba su
racismo con acusaciones de extremismo activista.
El
propietario editorial Fredric Warburg, quien publicara Animal
farm, con Secker & Warburg, se tomaría activo interés
en su posterior producción cinematográfica, completamente
financiada por la CIA y, por tanto, con un guión minuciosamente
revisado por el Consejo de Estrategia Psicológica (Psychological
Strategy Board), programa secreto aprobado por el presidente Truman
para llevar a cabo la guerra sicológica con el bloque socialista.
Este proceso de revisión provocó cambios sustanciales en sus
perspectivas ideológicas y, sobre todo, en los giros simbólicos que
actuaban en los patrones de juicio de la masa. Secker & Warburg
sería, además, uno de los elementos del llamado “triple pase”
de tapadera para el financiamiento de la revista Encounter, que
editaría el supuestamente peligroso Stephen Spender.
Orwell,
quien falleció en la noche del 21 de junio de 1950, dejó
inconcluso, apenas esbozado, un proyecto de novela en tres volúmenes
cuyo tema era la decadencia del viejo orden, la revolución
traicionada y el análisis del totalitarismo inglés. Así,
continuaría siendo fiel al objetivo del IRD y buscaría, con la fama
de apoyo, elevar el nivel de sus propuestas literarias por encima de
la trilogía de preguerra. Pero este proyecto no consiguió
abultarse, ni siquiera al punto que lo hiciera su primera lista de
bestias negras anticomunistas.
30 de agosto de 2016
LA INSOSTENIBLE LIGEREZA DE LOS MERCADOS
Janet Yellen |
Luis
Casado. Alainet
En
este caso debes tomar ‘ligereza’ en la peor de sus
acepciones, o sea irreflexivo, poco meditado, inconstante, falto de
seriedad, inestable. Tú me dirás que tratándose de los mercados
siempre es el caso, y por mi parte precisaré que me refiero a los
mercados que piensan, deciden, se tranquilizan o se asustan, huyen o
regresan al galope, rechazan o aprueban, exultan o lloran, aman u
odian, en otras palabras a quienes “hacen los mercados”, a
mendas de carne y hueso.
Suelen
llevar una gorrita –o en su defecto una visera– con la mención
“Experto” estampada en caracteres visibles, y no es
infrecuente ver letras reflectantes si se trata de un
“Economista-jefe”.
Suspenso
que se suma al suspenso, tales eminencias esperaban la palabra de
Janet Yellen como otros el agua de mayo. Para ser más precisos, el
discurso que Yellen pronunció ayer viernes en Jackson Hole. Su
palabra debía ser un faro en medio de las tinieblas.
Kevin
Logan, Economista-jefe de HSBC, pensaba “que el mensaje de
Yellen podría ser que ‘la neblina se levanta". Estoy
citando, no le quito ni le pongo, el laburo del Economista-jefe de
uno de los bancos más importantes del mundo consiste en rezar para
que Yellen anuncie cielos despejados.
Por
su parte, Drew Matus, Economista ‘senior’ del banco UBS en
los EEUU, declaraba: “Yo (…)
espero que la Presidente Yellen decida mirar el lado optimista de las
perspectivas”. Matus es un fiel exponente del Método Coué.
Tal método, designado con el apellido del psicólogo y farmacéutico
francés Émile Coué de la Chataigneraie (1857-1926), se funda en la
autosugestión y la auto-hipnosis. Para sanar basta con
auto-convencerte que ya estás sano. Simple como una de tus manos.
Greg
Robb, senior economist reporter de Market Watch, ‘operador de
negocios’ estadounidense, precisa: “Para ser justos, Matus
piensa que la FED no anunciará nada hasta la reunión de septiembre
de su Comité de Política Monetaria y no hará nada concreto hasta
su reunión de diciembre”. En otras palabras es urgente creer,
y es urgente esperar. Creamos y esperemos.
Michael
Gapen, Economista-jefe de Barclays, es optimista cuando declara:
“Esperamos que Yellen entregue una señal más fuerte sobre la
probabilidad de una próxima alza de tasas de interés”.
Parece
cosa de locos, pero todos estos “expertos”, magníficamente
pagados, no se aventuran a usar sus propios cálculos, realizados con
modelos matemáticos muy similares –conceptual y metodológicamente
hablando– a los que usan la FED o el FMI. Prefieren esperar a que
hable Yellen, como si su palabra tuviese un poder divino. ¿Prudencia,
pusilanimidad, cobardía?
Logan,
Matus, Robb y/o Gapen saben tanto o más que Janet Yellen y los
miembros de la FED sobre los índices, tendencias y cifras que
cotidianamente entregan decenas de institutos que viven de eso.
Sin
embargo, viven esperando la palabra que mana de la boca del banco
central de los EEUU, órgano constituido, como UBS, Barclays, Market
Watch o HSBC, por simples mortales tan propensos al error como el que
más. Y cobran por ello. Su ‘autoridad científica’ (¿por
qué te ríes?) no va más allá de prever cuando, o en qué grado,
la FED pudiese, si los astros se conciertan, mover pieza.
Aún
así, como escribe Greg Robb, como mucho su coraje les lleva a
pronunciar banalidades –imbecilidades es el término que conviene–
como la siguiente: “…las posibilidades de un alza de tasas
este año es de 50-50” (sic).
Mañana… ¿me visto de verano o voy con abrigo? “Las
posibilidades son de 50-50”. Te pones un impermeable, calzas
chancletas y llevas gafas de sol.
Por
si la insondable ignorancia –o la inconmensurable pusilanimidad–
de los Economistas-jefe no fuese suficiente, el Wall Street Journal
(WSJ) incursiona en los sondeos de opinión, como si la marcha de la
economía y las decisiones de sus manitúes dependiesen de la opinión
de una “muestra representativa” de idiotas: “En torno
a un 71% de 62 economistas encuestados este mes por el Wall Street
Journal dijeron que la FED esperaría hasta su reunión del 13-14 de
diciembre” (resic).
Cualquier
aprendiz de estadístico sabe que una muestra de 62 individuos es tan
inútil como las previsiones y consejos del WSJ. Cuando te digo que
esto no se inventa…
Janet
Yellen en Jackson Hole (Kansas City - Wyoming)
Como
quiera que sea, Janet Yellen vino a Jackson Hole, vio y habló. La
conocida publicación Fortune estima que “los mercados adoraron”
su discurso. ¿Qué dijo Janet? Lo que “los mercados”
querían escuchar: todo va bien y mañana mejor.
Según
Fortune “Yellen tuvo sobre todo palabras amables para el Tío
Sam, diciendo que ‘a la luz de los sólidos y continuos resultados
del mercado del trabajo y nuestras previsiones para la actividad
económica y la inflación’, la posibilidad de un alza de tasas de
interés adquiere fuerza”.
Ya.
¿Y ahí? Nada. No hay alza de tasas. Habida cuenta de la forma de
reaccionar de “los mercados”, o sea de los ignorantes
descritos más arriba, basta con la palabra de Yellen. La misma que
dudó más de lo conveniente en diciembre del 2015 para subir la tasa
directriz en un microscópico “cuarto de punto de base”, o
sea en un 0,25% anual, sigue dudando ahora pero es consciente de que
el mundo de los Economistas-jefe no puede seguir en Babia.
Diciéndoles
lo que querían escuchar les permitió respirar, y al mismo tiempo
tranquilizó a Fortune, que pone en primera página:
“Janet
Yellen y los inversionistas de Wall Street están de acuerdo en una
cosa: La economía de los EEUU es una inversión relativamente
buena”.
Como
diría el otro, todo está en el “relativamente”. Ni tan
cerca que te quemes, ni tan lejos que te hieles. Como hubiese dicho
Alan Greenspan, “Uds. creen que entendieron lo que yo dije pero
no saben si lo que dije quiere decir lo que yo quise decir”.
No
obstante, el laburo de Janet Yellen consiste en anunciar ‘cielos
despejados’ como deseaba Kevin Logan. Nadie espera del
presidente de la FED que venga a anunciar la crisis de los subprimes
(Alan Greenspan ni siquiera la vio venir), ni el hundimiento de los
bancos privados (Ben Bernanke juraba que Lehman Brothers
sobreviviría).
Ahora
Janet Yellen se esfuerza en demostrar que la FED dispone de
herramientas para hacerle frente a otra eventual recesión.
Una
de esas herramientas consiste en bajar las tasas de interés, pero
como sabemos estaban (y de algún modo están) en cero. Ni modo de ir
más abajo. Otra herramienta tradicional consiste en fabricar dinero
trucho, o sea hacer emisiones sin respaldo, pero los consecutivos
relajos monetarios –Quantitative Easing para los entendidos–
permitieron la emisión de billones de dólares sin alterar ni la
tasa de crecimiento, ni la tasa de inflación que sigue cerca de cero
amenazando por el contrario con transformarse en deflación.
No
importa. Janet Yellen vino, vio y habló. Los Economistas-jefe pueden
dormir en paz, el futuro se anuncia resplandeciente, los EEUU siguen
siendo una inversión relativamente buena, John Wayne es recordado
como el cowboy por excelencia, Mickey es bueno, los ‘Chicos
malos’ son malos, y todo baña en el aceite esencial que debe
lubricar las bielas de este inmenso motor que es la economía
globalizada.
Hasta
la próxima crisis que muestra ya la punta de la nariz. Pero no lo
digas: podrías despertar de su apacible sueño a los
Economistas-jefe, y desatar un pánico de no veas en “los
mercados”.
16 de agosto de 2016
GEORGE SOROS Y SUS FUNDACIONES, HACKEADOS Y PILLADOS
Por
Marat
Una
publicación norteamericana -American
Thinker- informaba el domingo 14 de Agosto de que un grupo de
hackers se habían hecho con una gran cantidad de datos desde 2008
hasta 2016 de distintas fundaciones ligadas a George Soros, entre las
que la Open Society Foundations sería la más espiada.
Según
señalaba esta publicación, el sitio de DCLeaks
fue el encargado de publicar estos datos, en un proceso de extracción
de información que recordaba bastante al de los Panama Papers,
coordinado por el Consorcio Internacional de Periodistas de
Investigación (ICIJ), ligado al plutócrata húngaro-norteamericano.
¿El alguacil alguacilado que diría Francisco de Quevedo o una
jugada aún más perversa en la que el supuesto atacado finge un
ataque que le permita filtrar una serie de datos, quién sabe con qué
objetivos?
Nadie
sabe a ciencia cierta los intereses ni qué hay detrás de muchas
noticias que aparecen en la red, un lugar en el que el anonimato
completo es difícil pero en el que es relativamente sencillo
esconder un misterio dentro de un enigma, no para esclarecer nada
sino para velarlo aún más. Tanta sobreinformación nos hace
escépticos y cínicos. Y, en general, bastante idiotas.
En
cualquier caso, creo que vamos a recibir en semanas y meses
posteriores tanta información acerca de esta cuestión que
difícilmente se va a entender su significado si no es desde una
perspectiva política que permita entender el momento actual del
capitalismo -pues no estamos ante las chaladuras de un bimillonario
con tiempo y ganas para enredar- y algo que vaya más allá de la
interesada visión de las teorías geopolíticas, tan dadas a hacer
olvidar la naturaleza del sistema económico bajo el que vivimos.
Pero
dada la importancia y la abundancia de documentación
“incautada” a las fundaciones de Soros sobre actividades en
Europa y más particularmente en el Este del continente (Moldavia,
Ucrania) -la documentación, muy extensa, está en inglés- creo
que el asunto arranca de uno de los actores del juego actual de la
geoestrategia, más concretamente del que ha venido recibiendo
agresiones por parte de George Soros y sus fundaciones globalistas.
A
nadie debe escapársele algo que el propio Soros ha admitido: su
papel en el Este de Europa. En el apoyo
al Maidan nazi de Ucrania y en los procesos ligados a la
destrucción de Yugoslavia,
con la financiación de OTPOR y Canvas.
Como
antifascista denuncio lo que representó el Maidan ucraniano
y específicamente contra los antifascistas y comunistas del Donbass. Como internacionalista apoyo la paz entre los pueblos, sin confundirme con los intereses particulares de potencia capitalista internacional y en litigo alguna.
Tengo interés en denunciar a otro Soros que no es el de la geopolítica y el de la geostrategia. Me interesa hablar de cómo los objetivos
del capitalismo -y Soros es una de las variadas cabezas del consorcio
de intereses del gran capital internacional- se expresan en la
dictadura de la burguesía llamada democracia (los que frente a ella
oponen la idea de “democracia participativa” son cómplices
pequeñoburgueses que sólo quieren jugar a los mil referéndums
“suizos” con la intención de que no cambie nada del sistema de
dominación económico).
Existe
una lista completa de ONGs de Soros
para la manipulación de las elecciones al Parlamento Europeo que
les sugiero que lean y traduzcan quienes sepan inglés. No tiene
desperdicio.
Pero
si algo es realmente impresionante es la lista de eurodiputados y
cargos europeos de confianza o lo que el documento de la Open Society
European Policy Institute, una de tantas fundaciones de cobertura de
Soros, denomina del siguiente modo: “Aliados
confiables en el Parlamento Europeo (2014 – 2019)”. La
lista de Soros es amplísima y hay cargos políticos de la
gran mayoría de las
tendencias representadas en la eurocámara.
A
continuación les expongo dicho listado. Se trata de 227
personas, sobre un total de 751. Alrededor
del 30% del europarlamento.
La composición del Parlamento Europeo es la siguiente por grupos parlamentarios
Cómo podemos
ver, Soros se concentra fundamentalmente en pastorear a los
“progres”, que de rojo no tienen ni el apellido: Socialistas y
demócratas: de 751 europarlamentarios son "controlados" por Soros 227, aproximadamente el 30% de la eurocámara.
GÜE (Izquierda Unitaria
Europea: IU, Podemos y socios): de 52 parlamentarios, 38 controlados
por las Fundaciones de Soros: podridos hasta la médula. Alde
(Alianza de Liberales y Demócratas por Europa): de 70, 38 en manos
de los grupos de la Open Society. Verdes (Verds/Alde o Greens/EFA):
de 50, 29. Partido Popular Europeo (PPE): de 215, 36 y ECR
(Conservadores y Reformistas Europeos): de 74, 7.
Veamos algunas caras que plasman miserias de los europarlamentarios españoles del conjunto de las listas que obtuvieron representación y que comen en la mano de Soros.
En el caso de Pablo Iglesias y de Teresa Rodrigúez, ambos de Podemos, debo señalar que su peso político ha aumentado, el uno como diputado más importante de Podemos en el Congreso y la otra como líder de la fracción podemita del Parlamento Andaluz.
Toda
esta gente nos vende al capital. Y es más, creo que a algunos de
ellos ni se les pasa por la cabeza lo que ello significa porque son
tan indecentes que es coherente con sus escalas de valores morales.
Oye,
que si es por el esfuerzo de
concentrarse en determinados partidos
y parlamentarios, lo mismo Soros
es un tipo progresista. Sí, tan progresista que es uno de los
mayores especuladores financieros mundiales y
alguien
con estas características de destructor de economías y terrorista
internacional. Eso sin hablar de su anticomunismo declarado y
patológico que se expresa en su admiración a otro pensador
anticomunista como Karl Popper.
Oiga,
don Marat, pero ¿qué quiere George Soros? Pues además de hacerse
muy rico, potenciar la concentración del capital, propia de esta
etapa del capitalismo, especular con las economías del mundo,
condicionar a los Estados a través de la compra de sus políticos y
de la compra de deuda (partidario de los eurobonos como Varoufakis,
Iglesias, Garzón y toda la purrela progre y minireformista), crear
condiciones para que los cambios sociales sean involutivos (sus
fundaciones como la Open Society Foundations han estado presentes en
muchas de las mal llamadas revoluciones árabes) y generar
“disidencias
controladas” que nunca se salgan de demandas de cambio
limitadas a
lo institucional.
Pero
oiga, don Marat, usted delira. Es un conspiranoico ¿Cómo va a
apoyar Soros a las izquierdas cuando sus intenciones están contra
“la gente”? Gente es desde Soros hasta Rodrigo Rato, pasando por
el jefe al que usted le pega lametones en las partes pudendas. Gente
es usted, la señora que limpia su portal, el conductor del metro y
yo mismo. Pero hay clases sociales. No sé si lo sabe o el
ciudadanismo (todo el país) le ha trastornado. Pues bien, mientras
los partidos de la derecha oficial defienden a su clase, los que
usted llama de izquierdas defienden el “bien común”, los
intereses de todo el país y cualquier cosa menos a la clase
trabajadora de la que usted no se siente parte. Con lo que, en definitiva, por defender a clases irreconciliables entre sí, en realidad esos partidos "progresistas" defienden al capital ¿O cree usted que es
muy de izquierdas que los “ayuntamientos del cambio”
pongan ahora sordina sobre
los desahucios contra los que antes hacían campaña?
El
caso es que si usted se toma el esfuerzo de buscar dentro de las
muchas descargas que puede hacerse en
este enlace, porque me interesa que las haga, dado que no sé
ingles y quiero que esto prolifere, se encontrará con socios
españoles de
la Open Society Foundations reflejados como POTENTIAL MEDIA
PARTNERS
Entre estos medios falta El Confidencial, que fue el encargado de publicar en España parte de los datos de los Panama Papers que en su día filtró la ICIJ, una pantalla de influencia mediática de Soros.
En
el caso de de El Diario debo señalar que a estas alturas debiera ser
más que conocida la relación de su subdirector con la Open Society
Foundations de Soros, Juan Luis Sánchez, de la que es Miembro
del Consejo Asesor Europeo.
Les
sugiero que comprueben en EL PAÍS cuantos
artículos ha
escrito este medio sobre el
“filántropo”.
Verán
que hay medios muy entregados a la causa.
Y
ahora una pequeña aportación
sobre el grado al que se puede descender cuando se buscan
colaboradores dudosos o fieles, en este caso en relación con su
obsesión por salvar a la Ucrania nazi de cualquier posible evolución hacia alqún grado de racionalidad
Sinceramente,
no me sorprende lo ahora publicado sobre este viejo baboso e hijo de
puta que sólo ha vivido para acumular capital robado, desestabilizar países y tener
alucinaciones anticomunistas.
Debo
decir que sobre algunas de esas cosas ya hablé en su día. Por si
tienen ustedes tienen
algún interés, les dejo las entradas, sin excesivo deseo de
defenderlas, ya que lo hacen por sí mismas:
-
Dile la verdad, no la engañes: cosas de los negocietes globalistas de la señora Gemma Galdón, por entonces alto cargo de Podem Catalunya .
-
La socialdemocracia en camino hacia el social-liberalismo, arma del capital europeo contra los trabajadores. Participantes en el Plan B de Varoufakis ligados a financistas de “disidencias controladas” como Soros.
-
Soros y Garzón, una misma pasión: Un niñato que engaña a gente que dice que es comunista y de izquierda pero que no sabe lo que es eso, porque si lo supiera no apoyaría a un anticomunista, y que tiene extrañas querencias con George Soros
15 de agosto de 2016
EL TREN PRECINTADO
EL
HOMBRE QUE SE ALOJABA EN CASA DEL ZAPATERO REMENDÓN
Suiza,
la pequeña isla de paz cuyas costas eran azotadas de todos lados por
las rompientes de la Guerra Mundial, fue durante los años 1915,
1916, 1917 y 1918, la escena ininterrumpida de una novela policíaca
excitante. En los hoteles a la moda, los enviados de las potencias
beligerantes, que un año antes habían jugado juntos al bridge en
los términos más amistosos y habían cambiado invitaciones para
banquetes, pasaban ahora unos al lado de los otros sin un leve
saludo, como si fueran desconocidos. De sus departamentos salía un
tren de figuras sin mayor relieve -delegados, secretarios, hombres de
negocios, damas con velillo o descubiertas-, pero comprometidos, uno
y todos, en comisiones secretas. Abajo se movían hermosos
automóviles decorados con insignias extranjeras y, cuando se
detenían, desembuchaban industriales, periodistas, virtuosos, o
personas que pretendían que sólo viajaban por entretenimiento. Pero
en casi todos los casos tenían la misma comisión: reunir
informaciones, espiar el terreno. Los mismos porteadores que servían
a tales personas, las criadas que limpiaban las habitaciones, estaban
igualmente sobornados para observar y oír. En todas partes
rivalizaban una con otra las organizaciones: en las tabernas, en las
casas de huéspedes, en las oficinas de correo, en los cafés. Lo que
pasaba como propaganda era más de la mitad espionaje; la traición
se cubría con la máscara del amor; y detrás de la ocupación
declarada de la mayoría de estos apresurados visitantes se escondían
una segunda o una tercera que era desconocida. Todo se informaba,
todo era inspeccionado, Apenas un alemán de cualquier posición
podía poner el pie en Zurich sin que se enviara instantáneamente a
Berna, y una hora más tarde a París, un informe sobre su llegada.
Volúmenes completos de informaciones verdaderas o no eran enviados
diariamente por agentes grandes y pequeños a los agregados, y eran
pasados por éstos a sus jefes. Las paredes eran tan transparentes
como el cristal, los teléfonos estaban conectados; con los residuos
de las cestas papeleras y de las hojas de papel secante se
reconstruía cuidadosamente la correspondencia; y tan loca llegó a
ser la baraúnda, que muchos de los comprendidos en ella no podían
ya saber si eran cazadores o cazados, espías o espiados, traidores o
traicionados.
Sólo
respecto a un extranjero en Suiza se informó escasamente en aquellos
días, acaso porque se destacaba tan poco, nunca entró en un hotel
elegante, jamás se sentó en un café ni asistió a una reunión
propagandista, sino que vivía retirado con su esposa en la casa de
un zapatero de viejo en que se alojaba. Sus habitaciones estaban en
la Spíegelgasse, cercana al Limmat, en el segundo piso de una de las
casas de vecinos sólidamente construidas de la Ciudad Vieja, de
fachada embarrada, parte por la edad y parte por los humos de la
pequeña fábrica de salchichas que trabajaba debajo de las ventanas.
Sus vecinos eran la esposa de un panadero, un italiano, y un actor
austríaco; y sólo sabían de él (por ser muy poco comunicativo)
que era un ruso con un nombre casi impronunciable.
Tal
vez la mujer del zapatero, la huéspeda, sabía algo más que los
otros: que había sido durante años un refugiado, y que se hallaba
en circunstancias difíciles por no tener un trabajo lucrativo. Todo
esto fue deducido en parte de las exiguas comidas y las raídas ropas
de los dos rusos, cuyas pertenencias totales apenas llenaban el
maltratado baúl con que habían llegado allí.
El
hombre, bajo y fuerte, tenía un aspecto nada llamativo y era visible
que deseaba pasar inadvertido. Esquivaba la sociedad; sus vecinos
rara vez podían captar una mirada de sus ojos oscuros, pero agudos y
estrechos; y muy pocos visitantes llegaban a verlo. Regularmente,
día tras día, iba a la biblioteca pública a las nueve y estaba
allí hasta mediodía,
hora en que se cerraba. A las doce y diez estaba de regreso en su
casa, para salir a las trece y diez y ser de los primeros en llegar
de nuevo a la biblioteca en donde se quedaba hasta las dieciocho.
Pero como los agentes de los varios beligerantes que se encontraban
en la Confederación seguían los pasos únicamente a los locuaces, y
no sabían que, invariablemente, el solitario, el que lee mucho y
aprende mucho es más peligroso y el que muy probablemente
revoluciona al mundo, no escribieron informaciones acerca de este
hombre que pasaba inadvertido y se alojaba en la casa del zapatero
remendón. No se conocía mucho de él en los círculos socialistas,
salvo que en Londres había sido editor de un periodiquito sin
importancia de tendencia revolucionaria y de escasa circulación
entre los refugiados rusos; que antes de salir de San Petersburgo
había sido líder de una fracción cuyo nombre, como el propio, era
impronunciable; que hablaba dura y desdeñosamente de los miembros
más respetados del partido socialista, declarando que sus métodos
eran absolutamente equivocados; que él era inasequible, pendenciero
e intransigente. Por lo tanto, era natural que se preocuparan por él
muy poco. A las reuniones a que él concurría, una que otra vez, en
un pequeño café de obreros, asistían sólo contadas personas,
quince o veinte cuando más y, como regla general, jóvenes. El
salvaje camarada estaba encasillado como uno de los numerosos
refugiados rusos que aguzan su ingenio con mucho té y discusiones
interminables. ¿Cómo podría el obstinado hombrecito ser
importante? En todo caso no llegaban a tres docenas las personas que
en Zurich conocían el nombre de Vladimir Ilich Ulianov, el inquilino
del zapatero remendón. Si uno de aquellos hermosos automóviles que,
en tales días, corrían de embajada en embajada le hubiera
atropellado en la calle y cortado prematuramente su vida, el mundo en
general, también, no habría oído hablar jamás de él bajo el
nombre de Ulianov o de Lenin.
REALIZACIÓN...
Un
día -fue el 15 de marzo de 1917- el empleado de la biblioteca de
Zurich quedó un poco sorprendido. Habían sonado las nueve y el
lugar del más puntual de los lectores estaba vacío. Pasó media
hora, dieron las diez, pero el infatigable lector no había llegado y
no llegaría más. Porque cuando se dirigía aquella mañana a la
biblioteca se le acercó un amigo, más aún, le cerró el paso,
dándole la noticia de que había estallado en Rusia la revolución.
Lenin, al principio, no podía creer tales nuevas. Las recibió como
si hubiera sido un trueno. Después, con cortas y rápidas zancadas
se dirigió al quiosco situado frente al lago, donde, afuera de la
agencia de diarios, esperó hora tras hora, día tras día. Sí, era
verdad, se fue haciendo más gloriosamente verdad a medida que
transcurría el tiempo. Primeramente pareció que no sería más que
una revolución palaciega o un simple cambio de ministerio.
No,
el Zar había abdicado; se había nombrado un gobierno provisional;
se crearía una Duma; la libertad había llegado a Rusia; se decretó
la amnistía para todos los prisioneros políticos. Esto es lo que él
había estado soñando durante años. Tenía realización al fin todo
aquello por lo que él había estado trabajando por espacio de dos
décadas: en sociedades secretas, en las cárceles, en Siberia y en
el destierro. Como si, por arte de magia, pareciera que los millones
de muertos caídos en esta guerra, después de todo, no habían
muerto en vano. No fueron hombres sacrificados sin fruto. Eran
mártires en nombre del nuevo reino de libertad, justicia y paz
perpetua; el nuevo reino que sería instalado. Estaba como intoxicado
el hombre que hasta ahora había sido un visionario calculador, frío
y sereno. Como él, también vociferaban expresando . su júbilo los
cientos de rusos que ocupaban estrechas viviendas en Zurich y
Ginebra, en Lausana y Berna. Estas nuevas placenteras significaban
que podrían volver a sus hogares. Sin pasaportes forjados, sin
nombres supuestos, sin arriesgar sus vidas, podrían volver a entrar
en lo que había sido el reino del Zar. Retornarían como ciudadanos
libres de un país libre.
Prontamente
empezaron a empaquetar sus escasos efectos, porque los diarios habían publicado
el lacónico telegrama de Gorki: "Vengan todos al hogar".
Se cambiaban cartas y telegramas en toda dirección: venga a casa,
voy a casa, reunámonos, estemos unidos. Una vez más podían
consagrarse abiertamente a la causa que les había fascinado desde la
primera hora consciente de sus vidas, la causa de la revolución
rusa.
...Y
DESILUSIÓN
Pero
pocos días después llegaron noticias consternadoras. La revolución
rusa, cuyo advenimiento
había elevado sus corazones como llevados en alas de águilas, no
era la revolución
con que habían soñado, no era la revolución por completo. Había
sido nada más que un alzamiento palaciego contra el Zar, un
alzamiento fomentado por los diplomáticos británicos y franceses,
cuyo propósito era impedir que Nicolás firmara por separado la paz
con Alemania. No era la revolución de pueblo -que quería, en
realidad, la paz, pero también establecer sus propios derechos. No
era la revolución por la que los refugiados rusos habían vivido y
estaban dispuestos a morir; era una intriga de los partidarios de la
guerra, de los imperialistas y los generales que deseaban proseguir
sin estorbo sus planes. Lenin y sus amigos se dieron cuenta
prontamente de que la invitación a regresar no comprendía a
aquellos refugiados que querían una revolución genuina, radical,
marxiana. Miliukov y otros líderes liberales habían ya dado las
órdenes para que no fueran readmitidos. Mientras que los moderados,
socialistas tales como Plekhanov en cuyos servicios podía confiarse
para la prolongación de la guerra, fueron enviados muy amablemente
en torpederos británicos a San Petersburgo, con guardias de honor,
Trotsky era detenido en Halifax y los otrosrevolucionarios en las
fronteras. En todos los países de la "entente"
habían sido enviadas listas negras a las fronteras conteniendo los
nombres de los que habían tomado parte en el Congreso de Zimmerwald.
En vano envió Lenin telegrama tras telegrama a San Petersburgo.
Fueron
interceptados o dejados sin contestación. Lo que se desconocía en
Zurich o en otras partes de la Europa Occidental, era muy bien sabido
en Rusia: que Vladimir Ilich Lenin era fuerte, enérgico, de larga
visión y peligroso para sus adversarios.
No
tuvo limites la desilusión de los refugiados impotentes. Por espacio
de muchos años, en
reuniones en Londres, París y Viena, habían estado considerando con
todo detalle la estrategia
de la revolución rusa. Por décadas habían discutido en sus
periódicos sobre los planes
teóricos y prácticos, las dificultades, los peligros, las
posibilidades de sus proyectos. El mismo Lenin, durante toda su vida,
consagró la mayor parte de su tiempo a este tema, revisando los
planes de la revolución una y otra vez hasta haber alcanzado una
formulación definitiva. Ahora, mientras estaba acorralado en Suiza,
su revolución iba a ser diluida y desmenuzada por otros; la
santificada noción de hacer de los rusos un pueblo libre iba a ser
envilecida para servir a naciones extranjeras. Por una singular
analogía, Lenin tuvo que sufrir en esta época lo que había sido la
triste suerte de Hindenburg durante las fases de apertura de la
guerra. Por cuarenta años Hindenburg había maniobrado y hecho el
juego de guerra con un ojo puesto en la campaña de Rusia, y luego,
cuando estalló el conflicto, fue obligado a estarse en su casa, en
traje civil, y mover banderitas sobre el mapa, registrando las
ganancias y marcando los desatinos de los generales en servicio
activo. Sometido a un esfuerzo similar, Lenin, usualmente un realista
de sólidas convicciones, resolvió en su mente el más loco y más
fantástico de los sueños. ¿No podría alquilar un aeroplano y
cruzar así por Alemania o Austria? La idea era enloquecedora. ¿No
podría atravesar un país u otro con la ayuda de un pasaporte
falsificado? El primer hombre que se ofreció a ayudarle en esta idea
resultó ser un espía. Su fantasía se extravió más y se hizo más
absurda. Escribió a Suecia pidiendo un pasaporte sueco, intentando
fingirse sordomudo para evitar que su lengua lo denunciara.
Por supuesto, después de revolver tales proyectos descabellados en
las noches de insomnio, cuando apuntaba el día los reconocía
impracticables y desatinados. Pero tanto de día como de noche
permanecía convencido de que, de una forma o de otra, debía volver
a Rusia. Debía transformar la revolución rusa en su propia
revolución, en vez de permitir que fuera la de algún otro; debía
hacer de ella una revolución genuina, en vez de una semblanza
puramente política. Debía regresar a Rusia, más pronto o más
tarde, costara lo que costara.
¿A
TRAVÉS DE ALEMANIA? ¿SÍ O NO?
Suiza
está cercada por Italia, Francia, Alemania y Austria. El camino a
través de los países aliados estaba cerrado para Lenin porque era
un revolucionario, y a través de Alemania y Austria porque era ruso,
uno de los súbditos de una potencia enemiga. No obstante, por lo
absurdo de la situación, tenía más razón para esperar amistad de
la Alemania del Emperador Guillermo que de la Rusia de Miliukov o la
Francia de Poincaré.
Cuando
los Estados Unidos estaban a punto de tomar las armas contra ella,
Alemania necesitaba paz con Rusia de cualquier modo y, por
consiguiente, un revolucionario capaz de embarazar las gestiones de
los embajadores británico y francés en San Petersburgo era una
persona que podía ser considerada con favor.
Pero
para Lenín envolvería graves responsabilidades la apertura de
negociaciones con la Alemania
imperial, un país al que había amenazado e injuriado cientos de
veces en sus escritos.
De acuerdo con todos los "standards" morales
aceptados, sería claramente una traición
entrar y viajar cruzando un país enemigo con permiso y con la
aprobación de su estado
mayor general. Lenin debía saber perfectamente que con semejante
curso de acción comprometería a su partido y su causa; que él
mismo se haría sospechoso de haber sido enviado a Rusia como un
mercenario del gobierno alemán, y que si conseguía éxito en
asegurar la paz inmediata para Rusia su nombre quedaría escrito en
la historia como el del hombre que roba a su país el fruto de la
victoria. Era natural, por consiguiente, que no sólo los
revolucionarios fríos de entre los refugiados rusos, sino aun la
mayor parte de los que eran de su misma manera de pensar, se
sintieran ultrajados cuando anunció su determinación de adoptar, en
caso necesario, este método peligroso y comprometedor.
Airadamente
indicaron que mediante los buenos oficios de demócratas sociales de
Suiza se estaban llevando a cabo negociaciones para el retorno de los
revolucionarios rusos por la vía legítima y neutral de un cambio de
prisioneros. Lenin sabía que este plan era insufriblemente
tedioso, que las autoridades rusas adoptarían todas las astucias
posibles para
diferirlo indefinidamente - en un momento en que cada día, cada
hora, era de vital importancia
-. El mantuvo fijos sus ojos en el fin que debía ser alcanzado,
mientras que los demás, menos realistas y menos audaces, rechazaron
un plan que, según los "standards" prevalecientes, era
traicionero. Lenin acalló sus escrúpulos y, desconociendo los
argumentos en contrario, se hizo justicia por sí mismo para abrir
negociaciones con el gobierno alemán.
EL
PACTO
Precisamente
porque Lenin sabía que su propuesta sería considerada como un
desafío y atraería
mucha atención, se puso a trabajar tan abiertamente como era
posible. Siguiendo sus instrucciones, el secretario de la unión
obrera de Suiza, Fritz Platten, se presentó al embajador alemán,
quien ya había tenido previamente tratos con los refugiados suizos,
y le expuso las condiciones de Lenin. Este oscuro refugiado, como si
previese la autoridad que ejercería pronto, no se dirigió al
gobierno alemán con una petición sino que anunció, lisa y
llanamente, las condiciones en que él y sus asociados estarían
dispuestos a aceptar la autorización alemana para cruzar el país
enemigo. El coche de ferrocarril en que viajarían gozaría de
derechos extraterritoriales. No habría inspección de pasaportes ni
de personas al entrar o salir de Alemania. Los viajeros pagarían sus
pasajes a la tarifa ordinaria acostumbrada. Ninguno de ellos
abandonaría el coche por órdenes de los alemanes ni por propia
iniciativa. El embajador, Romberg, envió en seguida la petición al
cuartel general. Sin el menor titubeo Ludendorff dio su conformidad,
aunque sus Memorias le la Guerra no contienen una sola palabra
respecto a una decisión que habría de resultar de mayor importancia histórica que toda otra de su vida. El embajador había
tratado en vano, hasta ahora, de conseguir modificaciones en el texto
del pacto, que Lenin había redactado a propósito tan ambiguamente
que hasta Radek (un austríaco) podría unirse a los viajeros rusos
que no serían fiscalizados. El hecho es que el gobierno alemán
estaba no menos apresurado que Lenin, ya que los Estados Unidos
habían declarado la guerra el 5 de abril.
En
consecuencia, al mediodía del 6 de abril, Fritz Platten recibió la
memorable misiva:"Asuntos
arreglados como se deseaba".
El 9 de abril de 1917, a las catorce y media, un pequeño
grupo de personas mal vestidas, llevando sus propios equipajes,
salieron del restaurante
Zahringer Hof para la estación de Zurich. Eran treinta y dos en
total, incluso mujeres
y niños. De los hombres, sólo Lenin, Zinoviev y Radek se hicieron
famosos. Después de haber comido un modesto lunch, firmaron
conjuntamente un documento declarando que habían tenido conocimiento
por el Petit Parisien de la determinación del gobierno provisional
ruso de tratar como traidores a todo el que regresara a Rusia por vía
de Alemania. El manuscrito declaraba además que los firmantes
aceptaban la completa responsabilidad del viaje y aprobaban las
condiciones en que se realizaba. Habiendo firmado, tranquila y
resueltamente iniciaron un viaje que la historia habría de
considerar transcendental.
Su
llegada a la estación no despertó interés. No estuvieron presentes
cronistas de diarios ni
fotógrafos. Nadie en Suiza sabía nada acerca de Herr Ulianov,
quien, con un chambergo de fieltro, un traje raído y botas con
clavos (que usó hasta que el grupo llegó a Suecia), como miembro de
una banda de hombres, mujeres y niños cargados de equipajes,
silenciosamente y sin llamar la atención buscaba un lugar en el
tren. No había nada que los distinguiera de los innumerables
refugiados -servios, rutenos y rumanos- a los que se veía con
frecuencia en la estación de Zurich sentados sobre sus cajas de
madera tomándose un descanso en su viaje a Ginebra y más allá. El
partido laborista suizo, que desaprobó el viaje, no envió
representante. Sólo concurrieron unos cuantos rusos, algunos para
decirles adiós; otros para llevarles algo de lo poco de que podían
disponer, y algún alimento para los viajeros; algunos para enviar
saludos a los amigos en Rusia; y otros que todavía esperaban
disuadir a Lenin de "su empresa descabellada y criminal".
Pero su decisión era irrevocable. A las 15.10 sonó el silbato del
guarda, y las ruedas comenzaron a girar mientras que el tren partía
para Gottmandingen, la estación de la frontera alemana. Eran las
15.10 y, desde entonces, el reloj del mundo ha marcado tiempo
diferente.
EL
TREN PRECINTADO
En
la Guerra Mundial fueron disparados millones de tiros destructivos
-los proyectiles más
poderosos diseñados hasta entonces y del mayor alcance conocido-.
Pero ninguno de ellos
fue tan fatal y de tan largo alcance como el tren que estaba por
iniciar el cruce de Alemania
desde la frontera suiza, cargado con los revolucionarios más
peligrosos y resueltos del siglo, y con destino a San Petersburgo,
donde harían pedazos el orden existente.
Sobre
los rieles de la estación de Gottmadingen se encontraba este
proyectil único, compuesto
de un coche de segunda y tercera clase, en el que las mujeres y los
niños ocupaban
la segunda y los hombres la tercera. Trazos de tiza sobre el terreno
marcaban una zona neutral, el territorio de los rusos, como
separación del departamento de los dos oficiales alemanes que
acompañaron este transporte de alto explosivo viviente. El tren se
movió sin incidentes durante la noche, y sólo en Frankfurt se
acercaron algunos soldados alemanes que habían oído que unos
revolucionarios rusos estaban en camino a través de Alemania; y una
vez los social-demócratas alemanes trataron de comunicarse con los
viajeros, pero se les impidió el acceso. Lenin no ignoraba con
cuánta sospecha se le vería si cambiaba una sola palabra con un
alemán en suelo alemán. En Suecia fueron recibidos con alegría.
Los hambrientos rusos participaron de las golosinas suecas que se les
ofrecieron para almorzar; luego Lenin se quitó las botas
claveteadas, cambiándolas por unos zapatos nuevos que había
comprado, así como un traje. Al fin llegaron a la frontera rusa.
EL
PROYECTIL PEGA EN EL BLANCO
La
primera acción de Lenin en suelo ruso fue característica. No prestó
atención a los
seres humanos, se lanzó sobre los diarios. Habían transcurrido
catorce años desde su salida
de Rusia, desde la última vez que vio tierra rusa, una bandera rusa
o un uniforme ruso.
Pero
este idealista férreo no derramó lágrimas como hicieron los otros,
no abrazó a los soldados
como hicieron las mujeres del grupo. Lo que él necesitaba eran
diarios. Pravda, sobre
todos, para ver si el periódico, su periódico, sostenía firmemente
el punto de vista internacional.
Coléricamente arrugó el papel y lo tiró al suelo. No era bastante
adicto. Todavía
dislates patrióticos; no lo que él consideraba revolución
verdaderamente roja. "Era tiempo de que yo regresara -pensó-.
Tiempo para poner mis manos en el timón, y guiar el barco a la
victoria o a la destrucción... ¿Podré hacerlo?" Estaba
ansioso, intranquilo. Si Miliukov le hubiera puesto en prisión tan
pronto como llegó a San Petersburgo ¿habría cambiado el nombre
tanto tiempo llevado por la ciudad? Los amigos que habían llegado a
recibirle, Kamenev y Stalin, sonrieron misteriosamente en el
compartimiento de tercera clase, malamente iluminado; pero no
contestaron, o no quisieron contestar.
La
respuesta dada por los hechos fue sin precedentes. Tan pronto como el
tren se detuvo en la plataforma de la estación finlandesa, la enorme
plaza exterior estaba colmada por obreros en número de decenas de
miles y por tropas de todas las armas, que habían acudido a dar la
bienvenida al desterrado que regresaba. Como una sola voz, la
multitud empezó a cantar "La Internacional". Cuando
Vladimir Ilich Ulianov descendió del tren, el hombre que dos o tres
días antes había sido inquilino del zapatero remendón fue
levantado por cientos de manos y subido a un automóvil blindado. Los
focos desde las casas y los fuertes se concentraban sobre él, y
desde el automóvil pronunció su primer discurso al pueblo. Las
calles se estremecían con las aclamaciones, y no tardó mucho en que
tuvieran comienzo los "Diez días que hicieron estremecer al
mundo". El tiro había pegado en el blanco para hacer
pedazos un reino, un mundo.
11 de agosto de 2016
DESCRÉDITO DE LOS THINK TANKS DE EEUU: CABILDEROS DE TRANSNACIONALES, SEGÚN NYT
Alfredo
Jalife-Rahme. alfredojalife.com
Quienes
ignoran la profundidad de los íntimos lazos pecuniarios en Estados
Unidos (EEUU) entre sus transnacionales y sus no lucrativos think
tankssacralizados –pretenciosos centros oraculares de pensamiento
con máscara académica– se suelen postrar al estilo reptil ante
sus hallazgos que, en realidad, están cocinados de antemano debido a
la obligada orientación ideológica de los espurios donativos de sus
interesados benefactores.
Inside
Job, documental laureado con un Oscar, ya había demolido a los
seudoacadémicos economistas de altas polendas, lubricados por los
banksters de Wall Street, quienes habían ocultado la gravedad de la
crisis financiera que estalló en 2008 (https://goo.gl/Uy63gm).
NYT
y The New England Center for Investigative Reporting publicaron una
reciente serie de dos artículos sobre el flagrante conflicto de
intereses entre los think tanks y las transnacionales de EU
(http://goo.gl/Q9KQ4n).
Del
primer artículo, Hannah Gold hace una espléndida síntesis: los “
think tanks promueven agendas de las transnacionales a cambio de
donativos” (http://goo.gl/0d5ulC).
Los
donativos están exentos de impuestos y, al final de cuentas, los
think tanksconstituyen unos vulgares cabilderos (lobistas), para no
decir proxenetas ideológicos, que padecen la hipoteca mental de las
contribuciones envenenadas de vulgar compraventa.
La
investigación se centró en los “lazos financieros entre la
Brookings Institution, próspero think tank con sede en Washington, y
la empresa Lennar, una de las mayores constructoras de casas de
EEUU”.
A
cambio de su validación (sic) pública del proyecto de bienes raíces
en San Francisco, Brookings recibió 400.000 dólares de Lennar como
donativos.
No
se salvan los otros think tanks como AEI, CSIS y Atlantic Concil
(lubricada por Fedex), en temas tan variados como ventas de armas a
países foráneos, comercio internacional, manejo de sistemas de
autopistas (sic) y desarrollos inmobiliarios cuando a menudo se han
vuelto vehículos para la influencia de las transnacionales y sus
campañas mercadotécnicas, rezuma Hannah Gold.
La
senadora Elizabeth Warren inculpa que las transnacionales gigantes
invierten pocas decenas de millones de dólares a cambio de influir
en los resultados en Washington con los que descuelgan miles de
millones de dólares, lo que pone en la picota la narrativa de los
ejecutivos de los think tanks, los cuales alegan que su investigación
es objetiva y académica (sic).
Otros
donadores de Brookings son el mayor banco estadounidense, JP Morgan
Chase (con la mayor contribución histórica), KKR
(http://goo.gl/C1Orvn) –firma
israelí-estadounidense global de inversiones manejada por el ex
director de la CIA general David Petraeus.
Llama
la atención que la investigación se haya concentrado solamente en
las lubricaciones deshonestas de Brookings donde aparecen 90
empresas: desde Alcoa, pasando por General Electric, hasta el banco
Wells Fargo.
Nada
casualmente NYT exime de su escrutinio a los pletóricos think tanks
israelí-estadounidenses vinculados a Aipac y que traslapan sus
intereses con los otros 1.835 centros de EEUU.
En
su segunda entrega (http://goo.gl/1KMQvo),
NYT desnuda a los seudoinvestigadores de 75 think tanks y su papel
dual, quienes han trabajado simultáneamente (sic) como cabilderos
registrados, miembros de los consejos de administración de las
transnacionales y consultores foráneos en litigios y en disputas de
regulación, que tienen por objetivo ayudar a reconfigurar la
política del gobierno.
Resalta
el israelí-estadounidense Roger Zakheim, del think tank AEI y
cabildero del Pentágono para Northrop Grumman, vinculado a BlackRock
(http://goo.gl/QAElJH) y, sobre
todo, hijo del siniestro rabino (literal) y anterior contralor del
Pentágono Dov Shlomo Zakheim –del grupo de los Vulcanos de Condy
Rice, ex asesora de Seguridad Nacional de Baby Bush
(http://goo.gl/P5dJNC)–, quien
fue imputado de haber birlado la estratosférica suma de 2.3 billones
de dólares (http://goo.gl/uHOlc0). ¡Ya robarle al Pentágono!
Dejo
en el tintero la perturbadora entrega del NYT de hace dos años “Las
potencias extranjeras compran influencia en los think tanks”
(http://goo.gl/j2eiX5).
El
portal The Best Schools selecciona a los “50 más importantes
think tanks de EU” (http://goo.gl/33Zm3e),
donde aparecen en forma forzada los polémicos Human Rights Watch
(http://goo.gl/0yt02f) y Open
Society Foundation (http://goo.gl/vQ1ZjW),
teledirigidos por el cruel megaespeculador con máscara de filántropo
George Soros, presunto hombre de paja de los banqueros esclavistas
Rothschild.
Expongo
el mapa de Muckety de algunos de los más influyentes think tanks de
EU: Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés),
vinculado al antimexicano ITAM (http://goo.gl/4b225j)
y a bancos, petroleras, aseguradoras, vendedoras de armas,
farmaceúticas, Reserva Federal, etcétera; Center for Strategic and
International Studies (CSIS) (http://goo.gl/gZKV9c),
donde brillan Kissinger y Brzezinski, ex asesores de Seguridad
Nacional, además de Bill Gates, General Electric, Ford, Banco
Mundial etcétera; American Enterprise Institute (AEI), ligado al ex
vicepresidente Dick Cheney, los neoconservadores straussianos y Obama
(http://goo.gl/38DZDF); CATO
Institute (http://goo.gl/Y1wwXz);
RAND Corporation, ligada a la Fundación Rockefeller, y al que los
rusos colocan en el primer sitial (http://goo.gl/zCO8aN);
Aspen Institute, muy activo en el “México neoliberal itamita”,
donde destacan Google y Bloomberg (http://goo.gl/oJXEkz);
Brookings Institution, donde destellan AT&T y Microsoft
(http://goo.gl/bYnBRb); Belfer
Center for Science and International Affairs, vinculado a Harvard y
al secretario del Pentágono Ashton Carter (http://goo.gl/YjWGGY);
Heritage Foundation, ligado a Searle y al feroz comentarista
Sean Hannity, de Fox News (http://goo.gl/a2dDyG);
Center for American Progress, donde brillan Soros, Bank of America,
Deloitte, Northrop, Walmart, Facebook, Time, Coca Cola, Apple, Visa y
Blackstone (http://goo.gl/o1t7kv);
Woodrow Wilson Center (http://goo.gl/bq3A19);
Hoover Institution (http://goo.gl/ArxYPL);
Carnegie Endowment for International Peace, vinculado a ExxonMobil,
Chevron, BP, Pentágono, Departamento de Estado, Departamento de
Energía, General Motors (http://goo.gl/7b2TIS),
y Atlantic Council (http://goo.gl/ZbJBV6).
Los
think tanks del “México neoliberal itamita” que alaba
EEUU por convenir a los intereses unilaterales de sus transnacionales
–Comexi, Ceesp, IMCO, Cidac, Transparencia (sic) Mexicana (un
seudópodo de la CIA, según Red Voltaire:(http://goo.gl/uum8BR):
¡todos los que promovieron la entrega del petróleo a las empresas
anglosajonas!– son de carcajada y no resisten el análisis: guetos
de propaganda barata de la plutocracia local/israelí/estadounidense.
¿Cuáles son los criterios de (s)elección? ¡Sepa Dios!
Obvio:
no aparecen los centros de la UNAM ni la UAM ni el Poli, donde están
concentrados los máximos pensadores del México profundo.
NOTA
DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Quizá con este artículo se entiendan mejor mis afirmaciones acerca
de cómo la corrupción en determinados países aparece en índices
más bajos que en otros en los listados del ranking mundial de
percepción percibida de Transparencia Internacional (de la que
conviene saber quiénes
son sus financistas). Sencillamente porque sus Estados, como es
el caso de EEUU la han legalizado a través de legislaciones sobre
lobbies.
Por
cierto, en España los partidos emergentes están en ese proyecto.
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