6 de junio de 2015

MUERTE INMINENTE DE IU, LA IZQUIERDA SOCIALDEMÓCRATA

Por Marat

Está muriendo a manos de sus dirigentes Izquierda Unida, sea por la puñalada de la convergencia en Podemos salvando las siglas, sea considerando que se salva la organización política independientemente de que desaparezcan las siglas. Que se lo pregunten a Izquierda Anticapitalista, que ahora es sólo una oficina de empleo dentro del sector minoritario podemita.

Morirá con ella toda una parte de mi juventud en la que nací a la militancia comunista por ser el PCE el partido antifascista por excelencia y por la ingenua consideración de que su mundo político era el heredero de la revolución de 1917. Necesité bastantes años para, más allá de efluvios de la militancia y de muy dolorosas rupturas, comprender que sólo era una corriente más dentro del complejo político democrático-progresista.


1.-Recurramos a la historia:
Entender lo que le ha pasado a IU requiere algo más que un análisis de ignorantes y devoradores de cerebros. Estos se han empeñado en santa cruzada en afirmar cosas tales como que IU se había convertido en casta -discurso de los neocasta que ahora descastizan al PSOE-, que IU no supo reaccionar cuando Podemos amenazó con presentarse a las europeas, regenerándose internamente y ofreciendo a los chicos de Iglesias que abanderaran la regeneración -viniendo de un ex PSOE como Monedero que pide votar a los candidatos de este partido en CCAA y Ayuntamientos, es toda una ironía-, que su obsesión antiPodemos -¿alguien defendió en IU esa postura en algún momento?-, le mató, que su resistencia a ir hacia la “unidad popular” -sería bueno que alguien aclarase qué significa políticamente eso, fuera de las medidas anticorrupción y de “aliviar la austeridad”- y que todo ello detonó en el 24M y en unos resultados de fracaso electoral de IU sin paliativos.

En mi opinión, lo que le ha sucedido a IU es algo difícil de explicar a quienes tienen la memoria de los peces, la cultura política de las anchoas -Podemos facilitará la investidura de Miguel Ángel Revilla en Cantabria, un hombre que ha gobernado tanto con el PSOE como con el PP y que tuvo en su gobierno a personajes corruptos como Ángel Agudo, ex secretario general del PCC y del PSC-, la soberbia de los menores de 35 años y la idiotez intergeneracional, que alcanza hasta los 80, de quienes nunca se jugaron demasiado, venían en muchos casos del voto PSOE o no comprendieron jamás el significado de lo que es una transición entre un tiempo de poder del capital y otro de la misma hegemonía pero con distintos actores.

Lo que hoy está matando a IU viene de lejos, de mucho antes de que ésta existiera. Viene al menos de 1956, cuando el PCE lanzó su política de Reconciliación Nacional-precedida de un abandono inevitable pero sucio de la lucha guerrillera entre 1948 y 1952-, lo que explicaría que años más tarde el PCE fuese casi la única oposición interna al franquismo pero dirigido por sectores de la burguesía y de las clases medias. Un director cursi y moñas como el derechista José Luis Garci lo retrató en su película “Viva la clase media”. Enrique Lister escribiría en 1983 “Así destruyo Carrillo el PCE” . En cualquier caso, y frente al documento que justifica el giro estratégico del PCE en 1956, las anteriores referencias, desde la derecha y desde la izquierda comunista, son necesarias pero parciales.

En la misma línea de la política de Reconciliación Nacional vendrían mucho después cuestiones como la Plataforma Democrática de España, luego Platajunta, a través de su fusión con la Plataforma de Convergencia Demócratica del PSOE, donde se irían estableciendo los pasos para el pacto político con los "sectores aperturistas del franquismo” para la transición de una dictadura fascista a una capitalista y coronada previamente por el propio franquismo.

El PCE era ya desde hacia muchos años un partido reformista y, en su perspectiva de clases en conflicto, nacional-popular. Su teoría sobre el capitalismo monopolista de Estado no era otra cosa que la búsqueda de alianzas con una pretendida pero prácticamente inexistente burguesía democrática, salvo que se pensase que lo era por no intentar mantener un régimen franquista sin Franco, cuando las embajadas USA y alemana, entre otras, habían apostado por una transición sin traumas.

En esa transición, el PCE podía haber apostado por una posición resistente, sin salirse demasiado incluso de una posición reformista, que hubiera retrasado su legalización 1 ó 2 años pero habría podido radicalizar los contenidos de esa transición, dada su fuerza como organización democrática y de oposición al franquismo y su hegemonía en unas Comisiones Obreras que todavía no habían mostrado hasta dónde podían degenerar como sostén de la nueva dictadura de clase.

Pero no fueron así las cosas. El PCE, y con él casi toda su dirección, apoyarían el pacto con la corona, la bandera monárquica y franquista, los Pactos de la Moncloa, el Estatuto de los Trabajadores, la Constitución. La sociedad española ha retrocedido tanto en derechos y se ha ido tan a la derecha que hasta aquello parece hoy algo deseable a quienes carecen de conciencia de clase y anticapitalista. Y, por supuesto, la negación del derecho de los pueblos del Estado español a su autodeterminación. Eran los tiempos del eurocomunismo, de los encuentros Carrillo, Marchais, Berlinguer. El PCE hoy preconiza el ingreso de IU en Podemos, el PCF es postocomunista, sin abandonar del todo el estalinismo, y el PCI, el partido de nombre comunista más grande del occidente capitalista, ha desaparecido. Hoy gobierna sus restos el democristiano Renzi. Carrillo por aquel entonces soñaba con que el PCE fuera la primera fuerza de la izquierda. Y con él, la gran mayoría del PCE, que luego ha pretendido conjurar todos sus errores culpando al carrillismo. La última estupidez profunda en ese sentido la ha manifestado el niñato Garzón, acusando de carrillistas a una parte de sus compañeros de IU, cuando hace años que ha muerto la bicha oficial y han pasado 33 años desde que dejó de ser miembro del PCE, llevándose a sus huestes al PSOE, de donde vino.

Luego, después de descubrir que sería un partido muy secundario, se lanzaría la propuesta de gobierno de concentración nacional con el PSOE, la UCD, AP (luego PP) y las derechas vasca y catalana, algo que sólo veían el propio PCE y el PSP de Tierno Galván.

De ahí al enamoramiento de quien un día llamó el PCE “Juan Carlos I El Breve” y que luego este mismo partido denominaría como “un demócrata” habría un paso.

Años después, nuevas renuncias, en las que junto a éstas se dieron también las primeras huelgas generales protagonizadas por CCOO y UGT, cuando aún no habían perdido ambas centrales toda su vergüenza.

El paulatino agotamiento de la táctica, nunca llegó a ser una estrategia, eurocomunista, dieron años después en el agotamiento de un PCE que no lograba diferenciarse ante la sociedad como algo distinto al PSOE. El PCE, que había llegado a tener un diario (Mundo Obrero) y 200.000 afilados, que no militantes, se iba desangrando de cuadros y bases.

Los efectos de este langidecimiento no podían hacerse esperar mucho tiempo. En 1981 se produciría la escisión de la práctica totalidad del EPK (Partido Comunista de Euskadi) de Roberto Lertxundi, casi marginal en la sociedad vasca, para ser absorbidos por la Euskadiko Ezkerra de Mario Onaindia (EE), que luego acabaría en el PSE-PSOE, tendría su repercusión en la crisis de los renovadores (sectores de la derecha y algunos de la izquierda del PCE). Esta crisis interna era sólo la expresión de un descontento general en el PCE, nacido de una frustración de génesis eminentemente electoralista, como todo desengaño desde entonces de este partido y de su creación, IU.

En ese mismo año, el partido hermano del PCE en Cataluña, el más berlingueriano y socialdemócrata del Estado español, el PSUC, conocería una ruptura interna entre eurocomunistas y leninistas, que llevaría a Francisco Frutos a la secretaría general del partido y a Pere Ardiaca a su presidencia. En 1982 nacería el PCC (Partido Comunista de Cataluña), de tesis obreristas y M-L, nacido de la ruptura entre el sector que había formado un año antes la mayoría del PSUC. Hoy el PCC es la base de los socialdemócratas de la EUiA de Joan Josep Nuet pero, en su momento, fue un acicate a la creación del PCPE, tras la salida de Ignacio Gallego del PCE en 1983.

En 1982 la debacle electoral histórica del PCE daría lugar a la sustitución de Santiago Carrillo por Gerardo Iglesias que, tras comprobar que la máquina eurocomunista estaba agotada, decidió reeditar las políticas de alianzas cupulares de la Plataforma Democrática y de la Platajunta, dando lugar a la creación de Izquierda Unida (IU), tras la experiencia, de nuevo cupular y sin base, de las Mesas Pro-Referéndum (de la OTAN). Nacía así una IU en la que estaban el PCE, el PCPE, el sector del PCOE que luego volvería al PCE, con Enrique Lister a la cabeza (a través de su integración en el partido del que un dñia se había escindido) y, entre lo indecente, el Partido Carlista (2 y la cuñada), el Partido Humanista (creado por la secta La Comunidad) y la Federación Progresista (Ramón Tamames que, como hombre orquesta, no necesitaba más que unas siglas). Afortunadamente, y con todas sus contracciones y zonas oscuras, estaban Izquierda Republicana y el PASOC (Partido de Acción Socialista de Alonso Puerta). De ellos, creo recordar que sólo el PCE, al que se han añadido otros socios, siempre cambiantes y en coalición de pasillo, continúa hoy.

Los tiempos del maestro ciruela Anguita, tras Gerardo Iglesias, elevarían a IU a sus mayores cotas electorales, siempre modestas, y luego a una nueva caída. Francisco Frutos realizaría el interinato en el que se llegó a un pacto, como mínimo extraño, con el PSOE de Almunia, que tuvo magros frutos. Con el cariño que le tengo a Françesc, y que él sabe que es cierto, le recordaría, ahora que IU se ha estrellado y se ha entregado a la podemización más indecente, aquello que me dijo hace unos meses de los miles de años que necesitaría el KKE para salir de su 5%. El KKE griego es una fuerza creciente en la calle y en los sindicatos (PAME, sindicalismo mayoritario y de combate), además de electoral, e IU es una marca de marketing agotada en el imaginario del consumidor-votante-súbdito.

¿Qué decir de la época de Coordinador Federal de IU de Gaspar Llamazares, el que pronunciaba hasta hace dos meses 23 veces la palabra ciudadanos en una frase de 10 y que hizo de IU una muleta del PSOE en la época de Zapatero en la Presidencia del Gobierno? ¿Éxitos? No sería el de la Memoria Histórica, ley sin dotación presupuestaria ni obligado cumplimiento. Por cierto, en esa época, uno de los asesores principales de Llamazares era Juan Carlos Monedero, hoy teórico de Podemos en rehabilitación y, en un pasado lejano, miembro del PSOE, partido desde el que hizo campaña a favor de la OTAN.

Fue con Cayo Lara cuando IU recuperó cierta normalidad orgánica, cierta normalización del desacuerdo sin grandes traumas y un avance electoral de IU. Pero también cuando IU puso de manifiesto que no rompería, a pesar de cierto giro a la izquierda, con su socialdemocratización. Era la época del despliegue a pesar de su ciudadanismo y su discurso indignado que dieron lugar al 15M del “no nos representan” (tampoco IU) hasta que les representaron Podemos y Ciudadanos.

2.-¿Sorpresa respecto a los resultados del 24-M? No sé ustedes pero yo no me he llevado ninguna:
El discurso que ha permitido la pérdida de su base social-electoral como Partido Comunista, o como una coalición aneja, nace desde la desnutaralización nacional-popular que he señalado respecto de su pasado. Un PC y sus organizaciones amigas necesitan asentarse siempre en lo que les da vida. No abandonar nunca la apelación a las necesidades de la clase de la que han nacido y expresarse en un lenguaje que tenga que ver con su realidad y no con un discurso abstracto e indefinido de “la gente” o de "los ciudadanos". Gente y ciudadanos somos todas las personas, incluso los opresores de la clase trabajadora con los que se es colaboracionista cuando se escamotea la realidad de que existen clases sociales.

Izquierda Unida dice que es la “izquierda transformadora” (ya no dice ni siquiera lo de la “la izquierda real”) ¿Qué coño es eso? ¿Cómo es posible que pretenda ser percibida de modo diferente a las marcas de consumo que hablan de ser una “fuerza de cambio” (la SER o los nuevos bancos, por citar dos ejemplos, sin mencionar la expresión directa “cambio” del PSOE en 1982 y de Podemos en 2015).

Izquierda Unida ha estado en la gran mayoría de las luchas sociales pero con una necesidad de inmediatez en cuanto a su conversión en eco parlamentario que no ha contribuido a hacerlas crecer sino a apropiarse de ellas, agotándolas. Y por supuesto, y más grave, como todo el que tiene prisa por hacerse notar, ha movilizado sin hacer un trabajo callado y lento de lucha ideológica, entre otras cosas porque su modelo reformista y tacticista no da para una lucha “cultural” de fondo que siente las bases de un proyecto de revolución social, algo que requiere paciencia y capacidad de escuchar a los sectores con los que se trabaja.

Izquierda Unida, como el PCE, desde que existen en el tiempo inaugurado tras 1977, sólo tienen la obsesión por sobrevivir electoralmente. Jamás han creado en este tiempo estructuras que nacieran desde la base. ¿O es que el amigo Enrique de Santiago pretende hacernos creer que las “Mesas de Convergencia” nacían de allí y no de unos cuantos “notables" de pacotilla?

Esa obsesión por lo electoral es lo que hace que no existan diferencias dignas de reseñar entre quienes buscan converger con Podemos salvando las siglas y quienes están dispuestos a sacrificarlas.

Estamos ante una organización en la que salvar las siglas es salvar “empleos profesionales”. Se entiende que afecte a personas que hace muchos años dejaron sus trabajos de origen para ser liberados por la política. Ello explica que en muchas regiones y municipios los cuadros de IU, sus exconcejales, ex representantes en diputaciones y en ayuntamientos, ex liberados de partido y ex asesores estén siendo tentados por los podemitas y sus socios (Compromís, MES,...).

Estamos ante una organización incapaz de pensar más allá de lo electoral porque en lo político, salvo alguna proclama de que ellos son de izquierdas y, de tarde en tarde, hablar de clase trabajadora, se sitúan en el mismo terreno reformista y “antiausteridad” de los podemitas, sin ninguna pretensión de derribo del capitalismo sino de la vuelta a los años del keynesianismo económico. El partido como intelectual orgánico de la clase obrera no existe en su interior porque hace tiempo que su proyecto no bebe del marxismo sino de los Samuelson, los Galbraith y más tarde los Stiglitz. Lo suyo es la recuperación del Estado del Bienestar, no el impulso de la lucha de clases ni un programa socialista y revolucionario.

Llegaron tarde a la defensa de la opción republicana y la prefieren sin adjetivos porque la idea de “república de trabajadores” (definición de la Constitución de la II República) creen que puede asustar a muchos “ciudadanos”.

Su propuesta “constituyente” de hace sólo dos años, cuando aquello del 25-S, ha sido abandonada, no porque fuera reformista e interclasista, que lo era, sino porque no les dio réditos.

Como organización, IU carece de estrategia política definida. Salvo sus históricos modelos de convergencia/confluencia destinados, no a generar hegemonía en el sentido gramsciano, sino meramente electoral (lo que nunca fue la hegemonía planteada por Gramsci) no tiene otra visión de largo alcance. Carece pues de perspectiva en el sentido histórico que le damos a este concepto los marxistas. Lo suyo es siempre salir del próximo bache y pillar cacho electoral que justifique otros 30 años de inutilidad.

Su muerte inminente llega porque era ya una organización “madura” entre sus dirigentes y la inmensa mayoría de sus acríticas bases para ser laminada por una opción con más apoyos mediáticos y mejor look de “modernidad” que la suya pero con muy similar componente ideológico.

En sus bases muy pocos, pero existen, están dispuestos a combatir a Podemos porque significa una involución ideológica, a exigir a su organización un proceso de clarificación ideológica y un giro neto hacia la izquierda, hacia la clase trabajadora como sujeto político y hacia el socialismo como horizonte.

Es vergonzoso que, cuando más salvaje se ha hecho el capitalismo y más evidente la dualización social entre explotadores y explotados (ellos prefieren las expresiones de pobres y ricos), gran parte de su dirección se integre en el discurso que ha girado a la derecha y hacia los falsos discursos del “bien común”, que no puede ser común porque no es común la situación entre opresores y oprimidos, y del “sentido común”, que suele ser el de los imbéciles y conformistas.

IU morirá por méritos propios. Su deglución por ajenos sólo será el aprovechamiento de algo que estos no crearon sino que simplemente les beneficia.

No voy a entrar en cómo los Garzón, los Centella, los Anguita, los Monereo, los Couso, las Yolanda Díaz, las Tania Sánchez o los Mauricio Valiente han traicionado a su organización sin hablar de que los Ángel Pérez, los del Cura, los Torrijos, los Antero Ruíz o los Moral Santín se cubrieron de mierda sin que su grupo político los entregara a la justicia incluso antes de expulsarlos. Muchos siguen ahí. Y algunos (Tania Sánchez, del Cura) pueden estar a la vez en un lado y en otro de las causas inmediatas que han ido destruyendo a dicha coalición, más allá de los factores estructurales, ideológicos, políticos y estratégicos que hasta ahora he citado. Quienes entiendan que la crisis de IU proviene de ahí y no de toda su trayectoria o son imbéciles o simplemente carecen de la capacidad de ser intelectualmente honrados para llegar a las conclusiones necesarias que les permitan entender.

Cuando un partido o grupo político deja de ser aquello para lo que su base social esperaba que estuviera destinado, y se convierte en partido prosistema de facto (lo de casta se lo dejo a los fascistas descatizadores de aquellos a los que previamente señalaron como tal en función de cómo los obligan sus políticas de alianzas), empieza a morir porque carece de función.

No me duelen prendas en decir que milite en ambas organizaciones, PCE e IU, en mi juventud. Lo hice por la ignorancia que dan los 14 años, por el reconocimiento del papel heroico del PCE en la lucha antifascista y por la ingenuidad de creer que era en España el partido heredero de la revolución socialista de 1917.

Del mismo modo, llegué a pensar durante un breve espacio de tiempo, con mucha autocensura mental, que IU podía ser una salida que permitiese que las ideas comunistas perviviesen en otra organización que fuera más allá del PCE. Pronto comprendería que no podía seguir dudando y defendiendo a la vez aquél engendro, aquella banda de oportunistas sin freno moral que llegaron en la forma de los Palero, los Berga, los Ángel Agudo San Emeterio, los Josep Palau, los Jesús Montero Delgado (este llevaba mafioseando desde mucho antes, al inicio de los años 80), por citar sólo algunos ejemplos de la tropa que desembarcó en la dirección de IU con Gerardo Iglesias, el más decente, con mucho de todos ellos. Aquello no era sino la explosión de la supernova de trepas indecentes sin oficio no beneficio que no fuera aquél que se iban a procurar a partir de entonces.

No me duelen prendas en admitir que, sabiendo todo lo que había, he votado -otras me he abstenido o he votado candidaturas comunistas- en alguna ocasión a IU como modo de tocarle las narices al PSOE, arrepintiéndome luego como el que, tras una mala noche de borrachera, se da cuenta de que es un cretino, al comprobar cómo perdían el culo tras el PSOE, salvo cuando el ínclito Anguita, henchido de sí mismo, decía aquello del sorpasso, basándose en lo de "programa, programa, programa", que acabó de aquél modo. Después, el ex ganador del premio José Antonio, por glosar su figura humana, diría desde su Frente Cívico aquello de Lo único que os pido es que midáis a los políticos por lo hacen, por el ejemplo y aunque sean de la extrema derecha. Pero eso me lo manda a mí mandamiento, mi inteligencia de hombres de izquierda. Votad al honrado, al ladrón no lo votéis, aunque tenga la hoz y el martillo.” O lo de “hace tiempo que renuncie a plantear el comunismo como alternativa”. Y no nos olvidemos de su hit parade: “No quiero sólo gente de izquierdas en el Frente Cívico”. Se adelantaba a Podemos y, como buen Juan Bautista allanó el camino del Mesías, metiendo en su engendro político a un nazi sin acabar de reciclar como Jorge Verstrynge. El eslabón encontrado entre el Califa cordobés y el Mesías podemita.

Creo que el mejor dirigente que ha tenido IU ha sido Cayo Lara. Quizás por eso en lugar de ser también secretario general del PCE, lo es esa luminaria del pensamiento político llamado José Luis Centella, que será el encargado de echar la llave a la sede de IU, tras su entierro indecoroso y el regalo de la gran mayoría de sus militantes y “dirigentes” a Podemos.

Sin embargo, IU hubiera requerido de una dirigencia de calidad política excepcional, algo impensable dentro de lo disponible en el PCE y en IU, y muy alejado de lo que el momento político español permitían. Las mejores y peores cualidades de los seres humanos se despliegan de acuerdo a la altura de la etapa en la que se está haciendo la historia en cada momento.

Cayo Lara significó estar por encima de la media en cuanto a honradez y cualidades de carácter que deben acompañar a un dirigente que pretenda ser comunista pero ha carecido de las condiciones del "director de orquesta" del que hablaba Lenin. Su aceptación de la convergencia con Podemos, la noche electoral, con la esperanza baldía de salvar las siglas, que nada significan, si se produce una entrega tan vil a un populismo oportunista y aventurero, disfrazado de socialdemocracia meramente sustititoria de las siglas del PSOE por el nombre de “lo nuevo”, demuestra su carencia de dichos rasgos políticos. Si los hubiera tenido, en el mejor de los escenarios posibles, habría contribuido a llevar al sector más consciente de su organización a una ruptura con la mayoría socialdemócrata y entreguista a Podemos.

La desfederación de IUCM (Izquierda Unida-Comunidad de Madrid), con el fin de buscar una excusa para expulsar a los miembros de su dimitida dirección, la estrategia del paso bajo las horcas caudinas de los 5.000 militantes madrileños que deseen seguir vinculados a la nueva dirección de IU que se forme tras la creación de una gestora y el llamamiento a "traer a casa" a quienes traicionaron a su organización pidiendo el voto para Ahora Madrid o integrándose en sus filas, es un auténtico golpe de Estado interno, propio del peor estalinismo, compatible en este caso con una deriva ultrarreformista y de derribo de la organización para integrarla en la secta podemita.

Pero ello no habría significado de modo directo y mecánico un proceso de clarificación ideológica dentro del hipotético sector rupturista porque ese minoritario segmento de la militancia, el más crítico y de izquierda, no está capacitado para abrir ese debate ya que está preso de su doble orejera ideológica, el eurocomunismo del que el PCE y su plataforma política, IU, no se han librado, y su vocación de expresión política enfeudada a lo electoral, sin la cuál son incapaces de realizar el duro trecho de un nuevo camino político. La alternativa para ese grupo no es refundar un PCE auténtico por sí solos, ni siquiera ejercer la rabieta de irse a un pequeño grupo comunista, sino la amargura del abandono de la lucha que lleva el irse a casa, a asuntos más vitales y personales.

A ese sector, potencialmente rupturista de IU, le aterra la posibilidad de un salto en el vacío porque sabe bien que otros lo intentaron antes y fracasaron: PCPE, Corriente Roja, Iniciativa Comunista,...Aclaro a los militantes de estas organizaciones o a las evoluciones posteriores de éstas que no fracasar no significa supervivir sino ir más allá de unos pocos cientos de militantes en todo el Estado, lograr una implantación notable entre la clase trabajadora y la aceptación de sus propuestas entre importantes sectores de ésta. Fracasar es no haber logrado en todos estos años construir el partido comunista que no tenemos

3.-¿Y tras esto qué?
Lo más ingrato y difícil de explicar a los supuestos izquierdistas que pretenden a la vez la inmediatez de sus objetivos y las rebajas constantes de estos, es que ni el capitalismo se rinde por los votos, por muchos que fueran, que ya se ve que serán más que insuficientes, ni por la fuerza de una “ilusión”, desmovilizada socialmente, que viene de “iluso”

Syriza, la nave capitana de la socialdemocracia realmente existente, pues la que se llama tal es social-liberal, ya está dando cuenta de sus límites de un modo vergonzoso. Cualquier crítica en esa dirección está destinada dentro del mundo IU a ser ignorada. La secta podemita tiene menos problemas con ello, pues ha dejado tirado a Tsipras y su partido, como antes lo ha hecho con la revolución bolivariana y ésta le ha tenido que recordar. Compañeros bolivarianos, la distancia geográfica no se salva con Internet y algunos viajes a Caracas de ciertos españoles que acaban renegando de quienes tanto les han apoyado. Os toca hacer autocrítica, como buenos revolucionarios.

Cuando lo que les queda a los podemitas, y también a la moribunda IU, es revindicar un Estado del Bienestar que no volverá porque exigiría un pacto social tal entre capital y trabajo que aceptase una cuasi expropiación del primero para devolver lo usurpado a los derechos de los trabajadores durante estos años de crisis capitalista e individualizado crecimiento del beneficio empresarial y patrimonial de las grandes familias, está claro que ese camino está cegado.

Tsipras lo ha demostrado desde el gobierno, Podemos desde una oposición menguante que camina hacia el extremo centro de las renuncias programáticas sin haberse acercado a la Moncloa más que unos metros.

El camino hacia la socialdemocracia lleva a un territorio yermo y quemado. Desde los gobiernos, la UE, el FMI, lo único que van a permitir es cierto levantamiento del acelerador de las políticas de austeridad. Las conquistas de la clase trabajadora han sido perdidas, casi todas, para siempre.

Los años de pacto social, de sindicalismo de concertación y gestión (¡cuántos jefes de personal y cuántos de RRHH en manos de sindicaleros mayoritarios!), de acuerdos de “productividad” entre gobierno y leal oposición, de progresiva violación del indecente Pacto de Toledo sobre las pensiones, de privatizaciones previas a las del PP pero enmascaradas en formas de colaboración público/privadas,...Todo ello es irreversible desde el respeto a la legalidad constitucional y política.

Esta vez, el capitalismo se ha adelantado y lo ha hecho muy bien. Desreguló primero la economía financiera a nivel mundial, vendió luego a sus víctimas la idea de que la gestión pública era más cara e ineficaz que la privada, abrió el camino de los complementos a la jubilación desde los planes de pensiones, consiguió que se comprará la “idea” de que éstas eran ya insostenibles, convirtió el derecho al trabajo en privilegio y logró que pareciese verdad que tener un trabajo precario era mejor que no tenerlo.

Antes lo hizo aún mejor. Atrapó a los sindicatos en la idea de la cogestión empresarial, salvando las declaraciones de beneficios empresariales bajo formas en B, C, D y todo el diccionario; convirtió a la socialdemocracia en social-liberal, a los comunistas en respetables socialdemócratas, a la resistencia anticapitalista en pijohhipes de turismo antiglobalización, subvencionado por las fundaciones globalistas, a los trabajadores en falsos perceptores de rentas porque creían poder pagarse un piso, una segunda residencia en primera o quinta línea de playa y tres coches por familia. Hoy nadie se reconoce trabajador explotado sino “ciudadano” de clase media, aunque se coma los mocos desde el día 10 de cada mes.

Y si todo eso es así y, a pesar de todo, hay quienes no se conforman con que les quieran volver a vender la película del consumo a plazos durante el breve período de recuperación que nos depara este aparente instante dulce del capitalismo, antes del estallido de su próxima burbuja (el capitalismo sale de sus crisis creando las condiciones para otras nuevas), habrá que decirles que hay una travesía del desierto por recorrer, si están dispuestos a luchar por la consecución de una sociedad socialista.

Y dado que cualquier gobierno que respete la legalidad burguesa y las condiciones que imponen sus instituciones no es más que un mamporrero más obligado o más servicial del capital, hacerles ver que el alumbramiento de una nueva sociedad no será un parto sin dolor sino plagado de agonías, destrucción constructiva y enormes sacrificios personales. Y que la renuncia a tales sacrificios en espera de tiempos mejores sólo prolongará los destrozos vitales en la realidad personal y colectiva de los oprimidos que esperen salvarse de esa quema.

Sin lucha ideológica no se construirá la conciencia necesaria para crear seres libres y conscientes dispuestos a emanciparse como colectivo, que sólo puede nacer de saber cuál es su condición de clase, el papel que juegan en la producción/reproducción del sistema capitalista y la fuerza callada que aún no han descubierto para hacer valer sus intereses como grupo social.

Pero la lucha ideológica es absolutamente inútil si no se sustenta en una organización de clase que esté dispuesta a comprometer a cada uno de sus miembros, voluntaria pero consecuentemente, en el proceso emancipador.

El partido de la clase trabajadora, los nuevos espartaquistas y bolcheviques, el nuevo partido comunista, no puede ser una organización de afluyentes con entusiasmo inicial para dedicarle unos ratos de su tiempo libre a “jugar a revolucionarios”. Necesita de sus mejores hombres y mujeres, de los más organizados y conscientes, de los más entregados en una voluntad que debe templarse como el acero para resistir los fracasos, los acosos, las persecuciones y, sobre todo, la indiferencia de una masa apática, desilusionada con cada nuevo engaño colectivo, y de aquellos a los que la política les aburre porque no han podido alcanzar la capacidad de darse cuenta de que la libertad nace de la igualdad y de la soberanía del individuo que transciende en el nosotros.

4.-¿De dónde puede nacer esa organización comunista?
No nacerá de las voces aisladas que defendemos su necesidad, no puede hacerlo. Los comunistas sin partido somos seres incompletos. Nos falta la capacidad de influir de manera organizada y, sobre todo, nos falta la réplica a nuestro discurso, a lo que podemos llegar a ser cuando aplicamos la máxima de que “un grano no hace granero pero ayuda al compañero”. En el colectivo encontramos la posibilidad de crecer cada uno de nosotros como comunistas y de que el efecto suma multiplique nuestras posibilidades. La gran mayoría de los comunistas españoles estamos en nuestra casa; no hemos sido capaces de salir de nuestro aislado agujero.

Estamos ante un momento transcendental; eso suena a frase vacía por archirrepetida para cualquier cuestión menor. Pero en este caso es cierta.

El PCE, sus siglas históricas, el significado positivo y negativo que hubo en él, va a desaparecer. La banda de los Centella, los Garzón y los Monereo, entre otros, lo convertirán en un “significante vacío” de esos que le gustaban al fallecido Laclau y que le encantan a su mujer, Chantal Mouffe, otra peronista como él, y al efebo centrista Errejón. Quedará en una ONG al estilo de Izquierda Anticapitalista, dentro del Podemos en el que se encontrarán ambos, que será útil para el mantenimiento de la cuota de liberados de cada organización confluyente en “lo nuevo”.

Camaradas del PCE, compañeros de IU, que no estáis dispuestos a permitir que vuestra identidad de izquierda se venda a una segunda versión del PSOE, pero esta vez 2.0 y menos fiable aún que aquél porque uno sabe lo que es el PSOE pero no a donde van los “empoderados”; camaradas del PCE y compañeros de IU dispuestos a salvar el concepto de lucha por el socialismo:

Estáis ante una enorme responsabilidad histórica, que es la de salvaguardar la idea de que existe en España una izquierda revolucionaria, "no real ni transformadora", revolucionaria.

Tenéis la posibilidad, como la tienen otros comunistas y gentes de la izquierda revolucionaria del Estado español, organizados o no, de levantar el discurso abandonado por vuestra organización, y por tantas “izquierdas parlamentaristas”, de la lucha de clases y por el socialismo o de iros a lamer vuestras heridas a los bares, donde sólo queda el lamento del tanguista.

Camaradas de otras organizaciones comunistas: tenéis la responsabilidad histórica de liberar el discurso comunista, durante tanto tiempo encapsulado en el aislamiento, de romper la pared que nos impide ser la fuerza motora de nuestra clase y lograr su meta.

Es el momento de derribar los muros que hay entre nosotros. Es el momento de buscar lo que nos acerca. Es el momento de pensar en si lo que nos divide pesa tanto como pretendemos al afirmar diferencias difícilmente justificables entre comunistas, salvo que alguien pretenda tener toda la verdad ideológica y estratégica de su lado.

Es el momento de preguntarse si el viejo objetivo de reconstruir un gran partido comunista, poderoso entre las masas, vanguardia de nuestra clase, es menos importante que esa frase que escuché un día en una reunión entere comunistas: “camarada, te voy a hacer una autocrítica”. Las autocríticas nos las hacemos libremente cada comunista (mal irá la cosa si no es libre) a sí mismo, pero jamás debemos emplear contra otro comunista el arma arrojadiza que lo condene sin comprobar que no estamos inventándonos algún muro infranqueable.

Camaradas, no está ninguna organización de las que hoy están dispuesta a mantener las ideas del socialismo  en condiciones de imponer al resto de comunistas y sus organizaciones ningún ingreso con el carné en la boca a la suya. Ni hay partidos guía ni ninguna organización comunista puede negar el carácter comunista de las otras o la identidad comunista de todos aquellos que estemos dispuestos a reconocernos en una serie principios básicos, siempre que no juguemos a ver qué principio básico pilla al otro en un renuncio.

Camaradas organizados o no, es el momento de plantearnos ya, sin más inexplicables justificaciones de consumo interno, la necesidad de un espacio de Encuentro Comunista:

Un espacio en el que ningún comunista, venga de donde venga dentro del marxismo, se sienta incómodo sino con la sensación de haber llegado a su casa.

Un espacio en el que sea posible encontrarse más allá de las directrices del sacrosanto Comité Central de cada organización.

Un espacio en el que los comunistas organizados y no organizados podamos entendernos, sin pensar que a los segundos nos toca el papel de comparsas o de adscritos a unas u otras corrientes organizadas.

Un espacio en el que podamos encontrar vías para la unidad de acción.

Un espacio en el que podamos compartir debates, reflexiones y pensamiento sin que suenen estos a las resoluciones del último comité central de cada grupo comunista o penda sobre nosotros la amenaza de algún anatema por descubrir. 

Un espacio de confianza, afinidad y complicidad militante entre comunistas, más allá de cada pertenencia organizada o no.

Un espacio en el que sin prisas pero sin pausa los comunistas abordemos, a la luz de hoy, los nuevos desafíos a los que debemos responder desde el marxismo.

Un espacio en el podamos empezar a reconstruir a nivel internacional, no ya la III Internacional sino la Internacional Comunista que vuelve a poner sobre el tapete la necesidad de nuestra propuesta.

5.-¿Y después de eso?
Ojalá haya un después, pero recorramos juntos ese trayecto porque, si lo hacemos, el resto será fácil.  

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