30 de abril de 2014

LA ILUSIÓN DEL METACONTROL IMPERIAL DEL CAOS

Jorge Beinstein. Ojos para la paz

La mutación del sistema de intervención militar de los Estados Unidos y sus consecuencias para América LatinaConferencia dictada por Jorge Beinstein en el Seminario “Nuestra América y Estados Unidos: desafíos del Siglo XXI”. Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Central del Ecuador, Quito, 30 y 31 de Enero de 2013.
Guerra y economía
Conceptos tales como “keynesianismo militar” o “economía de la guerra permanente” constituyen buenos disparadores para entender el largo ciclo de prosperidad imperial de los Estados Unidos: su despegue hace algo más de siete décadas, su auge y el reciente ingreso a su etapa de agotamiento abriendo un proceso militarista-decadente actualmente en curso.

En 1942 Michal Kelecki exponía el esquema básico de lo que posteriormente fue conocido como “keynesianismo militar”. Apoyándose en la experiencia de la economía militarizada de la Alemania nazi, el autor señalaba las resistencias de las burguesías de Europa y Estados Unidos a la aplicación de políticas estatales de pleno empleo basadas en incentivos directos al sector civil y su predisposición a favorecerlas cuando se orientaban hacia las actividades militares (2). Más adelante Kalecki ya en plena Guerra Fría describía las características decisivas de lo que calificaba como triángulo hegemónico del capitalismo norteamericano que combinaba la prosperidad interna con el militarismo descripto como convergencia entre gastos militares, manipulación mediática de la población y altos niveles de empleo (3).

Esta línea de reflexión, a la que adhirieron entre otros Harry Magdoff, Paul Baran y Paul Sweezy, planteaba tanto el éxito a corto-mediano plazo de la estrategia de “Manteca + Cañones” (“Guns and Butter Economy”) que fortalecía al mismo tiempo la cohesión social interna de los Estados Unidos y su presencia militar global, como sus límites e inevitable agotamiento a largo plazo.


Sweezy y Baran pronosticaban (acertadamente) hacia mediados de los años 1960 que uno de los límites decisivos de la reproducción del sistema provenía de la propia dinámica tecnológica del keynesianismo militar, pues la sofisticación técnica creciente del armamento tendía inevitablemente a aumentar la productividad del trabajo reduciendo sus efectos positivos sobre el empleo y finalmente la cada vez más costosa carrera armamentista tendría efectos nulos o incluso negativos sobre el nivel general de ocupación (4).

Es lo que se hizo evidente desde fines de los años 1990, cuando se inició una nueva etapa de gastos militares ascendentes que continúa en la actualidad, marcando el fin de la era del keynesianismo militar. Ahora, el desarrollo en los Estados Unidos de la industria de armas y sus áreas asociadas incrementa el gasto público causando déficit fiscal y endeudamiento, sin contribuir a aumentar en términos netos el nivel general de empleo. En realidad, su peso financiero y su radicalización tecnológica contribuyen de manera decisiva a mantener altos niveles de desocupación y un crecimiento económico nacional anémico o negativo transformándose así en un catalizador que acelera, profundiza la crisis del Imperio (5).

Por otra parte los primeros textos referidos a la llamada “economía de la guerra permanente” aparecieron en los Estados Unidos a comienzos de los años 1940. Se trataba de una visión simplificadora que, por lo general, subestimaba los ritmos y atajos concretos de la historia, pero que hoy resulta sumamente útil para comprender el desarrollo del militarismo en el muy largo plazo.

Hacia 1944 Walter Oakes definía una nueva fase del capitalismo donde los gastos militares ocupaban una posición central; no se trataba de un hecho coyuntural impuesto por la Segunda Guerra Mundial en curso, sino de una transformación cualitativa integral del sistema cuya reproducción ampliada universal durante más de un siglo, había terminado por generar masas de excedentes de capital que no encontraban en las potencias centrales espacios de aplicación en la economía civil productora de bienes y servicios de consumo y producción.

La experiencia de los años 1930, como lo demostraba Oakes, señalaba que ni las obras públicas del New Deal de Roosevelt en los Estados Unidos, ni la construcción de autopistas en Alemania nazi, habían conseguido una significativa recuperación de la economía y el empleo: solo la puesta en marcha de la economía de guerra, en Alemania primero y desde 1940 en los Estados Unidos, había logrado dichos objetivos (6).

En el caso alemán la carrera armamentista terminó con una derrota catastrófica, en el caso norteamericano la victoria no llevó a la reducción del sistema militar-industrial sino a su expansión.

Al reducirse los efectos de la guerra, la economía de los Estados Unidos comenzó a enfriarse y el peligro de recesión asomó su rostro, pero el inicio de la guerra fría y luego la guerra de Corea (1950) alejaron al fantasma abriendo un nuevo ciclo de gastos militares.

En octubre de 1949 el profesor de la Universidad de Harvard Summer Slichter, de gran prestigio en ese momento, señalaba ante una convención de banqueros:[La Guerra Fría] incrementa la demanda de bienes, ayuda a mantener un alto nivel de empleo, acelera el progreso tecnológico, todo lo cual mejora el nivel de vida en nuestro país… en consecuencia nosotros deberíamos agradecer a los rusos por su contribución para que el capitalismo funcione mejor que nunca en los Estados Unidos” . Hacia 1954 aparecía la siguiente afirmación en la revista U.S. News & World Report: “¿Qué significa para el mundo de los negocios la Bomba H?: un largo período de grandes ventas que se incrementarán en los próximos años. Podríamos concluir con esta afirmación: la bomba H ha arrojado a la recesión por la ventana” (7).

Como lo señalaba a comienzos de los años 1950 T. N. Vance, uno los teóricos de la “economía de la guerra permanente”, los Estados Unidos habían ingresado en una sucesión de guerras que definían de manera irreversible las grandes orientaciones de la sociedad, después de la guerra de Corea solo cabía esperar nuevas guerras (8).

En su texto fundacional de la teoría, Walter Oakes realizaba dos pronósticos decisivos: la
inevitablidad de una tercera guerra mundial que ubicaba hacia 1960 y el empobrecimiento de los trabajadores norteamericanos desde fines de los años 1940, provocada por la dinámica de concentración de ingresos motorizada por el complejo militar-industrial (9).

Podemos en principio considerar desacertados a dichos pronósticos. No se produjo la tercera guerra mundial aunque se consolidó la Guerra Fría, que mantuvo la ola militarista durante más de cuatro décadas, atravesada por dos grandes guerras regionales (Corea y Vietnam) y una densa serie de pequeñas y medianas intervenciones imperiales directas e indirectas. Cuando se esfumó la Guerra Fría, luego de un breve intermedio en los años 1990 la guerra universal del Imperio prosiguió contra nuevos “enemigos” que justificaban su desarrollo (“guerras humanitarias”, “guerra global contra el terrorismo”, etcétera): la oferta de servicios militares, el “aparato militarista” y las áreas asociadas al mismo creaban, inventaban, su propia demanda.

Tampoco se precipitó el empobrecimiento de las clases bajas de los Estados Unidos; por el contrario, la redistribución keynesiana de ingresos se mantuvo hasta los años 1970, el nivel de vida de los trabajadores y las clases medias mejoró sustancialmente, funcionó la interacción positiva entre militarismo y prosperidad general. A eso contribuyeron varios factores, entre ellos la explotación de la periferia ampliada gracias a la emergencia de los Estados Unidos como superpotencia mundial apuntalada por su aparato militar, el restablecimiento de las potencias capitalistas afectadas por la guerra (Japón, Europa Occidental) que en la nueva era se encontraban estrechamente asociadas a los Estados Unidos y el enorme efecto multiplicador a nivel interno de los gastos militares sobre el consumo, el empleo y la innovación tecnológica. Algunos de estos factores, subestimados por Oakes, habían sido señalados a mediados de los años 1960 por Sweezy y Baran (10).
Sin embargo la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca (1980) marcó una ruptura en la tendencia (aunque ya desde los años 1970 habían aparecido los primeros síntomas de la enfermedad), y se inició un proceso de concentración de ingresos que fue avanzando cada vez más rápido en las décadas posteriores.

Entre 1950 y 1980 el 1 % más rico de la población de los Estados Unidos absorbía cerca del 10 % del Ingreso Nacional (entre 1968 y 1978 se mantuvo por debajo de esa cifra) pero a partir de comienzos de los años 1980 esa participación fue ascendiendo, hacia 1990 llegaba al 15 % y cerca de 2009 se aproximaba al 25 %.
Por su parte el 10 % más rico absorbía el 33 % del Ingreso Nacional en 1950, manteniéndose siempre por debajo del 35 % hasta fines de los años 1970, pero en 1990 ya llegaba al 40 % y en 2007 al 50 % (11).

El salario horario promedio fue ascendiendo en términos reales desde los años 1940 hasta comienzos de los años 1970 en que comenzó a descender y un cuarto de siglo más tarde había bajado en casi un 20 % (12). A partir de la crisis de 2007-2008 con el rápido aumento de la desocupación se aceleró la concentración de ingresos y la caída salarial: algunos autores utilizan el término “implosión salarial” (13).

Una buena expresión del deterioro social es el aumento de los estadounidenses que reciben bonos de ayuda alimentaria (“food stamps”), dicha población indigente llegaba a casi 3 millones en 1969 (en plena prosperidad keynesiana), subieron a 21millones en 1980, a 25 millones en 1995 y a 47 millones en 2012 (14).

Mientras tanto los gastos militares no dejaron de crecer, impulsados por sucesivas olas belicistas incluidas en el primer gran ciclo de la guerra fría (1946-1991) y en el segundo ciclo de la “guerra contra el terrorismo” y las “guerras humanitarias” desde fines de los años 1990 hasta el presente (Guerra de Corea, Guerra de Vietnam, “Guerra de las Galaxias” de la era Reagan, Guerra de Kosovo, Guerras de Irak y Afganistán, etcétera).

Luego de la Segunda Guerra Mundial podemos establecer dos períodos bien diferenciados en la relación entre gastos públicos y crecimiento económico (y del empleo) en los Estados Unidos. El primero abarca desde mediados de los años 1940 hasta fines de los años 1960 donde los gastos públicos crecen y las tasas de crecimiento económico se mantienen en un nivel elevado, son los años dorados del keynesianismo militar.


El mismo es seguido por un período donde los gastos públicos siguen subiendo tendencialmente pero las tasas de crecimiento económico oscilan en torno de una línea descendente, marcando la decadencia y fin del keynesianismo: el efecto multiplicador positivo del gasto público declina inexorablemente hasta llegar al dilema sin solución, evidente en estos últimos años de crecimientos económicos anémicos donde una reducción del gasto estatal tendría fuertes efectos recesivos mientras que su incremento posible (cada vez menos posible) no mejora de manera significativa la situación.


Así como el “éxito” histórico del capitalismo liberal en el siglo XIX produjo las condiciones de su crisis, su superador keynesiano también generó los factores de su posterior decadencia.

La marcha exitosa del capitalismo liberal concluyó con una gigantesca crisis de sobreproducción y sobreacumulación de capitales que desató rivalidades interimperialistas, militarismo y estalló bajo la forma de Primera Guerra Mundial (1914-1918). La “solución” consistió en la expansión del Estado, en especial su estructura militar, Alemania y Japón fueron los pioneros.

La transición turbulenta entre el viejo y el nuevo sistema duró cerca de tres décadas (1914-1945) y de ella emergieron los Estados Unidos como única superpotencia capitalista integrando estratégicamente a su esfera de dominación a las otras grandes economías del sistema. El keynesianismo militar norteamericano apareció entonces en el centro dominante de los Estados Unidos: el centro del mundo capitalista. Vance señalaba que “con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos y el capitalismo mundial entraron en la nueva era de la Economía de la Guerra Permanente” (15). Fue así si lo entendemos como victoria definitiva del nuevo sistema precedida por una compleja etapa preparatoria iniciada en la segunda década del siglo XX.

Su génesis está marcada por el nazismo, primer ensayo exitoso-catastrófico de “keynesianismo militar”: su trama ideológica, que lleva hasta el límite más extremo el delirio de la supremacía occidental, sigue aportando ideas a las formas imperialistas más radicales de Occidente, como los halcones de George W. Bush o los sionistas neonazis del siglo XXI. Por otra parte, estudios rigurosos del fenómeno nazi descubren no solo sus raíces europeas (fascismo italiano, nacionalismo francés, etcétera) sino también norteamericanas (16). Aunque luego de la guerra el triunfo de la economía militarizada en los Estados Unidos asumió un rostro “civil” y “democrático”, ocultando sus fundamentos bélicos.

La decadencia del keynesianismo militar encuentra una primera explicación en su hipertrofia e integración con un espacio parasitario imperial más amplio donde la trama financiera ocupa un lugar decisivo. En una primera etapa el aparato industrial-militar y su entorno se expandieron convirtiendo al gasto estatal en empleos directos e indirectos, en transferencias tecnológicas dinamizadoras del sector privado, en garantía blindada de los negocios imperialistas externos, etcétera. Pero con el correr del tiempo, con el ascenso de la prosperidad imperial, incentivó y fue incentivado por una multiplicidad de formas sociales que parasitaban sobre el resto del mundo al mismo tiempo que tomaban cada vez mayor peso interno.

Además el continuo crecimiento económico terminó provocando saturaciones de mercados locales, acumulaciones crecientes de capital, concentración empresaria y de ingresos. El capitalismo norteamericano y global se encaminaba hacia fines de los años 1960 hacia una gran crisis de sobreproducción que provocó las primeras perturbaciones importantes bajo la forma de crisis monetarias (crisis de la libra esterlina, fin del patrón dólar-oro en 1971), luego energéticas (shocks petroleros de 1973-74 y 1979) atravesadas por desajustes inflacionarios y recesivos (“estanflación”).

En las décadas siguientes la crisis no fue superada sino amortiguada, postergada través de la superexplotación y el saqueo de la periferia, la financierización, los gastos militares, etcétera. Todo ello no reinstaló el dinamismo de la postguerra pero impidió el derrumbe, suavizó la enfermedad agravándola a largo plazo.

La tasa de crecimiento real de la economía norteamericana fue recorriendo de manera irregular una línea descendente y en consecuencia sus gastos improductivos crecientes fueron cada vez menos respaldados por la recaudación tributaria. Y al déficit fiscal se le sumó el déficit del comercio exterior perpetuado por la pérdida de competitividad global de la industria.

El Imperio se fue convirtiendo en un mega parásito mundial, acumuló deudas públicas y privadas ingresando en un círculo vicioso ya visto en otros imperios decadentes; el parasitismo degrada al parásito, lo hace más y más dependiente del resto del mundo, lo que exacerba su intervencionismo global, su agresividad militar.

El mundo es demasiado grande desde el punto de vista de sus recursos concretos (financieros, militares, etcétera) pero el logro del objetivo históricamente imposible de dominación global es su única posibilidad de salvación como Imperio. Los gastos militares y el parasitismo en general aumentan, los los déficits crecen, la economía se estanca, la estructura social interna se deteriora… lo que Paul Kennedy definía como “excesiva extensión imperial” (17) es un hecho objetivo determinado por las necesidades imperiales que opera como una trampa histórica de la que el Imperio no puede salir.

Gastos militares
Los gastos militares de los Estados Unidos aparecen subestimados en las estadísticas oficiales. En 2012 los gastos del Departamento de Defensa llegaron a unos 700 mil millones de dólares, si a los mismos se les adicionan los gastos militares que aparecen integrados (diluidos) en otras áreas del Presupuesto (Departamento de Estado, USAID, Departamento de Energía, CIA y otras agencias de seguridad, pagos de intereses, etcétera) se llegaría a una cifra cercana a los 1,3 billones (millones de millones) de dólares (18).

Esa cifra equivale a casi el 9 % del producto Bruto Interno, al 50 % de los ingresos fiscales previstos, al 100 % del déficit fiscal.Esos gastos militares reales representaron casi el 60 % de los gastos militares globales aunque si les sumamos los de sus socios de la OTAN y de algunos países vasallos extra-OTAN como Arabia Saudita, Israel o Australia se llegaría como mínimo al 75 %  (19)

A partir del gran impulso inicial en la Segunda Guerra Mundial y el descenso en la inmediata post guerra los gastos militares reales norteamericanos oscilaron en torno de una tendencia ascendente atravesando cuatro grandes olas belicistas: la guerra de Corea a comienzos de los años 1950, la guerra de Vietnam desde los años 1960 hasta mediados de los años 1970, la “guerra de las galaxias” de la era Reagan en los años 1980 y las guerras “humanitarias” y “contra el terrorismo” de la post guerra fría.

El keynesianismo militar del Imperio ha quedado en el pasado, pero la idea de que guerra externa y prosperidad interna van de la mano sigue dominando el imaginario de vastos sectores sociales en los Estados Unidos, son restos ideológicos sin base real en el presente pero útiles para la legitimación de las aventuras bélicas.

Néstor Kirchner, ex presidente de Argentina, reveló en una entrevista con el director Oliver Stone para su documental “South of the Border”, que el ex presidente de los Estados Unidos George W. Bush estaba convencido de que la guerra era la manera de hacer crecer la economía de los Estados Unidos. El encuentro entre ambos presidentes se produjo en una cumbre en Monterrey, México, en enero de 2004, y la versión del presidente argentino es la siguiente: “Yo dije que la solución a los problemas en este momento, le dije a Bush, es un Plan Marshall. Y él se enojó. Dijo que el Plan Marshall es una idea loca de los demócratas y que la mejor forma de revitalizar la economía es la guerra. Y que los Estados Unidos se han fortalecido con la guerra” (20).

Recientemente Peter Schiff, presidente de la consultora financiera “Euro Pacific Capital” escribió un texto delirante ampliamente difundido por las publicaciones especializadas cuyo título lo dice todo."¿Porque no otra Guerra mundial?” (21). Comenzaba su artículo señalando el consenso entre los economistas de que la Segunda Guerra Mundial permitió a los Estados Unidos superar la Gran Depresión y que si las guerras de Irak y Afganistán no consiguieron reactivar de manera durable a la economía norteamericana se debe a que “dichos conflictos son demasiado pequeños para ser económicamente importantes”.

Si enfocamos el análisis en la relación entre gastos militares, PBI y empleo constataríamos lo siguiente: los gastos militares pasaron de 2800 millones de dólares en 1940 a 91 mil millones en 1944 lo que impulsó al Producto Bruto Interno nominal de 101 mil millones de dólares en 1940 a 214 mil millones en 1944 (se duplicó en solo cuatro años), la tasa de desocupación apenas bajó del 9 % en 1939 al 8 % en 1940 pero en 1944 había caído al 0,7 %, el primer salto importante en los gastos militares se produjo entre 1940 y 1941 cuando pasaron de 2800 millones de dólares a 12700 millones equivalentes al 10 % del PBI (22) proporción bastante parecida a la de 2012 (u$s 1,3 billones, aproximadamente 9 % del PBI). Esto significa que el gasto militar de 1944 equivalía a unas siete veces el de 1941. Si trasladamos ese salto a cifras actuales eso significa que el gasto militar real de los Estados Unidos debería llegar en 2015 a unos 9 billones (millones de millones) de dólares equivalentes por ejemplo a siete veces el déficit fiscal de 2012.

La sucesión de saltos en el gasto público entre 2012 y 2015 acumularía una gigantesca masa de déficits que ni los ahorristas norteamericanos ni los del resto del mundo estarían en condiciones de cubrir comprando títulos de deuda de un imperio enloquecido.

Schift recuerda en su texto que los ahorristas norteamericanos compraron durante la Segunda Guerra Mundial 186 mil millones de dólares en bonos de deuda pública equivalentes al 75 % de la totalidad de gastos del gobierno federal entre 1941 y 1945 concluyendo que esa “proeza” es hoy imposible. Simplemente, nos explica Schift llevando al extremo su razonamiento siniestro, no hay de donde obtener el dinero necesario para poner en marcha una estrategia militar-reactivadora similar a la de 1940-45.

En realidad esa imposibilidad es mucho más fuerte. La economía de los Estados Unidos de 1940 estaba dominada por componentes productivas, principalmente industriales, actualmente el consumismo, toda clase de servicios parasitarios (empezando por la maraña financiera), la decadencia generalizada de la cultura de producción, etcétera, nos indican que ni aun aplicando una inyección de gastos públicos equivalente a la de 1940-45 se podría lograr una reactivación de esa envergadura. El parásito es demasiado grande, su senilidad está muy avanzada, no hay ninguna medicina keynesiana que lo pueda curar o que por lo menos sea capaz de restablecer una parte significativa de su vigor juvenil.

Privatización, informalización y elitización. Lumpen-imperialismo.
La guerra asiática, la más ambiciosa de la historia de los Estados Unidos, fracasó tanto desde el ángulo político-militar como del económico, la estrategia de dominación de la franja territorial que va desde los Balcanes hasta Pakistán pasando por Turquía, Siria, Irak, Iran y las ex repúblicas soviéticas de Asia central se encuentra hoy empantanada. Sin embargo, su desarrollo permitió transformar el dispositivo militar del Imperio convirtiendo su maquinaria de guerra tradicional en un sistema flexible a medio camino entre las estructuras formales regidas por la disciplina militar convencional y las informales agrupando una maraña confusa de núcleos operativos oficiales y bandas de mercenarios.

El proceso de integración de mercenarios a las operaciones militares tiene antecedentes en los tramos finales de la guerra fría, la organización de los “contras” en Nicaragua y de los “muyahidines” en Afganistán pueden ser consideradas como los primeros pasos en los años 1970 y 1980 de las nuevas estrategias de intervención. Decenas de miles de mercenarios fueron en esos casos entrenados, armados y financiados con resultados exitosos para el Imperio.

Según diversos estudios sobre el tema, los Estados Unidos y Arabia Saudita gastaron unos 40 mil millones de dólares en las operaciones afganas (donde comenzó su carrera internacional el por entonces joven ingeniero Osama Bin Laden) asestando un golpe decisivo a la URSS (23). Otro paso importante fueron las guerras étnicas en Yugoslavia durante los años 1990, donde los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, principalmente Alemania, desarrollaron una compleja tarea de desintegración de ese país cuyo éxito se apoyó en la utilización de mercenarios, el caso más notorio fue el de guerra de Kosovo donde se destacó el ELK (”Ejército de Liberación de Kosovo”) cuyos integrantes eran principalmente reclutados desde redes mafiosas (tráfico de drogas, etcétera) bajo el mando directo de la CIA extendiendo sus lazos hasta el ISI (servicio de inteligencia de Pakistán). Actualmente, el “estado” kosovar “independiente” aparece vinculado con la intervención de la OTAN en Siria, en Junio de 2012 el ministro de relaciones exteriores de Rusia exigía el cese de las operaciones de desestabilización de Siria realizadas desde Kosovo (24).

Estas nuevas prácticas de intervención fueron acompañadas por un denso proceso de reflexión de los estrategas imperiales disparado por la derrota en Vietnam. La “Guerra de Baja Intensidad” fue uno de sus resultados y las teorizaciones en torno de la llamada “Guerra de Cuarta Generación (4GW)” consolidaron la nueva doctrina en cuyo paper fundacional (1989) redactado por William Lind y tres miembros de las fuerzas armadas de los Estados Unidos y publicado en el “Marine Corps Gazete” (25) son borradas las fronteras entre las áreas civil y militar: toda la sociedad enemiga en especial su identidad cultural pasa a ser el objetivo de la guerra.

La nueva guerra es definida como descentralizada, poniendo el énfasis en la utilización de fuerzas militares “no estatales” (es decir paramilitares), empleando tácticas de desgaste propias de las guerrillas, etc. A ello se agrega el empleo intenso del sistema mediático tanto focalizado contra la sociedad enemiga como abarcando a la llamada “opinión pública global” (el pueblo enemigo es al mismo tiempo atacado psicológicamente y aislado del mundo) combinado con acciones de guerra de alto nivel tecnológico. En este último caso se trata de aprovechar la gigantesca brecha tecnológica existente entre el imperio y la periferia para golpearla sin peligro de respuesta, es lo que los especialistas denominan confrontación asimétrica “high-tech/no-tech”.

Las estadísticas oficiales referidas a los mercenarios son por lo general confusas y parciales, de todos modos algunos datos provenientes de fuentes gubernamentales, civiles o militares, pueden ilustrarnos acerca de la magnitud del fenómeno. En primer lugar el rol del Departamento de Defensa, principal contratista de mercenarios, su presupuesto destinado a esos gastos se incrementó en cerca de un 100 % entre el 2000 y el 2005 empleando modalidades propias de las grandes empresas transnacionales como la tercerización y la relocalización de actividades, lo que ha producido un gigantesco universo en expansión de negocios privados consagrados a la guerra… financiados por el Estado y generadores de intrincados entramados de corrupciones y corruptelas (26).

El llamado “Mando Central” militar de los Estados Unidos (US CENTCOM) dio a conocer recientemente algunos datos significativos: los mercenarios contratados reconocidos en el área de Medio Oriente-Asia Central llegarían a unos 137 mil trabajando directamente para el Pentágono, de ese total solo unos 40 mil serían ciudadanos norteamericanos. Aunque según datos del Departamento de Defensa sumando los datos de Afganistán e Irak estarían en el terreno unos 175 mil soldados regulares y 190 mil mercenarios: el 52 % del total (27).

A estas cifras debemos agregar en primer lugar a los mercenarios contratados por otras áreas del gobierno norteamericano, como el Departamento de Estado y luego los contratos en zonas del mundo como África donde el AFRICOM (mando militar norteamericano en ese continente) ha incrementado exponencialmente sus actividades durante el último lustro y luego debemos incorporar a los mercenarios actuando bajo el mando estratégico norteamericano pero contratados por países vasallos como las petromonarquías del Golfo Pérsico visible en los casos de Libia y Siria.

Deben ser también incluidos los mercenarios operando en otras regiones de Asia y en América Latina. Pero la cuenta no termina allí, ya que a ese universo es necesario agregar a las redes mafiosas y/o paramilitares agrupando en todos los continentes a un “personal disponible” que se autofinancia gracias a actividades ilegales (drogas, prostitución, etcétera) protegidas por diversas agencias de seguridad norteamericanas como la DEA o bien que integra “agencias de seguridad privada”, muy notorias por ejemplo en América Latina legalmente establecidas en los países periféricos y estrechamente vinculadas a agencias privadas norteamericanas y/a la DEA, la CIA u otras organismos de inteligencia del Imperio.

Y la lista sigue… recientemente apareció publicada en el “Washington Post” una investigación referida a la “América ultra secreta” (Top Secret America) de las agencias de seguridad que informa acerca de la existencia actual de 3202 agencias de seguridad (1271 públicas y 1931 privadas) empleando a unas 854 mil personas trabajando en temas de “antiterrorismo”, seguridad interior e inteligencia en general, instaladas en unos 10 mil domicilios en el territorio de los Estados Unidos (28).

Sumando las distintas cifras mencionadas y evaluando datos ocultos algunos expertos adelantan un total aproximado global (dentro y fuera del territorio de los Estados Unidos) próximo al millón de personas combatiendo en la periferia, haciendo espionaje, desarrollando manipulaciones mediáticas, activando “redes sociales”, etcétera. Comparemos por ejemplo ese dato con las aproximadamente 1 millón 400 mil personas que conforman el sistema militar público del Imperio.

Por su parte las tropas regulares han sufrido un rápido proceso de informalización, de ruptura respecto de las normas militares convencionales, conformando comandos de intervención inscriptos en una dinámica abiertamente criminal. Es el caso del llamado Comando Conjunto de Operaciones Especiales o “JSOC” (Joint Special Operations Command). Comando conjunto secreto en línea de mandos directa con el Presidente y el Secretario de Defensa con autoridad para elaborar su lista de asesinatos, tiene su propia división de inteligencia, su flota de drones y aviones de reconocimiento, sus satélites e incluso sus grupos de ciber-gerreros capaces de atacar redes de internet.

Dispone de numerosas unidades operativas. Creado en 1980 quedó sepultado por su estrepitoso fracaso en Irán cuando trató de rescatar al personal de la embajada norteamericana en Teherán, fue resucitado recientemente. En 2001 disponía de unos 1800 miembros, actualmente llegarían a 25 mil, en los últimos tiempos ha realizado operaciones letales en Irak, Pakistán, Afganistán, Siria, Libia y muy probablemente en México y Colombia, etcétera. Se trata de un agrupamiento de “escuadrones de la muerte” de alcance global, autorizado para realizar toda clase de operaciones ilegales, desde asesinatos individuales o masivos, hasta sabotajes, intervenciones propias de la guerra psicológica, etcétera. En Septiembre de 2003 Donald Runsfeld había dictado una resolución colocando al JSOC en el centro la estrategia “antiterrorista” global y desde entonces su importancia ha ido en ascenso pasando hoy a ser, bajo la presidencia del premio nobel de la paz Barak Obama, una suerte de ejercito clandestino de claro perfil criminal bajo la órdenes directas del Presidente (29).

Las fuerzas de intervención de los Estados Unidos tienen ahora un sesgo claramente privado-clandestino, en plena “Guerra de Cuarta Generación” funcionan cada vez más al margen de los códigos militares y las convenciones internacionales. Un reciente artículo de Andrew Bacevich describe las etapas de esa mutación durante la década pasada que culminan actualmente en lo que el autor denomina “era Wickers” (actual subsecretario de inteligencia del Departamento de Defensa) focalizada en la eliminación física de “enemigos”, el uso dominante de mercenarios, de campañas mediáticas, redes sociales, todo ello destinado a desestructurar organizaciones y sociedades consideradas hostiles.

A comienzos del año pasado la entonces Secretaria de Estado Hillary Clinton pronunció una frase que no requiere mayores explicaciones: “Los Estados Unidos se reservan el derecho de atacar en cualquier lugar del mundo a todo aquello que sea considerado como una amenaza directa para su seguridad nacional” (30).

Si sumamos a esta orientación mercenaria-gangsteril del Imperio, otros aspectos como la
financierización integral de su economía dominada por el cortoplacismo, su desintegración social interna con acumulación acelerada de marginales, con una población total que representa el 5 % de la mundial pero con una masa de presos equivalentes al 25 % del total de personas encarceladas en el planeta, etcétera, llegaríamos a la conclusión de que estamos en presencia de una suerte de lumpen imperialismo completamente dominado por intereses parasitarios embarcado en una lógica destructiva de su entorno que al mismo tiempo va degradando sus bases de sustentación interna (31).

La ilusión del metacontrol del caos.
Podríamos establecer la convergencia entre la hipótesis de la “economía de guerra permanente” y la del “keynesianismo militar”, este último expresó la primera etapa del fenómeno (aproximadamente entre 1940 y 1970). Fueron los años de la prosperidad imperial cuyos últimos logros ya mezclados con claros síntomas de crisis se prologaron hasta el final de la guerra fría. A esa etapa floreciente le sigue una segunda post keynesiana caracterizada por la dominación financiera, la concentración de ingresos, el desinfle salarial, la marginalización social y la degradación cultural en general donde el aparato militar opera como un acelerador de la decadencia provocando déficits fiscales, y endeudamientos públicos.

La opción por la privatización de la guerra aparece como una respuesta “eficaz” a la declinación del espíritu de combate de la población (dificultades crecientes en el reclutamiento forzado de ciudadanos a partir de la derrota de Vietnam). Sin embargo el remplazo del ciudadano-soldado por el soldado-mercenario o la presencia decisiva de este último termina tarde o temprano por provocar serios daños en el funcionamiento de las estructuras militares: no es lo mismo administrar a ciudadanos normales que a una masa de delincuentes.

Cuando el lumpen, los bandidos predominan en un ejército, el mismo se convierte en un ejército de bandidos y un ejército de bandidos ya no es un ejército. El potencial disociador de los mercenarios es a largo plazo de casi imposible control y su falencias en el combate no pueden ser compensadas sino muy parcialmente por despliegues tecnológicos sumamente costosos y de resultado incierto.

La conformación de fuerzas clandestinas no-mercenarias de élite, respaldadas por un aparato tecnológico sofisticado capaz de descargar golpes puntuales demoledores contra el enemigo, como es el caso del JSOC, son buenos instrumentos terroristas pero no remplazan las funciones de un ejército de ocupación y a mediano plazo (muchas veces a corto plazo) terminan por fortalecer el espíritu de resistencia del enemigo.

Podríamos sintetizar de manera caricaturesca a la nueva estrategia militar del Imperio a partir del predominio de diversas formas de “guerra informal” combinando mercenarios (muchos mercenarios) con escuadrones de la muerte (tipo JSOC), bombardeos masivos, drones, control mediático global, asesinatos tecnológicamente sofisticados de dirigentes periféricos. La guerra se elitiza, se transforma en un conjunto de operaciones mafiosas, se aleja físicamente de la población norteamericana y su cúpula dominante empieza a percibirla como un juego virtual dirigido por gangsters.

Por otra parte la adopción de estructuras mercenarias y clandestinas de intervención externa como forma dominante tiene efectos contraproducentes para el sistema institucional del imperio tanto desde el punto de vista del control administrativo de las operaciones como de las modificaciones (y de la degradación) en las relaciones internas de poder. El comportamiento gangsteril, la mentalidad mafiosa termina por apoderarse de los altos mandos civiles y militares y se traduce al comienzo en acciones externas, periféricas y más adelante (rápidamente) en ajustes de cuentas, en conductas habituales al interior del sistema de poder.

El horizonte objetivo (más allá de los discursos y convicciones oficiales) de la “nueva estrategia” no es el establecimiento de sólidos regímenes vasallos, ni la instalación de ocupaciones militares duraderas controlando territorios de manera directa sino más bien desestabilizar, quebrar estructuras sociales, identidades culturales, degradar o eliminar dirigentes, las experiencias de Irak y Afganistán (y México) y más recientemente las de Libia y Siria confirman esta hipótesis.

Se trata de la estrategia del caos periférico, de la transformación de naciones y regiones más amplias en áreas desintegradas, balcanizadas, con estados-fantasmas, clases sociales (altas, medias y bajas) profundamente degradadas sin capacidad de defensa, de resistencia ante los poderes políticos y económicos de Occidente que podrían así depredar impunemente sus recursos naturales, mercados y recursos humanos (residuales).

Este imperialismo tanático del siglo XXI, se corresponde con tendencias desintegradoras en las sociedades capitalistas dominantes, en primer lugar la de los Estados Unidos. Esas economías han perdido su potencial de crecimiento, hacia finales de 2012 luego de un lustro de crisis financiera oscilaban entre el crecimiento anémico (Estados Unidos), el estancamiento girando hacia la recesión (la Unión Europea) y la contracción productiva (Japón).

Los estados, las empresas y los consumidores están aplastados por las deudas, la suma de deudas públicas y privadas representan más del 500 % del Producto Bruto Interno en Japón e Inglaterra y más del 300 % en Alemania, Francia y los Estados Unidos donde el gobierno federal estuvo en 2011 al borde del default. Y por encima de deudas y sistemas productivos financierizados existe una masa financiera global equivalente a unas veinte veces el Producto Bruto Mundial, motor dinamizador, droga indispensable del sistema que ha dejado de crecer desde hace aproximadamente un lustro y cuyo desinfle tratan de impedir los gobiernos de las potencias centrales.

Se presenta entonces la ilusión de una suerte de metacontrol estratégico desde las grandes alturas, desde las cumbres de Occidente sobre las tierras bajas, periféricas, donde pululan miles de millones de seres humanos cuyas identidades culturales e instituciones son vistas como obstáculos a la depredación. Las élites de Occidente, el imperio colectivo hegemonizado por los Estados Unidos, están cada día más convencidas de que dicha depredación prolongará su vejez, alejará el fantasma de la muerte.

El caos periférico aparece a la vez como el resultado concreto de sus intervenciones militares y financieras (producto de la reproducción decadente de sus sociedades) y como la base de feroces depredaciones. El gigante imperial busca beneficiarse del caos pero termina por introducir el caos entre sus propias filas, la destrucción deseada de la periferia no es otra cosa que la autodestrucción del capitalismo como sistema global, su pérdida veloz de racionalidad. La fantasía acerca del metacontrol imperialista del caos periférico expresa una profunda crisis de percepción, la creencia de que los deseos del poderoso se convierten fácilmente en hechos reales, lo virtual y lo real se confunden conformando un enorme pantano psicológico.

En realidad la “estrategia” de metacontrol imperial del caos, sus formas operativas concretas la convierten en una maraña de tácticas que tienden a conformar una masa crecientemente incoherente, prisionera del corto plazo. Lo que pretende convertirse en la nueva doctrina militar, en un pensamiento estratégico innovador que responde a la realidad global actual facilitando la dominación imperialista del mundo no es otra cosa que una ilusión desesperada generada por la dinámica de la decadencia. Bajo la apariencia de ofensiva estratégica, irrumpen los manotazos históricamente defensivos de un sistema cuya cúpula imperial va perdiendo la capacidad de aprehensión de la totalidad real, la razón de estado se va convirtiendo en un delirio criminal extremadamente peligroso dado el gigantismo tecnológico de los Estado Unidos y sus socios europeos.

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(*), Conferencia dictada en el Seminario “Nuestra América y Estados Unidos: desafíos del Siglo XXI”. Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Central del Ecuador, Quito, 30 y 31 de Enero de 2013.
(1), Ron Suskind, “Without a doubt: faith, certainty and the presidency of George W. Bush”, The New York Times, 17-10-04.
(2), Su exposición desarrollada en la Marshall Society (Cambridge) en la primavera de 1942 fue publicada el año siguiente. Michal Kalecki, “Political Aspects of Full Unemployment”, Political Quaterly, V 14, oct.-dec. 1943.
(3), Michal Kalecki, The Last Phase in the transformation of Capitalism, Monthly Review Press, Nueva York, 1972.
(4), Paul Sweezy & Paul Baran, Monopoly Capital, Monthly Review Press, Nueva York, 1966.
(5), Scoot B. MacDonald, “Globalization and the End of the Guns and Butter Economy”, KWR Special Report, 2007.
(6), Oakes, Walter J., “Towards a Permanent War Economy?”, Politics, February 1944.
(7), Ambas citas aparecen en el texto de John Bellamy Foster, Hannah Holleman y Robert W. McChesney, “The U.S. Imperial Triangle and Military Spending”, Monthly Review, October 2008.
(8), Vance, T. N. 1950, “After Korea What? An Economic Interpretation of U.S. Perspectives”, New International, November–December; Vance, T. N. 1951, “The Permanent Arms Economy”, New International.
(9), Oakes, Walter J, artículo citado.
(10), Paul Sweezy & Paul Baran, libro citado.
(11), Thomas Piketty & Emmanuel Saez, “Top Incomes and the Great Recession: Recent Evolutions and Policy Implications”, 13th Jacques Polak Annual Research Conference, Washington, DC─November 8–9, 2012.
(12), Fuente: U.S. Bureau of Labor Statistics.
(13), Lawrence Mishel and Heidi, “The Wage Implosion”, Economic Policy Institute, June 3, 2009.
(14), FRAC, Food Research and Action Center- SNAP/SNAP/Food Stamp Participation ().
(15), Vance T. N, “The Permanent War Economy”, New International, Vol 17, Nº 1, January-February 1951.
(16), Doménico Losurdo, “Las raices norteamericanas del nazismo”, Enfoques Alternativos, nº 27, Octubre de 2006, Buenos Aires.
(17), Paul Kennedy, “Auge y caída de las grandes potencias”, Plaza & James, Barcelona, 1989.
(18), Chris Hellman, “$ 1,2 Trillon: The Real U.S. National Security Budget No One Wants You to Know About”, Alert Net, March 1, 2011.
(19), Fuentes: SIPRI, Banco Mundial y cálculos propios.
(20), El video de la entrevista Kirchner-Stone publicado por Informed Comment/Juan Cole está localizado en: -angrily-said-war-would-grow-us-economy.html&ei=BYYCUYCnC4P88QSX3oGACA
(21), Peter D. Schiff, “Why Not Another World War ?”, Financial Sense, 19 Jul 2010.
(22), Vance T. N, 1950, artículo citado en (14).
(23), Dilip Hiro, “The Cost of an Afghan ‘Victory’”, The Nation, 1999 February 15.
(24), “Una delegación de la oposición siria viajó a Kosovo, en abril de 2012, para la firma oficial de un acuerdo de intercambio de experiencias en materia de guerrilla antigubernamental”. Red Voltaire, “Protesta Rusia contra entrenamiento de provocadores sirios en Kosovo”, 6 de Junio de 2012.
(25), William S. Lind, Colonel Keith Nightengale (USA), Captain John F. Schmitt (USMC), Colonel Joseph W. Sutton (USA), and Lieutenant Colonel Gary I. Wilson (USMCR), “The Changing Face of War: Into the Fourth Generation”, Marine Corps Gazette, October 1989.
(26), David Isenberg, “Contractors and the US Military Empire”, Rise of the Right, Aug 14th, 2012.
(27), David Isenberg, “Contractors in War Zones: Not Exactly “Contracting”, TIME U. S., Oct. 09, 2012.
(28), Dana Priest and William M. Arkin, “Top Secret America. A hidden world, growing beyond control”, Washington
Post, July 19, 2010.
(29), Dana Priest and William M. Arkin, “Top Secret America, A look at the military’s Joint Special Operations
Command”, The Washington Post, September 2, 2011.
(30), Andrew Bacevich, “Uncle Sam, Global Gangster”, TomDispatch.com, February 19, 2012.
(31), Narciso. Isa Conde, “Estados neoliberales y delincuentes”, Aporrea, 20/01/2008, http://www.aporrea.org/tiburon/a49620.html.
Karen DeYoung and Karin Brulliard, “As U.S.-Pakistani relations sink, nations try to figure out ‘a new normal’”, The Washington Post /National Security, January 16, 2012

EL PARTIDO RACISTA UKIP PRIMERO EN INTENCIÓN DE VOTO EN LAS EUROPEAS EN REINO UNIDO

Título original de la noticia: Sube el partido racista UKIP

Marcelo Justo. Página12

La formación británica antieuropeísta y homófoba lanzó una campaña de cara a las elecciones europeas con un mensaje apocalíptico: “26 millones de europeos buscan trabajo, ¿qué puestos cree que están buscando?”.

En el Reino Unido la banana que le arrojaron al lateral del Barcelona Dani Alves en el partido entre el Villarreal y el Barcelona el domingo la habría tirado uno de los candidatos del partido que lidera las encuestas para las elecciones europeas del 22 de mayo. El antieruopeísta, homófobo y racista UKIP tiene hoy una intención de voto del 31 por ciento, tres puntos más que el laborismo y doce más que los conservadores. William Henwood, candidato a concejal del norte de Londres del partido, produjo la última joya del UKIP al decir que si el cómico negro británico Lenny Henry “quiere llenar este país de negros, debería mejor irse a vivir a un país de negros”, en referencia a que el actor se había quejado de la escasa representación que las minorías tienen en la industria televisiva británica.

El UKIP parece regodearse en estos exabruptos tanto a nivel individual como en la política oficial partidaria. La semana pasada el partido lanzó una campaña de cara a las elecciones con un mensaje apocalíptico: “26 millones de europeos buscan trabajo, ¿qué puestos cree que están buscando?”. Como para que no quedaran dudas de la respuesta, un dedo gigantesco apuntaba al destinatario del mensaje: el electorado británico. Unos días antes habían salido a la luz los tweets de uno de sus miembros, Andre Lampitt, que no se andaba con vueltas respecto del “enemigo” responsable de los males que aquejan a los británicos. “Los musulmanes son animales; su fe es asquerosa y el profeta es un pedófilo”, decía Lampitt.

Estos exabruptos provocaron condenas de los políticos de los principales partidos y una catarata de hashtags en Twitter, pero no modificaron en nada la intención de voto de los británicos. Una encuesta dada a conocer este domingo por The Sunday Times les daba un cómodo 31 por ciento a los UKIP, seguidos por la oposición laborista con un 28 por ciento y en tercer lugar, el principal partido de la coalición gubernamental, los conservadores, con un 19, mientras que sus aliados en el gobierno, los liberal demócratas, languidecían en un cuarto lugar con un 9 por ciento.

En una entrevista con The Guardian, el líder del UKIP, Nigel Farage, indicó que, en cuatro semanas, su partido “produciría la máxima revolución de la historia política británica” y justificó la línea partidaria en temas de inmigración. El año pasado UKIP publicó un panfleto advirtiendo que el 1º de enero, cuando Bulgaria y Rumania se convirtieran en miembros plenos de la Unión Europea, “se abrirían las puertas a 29 millones de búlgaros y rumanos”. Dado que la población total de ambos países es en realidad de 27 millones y que hoy sigue caminando gente por las calles de Sofía y Bucarest, The Guardian le preguntó si se arrepentía de ese mensaje. “Para nada. Por dos razones. Primero porque no sabemos aún las cifras reales. Segundo porque ha habido 28.000 arrestos de rumanos en los últimos cinco años. No queremos que esta gente venga a vivir al Reino Unido”, señaló Farage.

El mensaje desdeña toda apelación a la lógica y la solidez factual, presuntas características de los británicos, pero tiene un éxito fenomenal. El UKIP sacó 2,3 por ciento en las elecciones nacionales de 2005, 16,5 en las europeas de 2009 y 22 en las municipales del año pasado. Si se confirma la tendencia actual, sería la primera vez en más de un siglo que el ganador de una elección británica no sería conservador o laborista.

Un profesor de política de la Universidad de Nottingham, en el norte de Inglaterra, Matthew Goodwin, sugiere que la diferencia puede ser mayor aún y tendrá profundas consecuencias en la política británica. “En las encuestas estamos viendo el mismo fenómeno que en las elecciones de 2009 en las que el UKIP tuvo un gran crecimiento en las últimas semanas. Una lección de estos últimos años es que condenar y ridiculizar al UKIP no ha servido de nada. Si terminan segundos en estas elecciones, el primer ministro David Cameron terminará muy mal parado. Si termina primero será un golpe para toda la clase política, incluyendo a los laboristas”, señaló Goodwin.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: 
Las tentaciones de los vapuleados por la crisis capitalista de castigar a los partidos sistémicos (conservadores/liberales, por un lado y social-liberales, mal llamados socialdemócratas, por el otro) votando a organizaciones fascistas pueden terminar por abrir el huevo de la serpiente y brindar la oportunidad de que, de nuevo, Europa marque el paso de la oca en el camino hacia nuevos horrores. El voto hacia candidaturas a la izquierda de los social-liberales, que no escondan que la pelea es hoy, como siempre entre capital y trabajo y entre izquierdas -reales- y derechas, sería en cambio, una actitud consecuente, de clase y antifascista. Los llamamientos a la abstención son, por el contrario, una forma poco sutil de colaboración consciente o inconsciente con las nuevas amenazas del monstruo. 

29 de abril de 2014

RUSIA, EL OGRO IDEAL

Armando B. Ginés. Diario-Octubre

El régimen capitalista mundializado necesita enemigos o adversarios para seguir alimentando su existencia. Con el derrumbe de las estructuras políticas de la URSS y otros países de corte similar, el capitalismo y EE.UU. se quedaron sin referencia opositora ideológica. El neoliberalismo empezó su andadura en completa libertad, inundando todo el espectro social e implementando a placer sus medidas de choque contra la clase trabajadora y lo público, con resistencias muy puntuales en algunas zonas geográficas de la denominada globalización.

La izquierda en su conjunto entró en barrena fruto de la desorientación que provocó el desmembramiento de las repúblicas soviéticas. El capitalismo campaba a sus anchas al no tener un opositor que mediatizara sus ideas y programas políticos, mientras las clases populares tuvieron que adoptar por obligación una actitud defensiva a ultranza.

Someter a la clase trabajadora fue el primer hito del neoliberalismo económico, actitud beligerante de las élites que también alcanzó de lleno a las capas medias de las sociedades del bienestar. La intranquilidad social fue en aumento, deteriorándose las condiciones de vida en Occidente de forma paulatina y sostenida. El surgimiento de las tendencias posmodernistas vinieron a dar sustento y soporte ideológico al neoliberalismo a través de discursos blandos que hablaban de un futuro radiante donde la individualidad autorrealizativa iba a ser el final feliz de las disputas ideológicas y la lucha de clases.

La cruda realidad desmintió con hechos palpables y demoledores el relato idílico de las derechas neoliberales y de las socialdemocracias afines al capitalismo. La pobreza y la precariedad vital acrecentaron su intensidad súbitamente y el edificio basado en el neoliberalismo posmoderno mostró sus carencias y fauces reaccionarias sin tapujos.

Las inquietudes en las sociedades occidentales tomaron cuerpo en protestas y movilizaciones masivas. Y el régimen globalizado capitalista no tuvo más remedio que inventar nuevas fórmulas para polarizar la tensión acumulada hacia fantasmas políticos creados a propósito para canalizar y desviar la atención del descontento popular.

La guerra contra el terrorismo internacional fue el estreno de esta estrategia o molde para anular y desvirtuar las movilizaciones en marcha. Todos teníamos ya un enemigo común, el terror yihadista musulmán, táctica que sirvió para apretar las tuercas legales y restringir los derechos de reunión, expresión y en materia civil básica. Todo por la seguridad era el lema repetido hasta la saciedad.

Cuando el fenómeno terrorista se atenuó en los medios de comunicación, el enemigo maléfico cambió de protagonista estelar, buscando adversarios ideológicos en las experiencias más o menos revolucionarias latinoamericanas de Venezuela, Ecuador y Bolivia. En estos tres países se buscaban mecanismos originales y radicales para hacer frente al expolio neoliberal, y además con la sanción mayoritaria de las urnas. Demasiado para las elites hegemónicas.

El peligro que suponían las trayectorias lideradas por Chávez, Correa y Morales había que contrarrestarlo de modo fulminante, comenzando una marea orquestada a escala universal contra sus políticas progresistas de reparto de la riqueza y de nacionalización de los recursos principales de carácter natural o económico.
Caracas, Quito y La Paz se transformaron en diablos comunistas que había que combatir de manera expeditiva, no fuera a ser que el efecto contagio y el éxito de sus programas llegaran a calar en la izquierda de otros lares, sobre todo en Europa. La desestabilización política de los tres países citados pasó a convertirse en asunto prioritario en la agenda de EE.UU. y la Unión Europea.

Ahora mismo, estamos en la tercera fase ideológica del imperio neoliberal posmoderno. El capitalismo no puede vivir sin un opositor fuerte que valide sus discursos derechistas y sus flagrantes injusticias sociales y de todo orden. Rusia reúne todos los requisitos para tomar el relevo del terrorismo, Venezuela, Ecuador y Bolivia en el imaginario popular de demonio político malvado, recurrente y sin ninguna arista positiva en sus determinantes esenciales constitutivos.

Con inteligencia y parsimonia calculada, se ha ido llevando el conflicto internacional a los aledaños domésticos de Moscú. Crear problemas financieros y de seguridad a Rusia es la táctica actual para así impedir que el enorme país pueda resolver sus cuitas internas de modo pacífico al tener que reservar y destinar ingentes cantidades de recursos humanos y económicos a la defensa de sus fronteras e intereses geoestratégicos.

Llevar la guerra a Moscú es el factor clave de la situación que hoy vivimos entre una telaraña mediática bien urdida que presenta unilateralmente a Putin y Moscú como agresores ficticios de una conflagración diseñada por el Pentágono y el estamento multinacional y militar de Washington.

Las controversias de la actualidad nada tienen que ver con un enfrentamiento entre la libertad capitalista y los supuestos delirios de grandeza de Rusia, antes al contrario se trata de una estrategia del neoliberalismo para seguir dominando en la esfera mundial lastrando las capacidades autóctonas de las izquierdas trasformadoras de los países capitalistas.

Se pretende que Rusia aglutine los miedos provocados por el capitalismo, una estrategia ideológica de largo recorrido que neutralice desde su raíz el descontento social por el desmantelamiento de los estados del bienestar y la precariedad laboral existente ahora. Inducir el odio emocional a Rusia es el santo y seña de la nueva fase imperialista para lograr coyunturas favorables al statu quo capitalista.

Construir y difundir nuevos pánicos irracionales logrará desactivar en gran medida la operatividad de la izquierda más radical comprometida con una sociedad más justa, democrática y equitativa. Hay un sedimento cultural contra Rusia larvado durante muchas décadas muy similar a los nacionalismos de impulso sentimental o a los rifirrafes cotidianos por cuestiones deportivas, principalmente en el campo futbolístico.

De momento, las izquierdas europeas está haciendo el juego y bailando al son que marcan las tendencias mediáticas de Occidente. Son tan puristas y estrictas con las ideologías ajenas que son incapaces de ver más allá de los clichés secundarios que conforman imágenes estereotipadas de los líderes y sistemas políticos nominados como adversarios de la opulencia capitalista.

Putin tiene muchos defectos y tics autoritarios, dicen las malas lenguas. Chávez era un populista, al igual que lo son Correa y Morales. De estas imágenes construidas ad hoc son incapaces de salir las izquierdas occidentales. Tienen miedo a pensar por sí mismas y a romper el escudo ombliguista de superioridad que les afecta como un virus desde el fin del mundo bipolar surgido tras la segunda guerra mundial.

Si la actual estrategia del neoliberalismo mete en cintura a Rusia, todos padeceremos las consecuencias de la nueva situación internacional. Una victoria hipotética de las tesis de Washington afianzaría las políticas de recortes y de privatización generalizada. Los mercados se sentirían más fuertes y la clase trabajadora más débil.

La edición tercera de la guerra universal es una quimera para generar pánico instrumental en los países occidentales. Habrá escaramuzas bélicas, sin duda alguna, pero todo terminará con pactos más o menos diplomáticos. El aislamiento de Rusia frente a las huestes fascistas de Ucrania financiadas por Wall Street y Bruselas, hará que Moscú tenga que dialogar a la baja para salvar un conflicto mayor. Si las izquierdas occidentales fueran capaces de realizar un análisis más complejo, independiente, libre y crítico de la situación actual, Washington, la Unión Europea y los mercados tendrán que domeñar sus intereses y entrar al diálogo con Rusia menos envalentonados y seguros de sí mismos.

Muy difícil que la izquierda europea se sacuda sus complejos históricos de inferioridad con las derechas transnacionales. Existe demasiado lastre acumulado en renuncias para que de botepronto surja una actitud plural más valiente y decidida.

Putin no es dios ni encarna un mundo nuevo más solidario que el actual. El neoliberalismo, menos aún. Pero Rusia si es un contrapeso contra los designios arbitrarios de Obama y la OTAN. Callar y ponerse a las órdenes del capitalismo no es la mejor solución ni la única posible.

Rusia es el enemigo ideal para concitar adhesiones acríticas y sentimentales a la explotación capitalista, un adversario formidable para que las políticas neoliberales sigan su curso en los próximos años hasta el advenimiento de un nuevo enemigo que tome el testigo de Moscú. El capitalismo tiene que inventarse opositores ficticios, tanto internos como externos, para colonizar las mentes de las masas populares menos politizadas con binomios excluyentes que las haga pensar en guerras de las galaxias virtuales y de aventuras infinitas.

Mientras se piensa en guerras, los problemas cotidianos pasan a un segundo plano. Las penas con religión o ideología maniqueísta parecen menos penas. De esta forma, el pensamiento crítico se va deslavazando hasta quedar en mero residuo inocuo y desechable. Rusia es para Occidente lo que el Barcelona para los madridistas y el Real Madrid para los culés: el ogro que necesitan para evadirse de su cruda realidad social.

ESPAÑA DESTRUYÓ 184.600 EMPLEOS EN EL PRIMER TRIMESTRE: EL PARO SUBE AL 25,93%

elEconomista.es 

Sigue la tendencia: hay menos gente en paro, pero también menos ciudadanos trabajando. Durante el primer trimestre de este año, el desempleo bajó en 2.300 personas en comparación con los últimos tres meses de 2013. Es un dato positivo en cuanto supone el primer descenso del paro en un primer trimestre desde el año 2005, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA). Además, en los últimos doce meses la cifra total de desempleados se ha reducido en 344.900 personas.

Ahora bien, hay que valorar este descenso de los parados junto a otro dato: la caída de los ocupados, de la gente que está trabajando. Hasta 184.600 personas menos que en el trimestre anterior.

Tras este recorte del desempleo, el número total de parados alcanzó la cifra de 5.933.300 personas a cierre de marzo. No obstante, como consecuencia de la evolución de la población activa, que bajó en 187.000 personas entre enero y marzo, la tasa de paro escaló dos décimas y se situó a cierre del primer trimestre en el 25,93%, tal y como esperaban los expertos. 

Dentro del periodo de crisis, en todos los primeros trimestres desde 2008 el paro ha registrado subidas, siendo la más pronunciada la del primer trimestre de 2009, cuando la economía española sumó 811.400 desempleados.

¿Y el efecto desánimo? El número de activos, personas en edad de trabajar, sigue menguando en España. Entre enero y marzo, la población activa disminuyó en 187.000 personas, hasta un total de 22,88 millones. Aunque sorprende aún más la reducción experimentada en un año (en comparación con el primer trimestre de 2013): en un total de 424.500 personas. 

Por su parte, la tasa de actividad se sitúa en el 59,46% , la más baja desde el segundo trimestre de 2007. 

Se destruyeron 184.600 empleos
En el primer trimestre de este año se destruyeron 184.600 empleos. Es el menor descenso en este este trimestre desde 2008, cuando se perdieron 97.900 puestos de trabajo. En el último año, la ocupación ha descendido en 79.600 personas. En concreto, a cierre de marzo había un total de 16,85 millones de personas trabajando, lejos de los 20,40 millones de cierre de 2007.

Si entramos en el detalle se observa que todos los empleos destruidos entre enero y marzo pertenecían al sector privado, que registró un retroceso de la ocupación de 195.800 personas, mientras que el empleo público aumentó en este trimestre en 11.100 personas. El sector público acumula un ajuste de 31.200 puestos de trabajo en el último año, mientras que el privado ha destruido 48.400 empleos.

En el primer trimestre de 2014, el número de asalariados retrocedió en 164.000 personas, de las que 112.400 tenían contrato temporal y 51.600 eran asalariados indefinidos.

Paro de larga duración
Otro de los datos que destaca de la última EPA es que de los más de 5,9 millones de parados contabilizados en España al finalizar marzo, el 14,85% son jóvenes menores de 25 años y más de la mitad, el 50,1%, son parados de larga duración, otro de los colectivos que más sufre la crisis.

De hecho, el número de parados de larga duración (más de un año en el paro) se incrementó en 9.900 personas en el primer trimestre, un 0,33% más que en el trimestre anterior, hasta rozar casi los tres millones de personas (2.975.800). En el último año, los parados de larga duración han aumentado en 49.300 personas.

La tasa de paro juvenil escala al 55,48%
Más datos. El número de jóvenes en paro menores de 25 años bajó en 25.700 personas en el primer trimestre, situando la cifra total de jóvenes en situación de desempleo en 881.400 al finalizar marzo.

No obstante, pese al descenso absoluto del desempleo juvenil, la tasa de paro de este colectivo escaló hasta el 55,48% al término del primer trimestre, lo que supone seis décimas más que en el trimestre anterior, cuando el desempleo de los jóvenes menores de 25 años se situó en el 54,88%.

La evolución de la tasa de paro de los jóvenes depende de cómo se comporte la actividad. Aunque ha descendido el desempleo, también lo ha hecho el número de activos menores de 25 años y además a mayor ritmo.

Suben los hogares con todos los miembros en paro
Otro dato que preocupa de la Encuesta de Población Activa es que los hogares con todos sus miembros en paro subieron en el primer trimestre del año en 53.100, hasta situarse en 1.978.900.

Por su parte, los hogares con todos sus integrantes ocupados se redujeron en 27.900 durante enero y marzo de este año, un 0,3% respecto al trimestre anterior, hasta un total de 8.659.500 hogares. En el último año, las familias con todos sus miembros ocupados han subido en 121.200 (+1,4%).


Datos por comunidades

Las mayores bajadas del número de parados este trimestre respecto al anterior se dan en Andalucía (59.200 menos), Canarias (9.300) y Comunidad de Madrid (8.600). Por el contrario, los mayores incrementos del desempleo se observan en Illes Balears (18.800 parados más) y Galicia (16.100).


En variación anual, el paro baja en casi todas las comunidades, y sólo Galicia presenta un incremento de cierta consideración (9.100 parados más). Los mayores descensos del desempleo se dan en Cataluña (108.800 parados menos) y Andalucía (78.300).

Mientras Navarra registra la tasa de paro más baja de España (17,12%), Andalucía, en el extremo opuesto, presenta una tasa del 34,94%.
Por sectores, el desempleo aumenta en los servicios (27.700 parados más), en la construcción (7.200) y en la industria (5.100). Por el contrario, disminuye en la agricultura (?5.400). El paro crece en 9.900 entre las personas perdieron su empleo hace más de un año. En cambio, los parados que buscan primer empleo bajan en 46.800.


Cambio de base

El INE recuerda que la EPA que se publica hoy se calcula con la nueva base de población para ajustarla al censo de 2011.

27 de abril de 2014

JUAN PABLO II: SANTIFICACIÓN Y MILAGROS “OLVIDADOS”

Rubèn Ramos. alizorojo.com

Para alguien que batió los récords históricos de audiencias generales (1160), de sínodos (30 entre ordinarios, extraordinarios, especiales y de de obispos), de ceremonias de beatificación (147 para proclamar 1338 beatos), de canonización (51 para hacer 482 santos), de consistorios (9 para imponer 231 cardenales), de asambleas plenarias del colegio cardenalicio (6), de visitas oficiales (38), de audiencias con jefes de Estado (737) y con primeros ministros (245), resulta poco menos que vergonzoso que lo santifiquen por dos “realty show” de sanación, (uno post mortem), montados por los mercaderes del Vaticano. 

Ciertamente, no es algo que me importe. Como seguramente tampoco a millones de los que no confunden fe con estupidez. 

A quienes insisten en seguir confundiendo una cosa con la otra, Nietzche los llama “corrompidos”: “Aquéllos que cuando eligen, prefieren lo que les es perjudicial” (El Anticristo). Y nada más perjudicial para la fe que la Iglesia y Juan Pablo II.

Y esto, sí me importa. No sólo por la fe (como necesidad de la naturaleza humana), sino por los hechos que comprometen su falsificación. 

Pedofilia y santificación
El 28 de noviembre del 2010, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara-México, la periodista mexicana Carmen Aristegui hizo público su libro," Marcial Maciel: Historia de un criminal", editado por Grijalbo.

El libro da cuenta de la vida de “eucaristía” que vivió el sacerdote Marcial Maciel. Sólo que para éste, la transubstanciación del vino y del pan en la sangre y cuerpo de Cristo tuvo un contenido y un sentido más utilitario y práctico, al mismo tiempo que ruin y perverso: cientos de niños, incluyendo sus propios hijos, sistemáticamente violados y vejados, mancillados en sus dignidades, destruidos en sus identidades. 

Maciel fue un típico confesor de esos que entran a las casas a manipular las conciencias de las mujeres y algo más. A los 56 años, con un largo recorrido por la morfina y otras drogas, pedófilo empedernido, cínico y estafador, engañó a una madre soltera mexicana de 19 y la hizo su mujer aprovechándose de su condición humilde. La engañó casi 30 años inventándose nombres falsos. Con uno de esos inscribió al hijo de la mujer y a los otros dos que tuvo con ésta. Al adoptado y al mayor de sus hijos, los violó sistemáticamente y sometió a las más aberrantes prácticas sexuales desde los seis años. Paralelamente, en España, engañó a otra mujer con la que tuvo una hija. Usted puede acceder a sus testimonios en: lauracampos.wordpress.com/?s=carmen+Aristegui

En el contexto de lo que han sido las sucesivas denuncias sobre pedofilia a lo largo de lo que va del presente siglo, tanto en Europa como en EEUU, la aparición del libro podría no ser sino un ladrillo más en el enorme muro de las aberraciones sexuales de curas y monjas. 

Aquí, aparte de subrayar que se trata de un libro que condensa una prolija investigación de su autora durante más de diez años de seguimiento de los hechos y de los actores clave implicados, interesa relevar su entronque con la moral en la que se ceban sacerdotes y monjas de todas jerarquías. Moral que encuentra sus orígenes en el judaísmo y que necesitó de la transposición cristiana para asegurar su institucionalización corporativa como Iglesia y para poder expandirse en el mundo como moral judeo-cristiana en su versión católica y romana. 

En este sentido, poner al descubierto los vicios y perversidades que vertebran a la curia del catolicismo papal, no es ninguna novedad. Lo que llama la atención es que tras más de dos mil años de saberse cuán inmoral es la jerarquía que gobierna el Vaticano y toda su Iglesia, desde los más altos niveles de gobierno hasta el cura de pueblo, aún haya sobre la tierra millones de seres “corrompidos” que avalen la santificación de la pedofilia y sus aberraciones, pisoteando la fe. 

Y es que no sólo se trata de Marcial Maciel a quien protegió Juan Pablo II según el propio Joseph Ratzinger que lo sucedió en el Papado como Benedicto XVI. Tampoco es el único protector que, “a sabiendas”, se identificara con la pedofilia y rechazara rabiosamente la homosexualidad. 

Lo que ocurre es que el escándalo de Maciel en México y España, el de Fernando Karadima en Chile, el de los violados de toda Europa y Norteamérica que tuvieron el coraje de pronunciarse, así como el descubrimiento de los círculos de pedofilia, tortura, esterilización; trata de niños; comercio de órganos, en Canadá y otros lugares, sucedieron durante el tiempo en que Juan Pablo II ejercía el Pontificado de la Santa Madre Iglesia, todo amor y pureza. Durante ese tiempo, se la pasó lanzando invectivas contra los gays, el control de la natalidad, el aborto, la planificación familiar. 

La ONU, por su parte y también “a sabiendas”, esperó a que se muriera y que su sucesor renunciara para sacar un pronunciamiento “sugiriéndole” al Vaticano la conveniencia de que para el 2017 empiece a emitir los informes correspondientes a todas las atrocidades cometidas por la Iglesia durante su historia negra. Nadie duda que no lo hará. Mucho menos cuando 27 años de esa historia le corresponde al ahora San Pablo Il. Lo que es de esperar, es que para entonces Joseph Ratzinger o Benedicto XVI, que supo no sólo secundar al santo, sino compartir con él todas las monstruosidades, haya sido también santificado o por lo menos entrado en carrera. Total uno y otro actuaron en nombre del “magisterio de la Iglesia Católica, la dignidad de la persona humana y el ejercicio de la libertad religiosa”.  


De peregrino de la muerte a santo
No fueron sólo los crímenes de pedofilia y demás perversidades con los niños de todo el mundo en manos de curas y monjas los que hacen a Juan Pablo II merecedor de la santificación que otorga esa institución llamada iglesia y que está cada día más corroída en sus cimientos por el peso de sus crímenes y atrocidades. Hay que sumarle las guerras y los genocidios que alentó con su voz y su acción, cual peregrino de la muerte. Ocurrió en el contexto de la globalización impuesta por las élites del poder mundial y administradas a su turno por las duplas anglo-norteamericanas Reagan-Tatcher, Bush (padre)-Major, Clinton-Blair, Bush (hijo)-Blair. 

Juan Pablo II, poseído de un anticomunismo visceral, apuntaló muy bien a la caída del orden soviético, y a la sucesiva construcción del nuevo orden mundial bajo la hegemonía judío-norteamericana. Antes lo había hecho Pío XII, después de la II GM. Pero Juan Pablo II fue además un infatigable reconstructor de la estructura corporativa de la iglesia, un tanto remecida en sus cimientos por el Concilio Vaticano II que promovió Juan XXIII.
  
Aún cuando declarara que se trataba de un concepto anacrónico, nadie concretó de manera tan certera como Juan Pablo II el concepto de “Guerra Justa” (regular el derecho a la guerra, en la guerra y después de la guerra). Y aunque Bush (hijo) se lamentara no haber podido discutir con Juan Pablo II los alcances de esa noción que argumenta sobre la licitud de hacer la guerra para los cristianos y es además parte del derecho internacional que franquea el terrorismo de Estado, lo cierto es que cada uno de estos dos genocidas hizo lo que le correspondía para llevar a cabo las limpiezas étnicas y religiosas en Europa, África, América latina, Asia. En la realización de los genocidios que le son consustanciales, coincidieron plenamente los propósitos geopolítico-militares, económicos, e ideológico-religiosos. 

Juan Pablo II tuvo sumo cuidado en elegir y jerarquizar los lugares que “visitó”,  a quienes debía dirigirse para sensibilizar o comprometer, con quiénes se tenía que entrevistar para convencer o imponer, qué cosa leía para enardecer a los “corrompidos”, a quienes repartía besos. 

1. Así ocurrió en el genocidio en Ruanda, donde desde 1900 la iglesia católica alentó el enfrentamiento entre “tutsis” (10 % de la población ) y “hutus” (90%). Los primeros considerados como no cristianos, anti-blancos, mentirosos, inteligentes y arteros; y los segundos como trabajadores, dóciles, amigos del blanco. En 1994, tras la visita de Juan Pablo II, miles de tutsis entre hombres, mujeres y niños de diferentes edades fueron masacrados, descuartizados, violados, degollados en una centena de iglesias católicas administradas por monjas y curas incluyendo obispos y otras jerarquías. No hay que olvidar que desde sus inicios la iglesia católica tuvo el monopolio absoluto de la enseñanza, logrando multiplicar la formación de abates y seminaristas “hutus”, y consagrar a Ruanda como el “reino de Cristo”. La conversión obligada al catolicismo de hutus y tutsis se volvió persecutoria, pero los tutsis siempre se resistieron. Hacia 1960, la vicaría ruandesa redactó un manifiesto según el cual los tutsis fueron declarados intrusos llegados del Nilo, a donde debían regresar. Se inició así la cacería de tutsis (agricultores) por los hutus (pastores).

En 1997, una comisión parlamentaria belga sobre la base de testimonios recabados  acusó directamente a la Iglesia católica y a sus sacerdotes, obispos, arzobispos, abates, curas, misioneros, miembros del Opus Dei de complicidad, pasiva y activa, en el genocidio de 1994.Todo bajo el atento y cómplice seguimiento del Papa Juan Pablo II.

Otra investigación independiente demostró que más de mil machetes utilizados en las masacres de tutsis fueron comprados y distribuidos por Caritas-Ruanda en 1993.

2. En Zagreb, la capital de Croacia católica, ocurrió otro genocidio. Esta vez Juan Pablo II acudió a los croatas católicos conducidos por curas de distintas jerarquías y a monjas. Se trató de continuar el genocidio que tras la II GM instrumentalizó la iglesia de Pio XII de la mano con la CIA. En esta oportunidad, papel relevante le tocó al sacerdote Aloysius Stepinac, que llegó a ser obispo, después cardenal y murió de una rara enfermedad contraída por la ingesta de carne humana. Stepinac fue elevado a la categoría de beato por Juan Pablo II en octubre de 1998. 

Por su parte Benedicto XVI, en un alarde de cinismo corrupto, diría en 2011 durante su visita de control de daños a Croacia, que Stepinac “supo resistir a todo totalitarismo, haciéndose defensor de los judíos, los ortodoxos y todos los perseguidos en el tiempo de la dictadura nazi y fascista, y después, en el período del comunismo, abogando por sus fieles y especialmente por sacerdotes perseguidos y asesinados”. Lo que olvidó, es que Stepinac dirigió las hordas de clérigos católicos para las matanzas y descuartizamientos de ortodoxos, judíos, gitanos, marxistas, bajo el terror de los “cruzados ustashi”. 
Para mayor información se puede consultar: http://historiayverdad.org/El-Caso-Stepinac-Yugoslavia.pdf

 3.   En marzo de 1983 Juan Pablo II llegó a Nicaragua invitado por el Gobierno del Frente Sandinista. Un día antes de su llegada los mercenarios armados y pagados por EEUU, habían masacrado a 17 jóvenes nicaragüenses de diferentes edades. 

Durante la misa que ofreció el Papa en la Plaza de la Revolución presidida por las imágenes del General Sandino y del Comandante y fundador del FSLN, Carlos Fonseca, las madres de esas 17 víctimas del odio y del terror norteamericano para destruir la revolución, hicieron llegar sus voces pidiendo una oración por la paz a quien creían estar autorizado para hacerlo. Juan Pablo II simplemente las ignoró. Tenía claro que su propósito era el mismo que el que lo había llevado a Polonia en 1979 para apoyar la “lucha no violenta” contra el régimen comunista en toda Europa Oriental. El mismo propósito que lo llevó a México para articular la ofensiva de recuperación confesional del único país que tenía una constitución anticlerical. 

En Nicaragua, se trataba de desestabilizar la revolución sandinista empezando por atacar a los sacerdotes de diferentes órdenes religiosas que integraban su gobierno. Sólo lo pudo hacer con Ernesto Cardenal, pero su aparato de publicidad se encargó de hacer que el reproche y la actitud inquisistorial se divulgara por el mundo entero aprovechando que se trataba de un sacerdote y poeta conocido internacionalmente. Lo segundo era enfrentar al pueblo con los dirigentes de la revolución y aquí sus asesores y él propio Juan Pablo II se equivocaron diametralmente. Atacar el poder popular, negar la iglesia popular, proclamar una sola fe, un solo Dios, un solo pueblo, un solo bautismo, cuando en nombre de ese Dios y de esa fe se asesinaba jóvenes, se secuestraban mujeres y niñas, se destruían comunidades, se atacaba una revolución que había surgido contra una feroz dictadura que también decía lo mismo, rebasó la tolerancia de las 700,000 almas que colmaban la plaza de la revolución. Estas  empezaron a hacer sentir su voz de protesta  al grito de ¡Queremos la paz! Cual maestrito feudal, el Papa ordenó silencio y el pueblo lo dejó solo. No terminó la misa y Monseñor Obando, que sabía de antemano el propósito de su amo y venía preparando el terreno desde el mismo día del triunfo sandinista, se lo llevó presuroso al aeropuerto. Trece años después, en 1996, Juan Pablo II volvió a Nicaragua para “vengarse de las injurias” tal como manda la “guerra justa”

No diré más por ahora y por cuestiones de espacio. Lo que queda claro es que la Iglesia, una vez más, está cumpliendo con el rito de la falsedad que acredita su nefasta historia. Desde su elección como Papa, Karol Wojtyła fue una falsificación para la fe. Esta tergiversación, aunque funcional para el orden imperial de muerte y destrucción que comparten por igual OTAN, ONU, Vaticano, CIA, Pentágono, no nos hará olvidar los millones de engañados y asesinados de todas las razas y edades en todo el mundo. Ellos serán siempre una realidad que ninguna santificación podrá desclavar. 

23 de abril de 2014

LA VIOLENCIA DE LOS FASCISTAS DE “LA BANDERA NEGRA” (RICARDO SÁENZ DE YNESTRILLAS) AL SERVICIO DE LA POLICÍA EN LAS MARCHAS DEL 22-M COMO SÍNTOMA

Tomado del blog personal del fascista Sáenz de Ynestrillas
Por Marat

1.-Conozcamos los hechos:
La información que van ustedes a conocer puede haberles llegado parcialmente a través de alguno de los textos que les iré exponiendo. Incluso puede que haya tenido acceso a todos ellos pero estoy seguro de que, en la inmensa mayoría de los casos, habrá sido como piezas de un puzzle que aquí intentaré completarles lo más posible hasta el punto en que ustedes puedan hacerse una composición de lugar y adquirir criterios por sí mismos. 

Estoy convencido de que los aspectos que detallaré sobre infiltraciones o intentos de infiltraciones de grupos fascistas en la protesta social y sobre su posible papel como agentes provocadores al servicio de las cloacas del Estado capitalista y de sus aparatos represores no son sino la punta del iceberg en el que el grupo “La Bandera Negra” podría ser sólo uno de tantos.

Creo, sin embargo, que si nos detenemos sólo en los hechos, en el detalle de la trama fascista destinada a reventar la manifestación culminante de las Marchas del 22-M estaremos, como tantas veces sucede, tomando el rábano por las hojas y muy lejos de comprender el trasfondo, las implicaciones que los hechos en sí tienen, la tendencia de futuro que señalan y los factores que han posibilitado estos hechos. Me propongo en la analizarlos en la segunda parte de este texto. 

El 23 de Enero pasado, el militar en la reserva Antonio Maira, hombre de izquierdas y Presidente del Colectivo Anemoi, una organización de militares demócratas, republicanos y de izquierdas, denuncia el intento de penetración o infiltración en dicho grupo de un grupúsculo fascista llamado “La Bandera Negra” o simplemente “Bandera Negra”.

Antonio Maira publica su denuncia a través de un artículo en rebelion.org, titulado: “La extrema derecha y “las tramas negras” intentan infiltrar a Anemoi” . Dicho artículo ha sido eliminado de la base de datos y de las entradas de dicha web. Desconozco si a petición del propio Antonio Maira o del propio colectivo editorial que dirige rebelion.org.  Ustedes mismos pueden intentar encontrar dicho artículo a través de cualquiera de los buscadores de Internet al uso y comprobarán que invariablemente dan con un mensaje que dice algo así como “noticia inexistente”. En todo caso, este hecho es altamente significativo, si bien no es claro de qué. Me pregunto si tiene algo que ver la deriva que cada vez más personas van constatando respecto de dicha web. Yo mismo ya la viví hace mucho tiempo cuando uno tras otro mis artículos eran rechazados sin explicación alguna. De cualquier modo, ellos conocen el motivo y yo también. 

No obstante, no siempre todas los rastros son eliminados. Existe un documento en pdf que recoge el mencionado artículo sobre el intento de infiltración de “Bandera Negra” en el Colectivo Anemoi. Cabe también preguntarse por qué rebelion.org no lo ha hecho desaparecer de Internet. Las especulaciones pueden ser varias pero no es mi intención entrar en ellas. 

En cualquier caso, el artículo tiene el siguiente enlace: http://www.rebelion.org/noticias/2014/2/180776.pdf. Les sugiero que lo lean detenidamente y -traten de hacer abstracción de lo que parece una intrincada película de espías con algún “detalle” un tanto bizarro- y saquen sus propias conclusiones porque es sumamente interesante el mecanismo que determinados grupos de la extrema derecha emplean para penetrar organizaciones de izquierdas.

A lo largo de este artículo ustedes se van a encontrar una serie de links que son absolutamente imprescindibles para que entiendan de qué les hablo. Sólo si leen de modo completo los contenidos de los mismos podrán seguir el presente texto.

Comprobado el intento de infiltrar al Colectivo Anemoi por parte de la organización “Bandera Negra”, el 7 de Febrero pasado, sólo 15 días después de la denuncia efectuada por Antonio Maira, el digital Público y la web La República publican un artículo titulado “Ynestrillas se vuelve ‘rojo’ y crea el grupo “La Bandera Negra”. En realidad, en lugar de rojo debiera decir “negro”, por la analogía de su enseña con los colores empleados frecuentemente por anarquistas e insurreccionalistas.

El 8 de Abril, el blog “El noticiero de Navaluenga” publicaba un interesantísimo artículo con el título “El 22M La Bandera Negra de Ynestrillas infiltró a varios de sus integrantes en una columna de veteranos del ejercito”.

En él se informaba de que más de una docena de miembros del grupo de extrema derecha “Bandera Negra” se infiltraron en la convocatoria que hicieron ex militares de cuerpos especiales del ejército español para sumarse a las Marchas del 22-M. En este caso “Bandera Negra” parece haber actuado como bandera de conveniencia porque, introdujo a miembros de Falange y de otras organizaciones de extrema derecha en la comitiva que acompañaba a los militares. 

Entre quienes se habían introducido en el grupo de veteranos del Ejército se encontraba Jorge de la Viuda, que ya había intentado penetrar al colectivo de ex militares Anemoi, tal y como afirma su dirigente Antonio Maira en el citado artículo de rebelion.org. Jorge de la Viuda sería detenido el 5 de Abril por los incidentes del 22-M, actuando como abogado defensor del mismo Sáenz de Ynestrillas

Convendría preguntarse porqué en dos ocasiones las infiltraciones, la primera fallida, la segunda lograda, se intentan en grupos de ex militares. Sobre esta cuestión volveré más adelante pero les recomiendo encarecidamente que lean al completo el artículo que les he enlazado del “Noticiario de Navaluenga”.

En relación con Jorge de la Viuda, activista de “Bandera Negra”, que se jacta de no tener nada que ver con el fascismo, algunos medios informan de su pasado político reciente como jefe territorial de Sindicato Español niversitario (SU), de ideología falangista, hasta 2013.

A Jorge de la Viuda el “Noticiario de Navaluenga” le vincula políticamente y por amistad con un sujeto que se hace llamar “Tomas Bor”, seguramente nombre supuesto, uno de los oligofrénicos de la extrema derecha que asaltaron la librería Blanquerna el 11 de Septiembre del pasado año en Madrid, dentro de la espiral anticatalana alentada y alimentada por el PP y por el Gobierno de este partido. El tal Tomas Bor seguramente sea el sobrenombre de alguno de los detenidos que aparecen mencionados en esta noticia.

Pues bien, de nuevo el “Noticiario de Navaluenga” nos aporta una inestimable información y nos muestra al tal Tomas Bor en acción en fotografías y vídeos en los que ejerce la violencia al final de las Marchas del 22-M. Por cierto, la “bandera negra” ondea en diversos momentos durante los incidentes.  

Los organizadores de las Marchas del 22-M, en rueda de prensa posterior a la represión de la manifestación en Madrid, tras denunciar que ésta fue un montaje policial se preguntaban de dónde salió un grupo de personas "con una bandera negra grande que no había estado antes en la manifestación" y que bajó corriendo por calles aledañas a Colón.

Estoy plenamente convencido de que en próximos días continuará saliendo información que desvele la implicación directa en el papel de provocadores al servicio de la represión policial de esta basura fascista de los Ynestrillas boys y su asquerosa Bandera Negra a los que hemos de barrer de la calle y del mapa.

2.- Y ahora vayamos más allá de los hechos:
Infiltrarse en un grupo de militares o ex militares es la decisión natural de cualquier grupo fascista. La Patria y su unidad parecen ser elementos facilitadores y la obediencia de lo militar a la autoridad crea  una cierta expectativa de buena acogida. 

En Anemoi esos previos no funcionaron porque su carácter de izquierdas diluye, en cierta medida, los dos elementos facilitadores. 

En el caso de “Veteranos por la Justicia y la Democracia” es muy posible que la infiltración de “Bandera Negra” tuviera muchas menos dificultades. Si se toman ustedes la molestia de leer su convocatoria de cara a las Marchas del 22-M verán que hay de todo y de lo de democrático no demasiado. Si aún tienen ganas de saber más y se preocupan de ver quién convocó dicho evento en Facebook, verán que lo democrático quizá le venga más que grande. En definitiva, puede que los ex militares de “Veteranos por la Justicia y la Democracia” fueran una buena casa de acogida para los "Bandera Negra". Las imágenes que pongan por ahí de Hugo Chávez o del Ché es muy posible que no sean otra cosa que lo que en el arte de la guerra se denomina como “tácticas diversivas”.

La más que evidente conclusión sobre los hechos mencionados en la primera parte de este artículo es que la “Bandera Negra” de Ynestrillas es violencia de “falsa bandera” utilizada por las cloacas del Estado capitalista para justificar la represión sobre la manifestación del 22 de Marzo en Madrid.

El Ministerio del Interior ha llegado a acusar a grupos de izquierda independentista -justo los que le vienen bien en el contexto del proceso soberanista catalán-, después anarquistas e insurrecionistas (cuando en las fotografías publicadas en las redes sociales empezó a parecer esa extraña bandera negra que no se sabía de dónde había salido). Los anarquistas siempre vienen bien, y lo facilitan por su modo de ir a su bola en un marco más amplio -sobre todo en el que no son hegemónicos- para ser utilizados como cabeza de turco ante cualquier acción que convenga al poder. Sería deseable una respuesta más activa por su parte para desenmascarar la mentira que intenta echarles tierra y condena encima.

En ninguna manifestación del 15-M ni de ninguna movida indignada se produjo una provocación tan evidentemente destinada a provocar una intervención policial ni con tanto éxito. En la manifestación de La Castellana de los mineros del 10 de Julio de 2012, inicio de la recuperación de la conciencia de clase en la protesta social, y en la del 22 de Marzo de este año, sí que fue evidente esa confluencia entre violentos y policías. Yo nunca he intentado justificar la violencia revolucionaria bajo el falso discurso de “violencia defensiva” vs. “violencia ofensiva”. Creo que el capitalismo sólo caerá a través de la violencia revolucionaria y pienso que ésta debe ser organizada, consciente, disciplinada, dirigida por una organización de los trabajadores. Y, además, creo que ésta no es imposible ni tiene porqué estar destinada al fracaso, sobre todo si tenemos en cuenta los acontecimientos mundiales de los últimos años. 

Pero creo que entre el ghandismo agilipollante del 15M y la violencia señalada en las dos manifestaciones grandiosas, y mucho más numerosas que cualquiera de las realizadas por los indignados, hay una diferencia que explica la necesidad del Estado de infiltrar a provocadores policiales al estilo del Pope Gapón en la revolución rusa de 1905, precedente de la de 1917: eran los desesperados, no la clase media que se va de najas en esta crisis del capitalismo, los parados, la clase trabajadora, los explotados, los menestrales, los suburbiales, los que tampoco en los años dorados del consumo a crédito  recibieron su parte, los que salieron a manifestarse en ambas ocasiones. Los trabajadores, aún con sindicatos amarillos, tienen un instinto básico de clase, el que raramente se equivoca, el que dice que es el momento de ocupar el centro de la historia y, cuando lo hacen, su fuerza es atronadora, decidida y masiva. Le va a costar mucho esfuerzo sin organizaciones sindicales ni políticas que la representen pero acabará por crearlas ante la constatación de que lo que hay no le sirve y de que las asambleitas pequeñoburgesas no son el lugar en el que encuentren eco sus ansias y esperanzas. 

Por muchos vídeos que nos ponga el Ministerio del Interior -frente a los que hay muchos más de periodistas valientes- no salen ni de largo esos míticos 1.500 violentos de los que nos habla para justificar que, tras las hostias recibidas, y ya amortizadas políticamente, por los miembros de las UIPs, se esté criminalizando a la protesta de clase del 22-M. Para provocar la intervención de los antidisturbios sólo hacen falta unos cuantos “muchachos”, que, patrióticamente, la justifiquen.

Y no deja de ser llamativo que en algunas páginas alternativas, y en su propio blog, cierto chivato de la policía, y garganta profunda (en el sentido de soplón de los maderos y también del de cierta película porno) invitase a ponerse la capucha cuando otros, avezados de lo que se venía encima ante la convocatoria del 22-M, invitaban a quitársela. Por cierto, el niñato levantino lleva un mes sin  autopromocionarse en las redes sociales y en las webs alternativas.    

No es nuevo el fenómeno de la infiltración de grupos de izquierda y de movimientos de protesta por parte ya sea de policías, ya de grupos de la extrema derecha. 

Todas las organizaciones de oposición de izquierda al franquismo fueron penetradas por la policía en mayor o menor medida. En los primeros años de la dictadura, cuando la reorganización del PCE era especialmente dificultosa, además de extraordinariamente peligrosa para las vidas de quienes intentaban crear las células comunistas, dos de las dificultades añadidas eran la comunicación del interior con la dirección en el exterior (URSS, Francia, Méjico,...) y la comunicación del PCE en el interior con la clase trabajadora española; esa comunicación era básicamente la propaganda (octavillas, Mundo Obrero,...). La policía llegó a colar falsos artículos dentro de los Mundos Obreros clandestinos, editados por entonces por la organización del PCE de forma más que artesanal, con el fin de provocar disidencias y broncas internas en la débil organización comunista de por aquel entonces. En cuanto a la caída de dirigentes al entrar en España, creo que el Archivo Histórico del PCE, abierto desde hace ya muchos años, puede ilustrar mucho mejor que yo las duras consecuencias de la cuestión de la que les hablo.

En los años 70, a finales del franquismo, el FRAP y la propia ETA, míticamente presentada por aquella época como impenetrable, fueron infiltradas policial o parapocialmente, al igual que el resto de organizaciones de la izquierda y sindicatos de oposición.

La infiltración fascista en las organizaciones de izquierda está mucho menos documentada, ya que no es del gusto de estas últimas admitir la penetración en su interior o en sus alrededores, siquiera a través del discurso y del mundo simbólico pero hay trabajos interesantes que relatan esta cuestión. Recientemente también en Italia ha sido denunciado el intento de penetrar la protesta social desde el fascismo

No voy a aludir a la penetración de fascistas y populistas de derecha en los sindicatos mayoritarios y minoritarios, tanto a nivel de direcciones como de comités de empresa. No es mi interés dañarlos.

Pero ésta, la penetración de la extrema derecha en las organizaciones de la izquierda, es una de las cuestiones que más me preocupan desde hace algún tiempo. Tomo prestado del blog de un amigo un artículo que, en su día publiqué en el que fue precursor de mi blog actual y que blogger ha tenido a bien cargarse, sin mayor esfuerzo de consulta a mi persona ¡Olé sus cojones!: “De Gustavo Bueno a los nazbol, pasando por todo lo que arrastran sus discípulos” . Cuando escribí dicho artículo me preocupaba especialmente el modo en el que el gran foro que es Internet estaba siendo empleado por fascistas y nazis con el fin de hacer que su mundo simbólico, referencial, cultural, de valores, así como sus consignas políticas y su discurso penetrasen en  el mundo de las izquierdas. 

Para ello, apuntaba entonces, la extrema derecha cambiaba su estrategia y transmutaba su apariencia más evidente bajo otra que se mimetizaba a los ojos del público más inexperto e ignorante. En la  Alemania de los últimos tiempos de Weimar esta estrategia funcionó parcialmente, al llevar a un dirigente de la Kominterm como Karl Radek a coquetear con las S.A. de Römh. Esto es algo de lo que raramente ustedes encontrarán mención, ya que Radek tuvo tanto sus veleidades trotskistas como estalinistas y, aunque fue purgado por estos últimos, tampoco es cosa de que a unos u otros este dato les afee el expediente.  
      
La crisis intelectual de la izquierda en su conjunto -la que está a la izquierda de los PPSS (Partidos Socialistas)-, un auténtico drama tras la debacle del socialismo real, su absoluta incapacidad para elaborar y llevar a cabo alternativas creíbles y válidas de lucha contra el capitalismo y la repugnante, cómplice y criminal derechización de los social-liberales, han traído como consecuencia un vacío terrible de la ideas de modernidad, progreso y revolución social, justo cuando más necesarias son, y han abierto bajo los píes de la sociedad el abismo neopopulista de la irracionalidad, el ataque sólo a los políticos, nunca o casi nunca a los empresarios y capitalistas causantes de la crisis, el antipartidismo y la indignación gritona de rabieta y taberna sin proyección de futuro transformadora.

En este contexto, la contaminación ideológica con la que el neopopulismo filofascista, prefascista o directamente con la que el neofascismo infecta el discurso social indignado y de las izquierdas es especialmente peligroso porque, frente al debate político que desde hace años lleva haciendo internamente la extrema derecha, frente a la alta formación política que poseen muchos de sus miembros, en las izquierdas y sus alrededores nos encontramos un predominio del hooliganismo, el analfabetismo intelectual e ideológico más penoso, el discurso de la rabia y la frustración más ramplonas o bien el recurso a las citas de sus biblias particulares, profanamente santificadas y, en el mejor de los casos, un tipo de análisis de sociología barata y reformista que ya era vieja cuando se inventó. Baste ver el debate, los contenidos que se difunden en las redes sociales y los textos que  aparecen en las webs alternativas para ver el nivel del debate y la propuesta política en las izquierdas.

El izquierdista medio, con la excepción de unos pocos militantes políticamente formados  y, a la vez, sin orejeras ideológicas simplistas, no está preparado ni suficientemente capacitado para evitar verse contaminando de la retórica reaccionaria con la que la extrema derecha va sazonando una parte de la protesta social.

Como además, el fascismo vuelve a presentar como nuevo lo que es viejo -esto es, su capacidad para apropiarse de banderas históricas que las izquierdas hace tiempo abandonaron-, el camuflaje resulta tan difícil de detectar para las izquierdas, y más aún para el indocumentado político que dice no ser de nada, que cuela su veneno como si de bálsamo médico se tratase.   

“Bandera Negra” es uno de los muchos proyectos en los que se ha embarcado el frikifascista, condenado por terrorismo -implicado en el asesinato de Josu Muguruza- y presuntamente aficionado a “la blanca doble” (y no me refiero ni a la revista musical ni a la ficha de dominó), Ricardo Sáenz de Ynestrillas. 

Anteriormente Sáenz de Ynestrillas ya mostró su admiración por el 15M y por Anguita y su Frente Cívico-Somos Mayoría. ¿El punto de encaje ideológico que permitía a Ynestrillas estas simpatías? La superación del antagonismo izquierda-derecha.  

"No es momento para ideologías más o menos dogmáticas. Creemos necesario el estudio de todas aquellas corrientes doctrinales que han construido vías de pensamiento alternativo al actual sistema político". Ricardo Sáenz de Ynestrillas

“No somos de izquierda ni de derecha”. Movimiento 15-M

“No quiero sólo gente de izquierdas en el Frente Cívico”. Julio Anguita

Denle tiempo y pedirá ingresar en Podemos para quienes lo de ser de izquierda o de de derecha no es un problema, además de tener un mesías "patriota". Al fin y al cabo, un ex nazi como Verstrynge ya hizo la primera avanzadilla en la casa. 

¿Acaso Ynestrillas ha cambiado su ideología fascista y falangista, ha cruzado su Rubicón particular hacia otra orilla política, es que Ynestrillas ha caído del caballo y ha visto la luz en algún viaje hacia un Damasco de las ideas distinto al lugar del que viene? No, en absoluto. 

Cuando “La Bandera Negra”, -por cierto sus referencias no son ni los bucaneros ni los anarquistas sino éstos :http://labanderanegra.wordpress.com/-,  enésimo experimento de camuflaje de Ynestrillas y sus compinches, afirma que los cinco pilares del “período constituyente que debe abrirse en España” son República, Soberanía, Autogestión, Democracia y Federalismo no se aleja excesivamente de lo que es el pensamiento fascista joseantoniano, al menos en lo que es el principio activo del preparado. El resto es sólo excipiente.   

En efecto, más allá de que Franco hiciese de la Falange su putita particular, el falangismo de origen era republicano, de una República corporativa, totalitaria, dictatorial y sin partidos, más concretamente. Del mismo modo en que era y es soberanista en el sentido nacionalista del término. 

El término autogestión, en el sentido de la autogestión obrera, nada tiene que ver con el fascismo en general ni con el falangismo en particular, por mucho que la Falange Auténtica, un fascismo disfrazado de socialismo democrático, lo reivindique para sí. En realidad, autogestión y fascismo son términos antagónicos porque el primero es, en el marco político originario (no en lo que luego se ha querido vender como tal), esencialmente antiautoritario y el fascismo es tiranía.

La autogestión, expresión de origen ruso (“samoupravlenie”; no confundir con la redefinición de la misma que se hizo en la URSS con Gorbachov) fue estudiada por el propio Marx en relación con formas de propiedad de comunismo primitivo del campesinado ruso. Formas autogestionarias de poder social se llevaron a cabo en la Comuna de París. Estuvo presente en los primeros soviets y en el socialismo yugoslavo (Edvard Kardelj) durante más de 20 años. Bakunin y los anarquistas la han empleado tanto en el plano teórico como práctico, aunque con la convicción de que la idea de la autogestión les pertenece en exclusiva, muy en su línea de creer que el mundo empieza y acaba en ellos. Las fabricas y empresas recuperadas por los trabajadores, tras sus cierres patronales, han funcionado (en Argentina, en Grecia o en España, por citar sólo tres ejemplos), en muchos casos, bajo formas autogestionarias de autoorganización obrera de la producción.

El sindicalismo revolucionario (Labriola, Sorel,...) -no me refiero al de raíz fascista que se autodenomina así-, el anarcosindicalismo y un sector consciente del sindicalismo cristiano se reivindican autogestionarios y ahí está la clave por la que el engendro de “Bandera Negra” se autodenomina tal. Necesita conectar con  el sindicalismo, del mismo modo que el fascismo, el falangismo y el nazismo trataron de hacer en el pasado respecto al movimiento obrero y el sindicalismo. Como Ramiro Ledesma Ramos en las JONS y Manuel Hedilla en Falange, Strasser en el NSDAP y Röhm en las SA, los fascismos han tenido siempre sus “izquierdas” de la extrema derecha; es decir, sus sectores obreristas y “revolucionarios”, lo que no les impedía dar palizas a los anarcosindicalistas, comunistas y socialistas, sabedores, en el fondo, de que su pretendido anticapitalismo era sólo la pantalla necesaria para disputar a marxistas y libertarios su, por entonces, hegemonía dentro de la clase trabajadora. Saben que sin una penetración en el mundo obrero jamás podrán imponer sus objetivos por una vía que no sea la del cuartelazo.

De hecho, las teorizaciones (Nacional-Sindicalismo italiano) y los experimentos autogestionarios (República Social Italiana de 1943) fascistas se dan de bruces con la base intelectual de la auténtica autogestión obrera: horizontal, participativa, democrática, electiva, antiautoritaria.

Pero ni siquiera en el intento de aggiornar, pulir y limpiar su pasado y el del fascismo a través de conceptos como el de autogestión, Ynestrillas y su “Bandera Negrea” son originales. Antes ya lo intentaron  la Falange Auténtica y el Frente Sindicalista Revolucionario. Lo que no pueden hacer olvidar es que son herederos de José Antonio Primo de Rivera, el señorito de “la dialéctica de los puños y las pistolas” .  

Ni siquiera debe sorprendernos demasiado que reivindiquen el concepto “democracia”. Se ha convertido en un comodín que indignados clase media, desclasados, turboreformistas y reaccionarios con caparazón progre reivindican como el gran hallazgo de lo que afirman ha desaparecido en esta crisis del capitalismo. Mentira.

Con la crisis del capitalismo, que no es ninguna estafa, como pretenden hacer creer los fabricantes de ignorantes sobre lo que es el capitalismo y sus crisis, la primera y gran víctima sacrificada han sido la igualdad y sus expresiones prácticas: conquistas y derechos sociales, condiciones de laborales, salariales y de trabajo,...

¿Qué ha cambiado para que sea la “democracia” el concepto a poner en valor, como ahora pretenden hacernos creer los fascistas de “Bandera Negra”, imitando a esa candidatura de frikis al Parlamento Europeo que no hace demasiado tiempo sintetizaban su programa bajo la expresión “Democracia y punto”, bastante autoritaria, por cierto? ¿Acaso no siguen siendo pluripartidistas los sistemas políticos europeos, no siguen incumpliendo sus programas los partidos en los gobiernos, no se sustenta ya la “democracia” formal en un formato representativo, no es la democracia liberal, el sistema de la gran mayoría de los países, una representación de los intereses de la burguesía, como siempre ha sido?  ¿Mudó la “democracia” en dictadura tal cuál entendemos ésta? ¿Qué tontería es esa de hablar de cleptocracia, oligarquía de partidos o partitocracia? ¿Acaso no ha sido siempre así desde que el sistema político se asienta en la  representación de los intereses diversos de la población a través de una muestra parlamentaria de los  mismos? ¿Pretenden hacernos creer que Montesquieu y su división de poderes no estaban ya muertos mucho tiempo antes de esta crisis? ¿Tendrá alguien el cinismo de atreverse a decir que eran antes más democráticos los sistemas políticos? 

No, no son menos democráticos los sistemas políticos ahora que antes. En 1848, en el “Manifiesto Comunista”, afirmaban Marx y Engels que “El gobierno del Estado es pura y simplemente el consejo de administración de los negocios comunes de la burguesía"

Sencillamente lo que ahora sucede es que se hace mucho más evidente que los gobiernos y la mayoría de los partidos son los representantes de la fracción social más poderosa, la burguesía capitalista, y que vivimos un proceso de deslegitimación de las formas políticas habituales del Estado capitalista en los países centrales del sistema, auspiciado y estimulado por el propio capitalismo, con el fin de preparar el recambio político por los fascismos: su producto preferido cuando la guerra de clases se intensifica al máximo. Mientras tanto diseñan populismos que allanen el camino al fascismo, a través de jueces campeadores que continúen la labor de grupos como la extrema derecha de Manos Limpias, de candidaturas reaccionarias de ficción democrática digital, de derechas que basan su ideario en la sangre o de sectas de emboscados.

Otra cosa muy distinta es que estén amenazadas una parte de las libertades formales (reunión, expresión, manifestación, opinión,...) pero ello no tiene que ver con la situación de la democracia, porque aunque libertades y democracia suelan ir juntas, no son lo mismo. Pueden existir sistemas autoritarios que, sin embargo, permitan el ejercicio de las libertades formales y sistemas formalmente democráticos que las repriman. Y de hecho, hay ejemplos en la historia. La amenaza a las libertades formales no viene siquiera de la crisis del capitalismo sino de su consecuencia social: la agudización de la lucha de clases y el temor del sistema político a ser desbordado en demandas que no acaben en la tontuna democrática porque lo contrario de capitalismo no es democracia (al menos no de la burguesa tal como la conocemos desde su origen) sino socialismo. 

Por eso los quintacolumnistas del capital piden “democracia real” como señuelo para dirigir la protesta social hacia los escollos de lo inútil y no en una dirección socialista de la historia. Quienes hablan de que quieren “otra cosa distinta a lo que hay”, pretenden reformas asumibles por el sistema capitalista o pretenden “otro sistema” al que no dan nombre, no lo hacen porque crean que hay que llegar a él gradualmente y por convicción de la “audiencia” sino porque ocultan lo que realmente desean, que quizá sea aún peor que la democracia burguesa, o porque se avergüenzan de dar nombre a sus objetivos, no tanto porque el nombre no goce hoy de su mayor prestigio social sino porque no quieren lo que representa.  

En el caso de los “Bandera Negra” su demanda de democracia no es sino su vía para contribuir a la deslegitimación de la democracia actual, no por lo que es, sino por lo que de garantista de las libertades le quede y, de paso, colgarse oportunistamente de la estela del cometa de la tendencia mayoritaria en las demandas políticas. Un intento de maquillaje y planchado de traje del fascismo. 

Se entiende, en ese sentido, su apelación al “sin líderes, sin jefes, frente a cualquier autoridad: la asamblea”. La verdad es que no veo a Ynestrillas poniéndose rastas, aunque no me sorprende este llamado a la agitación epiléptica de manitas al aire. Al fin y al cabo sabe muy bien que las asambleas se manipulan fácilmente, preparándolas con antelación, y que oponer asamblea -que nada tiene que ver con la democracia de los soviets o de los consejos obreros- entre otras cosas por la composición social de quienes participan en ellas- a democracia representativa es un modo de contribuir al socavamiento de lo que de conquistas históricas populares tenga esa democracia burguesa, al poner en cuestión a toda ella en su conjunto. ¿Qué esperaban ustedes? Ynestrilas y sus secuaces son fascistas. Como el alacrán, sucumben a su propia naturaleza.   

En cuanto al “federalismo” que reivindican los chicos de Yestrillas, creo que congenia mal con las concentraciones patrióticas y por la unidad de España en Rentería y en Lizarra, organizadas por su jefe, a los gritos de “Arriba España” y “Por la reconquista de España, para recuperar nuestra nación”. A esta chusma de ultras violentos autonomía les parece desacato y federalismo traición a la caverna.  

Vivimos tiempos en los que las izquierdas se hacen ciudadanas en sentido genérico, avergonzándose de haber tenido un día un carácter de clase, y los fascismos, detectando su cobardía ideológica, reivindican a los trabajadores.

Vivimos tiempos en los que las izquierdas se permiten el lujo de dejarse arrebatar por el fascismo la consigna de la revolución social. 

Vivimos tiempos en los que populismos y fascismos han logrado que las izquierdas se avergüencen de creer en los partidos y se sumen, junto con los idiotas de ultraderecha que no saben que lo son, al ataque a toda forma partidaria, sea la que sea.

Vivimos tiempos en los que los reaccionarios han logrado que las izquierdas se desentiendan de defender el sindicalismo porque existan sindicatos corruptos y sistémicos, cuando el sindicalismo es mucho más que eso. 

Vivimos tiempos en los que un juez cobarde que no se atreve a defenderse en un juicio, por muy amañado que esté, se presenta a unas elecciones con un montaje a su medida que pretende continuar la labor de un grupo fascista.

“La Bandera Negra”  ha sido uno de los gadgets del capital y su gobierno contra la clase trabajadora, un comodín la servicio del monopolio de la violencia  por el Estado capitalista. Pero el siguiente paso de esos tiempos será dado el 25 de Mayo próximo, cuando en Europa los extremopopulismos, los falsos euroescépticos y los fascismos empiecen a caminar marcialmente sobre la alfombra que les tiendan las izquierdas muertas.