Vehículos militares marchan al asalto del Parlamento islamista Libio |
Un general financiado y entrenado por el régimen de EEUU se opone ahora a los mercenarios islamistas que fueron utilizados por EEUU para la "liberación"
Es solo una coincidencia que el general Khalifa Hifter (a veces deletreado Hiftar) haya lanzado su golpe en Libia solo cuatro días después que EEUU envió 200 soldados a Sicilia – un “equipo de reacción ante crisis” enviado a pedido de la cancillería yanqui. Otra coincidencia: El general Hifter, respaldado por EEUU, vivió en Washington, D.C. durante décadas, a unos pocos convenientes kilómetros de la sede de la CIA en Langley.
Al ser lo que es la capacidad de mantener la atención, el público en EEUU ha perdido hace tiempo interés en la desamparada Libia. Ok, recuerdan vagamente la invasión estadounidense en ese país, pero han perdido la pista de la historia desde que nuestra gloriosa “victoria” desencadenó una avalancha de caos. Los republicanos siguen hablando del incidente de Bengasi, y del supuesto encubrimiento de las circunstancias que rodean la brutal muerte del embajador Stevens, pero nunca mencionan el verdadero escándalo – la invasión estadounidense de por sí, que allanó el camino para todo el lío sangriento que sobrevino.
¿Quién es el general Hifter, y para quién estaba actuando?
Comandó la desastrosa invasión del vecino Chad y fue capturado por fuerzas chadianas. En todo caso, desde Chad estableció su Frente de Salvación Nacional, descrito en un informe del Consejo Canadiense de Inmigración y Refugiados (citando a 'Le Monde Diplomatique') como “creado y financiado por la CIA”. El mismo informe dice que “se esfumó con la ayuda de la CIA poco después que el gobierno de Hissène Habré [de Chad] fue derrocado por Idriss Déby.” Un informe del 'Washington Post' de 1996, entre otras fuentes, dice que el ala militar del Frente de Salvación, dirigida por Hifter, fue financiada y entrenada por EEUU: establecieron una base en Kenia y muchos de sus cuadros llegaron posteriormente a EEUU, donde Hifter residió durante dos décadas a unos 8 kilómetros de Langley.
El objetivo del golpe de Hifter es el parlamento elegido y el poder ejecutivo que, nos dijeron al principio, representaban una victoria “secularista” en las urnas en la primera elección, y que de alguna manera se transformaron en una mayoría islamista. Hifter dice que trata de “imponer el orden” y contener a las milicias islamistas que fueron utilizadas por EEUU para la “liberación”. EEUU niega haber patrocinado el golpe, pero la clave para comprender la verdadera posición de Washington es que la cancillería está instando a una “resolución pacífica” y diciendo a ambas partes que cedan – lo que no constituye exactamente una reprimenda para Hifter.
La invasión de Libia fue el primer paso en el grandioso plan de las administraciones de Obama/Clinton de cooptar la "Primavera Árabe" y utilizarla como un ariete para extender la influencia de Washington en la región. Después de tropezar, primero, y de respaldar al tirano egipcio Hosni Mubarak contra la rebelión de la Hermandad Musulmana en las calles, Washington dejó caer al dictador y comenzó a apoyar a las fuerzas islamistas “moderadas” que pensaban que podían controlar. Cuando Libia estalló, respaldaron a los islamistas que se le oponían, manteniendo a su agente Hifter esperando su oportunidad para recoger los platos rotos. Cuando ocurrió lo inevitable, y los islamistas radicales iniciaron su violencia –matando al embajador [y agente de la CIA] Stevens y a otros cuatro al hacerlo– se quedaron mal (o, más bien, con sangre en sus manos), y un creciente escándalo que habían tratado desesperadamente de apisonar.
¿No es extraño cómo Bengasi, una inhóspita ciudad que no tiene gran cosa que la distinga, ha salido mucho en las noticias últimamente? Supuestamente iba a ser objetivo de la furia asesina de Gaddafi; era el lugar en el cual supuestamente estaba planificando una “masacre” que requería la intervención de EEUU y sus aliados europeos – un “desastre humanitario” que nunca se materializó. Fue luego la escena del “bumerán” asesino que llevó al primer asesinato de un embajador estadounidense en la historia reciente. Lo último es que se ha convertido en un campo de batalla en el cual se enfrentan Hifter y las milicias islamistas pro gubernamentales.
También se dijo que es el lugar desde el cual se embarcaban armas para los mercenarios islamistas de Siria con pleno conocimiento y cooperación del régimen de EEUU –justo antes del asesinato de Stevens. A pesar de ser un polvoriento pedazo de nada al borde de la insignificancia, ¡Bengasi ciertamente se hace famosa!
El futuro de Libia es, en el mejor de los casos, una junta militar al estilo egipcio, y en el peor, otra Somalía. “Libia” no es un verdadero país según algún estándar racional [como lo era antes de la invasión]; es más bien un 'constructo' arbitrario improvisado de por lo menos tres partes históricamente dispares. Esto vale en el caso de la mayoría de las “naciones” africanas, que han sido aparejadas con fronteras definidas por colonialistas europeos. Hoy en día esas mismas potencias coloniales –ayudadas e instigadas por EEUU– intervienen en la escena de sus crímenes, maniobrando e intrigando para volver al negocio de la explotación económica y la dominación política.
Libia no va a ser un lugar donde vaya a prevalecer progreso, democracia, liberalismo o algo que se les parezca remotamente en los próximos mil años. Es un lugar horrible, y lo seguirá siendo, no importa cuánto dinero se gaste, o cuánta sangre se derrame – y los responsables políticos son EEUU y sus aliados.
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Quizá sea de su interés: Líder de la falsa revolución en Libia admite que Gaddafi no asesinó manifestantes: http://www.lahaine.org/index.php?p=77790
Sin duda, este artículo no será leído por los miembros de Izquierda (Anti) Capitalista, los “ni-nis” pertenecientes a un partido, uno de cuyos referentes internacionales pidió en un mitin de dicho partido (http://old.kaosenlared.net/noticia/iarg-gilbert-achcar-defensor-intervencion-libia) que la OTAN bombardease Libia para acabar con el coronel Gaddafi, como tampoco por los “ilusionados” votantes de hoy a la secta de su creación.