15 de diciembre de 2010

¿CÓMO HACER FRENTE A LO QUE SE NOS VIENE ENCIMA...CON ALGUNA POSIBILIDAD DE ÉXITO?


Por Marat 
“Es que no se alimenta de la misma comida, herido por las mismas armas, sujeto a las mismas enfermedades, curado por los mismos medios, calentado y enfriado por el mismo verano y por el mismo invierno... Si nos pincháis, ¿no sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿no nos reímos?, Si nos envenenáis, ¿no nos morimos? Y si nos ultrajáis, ¿no nos vengaremos?” (monólogo de Shylock, “El mercader de Venecia”. William Shakespeare)

NOTA: Los títulos de cada apartado son un homenaje a otro Marx, Groucho. A él pertenece la genialidad de su expresión. Al autor del artículo la dudosa pertinencia de haberlos elegido.

1.-“Estos son mis principios. Si a usted no le gustan”..., búsquelos en otra parte.
En la cita de la obra de Shakespeare está la esencia que nos iguala a todos los hombres y mujeres que formamos la especie humana. Y hasta aquí llega, no más.  El resto, incluyendo los valores de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, que inspiraron a la Revolución Francesa, nos dividen.
Nos dividen porque hoy, como en una psicodélica pesadilla de viaje a la época feudal, el espejismo de la anhelada libertad se ha desvanecido para convertirse en la “libertad del mercado” sobre cualquier otra libertad humana o política. La libertad para despedir, la libertad para obligar al trabajador a aceptar salarios de miseria, la libertad para encadenarle al miedo a querer cambiar el estado de cosas, la libertad para apropiarse de lo público en una operación en masa de depredadores que han caído sobre los restos del cadáver del Estado del Bienestar, la libertad del más fuerte, la libertad de los plutócratas y especuladores para decirle al político “tú estás ahí para obedecer mis deseos y órdenes”. Donde anida la necesidad no puede reinar la libertad. La libertad auténtica, además de la de reunión, asociación, expresión, representación y voto está sobre todas las cosas en la liberación del ser humano de sus necesidades; de la necesidad de tener un trabajo digno, seguro y bien remunerado, de la necesidad de acceder a la vivienda, la educación, la cultura y una sanidad que le proteja de la enfermedad sin pagar por ello más allá de sus impuestos. Sobre lo que se nos viene encima en la privatización de la sanidad (cuando desaparezca nominal y realmente el Sistema Nacional de Salud, que desaparecerá antes de lo que imaginan, y sólo les quede la opción de contratar un seguro de salud privado) les recomiendo la lectura del siguiente artículo (1)
Siempre fueron las cosas así dentro del orden capitalista, perdón, del “libre mercado”, o de cualquier otro que se basara en la riqueza de unos pocos montada sobre la explotación y la pobreza o el reparto desigual del resto. Pero hubo épocas “doradas” en las que, al menos en buena parte del llamado mundo rico y desarrollado, se disimulaba todo ello un poco bajo una apariencia engañosa, pero confortable para la mayoría, de “equidad” y “justicia social”.
Nos dividen porque incluso el matiz de la igualdad como “igualdad de derechos” es ya un hecho que aquellos que han logrado un éxito como “self made men” (¿ustedes se creen, de verdad, que sean tan “self”?), los que aspiran a serlo y los que, siempre, tienen necesidad de pastoreo para no sentirse perdidos (arrimarse al sol que más calienta sin hacerse preguntas) creen que la “igualdad de derechos” es injusta “porque no somos iguales”. Ya saben eso de que en una misma familia hay dos hijos y blablablaba. Jamás se preguntarán si cada uno de esos hijos fue tratado por sus padres como necesitaba serlo. Nacemos desiguales desde la propia calidad o precio (que no es lo mismo) de la cuna y sólo las instituciones y una política auténtica de igualdad pueden nivelar esas diferencias.
Si la idea de “igualdad de oportunidades” está hoy puesta más en entredicho que nunca, imagínense si hablásemos de una igualdad más real, una igualdad social, económica, de acceso a la cultura y a la política, siendo el acceso a esta última algo más que el cansino ritual del voto cautivo. Para los ignorantes o los mal intencionados (un término no excluye siempre al otro) esa igualdad equivale a nacionalizar la vaca, fusilarla u ordeñar su leche y vendérsela al anterior propietario, según la mala baba y el grado de derechismo reaccionario del “pensador” (a veces tengo la ingenua tentación roussoniana de creer que este destilado producto intelectual es cosa de la educación...mala). En esas mentes partidarias del orden, la disciplina y el sacrificio para la obtención del éxito no caben máximas del tipo “de cada uno según su capacidad (que no hace tabla rasa del peón con el cirujano pero no establece ganancias 30 veces superiores de unos individuos respecto a otros), a cada uno según su necesidad” que no es 3 casas, 2 yates y una cuenta de 6 ceros de € en el banco sino algo más a escala de las necesidades del resto. 
¿Y qué decir de en qué ha quedado el hermoso valor de la fraternidad? (disculpen que lo de la solidaridad me suene un poco a monjitas de ONGs modernas. Puede que sea una cuestión de nominalismos pero yo lo veo como eso de la “tolerancia”, un valor blando). En tiempos de precariedad, negación del ser humano en lo colectivo y primacía del dinero como mito aspiracional, el darwinismo social se impone: “homo homini lupus”. No creo que esa sea la base de una civilización humana decente. 

2.-Disculpen que no me levante (frase erróneamente atribuida a Groucho Marx):
Y que no lo haga ante el sacrosanto principio de que el crecimiento de la riqueza acaba siéndolo, en el capitalismo, para todos. Hoy asistimos a la más descarada concentración de riqueza en menos manos, a costa del resto, incluidas unas clases medias, que cierran los ojos, aprietan los dientes y deciden resistir mirando hacia delante, nunca a los lados, esperando que escampe. No escampará. La crisis se acrecienta de día en día para asalariados de distintos niveles adquisitivos y para autónomos, pequeños y medianos empresarios. El empobrecimiento absoluto, no simplemente relativo alcanza ya no sólo a personas que han perdido su empleo sino a clases medias que jamás imaginaron revolver en la basura por las noches para encontrar su medio de subsistencia (2). Mientras tanto, les reto a que introduzcan en Google los datos del ranking de millonarios/billonarios de la lista Forbes en 2007, 2008, 2009 y 2010 (años de inicio y actualidad de la crisis) y vean la evolución de sus fortunas. No les ha ido nada mal. Entre ellos se encuentran los principales fondos de inversión que están poniendo uno a uno a los países europeos rendidos a sus píes y, no seamos ingenuos, acabarán lográndolo con Francia, Reino Unido y Alemania.
¿Será cosa de la crisis? ¿Acaso antes de ella a los trabajadores y a las clases medias les fue mejor? Desde 1993 hasta 2005 (este último, uno de los años de bienestar y consumo desbordado a crédito en Europa y en España y antes del estallido de la crisis sistémica del capitalismo) la transferencia de las rentas del trabajo a las del capital pasó en la UE, como media, fue de un 8%, al pasar las rentas del trabajo del 70% sobre la media nacional de los países al 62% en 2005. En España esa caída fue aún más abrupta, al pasar las rentas del trabajo, entre 1993 y 2005, del 72% al 61% (¡11 puntos menos!). (3) La virulencia de la crisis capitalista se ha hecho más dura en 2009 y 2010 y, lógicamente, dicha transferencia se habrá visto notablemente incrementada, aunque no se hayan publicado datos fácilmente accesibles) Tenemos pues que, al menos desde los últimos 17 años, la clase trabajadora y las clases medias han estado retrocediendo en capacidad adquisitiva y eso no ha sido siempre durante períodos de crisis, aunque éstas no han faltado en esos años, sino de los llamados de expansión económica. La realidad es que en una u otra época las capacidades reales de las familias descendían y el consumo se mantenía mediante la ficción de capacidad de compra a crédito. Ésta se extendió hasta la locura y no creo que sea necesario detenerse en cómo los períodos de tiempo para el pago de las hipotecas de vivienda llegaron hasta los 40 y 50 años o en el modo en que se prolongaron los préstamos personales para la compra de los automóviles hasta 20 años o en la forma en que el crédito revolving (pago fraccionado) alcanzó hasta la llamada “cesta de la compra”. No estamos hablando del consumo de bienes secundarios, de tipo suntuario o del ligado al ocio sino que familias enteras han estado comprando sus alimentos, los productos de higiene y lo que constituye el consumo de hogar, a crédito. Inmigrantes, parados, familias con un solo salario, familias monoparentales, familias con una segunda hipoteca sobre la misma vivienda. Millones de personas en toda Europa.
La mano invisible a hacer casi la misma distribución de las necesidades de la vida que se habría hecho si la tierra hubiese sido dividida en porciones iguales entre todos sus habitantes y así, sin intentarlo, sin saberlo, avanzan el interés de la sociedad” (4) Disculpen que no me levante. Me estoy sujetando las tripas en el ataque de hilaridad que tal estupidez me provoca. Los hechos, los hechos, señores liberales. Sus canalladas prácticas son más peligrosas que sus imbecilidades teóricas. Si sus crímenes mentales no tuvieran consecuencias, el cretinismo del que adolece su “pensamiento” carecería de importancia.

3.-Hablemos en serio.  “¿Pagar la cuenta?... ¡Qué costumbre tan absurda!”
¿Siempre hemos de ser los trabajadores quienes paguemos la cuenta de los crímenes que han provocado contra nosotros los beneficiarios absolutos del “libre mercado”? ¿No empieza a parecerles a ustedes que hay una “cierta” desproporción en eso de la “libre competencia”?
¿Qué tal les va en estos años de la crisis?
¡Ah que fue usted uno de los raros afortunados que encontró trabajo y, después de tanto esfuerzo, no va usted a tirar todo por la borda quejándose, aunque su jefe le haga trabajar entre 2 y 4 horas diarias extra gratis y su contrato incluya una nueva cláusula de despido (cosas de la contrarreforma laboral del gobierno) que explicite que será más barato despedirle o que mejor no caiga usted enfermo con larga convalecencia, si no quiere comprobar como “su empresa” le pone de patitas en la calle. ¡Enhorabuena! Conserve ese preciado tesoro y aprenda a ser un trabajador modélico, mientras le dure el empleo.
¡Vaya, usted es uno de esos empleados públicos o semi que no acaba de creerse que su trabajo sea de duración indeterminada (la que determine la empresa, cuando corresponda, aunque sea la administración). ¿Se enteró usted de las medidas aplicadas por el gobierno británico de despedir a 500.000 funcionarios? ¿Sabe usted que Grecia está despidiendo al 30% de funcionarios? ¿Sabe usted que en Irlanda se despedirán a 24.750 funcionarios? ¿Sabe usted que Italia se está despidiendo a funcionarios, desde 2009, que falten al trabajo? ¡Ah, que a usted no le llegará! Todo ignorante de la realidad en la que vive piensa así: “a mí eso no me pasará”. Aquí no se libra ni Dios (le despidieron por ser un empleado caro -demasiados trienios- y escasamente productivo) Si usted no se moviliza y no adquiere una conciencia activa de que es necesario pelear contra los recortes sociales y de derechos no insulte a los políticos, ni culpe a la sociedad de la imagen que tiene de los funcionarios. Piense en si con su mentalidad usted no se está ganando que su empresa le pierda el respeto, se le suba a las barbas, y le despida.
¿Es usted una de esas respetables personas de la clase media que no quiere líos, ni conflictos y que desearía pasar desapercibido, como conejo en madriguera, ante hurón curioso? ¿Y qué tal le va con ello? ¿Cree que lo conseguirá? ¿Conoce a gente de su “estatus” que esté siendo despedida? Seguramente sí. A cascoporro los conozco yo y eso que soy un simple trabajador. Estará perdiendo capacidad adquisitiva, “nivel de vida” y relaciones. Mejor huir de él como apestado, no sea que vaya a darle un sablazo. Puede que su caída en desgracia sea contagiosa. ¡Zape!.
Y eso que acabo de contarle vale lo mismo si es usted técnico de grado medio, superior, profesional autónomo o pequeño y mediano empresario. ¿No se ha dado cuenta de cómo la crisis del “libre mercado”, que le repugna llamar capitalista, le está afectado?
La evolución de esta crisis va a llevar a la clase trabajadora a un empobrecimiento que sólo los abuelos obreros recuerdan y a una proletarización y depauperación de la clase media que ésta no llegó nunca a imaginar en su alegre carrusel de consumismo, vacaciones internacionales y alegre vivir ajeno al resto de realidades que no sean las pelusillas del universo de su ombligo.
Salvo la plutocracia que engorda a costa de nuestra evolución hacia el estado de clases menesterosas todos los demás saldremos perdiendo.
Frente a este estado de cosas, ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros? ¿Mirar para otro lado? ¿Culpar al segmento social inmediatamente inferior de lo que a cada uno le está pasando? ¿Arrimar el ascua a la sardina? ¿No se ha fijado usted en que hay muchas ascuas y pocas sardinas? ¿Culpar sólo a los políticos, en plan faccioso en taberna y llamar a alguien “con cojones que arregle esto”? ¿No se ha fijado en que los políticos sólo obedecen “la” orden del día (militar, no “el” orden del día, civil) del capital, perdón, “mercados”?
¿Y si empezáramos a pensar TODAS LAS VÍCTIMAS de este sistema depredador en el auténtico horizonte necesario de los principios de LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD, en una alianza de clases que simplifique el principio de “clase contra clase”? Todas las víctimas del sistema capitalista contra el gran capital, los plutócratas y los tiburones de la especulación financiera.
“Pero, oiga, lo que usted me propone es que yo me alíe con la plebe y acabe perdiendo mi “nivel de vida””. Cierto. Y de momento, la plebe, las turbas, no le vamos a pasar factura por su particular orgía de bienestar mientras éramos nosotros los que durante decenios éramos castigados por este sistema que ahora le daña a usted.  Pero su delicioso “nivel de vida” no se lo arrancaremos los “sans cultotes”  (los sin calzones). Se lo arrebatará el capital al que hasta ahora usted ha servido.
“Prefiero apoyar una opción de orden y progreso, defensa de la propiedad y autoridad”.  Con el tiempo, los nombres de las cosas evolucionan y no llegan a ser lo que parecen hasta que se quitan su careta, lo que para usted sea ya demasiado tarde para reaccionar.  ¿Vio usted la película “Cabaret”? Pues en ella el nazismo se ventila a la clase media. Y eso no sucedió sólo en la película.
Y ahora, otra mirada de vuelta a los trabajadores. ¿Vuestro enemigo es el inmigrante pobre al que miráis con recelo, diciendo “en cuanto esta gente se vaya, tenemos trabajo todos”? ¿No os acordáis de vuestros padres inmigrantes? ¿Ignoráis que es mentira que todos fueran al extranjero con papeles? Hay infinidad de testimonios, todavía vivos, que dicen que hubo de todo. Unos llegaron a tierra extraña con los malditos papeles y otros sin ellos. ¿Qué hacemos con cada desesperado que sale de su tierra huyendo del hambre? ¿Lo ametrallamos? ¿Habrá bastantes balas para acabar con los desheredados de la tierra? ¡Ah que se trata de seleccionar la entrada! ¿Y cómo se hace eso cuando el capital los busca y contrata para abaratar los salarios? ¿Es más fácil criticar a un latinoamericano o a un africano que a los empresarios? Y más miserable también. Los primeros tienen necesidad de pan. Los segundos de esclavos. ¿Condenarás a tu hermano antes que a tu opresor? ¿Sabes que sin la aportación de los inmigrantes a la SS y a la sanidad, que usan un 40% menos, en proporción a la población que representan, que los nacionales, éstas ya se hubieran hundido hace años? Y no te digo de lo que hubiera sucedido ya con el consumo. Si ahora ha caído en picado, de no haber inmigrantes, habría que buscar los índices de consumo debajo de los cimientos de las estaciones de metro.
A esos voceros de los liberales en lo económico, cada vez más fascistas en lo político, que pretenden repartir las culpas de la crisis entre todos, para escamotear las propias, diciéndonos que todos hemos asistido a la orgía consumista y a la vida a crédito hay que decirles que España es un país de mileuristas (el 60% de los trabajadores ocupados) y difícilmente estos tienen demasiado crédito ni un exceso de consumo. Y que en los casos en que un sector de los mileuristas cayeron en la trampa de vivir por encima de sus posibilidades fueron precisamente los banqueros los que hicieron, durante sus años de bonanza, los que pareciera casi un delito antipatriota y un comportamiento de marginal no pedir un préstamo. En todo caso, tratar de convertir lo anecdótico en categoría general es falaz, aunque sea lo anecdótico lo que destacaba en aquellos días de vino y rosos y no lo habitual, escondido tras la humilde discreción del que procuraba no llamar demasiado la atención porque ni se podía conceder demasiados autohomenajes, ni excesivos lujos, ni muchos extras, sino más bien un apretado llegar a fin de mes.
¿Pagar la cuenta? ¿Quién debe pagarla? ¿Aún no hemos comprendido quiénes provocaron la crisis y quiénes serán nuestros sepultureros si no se lo impedimos?

 4.- “¿Servicio de habitaciones? Mándenme una habitación más grande” (Dedicado a la izquierda alternativa, a la que pertenezco)
La moral que fundamenta unos valores posee una base irreductible que tiene que ver con aquello que no se puede evitar que forme parte de la propia piel. La base de aquello a lo que uno se agarra para creer en algo (cuando no quedan demasiadas convicciones pero sí algunas profundas certezas) tiene que ver más con las tripas que con el cerebro. Y no es necesariamente malo que sea así. Evita que acabemos siendo, del todo, máquinas.
En las razones encontramos un intento de dar sentido, de buscar una coherencia y una lógica a aquello que nos mueve las entrañas más primarias, a lo más primario e irreductible que nos permite diferenciar, casi de un modo aparentemente innato, entre lo bueno y lo malo, entre el deber ser y la tan frecuente y cruel realidad del ser.
La izquierda posee una base muy sólida en las emociones. Ese instinto básico que separa lo justo de lo injusto, lo que hace que alguien se meta en líos, defendiendo al débil por la simple razón de la desproporción de fuerzas.
En su historia hay una trayectoria de defensa de lo justo, lo bueno, lo digno, lo que parece nacer de lo que debiera ser natural, aunque la naturaleza no siempre sea tan limpia.
Del pensamiento y de la práctica de la izquierda no siempre hemos podido extraer lo mejor.
No del pensamiento cuando ha carecido de la inteligencia necesaria para rescatarnos de la necesidad, el dolor ante la injusticia o libertad y la igualdad que necesitamos “como el aire que exigimos trece veces por minuto”  (5) y se ha encerrado en las verdades reveladas demandando de la realidad que ésta se ponga al servicio de una fe del carbonero, tantas veces débilmente sustentada. El cómodo encierro en la pureza de las “sagradas escrituras” es siempre cerrazón, debilidad y miedo a perder una identidad que no debe encerrarse en las formas herméticas de la teoría sino en la justeza moral de los valores en los que se asienta.
Peor aún cuando el pensamiento y la teoría se esgrimen, sin pudor moral alguno, como comodines para hacer dejación de los principios o se toman prestados de todo lo que es opuesto a la búsqueda de la emancipación humana. Cuando se escuchan expresiones como “gestión” o exigencias de “productividad”, por encima de cualquier otra consideración, en alguien que se dice de izquierda, échense a temblar. Estamos, sin duda, ante un quintacolumnista de la derecha. Y de eso en los últimos tiempos sabemos mucho.
Tampoco siempre hemos encontrado siempre lo mejor de sí misma en la práctica de la izquierda cuando nos ha conducido a la claudicación de su razón de ser en la entrega más indecente al capital en la que ha devenido la agonizante socialdemocracia o en el sueño de la razón del estalinismo.
¿Qué queda entonces? Sencillo. Esa izquierda que pretende llevar a sus últimas consecuencias los principios de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad. El socialismo, o como quieran llamarle a la cosa, sería la consecuencia más coherente y última de esa Revolución de 1789 que no terminó de consumarse al ser secuestrada por la burguesía.
Excluyendo los intentos fallidos de construir un mundo a la altura del ser humano, ya sea en su versión socialdemócrata, ya en su acepción estatista, el socialismo, con sus errores y fracasos, acaba siendo la única opción digna para el ser humano, si contemplamos el resto del tiempo vivido bajo los intentos de una “libertad” contraria a la igualdad y a la fraternidad; de una libertad que no es otra cosa que el desenvolvimiento sin cortapisas del poder sobre la vida, de la fuerza sobre la razón, de la violencia de la selva sobre lo humanamente bueno.
“Maravillosa declaración de principios pero estamos donde estamos. El socialismo ha fracasado estrepitosamente y cada uno tiene que ir a lo suyo porque no sirven las divinas palabras”
¿Y el capitalismo ha tenido éxito? ¿Exactamente en qué? ¿Para cuántos? El tercer mundo no mejora, el emergente lo es más por sus nuevos ricos que por el bienestar de más amplios sectores sociales y el mundo rico y desarrollado lo es por el dinero que mueve pero no por distribución social de esa riqueza que empobrece a capas cada vez más amplias de la sociedad.
Hay una legión creciente que es excluida del rutilante mundo que prometió el capitalismo, una legión creciente que necesita salidas a esta hecatombe del sistema.
¿Cómo lo hacemos? ¿De qué modo contribuimos a darles respuestas?
Es posible un lugar de encuentro entre comunistas sin adjetivos, socialistas auténticos, izquierda radical y antisistema (SÍ ANTISISTEMA, es la única opción digna ante un futuro que se nos niega como seres humanos), libertarios, trotskistas, antiguos eurocomunistas que no cayeron indecentemente en una socialdemocracia que finalmente se ha reconvertido en derecha pura y dura, gentes de izquierda sin adscripción, viejos rockeros del  “socialismo realmente existente”,..... No sobramos nadie. Faltan muchos que no tienen porqué siquiera saber qué significa izquierda, a los que les basta un sentido básico de justicia, democracia, igualdad y fraternidad.
Ese lugar de encuentro que necesitamos se llama lucha, se llama combate en la calle, se llama convergencia en la revuelta, se llama apoyo mutuo en los espacios que podamos compartir, se llama no ser sectario y apoyar lo que nace del sentido común sin mirar de qué organización de la izquierda proviene, se llama construir colectivamente espacios compartidos, se llama poner en último lugar las siglas y en primer lugar la necesidad de enfrentarnos juntos al monstruo. Se llama, antes que nada, unidad de acción.
¿Significa eso confluir políticamente? En la unidad de acción por supuesto. En la capacidad para intercambiar experiencias, aprendizajes, enriquecernos, debatir, con el máximo respeto y confianza mutua, por supuesto. En la búsqueda de una forma leal de reforzarnos también.
¿En un acuerdo programático que implique un consenso desde la renuncia de una parte de lo que cada uno defendemos para compartir algo más amplio? No es posible hoy. Tenemos muchas visiones que nos dividen. Las afinidades electivas harán que se den encuentros naturales y otros que deban atravesar un período  desde la convivencia a la confluencia y, para llegar ahí hay muchas etapas que cubrir. El camino es largo pero, tal y como están las cosas, es el momento de ponerse a andar.
¿Y si empezamos a renunciar cada uno a nuestros particulares sectarismos y a mirarnos con respeto como inicio?  “Touche pas a mo pote”. La máxima que SOS Racisme France aplicó en su día (“No toques a mi amigo”) debe de ser nuestro lema, no sólo hacia los inmigrantes sino entre la propia izquierda transformadora: lealtad, compañerismo, apoyo mutuo, refuerzo a cada propuesta válida sin mirar las siglas de origen.
Y además de eso debemos tener en cuenta que la izquierda real puede ser tan inútil como una piedra frente a un bombardero si olvida que
§         Entre las bases y votantes del PSOE y de IU y de los afiliados de los sindicatos oficiales está la mayoría social que hemos de conquistar para la pelea. Que debemos hacerles comprender que las críticas a sus organizaciones no deben recibirlas como ataques individuales que les obliguen a confundir una lealtad estrecha hacia sus organizaciones con un ataque a sus personas por su “patriotismo” partidario.
§         La necesaria autonomía de objetivos de la clase trabajadora y la convicción de que es a ésta a la que le corresponde la dirección del cambio transformador en clave de emancipación humana no debe ignorar que no se agotan las víctimas de este capital antropófago en ella sino que sus damnificados se multiplican por doquier, mucho más allá de las fronteras vitales del doliente mileurista.
Los menestrales, la plebe de otras revoluciones, no son los únicos que hoy padecen las dentelladas salvajes del sistema económico. 
Hoy la llamada clase media, imaginaria desde la hipoteca y vivienda, o real del pequeño y mediano empresario están pasando por la muela trituradora de un sistema que se está viniendo abajo, una vez liberado de la regulación política que le organizaba y le protegía. Lo que queda de su antaño sólida estructura son los gigantescos fagocitos de un capitalismo financiero aventurero que devora los últimos restos de la tarta social antes de su implosión.
En los prolegómenos de su “victorioso” estertor último puede arrastrar hacia “soluciones” de orden fascista a toda esa clase media que, aterrorizada por el vértigo que le produce esta montaña rusa enloquecida y sin frenos, añora tiempos en los que su situación era más venturosa.
La tentación de revancha ante esa clase media por parte de los trabajadores y de la izquierda sería demasiado estúpida, si además no fuera suicida para quienes creemos que otro mundo es posible y, más que nunca, necesario.
Hay demasiado deseo de desquite, sabiamente manipulado y espoleado desde fuera, para enfrentarnos entre quienes somos las victimas de Moloch, en vez de unir todos nuestras fuerzas contra quienes hoy nos aplastan.
Por su número, por su influencia, por su peso social y por su capacidad de presión, incluso en su etapa de declive, la clase media no puede ni debe ser ignorada en un proceso lucha anticapitalista, so pena de convertirse en el brazo armado de la reacción contra los riesgos de revuelta social.
Es necesario decir a sus miembros “los trabajadores no somos vuestros enemigos. Vuestro enemigo es el gran capital que día a día os arroja, junto a los trabajadores asalariados que están varios peldaños debajo de vosotros en la pirámide del sistema, al paro, la desesperación, el miedo y la ausencia de futuro. Si os unís a vuestros enemigos sólo seréis la primera línea de choque que encontraremos frente a nosotros en nuestra lucha, os sacrificarán como a una pertenencia prescindible y a la que se renuncia para salvar lo principal: su poder. Si os unís a nosotros no os ofrecemos conservar vuestros privilegios sino una vida digna que hoy os está siendo arrebatada y de la que mañana sólo quedará la devastación a la que os hayan sometido quienes hoy utilizan contra nosotros vuestro miedo a perder una posición de clase que se tambalea”. 
  • Ha de ofrecer a las víctimas del actual sistema depredador un “nuevo contrato social” basado en el desarrollo de las libertades, formales y reales, de un socialismo autogestionario y participativo, hecho desde abajo en la construcción de un mundo alternativo y de un respeto a las diversas posiciones existentes en el proyecto de construcción de la nueva sociedad. Sólo de ese modo logrará la izquierda revolucionaria quitarse de encima el fantasma agitado por la derecha frente a revueltas sociales que saben que cada día serán más profundas. No somos nosotros los destructores de las libertades ni de unas propiedades exiguas sino aquellos que, para mantener su poder, necesitan de más represión y más rapiña.

5.-“Hoy no tengo tiempo para almorzar. Traiga la cuenta”  (Groucho: al camarero en un restaurante): A modo de veloz epílogo:
¿Y después de todo esto qué? ¿Cómo hacerlo, qué pasos dar, cuál es la correcta dirección?
No tengo ni la menor idea pero sí la convicción de que dar con la fórmula es obra colectiva y de que el tratamiento idóneo para esta patología es lucha, lucha y lucha...acompañado de generosidad, inteligencia, unidad en el combate, una dosis de optimismo y otra de osadía.
  
(3)  http://www.vnavarro.org/?p=712 “La polarización de las rentas como causa de la crisis”. Vicenç Navarro
(4)  “Teoría de los sentimientos morales”, p 350: Part IV: Of the Effect of Utility upon the Sentiment of Approbation).
(5)  “La poesía es un arma cargada de futuro”. Gabriel Celaya.

14 de diciembre de 2010

CONCENTRACIÓN CONTRA LA PRIVATIZACIÓN DE AENA Y LOS SERVICIOS PÚBLICOS


MANIFIESTO CONVOCANTE DE LA CONCENTRACIÓN
Las circunstancias que nos traen hoy aquí, para manifestar nuestro rechazo y oposición a la privatización de los aeropuertos españoles, no son sino la expresión de un panorama mucho más amplio donde sencillamente se pretende hacer imperar la economía más salvaje.


A cuenta de esta crisis, manifiestamente urdida y premeditada, estamos asistiendo al deplorable espectáculo de cómo en toda Europa los gobiernos, independientemente de sus ideologías y sus bases sociales, se están plegando unánimemente al servicio del totalitarismo mercantil.


A escala mundial, se está facilitando a los poderosos la apropiación y el lucro ilimitado, permitiendo la depredación del medio ambiente, propiciando la privatización de los bienes colectivos y consintiendo la extorsión laboral y económica de los seres humanos.


Vemos como la producción de alimentos, de energía, de bienes, mal utiliza las materias primas y los recursos naturales. Bajo criterios puramente economicistas se manipula la naturaleza y se contamina el agua, el aire y la tierra de todos, y cuando finalmente se producen desastres, se pretenden esquivar todas las responsabilidades personales y los costes de los daños se acaban cargando sobre las propias comunidades que los sufren.


La riqueza colectiva, fruto del trabajo y la inversión de generaciones, acumulada en forma de infraestructuras (ferrocarriles, carreteras, aeropuertos, embalses, redes de distribución, energía, comunicaciones), continuamente se pretende expoliar por ventajistas sin escrúpulos, consiguiéndolo frecuentemente.


No podemos seguir consintiendo la gestión del mundo en beneficio de una élite depredadora, contra el interés general. Estos personajes prosperan en la rapiña y la usura. Son quienes se enriquecen con las guerras, fomentándolas, alquilando tropas, fabricando y vendiendo armas. Quienes se benefician con la pobreza, esquilmando los recursos de países subdesarrollados, trasladando la producción a donde la mano de obra es barata o directamente esclava. Son aquellos que se lucran con la enfermedad, especulando con la asistencia sanitaria, fármacos, tratamientos y patentes. Tienen como principales víctimas a los más débiles, incluyendo a niños a quienes se priva de toda posibilidad de un futuro mejor.


Pero lo más grave es que estos depredadores actúan impunemente, gracias a la pasividad cómplice de una parte cualificada de la población, que ha alcanzado la conformidad refugiándose en el desconocimiento interesado, en la comodidad, en el ocio mediático, en el “hedonismo virtual” que proporciona la contemplación fugaz del lujo que disfruta un puñado de “iconos de masas” elegidos en la cultura imperante del “porque yo lo valgo” y a quienes la élite dirigente permite “triunfar” para fomentar la distracción y el entretenimiento general.


En la lógica de este sistema de mercado salvaje, la condición del ser humano se está empobreciendo y empequeñeciéndose, hasta el extremo de reducirse la organización social y la interrelación personal a una alternancia de roles contrapuestos. El totalitarismo mercantilista prospera porque consigue que no nos veamos ya como personas, sino como productores o consumidores, trabajadores o usuarios, prestamistas o deudores, actores o espectadores, profesionales o clientes, siguiendo un juego de intereses enfrentados que nos acaban alejando de toda idea de bien común y de solidaridad.


Pero es precisamente ahí donde radica la debilidad del sistema mercantilista. No es cierto que todo tenga un precio, y con lo que no tiene precio, no se puede negociar. La dignidad y la responsabilidad de las personas siempre ha de estar por encima de las circunstancias económicas.


Respecto del debate entre público y privado que nos ocupa, es incontestable decir que estos son términos esencialmente contradictorios, independientemente del empeño y la voluntad de tergiversación que desde el poder se quiera emplear para llegar a hacerlos compatibles.


Considerando que el fin último de la gestión privada es “sacar beneficios”, es decir, ganancias que se embolsan individuos particulares, plantear que la gestión privada de intereses y servicios públicos es posible manteniendo o mejorando sus condiciones, es sencillamente una aberración.


Cualquier beneficio, por definición, se detrae del sistema productivo después de restar costes. Así que para incrementar los beneficios hay que actuar sobre uno o varios de estos tres factores: Aumentar el negocio, reducir costes o subir los precios. Aumentar el negocio requiere invertir, lo que aplaza de forma importante la obtención del beneficio. Bajar los costes implica reducción de medios, sueldos, personal, calidad. Subir los precios no es precisamente sinónimo de mejorar la gestión. Así que cualquier duda sobre la imposibilidad práctica de la gestión privada de bienes, intereses y servicios públicos, debiera quedar despejada por la simple aplicación del sentido común.


Queremos reivindicar, a colación, el significado que reviste la condición de empleado público como garantía de independencia de los servicios públicos frente a los múltiples intereses mercantiles, partidistas o de grupos de presión, y en el caso de Aena concretamente frente a los muchos que pululan en el negocio aeroportuario. El empleado público está al servicio del conjunto de la sociedad, independientemente de quien gestione o gobierne, esto es posible porque el acceso al empleo público se realiza mediante una oposición pública y porque los criterios de gestión pública se enfocan prioritariamente al mantenimiento del servicio y no a la pura obtención de beneficios. La condición de empleado y servidor público, su inherente independencia, también está ahora en jaque.


La función de mediación y arbitraje de Aena como garante de las reglas del juego de la competencia entre empresas, y como valedora de los derechos del pasajero, sólo ha sido posible desde su carácter público. La eficiencia de sus empleados públicos, la gestión en red solidaria y la reinversión colectiva de los beneficios de Aena han permitido poner el servicio público de los aeropuertos españoles al máximo nivel mundial, y también que se hayan dotado los aeropuertos de organización e infraestructuras capaces de afrontar su desarrollo a décadas vista, habiéndose logrado sin ningún coste para el contribuyente, sufragándose todos los gastos únicamente con las tasas cobradas a las compañías aéreas.


Es harto llamativo que sea precisamente ahora, con las obras de Madrid y Barcelona ya finalizadas, redefinidas las competencias profesionales de su personal, e iniciando Aena su recuperación económica, cuando se quiera dejar bien atada, por décadas, la privatización de la gestión de los dos mayores aeropuertos españoles. Y es que lo cierto es que se ha aprovechado la coyuntura económica y un estado de cuentas fuertemente condicionado por la amortización de las infraestructuras, y se ha fijado para los aeropuertos el precio más bajo posible, asegurando así la mayor ganancia para los oportunistas allegados.


Hay que recalcar, que con el objeto de desviar la atención de la opinión pública, sobre esta enorme operación especuladora y de expolio, premeditadamente el gobierno español ha abocado a los controladores aéreos a una situación de conflicto, y teniendo completamente prevista tal circunstancia, ha procurado maximizar su impacto mediático, para suscitar el respaldo de la opinión pública a la promulgación del estado de alarma y la militarización del espacio aéreo, con la excusa de resolver el problema que el propio gobierno había generado, buscando además que esto le permitiese intentar coaccionar la respuesta contra la privatización del resto de los trabajadores aeroportuarios, cuya oposición ya se conocía.


También entendemos que con este episodio se ha pretendido y casi conseguido camuflar el inicio de la privatización del negocio público de la lotería y el flagrante ataque que el ejecutivo español ha perpetrado contra sus ciudadanos más desfavorecidos, traicionando las propias bases sociales que lo sustentan, al retirar el subsidio a los parados de larga duración, y legitimando la solución de conflictos laborales por decreto, estableciendo un grave antecedente con el propósito de dificultar o imposibilitar las protestas en el futuro, de cualquier otro sector que para el caso se considere estratégico.


Es urgente atajar este comportamiento antidemocrático de nuestros gobernantes que al parecer se han olvidado completamente de a quienes representan y en nombre de quienes ejercen el gobierno.


Hemos de advertirles, con toda la firmeza necesaria, que NOSOTROS NO NOS VENDEMOS, y debemos señalarles y exigirles que tampoco aceptamos que ellos se dejen comprar.


Mediante el ejercicio de la dignidad y la responsabilidad hemos de recuperar el protagonismo colectivo y solidario de la sociedad frente a las imposiciones de la dictadura del mercado.


Hacemos un llamamiento a la ciudadanía consciente, a las organizaciones y agentes sociales comprometidos, a los informadores no alienados, a los trabajadores activos y parados, a los pensionistas, a los estudiantes, a los personajes públicos e intelectuales que aún se mantienen lúcidos y críticos.


A seguir perseverando contra el derrotismo y la insolidaridad que nos pretenden imponer desde el poder.


A provocar el necesario cambio de opinión y de actitud que nuestra sociedad requiere, para salir del letargo y la apatía que la paraliza.


A continuar la lucha contra la implantación global del totalitarismo mercantilista, que pretende reducir a las personas a funciones meramente productivas y consumidoras y que contempla a los individuos como simples valores estadísticos.
Por la implantación de medidas sociales de lucha contra la crisis económica:


Lucha real contra el fraude fiscal y laboral.


Medidas administrativas para el “reflote” de economía sumergida y su incorporación al sistema de cotización.


Préstamos públicos a precio de coste para autónomos y pequeñas empresas.


Contrarreforma del IRPF, recuperando temporalmente los anteriores tipos impositivos de las rentas más altas.


Regulación de la Bolsa para proteger la inversión e impedir maniobras especulativas.


Reparto del empleo, mediante la reducción de la jornada de trabajo, la abolición de las horas extras “habituales” y la jubilación voluntaria a los 60 años.


Legalización e incorporación efectiva al sistema de cotización de los trabajadores inmigrantes de la economía sumergida.


Aumento de las pensiones mínimas y establecimiento de un salario social, sufragándose mediante la recuperación del impuesto sobre el patrimonio, impuesto especial al lujo, impuestos sobre los beneficios de la banca y las transacciones financieras (Tasa Tobin, ITF), y sobre el rendimiento en bolsa de las grandes empresas, que hoy se eluden mediante las SICAV (sociedades de inversión de capital variable). Recuperación de las ayudas al desarrollo. Abolición de paraísos fiscales.


Recuperación de la gestión pública de todos los servicios públicos, incrementando los efectivos en áreas de interés general que son deficitarias en personal, tales como: Investigación. Sanidad Asistencial y Preventiva. Educación. Prevención y Salud Laboral. Educación. Prevención, Gestión y Vigilancia Medioambiental. Inspección de Trabajo, Inspección Fiscal, Inspección de Consumo, Servicios Sociales, Administración de Justicia, Mantenimiento de Infraestructuras (carreteras, centros educativos), etc. Pudiéndose incorporar al servicio público, mediante las pruebas adecuadas, un gran contingente de parados subsidiados que hoy no son productivos, así como jóvenes universitarios que buscan su primer empleo.


POR ELLO, LAS ORGANIZACIONES ABAJO FIRMANTES APOYAMOS LA CONCENTRACIÓN CONTRA LA PRIVATIZACIÓN DE AENA QUE SE VA A CELEBRAR EL PRÓXIMO DÍA 16 DE DICIEMBRE EL LA TERMINAL 2 SALIDAS A LAS 12 HORAS.


Porque otro mundo es posible y cada vez más necesario.
Primeros firmantes (lista abierta): CGT-AENA, Izquierda Anticapitalista

Puedes seguir la convocatoria y apoyarla en:
http://www.facebook.com/profile.php?id=1133982826#!/event.php?eid=118446718221585

LA UE PROPONE UN MARCO LEGAL QUE DISCRIMINA A TRABAJADORES INMIGRANTES

El País, ANDREU MISSÉ, 13-12-2010


Si no hay una reacción de última hora, Europa dará la segunda estocada a los inmigrantes de fuera de la Unión con la aprobación de la norma que pretende regular la inmigración legal. El Parlamento Europeo debatirá hoy y votará mañana la directiva de permiso único, que establece un procedimiento para los permisos de residencia y trabajo para los ciudadanos de países de fuera de la Unión. El texto, que aspira a crear una política global en materia de inmigración, está plagado de discriminaciones a estos trabajadores con la derogación de importantes derechos y la exclusión de varios colectivos.
En junio de 2008, la UE aprobó la directiva de retorno para luchar contra la llamada “inmigración ilegal”, que dio un plazo de entre siete y 30 días para el retorno voluntario de los sin papeles y autorizaba a la detención de inmigrantes indocumentados hasta 18 meses. La dureza de las medidas se justificó entonces con el anuncio de una futura legislación para la inmigración legal para darle un trato justo.
La realidad es que la propuesta, que pretende fijar un marco de derechos uniforme para estos inmigrantes, está llena de exclusiones y derogaciones. Perjudica, por ejemplo, a los trabajadores temporales, a los desplazados, a los trasladados por empresas de terceros países, a los de empresas prestadoras de servicios mediante contrato y a determinados puestos de aprendices.
Claude Moraes, eurodiputado laborista, advierte de que el riesgo “es la injusta diferencia que se establece entre los trabajadores europeos y los desplazados de terceros países”. “Muchas compañías”, añade, “verán más conveniente trasladar sus sedes a países como Marruecos o Turquía y desplazar después a los trabajadores de esos países a sus sucursales en la UE para evitar tener que darles los mismos derechos que tienen los europeos”.
Las derogaciones más significativas son las referidas a la exportación de pensiones, el reconocimiento de prestaciones familiares, el derecho a la vivienda, a la formación y a la educación permanente. Un ejemplo: un emigrante turco o marroquí que haya trabajado en Alemania, no podrá recibir su pensión en su país de origen si decide retirarse allí. Deberá permanecer en el país donde haya trabajado, a no ser que la legislación de este último se lo permita.
Véronique Mathieu, eurodiputada del Partido Popular Europeo y ponente de la directiva, sostiene que la exclusión de los temporeros y los trabajadores trasladados dentro de su empresa “está justificada porque la Comisión ha presentado propuestas de directivas específicas para estas categorías”. En su opinión, “incluir a estos trabajadores en esta propuesta obligaría a modificar todo el proyecto inicial de la Comisión y aplazar aún más su adopción”. El Grupo socialista ha presentado enmiendas para eliminar estas exclusiones, pero han sido rechazadas por los populares y por los liberales.
La UE ve a los inmigrantes fundamentalmente desde la perspectiva de la seguridad: el Consejo elegido para aprobar una materia de derechos laborales y sociales ha sido el de Justicia e Interior, y no el de Empleo y Asuntos Sociales. Si el Parlamento Europeo aprueba mañana la directiva – para lo que es suficiente la mayoría simple – sin enmiendas significativas, la norma será adoptada definitivamente el próximo 21 de diciembre por el Consejo de Justicia e Interior. Si la propuesta no fuera aprobada, se abriría un nuevo procedimiento de discusión en el que tendrían audiencia patronales, sindicatos y organizaciones civiles y no gubernamentales.
La aprobación de esta directiva consagraría la inferioridad del derecho europeo en materia laboral y social respecto al Convenio de Naciones Unidas de 1990 sobre la protección de derechos de todos los trabajadores inmigrantes y sus familias, que solo ha sido ratificado por 44 Estados, de los que solo hay tres europeos (Albania, Bosnia – Herzegovina y Turquía) y firmado por 15, dos de ellos europeos (Serbia y Montenegro).
La propuesta de directiva de permiso único es también contraria a la Convención del Consejo de Europa sobre trabajadores inmigrantes de 1977, en lo referente a condiciones de trabajo, seguridad social y vivienda. Esta convención ha sido ratificada y está en vigor en varios países europeos, como Francia, Italia, Holanda, Noruega, Portugal, España, Suecia, Turquía y Ucrania.
http://www.elpais.com/articulo/economia/UE/propone/marco/legal/discrimina/trabajadores/inmigrantes/elpepieco/20101213elpepieco_2/Tes



13 de diciembre de 2010

NO RENUNCIAMOS A NADA (HK ET LES SALTIMBANKS (VIDEO)


Hk & Les Saltimbanks - "On lâche rien"
Cargado por HkOfficiel. - Videos de música, entrevistas a los artistas, conciertos y más.

HUELGA DE CONSUMO 21 DE DICIEMBRE

ACTOS CONVOCADOS POR CCOO Y UGT PARA LOS DÍAS 15 Y 18 DE OCTUBRE DE 2010


Descarga aquí el archivo adjunto para ver el calendario de actos convocados en todo el Estado.
CCOO y UGT han convocado para el miércoles próximo, 15 de diciembre, coincidiendo con la Jornada de acción europea de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), movilizaciones en las empresas y sectores, que serán la antesala de las manifestaciones que se celebrarán en las principales ciudades del país el 18 de diciembre.

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9 de diciembre de 2010

DE CONTROLADORES AÉREOS, TRAMPANTOJOS, SOCIEDAD ZOMBIE Y FISCAL FACCIOSO


Por Marat

En unos pocos meses el Gobierno Zapatero ha pasado del “mantendremos el gasto social” al “quien le echa un pulso al Estado, pierde” (1). No parece casual el protagonismo en estos días del Ministerio de Defensa (militarización a punta de pistola del control aéreo del país), con la desaparición de escena de Fomento, el de Interior (con Alfredo Pérez Rubalcaba haciendo doblete de Portavoz del Gobierno) y el de Justicia, a través del Fiscal General del Estado, Conde Pumpido, pidiendo sangre (condena a 8 años de cárcel a los “sediciosos”). 

La petición del Fiscal General del Estado cerrando la terna de matones de barrio del Gobierno PSOE dice bien a las claras hasta qué punto quien se acuesta un día negando la mayor (que esté sometido a las ansias privatizadoras del capital) y se levanta al día siguiente traicionando a los trabajadores y vendiendo los restos del ajuar (contrarreforma laboral, próxima ampliación de la edad de jubilación, recomendaciones de que los trabajadores se hagan un plan de pensiones privado, eliminación en febrero de los 426 € para parados de larga duración, rebajando impuestos de sociedades a las PYMES, privatizando el 49% de AENA, privatización parcial de las Loterías,...curiosamente aquello que da dinero al Estado) necesita de la represión de la porra policial, el “derecho” burgués y hasta el ejercito, si se tercia, para dejar claro quién manda en la nación: el capitalismo de los 37 superempresarios de los “diálogos monclovitas” (“nosotros mandamos, tu ejecutas”) y los tiburones al ataque de los últimos jirones del Estado del Bienestar.

El paulatino comportamiento ciego, sordo, insensible e intelectualmente estúpido de un Gobierno que progresivamente se ha ido colocando a espaldas de los trabajadores y hasta de la nación (cuando su represión sobre lo que no es la clase trabajadora tradicional busca un escarmiento preventivo para todos en espalda ajena) ha venido marcando el ritmo de deterioro de la situación económica y, lo que es más grave, del mandato político más allá (nunca por encima dentro del sistema capitalista) de lo que eufemística y obscenamente llama la derecha “los mercados”.

El primer aviso lo dio el neoconverso desde el sindicalismo claudicante (UGT) hasta el nuevo espejismo de Gobierno remodelado, Valeriano Gómez (debutante Ministro del Paro), cuando dijo aquella genialidad de “la reforma laboral ha venido para quedarse” (2).

Era el anuncio de que ya no había migajas que ofrecer al sindicalismo burocrático de concertación y pacto social. Cuando lo que se hace es donar graciosamente el Estado del Bienestar y los derechos de los trabajadores al capitalismo, no hay nada que ofrecer, máximo si la Huelga General del 29-S, la más justificada en la historia española de esto que llaman democracia y no lo es, se convocó a regañadientes, con freno y marcha atrás (la convocatoria de movilizaciones del 15 y 18 de Diciembre es clandestina), por sus principales gestores: “ni tengo nada que ofrecerte, porque ya no te necesito, ni te temo”. Ese era el mensaje posterior a la 29-S por parte del menguante Gobierno español.

Mientras tanto, la crisis del espacio aéreo español está sucediendo con clamoroso silencio de CCOO y UGT. ¿Cálculo, desborde ante la situación provocada el pasado viernes de acueducto por el anuncio, a última hora de la jornada laboral, realizado por el Gobierno Zapatero y los acontecimientos posteriores, estúpido y reaccionario reflejo de no defender a los “corporativos” porque esos nos son trabajadores sino privilegiados bien pagados al servicio de la derecha? Un poco de todo, ¿no creen? Por cierto, ¿quién es la derecha política que ahora nos golpea a los trabajadores? Espero que nadie pretenda emplear el torpe subterfugio de “el PSOE está haciendo política de derechas pero no es la derecha” porque además de torpe es, con la que está cayendo, sucio. 

De lo que sucedió desde el viernes 3 de Diciembre hasta hoy ustedes son tan conscientes como yo, y si no lo son es porque se han dejado abducir por la “propaganda” (llamar información al vomitivo espectáculo de los mass mierda es repugnante), por lo que no debiera detenerme demasiado en los principales capítulos de los hechos.

Pero creo que es conveniente hacerlo en relación a los “fenómenos” que se han producido en estos días:

1)      Provocación del Gobierno español a los controladores aéreos para hacerlos saltar, al aprobar la privatización parcial de AENA a última hora del inicio de un puente. El objetivo era que su sindicato, USCA, no pudiera reaccionar de un modo “legal”; es decir, convocando una huelga con 10 días naturales de antelación (en servicio público). Si nos tomamos la molestia de mirar el calendario, USCA no hubiera tenido posibilidad de convocar legalmente su huelga hasta el 20 de Diciembre (¡17 días después de la aprobación de la privatización de la mitad de los aeropuertos españoles). Al no haber periódo hábil para presentar la convocatoria de huelga ante el Ministerio de Trabajo hasta el día 8 de Diciembre, por estar sus despachos cerrados, el primer día de anuncio de la huelga hubiera debido ser el 9 de Diciembre y hasta el 18, sábado, no hubiera podido llevarse a cabo (un día de efectos huelguísticos flojos, al no haber actividad laboral), por lo que hubiera debido trasladarse al lunes 20 de Diciembre para tener algún efecto notable. 

Por otro lado, convocar una huelga 17 días después de aprobado el decreto ley gubernamental hubiera tenido el efecto de hacer que los controladores “interiorizaran” la “inevitabilidad e irretroactividad” del mismo y se entregaran al golpe de mano del Gobierno. En este estado de cosas, el objetivo era hacerles “saltar” en el puente para
a)      Justificar su represión posterior: juzgarlos militarmente
b)     Echarles encima a la opinión pública (¡beeeeeeee, beeeeeee!), indignada ante el “secuestro” de los viajeros y su “chantaje” a la sociedad. Los numeritos de lágrimas, gente grabándoles (sin su permiso) con sus móviles, viajeros que se habían quedado sin su puente, “pérdidas enormes” para la  economía y demás fanfarria.
c)     Escarmentar en espalda ajena a otros colectivos de trabajadores de sectores estratégicos que pudieran estar tentados de responder con la huelga a las medidas que desde la contrarreforma laboral viene regalándonos el Gobierno. Un aviso a navegantes, por así llamarlo.

2)      Mientras tanto vuelta a la carraca de sus sueldazos y privilegios y a buscar el linchamiento mediático (y si fuera menester de la reacción de las masas) de estos trabajadores; curiosamente de unos trabajadores que han tenido los arrestos de revolverse y negarse a tragar con las medidas desreguladoras derivadas de la próxima privatización, al contrario que el resto, que ha tragado en el silencio de los borregos con todas las medidas aplicadas contra el conjunto de los trabajadores.

3)      Y todo ello aderezado en estos días con insinuaciones a la benevolencia con el delator que acuse a los instigadores de la huelga no declarada.

Todo lo acontecido con esta huelga no es sino una artimaña preparada e incentivada por el Gobierno español para hacer luz de gas sobre las medidas gubernamentales aprobadas para el conjunto de los trabajadores, utilizando como mecanismo de indecente trampantojo a los controladores aéreos que no tuvieron otra opción que responder a la provocación como previamente se había calculado que lo harían.

Los “saborizantes” de tan delicioso plato no fueron otros que el aderezo de la envidia hacia unos salarios superiores a los de la mayoría de los trabajadores, el resentimiento social bien estimulado desde los poderes públicos y mediáticos, la frustración y la rabia social que, en vez de dirigirse hacia los banqueros, los empresarios y plutócratas, a los que requirió el Gobierno como justificación de sus medidas pergeñadas en el encuentro con los 37 tiburones en Moncloa el sábado 27 de Noviembre.

El adocenamiento, el miedo a movilizarse, la abducción de los trabajadores españoles por la ideología del capital y sus esbirros políticos necesitaban una válvula de salida porque la rabia social existe. Y Zapatero encontró a sus cabezas de turco.

Personalmente, no siento ninguna simpatía por un grupo de trabajadores como el de los controladores aéreos. Su ideología política estoy convencido que es opuesta a la mía, su sindicalismo me parece gremialista y su búsqueda de soluciones nunca ha cuestionado el orden social ni se enmarcará en un proyecto colectivo.

Pero estoy convencido de que los trabajadores no obtendremos solución alguna del empeoramiento de sus condiciones, no los considero mis enemigos de clase, sino a los banqueros, los plutócratas y a quienes cumplen políticamente sus objetivos.

Por otro lado, tengo claro que buena parte de los que hacen un supuesto discurso de clase, en la mayoría de los casos, no están entre los que más están luchando contra los designios del capital. Al contrario, encuentro mucho revolucionario de salón que busca su justificación para dignificarse en cabeza ajena.

Ninguna huelga, convocada expresamente o no, tiene efecto si no se nota, no hace daño y se comporta ejemplarmente en su civismo con el poder y la ciudadanía. El poder de la huelga nace, por el contrario, de su capacidad de presión.

Son molestos los efectos de una huelga cuando se sufre como ciudadano y no se está implicado en ella como trabajador. Pero no hay otro modo de hacerla, si lo que se quiere es que los poderes económico y político se enteren de ella.

Muchos madrileños hemos sufrido los efectos de la huelga del metropolitano en su día pero muchos también éramos conscientes de que sólo si tenía éxito, y el éxito pasaba por hacer ruido y descoyuntar un poco la realidad cotidiana de la ciudad, lograrían los trabajadores de Metro un poco de respeto del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid. Aún recuerdo cuando la Presideenta de la CAM, señora Aguirre, llegó a insinuar también la militarización del la actividad de este medio de transporte y retengo en mi memoria los mismos insultos de buena parte de la caverna PPera, y no sólo PPera, sino también de mucho cretino insolidario con aquello de los sueldazos, lo privilegiados que eran dichos trabajadores, el chantaje y las peticiones cárcel para los sindicalistas de Metro Madrid. En fin, que la historia se repite, por mucho que ahora alguien pretenda buscarle las diferencias.

El PSOE se ha instalado en la locura. De una posición "imperturbable", que en realidad era un la de un sonámbulo, durante el primer año de la crisis, ha pasado a encamarse obscenamente con el capital.

Este es el momento de dar una respuesta contundente a la fascistización progresiva de este gobierno de esbirros del capitalismo. Y esa respuesta debe de ser de clase. Ya no se trata de discutir si los controladores son galgos (privilegiados con grandes sueldazos) o podencos (trabajadores que se oponen a ser laminados brutalmente y a traición). Es toda la clase obrera la que deberá preparar su incineración en el horno crematorio del capitalismo "patrio" y mundial, mientras el PSOE aprieta el botón de la caldera.

A partir de ahora, cualquier huelga de colectivos de trabajadores con capacidad de protesta y presión -sector energético (petroleras y distribuidores derivados del petróleo y gas, eléctricas,...), alimentario, transporte por carretera de mercancías o de personas, ferroviario, transporte urbano de autobuses municipales o de metropolitano, limpiezas municipales,...- será acusado de sedicioso si se pone en huelga. Sedición es un término aplicado a los militares cuando se levantan contra un régimen civil pero no puede ser aplicado a trabajadores civiles. Pero establecido ya que cualquier trabajador con capacidad de influir estratégicamente en la economía puede ser acusado de sedicioso, si no acude a su trabajo, luego lo será cualquier otro trabajador que se ponga en huelga, declarada expresamente o no.

"No preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti" (John Donne)
Esta canallada del Gobierno de la nación y de su brazo armado fiscal, el enloquecido neocatecúmeno fascista Conde Pumpido deben de tener respuesta de TODOS LOS TRABAJADORES PORQUE LAS CAMPANAS PRONTO REDOBLARÁN POR TODOS NOSOTROS. Si había motivos para otra Huelga General, ahora nos han dado todos los que faltaban.

NOTAS:

ECONOMÍA DEL COLAPSO

Por Albert Recio. Revista “Mientras Tanto”

Aunque en nuestra imaginación las catástrofes suelan adoptar una forma apocalíptica, como en el desastre de Hiroshima y Nagasaki, a menudo tienen formas menos teatrales: una sucesión de pequeños desastres que acaban por generar un resultado brutal. Muchas de las mayores tragedias de la humanidad, como la sucesión de grandes guerras, han venido precedidas por esta dinámica de los pequeños fallos que al final han conducido a una crisis inevitable. Ésta es la forma que siempre he pensado que va a tomar —posiblemente ya ha tomado— la crisis ambiental y la forma que está adoptando la evolución de la actual crisis —mejor, recesión— económica. Mientras suceden una serie de desastres intermedios aún queda espacio para enderezar el rumbo, pero el apego a una línea de conducta inadecuada bloquea esta posibilidad y conduce a una situación fuera de control.
Estamos asistiendo a un nuevo episodio de este espiral de tragedias. Una nueva tormenta irlandesa (siempre hay un país que sirve para nombrar cada capítulo, un nombre que sirve para eludir el carácter sistémico del proceso) que, de momento, ya ha justificado un plan de rescate y su contrapartida de costes sociales, pero que anuncia nuevos episodios (como los viejos comics de “aventis”) enfocando a Portugal, a España y, más allá, a Italia y Bélgica. Si el rumbo no cambia parece evidente que el ajuste español, por su tamaño, acarrearía un salto cuantitativo importante. Que el modelo irlandés era inestable lo veía cualquiera que no hubiera sido adoctrinado en la dogmática de la economía neoclásica moderna. Pero el ajuste actual no se explica sólo en los fallos del modelo sino también en la contumacia de las recetas.
Por una parte desde el crac de Lehman Brothers la consigna ha sido no dejar quebrar ningún banco más. En teoría esto se limitaría a aquellos con un tamaño multinacional, pero en la práctica la cobertura se ha extendido a un número mucho mayor de entidades. Ello supone una ruptura de la lógica normal de la economía mercantil, que permite la quiebra o concurso voluntario. (El acreedor deja de pagar, negocia una “quita” o reducción de su deuda, unos plazos de pago generosos y, si todo ello es insuficiente, se liquida; lo que supone que los deudores pierden parte de sus ingresos, pagan por sus errores a la hora de evaluar riesgos). La única forma de evitar este proceso es transfiriendo la deuda al sector público, impidiéndo a éste actuar como un ente privado y por tanto endeudando de sopetón al conjunto de la población. La justificación que se da al impedimento de la quiebra bancaria es que, de producirse, afectaría gravemente al hipersensible sistema financiero, lo que generaría un proceso en cadena de incalculables y peligrosas consecuencias. Pero si se acepta este razonamiento, lo que hay que hacer es una regulación/reordenación del sistema financiero que reduzca su hipersensibilidad, que imponga cortafuegos, impida comportamientos erráticos, corte la especulación generadora de desastres. El sistema financiero siempre ha sido una fuente de problemas, pero no cabe duda que la liberalización neoliberal ha incrementado su inestabilidad y sin reconducir este problema sólo queda averiguar dónde estallará la próxima bomba y a qué país le tocará aplicar un ajuste/rescate.
Por otra parte está la Unión Europea. Creada con un modelo que por un lado deja sin control los movimientos del capital y por otro genera directrices rígidas a seguir por los gestores públicos. Un modelo de actuación impuesto al alibi por la dogmática neoliberal y por la pretensión de los grandes países (especialmente Alemania) de imponer sus directrices al resto. El resultado es un modelo que ha fallado en la prevención de los problemas (es notorio el nulo control del pomposo Banco Central Europeo sobre la actuación de la banca privada) y constituye un fracaso en el tratamiento de la enfermedad. La política de austeridad impuesta a los países con problemas no sólo genera enormes costes sociales sino que convierte el endeudamiento en un mal endémico para muchos años. La negativa del BCE a intervenir en el mercado de la deuda (como sí lo ha hecho la Reserva Federal comprando cantidades ingentes de bonos basura) alimenta las tensiones financieras de los estados en dificultades, pues permite a los piratas financieros hacer “apuestas” que fuerzan a incrementos criminales de los tipos de interés. Muchas de estas presiones no se hubieran desencadenado si el BCE hubiera adquirido deuda griega e irlandesa y mucho menos si no se hubiera forzado a los estados a “socializar” las deudas privadas de sus bancos.
El camino del desastre está marcado por políticos y técnicos incompetentes que no saben reconocer que el manual con que se orientaban lo había escrito gente fantasiosa pero poco realista. La fuerza de los intereses creados, de un sistema financiero todopoderoso impone un guión de tragedia griega. Con sujetos que no pueden escapar de una lógica atroz. La combinación de poderosos, y obsesivos, intereses de la elite mundial con la desorientación, seguidismo y conservadurismo de los dirigentes públicos (políticos y asesores) configura un cóctel letal para el bienestar de la inmensa mayoría de la población.
Nos quieren hacer pagar por un endeudamiento que es, básicamente, el resultado de los problemas generados por el modelo neoliberal: el desequilibrio exterior recurrente de muchos países, las desigualdades de renta intolerables y un sistema financiero desbocado. Sin atajar estas tres grandes cuestiones la sucesión de sociedades con problemas será persistente (y su injusta traducción en graves costes sociales para la mayoría). Y por ello hay que partir de la base de que el tema de la deuda no tiene solución sin una reducción de la misma. Y la vía que se me ocurre más sencilla es dejar que los grandes deudores privados, los bancos con problemas, quiebren y funcionen los mecanismos clásicos de la quita y el aplazamiento de pagos. Evidentemente no es la solución global. Pero sí puede ayudar a impedir la expansión de una dinámica enloquecida, al tiempo que ponga a debate las estructuras profundas que están en el origen principal de los problemas: la dinámica de la globalización, las políticas neoliberales, el modelo de construcción europea...
En manos de los pirómanos
Tras examinarse ante los grandes financieros internacionales, ahora Rodríguez Zapatero ha repetido ante los verdaderos amos del país. Sólo ha sacado de la convocatoria, por razones de imagen, a las principales empresas de capital multinacional que controlan posiciones clave en el sector industrial (aunque la presencia de multinacionales es tan grande que no ha podido evitarlas del todo, Agbar y Cepsa se han colado en la convocatoria). Se trata de una muestra representativa de quién manda en el país, de cuáles son sus intereses reales, de cuál es su grado de control sobre las decisiones públicas.
Si adoptamos un punto de vista sectorial, encontramos 7 empresas financieras (Santander. BBVA, Banco Popular, Banco Sabadell, la Caixa, Caja Madrid y la aseguradora Mapfre), 8 ligadas a la construcción y a la gestión de servicios públicos (ACS, FCC, Acciona, OHL, Sacyr, Ferrovial y las ingenierías Técnicas Reunidas y Abengoa ), 5 energéticas (Repsol, Cepsa, Gas Natural, Endesa, Iberdrola), 5 gestoras de servicios públicos (Hispasat, Telefónica, Abertis, Agbar y la aeronaútica Iberia), 3 turísticas (Sol Melià, Globalia y Riu), 3 de distribución (el Corte Inglés, Inditex-Zara, Mercadona, más el representante de Anfac), 2 de medios de comunicación (Telecinco, Planeta) y sólo 5 ligadas a distintas actividades industriales y tecnológicas: Gamesa (equipos eólicos), Indra (electrónica), MCC (grupo de las cooperativas vascas), Grifols (farmaceútica) y Ebro Foods (alimentaria). Esta sola enumeración es significativa del peso que tienen las distintas actividades en el núcleo central de nuestro capitalismo. La mayor aglomeración sectorial se encuentra también en aquellos que han protagonizado la burbuja financiero-constructora. Por el contrario conviene subrayar que el único grupo con una presencia claramente industrial es, no casualmente, un grupo cooperativo que, por muchas cuestiones críticas que tiene abiertas, sigue funcionando con una lógica bastante distinta que la que ha regido en las empresas capitalistas prototípicas.
Hay otras lecturas posibles de esta “selección nacional”. Por ejemplo, resulta palpable que once de las empresas participan del patronato de la Fundación Fedea, el principal productor de propuestas neoliberales y de reformas estructurales del país (sólo cuatro de sus empresas-patrones han sido excluidas del magno evento, la extranjera BP, las menores Bolsa de Madrid e Ibercaja y el grupo March, ya representado a través de sus participadas ACS y Abertis). Muchos de los presentes han firmado asimismo el documento, también neoliberal, de la Fundación Everis. El peso de empresas cuyo negocio se basa en la gestión de servicios públicos o el suministro público es aplastante (incluidas aquellas que provienen directamente de las privatizaciones de la década pasada). No era por tanto imaginable que de la mayoría de estas empresas salieran propuestas orientadas a un cambio profundo del modelo productivo, sino más bien demandas que refuercen sus líneas de negocio. Ellas han sido las principales creadoras-beneficiarias del modelo que nos ha conducido al desastre. Y en lugar de exigirles responsabilidades y emprender su reforma estructural, se les pide una vez más que sigan orientado nuestro futuro.
El resultado de la reunión ha seguido la pauta esperada. Más bien han sido las empresas las que le han marcado el camino al Gobierno, y le han exigido “que no le tiemble el pulso”, que no ceda ante las presiones sociales. Y han sido precisos en sus demandas: culminar la concentración/privatización de las cajas, aclarar el modelo energético (freno a las renovables que complican el modelo de negocio) y, sobre todo, reforma laboral y de pensiones. Ya ha salido la propuesta de crear un organismo nacional de control de la competitividad para “poner presión”, o sea institucionalizar el desguace de derechos sociales, la eliminación de barreras ambientales, condicionar la entera vida social al evanescente objetivo de la competitividad.
En una lectura crítica, el grado de sumisión de los poderes públicos a los intereses de una minoría que globalmente representa un modelo de capitalismo rentista y parasitario resulta absolutamente escandalosa. Desde una perspectiva democrática, constituye un acto absolutamente irresponsable que las únicas voces que escuche un presidente de Gobierno de izquierdas sean las de estos intereses oligárquicos o las de sus asesores áulicos (los 100 insignes). Desde una perspectiva reformista, el desprecio que se hace al tejido social (incluso a los segmentos más vivos del mundo empresarial) demuestra la estolidez de unas elites dirigentes que sólo son capaces de pensar la economía en clave de unos pocos intereses. El gobierno se rebaja a ser un mero ejecutor de los grandes intereses, con unas formas que nos llevan a recordar las más esquemáticas formulaciones marxistas sobre el papel del Estado. Podemos pensar en inculpar a estos dirigentes políticos por alentar a los que han creado un grave problema de inseguridad económica.
Macroproyectos y saqueo público
Los grandes proyectos de infraestructuras se hacen más en función de los beneficios que de las necesidades reales. Sus promotores y propagandistas exageran siempre los beneficios potenciales y minimizan sus impactos sociales y ambientales. Para el negocio todo vale. Es algo que economistas ecológicos como José Manuel Naredo y Federico Aguilera llevan años demostrando. La “crisis de las autopistas” constituye un ejemplo de libro de todo este entramado de intereses, despilfarro y saqueo público.
El Gobierno del PP impulso la construcción de una nueva generación de autopistas de peaje, la mayoría en las cercanías de Madrid (radiales, eje Aeropuerto, Madrid-Ocaña-La Roda, Madrid-Toledo) y en el Sureste (circunvalación de Alacant, Alacant-Cartagena, Cartagena-Vera). Una vez realizados estos proyectos, que se han financiado con avales públicos que totalizan 3.513 millones de euros, se han demostrado un fiasco. Por dos razones básicas: porque el tráfico real es muy inferior al previsto para justificar el proyecto (en el caso más escandaloso, la Madrid-Barajas, sólo se ha llegado al 13% del tráfico previsto) y porque algunos fallos judiciales elevaron sustancialmente el pago de las indemnizaciones a los propietarios de los terrenos expropiados para construir las vías. Todo un clásico de los macroproyectos: exageración de los beneficios potenciales y saqueo de los intereses de personas con poco poder social. Lo lógico, de seguir los manuales de capitalismo competitivo, es que las empresas que erraron sus previsiones apechuguen en forma de pérdidas. Pero en el neocapitalismo oligárquico los problemas se resuelven apelando una vez más al paternalismo sumiso de papá Estado, y así las autopistas (sus promotores) van a ser salvadas con dinero público: Por una parte con créditos participativos del Gobierno (inicialmente 135 millones de euros, hasta alcanzar los 250 millones), esto es, créditos que pasan a convertirse en capital no recuperable en caso (seguro) de pérdidas. Y por otra parte con una aportación de 80 millones de euros como “adelanto de ingresos”, justificados como la diferencia entre los ingresos reales por peajes y el 80% de los ingresos teóricos previstos en los próximos tres años (algo totalmente fantasioso visto el bajo nivel de uso de estas autopistas). Como parece que el PP está poniendo trabas a esta última cuestión, el Gobierno ya ha aprobado el pasado 26 de noviembre un nuevo régimen tarifario y una prolongación del plazo de concesión a alguna de estas empresas (la RII de Madrid, la Alicante-Cartagena). Seguramente el siguiente paso será la nacionalización completa, regada eso si de una nueva compensación.
A riesgo de pasar por demagogo no me resisto a transcribir los nombres de los propietarios beneficiados por la medida. No hace falta ser muy experto en economía para adivinar los nombres de los interfectos: Abertis, Acciona. ACS, OHL, FCC, Ferrovial, Sacyr, OHL, Caja Madrid (todos invitados por Zapatero) a los que se suman algunos elementos de la segunda línea de empresas constructoras (Comsa Emte, ICC, Ploder, Sando, Azvi). Puestos a ser malpensados vale la pena anotar que casi todas las empresas del núcleo duro aparecen implicadas en varios de los más importantes escándalos de corrupción que asolan el país, como el caso Brugal (Sacyr), Orihuela (ACS, Acciona), Telde (ACS) o el Palau de la Música (Ferrovial). Eso sí: todos ellos empantanados en complejos procesos de los que nunca se llega a ver la salida. Es incluso morboso detectar que ha sido el grupo parlamentario de CiU el principal promotor de la medida. Una buena muestra de su modelo de colaboración público- privada.
Más allá de la anécdota cruel de inflar con fondos públicos la cuenta de resultados de unas empresas incompetentes (pues ello y no otra cosa es invertir en una actividad que no tiene mercado) lo que este caso muestra a las claras es la lógica de muchas de las políticas de infraestructuras: megaproyectos pensados sobre todo desde el punto de vista de conseguir transferencias públicas a costa de construir equipamientos infrautilizados, de tronchar el territorio, de destruir otras formas de actividad y de generar graves problemas ambientales. Tdo ello da una idea de cómo estamos sometidos al poder obsceno de una oligarquía despiadada y unos políticos sin sentido de lo público.