No es que en verano no haya noticias de las que hablar. Es que hay cosas de las que no se quiere hablar. Sólo tres ejemplos de cuestiones que tienen mucha menos atención que un beso forzado:
Exigencia de recortes en la UE por parte de Holanda y de los países frugales (Austria, Dinamarca y Suecia), como siempre frente al Sur
Prisión flotante del Reino Unido para 500 sin papeles, aunque su capacidad sea de 200.
Doy por supuesto un hecho por demostrar, que mis lectores sean lo bastante inteligentes como para sacar conclusiones respecto a los titulares anteriores. Las cuestiones que he mencionado merecían ocupar todo el verano. Fueron una ráfaga instantánea.
Pero las tres afectan directa y brutalmente a las clases subalternas que pagan la crisis capitalista.
La historia del beso va para dos semanas. La politiquería pudo haberla cortado con un cese fulminante desde el Gobierno. No le interesaba. No es sólo lo que tapa sino cómo dirige las energías políticas hacia la nada, el papel histórico de la progresía.
Las cuentas pendientes que hubiera con Luis Rubiales debieron haber sido saldadas antes. No hacerlo entonces indica cobardía y juego sucio con alguien que era mafia en el deporte. Politiquería a su altura.
En cuanto al feminismo nada. La misma historia que hace 40 años pero el mundo ha cambiado y ellas, las que viven del asunto, aún no lo saben.
El modo en que se han sumado casi todos los medios de la derecha, y la derecha política, a una condena que pudo haberse resuelto en un día, demuestra que todos jugaron a alargar como un chicle un show que a todos convenía estirar.
Ha servido hasta para hacer más corto el paréntesis hasta que gobierne Sánchez o haya nuevas elecciones.
Cuando tenga ganas y tiempo de sobra les contaré cómo un reaccionario como Juan Manuel de Prada se ha convertido en el camarada de ciertos izquierdistas de twitter, ahora X. Mientras sigan dentro de su Matrix particular no importarán demasiado.