Por
Marat
Muchas
son las lecciones que ha dado al mundo -o al menos para quienes
tengan la capacidad de entenderlas- el triunfo de Trump.
La
que quiero destacar en primer lugar, aunque no más importante, es
que la mercantilización de la política y del parlamentarismo
burgués ha traído como consecuencia, y no es una novedad, que
cuando la marca es muy potente, hay un equipo de marketing que sabe
detectar las “necesidades” del mercado político y pasta gansa
para la campaña, se pueden ganar unas elecciones por encima y contra
los aparatos de los partidos.
Trump
no es el único que ha logrado eso. Antes ya sucedió en “la vieja
Europa”, como dicen los estadounidenses. Y eso lo hizo Berlusconi,
aunque con la ventaja a su favor, de la que careció Trump, de contar
con un imperio mediático. En su caso la innovación de Berlusconi
fue total porque creó incluso sus propios partido y aparato contra
el resto de partidos y aparatos italianos.
Pero
cuando algo sucede en EEUU, aunque esta vez no haya sido la pionera,
se convierte rápidamente en tendencia mundial.
La
“hazaña” de Trump fue, con el establishment
mediático en su contra, vencer a dos
aparatos, el de su partido, fulminando a todos los
candidatos que se le opusieron, y siendo ninguneado por toda
la dirección del Partido Republicano, desde que se postuló
hasta el fin de la campaña electoral, y obviamente el del
Partido Demócrata.
Trump,
un gran capitalista, inició su carrera de plutócrata convirtiéndose
a sí mismo en marca personal. Sus empresas llevaban su apellido. Ha
tenido siempre claro cuál era la estrategia para triunfar: ser el
primer embajador y promotor de sí mismo. En los negocios le ha
funcionado, en política también. Obviamente, sabiendo rodearse en
ambos espacios, muy próximos entre sí, de gente muy inteligente,
que maneja las herramientas de marketing como nadie.
La
investigación de mercados y la político-electoral emplea las mismas
técnicas para conocer la realidad sobre la que quiere intervenir la
marca, el partido o el Estado: la encuesta (metodología
cuantitativa) y el grupo de discusión (metodología cualitativa). Y
el marketing económico y político se parecen también mucho entre sí.
El
equipo de Trump supo conectar con una necesidad real: la situación
depauperada de la clase trabajadora norteamericana, no sólo blanca,
como han demostrado los votos de importantes sectores de otras
etnias, que estaba ajena a la agenda electoral del equipo de Killary. Para quien crea que acabo de cometer una errata, le aclaro que es un
apodo de la señora Clinton que ha hecho fortuna por sus
celebraciones ante la destrucción de países como Libia o Siria, por
citar sólo dos ejemplos, de cuyos desastres era coautora, junto con
Obama.
Killary
Clinton, y su equipo de estrategas de campaña, siguieron al dedillo las
precedentes de Obama, pero con mucha menos credibilidad de la que él
tuvo en sus inicios. No voy a entrar en la percepción social
dominante sobre ella en EEUU porque de sobra se ha hablado ya. Fijó
unas desigualdades que señalar y unos públicos a los que dirigirse:
el machismo que sufren las mujeres, la situación de discriminación
de los gais y de los inmigrantes y etnias no blancas norteamericanas,
entre otros. Y se olvidó, error en el que no cayó Trump, de la clase trabajadora. Él, en cambio, tuvo en cuenta que
las clases sociales existen y que la trabajadora de EEUU lleva
perdiendo capacidad adquisitiva durante decenios. Tuvo claro que el
paro, menor que en Europa, es ya estructural en su país y que la
clase trabajadora era muy consciente de haber sido olvidada en los
discursos de los políticos del establishment norteamericano. Aclaro,
porque sé que hay mucho lector malintencionado y con mala baba, que
creo en la igualdad de derechos de tales colectivos y que me parecen
repugnantes las expresiones de Trump sobre ellos. Dicho esto, tengo claro que la contradicción capital-trabajo está por encima de la lucha contra la discriminación como palanca potencial para acabar con el capitalismo.
Trump
es un capitalista que cree religiosamente en el sistema capitalista,
exactamente lo mismo que Obama y que Killary. Pero ha sabido con qué
reclamo ganar: dirigirse a la clase trabajadora de EEUU, hablarles de
sus miedos ante el presente y de sus incertidumbres ante el futuro,
concentrarse en la política nacional y dar mucho menos peso a la
internacional, de la que sus votantes estaban descontentos porque
consideraban que el intervencionismo militar de su país estaba
gastando energías y dinero ingentes, en lugar de combatir la
situación interior de un país muy orgulloso en el pasado del
“american way of life”, pero que hoy está en decadencia en
cuanto a situación económica. Y ha conseguido, con ello, atraerse a
la clase trabajadora blanca y a no menos de un tercio de la de otras
etnias. Y eso a pesar de muros en la frontera porque es sabido que el
inmigrante legal, con frecuencia, para no ser satanizado, tiende a
marcar distancias con el sin papeles y el espalda mojada. Los
apellidos españoles no son una rareza, ni mucho menos en el Frente
Nacional francés. Algún día deberemos hablar de mitos de la
izquierda, como el de la solidaridad, porque, aunque imprescindible,
cuando no se basa en la clase y en la igualdad de clases sino en
oenegerismo de monja progre, acaba por ayudar al discurso
reaccionario de los Trump que en el mundo son y a romper la idea de
identidad y de conciencia de clase.
La
banalización de la política, convertida en un circo mediático, en
la que lo que importa es epatar, lograr titulares que hablen de ti,
aunque sea mal, ha sido un factor fundamental que Trump ha sabido
conjugar muy bien. Habrá que ver hasta qué punto Trump es un
incontrolado -si lo es, el complejo militar-industrial y Wall Street
le “ayudarán a controlarse”- o todo es una pose para magnetizar
a sus bases electorales.
Killary
es una progre, que es lo que son los procapitalistas que defienden,
solapada o abiertamente, el capitalismo de rostro humano dentro de
sus países y destruyen o justifican las destrucciones de pueblos
(los partidos progres que llevan bombardeadores de Libia en sus filas
y que están a favor de la permanencia de su país en la OTAN, por
ejemplo) que son necesarios para desvalijarles de sus riquezas
naturales e imponerles su “modelo de democracia”. Por cierto, no
recuerdo ninguno de esos países en los que predominen los blancos.
Puestos a hablar de racismo, Killary lo practicaba vía bombardeo con
una soltura digna de mejor causa. Y con Obama la policía ha matado
más negros en su país que durante el mandato de muchos presidentes
precedentes.
Y
Killary es también una progre porque niega las clases sociales, al
dotar de protagonismo en sus programas a colectivos, sectores, ONGs
controladas por los think tanks y fundaciones globalistas que han
sustituido revolución social por “movimientos sociales”. Como en
España y en Europa.
No
siento nostalgia alguna de Sanders que, aunque hablase de clase
trabajadora, no estaba lejos del lobby sionista, no planteaba la
desaparición de la OTAN y, acabó como los progres españoles,
optando por la criminal Killary para parar al fascista Trump. La
lógica del "mal menor" acaba causando males mayores porque
legitima lo hecho y lo por hacer.
Lo
que hoy se autodenomina como izquierda española o europea -algún
día hablaré del camelo del socialismo del siglo XXI, que no ha
hecho nada para ser socialista en sentido marxista, ni para cambiar
las relaciones sociales de producción en sus países- no es otra
cosa que una inmensa fosa séptica progre, beata, monjil, acobardada,
procapitalista, vociferente pero de tasca que, como Killary ha
sustituido clase por colectivos sociales, a cuyos dirigentes compra
con subvenciones. Como comunista creo que existen clases sociales,
que hay que luchar por su abolición, que el parlamentarismo es hoy
la gran trampa del capital para que continúe la falacia de la
“ilusión democrática”, que el cambio no vendrá por las urnas
sino por una revolución y, desde luego, no soy “de izquierda/s”;
algo que indicaba la posición en la que sentaron determinados
políticos en la Asamblea Nacional Constituyente -¡cómo les gusta
esa última palabra!- en 1789.
Y
como comunista, señalo a los progres como los principales cómplices, por haber abandonado y traicionado a la clase trabajadora, de que el fascismo campe por Europa y de que reaccionarios como Trump
triunfen hablándole a ella, a la que
golpearán no de forma muy diferente a como lo hacen los liberales
clásicos.
De cómo actuará en política nacional e internacional Donald Trump no hablo porque, además de ser una incógnita en estos momentos, quienes mandan no son los Presidentes sino los poderes económicos.
La cada vez mayor aversión que me produce el recibir, en nombre de su clase, la propaganda de unos señores empresarios y accionistas que hasta hace no mucho (creo que 2007) formaban parte del IBEX35 -hablo de Atresmedia, aunque lo mismo sería válido para otras corporaciones con dedicaciones similares- ha hecho que permaneciese en la ignorancia con respecto a la mayor parte del proceso electoral en EEUU. Como desde aquel 15 de mayo la "democracia" liberal estadounidense ha sido tomada como un ejemplo de algo por muchos ciudadanos, supongo que dicho proceso electoral ha tenido algún tipo de cobertura especial e intensiva en la televisión nacional, española.
ResponderEliminarCreo que la oligarquía, entre quienes podemos incluir, pues, a los mm.cc., sabe bien lo que no quiere -una movilización social liderada por la clase trabajadora, que apunte de alguna manera hacia la fuente y el origen de la desigualdad social/económica, que no es ni legal ni cultural sino real como la vida misma: la renta del capital-, y que por ello trata de dictaminar a la opinión del público, con demasiado éxito, cuál es la "alternativa". Y en este sentido, aquella que se dedica al negocio de la comunicación y que dictamina lo que es la "progresía", es cómplice, a través de la invisibilización de la clase trabajadora y de su realidad, de aquellos otros oligarcas y oportunistas (como Trump, o Le Pen) que la terminan atrayendo hacia la extrema derecha.
Sólo puedo corroborar lo que usted dice sobre el olvido intencionado de la realidad de clase recordando que, en 2013, conservadores y laboristas alcanzaban un acuerdo sobre el matrimonio homosexual (http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/05/20/actualidad/1369072946_724340.html). Mientras los trabajadores y trabajadoras del Reino Unido estaban sometidos y oprimidos por las políticas administradas por el ejecutivo de la UE, el UKIP intenta abanderar el hastío de aquella, y desde ninguna marca parlamentaria (y tampoco en muchas de las extraparlamentarias) se decía nada al respecto. Una lectura "malintencionada" de este problema, sería absolutamente injusta, y es una pena que necesite aclararlo por escrito.
He dado por supuesto, en más de una ocasión, que puedo reproducir sus artículos en mi espacio virtual de blogger (http://la-historia-los-juzgara.blogspot.com.es/2016/11/eeuu-la-marca-y-el-equipo-de-marketing.html). He referenciado su autoría y también la fuente original de este artículo.
Gracias y saludos.
Que Trump es un fascista, no me cabe la menor duda.
ResponderEliminarQue H. Clinton lo es también, tampoco...
Que Trump gano la mayoría absoluta de "Grandes Electores" en la reciente elección presidencial de EE.UU., no me cabe la menor duda.
Que H. Clinton gano el voto popular en esas mismas elecciones, tampoco...
Que Trump representa a una cierta oligarquía norteamericana (El que quiera empezar a comprender quien financia a este pájaro que mire la lista de inquilinos del Trump Tower en NY) no me cabe la menor duda.
Que H. Clinton representa a otro tipo de oligarquía norteamericana e internacional (El que quiera saber de donde viene el dinero de la Fundación Clinton que lea los emails revelados recientemente por Wikileaks) tampoco...
Ahora solo falta que los amigos de Hillary (Soros, Gene Sharp, y otros hijos de su madre) le monten a Trump una "revolucioncilla de colores" para que los mocosos podemitas de Bernie Sanders puedan desfogarse en las calles de las principales ciudades norteamericanas...
Sorpresas te da la vida... o como diría Paco: "Todo esta atado y bien atado"...
Lo que esta claro es que el imperio esta en las ultimas y que el fascismo (poco importa el aliño) es la clásica salida dada por el Capital, no solo en EEUU, también en esta vieja prostituta de Unión Europea.
Lo que esta claro es que la Clase Obrera norteamericana y mundial pagara el pato con su sangre...
Malos tiempos para la lirica Camaradas, malos tiempos para la lirica...
"La guerra europea, preparada durante decenios por los gobiernos y los partidos burgueses de todos los países, se ha desencadenado. El aumento de los armamentos, la exacerbación extrema de la lucha por los mercados en la época de la novísima fase, la fase imperialista, de desarrollo del capitalismo en los países avanzados y los intereses dinásticos de las monarquías mas atrasadas, las de Europa Oriental, debían conducir inevitablemente y han conducido a esta guerra. Anexionar tierras y sojuzgar naciones extranjeras, arruinar a la nación competidora, saquear sus riquezas, desviar la atención de las masas trabajadoras de las crisis políticas internas de Rusia, Alemania, Inglaterra y demás países, desunir y embaucar a los obreros con la propaganda nacionalista y exterminar su vanguardia a fin de debilitar el movimiento revolucionario del proletariado: he ahí el único contenido real, el significado y el sentido de la guerra presente." La guerra y la socialdemocracia de Rusia - V. I. Lenin.
Algunas lecturas y relecturas se vuelven imprescindibles, acaso de nuevo...
Roberto