26 de junio de 2014

BUITRES SOBRE ARGENTINA

José Blanco. La Jornada

La dictadura militar (1976-1983), la impericia de Alfonsín (1983-1989) y las presidencias corruptas, ineptas y a las órdenes del FMI y de Washington de Carlos Menem (1989-1999) produjeron desastres innombrables a la economía argentina, entre otros el torbellino de una inflación cada vez más enloquecida: en el periodo que abarca la dictadura el promedio anual de inflación fue de 150 por ciento anual. Pero eso fue juego de niños. La inflación se hizo totalmente incontrolable en los años 1989-1990, cuando la hiperinflación galopante que acosaba a la Argentina, hizo que el promedio anual inflacionario llegara a las nubes con un delirante 3 mil 133.75 por ciento en 1989-1990. Una desenfrenada juerga de especulación perpetrada por inversionistas propios y extraños, incluidos numerosos políticos argentinos.

Menem fue presidente de 1989 a 1999. En 1991, junto con Cavallo impulsó la Ley de Convertibilidad con la que se fijó la paridad del peso argentino con el dólar estadounidense; uno por uno. Fue la brillante idea de Cavallo para frenar en seco un proceso inflacionario indomable; la nueva paridad obviamente frenó la inflación: se volvió imposible especular con una moneda que tenía el mismo valor que la propia. Pero ninguna realidad se cambia por decreto.

Para mantener la paridad, era necesario un ingreso continuo de divisas y estas entraban a un ritmo decreciente respecto a las necesidades del mantenimiento de la paridad. De modo que este desequilibrio llevó al principio de nuevas catástrofes: las divisas inexistentes fueron conseguidas con las privatizaciones de empresas estatales y las pérdidas que éstas ocasionaban, en medio de las ovaciones del FMI. Cuando debido al bajo precio internacional de los granos, los ingresos en divisas se derrumbaron una vez más, debió recurrirse, como tantas veces en el pasado, a refinanciar su deuda a intereses más altos, con los concebidos ajustes decretados por el FMI.

Al corrupto Menem hasta la fecha se le siguen juicios por diversos delitos que han tenido el mérito de abrir un debate judicial a efecto de que casos de corrupción, como el de Menem, no prescriban; una iniciativa que refleja el fracaso del Estado en investigar y castigar a sus funcionarios corruptos. Asunto que no es más que conocido en México.

Y apareció De la Rúa… y entró decidido a mantener la torpe convertibilidad, lo que provocó que la situación financiera fuera cada vez más crítica, aplicándose medidas como el blindaje y el megacanje, que consistían en… más endeudamiento exterior.

La crisis llegó a un punto insostenible el 29 de noviembre de 2001, cuando los grandes inversionistas comenzaron a retirar sus depósitos de los bancos y, en consecuencia, el sistema bancario colapsó por la fuga de capitales y la decisión del FMI de negarse a refinanciar una vez más la deuda y conceder un rescate. La economía daba tumbos por una ladera rocosa y aterrizó en el drama del corralito –incluyó saqueos de comercios, golpes, encarcelados y muertos–, sólo para elevar la temperatura de una sociedad furiosa, hastiada, desesperada e impotente. ¡Qué se vayan todos!, clamaban los argentinos.

Aquellos polvos produjeron los actuales lodos, al acecho y pacientemente resguardados por los perversos dueños de los fondos buitre y el juez gringo Thomas Griesa, en los hechos abogado de tales fondos.

Ya en el marco del gobierno de Ernesto Kirchner, el presidente actuó internacionalmente con gran energía mostrando la negativa argentina de asumir compromisos ilegítimos; pero la presión de los acreedores y del FMI no cesaban. Demandó entonces una reestructuración de la deuda por la quita de capital y ampliación de los plazos; luego la reestructuración se amplió en 2010 al reabrirse el canje logrando la participación de 91 por ciento del total de acreedores. El restante 9 por ciento que no ingresó a la negociación son bonos que se encontraban en manos de inversionistas particulares, fondos buitre que esperaron la reestructuración para rechazarla e iniciar acciones judiciales en reclamo del pago completo de esos títulos.

Los fondos buitre así operan, son fondos de capital de alto riesgo que compran deliberadamente títulos de deuda de economías débiles o a punto de colapsar, a precios-basura, para luego reclamar por la vía judicial el valor nominal de esos bonos más los intereses devengados.

El neoliberalismo buitre de nuestros días no se constituyó sólo con la modificación de la lógica de la economía financiera global. Fue completada y promovida por reformas políticas, institucionales y legales en los países periféricos y en los centrales. El fallo de la justicia estadounidense respecto de los fondos buitre está anclado en el dispositivo jurídico generado en esa época y entroncado con la financiarización de la economía global.

Entre los cambios a la normativa jurídica que se impusieron en los años 70, destaca el abandono de la doctrina del derecho que dotaba a los estados de total inmunidad y su remplazo por una restrictiva, basada en la teoría de la doble personalidad del Estado. Ésta distingue dos esferas, una definida por actos soberanos sujetos a inmunidad y otra que iguala a las naciones con los sujetos privados, quedando desprovistas de esa protección, en la que se encuentran comprendidos los actos mercantiles. Este paradigma provocó un avance progresivo de normas que recortaron crecientemente la esfera en que se respetaba la inmunidad soberana.

Los buitres crearon su propia normativa; pero hoy, en el caso argentino, los buitres pueden no estar a salvo.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Este hecho, la posesión de una parte de la deuda argentina en manos de los fondos buitres, absolutamente incontrolables desde los Estados desde que la desregulación del capitalismo financiero fue promovida en la época de Reagan y Thatcher, así como la explicación de la ruta seguida por los gobiernos argentinos desde que Nestor Kirchner exigió y aplicó la reestructuración de la deuda hasta nuestros días, debieran ser lo bastante explícitos para desmontar la ilusión que los partidarios de la auditoría de las deudas de los países afectados pretenden vendernos con su cantinela.

No hay lugar para las reformas en el interior del sistema -vergonzantes cuando después de aquel "no debemos, no pagamos" se ha dado un paso atrás hacia la auditoría de la deuda-- El capitalismo es irreformable. Movimientos ONGeros y partidillos mediáticamente prefabricados nos venden humo de entretenimiento para que vaya pasando el tiempo pero la realidad es que la expresión de "socialismo o barbarie" de Rosa Luxemburgo es hoy más cierta que nunca. Para construir ese socialismo al que se niegan los de "ni de derechas ni de izquierdas" y los auditadores de cuentos malayos, ya no basta tomar -no ganar las elecciones- el poder político. Éste ha dejado de ser poder, que siempre fue limitado y por delegación del poder burgués, a manos del capital y hoy, como siempre, es necesaria la destrucción del desorden capitalista mediante el paso previo del control de todas las palancas económicas, incluida la financiera, a través de la expropiación de las mismas a la burguesía. El resto, cuentos de "ilusionistas".