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22 de diciembre de 2017

CATALUÑA GIRA AÚN MÁS A LA DERECHA Y EL “RÉGIMEN DEL 78” HA INICIADO SU RECAMBIO

Por Marat

Los resultados electorales del 21-D arrojan en Cataluña un claro giro a la derecha en una sociedad que políticamente no se venía expresando en términos electorales desde el antagonismo capital-trabajo (tampoco en España) desde hace ya muchos años.

Pero al menos, durante buena parte de los años previos a la crisis capitalista, se había mantenido la ficción de un eje derecha-izquierda como sucedáneo o eco cada vez más apagado, en el mejor de los casos, del citado antagonismo. Lo cierto es que en la práctica, independientemente de a quién apelasen como sujeto social, ambas corrientes políticas lo hacían pensando en captar un voto desclasado que se identificaba con el concepto ideológico de clases medias. Eso vale para Cataluña y para España, como también para el mundo capitalista occidental.

Más allá del antagonismo nacionalismo catalán-nacionalismo español o, si lo prefieren independentismo catalán vs. unionismo/constitucionalismo, los resultados electorales arrojan una mayoría aritmética de 74 diputados electos en el Parlament abiertamente liberales en sus políticas económicas (37 de Ciudadanos, 34 de Junts per Catalunya y 3 del PP) de un total de 135; una mayoría absoluta que no se configurará como tal para la formación del Govern pero sí para aprobar medidas contra la clase trabajadora. No duden ustedes que, si los independentistas forman gobierno (Junts per Catalunya, ERC y CUP) y llegan a legislar, si no se produce la continuación del artículo 155 de la Constitución que imposibilite el funcionamiento del Govern de la Generalitat, habrá entendimiento entre indepes y españolistas en las políticas de recortes y contención del gasto social.

Descontados esos 74 diputados, abiertamente liberales, tenemos dos grupos políticos no muy alejados de políticas de derechas, independientemente de cuál sea su autodefinición política, que suman 49 diputados arrojando, como saldo provisional junto a los anteriores, la suma de 123 diputados:
  • 32 diputados de ERC que representan a la pequeña burguesía catalana y que han sido coautores dentro de la anterior formación con los ex convergentes (Partido Demócrata Europeo Catalán, PDeCat) de las políticas antisociales llevadas a cabo por el Govern.
  • 17 diputados del PSC, partido de orientación social-liberal, al igual que su hermano a nivel estatal, el PSOE.
Nos quedan, hasta alcanzar la cifra total de 135 parlamentarios, 12 diputados de “izquierdas”, formados por:
  • 8 diputados de Catalunya en Comú-Podem (antes Catalunya Sí que es Pot), cuyo mensaje ha sido percibido confuso respecto a la dinámica de oposición entre banderas y patrias (creo que no es muy necesario perder el tiempo en explicaciones sobre las ambivalentes y oportunistas posturas de Ada Colau o las idas y venidas de Pablo Iglesias respecto al caso catalán). No se molesten en justificarlas ni en dar explicaciones sobre la dificultad de disponer de un perfil propio en medio de la polarización de discursos nacionalistas de unos y otros. El caso es que los trabajadores catalanes las han rechazado.
  • 4 diputados de las CUP, partido clave para sostener al anterior Govern de los recortes sociales y cuyas objetivos electorales han fracasado con rotundidad al perder 6 de sus 10 diputados anteriores. Su propósito de reorientar la hegemonía de “izquierdas” dentro del bloque independentista ha fracaso estrepitosamente, toda vez que ERC, partido al que generosamente tildan de izquierda, ya ha asumido que votará a Puigdemont como Presidente, el cuál ha salido reforzado dentro de las pugnas internas del tripartito.
Ésta es la radiografía de la composición del parlamento catalán entrante desde el eje derecha-izquierda. No haré perder el tiempo a los lectores con lo que gana o pierde cada fuerza política con representación en el mismo ni con los votos que ha obtenido cada opción y las pérdidas o ganancias de ellas en relación con las anteriores elecciones autonómicas. Con los cambios de nombre en el caso de la coalición Junts per Sí, ahora Junts per Cataluña y ERC-Cat Sí por separado, y de Catalunya Sí que es Pot, ahora Catalunya en Comú-Podem, disponen ustedes de los resultados provisionales en este enlace.

En cualquier caso, las autodenominadas izquierdas han dejado de lado dicha categoría para subordinarse a la agenda nacionalista en términos de independencia sí/independencia no. Da igual los aspectos sociales que llevasen en su programa porque:
  • Catalunya en Comú-Podem tenía por objetivo fundamental defender una salida al atolladero catalán en clave de un referéndum pactado con el Estado español, lo que subordinaba todos los demás aspectos a los “derechos democráticos de Cataluña”, quedando oscurecida cualquier otra cuestión. Como partido que no era de clase sino de “la gente” era incapaz de conectar con el hilo rojo de las luchas históricas de los trabajadores, de disponer de una propuesta propia y ajena a la centralidad de la cuestión nacional catalana y vinculaba la defensa de lo público a derechos humanos y no a las conquistas logradas por dichas luchas. Al no sentirse representados los trabajadores en esa supeditación a la hegemonía del discurso nacionalista que impregnaba toda la campaña, no solo no ganó votos sino que los perdió respecto a las anteriores autonómicas, si bien no de forma muy acentuada, en sus propios feudos. A ello se añade el fracaso de que presentándose como una candidatura “fresca” no conectó con los nuevos votantes jóvenes de clase trabajadora.
  • Su único consuelo es que no serán la llave para la formación de un gobierno independentista burgués que no les necesita, ni se verán en la disyuntiva de apoyar al sector unionista, al que la aritmética parlamentaria no le da para proponer un gobierno alternativo. Pero las tensiones internas que se le acumulan al Podemos nacional, entre otras muchas razones también por el tema catalán, acabarán abriendo unas heridas en la coalición con “los comunes”, por las posiciones de Ada Colau, que tensarán las relaciones internas de la misma y pueden acabar, con el tiempo, por hacer saltar su unidad.
  • En cuanto a la CUP, su adscripción a la categoría izquierda es la del izquierdismo pequeñoburgués, en el sentido que Lenin da a este tipo de posiciones, un radicalismo de formas antes que de fondo. La absoluta claudicación de sus demandas sociales y económicas al objetivo de la independencia, como mostró en el pasado sosteniendo al gobierno independentista de los recortes, le ha pasado factura y sus posibilidades de presión, más allá de que sean necesarios para sostener al futuro Govern, serán menores porque ya no pueden desandar su estrategia, so pena de incrementar los enfrentamientos entre sus distintas corrientes hasta acabar con este grupo político.
El éxito de Ciudadanos, logrado especialmente en el llamado “cinturón rojo”, nada ha tenido que ver con el falso relato sobre el supuesto españolismo fascista de los sectores obreros inmigrantes sino con que los trabajadores de esas ciudades han sentido el vértigo de la desestabilización económica y el enfrentamiento entre comunidades al que le abocaba la aventura independentista.

La sociedad abomina del vacío. Cuando una posición es abandonada, no queda desierta sino que es ocupada por otros. Si la izquierda no ha puesto por delante la unidad de los trabajadores a un lado y otro del Ebro, desde la identidad de clase que abandonó hace ya muchos años, no debe sorprender que en las ciudades con mayoría de trabajadores esa unidad haya sido sustituida por la de permanencia dentro del Estado, sobre la base de la memoria de a dónde conducen los enfrentamientos “nacionales”. No obstante, pronto veremos a ciertos grupúsculos pseudorevolucionarios tildar de fascistas a los trabajadores que han votado Ciudadanos, lo que indica la distancia de una posición clasista en su delirante discurso y su absoluta desconexión con la realidad de la clase a la que estigmatizarán.

Lo importante del resultado electoral no es la correlación de fuerzas en el circo parlamentario catalán, como tampoco lo sería dentro del español, sino lo que representa como plasmación de las corrientes ideológicas dominantes en la sociedad o, como dirían los progres postmodernos, el relato que se impone.

En cuanto a correlación de fuerzas entre las derechas del Estado español es de prever una reorientación de las preferencias políticas por parte del capital y de sus medios de comunicación hacia Ciudadanos, en la medida en que el Partido Popular pudiera ser ya una opción políticamente amortizada.

La posibilidad de condena de la cúpula del PP por su entramado mafioso, unida a la eventualidad de que la estrategia de este partido abra una crisis interna en su liderazgo, si éste no es capaz de impulsar un patriotismo españolista que actué de revulsivo ante el rebrote de la crisis catalana o de encontrar fórmulas de pacto entre la burguesía independentista catalana y la española, podría precipitar la necesidad del capital de encontrar un nuevo “juguete” político de sustitución.

Si. hasta el momento, Ciudadanos ha sido una opción en barbecho en la estrategia del capitalismo dentro de su supermercado electoral de marcas parlamentarias, la emergencia de los acontecimientos y la necesidad de estabilidad política para mantener la confianza empresarial e inversora, bien podría ser éste el momento para el recambio dentro de la derecha política española.

Podríamos asistir entonces a una versión más o menos controlada en el tiempo de una operación Macron, en este caso Rivera, a la española. Cierto que el factor sorpresa ya no existe en cuanto al joven político catalán, ya que no es un recién llegado a la política nacional, que ha deteriorado un tanto su imagen en sus pactos con el gobierno del PP y que su carisma es limitado pero, si fue posible con un mediocre empáticamente plano como Aznar, porqué no con Albert Rivera.

Si éste es el nuevo caballo de refresco, como antes lo fue Podemos frente a un PSOE absolutamente en la UCI tras el agotamiento del zapaterismo, pronto veremos una intensiva labor mediática de maquillaje de Ciudadanos que atenúe su liberalismo mediante “imaginativas” propuestas sociales y que acentúe su liberalismo político en cuanto a libertades personales (sexuales, de género, etc.) para modernizarlo con tintes progres, al igual que la llamada izquierda hizo en el pasado con el invento podemita.

Por lo que respecta a Podemos cabe esperar que su crisis se acentúe no solo por los factores “nacionales” (Bescansa frente a Iglesias) sino por su derechización progresiva (Ayuntamiento de Madrid, elección del ex JEMAD Julio Rodríguez como secretario general de Madrid), sus divisiones internas (anticapitalistas, errejonistas, pablistas), tensiones crecientes en sus confluencias estatales (con IU), autonómicas (Mareas) y locales (cese de Sánchez Mato y posibilidad de salida del grupo Madrid-129 de Ahora Madrid), sino por el carácter de lastre de Pablo Iglesias dentro de la coalición, derivado de su liderazgo bonapartista y sus zigzagueantes cambios tácticos.

Dicha crisis, podría facilitar que un PSOE que no acaba de recuperarse con suficientes bríos, pero que empieza a invertir a su favor el saldo de votantes que antes migró hacia Podemos, encuentre un balón de oxígeno que refuerce el liderazgo de Pedro Sánchez.

En este caso, y con los retoques constitucionales que sean necesarios, veremos que el llamado “régimen del 78” empieza a resolver su crisis, si encuentra un acomodo a la cuestión catalana que, a pesar de la euforia con la que los líderes independentistas han recibido su triunfo electoral requiere, para sus burguesías, de una solución que impida el deterioro inversor y económico que incluso puede acentuarse en los próximos días. Si ello es así, en las próximas semanas se incrementará la presión del gran capital catalán y español para un entendimiento y racionalización del conflicto sobre la pequeña burguesía catalana y los partidos independentistas y unionistas en pro del “bien común” porque con las cosas del beneficio empresarial no se juega (léase en modo ironía).

Si la hipótesis del aggiornamento del “régimen del 78” se cumple, es probable que volvamos a una segunda transición política en la que un partido de la derecha clásica (PP) es sustituido por otro remozado de los denominados emergentes (Ciudadanos) y que la otra pata del “régimen” (PSOE), que estuvo en la UCI, vaya pasando a convaleciente y se vea paulatinamente recuperado. Ese será el fin de la izquierda, hace tiempo reconvertida en progre. Su apuesta por una reforma exclusiva del sistema político, fuera de la lucha de clases, la ha ido enajenando de los trabajadores desde mucho antes de la crisis catalana.

En cuanto a los sectores pseudoradicales en lo político, que esperaban de una crisis de la legitimación institucional su transformación en revolución social, mediante la subordinación a todo independentismo burgués habido y por haber que procurase la destrucción del Estado español, su línea política los ha alejado absolutamente de la clase trabajadora respecto a la que históricamente han sido inoperantes frente al reformismo oficial. Son absolutamente ajenos a los trabajadores y a sus necesidades reales. Ésta les percibe como sectores con vocación marginal que intentan utilizarla sin atender a su propia realidad.

Sea en la versión del reformismo oficial o del marginalismo izquierdista, lo cierto es que izquierda no es igual a socialismo, que el camino de ambas pasa por limitarse a cambiar la forma de Estado, sin luchar por acabar con la base social y económica del poder capitalista, y que cualquier intento de recuperar la idea de izquierda es baldío porque la expresión política no es equivalente a la realidad social y solo desde la realidad de ésta puede abordarse un proyecto revolucionario.

Merece una mención muy de pasada, pues su peso político real en España es progresivamente decreciente, la situación de ese republicanismo pequeñoburgués, defendido por unas izquierdas que ven en la República el curalotodo de nuestra realidad nacional y de la situación de la clase trabajadora, que ahora cree ver un acelerador para una República Federal española, tras la reincidencia de Puigdemont en la República catalana. Un mínimo repaso de las hemerotecas demuestra palmariamente que Convergencia Democrática de Cataluña, lo mismo que Unió Democrática en su momento, fueron vireyes representantes del monarquísmo en Cataluña. La República catalana sería tan oportunista y tan burguesa como lo fue el republicanismo de las derechas españolas en 1931 porque la correlación política e ideológica de fuerzas del momento se lo permite.

Apelar tercamente a una recuperación del concepto izquierda es tan inútil como hacerlo a la conciencia de clase de los trabajadores, pensando en el innatismo de la misma. Consuela a quienes hacen tales proclamas pero es absolutamente inútil porque parte de deseos que carecen de relación con el análisis concreto de la realidad concreta. La izquierda es lo que es. Su degradación en todos los sentidos la hace irrecuperable. Para los sectores subalternos carece de otro significado que no sea la del “todos son iguales” y, en consecuencia, no funcionará por más que uno se empeñe en repetir fórmulas mágicas.

Solo desde la vuelta a lo social, desde el descenso al escalón de lo material, no al idealismo, a la realidad concreta de la clase, a la escucha activa y respetuosa de sus voces múltiples y contradictorias, pero vividas desde la inmediatez de su existencia, desde el ejemplo del compromiso no oportunista, desde el compartir sus propias experiencias y desde el ser uno más entre muchos, se puede ganar la dirección política de la clase. Quienes hablan de izquierda debieran saber que Lenin no se movió en sus términos, como Marx tampoco lo hizo, y que Octubre se construyó desde las necesidades concretas del pan, paz y tierras. Solo sobre ello se pudo asentar la revolución socialista.

En mi opinión, eso ya no se construye desde la idea de partido porque el parlamentarismo burgués está en crisis (crisis del reformismo) y porque la idea de partido como guía o como hacedor de los cambios sociales es falsa. Son los trabajadores quienes cambian el mundo y no las organizaciones como algo externo y superior a ella.

Esto requiere organizarse fuera de la política entendida como aceptación de las formas de representación burguesa, y desde la democracia de base, no como transversalidad interclasista al estilo del asambleismo de las plazas, sino frente a los intereses de otras oposiciones intermedias incapaces de expresarla. Se trata de volver a recuperar la idea de clase contra clase.

El tiempo pasa, los acontecimientos no se repiten más que en la apariencia de sus formas. Repetir la misma fórmula que se ha demostrado errónea solo conduce al fracaso. Pero, si todo vacío tiende a ser rellenado, quienes han abandonado una acción pegada a los trabajadores están dando en toda Europa, también en España, una baza preciosa a un fascismo que está aprendiendo de un modo muy inteligente a conectar con lo que les afecta en su día a día.

30 de octubre de 2017

DECLARACIÓN DE LA REPÚBLICA CATALANA Y 155: ANATOMÍA DE UN INSTANTE

La paradoja del momento presente la resume la imagen
de hoy mismo de la cúpula del Palau de la Generalitat
Por Marat

Pretender hacer una radiografía de duración permanente sobre el momento político catalán y español, sería una fantasía de locos. Los acontecimientos se suceden a velocidad frenética entre simulacros, mentideros, desmentidos, amagos y acciones contradictorias en apenas minutos, recaderos interpalaciegos, y movimientos tácticos permanentes. Es imposible esperar que lo que hoy se presenta con una coyuntura concreta lo haga mañana del mismo modo.

Pero no hay error en reafirmar la eternamente joven expresión de Marx de que “la historia se repite siempre dos veces. La primera como tragedia. La segunda como farsa”. Entre la proclamación de la República catalana durante la II República Española y la errática y dubitativa declaración del pasado 27 de Octubre dista mucho más que 86 años. Si el pronunciamiento de entonces ayudó a traer la II República (que no dejó de ser burguesa nunca, por otra parte) el actual, lejos de “provocar la crisis del régimen del 78”, lo refuerza porque abre una dinámica de enfrentamiento entre pueblos, ni siquiera entre derechas e izquierdas, puesto que liga al progresismo reformista a una dinámica en la que es la derecha la que marca la pauta, la temática y el campo de juego. Una lectura inteligente y honesta de la obra “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” nos daría algunos retratos del momento, sin que necesitemos obtener de la misma todas las conclusiones sino solo las relativas a nuestro momento.

No deseo hacer un análisis de largo recorrido. No quisiera estar demasiado despegado del momento. Me limitaré a presentar algunos fotogramas del instante preciso en el que vivimos. Los acontecimientos que han de producirse solo dentro de unas horas devorarán cualquier predicción respecto a lo que ocurra media hora después. La aceleración histórica bajo cuya tiranía mediática vivimos -esa que hace que cada político esté sometido a la dictadura de los informativos- hace que solo quienes adoptan la distancia necesaria sobre los hechos del momento y conocen la historia puedan anticipar la historia futura.

Pero sí quisiera quedarme con algunos hechos últimos, ahorrándoles el tener que seguir una gran parte de un relato previo que ustedes ya conocen. Sabrán cómo interpretar los últimos.

Un molt honorable President de la Generalitat que amaga, para desbloquear la situación a la que puede conducir a su Govern la aplicación del artículo 155 de la Constitución española, con convocar elecciones autonómicas el jueves 26 de Octubre que, finalmente no convoca.

Ese mismo molt honorable President de la Generalitat que al día siguiente, decide que vuelve por sus fueros y proclama una República catalana que sabe que no tendrá recorrido alguno.

Un Gobierno central del Estado español que aplica un artículo 155 de la Constitución cuya eficacia podría ser disuasoria pero, si no lo es, carece de capacidad y resortes suficientes para imponer a la administración autónoma catalana el acatamiento constitucional. Finalmente será el propio capital con sus presiones empresariales, incluso de capitalistas independentistas, y el poder de la Hacienda central del Estado español los que dispongan del poder suficiente para generar acatamiento.

Un molt honorable President de la Generalitat Puigdemont que llama a la resistencia frente al Estado español y su artículo 155 mientras el director general de los Mossos, Pere Soler, ha acatado disciplinadamente su cese. Si eso sucede en el aparato represor de la administración catalana, seleccionado y diseñado en sus mandos de acuerdo a los objetivos nacionalistas, imaginen cómo irá el resto. Lo mismo ha hecho el Mayor Trapero acatando su destitución y sustitución por su número dos y pidiendo lealtad a las nuevas a autoridades del artículo 155. Ferrán López, el citado número 2, ha aceptado su nombramiento por parte de quienes se están ocupando de desmontar la República catalana.

Una política exterior catalana, Diplocat, financiada en el pasado por el promotor de “revoluciones naranjas” y “de colores”, George Soros, que ha visto sus embajadas en el extranjero cerradas por el Gobierno español y, en consecuencia, con una pérdida más que evidente de proyección internacional y de influencia sobre ámbitos de decisión y de presión internacionales.

Unos sectores progresistas, que no revolucionarios, que en Cataluña han asumido la hegemonía dirigente de la pequeña y mediana burguesías catalanas y en el resto del Estado español han caído en la “ilusión democrática” de esperar que una crisis institucional abra camino a un cambio en la correlación de fuerzas políticas, que no sociales, porque la que tiene que ver con la lucha de clases hace tiempo que han abandonado en la práctica. En Cataluña cayeron en la alianza con sus burguesías en un “paro (al que se avergonzaron de llamar huelga) país” que no reivindicaba derechos de la clase trabajadora sino demandas nacionales y que era convocado por sindicatos, Govern (¿dónde vieron antes a un gobierno burgués apoyar un “paro”?) y asociaciones de la pequeña y mediana empresa. A ello hemos de unir la actuación de una pseudorevolucionaria CUP que no llamó a tomar el poder para la clase trabajadora sino a defender las instituciones catalanas y al molt honorable y no demasiado bolchevique President Puigdemont. En el resto del territorio del Estado español hemos visto a unas “izquierdas” que basculaban entre una mayor comprensión hacia una de las dos burguesías nacionalistas instigadoras del enfrentamiento (la catalana) o que caían directamente en la fantasía de un febrero (analogía de la revolución “democrática” del reformismo ruso de 1917) de revolución burguesa que podría abrir pasó a un octubre posterior. Difícil de entender abandonando las posiciones de clase en sus prácticas durante la crisis política, apoyando a los sectores que explotan a la clase trabajadora catalana, y favoreciendo que se divida a l@s trabajador@s en patrias.

Una convocatoria electoral autonómica para Cataluña para el 21 de Diciembre por parte del Estado español que sitúa al soberanismo en la disyuntiva de participar en las elecciones, y ver cómo les va en ellas, o boicotearlas y enajenarse la posibilidad de gobernar en el territorio. Si el PdCat, o lo que quede de él, se apresta a presentarse a las elecciones convocadas desde la legalidad española contra la catalana, Junqueras (ERC) pide, junto con el molt honorable President Puigdemont, aceptar la convocatoria, realizada por el gobierno central, que no posee las competencias para hacerlo, sino el President de la Generalitat destituida. Parece que la CUP mientras defiende la legitimidad del President se va abriendo a las próximas autonómicas, abandonando su peregrina propuesta de “paella insumisa” (Mireia Boya y Anna Gabriel). Habrá que ver de qué modo afectarán unas condiciones que le han sido impuestas desde fuera a una República proclamada, pero inexistente, y cómo todo ello impactará sobre la credibilidad del propio proyecto independentista y a sus promotores.

Un comportamiento de PdCat y de ERC que les lleva a mantener al día siguiente de la proclamación de la República catalana sus escaños en el Congreso y en el Senado españoles y a votar previamente en contra un artículo, el 155, cuando su desacato al mismo debiera haberles conducido, en coherencia, a abandonar el pleno del Senado. El argumento de que dejar sus escaños en Congreso y Senado “sería solo un gesto estético” parece sostenerse mal desde la una posición que, en realidad, no es meramente “estética” sino moral y de congruencia.

Una realidad opuesta en los gobiernos, parlamentos y bloques políticos hegemónicos de España y de Cataluña. En la primera el gobierno, el senado y el bloque constitucionalista de PP, PSOE y Ciudadanos actúan unidos, aprueban el artículo 155 y el gobierno va aprobando un desarrollo y aplicación del mismo, día tras día, en el BOE. En la segunda, el bloque independentista presenta fisuras más que notables, el PdCat ha tenido ya dimisiones tanto en el partido como en la Generalitat y, tras una noche de fuegos artificiales y fiesta en la Plaza de San Jaume, el Govern se va a dormir y de fin de semana, sin tomar auténticas decisiones que viabilicen y muestran la voluntad ejecutiva de puesta en marcha de la República catalana. Decisiones imparables frente a pasividad.

Una economía muy interrelacionada en la que la inestabilidad política y social que tanto asusta al inversor capitalista golpeará sobre Cataluña y sobre el resto del Estado español.

La continuación de la luz de gas sobre los conflictos sociales de clase que afectan a trabajadoras y trabajadores tanto de Cataluña como del resto del territorio español, ahogados por una dinámica de patrias que es dirigida por el discurso burgués a uno y otro lado del Ebro. Si cabe extraer una conclusión sobre dicha dinámica es la de que ambas burguesías mantienen un acuerdo quizá más que tácito para ocultar la realidad de una clase trabajadora a la que ambas explotan y desposeen.

Cabe aventurar algunas conclusiones acerca de la recién proclamada República catalana y sobre la crisis a la que ha conducido el choque de trenes entre el nacionalismo español y el catalán.

El procés y la declaración unilateral de independencia han sido, para un sector importante de la población catalana que ha acompañado al mismo, más una afirmación de soberanía que un camino que realmente creyesen posible. Han vivido una especie de catarsis colectiva, un psicodrama social que les ha permitido vivir "un como si", como si el sueño fuera posible. Ahora empiezan a despertar del mismo y a comprender sus límites. La República catalana ha sido tan virtual como los falsos reconocimientos de la misma en redes sociales por parte de supuestos gobiernos nórdicos y de repúblicas bálticas. Al menos les quedará el consuelo de que Osetia del Sur ha afirmado que va a estudiar si reconocerá a la nueva república o no.

El procés no ha acabado, aunque la independencia de Cataluña ha quedado postergada “sine die”. A tenor de la aceptación de la convocatoria electoral, que empieza a ser aceptado por los partidos independentistas, la permanencia de sus representantes en el Parlamento español y el acatamiento de sectores funcionariales (cargos de los mossos) del control de la situación por las autoridades españolas, cabe pensar que el procés ha entrado en una fase de realismo posibilista y que la estrategia de largo plazo del independentismo está empezando a ser sustituida por giros tacticistas rápidos que dejarán descolgados y con un sentimiento de frustración a gran parte de los sectores soberanistas de la población catalana, como apunté en anteriores artículos. El despertador de ese sueño es a 30 de Octubre la bandera rojigualda ondeando en el Palau de Sant Jordi, junto a la señera y un despacho vacío del molt honorable President de la Generalitat a la que éste hoy no ha acudido hasta el momento, mientras algún Conseller como Josep Rull va a ser desalojado del suyo por los mossos d´esquadra y el resto de ellos han obtenido un breve permiso del gobierno ocupante para recoger sus pertenencias de sus, hasta el pasado viernes, despachos de los que  las fotografías del ya cesado President han ido desapareciendo.

Por su parte, la Presidenta del Parlament, Carme Forcadell, acaba de desconvocar la reunión de la ;esa de la institución, asumiendo de hecho que el la misma está disuelta, lo que no es sino el reconocimiento de la fuerza del Estado como ley de hecho.

Las declaraciones del diputado de la CUP del Parlament de la República catalana, Benet Salellas, cuestionando la capacidad de materializarse dicha república indica la abismal distancia entre deseo y realidad: "No hay estructuras de estado preparadas ni medidas de efectividad republicana que estén empezando a desarrollarse. El Govern no estaba preparado para un escenario de unilateralidad pura". En el mismo sentido, el diputado cupaire señalaba que su partido "no comprende por qué después de la proclamación de la República el Gobierno no está promulgando los decretos que la misma resolución".

Las posibilidades que se plasmen o frustren de una candidatura unitaria del independentismo catalán serán la piedra de toque de su capacidad para mantener un bloque más o menos unido que hoy vive tensiones internas, y que hace muy pocos días se fracturaba entre acusaciones de traición. En cualquier caso, la participación de candidaturas independentistas en las elecciones del 21-D será la deslegitimación absoluta de un procés por parte de sus promotores, al asumir como legales unas elecciones que solo Puigdemont hubiera podido convocar de continuar en el cargo.

Del grado de extensión y la intensidad de la aplicación del artículo 155 por parte del gobierno español y del comportamiento revachista o de perfil bajo de una posible nueva mayoría unionista en la sociedad catalana dependerá que la situación de crisis social y política se vaya atemperando o se incrementen la tensión y la fractura sociales.

El denominado “régimen del 78”, lejos de entrar en crisis, se verá notablemente fortalecido por varios factores.

El primero, la reacción españolista y el incremento del nacionalismo español.

El segundo, la unidad de la que han dado muestra tanto PSOE como PP y el heredero actualizado de dicho régimen del 78 en torno a legalidad española y la unidad territorial, Ciudadanos. Enfrente, tienen a partidos que no han demostrado una claridad en su proyecto reformista de corte meramente institucional ni una unidad suficiente respecto al mismo, según los escollos en su camino hacia la independencia iban mostrando los límites del proceso.

El tercero el consenso social que están siendo capaces de generar dichos partidos entre sectores mayoritarios de la sociedad española, y muy significativos dentro de la catalana, que se han visto asustados ante las consecuencias que la crisis institucional y la amenaza de la económica, sobre Cataluña en particular y España en general, por la desconfianza de inversores y empresas ante la inestabilidad política y social que ha provocado el proceso. Una parte muy amplia de dichos sectores justifica ya la aplicación de medidas de fuerza más o menos limitadas.

La auténtica derrota del independentismo la ha ejecutado la gran y mediana empresa que, más allá de sus filias o fobias hacia el procés, ha sufrido un ataque de patriotismo del bolsillo, presionando con sus exilios de sedes sociales fuera de Cataluña. El artículo 155 ha sido la puntilla legal que ha empleado el Estado español. Las posibilidades de éxito de las imposiciones coactivas para la aplicación del mismo dependerán fundamentalmente de la poderosísima capacidad de intervención del Ministerio de Hacienda español sobre la catalana y del grado de realismo y acatamiento de los altos funcionarios de la administración de Cataluña y de las clases medias sostenedoras del procés.

Coger las de Villadiego, exiliarse en Bélgica, tras acogerse a santuario de un aliado, que tiene amistades con organizaciones fascistas de Bruselas, y verse a sí mismo como una mezcla de De Gaulle en el exilio, hablando al pueblo desde la BBC, y de MacArthur en plan "volveré", mientras te comportas como alguien que deja tirados a quienes se sacrificaron por ti, significa que el esperpento catalán huye hacia donde los aventureros políticos han perdido su norte. Quizá un día descubramos un nuevo significado de la palabra "resistencia". La idea de patria huele tan mal como el agujero en el que se esconden quienes pretendieron hacernos creer que serían mártires y se comportan como ratas en su escapada.  

Que la ANC, con su máximo dirigente en la cárcel avale presentarse a una elecciones que ha convocado Rajoy y no el "exiliado" Puigdemont, probablemente no sea un motivo para bajarse del burro aquellos cuya deshonestidad intelectual les impide toda reflexión que pueda crearles duda alguna sobre aquello que defienden.

La izquierda, o lo que la opinión pública y la publicada entienden por tal, y el republicanismo español entrarán en una grave crisis cuyas consecuencias y efectos se irán dilucidando en los próximos tiempos.

De momento, el reconocimiento por parte de Anticapitalistas, grupo integrante de Podemos, ha sido desautorizado por el Consejo Ciudadano Estatal de este partido y En Podem (Cataluña) ha sido intervenido por dicho Consejo, en aplicación de su particular 155 sobre su filial catalana, tras las graves diferencias de ésta con su organización española, sobre todo por parte de su líder Albano Dante Fachín. Veremos en qué acaba esta cuestión.

En los restos de IU ya se están produciendo tensiones internas cuyas repercusiones pueden incrementarse por un efecto rebote o dominó de la crisis de Podemos, visibilizada por las declaraciones españolistas de Carolina Bescansa, sobre su socio político.

El caso del PSC, organización hermana del PSOE, ha vivido estos días fuertes tensiones internas entre su realidad catalana -buena parte de su dirección- y española, la que se concentra en el cinturón industrial de las ciudades que constituyen la conurbación barcelonesa (el gran Barcelona y otras localidades de tamaño considerable). A pesar de sus enfrentamientos internos es previsible que una parte del voto nacionalista moderado que ya no se reconoce en el PdCat y de En Podem y los Comunes, cuyas inclinaciones hacia el soberanismo han sido muy marcadas, gire hacia el PSC.

El republicanismo español se ha visto atrapado en su contradicción de reivindicación de un Estado federal para todo el territorio, nunca concretado como propuesta, y una delegación del sostenimiento de la reivindicación de III República española en una República catalana cuyo proyecto es en gran medida ajeno, desligado del federalismo y que no se reconoce en ella.

Las organizaciones “a la izquierda de la izquierda”, muy atomizadas, de muy reducidas dimensiones y carentes prácticamente de influencia política alguna respecto a la gran mayoría de la clase trabajadora, ahondarán en su marginalidad como consecuencia de su desvinculación práctica y real de una posición de clase. Su enfeudamiento a los nacionalismos burgueses y pequeñoburgueses vasco y catalán y su aceptación de la estrategia de exportación de nacionalismos promovidos en los distintos territorios del Estado español, siguiendo el modelo de Izquierda Castellana, que grupos autodenominados comunistas asumen como forma de acabar con el denominado régimen del 78 y con la monarquía española, están actuando como mecanismos de refuerzo de ambos, por la reacción de un nacionalismo español y de una extrema derecha que no habían detonado hasta el momento con la fuerza con la que ahora se presentan.

En la práctica, un reformismo moderado, con formas y lenguaje aparentemente radicales, y un radicalismo democrático, a su izquierda, vienen a cubrir el papel y los objetivos que en el siglo XIX representaban facciones de la pequeña y mediana burguesías a través de los "partidos democráticos", aspirantes a reformas que cambiasen la configuración institucional de los Estados capitalistas y sus formas de representación pero sin alterar nada de sustancial de la base material y económica en la que se sustentaban. Apelan, como entonces, a la clase trabajadora, de la que buscan el apoyo a sus causas pero supeditando los intereses de ésta a los objetivos reformistas que constituyen el programa político de ciertos estratos de las clases medias urbanas. No son partidos de clase, por mucho que una parte de ellos lo proclame o, al menos, no de la clase trabajadora, entendido dicho carácter como el propio de organizaciones que defienden los intereses de los asalariados de forma autónoma a los del resto de clases sociales. La ausencia de una centralidad en el discurso y la práctica de clasista es evidente en todos ellos.

La clase trabajadora seguirá sin tener quién la escriba desde las organizaciones políticas en el sentido de la defensa de unos intereses específicos e independientes de los de cualquier otra clase social y otra causa que no sea la suya, la de sus propias reivindicaciones sociales y objetivos de emancipación.

Pero como decía Lenin, emulando las palabras de Goethe, «la teoría es gris amigo mío, pero el árbol de la vida es eternamente verde». La realidad es que los problemas de la clase trabajadora, los despidos, los bajos salarios, los desahucios, la pobreza de amplias capas de la clase trabajadora... volverán más pronto que tarde a hacerse presentes en un escenario en el que fueron opacadas por una confrontación que a las burguesías de un lado y otro del Ebro venía muy bien. Y entonces puede que sea el momento de pedir cuentas a los partidos “progresistas” por el juego practicado en la promoción por acción y reacción, respectivamente, de los nacionalismos catalán y español. Con la esperanza de pasar pronto página a esta estrambótica farsa...hasta la próxima charlotada tan del gusto de los habitantes de este extremo de Europa.

8 de septiembre de 2017

EL DÍA DESPUÉS DEL 1-O. VAMOS A REÍRNOS UN POQUITO

Cuando tú tengas que dar la cara en lugar de tus jefes
Por Marat

He llegado a un punto en el que la convicción me dice que no tengo obligación de respetar ni al lerdo ni al que miente y tergiversa. Voy a dejar algunas nociones claras para todos estos "amigos":

a) Marx habló del derecho de autodeterminación de Irlanda, como Lenin del de Finlandia o Polonia. Ambos hablaban de dos imperios que sometían naciones: el británico y el ruso. Vale para imperios. Este argumento lo ignoráis algunos con el desprecio de vuestra infamia.

Calificar de imperialismo, un sabio término leninista que nada tiene que ver con las viejas estructuras de los antiguos imperios, a un Estado para justificar la independencia del territorio que no se estructura desde la relación metrópoli-colonia sino desde una posición de privilegio de dicho territorio respecto a otras muchas zonas de dicho Estado, entre otras motivos por las inversiones de dicho Estado hacia el supuestamente sometido, muy superiores a las del resto de las regiones, es propio de demagogos que hablan para  sectarios.

b) Cuando algunos grupúsculos, de vida cuasivirtual dicen que la independencia de Cataluña ayudaría a acabar con el régimen del 78 manipulan hasta la indecencia. Saben muy bien esos degenerados políticos que tal choque de trenes solo traerá un cierre nacionalista por la derecha en Cataluña y en España. De hecho, las derechas del PdCat (sí señores, no solo la ex CiU es derecha, también los pequeñoburgueses de ERC) y las del PP han logrado polarizar las posiciones del resto de grupos políticos en torno a la dualidad independencia vs. Estado unitario. Incluso los discursos matizados de Podem, Unidos Podemos y toda la farfolla progre no es sino un intento de equidistancia malogrado que, según matices, personas y zonas, bascula hacia uno u otro lado, dentro del eje nacionalista catalán vs. español.

c) Cataluña no es una nación oprimida sino la heredera del Reino de Aragón, entidad que, mediante pacto dinástico con el Reino de Castilla, dio lugar al nacimiento del Estado español.

d) Mientras los progres y los revolucionarios de chichinabo pequeñoburgueses os vendéis a la burguesía catalana, del mismo modo que lo han hecho las putillas de la CUP (putillas que ceden un puesto al PdCat en la Mesa  del Parlament o que apoyan los presupuestos regresivos contra los trabajadores de ese grupo), habéis logrado, con vuestra miseria moral, que no se hable de la situación de la clase trabajadora en España, del mismo modo que hacen la Vanguardia, El Periódico, la televisión catalana, las teles y los periódicos españoles y toda la basura parlamentaria de España y de Cataluña.

e) Bajo cualquier forma de Estado, capitalista o socialista, lo que ha pasado en estos últimas días en Cataluña sería tratado como una forma de sedición y sus actores obtendrían el trato pertinente.

Dicho esto, la bufonada independentista en la que no creen ni la sociedad catalana ni la del resto de España, se va a resolver con un grado mucho menor de dignidad que la que sostuvo el Lehendakari Ibarretxe cuando fue al Parlamento español a proponer su extravagante plan de libre asociación entre Euskadi y España en 2005 y le vinieron a decir aquello de “casi que no”. La sociedad vasca ha sabido, sin los superhéroes de ETA, ir viendo como renqueaba, como la española, su búsqueda del día a día.

Este breve texto no va a pasar a la memoria colectiva de los pseudorevolucionarios del cuanto peor mejor, ni de los de si algún sector de la burguesía nos facilita la labor que somos incapaces de hacer entre la clase trabajadora, le lamemos el ojete, le ponemos alfombra roja y le nombramos camarada del año.

La frustración colectiva del independentismo catalán, cuando al día siguiente del 1-O descubra que ha de seguir gestionando un gobierno autonómico no independiente hasta unas elecciones que abran paso a una coalición entre independistas de ERC con partidos españolistas de pseudoizquierda, dará lugar a una nueva fantasmagoría de mentiras políticas.

La burguesía catalana, que continuará en el gobierno, esta vez con pequeñoburgueses radicales de variado pelaje, ya no necesitará a l@s felador@s del viento de las CUP. Los rastafaris del 15M anticapis volverán a los chalets de sus papás y algunos pasarán a engrosar ciertos organismos autonómicos e incluso cargos medianamente relevantes de empresas catalanas con proyección española e internacional. Pero no llames putillas de la burguesía catalana a es@s criaturas de la CUP tan guays y modernas, no sea que ofendas a algún/a tont@ de los cojones.

Y, mientras tanto, allá arriba en los consejos de administración de la gran burguesía, algunos capitanes de empresa y los consejeros de administración de las que de verdad cuentan en este país de mierda, se partirán el culo de risa, mientras los trabajadores obtienen aquello que se han ganado a través de la pelea por sus derechos que no hicieron: nada. 

"Quien no se mueve no siente sus cadenas" (Rosa Luxemburgo)

PD: Parece que el término "putillas" es ofensivo, no porque la CUP se haya vendido ideológicamente a la burguesía catalana por el precio de adquirir un peso mediático y de influencia política mayor del que le corresponde a su peso real en la sociedad. Parece también que el hecho de que sea un término femenino ofende aún más, aún cuando el ejercicio de tal actividad sea solo anecdóticamente también masculino. Parece incluso que el término polariza cualquier consideración sobre el resto del texto, aún cuando no haya argumentario capaz de echar abajo lo que en dicho texto se expresa. 

Pues bien, ampliaré el concepto para hacerlo más democrático y menos ofensivo a los castos oídos neoinquisidores. Diré putillas y putillos, al estilo de como hacía el lehendakari Ibarretxe con lo de los vascos y las vascas. También lo puedo poner en el lenguaje progre 15Mero de "putillxs" pero me da risa tener que retractarme ante la dictadura de lo políticamente correcto. Como dijo aquél "eppur si muove"

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Puede que también le interese: A CUENTA DE DESCEREBRADOS Y 1-O http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2017/09/a-cuenta-de-descerebrados-y-1-o.html

22 de diciembre de 2015

20-D: TODOS HAN PERDIDO Y LA CLASE TRABAJADORA MÁS AÚN

Por Marat

Parece que el IBEX 35 ha hecho un pan como unas hostias. Su apuesta por la diversificación de apoyos económicos y/o mediáticos ha dado lugar a la aparición de un mosaico político que recuerda al modelo a la italiana de la época Andreotti, el cuál ha producido un descalabro de la gran mayoría de las organizaciones políticas contendientes, incluidas algunas que no estaban en el esquema del IBEX 35 y que sólo se presentaban en determinadas circunscripciones. Resultado económico del lunes 21 de Diciembre: el Ibex 35 pierde un 3,62%, ante las expectativas de un escenario de incertidumbre postelectoral. A veces, las digestiones son pesadas.

El resultado era previsible pero ni los García Ferreras de turno ni los “grandes estrategas” públicamente conocidos (Errejón) ni los que trabajan en las oscuras covachuelas, aunque bien remunerados, del poder económico, del que todos los demás derivan, parecieron prever el pequeño detalle de que la ampliación del Congreso realizada hace unos años no contempló el incremento del número de escaños, 350 pasara lo que pasara. Una simple reflexión lógica dice que si la tarta no crece pero sí los comensales, los trozos serán más pequeños para todos.

Argüirán algunos que los “emergentes ni de izquierdas ni de derechas, ni de derechas ni de izquierdas”, pero muy escorados hacia el reformismo capitalista, se presentaban por primera vez a las elecciones por lo que no han perdido nada sino que han ganado mucho. Puede que ya no recuerden aquellos sondeos preelectorales, tanto públicos como privados, en los que uno de los “emergentes” aparecía en primer lugar, o disputando esa posición, y el otro “emergente” se situaba incluso en segundo o tercer lugar en la lucha por la piñata electoral. Pues bien, los hechos los descuelgan -uso ese verbo por su evidente distancia en el número de diputados esperados- al tercero y cuarto puestos.

Y es que en el baile de la confusión, los sondeos mediáticos han hecho también su labor de debilitar a todos.

El PP ha perdido uno de cada 3 votantes, el PSOE uno de cada cuatro pero, si ustedes se toman la molestia de hacer un análisis más “cualitativo” detectarán que el batacazo del PSOE es, como poco, tan brutal como el del PP, si no más. La condena a posiciones irrelevantes en plazas históricas para este partido señala la gravedad de su sangría.

En el PP, con tal de ver el modo de formar gobierno ya hay quien habla bajito en relación con obedecer las órdenes del poder económico de sacrificar a su espolón de proa. Rajoy, ha estado bastante escondido en campaña, no sólo en los shows-debates sino en los carteles en los que Sáenz de Santamaría le eclipsaba, quizá como opción temporal, pues su figura es indisociable de los viernes de dolor de estos cuatro años, cuando anunciaba nuevas medidas “anticrisis” que, como siempre, pagaba la clase trabajadora. Aún así, conviene no olvidar para no ponerse estupendo, que diría don Latino de Híspalis, y exultante como algún partido en la noche electoral, que el PP sigue siendo el partido más votado en 13 de las 17 comunidades autónomas.

Los asaltacielos que hace unos meses creían tocarlo con la punta de los dedos y que afirmaban que “Podemos ha nacido para estas elecciones” muy probablemente deban esperar a las próximas, de no tocarle en esta ocasión a su Mesías el papel de mozo de espadas en la investidura del “novillero” Sánchez. Para entonces, si no se producen muy pronto las siguientes elecciones, habrá pasado por la derecha a Rivera, en aras de su condición de autoproclamado “hombre de Estado”.

Su ascenso en votos y diputados es muy importante pero no le da para alquilar el atril de un discurso de investidura ni de lejos. Por otro lado, sus 69 diputados, que no son todos podemitas, se dividirán por ley y acuerdo previo en cuatro grupos parlamentarios con presencia diferenciada en el Congreso. Disciplinar cuatro grupos parlamentarios, tres de ellos plurales en su composición, es bastante más difícil que hacerlo a uno sólo. Si lo sabrá el PSOE que nunca permitió que el PSC lo tuviera en la Carrera de San Jerónimo.

De momento, ha hecho un inestimable favor a la “España eterna”, al dejar en KO técnico al independentismo catalán y fulminar al vasco en una combinación de “tú fíate, que he puesto entre mis líneas rojas lo tuyo del referéndum” que ya el tiempo se ocupará en demostrar que de lo dicho no hay nada.

En cuanto a Ciudadanos, si bien ha obtenido 40 diputados, no tiene el peso suficiente para condicionar a Rajoy con su abstención, al menos en primera votación. Ya veremos qué hace en segunda.

Las salidas de tono de algunos candidatos de Ciudadanos, el descubrimiento de algunos rasgos de su pasado poco edificantes y de escaso pedigrí democrático, sus meteduras contínuas de pata, el escaso empaque de Rivera como joven promesa del club de debates televisivos, el transfondo percibido de partido de derecha, desinflaron parcialmente un globo que parecía iba a volar muy alto.

IU-UP, Unidad Popular en Común -pico de aquí, pico de allá y me disfrazo como un camaleón sin identidad propia pero con guiños a la Confluencia “En Común”- empezó a morir como opción socialdemócrata, que lleva dentro otro partido socialdemócrata, el PCE, cuando su director de campaña de las europeas, eligió guiñar un ojo sexy a los podemitas con su eslogan “El poder de la gente”, que anunciaba su renuncia a ser poder de los trabajadores, como se ha venido demostrando en sus comunicaciones posteriores. Luego, la elección de cabeza de lista de su odalisca más entregada a la confluencia, el joven Garzón, indicaría el camino posterior, que se expresaría en el reciente lema de campaña “Por un nuevo país”, otro guiño, ya a calzón quitado a Podemos (“Un país contigo podemos”), dirigido por otro nuevo equipo de campaña que dimitía apenas empezada ésta, pasándose una parte de sus miembros al partido de los círculos.

Su esfuerzo por obtener notoriedad, ante unos debates a 3 ó 4 que le fueron antidemocráticamente negados, llevaron a sus nuevos alevines, completamente reideologizados en un postmodernismo desclasado, a hacer una campaña sin complejo del ridículo alguno buscando el logrado, en varias ocasiones, Trending Tonting en las redes sociales. Quizá no se preguntasen en qué medida eran retuiteados no sólo por sus seguidores sino por quienes se pitorreaban de ellos.

Los gatitos de Garzón (Gatetes), los Besos a Garzón, las expresiones tipo “chavalada, @agarzon manda y no tu panda”, las #abuelasconGarzon y los “Garzoners”, hashtags utilizados por la coalición en twitter mandaban a los votantes el mensaje de que podían ser tan cursis, ñoños, ridículos y desclasados como la “chavalada” podemita o más. En realidad mucho más. Pero eso lo completaron con sus menciones a los especistas (derechos humanos de los animales), los animalistas, los amigos de los huertos urbanos y demás moderneces de las que ya había partido a gran velocidad cualquier atisbo de izquierda o de clase, como no fuera la de los neopijos chupiguays o los nerds más frikis de internet.

Irónicamente, los disidentes de IU, en lugar de llevar su disidencia hasta las últimas consecuencias, han actuado como gregarios autómatas que, después de criticar la deriva de su organización hacia la nada ideológica, cogián la papeleta e iban a votar una opción que había perdido sus últimos retazos de dignidad política y de coherencia ideológica. Horas después arremetían con saña contra el objeto de lo que habían votado. No sé cómo calificar el ir de crítico y votar a un candidato que acabará sumando un diputado más a Podemos y después rumiar su arrepentimiento por haberlo hecho y montar la bronca públicamente pero, en cualquier caso, no les iba a gustar el epíteto. Sinceramente, ante tal inconsistencia, uno se pregunta qué queda en seres humanos de esas características de lo que debe de ser un librepensador y una persona con sentido crítico. Es evidente que ahí habitan ya muy pocas fuerzas sanas y, en cambio, mucho cómplice necesario que aún cree poder salvar una máquina agónica sin empezar por salvarse él mismo de su propio adocenamiento y falta de valentía política. El principio de que fuera hace mucho frío sólo crea seres inactivos para la lucha cuando la propia vida y su desenvolvimiento exige lo contrario; no digamos ya querer cambiar el mundo de base.

En medio de ambas campañas la fuga de los cabeza de lista municipal y autonómico de Madrid hacia otras formaciones, la desbandada de jóvenes y no tan jóvenes dirigentes hacia Podemos, el pacto del secretario general del PCE, Centella, con la Juventud Comunista de Madrid, para tomar el poder dentro de IU y hacerse con la organización, eligiendo a Garzón en unas primarias en las que no se dio oportunidad alguna de competencia en igualdad a otro candidato a dichas primarias, etc, etc.

Resultado de todo el proceso: IU-UP logra sólo 2 diputados 2, ambos por Madrid, en las elecciones generales, las peores de la historia de esa formación política junto con las de la época de Llamazares como Coordinador Federal.

Ayer uno de IU me relataba el cuento de la lechera, diciéndome: “En candidatura directa hemos sacado sólo los 2 de Madrid pero en listas “unitarias” hemos sacado otros 2 en Cataluña y 1 en Galicia”. A lo que no pude contenerme de responderle: “Sí, y te serán tan útiles como los que tienes en el Ayuntamiento dentro del grupo gobernante de Ahora Madrid”. Aún me devolvió otro contraargumento, ya sin mucha convicción: “Pero se han abstenido o votado en contra de la mayoría -de Ahora Madrid- en varias ocasiones”. Se la reenvié: “Pregúntale a quienes no estén especialmente informados si saben que son de IU y en qué se nota que lo son”. No me respondió. Sé que acariciaba la idea, que no me dijo, de que esos tres diputados “de IU”, pero que fueron en listas ajenas a las oficiales y compitiendo a nivel nacional frente a IU -al no poder votarse a esta organización en dichos territorios- prestarían los votos a los dos diputados de IU por Madrid para conformar grupo parlamentario. Sé también que, en el fondo, no creía en tal deseo porque iría en contra de los intereses de Podemos de que su “oposición” por la izquierda desaparezca para fagocitar algunos dirigentes, locales y votantes. Y los que han ido en las listas de las Mareas y de En Común Podem han demostrado sobradamente con qué proyecto están.

IU está agonizando en sus últimos meses de vida. Su niño-candidato-estrella pronto ejecutará la danza de los 7 velos ante el visir de la coleta. Ya destapó el tarro de sus esencias la noche electoral al insistir en que las urnas habían mostrado su voluntad de una nueva mayoría y al declarar en su página de twitter lo siguiente: “Felicitar también a los compañeros de Galicia y Cataluña, han demostrado que la unidad es el camino para derrotar al bipartidismo”. Es obvio que ahora, siendo diputado electo podrá vender mejor su paso a la bancada podemita, cosa que hará en muy breve, como tantos que dijeron cosas del tipo “no, no me voy a Podemos. Punto”.


Un día después de las elecciones Javier Couso, eurodiputado electo por IU mostraba hasta qué punto no se sentía a gusto en esta organización al declarar, en un lenguaje sólo críptico para quienes desconocieran los entresijos de la misma, lo siguiente:






Un día después ha borrado sus tuits de su sitio en twitter dejando, estupidamente, un rastro de sus intenciones previas en el del día siguiente (22/12)



A pesar de su zorrería política, Javier Couso es un parvenu a la politiquería marrullera, sucia y llena de trampas, que representa el día a día de cualquier partido dentro de las reglas de juego "democráticas" al uso. Él era alguien que pasaba por allí, dispuesto a hacerse notar con el qué hay de lo mío -muy digno y justo en su origen, denunciar el asesinato de su hermano en Irak a manos de las tropas USA pero con un savoir un tanto arribista y de autopromoción de sí mismo- y logró que un grupo político oportunista, IU, le elevase a la condición de eurodiputado.

En cualquier caso, Javier Couso bien puede ser el siguiente paso en la operación tránsito de IU a Podemos, que allane el camino de Garzón y organice la voladura controlada y por pasos de una organización ya muerta pero zombie. IU es un cadáver político que lleva el mismo camino que UPyD.

En Mayo del año pasado escribí un texto titulado “si en la dirección de Izquierda Unida hubiera inteligencia colectiva”, donde planteaba la necesidad de resistir y de dar giro político-ideológico hacia la izquierda, la clase trabajadora y la lucha por el socialismo. Pero quienes están en operaciones sólo cosméticas de ruptura limitada del orden institucional nunca hubieran emprendido tal camino que les habría producido vértigo. Para eso hubieran sido necesarios auténticos cuadros políticos con capacidad dirigente, audaces, seguros de una voluntad de cambio interno radical e intelectualmente valiosos. Los capitanes de hoy en IU no hubieran sido admitidos siquiera como cabos furrieles en el PCE hiperreformista pero cualitativamente poderoso de 1977.

La muerte de IU y del PCE, organizaciones socialdemócratas, que sin embargo mantuvieron durante tiempo restos de una cultura de lucha obrera, a manos internas y externas, ha de tener, no obstante, algo provechoso: el dejar de ser obstáculo para la reconstrucción de un polo comunista en este país que no se avergüence de proclamar la dictadura del proletariado como paso al socialismo, la lucha de clases como práctica política, la lucha ideológica y la formación de cuadros como medio para ir asentando una nueva cultura política que abra caminos a otros contenidos muy distintos a los de la protesta social actual y la centralidad de la clase trabajadora en dichas luchas.


Y después del 20-D, ¿qué?
Los interrogantes que surgen ante la formación del nuevo gobierno son múltiples. 

Salvo que el capital tenga previsto una segunda ronda que restituya la situación a un marco muy similar al de 2011 por agotamiento de las posibilidades de combinación postelectoral y por temor al vacío por parte de los electores, el curso de los acontecimientos se presenta muy abierto.

Las combinaciones de pactos y/o permisos de gobierno tanto para el PP, el principal candidato a la reelección, como para el PSOE, una posibilidad un tanto delirante, son harto complicadas.

La posibilidad de que el “el astuto” Rajoy sea investido por segunda vez como Presidente de Gobierno no depende sólo del previsto cambiazo de Rivera y su partido personal sino de que el PSOE se inmole en el altar del “interés general de España”, algo muy posible dado que es un puntal decisivo para la estabilidad del sistema económico y político surgido y pactado con el franquismo a la muerte de su Caudillo.

Aunque fuera en segunda votación, el nuevo gobierno presidido por el señor que duerme cuando todos los montes del norte “se queman” a la vez, y púgil derrotado en familia, sería muy inestable, con enormes dificultades para pactar leyes coherentes y con una tendencia al “¿qué hay de lo mío?” de sus socios tremenda. Tendría que recurrir a Ciudadanos, al PNV, a Coalición Canaria y hasta a la marca blanca de Convergencia, siendo esto último muy difícil, aunque no imposible, dado que la burguesía no tiene ni ideología ni principios, sólo intereses.

En el caso de que el PSOE apostara por la investidura del bisoño Pedro Sánchez, la cuestión estaría más complicada. Requeriría, en una combinación menos imposible de lo que parece, del concurso de Podemos y de Ciudadanos, ambos aparentemente opuestos en la cuestión del referéndum para Cataluña y Euskadi pero no en el resto de líneas rojas de los podemitas (reforma constitucional, moción de confianza para el cumplimiento del programa electoral, reforma de la justicia y cambio de la ley electoral), asumibles dentro del esquema regeneracionista que Ciudadanos comparte con los anteriores.

Dado que Podemos tendría mucha dificultad para vender su propuesta de referéndum fuera de las dos comunidades históricas -la España “eterna” y unitaria no perdona-, don Pablo “el estadista” siempre podría sacarse de la manga alguna comisión interparlamentaria Congreso-Senado que estudiase el encaje de Cataluña y Euskadi dentro del Estado español en pos de un reconocimiento de su condición de naciones soberanas y blablabla, a través de una transaccional ideada por el gran “estratego” Errejón junior. Al final, les llevarán al mar de los Sargazos de un federalismo tipo PSOE sin contenidos y con aires de brindis al sol periódicamente mencionado en un horizonte tan lejano como el de la República. La “generación más preparada de la historia” y los menores de 50 años no conocerán seguramente las triquiñuelas de un PSOE que en los primeros años de la transición defendió la República, el derecho de autodeterminación de Euskadi y Cataluña, la salida de la OTAN y la autodeterminación del pueblo saharahui entre otras cuestiones. Los mayores de 50 años, que antes votaban PSOE y ahora Podemos lo saben, pero no tienen escrúpulos para actuar como si careciesen de memoria histórica al respecto y como si ignorasen que Podemos ha sido infinitamente más rápido en aceptar la OTAN que su partido de origen.

Que Podemos haya sido primera fuerza política en Cataluña tiene que ver con una cierto cansancio respecto al “procés”, que parece continuar encallado en medio de las ditatribas de Mas/Junqueras con la CUP respecto a la investidura de Mas como President por parte de ésta última.

El desplazamiento del voto Bildu hacia Podemos tiene mucho que ver con la incipiente pérdida de fuelle de la primera, tras el fiasco de su gobierno en Donosti y tras el abandono de la lucha por la amnistía de los presos como primer elemento de negociación con el Estado, lo que ha abierto las puertas a un posibilismo que ha dado alas a Podemos. La relación entre ambos ha sido de amor/odio y de acercamiento/distanciamiento siempre prudente, siempre abierto “a ver si en Madrid nos ayudan a salir de este embrollo y nos dignifican a la categoría de una ERC o de un BNG de hace unos años”. Cuando el independentismo pretendidamente de izquierdas quiere hacer política, se ablanda.

Aclarada esta cuestión, queda la opción de un PSOE+Podemos+ IU + la marca blanca de Convergencia (por eso de que otros les saquen las castañas del fuego) + ERC + La Ponferradina + 3 ujieres del Congreso + un señor bajito, representante de una fábrica de fajas de Vitigudinos. Todos ellos se encontrarán con el camino muerto de la mayoría absoluta del PP en el Senado, un lugar en el que bien podría ir a morir muchas de las iniciativas parlamentarias de esta suerte de multipartito.

Sea como fuere, esta opción sería seguramente la más inestable de todas, dadas las necesidades de atender a un sinfín de intereses, muchas veces no compatibles, salvo en su respuesta a los intereses del capital, y adolecido de clientelitis aguda por la cantidad de prebendas a las que habría de hacer frente. Acabarían por entrar en el mundo de “la vieja política” corrupta del PP tan a saco como este partido. Y cada mano lavando múltiples manos.

Eso sin contar con las tentaciones de Podemos de enterrar al PSOE y de actuar como escorpión que se ahoga en el pantano del pacto no cumplido por la ambición de responder a sus instintos sucesorios.

Aunque siempre podría ocurrir que la operación “salvar al soldado Sánchez” sea la que ronde por la cabeza encoletada del mesías podemita y haga bueno aquello de “guárdame los votos, Pablo, que en unos meses pasaré a recogerlos. Pedro Sánchez” y que se acabe materializando en formato de gobierno de concentración “progre”.

Por si tuvieran alguna tentación de pasar de las palabras a los hechos, de sus difusas promesas sociales a algún cumplimiento menor, Bruselas ya vela armas y recuerda a los próximos gobernantes que hay unas obligaciones que cumplir. Les aseguro que si hubiera una alternativa a Rajoy, el destino de los nuevos gobernantes sería el del “bravo Alexis”, desaparecido y olvidado en esta campaña tanto por IU-UP como por Podemos, tan eficaz para disciplinar y arruinar a la clase trabajadora griega.

Y es que Bruselas ya ha indicado al próximo gobierno español que tiene que continuar con su política de recortes sociales. Ello mientras espera en cola la segunda fase de concentración del sistema bancario, con 30.000 próximos despedidos o el plan de Telefónica (Movistar) de echar a la calle a 10.000 trabajadores.

Siempre queda la opción de que no haya posibilidad de formar gobierno ni del PP ni del PSOE, porque son los únicos que lo encabezarían, y de que en Marzo o, como tarde, en Mayo, se convoquen nuevas elecciones. Tengan por seguro que las volvería a ganar Rajoy, posiblemente con una ventaja superior a la actual, ante el temor de la conservadora y derechizada sociedad española a “aventuras desconocidas”.

Pase lo que pase, a la clase trabajadora la seguirán jodiendo mientras no exista una vanguardia lo bastante poderosa para despertar al Gulliver que, sólo en ese caso, quizá pudiera recuperar su condición de sujeto político.

Mientras tanto, "estratego" Errejón junior propone a un independiente como cabeza de gobierno, lo que recuerda un tanto al pasado gobierno técnico italiano de Mario Monti. Como me recuerda una camarada, quizá le haya faltado añadir "con el permiso de la Troika". Y es que tal vez se esté curando en salud, tras los éxitos cosechados por el "bravo Alexis".

Por su parte, Pablo Iglesias en un artículo titulado "A Pedro no le dejan", publicado en el Huffington Post, valida la propuesta de su primer espada de nombrar Presidente a un "independiente", el cuál seguramente no estará entre los "independientes" en listas de partidos refrendados por las urnas, lo que ratifica la posibilidad de que se repitan las elecciones dentro de unos meses y sugiere el temor de la Cúpula del Trueno podemita a que, en ese caso, las cosas les vayan peor.

El momento presente y las circunstancias de los comunistas
Es fundamental ser lo bastante realistas para admitir las características reales del momento político nacional como paso previo a cualquier análisis posterior.

No existe una crisis del régimen político español. A lo sumo lo que existe es una cierta crisis de institucionalidad (los partidos de la primera transición, la desconfianza genérica hacia los políticos, cierto hartazgo de que la “riña” política no refleje la auténtica realidad de los más golpeados por la crisis). Mucho menos del régimen capitalista en España. La conciencia de la clase trabajadora es muy baja respecto a las causas reales de su sufrimiento como clase

Aprovecho la ocasión para señalar que quienes desde IU, otros partidos o un "izquierdismo" pequeñoburgués expresan la frustración ante sus limitaciones para conectar con las aspiraciones y necesidades de la clase trabajadora y la culpan de haber votado a la derecha son unos miserables. Quien hace tal cosa no sólo no es marxista sino un pobre ignorante que desconoce que la conciencia no es un derivado inmediato de la condición social y que para que aquella se adquiera hace falta una vanguardia consciente, inteligente y capacitada para aprovechar las contradicciones políticas y sociales y abrir nuevos espacios de disidencia y contestación social que, sin negar la importancia de las necesidades inmediatas de nuestra clase, eleve su nivel de conciencia y lucha hasta donde se haga evidente que el capitalismo no es capaz de dar respuesta a las necesidades de nuestra clase.

Mientras tanto, la Monarquía se ha fortalecido, ayudada por una mayor discreción del nuevo rey, capaz de mostrar una imagen pública más honorable en sus comportamientos públicos, instituciones violentas y/o represivas como el ejército o la policía gozan de gran aceptación, la clase trabajadora ha desaparecido en el relato de los partidos y en la importancia concedida a sus necesidades básicas -lo que importa es el discurso de los problemas de la clase media, que tiene mayor acceso a la formación de la opinión pública-, los sindicatos mayoritarios no existen y del nombre de sus dirigentes ya nadie se acuerda (todo lo que hayan acordado con el capital en este último año y medio se ha hecho en secreto y bajo cuerda). La movilización social, agotada a final de un ciclo más o menos intenso de luchas, pero profundamente reformista -objetivo: salvar los muebles-, ha fiado todo a la ilusión democrática de un cambio que cada día se aleja más en el horizonte porque sus dirigentes no buscan un “cambio” sino, como veremos demasiado tarde, una involución hacia una nueva transfiguración del capital en forma de protagonistas viejos (segunda transición) con caretas nuevas. En ese proceso, las viejas familias políticas acabarán fundiéndose con los nuevos actores en una comunión de intereses que restablezca el orden social, sólo parcialmente contestado.

Aún así, los comunistas debemos atender al nuevo escenario que se abre tras los resultados del 20-D en los que ninguno de nosotros debiera haber participado tras el fiasco de lo que significó Syriza para no legitimar esta descarada dictadura de clase de la burguesía. Syriza y su práctica tras el "oxi" fue la evidencia de que, cuando se admite el juego “democrático” de la institucionalidad burguesa, sólo queda obedecer a los amos del capital. Excepto que pasar del 0,11% al 0,12% en el caso de alguna organización comunista se considere un éxito.

Para ciertos comunistas el paso del “cretinismo parlamentario” a la reorganización y la reconstrucción significa un salto en el vacío porque, por un lado, produce el aturdimiento y el temor a perder los focos sobre el grupo y, por el otro, abre bajo sus píes el vacío de tener que atender a las circunstancias de hoy con ojos de hoy, aunque no se ignoren las enseñanzas del ayer. Demasiada sensación de riesgo la que oprime sus corazones.

Curiosamente, ambos conceptos (rechazo al parlamentarismo como protagonista de la actividad de la organización y necesidad de reconstrucción y de organización) son esgrimidos como fantasía argumental frente a las causas de la socialdemocratización de sus organizaciones. Pero, fuera de tal retórica, son incapaces de abrir paso a este camino porque sus reformistas mentes se lo impiden. Mientras tanto pueden proclamar a San Stalin como su héroe o expresar su nostalgia por la Unión Soviética, sin ser capaces de explicar porqué cayó -fuera de alguna tontuna conspiranoica- y porqué la clase trabajadora no la defendió en el momento de su destrucción. Responder a estas cuestiones quizá les ayudara a liberarse de sus corsés reformistas y a abordar el futuro con la suficiente valentía intelectual para no encerrarse entre sus paredes de barro cada vez más endebles.

El reto de defender a la clase trabajadora, desde dentro y como parte de ella, sigue estando delante. Organizarse, definir un programa político de lucha, que no electoral, dar la batalla ideológica para situar los problemas de los trabajadores como una realidad completamente diferente y real frente a la “ilusión democrática”, encender de nuevo el fuego de la lucha de masas, abandonada en espera de falsos Prometeos parlamentarios, elevar las luchas por lo inmediato a niveles que resulten irrresolubles dentro del capitalismo, es la tarea de los comunistas. El resto, consunción en las cenizas y vanos brindis al sol de nostálgicos de un mundo desaparecido.

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