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6 de junio de 2023

SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?

Ya veremos en qué acaba esta carrera de tres pies

Por Marat

Cualquiera que esté mínimamente al tanto de la tragicomedia del teatro de títeres de cachiporra en el que han estado enzarzados los últimos años los progres a la “izquierda” del PSOE está al cabo de la calle de cuál es el ambiente y el estado emocional en esa variopinta fauna y entre sus menguados votantes.

Hasta el 28 de Mayo todo eran broncas, ataques más o menos sutiles, más o menos groseros, descalificaciones y envenenados llamamientos a una supuesta unidad, que cada parte pretendía imponer desde un “trágala” tácito en unos casos (Díaz con su construcción primero de Sumar), explícito en otros (Iglesias y sus “majorettes” Belarra, Montero, Echenique y Verstrynge con su exigencia de primarias).

Sumar ha recibido un mazazo brutal con la pérdida de Compromís del Ayuntamiento de Valencia y el poder compartido en la Generalitat Valenciana, la pérdida de 7 concejales de Más Madrid en el Ayuntamiento de la capital (Pitita, perdón, Rita Maestre se dejó por el camino 200.000 votos), sólo compensada parcialmente por su mantenimiento en el Parlamento Autónomo, y la más que previsible pérdida de la alcaldía de Barcelona por parte de los Comunes. Los moderadísimos éxitos de otros grupos de Sumar, como CHA o IU, donde ésta ha ido sola o con otros grupos al margen de Podemos, son bagatelas en comparación con las pérdidas. El proyecto de Sumar y la imagen de Yolanda Díaz parten debilitados hacia las generales del 23-J.

Podemos ha cosechado un fracaso garrafal. De los 47 diputados autonómicos que tenía en 2019 ha pasado ahora a 14. Ha desaparecido de la Asamblea de Madrid, continúa sin tenerla en su Ayuntamiento, ya no está el Parlamento Valenciano y ha perdido sus cargos en la Generalitat, no ha obtenido ningún representante en el ayuntamiento de Valencia, ha desaparecido del parlamento canario, ha perdido todo su poder ejecutivo en gobiernos municipales y autonómicos en los que ostentaba alguno y el PSOE gobernaba. Donde se ha presentado sin IU, o donde ésta iba en coalición con otros grupos distintos a Podemos, a estos les ha ido peor aún que a los de Garzón (es lo que tiene ser un partido sustentado sobre el tuit, la televisión y unos cuántos medios digitales, eliminando militancia por si le sale crítica). Juntos apenas llegaron a los 750.000 votos.

Sin duda, el gran perdedor de municipales y autonómicas ha sido el PSOE ya que se quien gobernará en Jaen ha esfumado casi todo su poder territorial. De las 9 autonomías en las que gobernaba no ha revalidado gobierno más que en Asturias y Castilla-La Mancha. Cabe imaginar que lo logre también en Navarra, si no vuelve, como en otros tiempos, a dar su voto a la investidura del candidato de UPN, para no contar con Bildu en la propia. Pesará en su decisión el slogan fascista “que te vote Txapote” y la inoportunidad del “affaire” de las listas de los abertzales en momento político tan delicado. En las municipales ha perdido !7 ayuntamientos y sólo está en estos momentos en condiciones de gobernar en 6. De las capitales andaluzas quizá logre mantener Jaén. Es una clara premonición de lo que muy probablemente sucederá en unos meses: la victoria del PP el 23-J. Aún así la distancia en votos entre el PSOE por un lado y la suma de los obtenidos por Podemos y los partidos componentes de Sumar es sideral: en torno a 4.500.000 votos. Esto tendrá su peso psicológico entre quienes deban decantarse en la convocatoria de julio por una papeleta de la izquierda.

Así las cosas,”dicen” en Sumar y en Podemos que están negociando una candidatura conjunta para las generales que una a “progresistas y demócratas” para defender lo logrado y ampliar los derechos sociales (Díaz “dixit”) y frenar a la derecha y a VOX, en versión de Podemos. Distinta letra y notas musicales para un mismo objetivo

Entonces, ¿qué puede salir mal? TODO

Porque no es creíble

O sólo lo es para esas mentes ingenuas, absolutamente desinformadas y con la suficiente dosis de autoengaño, y esas cada vez son menos, para no querer ver lo evidente: que la negociación, si es que hay algo que mínimamente evoque una caricatura de tal cosa, no se está produciendo con voluntad de acuerdo sino de imposición, agotamiento del enemigo por presión del tiempo (límite de plazo 9 de junio) -perdón, futuro socio – y exclusiones mutuas teñidas de agresiones verbales y de ataques silenciosos.

Yolanda Díaz ha construido un “partido instrumental”, antes movimiento, que le ha servido para postularse como líder de todo el espacio, ayer figuradamente amplio, hoy potencialmente mínimo, a la izquierda del PSOE, entretejer complicidades provisionalmente sólidas con sus aliados internos con los que tiene mayor sintonía (ya veremos con el tiempo en que acaban esas fraternidades) y montar una pequeñísima pista de aterrizaje sobre el mar para el avión en llamas de Podemos, mientras desde la torre los controladores aéreos (Díaz nunca se mancha las manos personalmente, aunque sus proyectos pasados de unidad de las izquierdas gallegas han dejado un reguero de muertos políticos) dictan los nombres de los que deben ser lanzados a los tiburones para permitir que el ya carbonizado avión aterrice. Para ello cuenta con la disidencia interna podemita, que se multiplica por días, los rechazos más o menos explícitos de Compromís y Más Madrid (el siniestro y vengativo Errejón siempre agazapado en las sombras) a incluir las principales caras de Podemos en ciudades importantes y lugares destacados de las listas.

Podemos lleva años arrimando el hombro para lograr la unidad de la izquierda. Ya apuntaba maneras con aquello de “cuécete en tu salsa llena de estrellas rojas y de cosas, pero no te acerques”, que les dedicó Iglesias cariñosamente a sus excompañeros de IU en 2015. Luego absorbió a una parte y enfeudó a la otra. O cuando la dirección de Podemos fue purgando disidentes, ninguneando a dirigentes territoriales elegidas por sus exiguas bases contra el criterio del macho alfa. O cuando hace más de un año Iglesias recordó a Díaz que era vicepresidenta del Gobierno gracias a Podemos, o sea, a él, tratando de atarla en corto, a pesar de que ella no era de Podemos sino del PCE. O cuando exigía una negociación de igual a igual entre Podemos y Sumar, sabiendo que eso no sería admisible porque Sumar iba a ser un conglomerado de grupos, lo que supondría asumir a Podemos como hermano mayor, cuando a todas luces, incluso antes del resultado del 28-M, ya no lo era. O cuando ha estado meses exigiendo primarias para sumarse a los que ahora dice querer unirse, cuando las hemerotecas están plagadas de denuncias de miembros y exmiembros de Podemos que denunciaron en su día un buen número de pucherazos en primarias digitales podemitas. O cuando calificaron a sus supuestos futuros socios como “izquierda cuqui”, hasta el cierre de campaña de las elecciones de mayo, y a sí mismos como “izquierda valiente” ¡Menudos valientes que ahora llaman a la puerta de Sumar para juntarse con los cuquis!

Porque huele mal

Hay una generación de políticos entre la treintena y la cuarentena cuyo primer empleo en su vida ha sido el de concejal, alcalde, diputado autonómico o nacional, ministro, asesor o liberado por su partido. Algunos han vivido siempre de un chiringuito (fundación, ONG). Decían ser una Juventud Sin Futuro, ¿recuerdan? El grito de los jóvenes de clase media (eso era el 15-M) del “No nos representan” acabó representado en la mesocracia institucional (eso es Podemos, la IU actual Más País/Más Madrid y otros grupúsculos nacidos del estallido de la supernova podemita)

El miedo al paro y la búsqueda de empleo es un potente pegamento unitario ¿Les imaginan volviendo a trabajos de cajera de supermercado, pizzero, aforadora del Metro de Madrid, becario o profesor universitario asociado?, por citar sólo algunos empleos previos de dirigentes de algunos partidos de los que hablamos Hoy tener título universitario, lo tienen casi todos ellos, vale muy poco. No descenderían tanto de status. La política es un ámbito de relaciones. Siempre encontrarían el amparo de un trabajillo mejor que que tuvieron antes de vivir de la política pero sin el brillo de las cámaras, del saberse poseedores de la información ajena al ciudadano común, de estar donde se corta el bacalao, viviendo vidas anónimas, soportando las vulgares y aburridas conversaciones de los compañeros, preocupados por los nuevos salarios tan poco elásticos,...Ya hay una inflación de tertulianos políticos de medio pelo. No hay televisiones para todos.

Esa, por encima de cualquier otra, es la razón que moviliza la búsqueda de acuerdos: el miedo a quedarse fuera de la política profesional. El ejemplo de Teresa Rodríguez y de Kichi, mucho más que el de Garzón, que seguirá cobrando como Coordinador General de IU y no será candidato para que en Podemos sigan su ejemplo.

El principal escollo de la negociación se concentra en Montero. Mientras para Podemos es la heroína del feminismo y el buque insignia al que salvar por su rol como Ministra de Igualdad, para Sumar y sus partidos miembros Montero resta. Es algo compartido por la disidencia podemita partidaria de la unidad dentro de Sumar, aunque entienden que también debe echarse a un lado el resto de la cúpula.

Si a la dirección de Podemos le importase su organización, antes que su supervivencia dentro de la política, se preguntarían por el peso que ha tenido la Ministra de Igualdad, el resultado de sus leyes, la imagen pública que transmite y sus actitudes en la pérdida de votos de su partido. Pero no parece que vayan a hacer tal cosa.

Por el contrario, los dirigentes de Podemos mezclan victimismo, al aludir a una dinámica de "venganza", “humillación y "presión" para que Montero quede fuera de la negociación, con chantaje, al afirmar que "cualquier voz que refuerce esas críticas, esas campañas contra el feminismo, lo único que hacen y lo único que consiguen es poner una alfombra roja a la derecha y a la extrema derecha", identificando, de paso, al feminismo con la señora Montero, cuya política ha dividido al propio feminismo.

Iglesias juega a ser el Basilisco que envenena desde fuera el clima de la negociación, acusando a Compromís, los Comunes y Más Madrid de vetar a sus dirigentes en las listas de la Comunidad Valenciana , Cataluña y Madrid. Mientras, la impávida Belarra calla, demostrando, como muñeca de trapo, quien es el jefe. Los aludidos lo niegan y denuncian que Podemos miente. Los Comunes acusan a Podemos de intentar pactar en secreto una candidatura con ERC al margen de Sumar. Todos ellos son una vulgar patulea que, como delincuentes pillados por la policía, se acusan mutuamente, mientras preparan la ruptura de las supuestas negociaciones. Y Díaz, mientras tanto en estado zen y postura de loto, diciendo que todo va bien.

Todo esté juego de "verdades" y mentiras, de trampas al supuesto convergente tiene un único objetivo: justificarse ante sus fans y hooligans de las decisiones previamente tomadas de evitar la unidad por parte de Podemos y los componentes de Sumar.

A esta edificante performance ya está faltando Macarena Olona y su tingladillo, que podrían aportar un tono de refrescante sosiego.

Porque llega tarde

Y, como en el título de la vieja película, deprisa, deprisa. Antes del 9 de junio las coaliciones electorales deben presentar sus candidaturas ante la Junta Electoral.

Ignoro si quienes lean este texto en la fecha citada se van a encontrar ante una candidatura única de izquierdas o para entonces habrá saltado todo por los aires.

Años de broncas, insultos, frustraciones y odios no se disuelven en unos pocos días para dejar paso a la paz, el amor y el acuerdo, ni aunque fuesen a las reuniones pasados de éxtasis. Al contrario, la presión de la urgencia puede exacerbar las tensiones y los rencores acumulados.

El domingo 4 de junio el PCE disolvió a la dirección nacional de la UJCE y nombró una gestora, tras acusar ésta al partido de “marginar el proyecto comunista dentro de Sumar” y de deriva socialdemócrata, como si esa deriva no se hubiera producido en 1956 con la política de reconciliación nacional. Periódicamente hay grupos de socialdemócratas del PCE que acusan a su dirección socialdemócrata de serlo, creyendo que ellos no lo son por el simple hecho de declararse comunistas. Ser socialdemócratas y a la vez estalinista es una forma perfectamente compatible de no ser comunista ni unos ni otros.

A estas alturas casi todas las direcciones regionales de Podemos han entrado en rebeldía contra su dirección nacional, exigiendo su integración en Sumar.

A la desesperada, la “banda de los cuatro” de Podemos intenta garantizar una posición independiente dentro de Sumar, que les permita ir por libre, soslayando una unidad de acción posterior.

.Como pequeños Sansoncitos, la dirección estatal de Podemos puede sentirse tentada con derribar las columnas del templo progre de Sumar y enterrar con ellos a los filisteos cuquis. Cosas de ser la izquierda valiente….salvo que las direcciones regionales les monten una “catilinaria” de urgencia y les depongan. Cualquier cosa.

No sería descartable que en este ambiente de paz, amor y mutuo entendimiento, pero urgidos por la escasez de un tiempo que se escurre vertiginosamente, los negociadores peguen una cagada del tipo de la realizada hace un año por la candidatura Por Andalucía, que iba a ser allí el primer experimento de Sumar. Como a 10 minutos del tiempo límite aún negociaban a hostia limpia, jugaron al órdago del último minuto para presentar las firmas de todos los apoderados de los partidos, no pudiendo los de Podemos ser incluidos en la coalición, por llegar tarde su firma, quedando los podemitas como independientes dentro del grupo parlamentario. O quizás más que cagada fuese una de tantas “jugadas maestras” de IU. Su fineza marrullera es proverbial frente a las jugarretas podemitas, siempre mucho más torpes.

Si finalmente hubiese un pacto sería tan provisional que saltaría pronto por los aires tras las elecciones, siendo lo más probable un engrosamiento del grupo mixto y un pequeño grupo reunido en torno a Díaz de improbable evolución, ya que ésta no tiene organización propia (su pertenencia al PCE es circunstancial) sino aliados de distintas obediencias partidarias.

Porque el voto se va a concentrar como voto útil

El espectáculo degradante que están dando Podemos y los futuros integrantes de Sumar refuerza la apuesta de Sánchez de dar un cerrojazo al gobierno de coalición, convocar las elecciones y dejar con el culo al aire a sus todavía socios, concentrando todo el voto de “izquierda posible” en el PSOE.

Está dejando de funcionar el miedo a la derecha, algo que aunque fuese minoritariamente, debería hacer pensar a la izquierda, especialmente cuando buena parte de la sociedad española ha homologado ya a VOX como partido respetable.

El cambio de ciclo político hacia la derecha y un fascismo “de nuevo tipo” no es un fenómeno nacional sino mundial. Ello favorece una tendencia de los partidos progresistas y de su electorado hacia la moderación con programas políticos de mínimos que básicamente les llevan a retroceder “disciplinadamente”, ralentizando la involución en lo económico y social.

Los fracasos de la ia izquierda radical -populista, izquierdista pero en absoluto comunista -de Tsipras, Podemos y Boric muestran los límites de un relato radical a la vez que una práctica de aceptación del Estado capitalista y su sistema económico.

La práctica del izquierdismo gritón, con señuelos progres, más ligados al narcisismo de la política de la diversidad y las identidades, propio del mundo de las clases medias, que a un programa de la clase y para la clase trabajadora, ha fracasado.

En este contexto, la diferencia entre el social-liberalismo del PSOE y el izquierdismo de Podemos y otras opciones progres (Sumar, IU, los Comunes, Más País,…) es de grado, no de sustancia. Tampoco su base social y electoral va más allá. Ello abre posibilidades de juego al conservadurismo social-liberal del PSOE. Superado el sarpullido de un radicalismo vacío se acaba prefiriendo el original a la imitación con adornos.

26 de abril de 2023

TRASFONDO DEL SHOW A HOSTIA LIMPIA DE LA IZQUIERDA

 Por Marat

Y Pedro Navaja, puñal en mano le fue pa' encima

El diente de oro iba alumbrando toa la avenida, ¡hizo fácil!
Mientras reía, el puñal le hundía sin compasión

Cuando de pronto sonó un disparo como un cañón

Y Pedro Navaja cayó en la acera mientras veía, esa mujer
Que revólver en mano y de muerte herida, a él le decía

"Yo que pensaba: hoy no es mi día, estoy salá"
"Pero Pedro Navaja, tú estás peor, no estás en na'"

(…)

Pedro Navaja, matón de esquina

Quien a hierro mata, a hierro termina

Valiente pescador, pa'l anzuelo que tiraste

En vez de una sardina un tiburón enganchaste”

(“Pedro Navaja”. Rubén Blades)


Lo mínimo que cabe exigir a los guionistas de una serie de intriga política es un compromiso, no con la verdad, que es cosa de curas y profesores de ética en educación secundaria, sino con un contenido y trama lo bastante interesantes y novedosos como para que el espectador sienta que es tratado como si fuese inteligente, aunque los hechos demuestren que rara vez lo es.

No es el caso. La escenificación del enfrentamiento entre los socios minoritarios del gobierno del PSOE es de una cutrez impresionante. Está en línea con las performances del programa de telebasura “Sálvame”. En consonancia, el director de dicho programa, Jorge Javier Vázquez, fue una de las estrellas invitadas al acto público de presentación de Sumar en Magariños. Si un exnazi como Jorge Verstrynge pudo transitar desde la Alianza Popular, precursora del PP, al PSOE, luego a Izquierda Unida y, por último, recalar en Podemos, por qué un excelso representante de la casquería televisiva no iba a apadrinar a lady Díaz.

Quien opte por entrar en los dimes y diretes, en quién inició la agresión y quién se supone que se limita a defenderse, en los distintos hitos del enfrentamiento Sumar-Podemos, carecerá de toda perspectiva de lo que realmente sucede en el espacio parlamentario, o con vocación de tal, a la izquierda del PSOE y lo hará, desde una perspectiva limitada al juego reformista y a la apuesta por uno de los dos contendientes.

Conviene situarse en el contexto del conflicto y entender el trasfondo del mismo para ver lo que se juega en esta timba de tahúres políticos.

Hablemos de hechos.

El marco postpandemia, las políticas del Plan de Recuperación (fondos Next Generation) de la UE, la amenaza de una posible nueva recesión de la economía mundial y europea, los tipos de interés elevados y las tasas de crecimiento particularmente bajas, son el marco que explica la aceptación de la política económica y social del gobierno de coalición.

El PSOE tiene a gala mostrarse ufano de las coincidencias de su política económica y social con las de la Comisión Europea. Es lógico porque sus votantes son aún más acríticos y desinformados que los de Unidas Podemos de lo que representa aquella respecto a los recortes del Estado Social que tanto una como otra parte del gobierno español venden como avances sociales y mejoras en las políticas de igualdad. Ejemplos hay unos cuantos pero baste citar la la reforma de las pensiones y la tan reivindicada como gran éxito progresista, la reforma laboral.

La reforma de las pensiones responde a los requerimientos del ya viejo Pacto de Toledo de “corregir el excesivo” gasto en pensiones, se abre la puerta a su privatización, mediante un sistema dual, con la idea de los planes de pensiones paneuropeos, que supone la entrega de parte de las cotizaciones de los trabajadores al capital financiero; el período de computo pasa de 25 a 29 años y la edad de jubilación se consolida en los 67 años, lo que perjudicará especialmente a los más jóvenes por su precariedad laboral y la revisión del modelo de financiación de las pensiones cada tres años, propuesto por la AIREF (de donde proviene el ministro de la Seguridad Social, Escrivá), no necesitará pasar por el Parlamento, lo que implica una burla a la representación de la soberanía nacional.

La reforma laboral mantiene el despido fácil y barato de la reforma Rajoy, dejando como estaba en el despido improcedente los 33 días por año trabajado y un tope de 24 meses, permite, como anteriormente sucedía, que la empresa cambie sustancialmente las condiciones de trabajo de un empleado y le despida con un máximo de 20 días por año trabajado, con un tope de 12 meses, no recupera los salarios de tramitación y perpetúa la precariedad laboral, aunque con el bonito nombre de “fijos discontinuos”.

Es llamativo como el candidato de IU a la alcaldía de Oviedo, Gaspar Llamazares, trata de dar la vuelta a la subsidiariedad (Tratado de Maastrich de la UE) de las políticas económicas, de empleo y sociales del gobierno español y la orientación ideológica de las mismas respecto de la Unión Europea. Dice así este buen hombre:

“El paradigma de la izquierda está cambiando, queramos o no queramos darnos cuenta. Por ejemplo, la UE ya no es la que era, no es la misma desde el proceso de la pandemia y, probablemente, no sea la misma después de lo que va a ocurrir en la guerra y la crisis financiera que se anuncia. Digamos que está en una evolución y no una evolución negativa que explica cómo convergen ciertas políticas. Resulta que un gobierno social-comunista, protervo, que iba a desmantelar no sé qué, coincide con las políticas de la UE en estos momentos”.

El término “desmantelar” es un “lapsus linguae” en boca de quien sabe bien que en los tiempos que corren y en los venideros hay y habrá que hacer lo que haya de hacerse, lo haga el de la empanada gallega o la reedición del gobierno más progresista de la historia, como gustan decir en Unidas Podemos.

Mientras continúen fluyendo los fondos europeos se seguirá subsidiando (no confundir con la subsidiariedad antes citada) mediante ayudas temporales, raquíticas en cuantía a cada beneficiario, que no nacen de derechos conquistados sino de la voluntad del ejecutivo, las consecuencias de las reformas sociales y económicas que van desmantelando, ahora sí, los últimos flecos del Estado Social.

En lo relativo a estas políticas no hay diferencias entre los socios de gobierno, ni entre los miembros de Sumar en el Parlamento y entre los de Podemos, por lo que mal puede intentar argumentarse que Yolanda Díaz y Sumar están a la derecha de Pablo Iglesias y Podemos, cuando estos dos últimos sacan pecho por su supuesta influencia decisiva en lo que llaman la orientación progresiva de las mismas.

Los enfrentamientos entre Sumar y Podemos empezaron a cobrar un carácter de guerra pública cuando el horizonte electoral empezó a complicarse, manipulaciones del CIS aparte, tanto para el PSOE como para Unidas Podemos, especialmente para el socio minoritario que, encuesta tras encuesta, iba cayendo.

Para entonces Podemos era ya percibido por amplios sectores de la izquierda social, intelectual y, en menor medida política, porque representaban menos que Podemos, parte del problema y no de la solución. De ahí nace el camino que lleva hasta Sumar y la conciencia por parte de Podemos de que ya no podría liderar un proyecto de reconstrucción de la izquierda sino, en el mejor de los casos, ser parte del mismo, algo que tampoco tenía tan claro que le dejarán ser. Demasiada humillación para Podemos que reclamaba en base a un pasado del que carece en el presente. “Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras” (Comisión Nacional del Mercado de Valores)

No hay suficientes cargos con buen sueldo para tantos candidatos dispuestos a pillar cacho. La situación hoy de Podemos ya no es la riada que entonces parecía que iba a anegar al PSOE. Ahora apenas se mueve el riachuelo. Hoy en la enfrentada izquierda hay muchas más ambiciones personales que satisfacer y previsiblemente muchos menos asientos para acomodarlas.

Podemos, las imposiciones de un restringido aparato que en el pasado parecía todopoderoso y sus purgas internas, han generado un inmenso resentimiento en exsocios y exmiembros, dispuestos ahora a tomarse su venganza. No deben olvidarse tampoco los miembros aún activos, y pasivos, del mismo, que irán abandonando el barco, según sondeos y resultados electorales en mayo y en diciembre vayan demostrando que apenas flota. Los asaltacielos y sus restos acabarán asfaltando los suelos.

La decepción y el hastío que los podemitas han provocado entre intelectuales e “influyentes profesionales” son más poderosos en su aproximación actual o, al menos, neutralidad hacia Sumar, que el poder de atracción de éste y su reina mediática.

Las diferencias programáticas entre Podemos y Sumar son previsiblemente mínimas, como la experiencia de la participación de los distintos componentes de Unidas Podemos en el gobierno de coalición ha demostrado. Las diferencias son de matiz, tono y talante.

De ahí que las dos figuras centrales de la bronca necesiten extremar esas diferencias formales, a través sus púgiles principales: Yolanda Díaz y su sonrisa eterna y excesiva, que busca el voto por simpatía personal, antes que por ideas, y el rictus crispado y colérico de Pablo Iglesias, secundado por Irene Montero y Ione Belarra, que busca el refrendo del izquierdista que se cree rojo porque grita fuerte en twitter.

¡Qué recuerdos, aquellos del eslogan podemita de “su odio, nuestra sonrisa”! Pronto, de seguir el reparto de hostias entre los miembros de ambas facciones, a Yolanda Díaz también se le irá amargando la sonrisa, mientras los fans de uno y otro lado irán menguando, más por el aburrimiento derivado de la falta de novedad en el espectáculo que por la inteligencia necesaria para entender que donde no hay sustancia todo es irrelevancia. Bienvenidos al gran circo americano de la política como ficción.

En la política de las democracias liberales todo es percepción. Cuando el espectador y potencial votante compara tonos, estilos y expresiones, ve que, a pesar de las coincidencias programáticas, la suavidad de Sumar y de Díaz es más coherente para un mismo reformismo que no saca los pies del cesto que la nota macarra y bronca de Iglesias y Montero, por lo que llegan mejor y con más aceptación sus mensajes. Venden el mismo apósito, como si fuera un fármaco, pero mientras el primero parece paliativo, el segundo resulta simplemente irritante para la mayoría de la audiencia, incluso la potencialmente próxima.

En cualquier caso y como la política es asunto de percepción y también de información, la imagen que presenta Díaz de su gestión, y la que se está proyectando sobre Sumar con los ERTEs, la reforma laboral y las subidas salariales es mucho más fácilmente vendible que el fiasco penal del “sólo sí es sí”, la “ley trans”, que ha dividido al feminismo y la campaña de brocha gorda del “Ahora que ya nos ves”, por mucho que Montero y Podemos se empeñen en decir lo contrario.

El agotamiento de Podemos, como oferta política de peso en la combinatoria postelectoral e “ilusionante”, requiere de una metamorfosis del bucle neoreformista y postlaborista, iniciado por el PCE con la invención de Izquierda Unida; aquella de la sopa de letras del oportunismo político más burdo (Tamames, los carlistas, Izquierda Republicana y el propio PCE), se reencarna ahora en Sumar. Se trata de mantener abierta la “ilusión del cambio progresista”. Conviene que se sepa que “ilusión” viene del nominativo latín “illusio” y de su genitivo “illusionis”, que significan “engaño”, proveniendo ambos de “illusus” que, etimológicamente, ha dado en el español “iluso”. A su vez, “illusus” es el participio del verbo “illudere”, que significa “burlarse de”, “mofarse de”.

Significativamente, en castellano ilusión tiene un significado más positivo, el de “esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo”.Y, más significativamente aún, esa segunda acepción está muy conectada con el marketing, la publicidad y la política, del mismo modo que el mercado de consumo bajo el capitalismo y su formato político de la democracia representativa se investigan con las mismas herramientas de medición distributiva (encuesta) y de análisis estructural (técnicas cualitativas). Se trata de generar el deseo que mantenga al consumidor/elector integrado dentro de un único orden social, el del capitalismo y su arquitectura política.

Dentro del eje posicional derecha vs. izquierda, ésta corre el riesgo de ver su segmento muy reducido por el debilitamiento paulatino de su nicho más izquierdista, el de Unidas Podemos. La sangría de votos de la coalición, la pérdida de socios, el desgajamiento de partes del propio Podemos, las broncas internas del propio partido, la salida de miembros destacados del mismo, las purgas de muchos de sus dirigentes a niveles nacional, autonómicos y locales, las luchas de poder, la negativa imagen externa proyectada por Pablo Iglesias sobre su propio partido, la erosión producida por su participación en el gobierno, su debilidad territorial, derivada de una escasa militancia y de la desaparición de sus círculos, ha envejecido velozmente a un partido en apenas 9 años. El agotamiento de Unidas Podemos es, ante todo, la crisis de Podemos, pues Izquierda Unida es, desde 2015, un cadáver político sin enterrar.

Ahora, en la moviola del eterno retorno, Podemos se cuece en su salsa de circulitos morados y los conjurados alrededor del “significante vacío” Sumar le señalan como al “típico izquierdista tristón, aburrido, amargado” e intentan impedir que se les acerque mientras parecen decir “ven”. Dice Alberto Garzón “algo de esto ya lo he vivido antes”. El uróboro se come la cola.

La novedad, siempre hay algo nuevo en todo lo repetido (en ocasiones puede llegar a ser más sustancial de lo evidente en el decurso de los acontecimientos futuros), está en cómo se está construyendo Sumar y en cómo se creó Podemos.

Podemos tomó la forma inicial de simulado movimiento asambleario post15M aunque, como éste, tenía su propio núcleo duro que había de “orientar” sus pasos. Salvo los aventureros oportunistas de Izquierda Anticapitalista, históricamente habituados al entrismo (antes lo hicieron en Izquierda Unida como Espacio Alternativo), el Podemos original no integraba más partidos. Con el tiempo se iría configurando como tal, con su propio aparato ya jerarquizado y la salida de los “anticapis”, que se quedaron

Sumar, en cambio, se conforma antes como alianza de organizaciones y partidos (Izquierda Unida, PCE, Más Madrid/Más País, Verdes Equo, Alianza Verde, Cataluña en Común, Compromís, Galicia en Común, Coalición por Melilla, Proyecto Drago, Chunta Aragonesista, Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía (Ceuta), Iniciativa del Pueblo Andaluz y Batzarre. Llamativamente una parte de ellos son escisiones de Podemos y socios y exsocios de Podemos. Ello puede tanto suavizar las tensiones entre Podemos y Sumar como excitarlas. Pero la realidad es que la inmensa mayoría de ellos los que participan con algún protagonismo en esta granizada de hostias a un lado y otro del ring son largamente conocidos como intrigantes de largo recorrido en las organizaciones por las que han pasado (en asuntos de transfuguismo son unos cuantos los que dejan a Toni Cantó a la altura de un aficionado), eficaces martillos de herejes y vividores de la política como primera y única profesión de la que sólo la biología habrá de jubilarles.

Aunque los primeros pasos de Sumar se dieron, en la fase de consulta, como “una asociación que quiere servir para impulsar un movimiento ciudadano”, según se expresa aún en su web, más allá de la presencia en las fotos del acto de Magariños, la realidad es que estamos ya en una fase del protagonismo de los partidos. La primera fase tenía por objeto vestir de aspecto participativo al títere de la “ilusión”, con un guiño a los nostálgicos del 15-M, al contar con el economista keynesiano Joseph Stiglitz entre sus asesores. No hay necesidad de alarmar al mundo de la empresa incorporando a un economista marxista.

En esto no hay originalidad alguna: Sumar sigue milimétricamente el proceso de formación de Izquierda Unida en 1986, con un PCE infinitamente más débil y una IU que busca su resurrección con otro disfraz y una líder con más aceptación social demoscópica que cualquiera de los coordinadores generales que tuvo aquella.

En cualquier caso, la desigualdad entre un Sumar formado por una coalición de siglas y encabezado por una lideresa con escasa conexión orgánica, salvo su carnet del PCE deja a ésta, por carismática que sea su proyección política, en una situación de debilidad tanto interna como externa.

En el intercambio de caricias entre Sumar y Podemos, éstas se concentran, tanto para su emisión como para su recepción, en Yolanda Díaz, que sólo puede contar como infantería más activa con opinadores mediáticos, fans de las redes sociales y un cierto entusiasmo comedido de algunos de comunicación (La Sexta, El País, El Diario, la Ser).

Pero no puede contar con la asistencia bélica de Izquierda Unida, los Comunes o Equo porque para las elecciones municipales y autonómicas próximas van integrados en las candidaturas conjuntas de Unidas Podemos y sus denominaciones locales en gran parte del territorio. Los partidos de ámbito regional no se implican abiertamente en esa guerra porque su objetivo es reforzarse dentro de las sinergias de la marca paraguas Sumar y ésta no se presentará a las elecciones del 28-M. En cuanto al errejonismo su guerra con los podemitas es de baja intensidad.

Podemos dispone de un ejército más estructurado, cohesionado y variado. Además de sus dirigentes con acogida médiática general, al menos para esta guerra (Iglesias, que dirige toda la estrategia, Montero, Belarra, Echenique, Pablo Fernández), disponen de algunos medios muy cercanos (Público, CTXT) y un medio propio (Canal Red, ahora en TDT), de impacto y audiencia limitados, pero desde los que se imparte doctrina, artillería constante contra su socio de gobierno, el PSOE y pellizcos a Yolanda Díaz. Así mismo, Podemos cuenta con un conjunto de opinadores que se encargan en sus entornos amigos de que no decaiga el enfrentamiento y de varios miles de hooligans en redes sociales, especialmente fanatizados en twitter que agitan el insulto por bandera argumental.

Así las cosas, es la propia Yolanda Díaz, salvo asistencias limitadas, la que debe responder a las invectivas podemitas, Cuando acierta en tono y contenido de la respuesta, el éxito es de todo Sumar. Cuando yerra, como en el caso del tratamiento que hizo a la figura de Iglesias en la entrevista de Évole, transmitiendo la idea del enfrentamiento Podemos-Sumar en algo personal, justo la idea que los primeros buscan que cale socialmente, el error es suyo.

Del mismo modo que la opinión de un periodista no es la suya sino la de su medio, la orientación de la entrevista no la marcó Évole sino La Sexta. No hay error de Évole. En la guerra de ésta con Podemos, Sumar es un instrumentos útil, pero no ignoran que el objetivo de su matriz mediática Atresmedia es que el PP gobierne tras las próximas elecciones generales.

¿Quién ganará esta guerra a hostia limpia? Es seguro que Podemos no. Tras las autonómicas y municipales llegará la constatación de muchos de sus todavía miembros, sobre todo de los no electos, de su fracaso histórico, al ver a donde han llegado tras su primer Vistalegre. No creo que aún sea el “sálvese quien pueda”, faltan las generales pero, para éstas, ya volarán las agujas de los relojes de sus cargos pidiendo sitio en Sumar, con la cabeza de Iglesias y Montero (el resto son 0), como busca Yolanda Díaz y casi todos sus socios, y antes le pasó a Cayo Lara, salvando la distancia en honorabilidad entre uno y otros.

Y a Sumar, ¿cómo le irá? En primera instancia depende de cómo les vaya a sus partidos coaligados en las autonómicas y municipales, por mucho que Sumar no se presente a ellas, y de cómo gestione Yolanda Díaz su participación en las campañas de sus socios.

A quienes vayan en coalición con Podemos no les irá bien porque las listas son cerradas, aunque ya se sabe que todo se matiza luego para consumo interno.

Según cómo le vaya a Colau, a Compromís y a Más Madrid, la cosa de Sumar tirará mejor o peor.

Y sobre todo a Sumar le irá según sumen sus miembros lo suficiente o no con Podemos y con el PSOE el 28-M.

20 de mayo de 2018

CUANDO CAMBIAR DE CASA SIGNIFICA SALTAR DE BARCO Y CUANDO UN REFERÉNDUM ES UN PLEBISCITO


Por Marat

Imagino a algunos lectores de este texto con suficiente recorrido de vida y memoria para evocar en la referencia al barco del título la imagen en blanco y negro de cierto expresidente sentado en traje de baño en la cubierta de un yate del extinto “señor a caballo que mandaba en Madrid” (“De aquel tiempo pasado”. José Antonio Labordeta).

No era esa mi intención primera, quizá tampoco la última porque una y otra pretenden señalar la gran farsa que representan políticos que, encumbrados en el apoyo popular nacido de un discurso que condena la desigualdad, la pobreza (más que sus causas profundas, que limitan al IBEX, la mafia, la trama y la casta ¡Ay la casta!) y el estilo de vida de los poderosos, cuando la representación política, los programas de televisión y los libros -que le vienen por ser el secretario general de la todavía tercera fuerza política del país y menguando, según las últimas cantadas, como se dice en el fútbol- le da buenos dividendos, cambia una vivienda en la media de millones de ellas por un chalé de 268 metros cuadrados en Galapagar; zona residencial de la clase alta. Vivienda, por cierto, con gran piscina y casa para invitados.

No se trata de un problema de coherencia, como pretenden señalar algunos que critican este hecho con sordina, al indicar que no se puede criticar la compra de un ático por un ministro del actual gobierno y luego hacer lo mismo con la compra de un chalé de similar valor.

Eso significaría lo mismo que afirmar que si el personaje puesto ahora en la picota por tirios y troyanos no hubiera escrito ese tuit, cuando aún no era un político profesional sino un ambicioso candidato a serlo y su partido aún no existía, su compra del famoso chalé no fuese condenable.

Mucho menos es algo que no deba criticarse porque no se usa para especular o porque el dinero proviene de una pareja de muy conocidos políticos del mismo partido que lo han ganado honradamente y no proviene de la corrupción. Que se apele a la honradez económica de los flamantes propietarios del chalé tiene guasa, sobre todo porque implica que el hecho de no robar tiene un mérito extra. Por muy extendida que esté la corrupción en España, no robar no es un mérito sino lo deseable en cualquier político, por mucho que el capitalismo y el Estado como Consejo de Administración de los intereses de las burguesía, que diría Marx, ponga esto de modo realmente difícil. Es evidente que en la fase actual del capitalismo, de acumulación por desposesión, no encontraremos gobernantes honrados porque a la legislación hay que untarla con un buen aceite que mejore el engranaje de las decisiones políticas en el Estado del Bienestar en extinción y la privatización de los servicios públicos.

Me interesa hablar del comentario en redes sociales de cierto profesor de ¿¿¿¿Ciencias???? Políticas de la Universidad Complutense ironizando, o eso creía él, acerca de comprar una “vivienda” pagando 1.000 € al mes (luego hemos sabido que serían 1.600 entre los dos políticos), en lugar de 500 € de alquiler ¿En qué planeta vive este pelotillero fiel de su secretario general que no sabe el precio al que están las viviendas en Madrid para una pareja, con dos hijos a la vista? ¿Desconoce la brutal especulación que se está produciendo en ciudades como Madrid y Barcelona sobre el alquiler a manos de las SOCIMIs y fondos buitre o es que cree que todos somos lo bastante ignorantes como para colarnos un gol en defensa de su amo y de su miniyo política?

Prosigue este poeta frustrado, ex miembro de las Juventudes Socialistas y postulante a favor del SÍ en el Referéndum de la OTAN con su ironía cuando afirma aquello de “Malditos rojos que no viven debajo de un puente. Terminarán por querer estudiar en la universidad”.

En primer lugar, de rojos los dirigentes de su partido nada de nada. La socialdemocracia histórica, no la que vino después de los Felipe González, los Blair o los Miterrand les quedan a ustedes, que jaleaban al león de Atenas “bravo Alexis”, luego reconvertido en corderito al servicio del FMI, la dictadura capitalista de la UE y la OTAN, y que ahora han optado por el modelo ciudadano de un gobierno portugués de izquierda que ha convertido el país en un paraíso fiscal con más empelo precario aún que en España, lo que tiene mérito porque es difícil.

En segundo lugar, entre vivir debajo de un puente o en chalé de Galapagar de 600.000 € seguro que tiene que haber soluciones “dignas” e intermedias, ¿no cree usted, señor politólogo?

Sobre estas reflexiones del cancerbero fiel a su secretario general se articula el “relato” (que es un modo de contar cuentos), expresión tan del gusto de los trinos posmodernos, de la moralina o el culto a la pobreza y simplezas semejantes.

Las justificaciones del esforzado secretario de organización del partido respecto a las decisiones inmobiliarias de sus jefes resultan un tanto reveladoras de su ideología profunda: 


Hay un planteamiento que dice que es "incoherente" tener un buen sueldo y una buena casa y querer un país mejor en el que nadie lo pase mal. Es un planteamiento reaccionario que niega la posibilidad de ser clase media y decente al mismo tiempo.”

Su defensa de la clase media no es otra cosa que ese discurso de Albert Rivera, de ni empresarios ni trabajadores, que busca el “justo” término medio conciliador. De casta le viene al galgo ex Ciudadanos y ahora inasequible al desánimo en el combate por su puesto de trabajo político.

Ahora quiero explicar qué “significa saltar de barco”, a lo que aludo en el título del presente artículo, para desmontar tanta patraña.

En la historia del movimiento obrero hay sobradas experiencias de dirigentes (los líderes son un invento del parlamentarismo burgués) que vivieron en condiciones muy parecidas a las de la clase social que defendían. Desde Marx a Lenin en el exilio y en nuestras latitudes desde Pablo Iglesias, el de verdad, el que fundó la UGT y el PSOE, cuando eran organizaciones respetables, hasta Marcelino Camacho, cuando CCOO no era un sarcasmo, que no salió de su piso sin ascensor en Carabanchel a una vivienda horizontal hasta que al hombre sus piernas ya no le permitían el lujo de subir escaleras. Y desde luego, con muchos más méritos que los del chalé de quienes hablo, no era una vivienda como la de ambos.

Quien haya leído “La verdad sobre el caso Savolta”, de Eduardo Mendoza, habrá comprobado cómo era la vida de los dirigentes y militantes anarcosindicalistas. No eran personas que quisieran medrar a costa de la caja di lel sindicato. Ni las convicciones de los militantes se lo hubieran permitido.

Todo esto no lo hacían por una mística cristiana sobre la pobreza sino por la convicción de que, si no vives como la media de la clase social a la que dices defender, te separarás de ella.

Una de las explicaciones más claras de porqué las aristocracias obreras han convertido sus sindicatos, hoy del sistema, es porque se separaron de sus bases. Cuando estás más en contacto con tu enemigo de clase en las negociaciones de fábrica y sector a nivel local, regional y nacional que de unos compañeros de empresa a los que cada vez ves menos, salvo para elecciones sindicales y conflictos decisivos, cuando vives en urbanizaciones de lujo, cuando tus hijos van a colegios privados o concertados, cuando tu representación sindical te permite viajar mucho más que a la gran mayoría de tus afiliados, cuando negocias en restaurantes de lujo, cuando tienes tarjetas oro del sindicato (no hablo siquiera de las black), tus vivencias sobre lo que es el día a día de la clase trabajadora vienen de lo que te cuentan los cargos intermedios del sindicato o del partido, menos privilegiados que tú pero también por encima de la media del nivel de tu clase. No la comprendes, no la conoces, tus vecinos son otros, te vas de vacaciones con otra gente que no es la de origen de tu clase. De otro modo no se entienden los Fidalgo, ni los Méndez, los Toxo o los Felipe González. Eso independientemente de que los trabajadores sean más o menos combativos o aspiren a vivir todos en Galapagar o en Pozuelo.

Pero la realidad es la que es. Los trabajadores, salvo los espabiladillos sin escrúpulos y con una inteligencia media, no hace falta que sea muy elevada, si comprobamos el cociente intelectual medio de los políticos, no pueden permitirse el ascenso social que conlleva la representación política dentro del Estado burgués. Alejarse de ellos, cuando dices representarlos, es perder tu identidad política.

Cierto que los tiempos cambian, que la clase trabajadora ya no vive en los niveles de miseria de principios del siglo XX -nadie pide tanto sacrificio- pero la realidad es que un dirigente que pretenda representar a la clase trabajadora y gozar del respeto y la credibilidad de buena parte de ella no debe separarse demasiado de la misma.

Lo que ha hecho la pareja del chalé es intentar de saltar de clase social. Sospecho que porque no cree ya en que su proyecto llegue muy lejos (desde luego no a asaltar los cielos, ya que nunca lo intentaron) y que ellos, muy posiblemente, pronto no estén llamados a liderar, que no dirigir, lo que quede del proyecto.

En cualquier caso, no sirve ya como coartada poner por delante la protección y la intimidad de sus futuros hijos, como ha señalado la pareja del secretario general de su partido. Desde luego, su intimidad nunca estaría asegurada entre los vecinos de una burguesía que siempre les considerará unos “parvenus”. Mucho más lo estaría entre sus próximos en un barrio popular. Pero si has hecho de tu vida un show y has defendido que lo personal es político, al estilo de la ideología pequeñoburguesa, tan del gusto del vodevil, ni siquiera ese argumento es creíble.

Solo un último apunte antes de referirme al segundo punto que quiero tratar aquí, el del referéndum.

La famosa hipoteca concedida por la Caja de Ingenieros, una entidad cercana al independentismo catalán, a la pareja es realmente llamativa:
Tras esto mis dudas sobre la concesión de la hipoteca no vienen acerca de por cuanto, ya lo sabemos, sino a cambio de qué.

Al final, en los tratos de favor, todo tiene una explicación y no siempre, cuando sale a la luz, es edificante. 

Según informa el medio El Plural, Podemos ingresó 4,5 millones en la entidad que le concedió la hipoteca a Iglesias y MonteroEl partido al servicio de la felicidad de su caudillito y de su miniyo. Llamadlo acoso a sus vidas privadas.

Pero, si quedaban dudas acerca de las posibles evoluciones de este culebrón podemita, cojan palomitas. Más allá de las referencias acerca de que el precio real del chalé fueran 1.240.000 € y no 600.000 o de que pudo haberse comprado en 2016, con lo que ello significaría de intento de ocultación, y salir ahora a la luz pública, lo mejor viene ahora: el genial "estratego" Echenique pide una participación masiva en el plebiscito para salvar a Iglesias y a Montero y que los círculos saquen urnas a la calle con el fin de que los inscritos en el "partido de la gente" puedan participar al máximo en la farsa. Va a ser de traca. Quizá se encuentren por respuesta alguna fresca o comentarios más o menos chuscos, en los mejores casos, y abiertamente hostiles en los peores. Si hay algo que me queda claro es que a estas alturas no hay nadie al mando de la nave intergaláctica podemita. O quizá un chimpancé. 

Para ir finalizando, frente a los discursos que últimamente se han propagado por ahí de que convocar el referéndum es una muestra de democracia interna o una trampa que les ha impuesto el sistema para dañar a su partido, niego ambas.
  • La cabeza del secretario general ya venía siendo cuestionado de largo y cada vez con mayor osadía. La convocatoria del referéndum es la oportunidad para intentar cerrar, al menos de momento, su liderazgo. Ya veremos si se ve “obligado” a sacrificar a alguien para salvarse a sí mismo.
  • No hay trampa que valga por parte del sistema hacia el líder: éste ha situado, a menos de un año de las elecciones autonómicas y locales, la cuestión de su permanencia en el máximo órgano de dirección como “o yo o el caos”. Y sus palmeros a sueldo están difundiendo este fantasma.
Lo que está por ver es hasta cuando y si caerán juntos Macbeth y lady Macbeth o por fases. En cualquier caso, están llegando más temprano que tarde al final del camino. Y no hay consejos de administración del IBEX para todo el mundo. Aún hay clases y niveles.