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Arsen
Sabaté. Izquierda Diario
Las
últimas declaraciones del exduque de Palma, y cuñado del Rey Felipe
VI, están poniendo en el punto de mira a la Casa Real y su relación
con las actividades del Instituto Nóos. Urdangarin ha declarado, en
su tercer día de interrogatorio, que en cuanto a su vinculación con
el Instituto Nóos en calidad de presidente, nunca dio un paso sin el
consentimiento de la Casa Real.
Un
nombre sobresale por encima de todos en sus declaraciones, Carlos
García Revenga, secretario de las Infantas e interlocutor asignado a
los exduques de Palma. Urdangarin ha llegado a manifestar que en Nóos
no se daba ningún paso sin el consentimiento de Revenga. Hasta el
punto, ha admitido, de que el equipo de seguridad de la Casa Real
efectuaba barridos en teléfonos y ordenadores de Nóos.
José
Manuel Romero, abogado personal de Juan Carlos I supervisaba los
temas jurídicos. Y en cuanto a las acusaciones por desvío de fondos
públicos, Urdangarin argumenta que era Federico Rubio Carvajal, un
alto cargo de Hacienda, el que le tramitaba las declaraciones
fiscales.
De
las actuales declaraciones de Urdangarin, contrarias a las que
ofreció en la fase de instrucción, se aprecia que tanto él como su
exsocio también investigado, Diego Torres, utilizan una estrategia
compartida en cuanto a la involucración de la Casa Real en las
actividades delictivas del Instituto Nóos, o cuanto menos muy
parecida.
Sin
embargo, el mismo Urdangarin ha tratado en todo momento de
desvincular tanto a su esposa, la Infanta Cristina, como al Rey
emérito Juan Carlos I.
En
cuanto a la Infanta, Urdangarin asegura que la tarjeta de crédito
que el banco envió a la Infanta Cristina por ser copropietaria junto
a su marido de la sociedad Aizoon, el eje de las actividades
delictivas, la custodiaba él y solo él sabía las claves. Así como
que en ningún momento la Infanta Crsitina ejerció labores de
gestión de Aizoon.
Y
en lo que concierne al por entonces Rey Juan Carlos I, ha declarado
que en ningún momento interfirió en los negocios del Instituto
Nóos. No obstante, a una pregunta de la acusación de Manos Limpias
en la que un correo electronico aludía a Juan Carlos I sobre una
intervención de Urdangarin relativa a la Copa América que se iba a
celebrar en Valencia, el exduque ha contestado que "Su
majestad el rey fue informado por su involucración en el mundo de la
vela".
Acto
seguido de finalizar los cuatro días de declaraciones de Urdangarin,
llegó el turno de la Infanta Cristina. La hermana del Rey declaraba
como cooperadora necesaria en los delitos fiscales de Iñaki
Urdangarin. Sin embargo, solamente respondió a las preguntas de su
abogado, para, además de repetir sus ya tradicionales “no
sabía”, “no me consta”..., confirmar punto por punto la
versión de su marido en cuanto a su papel en la gestión de Aizoon.
Las
declaraciones de Urdangarin apuntan, como ya hizo previamente y con
todo lujo de detalles Diego Torres, a una supuesta implicación de la
Casa Real en todas las actividades de Urdangarin y la Infanta
Cristina al frente de Nóos. Sorprendre que el cuñado del Rey apunte
tan alto en sus declaraciones y contribuya a minar nuevamente la
imagen de la monarquía, aunque sea sin involucrar a Juan Carlos I.
En
los últimos años la monarquía española, con Juan Carlos I a la
cabeza, ha atravesado una de las crisis más importantes desde la
Transición, no sólo por el caso Noós y el resto de escándalos que
salían a la luz, sino fundamentalmente por su creciente descrédito
ante la opinión pública. Y es que miles de jóvenes y trabajadores
empezaban a ver a Juan Carlos I como el principal garante y valedor a
nivel internacional de los intereses capitalistas de la casta
política y los grandes empresarios, los mismos que durante años nos
están haciendo pagar los costes de la crisis a los sectores
populares.
Ante
esta situación, el exmonarca optó en su momento por la abdicación
hacia Felpie VI para “restaurar” la imagen de la monarquía
y la suya propia. Su hijo se viene esforzando en esta tarea y en
prepararse para poder jugar un rol más activo en todo proceso de
regeneración interna del Régimen del 78. Una labor en la que
lamentablemente la nueva izquierda reformista y las llamadas fuerzas
del “cambio” no están oponiendo ningún tipo de
oposición, al dejar encojonada, como ya pasara en los 70, la
cuestión de poner fin a una institución tan reaccionaria y
anacrónica como la monarquía.