26 de marzo de 2016

LOS VIENTOS DE UNA NUEVA RECESIÓN SOPLAN CON FUERZA EN EE.UU.

Ariel Noyola Rodríguez. Global Research

Se ha insistido en promover la idea de que la recuperación de la economía de Estados Unidos viene cobrando fuerza desde hace tiempo. Incluso funcionarios de alto nivel de organismos financieros internacionales llegaron a declarar que la economía norteamericana había conseguido desacoplarse de la tendencia de bajo crecimiento que prevalece en el resto de los países industrializados. Sin embargo, ese optimismo desenfrenado contrasta con la realidad: la inflación no consigue aumentar de modo significativo y el desempleo se ha vuelto crónico en más de 30 estados de la Unión Americana, con lo cual, persisten los peligros de la deflación y una nueva recesión.

La economía norteamericana ha incrementado los riesgos de convertirse en el epicentro de la próxima recesión global. A pesar de que la tasa de interés de los fondos federales (‘federal funds rate’) se mantiene en un nivel históricamente bajo, entre 0,25 y 0,50 por ciento, los bancos continúan negándose a otorgar crédito a las empresas. Es que los banqueros no confían en que los préstamos les serán devueltos, simplemente no encuentran señales contundentes de recuperación en la esfera productiva.

En estos momentos, a los magnates de las finanzas de Estados Unidos les resulta más rentable realizar fusiones y adquisiciones (‘mergers & acquisitions’) entre corporaciones, adquirir sus propias acciones, o bien comprar bienes raíces en los países emergentes. El incremento de la productividad no es suficiente, la inversión empresarial es demasiado débil y los salarios permanecen estancados. En consecuencia, la inflación sigue muy por debajo del objetivo del 2 por ciento. Esta situación tiene desesperada a la presidenta de la Reserva Federal (FED), Janet Yellen, quien ya no encuentra cómo dinamizar la economía.

El proceso de recuperación es tan frágil que a mediados de marzo el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) de la FED dejó intacta la tasa de interés de los fondos federales. Recordemos que apenas en diciembre pasado, cuando se llevó a cabo el primer aumento de la tasa de interés de referencia en casi una década, Dean Turner, analista de la firma de servicios financieros UBS, pronosticó que los integrantes del FOMC iban a subir por lo menos cuatro veces los tipos de interés a lo largo de 2016.

Sin embargo, hoy los inversionistas bursátiles más optimistas consideran que como máximo habrá dos incrementos: siempre y cuando el mercado laboral mejore y la inflación aumente, será durante la segunda mitad del año cuando la FED eleve otra vez la tasa de interés de referencia en no más de un cuarto de punto porcentual. Es que el panorama ahora es más sombrío. Toda vez que la confianza puesta en la recuperación de la economía global bajo el liderazgo de la locomotora norteamericana se ha venido desvaneciendo, incluso hay quienes anticipan que Estados Unidos volverá a caer en recesión.

De acuerdo con los cálculos del equipo de asesores de Citigroup a cargo de Willem Buiter, la economía mundial únicamente se expandió 2 por ciento durante el último trimestre de 2015, la cifra más baja desde que la zona euro padeció los mayores estragos de la crisis de deuda soberana durante los años 2012 y 2013. A los economistas de Citigroup no deja de sorprenderles que los países industrializados, aquellos que venían disfrutando de un crecimiento más sólido del Producto Interno Bruto (PIB) en los meses recientes, ahora se estén desacelerando dramáticamente, en especial Estados Unidos.

Para el famoso empresario norteamericano Jim Rogers, el escenario es todavía más pesimista. A su juicio, existe una probabilidad de ciento por ciento de que la economía de Estados Unidos vuelva a sumergirse en la recesión a lo largo del año en curso. ”No hay que prestar atención a las cifras del gobierno, hay que prestar atención a los números reales”, declaró en una entrevista.

Sucede que durante los primeros tres meses del año la economía estadounidense manifestó nuevas señales de vulnerabilidad. La evolución del mercado de trabajo no es tan boyante como todo el mundo piensa. De acuerdo con los datos publicados por el Departamento del Trabajo, la nómina no agrícola añadió un récord de 242,000 empleos en febrero, con lo cual, la tasa de paro oficial se mantuvo por segundo mes consecutivo en 4,9 por ciento, el registro más bajo de los últimos ocho años. Por añadidura, según los datos actualizados de los meses previos, en enero las contrataciones aumentaron a 172,000, mientras que en diciembre de 2015 subieron a 271,000, una revisión al alza de 30,000 empleos en ambos casos.

Aparentemente, todo se desenvolvía de modo favorable para la economía norteamericana. El incremento de la nómina no agrícola del mes pasado superó con creces los 230,000 puestos de trabajo, el promedio mensual obtenido a lo largo de 2015. Sin embargo, de acuerdo con las propias cifras del Departamento del Trabajo, 80 por ciento de los nuevos empleos de febrero corresponden a los sectores con los salarios peor pagados: cuidado de la salud, asistencia social, comercio minorista, servicios de alimentación y servicios educativos privados. Por otro lado, si se contabilizan aquellas personas que han abandonado la búsqueda de empleo (1,8 millones) así como las ocupadas a tiempo parcial (6 millones), el subempleo alcanza una tasa de 9,7 por ciento.


Es evidente que Estados Unidos no goza de “pleno empleo”. En la actualidad 36 estados de la Unión Americana padecen de desempleo crónico, pues su tasa de paro promedio (en términos anuales) fue superior en 2015 que en 2007. De hecho, una investigación realizada por Danny Yagan y publicada por la Universidad de California (Berkeley) hace unos días, apunta que bajo el ritmo actual de recuperación, no será sino hasta el año 2020 cuando el mercado de trabajo de las regiones más deprimidas vuelva a la normalidad: más de una década después de la Gran Recesión, la misma que amenaza con regresar más fuerte que nunca.