Mánlio
Dinucci. Il Manifesto
La
OTAN y las petromonarquías del Consejo de Cooperación del Golfo
apadrinan desde hace décadas a las peores organizaciones terroristas
A la cabeza de este verdadero desfile de máscaras aparecen EEUU y Arabia Saudita, países que –como ha documentado una reciente investigación del New York Times– arman y entrenan a los «rebeldes» que se ha previsto infiltrar en Siria en el marco de la operación «Madera de Sicomoro», secretamente autorizada en 2013 por el presidente Obama, dirigida por la CIA y financiada por Riad a golpe de millones de dólares. Esto ha podido confirmarse con las imágenes de video que mostraron al senador estadounidense John McCain –durante una estancia [ilegal] en suelo sirio por cuenta de la Casa Blanca, en mayo de 2013– reuniéndose con al-Baghdadi, el «califa» que encabeza el Emirato Islámico.
Es esta la más reciente de las operaciones secretas coordinadas entre EEUU y Arabia Saudita. Esas operaciones se iniciaron en los años 1970-1980, con objetivos como la desestabilización de Angola y de otros países africanos, así como para armar y entrenar a los muyahidines en Afganistán y respaldar a los Contras [contra el gobierno sandinista] en Nicaragua. Todo esto explica por qué EEUU se abstiene cuidadosamente de criticar las violaciones de los derechos humanos en Arabia Saudita y el respaldo estadounidense a esa petromonarquía en su guerra de masacre contra los civiles en Yemen.
También participan en este carnaval de máscaras Jordania y Qatar, donde –como reporta el New York Times– la CIA ha creado bases de entrenamiento para los «rebeldes», entre los que se incluyen «grupos radicales como al-Qaeda», con vista a su posterior infiltración en Siria y en otros países.
Qatar incluso proporciona a esas operaciones miembros de sus fuerzas de comandos, como ya había hecho en 2011 cuando envió a Libia al menos 5 000 hombres de sus fuerzas especiales. «Nosotros, los qataríes, estábamos entre los rebeldes libios en el terreno, [nos contábamos] por cientos en cada región», declaró posteriormente el jefe del estado mayor Hamad al-Atiya.
Entre los «antiterroristas» que se exhiben en la sede del ministerio italiano de Relaciones Exteriores también encontramos a los Emiratos Árabes Unidos, que desde 2011 han formado, a través de Blackwater-Academi, un ejército de unos 2 000 mercenarios, entre los que se cuentan 450 (colombianos e individuos de otras nacionalidades latinoamericanas) que ahora participan en la agresión contra Yemen.
También está Bahréin, que –después de ahogar en sangre su propia oposición democrática interna con ayuda de las tropas de Arabia Saudita– ahora devuelve el favor ayudando a Arabia Saudita en la masacre contra los yemenitas, en la que también participa Kuwait, otro miembro del grupo «antiterrorista», en el que también encontramos a Turquía, puesto avanzado de la OTAN en la guerra contra Siria y en Irak, donde respalda a los yihadistas enviándoles diariamente cientos de convoyes cargados de armas y material de guerra en general. Después de haber publicado pruebas, incluyendo varios videos, del envío de armas al Emirato Islámico por los servicios secretos de Ankara, los periodistas turcos Can Dundar y Erden Gul fueron arrestados y ahora pudieran incluso ser condenados a muerte.
Entre los países occidentales presentes en este carnaval de enmascarados se destacan Francia y el Reino Unido, que están utilizando fuerzas especiales y sus servicios secretos en la realización de las operaciones secretas en Libia, Siria y otros países.
Y el papel de atento anfitrión lo desempeña Italia, que ya contribuyó a incendiar el norte de África y el Medio Oriente con su participación en la destrucción del Estado en Libia, país al que gobierno italiano se prepara ahora a regresar, ejerciendo incluso el papel de «guía», en otra guerra bajo las órdenes del ente EEUU/OTAN. Disfrazada de «operación de mantenimiento de la paz» (sic), esa nueva guerra tiene como objetivo tomar el control de las zonas estratégicas y de los recursos energéticos libios.
En los salones del ministerio de Relaciones Exteriores de Italia sólo faltaron las notas de Tripoli, bel suol d’amore, la canción que, en 1911, celebraba la guerra colonial [de Italia] en Libia.